La Sober Bi A

  • December 2019
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  • Pages: 23
LA SOBERBIA

SUMARIO 01

Editorial

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Poesía Pamela Tighe Juan Torres Jorge Abarca

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Narrativa Silvye Moulin Mauricio González

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Reflexión Juan Torres Mario Montero

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Cine Aníbal Veneciano

U NA M IERDA No existe algo que me avergüence más de nuestra especie que la bajeza de algunas acciones. Y un ejemplo de ello, el cual dudo ustedes siquiera recuerden, quedó al descubierto recién hace poco en la Sociedad Protectora de Animales que, en plena urbe santiaguina, literalmente aniquiló a cuanta mascota llegaba al paraíso de la más cruel y despreciable encarnación del alma humana (si es que los conchesumadres a cargo de aquel ghetto alguna vez tuvieron algo parecido a un alma). Y ni siquiera hablo del exterminio de centenares de animales mediante eutanasia, sino que de la forma más putamente macabra: encerrándolos en jaulas simplemente hasta que murieran. Todo bajo la exigencia, más encima, de una compensación económica a quienes entregaban allí sus animales... Una mierda. Sin embargo, lo más curioso es que el trabajo del Fiscal a cargo de la investigación, que incluyó el allanamiento de este panteón viviente, con el objeto de recabar antecedentes que permitieran acreditar el delito de maltrato animal cometido por la supuesta Sociedad Protectora ante la Jueza no sirvió para nada, ya que la Magistrado, al parecer en un acto de lucidez jurídica sin precedentes, estimó que los imputados no representan peligro para la sociedad ni mucho menos actuaron con dolo. ¡Ja, me cago! ¡Y me recago! ¿Pero de qué me perdí? ¿Si no representan un peligro ni actuaron con dolo entonces qué Sra. Jueza? Sin considerar, claro está, que dentro de tres kilómetros a la redonda desde donde se emplaza la Sociedad Protectora, actualmente, existe la posibilidad que cualquier animal se contagie mortalmente si no recibe tratamiento veterinario adecuado a causa del foco infeccioso; o por otro lado si olvidamos quizá que diariamente fueron retirados en bolsas de basura producto de “muerte natural” —según los dichos del director de la Sociedad— en promedio ocho a diez cadáveres de perros o gatos que sucumbían diariamente o a la inanición, la deshidratación, o el distemper y el parvovirus fruto del más siniestro abandono al que fueron sometidos para obtener unos putos y cochinos pesos ¿Podría ser a lo mejor en una de esas, no cree usted Usía? Qué más puedo decir, si un país se define en el modo cómo trata los animales. Entonces ¿qué nuevo soberano pedazo de mierda nos espera mañana?

E L D IRECTOR

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P RELUDIO A C OPPELIA Pamela Tighe

TRAVESÍA

Cuando abro los ojos y limpio las bocinas, motores, gritos de mis oídos las masas deambulantes de caníbales personas se tornan, les salen brazos y piernas y sonrisas y facciones son transparentes, se ve hasta sangre corriendo por sus venas y luces en sus cerebros. Entre calles se lanzan redes de palabras anónimas un manifiesto infinito de voces diferentes, parpadeantes, ondulantes voces de todos los colores existentes. Pero donde los sonidos se unen las palabras se separan y escritas sobre cada pedazo viviente se moldean en sonrisas, ojos chispeantes y brazos que chocan, intentando romper la soledad de la masa, intentando romper la alienación. Pero una vez que la noche devoraba la luz restante sólo quedaba seguir a la luna, nívea pupila tras los edificios, buscando nuestras propias coincidencias. Y cuando desaparecía, aparecían en la plaza brotando como flores los neones de /Harris. Le habría pedido a las negras aguas del Mapocho: dejen arrastrarme en sus corrientes para escapar de aquella /ilusión. Pero entre todo lo disfrazado se encuentra lo cierto y sacando la máscara de la seducción, sólo quedaron algunos corazones palpitando, y otros, miles, lejanos, cuyos latidos no podríamos oír, ocultos se encontraban, por la simple coraza del anonimato.

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PRELUDIO A COPPELIA

Mirando en la TV el encuentro de la reina del pantano con el rey de las alcantarillas y revueltos en brebajes ponzoñosos envenenaron hasta el último soplo de la razón, y la razón, hizo zapping entre canales de ficción y pastillas. Habían dos perros copulando en el set, perros ciegos, que chocaron en la oscuridad luminosa de lo falso, el artificio, pero la verdad del impulso animal veracidad-voracidad convirtió en revueltas y jadeos aquellos rincones totalmente inexplorados. La mañana fue una huída, con televisor apagado aguardé el paso de los días, las noches, huía de mi sombra como desquiciada, la desquiciada se cosía a mis talones dejaba marcas de babosa plateada, luminosa pero no era más que una sanguijuela bien pegada chupando sangre de los dedos de mis pies. Cuando belleza y viento sacaron el grito, el corazón sintió el vértigo del que vuela le digo a mi sombra: “Te desgarras de mí”. La sombra se despegó y se cobijó en mi ropa, bastarda insistente. Me desvisto ahora, mi cuerpo desnudo la embiste con su palidez, pero la muy impúdica se escabulló en mi pubis quedó llorando junto a la niñez perdida mientras la adolescente y la mujer le cubrían, ocultando sus secretos, riéndose de ella. Sombra, ya no eres nadie en estos dominios. Sombra, tus días son ahora espiral descendente.

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D IABOLUS IN P OETRY Juan Torres Jiménez

JUAN, EL VERDUGO

Yo no escribo. Yo decapito cada letra como si nada y beso al mundo en cada una de ellas. Y tu voz es todo el mundo toda esa carne amoratada pidiendo que la cubran que le hablen como al viento que no escucha. Yo no escribo. Yo hago el amor en cada palabra. y no descanso hasta matarlas hasta beber por fin toda la vida. A mí la luz no me desarma. Yo no me esfuerzo. Yo asesino cada estrofa tiernamente sobre la página y lanzo a los perros las sobras. En mí el poema no se escribe, se sangra. Cada vez que me río de ustedes y los escupo.

EL RÉQUIEM

DE

VAD TEPES

Yo no vivo de anunciar algo mayor que me recorre Yo lo ensarto en una pica (del mismo modo que Vad Tepes) Y bebo así la sangre Leo el mundo hasta vaciarme Porque como la muerte lava al hombre así también, yo lavo el lenguaje Y el ataúd es el lenguaje Lo que olvidó terminar Dios

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El ruido que en su lugar no dice nada Y que ahora escarba con más rabia en busca de algo dentro mío A medida que va volviéndose ahí más hombre que la suma de todos los hombres Y yo mismo.

JURAMENTO DEL HOMBRE MODERNO

Yo, heredero de Caín y su santísimo desierto. Adorador del Anticristo verdadero. Báculo. Injuriador de astros. Electrizante mono. Juro, consagrar mi vida al servicio del progreso /y de la máquina guiar hacia la luz la humanidad que nos condena. Juro, cultivar sin moral alguna la avaricia amar la riqueza sobre todas y cada una de las cosas pues sólo en ella encontraremos el sosiego. Degollaré con diligencia. Haré todo cuanto deba. Así, con la misma fuerza que sostengo dentro mío ésta verdad embriagadora. Juro, acallar también a cualquiera que se oponga con razón alguna o sin ella a los que piensan y obran como yo fiel representante de mi /casta. Juro, usar el sable contra madre padre hermano esposa hijo /hija sin cavilación alguna vaciarles las entrañas con tal de glorificar estos magníficos preceptos. Juro, voracidad eterna. Desde ahora no tengo alma. Soy el hombre. Soy la criatura por excelencia.

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P RODUCTOS DE M ONGOLIA Jorge Abarca

DEL

LIBRO

“COPROLALIA”

Yo adoro a los homosexuales gigantes estriados como mi vientre yo adoro a los homosexuales que viajan por la guitarra pluma de varias camas yo adoro a los homosexuales hechos en Talca en provincias sin capital yo adoro a los homosexuales licenciados en educación yo adoro a los homosexuales que desvellan y barren nucas con talcos olorosos yo adoro a los homosexuales con el resfriado notorio a la distancia yo adoro a los homosexuales que zurcen patinan y condenan yo adoro a los homosexuales yo adoro a la raza seria de los continentes por siempre yo adoro a los palitos finos tímidos escondidos yo adoro a los osos cardíacos de sodomías barbonas yo adoro a los homosexuales yo adoro a los homosexuales ¡Vamos a tomar once a mi casa! Juan de dios Vial 1780, Los Fresnos Concepción.

**

I’ am Jovita La india de la artesanía mayorista En nuestra Mapu no crece el pasto lindo Por eso importamos del Paraguay Este cogollo alternativo en polvo De oscuro vientre y acetonados cabellos I’ am Jovita La dirigente.

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Ella sufrió de Carisma Setentero Hoy la podemos ver atendiendo en la panadería.

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El poema nació ayer Igual al padre Igual a la madre En la cesárea decía PRODUCTO DE MONGOLIA.

CORTE SIMIO LIBRO “EL AÑO

DEL

DE

CHARLES BRONSON”

Fui a la Vega Y lo pasé tan bien Habían olores colores gentes Canciones gritos carritos Caseras viejas caseros lindos Caseros machos uva sin pepa Aceituna en toneles Y varios guatones como yo Cargados y a la cola de su patrona.

**

Este poema es para advertirles A todas las mujeres Que no crean una papa De los piropos del casero de las papas (A todas nos dice lo mismo).

**

No soporto el ruido de las viejas Baldeando agua Ellas dicen que ahorran Pero en realidad Militan.

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Había tiempos En los que yo era Un hombre maravilloso Pero engordé.

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E L E SPEJO Silvye Moulin

Tiene todo bajo control, las velas rojas, el mojito helado y Juliette Greco a volumen suave. Frente al espejo, se pasa la mano por el pelo, la desliza por el cuello, la curva atenta de los senos, hasta las caderas alertas y los muslos tangibles bajo la sutileza de las medias. Sonríe comprobando que no fueron inútiles esas horas de ejercicios tercos para postergar la caída irremediable… Déshabillez-moi, déshabillez-moi… oui mais pas tout de suite, pas trop vite… Le gusta vestirse para que la desvista, elige cada atavío para que lo desarme, cada lazada para que la desenlace, y con una pizca de malicia inventa algunos detalles escabrosos para que se enrede un poco, para que le cueste… Sachez me convoiter, me désirer, me captiver… Esta vez no tuvo que perderse en explicaciones ni esperas frustradas. Él llegó enterado de la geografía femenina para lamerla entera, recorrer sus laberintos, chupar los refugios más clandestinos del placer y envolverla en sus propios secretos, en besos inagotables con sabor a posesión… Sachez m'hypnotiser, m'envelopper, me capturer… Prende un cigarrillo y mira el reloj. El deseo se tiñe de miedo, miedo de que no venga, miedo de que sea solamente un espejismo, miedo de haberlo inventado en una borrachera. Traga un ansiolítico para no divulgar sus últimos arcanos ni siquiera por amor… Sachez me posséder, me consommer, me consumer… Recuerda su curso de filosofía de cuarto medio. ¿Tendrá sentido esta puta vida? No tiene idea del próximo paradero y en realidad le da lo mismo. Mientras percibe ese estremecimiento dulce entre sus caderas, mientras la revienta ese deseo indomable al sentir el roce de sus labios, el resto es pura casualidad... Ça y est, je suis frémissante et offerte Suena el timbre. Última mirada al espejo. Está todo bajo control… –Buenas tardes señora. Vengo a cobrar los gastos comunes.

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D R . D OXA Mauricio González

En un principio no entregábamos los órganos congelados, porque pensábamos que recién extraídos se mantenían frescos, sin perjuicio de sus funciones principales. En aquellos días éramos apenas aprendices y, por lo tanto, cometíamos muchos errores, sobretodo en la entrega que incluso hacíamos a domicilio, sin darnos cuenta del escándalo que provocábamos al hacerlo. Los diarios hablaron de una secta satánica involucrada, del chupacabras y hasta de homicidios rituales. Concepción no estaba para que de un día para otro todos los pacientes que esperaban transplante tuvieran órganos hasta para elegir, los doctores se tiraban de los pelos tratando de almacenar la gran cantidad de riñones, corazones, retinas y piel que aparecían cada madrugada afuera de sus depósitos. Al comienzo nos especializamos en riñones los que no eran nada fácil de extraer pues la piel no es tan blanda como cualquiera pueda creer y los elementos de que disponíamos eran bastante rudimentarios: cuchillos cocineros mal afilados, trozos de metal y tijeras escolares. Tuvimos un tiempo de marcha blanca, si es que podemos llamarla de alguna manera, y sólo experimentamos hasta tener resultados medianamente satisfactorios con los cuales ganarnos un nombre y una plaza amplia de trabajo en una labor que nos parecía del todo loable, pero que resultó ser sumamente mal entendida por jueces, policías y familiares convulsos y furiosos que pedían nuestras cabezas ya sea para cocinarlas ellos mismos o para exponerlas públicamente en la plaza de armas como trofeos arrancados a la ignominia y al infierno —esto en sus palabras—. Personalmente teníamos una impresión diametralmente distinta a la de ellos y la hicimos notar en el largo juicio para el cual partimos siendo culpables desde el principio y que nos condenó a todos de manera relativamente similar con penas entre diez años y perpetua para mí y otros colegas. El asunto no era la gran cantidad de órganos que ahora poseían los hospitales sino la fuente desde donde eran obtenidos. Omitiré el exceso de detalles, pero para conseguir un órgano hay que tener un cuerpo y creemos que ahí estaba el principal problema, pues no provenían de accidentes, ni de donadores inscritos. En fin, creemos que solucionamos un problema creando uno mucho peor que el anterior. Elegíamos indistintamente a alguien particular, lo estudiábamos, seguíamos sus pasos y llegado el momento adecuado lo abordábamos y bueno lo demás ya lo saben. Hemos sido calificados de asesinos, secuestradores, violadores, pedófilos, necrófilos de practicar la medicina sin autorización. El colegio médico nos cayó encima. El gobierno nos cayó encima. La justicia nos cayó encima. La opinión pública pedía que nos quemaran. La iglesia nos vetó y condenó. Incluso uno de nuestros asociados se suicidó. Eso no es menor si pensamos

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que lo hizo antes de que nos detuvieran e inculparan. Al parecer le dejó de gustar lo que hacíamos y, a pesar, de ser un miembro fundador decidió pasarse “AL OTRO LADO” y esto lo digo con mayúsculas, ya que se mató enfrente de nosotros después que habíamos extraído nuestro riñón número cuarenta y dos al descubrir que el donante era un antiguo socio suyo que lo había ayudado a levantar una pequeña empresa tras irse a la bancarrota. La conciencia pesa, qué puedo decir. Creemos que su escopeta llamó la atención de los vecinos y de la policía que si bien tardó bastante en llegar, casi dos horas, no pudimos convencer que sólo había sido una bala perdida que se nos había escapado mientras cocinábamos un asado y nos jactábamos de las bondades de aquella arma. Faltó un poquito, si puedo decirlo así, para convencerlos, pero bueno a cualquiera le llega su momento y este fue el nuestro. Durante el juicio hubo opiniones encontradas. Recibimos cartas de algunas personas que apoyaban y agradecían lo que habíamos hecho por ellos o por algún familiar, lo cual no importó mucho a nuestros inquisidores. Incluso nos llegó una extensa misiva de la madre de uno de nuestros donantes que hacía ver lo agradecida que estaba porque al fin su hijo —un verdadero pelele— había contribuido notablemente a hacer la vida de alguien mejor. Eso, nos llenó de alegría. La verdad, queríamos hacer algo constructivo y que fuera en directo beneficio de aquellos que necesitaban con urgencia un trasplante para poder sobrevivir. Trabajamos por turnos en distintos puntos de la ciudad donde nuestros elegidos fueran a bailar o beber un trago. Las noches lluviosas eran las preferidas por mí, no había desperdicio. La escena quedaba del todo limpia y los gritos y peticiones de auxilio no eran escuchadas. Nos tomábamos de hacerle escuchar nuestro propósito y que si bien era algo doloroso lo que íbamos a hacerle esto tenía un fin superior para el cual no había posibilidad de retraso y que resistirse era bien una estupidez y una pérdida de tiempo que a nos aburría, porque hacía frío, porque ya era tarde por lo que muchas veces tuvimos que romperle l cabeza a más de alguno al intentar pedir clemencia la que no teníamos ningún derecho de dar, pues no éramos jueces ni sacerdotes y no estaba en nuestras manos otorgar ningún tipo de perdón. Que lo busquen en el cielo nosotros no estamos para tonterías. Es curioso que aquí en la cárcel estén dando vueltas tanto riñón compuesto ya por la abstinencia y no se pueda hacer nada al respecto para dárselos a alguien que realmente lo necesite. En secreto, claro está, hemos creado un nuevo grupo y con algunas conexiones creemos poder empezar a enviar prontamente cargamentos completos de órganos frescos recién extraídos hacia el exterior. Todos los días llega alguien nuevo, temeroso y solo, alguien a quien nadie viene a ver y que, sin duda, será un buen donador. Nadie está libre de hacer el bien y ni siquiera saberlo. Hoy llega un nuevo cargamento, vamos a ir a verlos, a saludarlos y hacerles sentir que este es sólo el comienzo.

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S ATÁN : U N M ÉTODO DE C ONTROL S OCIAL Juan Torres

“Donde comienza el respeto al otro comienza la muerte de las filosofías sociales y políticas que pretenden poder señalar el curso inevitable de la historia o el orden socio-político justo desde una verdad trascendente que valida el sometimiento de unos seres humanos a otros bajo el argumento de que están equivocados”. Así reza, parte del primer párrafo de la tercera página del prefacio con que Humberto Maturana introduce el estudio El Cáliz y la Espada. Nuestro Historia, Nuestro Futuro de Riane Eisler, escogido como antesala para la presente reflexión por cuanto simboliza en cierta forma el espíritu de la misma y cuyo objetivo no es otro sino plantear una aproximación a la construcción del mito cristiano del demonio, su presencia en las manifestaciones del arte, el misticismo contemporáneo y su interrelación con el control social puesto que Satanás es, a mi juicio, la alegoría que mejor encarna la soberbia. El querubín cabecilla de la rebelión que le costó a Dios casi un tercio de su corte angélica hasta hoy sinónimo del mal supremo en las religiones abrahámicas y que, curiosamente, se perpetuó como un ethos pseudo-contracultural por excelencia. Presente como influjo en la literatura desde las obras de Villon, Chaterton, Bertrand, Nerval, Keats, Poe, Blake, Sade, Lovecraft, Lautréamont —este último inspirador hasta del mismo Dalí— pero sobretodo en el movimiento Simbolista surgido en Francia, entre 1870 y 1880 desde donde emergieron figuras como Baudelaire, Mallarmé, Verlaine y Rimbaud que, más tarde, configuraron el escenario de la literatura moderna. Y cuya esencia, contracultural por definición, rescatara a posteriori, por ejemplo, Antonin Artaud, el movimiento Dadaísta, el Surrealismo de Bretón, Bukowski y el poeta Leonardo María Panero más recientemente. La historia del Rock ostenta también algunos referentes —que sin embargo vale la pena hacer la salvedad más relación parecen tener con el rechazo que provocan, en los sectores más conservadores de la sociedad, por su estruendo, desenfreno, excesos y parafernalia publicitaria que con una identificación efectiva con el misticismo demoníaco— de los cuales al menos cabe mencionar entre los precursores del hard rock como Alice Cooper o del acid rock a The Rolling Stone, asimismo The Beatles con su placa de 1968 Devil’s Whit Album, Black Sabbath, Mercyfull Fate, Danzig, Morbid Angel y Deicide entre otros. Asimismo la magia y el ocultismo moderno contienen elementos que en base al imaginario satánico permitieron estructurar creencias que originaron la formación, a lo largo de la historia contemporánea, de una abanico de organizaciones secretas vinculadas, generalmente, a las altas esferas de poder tales como la Fraternitas Rosae Cruces a fines del 1800 impulsada por el americano Pascal Beverly Randolph y a la cual perteneció incluso el presidente de E. E. U. U. Abraham Lincoln; La Orden Hermética de la Golden Dawn, una logia masónica de orden

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satánica iniciada a principios del 1900 y dirigida por el anglosajón, que aseguraba poder convertirse en la Bestia del Apocalipsis, Edward Alexander Crowley más conocido como Aleister, fundador del satanismo moderno y que centró sus enseñanzas, básicamente, en la exaltación de las pasiones humanas; La Religión del Tercer Término de la Trinidad cuya fundadora la condesa polaca María de Naglowska se caracterizó por imprimir la doctrina luciferiana y prácticas con fuertes connotaciones sexuales (1); La Iglesia Satánica fundada en abril de 1966 por el popular Anton Szandor Lavey, colaborador en el largometraje de Polanski El Bebé de Rosmarie, y autor de The Satanic Bible, y cuya organización logró ser reconocida oficialmente como religión en Norteamérica, la cual, según Karla Lavey, hija del fundador fallecido en 1997, presume poseer más de 10.000 miembros oficiales alrededor de todo el globo.(2) ¿Pero a qué debe esta figura alegórica tal trascendencia? Curiosamente, a la teología judeo cristiana que se ha validado, a través de más de 2.000 años, mediante el otrora querubín celeste para justificar la naturaleza indiscutiblemente benigna del dios cristiano. Puesto que el carácter dicotómico de la figura satánica —que para mí es innegable— como enemigo y sustento del dogma religioso más sagrado del Teo occidental, permite la supremacía moral del mismo y, más aún, lo justifica y complementa absolutamente. Porque sin oscuridad no existe luz. Sin mal no existe bien. Sin Satanás no es necesario Dios. Sin embargo, un aspecto vinculante con la dinámica social contemporánea a considerar en esta dicotomía, es la configuración de la representación social del demonio. En este sentido, ya la mitología Maya como la Hebrea —esta última proveniente de la Caldea— atribuyeron características malignas a la estrella más brillante o al “lucero de la mañana” (3), que da significancia al término “Lucifer”(4), proveniente del hebreo “Heylel” que en latín significa “portador de luz”(5). Asimismo, refuerzan el mito de su carácter luminoso, sumándole, además, características excepcionales de belleza e inteligencia suprema párrafos de la Biblia, del antiguo y nuevo testamento, tales como Is. 14:12-14; Ez. 28:12-19 y Lc. 10:18. Por tanto, conforme a lo anterior existe una curiosa distorsión de la imagen gráfica actual de la conceptualización primigenia del mito satánico. En rigor, el diablo jamás tuvo cuernos, cola, ni menos fue de color rojo. Y subrayo curioso, porque: ¿imagina usted a Miguel Ángel pintando un Satanás igual o más bello que la Virgen María, el Arcángel Gabriel o incluso el mismísimo Cristo? Ahora bien, otro elemento, y sin duda esencial, de este mito es la naturaleza intrínsecamente rebelde que se le adscribe. Un arquetipo radical y directo, de connotación totalmente negativa, y necesariamente contraria a Dios, que representa todo lo que se supone errado. El revolucionario cósmico por antonomasia contra el Yahvé del antiguo testamento cuya doctrina, si nos detenemos un poco —a parte de exacerbadamente patriarcal y , por ende, subyugadora del género femenino al cual denigra muy sutilmente— no permite discrepancia alguna. Es reflejo del Dios de la cero tolerancia. De lo no diverso. Del creador que ama por un lado, pero condena si no estas de acuerdo. Modelo que, paradójicamente, pareció inspirar los más brutales, aborrecibles e intolerantes regimenes de gobierno que han existido a lo largo

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de la historia. Y aquí es donde entra en juego el control social que para objeto de estas líneas entenderemos como aquel ” conjunto de medidas, procesos y prácticas generales de influencia por medio de los cuales la sociedad, las instituciones y/o los grupos dentro de ella, condicionan e inducen a los individuos y grupos a adoptar comportamientos, normas, reglas de conducta, valores, ideas, ideales que se consideran socialmente buenos” (6). Proceso que sin duda ha sido y es ejercido por la Iglesia tanto Católica como Protestante a través del concepto del pecado y en el cual el demonio juega el papel preponderante pues es el tentador, el incitador de las prácticas no sanas a los ojos del Creador. La encarnación misma del yerro. Lo disidente. La descontinuación de la homogeneidad que otorgan las más altas virtudes cristianas. La antitesis de Dios. Del orden fundamental. De la perfección que es Dios y de la cual el hombre se distancia en el ejercicio de la herejía pecaminosa. Pero, ahora bien, dicha conceptualización permite, por una parte como antes lo sostuve, el totalitarismo moral de Dios, por tanto de la teología y como resultado de la religión y la manifestación social de la misma: la institución religiosa, y asimismo del objeto final de toda esta estructuración: el alma humana encarnada en el fiel riguroso y convencido. Es decir, la validación de un cuerpo filosófico, valórico, conductual, educacional, político y social que bajo la adjudicación indiscutible de esta supremacía moral ejerce el poder y juzga. Y juzgar es separar y castigar a fin de homogeneizar y, por ende, controlar. Ser en cierta forma Dios. Y aquí es donde retomo la cita de Maturana (7), a fin de asentar un cuestionamiento final ¿porque no hay acaso un doble juego en la coerción sistemática a la que se somete cualquier empresa que diste de la homogeneidad que ha pretendido instaurar la teología occidental? ¿No existe algo pretencioso tanto en el afán de malignizar o ignorar completamente cualquier cuestionamiento tendiente a la tolerancia y el respeto por la diferencia de las minorías discordantes como en el deseo enfermizo por evadir la validación de la heterogeneidad social y la voluntad de elección, libre e informada, intrínseca en cada uno de nosotros cuando sólo se aspira a carecer de la capacidad de visualizar la diversidad como parte del todo sino como un defecto del mismo?. Porque pretender que todos vivamos como el Akaky Akakiyevich al que da vida en El Capote Nikolai Gogol, no es a mi juicio lo más conveniente para conducir los derroteros hacia la construcción de una sociedad realmente completa. Ahora hacer de eso una verdad reveladora. Eso, si que es más bien una huevada. _______________ 1 2 3 4 5 6 7

Serge Hutin, Historia Mundial de las Sociedades Secretas, Ediciones G. P. Barcelona, 1967, p. 279-283 www. biblioteca.alamedianoche.com www. sopadeveneno.150m.com Isaías cap.14: vers.12 www. wikipedia.org Ezequiel Ander-Egg; Diccionario del Trabajo Social; Colección Política, Servicios y Trabajo Social; Mendoza; 1995; p. 72 Riane Eisler; El Cáliz y la Espada; Editorial Cuatro Vientos; Chile; 2003, p. 13

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N IETZSCHE EN V IVO Y SUS T ELONEROS Mario Montero

Un adolescente golpeado en castigo por su padre reincide. Se mantiene erguido mirándolo a los ojos, casi sonriente, triunfante, repitiendo —¡golpea!—. Aunque la tortura, el dolor físico y el terror frente a la muerte, pueden llevar a casi a cualquiera a humillarse, los golpes de la vida dividen a los seres humanos en aquellos que optan por una actitud soberbia y los que viven pidiendo misericordia. Si hacemos un análisis poético más que estilístico de la música, podemos decir que en occidente hay, fundamentalmente, dos tipos de música, representando estas dos formas de ver nuestro paso por la tierra, considerando a Dios como el padre golpeador —exista o no— ¿cómo explicar al padre que sólo queremos jugar un poco? “Tocar música”, en inglés “to play”, que significa jugar. La soberbia es nuestro tema, por lo tanto se puede entender este artículo como una apología a la actitud soberbia del ser humano frente a la existencia, en su expresión lúdica, musical. La manera soberbia de ver el destino presenta ejemplos musicales desde el siglo XIX, en Europa, con Nietzsche y su amigo Richard Wagner, Nietzsche no sólo fue filósofo sino también compositor de canciones (1). Recordemos que hasta ese momento la música religiosa imperaba sobre la música popular, pues su desarrollo se dio al amparo de la institución político religiosa inquisidora, la Iglesia Católica. Luego del renacimiento se comienzan a citar, en los ámbitos musicales de alto nivel técnico, temas paganos como la naturaleza, el amor, etc. Sin embargo no eran usuales temáticas de tipo escéptico, nihilista, ateo, bizarro i mucho menos pagano o satánico, salvo el caso de trovadores que hacían alusión a la divinidad femenina reciclada por el catolicismo en la imagen de la Virgen María. Con lo anterior y tomando en cuenta que si desde el homo habilis, hace uno dos millones de años que puede existir la música como expresión humana, podemos observar que es muy significativa la situación en que se haya hoy en día la temática musical, el salto temático que ha dado en el siglo XX gracias a la osadía de filósofos y poetas que han, inevitablemente, influido en la creación de textos musicalizados, pues la creación artística no es impermeable. La furia de música de alto octanaje no está planteando algo nuevo, sino que tiene antecedentes filosóficos severos. No es extraño que jóvenes y no tan jóvenes, que han estudiado filosofía, arte, sociología, literatura, teatro, etc., presenten gustos musicales de este tipo. Y no sólo gente con estudios formales. En el libro El Paraíso Perdido de John Milton, Lucifer enrostra a Dios el haber sido relegado a los infiernos, él, el más bello y quien más le amo, al extremo de querer igualársele. El Marqués de Sade ve en lo que hoy entendemos por sadomasoquismo los

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límites de las posibilidades humanas. Camus plantea la existencia del hombre como esencialmente rebelde. Su antecesor, Sartre, imagina un hombre cometiendo crímenes sin remordimientos, sin emociones. Henry Miller ama la santidad del orgasmo, al estilo hindú, el Kamasutra, herejía para el Vaticano. Muchos músicos han tomado estos antecedentes culturales, intentando expresar la voz del hombre prometeico, conciente de sí, escéptico, asombrado por la existencia no pedida y enfurecido contra todo pues sabe que de nada se puede fiar, que todo le intenta devorar. Es alimento que se alimenta. La cultura es una mentira aceptada. La voz de este ser no tiene que ver con ella. Es sangre. Por ese motivo Bach se puede enfrentar a King Diamond (2) como un mendigo frente a una catedral; el primero hablando desde Dios, el segundo desde sí. Quizá equivocado, pero ferozmente digno. En el siglo XIX aún se intentaba comprobar la inexistencia de Dios, para poner un poco de freno a la Iglesia Católica y sus atrocidades, para ponerle un poco de sentido común a la vida. Hoy muchos músicos metaleros, heavy, thrash, death… se dedican a representar ese escepticismo utilizando símbolos paganos por una alusión directa o sólo por utilizar el simbolismo como un recurso estético, quizá para restregar en la cara a la Iglesia su tribunal de justicia, la Inquisición; el enriquecimiento a costa de America indígena y el diezmo. Para el común de la gente, que mantiene gustos y juicios musicales esteriotipados por el mercado de la música y la moral judeocristiana, este tipo de manifestaciones no es más que un juego de niños, una moda extraña, un saco de gatos locos: “los gritos no son música”. Pero están equivocados, porque la música no es sólo trabajo de viejos pechoños con corbata, sino un juego de niños, la etapa más alta de la evolución humana según Federico, y nadie les cree el juego…. Un juego que alude al crimen… como vía poética para liberarse de las cadenas del estado, de las alcantarillas del imperio romano, en que vivimos. En la vida del crimen se paga. El arte, la literatura, la música, el cien, resisten todo, incluso el crimen, como imagen, no como acto —aunque Medina plantea que un asalto es también una acción de arte (3)—. La música, en el estudio de las posibilidades humanas, se sumerge en el caos, en todo, aún en lo más terrible, en la nada como origen de lo posible de todo. Este tipo de artistas se divorcia de los valores de la sociedad cristiano occidental estando dentro de ella, lo que es una actitud soberbia, pues dentro existen, sino el padre, los valores paternales de un Dios configurado por la Iglesia Católica. Es entonces, un ser humano encerrado, que en ciertos casos se instala en valores de sociedades pre judeocristianas. Esa es la salida posible... o imposible. Porque las culturas bárbaras estaban libres del Imperio Romano, no sólo en lo político sino también en lo cultural. Es necesario considerar la incalculable cantidad de gente que toca y escucha estilos musicales que se piensan así, para encontrar detrás de la pieza musical presentada, del texto metodizado, el grito existencial que evidencia las características del mundo actual. Basta de cerrar los oídos a las manifestaciones musicales más duras y despreciarlas comos si

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fueran lepra. Les aseguro que no hablan huevadas. Ya lo decía Nietzsche “tal vez la música también conozca una época mejor, en que los músicos tengan que dirigirse a los hombres estrictamente personales, duros, dominados por la oscura seriedad de sus propias pasiones” (Aurora, aforismo 172). Un músico de esta calaña es un ser valiente y sin esperanzas que ha perdido la mudez, pues, encontró una rendija en la pared de la historia a través de la cual pasa a un estado de libertad en la expresión, que en otros momentos impedían la Inquisición, y la moral y su aparato: el Estado. Este tipo de hombre, aunque siendo un tipo solitario, junto a sus congéneres en el mundo actual, por cantidad, podrían configurar un país. El himno podría ser de AC/DC (¿adivina cuál?), aceptándose las quejas de algunos compatriotas. Algo agradable en Marilyn Manson, pero no exclusivo, es que logra presentar un trabajo estético de alta calidad, escribir sin aludir a Dios o Lucifer, hacer poesía por hacerla, jugar con valores nuevos, dentro del mundo de las artes, ya que las artes lo aguantan todo, y a partir de ahí generar o continuar una crítica a la cultura, para la cual hay variar cosas que considerar. Teniendo en cuenta los avances de la biotecnología, la producción de embriones para reposición de órganos, la producción de embriones híbridos de humano y animal, la robótica como parte de la corporalidad, la cirugía facial, y lo que puede implicar esto para la preparación bélica, los deportes, para la convivencia., Francis Fukuyama plantea en El Fin del Hombre la necesidad de comenzar a pensar una legislación para un post hombre, un ser humano que no es sólo un ser humano, sino una etapa posterior, que no respondería a los cánones morales actuales. Le acompañaría una medicina capaz de aliviar todos los dolores, pero también quizá una sociedad de mayores desigualdades y sublevaciones sociales que la actual. Ante este panorama Marilyn Manson se adelanta presentándose como un ejemplo monstruoso de lo que el ser humano podría llegar a ser con implantes, sin principios religiosos, intervenido por la robótica, violento y descarado. Independiente que sea una alternativa de consumo para los jóvenes ávidos de íconos bizarros, su propuesta no es tan disparatada, puesto que quienes la configuran son científicos, filósofos, ingenieros genéticos, cirujanos de corbata y anteojos que envían a sus hijos a colegios religiosos. La música puede ser una vía de escape para no pensar, el reflejo sonoro de un pueblo, un producto del mercad, un conjunto de canciones de amor y esperanza, la viva imagen de la realidad, y otras cosas. El ser humano también es más de lo que podemos decir. A veces la música lo puede decir mejor que el pensador. Me cansé. El que cacha cacha.

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www.nome.dinoweb.com www. youtube.com Cit. Luis Medina, Profesor de Arte Universidad San Sebastián, Conferencia sobre Acciones de Arte 2008.

E L C ORAZÓN DE LAS T INIEBLAS Aníbal Veneciano

“… No, es imposible comunicar la sensación de vida de una época determinada de la propia existencia, lo que constituye su verdad, su sentido, su sutil y penetrante esencia. Es imposible, vivimos como soñamos… solos” Joseph Conrad

I Realizando un ejercicio aberrante y simplista sobre la condición humana, podemos decir que existen dos clases de personas: los que gobiernan y los que se dejan gobernar. Siguiendo con esta lógica de pacotilla, entre los que gobiernan podemos encontrar dos tipos bien marcados: los inteligentes y los astutos. Los inteligentes han inventado el cuento de la economía, las matemáticas y la literatura para suplir la falta de atributos físicos y mentales que Natura les negó. Los astutos, buenos los astutos hacen buen uso del invento de los inteligentes. Dicen que no porque uno se ponga plumas en el culo se convierte en gallina, pero es nuestro común proceder suplir nuestra falta de atributos vitales mediante artilugia cultural. Llevado a su expresión más elemental y pueril: zapatos brillantes, ropa de marca, un buen auto. Pero ¿y si hiciéramos el camino contrario, si remontáramos el río de basura cultural para tratar de encontrar allí, en el sustrato más primario de nosotros mismo, la forma de imponer nuestros términos? Kurtz, el personaje que moviliza oscura e internamente las acciones en El Corazón de las Tinieblas de Joseph Conrad, llega hasta el corazón de África para hacerse de un nombre y así desposar en mejores términos a la novia que deja en Europa. Allí, en medio de la selva más impenetrable del mundo busca sus plumas, pero algo sale mal con él. Algo que si bien nunca se precisa, a medida que la narración avanza va adquiriendo un perfil: locura. Desarrollada y escrita durante el apogeo de la época colonial europea en África, la novela describe las experiencias de Marlow, un aventurero cuya afición por los mapas lo hace topar por casualidad con el río que remonta Kurtz en busca de fortuna. Marlow desarrolla una afición enfermiza por aquel río; tanto así que consigue, movilizando influencias, un puesto en una compañía traficante de marfil para ser destinado allí. La misma compañía donde Kurtz es empleado y cuyo desmadre ha estado causando problemas. A través de las descripciones de Marlow que más que detallar dos cuadros son pinceladas gruesas e impresionistas del ambiente de decadencia moral del continente ocupado, nos vamos empapando poco a poco de atmósfera enrarecida en la que parecen poblar las peores pesadillas de los europeos. Europeos en un continente para ellos primitivo y muchas veces maligno. Sí, porque la naturaleza es esta vez derechamente maligna. Su manifestación más poderosa: la jungla, es oscura, mórbida y tibia como el corazón de los hombres torcidos. Los hombres entran allí para muchas veces nunca regresar. Perdidos ellos. Perdidos sus propósitos.

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Cualquier voluntad se tuerce donde ni siquiera el látigo colonial es capaz de sojuzgar las fuerzas primitivas que empujan desde sus oscuras fauces. Los europeos que han ido a parar al África en busca de fortuna parecen peces varados en la playa boqueando aun absurda e inútilmente en busca de su elemento. Todos burócratas, buscadores de fortuna, negligentes aventureros, nativos y colonizadores son descritos desde la borrosa y sudada mirada de Marlow que parece estar contemplando el trafago de una absurda y tediosa marcha hacia ninguna parte. Aparentemente es la búsqueda y tráfico de marfil lo que moviliza las acciones. Pero a cada párrafo narrado nos inunda un subrepticio sentimiento de malestar y agotamiento. Es el horror que queda luego del saqueo y la imposición cultural. La descomposición que sobreviene luego de la orgía de vanidad y soberbia europea. Kurtz ha sucumbido al propio impulso civilizador. Se ha flipado tanto que decide adornar la empalizada que da frente a su cabaña con las cabezas de nativos desobedientes. De verdad se tomó muy en serio su tarea ¿Pero quién mierda es éste Kurtz? Se pregunta una y otra vez Marlow, a medida que río arriba y a cuentagotas recibe comentarios vagos sobre este notable hombre. En realidad que sorprende al personaje. Como condiciona el relato sin su presencia física ¿interesadamente sobredimensionado? Puede que Conrad sólo haya querido poner el dedo sobre la llaga sobre la llaga del sistema colonial utilizando a Kurtz y su locura como febril expresión del progreso. El verdadero motor de intenciones que hay detrás de su empuje civilizador. Si es así, funciona bien. El ha sido utilizado por la Compañía que no tiene reservas morales respecto a sus métodos hasta que su enajenado y extravagante comportamiento empieza a poner en riesgo los intereses económicos. Pero hay algo más. Hay algo que ronda todo el libro, que está en el aire como en el calor acojonante y los mosquitos que no pican muerden… como la pesadez de las habitaciones que guardan lo peor de nosotros mismos. Es la sensación de un vertiginoso descenso a los infiernos. A medida que remontamos el río junto a Marlow en busca del condenado Kurtz vamos descendiendo también a lo oscuro de ambas almas. También por supuesto de las nuestras. Allí donde las convicciones, las ideas sobre el mundo y su manera de llevarlas a la práctica se vuelven una masa informe de total amoralidad ¿Quién mierdas es este Kurtz por una última y bendita vez? ¿El soberbio? ¿El asceta? ¿Sólo un hombre notable? ¿O quizás un payaso más que por debilidad se aleja de sus semejantes? La milonga es conocida ¿Qué hace que un hombre abandone, o lo que en la práctica es lo mismo, extreme tanto sus convicciones morales y se situé en el límite mismo de la cordura y la insanidad? ¿Su debilidad? ¿Su fortaleza? Puede que simplemente el personaje de Kurtz nos enfrente a la vieja disyuntiva de si el hombre vale por si mismo o por la huella que deja en su comunidad. El castigo a la soberbia es de todas formas archiconocido. Iluminadoras son las últimas palabras de Kurtz antes de morir “! Ah el horror ¡ ¡El horror¡”. II En Apocalipsis Ahora, el film de Ford-Coppola y que es una adaptación libre de El Corazón de las Tinieblas ambientada en

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Vietnam; Marlow es un teniente de la fuerzas especiales norteamericanas varado en Saigón, que consume su tiempo entre prostitutas, whisky y tai-chi y cuya conciencia de estar librando una guerra perdida le está maleando el seso. Hasta que recibe una orden presentarse a sus superiores quienes han de encargarle una misión. La misión consiste en buscar, encontrar y, si bien no explicita pero si implícitamente, eliminar un agente que se ha tornado molesto en el ejército de ocupación. El agente molesto se llama Kurtz, un coronel brillante, de curriculum intachable; pero que decide librar su propia guerra y con sus propios métodos en algún lugar entre la frontera con Laos y Camboya. La intención de Kurtz es cortar la línea de suministros que el Vietcong utiliza para ingresar nuevamente a Vietnam. El problema es que Kurtz se encuentra en terreno supuestamente neutral y se ha hecho de un pequeño ejército de nativos armados hasta los dientes con el cual comenzó a asolar la región. Y que por supuesto también, como en el relato de Conrad, le adoran como a un semidios. Marlow debe embarcarse en una pequeña lancha de asalto PT, remontar el río con algunos hombres y dar con Kurtz allí donde se encuentra. Hasta aquí las coincidencias inmediatas con el libro. Lo que sigue es una delirante sinfonía de cultura pop y discurso antibélico con música de los Doors de fondo. Sin profundizar demasiado en ello diremos que la filmación se arrastró un par de años en algún lugar de Filipinas y debió suspenderse varias veces gracias al divismo de algunos como Marlon Brando que hace un corto pero brillante papel de Kurtz, como el alcoholismo y drogadicción de Martin Sheen, que tampoco lo hace mal representando a Marlow. Difícil saber si fue la realidad que influenció la ficción o viceversa. Pero la película, recordemos que estamos en los 70, está llena de tipos que deambulan en ácido y alcohol por ahí. Sin dejar de mencionar el gratuito delirio de ciertos generales que hacen surfear a la tropa antes de entrar en batalla para que se relajen al instalar altavoces en los helicópteros con la Cabalgata de las Walkirias de Wagner y darle así un plus cultural a una matanza en una aldea de campesinos. Soldados negros carne de cañón en ácido contemplando fascinados las luces del mortero enemigo en medio de la noche y una desopilante función de conejitas playboy en mitad de la selva para infundir moral entre la tropa. Quizá lo que reproduce mejor el ambiente cenagoso y sofocante del libro son las horas muertas en la lancha a medida que río arriba se van acercando a su objetivo. Por supuesto con guiños al libro como el ataque con flechas que viene y se pierde en la nada, el personaje del ruso encarnado por Denis Hopper como un delirante fotógrafo seguidor de Kurtz y algunos otros que se pierden en la incidencia. Para mí la escena más cruda y fascinante es el sacrificio de un búfalo de agua a machetazos por los nativos y que augura el final de Kurtz a manos de Marlow. Porque si el libro Kurtz sucumbe a la fiebre, en el film es Marlow quien debe encargarse de él, luego de porsupuesto una pequeña charla donde Kurtz le expone la madera de la cual está hecho y de lo podrido que encuentra el mundo a su alrededor. Porque la soberbia que mueve a Kurtz, a pesar de su alineación es capaz de enajenar la mente de quines se le acercan. Incluido el propio Marlow que en último momento duda frente a la

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genialidad de un demente. Entonces ¿muerto el perro se acaba la rabia? La respuesta es obvia y definitiva. Tengan el placer de aventurarse ustedes mismos. Pero recuerden “! Ah el horror ¡… ¡El horror¡”.

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SCANDIO | LA SOBERBIA diciembre 2008

director/editor Juan Torres Jiménez

colaboradores Mario Montero Richard Maldonado Carla Fuentes Aníbal Veneciano Leonardo Sáez

artwork Juan Torres Jiménez

patrocinios JPG impresos

contactos revistascandio.blogspot.com puromutando.blogspot.com [email protected]

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