La Ecologia Y Ciencias Afines

  • July 2020
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LA ECOLOGIA Y CIENCIAS AFINES La ecología ha alcanzado enorme trascendencia en los últimos años. El creciente interés del hombre por el ambiente en el que vive se debe fundamentalmente a la toma de consciencia sobre los problemas que afectan a nuestro planeta y exigen una pronta solución. Los seres vivos están en permanente contacto entre sí y con el ambiente físico en el que viven. La ecología analiza cómo cada elemento de un ecosistema afecta los demás componentes y cómo es afectado. Es una ciencia de síntesis, pues para comprender la compleja trama de relaciones que existen en un ecosistema toma conocimientos de botánica, zoología, fisiología, genética y otras disciplinas como la física, la química y la geología. En 1869, el biólogo alemán Ernst Haeckel acuñó el término ecología, remitiéndose al origen griego de la palabra (oikos, casa; logos, ciencia, estudio, tratado). Según entendía Haeckel, la ecología debía encarar el estudio de una especie en sus relaciones biológicas con el medio ambiente. Otros científicos se ocuparon posteriormente del medio en que vive cada especie y de sus relaciones simbióticas y antagónicas con otras. Hacia 1925, August Thienemann, Charles Elton y otros impulsaron la ecología de las comunidades. Trabajaron con conceptos como el de cadena alimentaría, o el de pirámide de especies, en la que el número de individuos disminuye progresivamente desde la base hasta la cúspide, desde las plantas hasta los animales herbívoros y los carnívoros. Ciencias auxiliares de la ecologia Química, Matemáticas, Física y Geografía. Química = estudia la composición de la materia y sus transformaciones Física = estudia la materia y energía. ECOSISTEMAS Como ecosistemas podemos definir: • unidad natural de partes vivas e inertes que interactuan para producir un sistema estable en el cual el intercambio entre materia viva y no viva siguen una vía circular • los organismos de una comunidad y los factores abióticos asociados con los que están en interacción

es cualquier lugar o medio donde se encuentran interactuando los seres vivios (factores bióticos) y los no vivos (factores abióticos) • conjunto de seres vivos en un mismo medio y de los elementos no vivos vitalmente unidos a ellos. • Son sistemas termodinámicamente abiertos que reciben del exterior (sol, materia orgánica) y las transmiten a los ecosistemas vecinos a través de los flujo de materias o los movimientos de individuos (migraciones) Tipos de ecosistemas * Ecosistema terrestre: Aproximadamente una cuarta parte de la superficie terrestre esta formada por los continentes e islas que son la porción seca del planeta. Allí tiene asiento los ecosistemas terrestres continentales, la mayoría de los cuales se localizan en el hemisferio norte. Las alturas de la masa terrestre se elevan desde el nivel del mar hasta elevaciones montañosas de aproximadamente 9000 mts. De altitud como el monte Everest en el Himalaya. La mayoría de los seres vivos terrestres se distribuyen en los primeros 6700 mts. Aunque se han hallado esporas de bacterias y hongos en la atmósfera a mayores alturas. * Ecosistema acuático: Los ecosistemas acuáticos incluyen las aguas de los océanos y las aguas continentales dulces o saladas. La oceanografía se ocupa del estudio de los primeros y limnología de los segundos. En este último grupo no solo se consideran los ecosistemas de agua corriente y los de agua quieta, si no también los microhabitas acuosos de manantiales, huecos de árboles e incluso las cavidades de plantas donde se acumula agua. Cada uno de estos cuerpos de agua tiene estructuras y propiedades físicas particulares con relación a la luz, la temperatura, las olas, las corrientes y la composición química, así como diferentes tipos de organizaciones ecológicas y de distribución de los organismos. Ejemplos de ecosistemas * Un lago * una selva * un pantano * un prado * una sabana * un bosque •

DIVERSIDAD BIOLOGICA Es la variabilidad entre los organismos vivos de todas las fuentes, incluidos los ecosistemas terrestres y acuáticos y los ecosistemas de los cuales forman parte. Incluyen la diversidad dentro de las especies, entre las especies y en los ecosistemas. La diversidad es la clave para asegurar la continuidad de la vida en la Tierra. Es también un requisito fundamental para la adaptación, la supervivencia y la evolución continua de las especies. La diversidad biológica, que constituye la base de la existencia humana, no alude sólo a la suma de ecosistemas, especies y genes sino que abarca y comprende la variabilidad dentro y entre ellos. Dado que la naturaleza puede ser entendida como una red de sistemas o de “todos” los sistemas vivos imbricados en múltiples niveles jerárquicos, la desaparición o pérdida de uno de estos sistemas, implica la variación de parte de la jerarquía que éstos comprendan o de la cual hagan parte. Cada uno de esos niveles se caracteriza por tener una diversidad estructural, funcional y de composición, los cuales se manifiestan en forma simultánea cuando vemos un individuo; son todos estos niveles contenidos en él los que se mueven a través del espacio y el tiempo constituyendo una deliberada explosión incesante de “vida” y derroche recreativo pero sin perder la memoria, esto es, que por sofisticada o “mestiza” que sea la forma, nunca se pierde la memoria de los escalones anteriores, o, lo que es lo mismo, no se pierde ni un sólo instante del tiempo recreado, es decir: la biodiversidad puede ser vista como una obra de arte que se pinta y se repinta hacia el infinito (Ordoñez, 1999). La extinción y la especiación son dos procesos naturales complementarios que ocurren simultáneamente desde que la vida hizo su aparición en la tierra. El resultado de la relación entre la tasa de especiación y la tasa de extinción es la evolución de las especies: pero si bien la extinción es un proceso natural, hoy en día debido a la intensa transformación que el hombre ejerce sobre el medio natural ha pasado a ser fundamentalmente un proceso antropogénico. El hombre lo provoca, lo decide…

Al comenzar el siglo XXI el escenario que nos aguarda, si las tendencias de transformación y degradación continúan, es el de un vasto territorio modelado por el uso humano de la tierra, con intercalaciones aquí y allá, de algunas manifestaciones naturales. Los hábitats que persistan serán solamente aquellos que permanezcan gracias a su status de “museos” o reservas naturales (actualmente, de acuerdo con el World Resource Institute (1989), aproximadamente un total del 3% de las tierras de la superficie del mundo están altamente protegidas). Se estima la eventual pérdida del 66% de especies de plantas en América Latina y que de este porcentaje de extinción corresponderá a la extinción del 14% de las familias de plantas del mundo y para el caso de la eventual extinción de las aves amazónicas esto corresponderá a la extinción del 26% de las familias de aves existentes en el mundo. La evolución conduce a recrear, no formas puras, no formas “autonómicas,” sino formas cada vez más combinadas e inclusivas de las formas en ese momento presentes. La naturaleza no es estática ni sus formas coexisten aisladas, se desarrolla en un orden en constante transformación hacia nuevas formas pero cuya novedad consiste precisamente en una mayor aglutinación o nueva combinación de las antes divididas y simples hacia formas integrantes, mezcladas, que a su vez se sumarán a otras creando (o transformándose en) otras nuevas o, lo que es lo mismo, con más elementos o características circundantes que antes existían con su propia corporeidad pero ahora se suman para formar una nueva forma “multiplicada” bajo un organismo individual, coordinado (Ordoñez, 1999). La vida sobre la Tierra adopta diversos rostros. Las diferencias dentro de ecosistemas, especies y genes tardaron millones de años en producirse. Fueron el resultado de incalculables mutaciones y fantásticos episodios de selección natural. Cada microorganismo, animal y planta contiene entre uno y 10 millones de bits de información en su código genético… Una diversidad que no podemos siquiera imaginar. La biodiversidad es la clave para la seguridad ambiental del ser humano a largo plazo. Ofrece al hombre muchos servicios: limpia el aire, el agua y la tierra, descompone residuos, equilibra el clima, brinda alimentos, resinas, fármacos, materiales para la construcción, fibras textiles, etcétera. Es decir, innumerables materias primas que nos alimentan, nos dan abrigo, nos mantienen sanos y nos permiten sostener nuestras múltiples actividades sobre el planeta. Una gran cantidad de especies ayuda a sostener las condiciones ambientales

que nos permiten vivir sobre la Tierra, y asegura nuestra resistencia ante los cambios dañinos en el entorno. A todo ello, el hombre ‘suma’ hoy una interesante fase de aprovechamiento: el uso de los principios activos dentro del sofisticado mundo de las biotecnologías finiseculares. Para lograrlo ha debido salir a explorar la estepa y la selva, la floresta y la tundra… guiado por quienes vienen conviviendo y utilizando sustentablemente esa biodiversidad desde tiempos ancestrales, evidenciándose así la necesidad de asegurar el mantenimiento y el desarrollo del conocimiento indígena. Un estudio llevado a cabo hace ya cuatro años por el World Cancer Institute se obtuvieron los siguientes resultados: en los casos de bioprospección al azar se aisló una muestra promisoria (aplicable en drogas de terapia contra en cáncer) entre 10000; en tanto la proporción fue de uno a cuatro en las muesras tomadas sobre variedades conocidas por las poblaciones locales y ancestralmente usadas por ellas. Si se toma en cuenta que el pago de cada muestra fue de U$S 35, se puede inferir la importancia económica que presenta la etnobioprospección. El hombre ha redescubierto que él mismo es parte, integra ese abanico, esa pieza musical que es la biodiversidad. Y, en esta instancia, protegerla implica respetar la diversidad cultural, incluida la diversidad de culturas, de lenguas, creencias y manifestaciones estéticas como una condición para mantener y proteger el conocimiento indígena. Reconocer los derechos de los pueblos indígenas sobre sus tierras y recursos naturales como la base del nuevo proceso de aprovechamiento tecnológico. Las amenazas a la biodiversidad son tan múltiples como múltiples son las actividades humanas destructivas. El ser humano, ya no como especie en la escala de la naturaleza animal sino en tanto cyborg (esto es organismo capaz de crear y relacionarse a través de instrumentos), parapetado -por ello- en su poder de director de orquesta, es el mayor responsable de la pérdida de diversidad biológica, no sólo de la vegetal o microbiológica o animal, sino de la biodiversidad humana. Además de los procesos productivos como la agricultura intensiva y la forestación industrial, la sobreexplotación de especies y la contaminación de aguas dulces, océanos, suelos y atmósfera que están agotando el patrimonio biológico, el hombre está acabando con el hombre mismo y no sólo figuradamente o a largo plazo sino con el

actual exterminio de grupos étnicos y culturales a los que empobrece y asesina. Todo esto como legado de un modelo de consumo excesivo de recursos naturales y escalada de poder que sobrepasa los límites de la sustentabilidad a futuro. La pérdida de incontables formas de vida es el precio que pagamos por el progreso y el mantenimiento de un paradigma de riqueza material, que contiene su propia semilla de muerte. El ritmo de deterioro de la biodiversidad humana es alarmante, más aún a la luz de ciertas propuestas que afirman la necesidad de limitar el crecimiento poblacional humano. Tal reversión en la curva de aumento demográfico podría llevar al empobrecemiento de la biodiversidad humana: muchos estudiosos (Cavalli Sforza, 1997), apuntando la necesidad del control de la reproducción humana, hacen hincapié sobre las poblaciones más pobres –lo cual de tener éxitoreduciría hasta la extinción (en América Latina) a numerosos grupos étnicos aborígenes, y con ellos desaparecería su cultura, su conocimiento y su diversidad biológica. Es que de todo intento de controlar la propalación del “cyborg” puede resultar, asimismo, el exterminio del “hombre”. Organismos existentes Según Wilson (1992. La Diversidad de la Vida), el número de organismos conocido asciende a 1.4 millones. De ellos, más de la mitad son Insectos (751000), pero estas cifras son conflictivas (ver Entomología y Biodiversidad). Las cifras de Wilson deben ser matizadas. En primer lugar el cuadro sólo recoge las especies bautizadas por la sistemática, pero no las existentes. Sobre éstas sólo pueden hacerse estimaciones, que se mueven en una horquilla que oscila entre los 100 millones de Erwin y las más moderadas de 5–10 millones de especies. En todos los casos, los especialistas consideran que la mayor parte de los organismos no descritos son artrópodos y, en concreto, insectos. Eso dejaría entre 3 y 8 millones de insectos por describir. En segundo lugar, ni siquiera es fácil saber el número exacto de especies bautizadas por los taxónomos. La sinonimia juega en contra. Por ejemplo, se considera que se han descrito hasta la fecha unos 550000 escarabajos, de los que ‘sólo’ serían ‘buena especie’ unos 350.000. No es de extrañar que haya otras estimaciones diferentes.

IMPACTOS SOBRE AIRE AGUA Y SUELO Los impactos relacionados con el agua incluyen todo los ámbitos relacionados con su ahorro y su posible contaminación al realizar vertidos de residuos. De este modo, debemos priorizar aquellos materiales que no transmiten elementos tóxicos o contaminantes al agua, los mecanismos que permiten ahorrar agua en los puntos de consumo, las instalaciones de saneamiento para la gestión de las aguas residuales de diferentes orígenes y los sistemas que permiten reutilizar el agua de la lluvia o la depuración de las aguas residuales para su uso posterior.

Otras fuentes que dañan el agua son: Agentes patógenos. • Bacterias, virus, protozoarios, parásitos que entran al agua provenientes de desechos orgánicos. Desechos que requieren oxígeno. • Los desechos orgánicos pueden ser descompuestos por bacterias que usan oxígeno para biodegradarlos. Si hay poblaciones grandes de estas bacterias, pueden agotar el oxígeno del agua, matando así las formas de vida acuáticas. Sustancias químicas inorgánicas. • Ácidos, compuestos de metales tóxicos (Mercurio, Plomo), envenenan el agua. Los nutrientes vegetales pueden ocasionar el crecimiento excesivo de plantas acuáticas que después mueren y se descomponen, agotando el oxígeno del agua y de este modo causan la muerte de las especies marinas (zona muerta). Sustancias químicas orgánicas.- Petróleo, plásticos, plaguicidas, detergentes que amenazan la vida. Sedimentos o materia suspendida.- Partículas insolubles de suelo que enturbian el agua, y que son la mayor fuente de contaminación.

Sustancias radiactivas que pueden causar defectos congénitos y cáncer. Calor.- Ingresos de agua caliente que disminuyen el contenido de oxígeno y hace a los organismos acuáticos muy vulnerables. El impacto ambiental en el aire es el que se produce como consecuencia de la emisión de sustancias tóxicas. La contaminación del aire puede causar trastornos tales como ardor en los ojos y en la nariz, irritación y picazón de la garganta y problemas respiratorios. Bajo determinadas circunstancias, algunas substancias químicas que se hallan en el aire contaminado pueden producir cáncer, malformaciones congénitas, daños cerebrales y trastornos del sistema nervioso, así como lesiones pulmonares y de las vías respiratorias. A determinado nivel de concentración y después de cierto tiempo de exposición, ciertos contaminantes del aire son sumamente peligrosos y pueden causar serios trastornos e incluso la muerte. Las emisiones generadas por los edificios pueden afectar a la atmósfera, lo que se traduce en un impacto local o global. Las emisiones también pueden deteriorar el ambiente interior de los edificios y perjudicar la salud de sus ocupantes. Deben evitarse los materiales que emiten compuestos orgánicos volátiles, formaldehídos, radiaciones electromagnéticas o gases tóxicos o de difícil combustión. En cuanto al ruido, se recomienda utilizar aparatos con niveles bajos de emisión de ruidos. El impacto sobre el suelo. Un suelo se puede degradar al acumularse en él sustancias a unos niveles tales que repercuten negativamente en el comportamiento de los suelos. El daño que se causa a los suelos es de la misma magnitud que el que se causa al agua y al aire, aunque en realidad algunas veces es menos evidente para nosotros; sin embargo, es importante conocer los lugares donde es más probable que se contamine el suelo. Algunos de estos sitios son los parques industriales, los basureros municipales, las zonas urbanas muy pobladas y los depósitos de químicos, combustibles y aceites, etc., sin dejar de mencionar las zonas agrícolas donde se utilizan los fertilizantes o pesticidas de manera excesiva. Dentro de los contaminantes de suelos se encuentran los residuos antropogénicos, cuyo origen puede ser doméstico, industrial, de hospitales o de laboratorios. Independientemente de su origen, los residuos pueden ser peligrosos o no peligrosos.

Los peligrosos son aquellos que por sus características corrosivas, reactivas, explosivas, tóxicas, inflamables o biológicas, representan un riesgo para la salud de las personas y el ambiente, mientras que los residuos no peligrosos se denominan residuos sólidos. Los residuos sólidos pueden ser clasificados como degradables o no degradables, considerándose un residuo degradable aquel que es factible de descomponerse físicamente; por el contrario, los no degradables permanecen sin cambio durante periodos muy grandes.

ACTIVIDADES ANTROPOGENICAS La contaminación antropogénica es aquella producida por los humanos, alguna de las mas importantes son. Industria. Según el tipo de industria se producen distintos tipos de residuos las mas peligrosas son las que producen contaminantes más peligrosos, como metales tóxicos. Asentamientos humanos (pueblos y ciudades). La actividad doméstica produce principalmente residuos orgánicos, pero el alcantarillado arrastra además todo tipo de sustancias: emisiones de los automóviles hidrocarburos, plomo, otros metales, etc Agricultura y ganadería (campos de cultivo). Los trabajos agrícolas producen vertidos de pesticidas, fertilizantes y restos orgánicos de animales y plantas que contaminan de una forma difusa pero muy notable las aguas, además, muchas de las cosechas son regadas con aguas negras, alimentando las plantas con nuestros propios desechos. La falta de cultura de algunas personas, propicia a la compra de nuevos sistemas de limpieza para tierras; en el caso de la agricultura, los cuales no se encuentran certificados para el cuidado de dicha tierra, ocasionando mayor daño en el menor tiempo, esto a su vez, produce vaporizaciones formando ahora nubes contaminadas, con lo que el mal antropogénico empieza a crecer, ocasionando un desastre natural muy severo, por el mismo medio de la naturaleza.

MEDIO AMBIENTE COMO PROVEEDOR ALIMENTOS SALUD Y ENERGÉTICOS Nos proporciona una inmensidad de beneficios, la tierra nos provee de una gran cantidad de alimentos como frutas y cereales, y además le proporciona alimento a otras especies que después nos alimentan. Nos provee de una gran cantidad de medicamentos de origen natural, como las famosas plantas medicinales como la hierba de San Juan que posee propiedades terapéuticas, entre ellas la más destacada es la de antidepresivo en trastornos leves y moderados, el cual se podría atribuir a su contenido de componentes cercanos con la hipericínea, como la hiperforina, así como diferentes flavonoides. Además nos proporciona diversas formas de energía, como la fósil (petróleo) , del cual se obtiene la gasolina y el diesel por ejemplo, la energía del viento, entre otras. La base de la oferta energética, tanto para producción de electricidad, como para abastecer la inmensa flota de vehículos que circula por el globo, es el petróleo y el gas. Estos dos recursos no renovables representan el 96% de los insumos utilizados para el transporte mundial de bienes y personas. Los crecientes requerimientos de crecimiento de agua para la producción de alimentos tanto en agricultura de temporal como de riego han implicado extracciones de agua, una significativa modificación de los regímenes de caudal y la degradación de la calidad del agua – todo con importantes implicaciones para la salud del ecosistema. Llevar una patata a nuestro plato obliga a consumir agua, energía y materias primas, y además conlleva ciertos daños para el medioambiente: los abonos pueden filtrarse a los cursos de agua; los motores emiten gases contaminantes, etc. Todo ello se traduce en un determinado “impacto medioambiental”, que varía de unos alimentos a otros.

En el aire hay partículas en suspensión que pueden ser líquidas o sólidas y que se desprenden de forma natural de plantas, insectos, incendios, actividad volcánica… el ser humano también contribuye a su emisión de muchas formas, como resultado del uso de combustibles fósiles, quema de basuras, actividad industrial… entre las partículas suspendidas en el aire también hay gases que contienen metales pesados, carbón, nitratos y sulfatos que las personas inhalan. los pesticidas, los químicos, y el calentamiento global están causando cáncer, enfermedades y deteriorando la salud humana en general. Hoy en día existen un cierto número de efectos sobre la salud que se suponen provocados por factores medioambientales; algunos ejemplos: • Las enfermedades respiratorias, el asma y las alergias, por la contaminación del aire • Trastornos neurológicos de desarrollo, por los metales pesados • El cáncer infantil, por una serie de agentes físicos, químicos y biológicos • Los plaguicidas tienen probablemente un efecto sobre la situación inmunológica, la alteración de los procesos endocrinos, los trastornos neurotóxicos y el cáncer. • La radiación ultravioleta puede reprimir la respuesta inmunológica y constituye una de las principales fuentes de cáncer de piel. EL IMPACTO DE LA URBANIZACIÓN EN EL MEDIO AMBIENTE A medida que crecen, las ciudades imponen un nuevo medio, edificado sobre paisajes y ecosistemas naturales. Se desbroza el terreno y con frecuencia se hacen cortes o se altera con maquinaria la forma de las colinas; los valles y marismas se llenan de rocas y materiales de desecho, y, por lo general, se extrae agua del subsuelo. Su desarrollo no sólo transforma las zonas que urbaniza, sino también otras mucho mayores, tal y como puede observarse en los cambios que sufre la ecología rural para responder a las necesidades metropolitanas de agua y materias primas, bienes y servicios. Las regiones que las rodean deben satisfacer sus muchas exigencias de materiales de construcción y acumulación de residuos, resultado de la edificación, creación de carreteras, aparcamientos, industrias y otros componentes de la estructura urbana. Gran parte del impacto

medioambiental del desarrollo urbano se percibe lejos de allí, al final del valle que ocupa la ciudad, aguas abajo del río que la cruza o en el lugar donde el viento arrastra los humos. Es el resultado del transporte de residuos sólidos, la contaminación de las aguas o la lluvia ácida. Durante las últimas cinco décadas, una parte considerable de la expansión de las ciudades de América Latina ha tenido lugar sin que se haya dado el necesario desarrollo de sus infraestructuras y servicios básicos, condición esencial para crear un entorno urbano saludable y para que se puedan tratar adecuadamente los desechos sólidos y líquidos. También sin que existiese un marco de planificación y una normativa que limitase en lo posible los costes medioambientales, guiase el crecimiento -alejándolo de los lugares poco adecuados- y protegiese los recursos naturales importantes. Pocos gobiernos municipales han hecho frente adecuadamente a sus múltiples responsabilidades, entre ellas, la gestión del medio ambiente. Sin embargo, hay alguna excepción importante. Por ejemplo, algunas ciudades como Porto Alegre, en Brasil, facilitan agua corriente a toda la población, recogida de basuras regular y servicios sanitarios suficientes. Además, esta localidad es bien conocida por haber creado un `presupuesto participativo’ que ha reforzado la democracia local y ha proporcionado a los ciudadanos una colaboración más directa en el establecimiento de las prioridades municipales. La esperanza de vida en Porto Alegre es similar a la de las ciudades europeas. Es también una de las poblaciones que más ha aumentado en la región durante los últimos 50 años, lo que demuestra que el crecimiento rápido no implica necesariamente graves problemas medioambientales. En el otro extremo tenemos cientos de centros o distritos en el interior de las megalópolis donde sólo unos pocos tienen acceso al agua corriente y a sistemas sanitarios, alcantarillado y gestión de residuos sólidos, y donde las autoridades locales poseen escasa capacidad para gestionar los problemas medioambientales. Lo más frecuente es que los ciudadanos se alojen en viviendas de poca calidad; por ejemplo, familias enteras viven en una o dos pequeñas habitaciones de casas de vecinos, pensiones baratas o alojamientos edificados en tierras ocupadas ilegalmente o parceladas. Allí, la esperanza de vida media puede ser inferior a la de Porto Alegre en 20 ó 30 años. Dentro de esta diversidad, todos los centros urbanos comparten algunas características obvias. Todos combinan las concentraciones de población humana (y sus casas y barrios) con una gama de

actividades económicas. Todos ellos tienen un impacto en el medio ambiente local y regional relacionado con su papel de centros de producción (de bienes y servicios) y de consumo. Los problemas medioambientales están influidos en gran medida por la calidad y la capacidad de sus gobiernos. Todos requieren una autoridad que garantice un espacio adecuado para sus habitantes, infraestructuras y servicios (agua corriente canalizada, servicios sanitarios y de alcantarillado, recogida y gestión de basuras, caminos y calles, suministro eléctrico, colegios y centros de salud). La tarea de garantizar un medio ambiente de buena calidad resulta más compleja a medida que la población es mayor y crecen la escala y el ámbito de sus movimientos diarios y la proporción de su producción industrial. Los gobiernos locales también tienen que gestionar el gasto que los habitantes y las empresas hacen de los recursos y los depósitos naturales en donde se acumulan sus desperdicios: deben, por ejemplo, regular el uso de la tierra, proteger las cuencas, establecer límites a la contaminación y a la generación de desechos y residuos y determinar el modo en que éstos se pueden eliminar. En todas las ciudades, la gestión del medio ambiente es una tarea de gran intensidad política en la medida en que distintos intereses (entre los que se cuentan algunos muy poderosos) compiten para conseguir los emplazamientos más favorables, la propiedad o el uso de los recursos, las infraestructuras y los servicios públicos. Cuando no existe una buena administración, muchos de estos intereses contribuyen a la destrucción o la degradación de recursos fundamentales. En América Latina, la cuestión no es tanto intentar controlar la urbanización o el crecimiento de las ciudades como desarrollar gobiernos locales más eficaces, capaces de manejarlas mejor y de hacerlo de tal modo que pueda justificarse ante los ciudadanos. Hay cuatro áreas que exigen especial atención: la aplicación de la legislación apropiada (incluida la relacionada con la salud medioambiental, la laboral y el control de la contaminación); la presencia de un suministro de agua adecuado, así como de un servicio de recogida de residuos sólidos y líquidos en todas las casas y barrios; la existencia de eficientes cuidados médicos que no sólo traten los efectos de enfermedades relacionadas con el medio ambiente, sino que apliquen medidas preventivas para limitar su incidencia y severidad, y la integración de la prevención y previsión de desastres en los planes urbanos y en los programas de inversión.

Buena parte de la ciudadanía vive en tierras donde existe el riesgo de que se produzca un desastre. En esa situación se encuentran, por ejemplo, las viviendas ilegales levantadas en las inclinadas laderas propensas al corrimiento de tierras en Río de Janeiro (Brasil), La Paz (Bolivia) y Caracas (Venezuela), o en profundos barrancos (Guatemala), o en las colinas y desiertos de arena de Lima (Perú), o en terrenos proclives a las inundaciones por ríos o mareas, o situados bajo el nivel del mar, como en Guayaquil (Ecuador), Recife (Brasil), Buenos Aires y Resistencia (Argentina). Muchos de los gobiernos municipales no han sido capaces de aplicar políticas de uso del suelo que garanticen tierras suficientes de viviendas para los grupos de bajos ingresos. Se evitaría así que las construyesen en lugares peligrosos: si éstos están ocupados es tan solo porque sus pobladores no encuentran mejor opción. Como si la buena gestión medioambiental dentro de la ciudad no fuera lo bastante compleja, el buen gobierno urbano debe extenderse al medio ambiente de la región circundante y también contribuir a objetivos globales como los de minimizar las emisiones de gases de efecto invernadero y proteger la biodiversidad. Todas las urbes y poblaciones menores necesitan dotarse de una estructura gubernamental que haga frente con mayor eficacia a sus múltiples necesidades. Debe proporcionar medios para que se alcancen compromisos entre intereses en conflicto y para que las necesidades de los menos poderosos reciban atención adecuada. Debe garantizar el cuidado y mantenimiento de las funciones protectoras y productivas del ecosistema sobre el que descansa la ciudad. Si desea salvaguardar a las generaciones futuras, debe evitar que se agoten los recursos naturales fundamentales e incluso otros menos esenciales.

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