Skyline. Chimeneas,la herencia del patrimonio industrial en Almendralejo Este artículo ha sido incluido en el libro “Cielos de Extremadura”, presentado el pasado sábado 25 de Noviembre en el VII Encuentro de Blogueros de Extremadura, celebrado en la Fundación Xavier de Salas (Trujillo) y promovido por el area de Turismo del Gobierno de Extremadura. Una increible jornada donde tuvimos oportunidad de compartir experiencias y aprender sobre Extremadura, su patrimonio y su increible naturaleza. Os dejamos con el artículo completo. El mundo anglosajón tiene una indudable habilidad para crear conceptos concretos y skyline es uno de ellos. En castellano podríamos llamarlo la silueta de la ciudad, esa imagen urbana que se recorta en el horizonte y que hace a cada ciudad y a cada pueblo reconocibles. Toda esta extraña reflexión viene a colación de un recuerdo. Cuando pensamos en skyline nos viene a la cabeza la imagen de Nueva York, Londres, Barcelona o cualquier ciudad llena de rascacielos y edificios modernos, pero la belleza del skyline va mucho más allá. Uno de mis favoritos es el de Salamanca, siempre recordaré la sensación que me provocaba al aproximarme a la ciudad en mis años de universidad. Otros ejemplos ligados a mi memoria son el de Cáceres y su casco antiguo o el de Almendralejo, la pequeña ciudad en la que nací, mezcla de edificios históricos e industriales, que configuran una especie de huella dactilar personal e intransferible que espero nunca se pierda y sepamos conservar con dignidad.
A primera vista, de Almendralejo destaca el majestuoso perfil de la Torre de los Almendros, prácticamente centro físico de la ciudad. Pero para el ojo entrenado hay un patrón que se repite en el horizonte, el que dibujan las chimeneas. Estos apéndices que se elevan hacia nuestro cielo y que hace tiempo dejaron de ser utilizados, son hoy un documento único que nos habla del pasado de la ciudad, de su prosperidad, afán de cambio e introducción en la modernidad. Una buena cantidad de chimeneas se siguen conservando aunque ningún humo salga ya de ellas.
Son un reflejo del poder industrializador que cambió los paisajes de la Tierra de Barros, tanto sus campos como sus pueblos y ciudades. Almendralejo está salpicada de chimeneas de ladrillo, algunas de las cuales fueron construidas por maestros valencianos. Esta influencia levantina se refleja en las características de otras chimeneas de la zona, cuya tipología estándar era la de chimenea de sección octogonal y circular. Pero abunda la diversidad de estilos y podemos encontrar en la ciudad chimeneas de distinta altura, construidas para diferentes tipos de industria.
Una de las imágenes que guardo como una instantánea imborrable es la chimenea adosada al convento de San Antonio, testimonio de una vieja fábrica de harina que se ubicó en el edificio tras ser desamortizado. Esa alta chimenea fue el trasfondo de buena parte de mi infancia, ya que la observaba cada día desde la ventana del colegio. Las chimeneas son también generadoras de vida, ya que en ellas nace y crece otra figura clave del skyline almendralejense, las cigüeñas. Estas aves tomaron las antiguas chimeneas como los inexpugnables lugares donde construir sus nidos. Año tras año esperábamos a que llegase febrero y volviesen estas aves, símbolo indudable de nuestra región. En la actualidad cada vez disfrutamos menos de su presencia, ya que el progreso humano ha empujado a las cigüeñas a cambiar sus hábitos, perdiendo su instinto migratorio e instalándose en las afueras de las ciudades donde pueden obtener alimento todo el año.