-- LA NUBE DE OORT -La nube de Oort es una gran concentración de cometas sometidos a las fuerzas del Sol y otras estrellas. En el artículo La nube de
Oort,
Paul
R.
Weissman, experto en
dinámica
cometaria,
habla
sobre
estos
cometas
que
orbitan más allá de Plutón.
Aquí
se
reproduce un fragmento de este artículo en el que el autor comienza planteando la cuestión del número de cometas que forman esta inmensa nube. ¿Cuántos cometas se alojan en la nube de Oort? La cifra depende de la frecuencia con la que los cometas de la nube escapan al espacio interplanetario. Conforme a la cifra observada de cometas de largo período, los astrónomos ahora calculan que contiene seis billones de cometas; son, pues, los cuerpos de algún tamaño más abundantes del sistema solar. Sólo una sexta parte pertenece a la nube externa y dinámica que describió Oort; el resto están en el núcleo, más denso. Si se aplica la mejor estimación realizada hasta el momento de la masa media de un cometa - 40.000 millones de toneladas métricas -, resulta que la masa total de los cometas de la nube de Oort es en el momento actual unas 40 veces la de la Tierra. Los cometas de la nube de Oort No se formaron en su posición actual, pues el material existente a esas distancias es tan escaso, que no podría agregarse. Tampoco nacieron en el espacio interestelar; la captura de cometas por parte del Sol es ineficaz. El único lugar que nos queda es el sistema planetario. Oort
conjeturó que los cometas se crearon en el cinturón de asteroides y fueron expulsados por los planetas gigantes durante la formación del sistema solar. Pero los cometas son cuerpos helados, bolas enormes de nieve sucia; en el cinturón de asteroides la temperatura es demasiado elevada para que se condensen fragmentos de hielo. Transcurrido un año tras el artículo de Oort de 1950, Gerard P. Kuiper, de
la
Universidad
de
Chicago,
propuso que la materia se agregaba formando cometas más lejos del Sol, en las cercanías de los planetas gigantes. (El cinturón de Kuiper fue bautizado con el nombre de este investigador
porque
sugirió
que
algunos cometas se constituyeron allende las órbitas planetarias más distantes). A buen seguro, se originarían cometas por toda la región de los planetas gigantes, pero se sostenía que los que se crearon cerca de Júpiter y Saturno (los dos planetas de mayor masa) debieron de ser expulsados al espacio interestelar; no era probable, en cambio, que Urano y Neptuno, con masas inferiores, diesen trayectorias de escape
a
tantos
cometas.
La investigación en dinámica acaba de arrojar una sombra de duda sobre esta hipótesis. Júpiter y, sobre todo, Saturno conducen una parte importante de sus cometas a la nube de Oort, en una cuantía menor quizá que Urano y Neptuno, lo que pudo haberse compensando con la cantidad mayor de material que
al
principio
poblaba
las
zonas
de
los
planetas
mayores.
Cabe, pues, que los cometas de la nube de Oort provengan de un amplio intervalo de distancias solares y, por tanto, de intervalo notable de temperaturas de formación. Ese fenómeno podría explicar la diversa composición de los cometas. En un trabajo reciente con Harold E. Levison hemos puesto de manifiesto que la nube podría contener asteroides
procedentes de la región de los planetas interiores. Compuestos de roca, más que de hielos, estos objetos constituyen de un 2 a un 3 por ciento de la población
total
de
la
nube
de
Oort.
La clave de estas ideas es la presencia de los planetas gigantes, que arrojan los cometas hacia el exterior y modifican sus órbitas si alguna vez vuelven a introducirse en la región planetaria. Otras estrellas con planetas gigantes podrían contar con sus nubes de Oort. Si todas las estrellas tienen nubes de Oort, cuando pasen cerca del Sol éstas atravesarán la nuestra. Aun así, no menudearán las colisiones entre cometas, pues el espacio interpuesto viene a ser
de
una
unidad
astronómica
o
más.
Las nubes de Oort que rodean a cada estrella podrían estar liberando paulatinamente cometas hacia el espacio interestelar. De pasar cerca del Sol, estos cometas interestelares deberían reconocerse, porque se aproximarían al sistema solar a velocidades mucho mayores que los procedentes de nuestra nube de Oort. Hasta la fecha no se ha detectado ningún cometa interestelar, lo que no debe sorprendernos ya que el sistema solar es un blanco muy pequeño en la inmensidad del espacio interestelar y la probabilidad de que alguna
vez
se
haya
visto
uno
es
del
cincuenta
por
ciento.
La nube de Oort sigue fascinando a los astrónomos. Gracias a la mecánica celeste, la naturaleza ha preservado en ese lejano almacén una muestra de material que data de la formación del sistema solar. Su estudio, y el de las pistas cosmoquímicas que han quedado congeladas en cada uno de sus helados componentes, permite a los investigadores conocer valiosos datos sobre el origen del sistema solar. REFERENCIAS: www.astromia.com/astronomia/cometas_oort www.astrogea.org/asteroides/oort