La Casa Encantada

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  • Pages: 37
La casa encantada Prólogo

R. Horacio Etchegoyen

Como lector puedo decir que tuve placer al leer éste cuento y me sentí llevado a un mundo de ensueño y entusiasmo. Es un relato candoroso y atrayente donde se juntan la fantasía y la verdad en un círculo de belleza y creación. La conversación de Elizabeth y Salomón parece el diálogo interior entre el niño que todos llevamos adentro y ese duende invisible que nos orienta y nos hace pensar: simboliza el alma humana, el inconsciente freudiano con todos los inagotables tesoros y miserias que lo habitan. La Casa Encantada está poblada por todos los sentimientos que habitan en los hombres y que solo el Amor, como al final del cuento, puede ordenar en un significado más valedero y trascendente.

Buenos Aires, 20 de diciembre de 2001

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INTRODUCCIÓN Mi intención es llegar al lector y golpear las puertas de su casa encantada, donde reside todo el poder y la magia del mundo interior que nos protege de los temporales de una realidad cambiante y confusa, pero con pleno sentido cuando la curiosidad y el amor la orientan. Agradecimiento: a mis padres.

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LA CASA ENCANTADA

Nací en una pequeña aldea rodeada por un bosque. En la cual viven cientos de familias gobernadas por un rey, dueño del caballo mas negro y brillante que se pueda haber visto, por si les interesa el caballo se llama Rubí. Mi padre se llama Pedro y es carpintero. Cuando yo lo abrazo, de su ropa sale el mismo aroma del bosque. Es un hombre alto, corpulento y de oscuros cabellos. Casi siempre esta contento y le encanta cantar mientras trabaja. Mi madre, se llama Ángela y mis dos hermanas Ana y Sara. Yo soy la más pequeña, mi nombre es Elizabeth y tengo ocho años. Soy muy curiosa

e inquieta.

Nunca me canso de preguntar ¿Él porque de cada cosa?. Puedo pasarme horas mirando el estanque del jardín, ¿cómo crece el musgo?, ¿ cómo se deslizan los peces?, ¿ cómo se refleja la copa de los arbolés?, que parecen danzar cuando el viento las sacude, esperar el arco iris después de una lluvia torrencial o mirar las estrellas titilar por mi ventana . Mi pasatiempo favorito

es leer cuentos. Las historias

sobre príncipes y princesas donde

se descubren acertijos

mágicos, para romper hechizos y encantamientos de brujas, donde hadas bondadosas protegen los héroes y los finales son felices. Con mis hermanas ayudamos a mi madre en las tareas de la casa y es ella quien cuida que yo haga mis deberes escolares y quien me los

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corrige. Ella siempre nos aconseja y reprende cuando nos peleamos , mi enojo con ellas es tan intenso como los momentos de alegría que compartimos. Una de mis costumbres favoritas es leer debajo del viejo roble. Mi cuento preferido es La casa encantada. Ella tiene un amplió portón de hierro oscuro, vigilado por dos dragones, uno de cada lado. Lenguas de fuego se entrecruzan haciendo el camino no solo temible sino de muy difícil acceso.

Los dragones están siempre despiertos y casi nunca distraídos. No solo son

diferentes por el color, sino por la

expresión de sus rostros y tamaño. Uno es regordete, sonriente y de gran estatura, su hermano el dragón negro es delgado, pequeño y triste. Un día sucedió algo inesperado y maravilloso que merece ser contado. Yo estaba tan abstraída en la lectura, que no me di cuenta que un pequeño duende vestido con chaqueta de seda color verde, de pantalones y zapatos marrones y un gran sombrero sobre su cabeza llena de rulos, saltaba y saltaba sobre mi falda, buscando llamar mi atención. Estiraba sus bracitos intentando tocar las tapas de mi libro, sin poder lograrlo pero sus intentos no fueron en vano. Yo dejé de leer para ver que estaba pasando con mi pollera, que se movía y a mí alrededor no corría ni una mísera brisa.

Sorprendida y curiosa cuando lo vi, le pregunté:

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- ¿Quién eres tú? ¿Qué buscas aquí?. - El duende erguido con una vocecita ronca me contestó: - Yo soy Salomón y he venido de un país muy lejano para hacerte una invitación: conocer La casa encantada.-

Yo con aire de desconfianza le dije: “¡Estás loco! La casa encantada no existe es solo un cuento para niños.” -Estás equivocada niña mía - replicó Salomón - las cosas no solo existen cuando se ven, sino que en su principio están en nuestra imaginación. Basta imaginar algo muy intensamente para verlo como real. Así le ocurrió al autor del libro, primero lo imaginó y después escribió el cuento, pero La casa encantada, créeme, existe como el mismo sol. - Lo miré sorprendida y con atención, entonces le respondí:

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- Salomón el problema no solo es La casa encantada, sino que me resulta imposible aceptar tu invitación para este viaje, pues mis padres no me dejan acercar a desconocidos.-¡Pero niña! Que dices, si ya nos hemos presentado y entablado conversación y sé que tu siempre has deseado que te ocurra algo muy interesante, como las aventuras de los héroes de tus cuentos o ¿me equivoco? –dijo Salomón - Salomón: “¿adivinas tú mis pensamientos?” – le interrogué: -“Por supuesto es por eso que ahora estoy contigo dijo Salomón mientras se acomodaba su sombrero con aire distinguido. Además todo es más sencillo de lo que tu crees, el viaje puede comenzar en cualquier momento pero no tienes por que tener miedo, solo precisamos de algunos elementos.”.-No es tan sencillo- contesté - si mis padres se enteran que yo sería capaz de viajar con un desconocido sin su permiso, yo la pasaría bastante mal y no quiero pensar lo que sería de mí. “¡Mi linda niña! - repuso Salomón - debes saber que el miedo es el mayor enemigo de la vida. Él paraliza todas las iniciativas e inquietudes. Nadie hubiera descubierto continentes nuevos, montañas, mares, inventos, teorías y tantas cosas si no hubiera habido gente capaz de enfrentarlo y vencerlo Sus palabras me tranquilizaron y afloró en mi un inmenso deseo de viajar con él, al instante le contesté: - ¿Pues bien Salomón que precisamos para nuestro viaje?

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El duendecito saltando de alegría y aplaudiendo por lo excitado que se encontraba, exclamó: - ¡Bravo! ¡Bravo! ¡No te arrepentirás! Déjame pensar con detenimiento, pues no debemos olvidar nada para que el viaje sea un éxito. Solo

precisaremos una linterna y un par de

anteojos. Luego sacó de su bolsillo un pequeñísimo frasco cuya etiqueta decía “Contra males y encantamientos” – Y agregó: – el viaje lo iniciaremos apenas tengamos todo lo necesario y no albergues ningún temor, estarás de regreso antes que tus padres y hermanas regresen del bosque. Mis mejillas ardían por la excitación, me dirigí corriendo hacia mi casa. Entré como trompo a la habitación de mi padre y saque de la mesa de luz la linterna que el tanto usaba; me fui a la cocina, del aparador tomé el costurero, lo abrí y saque los anteojos de mi abuela. A los pocos minutos estaba frente a Salomón y le dije: aquí esta todo, estoy mas que feliz que nunca, gracias a ti conoceré La casa encantada. - Veo que estás preparada para el viaje y me agrada que hayas confiado en mí, porque la confianza es una buena señal entre las personas, ella garantiza relaciones profundas y duraderas. -Afirmo Salomón Salomón, ¿Sabes que dice mi padre siempre? que la confianza descansa en la verdad, por eso la mentira es tan

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dañina, cuando la gente es engañada en su buena fe, no solo lloran los ojos sino que llora el alma.” -Bueno mi niña con este viaje tu alma sonreirá y esa sonrisa perdurara por

mucho tiempo. Llegó el momento de

partir Elizabeth, pero antes quisiera pedirte algo, que me dejaras viajar dentro de tu bolsillo - y mientras hablaba se acomodaba su ropa.- Si tú lo quieres así, por mí no hay problema- respondí. Y él con mucha parsimonia se acomodó en mi bolsillo. En ese mismo instante, todo desapareció de mi vista, solo nos rodeaba una bruma gris. Comencé a caminar con paso inseguro con la sensación de que no iba a ninguna parte, pero después comencé a avanzar como si supiese cual era el camino. - ¡Salomón! Estás viendo lo mismo que yo -le dije con voz entrecortada por la emoción. - Exactamente lo mismoA pocos metros unas

exclamó Salomón. lenguas de fuego iluminaban la

silueta de la casa.-Estamos muy cerca del portón de La casa encantada, pero el fuego no dejará que avancemos. -le dije. - Despreocúpate querida mía - dijo el duende - y pon atención a lo que te diré: - Ese fuego no quema ni lastima, cuando tú te coloques los anteojos de la abuela verás cosas inimaginables, verás tantas cosas que no saldrás del asombro los primeros días.Me coloque los anteojos de mi abuela y … ¡alcornoques y alcachofas! - diría mi padre - esto es más de lo que imaginaba.

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El dragón rojo de gesto sonriente, lanzaba por su boca lenguas de fuego, anchas, extensas y bien diferenciadas. En una de ellas estaban contenidas todas las especies vegetales existentes en la tierra, álamos, cerezos, caléndulas, pinos, tulipanes, fresas, robles, tilos, limoneros, margaritas, arvejillas, enredaderas trepadoras, cipreses, las especies más vulgares y las más exóticas. -¿Qué es esto Salomón? – exclamé boquiabierta por todo lo que veía. -¡Mmm! Apenas estás descubriendo una parte y mira, tus ojos dan vuelta sobre sí mismo como dos pequeños círculos, tienes frente a ti el dragón de la vida -respondió Salomón. -Cada cosa que tiene vida está encendida por dentro de ese fuego, que nunca cesa, es infinito. La hierba más diminuta e insignificante, la flor más rara y un frondoso árbol, todo está iluminado por el fuego de la vida.

Sin

poder creer todo lo que me estaba sucediendo,

exclamé: -¡Mira Salomón! Estoy caminado por entre las llamas y no me quemo, mira allí la lengua de fuego donde están todos los animales; no falta ninguno, los búfalos, peces, ciervos, pájaros, ranas, serpientes, pumas y leones, jirafas. ¡Oh! Mi conejo blanco, el perro guardián de mi padre, la tortuga de mi madre, los caballos del señor del castillo, y esas horribles arañas, que con mamá encontramos entre los leños. Están todas las mariposas de mi jardín, y otras muchas más bellas pero

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desconocidas. Si todas ellas visitaran mi casa, de todos lados del mundo, vendrían a conocernos.-Elizabeth, eres un poco vanidosa - dijo el duende aprecio que te gustaría ser famosa pero lo esencial es ser importante para quienes están cerca. - Salomón deja de criticarme -respondí con fastidio - y cuida de no caerte de mi bolsillo por favor. - Es maravilloso lo que estamos viendo, nada menos que el interior de cada cosa viva ¿Quien creería que el mismo fuego que le da vida a las plantas, le da vida a todos los animales de la tierra?. Se acercan a una lengua de fuego impresionante en su tamaño, intensamente roja y brillante. Salomón dijo que adentro están todos los seres humanos que habitan el planeta pero yo solo alcanzo a divisar algunos cientos. -¡Oh! Está mi primo Damián y mis dos hermanas, claro que ellos no pueden verme, también se encuentra mi tía Ursula y allá se asoma una viejecita con joroba que suele asustar a los niños cuando ellos no quieren irse a dormir y aquella con la sonrisa de un ángel, es mi madre, estoy mareándome por ver tanta gente le dije a Salomón - Así es - dijo Salomón - no falta nadie. - El dragón rojo nutre la vida y siempre está ocupado por cuidarla, nada que ver con su hermano el dragón negro. Fíjate a tu izquierda y verás que las llamas cambian de color, son de un rojo más sombrío y apagado.Solté un grito de espanto

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- Salomón, son hombres peleando entre sí.- dije con un tono de tristeza Él, con una absoluta serenidad me explicó- Elizabeth estás viendo el rostro de la guerra, los hombres de cada bando creen luchar por causas justas, pero solo traen muerte. Ellos no conocen la piedad niña mía, pero sí la crueldad. A lo largo de la historia, estos enfrentamientos han llenado de lágrimas y penurias al mundo y de culpa el corazón de los hombres.

- No quiero ver más Salomón ¡Vámonos de aquí! -dije impacientemente. - No es tan sencillo salir, porque las llamas de la vida se entrecruzan con las llamas de la muerte - respondió Salomón muy serio.

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Comencé a correr a toda velocidad buscando salir de ese lugar, el camino cada vez se hacia mas estrecho y oscuro. Asustada y casi sin aliento le pregunte: - ¿en donde estamos, acaso estamos perdidos? - El se quedó mirándome y al momento contestó- este es el abismo de los Desafortunados, aquí están los hombres y mujeres que han sido prisioneros del “Mal bicho”. -¿Y quién es él?- pregunte con interés. El Mal bicho es alguien que vive en las oscuridades. La luz lo debilita y se vuelve pequeñito, insignificante. Siempre se está alimentando de ideas y pensamientos dañinos, perniciosos. Exige imperativamente lo mismo, nunca descansa, no da tregua. Lo más grave es que el Mal bicho vive y crece por lo que nosotros mismos le damos. Él toma las dudas, los desalientos, las inseguridades, las frustraciones y debilidades y con todos esos ingredientes va carcomiendo el alma. Siempre nos está sacrificando, nos aleja de la verdadera tarea de la vida, Ser Feliz. A medida que él hablaba, yo lo miraba desconcertada - Aquí también están los hombres y mujeres petrificados.dijo Salomón - Los estoy viendo, parecen estatuas de piedra. ¿Qué pasó con ellos? - le interrogué - Sucede que cuando un hombre o una mujer se queda pegado a un hecho acaecido en su vida que los impacta mucho, pierden la noción del tiempo presente, se van petrificando sin darse cuenta. Por ejemplo aquella tía tuya que

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cuando va de visita a tu casa, siempre repite lo mismo “Nunca olvidaré lo que me hicieron y menos aún los perdonaré” o aquel hombre de la aldea que dice “Todo lo perdí ese invierno y nunca más recuperaré la posibilidad de sembrar el campo”. Están siempre mirando hacia atrás y usan las mismas palabras el “nunca” y el “siempre” - decía Salomón mientras suspiraba. -¡Oh! Elizabeth, ya se cumplió el tiempo, es hora de irnos de aquí. Inesperadamente los dos se miran, el chirriar de una puerta descascarada les deja ver una habitación pintada grotescamente. “Los estaba esperando”, dijo una anciana de espalda jorobada cubierta con una chalina color ceniciento. Sobresaltados preguntaron al unísono: - ¿Quién eres? - Yo soy la Infelicidad y vivo aquí con mis cuatro hijos. - ¿Qué les pasa a tus ojos? ¿Porqué estas tan triste? -le pregunté con curiosidad- Ella con voz pausada me respondió: - Me paso los días y las noches llorando, no puedo controlar mis hijos. Vivo con el corazón en la boca. - ¿Y quienes son tus hijos? -le pregunté.

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-Ellos son muy famosos en el mundo, siempre están dando que hablar por lo que hacen, dijo la anciana. Ellos son el miedo, el odio, los celos, y la envidia. -Mi hijo el celoso, siempre está desconfiando de todo y todos. La sospecha y la traición son los temas de su conversación, es insistente cuando pregunta y no sabe escuchar. El siempre está inquieto y ve lo que quiere ver, nada lo conforma, las pruebas más consistentes ante sus ojos se desmoronan como castillos de arena. Es posesivo. -Mi otro hijo, el odio, es tan peligroso para él como para los demás. Rechaza a todo y todos. Lastima sin piedad y sin culpa. Arrasa con furia y se desata con toda facilidad. Siempre está al

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acecho y acosando a sus víctimas para descargar su enojo. Es implacable. -Y que decir del miedo, parece el más inocente, pero este hijo mío, también hace de las suyas. Es igual que un carcelero, aprisiona sus presas, las amordaza y envuelve con sus tentáculos quitándoles movimiento e iniciativa. Distorsiona todo lo que ve, a su alrededor crece el peligro más insólito. Y que agregar

de su hermana la envidia

ella pasa más

desapercibida pero es mas dañina que sus tres hermanas. Es ácida y corroe todo lo que toca, como el gusano a la manzana. Es imposible convivir con ella. Es una eterna insatisfecha. Cuando ella se acerca a algo o alguien siempre hace daño, tiene la cualidad de destruir lo más bello o bondadoso. Conmovida por su relato, le pregunté: -¿Y tus hijos viven solos? - La viejecita esbozo una mueca parecida a una sonrisa y contestó: -No siempre, muchas veces se acompañan entre ellos. Y los males son mayores. Yo lo que más desearía como madre, es que no vivan bajo las ordenes del dragón negro porque es probable que nunca cambien y persistan en hacer rodar por el mundo las semillas del mal, que cuando crecen

son

incorregibles. En cambio si aceptan ponerse bajo el estandarte del dragón rojo, cada uno de ellos puede transformar el sentido de su vida y luchar por causas nobles y con resultados más felices. -Y ahora quisiera despedirlos, he hablado mucho y estoy bastante cansada. Pues no estoy acostumbrada a recibir

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visitas. Los acompañaré y les señalaré como encontrar la puerta donde habitan los Deseos. - Elizabeth -me dijo Salomón - muchos de los personajes de tus cuentos de hadas, le obedecen al dragón negro, por ejemplo aquella historia donde la bruja, envidiosa de la belleza de la princesa la transforma en rana, o cuando el gigante encierra al príncipe valiente en la fosa del bosque, o cuando el rey pierde las llaves del tesoro porque un bufón malvado las arroja al mar y un pescado se las traga. Quede fascinada escuchándole y le dije: - Entonces también están los personajes que obedecen al dragón rojo y ayudan a que los finales sean felices ¿ no Salomón? - Así es Elizabeth- contestó. Caminamos

junto

a

la

anciana

unos

pasos.

Ella

desapareció y quedamos frente a una puerta blanca, que se abrió y nos permitió vislumbrar una amplia habitación, llena de luz. Del techo colgaban lámparas de cristal de roca multicolor y las luces formaban el arco iris en toda su magia. Me arregle mis cabellos con mis manos que estaban un poco desordenados y le pregunté: -Salomón ¿estas cómodo? -¡Oh! Si Elizabeth - respondió Salomón - tu bolsillo es un lugar muy acogedor para mí, puedo asomar la mitad de mi cuerpo sin caerme y no necesito gritarte, ni que me grites para escucharte.

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- ¿A que no adivinas, porque en la habitación está el arco iris? - Salomón, no seas impertinente, pues bien sabes, que este es mi primer viaje y todo es nuevo para mí ¿puedes decirme por qué?- pregunte con un poco de fastidio Los ojos de Salomón se llenaron de luces y sonriendo me dijo: - Muy simples, los deseos son de diferentes colores, están los deseos claros, los deseos oscuros y los deseos de colores. Desear ser tu amigo, es un deseo claro, querer dañar una flor es un deseo oscuro y desear ir a pescar al río es un deseo de color azul.¿Cuándo llegarán los deseos? – le interrogue

- y al

segundo un tropel de niños de diferentes colores nos rodearon por todos lados. - ¡Bienvenidos! ¡Por fin alguien vino a conocernos! - dijo uno de ellos - que parecía ser el jefe.

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Salomón en voz baja me dice: -ellos son ciegos, si quieres saludarlos, acércate tú misma. – Yo hago un gesto reverente y extiendo mi mano hacia el Jefe de los deseos, que estaba vestido con una túnica color púrpura, digo: - ¡Es para mí un honor conocerte! ¡Me da pena saber que son ciegos, pues no pueden ver lo que está a su alrededor!.- No somos ciegos, contestó el deseo Jefe, nosotros vemos las cosas como queremos que sean, no como son en realidad. ¿O sea que los deseos se parecen a las ocurrencias? – le pregunté. - Nos parecemos a ellas, pero somos más duraderos, respondió el deseo Jefe.- ¿Y siempre son tan inquietos? es imposible poner orden aquí –-les dije - me recuerdan a esos niños caprichosos e impacientes.-

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El Jefe de los deseos se puso rojo de vergüenza e intentó poner orden en la habitación sin resultados, el bullicio era aturdidor, nadie le hacía caso. Salomón comenzó a hablar y poco a poco se hizo un gran silencio. - tienes que darte cuenta Elizabeth que los deseos no obedecen a otros deseos sino que buscan imponerse entre sí. y ahora presta mucha atención a lo que quiero contarte y nunca lo olvides. - Hay tres deseos que tú siempre debes guardar en lo más profundo de tu corazón.

Solo tú puedes trabajar

para que ellos se cumplan. El primer deseo es aprender a ser feliz, el segundo es

confiar en ti misma y el

tercero es saber usar los ingredientes que se necesitan para que se cumplan. No hay nadie igual que tú en ninguna parte del mundo. Si tú dejas volar esos deseos y permites que ellos se queden prendidos en el corazón de otra persona con la esperanza que se cumplan, sucederá que mientras esa persona está cerca de ti, tú estarás contenta, dichosa, pero si por cualquier motivo esa persona se aleja, tú quedarás muy triste, tu mirada y tu sonrisa se empañarán por un tiempo y no es justo. - Los deseos son iguales que las semillas y solo uno mismo puede cultivarlos. Siempre hay que diferenciar los buenos de los malos. Ellos necesitan cuidado, buena tierra, sostenido tesón y sacrificio. Los logros se cumplen casi con certeza cuando tomamos el camino correcto.

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- Salomón ahora puedo entender, el porque de mi tristeza cuando no se cumplen mis deseos, yo creía que rezando Dios me los iba a conceder.-le dije - Lo que tú esperas son milagros - respondió Salomón ellos son muy escasos. Y quiero agregar algo más, el no ver las cosas tal como son, sino como deseos, acarrea mucho dolor. - La naturaleza humana es muy terca y no repara en detalles esenciales, un deseo personal a veces se involucra con el deseo de otra persona, por ejemplo, cuando tú quieres jugar con tus hermanas muchas veces terminan peleando, porque siempre alguna de ellas o tú misma buscan imponerse y ahí aparece el dolor. - Imagínate lo complicado que es todo esto, en un mundo donde hay millones de personas, en el cual cada una de ellas posee deseos diferentes o quizás algunas personas coincidan pero se enfrentan con otras que desean lo contrario. - Y en esa lucha de los unos con los otros, el dolor se hace casi infinito -¡Ay! Salomón que complicado es todo esto, yo me imagino que tengo un rompecabezas en una caja diferente al rompecabezas de mi hermana y nos ponemos a jugar, entonces mezclamos las piezas y a la hora de guardarlas, ella toma piezas mías y yo algunas de ella, sucede que no entran en la caja que corresponde por mas esfuerzos que hagamos.

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La caja es la realidad y las piezas mal elegidas son los deseos contrapuestos. - Muy interesante tu ejemplo - dijo Salomón - Eres una niña brillante y al perder el miedo lo eres mucho más. Camine hacia la puerta de entrada y de repente las maderas del piso cedieron, se abrió un agujero bajo mis pies y me deslice por él sorpresivamente. Atiné a tomar a Salomón de su mano, para protegerlo y que no saltara por el impacto del golpe, ¡qué sería de mí sin su guía!. Todo estaba oscuro, aterrizamos sobre un montículo y cuando las lágrimas pugnaban por salir de mis ojos. Salomón me habló con mucha calma para serenarme. - Elizabeth, estamos en un jardín secreto cercano al río, donde habitan los Pensamientos. El río de los Pensamientos fluye constantemente, ellos son como peces de colores que van y vienen. Yo mucho más tranquila e intentando sonreír, le pregunto ¿cómo salen de allí?

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- Hay un pescador invisible, que nosotros no podemos ver - respondió Salomón - las redes las forma con las palabras y con ellas entrelaza las ideas y de ese modo las saca a la superficie. -

Por eso los buenos maestros y los buenos padres enseñan a amar los libros desde pequeños. A medida que una persona posee más palabras, tendrá mejores redes para sacar sus ideas y más simple y claro será su pensamiento.. En cambio una persona que no descubre el valor de los libros y el espíritu vivo que tienen ellos, será incapaz de sacar del sueño y la modorra el pescador invisible.

-¿Y que más sabes de los pensamientos? - insiste Elizabeth.

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- Están los pensamiento que obedecen al dragón rojo, ellos son alegres y bondadosos y los que obedecen al dragón negro, ellos son tristes y fatalistas. Están los pensamientos fantástico invento de la imaginación y los pensamientos reales producidos por lo que vemos a nuestro alrededor. Cada persona tiene los más variados modos de pensar y abordar el mundo. Estos permiten conocer a las personas, saber como viven y lo más interesante, como vivirán.- O sea - dice Elizabeth - que cada persona es lo que ella piensa de sí misma. - Así es - repuso el duende - Si tu piensas que eres valiosa y lo crees así, actuaras convencida de ello ante los demás. Si tú piensas que no eres importante convencerás a los demás de ello y la vida se te complicará bastante porque todos te verán inepta para resolver problemas. -Y si yo imagino algo fantástico ¿Qué pasa?- pregunte con insistencia. El duende saca de su bolsillo el frasco “Contra males y encantamientos”. -Haz la prueba-. Me dice Salomón con un gesto provocativo. Y de pronto siento que desaparezco y me convierto en una hermosa gata blanca frente suyo. El duende tira los polvillos sobre mi lomo y ¡Zas! Regreso a mi forma nuevamente y mis carcajadas lo dejan boquiabierto a Salomón.

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- Esto sí que es divertido, repitámoslo

nuevamente

Salomón – le digo. Y en instantes me transformo en una tortuga inmensa que lo mira dócilmente. Salomón sube por mi caparazón y me da ordenes

“Quiero dar un pequeño paseo por el jardín”. En

pocos segundos lanza sobre mi caparazón

los polvillos y

vuelvo a ser la niña que lo acompaña en su aventura. - Quiero repetir por última vez el juego – le suplicó a Salomón quien no quiere contradecirme y responde: - ¡Está bien! Pero es la última vez.No acaba las palabras cuando me convierto en una paloma blanca, bellísima. Salomón sube con cuidado por una de mis alas y levantó vuelo por entre los árboles. Salomón nunca había volado, tocaba el cielo con sus pequeñas manitos de felicidad. Desciendo con cuidado y Salomón polvos por mis alas

echa los

¡Zas! Vuelvo a mi forma natural y

entusiasmada le digo: - Sabía que tú nunca habías volado, porque en mis cuentos los duendes siempre viven en los bosques, así que pensé, es bueno que Salomón conozca el cielo ¿Te gustó tu pequeño y fugaz viaje?

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- Eres una niña asombrosa, me encantó volar, pero apúrate Elizabeth, salgamos de aquí - dijo el duende. -Me indicó por donde salir. Tomamos ese camino estrecho y en bajada, en pocos minutos estábamos en un lugar oscuro y húmedo. - ¿Dónde estamos,Salomón? No veo nada, y tú. – dije asustada. - Yo tampoco reconozco este lugar - respondió Salomón. Alrededor todo era silencio, cuando apareció un pequeño hombrecito, con un candil. -¿Quieres

decirnos

donde

estamos?

-

pregunté

-

evidenciando un cierto nerviosismo. - Aquí es el sótano de La casa encantada, aquí viven los que tiene miedo de la claridad respondió el hombrecito. La mortecina luz del candil, iluminó una gran babosa estirada sobre el piso. -¡Que cosa más horrible! ¿Qué es eso? – exclamé.

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El hombrecito del candil respondió: - ellas son las mentiras.

Y cientos de babosas arrastrándose por el piso, se estiraban y acomodaban en diferentes formas, circulares, romboides, rectangulares, cilíndricas, rectilíneas. -¡Son repugnantes!. Este es un lugar muy desagradable dije mientras miraba con aprehensión hacia abajo. - Cualquier mentira tiene esa naturaleza gelatinosa. Aparentan acomodarse y parecerse solo en forma a la verdad. No pueden sostenerse en sí mismas, confunden y desorientan el camino al andar. Al vivir siempre en la oscuridad son ciegas y no se reconocen entre ellas mismas - habló con lentitud el hombrecito del candil. -¿Y quienes son sus vecinos? - pregunté. - Dos personajes muy poco queridos por la gente, el orgullo y la soberbia – dijo el hombrecito del candil – ellos son dos ermitaños, no le abren la puerta a nadie. Jamás sonríen, son despreciativos y autosuficientes. Arrogantes y escasos de humildad.

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Salomón y yo estábamos tan absortos que no nos dimos cuenta que sobre

nuestras cabezas se abrió una puerta,

dejando ver una escalinata. - Deprisa Elizabeth, vámonos de aquí – dijo Salomón – no sea que perdamos la oportunidad de salir. Apresurados dejamos atrás el hombrecito del candil que nos saludaba diciéndonos: -Hacía mucho tiempo que nadie visitaba las oscuridades del sótano, son muy valientes yo siempre los recordaré cuando encienda el candil. -¡Adiós, adiós! – dijimos al unísono yo y el duende – Llegamos arriba en un santiamén. Y frente a nuestros ojos estaba el jardín más hermoso que se pudiese imaginar. La primavera embellecía los robles, cerezos, tilos, pinos, álamos y acacias. Las tonalidades de verdes, cobres, amarillos, ocres, resaltaban sobre la transparencia del cielo. Todo era luminoso. Llamaba la atención un gran péndulo. - ¿Para qué servirá? - pregunté azorada por tanta belleza

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Salomón asomándose sobre el borde de mi bolsillo respondió: - Este Péndulo es un símbolo muy antiguo, su movimiento es eterno. Revela el principio de los contrarios, la noche y el día, el amor y el odio, la alegría y el dolor, la justicia y la injusticia, es un mecanismo que poseen todas Las casas encantadas. Tiene precisión y regularidad cuando funciona bien, pero hay casos que se rompe el equilibrio y los movimientos son irregulares y discontinuos. El péndulo se vuelve imprevisible. - Lo ideal es conciliarlos, el arte es saber calibrar los movimientos pendulares y saber disciplinarse. En nuestra vida están presentes los movimientos pendulares, vamos de momentos felices a momentos de tristeza, de momentos de plenitud a momentos de vacío, el

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péndulo habita en nuestro corazón y es fácil darnos cuenta de ello porque a veces nos sentimos embargados de una intensa soledad y en pocas horas el amor nos hace compañía. - Cada persona es responsable de su péndulo y es bueno reconocer cuando tiene desperfectos para pedir ayuda, lo grave es no hacerlo en el tiempo oportuno. El péndulo es quien registra el movimiento de todas nuestras emociones, pasiones y sentimientos. Cada péndulo tiene diferentes tipos de llave para accionar el mecanismo correcto, solo es necesario que su dueño las conozca por su nombre y sepa utilizarlas, de contrario los errores se reiteran, no

lo

se reparan.

Comprender y escuchar nuestro corazón es una ardua tarea que merece cada día vívido nuestro tiempo de atención. Yo oía al Duende tratando de no perder la hilación de su conversación , pero…. -

En el jardín irrumpen los personajes más singulares.

- No puedo creer lo que estoy viendo - le digo a Salomónellos son los personajes de mis cuentos favoritos: Los enanos que custodian el gran diamante, El príncipe de la espada mágica. El árbol de los milagros. -

Así es Elizabeth - contestó Salomón - ellos pertenecen al mundo de la fantasía.

- ¿Aquí viven todas las fantasías? – le pregunto boquiabierta. - Sí - responde Salomón - pero cada persona ve las fantasías que ella misma inventa y por ellas es responsable.

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- Quiero ir hacia donde termina el jardín - le exclame a Salomón-

en este lugar nos aguardan muchos

mas secretos que descubrir. Para llegar allí tenemos que usar la linterna que te pedí respondió Salomón - Sin perder tiempo yo encendí la linterna e ilumine el camino. - Ahora quiero enseñarte él porque es importante en todo viaje la linterna – dijo el duende – Si tu iluminas hacia fuera verás el mundo tal como es, en todo su esplendor y en todas sus miserias, pero tienes que aprender a iluminar hacia adentro verás toda la belleza y la fealdad que atesora tu corazón. La linterna es la luz de la inteligencia por la cual conocemos ¿Cómo es el mundo?, ¿Cuál es la posición de cada planeta?, -

¿Cómo se hace el vino? ¿Quién descubrió las vacunas? ¿La computadora?, la geometría y los teoremas que resultan tan difíciles para los niños poco aplicados.

- Pues bien Elizabeth, cuando la linterna se orienta hacia tu mundo interior aparecen iluminados

tus aspectos

mas positivos y los mas oscuros. Por ejemplo tu bondad, tu amor a la verdad, tu interés y curiosidad por conocer el mundo y su sentido pero también revela tu indolencia, tu mezquindad y tu egoísmo. Sabernos bondadosos y veraces nos hace

fortalecer nuestra

confianza pero que difícil es aceptar sentimientos oscuros.

Nuestra linterna

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nuestros nos hace

trampas con mucha frecuencia ¿ y sabes porque? No lo creo, todavía eres muy chica para darte cuenta. La trampa es ver los defectos en los demás y querer mas de una vez corregirlos y no verlos en nosotros mismos. Es por eso que la tarea de ser mejores cada día es interminable y muy fatigosa. Aquí radica uno de los mayores misterios del ser humano ¿Cómo ser Feliz? -

Este es el lugar más sagrado donde reside la verdadera fortaleza que le otorga dignidad a la vida humana.

- El reto es descifrar la tarea que cada uno de nosotros tiene que realizar para ser Feliz Las indicaciones y señales cuando comenzamos a hacer el camino no siempre son claras y muchas veces el oído humano es duro para el consejo. Escoger cuales son las oportunidades más certeras que brinden las condiciones que nos permitan desarrollar nuestra verdadera naturaleza es misión de la inteligencia y de un buen corazón. Yo lo miro fascinada por todo lo que acabo de escuchar y le respondo: Salomón mi padre diría – eso es tan difícil como hallar una aguja en un pajar- porque uno prefiere hacer lo que quiere y no elegir lo que debe y en la mayoría de los casos sucede que hacer lo que queremos no siempre nos hace felices.- El duende prestándome mucha atención - me respondió: - Es cierto lo que tu dices, pero ahora te daré algunas pistas para que encuentres tu tarea – y puedas iniciar tu propia aventura.-

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- Primero hay que tener en cuenta que hacer lo que queremos muchas veces es sinónimo de egoísmo y el egoísmo es una máscara aterciopelada por dentro porque es

dulce y

placentero hacer lo que uno quiere - pero tiene filosos clavos hacia fuera – con ellos lastimamos a quienes nos rodean y como las máscaras no tienen vida no nos damos cuenta.- Segundo: antes de elegir hay que entrenarse en lo que nos interesa – desplegar nuestras habilidades para saber que somos capaces ¿ cómo puedes ser campeona de tiro al blanco si nunca usaste el arco y la flecha? Explorar

el

camino y darle valor a nuestra propia experiencia, afirmarnos con los éxitos y aprender de los fracasos. -

Tercero: ser tenaces y valientes – porque al emprender cualquier aventura los miedos y las inseguridades se multiplican por doquier para desalentarnos. Recuerda el mito de Ulises – él fue muy astuto – se ató al mástil del barco y se tapó los oídos para no dejarse seducir por el canto de las ondinas. No dejarnos tentar, ni distraernos del camino emprendido solo por pensar en un fugaz placer.

-

Cuarto: valen los pequeños logros de todos los días – nos cuesta apreciar en toda su dimensión lo que es pequeño, el árbol de roble de tu jardín fue tan diminuto que estuvo guardado en el seno de una semilla hasta que alguien la eligió, plantó y cuidó. Las oportunidades son pequeñas cuando salen a nuestro encuentro, el tiempo nos dice sus consecuencias – si era una semilla del dragón rojo

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o negro - Y por último debes tener en claro que la felicidad no es el final de una aventura sino la aventura misma.- ¿Todos los hombres tienen Linternas? – pregunté intrigada. - Sí, pero la gran mayoría – contesta Salomón – se entretiene y atasca fascinados por lo que ve afuera y al no saber iluminar hacia adentro se empobrecen con el paso del tiempo. Es el conocimiento de nuestro interior lo que permite que la vida cobre una magia y un poder inmensoUna intensa luz

interrumpe la atención que tenía sobre

las palabras de Salomón. - ¿Y ahora que? –digo extrañada. - Ya estamos finalizando el viaje, estamos frente al Amor contestó Salomón.- Él tiene infinitos rostros, de niño, joven o anciano, hombre o mujer. Tiene diferentes expresiones y miradas. Pero hay algo común en ellos, la alegría. –Es imposible no reconocer su señal. Ellos son

los afortunados que viven aquí, son los

reparadores del mundo, ellos están en permanente trabajo cuidando la naturaleza y protegiendo la vida en todas sus manifestaciones. Es una tarea entusiasta, silenciosa y paciente.- El Amor es contagioso y tiene una condición que lo hace invulnerable, una brújula que lo orienta al Bien, cualquier otra dirección lo desalienta, lo desesperanza o lo resigna.Salomón estaba emocionado al hablarle del Amor, porque fue ese sentimiento el que lo inspiró a invitarme a viajar y pronto terminaría. El sabe muy bien que los duendes no viven

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entre los hombres. Y los hombres son muy desconfiados de lo desconocido. Por unos minutos me quedo pensativa y le preguntó: - Salomón, Tú me has mostrado la casa encantada- ¿Quién es el dueño de la casa encantada, y como vive quien la habita? - Cada una de las personas que vive en el mundo tiene su casa encantada y la vida de quien la habita depende del cuidado y el uso de la linterna, el péndulo y el conocimiento de los diferentes cuartos y jardines donde viven los pensamientos, la infelicidad, los deseos, el abismo y el amor. Y no quiero olvidarme de los anteojos de la abuela y su uso. Ellos simbolizan la experiencia, quienes la atesoran corren menos riesgos de errores. Contesto Salomón. Una paloma blanca sobrevuela sobre mi cabeza, La casa encantada desaparece y quedamos debajo del viejo roble. Las lagrimas rodaban por mis mejillas y una confusión de sentimientos me embargaba, mi querido duende y yo teníamos que despedirnos.

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Con la voz entrecortada por la emoción le dije: - Salomón nunca olvidaré este maravilloso viaje. -

El duende estaba posado sobre mi mano extendida a la altura de mis ojos. Con infinita tristeza en sus ojos, me respondió yo tampoco, has sido una excelente compañera de viaje, con mucha curiosidad para conocer más allá de lo que ves todos los días -

- Salomón me recomendó - No te olvides de guardar la linterna y los anteojos de tu abuela en el mismo lugar que los encontraste y lo más esencial es que aprendiste a usarlos. Me queda muy poco tiempo, pronto estarán

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de regreso del bosque tus padres y tus hermanas. Ellos no creen en los duendes. Por eso no los ven.- ¡Adiós Elizabeth! Se tocó los labios, me sopló un beso y desapareció tal como había venido. No dejó ningún rastro.- ¡Elizabeth! ¡Elizabeth! ¿Dónde estás? Exclamaban mis hermanas. - Con torpeza me secaba mis lagrimas del rostro

y les

respondí: ¡aquí¡¡ aquí¡ mientras caminaba hacia su encuentros. Buscando disimular lo que sentía por todo mi viaje. Apenas las vi exclame: - ¡Oh que bellas flores! – Es un ramo precioso. - Son para ti – me dijo Ana. Hicimos una caminata hermosa por el bosque agregó. Mi padre salió hacia mí encuentro y estrechándome entre sus brazos me dijo: - Mi querida hija, no habrá otro paseo en el bosque sin ti, debes dar por sentado que con nosotros aprenderás mucho más que tú leyendo tus cuentos.-El bosque tiene muchos secretos que enseñarte, muchos no se aprenden en la escuela. Yo lo miré y con una sonrisa le respondí: si tu lo dices papá….Desde algún lugar mágico Salomón sonreía conmigo.

Fin

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