LA HABANA
En la maleta de vuelta 7
Cuba
Aquí te sorprenderás haciendo cosas que no harías en ningún otro lugar
Temprano, recién salidas de la cama, con rulos y en camisón, a la calle a discutir con las vecinas, o preguntar si hoy también toca comer arroz.
El marido inventa un nuevo repuesto para el coche, y su esposa le saca una cerveza Cristal a la calle y conversación para amenizar.
L
A VIDA EN LA CALLE
Si viajas a La Habana, imprescindible caminar. Único modo de conocer la ciudad y sus vecinos, tal vez la gente más accesible del mundo. El clima ayuda, pero estoy convencido de que principalmente es esa luz habanera que todo lo envuelve y el carácter cubano lo que les obliga a hacer su vida cotidiana en la calle. A cualquier hora, en cualquier callejón (de los que hay muchos), verás una pareja o un grupo de cubanos hablando en la vía pública, sentados en cualquier poyete o girando el cuello sin ningún disimulo para piropear el contoneo de una mulata que va esquivando socavones. Sí, porque además de gente, por las calles de La Habana verás socavones, ruinas, coches sin ruedas, portalones abiertos en edificios de
interiores vacíos. Todo parece en lamentable estado de conservación y abandono. Lo primero si, lo segundo no. Nada está abandonado, así viven en La Habana. Fuera de hoteles internacionales y zonas turísticas donde se adecentan edificios coloniales y restaurantes, la sensación es que en algún momento todo lo devastó un desastre natural. Naural no sé , pero si que han sufrido un desastre la inmensa mayoría de los cubanos. Sin embargo, salen a la calle, cantan, ríen, beben, bailan y buscan al turista para sacarle unos dólares. Será el clima, pero sobre todo es por su carácter y esa singular luz que todo lo envuelve, que sin duda mientras estás allí captas, pero que de pronto al volver a casa la echas de menos.
Pasa por el Paseo de El Prado la versión elegante del bus habanero.
Lo más común, caminar y caminar por las calles de La Habana.
M Una taxi a pedales circulando por la avenida del Malecón.
Prometo que la foto es de 2003 y no de los años 50 del siglo pasado.
EDIOS DE TRANSPORTE
En las fotos se ven los medios de locomoción más habituales de La Habana: las dos piernas que sirven para caminar, para ir en bici o para dar pedales en ciertos taxis, los transportes colectivos como el bus y los coches prerrevolucionarios que se quedaron en la isla y que aún sobreviven por el ingenio de sus propietarios. Faltan algunos, como las numerosas y escandalosas motocicletas, que a pesar de sus escasos caballos pueden subir la famosa Rampa con tres ocupantes, por supuesto, todos ellos sin casco. También faltan coches más modernos, los hay, pocos pero los hay esperando un turista que los alquile y que sea capaz de llenar el depósito.
Pero sobre todo falta un transporte que a mí me impresionó cuando lo vi por primera vez repleto de gente, a oscuras y de noche: los camellos. Toda una metáfora de la situación económica del país, del cual es intencionado que no haya imagen. Por un lado porque me parece que se acerca a lo inhumano, y por otro porque lo mejor es verlo en vivo y en directo. Se trata de un camión con un largo remolque de dos gibas, de ahí su nombre. Herencia de la amistad soviética. Su única ventaja: su capacidad, ya que así se reduce consumo de combustible, todo un logro en Cuba, donde el bárbaro bloqueo yankee ha deformado innumerables detalles y hábitos de la vida cubana. Se manifiesta en todo, pero de forma especial en el motor de desarrollo del siglo XX y de estos inicios del XXI, el petróleo. De ahí que los Castro, una vez transformada la URSS en una Rusia capitalista, se hayan trabajado una nueva amistad, esta vez con Venezuela, o más bien, con Chaves, tan “socialista” como el régimen cubano.
U
N POCO DE TODO
Ya has comprobado que la intención no era decir que bella es La Habana, que lo es, de un modo tan singular que realmente no sé expresarlo.
Intenta descubrir los autores de lo más leído en Cuba.
Si viajas a La Habana, es posible que tomes mojitos en la Bodeguita del Medio y daikiris en La Floridita como Hemingway, o cates sus sabrosas langostas. Si te dejas llevar, sin duda aparecerás en la suntuosa Catedral y admirarás sus brillantes formas arquitectónicas. Si trasnochas, descubrirás lo que es el ritmo, e igual hasta aprendes algo (no te engañes, sólo sabrás imitar un poquillo, lo suyo es otra cosa). Si tienes una pizca de espíritu crítico, alucinarás en el Museo de la Revolución al ver como se ha transformado en reliquia religiosa la barba de Fidel. Con una ideología un poco afín, lamentarás ver reinar al dólar en la economía comunista. Comprobarás como la foto de Korda al Ché posiblemente sea la imagen más comercial del mundo. O sea, tu estancia en La Habana, además de sol, cenas, puros, y toda la juerga que quieras, siempre irá acompañada de política. Cualquier joven que se ofrezca para enseñarte la ciudad, llevarte de bares, a un paladar a comer, o a ofrecerte todo aquel servicio que busques, en algún momento de su infatigable chachara te sacará el tema político. Atento, te sorprenderás de sus opiniones, los chismes que te cuente sobre su clase dirigente, y sobre todo de sus ganas de cambio, o sea de libertad.
Una parada del cocotaxi ante la puerta de casa y a charlar.
El peso cubano no es moneda, es un souvenir.
Una mujer con un traje regional ante la Catedral. A bailar y a sacarse algún dólar.
U
NA MIRADA
La niña de la imagen nos miró un rato. Sus ojos transmitían orgullo, limpieza, envidia, mendicidad y unas enormes ganas de subirse al autobús que nos llevaba. Años después, recuerdo ese momento y algo de lo que pensé entonces. ¿Tenía hambre? Era coqueta y hasta diría que posaba. ¿Quería ropa nueva? Lo guapa que era la cría. Lo mismo que otras niñas que vi alternar con viejos de barriga cervecera centroeuropea. ¿Y que pensaría ella? Seguro que daba por supuesto que nosotros eramos ricos, y según sus criterios para comparar, así es. Pensaría que darle un par de dólares no nos
suponía nada y para ella eran algo de comida o un caprichillo. Bueno no lo sé, porque allí todo es un enorme mercado negro y no hay relación alguna entre lo que parece que ganan los cubanos y lo que cuestan las cosas. Yo creo que hasta el trapicheo lo controla el gobierno para que el pueblo sobreviva, porque es imposible no verlo. Han pasado varios años, la niña habrá crecido, el dictador ha envejecido y algún día morirá. Parece que tocan cambios, hasta ahora paulatinos, mejor así. En mi maleta de vuelta vino esa chiquilla a la que sólo deseo que, ahora siendo ya una mujer, su mirada mantenga el orgullo y la misma limpieza.
Léete antes: - Te dí la vida entera de Zoe Valdés Y allí llévate: - Cuba de la colección de Guías Océano Pasa de los paquetes de las agencias. Contrata el vuelo por internet, aterriza en el aeropuerto José Martí, elige un taxista que te inspire confianza y que te lleve a algún alojamiento que te recomiende. Tranquilo y disfruta. Cualquier consulta, aclaración, alabanza o crítica se puede remitir a:
[email protected] Autoría de todas las fotografías: mgrimpho©
Próxima entrega en La maleta de vuelta:
SITGES Barcelona
España