La Vida Al Final De La Vida

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Andrés Cruz y Corro Armenta

LA VIDA AL FINAL DE LA VIDA OPINIÓN PERSONAL DE “LA TREGUA” DE MARIO BENEDETTI ¿Por qué es tan fácil entender a Martín Santomé? Porque él, igual que todos, le toca vivir en un mundo cada vez más rápido que necesita economizar el tiempo y todo se vuelve una rutina. De repente se da cuenta que pronto tendrá mucho tiempo disponible, pero nada de vida que hacer con él. ¡La ironía! Justamente lo que dijo Quino en “Mafalda”: “Trabajar para ganarse la vida está bien, pero ¿por qué esa vida que uno se gana trabajando tiene que desperdiciarla trabajando para ganarse la vida?”. Sin trabajo, sin mujer, sin amor y sin hijos el tiempo es una tortura que todos hemos experimentado en algún momento, porque la mente sólo puede ocuparse en pensar sobre todas las cosas que se dejan de lado en la vida “cotidiana”, incluyendo pero no limitado a: el significado de la vida, la trascendencia de uno mismo, la memoria de las cosas perdidas. El problema aquí no es el pensar, sino el encontrarse con los resultados, darse cuenta que la vida no es lo que uno pensaba y mucho más importante, encontrar “algo” para seguir adelante.

En esa búsqueda mucha gente se siente llena de mil diferentes formas, desde las drogas hasta saltar en paracaídas, pero aquí no discutiré la efectividad de tales actividades, sólo de la que nos compete al leer este libro: la interacción humana.

Todo el tiempo se hacen referencias a cómo la diferencia entre nosotros los seres humanos, supuestamente pensantes, con respecto de otros seres vivos es la capacidad de pensar y todos los procesos asociados con el pensamiento, como el aprendizaje, creatividad, análisis, etc. y por otra parte la capacidad de sentir (una falsa dicotomía, claro está, pero es importante hacer la distinción).

La monogamia es una idea puramente social, prácticamente inexistente en la naturaleza salvo ciertos ejemplos aislados, que además

no tienen las mismas características.

Analicemos algunos porqués del amor. ¿Se hace para conocerse mejor? No necesariamente, porque el mismo objetivo se alcanza en una serie de preguntasrespuestas-enjuague-repita. ¿Es para compartir recursos? Si así fuera, uno buscaría un(a) administrador(a). ¿Es para dispersar lo más posible los genes propios? Eso no es compatible con el hecho de que se busca y se quiere a una persona. Así podemos seguir

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citando ejemplos en los que vemos que eso que llamamos “amor” es algo muy complejo (como todo producto humano)

Sin embargo, se da. ¿Las avispas saben de entomología? No, pero saben hasta dónde deben picar para inocular sus huevos sin matar al anfitrión. De la misma forma sabe uno cuando encuentra lo que ha buscado (incluso si no lo ha buscado) Desgraciadamente Santomé es un hombre que quedó viudo muy joven. Lo que lo hizo diferente a muchos de nosotros fue que no cedió a la idealización de una pareja, simplemente porque no contemplaba otra pareja (se salvó del principio del éxtasis urinario de L. Pescetti1) Lo cual hizo que su descubrimiento fuera interesante, en primera instancia por el hecho mismo de que ocurrió; pero en segunda instancia porque le lleva a descubrir lo que debió haber vivido durante sus últimos 40 años.

Aún más ironía: ese “algo” que encontró Santomé no fue más que una persona. En menos de un año descubrió y aprendió muchas cosas que no pudo (o no quiso) aprender en sus décadas de trabajo, de papá viudo y dedicado. Un hombre mayor, con algo más de experiencia viviendo como si hubiera empezado de nuevo. Tal vez podamos aprender de este redescubrimiento que ocurre todos los días y no quedarnos con la frase distinguible de la Aldea Global:

“Hoy fue un día feliz. Sólo rutina”

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1 “Lo que hace que hacer pipí sea un acto común o la más maravillosa de las experiencias sensoriales, es la distancia a la que queda el baño.” Blog de Luis Pescetti: http://www.luispescetti.com/archivos/2006/06/16/la-idealizacion-3-en-la-pareja/