La Ciencia Y Su Metodo

  • June 2020
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LA CIENCIA Introducción Hace mucho, tiempo, antes de que la ciencia se desarrollara en la antigua Grecia, la mayoría de la gente creía en la magia. Pensaban que las condiciones meteorológicas, es decir, el clima estaba regido por fuerzas sobrenaturales. También creían que alguna personas, como las brujas y los hechiceros, tenían poderes mágicos, y que valiéndose de cánticos y encantamiento, podían provocar acontecimientos maravillosos o terribles, según el humor que tuvieran ese día… En aquel tiempo, la magia estaba mezclada con la religión. La gente creía que si estos encantamientos y rituales se realizaban de forma correcta, los dioses o espíritus les concederían sus deseos. Los primeros sacerdotes

eran

magos

religiosos,

llamados

chamanes. Los antiguos cazadores y recolectores acudían a ellos para que les ayudaran a sobrevivir. Estaban convencidos de que los chamanes tenían el poder de curar enfermedades, pues se pensaba que podían comunicarse con el mundo espiritual. Los chamanes realizaban ceremonias para garantizar el éxito en la caza y prevenir desastres como la pérdida de las cosechas. A medida que la civilización avanzó, tales ideas cayeron en el olvido. Pero hoy en día, en los comienzos del siglo XXI, es triste e incomprensible enterarse que aun todavía siguen practicándose estas conductas tan antiguas en América latina y en particular en México, lo cual trae como consecuencia un retorno al oscurantismo.

Quiero reiterar y enfatizar que uno de los grandes caminos para alcanzar el desarrollo social, económico y político de un pueblo o nación, es sin lugar a duda, el conocimiento científico.

Ya que todo objeto de estudio, bien sea, sobre la naturaleza, la sociedad o sobre la conducta o acciones del ser humano pueden ser comprendidos, explicados y en determinado momento predecir las consecuencias o resultados de un fenómeno determinado.

ORIGEN DE LA CIENCIA Ciencia (en latín scientia, de scire, ‘conocer’), término que en su sentido más amplio se emplea para referirse al conocimiento sistematizado en cualquier campo o área del saber, pero que suele aplicarse sobre todo a la organización de la experiencia sensorial

objetivamente

verificable.

La

búsqueda

de

conocimiento en ese contexto se conoce como ‘ciencia pura’, para distinguirla de la ‘ciencia aplicada’ —la búsqueda de usos prácticos del conocimiento científico— y de la tecnología, a través de la cual se llevan a cabo las aplicaciones.

Ciencia (Del lat. scientĭa). f. Conjunto de conocimientos obtenidos mediante

la

observación

y

el

razonamiento,

sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales1.

1

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EL CONOCIMIENTO ES UN HECHO (MATERIAL O FORMAL. CONCRETO O ABSTRACTO); EN LA VIDA PRACTICA MÀS INMEDIATA Y MÀS SIMPLE, NOSOTROS (EL PENSAMIENTO, EL HOMBRE QUE CONOCE O SUJETO COGNOSCENTE) CONOCEMOS OBJETOS (SERES CONOCIDOS: OBJETOS DE ESTUDIO), SERES VIVOS COMO ANIMALES, PLANTAS Y AL HOMBRE.

El sujeto y el objeto están en perpetua interacción; esta interacción la expresamos con una palabra que designa la relación entre dos elementos opuestos y que, sin embargo, son partes de un mismo todo, como en una discusión o en un diálogo; diremos, por definición, que es una interacción dialéctica.

¿Cuáles son los caracteres más generales del conocimiento tomado como hecho? En primer lugar, es un conocimiento práctico. Antes de elevarse al nivel teórico, todo conocimiento empieza por la experiencia (según el enfoque filosófico empirista, la fuente del conocimiento es la experiencia, o dicho de otra manera, todo conocimiento a pasado a través de nuestros sentidos u órganos sensoriales <<mediadores>>), por la práctica. Sólo la práctica nos pone en contacto con las realidades objetivas. Imaginémonos un ser que tuviera una conciencia parecida a la conciencia humana, pero que estuviera

- si es que eso puede imaginarse- enteramente

pasivo, sin actividad práctica, sin necesidades, sin movimiento, sin poder sobre las cosas con la ayuda de sus miembros y de sus manos; para ser así, sus impresiones se desarrollarían como en una especie de sueño; ni siquiera podría presentir lo que es un conocimiento que penetra en las cosas y que busca lo que son en sí

mismas, es decir preguntar qué, y por qué, cómo suceden ciertos fenómenos o hechos en la naturaleza, sociedad y en el hombre.

En segundo lugar, el conocimiento humano es social. En la vida social, descubrimos otros seres semejantes a nosotros; ellos actúan sobre nosotros, nosotros actuamos sobre ellos y con ellos. Al anudar con ellos relaciones cada vez más ricas y complejas, desarrollamos nuestra vida individual; nosotros los conocemos a ellos y nos conocemos a nosotros mismos. Además, esos otros seres humanos nos transmiten –por ejemplo o por enseñanza- un inmenso saber o información ya adquirido.

Por último, el conocimiento humano tiene un carácter histórico. Todo conocimiento ha sido adquirido y conquistado. Antes de llegar al conocimiento es preciso partir de la ignorancia, seguir un largo y difícil camino. Lo que es verdad en el individuo es igualmente verdad en el caso de toda la humanidad; la inmensa labor del pensamiento humano consiste en un esfuerzo secular para pasar de la ignorancia al conocimiento científico y técnico. La verdad no ésta toda hecha de antemano; no se revela en bloque en un momento predestinado. En la ciencia, igual que, por ejemplo, en el deporte, todo nuevo resultado supone un largo entrenamiento; y toda nueva marca, todo mejoramiento de los resultados, se ganan metódicamente.

Los esfuerzos para sistematizar el conocimiento se remontan a los tiempos prehistóricos, como atestiguan los dibujos que los pueblos del paleolítico pintaban en las paredes de las cuevas, los datos numéricos grabados en hueso o piedra o los objetos fabricados por las civilizaciones del neolítico. Los testimonios escritos más antiguos de

investigaciones

mesopotámicas,

y

protocientíficas corresponden

proceden a

listas

de de

las

culturas

observaciones

astronómicas, sustancias químicas o síntomas de enfermedades — además de numerosas tablas matemáticas— inscritas en caracteres cuneiformes sobre tablillas de arcilla. Otras tablillas que datan aproximadamente del 2000 a.C. demuestran que los babilonios conocían el teorema de Pitágoras, resolvían ecuaciones cuadráticas y habían desarrollado un sistema sexagesimal de medidas (basado en el número 60) del que se derivan las unidades modernas para tiempos y ángulos (véase Sistema numérico; Numeración). En el valle del Nilo se han descubierto papiros de un periodo cronológico próximo al de las culturas mesopotámicas que contienen información sobre el tratamiento de heridas y enfermedades, la distribución de pan y cerveza, y la forma de hallar el volumen de una parte de una pirámide. Algunas de las unidades de longitud actuales proceden del sistema de medidas egipcio y el calendario que empleamos es el resultado

indirecto

prehelénicas.

de

observaciones

astronómicas

ORIGENES DE LA TEORIA CIENTIFICA El conocimiento científico en Egipto y Mesopotamia era sobre todo de naturaleza práctica, sin excesiva sistematización. Uno de los primeros sabios griegos que investigó las causas fundamentales de los fenómenos naturales fue, en el siglo VI a.C., el filósofo Tales de Mileto que introdujo el concepto de que la Tierra era un disco plano que flotaba en el elemento universal, el agua. El matemático y filósofo Pitágoras, de época posterior, estableció una escuela de pensamiento en la que las matemáticas se convirtieron en disciplina fundamental

en

toda

investigación

científica.

Los

eruditos

pitagóricos postulaban una Tierra esférica que se movía en una órbita circular alrededor de un fuego central. En Atenas, en el siglo IV a.C., la filosofía natural jónica y la ciencia matemática pitagórica llegaron a una síntesis en la lógica de Platón y Aristóteles. En la Academia de Platón se subrayaba el razonamiento deductivo y la representación matemática; en el Liceo de Aristóteles primaban el razonamiento inductivo y la descripción cualitativa. La interacción entre estos dos enfoques de la ciencia ha llevado a la mayoría de los avances posteriores. Durante la llamada época helenística, que siguió a la muerte de Alejandro Magno, el matemático, astrónomo y geógrafo Eratóstenes realizó una medida asombrosamente precisa de las dimensiones de la Tierra. El astrónomo Aristarco de Samos propuso un sistema planetario heliocéntrico (con centro en el Sol), aunque este concepto no halló aceptación en la época antigua. El matemático e inventor Arquímedes sentó las bases de la mecánica y

la hidrostática (una rama de la mecánica de fluidos); el filósofo y científico Teofrasto fundó la botánica; el astrónomo Hiparco de Nicea desarrolló la trigonometría, y los anatomistas y médicos Herófilo y Erasístrato basaron la anatomía y la fisiología en la disección. Tras la destrucción de Cartago y Corinto por los romanos en el año 146 a.C., la investigación científica perdió impulso hasta que se produjo una breve recuperación en el siglo II d.C. bajo el emperador y filósofo romano Marco Aurelio. El sistema de Tolomeo —una teoría geocéntrica (con centro en la Tierra) del Universo propuesta por el astrónomo Claudio Tolomeo— y las obras médicas del filósofo y médico Galeno se convirtieron en tratados científicos de referencia para las civilizaciones posteriores. Un siglo después surgió la nueva ciencia experimental de la alquimia a partir de la metalurgia. Sin embargo, hacia el año 300, la alquimia fue adquiriendo un tinte de secretismo y simbolismo que redujo los avances que sus experimentos podrían haber proporcionado a la ciencia.

LA CIENCIA MEDIEVAL Y RENACENTISTA Durante la edad media existían seis grupos culturales principales: en lo que respecta a Europa, de un lado el Occidente latino y, de otro, el Oriente griego (o bizantino); en cuanto al continente asiático, China e India, así como la civilización musulmana (también presente en Europa), y, finalmente, en el ignoto continente americano, desligado del resto de los grupos culturales mencionados, la civilización maya. El grupo latino no contribuyó demasiado a la ciencia hasta el siglo XIII; los griegos no elaboraron sino meras paráfrasis de la sabiduría antigua; los mayas, en cambio, descubrieron y emplearon el cero en sus cálculos astronómicos, antes que ningún otro pueblo. En China la ciencia vivió épocas de esplendor, pero no se dio un impulso sostenido. Las matemáticas chinas alcanzaron su apogeo en el siglo XIII con el desarrollo de métodos para resolver ecuaciones algebraicas mediante matrices y con el empleo del triángulo aritmético. Pero lo más importante fue el impacto que tuvieron en Europa varias innovaciones prácticas de origen chino. Entre ellas estaban los procesos de fabricación del papel y la pólvora, el uso de la imprenta y el empleo de la brújula en la navegación. Las principales contribuciones indias a la ciencia fueron la formulación de los numerales denominados indoarábigos, empleados actualmente, y la modernización de la trigonometría. Estos avances se transmitieron en primer lugar a los árabes, que combinaron los mejores elementos de las fuentes babilónicas, griegas, chinas e indias. En el siglo IX Bagdad, situada a orillas del río Tigris, era un centro de traducción de obras científicas y en el

siglo XII estos conocimientos se transmitieron a Europa a través de España, Sicilia y Bizancio. En el siglo XIII la recuperación de obras científicas de la antigüedad en las universidades europeas llevó a una controversia sobre el método científico. Los llamados realistas apoyaban el enfoque platónico, mientras que los nominalistas preferían la visión de Aristóteles. En las universidades de Oxford y París estas discusiones llevaron a descubrimientos de óptica y cinemática que prepararon el camino para Galileo y para el astrónomo alemán Johannes Kepler. La gran epidemia de peste

y

la

guerra

de

los

Cien

Años

interrumpieron el avance científico durante más de un siglo, pero en el siglo XVI la recuperación ya estaba plenamente en marcha. En 1543

el

astrónomo

polaco

Nicolás

Copérnico

publicó

De

revolutionibus orbium caelestium (Sobre las revoluciones de los cuerpos celestes), que conmocionó la astronomía. Otra obra publicada ese mismo año, Humani corporis fabrica libri septem (Siete libros sobre la estructura del cuerpo humano), del anatomista belga Andrés Vesalio, corrigió y

modernizó las enseñanzas

anatómicas de Galeno y llevó al descubrimiento de la circulación de la sangre. Dos años después, el libro Ars magna (Gran arte), del matemático, físico y astrólogo italiano Gerolamo Cardano, inició el periodo moderno en el álgebra con la solución de ecuaciones de tercer y cuarto grado.

LA CIENCIA MODERNA Esencialmente, los métodos

y

resultados

científicos

modernos

aparecieron en el siglo XVII gracias al éxito de Galileo al combinar las funciones de erudito y artesano. A los métodos antiguos de inducción y deducción, Galileo añadió la verificación sistemática a través

de

experimentos

planificados,

en

los

que

empleó

instrumentos científicos de invención reciente como el telescopio, el microscopio o el termómetro. A finales del siglo XVII se amplió la experimentación: el matemático y físico Evangelista Torricelli empleó el barómetro; el matemático, físico y astrónomo holandés Christiaan Huygens usó el reloj de péndulo; el físico y químico británico Robert Boyle y el físico alemán Otto von Guericke utilizaron la bomba de vacío. La culminación de esos esfuerzos fue la formulación de la ley de la gravitación universal, expuesta en 1687 por el matemático y físico británico Isaac Newton en su obra Philosophiae naturalis principia

mathematica (Principios matemáticos de la filosofía natural). Al mismo tiempo, la invención del cálculo infinitesimal por parte de Newton y del filósofo y matemático alemán Gottfried Wilhelm Leibniz sentó las bases de la ciencia y las matemáticas actuales. Los descubrimientos científicos de Newton y el sistema filosófico del matemático y filósofo francés René Descartes dieron paso a la ciencia materialista del siglo XVIII, que trataba de explicar los procesos vitales a partir de su base físico-química. La confianza en la actitud científica influyó también en las ciencias sociales e inspiró el llamado Siglo de las Luces, que culminó en la Revolución

Francesa de 1789. El químico francés Antoine Laurent de Lavoisier publicó el Tratado elemental de química en 1789 e inició así la revolución de la química cuantitativa. Los avances científicos del siglo XVIII prepararon el camino para el siguiente, llamado a veces “siglo de la correlación” por las amplias generalizaciones que tuvieron lugar en la ciencia. Entre ellas figuran la teoría atómica de la materia postulada por el químico y físico británico John Dalton, las teorías electromagnéticas de Michael Faraday y James Clerk Maxwell, también británicos, o la ley de la conservación de la energía, enunciada por el físico británico James Prescott Joule y otros científicos. La teoría biológica de alcance más global fue la de la evolución, propuesta por Charles Darwin en su libro El origen de las especies, publicado en 1859, que provocó una polémica en la sociedad —no sólo en los ámbitos científicos— tan grande como la obra de Copérnico. Sin embargo, al empezar el siglo XX el concepto de evolución ya se aceptaba de forma generalizada, aunque su mecanismo genético continuó siendo discutido. Mientras la biología adquiría una base más firme, la física se vio sacudida por las inesperadas consecuencias de la teoría cuántica y la de la relatividad. En 1927 el físico alemán Werner Heisenberg formuló el llamado principio de incertidumbre, que afirma que existen límites a la precisión con que pueden determinarse a escala subatómica las coordenadas de un suceso dado. En otras palabras, el principio afirmaba la imposibilidad de predecir con precisión que una partícula, por ejemplo un electrón, estará en un lugar

determinado en un momento determinado y con una velocidad determinada. La mecánica cuántica no opera con datos exactos, sino con deducciones estadísticas relativas a un gran número de sucesos individuales. Todas las ciencias, excepto la matemática y la lógica, son empíricas; esto quiere decir que, se basan en la observación, el experimento

y las generalizaciones hechas a partir de la

experiencia.

La generalización (es decir, ir más allá de la evidencia) es esencial para la prosecución de los asuntos de nuestra vida cotidiana; se encuentra en la base misma de todas las ciencias empíricas (biología, química, psicología, antropología, sociología, economía,…).

La etapa más temprana de una ciencia consiste en distinguir las multiformidades de las uniformidades y en reconocer en algunas multiformidades características pertinentemente conectadas de tal manera que puedan descubrirse las uniformidades de mayor generalidad y abstracción.

Por lo tanto, la primera tarea del científico, es la de describir y clasificar; esto quiere decir que, se pasa insensiblemente del conocimiento común, a través del sentido común organizado, al conocimiento que puede llamarse estrictamente científico.

El científico no está interesado en afirmaciones singulares, tales como Esta agua acaba de hervir, Estoy sintiendo miedo ahora, Esta lloviendo ahora, Esta haciendo frío ahora, Existe gran cantidad de trafico y distribución de enervantes, Existe un elevado índice de corrupción, etcétera; excepto en la medida en que el hecho que cada una de estas afirmaciones describe pueda considerarse como un caso de algún tipo de orden. Las ciencias son ramas del conocimiento ordenado: el científico se propone ver las conexiones entre las cosas de ciertos tipos, sucesos naturales (es decir, fenómenos en la naturaleza, en la sociedad y en el ser humano mismo), y a organizarlas en sistemas.

El científico toma nota del fenómeno particular Existe un elevado índice de corrupción en las instituciones mexicanas encargadas de regular e impartir la justicia y el orden sólo a fin de determinar las condiciones bajo las cuales la corrupción a logrado penetrar y alcanzar los altos mandos de instituciones públicas, y los factores que intervienen o propician que dicho objeto de estudio tenga un efecto en la sociedad a través de una imparticiòn de justicia fuera del orden jurídico, esto trae consigo el fortalecimiento de los grupos y asociaciones delictivas y además aumenta los índices de inseguridad para la población civil, aunado a dicho problema también se convierte en obstáculo para que algunos inversionistas

nacionales

o

extranjeros

decidan

retirar

sus

inversiones, etcétera. Corrupción significa ahora una conjunción constante de características que llamamos propiedades, aspectos o

factores que propician el desarrollo y fortalecimiento de la corrupción en las instituciones públicas mexicanas.

¿Qué factores principales son los que generan y construyen la corrupción en las instituciones públicas encargadas de administrar e impartir la justicia mexicana?

Los estadios principales del camino de la investigación científica, esto es, los pasos y procesos principales de la aplicación del método científico.

1. Enunciar

preguntas

bien

formuladas

y

verosímilmente

fecundas.

2. Arbitrar

conjeturas,

fundadas

y

contrastables

con

la

experiencia, para contestar a las preguntas.

3. Derivar consecuencias lógicas de las conjeturas.

4. Arbitrar técnicas para someter las conjeturas a contrastación.

5. Someter

a

su

vez

a

contrastación

esas

técnicas

de

investigación para comprobar su relevancia y la fe que merecen. 6. Llevar a cabo la contrastación e interpretar sus resultados.

7. Estimar la pretensión de verdad de las conjeturas y la fidelidad de las técnicas.

Determinar los dominios en los cuales valen las conjeturas y las técnicas

de investigación, y formular los nuevos problemas

originados por la investigación.

La metodología científica es capaz de dar indicaciones y suministra de hecho medios para evitar errores, pero no puede suplantar a la creación original, ni siquiera ahorrarnos todos los errores durante el desarrollo de una investigación científica

MODELO DE UN ESQUEMA GENERAL DE INVESTIGACION

1.- Planteamiento del problema. 1.1. Observación del fenómeno. 1.2. Identificación del problema. 1.3. Selección del problema. 1.4. Enunciado del planteamiento del problema.

2. Marco Teórico. 2.1. Marco Histórico. 2.2. Marco Conceptual. 2.3. Marco Legal. 2.4. Marco Constitucional. 2.5. Objetivos de la Investigación. 2.6. Justificación de la investigación.

2.7. Tipo de Investigación. 2.8. Universo, población y diseño de la muestra de estudio. 2.9. Formulación del problema.

3.- Elaboración de Hipótesis. 3.1. Variables. 3.2. Indicadores. 4.- Comprobación Empírica de la Hipótesis. 4.1. Modelo estadístico. 4.2. Encuestas y cuestionarios. 4.3. Recolección de datos. 4.4. Procesamiento de Datos. 4.5. Análisis e interpretación de los datos. 4.6. Probar o disprobar hipótesis. Conclusiones Recomendaciones Bibliografía. Anexos.

EL METODO CIENTIFICO El método científico es un raso característico de la ciencia, tanto de la pura como de la aplicada: donde no hay método científico no hay desarrollo de la ciencia. Pero no es infalible ni autosuficiente. El método científico es falible: puede perfeccionarse mediante la estimación de los resultados a los que lleva y mediante el análisis directo. Tampoco es autosuficiente: no puede operar en un vacío de conocimiento, sino que requiere algún conocimiento previo que pueda luego reajustarse, y elaborarse; y tiene que complementarse mediante métodos especiales adaptados a las peculiaridades de cada tema u objeto de estudio.

El método científico es la estrategia de la investigación científica: afecta a todo el ciclo o proceso completo de investigación y es independiente del tema u objeto de estudio. Pero, por otro lado, la ejecución concreta de cada una de esas operaciones estratégicas dependerá del tema u objeto de estudio y del estado de nuestro conocimiento respecto a dicho tema.

Así, por ejemplo, la determinación de la solubilidad de una determinada sustancia en el agua exige una técnica esencialmente diferente de la que se necesita para descubrir el grado de afinidad entre dos especies biológicas determinadas. Y la resolución efectiva del primer problema dependerá del estado en que se encuentre la teoría de las soluciones químicas, igual que la resolución del segundo dependerá del estado en que se encuentren la teoría de la

evolución, la ecología, la serología, y otras disciplinas biológicas que tengan relación con el objeto de estudio.

Un método es la enunciación de un conjunto de enunciados que describen una secuencia o proceso dialéctico de operaciones, tal que toda secuencia particular de operaciones así descrita puede permitir a todo individuo o grupo humano producir o construir, infaliblemente o en una apreciable proporción de casos, un hecho repetible llamado el objetivo del método {…} Si el objetivo del método es siempre un hecho que ocurre en algún objeto individual, se dice que el método es aplicado a ese objeto. Así, para clavar un clavo en un trozo de madera, se puede golpear la cabeza del clavo con un martillo varias veces sucesivas. El método consiste, pues, en una secuencia o proceso repetible de golpes ejecutados con el martillo de un modo que se especifica; el objetivo del método es la introducción de un clavo en un trozo de madera; el objeto del método es cualquier sistema compuesto por un clavo y un trozo de madera.

Para el conocimiento científico es esencial, en primer lugar, saber qué se investiga y cómo se investiga. La respuesta a la pregunta de qué es lo que se investiga descubre la naturaleza del objetivo de la ciencia, mientras que la contestación a la pregunta cómo se lleva a cabo la investigación, pone de manifiesto la naturaleza del método que se ha seguido. El objetivo de la ciencia lo constituye toda la realidad, es decir, las diferentes formas y

aspectos de la materia en movimiento, así como las formas de su reflexión en la conciencia del hombre.

Por su objetivo, las ciencias se dividen en generales y particulares. Son generales las ciencias filosóficas que estudian las leyes más generales de cualquier movimiento (la dialéctica) y las especificas del pensamiento (la lógica). Las ciencias particulares o empíricas son las que tratan de la naturaleza, o de la sociedad o de su interacción.

Al estudiar cualquier materia u objeto de estudio se descubre la marcha general de la ciencia en su desarrollo, marcha que corresponde a las fases principales de cualquier conocimiento en general. El conocimiento de los fenómenos inmediatos “…descubre la esencia (la ley de la causa, la identidad, la diferencia, etc.). Así es en realidad la marcha común de todo el conocimiento humano (de toda la ciencia) en general.

Así es que, el curso que siguen las ciencias naturales, la sociedad y la actividad espiritual de las personas incluye las siguientes fases principales:

Observación directa del objeto de estudio como un conjunto en el que todo cambia y está interrelacionado; análisis del objeto, resaltando sus distintas facetas y estudiando sus elementos; reconstitución del cuadro de conjunto del objeto sobre la base de

las fracciones que habían sido establecidas, es decir, sobre la base de unir el análisis y la síntesis.

Por cuanto el camino del conocimiento va del estudio de los fenómenos directos al descubrimiento de su esencia, a las distintas fases de este camino general del conocimiento corresponden diferentes directa

procedimientos de

los

de

fenómenos

investigación: en

la

condiciones

observación naturales;

el

experimento, con ayuda del cual el fenómeno que se estudia se reproduce artificialmente y se sitúa en condiciones previamente establecidas; la comparación; la medición constituye un caso particular de la comparación y consiste en un procedimiento especial que

permite

hallar

la

relación

cuantitativa

(expresada

numéricamente) entre el objeto que se estudia (factor desconocido) y otro (factor conocido) que se toma como unidad comparativa (escala); la inducción y la deducción2, con cuya ayuda se generalizan lógicamente

los

datos

empíricos

y

se

deducen

consecuencias lógicas; el análisis y la síntesis, que permiten descubrir los nexos regulares que existen entre los objetos (entre sus

partes

y

aspectos),

mediante

su

descomposición

y

reconstitución, partiendo de los elementos que los integran. Aquí hay que incluir también los procedimientos matemáticos, que son recursos especiales de investigación de los objetos y fenómenos de la realidad y de la estructura de los mismos, la elaboración y generalización de los resultados de estas investigaciones, la búsqueda y la expresión de las leyes física, etcétera. 2

VEASE, LA CIENCIA Y EL METODO CIENTIFICO. www.slideshare.net/Euler/slideshows, publicado en Internet.

A través de la técnica y de la utilización practica de las leyes de la naturaleza ya conocidas, por ejemplo, las ciencias naturales se hallan en conexión directa con la industria, la agricultura, la sanidad, los medios de transporte y comunicación, etcétera. Y es así que, el progreso de la ciencia y la técnica se convierte en un factor decisivo para el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad.

La naturaleza y formulación de hipótesis

Una hipótesis es una proposición sugerida por la evidencia (datos empíricos y teóricos) de que se dispone para establecer la conclusión, pero insuficiente para demostrar la conclusión. Las hipótesis se forman cuando proponemos preguntas por qué ha sucedido algo. ¿Por qué, por ejemplo, a los periodos de auge económico sigue los de depresión? Los cuatro pasos para contestar una pregunta cuando se formula una hipótesis

Estar conscientes de una situación compleja (fenómeno o hecho) que nos es familiar y en la cual pensamos que algo exige explicación.

Formular una hipótesis; es decir, la afirmación de una proposición que conecta el fenómeno inexplicado con datos derivados de observaciones previas, siendo la proposición de tal índole que, si es verdadera, entonces podría deducirse el fenómeno

dado, junto con otros fenómenos todavía observados. Por ejemplo, el hierro se expande cuando se calienta. Esto significa que, Si una varilla de hierro grado 42 es sometida a una temperatura determinada mayor que la temperatura normal entonces dicha varilla mostrará cambios significativos en su estructura molecular, mecánica y física los cuales serán traducidos en una expansión o dilatación térmica determinada, la cual puede ser medida o cuantificable a través de instrumentos. Deducir de la hipótesis las consecuencias de ésta; estas consecuencias deben incluir tanto el fenómeno dado como otros fenómenos

supuestos

que

sucederán

siempre

y

cuando

la

proposición sea verdadera. Por ejemplo, el hierro se expande cuando se calienta, esto quiere decir que, el hierro como metal tiene la propiedad de expandirse con el aumento de la temperatura o dicho de otra manera una varilla de hierro, introducida en el fuego, se calienta; sacada del fuego y colocada en un lugar de temperatura normal,

se

vuelve

a

enfriar

y

por

lo

tanto

recupera,

aproximadamente su condición inicial. Otra forma de expandirse o alargarse el hierro es cuando es sometido a una fuerza de tensión determinada en la cual intervienen las propiedades mecánicas y geométricas del material como son modulo de elasticidad, cantidad de carbono y sus aleaciones, área y longitud de la varilla (hierro). Poner a prueba la hipótesis recurriendo a fenómenos observables. Esta etapa o proceso se llama usualmente la verificación de la hipótesis. El nombre no es adecuado, puesto que lo que se verifica es que las consecuencias tienen lugar, y no que la proposición original – la hipótesis- es verdadera.

Diversas hipótesis pueden ser congruentes con las características o factores del fenómeno objeto de estudio que se está investigando. Cuando las consecuencias deducidas no son verificadas o falseadas << falsabilidad o falsaciòn>> (es decir, cuando la proposición que afirma que tal o cual fenómeno ha sucedido es falsa) en modo alguno es siempre el caso que la hipótesis original quede totalmente desacreditada; es posible que ésta pueda ser complementada

de tal manera que la consecuencia (variable

dependiente) deducida original no esté ya implicada.

Cuando queremos demostrar a alguien que lo que decimos es verdad, cuando no estamos de acuerdo con la opinión de otro o al rechazar una invitación, alegamos una serie de razones con las que justificamos nuestra opinión o decisión; es decir, argumentamos. ¿QUÉ ES UNA ARGUMENTACIÓN? Es una de las manifestaciones del discurso oral o escrito, cuya principal finalidad es la de convencer de algo a quienes escuchan o leen. A través de razonamientos lógicos y epistemológicos, se intenta probar o justificar aquello que se defiende y, al mismo tiempo, rebatir las opiniones contrarias.

¿PARA QUÉ SIRVE? Con la argumentación, intentamos: •

defender una opinión o un punto de vista sobre algún tema, demostrando que son más acertados que los de los demás;



poner de manifiesto los fallos o errores de quienes se oponen a nuestra argumentación para hacerles cambiar de parecer;



convencer a los que nos escuchan o leen para que admitan como cierto lo que decimos.

¿DÓNDE Y CUÁNDO ARGUMENTAMOS? Todos argumentamos en nuestra vida diaria, cuando queremos convencer a nuestros amigos o familiares de algo o intentamos inducirlos a que actúen de una determinada forma. En las campañas electorales, se argumenta para convencer a los electores de que les conviene votar a un determinado partido y no a otro. En el campo judicial, cuando el fiscal o el abogado intentan convencer de la culpabilidad o inocencia del acusado. En los sermones religiosos, se argumenta a fin de persuadir a los fieles sobre la necesidad de seguir una determinada doctrina. En los medios de comunicación, cuya finalidad es la de informar y crear una determinada opinión, se realizan argumentaciones de acuerdo con la ideología que estos tengan.

La argumentación se utiliza mucho en las disciplinas humanísticas (lingüística, literatura, filosofía…), cuyas teorías se apoyan en razonamientos lógicos o valoraciones que no todos aceptan. LA ESTRUCTURA DE LA ARGUMENTACIÓN En muchos textos argumentativos se distinguen tres partes: •

La tesis o idea básica que se va a defender. Esta se presenta de forma concisa y clara.



El cuerpo de la argumentación, donde se apoya, justifica o fundamenta la tesis con una serie de razones.



La

conclusión,

extraída

a

partir

de

los

argumentos

expuestos, con la que se refuerza la tesis inicial. LOS ARGUMENTOS Para ser más convincente, el autor puede reforzar su propia opinión: •

apelando a la experiencia de quienes le escuchan o leen;



apoyándose en estadísticas, cifras, imágenes o datos que confirmen su parecer;



aportando citas de personas de reconocido prestigio en ese mismo campo del saber, que hayan expresado la misma o similar opinión;



recordando ejemplos, anécdotas o citas literarias, de los que se extraiga idéntica conclusión a la defendida.

Si el emisor quiere convencer a quien le escucha, es aconsejable que exista desde el principio un acuerdo mínimo con este, pues de lo contrario será muy difícil convencerle completamente de los razonamientos que se exponen. Los argumentos que utilicemos en una argumentación han de ser creíbles y estar documentados y ordenados; no deben contradecirse entre sí ni ser falsos. También han de estar expresados de forma clara, organizada y sencilla3. ¡Solo así seremos convincentes!

El reconocimiento de que las clases de cosas (fenómenos o hechos)

se

comportan

característicamente

nos

conduce

al

descubrimiento de la causación y las condiciones. Modos de cambios similares recurren en situaciones que difieren en ciertos aspectos. Por ejemplo, el hierro se pone al rojo vivo en un horno, en un fuego, en una cabaña, en una fábrica metalúrgica, en la boca de un caño cuando se ha disparado un gran número de veces en los ejercicios en el campo de tiro. Otro ejemplo seria que, una deficiencia

grandular

específica

en

el

ser

humano

está

correlacionada con un defecto mental específico o que una deficiencia en vitamina C está correlacionada con la enfermedad conocida como escorbuto.

3

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Descubrimos que hay fenómenos a cuyo acontecer son impertinentes muchas otras cosas que están sucediendo también en la misma situación espacio-temporal. Si esto no fuera así, no podría haber leyes causales ni ciencia.

El descubrimiento de una ley causal es el descubrimiento de lo que es pertinente a un modo de comportamiento dado. Es por esta razón que el descubrimiento de leyes causales requiere la observación de situaciones o casos particulares. Esto sólo a partir de la observación que sabemos por ejemplo que el azúcar se disuelve en agua, y las varillas de hierro se ponen al rojo vivo cuanto son expuestas por periodos largos de tiempo en un fuego. Así que, las leyes causales no pueden ser deducidas de una sola situación observada pasivamente; son descubiertas o mejor

dicho

se

construyen

a

partir

del

análisis

de

situaciones diferentes en que unas cosas se ponen en relación con otras cosas; observamos su comportamiento en situaciones variantes. Eliminando factores o aspectos presentes en situaciones diferentes podemos descubrir cuáles factores o aspectos son impertinentes a un modo de comportamiento dado.

Es importante distinguir las leyes causales de las proposiciones causales singulares que enuncian ejemplificaciones de las leyes.

Una proposición causal particular enuncia un fenómeno causal definido que sucede sólo una vez.

En la ciencia, por el contrario, lo fundamental consiste en eliminar todo lo singular e individual o particular, todo lo que no se puede repetir, y conservarlo en forma general en conceptos y categorías.

La ciencia no se reduce a registrar o a acumular simplemente hechos,

sino

que,

ante

todo,

busca

su

sistematización,

generalización e interpretación. De acuerdo con ello, los procedimientos fundamentales y más generales de investigación científica son los empíricos y teóricos, los cuales constituyen en su conjunto el método que emplea la ciencia.

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CAMPOS DE LA CIENCIA Originalmente el conocimiento

de

la

naturaleza

(ciencias

naturales) era en gran medida la observación e interrelación de todas las experiencias, sin establecer divisiones. Los eruditos pitagóricos

sólo

distinguían

cuatro

ciencias:

aritmética,

geometría, música y astronomía. En la época de Aristóteles, sin embargo, ya se reconocían otros campos: mecánica, óptica, física,

meteorología,

zoología

y

botánica.

La

química

permaneció fuera de la corriente principal de la ciencia hasta la época de Robert Boyle, en el siglo XVII, y la geología sólo alcanzó la categoría de ciencia en el siglo XVIII. Para entonces el estudio del calor, el magnetismo y la electricidad se había convertido en una parte de la física. Durante el siglo XIX los científicos reconocieron que las matemáticas puras se distinguían de las otras ciencias por ser una lógica de relaciones cuya estructura no depende de las leyes de la naturaleza. Sin embargo, su aplicación a la elaboración de teorías científicas ha hecho que se las siga clasificando como ciencia. Las ciencias naturales puras suelen dividirse en ciencias físicas y químicas, y ciencias de la vida y de la Tierra. Las principales ramas del primer grupo son la física, la astronomía y la química, que a su vez se pueden subdividir en campos como la mecánica o la cosmología. Entre las ciencias de la vida se encuentran la botánica y la zoología; algunas subdivisiones de estas ciencias son la fisiología, la anatomía o la microbiología. La geología es una rama de las ciencias de la Tierra.

Sin embargo, todas las clasificaciones de las ciencias puras son arbitrarias. En las formulaciones de leyes científicas generales se reconocen vínculos entre las distintas ciencias. Se considera que estas relaciones son responsables de gran parte del progreso actual en varios campos de investigación especializados, como la biología molecular

y

interdisciplinares,

la

genética. como

la

Han

surgido

bioquímica,

la

varias

ciencias

biofísica,

las

biomatemáticas o la bioingeniería, en las que se explican los procesos vitales a partir de principios físico-químicos. Los bioquímicos, por ejemplo, sintetizaron el ácido desoxirribonucleico (ADN); la cooperación de biólogos y físicos llevó a la invención del microscopio electrónico, que permite el estudio de estructuras poco mayores que un átomo. Se prevé que la aplicación de estos métodos

interdisciplinares

produzca

también

resultados

significativos en el terreno de las ciencias sociales y las ciencias de la conducta. Las ciencias aplicadas incluyen campos como la aeronáutica, la electrónica, la ingeniería y la metalurgia —ciencias físicas aplicadas— biológicas

o la agronomía aplicadas.

También

y la en

medicina este

caso

—ciencias existe

un

solapamiento entre las ramas. Por ejemplo, la cooperación entre la iatrofísica (una rama de la investigación médica basada en principios de la física) y la bioingeniería llevó al desarrollo de la bomba corazón-pulmón empleada en la cirugía a corazón abierto y al diseño de órganos artificiales como cavidades y válvulas cardiacas, riñones, vasos sanguíneos o la cadena de huesecillos del oído interno. Este tipo de avances suele deberse a las investigaciones de especialistas

procedentes de diversas ciencias, tanto puras como aplicadas. La relación entre teoría y práctica es tan importante para el avance de la ciencia en nuestros días como en la época de Galileo. Véase

también Filosofía de la ciencia.

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COMUNICACIÓN CIENTIFICA A lo largo de la historia, el conocimiento científico se ha transmitido fundamentalmente a través de documentos escritos, algunos de los cuales tienen una antigüedad de más de 4.000 años. Sin embargo, de la antigua Grecia no se conserva ninguna obra científica sustancial del periodo anterior a los Elementos del geómetra Euclides (alrededor del 300 a.C.). De los tratados posteriores escritos por científicos griegos destacados sólo se conservan aproximadamente la mitad. Algunos están en griego, mientras que en otros casos se trata de traducciones realizadas por eruditos árabes en la edad media. Las escuelas y universidades medievales fueron los principales responsables de la conservación de estas obras y del fomento de la actividad científica. Sin embargo, desde el renacimiento esta labor ha sido compartida por las sociedades científicas; la más antigua de ellas, que todavía existe, es la Accademia nazionale dei Lincei (a la que perteneció Galileo), fundada en 1603 para promover el estudio de las ciencias matemáticas, físicas y naturales. Ese mismo siglo, el apoyo de los gobiernos a la ciencia llevó a la fundación de la Royal Society de Londres (1660) y de la Academia de Ciencias de París (1666). Estas dos organizaciones iniciaron la publicación de revistas científicas, la primera con el título de Philosophical Transactions y la segunda con el de Mémoires.

Durante el siglo XVIII otras naciones crearon academias de ciencias. En Estados Unidos, un club organizado en 1727 por Benjamin Franklin se convirtió en 1769 en la Sociedad Filosófica Americana. En 1780 se constituyó la Academia de las Artes y las Ciencias de América,

fundada

por

John

Adams,

el

segundo

presidente

estadounidense. En 1831 se reunió por primera vez la Asociación Británica para el Desarrollo de la Ciencia, seguida en 1848 por la Asociación Americana para el Desarrollo de la Ciencia y en 1872 por la Asociación Francesa para el Desarrollo de la Ciencia. Estos organismos nacionales editan respectivamente las publicaciones

Nature, Science y Compte-Rendus. El número de publicaciones científicas creció tan rápidamente en los primeros años del siglo XX que el catálogo Lista mundial de publicaciones científicas periódicas

editadas en los años 1900-1933 ya incluía unas 36.000 entradas en 18 idiomas. Muchas de estas publicaciones son editadas por sociedades especializadas dedicadas a ciencias concretas. Desde finales del siglo XIX la comunicación entre los científicos se ha visto facilitada por el establecimiento de organizaciones internacionales, como la Oficina Internacional de Pesas y Medidas (1875) o el Consejo Internacional de Investigación (1919). Este último

es

una

federación

científica

subdividida

en

uniones

internacionales para cada una de las ciencias. Cada pocos años, las uniones celebran congresos internacionales, cuyos anales suelen publicarse. Además de las organizaciones científicas nacionales e internacionales, muchas grandes empresas industriales tienen departamentos de investigación, de los que algunos publican de forma regular descripciones del trabajo realizado o envían informes

a las oficinas estatales de patentes, que a su vez editan resúmenes en boletines de publicación periódica. CUESTIONARIO

¿Qué es la ciencia? ¿Cuántos tipos de ciencia existen? ¿Cuáles son los criterios que se utilizan para clasificar las diferentes áreas del conocimiento científico? ¿Cuándo y por qué nació la ciencia? ¿Dónde nació la ciencia? ¿Cuál es la finalidad de la ciencia? ¿Qué beneficios trae consigo la ciencia factual y formal? ¿Quiénes se benefician y cómo aprovechan los resultados de la ciencia empírica y formal)

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LA CIENCIA EN ESPAÑA Y EN LATINOAMERICA Los comienzos de la ciencia española se remontan (dejando aparte el primitivo saber de san Isidoro de Sevilla) a la civilización hispanoárabe y sobre todo a la gran escuela astronómica de Toledo del siglo XI encabezada por al-Zarqalluh (conocido por Azarquiel en la España medieval). Después de la conquista de la ciudad de Toledo por el rey Alfonso VI en 1085, comenzó un movimiento de traducción científica del árabe al latín, promovido por el arzobispo Raimundo de Toledo (véase Escuela de traductores de Toledo). Este movimiento continuó bajo el patrocinio de Alfonso X el Sabio y los astrónomos de su corte (entre los que destacó el judío Isaac ibn Cid); su trabajo quedó reflejado en los Libros del saber de

astronomía y las Tablas alfonsíes, tablas astronómicas que sustituyeron en los centros científicos de Europa a las renombradas

Tablas toledanas de Azarquiel. En la primera mitad del siglo XVI, España participó en el movimiento de renovación científica europea, en el que intervinieron de forma destacada Juan Valverde de Amusco, seguidor de Andrés Vesalio, y la escuela de los calculatores —promotores de la renovación matemática y física—, a la que pertenecían Pedro Ciruelo, Juan de Celaya y Domingo de Soto. El descubrimiento de América estimuló avances, tanto en historia natural (con José de Acosta y Gonzalo Fernández de Oviedo) como en náutica (con Pedro de Medina, Martín Cortés y Alonso de Santa Cruz).

Después de que Felipe II prohibiera estudiar en el extranjero, la ciencia

española

entró

en

una

fase

de

decadencia

y

neoescolasticismo de la cual no saldría hasta finales del siglo XVII, con el trabajo de los llamados novatores. Este grupo promovía semiclandestinamente las nuevas ideas de Newton y William Harvey, y a él pertenecían, entre otros, Juan Caramuel y Lobkowitz, Juan de Cabriada y Antonio Hugo de Omerique, cuya obra Analysis

Geometrica (1698) atrajo el interés de Newton. En la misma época, desde Nueva España, Diego Rodríguez comentó los hallazgos de Galileo. El sistema newtoniano, todavía prohibido por la Iglesia, se difundió ampliamente en el mundo hispano del siglo XVIII, a partir de Jorge Juan y Antonio de Ulloa (socios del francés Charles de La Condamine en su expedición geodésica a los Andes) en la península Ibérica, José Celestino Mutis en Nueva Granada y Cosme Bueno en Perú. El otro pilar de la modernización científica de la Ilustración fue Linneo, cuya nomenclatura binomial fascinó a toda una generación de botánicos europeos, estimulando nuevas exploraciones. En España, Miguel Barnades y más tarde sus discípulos Casimiro Gómez Ortega y Antonio Palau Verdera enseñaron la nueva sistemática botánica. El siglo XVIII fue la época de las expediciones botánicas y científicas al Nuevo Mundo, entre las que destacaron la de Mutis (corresponsal de Linneo) a Nueva Granada, la de Hipólito Ruiz y José Pavón a Perú, la de José Mariano Mociño y Martín de Sessé a Nueva España, y la de Alejandro Malaspina alrededor del globo.

También en los territorios americanos la ciencia floreció en instituciones como el Real Seminario de Minería de México, el Observatorio Astronómico de Bogotá o el Anfiteatro Anatómico de Lima. Las Guerras Napoleónicas y de Independencia interrumpieron el avance de la ciencia tanto en la península Ibérica como en Latinoamérica. En España la recuperación fue muy lenta; la vida científica se paralizó prácticamente hasta la aparición de nuevas ideas —el darwinismo en primer lugar— como secuela de la revolución de 1868 y la I República. En esta renovación científica desempeñó un papel fundamental el neurólogo Santiago Ramón y Cajal, primer premio Nobel español (en 1906 compartió el Premio Nobel de Fisiología y Medicina con el médico italiano Camillo Golgi por sus descubrimientos sobre la estructura del sistema nervioso); también intervinieron José Rodríguez de Carracido en química, Augusto González de Linares en biología, José Macpherson en geología y Zoel García Galdeano en matemáticas. En América Latina pueden referirse como representativas de la renovación científica del siglo XIX una serie de instituciones positivistas: en México, la Sociedad de Historia Natural (1868), la Comisión GeográficoExploradora (1877) o la Comisión Geológica (1886); en Argentina, el Observatorio Astronómico (1882), el Museo de Ciencias Naturales (1884), la Sociedad Científica Argentina (1872), el Observatorio de Córdoba (1870), dirigido por el estadounidense Benjamin Gould, y la Academia de las Ciencias de Córdoba (1874); por último en Brasil, la Escuela de Minas de Ouro Preto, el Servicio Geológico de São Paulo y el Observatorio Nacional de Río de Janeiro.

Gracias al empuje que el Premio Nobel de Ramón y Cajal dio a la ciencia en general, en 1907 el gobierno español estableció la Junta para la Ampliación de Estudios para fomentar el desarrollo de la ciencia, creando becas para el extranjero y, algo más tarde, una serie de laboratorios. Cuando Pío del Río Hortega se instaló en el laboratorio de histología establecido por la Junta en la Residencia de Estudiantes de Madrid, se convirtió en el primer investigador profesional en la historia de la ciencia española. El centro de innovación en ciencias físicas fue el Instituto Nacional de Física y Química de Blas Cabrera, que a finales de la década de 1920 recibió una beca de la Fundación Rockefeller para construir un nuevo y moderno edificio. Allí trabajaron Miguel Ángel Catalán, que realizó importantes investigaciones en espectrografía, y el químico Enrique Moles. En matemáticas el centro innovador fue el Laboratorio Matemático de Julio Rey Pastor, cuyos discípulos ocuparon prácticamente la totalidad de cátedras de matemáticas de España. Muchos de ellos fueron becados en Italia con Tullio Levi-Civita, Vito Volterra, Federigo Enriques y otros miembros de la gran escuela italiana, cuyo manejo del cálculo tensorial les había asociado con la relatividad general de Einstein. Rey Pastor fue un impulsor de la visita que Einstein realizó a España en 1923, en la que el físico alemán fue recibido sobre todo por matemáticos, ya que la física estaba mucho menos desarrollada. En biomedicina, además de la neurohistología, adquirió relevancia la fisiología, dividida en dos grupos: el de Madrid, regido por Juan Negrín, quien formó al futuro premio Nobel Severo Ochoa, y el de Barcelona, dirigido por August

Pi i Sunyer. Durante la década de 1920 ambos grupos trabajaron en la acción química de las hormonas, sobre todo de la adrenalina. En América Latina la fisiología, al igual que en España, ocupaba el liderazgo en las ciencias biomédicas. Los argentinos Bernardo Houssay y Luis Leloir ganaron el Premio Nobel en 1947 y 1970 respectivamente; fueron los primeros otorgados a científicos latinoamericanos por trabajos bioquímicos. En física, distintos países consideraron que la física nuclear era el camino más práctico hacia la modernización científica, debido a la facilidad para obtener aceleradores de partículas de países europeos o de Norteamérica. No obstante, la física nuclear comenzó, por su mínimo coste, con el estudio de los rayos cósmicos. En la década de 1930, los brasileños Marcello Damy de Souza y Paulus Aulus Pompéia descubrieron el componente penetrante o ‘duro’ de los rayos cósmicos; en 1947 César Lattes, investigando en el Laboratorio de Física Cósmica de Chacaltaya (Bolivia), confirmó la existencia de los piones (véase Física: Partículas elementales). También la genética resultó ser un campo de investigación fructífero en América Latina. En 1941 el genetista

estadounidense

de

origen

ucraniano

Theodosius

Dobzhansky emprendió el primero de sus viajes a Brasil donde formó a toda una generación de genetistas brasileños en la genética de poblaciones. Su objetivo era estudiar las poblaciones naturales de Drosophila en climas tropicales para compararlas con las poblaciones de regiones templadas que ya había investigado. Descubrió que las poblaciones tropicales estaban dotadas de mayor diversidad genética que las templadas y, por lo tanto, pudieron ocupar más ‘nichos’ ecológicos que éstas.

Tanto en España como en América Latina la ciencia del siglo XX ha tenido dificultades con los regímenes autoritarios. En la década de 1960 se produjo en Latinoamérica la llamada ‘fuga de cerebros’: en Argentina, por ejemplo, la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires perdió más del 70% del profesorado debido a las imposiciones del gobierno contra las universidades. Bajo la dictadura militar de la década de 1980, los generales expulsaron de este país a los psicoanalistas, y el gobierno apoyó una campaña contra la ‘matemática nueva’ en nombre de una idea mal entendida de la matemática clásica. En Brasil, bajo la dictadura militar de la misma época, un ministro fomentó la dimisión de toda una generación de parasitólogos del Instituto Oswaldo Cruz, dando lugar a lo que se llamó ‘la masacre de Manguinhos’.

FUENTES BIBLIOGRAFICAS CONSULTADAS 1. B. KEDROV, M. Y SPIRKIN A. LA CIENCIA. EDITORIAL GRIJALBO, MEXICO, 1968. 2. LEFEBVRE,

HENRI.

LOGICA

FORMAL

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EDITORIAL, MEXICO, 1986. 3. PADILLA,

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EDITORIAL

TRILLAS, S.A. DE C. V. MEXICO, 1990. 4. Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993-2008 Microsoft Corporation. Material dispuesto en DVD.

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