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8 LA TRIBUNA • MIÉRCOLES 18 DE JULIO DE 2007
Foto de Luis Polar / La Tribuna.
PREPARATIVOS. Salvador Lara, piloto e instructor de vuelo en parapente, prepara su equipo poco antes de lanzarse al cielo de Glenwood Springs desde la cima de Red Mountain. Lara es copropietario de una academia de vuelo en Oaxaca, México, y este verano ha venido por primera vez a Estados Unidos a trabajar ofreciendo vuelos para turistas con la compañía Adventure Paragliding.
Un hombre que vuela como un pájaro
Su sueño era ser piloto aviador, pero terminó por convertirse en instructor de vuelo en parapente.
Por Omar Cabrera
[email protected]
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alvador Lara calcula que eran unos 200 buitres los que en ese momento volaban agrupados formando un cono. Cuando los vio, él también surcaba el cielo colgado de un parapente, una especie de paracaídas especial. Las aves volaban “al unísono”, manteniéndose unidas al grupo, dice Lara. El se sintió atraído por el espectáculo, “y me fui directito con ellas, y me integré”. Lara dice que los buitres eran de los que en México se conocen como “auras” porque tienen círculos blancos en las alas. “Fue una sensación así indescriptible, muy padre”, recuerda él. “Estábamos girando, y hasta las auras se te quedan viendo, siguen girando y se te quedan viendo, como diciendo: ‘Y este cuate, ¿qué onda, qué hace aquí?’” Lara vuela en parapente no sólo por diversión. Ese es también su trabajo. Él es copropietario de una academia de vuelo en Oaxaca, México, donde imparte cursos y también ofrece vuelos por diversión a pasajeros. Este verano, Lara ha venido a Estados Unidos para trabajar con Adventu-
re Paragliding, una pequeña empresa que ofrece vuelos en Glenwood Springs. Él dice que es la primera vez que trabaja en este país. El dueño de la empresa, Pine Pienaar, mandó un correo electrónico a la comunidad de “parapenteros” ofreciendo la oportunidad de trabajo, y el mexicano la tomó. Lara dice que gana $65 por vuelo, y en Glenwood Springs hace entre 10 y 15 por semana. Pero lo que más lo motiva no es el dinero. “El vuelo es mi pasión”, dice Lara. “Es justamente volar como un ave, porque es vuelo libre, libre de todas las limitaciones que tienes con un vuelo de otro tipo como es un vuelo motorizado”. El parapente usa el viento como fuerza motriz. No tiene motor ni cabina, solamente una vela parecida a un paracaídas, unas cuerdas delgadas, y unos arneces con una o dos sillas. En los vuelos en pareja, el pasajero se sienta justo delante del piloto, que QUIÉN ES... Nombre: Salvador Lara Escárcega. Edad: 38. Originario de: México D.F. Ocupación: Piloto e instructor de vuelo en parapente. Pasatiempos: Diseñar y construir muebles de hierro.
IN ENGLISH
A man that flies like a bird Translated by Omar Cabrera
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alvador Lara estimates that about 200 vultures were flying in that moment forming a cone. When he saw them, he was also circling the sky with a paraglide, a kind of parachute. The birds were flying in unison, keeping themselves inside the group, Lara says. He felt attracted by the spectacle, “and I went directly to them, and I integrated”. Lara says that the vultures where of the type known in Mexico as “auras” because they have white circles on their wings. “It was an indescribable sensation, pretty cool”, he recalls. “We were twisting and even the (“auras”) look at you, like saying: ‘what’s up with this guy? What’s he doing here?’” Lara flies in paraglide not only for fun. That’s also his job. He’s one of the owners of a paragliding academy in Oaxaca, Mexico, where he gives courses, and also flies for clients/passengers. This summer, Lara has come to the United States to work for Adventure Paragliding, a small company that offers flights in Glenwood Springs.
He says this is the first time he works in this country. The owner of the company, Pine Pienaar, sent a massive email to the paragliders' community offering a job opportunity, and the Mexican took it. Lara says he earns $65 per flight, and in the sky of Glenwood Springs he flies between 10 and 15 times per week. But money is not what motivates him the most. “The flight is my passion”, Lara says. “It’s precisely flying like a bird, because it’s free flight, free from all the limitations you have with another type of flight, like a motorized one.” The paraglide uses the wind as motion force. It doesn’t have an engine nor does it have a cabin, just a type of sail similar to a parachute, some thin cords, and some harnesses with one or two foamy seats. In tandem flights, the passenger sits right ahead of the pilot, who maneuvers the apparatus. In Glenwood Springs, a flight is $139. The client receives transportation from the city to the summit of Red Mountain, where the flights take off from. According to Lara, the flights last between 15 and 45 minutes, depending on the weather conditions. The best
MIÉRCOLES 18 DE JULIO DE 2007 •
LA TRIBUNA 9
Foto de Luis Polar / La Tribuna.
Foto de Luis Polar / La Tribuna.
DESPEGUE. El piloto de parapente Salvador Lara, de camisa azul, corre en unísono con el periodista de La Tribuna Omar Cabrera, durante su despegue desde la cima de Red Mountain.
VUELO. Lara y su pasajero lograron alzar vuelo y planearon sobre el Rio Roaring Fork por unos 15 minutos. Dependiendo de las condiciones climatologicas, se puede volar hasta por 45 minutos.
es quien dirige el aparato. En Glenwood Springs, el vuelo cuesta $139. El cliente recibe transporte desde la ciudad hasta la cima de Red Mountain, desde donde se realiza el despuegue. Según Lara, los vuelos duran entre 15 y 45 minutos, dependiendo de las condiciones climatológicas. Los mejores días para volar son los soleados, porque el aire caliente ayuda a levantar el parapente. Lara dice que él se inició en el deporte hasta cierto punto por accidente. “Mi deseo por volar empezó cuando conocimos a la familia de un piloto aviador”, dice el mexicano. “Nos invitó a la base aérea para ver los aviones, y los vimos volar. ¡Ahí fue realmente cuando empezó mi deseo!” Él tenía apenas 14 años. Con el plan de volverse piloto, ingresó al colegio militar, de donde pensaba transferirse después al colegio del aire. Sin embargo, descubrió que la vida castrense no era para él, por los maltratos que reciben los estudiantes, por lo duro del ejercicio físico, y por el alejamiento de la familia, dice Lara. Así fue como optó por una alternativa. Y cuando recibió una invitación para participar en un curso de ala delta, no dudó en inscribirse. Lara dice que el ala delta es una estructura rígida, de tubos, que pesa más, es más cara y es más difícil de transportar que el parapente. Por esa razón, él optó por aprender a volar el parapente, que se puede cargar en una mochila de aproximadamente 20 kilogramos de peso. El piloto añade que un curso para aprender a volar parapente dura por lo general cuatro fines de semana y cuesta $400. Eso incluye la renta del equipo, la teoría y la práctica. Al preguntarle cuán riesgoso es este
deporte, Lara dice que el índice de muertes en accidentes de tránsito es mayor que el de vuelo en parapente. Él dice que en México hay unos 700 pilotos de parapente, y cada año se registra una muerte y un par de accidentes leves. Además del parapente, los pilotos llevan un paracaídas de emergencia. Lara dice que en sus casi 14 años de experiencia, él solo ha tenido que usar ese recurso dos veces en la práctica profesional y uno durante el curso de seguridad. ¿Y da miedo cuando falla el parapente? Lara dice que no, por al menos cuando a él le ha pasado, ha activado el paracaídas de emergencia “tan rápido que ni
days to fly are the sunny ones, because the hot air helps lift the paraglide. Lara says that he started in the sport to certain extent by accident. “My desire for flying began when we met the family of an airplane pilot”, the Mexican says. “He invited us to the air base to see the airplanes, and we saw them fly. It was there when my desire began!” He was just 14. Planning to become an airplane pilot, he entered the military school, from where he planned to transfer later to the air school. However, he discovered that military life was not for him, because of the mistreatment
that students suffer, the toughness of the physical exercises, and the farness from family. It was because for those reasons that he looked for an alternative. And when he received an invitation to take a handglider course, he didn’t hesitate to register. Lara says that the handglider is a rigid structure, made of tubes, that weights more, is more expensive and more difficult to transport that the paraglide. That’s why he chose to learn to paraglide, which can be carried in a backpack that weights about 20 kilograms. The pilot adds that a course to learn to paraglide usually lasts four weekends, and costs $400. That includes the rent of the equipment, theory and practice. SAFER THAN DRIVING
Foto de Luis Polar / La Tribuna.
SOBRE TIERRA FIRME. El piloto mexicano Salvador Lara saluda después de aterrizar en una explanada entre el Río Roaring Fork y la Glenwood Springs High School, donde descienden los instructores y pasajeros de Adventure Paragliding.
When asking him how risky this sport is, Lara says the death rate in traffic accidents is higher than that of paragliding. He says that there are about 700 paragliding pilots in Mexico, and each year there’s only one fatality and a few minor accidents. In addition to the paraglide, pilots carry an emergency parachute. Lara says that during his almost 14 years of experience, he’s just had to use this resource twice during his professional career, and once when he took the security course. And, is it really scary when the paraglide fails? Lara says it’s not, because at least when it’s happened to him, he’s activated the emergency parachute “so fast that you don’t even think much about it”.
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