UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO FACULTAD DE HUMANIDADES Y ARTES ESCUELA DE POSGRADO
Doctorado en Humanidades Mención Historia Tesis Juventud en dictadura. Representaciones, imágenes y experiencias juveniles, Rosario 1976/1983
Tesista: Laura L. LUCIANI Directora: Dra. Gabriela AGUILA
Septiembre de 2013
Juventud en dictadura. Representaciones, imágenes y experiencias juveniles, Rosario 1976/1983 Sin una torre de cristal: Vivir, investigar, escribir, movilizarnos El proceso que implicó esta tesis se presenta ante mí como instantáneas. Las discusiones con Gabriela Águila sobre la pertinencia del tema, cuando yo daba por sentado iba a ser la directora de este proyecto y ella asumía en forma tácita semejante compromiso (y asumía también que yo era capaz de llevarlo a buen puerto). Las conversaciones concienzudas y constantes con Elvira Scalona, gran promotora de muchas tesis escritas y defendidas. Las discusiones con Alberto Pla sobre la revolución mexicana y la docencia, días antes de su muerte, última vez en que vislumbré su generosidad puesta en marcha. La reunión con mis compañerxs doctorandxs en cursos y seminarios y los debates en torno a nuestras propias problemáticas. Mi decisión de ser madre, de Lucas, en medio de tal vorágine. En un bar, luego de movilizarnos, con varias colegas donde Cristina Viano aseveraba algo que muchas compartíamos, la necesidad de combinar nuestras preocupaciones académicas y políticas (no somos docentes/historiadoras en la torre de cristal). Marchando con mi hijo en brazos un 24 de marzo. Clase de Historia americana, aula 14, discutiendo con estudiantes por qué cayó el gobierno de la Unidad Popular. Compartiendo mates mientras hacíamos el aguante frente a Tribunales donde se llevaba adelante la Causa Díaz Bessone; algunos contando su historia, otros sólo escuchando. Viajando al archivo en Santa Fe. Esperando a un entrevistado frente a su escuela para recorrerla juntos. Escuchando a muchxs entrevistadxs. En una jornada discutiendo algunos pasajes escritos de mi tesis y recibiendo los comentarios de colegas que generosamente aportaban con sus reflexiones. Mudándome de casa, con mis libros y mis papeles bien identificados. Frente a Tribunales, esperando la sentencia. Contenida por David cuando la tarea me desbordaba. Recitando párrafos a Cecilia para que opinara al respecto. Otra vez mates, ahora con mi vieja, que me recordaba que hay cosas más importantes que la escritura de mis “tantas páginas”. Marchando, otra vez contra la reforma curricular en la provincia encontrándome allí con colegas, amigas, amigos, entrevistadas y entrevistados. Encerrada, de a ratos, escribiendo… Una tesis como cualquier trabajo de investigación se hace con esfuerzo y asumiendo las propias palabras. Pero una tesis no se produce sólo con palabras. Tampoco se produce en soledad. Reconocerlo es una forma, humilde, de agradecer a quienes acompañaron en ese camino.
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INDICE
Introducción
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Sobre los lineamientos metodológicos o la necesidad de “piernas robustas”
p. 17
Un balance (provisorio) sobre los estudios respecto de la última dictadura militar
p. 23
Estructura de la tesis
p. 31
Cap. 1: Jóvenes en la historia reciente argentina. Sujetos de consumo, sujetos políticos
p. 34
Argentina en la posguerra y el escenario de nuevas culturas juveniles
p. 35
De la primavera camporista a la derechización de la sociedad (enfocando la mirada sobre Rosario)
p. 50
Cap. 2: La juventud y los jóvenes en el gobierno de facto
p. 57
La juventud en los primeros comunicados pos golpe y en los discursos de las Juntas Militares
p. 59
Según con el cristal con que se mire, la juventud y otras miradas desde el gobierno de facto
p. 77
Cap. 3: Control, disciplinamiento y represión en los ámbitos juveniles: las políticas de la dictadura en las escuelas y la universidad en Rosario
p. 89
Dictadura y educación, un acercamiento a la problemática
p. 90
Silencio alumnos. El control y el disciplinamiento de los jóvenes desde la escuela media rosarina
p. 94
La Universidad Nacional de Rosario en dictadura
p. 118
El control y el disciplinamiento como política educativa en la universidad
p. 119
Riccomi, las gestiones ministeriales y la investigación
p. 132
La vida en la universidad, los estudiantes
p. 135
Cap. 4 Las políticas hacia los jóvenes en las Fuerzas Armadas
p. 145
Las Fuerzas Armadas y la sociedad argentina: el Plan de Acción Cívica
p. 149
Gendarmería se hace cargo de los jóvenes
p. 157
Argentinos! Marchemos hacia las fronteras, una experiencia de jóvenes
p. 168
El Liceo Aeronáutico Militar. La educación de jóvenes en manos de la Fuerza Aérea
p. 178
Ser Liceísta, ser del LAM
p. 187
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Cap. 5 Juventud, Iglesia Católica y dictadura
p. 198
La Iglesia Católica en dictadura
p. 199
La Iglesia Católica frente a los jóvenes
p. 202
Los jóvenes frente a la Iglesia Católica
p. 212
Cap. 6 Como si vivir fuese algo inconcebible. Culturas juveniles en dictadura
p. 232
De chetos pardos y rockeros
p. 233
La cultura del rock en Rosario durante la dictadura
p. 240
El control y el disciplinamiento sobre los espacios de sociabilidad juveniles
p. 251
Cap. 7 Militancia y participación política juvenil en dictadura. De la “apoliticidad” de los primeros años a la movilización pos Malvinas Los partidos políticos en dictadura
p. 262 p. 263
Militancia política juvenil en dictadura “Yo no sé cómo habrá vivido la gente que no militaba. No lo sé” Cap. 8 Nuevos y viejos jóvenes. La coyuntura pos 81 y el final de la dictadura Los jóvenes y el gobierno militar: de Galtieri a Bignone
p. 267 p. 285 p. 286
En movimiento. Cómo te explico? y Tiempos difíciles, el cuestionamiento desde la cultura
p. 295
De las preguntas a la acción participación política, movilización y nuevos horizontes juveniles
p.299
El tiempo después de Malvinas. Los jóvenes y la movilización contra la dictadura
p.304
Conclusiones
p. 321
Bibliografía
p. 332
Fuentes
p. 347
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Introducción
Cuando el dictador falleció en su celda del penal de Marcos Paz, hacía exactamente dos meses que había convocado -a través de una revista españolaa “los más jóvenes” aquellos “que hoy promedian entre 58 y 68 años, que aún están en aptitud física de combatir, que en caso de continuar sosteniéndose este injusto encarcelamiento y denostación (sic) de los valores básicos, ameriten el deber de armarse nuevamente en defensa de las instituciones básicas de la República…”1. El llamado se pronunció exactamente una semana antes del nuevo aniversario del golpe de estado de 1976. “Los más jóvenes” eran quienes 37 años atrás tenían entre 21 y 31 años de edad. Como siempre que se escuchan declaraciones de represores, la arenga militar erizó sensibilidades colectivas. Pero el enojo impide la pregunta y nosotros debemos preguntarnos ¿Por qué los convocados a la “defensa de las instituciones básicas de la República” eran aquellos que habían vivido la dictadura siendo los “mas jóvenes”? Es posible que sus palabras sólo tuvieran el propósito del impacto mediático, algo que efectivamente logró. Quizás sólo fuesen palabras tiradas al aire, como tantas otras que lanzó desde la cárcel. Pero quizás escondía parte de una convicción, que aquellos jóvenes debieron ser los herederos del “Proceso” y sus continuadores. En esta tesis me propongo indagar algunos aspectos de la dictadura que concurren con el interrogante señalado. Es evidente que las palabras del dictador Jorge Rafael Videla no fueron el puntapié inicial del recorrido que aquí proponemos. Tampoco lo concluyeron, más bien abonaban un cúmulo de reflexiones sustentadas en una investigación que inicié unos años atrás con el propósito de acercarme al estudio de las representaciones sobre la juventud y las experiencias juveniles en el espacio rosarino durante la última dictadura militar argentina. 1
“La nostalgia del dictador”, Pagina 12, 18/03/13, www.pagina12.com.ar.
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Las dificultades para ese estudio no eran pocas y se condensaban en la pregunta: ¿podíamos pensar juventud y dictadura? O mejor aún ¿por qué juventud y dictadura? La elección de la temática no fue azarosa, en mi tesis de licenciatura sobre la prensa local durante el período 1976/1981, había advertido inicialmente la insistencia de los medios por referirse a los jóvenes en aquellos años. Era evidente además que los primeros comunicados de la Junta Militar los convocaba a formar parte y ser los herederos del Proceso de Reorganización Nacional (en adelante PRN). Asimismo no desconocía la abundante literatura que hacía referencia a la visibilidad que los jóvenes y sus prácticas habían tenido en los últimos ‘60 y primeros ‘70 y cómo ellos dejaban de ser claves en las lecturas sobre la realidad social argentina de los años posteriores, reapareciendo nuevamente en la transición democrática. Los jóvenes se constituían así en una luz intermitente en la historia reciente argentina que emergía sólo en las coyunturas “necesarias”, cuando su presencia era innegablemente nítida. Las reflexiones anteriores fundamentaban una respuesta, se podía hablar de jóvenes en dictadura y en mi caso se volvía ineludible reconstruir la trama de esa luz intermitente, otorgarle historicidad a los jóvenes en tanto sujeto construido social e históricamente pero a la vez como colectivo, diferente del adulto, que entramó sus prácticas y vivencias en el marco de una dictadura. Delimitar qué juventud y a qué jóvenes abordar en la tesis fue uno de los primeros escollos que la bibliografía ayudó a definir. Recuperando los estudios que han abordado históricamente la temática concebimos la juventud como un constructo histórico social2, es decir, como el modo en que una sociedad -generalmente adultocéntrica3- percibe a los jóvenes, impone un rol específico, otorga valores, costumbres que condensan la supuesta esencia de ser joven y cómo esto se
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LEVI, Giovanni y Jean Claude SCHMITT. Historia de los Jóvenes, T. I y II, Taurus, Madrid, 1996. SOUTO, Sandra. ”Juventud, teoría e historia: la formación de un sujeto social y de un objeto de análisis”, en Revista HAOL, n°13, 2007.
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En este sentido queremos señalar a sociedades cuyo imaginario se despliega desde un ideal de vida adulta. Esto no implica pensar que la juventud se impone desde los adultos sino que esta se trama en ese imaginario social que señala la diferencia entre adulto y joven.
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traduce en las relaciones intergeneracionales4. Así cada sociedad crea a sus jóvenes, limitando no sólo su marco etario sino también características físicas, ocupacionales, de sociabilidad que les son propias según el “deber ser” de esa coyuntura. La acepción de juventud aquí referida nos obliga a dejar de lado concepciones arraigadas en determinadas perspectivas de la sociología de la juventud que pretenden otorgar características esencialistas a los jóvenes en tanto generación, y que incurren en considerarla un sujeto contestatario, rebelde, revolucionario así como también aquellas preocupadas por plantearla como una etapa de moratoria social. Ambas desde lugares diferentes impiden pensar históricamente el problema5. Si sostenemos entonces que la juventud es una representación que se construye históricamente, es decir, que en contextos históricos específicos las sociedades definen y redefinen que es ser joven6, el objetivo de esta tesis no es dar una definición de ella sino analizar y deconstruir las representaciones en torno a la juventud en dictadura. En esa línea recuperamos los planteos de Chartier al concebir a las representaciones colectivas en tanto sistemas de interpretación generadores de esquemas que producen y clasifican lo social, orientando y 4
FEIXA, Carlos. “Antropología de las edades”, en PRAT, Joan y Ángel MARTINEZ (eds.), Ensayos de Antropología Cultural. Homenaje a Claudio Esteva-Fabregat. Editorial Ariel, S.A., Barcelona, 1996. 5
En esa línea puede ser leído MARGULIS, Mario. La juventud es más que una palabra, Biblos, Bs.As., 1996. Otros trabajos cuyos análisis se centran en el estudio de los jóvenes en determinada coyuntura, han escindido las experiencias y prácticas de la materialidad en que estas se gestaron para constituirlas en valores universales. Ello suele constituirse generalmente en los análisis respecto de los movimientos juveniles de los años ‘60. Un trabajo que podríamos considerar se desliza implícitamente hacia esta perspectiva (a pesar de los resguardos metodológicos): BONVILLANI, Andrea; Alicia Itatí PALERMO, Melina VAZQUEZ y Pablo VOMMARO. “Del Cordobazo al kirchnerismo. Una lectura crítica acerca de los períodos temáticas y perspectivas en los estudios sobre juventudes y participación política en la Argentina”, en ALVARADO, Sara Victoria y Pablo VOMMARO. Jóvenes, cultura y política en América Latina: algunos trayectos de sus relaciones, experiencias y lecturas (1960-2000), Homo Sapiens, Rosario, 2010.
6
Respecto de la génesis de la juventud ver BALARDINI, Sergio. “De los jóvenes, la juventud y las políticas de la juventud”, en Última Década nº 13, CIDPA, Viña del Mar, 2000. Sobre las resignificaciones de ella en la posguerra ver PASSERINI, Luisa. “La juventud, metáfora del cambio social (dos debates sobre los jóvenes en la Italia fascista y en los Estados Unidos durante los años cincuenta)”, en LEVI, G. y J. C. SCHMITT, Historia de los jóvenes, op. cit. REGUILLO, Rossana. “Las culturas juveniles, un campo de estudio, breve agenda para la discusión”, en MEDINA CARRASCO, Gabriel (comp.). Aproximaciones a la diversidad juvenil, El Colegio de México, Centro de Estudios Sociológicos, México, 2000.
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organizando las conductas. En ese marco, Chartier pugna por una historia de sentidos y significaciones construidas en forma plural “en el reencuentro entre una proposición y una recepción, entre las formas y los motivos que les dan su estructura y las competencias y expectativas de los públicos que se adueñan de ellas”7. Esta primera opción teórica es ineludible para pensar el abordaje de la problemática, especialmente porque la tesis no pretende abordar a todos los jóvenes y experiencias juveniles, sino que se propone anclar las relaciones entre juventud y dictadura, es decir, en un contexto histórico específico acotado, el período 1976/1983 para entender cómo las representaciones respecto de los jóvenes y sus prácticas se configuraron en esa coyuntura. Así analizar históricamente la producción de juventud implica comprender cómo la sociedad resignifica en determinadas coyunturas qué es ser joven y su lugar en esa sociedad. En esa línea la tesis aborda un estudio que minimiza la condición etaria del sujeto (o al menos la entiende como parte de un marco más general de representaciones que la sociedad construye) y redimensiona los espacios institucionales, de sociabilidad y las prácticas consideradas “de jóvenes” que se habían consolidado previamente así como las características que adquirieron durante la dictadura. La hipótesis general que sustenta inicialmente la investigación propone pensar que la dictadura contribuyó a gestar nuevas formas de juventud que se construyeron desde el discurso y las prácticas del régimen de facto pero también desde aquellas instituciones que acompasaban su discurso al que se consolidó como hegemónico. Es decir, la tesis trata de demostrar que durante la última dictadura militar se instauraron nuevos sentidos y definiciones en torno a la juventud y al “deber ser” de los jóvenes, definiciones que, aun cuando no fueron unívocas, implicaron una redefinición de estos como parte de la sociedad argentina. Nos proponemos entonces advertir las representaciones en torno a la 7
CHARTIER, Roger, El mundo como representación. Historia cultural: entre práctica y representación, Gedisa, Barcelona, 1995, 2º edición, p. 11.
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juventud
que
se
construyeron
en
dictadura
en
el
espacio
rosarino,
representaciones que se anclaron en discursos y prácticas políticas específicas. A ese proceso debemos incorporar además el estudio respecto de las vivencias juveniles que esas prácticas y discursos acumularon. Es decir, cómo las políticas se inscribieron en las prácticas cotidianas juveniles, entendiendo que este no fue un proceso unidireccional ni homogéneo. En segundo lugar nos proponemos indagar sobre la emergencia de experiencias autónomas que se constituyeron en alternativas a los modos hegemónicos de concebir a los jóvenes. Uno de los primeros supuestos que sostenemos es que durante la dictadura y desde el gobierno de facto se tendió a crear discursivamente a la juventud como portadora de los ideales del PRN y beneficiaria del mismo. La construcción del nuevo sujeto social joven era el correlato necesario para el “orden” que los militares pretendían imponer. En este sentido enfatizamos aquellos planteos que señalan que la dictadura militar argentina implantada entre el ‘76 y el ‘83, al igual que otras experiencias del Cono Sur no sólo vinieron a restaurar el orden, tal como lo anunciaban sino que buscaban forjarlo. Para ello construyeron un régimen basado en el terror, la desaparición, la tortura y la muerte pero también en la implementación políticas tendientes a disciplinar y modificar los ámbitos político, económico, social y cultural8. Así redefinir el “deber ser” de los jóvenes formaba parte de ese contexto general de cambios que la dictadura pretendía imponer. En este sentido uno de los objetivos centrales de esta tesis es analizar el discurso que se constituyó respecto de los jóvenes en los años de la dictadura 1976-1983 entendiendo que no puede ser escindido del continuo proceso histórico en que se inscribe, es decir, obligando necesariamente a deconstruirlo en sus continuidades y rupturas con la etapa previa, especialmente el período 1973/1976. Si lo jóvenes habían entrado en la escena social y política argentina en la década previa al 8
En esa línea ver ANSALDI, Waldo, “Matriuskas del terror. Algunos elementos para analizar la dictadura argentina dentro de las dictaduras del Cono Sur”, en PUCCIARELLI, A. (coord.), Empresarios, tecnócratas y militares. La trama corporativa de la última dictadura, Siglo XXI, Buenos Aires, 2004. GARRETÓN, Manuel A., “Repensando las transiciones democráticas en América Latina”, en Revista Nueva Sociedad, Nº 148, Caracas, marzo-abril 1997.
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golpe de estado de marzo de 1976, para la dictadura fue necesario admitir la existencia del joven como un sujeto político que debía –según sus propios criterios- ser “desactivado”, y la necesidad de crear un sujeto nuevo, disciplinado y controlado. Ahora bien esos cambios en las construcciones discursivas fueron acompañados de políticas específicas hacia los jóvenes que se gestaron y pusieron en práctica durante esos años. Así otro de los objetivos implica analizar las estrategias de intervención diseñadas durante la última dictadura militar y direccionadas a los sujetos jóvenes. En esa línea uno de los nudos centrales de la tesis refiere a pensar cómo se implementaron diversas políticas de intervención respecto de los jóvenes desde diversas instituciones. Hemos enfatizado en especial el rol que jugaron las instituciones educativas en tanto instrumentaron nuevas prácticas de sociabilidad juveniles. A ello sumamos otras instancias de reorientación de las prácticas y actividades juveniles que exceden el marco de acción el gobierno de facto pero que incluyen a instituciones que acompañan y acompasan sus proyectos a los de régimen. A partir de allí nos acercamos a los diversos modos en los cuales las instituciones y sus miradas “adultas” conciben e instituyen discursos y prácticas juveniles. Si un aspecto importante de esta tesis refiere a los modos en que se crearon discursos y políticas que modificaron la configuración de las representaciones en torno a la juventud, otro de los problemas abordados refieren a las experiencias juveniles en el marco de la dictadura. En esa línea retomamos el concepto de experiencia de Thompson como categoría “que incluye la respuesta mental y emocional, ya sea de un individuo o grupo social, a una pluralidad de acontecimientos relacionados entre sí o muchas repeticiones de un mismo tipo de acontecimiento”9. Es decir, recuperar la experiencia implica entender el modo
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THOMPSON, Edward Palmer. La miseria de la teoría, Crítica, Barcelona, 1981, p.19. Ya en otra obra angular el autor refiere a esta concepción de experiencia pensada en articulación con el concepto de clase ya que la entiende resultado de las relaciones tejidas históricamente cuando “algunos hombres, de resultas de sus experiencias comunes (heredadas o compartidas) sienten y articulan a identidad de sus intereses a la vez comunes a ellos mismos y frente a otros hombres
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cómo tales políticas y discursos fueron resignificados, aceptados, incorporados o resistidos por quienes las vivieron en tanto eran -en un ejercicio dialéctico de construcción de representaciones- jóvenes. La experiencia se instituye así más que en un hecho vivido –y recordado- como el mecanismo por el cual cada acción individual y colectiva es entramada en un proceso social más complejo que le otorga densidad y sentido, trama que naturaliza esos acontecimientos vividos y los incorpora al continuo de la vida cotidiana. En esa línea complejizamos el concepto de experiencia recuperando aquellas perspectivas que proponen entenderla no como algo dado que el individuo vive sino como el modo en el cual los sujetos “son constituidos por medio de la experiencia” otorgando historicidad tanto a la experiencia como a las identidades que ella produce10. Esta propuesta se recupera al menos parcialmente en tanto consideramos que las experiencias se instituyen como hechos sociales en las relaciones que los sujetos construyen. En este caso las experiencias se constituyen -en el cruce con los sistemas normativos, políticas, creencias, discursos- en productores de lo juvenil, apropiando prácticas y normalizándolas en el continuo de la vida. En definitiva más que un estudio específico sobre la juventud lo que aquí proponemos es deconstruir la producción de la categoría juventud en dictadura, en tanto si al decir de Rossana Reguillo la juventud es “una categoría construida, pero las categorías son productivas, hacen cosas, son simultáneamente productos del acuerdo social y productoras del mundo”11, deconstruir esa categoría invita, en definitiva, a reflexionar sobre comportamientos y actitudes sociales en dictadura en torno los sentidos, roles y prácticas que se otorgan a esa juventud desde múltiples lugares. Esa definición nos convoca además a plantear la recuperación de espacios, discursos y prácticas propias que permitieron la emergencia de
cuyos intereses son distintos (y habitualmente opuestos) a los suyos”. En THOMPSON, Edward Palmer. La formación de la clase obrera en Inglaterra, Crítica, Barcelona, 1989. 10
SCOTT, Joan. “Experiencia”, en La Ventana, n° 13, 2001, pp. 49-50.
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REGUILLO, Rossana “Las cultura juveniles, un campo de estudio, breve agenda para la discusión” en Revista Brasileira de Educaçao, n° 23, 2003, p. 106.
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incipientes culturas juveniles12 y que reorientaron los interrogantes y las prácticas juveniles desde sus propias concepciones. En este sentido, lo que nos interesa especialmente es advertir las instancias en que más allá de las políticas específicas gestadas desde el estado y desde la mirada adulta, los jóvenes se pensaron a sí mismos generacionalmente y en forma autónoma, buscando proyectar en diversos sucesos sus propias preocupaciones. Lo señalado hasta aquí nos obliga a pensar una periodización que insista en privilegiar la coyuntura en que se expusieron con mayor contundencia discursos y políticas juveniles en dictadura. En ese sentido debe señalarse que apenas iniciada la dictadura se enfatizó desde los discursos castrenses el rol que los jóvenes debían ocupar en el nuevo contexto, discurso que fue una constante durante el periodo 1976-1981, perdiendo luego peso y significación. Por otra parte y aun cuando muchas de las políticas fueron ya de manifiesta presencia en la etapa inicial, lo cierto se construyeron y concentraron significativamente en torno a 1978/1980. La condensación de políticas en este período debe ser advertida. Si los primeros años se caracterizaron por la fuerte represión y depuración de aquellos sujetos que podían coincidir con el perfil de subversivo esgrimido por el régimen13; finalizada esta etapa, se perfilaron los distintos proyectos que buscaban reorientar las relaciones entre el régimen y la sociedad, y que en buena medida incorporaron políticas de acercamiento con ella. Parte de esas políticas fueron definidas en torno a quienes se consideraban los potenciales beneficiarios de la reorganización, los jóvenes.
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Preferimos la utilización del término culturas juveniles al de tribus urbanas, recuperando la definición planteada por Feixa y Porzio para quienes el término refiere “a la manera en que las experiencias sociales de los jóvenes son expresadas socialmente mediante la construcción de vida distintivos, localizados fundamentalmente en el tiempo libre, o en espacios intersticiales de la vida institucional. En un sentido más restringido define las microsociedades juveniles con grado de autonomía respecto de las instituciones adultas que se dotan de espacios y tiempo específicos”. Ver, FEIXA, Carlos y Laura Porzio “Los estudios sobre culturas juveniles en España (1960 -2003)” en Revista de Estudios de la Juventud, n° 64, 2004. 13
Seguimos aquí el planteo sugerido por Paula Canelo. Ver CANELO, Paula. El Proceso en su laberinto. La interna militar de Videla a Bignone, Prometeo, Buenos Aires, 2008.
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Diversas variables abonaron la idea castrense respecto de la necesidad de resignificar los vínculos entre régimen de facto y sociedad. En primer lugar, las expresiones de movilización y fervor popular emergentes en el marco del Mundial de Fútbol de 1978; si bien el fenómeno no puede ser caracterizado directamente como válvula de escape al miedo ni como expresión de absoluto consenso al régimen, lo cierto es que fue significativo incluso para las autoridades castrenses que buscaron apropiarse del acontecimiento. El tiempo festivo que proveyó el Mundial a la dictadura, fue además un tiempo de jóvenes. No sólo por la asociación habitual entre jóvenes y gesta deportiva sino porque muchos de ellos vivieron esos días como una breve experiencia de exteriorización de sus sentimientos, de alegría compartida por el triunfo o como forma de desahogo por lo silenciado. Más allá de los modos en que cada uno resignifica actualmente y otorga sentido a esa expresión colectiva de salir a la calle y vitorear a la selección -e inclusive al mismo Videla-, queda en evidencia que la manifestación pública frente al Mundial fue un acto genuinamente juvenil. A ello se suma además el conflicto con Chile por el canal de Beagle que fue adquiriendo un cariz en ocasiones minusvalorado. El conflicto no sólo activó la alarma militar respecto de la defensa del país y una posible guerra sino también modificó las percepciones sociales en torno a ello. Es posible pensar que ya finalizado el tramo más sangriento de la lucha contra la “subversión”, la redefinición de los objetivos en torno a otra guerra, ahora con un país vecino, permitió generar nuevas cuotas de apoyo social e inclusive pretendió gestar cierta cohesión al interior del ámbito castrense. Si como hemos señalado el primer lustro de dictadura intensificó sus discursos y políticas en torno a los jóvenes, los años restantes, aquellos de crisis del régimen y sus objetivos, señalan también una disminución drástica en las pretensiones de apropiación discursiva de los jóvenes como herederos del PRN. Sin embargo las políticas de la dictadura que intervinieron sobre sus espacios de acción y sociabilidad siguieron vigentes y buscaron inclusive institucionalizarse. Asimismo son jóvenes ‘colimbas’ aquellos que forman el grueso de los soldados que van a la guerra de Malvinas, una de las últimas cartas jugadas por el régimen en la 12
búsqueda de recomposición de su poder. Pero la etapa iniciada en 1981 no sólo refiere a un recorte planteado desde los cambios que impone el gobierno de facto, sino que nos obliga a considerar las alternativas que se crearon desde otros espacios y que cuestionaron aspectos parciales de la dictadura. En ese marco algunas de las primeras expresiones críticas incorporaban a los sectores juveniles. Cabe apreciar que la década del 80 marcó la proliferación y mayor visibilidad de culturas juveniles autónomas, señalando además el acompasamiento de jóvenes con las expresiones de movilización y críticas sociales que se direccionaron hacia el régimen. La emergencia de una cultura producida desde y para jóvenes, fue el puntapié inicial para la generación de nuevas prácticas sociales y políticas netamente juveniles que interpelaron a la propia dictadura en el período 1981/1983. Siendo que la condición juvenil es versátil y permite multiplicar al infinito variables de realidades juveniles14, se vuelven necesarias ciertas consideraciones. En primer lugar que la mirada gestada desde el régimen de facto (de varias instituciones y de parte de la sociedad) sobre los jóvenes estaba permeada por una matriz específica de construcción del estereotipo, es decir por determinado modelo de juventud que desde la propia sociedad y desde el estado se producía y reproducía. Ese estereotipo, como todos, dejaba en los márgenes determinados resquicios y experiencias juveniles. En segundo lugar las estrategias de intervención estaban supeditadas a su posible instrumentalización a través de las herramientas que el estado ya proveía y que habían sido creadas específicamente para vigilar, controlar, asistir, incorporar a los jóvenes. Los jóvenes a los cuales nos referiremos en esta tesis son una construcción abstracta articulada en torno a tres variables, a quienes se entendía, miraba y percibía como jóvenes, qué políticas se desarrollaron según esa concepción de juventud y quienes vivenciaban su puesta en práctica. En tanto aceptamos y sostenemos este recorte del objeto de estudio, no trabajamos todos las 14
BOURDIEU, Pierre. “La juventud no es más que una palabra”, en Sociología y cultura, México; Grijalbo, 2002
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representaciones construidas en torno a los jóvenes ni a todos los jóvenes, sino a un tipo definido de joven, aquel que la propia sociedad visibilizaba, aquel que se construía desde determinado estereotipo y que empalmaba muy claramente con aquel perteneciente a la clase media, real y simbólicamente. Es decir no solo aquellos que eran de clase media sino que se sentían o aspiraban a cierto ascenso social, jóvenes que siendo hijos de trabajadores iban a la escuela, iban a la universidad, y construían con sus pares prácticas de sociabilidad horizontales. Asimismo, en la medida que la mirada de la dictadura se direccionó sobre los jóvenes que se politizaron en el escenario social argentino de los años previos, y siendo que ellos constituían sin duda una mayoría de jóvenes de clase media15, las políticas de control y disciplinamiento así como las prácticas discursivas también tuvieron como foco significativo los sectores juveniles de clase media y sus espacios de sociabilidad. Con ello no pretendemos negar que esas intervenciones también afectaron a una buena parte de la población joven proveniente de familias trabajadoras. La salvedad va en otro sentido, no abordaremos aquellas intervenciones que afectando a sectores juveniles no fueron definidas pensando en ellos en tanto tales. Esto nos advierte respecto de la primera ausencia de esta tesis, no se habla aquí de las experiencias de trabajadores jóvenes, ni de las políticas que los afectaron en tanto trabajadores en ese contexto específico. Es necesario profundizar los fundamentos de este recorte. Cuando hablamos de trabajadores jóvenes estamos enfatizando en principio su condición de clase, donde ser joven es en definitiva un adjetivo. No se incurre en el mismo problema cuando hablamos de los estudiantes donde la condición juvenil pareciera inscripta en la propia cotidianeidad de su vida. Ello deriva de una diferencia sustancial, las escuelas son consideradas productoras de juventud, es decir, la institución escolar desde sus inicios y al menos hasta los años aquí estudiados16 son las que 15
VIANO, Cristina. “Militantes de los años ‘70. Una mirada desde el concepto de generación”, en Testimonios, año 1, n°1, 2009.
16
Cabe señalar que las escuelas no son productoras de juventud per se, sino que debe entenderse que sus orígenes están ligados a ese proceso. Ver Balardini. S. “De los jóvenes, la juventud…”, op.
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producen determinadas prácticas y sociabilidades juveniles. El mundo de trabajo en cambio es aniquilador de la juventud, en la medida que introduce al joven en el mundo productivo y por tanto, según las concepciones de esta época en el mundo adulto. La condición juvenil de un trabajador si bien no es meramente contingencia atañe a cuestiones que se resuelven en el mundo del trabajo, con lógicas, prácticas y políticas que no pueden autonomizarse de ese espacio17. En ese sentido no descartamos la posibilidad de un estudio sobre los trabajadores jóvenes, pero elegimos no incluirlos como un núcleo de esta tesis. Asimismo reconocemos que la subjetivación juvenil de las mujeres adquirió formas particulares pero ello no es objeto de tratamiento específico en esta tesis. En general, puede advertirse que el discurso militar refirió con mayor frecuencia al joven en abstracto pero las connotaciones que se le atribuyeron incorporaban elementos de masculinización del sujeto joven (donde los más frecuentes referían a la virilidad, fuerza y heroicidad). Ello no es casual, forma parte de los modos en que se gestaron las miradas en torno a los jóvenes desde los años 6018. A ello se suma otro elemento, las Fuerzas Armadas tenía ya una larga trayectoria en la gestación
de
vínculos
formales
de
relación
con
los
varones
jóvenes,
cit. Ello sin embargo pareciera haberse modificado en los últimos años donde la crisis de la escuela no sólo muestra su descomposición en tanto educadora sino también en tanto productora de juventud. Es posible pensar que en los últimos años la producción de juventud se ha construido desde otros espacios. Sobre esos cambios puede consultarse DUTCHATZSY, Silvia y Cristina COREA. Chicos en banda. Los caminos de la subjetividad en el declive de las instituciones, Paidós, Bs. As, 2009. Sobre Rosario y la emergencia de nuevas producciones de juventud a partir del mundo narco puede consultarse la obra del Club de Investigaciones Urbanas Rosario arde. A pura adrenalina arde, mimeo, 2013. Disponible en http://www.pdfcoke.com [última consulta 13/08/13] 17
En esa línea algunos trabajos se han destacado. Entre ellos mencionamos los trabajos de Silvia Simonassi quien en el marco de análisis respecto de las políticas de disicplinamiento y control sobre los trabajadores en dictadura, refiere a cómo ellas afectaron a los trabajadores jóvenes específicamente. SIMONASSI, Silvia. “‘A trabajar y muzzarella’. Prácticas y políticas de disciplinamiento laboral en la industria metalúrgica de Rosario, 1974-1983”, en Revista Historia Regional, Nº 25, Villa Constitución, 2007. De la misma autora “Conflictividad laboral y políticas disciplinarias en la industria metalúrgica de la ciudad de Rosario 1973-1976. Aproximaciones teóricas y estudio de caso”, en IHES, n° 22, 2007. Otra línea de indagación se plantea a partir de los estudios de casos que permiten enriquecer la mirada sobre experiencias fabriles específicas y las relaciones tejidas al interior de ese espacio. Ver LORENZ, Federico. Los zapatos de Carlito: una historia de los trabajadores de Tigre en la década del ‘70, Norma, Bs. As. 2007. 18
PASSERINI, Luisa. “La juventud, metáfora del cambio social (dos debates sobre los jóvenes en la Italia fascista y en los Estados Unidos durante los años cincuenta)”, en LEVI, G. y J. C. SCHMITT, Historia de los jóvenes, op. cit.
15
especialmente a través de la conscripción y esa impronta no pasa desapercibida. En esa línea aunque las políticas gestadas se dirigieron al conjunto de la población joven (varones y mujeres), en algunos casos derivó en políticas de acercamiento específicas respecto de los varones19. Por último cabe delimitar los anclajes sobre los cuales se construye esta tesis. En principio señalar la pretensión de definirla desde la historia social y local. Pensar la juventud como problemática de la dictadura y cómo las políticas hacia los jóvenes se consolidaron en un determinado espacio urbano implica alejarnos un tanto de la perspectiva político institucional -por lo menos en sus visos más positivistas-, e ir más allá de las intenciones y/o proyecciones de la dictadura para dimensionar los modos de asir esas experiencias socialmente. Las instituciones aquí estudiadas son no sólo el espacio habitado, continentes de las representaciones, políticas y de la misma cotidianeidad del sujeto joven, son además los espacios que permiten tejer la trama sobre la cual se direccionan las miradas hacia lo joven y son principalmente producto de las interacciones sociales, de los conflictos, luchas y reacomodamiento de los propios sujetos. Así, la tesis urde sus raíces en la historia local y urbana, entendiendo que un análisis micro nos permite tejer densamente las redes de relaciones que se constituyen en ese ámbito20. El espacio urbano, Rosario, definido y delimitado para nuestro objeto de estudio, permite dar cuenta del ejercicio dialéctico entre políticas, prácticas y experiencias al permitirnos enfocar la mirada en un hinterland acotado. La ciudad es el espacio que contiene probablemente la mayor densidad de huellas y marcas juveniles, más que un lugar establecido es la reconfiguración permanente de acciones y prácticas sociales21. En la ciudad se definen sus 19
Para facilitar la lectura, cuando hablemos de jóvenes referiremos a jóvenes tanto varones como mujeres. En el caso que nos detengamos en el estudio de cuestiones específicas ello se hará explícito, por ejemplo cuando abordamos las políticas desarrolladas por las Fuerzas Armadas hacia jóvenes varones.
20
PONS, Anaclet y Justo SERNA, “Más cerca, más denso. La historia local y sus metáforas”, en FERNANDEZ, Sandra R. (comp.) Más allá del territorio. La historia regional y local como problema. Discusiones, balances y proyecciones, Rosario: Prohistoria, 2007, p. 26.
21
REGUILLO, Rossana. La construcción simbólica de la ciudad: sociedad, desastre y comunicación, ITESO, México, 2005.
16
lugares de esparcimiento, de sociabilidad, de consumo; en ella además se emplazan lo espacios institucionales (y políticos) que el estado define, se los agrupa, los clasifica, los controla. En ella viven y disputan su vivencia; en la ciudad lo juvenil adquiere visibilidad. Rosario por otra parte no es un límite geográfico o administrativo definido, es la ciudad como espacio transitado por jóvenes, que abandonan el barrio para ir al centro, que van y vienen en el espacio regido por las coordenadas -económicas- del cordón industrial, es el espacio de llegada y movilidad de nuevos jóvenes que buscan seguir una carrera universitaria, que adquieren la dimensión de la urbanidad y que se quedan a vivir allí22. El recorrido propuesto con sus presencias y ausencias permite construir cierta cartografía de lo juvenil en la ciudad en la medida que abrimos un mapa sobre determinadas instituciones, marcas y prácticas juveniles creadas desde arriba, pero que son vividas y limadas por prácticas y acciones autónomas de los jóvenes, prácticas que no necesariamente se construían desde la resistencia pero que adquirían en ese contexto una lógica disruptora. Sobre los lineamientos metodológicos o la necesidad de “piernas robustas” En Pueblo en Vilo, Luis González retoma las tesis de otro historiador y las recomienda para quien pretenda hacer historia local, la receta incluye “madurez, lecturas amplias, mucha simpatía y piernas robustas”23. Si bien siempre me parecieron acertadas sus apreciaciones nunca lo fueron tanto como en la recopilación documental realizada para esta tesis. Especialmente la última máxima: “la exigencia de las piernas robustas alude a la necesidad que tiene el historiador pueblerino de recorrer a pie, una y otra vez, la sede de su asunto, y de visitar personalmente al mayor número posible de parroquianos”24.
22
La preocupación por reflexionar sobre juventud y espacio urbano ha abierto una línea de investigaciones significativas vinculadas especialmente al problema de la configuración de identidades juveniles. Ver: REGUILLO, Rossana, En la calle otra vez. Las bandas urbanas: identidad urbana y usos de la comunicación, ITESO, México, 1995. PORTILLO SANCHEZ, Maricela, “Juventud, identidad y ciudad”, en Andamios, vol. 2, n°4, 2006. TKACHUK, Carolina, “Hábitat juvenil y metrópoli: juventud y territorio”, en Última Década, n° 20, 2004.
23
GONZALEZ, Luis. Pueblo en vilo, Colegio de México, México DF, 1968, p. 11.
24
Ibid. p.12
17
La búsqueda de fuentes documentales sin duda requirió andar y desandar caminos. Especialmente porque a diferencia de otras temáticas, pensar las representaciones de juventud en dictadura obligaba a recorrer diversos universos documentales, escasamente reunidos. Los discursos respecto de los jóvenes y las políticas gestadas en dictadura se convirtieron en un mundo infinito y difícilmente asible. La delimitación del objeto de estudio tal como lo hemos expresado con anterioridad
permitió
sin
embargo
una
aproximación
que
se
recortaba
específicamente sobre un conjunto de fuentes escritas y que incorporaba sólo tangencialmente otras. Así una parte significativa del trabajo estuvo supeditada al relevamiento exhaustivo de discursos referidos a jóvenes durante la dictadura a fin de interpretar y reconstruir esas representaciones de juventud existentes y sus mutaciones a lo largo del período 1976/1983. En esa línea se ha considerado primordialmente los comunicados de la Junta Militar, las diversas intervenciones públicas y discursos de los miembros de la Junta en donde se refieren a la juventud. Se incluyen además las alocuciones de los interventores provinciales o municipales, los funcionarios ministeriales (especialmente de Educación y Cultura en los distintos niveles de la administración pública), los rectores de las universidades, los representantes de la Iglesia, las notas o editoriales de la prensa donde se habla de la juventud. Así el trabajo de recopilación de las fuentes documentales estuvo en gran parte supeditado a recuperar y analizar las diversas estrategias discursivas y representaciones en torno a la juventud, dando cuenta de las variaciones en el discurso según el contexto y según quien los nominase. Por otra parte, la revisión de las fuentes documentales permitió además relevar y analizar no sólo los discursos sino las políticas de intervención sobre los espacios considerados como propios de los jóvenes llevadas adelante en la ciudad, destacándose los cambios producidos en el ámbito educativo, escuelas secundarias y universidad. Otra línea de investigación corresponde a la regulación ejercida sobre los espacios de sociabilidad nocturna y espectáculos públicos, en tanto se consideraba que contravenían la moralidad y constituían focos de peligro para la formación de las personas jóvenes. 18
El relevamiento estuvo entonces supeditado a diversas fuentes escritas. Un cúmulo significativo lo constituye la prensa periódica local y en menor medida la prensa de alcance nacional. Entre los diarios locales destacamos especialmente La Capital, La Tribuna y diario Rosario. El primero con una tirada de sesenta mil diarios los días de semana y cien mil los domingos era el de mayor relevancia en la ciudad y la zona. Su importancia como fuente documental es en ese sentido significativa, no sólo porque permite un acercamiento a las diversas alocuciones referidas a los jóvenes, sino porque además el discurso producido y reproducido desde sus páginas se constituía en hegemónico en la región. Por su parte La Tribuna que se editó hasta 1980 si bien no fue una competidora respecto de la cantidad de lectores, se constituyó en diario que complementaba la información y discursos que La Capital publicitaba. El semanario Rosario y su posterior desarrollo como diario permitió encontrar una voz alternativa a la establecida por el diario local hegemónico. Su emergencia dio cuenta además de los cambios que comenzaban a avizorarse en la nueva coyuntura25. Pretendiendo abordar otras miradas respecto de los jóvenes y sus prácticas de sociabilidad hemos relevado también otros materiales que coyuntural y tangencialmente fueron significativos, revistas católicas de alcance nacional como las revistas Criterio y Didascalia26, la guía eclesiástica de 1980 así como los libros 25
LUCIANI, Laura. Entre el consenso, la censura y el silencio. Tesis de Licenciatura, mimeo, 2007.
26
Es necesario referir sintéticamente la trayectoria de ambas revistas. Criterio, de ideología católica había sido fundada en 1928 y desde sus inicios, fue una de las publicaciones que mayor peso tuvo en la formación de la elite católica del país. Su discurso fue variando a partir de las modificaciones que sufrió la revista según el contexto en que se inscribía. Para los años de la dictadura su director era el Presbítero Jorge Mejía e incluía diversas secciones donde se presentaban artículos de colaboradores, teniendo en ese marco una posición ambigua respecto del gobierno de facto, en ocasiones apoyando algunas iniciativas así como también permitiendo la publicación de cartas y documentos que distaban de congraciarse con el régimen. Respecto del posicionamiento de Criterio frente al golpe de estado puede consultarse BORRELLI, Marcelo. “Prensa Católica y dictadura militar. La revista Criterio frente al golpe de estado de 1976”, en Question, n°7, 2005. En línea http://perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/question/ [consultado el 06/06/12]. La revista se publica hasta la actualidad. Respecto de Criterio en sus primeros años ver ACHA, Omar, “Organicemos la Contrarrevolución, Discursos católicos sobre los géneros, la infancia y la reproducción a través de Criterio (1928-1943)” En ACHA, Omar y Paula HALPERIN. Cuerpo, género e identidades. Estudios de Historia de género en la Argentina, Ediciones del signo, Bs.As. 2000. Didascalia es una revista de catequesis de orientación salesiana creada en Rosario en 1941. Su fundador y primer director hasta 1960 fue el Provicario castrense Monseñor Victorio Bonamín. Le sucedieron el P. Héctor J. Valla hasta 1981 y luego el P. Néstor Noriega hasta 1996.
19
producidos por las Fuerzas Armadas en ese contexto. A ello sumamos además el relevamiento de diversas revistas tanto de tirada nacional, como local. De ellas hemos realizado un seguimiento pormenorizado de la revista Expreso Imaginario en tanto emergente de la cultura juvenil rockera. De las publicaciones locales vinculados a los jóvenes podemos referir la revista Boom surgida entre 1968 y 1969 en la ciudad, así como un conjunto de publicaciones que tuvieron gran difusión en el espacio local durante los últimos años de la dictadura, como la revista Risario, o diferentes revistas alternativas27. Asimismo para el análisis de políticas específicas vinculadas a jóvenes analizamos fuentes escritas de origen estatal, especialmente municipales y provinciales. En esa línea hemos relevado el censo municipal de 1980 y diversos decretos municipales en tanto refieren a acciones de gestión del gobierno de facto local, especialmente a los ámbitos de sociabilidad y esparcimiento urbano. Se han incorporado también otros documentos de índole institucional como son las normativas educativas dispuestas en las circulares escolares como los libros de actas de algunas escuelas específicas. Respecto del ámbito provincial un significativo aporte lo constituyó la creación del Archivo Provincial de la Memoria que cuenta con el acervo más importante de documentación de la provincia referido a la llamada Dirección General de Informaciones, una institución de carácter provincial que dependía del gobernador y que surgió en 1966 manteniéndose vigente hasta principios de la década del 9028. El archivo es sin duda significativo para rastrear las estrategias de control y Ver www.didascalia.org. Si bien es una revista editada en la ciudad de Rosario, desde sus inicios tuvo alcance nacional e implicó un desarrollo bastante significativo, al punto que produjo su propia empresa editorial. Para la década del ‘60 publicó diversos libros que se difundieron en Latinoamérica. Agradezco a Diego Mauro por los datos aportados. 27
Entre ellas mencionamos La revista Pobre, una revista literaria que salió en forma discontinuada durante la dictadura, algunos números de las revistas Acuarela, Sigma y los cinco números que se publicaron de la revista Desde la Jaula. También se han relevado en forma discontinua otras publicaciones periódicas de diferente tenor que referían a la temática, pero su importancia no fue significativa para la producción de esta tesis. 28
AGUILA, Gabriela “Las tramas represivas. Continuidades y discontinuidades en un estudio de caso. La Dirección General de Informaciones en la Provincia de Santa Fe, 1966-1991” en Sociohistórica, n° 13, 2013.
20
de inteligencia que emergieron en la sociedad santafesina durante los años de la dictadura. De tal archivo hemos relevado en forma minuciosa aquellos documentos correspondientes al área de Educación y Cultura durante el período 1976/1983, así como algunos de los partes policiales que son constitutivos de este acervo. A ello se suman, en menor medida, un conjunto de narrativas construidas desde lo testimonial y que bucean sobre diversos aspectos de lo juvenil en dictadura. Ese universo de fuentes incluye desde relatos no ficcionales y ficcionales así como también la producción de videos documentales referidos al período. Si las fuentes escritas fueron un cúmulo significativo del acervo con el cual se construyó esta tesis, no menor es el lugar que en ella se otorga a las fuentes orales. Aun cuando algunos autores plantean que la historia oral es una herramienta eficaz cuando no hay fuentes documentales, lo cierto es que en esta tesis su presencia adquiere además otro sentido, la preocupación por incorporar aspectos que las fuentes documentales no nos ayudan a delimitar, especialmente aquellas referidas a las experiencias. En ese sentido acordamos con Portelli quien asume que la historia oral le ha servido para enfrentarse a las palabras, las personas y las experiencias29. La historia oral convoca actos, recuerdos de quien narra su historia y nos obliga como historiadores a enfrentarnos con ello. La producción de fuentes orales nos permite entonces acercarnos a los modos en que las personas configuran y resignifican sus prácticas sobre determinados parámetros y le otorgan el sentido de “lo vivido”. Para algunos cientistas sociales que la historia esté mediada por la memoria de quien narra genera serios obstáculos, para otros y acuerdo con ese planteo, el potencial y la riqueza de la historia oral está precisamente en ello.
29
PORTELLI, Alessandro. “La verdad del corazón humano. Sobre los fines actuales de la Historia oral”, en Secuencia, n° 12, 1988. p. 2.
21
Se han entrevistado a treinta y un personas para esta tesis, de las cuales diecinueve fueron varones30 teniendo en común que todos ellos asistieron a la escuela media entre inicios de la década del 70 y la década del 80, aunque no todos culminaron sus estudios en ese período. Esto destaca que los motivos sobre las cuales se definieron las entrevistas fueron múltiples, sin embargo sus experiencias de juventud se construyeron generalmente sobre las variables de institucionalización que construían una primera identidad, todos fueron estudiantes secundarios y dos de ellos fueron liceístas, es decir cursaron sus estudios secundario en un liceo militar. Algunos fueron además universitarios. De quienes fueron estudiantes secundarios y/o universitarios había quienes conjugaban esa experiencia con la militancia política en algún tramo de su vida. Estaban los que habiendo construido su historia desde ambos lugares fueron además detenidos desaparecidos durante la dictadura. Estaban aquellos que realizaron la conscripción durante el período. También quienes participaron de algunos operativos específicos propuestos hacia los jóvenes como el operativo Argentinos! Marchemos hacia las fronteras. Tres de ellos tuvieron una activa participación en organizaciones católicas. Varios visitaban además los lugares de baile de moda, mientras que otros preferían el mundo de la cultura under y el rock. Y un reducido número de estos jóvenes además trabajaba. Como vemos las variables sobre las cuales transitar sus experiencias no tiene un sino determinado y si bien el primer acercamiento estuvo signado por algún hecho específico (ser estudiante, ser militante político, realizar la conscripción, etc.) la entrevista abrió las múltiples facetas que adquiría la identidad juvenil en dictadura, facetas que inclusive desbordan a los procesos aquí estudiados.
30
Si bien ese universo de entrevistas fue construido para esta tesis, se han trabajado además sobre otras entrevistas realizadas en el marco de proyectos anteriores. Los datos de las personas entrevistadas se consignan a lo largo del trabajo con el nombre de pila e inicial de apellido, excepto en tres casos, aquellos donde además hemos citado algún libro, escrito o nota periodística. Optamos por incluir el nombre completo para que el lector advierta que referimos a la misma persona.
22
La entrevista se anclaba inicialmente en una identidad particular, aquella que como entrevistadora imponía, y si bien corría el riesgo de sesgar la mirada, sus propios intereses respecto de qué contar otorgaron nuevos ritmos a la narrativa de sus pasados31. Ello sin embargo no impidió que en ocasiones necesitara más de una entrevista para indagar sobre aspectos inicialmente poco explorados. Siguiendo esa perspectiva la producción de fuentes orales también dependió de “piernas robustas”. No porque se entrevistara a un número infinito de personas hemos privilegiado sostener el testimonio desde lo significativo por sobre lo representativo32- sino porque la realización de entrevistas requirió necesariamente aceptar los tiempos de las personas así como sus ritmos. Ha implicado también la necesidad de desandar los recuerdos a través de las marcas e inscripciones de los espacios otrora transitados. Así la relación entrevistadora y entrevistado/a, se construyó en ocasiones a través del recorrido por patios de escuelas, aulas, pupitres, por el reconocimiento de esquinas, bares y barrios o recorridos imaginarios a través de álbumes fotográficos, películas vistas, libros leídos, canciones tarareadas. Un balance (provisorio) sobre los estudios respecto la última dictadura militar En la última década se ha incrementado el interés de los y las historiadoras por debatir, analizar y profundizar los estudios sobre historia reciente en Argentina. Esta preocupación por incorporar estas problemáticas al ámbito académico ha ampliado el campo de la historiografía y generado nuevos espacios de preocupación académica que, sin desmerecer los ya institucionalizados, dan cuenta de los intereses múltiples que se producen en el ámbito. Así, la historia reciente adquirió relevancia significativa en la última década. Ello derivó en la multiplicación de encuentros, jornadas, mesas que potenciaron el acercamiento 31
Respecto de la historia oral, la memoria y a identidad ver POLLACK, Michael. “Memoria e identidad social”, en POLLACK, Michael. Memoria, olvido, silencio. La producción social de identidades frente a la situación límite, ed. Al Margen, Bs. As., 2006. También JAMES, Daniel. Doña María: Historia de vida, memoria e identidad política, Manantial, Bs. As, 2004, 1º ed. 32
FRASER, Ronald. “La historia oral como historia desde abajo”, en Ayer n°12, 1993.
23
entre quienes bregaban por el reconocimiento de la historia reciente dentro de la disciplina, pero además puso en evidencia los tópicos sobre los cuales el campo se estaba constituyendo. La creación de las Jornadas de Trabajo sobre Historia Reciente, el aumento de mesas en las Jornadas Interescuelas constituidas en torno a la temática, la emergencia de posgrados específicos y el cúmulo de libros y revistas da cuenta de ese proceso33. Asimismo el estudio sobre historia reciente se articuló con dos problemáticas que se constituyeron claves en su desarrollo, los problemas de las memorias y la historia oral34. Como parte de estos estudios de historia reciente, un espacio particularmente prolífico refiere a las investigaciones sobre la última dictadura militar argentina que si bien algunos podían suponer eran inicialmente una moda pasajera, las producciones de historiadores e historiadoras han demostrado la relevancia que adquiere esta como objeto de estudio. La producción historiográfica respecto de la última dictadura sin embargo no abreva en el desierto. Las investigaciones de sociólogos, politólogos, investigaciones periodísticas y en escasas ocasiones de historiadores cimentaron los primeros caminos de investigación sobre la problemática. Sin ánimos de profundizar todas las iniciativas de investigación que se han realizado durante las décadas pasadas es necesario delimitar cuáles
33
Las revista Puentes, Políticas de la Memoria, Lucha Armada, Voces Recobradas así como la publicación de dossier y libros especialmente el de FRANCO, Marina y Florencia LEVIN. Historia reciente. Perspectivas y desafíos para un campo en construcción, Paidós, Bs. As. 2007 y el dossier del Anuario de la Escuela de Historia: Historia, Memoria y Pasado Reciente, Anuario de la Escuela de Historia, UNR, Nº 20, Homo Sapiens, Rosario, 2003/2004. Estas obras fueron significativas en tanto marcaron un momento inicial en las redefiniciones en torno a la historia reciente como campo problemático. Un libro compilado unos años después daba cuenta de los virajes y las nuevas redefiniciones de la historia reciente ya no como campo problemático sino consolidado. Ver BOHOSLAVSKY, Ernesto; Marina FRANCO; Marina IGLESIAS Y Daniel LVOVICH. Problemas de historia reciente del Cono Sur, Prometeo, Bs. As., 2010, t.1 y 2.
34
Un trabajo que fue pionero en estudios de historia oral en Argentina SCHWARSTEIN, Dora. La historia oral, CEAL, Bs. As., 1991. Ver además JELIN, Elizabeth. Los trabajos de la memoria, Sigo XXI, Buenos Aires, 2002. También GROPPO, Bruno y Patricia FLIER (comp.). La imposibilidad del olvido. Recorridos de la memoria en Argentina, Chile y Uruguay; Ediciones Al Margen; La Plata; julio 2001; DA SILVA CATELA. Ludmila. No habrá flores en la tumba del pasado. La experiencia de reconstrucción del mundo de los familiares de desaparecidos, Ediciones Al Margen, La Plata, 2001. CARNOVALE, Vera, Federico LORENZ y Roberto PITTALUGA (comps.), Historia, memoria y fuentes orales, CEDINCI, Buenos Aires, 2006.
24
fueron los núcleos de indagación sobre las que se asentaron la mayoría de los trabajos. En primer lugar los abordajes refirieron a las características que adquirieron el terrorismo de estado y la experiencia concentracionaria. Uno de los estudios pioneros en el estudio de la dictadura fue el de Eduardo L. Duhalde quien ya en 1983 publicó en España un libro sobre la temática varias veces reeditado35 en nuestro país. Allí el autor ponía de manifiesto un análisis sobre las características del terrorismo de estado, la implementación de la represión en toda su dimensión. No debe extrañar que los primeros trabajos sobre la dictadura intentaran analizar la lógica del terrorismo de estado y cómo esta se llevaba a cabo ya que, con la vuelta a la democracia, la sociedad tuvo necesidad de saber qué había ocurrido. En este sentido los primeros trabajos, que no provinieron del ámbito académico, son los que inicialmente se han encargado en documentar la violación de derechos humanos, la represión, la tortura, la desaparición de personas, el asesinato36. A estas obras le siguieron otras que en la década del ’90 incorporaron algunos análisis que -aun cuando no constituían un estudio general sobre la dictaduraabrían un nuevo espectro de ejes temáticos. Un trabajo de significativa importancia para el estudio de la dictadura argentina, aun cuando refiere a los procesos del Cono Sur en general, es la obra compilada por Manuel Garretón,
35
DUHALDE, Eduardo Luis, El estado terrorista argentino. Quince años después, una mirada crítica, Eudeba, Bs. As. 1999. Cabe consignar que en Argentina la primera edición fue realizada en el año 1985. Retomo aquí la edición citada, si bien ella contiene el texto original en tanto según el autor tiene un valor incluso testimonial, adiciona una primera parte donde amplía y corrige algunos temas ya tratados.
36
En esa línea consideramos al Nunca Más. Informe de la Comisión Nacional sobre la desaparición de Perdonas (CONADEP), Eudeba, Bs. As, 2005, 6º edición, 5º reimpresión. Cabe señalar que este informe realizado en 1985 tenía como objetivo recabar información sobre la represión durante la dictadura que sirvió como base judicial para el enjuiciamiento a las Juntas Militares. También pueden considerarse algunos relatos de no ficción, como Recuerdo de la muerte que, publicada a inicios de la democracia, relata la Historia de Jaime Dri quien estuvo detenido-desaparecido en distintos centros clandestinos, ver BONASSO, Miguel, Recuerdo de la muerte, Planeta, Bs. AS., 2003, 5º reedición.
25
Patricia Weiss Fagen y Juan Corradi, Fear at the Edge37 que se propone comprender los procesos de construcción de aquello que denomina “cultura del miedo” bajo regímenes dictatoriales; si bien no fue una obra de gran circulación su importancia reside en el tipo de abordaje multidisciplinar empleado para comprender los mecanismos que operaron como estrategias de paralización, apatía y pasividad en las sociedades atravesadas por gobiernos autoritarios, sustentando así la implementación de medidas represivas38. Hacia finales de la década Pilar Calveiro publicó un libro que marcó una ruptura en tanto indagaba sobre la experiencia concentracionaria, la relación centros clandestinos/ sociedad y la lógica del terrorismo de estado. Si bien Calveiro estuvo detenida ilegalmente en un centro clandestino su trabajo no es simplemente testimonial, es en este intento de indagación sobre la experiencia concentracionaria más allá de la experiencia personal donde reside la importancia del trabajo39. Trabajos más recientes que desde han recuperado la problemática represiva en dictadura, incorporando nuevos abordajes problemáticos. En esa línea la obra de Daniel
Feierstein
se
propuso
indagar
en
el
estudio
de
las
prácticas
concentracionarias en clave comparada con los procesos europeos y la introducción del concepto de genocidio para el estudio de las lógicas represivas locales40. Otro trabajo es el de Gabriela Águila quien indaga respecto de las lógicas represivas en el espacio del II Cuerpo de Ejército y analiza su articulación con las facetas públicas que adquirió el terrorismo de estado41. Su trabajo junto al 37
CORRADI, Juan, Patricia WEISS FAGEN y Manuel GARRETÓN (eds.) Fear at the Edge. State Terror and Resistance in Latin America, University of California Press, Berkeley and Los Angeles, 1992. Especialmente he retomado la primera parte “Miedo y autoritarismo”.
38
En una línea similar puede plantearse el trabajo de Juan Corradi editado en otra compilación y que recupera gran parte de los planteos que el autor realizara en aquel libro. Ver CORRADI, Juan, “El método de destrucción. El terror en la Argentina” en QUIROGA, Hugo y César TCACH, A veinte años del golpe, Homo Sapiens, Rosario 1996. Dicha compilación incorpora una serie de estudios sobre aspectos diversos de la dictadura. 39
CALVEIRO, Pilar, Poder y desaparición. Los campos de concentración en Argentina, Colihue, Bs. As, 2001.
40
FEIERSTEIN, Daniel. El genocidio como práctica social. Entre el nazismo y la experiencia argentina, FCE, Bs. As., 2007.
41
AGUILA, Gabriela. Dictadura, represión y sociedad en Rosario, 1976/1983. Un estudio sobre la represión y los comportamientos y actitudes sociales en dictadura. Prometeo, Buenos Aires, 2008.
26
de otros historiadores permiten abrevar en una línea de indagación que pretende redimensionar los modos en que se articularon las expresiones de apoyo y colaboración a la dictadura, es decir, redimensionar las claves que permiten comprender los vínculos entre sociedad y dictadura42. Otras de las líneas abordadas inicialmente fueron aquellas que retomaban el aspecto institucional y político al estudiar la dictadura militar. En esta línea pueden pensarse los trabajos del politólogo Hugo Quiroga por ejemplo; en El Tiempo del Proceso...43 realizaba una explicitación de la dictadura argentina y de las diferentes fases políticas por las cuales transitaron las Juntas Militares, aspectos que más recientemente fueron retomados por otros autores, otorgando mayores precisiones a dicho estudio. Estudios recientes se han preocupado por recuperar una línea de investigación respecto de las lógicas de institucionalidad del régimen. En esa línea podemos mencionar la extensa obra de los autores Vicente Palermo y Marcos Novaro así como aquella de Paula Canelo que ha destacado la necesidad de comprender los diversos proyectos que se plantearon al interior del régimen y mostraron las fisuras y diferencias existentes entre distintas facciones de las Fuerzas Armadas. Para la autora la imposibilidad de aglutinar a las fuerzas en torno a un objetivo común aquello que marcó la crisis de institucionalidad del Proceso de reorganización Nacional44. Otro núcleo de problemas lo constituye el estudio de los partidos políticos en dictadura. Un trabajo inaugural es el realizado por la politóloga María de los Ángeles Yannuzzi quien estudia el derrotero de los partidos políticos durante la
42
LVOVICH, Daniel. “Actitudes sociales durante la dictadura militar argentina: las organizaciones sociales y el diálogo político de 1980”. En BOHOSLAVSKI, Ernesto; Marina FRANCO; Marina IGLESIAS y Daniel LVOVICH. Problemas de historia reciente…, op. cit.
43
QUIROGA, Hugo, El tiempo del Proceso. Conflicto y coincidencias entre políticos y militares 1976-1983, Ross, Rosario, 1994. En esta línea un artículo más reciente del autor es “El tiempo del proceso”, en SURIANO, Juan (Dir.) Nueva Historia Argentina, Tomo 10, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2005.
44
NOVARO, Marcos y Vicente PALERMO, La dictadura militar 1976/1983. Del golpe de estado a la restauración democrática, Paidós, Bs. As., 2006. CANELO, P. El proceso en su laberinto, op. cit. también podemos señalar aquí una obra que pretende constituirse en síntesis SURIANO, Juan (dir.) Nueva Historia Argentina, Tomo X, Sudamericana, Bs. As., 2005.
27
dictadura, recuperando el rol que tuvieron los partidos legales en ese contexto45. En los últimos años se suman sin embargo nuevos estudios que cuestionando las miradas tradicionales respecto de la ausencia de actividad política en dictadura rastrean los derroteros de los partidos de izquierda en ese contexto46. Otro de los ejes iniciales de indagación refirió al estudio respecto de los trabajadores en dictadura. Dos trabajos se constituyeron en relevantes, un artículo de Ricardo Falcón publicado en la compilación A treinta años del golpe47 y un libro de Pablo Pozzi que se detiene en el estudio de los modos de oposición obrera a la dictadura. El trabajo hecha luz sobre las diversas modalidades de lucha gestadas en la dictadura durante el período 1976/1083, cuestionando la idea clásica de que el golpe de estado implicó el final de las acciones de protesta laboral48. A ellos se suman otros de índole más reciente que en el estudio de casos regionales o experiencias fabriles abrevan en el conocimiento respecto de las lógicas de disciplinamiento laboral y los modos particulares que adquirió la resistencia de los trabajadores a ese proceso49. A ello se sumaban los estudios sobre la económica en dictadura, en esa línea referimos al pionero trabajo de Jorge Schvarzer sobre la 45
YANNUZZI, María de los Ángeles, Política y dictadura. Los partidos políticos y el Proceso de reorganización Nacional, 1976-1982, Ross, Rosario, 1996. 46
En esa línea incluimos: OSUNA, Florencia. Las prácticas políticas de la izquierda no armada durante la última dictadura militar argentina (1976-1983). El caso del Partido Socialista de los Trabajadores-Movimiento al Socialismo, tesis de maestría, 2011. También AGUILA, Gabriela. “El partido Comunista Argentino entre la dictadura y la transición democrática (1976-1986)”, Historia Actual, n° 6, 2009. CASOLA, Natalia. “El partido Comunist a argentino y el golpe militar de 1976: las raíces históricas de la convergencia cívico-militar” en Revista Izquierdas, año 3, n° 6, 2010. CASOLA, Natalia “Política Obrera frente a la dictadura militar (1976-1983), ponencia presentada en el III Congreso Internacional de Historia Oral, 2009. Disponible en www.historiaoralargentina.org [última consulta 13/06/13] 47
FALCÓN, Ricardo, “La resistencia obrera a la dictadura militar”. En QUIROGA, Hugo y César TCACH, A veinte años del golpe… op. cit.
48
POZZI, Pablo. Oposición obrera a la dictadura (1976-1982), Buenos Aires, Contrapunto, 1988.
49
DICOSIMO, Daniel; “Dirigentes sindicales, racionalización y conflictos durante la última dictadura militar”, en Entrepasados, n° 29, principios de 2006. Del mismo autor “La op osición de los trabajadores en el disicpinamiento productivo durante la última dictadura militar. Una reflexión conceptual”, en Paginas n°1, 2008. Disponible http://www.revista.ishir-conicet.gov.ar/icindex.php /RevPaginas/index [última consulta 10/03/2012]. También SIMONASSI, Silvia “A trabajar y muzzarella…” op. cit., CARMINATI, Andrés. “Conflictividad obrera durante la última dictadura militar en Rosario y el “Cordón Norte del Gran Rosario”. El otoño caliente de 1977”, en DICOSIMO, Daniel y Silvia SIMONASSI (comp.). Trabajadores y empresarios en la Argentina de siglo XX: indagaciones desde la historia social, Prohistoria, Rosario, 2011.
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política económica de Martínez de Hoz y sumamos algunos de los trabajos compilados por Alfredo Pucciarelli más recientemente50. Otra línea de indagación que se desarrolló tempranamente fueron los estudios sobre Dictadura e Iglesia. Al trabajo pionero de Emilio Mignone se suma recientemente los trabajos de Martín Obregón, ambos referentes en la problemática51. Podemos incluir también los estudios sobre el rol de la prensa en dictadura y la censura cultural52. Sin detenernos pormenorizadamente señalamos además que los diversos estudios han abrevado en el desarrollo de distintas vertientes: derechos humanos, exilios, y la guerra de Malvinas son algunas de las problemáticas desarrolladas más recientemente53.
50
SCHVARZER, Jorge. La política económica de Martínez de Hoz, CISEA-Hyspamerica, Buenos Aires, 1986. CANELO, Paula "La política contra la economía: los elencos militares frente al plan económico de Martínez de Hoz durante el Proceso de Reorganización Nacional (1976-1981)" y CASTELLANI, Ana "Gestión económica liberal-corporativa y transformaciones en el interior de los grandes agentes económicos de la Argentina durante la última dictadura militar" ambas en PUCIARELLI, Alfredo (coord.), Empresarios, tecnócratas y militares. Las trama corporativa de la última dictadura, Siglo XXI, Bs. As., 2004. También CASTELLANI, Ana. "Intervención económica estatal y transformaciones en la cúpula empresaria durante la última dictadura militar (1976-1983)". En LIDA, Clara, Horacio CRESPO, y Pablo YANKELEVICH (comp.) Argentina, 1976. Estudios en tomo al golpe de Estado, El Colegio de México, México, 2007. 51
MIGNONE, Emilio. Iglesia y dictadura, Ediciones del Pensamiento Nacional, Bs. As., 1986. OBREGÓN, Martín. Entre la cruz y la espada. La iglesia católica durante los primeros años del ‘Proceso’, UNQ, Bs. As., 2005. Más reciente OBREGÓN, Martín “La iglesia argentina durante la última dictadura militar. El terror desplegado sobre el campo católico” en PEROTIN –DUMON, Anne (Dir.). Historizar el pasado vivo, p. 3. Versión en línea: http://www.historizarelpasadovivo.cl. [consultado el 10/02/2012]. Incluimos aquí otro trabajo que abreva en pensar desde otra perspectiva el problema, el lugar que ocuparon las peregrinaciones y movilizaciones católicas en ese contexto LIDA, Miranda. “Las masas católicas en los años de la dictadura, 1976 -1982”, en Entrepasados, n° 34, 2008. A ellos se suman varios trabajos per iodísticos destacamos VERBITSKY, Horacio. Doble juego. La Argentina católica y militar, Sudamericana, Bs. As., 2006. 52
BLAUSTEIN, Eduardo y Martín ZUBIETA, Decíamos ayer. La prensa argentina bajo el proceso, Colihue, Bs. As., 1998. DIAZ, César. La cuenta regresiva. La construcción periodística del golpe de estado de 1976, La Crujía, Bs. As., 2002. SABORIDO, Jorge y Marcelo BORRELLI. Voces y silencios. La prensa argentina y la dictadura militar (1976-1983), Eudeba, Bs. As., 2011. INVERNIZZI, Hernán y Judit GOCIOL, Un golpe a los libros. Represión a la cultura durante la última dictadura militar, Eudeba, Bs. As., 2003. AVELLANEDA, Andrés. Censura, autoritarismo y cultura. Argentina 1960-1983, CEAL, Bs. As., 1986, tomos I y II. 53
Sobre un balance historiográfico profundo sobre las nuevas temáticas y los temas ausentes ver AGUILA, Gabriela. “La dictadura militar argentina: interpretaciones, problemas y debates” en Paginas n°1, 2008. Disponible http://www.revista.ishir-conicet.gov.ar/icindex.php /RevPaginas/ index [última consulta 10/03/2012].
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Aun cuando la cuestión juvenil en dictadura no ha sido un núcleo de abordaje exhaustivo por parte de los investigadores del período, hay un cúmulo de trabajos que refieren a la problemática en etapas previas, especialmente dos son los ejes de análisis incorporados: aquellos que abrevan en estudios socioculturales respecto de las experiencias juveniles y quienes abordan el movimiento estudiantil54. Respecto de la dictadura no podemos dejar de mencionar trabajos de investigación que refieren tangencialmente a la temática. En esa línea señalamos un primer acercamiento realizado por Carolina Kaufmann y Delfina Doval al problema de la educación en dictadura así como los diversos libros compilados por Carolina Kaufmann sobre la temática. Sumamos además el libro compilado por Pablo Pineau55. Respecto de la misma temática pueden incluirse además el reciente trabajo de Laura Rodríguez sobre las políticas implementadas en dictadura y su relación con los cambios ministeriales producidos. También su artículo conjunto con Soprano respecto de la política universitaria
durante el
período56. A ello puede sumarse algunos análisis referidos a instituciones 54
Señalemos un trabajo pionero CATARUZZA, Alejandro "El mundo por hacer. Una propuesta para el análisis de la cultura juvenil en la Argentina de los años setenta", Entrepasados, nº 13, 1997. En los últimos años la problemática ha crecido significativamente. señalaremos aquí sólo algunos de ellos. BARTOLUCCI, Mónica. “Juventud rebelde y peronistas con camisa. El clima cultural de una nueva generación durante el gobierno de Onganía”, en Estudios Sociales, año XVI, 2006. ANDUJAR, Andrea. “El amor en tiempos de revolución: los vínculos de pareja de la militancia de los ’70. Batallas, telenovelas y rock and roll” en ANDUJAR, Andrea, Débora D´ANTONIO, Karin GRAMMATICO y María Laura ROSA (comp.). De minifaldas, militancias y revoluciones. Exploraciones sobre los ’70 en la Argentina, ediciones Luxemburg, 2009. MANZANO, Valeria. “Ha llegado la “nueva ola”: música, consumo y juventud”, en COSSE, Isabella, Karina FELITTI y Valeria MANZANO. Los ’60 de otra manera. Vida cotidiana, género y sexualidades en la Argentina, Prometeo, Bs. As. 2010. Sobre movimiento estudiantil: CALIFA, Sebastián. “El movimiento estudiantil en la UBA entre 1955 y 1976. Un estudio de la cuestión y algunos elementos para su estudio”, en BONAVENA, Pablo, Sebastián CALIFA y Mariano MILLAN. El movimiento estudiantil argentino. Historias con presente, Ed. Cooperativas, Bs. As. 2007. MANZANO, Valeria. “Cultura, política y movimiento estudiantil secundario en la Argentina de la segunda mitad del siglo XX”, en Propuesta educativa, n° 35, año 20, vol1, 2011. En el primer capítulo recuperaremos parte la bibliografía aquí enunciada e incorporaremos otra. 55
KAUFMANN, Carolina y Delfina DOVAL. Paternalismos pedagógicos, Laborde editor, Rosario, 1999; KAUFMANN, Carolina. (dir.) Dictadura y Educación, Miño y Dávila, Buenos Aires, 3 tomos; PINEAU, Pablo. (et. al) El principio del fin. Políticas y memorias de la educación en la última dictadura militar (1976-1983), Colihue, Bs. As, 2006. 56
RODRIGUEZ, Laura G. Católicos, nacionalistas y políticas educativas en la última dictadura, 1976/1983, Prohistoria, Rosario, 2011. ROGRIGUEZ, Laura G. y Germán SOPRANO. “La política universitaria de la dictadura militar en la Argentina: proyectos de reestructuración del sistema de educación superior (1976-1983)”, Nuevo Mundo. Mundos Nuevos, 2009. Versión on line http://nuevomundo.revues.org [última consulta 16/03/13]
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educativas específicas que abrevan en el estudio de casos específicos57. Respecto de las culturas juveniles pueden señalarse el estudio inaugural de Pablo Vila sobre el rock en dictadura y los más conocidos trabajos de Sergio Pujol al respecto58. Hasta aquí hemos realizado un breve recorrido por algunas de las obras publicadas respecto de los estudios sobre dictadura. El balance es en varios sentidos provisorio, en principio porque da cuenta de las líneas de indagación más prolíficas, dejando de lado aquellas cuyos derroteros ha sido más endebles, pero además porque no hemos abordado aquí la abundante bibliografía que discurre en diversas jornadas académicas, artículos dispersos en revistas académicas ni la incesante producción de tesis que se han desarrollado en los últimos años. Más bien dan cuenta de las lecturas iniciales de quien pretenda abordar aspectos específicos respecto de la dictadura. Ese recorrido inicial, sin embargo se abre y multiplica a lo largo de las páginas de esta tesis, en ella recuperaremos las obras que trazan una conexión con la problemática abordada y que no han sido incluidas aquí. Estructura de la tesis Esta tesis se construye sobre ocho capítulos. En el primero abrimos una mirada general sobre los procesos sociales, políticos, económicos, culturales de la coyuntura previa al golpe de estado de 1976. Nos interesa allí indagar respecto de cuáles fueron los cambios operados en las prácticas juveniles y como ellas se
57
Dos son las obras más importantes realizadas desde las disciplinas sociales que abordan el estudio de instituciones en dictadura GARAÑO, Santiago y Werner PERTOT. La otra Juvenilia. Militancia y represión en el Colegio Naciona de Buenos Aires 1971-1986, ed. Biblos, Buenos Aires, 2002. GARCÍA, Natalia, Historia sociocultural, política y educativa de la Biblioteca Popular Constancio C. Vigil (1931-1981), mimeo, 2013. Si Bien la autora centra su trabajo en la historia de la Biblioteca Popular, se dedica in extenso al estudio de la escuela secundaria creada por la misma institución y los cambios que se definen en ella durante la dictadura.
58
VILA, Pablo. “Rock nacional. Crónicas de la resistencia juvenil”, en JELIN, Elizabeth. Los nuevos movimientos sociales: mujeres, rock nacional, CEAL, Bs. As., 1985. PUJOL, Sergio. Rock y dictadura. Crónicas de una generación (1976-1983), Emecé, Buenos Aires, 2005. PUJOL, Sergio. “El que no salta es un militar: rock, recitales y política en Argentina (1976-1983), en BOHOSLAVSKY, Ernesto, Marina FRANCO, Mariana IGLESIAS y Daniel LVOVICH (comps.). Problemas de historia reciente del Cono Sur, Prometeo, Bs. As., 2010.
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insertaron en ese proceso más general. Asumir la existencia de esos cambios permite sostener la hipótesis que se desarrolla a lo largo del resto de los capítulos y que asevera que la dictadura pretendió crear una nueva juventud, acorde con el PRN y para ello debió avanzar sobre aquellos procesos gestados en la etapa previa. Así en el segundo capítulo pretendemos analizar cómo se construyó el discurso castrense en torno a los jóvenes, sus prácticas de sociabilidad e instituciones que los contenían. Nos proponemos rastrear las diversas apelaciones a los jóvenes, sus matices y complejidades para comprender cuáles fueron sus características más significativas y que rol otorgó el régimen a los jóvenes en su agenda. El tercer capítulo analiza qué políticas se introdujeron desde la dictadura y modificaron las prácticas y relaciones al interior de las instituciones educativas. En ese sentido nos proponemos comprender qué particularidades tuvo ese proceso en las escuelas medias de la ciudad, cómo se llevaron adelante y cuánto afectaron a vida y las prácticas cotidianas en el ámbito institucional. Abordamos además un estudio respecto de la Universidad Nacional de Rosario en esos años para entender cómo se internalizaron las políticas universitarias en el ámbito local durante el primer lustro de la dictadura. Para ello rastreamos cuáles fueron las políticas centrales que se delinearon y que implicancias tuvieron en la cotidianeidad de la vida en los claustros. En el cuarto capítulo se aborda la gestación de políticas específicas hacia los jóvenes que se desarrollaron desde las Fuerzas Armadas indagando sobre algunas experiencias específicas: la implementación de los Planes de Acción Cívica, a participación de dos escuelas rosarinas
en el operativo
Argentinos! Marchemos hacia las fronteras y la creación del Liceo Aeronáutico militar de Funes. El quinto capítulo, se aleja de lo expuesto hasta el momento. Allí nos proponemos abordar los discursos y las prácticas instituidas desde la Iglesia en pos de los jóvenes. En ese marco analizamos cuáles eran los discursos hegemónicos de la institución al respecto y cuáles fueron las expresiones y formas de sociabilidad juveniles católicas que se gestaron en el espacio de la ciudad durante esos años. 32
Los capítulos sexto y séptimo desde lugares distintos, abrevan en el estudio de formas de acción y sociabilidad autónomas que se gestaron durante los años de dictadura. En el primero de ellos indagamos en el estudio de las culturas juveniles en dictadura y la significación que tuvieron en ese contexto. Nos interesa especialmente comprender qué impacto tuvieron como prácticas de sociabilidad juvenil en la vida de quienes transitaban esas experiencias. En esa línea nos detenemos con mayor especificidad en la cultura rockera y las particularidades que ella adquirió. En el siguiente capítulo abordamos específicamente la militancia política juvenil en los años de la dictadura para comprender qué derroteros siguieron las prácticas políticas así como los sentidos que adquirió la pertenencia partidaria en aquellos años. En el último capítulo recuperamos el período 1981/1983, indagando sobre las modificaciones en la institucionalidad del régimen y su crisis y cómo ellas marcaron variaciones respecto de las formas de definición de la juventud. Asimismo nos proponemos reflexionar en torno a cómo la guerra de Malvinas modificó las percepciones sociales respecto de los jóvenes y qué características asumieron las prácticas juveniles en esa etapa de la dictadura.
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Capítulo 1 Jóvenes en la historia reciente argentina, sujetos de consumo, sujetos políticos En este capítulo nos proponemos abordar la emergencia de los jóvenes como sujetos sociales y políticos en la Argentina de los “años ‘60”59. No desconocemos, sin embargo, la existencia de representaciones, culturas y espacios vinculados a ellos -especialmente varones- en una etapa previa60. Aquello que advertimos aquí son los cambios y resignificaciones que se produjeron en esta coyuntura y que 59
Como plantea Gilman, la expresión los años ‘60 se constituyen como una unidad de sentido que debe ser desnaturalizada, especialmente porque su utilización conlleva la cohesión y abstracción de procesos histórico concretos. Por otra parte los ‘60 no son los mismos según qué procesos históricos estemos observando. En este capítulo intentaremos dar sentido a esa unidad, enfocando nuestra mirada sobre los jóvenes. Ver GILMAN, Claudia. “Los ‘60/ ‘70 considerados como época”, en GILMAN, Claudia. Entre la pluma y el fusil. Debates y dilemas de escritor revolucionario en América Latina, Siglo XXI, Bs. As., 2012. Sobre otra periodización ver TERÁN, Oscar. Nuestros años sesenta. La formación de la nueva izquierda intelectual en la Argentina 1956-1966, Punto .Sur, Bs. As., 1991. Además CARDOSO, Irene “A generaçao dos anos 60. O peso de uma herança”, Revista Tempo Social, n°2 (2005). En http://www.scielo.br/ [consulta r ealizada el 30/09/11]. 60
En la historia argentina del siglo XX, los jóvenes tuvieron momentos de significativa irrupción pública. El movimiento por la reforma universitaria de 1918 fue sin dudas un hito inicial, con ello se planteó la demanda por la renovación en el ámbito académico considerado arcaico y elitista. Ese proceso implicó por un lado la politización de aquellos jóvenes que tenían acceso a la educación universitaria y por otro la generación de órganos representativos de los estudiantes como la Federación de Universitaria Argentina. Para Biagini la Reforma Universitaria abrió a una temprana y breve cultura juvenil en Argentina. Ver BIAGINI, Hugo. La Reforma Universitaria. Antecedentes y consecuentes, Leviatán, BS. As., 2000, p.18. También PORTANTIERO, Juan Carlos. Estudiantes y política en América Latina, 1918-1938. El proceso de la reforma universitaria, Siglo XXI, Bs. As., 1987. Otro momento significativo del movimiento estudiantil se produjo en 1958 en la lucha por la educación laica o libre, en el marco de la apertura de la matriculación en universidades privadas. Al respecto ver BARTOLUCCI, Mónica. “Revueltas, tomas y bataholas juveniles durante el conflicto Laica o Libre en Mar del Plata”, en www.historiapolitica.com [consulta online 18/03/13]. Por otra parte, la preocupación por los jóvenes llevó a organizaciones políticas e instituciones a incorporarlos tempranamente en su agenda, surgiendo así en 1918 la Federación de Juventudes Socialistas y en 1921 la Federación de Juventudes Comunistas. Respecto de la militancia juvenil ver GILBERT, Isidoro. La Fede: alistándose para la revolución, Sudamericana, Buenos, Aires, 2011; GARCIA, Delia María “Juventud y militancia política en los ’30. El caso de Mar del Plata”, 3° Jornadas sobre la política en Buenos Aires, 2008, en www.historiapolitica.com [consulta online 18/03/13]. Para un estudio de la Juventud Peronista en el primer peronismo ver ACHA, Omar. Los muchachos peronistas. Orígenes olvidados de la Juventud Peronista (194-1955), ed. Planeta, Buenos Aires, 2011. En el capítulo 3 retomaremos algunos de los trabajos que han centrado su análisis en el movimiento juvenil católico. La presencia de jóvenes no sólo puede ser leída en clave del movimiento estudiantil, su politización o su incorporación desde las prerrogativas “adultas”, sin embargo una propuesta que amplíe la mirada sobre estas cuestiones en la primera mitad del siglo excede los objetivos de esta tesis.
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modificaron sustancialmente las experiencias de las nuevas generaciones juveniles, su relación con la sociedad y su lugar en ella, permitiendo configurar modos específicos de comprenderlos socialmente. Reconocer la fuerza con la cual impusieron nuevas formas de prácticas y discursos en torno a ellos no implica minimizar los cambios económicos, sociales, políticos que se desarrollaron en la Argentina de entonces. Por el contrario nos proponemos abordar la problemática a fin de enriquecer los diversos enfoques desarrollados para el período. En ese sentido si bien son significativos los señalamientos generales que suelen realizarse respecto de cómo la cultura juvenil tuvo una impronta significativa en los procesos de cambio, y especialmente en la radicalización política de la Argentina de finales de los ‘60, pocos han sido los trabajos que desde el estudio de las juventudes han irradiado su mirada sobre aquellos procesos. La emergencia de los jóvenes como sujetos de consumo, sociales y políticos no fue un proceso exclusivo del caso argentino, por el contrario este se inscribía en una realidad más general que vivían los países occidentales61. En ese sentido si bien la irrupción de una cultura juvenil en Argentina encontraba rasgos de similitud y empalmaba con las modificaciones en el ámbito cultural y a la emergencia de un mercado a su medida ocurridas en otras partes del mundo, es necesario comprender cómo ellas se insertaron en la realidad económica, social y política de la Argentina y qué características específicas adquirió en esta parte del continente. Argentina en la posguerra y el escenario de nuevas culturas juveniles Una mirada de largo aliento sobre la economía argentina entre las décadas de 50 y 70 señala que se profundizó el proceso de industrialización por sustitución de importaciones pero reorientado hacia los bienes intermedios y de consumo durable. Ese proceso estuvo caracterizado por el ingreso masivo de capitales extranjeros que se invirtieron en las áreas más dinámicas de la economía. A pesar de las crisis recurrentes el desarrollo económico e industrial del país señaló índices de crecimiento significativos que convergían con el mantenimiento de 61
HOBSBAWM, Eric. Historia del siglo XX, Crítica, Barcelona, 1998.
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bajas tasas de desempleo, el aumento en los niveles de ingresos, la ampliación del sector público como proveedor de bienes y servicios y la expansión del empleo asalariado de clase media62. Según los datos citados por Javier Auyero y Rodrigo Hobert, mientras que la ocupación en la industria se mantuvo estable entre finales de los ‘40 y principios de los años 70, se expandió significativamente el sector terciario, absorbiendo más del 70% del empleo no agropecuario en la década de ‘6063. El crecimiento de la clase media y las posibilidades de ascenso social no impidieron que la clase obrera fuese un actor principal en esta coyuntura, especialmente gracias a los nuevos cordones industriales que crecían cercanos a algunas de las grandes ciudades del país. Su composición sin embargo se estaba modificando señalando fuertes diferencias entre los trabajadores de las viejas y las nuevas industrias. A modo de ejemplo, y a sabiendas que no es el único caso, podemos señalar el impulso industrial producido en el Gran Rosario. Según el censo económico de 1960 allí se concentraba el 62% de las industrias radicada en la provincia. Asimismo en la región sur de Santa Fe se asentaba más del 90% de las inversiones extranjeras, dirigidas en su mayoría a la industria de siderurgia, química y Petroquímica cuyo eje de asentamiento iba desde Villa Constitución, a Rosario para extenderse hasta San Lorenzo en zona norte64. La zona concentraba un número significativo de trabajadores calificados vinculados a esa industria dinamizando la sociedad. Asimismo las particularidades que adquirió el desarrollo económico modificaron sustancialmente la sociedad argentina de entonces. En primer lugar alentaron a la concentración de la población en las grandes urbes cuyos polos de desarrollo estaban sustentados en el proceso de industrialización. Asimismo el aumento de 62
AROSKIND, Ricardo: “El país del desarrollo posible”, en JAMES, Daniel. Violencia, proscripción y autoritarismo (1955-1976), Nueva Historia Argentina, Sudamericana, Buenos Aires, 2007, t. IX. La expansión de la clase media, sin embargo había tenido sus primeros impulsos durante el peronismo. Ver: ADAMOVSKY, Ezequiel. Historia de la clase media argentina. apogeo y decadencia de una ilusión, 1909-2003, Planeta, Buenos Aires, 2012, p. 288.
63
AUYERO, Javier y Rodrigo HOBERT, “¿Y esto es Buenos Aires? Los contrastes del proceso de urbanización”, en JAMES, Daniel. Violencia, proscripción…, op. cit., p. 222.
64
VIANO, Cristina. “Una ciudad movilizada (1966-1976)”, en PLA, Alberto (comp.). Rosario en la historia (de 1930 a nuestros días), t. 2, UNR editora, Rosario, 2000, p. 29.
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los ingresos y la estabilidad laboral permitieron una fuerte expansión de las pautas de consumo así como un significativo crecimiento de la clase media en comparación con países latinoamericanos y europeos65. A ellos se sumaban otras modificaciones que afectaban particularmente a las generaciones jóvenes, destacando el crecimiento sostenido de la inserción escolar. De hecho la matrícula de las escuelas medias se había expandido entre 1955 y 1965, de 489.000 a 789.000, incorporando paulatinamente a jóvenes pertenecientes a sectores trabajadores y aumentando el número de mujeres escolarizadas66. El ingreso y permanencia en la escuela secundaria, evidenciaban la brecha entre esta nueva generación y sus antecesores. Silvia, una entrevistada nos señalaba: “De mi familia y creo que fue en general de todo un sector de la sociedad argentina… Mi generación, prácticamente la mayoría de los primos y las primas terminaron la escuela secundaria. Mientras que mi mamá y sus hermanas y hermanos prácticamente no terminaron la escuela primaria. Una sola de mis tías (…) la más chica terminó la secundaria. Había de algún modo esa condición de ascenso social. Y yo ya lo tuve, yo ya lo viví, mis primos también”67.
El acceso a los estudios superiores también se expandió. Entre 1958 y 1967 el número de estudiantes universitarios de todo el país se incrementó en un 75%68. En Rosario, donde ya funcionaban facultades pertenecientes a la Universidad Nacional del Litoral se creó en 1968 la Universidad Nacional de Rosario. Asimismo
65
DALLE, Pablo. “Estratificación social y movilidad en Argentina (1870-2010). Huellas de su conformación socio-histórica y significado de los cambios recientes”, en Revista de trabajo, año 6, n°8, 2010, p. 65. Disponible en www.trabajo.gov.ar [última consulta 13707/13]. Para un estudio más profundo de la problemática puede consultarse TORRADO Susana. Estructura social de la Argentina 1943 -1983, ed. de la Flor, Buenos Aires, 1994. 66
MANZANO, Valeria. “Cultura, política y movimiento estudiantil secundario en la Argentina de la segunda mitad del siglo XX”, en Propuesta educativa, n° 35, año 20, vol1, 2011, p. 42.
67
Silvia C. Realizó parte de sus estudios secundarios en la escuela Dante Alighieri entre 1972 y 1975, participando de las tomas del colegio. Fue militante del PST. En 1977 retomó la escuela secundaria nocturna en el Nacional 1 y en el año 78 se radicó en Buenos Aires, regresando a Rosario ya en democracia. Entrevista realizada en agosto de 2011.
68
COUSINS, Cyrus Stephen. “General Onganía and the Argentine [Military] Revolution of the right: anticommunism and morality, 1966-1970”, en HAOL, n°17, 2008, p. 72.
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la población estudiantil creció exponencialmente, si en 1970 había más de 15.000 estudiantes matriculados en 1975 llegaba casi a duplicarse69. El proceso de crecimiento económico, desarrollo urbano, y posibilidades de ascenso social que caracterizó al país hacia mediados del siglo XX se combinó con un período de oscilación entre gobiernos dictatoriales y democráticos abierto tras la caída de Perón en 1955, coyuntura que se ha caracterizado como de “empate hegemónico”70. Uno de los rasgos más sobresalientes de ese período es la resignificación del rol de las Fuerzas Armadas y de su intervención en la vida política del país71. A ello se sumaron los diversos esfuerzos por desperonizar a la sociedad argentina, que convergieron en la proscripción política del peronismo y las pretensiones de desmantelamiento del aparato sindical así como de los vínculos entre el líder y la clase trabajadora72. El golpe de estado impuesto en 1966 implicó el intento de la salida de ese empate a través de la implantación de lo que algunos cientistas sociales han denominado el estado burocrático autoritario al tiempo que se proponía el reordenamiento estructural del país, todo ello en un marco de intensas modificaciones en la estructura social del país. Recordemos que la nueva dictadura militar instaurada en 1966 se proponía entre sus objetivos iniciales reencauzar la moral de la sociedad argentina en sus canales tradicionales. Para ello se combinaba el mantenimiento de una estrategia de desarrollo modernizador con nuevas cuotas de autoritarismo73. En ese proceso algunas de las medidas proscriptivas no sólo involucraban a instancias políticas, gremiales y a la universidad sino también se manifestaron en diversos ámbitos de 69
VIANO, Cristina. “Una ciudad movilizada…” op. cit., p.35.
70
PORTANTIERO, Juan Carlos. “Economía y política en la crisis argentina 1958-1973”, en revista Mexicana de Sociología, n° 2, 1977.
71
POTASH, Robert. El ejército y la política argentina 1962-1973, Sudamericana, Bs. As., 1994.
72
JAMES, Daniel. Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina 19461976, siglo XXI, Buenos Aires, 2005.
73
Para un estudio sobre el onganiato ver O’ DONELL, Guillermo. El estado burocrático autoritario, ed. Belgrano, Bs. As. 1982; ANZORENA, Oscar. Tiempo de violencia y utopía. Del golpe de Onganía (1966) al golpe de Videla (1976), Ediciones del Pensamiento Nacional, Bs. As., 1998. Para un análisis sobre las campañas moralizadoras en este período ver COUSINS, C. S. “General Onganía…” op. cit.
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sociabilidad. El gobierno de Onganía tuvo en los primeros años un relativo éxito en el sostenimiento de su política represiva que desactivó los focos de conflicto político y gremial. Sin embargo era ya evidente que algunos sectores sociales entraban en contradicción con los objetivos y proyecciones del régimen. Hacia finales de la década, la sociedad argentina había entrado en una fase de radicalización hasta entonces no conocida y que se potenciaba desde dos sujetos sociales visibles por entonces: la clase obrera y los sectores juveniles. En ello confluyeron las especificidades que adquirió la Argentina en el contexto de la dictadura y las ondas expansivas provenientes de experiencias político culturales internacionales que transgredían el statu quo establecido. Si los años ‘50 fueron, especialmente en América Latina, aquellos en que se discutió en torno a la modernización y el desarrollo74, los ‘60 trajeron consigo el ideal revolucionario y la redefinición del discurso antiimperialista. Muchos fueron los procesos que abonaron ese camino: las guerras de Corea y Vietnam, los procesos de descolonización en el llamado Tercer Mundo, la guerra de Argelia, el Concilio Vaticano II y la redefinición del rol social de la Iglesia, el conflicto chino-soviético pero especialmente la revolución cubana de 195975. En el caso argentino la relectura de la realidad internacional y su combinación con la situación local implicó la
desestructuración de los modos tradicionales de hacer política. En
principio porque trastocó las lógicas de los partidos tradicionales de izquierda que se fracturaron internamente. En ese proceso se referenciaba la impugnación al marxismo esquemático a la luz de los acontecimientos internacionales, la
74
América Latina combinaba una realidad compleja y diversa. Con una tasa de crecimiento poblacional alta -y relativamente joven- en relación al resto del mundo, seguía siendo un subcontinente donde el 60% de su población era campesina. Para mediados de siglo XX convergían sendos debates académicos y políticos respecto de su rumbo económico, el carácter dependiente de estos países en el marco del sistema capitalista y las potencialidades para su desarrollo; donde se sumaban además experiencias políticas que eran, en muchos casos, de corte autoritario. PLA, Alberto. América Latina, siglo XX: Economía, sociedad, revolución, ed. de la Biblioteca, Caracas, 1980, pp. 15 y ss.
75
Habiendo iniciado su derrotero como movimiento antidictatorial, se convirtió para vastos sectores sociales en ‘el sueño latinoamericano’. No era sólo la pequeña isla enfrentada al imperialismo yanqui, era además una dirigencia joven (los revolucionarios no tenían más de cuarenta años) que se había enfrentado a una dictadura y llevado la lucha el socialismo.
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recuperación de nuevos referentes teóricos y la reinterpretación de la clase trabajadora argentina y su arraigo peronista76. En ese mismo marco la clase obrera reorientaba y reorganizaba sus discursos, prácticas y vínculos con el resto de la sociedad en torno a la lucha contra la dictadura militar. Como ya señalamos el sector se había modificado en la coyuntura posperonista, donde las ramas dinámicas de la actividad industrial permitieron el crecimiento de sectores obreros calificados. Paradojalmente los diversos intentos de desarticulación de los vínculos entre trabajadores y peronismo permitieron la emergencia de nuevas organizaciones gremiales por rama industrial; ellas se constituyeron durante los últimos años del onganiato en el sector gravitante de la política sindical confrontacionista en oposición al sindicalismo burocrático, aquel que hasta entonces había sido el sector hegemónico en la CGT. Ese nuevo sindicalismo que se articuló en torno a la CGT de los Argentinos fue el reorganizador del descontento social generalizado contra la dictadura y cuya articulación con los jóvenes, especialmente con estudiantes fue significativa77. Por otra parte no debemos desconocer los cambios que se suscitaron en las universidades argentinas. Ya hemos señalado que la ampliación de la escolarización fue uno de los fenómenos centrales que afectaron a la población joven. Ello coincidió además con un proceso de cambios que la institución estaba viviendo. Luego de la caída de Perón la universidad adquirió nuevas cuotas de autonomía y estabilidad político institucional que le permitieron su desarrollo. El clima intelectual y académico de los años cincuenta y el primer lustro de la década siguiente giraron en torno a algunas problemáticas específicas. Por un lado, el problema del desarrollo capitalista de Argentina y América Latina que en la experiencia local tuvo un fuerte anclaje en el pensamiento económico de Raúl Prebisch, la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) y las 76
TERÁN, O. Nuestros años sesenta…, op. cit.
77
JAMES, D. Resistencia e integración…, op.cit. Respecto de los vínculos entre CGT de los argentinos y movimiento estudiantil ver: BOZZA, Juan Alberto. “La CGT de los argentinos entre la protesta y la radicalización”, en II Jornadas de Historia de las Izquierdas, 2002.
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teorías desarrollistas. Por otro las teorías de la modernización que emergieron desde la sociología. En ese marco de debates académicos que empalmaban con el proceso económico social que vivía el país, comenzó a cuestionarse y resignificarse el rol de la universidad como actor en el proceso de transformación social. Esos cambios permitirían comprender la rapidez con la cual se incorporaron en el ámbito universitario y especialmente en el movimiento estudiantil emergente las discusiones en torno a reformismo o revolución y el rol de la universidad en ese proceso78. En ese marco la participación estudiantil se construyó tanto desde el debate académico como desde la intervención política sobre las cuales operó el proceso de radicalización política de finales de los ‘60. Los estudiantes universitarios comenzaron a cuestionar el legado reformista heredado, e incorporaron nuevos discursos y prácticas que los acercaron a la sociedad argentina, especialmente a los sectores populares79. Asimismo el crecimiento de la población escolar permitió la multiplicación de espacios de sociabilidad, discusiones y encuentros entre pares afectando las relaciones entre varones y mujeres jóvenes, sus prácticas asociativas y sus vínculos amorosos así como la relación de estos con las generaciones mayores. Para las mujeres jóvenes esas modificaciones alteraron sustancialmente sus expectativas y horizontes, acceder a niveles superiores de educación les permitía abrir un horizonte donde ser ama de casa, esposa y madre no eran sus únicas posibilidades. Estos cambios en las prácticas e ideales de varones y mujeres jóvenes mostraban en el ámbito cotidiano las profundas transformaciones sociales y culturales que tensionaron las matrices de valores y costumbres tradicionales de la sociedad argentina, al menos en las grandes urbes80.
78
SUASNABAR, Carlos. Universidad e intelectuales. Educación y política en la Argentina (19551976), Manantial, Bs. As. 2004.
79
Para una revisión de la temática ver CALIFA, Sebastián. “El movimiento estudiantil en la UBA entre 1955 y 1976. Un estudio de la cuestión y algunos elementos para su estudio”, en BONAVENA, Pablo, Sebastián CALIFA y Mariano MILLAN. El movimiento estudiantil argentino. Historias con presente, Ed. Cooperativas, Bs. As. 2007. 80
Se generaron además dos procesos que ayudaron a estos cambios. Por un lado, la expansión de un discurso que debatía públicamente respecto de la sexualidad, la pareja, la maternidad y el rol de la mujer, por otro la difusión de la pastilla anticonceptiva que permitió disociar las relaciones
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Sumado a lo señalado anteriormente, otros cambios afectaron a los jóvenes argentinos. Hacia inicios de la década del ’60 se gestaron las primeras modificaciones signadas por la emergencia de una cultura y un mercado joven. Su propia música, programas radiales, vestimenta, libros marcaban las diferencias respecto de los gustos y estéticas adultos que emergieron como producto de la creación de un mercado juvenil específico81. El ejemplo más iluminador respecto de la emergencia de pautas autónomas de consumo se verificó en la industria musical con el surgimiento del rock y el twist. El primer rock, el rock extranjero, norteamericano en su mayoría, se difundió ya para finales de la década del ’50 mientras que el twist lo haría un tiempo después, generándose nuevos espacios de sociabilidad donde varones y mujeres jóvenes compartían sus preferencias musicales82. Se crearon además las versiones locales de los grupos musicales y se cantaron las primeras letras traducidas al castellano, el modelo acabado de esta nueva ola argentinizada fue el Club de Clan83 que definía un tipo de cultura juvenil. Ella no enfrentaba a la sociedad ni el orden estatuido, sino que buscaba integrar a los jóvenes y sus prácticas en los valores y modelos tradicionales de la
sexuales de la procreación. Aun cuando ello no rompió los patrones tradicionales sobre los que se basaron las relaciones de varones y mujeres y el modelo de familia este se vio profundamente cuestionado. COSSE, Isabella. Pareja, sexualidad y familia en los años sesenta, Siglo XXI, Bs. As., 2010, p.42 81
MOSQUEIRA, Mariela Analía “De menores y consumidores, construcción socio-histórica de la(s) juventud(es) en la Argentina”, en Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, niñez y juventud, vol. 8, n° 1, 2010. 82
Así para principios de los años 60 en Buenos Aires, y probablemente en otras grandes ciudades del país, la noche se volvió joven. Si los chicos y chicas menores de edad se iniciaban en los ámbitos de sociabilidad en los “asaltos”, un espacio de transición entre el espacio privado y la salida a los ámbitos de sociabilidad públicos, los jóvenes varones y mujeres mayores de edad se movieron por los clubes nocturnos, ver COSSE, I. Pareja, sexualidad… op. cit. La emergencia de esta cultura juvenil vinculadas al rock y al twist fue en los primeros años objeto de preocupación para las generaciones adultas y algunas instituciones que veían en ella el abandono de las tradiciones, de la moral y el principio del desorden de los más jóvenes. Un acercamiento a la problemática en MANZANO, Valeria. “Sexualizing youth: Morality Campaigns and representations of youth in early 1960s in Buenos Aires”, en Journal of de History of sexuality, vol. 14, n° 4, 2005. 83
Desde fines de 1962 se inició la emisión del programa televisivo del Club del Clan protagonizado por Jhonny Tedesco, Violeta Rivas, Palito Ortega, Chico Novarro, “Tanguito Cobian”; Jolly Land, Perico Gómez, Lalo Fransen, Raúl Lavié, entre los más destacados; el programa marcaba el ritmo de la nueva ola en la televisión.
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familia argentina84. Los nuevaoleros eran, en términos de clase, jóvenes pertenecientes a sectores trabajadores y de clase media baja, marcando diferencias con las culturas juveniles de los sectores más acomodados85. Sin embargo la explosión que generó en el mercado de la industria cultural aproximó a jóvenes de diversas extracciones, a través de gustos musicales y prácticas sociales que tenían un corte generacional identificable. Como vemos los ‘50 y los primeros años de la década siguiente marcaron una fuerte impronta en la gestación de prácticas y culturas juveniles ligadas por un lado a la expansión de la escolarización y por otro la popularización de un mercado joven. Pero en los ‘60, desde las fauces de la generación joven surgieron las primeras críticas hacia ese mercado creado para ellos, dando nacimiento a nuevas formas y estilos de ser joven. La caracterizaron los muchachos de pelo largo, las nuevas bandas musicales iniciadas con los Gatos Salvajes o los Beatniks y sucedidas por Manal y Almendra (a pesar de las diferencias entre ellas), el cuestionamiento al consumo y al sistema capitalista, a la guerra, la proclama de la rebeldía frente al poder autoritario de los padres, las instituciones, las normas, la policía, etc. Este nuevo “estilo” de rock, que la revista Pelo86 caracterizaría como progresivo se diferenció claramente de esa música surgida en los primeros ‘60 (y que la misma revista llamó peyorativamente complaciente) dando cuenta del ritmo acelerado con que las transformaciones culturales eran vividas por muchachas y muchachos, especialmente de clase media. Esa nueva generación rockera no sólo florecía con las bandas musicales que luego fueron consideradas la génesis del género, sino que a lo largo del país varones -y en muy pocas ocasiones mujeres- jóvenes conformaban bandas, cantaban covers en 84
MANZANO, Valeria. “Ha llegado la “nueva ola”: música, consumo y juventud”, en COSSE, Isabella, Karina FELITTI y Valeria MANZANO. Los ’60 de otra manera. Vida cotidiana, género y sexualidades en la Argentina, Prometeo, Bs. As. 2010, p. 43. Ver también MAZZAFERRO, Alina. “La nuevaolera. Nuevos patrones de sexualidad y belleza en la televisión argentina (1962-1969)”, en Relaces, año 3, n° 6, 2011.
85
MANZANO, V. “Ha llegado…”, op. cit., p. 50 y ss.
86
La revista Pelo, fue una de las primeras revistas dedicadas al rock internacional y nacional. Su director, Daniel Ripoll, señalaba en una entrevista realizada por Periscopio en agosto de 1970: “Somos una revista extraclases, como todas las del género, pero nos leen sobre todo estudiantes secundarios y universitarios”.
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inglés o castellano, se presentaban ante un público joven. La música planteaba nuevas formas de sociabilidad, de prácticas y relaciones amorosas, de amistad entre varones y mujeres que se plasmaban en las letras de las canciones y en los recitales87, marcando una brecha respecto de los jóvenes pulcros, aliñados de unos años antes. Si los primeros ‘60 caracterizaron entonces la emergencia de una cultura juvenil de masas más aniñada, con visos de tradicionalidad, aquellas que emergieron luego de la segunda mitad erosionaron las estructuras institucionales y los patrones tradicionales
de comportamiento de varones y
mujeres jóvenes. Según Alejandro Cataruzza esta coyuntura de modificaciones que hemos esbozado se constituyó en un contexto propicio para la aparición de esa cultura juvenil que “se inclinaba con facilidad a alguna forma de crítica social”88. Para el autor esta emergencia de la crítica juvenil excede al campo de la militancia trastocando otros ámbitos además del político y que incluye “modos de sociabilidad, de establecer relaciones afectivas y sexuales, de enfrentar a la autoridad en el grupo familiar y fuera de él”, dando cuenta de una nueva autonomía de la juventud y de una lectura de la realidad social y política en clave generacional que generalmente no son percibidas. Por su parte María Cristina Tortti invierte el planteo de Cataruzza al señalar que para comprender la radicalidad que adquirió la militancia política, especialmente en las generaciones jóvenes de finales de los 60, es necesario imbricar este complejo cúmulo de cambios que se vienen gestando desde la década anterior, incluidas aquellas generadas en las culturas juveniles89. Mara Burkart sostiene que uno de los 87
Para un interesante análisis de los diversos sustratos que componen el escenario juvenil de aquellos años ver ANDUJAR, Andrea. “El amor en tiempos de revolución: los vínculos de pareja de la militancia de los ’70. Batallas, telenovelas y rock and roll” en ANDUJAR, Andrea, Débora D´ANTONIO, Karin GRAMMATICO y María Laura ROSA (comp.). De minifaldas, militancias y revoluciones. Exploraciones sobre los ’70 en la Argentina, ediciones Luxemburg, 2009. Para Pujol es en este período que se constituyó en Argentina una cultura del rock. PUJOL, S. “El que no salta es un militar…op. cit. 88
CATARUZZA "El mundo por hacer. Una propuesta para el análisis de la cultura juvenil en la Argentina de los años setenta", Entrepasados, nº 13, 1997, P. 104.
89
TORTTI, María Cristina. “Post Scriptum: la construcción de un campo temático”, en PUCCIARELLI, Alfredo. La primacía de la política. Lanusse y la Nueva Izquierda en tiempos del GAN, Eudeba, Bs. As., 1999.
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cuestionamientos surgidos a finales de los ‘60 es el de la superioridad del adulto sobre el joven, en donde la juventud deja de ser presentada como una etapa transicional para constituirse en “el momento culminante del desarrollo humano.” En ese contexto los jóvenes ocuparon un lugar significativo en la escena pública: “…ya sea como “rebeldes” o como “modernos”, en ambos casos compartían una idea de porvenir por la cual lo nuevo generaba confianza y lo viejo malestar, promoviendo así cierta urgencia por la acción. La trama cultural que se tejió desde entonces tenía como fundamento la aceleración de los tiempos vividos”90. Para Bartolucci la diferencia no radicaba en la distanciación entre jóvenes y viejos sino entre quienes veían y resignificaban la realidad social desde nuevos parámetros y quienes se mantenían unidos a un mundo de valores más tradicionales91. En definitiva, estas nuevas experiencias y prácticas juveniles propias del campo cultural y la vida cotidiana abonaron y potenciaron, en muchos casos diversas formas de participación social y política de los jóvenes, quienes rechazando los patrones tradicionales buscaron nuevas formas de inserción en ese espacio. En ese proceso, insistimos, confluyeron varias vertientes además de esa cultura crítica juvenil, vertientes que enlazaban la realidad internacional, la política interna y las redefiniciones del término revolución en un esquema nuevo y alejado de las viejas prácticas de la izquierda tradicional. El cuestionamiento no era sólo a los adultos, sino al autoritarismo, al poder en sus diversas formas, a la vieja iglesia, a la cual se contraponía un nuevo compromiso cristiano, un cuestionamiento al orden burgués y al sistema mismo. Ese nudo de problemas en el cual una mayoría de jóvenes se sentían identificados (más allá de los derroteros particulares que luego siguieran) los reunía en torno a sus sentimientos y esperanzas, adquirían el cariz de clave generacional92. De algún modo pensar el último lustro de los ‘60 y 90
BURKART, Mara, “La dictadura militar y su proyecto de transformación cultural”, en CD XIº Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia, Tucumán, septiembre de 2007, p. 6 91
BARTOLUCCI, Mónica. “Juventud rebelde y peronistas con camisa. El clima cultural de una nueva generación durante el gobierno de Onganía”, en Estudios Sociales, año XVI, 2006, p.132.
92
Para un análisis de los diversos análisis respecto de la generación FEIXA, Carlos y Carmen LECCARDI, “El concepto de generación en las teorías de la juventud”, en Última Década, n° 34, 2011. También GHIARDO, Felipe, “Generaciones y juventud: una relectura de Mannheim y Ortega y Gasset”, Última Década, n° 20, 2004.
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los primeros años de la década siguiente nos obliga a otorgar densidad a estas cuestiones, a entender las diversas capilaridades de cuestionamiento del orden social y el statu quo, que corren en caminos paralelos… y a veces se tocan o se traman. En esta línea considero debe entenderse la urgencia de varones y mujeres jóvenes por “hacer algo”, “cambiar el mundo” y la necesidad de buscar derroteros políticos para esa demanda. En ese sentido si la posguerra significó un punto de inflexión en la historia de las juventudes a nivel mundial, el Cordobazo fue el hiato en el proceso de radicalización política de los jóvenes argentinos y su emergencia como sujeto político. El Cordobazo y el resto de los “azos” condensan un origen mítico de esta nueva forma de mirar la realidad social y cuestionar el orden establecido, del encuentro entre estudiantes y obreros, del inicio de la visibilización política de jóvenes que rápidamente comenzaron a madurar nuevas formas de organización y militancia. Fue además la expresión de los peronistas con camisas y de la peronización de la clase media93. Pero especialmente fue el inicio del fin de la Revolución Argentina y de los objetivos de la dictadura militar instaurada con Onganía. Sus efectos, sin embargo no fueron inmediatos -sobre todo si establecemos la intensidad y urgencia con que los procesos se precipitaron en esta parte de la historia Argentina- y fue Lanusse quien buscó “resolver” el complejo dilema entre Fuerzas Armadas en crisis, la radicalización política en ascenso y un líder exiliado pero no conforme que intentaba presionar sobre esa compleja situación. En ese contexto maduraron experiencias de radicalización política que se articularon con la masiva intervención de jóvenes en la política de país, otorgando un rasgo generacional a la vida militante. En ese sentido si bien suele destacarse el rol que adquirieron las organizaciones político militares, no debemos desconocer que la radicalización fue un proceso mucho más complejo que trascendió la emergencia de las organizaciones armadas y atravesó diversas experiencias de participación política, trastocando inclusive las prácticas de los 93
BARTOLUCCI, M. “Juventud rebelde…”, op. cit.
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partidos políticos más tradicionales. En esa línea pueden considerarse la emergencia y desprendimiento de facciones al interior los partidos tradicionales, como por ejemplo el surgimiento del Partido Socialista de Vanguardia, desprendimiento del PSA, el Partido Comunista Revolucionario que se escindió en 1967 del PC, o inclusive la creación de la Junta Coordinadora Nacional de la Juventud Radical que se alejaba del discurso más moderado de la Unión Cívica Radical. Se sumaban además la emergencia de nuevas organizaciones políticas de izquierda como Política Obrera en 1964, o el Partido Socialista de los Trabajadores en 1972, ambos de vertiente trotskista. En todas ellas arraigaron en diverso grado el discurso revolucionario, el problema nacional, el compromiso militante como compromiso social y político frente a la sociedad (específicamente a los sectores populares) y la sensación de que otro mundo era posible y ese mundo estaba a la vuelta de la esquina. Asimismo es evidente que este carácter radical que adquirió la sociedad argentina entre finales de los ‘60 y mediados de la década del ‘70 generó múltiples y variados opciones de organización, movilización y lucha que se verificaron especialmente en las instituciones educativas y en los ámbitos laborales94. En el ámbito universitario la radicalización política planteó una serie de demandas y reivindicaciones que el movimiento estudiantil recuperó hacia los años 1971-1973, escasamente exploradas. Esas demandas si bien se articulaban en torno a problemáticas específicas de la realidad institucional como el ingreso irrestricto, pronto derivaron en la articulación con un movimiento más amplio donde lo político excedía al rol de la universidad y a sus necesidades. Con las tomas de escuelas y facultades en el 73, el movimiento estudiantil alcanzó su punto más álgido de organización y movilización. Fue además el momento en que lograba articular 94
Mencionaremos la emergencia de prácticas político sindicales novedosas como fue la gestación del Sindicato de Trabajadores de la educación en Rosario (SINTER) entre 1972-1976 así como las experiencias de las comisiones internas y las coordinadoras de los gremios en lucha. Las experiencias de radicalización en los ámbitos fabriles han sido poco estudiadas, al menos si las comparamos con otras experiencias radicales del período. Ver: LORENZ, Federico. “Una ausencia vigente, una tarea pendiente. Pensar los ’70 desde los trabajadores”, en Políticas de la Memoria, Bs. As. 2004-2005. Sobre la experiencia del SINTER ver: RIOS Guillermo. Identidad y protesta docente. El caso del Sindicato de Trabajadores de la Educación de Rosario (1971/1976), Tesis de Maestría en Ciencias Sociales, UNL, 2005.
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demandas propias con las discusiones respecto del rumbo político del país. Sobre este aspecto volveremos más adelante. Las experiencias señaladas se vieron sin embargo eclipsadas por el rol que adquirió en estos años la lucha armada como vía de transformación de la sociedad. En ese marco fueron dos las organizaciones político-militares más importantes de las desarrolladas en el país, la guerrilla de arraigo peronista Montoneros y el PRT-ERP de origen marxista95 y sus organizaciones de base. No nos detendremos a explicar sus particularidades pero no podemos dejar de mencionar que fueron gravitantes en el escenario político local de los primeros años ‘70. Asimismo debemos consignar que hacia el final de la dictadura de Lanusse el proceso de peronización de los sectores juveniles se intensificó permitiendo un crecimiento más acelerado de las organizaciones de militantes peronistas, incluso aquellas que no respondían a los lineamientos de la izquierda96. En ese marco fueron especialmente los sectores de la Tendencia Revolucionaria, apuntalados 95
Sobre las organizaciones político-militares hay un gran número de trabajos, muchos de ellos se centran en las dos grandes organizaciones político-militares Montoneros y PRT-ERP. Mencionaremos sólo algunos de ellos: HILB Claudia y Daniel LUTZKY. La nueva izquierda argentina, 1960 -1980, CEAL, Bs. As., 1986; GILLESPIE, Richard. Montoneros. Soldados de Perón, Grijalbo, Bs. As. 1998; LANUSSE, Lucas. Montoneros. El mito de sus 12 fundadores, Vergara, Bs. As., 2005; MATTINI, Luis. Hombres y mujeres del PRT-ERP, ed. De la Campana, Bs. As., 1996; POZZI, Pablo. Por las sendas argentinas. El PRT/ERP, la guerrilla marxista, Eudeba, Bs. As., 2001; PASQUALI, Laura. Memorias y experiencias de las y los militantes de la guerrilla marxista. Un abordaje desde la historia social en el Gran Rosario, 1969-1976, Tesis de doctorado, Rosario, 2007; CARNOVALE, Vera. Los combatientes, Siglo XXI, Bs. As., 2011. Trabajos recientes se han dedicado a analizar otras experiencias que emergieron también en ese proceso y que han sido minusvaloradas respecto de las dos grandes organizaciones guerrilleras mencionadas. Ver: SEMINARA, Luciana. Bajo la sombra del ombú. Montoneros Sabino Navarro. Historia de una disidencia, Tesis de doctorado, Rosario, 2012. También RAIMUNDO, Marcelo. “Izquierda peronista, clase obrera y violencia armada: una experiencia alternativa”, en Cuadernos del CISH, n° 15-16, 2004. 96
El estudio respecto de las organizaciones peronistas en este período nos obliga a considerar aquellas que no entran en el espectro de la izquierda como Guardia de Hierro y FEN. Un interesante análisis sobre estas organizaciones puede verse en: CUCHETTI, Humberto. Combatientes de Perón. Herederos de Cristo. Peronismo, religión secular y organizaciones de cuadros, Prometeo, Bs. As., 2010. En este trabajo el autor propone romper con el binomio derecha/izquierda para comprender las relaciones entre la izquierda peronista y el peronismo político entre 1971 y 1972 ya que la separación tajante entre ambas formas de pensar el peronismo no se acentuó sino hasta bien entrado el año ’72. También RETA, Marina “El Frente Estudiantil Nacional (FEN): juventud y estudiantado en el proceso contestatario de los años sesenta en Argentina”, en Antítesis, vol.2, n° 4, 2009.
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por Montoneros, quienes se constituyeron en el grupo de presión más significativo para la vuelta a la democracia y el fin de la proscripción del peronismo. Hacia finales de 1972 se había creado la Juventud Peronista, y en los primeros meses del año siguiente emergieron otras organizaciones de base que buscaban diferenciarse de las prácticas de viejas organizaciones peronistas y consolidar su lugar gracias a su perfil joven: Unión de Estudiantes Secundarios, Juventud de Trabajadores Peronistas, Juventud de Universitarios Peronistas, a las cuales se unieron además el Movimiento de Villeros Peronistas, el Movimiento Evita y el Movimiento de Inquilinos Peronistas97. La fuerte impronta juvenil de la militancia emergente desde finales de los ‘60 no pasó desapercibida y durante los últimos años del gobierno de facto, Perón exaltó la figura de los jóvenes y demandó el trasvasamiento generacional como tarea primordial para la recuperación del país. En 1971 señalaba la necesidad de un “remozamiento constructivo de los niveles de dirigentes de la conducción y encuadramiento de nuestra masa peronista”: “De lo que se trata en consecuencia es de dar entrada a la nueva sangre generosa de una juventud pujante como la que se presiente ya en la Argentina. A sus valores extraordinarios que ya se conocen por todos, es preciso darles una oportunidad de labrar su propio destino”98. Curiosamente fueron estas organizaciones juveniles acicateadas por un líder viejo aquellas que aceleraron el proceso hacia las elecciones y sostuvieron con su presencia en las calles el lema “Cámpora al gobierno, Perón al poder” y propugnaban la lucha por una patria socialista. En ese marco la militancia política gestó lazos y vínculos nuevos entre las generaciones jóvenes, excediendo el
97
Para una primera aproximación a estas organizaciones de base ver GILLESPIE, R. Soldados de Perón, op. cit., p. 157 y ss. También: LENCI, Laura. “Cámpora al gobierno. Perón al poder. La tendencia revolucionaria del peronismo ante las elecciones del 11 de marzo de 1973” en PUCCIARELLI, A. (ed.). La primacía de la política…, op. cit. Respecto de la agrupación Evita ver GRAMMATICO, Karin. Mujeres Montoneras. Una historia de la agrupación Evita, 1973-1974, ed. Luxemburg, 2011. Sobre la JP ver: VARELA, Mirta. “Cuerpos nacionales: Cultura de masas y política en la imagen de la Juventud Peronista”, en COSSE, I., K. FELITTI y V. MANZANO. Los ’60 de otra manera…, op. cit. 98
ALTAMIRANO, Carlos. Bajo el signo de las masas, Emecé, Bs. As., vol. VI, p. 407.
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ámbito de la acción política, y generando nuevos parámetros para interpelar la amistad, la pareja, la vestimenta o los gustos musicales99. Si hay algún momento de la historia Argentina en el cual la juventud como representación ocupó un lugar central en la política fue este. No porque todos los jóvenes se peronizaran, o militasen en alguna agrupación, en sus escuelas, la universidad o los ámbitos fabriles sino porque la conflictividad social de entonces se cristalizó en la figura del joven, rebelde y revolucionario. Ello no niega la real y efectiva participación política que los jóvenes tuvieron en esta coyuntura, niega en todo caso que la radicalización haya sido expresión netamente juvenil. La sociedad en su conjunto entraba en una etapa de fuertes confrontaciones y en ese marco se insertaron y actuaron los jóvenes, pero era esa imagen del joven como motor de cambio aquella que se recortaba en el horizonte histórico como signo de época. De la primavera camporista a la derechización de la sociedad (enfocando la mirada sobre Rosario) 1973 y especialmente el gobierno de Cámpora se constituyó como metáfora de ese proceso de incorporación de los sectores juveniles a la vida política del país y de asociación entre juventud y radicalidad política. Para entonces los jóvenes se habían insertado en diversos estratos de la sociedad acumulado años de experiencia de lucha contra la dictadura, de vínculos con el movimiento obrero, de acercamiento al peronismo, gestación de prácticas políticas novedosas. La acción política de los sectores juveniles alcanzó en esa coyuntura el punto más alto de movilización, materializadas en las tomas que se sucedieron en todo el país en forma más o menos simultánea entre mayo y junio de 1973. Con el objetivo de “evitar el continuismo” se desencadenaron procesos que tuvieron diversas expresiones y particularidades. Las tomas no tuvieron un tiempo
99
Ver ANDUJAR, A. “El amor en tiempos…”, op. cit. También: CARNOVALE, Vera “Lazos de sangre. Afectividad y totalidad en el Partido revolucionario de los Trabajadores – Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP)”, en Revista Páginas, vol. 4, n° 6, 2012.
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específico, algunas duraron días otras semanas, sin embargo su dinamismo fue relevante100. Asimismo la mayor cantidad de tomas se sucedió en Capital Federal y en la provincia de Santa Fe, especialmente en Rosario. Un número significativo de ellas se produjo en el ámbito educativo, en las cuales tuvo una fuerte presencia el movimiento estudiantil. La radicalización política creciente de la sociedad había permitido la proliferación de agrupaciones políticas estudiantiles, tanto en el ámbito universitario como en las escuelas secundarias, que reclamaban la legalización de la actividad política estudiantil101. En este punto consideramos de relevancia destacar el lugar que tuvieron las tomas de escuelas medias y la universidad en la ciudad de Rosario ya que aquí se verificó la mayor ocupación de instituciones educativas en relación al resto del país102. Esta realidad tenía sus fundamentos. Rosario era para inicios de los años 70 una ciudad con una población universitaria importante cuya Universidad Nacional 100
Como ha señalado muy claramente Nievas no todas tuvieron un mismo signo o cariz político (cuando lo tuvieron) y la heterogeneidad de acciones mostró el inicio de la disputa al interior del peronismo entre la Tendencia Revolucionaria y el peronismo ortodoxo. Las tomas se iniciaron en el mes de mayo pero el pico se registró durante la primera quincena de junio, revirtiéndose la situación en las semanas siguientes y de cara a la llegada de Perón al país. Pero aun cuando a mediados de junio Abal Medina llamó a deponer las tomas, en algunos casos estas se mantuvieron señalando las especificidades de cada caso y las diversas fuerzas políticas en pugna que estaban en juego en ese proceso. Ver NIEVAS, Flabián. “Cámpora: primavera-otoño. Las tomas”, en PUCCIARELLI, A. La primacía de la política…, op. cit. Un análisis más profundo de la temática puede consultarse en la tesis del mismo autor. NIEVAS, Flabián. Las tomas durante el gobierno de Cámpora, Tesis de Maestría, Facultad de Ciencias Sociales, UBA, 2000.
101
En este apartado nos referiremos específicamente a la radicalización de la participación política de los jóvenes en el ámbito de las instituciones educativas. Ello no niega su inserción e integración en los ámbitos fabriles en esta coyuntura. De hecho, algunos trabajos destacan la importancia que han tenido los frentes juveniles en los procesos de lucha y conflictividad social emergentes en las fábricas en los años ‘70. Laura Pasquali, ha planteado que los orígenes de la Juventud Guevarista hacia 1973 al menos en Rosario “deben buscarse en los conflictos obreros, de los cuales emergió el principal referente de la zona”. PASQUALI, Laura “Éramos jóvenes pero también obreros”, en PASQUALI, Laura y Oscar VIDELA (comp.) El contenido de los conflictos. Formas de la lucha sociopolítica en la historia argentina reciente 1966-1996, la Quinta Pata, Rosario, 2010, p. 38. También otras organizaciones tuvieron frentes juveniles obreros que adquirieron presencia en esta coyuntura, sin embargo son escasos los trabajos en esa línea. 102
Sobre un total de noventa y cuatro tomas realizadas en la ciudad de Rosario, treinta y cuatro corresponden a escuelas secundarias. En Capital Federal de ciento ochenta y ocho tomas, veinticinco correspondieron a las escuelas, en NIEVAS, F. Las tomas durante…, op. cit., p. 165, los datos fueron elaborados por el propio autor.
51
había nacido en el marco del Onganiato y a instancias de la demanda y el crecimiento de esa población estudiantil103. Por su parte 1969 había marcado el punto de inicio de un proceso de movilización creciente de los universitarios y si bien su participación en el Rosariazo es el hecho más conocido104, no debemos descartar la intensa movilización en años siguientes. Bonavena y Millán han planteado la importancia que tuvieron las luchas por el ingreso irrestricto a la universidad producidas hacia 1971 y para el caso de Rosario, las tomas de facultades producidas entre febrero y marzo de ese año. Según los autores y más allá de los resultados de esa lucha: “el conjunto de estas confrontaciones fue vital para la constitución del movimiento estudiantil como un actor fundamental dentro del proceso de ascenso de masas que desató la resistencia a la Revolución Argentina”105. Para los primeros años ’70 diversas agrupaciones peronistas cobraron fuerza en el ámbito de la universidad y en Rosario tuvieron significativa presencia el FEN (Frente de Estudiantes Nacionales), la UEL (Unión de Estudiantes del Litoral) y la JULN (Juventud Universitaria por la Liberación Nacional)106. Para 1973 y ante la lucha contra el continuismo del rector interventor, los trabajadores no docentes junto a los estudiantes tomaron la sede de rectorado, las Facultades de Filosofía, Bioquímica, Odontología
Ciencias
Médicas,
Odontología,
Ciencias
Económicas
y
107
.
A ellas se sumarían la toma de escuelas secundarias. Salvo dos, de carácter confesional, el resto -públicas, privadas, laicas y religiosas- fueron tomadas por
103
VIANO, C. “Una ciudad…”, p. 34-35
104
VIANO, C. Ibíd. p. 57 y ss.
105
BONAVENA, Pablo y Mariano MILLAN, “Las luchas estudiantiles por el ingreso irrestricto al sistema Universitario en 1971” en CD de las IV Jornadas de Trabajo sobre Historia Reciente, Rosario, 2008, p. 20. 106
Según señalan algunos entrevistados el FEN tuvo mayor presencia en la Facultad de Ciencias Exactas mientras la JULN en Económicas. Ver RETA, M. A. “El Frente Estudiantil…”, op. cit. También CUCHETTI, H. Combatientes…, op. cit.
107
NIEVAS, F. Las tomas…, op. cit. y VIANO, C. “Una ciudad…” op. cit.
52
sus estudiantes108, dando cuenta del crecimiento del movimiento estudiantil secundario y su politización. El carácter de las tomas fue en cada caso singular de acuerdo a la presencia de agrupaciones políticas que lideraron y/o debatieron el proceso, sin embargo confluían en algunos puntos, en principio la crítica al continuismo y la remoción de las autoridades, también la demanda respecto del lugar que debía ocupar el movimiento estudiantil en ese nuevo contexto institucional y el cuestionamiento a la ley que impedía la creación de centro de estudiantes en las escuelas medias. Silvia, que cursaba en el año 73 la secundaria en la escuela privada Dante Alighieri recuerda: “Fueron varias tomas en el mismo período. En general lo que se buscaba era un mayor compromiso con la sociedad o elevar los conocimientos o si había muchas medidas autoritarias cambiarlas. En el caso de la Dante el uniforme… (…)Poder ir en pantalones. Que las mujeres vayamos en pantalones, no fue gratuito, fue una lucha”109. Las demandas de cambio eran generalizadas y las asambleas estudiantiles multitudinarias. No todos los estudiantes secundarios que asistían tuvieron militancia política, aunque muchos hicieron su pasaje a la militancia en esa lucha. De las agrupaciones estudiantiles existentes aquellas que tuvieron mayor presencia fueron la Federación Juvenil Comunista que tenía ya una vasta trayectoria en muchas escuelas de la ciudad; Tendencia Estudiantil Revolucionaria Socialista, agrupación de facción trotskista vinculada a Política Obrera y otras de más reciente creación. Jorge recuerda que en el marco de la toma en el Superior de Comercio: “estaban la FJC, estaban organizaciones trotskistas como el Partido Socialista de los Trabajadores (…), otra organización que era Política Obrera que también era trotskista, cada una con… a lo mejor no con una cantidad grande de militantes pero sí con presencia política (…) había hasta un grupo político… que debe haber sido uno de los pocos lugares donde había militantes, que fue el Sionismo
108
NIEVAS, F. Ibíd., p. 49
109
Silvia C.
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Revolucionario, SR, (…) estaba también la TERS. Le decían la caldera del diablo al Superior”110
La UES nacida al calor de los nuevos tiempos logró en algunos casos capitalizar en su favor ese acontecimiento, permitiéndole además crecer cuantitativamente. Ejemplo de ello fue la toma de la Escuela Superior de Comercio que duró, con intervalos, varias semanas y se caracterizó por el fuerte proceso de politización vivido. La UES logró en ese marco constituirse en un polo de actividad política dinámica para los estudiantes y su peso gravitante en el desenlace, permitió la renovación de las autoridades de la institución con personal vinculado a la JP111. Asimismo el crecimiento de la militancia estudiantil y especialmente en la UES fue una de las consecuencias de la toma, “cuando se constituye el centro de estudiantes, éramos delegados en todos los cursos excepto en dos; mañana, tarde y noche, para que te des una idea de la dimensión que tenía el movimiento peronista y la UES en particular”112. Esta preponderancia de militantes de la UES en el Superior de Comercio les permitió “exportar” militantes a otras escuelas con el objetivo de multiplicar experiencias en esas instituciones. Es posible pensar que la activación política de la UES evidenciada en el Superior no tuvo iguales derroteros en otros casos113, sin
110
Jorge P. delegado de la UES en el Superior de Comercio hasta 1976. Estudió en el Superior de Comercio donde se graduó en 1974. Luego siguió sus estudios universitarios en la Facultad de Ciencias Económicas, y fue detenido-desaparecido y luego preso político legalizado. Entrevista realizada en mayo de 2011.
111
“La escuela quedaba un buen porcentaje para la JP: mi caso, el de la vicedirección turno mañana, turno tarde, el departamento contable y de economía, el departamento de lengua (…) y para las 62 organizaciones el departamento de Matemática y Biología que estaban juntos (…) y la dirección que era también para las 62 organizaciones”, Haydée S. Docente en el Superior de Comercio luego de la toma realizada en el ‘73 y hasta el año ‘75 cuando fue cesanteada por el interventor de la escuela, Mariano Frederic. Fue militante de la JP. Entrevista realizada en febrero de 2011. 112
Esteban M. Fue estudiante del Superior de Comercio a partir de 1971, luego de la toma se traslada al Instituto comercial Zona Oeste. Es detenido ilegalmente durante junio del 76 pasando por centro clandestino de detención conocido como el Servicio de informaciones, siendo luego legalizado y llevado a la cárcel de Coronda como preso político. Entrevista realizada en marzo de 2011.
113
En el caso del Politécnico, otra escuela universitaria de la ciudad, la toma permitió el cambio de las autoridades y si bien la participación política de estudiantes aumentó, no tuvo el cariz el Superior. En principio la UES no fue en este caso una agrupación política preponderante. La fuerte
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embargo en la mayoría de las escuelas donde se inició el ciclo de demandas estudiantiles se operaron cambios en torno a las autoridades, la participación de estudiantes, el contenido curricular o el uso de uniforme. Estos cambios, que fueron concebidos como un logro del movimiento estudiantil, en muchos casos fueron capitalizados por las organizaciones políticas secundarias, dando un nuevo ritmo a las instituciones educativas y a sus prácticas gestadas entre 1973 y 1974: “Todo el año 74 habíamos logrado ir sin guardapolvo las mujeres y sin saco y corbata los varones. Eso fue toda una conquista. Porque muchos venían de trabajar, entonces tenían que venir del laburo, sacarse la pintura las mujeres, la… los taco altos, los varones -muchos trabajaban en talleres, trabajaban…- entonces tenían que venir con el saco la corbata, ponérselo afuera, o sea era todo un engorro poder ir a la escuela cumpliendo digamos… todos estos requisitos. Poder tener el pelo suelto, o sea… son cosas…ir en pantalón por ejemplo. Un frío de cagarse y las mujeres teníamos que ir en pollera. Íbamos igual porque además éramos la época de la minifalda, entonces te imaginás, claro, íbamos con las minifaldas, las botas de caña, con los… acordonadas, entonces éramos todas unas vampiresas a la escuela (risas)… viste”
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Esos cambios tuvieron vida efímera y para 1975 se evidenciaba un claro retroceso respecto de las demandas obtenidas por los estudiantes115. Por otra parte, luego de las tomas fue evidente las diferencias entre la Tendencia Revolucionaria y el propio Perón. La exaltación de los jóvenes a la que el líder había apelado años antes vio su fin en la etapa democrática y tuvo como corolario la crítica a “los
presencia de la Federación Juvenil Comunista por un lado y la existencia de agrupaciones peronistas no vinculadas a la izquierda como la Juventud de Secundarios Peronistas y el FEN (gracias al vínculo entre la escuela y la Facultad de Ingeniería), marcaban un arco de situación distinto respecto de la toma y sus derroteros. En el caso del colegio Nacional 1 el centro de estudiantes constituido por una lista de alianza múltiple decidió la toma. A la cabeza del centro se encontraba Eduardo Álvarez de la JSP y que incluía a militantes de la UES y de una agrupación socialista. Para el caso del Nacional 1 ver: “Las tomas profundizaron la victoria de 1973”, La Capital (en adelante LC), 11/03/12. 114
Gloria C. Ingresó al Superior de Comercio en el año ‘71 y comenzó a militar en la UES a partir del año 1974. Para fines del 75 cuando aún era estudiante secundaria fue detenida siendo presa política hasta 1978. Luego salió del país y volvió en la contraofensiva de Montoneros. Regresó definitivamente al país ya en democracia. Entrevista realizada en abril de 2009.
115
Sobre esos cambios volveremos más adelante.
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imberbes” que hiciera el 1 de mayo de 1974 y el abandono por parte de la izquierda peronista de la plaza y de su líder. En el marco del proceso de derechización que vivía entonces la sociedad y la crisis de institucionalidad política posterior, los jóvenes no abandonaron ese escenario político, en todo caso resignificaron sus espacios de inserción y acción116. Sin embargo se modificaron los modos de entender socialmente esa participación juvenil, la asociación entre juventud y cambio radical adquiría mayor densidad al tiempo que convocaba connotaciones negativas. Al mismo tiempo el estado acentuaba la sospecha respecto de ellos, recuperando campañas moralizadoras, la censura y represión sobre prácticas juveniles propias de la dictadura anterior. Como señala Manzano la ley 20771 vinculó drogadicción, delincuencia y “subversión” y estas con jóvenes, criminalizando así sus espacios de sociabilidad117. El trasfondo de ello, mucho más complejo, era el accionar de la guerrilla y la militancia política, que se asociaba frecuentemente también con la juventud. Esos cambios devenidos rápidamente constituyeron el campo fértil para las percepciones de caos, desorden, anomia con que gran parte de la sociedad interpretaba los hechos, y que conformarían uno de los núcleos fuertes en la fundamentación y aceptación del golpe de estado del 24 de marzo de 1976.
116
Luego de las tomas los estudiantes secundarios se movilizaron en forma masiva en dos oportunidades. La primera ocasión fue en repudio al golpe de estado perpetrado en Chile contra la figura de Salvador Allende en septiembre de 1973. La segunda la marcha por el medio boleto estudiantil en 1975.
117
MANZANO, V. “Rock nacional…”, op. cit., pp. 28 y 29.
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Capítulo 2 La juventud y los jóvenes en el discurso del gobierno de facto El 24 de marzo de 1976 las Fuerzas Armadas en su conjunto derrocaron el gobierno de María Estela Martínez de Perón e instauraron un gobierno de facto a cargo de una Junta Militar compuesta por los comandantes de las tres fuerzas, el General Jorge Rafael Videla, el Almirante Emilio Massera y el brigadier Orlando Agosti. El mismo día del golpe fueron difundidos un conjunto de documentos con los cuales la Junta Militar construía un marco de legitimidad para su accionar118, y que formaban las bases del llamado PRN. Si bien son de sobrado conocimiento las referencias a esos primeros comunicados, es necesario insistir en un análisis que pondere con detenimiento aquellos sujetos a los cuales dichos discursos se dirigían. Aun cuando prima inicialmente la idea de que el interlocutor es la sociedad en su conjunto, queda de manifiesto explícitamente la apelación a algunos sectores específicos de la misma. En ese sentido la convocatoria realizada inicialmente a los obreros, jóvenes y empresarios no es un dato menor y señala la pertinencia de esta reflexión. Ahora bien, es posible plantear que desde el inicio de la dictadura, los jóvenes fueron un tema sino prioritario al menos significativo en la agenda militar, obligándonos a indagar respecto de su presencia y rol en el marco del proyecto esbozado en el PRN, comprendiendo así no sólo su lugar en ese espacio sino cómo la juventud y los jóvenes se convirtieron en una problemática frecuente durante aquellos años de dictadura. En este capítulo nos abocaremos entonces a analizar las múltiples aristas desde las cuales ese sujeto joven fue construido, considerando el discurso que se propició desde el gobierno dictatorial en sus múltiples niveles. Si bien allí encontramos generalmente las voces de miembros de las Fuerzas Armadas, el
118
Ver CRESPO, Victoria. “Legalidad y dictadura”, en LIDA, Clara; Horacio CRESPO y Pablo YANKELEVICH (comp.) Argentina 1976. Estudios en torno al golpe de estado, FCE: Colegio de México, Bs. As., 2008.
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enfoque invita a considerar aquellas ocasiones en las cuáles estos se presentaban más bien como “funcionarios” del gobierno de facto, es decir, como representantes del régimen más que como representantes de las diversas fuerzas. Si bien realizar tal disquisición puede parecer un tanto pretencioso en tanto fueron ellas en conjunto quienes asumieron el gobierno de facto luego del 24 de marzo, considero que en un nivel analítico es pertinente recordar que aquellos que hablan no son sólo militares sino militares ocupando los espacios que asumieron como parte de un gobierno de facto, y especialmente cuando aquello que nos interesa es comprender cómo se fueron construyendo determinados paradigmas del “deber ser” joven en los años de la última dictadura, conforme al proyecto que implicaba el PRN y su puesta en marcha. Así la propuesta de este capítulo es analizar el discurso de aquellos militares y civiles que ocuparon cargos en el gobierno de facto y que en diversas ocasiones se refirieron a los jóvenes. No buscamos con ello construir una definición unívoca de joven o señalar cuáles fueron las más comunes, sino que proponemos poner de relieve el abanico de miradas que existieron respecto de ellos, señalando las divergencias en los modos de concebirlos y las variaciones según los distintos momentos por los cuales atravesó la dictadura. Sin duda los jóvenes tuvieron momentos de “protagonismo” durante aquellos años, fueron connotados con signos positivos tanto como en ocasiones negativos, ocuparon un lugar en el discurso del régimen, aún cuando ese lugar no siempre fue el mismo; fueron estigmatizados o alabados de acuerdo al momento, el espacio y el rol que ocuparan esos jóvenes (“modelos” de otros y otras jóvenes) y quien los nominara. Recorrer e indagar respecto de los discursos en torno a la juventud nos permite entonces pensar cómo se la definía, desde qué lugares y cómo a partir de aquella matriz de sentido el régimen construía políticas específicas hacia el sujeto joven.
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La juventud en los primeros comunicados pos golpe y en los discursos de las Juntas Militares La vuelta a la “normalidad” y al orden se planteó como uno de los objetivos iniciales explicitados por los militares y, más allá de lo que cada uno entendiese por aquello, fue un factor que contribuyó a cohesionar a buena parte de la sociedad en torno al discurso militar, al menos en los primeros meses119 y como plantean vario autores permitió además que parte de la sociedad observase con alivio la toma del poder por las Fuerzas Armadas120. La imagen que se difundía en el discurso cotidiano de aquellos primeros meses insistía en la necesidad de “volver atrás”, “recuperar el orden” frente al “caos existente”. Sin embargo y más allá del discurso quedaba claro que la dictadura (aunque así nunca fuera nominada) traía aparejada signos evidentes de cambio. No sólo se instauraron algunas medidas para reordenar al país o restaurar el orden como se insistía desde un comienzo, sino que se habían puesto en marcha los engranajes que buscaban modificar sustancial e integralmente la vida de los argentinos. En este sentido el estudio sobre las significaciones que tuvo la dictadura para la sociedad debe comprender no sólo un análisis exhaustivo de la implementación del terrorismo de estado y la violación a los derechos humanos cometidas, de las medidas económicas o las restricciones políticas impuestas en ese período como 119
En el discurso militar de los primeros meses primaban diversos términos (que serían recuperados con distinta fuerza y sentidos a lo largo de todo el período): orden, la restitución de valores esenciales, moral cristiana, la dignidad del ser nacional, y la tradición nacional: “Dios, Patria, Hogar”. Con ellos se buscaba condensar una imagen de normalidad frente a un pasado violento y confuso con el cual buena parte de la población podía coincidir, aún cuando fueran difusas sus interpretaciones. Por su parte la coincidencia en diagnóstico así como de la necesidad de modificar esa situación no implicaba necesariamente un apoyo ferviente a los lineamientos del PRN. Para un estudio respecto de la aceptación del discurso de orden en el fascismo ver PASSERINI, Luisa. Fascism in Popular Memory. The Cultural experience of the Turin working class, Cambridge University Press y Editions de la Maison des Sciences del’ Homme, Londres y Paris, 1987. 120
Al respecto puede consultarse ALONSO, Luciano. “Sobre la existencia de la historia reciente como disciplina académica. Reflexiones en torno a Historia reciente. Perspectivas y desafíos de un campo en construcción, compilado por Mariana Franco y Florencia Levin”. En Prohistoria, n° 11, Rosario, 2007. También: DA SILVA CATELA, Ludmila, No habrá flores en la tumba del pasado. La experiencia de reconstrucción del mundo de los familiares de desaparecidos, Ed. Al Margen, La Plata, 2001.
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los modos en que esta dictadura transmutó la vida social y cotidiana de las personas. En palabras de Gabriela Águila, el problema es identificar no sólo el costado represivo sino la faceta pública de la dictadura, es decir entender los cambios sociales, culturales que ella promovió121. Esa faceta pública sin embargo se articulaba en los primeros años de la dictadura con un plan sistemático de represión, persecución, desaparición, tortura y muerte de aquellos que eran considerados por el régimen como el enemigo subversivo, construyendo la matriz sobre la cual se asentaba el discurso reordenador y creador de nuevas pautas, comportamientos y sujetos sociales que desde el PRN se presentaba. Es posible pensar que fueron también esos primeros tiempos, posteriores al golpe, cuando se visualizó mas claramente el esfuerzo realizado por los militares para señalar el camino que debía seguir la sociedad argentina, definiendo y delimitando el rol de los diversos sectores que la componían, aquello que les estaba permitido, aquello que les era prohibido. Como hemos señalado, la referencia explícita a interlocutores definidos se hizo presente en la figura de obreros, empresarios y jóvenes. La visibilización de estos como colectivos necesarios para la realización del proyecto militar se esbozó ya en los primeros comunicados e intervenciones de los representantes de la Junta Militar. A pocos días del golpe Videla, recuperando los comunicados ya difundidos argüía que la acción de los empresarios era necesaria “para nuestra independencia financiera, tecnológica y económica” mientras que señalaba a los trabajadores que “el sacrificio que demande la tarea de reorganización nacional, será soportado por todos los sectores sociales, y que durante el desarrollo del proceso y particularmente a la hora de la distribución tendremos, para defender sus derechos, la misma firmeza que hoy evidenciamos para exigir su esfuerzo”122. Y ya el comunicado nº 13 se refería específicamente a la juventud: “La Junta de Comandantes de las Fuerzas Armadas se dirige a la juventud de la Patria convocándola a participar, sin retaceos ni preconceptos en el proceso de 121
Ver AGUILA, G. Dictadura, represión… op. cit. especialmente el capítulo 8.
122
“Videla convocó al pueblo y demandó comprensión”, LC, 31/04/76, p. 6.
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reorganización que se ha iniciado. Un proceso donde se han colocado como pautas básicas de acción la plena vigencia de los valores éticos y morales que son guía y razón de la conducta de todo joven argentino que merezca el calificativo de tal”.
Esta primera apelación es significativa en la medida que podemos considerar a la juventud como un sujeto al cual se le atribuye determinado destino en el nuevo contexto y ocupando un rol por lo menos visible en la agenda militar. A ello agregaba que el: “proceso [está] signado por la autenticidad de sus principios y de los hechos que le darán la razón y fundamento, satisfaciendo así a la sed de sinceridad y franqueza que han esgrimido, reiteradamente, como aspiración primordial, todos los sectores representativos de la juventud. Un proceso donde cada joven vea abiertos todos los caminos y las metas, sin otro requisito que su capacidad y contracción al trabajo fecundo (…) Nuestra juventud de hoy será la destinataria y beneficiaria de ese mañana mejor…”
Y luego: “En beneficio de ese futuro y de la ardua tarea que hemos emprendido, las Fuerzas Armadas formulan un vibrante e irrenunciable llamado a la juventud argentina para que integrada en al comunidad nacional contribuya con entusiasmo, idealismo y desinterés a la construcción de una patria que sea orgullo de todos los hijos de esta tierra”123. Estas citas nos permiten señalar una primera reflexión, la convocatoria se extendía hacia la juventud entendiéndola como una entidad abstracta, construyendo una imagen preconcebida y disociada del resto de la sociedad. Pero la condensación de las expectativas en el término juventud no implicaba, por otra parte, la demanda hacia un sujeto colectivo ya que aquello que se reclamaba era la presencia de cada joven desde su propia individualidad a fin de que desde ese lugar compartiese el destino del PRN. En los días posteriores al golpe, si bien muchas voces castrenses se sumaron a señalar los objetivos del nuevo régimen, la voz de Videla encarnaría en esa etapa inicial un sólido y constante discurso respecto de algunos temas específicos 123
Comunicado n°13.
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asociados al PRN. De hecho fue quien más insistió -dentro del ámbito castrense al menos- en definir el rol de la juventud. En otro pasaje expresaba: “de ella [la juventud] reclamamos su fuerza creadora, sus patrióticos ideales, su sentido de responsabilidad en el claustro y el taller”124. Si en una primera instancia el comunicado convocaba a jóvenes a sumarse al proyecto del gobierno militar junto a otros actores125, también daba cuenta de una imagen despojada de cargas negativas, quien sólo había reclamado “sinceridad y franqueza” y que era la encarnación de ese futuro que se pretendía lograr, la destinataria y beneficiaria de la reformulación institucional planteada por el gobierno militar. Por otro lado también se apelaba a la juventud como fuerza creadora cuyo deber era aportar a esta nueva etapa. Así desde los primeros comunicados y las interpretaciones de Videla al respecto es posible observar que se yuxtaponían dos estereotipos claves respecto de los jóvenes, el primero en tanto futuro y heredero del PRN, el segundo en tanto generación potenciadora del cambio. Ambos estereotipos no proponían una mirada que los cuestionase en tanto sujetos de cambio, por el contrario enfatizaba en este elemento como parte de su esencia y su virtud pero vaciándola de todo contenido que pudiera plantear la crítica al orden estatuido, modificando las percepciones previas con las cuales la sociedad argentina y los jóvenes habían definido su propio rol y asignando otros valores acordes a la nueva etapa: “la contracción al trabajo, la responsabilidad en el claustro y el taller”126. La construcción de este discurso estaba estrechamente ligada a dos cuestiones. Por un lado la necesidad de generar consenso en amplios sectores sociales donde los jóvenes no estaban excluidos, por otro la de producir una juventud nueva con capacidad para ser la destinataria de la reformulación institucional propuesta. En 124
“Videla convocó al pueblo y demandó comprensión”, LC, 31/03/76, tapa y p. 2
125
Si bien nos ocupamos de analizar especialmente el lugar de los jóvenes en el discurso militar no podemos dejar de señalar que la apelación a estos junto a otros sujetos colectivos, empresarios y obreros implicó sin embargo una convocatoria diferente. Mientras que los empresarios eran considerados necesarios en el marco del PRN, a los obreros y jóvenes se les demandaba “sacrificio y esfuerzo”.
126
“Videla convocó al pueblo…”, LC, 31/03/76.
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este punto debemos considerar que la apelación a ellos no carecía de sentido, si los jóvenes habían tenido en los años previos una visibilidad cada vez mayor, si habían sido la punta de lanza del discurso político de los años previos y habían gestado formas de acción autónomas, desarticular ese vínculo entre política y juventud era una tarea que el nuevo régimen debía abordar. Para ello la dictadura pretendió construir una representación de juventud que buscaba marcar un corte con respecto a aquella de los primeros ‘70 e intentando en ese proceso modificar la cultura juvenil a fin de que se adecuase a las exigencias del contexto. Esto quiere decir que la dictadura militar implementada a partir de 1976 se propuso como la única capaz de restaurar valores y normas pero también como fundadora de nuevos sujetos127. Hacia finales del año 1976 Videla retomó su discurso respecto de los jóvenes128. En un acto de premiación a los diez jóvenes sobresalientes realizado por la Cámara Junior de Buenos Aires129, evento realizado todos los años, señalaba que 127
Respecto al carácter refundacional de las dictaduras puede consultarse además GARRETON, Antonio. “La evolución política del régimen militar chileno y los problemas en la transición a la democracia”, en O´DONNELL, Guillermo et al. (comps.), Transiciones desde un Gobierno Autoritario. América Latina. 2, Paidós, Buenos Aires, 1988. Asimismo Mara Burkart sostiene para el estudio del campo cultural en estos años que la dictadura argentina adquiere dos dimensiones, una destructiva (la desaparición, tortura y represión de aquellos considerados subversivos) y otra creadora en la medida que el gobierno militar tiende a crear un nuevo campo cultural bajo sus propias normas y valores. Esta idea es interesante en la medida que ayuda a reflexionar no sólo sobre cómo funciona la lógica represiva en aquellos años, sino cómo el gobierno militar se piensa a sí mismo como productor de valores, normas y sujetos. Ver: BURKART, Mara. “La dictadura militar y su proyecto de transformación cultural”, en CD XIº Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia, Tucumán, septiembre de 2007. 128
Siendo el director del Colegio Militar Nacional a principios de los años ’70, Videla ya se había referido a las generaciones jóvenes “en cuya mente y alma está la mejor esperanza de la nacionalidad” pero recordando que el Ejército era la institución propicia para la formación integral de las mismas: “se necesitan hombres nacidos y formados al amparo de su amor a la Patria, por el trabajo silencioso y sin ostentación (…) la vocación superior de la argentinidad, cuyas primeras manifestaciones, se despiertan, se desarrollan y se ejercitan en un organismo ejemplar: el Colegio Militar Nacional”. Citado en BADARÓ, Máximo. Militares o ciudadano: La formación de los oficiales del ejército Argentino. Buenos Aires, Prometeo, 2009, p. 78. 129
La Cámara Junior Internacional es un organismo no gubernamental existente desde 1915 que participa actualmente en el sistema de Naciones Unidas. En la Argentina la primera organización local fue fundada en 1944 a través del director de la Cámara de Comercio. Según reza la actual página web “es una red mundial de jóvenes ciudadanos activos, entre los 18 y 40 años de edad, quienes comparten la creencia que para poder crear cambios positivos, deben trabajar en conjunto para mejorar ellos mismos y el mundo que los rodea”. Ver: http://www.jciargentina.org.ar [fecha de consulta 31/01/2012]
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la juventud no era un estamento sino “un tránsito – un tránsito fecundo, plástico, creador-
hacia la madurez” con ciertos valores que les serían propios: “el
esfuerzo, el desinterés, la generosidad, el querer dar más”. Valores que, según los argumentos de Videla, debían ser encauzados en un proyecto y objetivo en pos del país, proyecto que las Fuerzas Armadas llevaban adelante: “todos estos valores esenciales [de la juventud] requieren articulación eficiente y objetivos claros. Es decir, deben insertarse a través de un proyecto concebido en función de los altos intereses de la Nación. En el proceso de reorganización nacional ese proyecto adquiere relevancia prioritaria. Las Fuerzas Armadas no están en el poder para un mero reordenamiento administrativo sino para alcanzar metas fundamentales (…) ¿qué joven argentino puede sustraerse a esta empresa común?”130
Este discurso introduce varias cuestiones que obligan a la reflexión. En principio hay una definición clara respecto de la juventud como un estado no permanente, como el tránsito hacia la edad adulta, la juventud se define no tanto por lo que es sino por lo que debiera llegar a ser. Pero al mismo tiempo es incorporada al discurso militar como presente, en ese punto es que se convoca a su esfuerzo, al sacrificio individual en función de “los altos intereses de la Nación”. En ese sentido el discurso de Videla pretendía tender puentes de conexión entre el proyecto militar -que como bien se explicitó no pretende ser un mero reordenamiento administrativo- y las expectativas individuales de los jóvenes convocándolos no en pos de un futuro de edad adulta sino desde su propia condición, connotada ahora por determinados valores considerados como la esencia del ser joven. En tercer lugar es necesario profundizar respecto de este acontecimiento y de quienes fueron las personas premiadas. Como ya hemos señalado la Cámara Junior realizaba -y realiza aún- esta premiación a los que consideraba los 10 jóvenes sobresalientes entre todas las postulaciones presentadas. La elección realizada por un jurado heterogéneo había destacado en esta ocasión a ocho varones y dos mujeres entre 29 y 40 años todos profesionales y en su mayoría 130
“Fueron proclamados los diez jóvenes sobresalientes de 1976”, LC, 2/12/76, tapa y p. 2.
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casados y con hijos. Si bien la edad no es un elemento clave ya que, como hemos insistido no es un determinante para entender cómo una sociedad concibe el ser joven -y la misma Cámara Junior Argentina entiende como jóvenes a las personas comprendidas entre 18 y 40 años-, la propia definición de juventud en tanto estado “en tránsito” no pareciera coincidir con la situación definida en la nota respecto de las personas que han sido galardonadas ya que todas son, como hemos señalado profesionales en ejercicio de sus carreras131. Si bien no fue el gobierno de facto quien definió a los ganadores, la participación de Videla en el acontecimiento, la lectura de un discurso propio permite interrogar sobre qué imágenes de jóvenes se construían en aquellos años y qué representaban los galardonados. Había un ideal de joven allí condensado, que proyectaba además un ideal de adulto en donde aquello que se destacaba era su condición de padre/madre de familia y de profesional132. Más allá de la consideración que pudiera hacerse respecto de estas personas como posibles modelos para los jóvenes argentinos, es necesario señalar una última cuestión que no es menos significativa. Varias de ellas tenían un estrecho vínculo con la dictadura. Podemos mencionar fehacientemente el caso de Guillermo Laura, abogado y urbanista que en ese entonces tenía 36 años y que fue el encargado de obras viales para la intendencia de facto del brigadier Cacciatore en la ciudad de Buenos Aires durante la última dictadura. Nicolás Bazán (h), otro de los premiados había sido designado Director Interventor del Departamento de Biología durante la gestión de Ivanissevich en 1975 y desde mediados de 1976 fue nombrado Director Interino del Instituto de Investigaciones Bioquímicas por el rector interventor. En agosto de ese año el V Cuerpo de Ejército realizó un operativo en la UNSur donde se detuvieron a docentes y estudiantes, el hecho había contado con la colaboración de las nuevas 131
A modo de ejemplo señalamos: “Carmen Batle de Albertoni, 39 años, química, casada, tres hijos; Nicolás Bazán (h.) médico e investigador científico, 34 años, casado, cuatro hijos; Héctor Borla, pintor, 39 años; Víctor Jorge Elías, economista, 39 años, casado, tres hijos…”.
132
Es interesante señalar que en el caso de las mujeres premiadas una de ellas es química mientras que la otra mujer premiada, María del Carmen Julieta Magaña de Longo era una conductora de programas infantiles en televisión.
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autoridades y Bazán había denunciado por “intensa penetración encubierta” a tres de sus colegas en su declaratoria ante la Policía Federal133, Bazán fue cesanteado de su cargo en 1981134. Aun cuando no todos colaboraron tan estrechamente con el régimen cabe señalar que cinco eran investigadores del CONICET –el propio Bazán entre ellos-, algunos además eran docentes universitarios y otros habían ejercido su profesión con cierto vínculo o auspicio de dependencias estatales135. La vinculación de algunos de estos personajes con el régimen permite pensar también en ese discurso ya citado, en la solicitud del “esfuerzo” y “sacrificio” de jóvenes reclamado por el propio Videla y el llamado a colaborar con el régimen, probablemente el prototipo de joven que debía heredar el proyecto castrense. En la visita realizada por Videla a Rosario a principios del año 1977 y ante las preguntas realizadas por los estudiantes universitarios convocados a tal fin volvía a señalar el rol que debía jugar la juventud: “es aprender para convertirse en profesionales idóneos que cubran las verdaderas necesidades de la Nación”. Pero a su vez comparó a la juventud con una planta:
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“Fueron proclamados los diez jóvenes sobresalientes de 1976”, LC, 2/12/76, tapa y p. 2.
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Tedesco señala al respecto esta cesantía lo siguiente: “A pesar de haberse eliminado el accionar de las organizaciones terroristas, y de encontrarse la UNS normalizada y en pleno funcionamiento, nuevas cesantías se produjeron a comienzos de 1981, por medidas tomadas por el Ministerio de Cultura y Educación. Ellas afectaron a los doctores Nicolás G. Bazán, Hernán Silva y el contador Oscar Sánchez, entre otros, a quienes se declaró “prescindibles” de acuerdo con la ley que definía esa figura. Curiosamente, Bazán –director del Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Bahía Blanca (INIBIBB), quien se encontraba en Estados Unidos- había sido declarado “hijo dilecto” de la provincia de Tucumán merced a su quehacer científico, por el general Domingo Bussi cuando era gobernador militar de la misma. El mismo día que se supo de su cesantía, Bazán atraía la atención mundial gracias a un cable de la agencia UPI de Richmond (Virginia, Estados Unidos) al divulgar en un congreso internacional descubrimientos sobre la epilepsia realizados por los investigadores del INIBIBB. El caso Bazán llegó al presidente de la Nación, Roberto Viola, a quien colegas, docentes y profesionales acudieron en su favor. Sin embargo, la decisión no fue revisada, y el profesional debió partir al extranjero a continuar allí su carrera científica”. TEDESCO, Marcelo: "La Universidad en los años del "Proceso", en CERNADAS DE BULNES, Mabel (dir.), Universidad Nacional del Sur, 1956-2006. Bahía Blanca, EDIUNS, 2006.
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Carlos Alberto Prato, ingeniero civil fue asesor y responsable de distintos proyectos de obras públicas en aquellos años como según señala su propio CV. www.endeic.com. [consulta realizada el 31/01/2012]. En el caso de Enrique Ricci, pianista y director de orquesta, también premiado formó parte de un disco en homenaje a Alberto Ginastera realizado en 1981 por Inter-American Musical Edition que fue auspiciado por el Ministerio de Relaciones Exteriores argentino.
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“si esta es bien regada, cuidada y protegida será una planta útil sino no será nada, a lo sumo un árbol fracasado. Este es un país que está creciendo, que siente crecer aún con dolor y la juventud es el destinatario de este proceso que tendrá que tener descendencia para poder tener trascendencia. Todo el estado está empeñado en brindar esas posibilidades, luego de un proceso de madurez que culmine con ese destinatario que es la juventud capacitada para heredar el proceso.”136
A pesar de la continuidad visible con los anteriores discursos de Videla, la metáfora aludida (para que las plantas crezcan necesitan un tutor) permite incorporar una nueva mirada, quizás una de las más hegemónicas en estos años, de jóvenes como sujetos pasivos, recipientes sin contenidos, que deben ser guiados, controlados, cuidados por otro (otro adulto) para que puedan desarrollar su potencial y cumplir el rol al que están destinados: servir al país. En este sentido si bien desde un comienzo se verifica el llamado a los jóvenes para ser parte del PRN y que incluso el propio Videla declama su incorporación a esa nueva etapa, es posible pensar que este es un llamado general y difuso. No interesa en el discurso de Videla convocar a los jóvenes para que asumiesen un rol activo en el marco de ese proceso, sino que más bien ese llamado le proponía formar parte en abstracto y/o en el futuro de ese proyecto. En esa misma reunión Videla ya señalaba que debían cumplirse tres etapas: “comprensión al curso de acción emprendida, adhesión y participación” quedando esta última relegada a un tercer lugar. Pero Videla no sólo hablaba aquí a los jóvenes de los jóvenes, sino que recurría a la premisa que fue eje de su discurso en esta primera etapa, la participación política estaba vedada. En ese sentido, la convocatoria inicial y los discursos posteriores obligan a encuadrarlas en el contexto específico del primer año de la gestión de facto. El discurso difundido entonces se construyó sobre la lógica de acuerdos que las Fuerzas Armadas habían consensuado para llevar adelante el golpe y que convergían en dos puntos, derrocar el gobierno peronista y erradicar la
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“No es momento de abrir el juego político dijo Videla”, LC, 30/03/1977 tapa y p. 7.
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subversión137. Esos primeros acuerdos, que permitieron fortalecer inicialmente la unidad de las Fuerzas Armadas y de la Junta Militar, fueron plasmados a través de los documentos iniciales y de las declaraciones militares que reproducían las Bases del PRN. Agotado el discurso en torno a la lucha contra la subversión aquello que se verificó a poco más de un año del golpe fue la diferencia al interior del núcleo militar respecto de las proyecciones del régimen. Ellas abarcaban diversas temáticas pero se concentraron en torno al problema de la apertura política138. En ese sentido si en los documentos iniciales se referenciaba la necesidad de incorporar a la agenda militar a los jóvenes, sin delinear un espacio o rol definido; avanzar más allá de ello implicaba torcer los discursos generales respecto de los objetivos y proyecciones del régimen hacia posiciones parciales de alguna de las fuerzas o parte de ella. Así el discurso en torno a la juventud y el rol de los jóvenes adquirió a partir de entonces otras connotaciones que excedía a la temática y marcaban las fricciones de las Fuerzas Armadas. A partir de 1977 Videla abrió su agenda al “diálogo” con los jóvenes del país. Si a principios de año había aclarado a los estudiantes rosarinos que la participación política estaba lejos y su rol era educarse en favor del país, a mediados de año señaló a estudiantes y obreros de Corrientes que hablar de descendencia del proceso no significaba “crear el partido de las Fuerzas Armadas” sino admitir a la juventud como heredera: “no estamos llamándola demagógicamente, la estamos exhortando a prepararse con responsabilidad para ese futuro”139. Con la misma tesitura moderada se refirió a ella en los años siguientes, pero incorporando reuniones planificadas, de “diálogo” con los jóvenes como representantes de un
137
Ver CANELO, P. El Proceso en su laberinto… op. cit., cap. 1 y 2. También puede consultarse al respecto NOVARO, M. y V. PALERMO. La dictadura militar 1976/1983. op. cit.
138
Los primeros meses de 1977 mostraron la necesidad de cambios en los objetivos del régimen. Paula Canelo señala en esa línea las difusas expresiones de Videla en torno a la apertura del diálogo y las manifestaciones públicas del régimen del fin de la etapa militar en la erradicación de la subversión (aunque la amenaza subversiva seguía latente pero tenía ahora otros modos de manifestarse). CANELO, P. El proceso en su laberinto… op. cit., p. 52-54
139
“Ante estudiantes y obreros habló Videla en Corrientes”, LC, 16/07/77, p.3.
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sector de la sociedad. En una de ellas explicitó el motivo de dicha reunión: “Ya conocen cual es el objeto de la invitación, perseguimos tomar contacto a través de estos almuerzos con sectores de la comunidad. En este caso con un conjunto de jóvenes pampeanos que no representan más que eso: ser jóvenes de una provincia”, su preocupación era saber qué pensaban los jóvenes pampeanos “qué piensa la juventud, no la juventud chiquilina sino el joven con mayúscula, con responsabilidad, el que no ha terminado aún su etapa de formación profesional pero ha avanzado en la vida…”140. En todas esas ocasiones los jóvenes estuvieron no sólo en las alocuciones sino presentes, refrendando el discurso militar y aun cuando podamos comprender esa presencia como estrategia propiciada desde el régimen; los convocados asistían a esos actos, saludaban a los representantes del gobierno de facto o inclusive les interrogaban sobre el futuro del país y más allá de que no podamos mensurar cuánto de esa participación significó un claro consenso a la dictadura141, lo cierto es que permitió visibilizar cierta legitimidad del régimen en su vínculo con los jóvenes. Ninguno de los discursos y encuentros señalados explicitó tan claramente la relación entre el régimen y los jóvenes como los acontecimientos vinculados al Mundial de fútbol de 1978. Fueron más de mil quinientos estudiantes secundarios aquellos convocados para realizar la coreografía milimétricamente orquestada para la apertura realizada en la cancha de River142 y en el primer partido jugado en Rosario participaron casi 700 jóvenes que integraban bandas musicales de localidades del sur de la provincia; de la propia ciudad, la prensa señalaba la presencia de la banda del Centro Educativo Latinoamericano y la Banda Juvenil 140
“Jóvenes pampeanos almorzaron con Videla”, LC, 23/08/79 p. 2.
141
Ver: LVOVICH, Daniel. “Dictadura y consenso. Qué podemos saber?”, en: Revista Puentes, n°17, año 6, 2006. Del mismo autor: “Actitudes soci ales y dictaduras: las historiografías española y argentina en perspectiva comparada”, Páginas, n°1, mayo – agosto de 2008, pp. 29-49. Disponible online: web.rosario-conicet.gov.ar/ojs/index.php/RevPaginas/ [última consulta: 12-03-2010] 142
Según revista Gente fueron estudiantes secundarios de colegios públicos y privados de la ciudad de Buenos Aires y gran Buenos Aires que practicaron la coreografía desde octubre del año anterior. Revista Gente n°671, 1/06/78, p. 19.
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Municipal143. El logo oficial, a su vez, era el Mundialito, el dibujo de un varón joven/aniñado, mezcla de gaucho y futbolista realizado por la empresa García Ferré. El Mundial puede ser leído en una multiplicidad de sentidos pero sin dudas tuvo cierto “aire” juvenil y forma parte de los recuerdos colectivos de toda una generación de jóvenes. Luego de cada partido ganado por la selección argentina, las calles se poblaban de jóvenes festejando. Un entrevistado recuerda los festejos de aquellos años: “estábamos en la calle (…) en la peatonal Córdoba subidos en los semáforos de Corrientes y Córdoba con todo y en el Monumento en una expresión masiva, estee, en la escuela, en los bares de la escuela de todo alrededor del Politécnico (…) recuerdo haber estado con mis compañeros siendo parte de toda esa fiesta del Mundial”144. Asimismo esta presencia se plasmó claramente en el discurso de la prensa de aquellos años y se hizo visible al conjunto de la sociedad generando nuevas formas de representación de juventud, siendo este quizás su aspecto más significativo145. Finalizado el Mundial no fueron precisamente los discursos de Videla aquello que llamó la atención de la prensa sino las actitudes de “centenares” de estudiantes que reclamaron ante la Casa de Gobierno su presencia146. Los medios señalaban que la mañana posterior a que la selección 143
“Una brillante ceremonia dio marco a la inauguración del estadio rosarino”, LC, 3/06/78, tapa y p. 20 y 21. 144
Gustavo B. Ingresó al Instituto Politécnico en 1977 y culminó sus estudios hacia finales de la dictadura. Desde los 15 años fue militante de la FJC. En 1982 inició sus estudios universitarios y ya en democracia fue presidente de centro de estudiantes de la Facultad de Humanidades y Artes. Entrevista realizada en abril de 2011. 145
La prensa -al menos en Rosario- fue aquella que más incidió en la construcción de representaciones negativas respecto de los jóvenes en los dos primeros años de la dictadura, marcando además el ritmo de cierto sentido común o acuerdo social respecto de estos como parte de la sociedad. Sin embargo estas representaciones fueron cambiando luego del Mundial. Respecto del rol de los medios locales en dictadura: LUCIANI, Laura. Entre el consenso…, op. cit.
146
Según señalan Palermo y Novaro estas manifestaciones juveniles fueron “poco espontáneas y menos trascendentes”. Si bien los autores no explicitan de dónde extraen tales apreciaciones, considero que una relectura de los medios en aquellos días permiten admitir la visibilidad que los medios otorgaron a los festejos juveniles en ese contexto. Respecto de cuan espontáneas fueron esas manifestaciones, no tenemos elementos que permitan ponderar tal aseveración. Ver NOVARO, M. y V. PALERMO. La dictadura militar… p. 234.
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argentina ganase la copa Mundial, Videla salió a recibir a unos 3000 estudiantes que: “reclamaran su presencia a gritos, llegando hasta a provocarlo (…) al clamor de Si no sale es un holandés”. Por la tarde: “Un número aún mayor de jóvenes estudiantes, estimados en no menos de cinco mil, sitió afectuosamente por segunda vez la Casa de Gobierno, exigiendo bullangueramente y con insistencia, voceando rítmicamente estribillos tales como “Y dale, dale flaco…”, “Videla Corazón”, “Si no sale es un holandés”, o sencillamente “Videla…Videla”. Cinco minutos después de las 16 Videla satisfizo el reclamo popular (…) Una espontánea ovación recibió el presidente que la agradeció con amplios gestos y aplaudiendo a su vez a la multitud”147.
La revista Gente graficó ese encuentro con una foto a página doble. El copete señalaba: “Puerta de la casa Rosada. Miles de estudiantes secundarios celebran con cánticos y banderas la victoria en el Mundial. El presidente Videla se acerca, se mezcla con ellos, dialoga, francamente y sin protocolo. Se habla, claro, de fútbol. Pero ese diálogo tiene mucho que ver con un nuevo país”148. Ese vínculo gestado al calor de la festividad pública, si bien efímero señaló un punto de encuentro entre los discursos legitimadores de la Junta Militar de los primeros años y los jóvenes a quien ella se dirigía. Aunque Videla no fue el único miembro de alguna de las Juntas Militares “vitoreado” públicamente149, la presencia exclusiva de jóvenes – o la percepción de ellos que da cuenta la prensa- frente a la Casa Rosada no deja de ser elocuente. Este encuentro, sin embargo, no volvió a repetirse en los años subsiguientes, quizás porque el Mundial abrió una efímera etapa de confluencia entre régimen y sociedad, pero sin negar por ello la crisis que 147
“Videla con estudiantes”, LC, 27/06/78, tapa.
148
Revista Gente n° 675, 29/06/78.
149
Carlos R. quien fue a la cancha a ver el partido Perú-Argentina aquí en Rosario recuerda: “Estuvo Videla en el estadio, yo era muy chico, y recuerdo como lo aplaudía la gente. Ehh que fue la primera vez que yo veía a un presidente en un lugar, de facto o democrático, en un lugar donde estaba yo y bueno fue en un estadio lleno, era el Mundial y bueno ganamos y la gente lo vitoreaba, que sé yo”. Carlos R. Fue estudiante del colegio Nacional 1 durante los años de dictadura y en 1979 participó del operativo Argentinos! Marchemos hacia las fronteras. Entrevista realizada en octubre de 2011. Por su parte Gustavo B. consideraba los festejos del Mundial como parte de “necesidad de expresión” frente al “ahogo y con lo que solapadamente se estaba viviendo y con lo que estaba sucediendo que por algún lado busca expresión”.
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se gestaba y los diversos modos en que al interior de las fuerzas Armadas se buscaba canalizar ese apoyo. El Almirante Emilio Massera también había dado cuenta de su particular mirada sobre los jóvenes y el lugar que el PRN les otorgaba. A fines de 1977 y en ocasión de recibir el título honoris causa en la universidad del Salvador planteaba que “la mayoría [de los jóvenes], no saben cómo hacer para volcar su imaginación, su aptitud para el sacrificio, no saben cómo canalizar su entrega a la República porque la estructura de la República está más preparada para rechazarlos que para incorporarlos”150. Para mediados de 1978 había aumentado la apuesta: “madurada en el dolor, la juventud de mi país no necesita palabras, necesita acción. Tiene dos urgencias, la urgencia natural de los jóvenes que están signados por la impaciencia creadora y la urgencia de los que saben el valor del tiempo, que se escurre entre los dedos del quietismo”. Esa acción estaba asociada a un fin común que había hecho desaparecer “las tradicionales distancias entre generaciones” e implicaba “defender a esta Argentina” de las agresiones sufridas, en donde aquello que debía primar era “el orden moral” 151. La asociación positiva y el llamado de Massera a los jóvenes no deben deslindarse de sus propias intenciones respecto de construir una plataforma política para su propia candidatura, marcando las diferencias con las gestiones de Videla primero y Viola después152. Por su parte si Viola también había realizado sus primeras intervenciones referidas a la temática a fines de 1977153, no fue sino hasta el recambio de la Junta Militar 150
“La educación es prioridad”, LC, 23/11/77, tapa. Sobre los vínculos de Massera con la Universidad del Salvador y especialmente con el entonces rector José Francisco Piñón quien había pertenecido a Guardia de Hierro puede consultarse: CUCHETTI, Humberto. Combatientes de Perón, op. cit., p. 226 y ss.
151
“El Almirante Massera habló a la juventud”, 31/07/78, p. 5.
152
CANELO, P. El proceso en su laberinto… op. cit., p. 78 y ss.
153
Viola decía: “Dirigirse a la juventud es pensar en el futuro. Cuando en estos días difíciles que vive la patria pensamos en ella la concebimos sólidamente, asociado a una argentina moderna, pujante, solidaria, donde la paz y la justicia sea el contexto en que las nuevas generaciones desenvuelven sus capacidades y donde serán un triste recuerdo los desencuentros, la violencia y la confusión que durante años conmovieron a la argentina.” “Viola: La juventud debe sentirse protagonista”, LC, 08/10/77, Tapa.
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cuando las percepciones en torno a la juventud comenzaron a dar cuenta de ciertos matices. Los años 1980 y 1981 marcaron no sólo esa instancia nueva que se abría paso lentamente sino su traducción en cambios político-institucionales que llevaron a Viola a erigirse como presidente de facto y que generaron un recambio de autoridades en todos los niveles gubernamentales. En consonancia con este nuevo clima en el cual se avizoraba laxitud en las medidas restrictivas, de apertura y movilización social, se volvía a señalar el rol que cumpliría la juventud en este proceso. Meses antes de asumir su cargo, Viola ya planteaba en una entrevista la importancia de la juventud para esta nueva etapa del PRN señalando que “mantendremos un interés especial durante todo el desarrollo del proceso y buscaremos la participación de ella, fundamentalmente a efectos de capacitarla para que esté en condiciones de tomar la conducción de los distintos sectores en el momento que sea oportuno”154. Ello sería refrendado por Viola como presidente de facto en la asunción el 29 de marzo de 1981 y en subsiguientes discursos pronunciados en ese año155, también en acciones. Según Pablo Vila una de las instancias de acercamiento a los jóvenes implicó el proyecto de creación de un Ministerio de Juventud que fracasó mucho antes de lo esperado156 así como el acercamiento de las figuras más conocidas del rock a través de Ricardo Olivera un operador cercano al ámbito castrense y al rock157. Los discursos y acciones de Viola respecto de la participación juvenil buscaban contrarrestar aquellos discursos emitidos desde la Armada: a fines de 1980 y en
154
“Los lineamientos de su gobierno trazó Viola”, LC, 21/11/81, tapa y p. 11.
155
Para el día del estudiante Viola señalaba que el cambio procurado por las Fuerzas Armadas sería “tarea de nosotros -sin paternalismos pero también sin rehuir responsabilidades-” aunque luego agregaba: “pero completarlo, culminarlo requiere ya el hacer del conjunto de jóvenes y mayores.” “Mensaje del presidente a la juventud”, LC, 22/09/81, Tapa y p. 20.
156
VILA, P. “Rock nacional…”, op. cit, p. 100, también ver: BERTI, Eduardo. Rockología: documentos del 80, Galerna, Bs. As., 2012, p. 91. Sobre el rock en estos años volveremos más adelante. 157
PUJOL, S. Rock y dictadura. op. cit., p. 186 y s.s.
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una nueva premiación de la Cámara Junior158 Lambruschini advertía la imposibilidad de negar la presencia de la juventud como actor social insistiendo que debía aportar al proceso “su cuota de sana impaciencia, de fecundo inconformismo, el acicate de su beneficiosa sed de pureza, el estímulo de su rechazo a la injusticia y la mediocridad” renovando nuevamente el esencialismo de la condición juvenil. Asimismo señalaba que su deber era no “caer en fórmulas disgregadoras, sin caer por ello en la mediocre complacencia” y culminaba diciendo: “tenemos la impresión de que esas grandes consignas o ideas fuerza han comenzado a hacerse carne en la juventud argentina, que sin pueril halago podemos calificar hoy como uno de los sectores de la Nación que permite abrigar mayores esperanzas de un futuro grande y cierto (…) Poco a poco se están ensamblando sus necesarias disconformidades con un ánimo y dirección constructivos. Es una realidad ya la conciliación de sus naturales inclinaciones a la alegría o la diversión con un clima moral y normas de comportamiento ético que casi no tienen igual en el mundo”159
En ese nuevo contexto se llamaba a la juventud a participar del PRN, pero ese llamado no era una convocatoria difusa, abstracta tal como lo planteásemos al señalar las realizadas por las primeras intervenciones de Videla, sino que vemos aquí una apelación a la participación juvenil en diversos ámbitos y desde diversos lugares. En este sentido, los matices respecto del discurso anterior no refirieron a las definiciones de juventud, donde en general se mantendrían algunos esquemas básicos, como por ejemplo concebirla como futuro o portadora de valores propios. Pero era respecto del rol que esta juventud cumpliría en el nuevo contexto imperante aquello en que las diferencias eran marcadas. Viola y Lambruschini llamaron a los jóvenes a participar del PRN y no era simplemente una convocatoria abstracta, que pretendiese la comprensión o la adhesión, se buscaba generar y traccionar un rol activo -al menos en parte- de los jóvenes. 158
En esta ocasión entre los premiados se encontraban Jaques Bedel, Máximo Bomchil, Jorge Alterini, Ivana Madruga, Santiago Gilotaux, Hugo Lamonica.
159
“La juventud tiene un concreto papel”, LC, 11/12/80, Tapa.
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Ese planteo generado a partir de la asunción de la segunda Junta Militar160 no sólo quedó en palabras. A tono con esta propuesta y en el marco del recambio de funcionarios municipales, se realizó en Rosario hacia fines de 1979 un ciclo de preparación para la administración pública destinado especialmente a los jóvenes y propiciados desde el gobierno municipal. Si bien dicho ciclo no implicó un recambio generacional en el gabinete municipal, propició la participación de jóvenes en el curso potenciado desde el gobierno de facto local161. Cabe preguntarnos entonces respecto a este giro en torno al lugar que debían ocupar los jóvenes en la dictadura. La primera posibilidad, y la más simple es que iniciada una nueva fase dentro del marco de la dictadura que pretendía flexibilizar el diálogo con diversos sectores de la sociedad civil instándolos a ser parte activa en ese proceso, la convocatoria a la participación de estos sería una extensión de esa propuesta original. Otra sugestiva propuesta nos convoca a reflexionar en forma articulada el proyecto militar (plasmado especialmente en los primeros años de dictadura y definidos en el PRN), la represión sistemática sobre la llamada “subversión” en esos primeros años, el disciplinamiento y ordenamiento social junto con los recambios generacionales propios de cada sociedad. Para inicios de la década del 80 el interlocutor joven del discurso militar no era necesariamente el mismo de 1976. Habían pasado cinco años y no en vano de desaparición, tortura, muerte, pero también cinco años de intentos de reordenamiento político, social, económico, cultural y administrativo que modificó la vida cotidiana argentina. Si originalmente hemos planteado que en esa refundación de la sociedad señalada como objetivo del PRN se pretendió también crear un sujeto joven nuevo, y
160
La segunda Junta Militar incluía además la figura del Brigadier Omar Graffigna. Sus discursos en torno a los jóvenes se difundieron especialmente en el marco de creación del Liceo Aeronáutico de Funes. Sobre el tema nos referiremos en otro capítulo.
161
“Los jóvenes aprenderán a conducir nuestra administración municipal”, LT 2/11/1979, p. 10. Días después la Dirección General de Vecinales y Acción Social informaba que colaboraba con ella un grupo de jóvenes voluntarios cuya actividad estaba dirigida a realizar actividades recreativas en gerontocomios. “Un grupo de jóvenes ayuda al municipio”, LT 5/11/1979, p. 10. En julio de 1981 el gobernador. de facto contraalmirante Rodolfo Luchetta también llamaba a los jóvenes para que “se sumen a esta etapa con la fuerza de sus opiniones, aportando con su presencia e imaginación creadora el potencial que revitaliza el accionar del estado”, ver: “Luchetta dirigió un mensaje por el 9 de Julio”, LC, 08/07/81, tapa.
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habiendo ya pasado al menos una generación por las aulas de la escuelas medias, es posible pensar que para quienes ocupaban los altos cargos de las esferas gubernamentales en dictadura ese trabajo de modelación del joven a imagen y semejanza del PRN ya estaba realizado y la convocatoria a participar no se hace a aquellos “viejos” jóvenes sino a estos que se han desarrollado al albor de la dictadura, esa nueva juventud añorada. Una última cuestión debe ser reseñada. Aún cuando las diversas Juntas Militares se preocuparon por definir y delimitar el rol de la juventud en esta etapa de la historia argentina, debe señalarse que en ninguno de los documentos relevados ni en los discursos de los representantes de las Juntas Militares es posible identificar un discurso estigmatizante respecto de los jóvenes y poco frecuentes aquellos donde se referenciaba a la “subversión” como una cuestión vinculada a lo juvenil. Por el contrario la exaltación de los mismos es moneda frecuente y las críticas son más bien a aquellos agentes “externos” a los propios jóvenes del país que según sus propias concepciones pretendían introducirlos en la subversión. Así la mirada sobre los jóvenes no sólo será condescendiente, paternalista y benigna sino que se trasluce además la apelación a una juventud blanca -para usar la metáfora de Cecilia Braslavsky162- símbolo de futuro, esfuerzo y trabajo. Pero la producción de esta nueva juventud gestada desde el seno de la dictadura implicó que más allá de los matices discursivos, de los modos en que se la definiera, en el imaginario se imponía un tipo de juventud específica negando las posibles variantes de experiencias juveniles, y caracterizada en al menos cuatro puntos principales: andrógina, de clase media y estudiante, heterosexual, caracterización que de
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Como señala Cecilia Braslavsky existe la tendencia a representar a los jóvenes como “un conjunto monocromático”: La juventud gris portadora de todos los males, la juventud dorada que identifica a los jóvenes como privilegiados que disfrutan del ocio de ausencia de responsabilidades; la juventud blanca que representa a los jóvenes como sujetos puros que vienen a salvar la humanidad. Ver: BRASLAVSKY, Cecilia, La Juventud argentina: informe de situación, CEAL, Bs. As., 1986, p.13.
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todos modos no era exclusiva de este período y que Luisa Passerini condiciona para la segunda mitad del siglo XX163. Según con el cristal con que se mire, la juventud y otras miradas desde el gobierno de facto Hasta el momento nos hemos dedicado a analizar el lugar y la relevancia otorgada a la juventud por las diversas Juntas Militares en el contexto de dictadura. Como hemos señalado la mirada hacia ella generada desde allí adquiría connotaciones positivas donde ser joven podía significar muchas cosas aunque nunca se lo connotara de elementos estigmatizantes, cuestión que como veremos en los siguientes capítulos era más que frecuente por aquellos años. Sin embargo es necesario señalar que aún cuando hablamos del discurso de las Juntas y sus voceros en esta línea, no estamos con ello haciendo referencia al conjunto de militares y civiles que ocuparon cargos como funcionarios de la dictadura, porque si algo puede observarse es que más allá del objetivo común de crear un nuevo orden, los discursos fueron claramente heterogéneos al interior de las Fuerzas Armadas y sus colaboradores, entre ellos los que dedicaban a reflexionar también sobre los jóvenes. En ese sentido es necesario ponderar cuáles fueron esas otras miradas que se construyeron desde distintos niveles del gobierno de facto para poder generar un mapa más definido respecto de cómo se creaban, articulaban y fluían esas representaciones en torno a la juventud en el contexto de dictadura. En este sentido no nos detendremos en la totalidad de discursos, sería además de imposible, excesivo, pero sí nos preocuparemos por delimitar aquellos que más frecuentemente se hicieron presente a través de los medios de comunicación y los que provenían de las esferas cuya vinculación con los jóvenes, o algún sector de ellos era mas evidente, como por ejemplo el Ministerio de Cultura y Educación164. 163
PASSERINI, L. “La juventud como metáfora del cambio social, op. cit. Sin embargo en esta coyuntura se vuelve prioritario reflexionar sobre el carácter masculino de lo juvenil en el discurso militar, cuestión que excede al análisis planteado y que retomaremos en otro capítulo.
164
En este apartado señalaremos algunos de los discursos más frecuentes de jefes de fuerzas policiales, interventores, funcionarios que tuvieron repercusión nacional, sin embargo para un
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Las alocuciones proferidas desde espacios tan diversos sin duda no constituyen un bloque de opiniones, supuestos y significaciones único, sin embargo subyace en ellos una matriz de significaciones que permiten dar cuenta de vínculos comunes. En este sentido y más allá de los contenidos que quisiera imprimirse a la juventud, es posible observar que muchos de estos discursos giraban en torno a la temática pero en estrecha relación con otras cuestiones de las cuales parecieran no poder escindirlas, el rol de la familia, el rol de la educación, y la vinculación con la subversión especialmente, ello nos permite cohesionarlos en este apartado mostrando sus matices. En los primeros años de la dictadura, (aquellos en los cuales la represión fue una constante y el ordenamiento de la sociedad una premisa básica, quienes fueron funcionarios civiles o militares del régimen construían una imagen de juventud que discurría por diversos carriles. Es probable que las alocuciones sobre juventud vertidas desde la cartera del Ministerio de Educación y Cultura fueran las más cercanas a aquellas que emanaron desde las Juntas Militares, expresando una clara continuidad respecto de algunos de los tópicos ya señalados. En julio de 1976, en el marco de la conmemoración de la independencia, el ministro de Educación y Cultura de la Nación, Ricardo Bruera dirigía su primer mensaje a la juventud en el cual acordaba respecto del protagonismo que los jóvenes debían
lector atento no pasará desapercibido el hecho de que son escasas las referencias a discursos de quienes fueran los interventores provincial, municipal ni de quien ocupara la cartera de educación en Santa Fe. Cabe señalar que a lo largo de los años de dictadura quienes ocuparon de facto esos espacios se dedicaron en ocasiones a reseñar aspectos vinculados a la administración pública, problemas de la ciudad y/o provincia, etc. pero fueron menos frecuentes, y en algunos casos completamente ausentes, las preocupaciones por temas más generales y en ese sentido las referencias a la juventud como problemática fueron casi nulas. En general es posible observar que los lineamientos mas generales del PRN no eran profundizados por quienes ocuparan esos cargos, mas bien eran tomados como premisas básicas sobre las cuáles se realizaban las gestiones y políticas pertinentes. El gobernador de facto de la provincia de Santa Fe, Aníbal Desimone lo definía de este modo: “Ellos, niños y jóvenes, futuro de grandeza de esta tierra que los vio nacer, deben ser motivo de permanente atención del gobernante. Es el tema fundamental, juntamente (sic) con la salud de la población sobre las cuales el accionar del gobierno y la comunidad debe ser intenso, continuo e irrenunciable”. “Inauguróse el Congreso Provincial de Educación Católica en Santa Fe”, LC, 01/09/78, p. 35. En ese sentido mas que reseñar y analizar discursos de quienes ocuparan el gobierno de facto en la esfera local, es necesario priorizar el estudio respecto de las políticas llevadas adelante en estos ámbitos que no sólo acompañaban el discurso emanado desde las cúpulas militares sino que además lo ponían de manifiesto en la práctica. Sobre dichas políticas nos detendremos en otros capítulos.
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tener en este proceso manifestando a su vez que “no es la destrucción de las instituciones ni el rechazo de los valores y tradiciones nacionales el camino por el cual la juventud podrá asumir, vitalmente, el desafío de la transformación de la situación actual”165. Asimismo en el festejo del día del estudiante vuelve a emitir un mensaje para la juventud exaltando nuevamente su lugar en el PRN: “Queremos que la juventud de hoy (…) pueda transformar el hecho concreto de su unidad biológica en una comunidad ideológica (…) Porque esta juventud ha enriquecido su experiencia a través de este duro proceso que le ha tocado protagonizar; porque ha sabido, por un lado, sobrevivir a tantas discrepancias y a tantos problemas emergentes de la situación real del país que han entorpecido su concreta realización como tal. Ha sabido evitar la compulsión de la subversión, manteniéndose firme en su estilo, pese a tantas alteraciones con que se la pretendió separar de su forma de vida y de su trabajo específico”166.
En la misma línea que el discurso anterior, en el acto de asunción de Riccomi como interventor de la Universidad Nacional de Rosario, el Secretario de Educación de la Nación, contralmirante Carranza, planteaba que la universidad debía ajustarse al reclamo de la sociedad de consolidar “el alto nivel académico, el rigor científico y la honestidad intelectual” siendo estas un “elemento disuasivo de sendas erradas de la juventud para que la juventud se encuentre en el camino constructivo y creativo que la aliente”167. Pero las expresiones difundidas desde este Ministerio no sólo se adentraron en definir el rol de la juventud en el PRN, también se ocuparon de señalar el lugar que la familia debía tener en el proceso formativo de la juventud. En el inicio del ciclo lectivo 1977 Bruera planteaba:
165
“Mensaje a la juventud dirigió el profesor Bruera”, LC, 09/07/76. Bruera había sido durante el onganiato asesor del ministerio de Educación nacional y Ministro de educación de la provincia de Santa fe, había defendido además la reforma educativa de 1968. Según Laura Rodriguez su nombre fue sugerido por la Armada. Respecto de las líneas más importantes de su gestión puede consultarse: RODRIGUEZ, L. G. Católicos, nacionalistas…, op. cit., p. 29 y ss. 166
“El ministro Bruera habló a la juventud”, LC, 22/09/76.
167
“Asumió en la UNR el Doctor Riccomi”, LC, 12/08/76, tapa y p. 7.
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“Fue ciertamente el negativo impacto de falsas opciones psicologizantes y sociologizantes con las que nos indujeron a la quiebra de todas las responsabilidades de la autoridad paterna, el desprestigio de la institución familiar, la negación del ejercicio válido y honesto del poder adulto para arquitecturar orgánicamente el juego generacional (…) La escuela no puede suplantar las obligaciones propias de los padres. La escuela ciertamente coopera con ellos pero de ninguna manera puede sustituirlos. La familia es la principal educadora y es por ello que sin integración familiar no hay sistema educativo capaz de sostener la pervivencia de una comunidad nacional”168.
Bruera no fue el único en detallar la función que debía cumplir la familia. Ya a inicios de la dictadura y unos días después de la convocatoria que realizara Videla a los jóvenes, el interventor de Mendoza, Coronel Tamer Yapur emitió un documento que fue difundido por los medios nacionales y locales. En él se señalaba que ante las gestiones realizadas por los padres de aquellos detenidos por estar involucrados en la subversión, la intervención militar no podía hacer nada, ya era tarde. Sin embargo podía hacerse algo por la mayoría de la juventud: “Aún estamos a tiempo para que los padres controlemos la actividad de nuestros hijos, mantengamos una mayor comunicación con la juventud, volvamos a reunirnos en la mesa familiar, sepamos quienes son sus amistades y vivamos permanentemente atentos a las acechanzas a que se ven enfrentados en la vida diaria”. Expresaba además la necesidad de resguardar a la familia “de las ideologías extrañas al sentir nacional, que van corroyendo el corazón de los jóvenes cuando estos no encuentran en sus progenitores la guía espiritual y la respuesta válida a sus inquietudes legítimas”169. A partir de las citas reseñadas algunas reflexiones son necesarias. En primer lugar y como ya hemos advertido, desde el discurso de Bruera y los funcionarios de este ministerio se explicita una clara coincidencia con las definiciones de juventud expresadas por la Junta Militar donde se pondera su rol como futuro y como beneficiario del PRN pero también desde su cualidad transformadora que le 168
“Inauguró Bruera el período lectivo”, LC, 08/03/77, Tapa y p. 6
169
“Invita a controlar a los hijos jóvenes el Coronel Yapur”, LC, 07/04/1976, p. 3.
80
permitía ser parte en el presente de ese proceso. En segundo lugar la relevancia que adquiere la familia tanto en la concepción de sociedad expresada desde el PRN como respecto a la educación de los jóvenes170. Si bien el énfasis por señalar su rol respecto de los jóvenes podría inducirnos a pensar que el gobierno de facto se planteaba volcar responsabilidades hacia el ámbito de lo privado, la preocupación por demarcar a los padres cuáles deben ser las acciones cotidianas a realizar, la vigilancia y control sobre los hijos, señalan mas bien lo contrario. En dictadura redefinir el rol de la familia implicaba no tanto un repliegue sobre lo privado sino mas bien una intromisión de lo público sobre este, donde los padres especialmente las madres- se constituían en una pieza clave para el disciplinamiento social de jóvenes. Como señala Judith Filc: “La descripción de la Argentina como un conjunto de familias aisladas que permanecían en sus hogares a salvo de la penetración contribuyó a producir la ilusión de una privacidad posible y fomentó la pasividad (…) Al mismo tiempo, sin embargo, el hogar aparecía junto con los espacios públicos, como vulnerable a la penetración”171. Argiroffo incorpora al análisis anterior el rol jugado por la madre: “El disciplinamiento de la sociedad tuvo una clara política de género. Se resignifica la figura de la madre como herramienta de control social. Para instaurar una pedagogía del miedo se establece una coacción sobre los cuerpos de las mujeres, a través de la vigilancia y la sanción sobre ellas, y por intermedio de ellas, sobre los miembros de sus familias. Hay una reafirmación de los roles patriarcales tradicionales de género al interior de las familias (…) En este disciplinamiento social, las mujeres, como madres y esposas, tuvieron un lugar central. En la idea de la familia como célula base de la sociedad y pieza clave del proyecto político, la mujer al interior de la misma es depositaria de la
170
En la misma línea puede reseñarse el discurso del Ministro de Educación Juan José Catalán a inicios del ciclo lectivo de 1978. Planteaba que “los padres, son en verdad el principal agente de la educación y tienen el derecho y el deber de satisfacer plenamente lo que sus hijos y la sociedad esperan de ellos”. “La libertad de una nación comienza a germinar en la escuela, dijo Catalán”, LC 14/03/78, tapa y p. 3. 171
FILC, Judith. Entre el parentesco y la política. Familia y dictadura, 1976-1983. Biblos, Bs. As. 1997, p. 43.
81
responsabilidad de la transmisión de valores culturales, es en este ámbito donde tiene lugar la socialización, y esta es tarea casi exclusiva de las mujeres.”172
Asimismo cabe señalar que el énfasis puesto tanto en la familia como en las instituciones con las cuales suele asociarse al joven, especialmente las educativas, dan cuenta de una juventud que era construida generalmente desde un lugar pasivo. Ya sea que se hablase de su potencial creativo, en tanto futuro, o como sujetos a los cuales el peligro los acechaba, lo cierto es que no se concebía a los jóvenes como sujetos de acción, reflexión o con poder de toma de decisiones. Era la familia, la escuela, la universidad, lugares que debían contenerlos, resguardarlos, defenderlos de algo que siempre era ajeno a su existencia y supuesta esencia. Un último análisis es necesario. Aun cuando no se hable de la juventud con connotaciones explícitamente negativas es posible encontrar ya en las citas reseñadas los primeros indicios de una asociación entre juventud, peligro y subversión. En el caso del mensaje emitido por el interventor mendocino esta asociación
adquiere
una
significación
mayor
que
en
otros
emisarios,
especialmente al hacer referencia a detenidos por delitos de subversión por los cuales, según sus palabras, los padres ya nada podían hacer. Cabe señalar que esta asociación entre juventud y subversión fue difundida desde diversos lugares donde la prensa sin duda ocupó un rol relevante. Pero no fue sólo la única que insistió en ello, en ocasiones el discurso emanado desde representantes de las Fuerzas Armadas enfatizaba esta cuestión. Es común entonces encontrar ocasiones en las cuales se recordaba que la subversión era un peligro que acechaba a la sociedad y especialmente a los jóvenes, o en otras 172
ARGIROFFO, Beatriz. “Cuerpos dóciles/ Orden garantizado. Sometimiento y disciplinamiento de las mujeres en la dictadura Argentina (1976/1983”, en Revista Zona Franca, Año XVI, n°17, 2008. En esa línea puede considerarse una publicidad realizada por el Consejo Publicitario Argentino de 1978 donde se comparaban los roles de madre y maestra. Allí se señalaba a la maestra como la segunda madre que “necesita todo el apoyo de las verdaderas madres. Ella sola no puede hacer milagros”, de la madre se expresaba “La que enseña a caminar. A hablar. A pensar. A los 6 años la madre debe mandar los chicos a la escuela (…) La escuela y la maestra necesitan su apoyo. Esperar todo de la maestra y el Estado es negar su responsabilidad de madre.” Publicidad, LC, 22/03/78, p. 9. El subrayado es mío.
82
ocasiones se insistía en la condición de joven de los subversivos. Asimismo esta ecuación entre juventud y subversión se fue transformando en un sentido común que impregnó lo cotidiano multiplicando las referencias fuera del imaginario militar de aquellos años y difundiéndose en la sociedad argentina. Un lugar significativo en la construcción de ese sentido común lo adquirieron los comunicados oficiales de operativos antisubversivos y los discursos de las autoridades de las llamadas fuerzas del orden, en donde las referencias a la llamada acción subversiva se impregnaban de un cariz joven y viceversa. En los comunicados policiales respecto de operativos la caracterización de “delincuentes subversivos jóvenes” era frecuente permitiendo construir cierto perfil de quien podía incluirse en esa categoría173. En la prensa nacional tanto como local es posible encontrar una gran cantidad de estos comunicados que construían ese perfil. Por ejemplo el diario La Opinión retomaba un comunicado del I Cuerpo donde se mencionaba que en un allanamiento realizado en barrio Saavedra de Capital Federal “se descubrió un refugio extremista que contaba con instalaciones para alojar a personas secuestradas” y era habitado por “un matrimonio de jóvenes que logró escapar”174. En la prensa local se aludía a otros hechos donde la condición juvenil también era señalada: “Ayer un grupo de personas armadas, entre 8 y 10 jóvenes entre los que habían mujeres irrumpieron en los talleres de la policía ferroviaria que la Mitre tiene en Pérez y se apoderaron de armas. Los desconocidos izaron una bandera blanca con una estrella roja en el centro y arengaron a los trabajadores del lugar y arrojaron panfletos antes de escapar algunos de automóviles y otros tomaron el tren que pasa a esa hora de Casilda con rumbo a Rosario”175 .
173
Para reflexionar en torno a cómo se caracterizaba a la denominada subversión puede verse AGUILA, G. Dictadura, represión… op. cit. 174
La Opinión 31/07/76.
175
“Se llevan armamento”, La Tribuna (en adelante LT), 28/07/76.
83
La asociación realizada desde los comunicados entre la condición juvenil/ subversión permitía condensar sobre aquellos una mirada negativa que se trasladaba del discurso militar a la sociedad. Así desde los medios se alertaba a la población respecto a la necesidad de investigar la documentación de las parejas jóvenes que quisiesen alquilar un inmueble. Según José Lofiego, miembro del Servicio de Informaciones de la policía de Rosario, se enviaba a las comisarías las mismas
indicaciones:
“les
habíamos
dado
una
especie
de
formulario
mimeografiado con algunos interrogantes básicos, sobre todo movimientos sospechosos de personas que nadie los conocía en el barrio, de personas jóvenes con hijos de poca edad, hacíamos hincapié sobre todo en eso”176. Como es posible observar, en el imaginario militar de aquellos años subversión y juventud eran términos que se articulaban proponiendo un abanico de interpretaciones. En principio, aunque no todos los jóvenes eran considerados subversivos la construcción discursiva de los comunicados ayudaba a crear un ambiente de duda sobre ellos/as estigmatizándolos. Por otro lado, funcionaba como una estrategia de ‘identificación’ -al estilo lombrosiano- de quienes podían ser el enemigo permitiendo definir la lógica represiva sobre ellos. Por último, ayudaba a crear una imagen social respecto de quienes constituían la ‘subversión’, legitimándose el accionar represivo. Pero dicha asociación, que no era privativa del discurso militar, permitía no sólo asociar al joven con subversión sino impregnar de esas cosmovisiones los espacios considerados de/para jóvenes como las instituciones educativas y especialmente el ámbito universitario. Siendo este un espacio cotidiano en la vida de jóvenes, la diatriba antimarxista era moneda frecuente. Así uno de los objetivos explícitos señalados por militares e interventores civiles era erradicar la subversión de las aulas, o mejor dicho erradicar a los “ideólogos” que llevaban por el mal camino a los jóvenes. Lo planteó de este modo el General Vilas, comandante del V Cuerpo de Ejército luego de un operativo en la Universidad Nacional del Sur: 176
Citado en AGUILA, G. Dictadura, Represión y sociedad, op. cit. p. 245. Un militante señala: “los medios machacaban “son jóvenes, parecen gente normal, tienen hijos chicos... era mi foto la descripción que hacían.” citado por la misma autora, p. 246.
84
“La lucha contra la subversión en la subzona 51 se ha llevado hasta ahora contra la cabeza visible, que es el delincuente subversivo, pero no contra el ideólogo, que genera, forma y modela esta nueva clase de delincuentes. (...) Estos ideólogos, infiltrándose en todos los ambientes, envenenan a la juventud desde los claustros universitarios a las aulas secundarias y si no se desenmascara y desbarata esa máquina generadora de delincuentes, la infiltración será total”177.
En la misma línea y en el acto de su asunción como interventor de la Escuela de Psicología en marzo de 1977, Ariel Arango expresaba que la carrera había sufrido “dramáticos extravíos” pero: “ninguno tan amenazante como el que implicó en años recientes, la presencia marxista en la conducción de la institución. No fue la primera experiencia. Pero sí la mas consolidada y avasallante. El temor físico, la intimidación psicológica y la agitación permanente constituyeron la atmósfera característica de la actividad docente. En un ambiente de absoluta subversión de nuestros valores morales, el crimen fue propuesto a la juventud estudiosa como modelo de conducta política y fervor revolucionario”178.
Aun cuando hemos insistido en reconocer que a lo largo de los años de dictadura hubo modificaciones en las percepciones respecto de la juventud, no podemos dejar de mencionar que la asociación juventud/ subversión/ universidad fue aquella que mantuvo cierta constancia inclusive hasta 1981, cuando el régimen comenzaba a debilitarse y los lineamientos del PRN eran resignificados. En esa línea vale el esfuerzo citar in extenso la declaración difundida por el II Cuerpo de Ejército en la conmemoración del noveno aniversario de la muerte del Teniente General Juan Carlos Sánchez179:
177
“Bahía Blanca: descubrimiento de una red de subversivos”, LC, 05/08/76.
178
“Asumió ayer el interventor en la Escuela de Psicología, Profesor Ariel Arango”, LC, 24/03/77, p. 3.
179
El general de brigada, Juan Carlos Sánchez había sido el jefe del II Cuerpo de Ejército desde diciembre de 1970 y hasta abril de 1972 cuando muere en un atentado realizado por fuerzas conjuntas del ERP y la FAR. Fue ascendido pos mortem a teniente general y el II Cuerpo lleva desde entonces su nombre.
85
“Fue su propósito [del Tte. Sánchez] que nuestro pueblo y especialmente los jóvenes que se hallan en pleno proceso de definición de su personalidad, y que son presa fácil de esa captación marxista conozca los mecanismos utilizados por la subversión para la consecución de sus objetivos. Y ¿cuáles son esos mecanismos, procedimientos y argumentos utilizados por los personeros de la antipatria para inocular el germen del marxismo-leninismo en la conciencia de nuestros jóvenes estudiantes y obreros? (…) Todo comienza con las charlas “cara a cara” en los pasillos, en las aulas de la facultad, en los bares circundantes, para ir evolucionando hasta adquirir características “masivas”, lo que facilita la adhesión de los más retraídos al hacerlos sentir integrados a un grupo que los envalentona y motiva. Se suele explotar los sentimientos solidarios y las ansias de saberlo todo, propias de la juventud. En este accionar se destacan etapas perfectamente diferenciadas: en la primera los ideólogos utilizan los más variados argumentos, consistentes en muchos casos en reclamaciones justas, con la finalidad de lograr coincidencias con algunos estudiantes y posibilitar las primeras reuniones para el tratamiento de dichos temas. Los argumentos más utilizados suelen estar referidos a aspectos tales como: presupuesto universitario deficiente, ineficiencia del comedor universitario, aranceles universitarios, falta de libertad académica, etc. Posteriormente, muchos estudiantes de buena fe entran en el esquema y concurren a reuniones, ven que los temas estudiantiles son desplazados por otros de diversas connotaciones y comienzan a escuchar las muletillas habituales: “injusticia social”, “Gobierno universitario tripartito”, etc. Una vez lograda la adecuada captación de un número significativo de alumnos, la acción se hace directa. Consiste en presiones que ejercidas sobre las autoridades educacionales, crean un clima de agitación propicio. El proceso de captación se completa cuando el estudiante, convenientemente motivado, va saliendo de a poco de su medio cotidiano, la familia, sus amigos de siempre, se hace sectario y se convierte en un verdadero activista al servicio de las agrupaciones terroristas”180.
Que en 1981 se manifestaran documentos como el señalado requiere de un análisis. Si fueron especialmente los comunicados de los diversos Cuerpos de Ejército (allí donde comandaban los “señores de la guerra”), aquellos que más 180
“A nueve años de la muerte del general Juan C. Sánchez”, LC 4/4/81, p. 9.
86
insistieron en la asociación entre subversión y juventud, no es casual que fuera desde esos mismos espacios donde el discurso mantuviera, a pesar de los cambios, tales asociaciones. Asimismo es desde esos mismos espacios donde la mirada sobre la universidad como germen de subversión aún se mantenía constante. Ahora bien, entre los comunicados oficiales de operativos y los discursos de algunos de los funcionarios -militares o civiles - hay una marcada diferencia. En la información remitida a la prensa respecto de los operativos, la figura del joven se asociaba directamente a la subversión, construyendo entre ambas una relación mimética. En las referencias discursivas de los representantes de las fuerzas o funcionarios del gobierno de facto esto, sin embargo no ocurría, la subversión era extraña al joven mismo, y podía desde fuera enajenarlo. Esa diferencia de matices no es menor, permite armar un mapa de la complejidad con la cual las voces, las palabras fueron entretejiendo, mixturando, reorientado, organizando y articulando la multiplicidad de aristas con la cual era pensada la problemática de la juventud; permitiendo sedimentar ciertas premisas básicas en la construcción de los supuestos respecto de los jóvenes en ese contexto. Insisto en algo ya mencionado. Las diversas Juntas Militares nunca se refirieron a los jóvenes asociándolos con la denominada subversión, ni tampoco hicieron las asociaciones inversas, es decir, no definieron la subversión en términos de juventud. Este lugar de pureza y de diferenciación otorgado a la juventud es sumamente significativo. Si como hemos señalado hay una intención explícita de construir una nueva juventud, esta creación implicó en un inicio desechar parte de las connotaciones que se les adjudicaba a los jóvenes en los tiempos previos y desde las esferas de la sociedad otorgándoles nuevos significados. Sin embargo ello se combinaba en lo cotidiano con otras referencias en donde esa asociación fue habitual creando un diálogo fluido que permitía gestar no sólo palabras sino prácticas específicas en torno a ese sector de la sociedad. Los discursos en torno a los jóvenes fueron significativos en los primeros años de la dictadura y hasta por lo menos los inicios de la gestión de Viola, cuando se 87
entramaban en el marco de redefiniciones generales que el régimen construía. Se articulaban también con las lógicas represivas que desde un inicio se pusieron en marcha y con las diversas iniciativas de intervención que buscaban reorientar los espacios juveniles. Así las redefiniciones en torno al deber ser joven se constituyeron en el cruce entre esas prácticas y los discursos anteriormente citados. La débil gestión de Viola y su abrupto desenlace implicaron cambios significativos en la mirada de las Juntas Militares respecto del rol de los jóvenes en el PRN. Marcaban el signo de los nuevos tiempos la crisis de institucionalidad del régimen así como las críticas que emergían de la sociedad y corroían las bases del proyecto castrense. En esa coyuntura hablar de los jóvenes, o “dialogar” con ellos no se presentaba como una tarea prioritaria para el régimen. De hecho entre diciembre de 1981 y el final de la dictadura ya en 1983, los discursos respecto de ellos disminuyeron notablemente y el “diálogo” cuando se produjo dio cuenta de las presiones que la demanda juvenil imponía. Sobre estas cuestiones volveremos en el último capítulo.
88
Capítulo 3 Control, disciplinamiento y represión en los ámbitos juveniles: la políticas de la dictadura en las escuelas y la universidad en Rosario Si hasta el momento hemos reseñado la trama urdida en torno las representaciones de jóvenes y la problemática de la juventud en el discurso hegemónico de los años 1976/1983; en este capítulo iniciamos un recorrido por aquellas políticas del gobierno de facto que estuvieron direccionadas a modificar, adecuar, corregir, aquellas prácticas y acciones que se desenvolvían en dos espacios articuladores de la sociabilidad joven: las escuelas medias de la ciudad y la Universidad Nacional de Rosario. Fundada en el “peligro” que “acechaba” esos espacios, ambas instituciones fueron pasibles del control por parte de las autoridades competentes. Ese peligro estaba claramente definido para los años de la dictadura en la figura del subversivo, pero permitía tejer un control más difuso que ampliaba el horizonte de ordenamiento del régimen y hundía sus raíces en la comunidad en su conjunto y en los sectores jóvenes de la sociedad en particular. Ahora bien, mas allá de las políticas definidas -con mayor o menor esmero- nos interesa aquí reseñar cómo estas se llevaron adelante y cómo fueron asumidas y vividas por aquellos a los cuales iban dirigidas, redefiniendo las condiciones de lo juvenil. En esa línea el capítulo se divide en apartados que buscan sistematizar un recorrido por los ámbitos educativos de la ciudad y que permitan entender cómo esas políticas se insertaron en espacios específicos y formaron parte de las prácticas cotidianas de los jóvenes. Asimismo cada apartado se construye sobre lógicas diferentes que refieren a las particularidades de cada caso, entendiendo que las escuelas medias son instituciones heterogéneas en sus derroteros y la universidad
contiene,
como
institución,
cierta
unidad.
Algunas
de
las
particularidades en el proceso de institucionalización de las políticas educativas implementadas en dictadura se asientan sobre esas diferencias.
89
Dictadura y educación. Un acercamiento a la problemática “nunca hay crisis educativa en sociedades totalitarias” Charla abierta de Phillipe Mieireu, El Monitor n° 9, 2006.
Una de las grandes líneas de indagación respecto de la última dictadura militar se ha desarrollado en torno a las políticas educativas en dictadura. Los cientistas sociales que estudian procesos pedagógicos en la historia reciente han debatido y debaten respecto de la significación de las políticas educativas y los cambios en la pedagogía durante la última dictadura militar en Argentina y cómo ellas han afectado el proceso educativo posterior. A grandes rasgos podemos señalar que el nudo de problemas abordados gira en torno a las modificaciones sufridas en las políticas educativas, la currícula y los cambios en las escuelas situando el debate respecto de si esos cambios acaecidos fueron de grado o de naturaleza. Es decir si aquello que caracteriza al campo educativo entre 1976/1983 refiere a mutaciones estructurales o si lo que se observa allí es la profundización de un proceso que se ha desencadenado ya en una etapa previa181. Por otro lado, algunos de los trabajos han recuperado las políticas educativas durante la dictadura enfatizando los cambios y matices operados a lo largo del período y considerando especialmente los elencos ministeriales que llevaron adelante sus propuestas182. En este sentido si bien hay un largo recorrido de análisis y perspectivas de abordaje de la problemática, pocos han sido los estudios referidos a instituciones educativas en ese contexto dictatorial, siendo menos explorado el modo en que esas políticas se pusieron en marcha, se imbricaron con la realidades institucionales diversas y fueron constitutivas de la vida cotidiana de estudiantes y docentes en dictadura. Los trabajos existentes en esa perspectiva no han surgido en general de la preocupación de investigadores académicos sino 181
Para retomar las discusiones planteadas ver: KAUFMANN, C. y D. DOVAL. Paternalismos pedagógicos, op. cit.; SOUTHWELL, Myriam. “Una aproximación al proyecto educacional de la Argentina posdictatorial: el fin de algunos imaginarios, Cuadernos de Pedagogía, año V, n° 10, agosto de 2002 y “La escuela como gendarme”, Revista Puentes Nº 12, 2004; PINEAU, Pablo. (et. al) El principio del fin. Políticas y memorias de la educación en la última dictadura militar (19761983), Colihue, Bs. As, 2006. También KAUFMANN, C. (dir.) Dictadura y educación, op. cit.
182
RODRIGUEZ, L. G. Católicos, nacionalistas… op. cit.
90
más bien del interés de parte de la comunidad escolar (ya sean directivos, docentes, ex alumnos, alumnos) por conocer y narrar la historia de la institución en dictadura183. Estos trabajos constituyen un aporte significativo a los estudios sobre el período en la medida que logran articular las experiencias particulares y diversas con aquellas miradas macro sobre los procesos educativos. Pivoteando entre estas perspectivas, en este capítulo acercaremos nuestra mirada sobre algunas instituciones educativas de la ciudad y los jóvenes que transitaron espacios educativos en dictadura. La propuesta busca centrar su foco tanto en las políticas educativas como en los jóvenes a las cuales ellas iban dirigidas y como ello modeló su trayectoria durante aquellos años. La mirada pretende alejarse en parte de los estudios referentes al campo educativo en dictadura para orientarlos desde otra perspectiva y permitirnos advertir no sólo qué políticas se gestaron desde el régimen sino que efectos tuvieron y como se redefinieron en los casos particulares. Si aceptamos y sostenemos el planteo ya señalado de que la última dictadura militar pretendió generar un orden nuevo y la reformulación de la sociedad, las escuelas y la universidad formaron parte de este proyecto. De hecho constituyeron un espacio clave para los objetivos de la dictadura. Siendo instituciones estatales, fueron una herramienta central en la difusión y reproducción del ideario militar respecto del deber ser nacional para el conjunto de la sociedad y especialmente para aquellos jóvenes que eran considerados los futuros “herederos” del PRN184.
183
En ese sentido pueden señalarse el libro: ¡Tomen distancia! Educación y autoritarismo. Las escuelas de Pergamino bajo la dictadura militar argentina. Investigación realizada por docentes y estudiantes de la EEM n° 5, Pergamino, en el marco del programa Jóvenes y memoria, 2002; BRITEZ, Rafael y Néstor DENZA. Los pibes del Santa: Represión estudiantil en Florencio Varela, Centro De Participación Popular Enrique Angelelli, Comisión por la Memoria, la Verdad y la Justicia de Florencio Varela, 2008. También: GARAÑO, Santiago y Werner PERTOT. La otra Juvenilia, op. cit., ambos estudiantes de la carrera de historia y ex alumnos de la institución. Una excepción la constituye la tesis de doctorado de García, Natalia. Historia sociocultural, op. cit. Si Bien la autora centra su trabajo en la historia de la Biblioteca Popular, se dedica in extenso al estudio de la escuela secundaria creada por la misma institución. 184
Respecto del rol de las escuelas en este sentido ver: LUCIANI, Laura, “Actitudes y comportamientos sociales durante la última dictadura militar en Argentina (1976-1983). Algunas consideraciones respecto de cómo analizar la compleja trama entre régimen y sociedad”, revista
91
Asimismo si analizamos los efectos más significativos de la dictadura en el orden educativo, sin lugar a duda deberíamos considerar la represión y la persecución ejercida tanto sobre docentes como estudiantes, el control y disciplinamiento social en el ámbito escolar -en sus distintos niveles- y los cambios en los contenidos curriculares como algunos de los elementos más significativos. En ese sentido, la represión en el espacio educativo fue parte de una estrategia definida desde los inicios del PRN y si bien esta represión no fue exclusiva de este ámbito debe señalarse su importancia. Tal como señalan Novaro y Palermo, la represión se enfocó en el ámbito sindical y educativo185. Los militares concebían este último como un espacio de acción “subversiva” especialmente visible luego del proceso de politización que vivieron las instituciones educativas y sus estudiantes en los primeros meses del gobierno de Cámpora cuando un buen número de escuelas y universidades en todo el país fueron tomadas por los estudiantes planteando diversas
reivindicaciones.
Ese
proceso
sin
dudas
había
modificado
significativamente las instituciones, las demandas estudiantiles y sus prácticas en un lapso corto de tiempo. Con el golpe de estado se acentuaba y profundizaba el accionar represivo sobre ese espacio ya que consideraban que “desde allí “el virus subversivo” se difundía y penetraba en las mentes de los estudiantes (…) Esa actividad debía ser eliminada a cualquier costo, porque si no se interrumpía el “eslabonamiento ideológico entre las generaciones” no tardarían en reaparecer las formaciones armadas que ahora estaban siendo aniquiladas”186 Pero esa interrupción del eslabonamiento ideológico no sólo se llevó adelante mediante una estrategia represiva sino que se entramó con otras prácticas que modificaron los ritmos de las instituciones escolares y de la comunidad educativa en su conjunto. El disciplinamiento social implementado en el marco de las escuelas y universidades implicó la modificación y creación de un conjunto de reglamentos, decretos, circulares que instaban a las autoridades y docentes a Naveg@mérica, n° 3, 2009. Disponible en http://revistas.um.es/navegamerica/issue /view/6641 (última consulta realizada 12/04/2011) 185
NOVARO, M.y V. PALERMO. La dictadura militar 1976/1983. op. cit., p. 114.
186
Ibíd., p. 116.
92
domesticar los cuerpos de los estudiantes -y de la comunidad educativa en general- a través de medidas de control sobre la higiene, la vestimenta, las relaciones entre pares y con las autoridades, etc. Si bien la mayoría de los autores acuerdan que el disciplinamiento no es exclusivo de esta dictadura, el control del espacio público fue significativamente mayor en ella. Podemos decir que no solo hubo proscripciones o prohibiciones que restringieron la vida cotidiana sino que los cambios implicaron la invasión de la dictadura tanto en lo público como en lo privado187. Otra de las cuestiones reseñadas refiere a la modificación de la currícula escolar. En ello suele hacerse hincapié tanto en la supresión de algunos contenidos curriculares específicos que se consideraban peligrosos como en el cambio de materias. Dichas modificaciones señalaban la explícita intención de difundir y consolidar un modelo de aquello que desde las esferas militares se identificaba como la esencia del ser argentino. Asimismo: “La dictadura militar instalada en el ámbito educativo generó dispositivos inquisitoriales claves: bibliografía, textos que fueron censurados y “sacados de circulación”, libros prohibidos; mientras otros que respondían a sus propuestas programáticas, recomendados y aprobados, circularon retomando la norma instituida por los sujetos de la determinación curricular”188. El cambio de currícula, la censura de libros y la aprobación de otros, acordes al proyecto militar, pretendía mantener un estricto control ideológico sobre los y las jóvenes que transitaban su vida cotidiana en la escuela. En líneas generales podemos plantear que estos tres elementos que caracterizaron los rasgos significativos de las instituciones educativas en dictadura no estuvieron ausentes en las escuelas rosarinas ni en la Universidad Nacional de Rosario. Pero ello no nos ayuda a definir ni analizar qué rol jugaron en la lógica burocrática educativa o las modificaciones que marcaron en la cotidianeidad de las relaciones tejidas al interior de la escuela o de los claustros durante esos años.
187
MARIÑO, Marcelo “Algunas reflexiones en tiempo presente sobre los estudiantes secundarios en tiempos de oscuridad”, Cuadernos de Pedagogía, año V, n° 10, agosto de 2002.
188
KAUFMANN, C. y D. DOVAL. Paternalismos…, op. Cit. 125.
93
Tampoco cómo fueron vividas por los estudiantes. Un recorrido a través de casos específicos y de experiencias particulares podrían otorgar densidad a estas cuestiones. Silencio alumnos. El disciplinamiento y el control de los jóvenes en las escuelas medias rosarinas Iniciar los estudios secundarios es quizás el primer acto de decisión personal. Con ayuda de la familia, siguiendo sus tradiciones o intentando contrariarlas es en general la primera decisión que tomamos sobre nuestra vida. No es casual que todas las personas entrevistadas para esta tesis refirieran siempre como una decisión personal asistir a tal o cual escuela. Silvia, que había iniciado sus estudios secundarios a principios de los ’70 y por mandato familiar asistido a una escuela religiosa, decidió elegir una educación laica: “A mí me hubiese gustado entrar al Politécnico pero no me animé, porque pensaba que como venía de una formación de escuela religiosa no iba a tener buena formación (…) Bueno la cuestión es que terminé yendo a la Dante Alighieri y… para mí fue todo un acontecimiento, fue un mundo nuevo absolutamente. Era una escuela no religiosa y mixta. [Risas] (…) Para mí entrar en la Dante Alighieri era un nuevo momento”189.
Gloria en cambio se decidió por el Superior de Comercio. Había escuchado de su hermana decir que era “la mejor escuela” y eso la impulsó a elegirla, a pesar de las suposiciones de su madre: “Y bueno mi mamá siempre decía que a mí no me gustaba estudiar (…) Entonces dijo bueno (…) cuando termines la escuela vas a hacer corte y confección (…) y yo ni en…, no, yo quiero seguir la escuela secundaria (…) y adonde querés ir? Al Superior de Comercio. Casi se me cae de culo la vieja… [risas]”190. Gustavo señala qué lo motivó a realizar el examen de ingreso para el Instituto Politécnico: “En principio porque desde chiquito quería ser carpintero y me gustaba trabajar mucho con todo lo que sea construir (…) y tenía algo muy afín con la profesión de mi viejo que era ingeniero (…) y sabía que si no 189
Silvia C.
190
Gloria C.
94
entraba en el Politécnico me iba a meter en la técnica 2”191. Sabina quien también ingresó al Politécnico en 1981 recuerda: “Yo era renegada, ni fui al taburetazo ni a la cena, pero mi hermano había entrado. Entonces yo tenía ese paradigma de la prueba de inteligencia (…) para mí entrar era una prueba”192. Si bien a veces las elecciones estaban condicionadas por los temores o las preferencias de amigos o parientes lo cierto es que elegir la escuela donde se terminaban los estudios secundarios, o tener un abanico de ellas como opción, pareciera ser un denominador común para estos jóvenes. Por otra parte asistir a la secundaria en los años ’70 implicaba muchas otras cuestiones. En primer lugar, acceder a una educación en general no obtenida por sus progenitores, por otro la posibilidad de ascenso social y la aspiración a una educación universitaria o terciaria, cuestiones que se presentaban como un camino vedado a generaciones precedentes. Ya hemos señalado en el primer capítulo que en los años 70 la matrícula de las escuelas medias e incluso de la universidad había aumentado exponencialmente. Según recordaba un actual directivo del Instituto Politécnico, durante los años de la dictadura la escuela había recibido el mayor número de inscripciones para los exámenes de ingreso193. Asimismo y según un informe realizado por el departamento de Estadística del Ministerio de Educación y Cultura de la provincia de Santa Fe en el año 1981 114.742 jóvenes asistían a la escuela secundaria de la provincia194. Realizar los estudios secundarios contenía mucho más que una motivación de ascenso social, mejorar las posibilidades de educación respecto de los padres o
191
Gustavo B.
192
Sabina F. Ingresó al Instituto Politécnico en 1979 culminando sus estudios secundarios ya en democracia. Ingresó luego a la escuela de Artes en la UNR. Entrevista realizada en febrero de 2011. El “taburetazo” es un festejo realizado por alumnos y ex alumnos de la institución en el aniversario de la escuela. La práctica que se inició en el año 2006 implica la vigilia y el encuentro en la puerta de la institución portando cada uno el taburete como estandarte de la educación técnica. 193
Probablemente estimulado por el hecho de que en dictadura un 10% del cupo de ingreso a la universidad era otorgado a estudiantes de las escuelas medias dependientes de la Universidad.
194
Sin embargo y al mismo tiempo a nivel nacional preocupaba la deserción escolar. Ver: Memoria sintética del período 1976-1981, Ministerio de Educación y Cultura, 1981, p. 9 y ss.
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simplemente una de las primeras decisiones personales. Era además el primer paso hacia el conocimiento de un espacio fuera de aquel que había formado parte de su vida cotidiana hasta entonces, era salir de la familia, la casa y a veces incluso del barrio para trasladarse hasta la escuela ubicada en otro punto de la ciudad, generalmente en el macrocentro; allí donde se congregaban la mayoría de las escuelas medias rosarinas195. Beatriz, por ejemplo había pasado su infancia en Barrio Parque y allí cursado sus estudios primarios para luego asistir a una escuela privada, Dante Alighieri, ubicada en el céntrico Boulevard Oroño196. Gustavo que había vivido en zona norte y realizado allí la primaria cursó sus estudios en el Instituto Politécnico, ubicado en la avenida Pellegrini, muy cerca del parque Urquiza lo mismo que Sabina que provenía de una escuela primaria de zona oeste. Ir del barrio al centro implicaba un cambio que trastocaba sin dudas sus espacios de sociabilidad, sus vínculos, su relación con la ciudad, como geografía social y política, con sus marcas y huellas. En definitiva trastocaba la cadencia de sus rituales y costumbres cotidianos. No es que el barrio, la esquina, el club dejasen de formar parte de su identidad juvenil sino que a ella se sumaban y yuxtaponían otros espacios de la ciudad que reacomodaban y daban nuevos sentidos a sus construcciones identitarias197. La esquina de la escuela, un bar cercano o la entrada de la institución, como lugar de reunión con los amigos/compañeros, el camino de regreso en transporte público o caminando eran ahora nuevos espacios de tránsito y reunión con los compañeros. En ellos se gestaban prácticas que se
195
Una recorrida por Rosario para los años 70 nos permitirían advertir la gran concentración de escuelas medias -tanto públicas como privadas- en el radio del macrocentro; sin negar por ello su existencia en otras zonas. Nacional 1, Politécnico, Superior de Comercio, Dante Alighieri y Normal 1 se ubican en el microcentro, en la zona delimitada por el río Paraná hacia Boulevard Oroño y Avenida Pellegrini. La escuela perteneciente a la biblioteca Vigil fue emplazada fuera de ese radio.
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Beatriz A. Realizó sus estudios secundarios en el instituto Dante Alighieri entre 1976 y 1980. Al año siguiente comenzó sus estudios universitarios en la Facultad de Humanidades y Artes. Entrevista realizada en junio de 2011.
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Reguillo plantea que en el estudio de las culturas juveniles es necesario comprender las relaciones entre la reorganización geopolítica del espacio y la apropiación de nuevos a los cuales los jóvenes dotan de nuevos sentidos. Ver: REGUILLO, Rossana. Emergencia de culturas juveniles. Estrategias del desencanto, Norma, Bogotá, 2000, p. 145.
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adicionaban a aquellas tan naturalizadas. En el caso del Nacional 1198, un lugar de encuentro era el almacén que se ubicaba en la esquina, a unos metros de la entrada del colegio; Sergio M. lo recuerda en los ’70 como “anexo” de la misma institución: “ahí nos juntábamos todos, estábamos todos y ahí transcurría este hilo conductor que era el afecto”199. Gustavo recuerda que durante el Mundial de fútbol de 1978, gran parte de su tiempo lo pasaban en el hinterland de la escuela “en la escuela, en los bares de la escuela, de todo alrededor del Politécnico, con las cornetas, con todo, invadiendo los bares”200. En dictadura, ese paisaje urbano que se abría con la escuela secundaria adquirió algunas características que marcaron los recuerdos de esas primeras salidas al mundo “exterior”, donde el espacio se impregnaba del verde oliva y se cargaba de otros sentidos que paulatinamente formaron parte de la cotidianeidad. Beatriz recuerda su primer encuentro con las Fuerzas Armadas, el suceso ocurrió en los días posteriores al golpe: “Cuando fue el golpe, se suspendieron las clases algunos días (…) la cuestión es que después de eso cuando se renuevan las clases, yo venía caminando por el parque Independencia, cruzando el parque, a ver… entre el Palomar y Ovidio Lagos, ahí en esa calle, yo venía con dos compañeras de la primaria que habíamos empezado la secundaria en la misma escuela, en la Dante. Y entonces, veníamos cruzando el parque volviendo ese primer día en que se había renovado las clases, y entonces nos para un camión, unos milicos, no sé qué, vestidos de verdes y nos piden el documento y nosotras por supuesto no teníamos documentos. Y entonces nos pusimos a llorar porque nos querían llevar, porque si no teníamos documento nos tenían que llevar, y nos pusimos a llorar y bien nos
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Ubicada en la intersección de calle 9 de julio y Necochea, es la institución educativa más antigua de la ciudad, cuya fundación data de 1874. Para una revisión sobre los orígenes y la historia de las primeras décadas del Colegio Nacional 1, ver: CARVALHO, Eduardo y COLOVINI, Jorge. Colegio Nacional del Rosario. Orígenes, fundación y primeros tiempos, Rosario: Asociación cooperadora Colegio Nacional 1, s/f. También ver: Kanner, Leopoldo. David Peña y los orígenes del Colegio Nacional, Rosario: Banco Provincia de Santa Fe, 1974. 199
El glorioso Nacional 1, video, dirección Sergio Monserrat, 2012.
200
Gustavo B.
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dijeron que nos fuéramos pero que no saliéramos sin documento, con lo cual yo no dejé el documento ni para ir a la panadería”201.
Alejandro quien asistía al Superior de Comercio también recuerda: “en más de una oportunidad el ejército te esperaba en calle San Juan y te traía caminando por Balcarce [donde se encontraba la escuela] y vos a los 16 años, a los 15 años, a los 14 años conocías un FAL no por hacer la colimba sino porque te lo apoyaban en la espalda y te hacían entrar de prepo”202. Esta primera experiencia de nuestros entrevistados, indisociable de su vida joven y de estudiante, nos advierte que en su cotidianeidad la dictadura podía percibirse y era visible a través de la constante presencia militar en la calle, y del control que ejercían sobre las actividades, idas y venidas de los estudiantes. Pero la dictadura no nacía puertas afuera de las escuelas sino que por el contrario en ella encarnaba gran parte de sus objetivos, traducidos en la lógica de la burocracia, las políticas y las prácticas educativas, adquiriendo en ese espacio otras formas y condicionamientos. En esta línea nos interrogamos como la vida escolar fue trastocada en dictadura, cómo se vivieron aquellos años en las escuelas secundarias, qué cambios se produjeron y como fueron percibidos por la comunidad escolar. Si observamos casos específicos podemos advertir que mas allá de las políticas educativas generales impuestas a las escuelas, estas no vivieron un proceso de modificaciones homogéneo ni un brusco corte entre la realidad previa o posterior al 24 de marzo de 1976. Sin embargo es cierto que las escuelas medias cerraron sus puertas apenas instaurada la dictadura y las reabrieron ya con los objetivos planteados por el primer Ministro de Educación y cultura, Ricardo Bruera203. En 201
Beatriz A.
202
Alejandro P docente. Ingresó al Superior en 1974 y egresó en 1979. Fue delegado de curso en 1975. Entrevista realizada en octubre de 2010.
203
Bruera señalaba: “-…tendrá primacía inmediata en la acción del gobierno de la educación la restauración del orden en todas las instituciones escolares. El caos sólo significa alienación y en él se diluye toda posibilidad de realización personal y social auténticas. 7- la única pedagogía que propugnamos es la del esfuerzo. El aprendizaje significa necesariamente una severa disciplina, que no admite negligencia ni facilismos. Los desencajes de la tarea específica del aula, las
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muchos casos se venía a profundizar algunas políticas gestadas y puestas en marcha en el período previo, momento en el cual las medidas tomadas marcaban las contradicciones entre el proceso de politización creciente de las escuelas medias y la derechización institucional que se avizoraba en ellas. Esto es evidente especialmente en lo que refiere al cambio de autoridades de las instituciones. Si bien a nivel nacional muchas escuelas fueron intervenidas iniciada la dictadura, Rodríguez afirma que en muchos casos “asumieron ese rol los docentes colegas del mismo colegio”204. En la ciudad de Rosario el recambio de autoridades cuando se produjo no fue necesariamente un hecho consumado en los primeros meses de 1976. En el caso de una de las escuelas medias dependientes de la Universidad Nacional de Rosario, el Superior de Comercio, las modificaciones se produjeron ya hacia principios de 1975. Esta escuela que, como hemos señalado en el primer capítulo, había vivido un momento de intensa agitación política con la toma de 1973, tuvo un proceso de derechización que se plasmó fuertemente en 1975 con la asunción de Mariano Frederic como director. Durante su gestión se produjo la cesantía de un buen número de docentes que se habían incorporado luego de la toma y que pertenecían a la Juventud Peronista. Ya instaurada la dictadura, asumió como director de la escuela Américo Gabrielli, quien había ocupado el cargo ya entre 1964 y 1973, y que había sido destituido con la toma de la escuela. De él recuerdan: “A todo esto Gabrielli era militar, era militar… ya civil… pero era militar (…) Era contador, pero era militar… sí, sí. Eso me lo dijo su sobrina…”205. El recambio de autoridades sin embargo no se realizó en marzo de 1976 ni en los meses previos, sino que Gabrielli asumió la gestión a principios de 1978, en un proceso de reformas que la universidad planteó para las
evasiones de los temas de trabajo, las pérdidas de tiempo, el incumplimiento de los horarios, el cierre de los establecimientos como modalidad para resolver eventuales problemas, los asuetos excesivos y las interrupciones innecesarias, han constituido el estilo que todos -padres, docentes y alumnos- debemos erradicar de nuestras escuelas y nuestros claustros”, La Razón, 14/04/76, p. 7. 204
RODRIGUEZ, L. G. Católicos, nacionalistas…, p. 45.
205
Haydée S. Lamentablemente el dato mencionado por la entrevistada no puede ser corroborado ya que hay escasa información respecto de quien fuera el director del Superior de Comercio.
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escuelas medias dependientes de ella206. La gestión de Gabrielli venía, en todo caso a profundizar el proceso iniciado por su antecesor. En el caso del Politécnico, otra escuela dependiente de la universidad, el golpe militar no modificó la planta docente significativamente. Quien asumiera en 1973 como director, Enrique Gomara, se mantuvo en su cargo hasta 1977. Si bien estaba vinculado al peronismo207, su asunción no había expresado modificaciones importantes en la estructura institucional luego de la toma de 1973, o al menos no de las características asumidas en el Superior de Comercio. Su gestión fue menos “molesta” para quienes asumieron la intervención de la universidad luego del golpe de estado manteniéndose en el cargo hasta 1977. El recambio de autoridades se sucedió recién ese año, cuando asumió la dirección del colegio el secretario de la universidad y presidente del Consejo de enseñanza Media, Luis Suñer. En 1978 y en el marco de las modificaciones que la universidad realizaba en la enseñanza media -y que ya hemos mencionado-, asumió el agrimensor Sergio D. Fulgueira quien continuaría en ese puesto hasta finales de la dictadura. Así es posible pensar que en la práctica cotidiana los cambios no se avizoraron tan rápidamente en el Instituto Politécnico y los dos primeros años de la dictadura parecieran no modificar demasiado la experiencia de los estudiantes. En este sentido es posible verificar que aún cuando las dos escuelas dependían de la universidad ambas tuvieron diferencias importantes en sus experiencias institucionales. En la mayoría de las escuelas nacionales, las autoridades escolares no fueron modificadas inmediatamente luego del golpe y cuando ocurrió no implicó necesariamente la entrada de gente nueva sino como ya hemos señalado, los directivos eran generalmente docentes que ya trabajaban en la institución. En otros casos los directivos se mantuvieron en sus cargos. Ello se debió, en muchos casos, a la propia lógica de la burocracia educativa. Un ejemplo de esta 206
“Nombraron a directores de escuelas de la UNR”, LC, 06/03/78, p. 4. “Asumió el nuevo director del Superior de Comercio”, LC, 08/03/78, p. 5.
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Gomara era del peronismo ortodoxo. Un entrevistado recuerda que “con una patota armada de la UOM, cayó y asumió Gomara (…) ligado a la burocracia del sindicato de la carne”. Luis C. fue estudiante del instituto Politécnico entre 1969 y 1973 y participó de las tomas en el instituto. Fue luego militante del PST. Entrevista realizada en agosto de 2011.
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continuidad se evidencia en la permanencia de las autoridades del Colegio Nacional 1 donde quien asumiera como directora ya en 1974 Eloisa Puente de Ferrari se mantuvo en su puesto durante toda la dictadura e inclusive se sostuvo en su cargo durante toda la década del ochenta. Haydée que fue docente en distintas escuelas medias de la ciudad recuerda que los directivos no necesariamente eran puestos por la dictadura pero ello no necesariamente implicaba una posición crítica respecto del régimen: “los actos vos tenías que ir a los actos el día del acto, el día feriado (…) con directivos que a lo mejor venían de escalafón, de carrera pero que cumplían absolutamente todas las normas que la dictadura imponía. Quizás con un miedo atroz, pero nunca lo manifestaron”. Diferente a las situaciones ya expuestas fue lo ocurrido en la escuela secundaria perteneciente a la Biblioteca Constancio Vigil. La biblioteca había sido un proyecto particular que se había gestado a lo largo de varias décadas promoviendo el desarrollo y el conocimiento para los sectores populares. En ese marco, la escuela media había nacido como una instancia de educación formal gratuita, laica, mixta y con doble escolaridad pensada para los sectores populares y desarrollada, a diferencia de la mayoría de las instituciones de educación media, en un barrio de la zona sur de la ciudad. Con la intervención militar que recayó sobre la Biblioteca Vigil en 1977, la escuela media no fue desmantelada pero padeció lo efectos de dicha intervención. Como señala Natalia García las autoridades fueron desplazadas y su estructura modificada a fin de convertirse hacia 1980 en el complejo educativo Pedro de Vega. La intervención implicó la remoción de la comisión así como de las autoridades escolares y la incorporación de colaboracionistas del régimen sobre los que nos detendremos más adelante. Para Natalia García, quien ha analizado en profundidad las consecuencias del intervencionismo en la Biblioteca, la paradoja existente entre el desmantelamiento de los recursos materiales y simbólicos de la institución y el mantenimiento de sus instituciones educativas formales evidencia la importancia que el régimen atribuyó a las instancias educativas en el marco del PRN. En su depuración se concretó la
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necesidad de un reordenamiento ideológico verificable inclusive en el cambio de nominación que sufrió la escuela208. La cesantía de docentes fue otro elemento de cambio significativo que acompañó la derechización de las escuelas, que como ya señalamos en muchos casos se produjo un tiempo antes de instaurada la dictadura. Sin embargo luego de 1976 la lista de docentes cesanteados aumentó a partir de la Ley de Prescindibilidad 22280 que autorizaba dar de baja a personal del estado por razones de seguridad209. Según un informe de inteligencia entre marzo de 1976 y marzo de 1979, fueron dejados cesantes, conforme a dicha ley, cien docentes de la provincia de Santa Fe210. En la escuela media perteneciente a la Biblioteca Vigil, la cesantía de docentes fue un recurso de significativa importancia y fueron expulsados en ese marco algunos de los docentes que habían acompañado el proceso previo mientras que otros se mantuvieron en sus cargos. Asimismo se incorporaron aquellos cercanos a la línea interventora211. En el caso del Politécnico los entrevistados recuerdan especialmente al profesor Orlando Merli quien fue cesanteado luego de 1977. Beatriz por su parte no recuerda docentes cesanteados en la Dante: “las docentes que yo tuve en la Dante era gente que venía de antes, no eran docentes que empezaron en el ‘76”. Por su parte otro informe de la Dirección General de inteligencia de la provincia de Santa Fe señalaba en 1978 que en las escuelas de la provincia “el quehacer educacional se vio permanentemente influenciado por los elementos de reconocida militancia izquierdista”, sin embargo “con posterioridad al 24Mar76 (sic), merced a la ejecución del operativo “CLARIDAD”, en la jurisdicción, muchos de tales elementos se vieron neutralizados, posibilitando con ello que el desarrollo del quehacer educacional se viera así favorecido”. El informe agregaba que aún había docentes “izquierdistas” en las escuelas de la provincia a los cuales se 208
GARCÍA, N. Historia sociocultural…, p. 390 y ss.
209
RODRIGUEZ, L. G. Católicos, nacionalistas…, p. 28 y ss.
210
Informe Especial de Inteligencia, legajo 1, caja 7, 13 de febrero de 1980, Archivo Provincial de la Memoria (en adelante APM). 211
GARCÍA, N. Historia sociocultural…, p. 412.
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realizaba un seguimiento pormenorizado de sus actividades212. En este sentido es posible matizar aquellos planteos que adjudican un rol central a los despidos y persecuciones de los docentes ya que si bien ello operó como un elemento importante, especialmente en algunas escuelas, no implicó una depuración masiva o total de aquellos docentes que se encontraban en la mira de los funcionarios de facto213. En esa misma línea debe considerarse las ocasiones en las cuales los docentes cesanteados apelaron su reincorporación al Ministerio de Educación luego de la aplicación de la ley214. En el caso de Haydée, docente de Historia y militante de la JP, cesanteada del Superior de Comercio en 1975 siguió trabajando en escuelas, sus recuerdos permiten caracterizar la heterogeneidad de las escuelas en dictadura donde trabajaban docentes con quienes tenía cierta afinidad y otros que la avalaban explícitamente. Otro de los elementos que se contabilizan respecto de los cambios en la dictadura refieren al control sobre los jóvenes en el ámbito educativo. Ello se evidenció en un conjunto de situaciones, experiencias y anécdotas que se anclaron en el imaginario de quienes transitaron la escuela secundaria entre 1975 y 1982, constituyéndose en marcas de la propia experiencia. Quizás uno de esos sucesos
212
Ver: legajo 1, caja 495, julio de 1978, pp. 203-204 APM. Muchos de estos docentes realizaban sus actividades en escuelas medias de ciudades pequeñas de la provincia, ello no impedía que sus actividades fuesen controladas por las diversas instancias de investigación militar y/o policial. A modo de ejemplo señalamos el caso de la docente que ejercía como directora de la Escuela de enseñanza media n°3 de Llambi Campbell, en el infor me se detallaba “Por muchos años se constituyó en una de las principales agitadores marxista en el Instituto del Profesorado Básico de la UNL. De acuerdo a declaraciones de varios DT, militó en una célula del frente Territorial del PRT…”.
213
Para Rodríguez la ley de prescindibilidad provocó “el alejamiento compulsivo de cientos de docentes en todo el país”, si bien esta afirmación es correcta es interesante recuperar los casos particulares para comprender los alcances reales de ese control y el reacomodamiento de esos docentes luego de las cesantías. Ver: RODDRIGUEZ, L. G. Católicos, nacionalistas…, p. 29
214
Es interesante consignar que en el Informe Especial de Inteligencia de 1980 se cuestionaba la actitud del ministro de educación provincial, capitán de navío Eduardo Carreras, por plantear la revisión de casos y solicitar la ampliación de informes a la Dirección General de Informaciones. En sus conclusiones señalaba: “la actitud “condescendiente” a reincorporar a docentes de claros antecedentes “de izquierda” y de no impedir la incorporación a la docencia oficial santafesina de elementos indeseables trae como consecuencia directa la detención de la depuración ideológica que se venía realizando -con esfuerzo, lenta pero constante- y que, en futuro mediato volvamos a tener las aulas con maestros que prediquen a nuestra niñez y adolescencia marxistas”. Ver Informe Especial de Inteligencia, legajo 1, caja 7, 13 de febrero de 1980, APM.
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referidos constantemente por las personas entrevistadas refieren a los cambios en las normativas en el uso de uniforme y la higiene. La temática de la vestimenta, el aseo y la pulcritud fueron algunas de las banderas más levantadas en torno a los estudiantes y jóvenes. En los primeros días de abril de 1976 el diario La Razón aplaudía la vuelta al “decoro” en la vestimenta de varones y mujeres jóvenes del colegio Nacional de Buenos Aires, haciendo referencia al uso del uniforme, la ausencia de “melenas y barbas”, la higiene y la disciplina de aquellos que asistían al establecimiento: “Cabello corto para los varones, cabello recogido para las mujeres, se advierten hoy como norma general en todos los establecimientos.”215 Aún cuando los docentes y directivos sugieren en la nota periodística que este cambio no fue ‘ordenado’ sino que se ha producido espontáneamente, cabe destacar la importancia que el control respecto de hábitos y costumbres adquirió en esta coyuntura, donde los establecimientos educativos como parte de la trama institucional del estado tenían un rol central216. Gloria, nuestra entrevistada, recuerda la vigilancia y el control constante en los pasillos de la escuela a través de la figura los celadores, hecho que ya era una constante para 1975 en el Superior de Comercio: “un día entró y yo ya estaba en 5° año, entró y emp ezó a… a decir que si no se cumplía con los reglamentos de la escuela era porque eso era subversivo, era subversivo tener las medias tres cuartas bajas, tenían que estar bien estiraditas arriba, era subversivo no tener la corbata ajustada o el saco bien puesto. O sea, todo ese tipo de cosas. Yo ahí empecé a sentir otra vez esa represión que tenía que ver… por ahí… con ese… con lo que se había vivido antes, con eso… de dónde es subversivo”217.
El discurso del celador entramaba en lo cotidiano el cuestionamiento al desorden, el desaliño y el incumplimiento de las normativas como fundamento de la 215
La Razón, 09/04/76, p. 4.
216
Cabe señalar que el Ministerio de Educación había enviado disposiciones respecto de la vestimenta e higiene de estudiantes y docentes ya en diciembre de 1975, sin embargo en la mayoría de los establecimientos educativos no fueron aplicadas en aquel entonces. 217
Gloria C.
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“subversión” en el ámbito escolar. En el recuerdo de la entrevistada, eso operaba como un proceso de regresión y represión respecto de las prácticas cotidianas en tanto estudiante. En el caso de la escuela Dante Alighieri, donde la exoneración del uniforme también fue una bandera de lucha de los estudiantes en el ‘73, volvió a ser normativa en 1975 usándose guardapolvo y uniforme abajo. En 1977 se obligaba sólo el uniforme. Beatriz recuerda que en “la Dante” no todos los estudiantes cumplían las normativas respecto del uniforme, en general aquellos que ya tenían unos años más en la institución: “Y después otra cosa que me acuerdo de la época de la secundaria eran… cosas que pasaban ahí en la escuela (…) de compañeros de mi hermana, ella tiene dos años mas yo de escuela y los chicos que eran los compañeros de ella eran… no respetaban el uniforme, me acuerdo que andaban con cosas así que no eran con los colores del uniforme (…) Mi hermana usaba un pulóver rayado en grises que era cardigan y estaba prohibido usar pulóver abrochado adelante… y algo que no fuera… y el uniforme era un pulóver gris, y a ella no le decían nada. Digamos a ellos los dejaban ir, como que la cosa estaba mucho más relajada con ellos (…) o sea a lo mejor era porque éramos más chicos…”
En el Nacional 1, el uso del uniforme se implementó mediante circular recién en 1979 cuando se dispuso que los alumnos debían concurrir “con la mesura que se hace necesaria acorde con un centro de cultura”. Para las autoridades la mesura se veía reflejada en la vestimenta diferenciada por género: en los varones en el uso de pantalón azul o gris, camisa blanca y corbata azul oscura y en las mujeres en el uso del delantal blanco, falda o vaquero azul intenso y el cabello recogido con vincha blanca218. En el caso del Instituto Politécnico el uso del uniforme se implementó también en ese año, durante la gestión de Fulgueira. Fue una media altamente resistida por los estudiantes: “esto (la obligatoriedad del uniforme) no estaba, se fijó…, ya se 218
Disposición n° 11, libro de actas del Colegio Naci onal 1, 1979. A ella se sumaba otra disposición, la n°12 que reglamentaba la vestimenta de profesores.
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fijó después y generó la primera gran resistencia, y esto implicaba ya un nivel de organización estudiantil y de malestar generalizado”219.
La lucha contra la
implementación del uniforme fue una batalla perdida220 pero significó un elemento de cohesión frente a las autoridades escolares al tiempo que se convirtió en una consigna de lucha que heredarían las generaciones posteriores. Si el uso del uniforme se constituye en el recuerdo más significativo del control, este sin duda no fue el único. Las reglamentaciones respecto de los comportamientos en la escuela tenían un sinfín de detalles que los estudiantes debían observar. En el libro de actas de 1979 del colegio Nacional se recordaba la resolución 1635/78 que establecía las “normas sobre las características y tratamiento de los símbolos patrios” y señalaba el comportamiento esperado de estudiantes en las fechas conmemorativas221. Sabina quien inició sus estudios en el Politécnico en 1981, recuerda que cuando rindió el examen de ingreso “los celadores se comunicaban con walkie talkie”, y ya durante las clases “Ponían aurora todas las mañanas para izar la bandera en el patio helado, o sea yo lo percibía como un lugar completamente opuesto a mi experiencia precedente”222. Si la reglamentación sobre el uso del uniforme no fue una medida que se produjera específicamente luego del golpe sino que varió en cada caso abonando la idea de que en aquellas escuelas que estuvieron en el foco de la mirada militar, el control del estado y de las autoridades sobre los estudiantes fue más férreo en dictadura y vino a profundizar medidas que ya habían sido tomadas con anterioridad. Por otra parte y como hemos señalado la reglamentación no siempre 219
Gustavo B.
220
En una de las actuales revistas del centro de estudiantes un ex alumno recuerda que el hit entre los estudiantes de su época (1979/83) era: “Ya Fulgueira está conforme/ya Fulgueira está conforme/ ya Fulgueira está conforme/ no sabemos una mierda ¡pero usamos uniforme!” En Revista seno. Revista del centro de estudiantes del Politécnico, nº 29, noviembre de 2010.
221
El acta de 1979 recordaba la resolución señalando: “y considerando que en su parte resolutiva expresa la necesidad de ser entonado por todos los presentes el Himno Nacional y los himnos que la festividad patria requiera dirigida por una profesora/profesor y de ningún modo acompañado por disco. Se hará absolutamente necesaria la participación directa de los alumnos en los actos y homenajes, no sustituyendo por discos transmitidos pro altavoces”, ver: libro de actas, colegio Nacional 1, 1979.
222
Sabina F.
106
implicó un acatamiento pasivo de los estudiantes, fuera en forma individual, colectiva, espontánea u organizada en algunos casos se hizo presente la resistencia
a
aceptar
determinadas
normativas.
Curiosamente
y
aún
contradiciendo muchas de las anécdotas reseñadas las propias personas entrevistadas insistieron a lo largo de las entrevistas en asegurar que transitaron aquellos años sin interrogantes pero también sin temor. A pesar de las diferencias de grado o registro de inserción de la dictadura en las escuelas, para aquellos jóvenes que iniciaron sus estudios secundarios luego de 1976 -y que no conocían experiencias personales o familiares de militancia política en el período previo- sus vidas y prácticas cotidianas fueron “normales”. Esa idea general sin embargo tiende a ser deconstruida a medida que narran sus propias experiencias. La dictadura había trastocado significativamente la vida en las aulas, especialmente porque permitió construir cierta idea hegemónica de normalidad, de imposibilidad de narrar en ese contexto aquello que se silenciaba, obturando los vasos comunicantes que permitían abrir una línea explicativa sobre determinados hechos y ausencias que no eran ajenas al común del estudiantado. Aún cuando las diversas capas de naturalización de las experiencias les permitieron transitar esos años sin temor, sin enfatizar en el control ejercido, lo cierto es que la escuela tramó y articuló las propias prácticas autoritarias y de poder de la institución con las lógicas de control y disciplinamiento impresas por la dictadura. Como señala Gustavo para el caso del Politécnico, bajo la fachada de excelencia académica de la institución se percibían prácticas autoritarias que insistían en la humillación y el maltrato sobre los estudiantes: “yo lo asociaba a ciertas situaciones de coyuntura (…) se veía la descalificación sistemática, un modo de actuar en ese sentido que era percibible, se veía fundamentalmente en física y matemática”223. Qué cuota de esos hechos remite a la lógica institucional y cuales a ella inserta en dictadura es imposible de cuantificar. La propia burocracia institucional y las propias lógicas de las instituciones educativas probablemente ayudaron a abonar la idea de normalidad señalada, y la existencia de recuerdos más benignos sobre aquellos 223
Gustavo B.
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años. Sin embargo y más allá de cuan visible fuera ese proceso, lo cierto es que el control tuvo expresiones de gran intensidad verificables por los estudiantes, en instituciones específicas o en hechos particulares. Asimismo es posible pensar que un control silencioso, menos visible también persistía como marca de las escuelas en dictadura. Así el control sobre el común de los jóvenes estudiantes no se planteaba sólo en el uso de uniforme, el seguimiento de normativas o en la apoliticidad que hegemonizó aquellos años de escuelas. Las personas entrevistadas insisten en plantearlo en otros términos: una trama implícita que acompañó sus años estudiantiles y constituyeron la marca más perdurable respecto de su sociabilidad en las instituciones escolares en dictadura. Para Gustavo, su militancia política le permitía interrogar indiciariamente desde otro lugar la realidad vivida, era “sentir en el propio cuerpo la necesidad del silencio”, un silencio autoimpuesto para no recibir la descalificación de los pares: “eras sistemáticamente puesto en el lugar del desubicado, del que inventa cosas, del que habla pavadas del que… miente. Como también sentías la idea de que no podías ser la mosca blanca y necesitabas construir tu sentido de pertenencia no podáis ser tan distinto para poder al mismo tiempo sobrellevar tu propio espacio, el silencio era sistemático”. Un silencio a veces compartido: “tengo muy presente un famoso acto del Politécnico que nos llevaron frente al monumento y donde habló señor Bonamín que bendijo la cruz y la espada y la metralleta para combatir a la subversión y estábamos todos ordenados, los alumnos del Politécnico y fue indigerible para una cantidad de nosotros y recuerdo las miradas que cruzábamos silenciosamente”224. Laura que inició sus estudios secundarios en 1979 en la escuela Normal 1, donde había realizado además sus estudios primarios recuerda: “Sabía de algunas cosas de las que no tenía que hablar, en mi casa éramos ateos, y era algo que no se podía nombrar en la escuela. En realidad nadie me dijo no tenés que decir pero yo me di cuenta. Y entonces en el Normal 1 había una tradición todos los fines de año y principios de año, toda la escuela cruzaba la 224
Gustavo B.
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calle Mendoza y se iba a la iglesia Santa Rosa, no era obligatorio pero… digamos que las seiscientas alumnas cruzaban la calle y vos te quedabas. Bueno ni lo intenté. Entonces lo que hacía era ir con todo el mundo, no se quedaba nadie (…) entonces murmuraba y después cuando entregaban la ostia me iba para atrás. Después yo lo empecé a compartir con una chica que era Testigo de Jehová que la pasaba peor”225
Para Azucena quien había sido militante de la UES y detenida desaparecida y presa legal entre mediados de 1976 y fines de 1978, la vuelta a una escuela nocturna en 1979 implicó la imposición del silencio respecto de su propia experiencia: “Por ejemplo yo pensaba qué distinto ahora que se puede hablar a esos momentos en que no podíamos hablar ni la gente quería escuchar (…) Había todo un marco que te llevaba a no plantearlo. No había una posición reaccionaria del otro lado, pero creo que todavía estábamos viviendo el terror”226. Para Beatriz, quien no militaba políticamente, el no preguntar también era parte de la práctica cotidiana. Así ante mi pregunta respecto de qué se hablaba con los compañeros de la realidad social y política del país afirma: “Nada, nada en absoluto. Sabés qué? Mi socialización en la adolescencia, toda mi época de salida al mundo fue en el marco de la dictadura donde de eso no se habla, donde eso es malo, donde eso no existió (…) Como que era una dimensión de la vida que no existía”227. Para Alejandro lo que ocurría en el país no se comentaba entre los compañeros: “en un punto nuestra gran preocupación era cómo pasar un disco de Sui Generis (…) Lo demás tiene que ver con una cuestión de familia, en mi familia siempre se habló de política (…) Yo no creo que mis compañeros hayan estado
225
Laura B. Realizó sus estudios secundarios en el Normal entre 1979 y 1983. Su padre y hermano tenían ya militancia en partidos de izquierda antes de la dictadura y ella misma se afilió en 1983 al MAS. Entrevista realizada en junio de 2013.
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Azucena S. Inició sus estudios secundarios en la Escuela Superior de Comercio en 1974 y al año siguiente comenzó a militar en la UES. En agosto de 1976 fue detenida desaparecida y llevada al Servicio de Informaciones, luego fue presa legal. En 1979 estando ya en libertad inició nuevamente sus estudios secundarios en una escuela para adultos. Entrevista realizada en agosto de 2011.
227
Beatriz A.
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discutiendo estos temas en su casa, o muy pocos de ellos”228. A pesar de las diferentes trayectorias, militantes o no, el silencio aparecía como una estrategia de supervivencia, de resguardo que tácitamente se imponía entre los jóvenes estudiantes. Ese silencio además encarnaba las lógicas que el control adquiría en ese contexto. Sabina F. asegura “tenían una suerte de control sobre lo que pensábamos. Por ejemplo la citaron a mi mamá para decirle que una de mis amigas tenía lazos con el partido comunista, tenía una presencia así fuerte”. Para Laura si bien casi no se hablaba de la realidad en la dictadura recuerda que ante el comentario de una compañera “que no tenía ninguna inquietud política, todo lo contrario” sobre la existencia de “campos de concentración” la docente de Formación Moral y Cívica: “la trató de mala argentina, de que hacía campaña con la gente en el exterior que no quería al país (…) Me había causado gracia lo que le había pasado a la docente que había saltado… pero no pude hablarlo con nadie, porque no se hablaba”229. Esa sensación de control omnipresente que obligaba a optar por el silencio230 urdía sus raíces en hechos concretos muchas veces implícitos en las prácticas y desconocidos por los estudiantes. Ejemplo de ello es un informe realizado por la dirección general de inteligencia de la Provincia a pedido del Ministro de Educación y Cultura de facto, capitán de navío Pérez Cobo. En él se solicitaba información y antecedentes respecto de dos estudiantes de escuelas técnicas de la provincia, uno de ellos de una escuela técnica de la ciudad de Santa Fe, el otro estudiante del Politécnico de Rosario. El motivo, ambos habían ganado una beca de la provincia para asistir al ITBA (Instituto Tecnológico de la provincia de Buenos
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Alejandro P.
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Laura B.
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Pollack destaca la importancia de lo no-dicho y el silencio cuando las memorias dominantes atentan contra la propia identidad. Si bien su planteo corresponde a comprender los modos en que se mantienen las memorias marginales de quienes vivieron situaciones límites, su análisis nos convoca a pensar el sentido del silencio en las experiencias de nuestros entrevistados. POLLACK, Michael. Memoria, olvido silencio. La producción social de identidades frente a situaciones límites, Al Margen, La Plata, 2006, p. 23 y ss.
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Aires) y ese sólo hecho los hacía pasibles de vigilancia tanto sobre su persona como sobre la familia231. Otro ejemplo de tenor diferente refiere a un documento que también archivó la Dirección General de Inteligencia en la carpeta correspondiente al Ministerio de Educación. Refiere al discurso escrito por una docente de una escuela de Santo Tomé para el acto del 25 de mayo. El documento que, según se señala, fue escrito por una maestra “muy activa en la Iglesia” había sido modificado, probablemente por las autoridades: “el éxito o el fracaso del gobierno dependerá en buena parte de nuestra mutua colaboración, pues sería patrióticamente deshonesto esperar, que sólo el gobierno resuelva los problemas que sufre el país… (…) Perdón… por no propagar nuestra ideología valores, de tal manera, que nuestro hermano rechace la subersión(sic) Perdón… por los secuestros, por las torturas y las prisiones injustas. (…) Perdón... por la evasión de impuestos y los salarios injustos. (…) Perdón… por la sangre derramada de nuestros hermanos. Inocentes [agregado en cursiva y a mano]”
Aún cuando no queda explícito quien ha censurado el escrito ni la fecha exacta de su producción (se encontraba archivado con un conjunto de documentos pertenecientes al Ministerio de Educación correspondiente al período 1976-1983), es posible pensar que en dictadura hubo intenciones de controlar más profundamente aquello que llegaba como discurso institucional a los estudiantes y a la comunidad en general. Sin duda aquello que marcó claramente la línea divisoria entre la vida escolar en el período previo y postdictatorial refiere a la apoliticidad que impregnó las aulas de las escuelas secundarias. El centro de estudiantes dejó de ser legal y la actividad política estudiantil vedada. Para muchos de aquellos que iniciaron sus estudios 231
Legajo 1, caja 494, APM.
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secundarios ya instalada la dictadura, hablar de centro de estudiantes o de política era inimaginable. Para Beatriz, del grupo de compañeros de su promoción que había iniciado los estudios en 1976 ninguno se había politizado ni durante la dictadura ni luego en democracia. El centro de estudiantes tampoco funcionaba en la Dante: “Te hago una pregunta, hablar de centro de estudiantes…? -Yo nunca escuché esa palabra… cuando fui a la escuela. Yo lo que sí me acuerdo de haber oído hablar del centro de estudiantes y estas cosas era antes en la época de las tomas (…) pero mientras yo fui a la escuela no había centro de estudiantes”232.
En el Superior donde la represión fue mayor y se conjugó con el disciplinamiento, organizarse políticamente o formar el centro de estudiantes dejó de ser una posibilidad. Para Alejandro luego de 1976 el cambio en la escuela era notable y las banderas de reinvindicación planteadas en el período previo fueron fuertemente reprimidas: “incluso yo tengo imágenes de no ver más a los chicos estos que lideraban (…) te estoy hablando de gente que la veía por los pasillos todos los días, en el patio, movilizando”233. Sin embargo en algunas otras instituciones el centro se mantuvo o al menos realizó ciertas actividades en la clandestinidad. En el Politécnico si bien el centro de estudiantes no funcionaba legalmente, existía de un modo “extraoficial”. Gustavo recuerda haber participado de tales reuniones ya como militante de la FJC: “Lo que pasa es que yo a los 14 años ya… porque enseguida me contacto con la militancia estudiantil, que obviamente tenía en ese momento… tenía una suerte de semiclandestinidad, había por un lado como cierta permisividad y al mismo tiempo algo que se generaba y circulaba con una clandestinidad (…)”. Aquello que “circulaba en clandestinidad” eran las reuniones del centro: “había actividades del centro de estudiantes que no estaba legitimado pero se
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Beatriz A.
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Alejandro P.
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formaban… había comisiones que trabajaban alrededor de por ejemplo, (…) del tema de la revista del centro de estudiantes”. Según Gustavo la publicación de revistas fue uno de los canales más significativos de acción del centro de estudiantes en 1978. En ellas los estudiantes se expresaban en torno a diversos temas: “eran expresiones de quejas hacia los docentes, expresiones de qué pasaba con los campeonatos de fútbol que se promovían, en búsquedas digamos de mostrar la diferencia, era de qué manera aparecía expresado lo que no cuadraba con la norma, con lo común, con lo establecido”. Ahora bien aunque la revista era difundida en la institución es posible pensar que el centro de estudiantes funcionando en forma clandestina no significó como en otros tiempos que el conjunto de los estudiantes participara de estas actividades, o tuviera conocimiento de su existencia, por el contrario un número reducido de jóvenes tenían acceso a esa información. En ese sentido es posible pensar que hubo cierta flexibilidad que permitió insuflar aire a la vida de los jóvenes pero ello no implicó un desconocimiento o ausencia del control sobre la actividad estudiantil. En el Nacional 1, Gabriel -promoción 1979- recuerda que “el año 1976 en plena época del proceso en este colegio nacional 1, en esta rejilla [señala una rejilla del patio], nuestros compañeros escondían sus panfletos porque militaban en distintos partidos políticos”234. Sergio M. recuerda que en el año 77 en su primer año en la escuela: “Siempre me acuerdo que en un recreo hubo una volanteada así relámpago del centro de estudiantes en la clandestinidad y siempre me acuerdo de algo que, nadie habló ni nadie dijo nada, nosotros que éramos pendejos o sea no… solamente vimos eso. -vos sabías lo que era un centro de estudiantes en esa época?
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El glorioso Nacional 1, video.
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No, no lo sabía, no, no tenía idea porque... No, porque viste a los 13 años, porque yo en el 77 tenía 13 para 14, nada… (…) Y no se habló nada y nadie dijo nada”235.
Si bien no podemos mensurar en cuantas escuelas se mantuvo cierta actividad política luego de marzo del 76, la existencia de volanteadas en escuelas medias de la provincia fue también verificada por la Dirección General de Inteligencia de la Provincia. En un memorándum de julio de 1976 se señalaba que en el departamento San Lorenzo “Fueron hallados en las adyacencias de la escuela técnica jurisdicción de la seccional 7 de esta ciudad volantes titulados Compañeros estudiantes, pertenecientes a la Juventud Guevarista”236. Sin embargo es posible pensar que la realización de estas actividades estuvieron acotadas, en la mayoría de los casos, a los primeros meses de la dictadura. Cuando la represión se articuló con el disciplinamiento y el control en el ámbito educativo la militancia como acción política pública desapareció paulatinamente. Retomaremos más adelante estas cuestiones. Si hasta el momento hemos reseñado los cambios y las continuidades en las instituciones educativas y cómo se estructuró el control y la disciplina en tanto articuladores de un discurso y una práctica autoritaria al interior del ámbito escolar, es necesario plantear como esta se articuló con las prácticas represivas. En principio cabe señalar que la represión sobre docentes y estudiantes no fue una constante a lo largo de la dictadura ni moneda frecuente en todas las escuelas, aunque sí constituyó un elemento particular en ella. La represión se llevó adelante especialmente en aquellos espacios educativos altamente politizados. Con la asunción del segundo Ministro de Educación, Juan José Catalán, se publicó y difundió en las escuelas medias el documento/libro La subversión en el ámbito educativo. Conozcamos a nuestro enemigo. El documento se construía como un 235
Sergio M. Cursó sus estudios en el Colegio Nacional 1 entre 1977 y 1981. Al año siguiente inició sus estudios en la universidad y fue uno de los estudiantes que realizó la huelga de hambre en 1983. Entrevista realizada en agosto de 2011.
236
Ver memorándum 197, 16/07/76, legajo 3 caja 15A, APM. Otros memorándum de similares características señalan la realización de volanteadas en otros colegios secundarios de la provincia. Ver Memorándum 25/05/76 y 28/06/76, caja 50, APM.
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mapa para detectar posibles acciones subversivas en el ámbito de las escuelas para su posterior erradicación. Laura Rodríguez señala que dicho documento expresaba claramente los lineamientos de militares y civiles en materia educativa y aún cuando fue recibido con beneplácito por los sectores más reaccionarios de la sociedad, se cuestionó su escasa difusión237. El documento en definitiva condensaba parte de las lógicas de control, disciplinamiento y represión diseñadas por el Ministerio y para el ámbito educativo. Era un diagnóstico tardío, difundido cuando las practicas represivas y el objetivo de “erradicar la subversión” en el ámbito de las escuelas secundarias tenía ya sus engranajes aceitados. En Rosario muchos de los entrevistados suelen señalar que hubo compañeros o docentes “que no volvieron a ver” y la existencia de “infiltrados” en las escuelas. Sin embargo esas anécdotas toman otra dimensión cuando analizamos algunas instituciones específicas en donde la acción represiva se encarnó en preceptores y docentes que eran parte de los grupos de tareas y donde la desaparición de compañeros fue más palpable. En el Superior de Comercio, la incorporación de dos agentes represivos en la planta docente estuvo definida desde la gestión de Frederick en 1975. Ellos eran Carlos Sfulcini, alias Carlos Bianchi, quien ingresó como docente de historia y que como ya hemos mencionado era parte de los servicios de inteligencia. En noviembre de 2010 fue apresado por su vinculación con la desaparición del militante comunista Tito Messiéz. Otro de los incorporados fue Oscar Armando Salegas quien era agente de reunión y preceptor del colegio238: “-y respecto de estos infiltrados que decís había en la escuela, ¿lo supiste con el tiempo? -no, te dabas cuenta enseguida, por una razón muy simple y esto es muy teatral, el lenguaje del cuerpo es el que te lo está diciendo no el lenguaje de la palabra, o 237
La primera copia que leí de este documento llegó a mis manos a través de una estudiante de la carrera de Historia, lo había encontrado en la Biblioteca de su escuela de Firmat, aún catalogado. A pesar de que es posible que su difusión fuera escasa, sería interesante determinar en cuantas escuelas este material ingresó como parte de la bibliografía de la época y cuán consultada fue, si eso fuera posible.
238
Ver: “Un secreto revelado”, Rosario 12, 28/02/2010.
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el lenguaje del chisme, la sospecha o el rumor. Si a vos se te sienta un tipo… obviamente acá no volaba una mosca, esto que ves que tiene vida, que tiene chicos (…) no era el Superior de la época acá no volaba una mosca. Si hay alguien que es preceptor, te toma lista, el primer día de clase, se sienta en el escritorio, corre el saco así vos ves un arma a los 15 años es la primera arma real en tu vida, no era ya ver la tele, película de guerra, combate, boludeces, era de verdad, el tipo toma la lista… bueno”239
La presencia de este personal en la escuela adquiría un significado muy evidente, el control sobre el común de los estudiantes se engarzaba con la lógica represiva ejercida sobre determinados sujetos considerados “subversivos”240. No olvidemos que el Superior de Comercio fue una de las escuelas con mayor actividad política en los años previos a la dictadura y aquella que sufrió la represión con mayor crudeza241. Un repaso por la causa judicial Díaz Bessone242 permite ponderar aún más la situación ya que en el juicio testimoniaron sobrevivientes de centros clandestinos de detención que durante la dictadura eran militantes y estudiantes secundarios (entre 15 y 18 años), en algunos casos del mismo Superior de Comercio243. También porque uno de los civiles acusados en esta causa fue “Cady Chomicky”, ex alumno del Superior de Comercio y militante de la UES que luego 239
Alejandro P.
240
Sobre una consideración respecto del perfil “subversivo” en dictadura ver: AGUILA, G. Dictadura, represión…, op. cit., cap. 2.
241
Un número significativo de desaparecidos y muertos fueron egresados de esta institución: Analía Minetti, Eduardo Pérez, Marcelo Acoroni, Orlando Finsterwald, Alberto Pisani, Horacio Ferraza, Eduardo Laus, Mirian Moro, Cristina Constanzo, Roberto de Vicenzo, Oscar Manzur, Carlos Blassetti, Ana María Gurmendi, Graciela Koatz, Rubén Aizcorbe, Héctor Rimada, Adriana Ángel, Ricardo Mazza, Hugo Mattion y Raúl Bustos. Al momento de su desaparición, en su mayoría eran ex alumnos del Superior que habían militado en la UES.
242
La causa 120/08 conocida como Díaz Bessone, ex causa Feced, cuyas audiencias se llevaron adelante en los tribunales de la ciudad de Rosario entre mediados de 2010 y principios de 2012 implicó el enjuiciamiento de Ramón Díaz Bessone, ex jefe del II Cuerpo de Ejército; los ex policías José Lofiego, Mario Marcote, José Scortecchini y Ramón Vergara, y el civil Ricardo Chomicky, acusados de privaciones ilegítimas de la libertad, homicidios y tormentos, entre otros crímenes. Ver: “Prisión perpetua para los represores de la causa Díaz Bessone por crímenes de la dictadura”, LC, 26/03/12, tapa. 243
Para indagar respecto de los testimonios en la causa http://www.diariodeljuiciorosario. blogspot.com. Asimismo un seguimiento sobre la represión estudiantil en el ámbito secundario puede verificarse a través de los partes policiales que forman parte del archivo de la Dirección General de Inteligencia, APM.
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de su detención en 1977 pasó a formar parte de los grupos de tareas al igual que su mujer, Nilda Folch, también militante y ex alumna del colegio que colaboró en la represión clandestina y que se encuentra prófuga244. Por otra parte cabe destacar que en el caso Sfulcini su actividad como “docente” no sólo se circunscribió al Superior. Con la intervención de la escuela perteneciente a la Biblioteca Constancio Vigil asumió como interventor rector. Lo acompañaban en ese proceso el psicólogo Raúl Pangia como vice director y Ramón Telmo Alcides Ibarra que fue su asesor pedagógico. Pangia había sido agente de censura de los servicios de Inteligencia y funcionario durante la gestión de Ivanissevich encargado de la depuración docente, mientras que Ibarra era por su parte, miembro de la policía provincial y formó parte del grupo de tareas que funcionaba en el servicio de informaciones. Los recuerdos sobre estas tres personas referenciadas por estudiantes y docentes insisten en algo más que actitudes autoritarias. Iban armados, interrogaban a estudiantes y los acosaban. Marina Naranjo, hija de Rubén Naranjo, uno de los directivos echados de la Vigil, recordaba respecto de Pangia: “Yo le tenía terror. Al comenzar el año, creo que fue, que me hizo pasar al frente ¡que era una novedad! Y para hablar de Platón. Te imaginás!? Yo no estudiaba un carajo, no sabía dónde estaba mi viejo, era un quilombo todo, entonces yo me acuerdo que lo miraba y hablaba, yo hablaba (…) y entonces en un momento me para y me dice Usted no tiene ni idea de Platón, pero usted tiene un problema más grave, usted sabe pensar y usted sabe que eso en este país le va a costar muy caro”245
Por su parte Celina recuerda el interrogatorio que padeció a manos de Ibarra. El “asesor pedagógico” la había llamado a su despacho instándola a hablar sobre las personas y o reuniones realizadas en su casa alegando que los datos le
244
Chomicky fue absuelto. Su enjuiciamiento derivó en posiciones encontradas en los organismos de derechos humanos. Sobre un caso similar ver el artículo de Luciana Seminara “De eso no se habla. Un acercamiento a los campos de concentración y el colaboracionismo durante la última dictadura militar”. http://www.riehr.com.ar/detalleInv.php?id=45.
245
GARCIA, N. Historia sociocultural…, op. cit. p. 407
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permitirían ayudar a los padres de Cecilia, ambos detenidos ilegalmente por formar parte del Consejo Directivo de la institución. El interrogatorio conjugaba amenazas verbales e intimidación con un arma246. En ese entonces Cecilia tenía tan sólo 11 años. Aquí nuevamente vuelven a contrastarse las experiencias en los diversos casos. La visibilidad efectiva de los “servicios” tanto en la escuela de la Biblioteca Vigil como en el Superior de Comercio señalan una particularidad que posiblemente no fue común al resto de las instituciones, o al menos no tan evidente: la articulación lisa y llana entre la represión y el control en las escuelas medias de la ciudad. La Universidad Nacional de Rosario en dictadura Como ya hemos señalado en el primer capítulo de esta tesis, la Universidad Nacional de Rosario vivió profundos cambios entre su natalicio y el golpe de estado de 1976. Durante ese período mostró un proceso de dinamismo y radicalización política similar a lo ocurrido en otras universidades del país, correlato de los sucesos que la sociedad argentina transitaba. Un nuevo discurso emanaba de ella y este encontraría su apogeo hacia finales de la dictadura de Lanusse. El cuestionamiento al ingreso restrictivo, la jerarquía, la falta de democratización de las instituciones educativas y el debate en torno al rol de la universidad fueron parte de esas demandas que buscaron plasmarse hacia el fin de ese gobierno de facto y con la asunción de Cámpora. Sin embargo a poco de iniciada la democracia esa nueva etapa encontraba sus límites a través de la gestión del Ministerio de Educación Oscar Ivanissevich, momento nuevamente de quiebre respecto de la realidad universitaria conocida hasta entonces. Las universidades que habían vivido su tiempo de democratización y de fuerte radicalización política que comprendió tanto a estudiantes como docentes, fueron intervenidas preludiando el nuevo ritmo que adquirieron ya en dictadura. Luego del golpe de estado se dictó la ley 21276 y todas las universidades fueron directamente intervenidas, sus gestiones y las designaciones de personal pasaron 246
Natalia García recupera parte de los recuerdos de Celina en su tesis. Además puede consultarse: “También con los niños”, Rosario12, 22/10/2012.
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a ser controladas por la órbita del Ministerio de Educación. Las medidas tomadas no sólo implicaron la intervención sino también la represión a través de la persecución y desaparición de docentes y estudiantes, las cesantías, la anulación de toda actividad política y se definió además un estricto control sobre los contenidos educativos así como respecto de las reglamentaciones y normas a seguir. El objetivo de erradicar la subversión fue el puntal sobre el cual se asentó el reordenamiento de la universidad, e intentó configurar una nueva cultura juvenil en los claustros. La Universidad Nacional de Rosario, con sus particularidades, no estaría exenta de ese proceso. El control y el disciplinamiento como política educativa en la universidad La Universidad Nacional de Rosario inició esa nueva etapa con la intervención del delegado militar coronel Joaquín Sánchez Matorras. Su asunción aun cuando venía a señalar una nueva etapa de intervencionismo en la universidad, no marcaba un corte abrupto con su antecesor, el civil Fernando Cortés designado interventor de la gestión anterior. Cortes mantuvo luego de marzo su cargo como decano de Ciencias Económicas, denotando las buenas relaciones -y la continuidad- entre el delegado militar de la dictadura y la gestión interventora previa. Una de las primeras medidas que tomó Sánchez Matorras fue el control sobre docentes y estudiantes. Ya a principios de abril se incorporó como medida la confección de una ficha censal para los docentes y el registro de los estudiantes de la facultad. En la misma línea se llevó adelante la cesantía de docentes considerados “prescindibles”. Edgardo Garbulsky relataba como se llevó a cabo esta política en la escuela de Antropología: “Después de varios días de cierre de la Facultad, el personal de la misma fue convocado para el llenado de una ficha de actualización de datos, que incluía colocar el domicilio real. Luego de semana santa se reabre la Facultad para la toma de exámenes. El 20 de abril, el interventor de la universidad, coronel
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Sánchez Matorras, emite la primera lista de personal declarado prescindible entre los que me encontraba”247.
En esos primeros meses además se cerró la escuela de Servicio Social, escuela que estaba adscripta a la universidad y perteneciente al ministerio de Bienestar Social. Sánchez Matorras aunque ocupó el cargo de interventor por pocos meses, logró durante su gestión imprimir una lógica claramente depurativa248, allanando el camino para la llegada de un civil como interventor y marcando algunos de los lineamientos generales respecto de la universidad. Para mediados del año 1976 fue designado en ese puesto Humberto Riccomi, quien ocuparía el cargo hasta finales de la dictadura. El nuevo rector interventor era Dr. en Bioquímica y Farmacia, había sido docente de varias cátedras y en 1970 designado como decano de la Facultad de Ciencias Bioquímicas de la Universidad Nacional de Rosario siendo desplazado de ese cargo en el marco de las tomas de 1973. Con su asunción como interventor en 1976 volvía a ella luego de tres años de ausencia. En el acto de iniciación de sus funciones declaró que su gestión iba a colaborar con los objetivos fijados por “el gobierno nacional en el Acta del 24 de marzo” y la ley 21276. Destacaba aquellos objetivos que se correspondían, según su análisis, con la agenda de la universidad: “vigencia de la seguridad nacional, erradicando la subversión y las causas que favorecen su existencia. Vigencia plena del orden jurídico y social y la conformación de un sistema educativo acorde con las necesidades del país que sirva efectivamente a los objetivos de la Nación y consolide los valores y aspiraciones sociales del ser
247
GARBULSKY, Edgardo. La Antropología en Rosario durante la dictadura, Texto escrito a 30 años del golpe para el Instituto de Investigaciones antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, UBA, agosto de 2006.
248
AGUILA, Gabriela. “El terrorismo de estado sobre Rosario”, en PLA, Alberto (coord.) Rosario en la Historia (de 1930 a nuestros días), UNR, Rosario, 2000, t. 2, p. 150 y ss.
120
argentino”249. A ello sumaba aquellos contenidos en la ley y que hacían al rol de la universidad en esta coyuntura250. La intervención venía a declarar un proyecto desarrollado en tres niveles. El primero, determinado para el resto del año 76, era la recuperación plena del ámbito de gestión y administración de los organismos de la universidad. La segunda etapa prevista debía “proyectar, elaborar y difundir ampliamente las normas y planes que habrán de regir durante el año académico 1977”. Por último consideraba que mas allá de recuperar la “normalidad” en la universidad se debía “Avanzar resueltamente hacia adelante superando los niveles máximos logrados por la universidad en cualquier época anterior”. Por otro lado y alejándose de lo previsto por la ley de la dictadura Riccomi planteó la creación de Comisiones asesoras constituidas en los diversos niveles de la universidad como órganos consultivos y administrativos251. En suma, las palabras de Riccomi al inicio de su gestión signaban a la Universidad Nacional de Rosario a ceñirse a las pautas y objetivos del PRN y a reestructurarla en función de mejorar los niveles académicos y de investigación. En ese marco las medidas tomadas por ambos interventores, Sánchez Matorras primero y Riccomi después, marcaron el ritmo de la depuración, control, 249
“El rector de la Universidad, doctor Riccomi, dio al asumir la pauta en tres niveles”, LC, 12/08/76, p. 7
250
La ley establecía en los considerando la necesidad de recuperar “el marco institucional y el nivel académico necesarios para el cumplimiento de los fines específicos de las casas de altos estudios y asegurar así la formación de la juventud argentina”. En correspondencia el artículo 2 definía que las autoridades debían arbitrar “de inmediato las medidas necesarias para que las universidades nacionales cumplan efectivamente su finalidad de preservar, incrementar y transmitir la cultura. En particular, deberán asegurar la formación y capacitación integrales de profesionales y técnicos y la promoción de la investigación científica y tecnológica de conformidad con los requerimientos del desarrollo cultural, social y económico de la Nación”. 251
Al respecto ver DOVAL, Delfina. “Vigilancia y tecnocracia en la Universidad Nacional de Rosario, los programas de pedagogía para la formación docente” en: KAUFMANN, Carolina (dir.). Dictadura y Educación, Miño y Dávila, Bs. As., 2003, t.2 p. 200. Riccomi señalaba en su alocución que en el funcionamiento de las comisiones asesoras era “donde la comunidad académica debiera funcionar como una verdadera democracia directa sin mecanismos electorales mas o menos artificiales que en lugar de fortalecer los vínculos comunitarios suelen debilitarlos y hasta romperlos en aras de causas y banderas extrañas a la vida universitaria”, ver “El rector de la Universidad, doctor Riccomi…” op. cit.
121
disciplinamiento y represión organizados en el ámbito de la universidad en pos de la seguridad nacional pero incorporando con Riccomi la preocupación por los niveles académicos. Ahora bien si en el diagnóstico de los interventores, las universidades eran consideradas el semillero de la subversión; las cesantías docentes, el control sobre el espacio universitario, los estudiantes, el material bibliográfico, las carreras y los planes de estudio se constituyeron como herramientas para la erradicación de la misma y control sobre la comunidad educativa en general. Las primeras medidas tomadas por Riccomi implicaron la designación de los funcionarios y decanos correspondientes a las dependencias de la Universidad que
eran
ratificados
por
el
Ministerio
de
Educación,
todos
docentes
consustanciados con la política educativa propugnada y algunos, al igual que el rector interventor, regresaban a la gestión universitaria luego del impasse democrático. En los actos de asunción de las autoridades, realizadas en el transcurso de la segunda mitad del año y publicitadas ampliamente en la prensa local; los diferentes decanos designados mostraron su apoyo al régimen y a la política implementada por Riccomi haciendo énfasis especialmente en dos cuestiones: el ordenamiento de las facultades frente a un diagnóstico de desorden previo y la necesidad de ampliar los niveles académicos de las mismas252. A modo ejemplificador podemos señalar las palabras del decano designado por la intervención en la Facultad de Ciencia Política y Relaciones internacionales Eduardo Sutter Schneider: “la universidad debe ser el lugar de la reflexión, no de la actividad agresiva e irracional, de la reflexión serena que quiera para el hombre argentino la plenitud de su desarrollo”. Palabras similares se escucharían de otros decanos interventores en los actos de asunción o en las colaciones de fin del año 1976. En esencia el discurso dictaba: “a la universidad se viene a estudiar”. Entre las modificaciones más significativas que se dieron entre finales de 1976 y principios del año siguiente pueden señalarse el cupo restrictivo de ingreso que 252
“Asumieron dos decanos y otros lo harán hoy”, LC, 20/08/76, p. 4 y 6. “Con la asunción de E. Sutter Schneider y M.A. Chiarpanello completose decanato”, LC, 1/09/76, p. 6.
122
nuevamente
se
estipuló
desde
el
año
1977
fundamentado
en
el
sobredimensionamiento de la educación universitaria. Junto a ello el cierre de algunas carreras y la suspensión de inscripción en otras. Así como inicialmente ocurrió con Bienestar Social se cerraron además las carreras de Bibliotecología y Antropología a partir de 1977. A ello se sumó el cierre transitorio de inscripción a las carreras de Comunicación y Psicología253. En ese sentido la mira puesta en estos espacios académicos no fue casual, eran considerados por el régimen como aquellas carreras donde la “infiltración marxista” había encontrado sus mejores instrumentos. Sin embargo el control sobre los claustros, aun cuando pretendió ser una política unívoca no tuvo las mismas características en los diferentes casos. Para cuando se produce el cierre de la carrera de Antropología, muchos docentes habían sido ya cesanteados y en 1977, el espacio correspondiente al departamento de Antropología fue refuncionalizado como departamento de Geografía, disciplina de la cual provenía el decano interventor de la Facultad de Filosofía y Letras, Enzo Luraschi254. La ocupación no sólo implicó la desaparición del departamento sino también el desguace de valioso material producto de excavaciones llevadas adelante por antropólogos de la casa. La carrera no volvió abrirse durante todo el período de la dictadura y durante esos años una de las discusiones al interior del Consejo de Rectores de Universidades Nacionales (CRUN) refirió a la posibilidad de que carreras como Antropología y Sociología fueran definidas como especializaciones de posgrado. La carrera de Comunicación tenía para 1976 una vida breve pero intensa y convulsionada. En la universidad pública se había creado recién en 1973 y desde ese entonces había sido gestada como instituto que pasó por distintas 253
DOVAL, D. “Vigilancia y tecnocracia…”, op. Cit., p. 200.
254
Garbulsky recuerda además que el área no se produjeron avances, investigaciones ni producciones científicas durante ese período. Ver: Garbulsky. La Antropología…, op. cit. Por su parte el departamento de Geografía comenzó a funcionar para noviembre de 1977. Al acto inaugural asistieron representantes de la universidad y del II Cuerpo de Ejército, mientras que monseñor Bolatti bendijo el nuevo departamento. Ver: “Presidio el rector Dr. Humberto Riccomi la inauguración del departamento de geografía”, LC, 11/11/77, p. 7.
123
dependencias de la UNR e instituciones educativas. Alicia, una estudiante de la carrera de Comunicación que culminó sus estudios en dictadura recuerda: “Porque mi cursado fue muy irregular, yo entro en el 73, hago medio año en la carrera… estatal, digo privada, hasta que se crea la estatal. El año 75 lo tuvimos sin clases y nos estuvieron paseando de Filosofía en… a Derecho, de Derecho al normal 2, Agrarias, volvimos al normal 2, hicieron una asamblea, no nos querían o sea que finalmente nos aceptan en la Facultad de Derecho cuando era decano Sutter Schneider como un instituto, ni siquiera como una escuela, como que no querían la carrera, como que no había lugar para eso”255
Otra carrera que sufrió diversos intentos de traslado fue Psicología. Debemos recordar que en este caso la escuela se encontraba intervenida y la planta docente depurada incluso antes de la gestión de Sánchez Matorras. Precisamente por esta situación el primer interventor había ratificado la gestión existente, así lo entendían las autoridades de la escuela: “En un ambiente de absoluta subversión de nuestros valores morales, los crímenes llorados y repudiados por la comunidad argentina, dentro de los muros de la escuela eran propuestos a la juventud estudiosa como modelos de conducta política y fervor revolucionario. En ese auténtico aquelarre tuvo lugar la glorificación del delito y la refutación de la virtud. Esta aberrante situación fue totalmente revertida durante nuestra gestión. Con decisión, convicción en nuestras ideas y acompañados por un grupo de profesores y personal no docente, no muy numeroso, pero pleno de coraje y fervor, modificamos totalmente la estructura de la conducción marxista,
255
Alicia S. estudió la carrera de Comunicación Social en la UNR durante el período 1973-1978. Al mismo tiempo trabajaba como correctora en el diario La Tribuna. Entrevista realizada en febrero de 2007. La entrevistada señala la instalación de la carrera de Comunicación en Derecho ya que en dictadura tanto las Facultades de Derecho y de Ciencia Política y Relaciones Internacionales funcionaban en el edificio de Córdoba y Balcarce, actual Facultad de Derecho. La escuela de Comunicación Social pasó a depender en dictadura de la facultad de Ciencia Política a cargo de Sutter Schneider.
124
estableciendo las condiciones óptimas, sin precedentes en la historia de la carrera, en las que actualmente desenvuelve su actividad”256.
Con la asunción de Riccomi se tomaron medidas que implicaron cambios en la carrera mucho más profundos. En principio se decidió cerrar transitoriamente la inscripción y se planteó según la Resolución CS 154/76 la “reestructuración académica y docente” de la escuela de Psicología257. Sin embargo ese proyecto de reestructuración no tuvo un horizonte feliz. En principio porque llevó a un conflicto entre los docentes y el propio interventor. Dos eran las preocupaciones fundamentales, la ratificación de la planta docente que habían ingresado con la intervención de la carrera y que de hecho acompañaban al régimen y la reubicación de la escuela que se encontraba en las dependencias de la Facultad de Filosofía y Letras. Luego de diversas intervenciones públicas de docentes de la casa -entre ellos del mismo Raúl Pangia- y comunicados de rectorado ocurridos entre finales de 1976 y principios del año siguiente, el conflicto fue mitigado con la asunción del nuevo director Ariel Arango258. En el acto de su asunción Riccomi planteó que se iniciaba una nueva etapa evitando toda forma de “politización” en la Escuela de Psicología, Arango por su parte destacó la modificación del plan de estudios, y la transformación de la Escuela en Facultad como objetivos centrales de su gestión259. 256
“Han sido ampliadas unas declaraciones formuladas con respecto a la situación de Psicología”, LC, 31/12/76, p. 5 y 15. Como ya hemos señalado, entre los docentes que acompañaron y colaboraron en la depuración de la Escuela se encontraba Raúl Pangia. 257
Ibíd.
258
Ver: “Asumió ayer el interventor de la escuela de Psicología”, LC, 24/03/77, p. 3. Ariel Arango fue probablemente uno de los decanos más jóvenes de la intervención y su gestión sólo duró dos años. Había sido docente echado de la Facultad en 1973 en el marco de “las tomas” y vuelto con el llamado de Riccomi. Según señalaran los entrevistados, con él se excluyeron los últimos vestigios del psicoanálisis lacaniano y se consolidaron figuras como José Luis Sotomayor Salcedo, quien fue su vicedecano. Ambos eran discípulos de Ángel Garma. Entre los docentes se encontraban otros de menor nivel académico como José María Herrou Aragón, creador de la “máquina para excitar mujeres a la distancia”, así como el mantenimiento de docentes como Pangia quien era además Secretario estudiantil. El claustro se completaba además con algunos docentes que habían sobrevivido a la purga de la dictadura y para los estudiantes marcaban la diferencia. En el caso de Arango cabe destacar que ya en democracia fue docente de la Universidad de Belgrano y autor de varios best sellers, algunos de ellos los vino a presentar a la ciudad. La mayoría de ellos ocupan hoy una posición de prestigio como psicólogos en el país. 259
Ver “Asumió ayer…” op. cit.
125
Sin embargo los conflictos con la escuela de Psicología volvieron a surgir a lo largo del año 1977 y 1978 cuando según la prensa estudiantes y docentes presentaron diversas cartas al rector interventor y al Ministerio de Educación. En 1977, se dirigieron mediante un memorándum a Riccomi señalando que ante la nueva realidad de orden establecido en la escuela -y que ellos mismos agradecían-260 solicitaban la reapertura de las inscripciones para el año 1978 y la creación de la facultad de Psicología. A principios de 1978 y ya iniciado el ciclo lectivo con los nuevos ingresantes261 otro conflicto enfrentó a estudiantes y docentes con Riccomi. Desde rectorado se había planteado cerrar la especialidad Clínica de la carrera que cursaban más del 90 por ciento de los estudiantes. Si bien la disposición emanaba del Ministerio, los estudiantes deslindaban a la cartera del hecho: “hoy a quince días de rendir el examen de ingreso nos enteramos con perplejidad que por expreso pedido suyo el Ministerio de Educación de la Nación eliminó la especialidad Clínica, situación paradójica ya que en las restantes carreras de Psicología del país no se ha tomado el mismo temperamento”262. Las discusiones en torno a la terminalidad Psicología Clínica, el destino de la escuela, y las modificaciones del plan de estudios fueron algunas de las problemáticas que atravesó las relaciones entre rectorado y Psicología durante toda la gestión de Riccomi y señalan las particularidades que el control como política específica adquirió en determinadas coyunturas y carreras. Si bien como hemos señalado los medios locales daban cuenta de la participación y reclamo de estudiantes y docentes frente al rector interventor, ello no nos indica una acción de resistencia frente a la dictadura o a las políticas educativas implementadas. Aquello que observamos en la emergencia de este conflicto son las diferencias esgrimidas entre distintos sectores que apoyaban el PRN. Sergio
260
El memorándum manifestaba “Hacemos notar con verdadera satisfacción la presencia de un ambiente renovado de trabajo, orden y seriedad sin precedentes, dentro de un marco de insoslayable jerarquía en la faz docente”, “Las inquietudes de un claustro de Profesores, LC, 29/08/78 p. 4 y 13. 261
Luego de dos años de cerrada la inscripción en 1978 se abrió nuevamente, con un total de 50 cupos. 262
“Escuela de Psicología: plantean un problema”, LC, 18/04/13, p. 5.
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C. que fue estudiante en aquellos años señala que: “Mi idea, pero esto es una idea, es que Arango en la dirección de la Facultad tenía un peso… un peso muy grande”. No debemos olvidar que fue durante su gestión que se reabrió la inscripción a la carrera, hecho por el cual, según Sergio C., se “vanagloriaba” de que él [Arango] había discutido en el II Cuerpo de Ejército para que la carrera siguiera adelante”263. Por su parte la gestión pretendió sin lograrlo, que la Escuela Superior se convirtiese en Facultad. Dicho proyecto quedó trunco cuando en 1979 cambió la gestión de la Escuela y cuyas autoridades tuvieron una orientación tomista y modificando sustancialmente los planes de estudio de la carrera. Para Sergio C. este no fue un cambio casual, según los comentarios de entonces Arango y Sotomayor estaban sostenidos por Galtieri y los cambios en la estructura militar local y nacional implicaron para Arango la pérdida de ese apoyo. Más allá de los rumores de entonces o las propias expresiones de Arango a sus estudiantes respecto de sus vínculos con el II Cuerpo de Ejército264, lo cierto es que durante los años que asumió esa tarea, su relación con el rector fue tensa, dando cuenta de un posicionamiento diferente respecto de los lineamientos generales impuestos por el rector interventor respecto de la carrera de Psicología. Asimismo la modificación de la estructura organizativa de la escuela de Psicología llevada adelante en 1979 modificó en parte esa situación en favor del rector interventor. La gestión de Arango y su relación conflictiva con las políticas implementadas por Riccomi permiten entrever las dificultades de una intervención que lejos estaba de ser homogénea y hegemónica. Ello no implicó la emergencia de un movimiento opositor a la política universitaria o de resistencia a la dictadura sino que es al interior del grupo que acompañaba la gestión interventora de donde 263
Sergio C. Cursó sus estudios en la Escuela Superior de Psicología de la UNR. Si bien inició algunas materias en 1972, dejó luego la carrera para volver a ingresar en 1975, graduándose en 1984. Entrevista realizada en mayo de 2013.
264
Cabe señalar que durante la gestión de Arango el II Cuerpo de Ejército se había propuesto otorgar dinero para la remodelación de un aula. Sergio recuerda que luego el proyecto se concretó con dinero de los docentes de la institución y a pesar de ello en su inauguración en diciembre de 1978, el representante del II Cuerpo de Ejército Roberto Villar y el propio Galtieri asistieron al acto donde se le otorgó al aula el nombre de Ejército Argentino. Ver: “Inauguración del aula Ejército Argentino”, LC, 01/12/78. Actualmente el espacio remodelado corresponde al aula 11 de la Facultad de Humanidades y Artes.
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surgieron críticas a las medidas implementadas así como iniciativas que buscaban limitarlas265. La existencia de conflictos con las autoridades interventoras no se reducen sólo a este caso (aunque sin duda su trascendencia fue mayor). De menor significación pero dando cuenta de una situación similar, podemos señalar el conflicto que se desencadenó entre el decano de la Facultad de Filosofía y Letras, Enzo Luraschi y el director de la escuela de Filosofía, Raymundo Pardo, adquiriendo estado público a través de la prensa local. Durante el mes de junio de 1977, Raymundo Pardo cuestionaba al decano por pretender “redimensionar” la carrera en función de la poca cantidad de alumnos que tenía. Ese redimensionamiento implicaba la negativa a nombrar algunos docentes de materias específicas. Con la crítica respecto de esta situación Pardo reclamaba además: “No se ve la utilidad de registrar día a día la cantidad de alumnos que tienen ciertas cátedras. Tampoco es eficiente ni pedagógico que el director de escuela de Filosofía de la Facultad sea controlado (por un ordenanza) cada una hora”, situación que según señalaba, vivían también los docentes de la carrera266. Pardo no era sin duda un opositor al régimen ni a la gestión interventora, sin embargo las políticas implementadas por Luraschi generaron ciertas rispideces y cuestionamientos de aquellos que acompañaban en líneas generales el proyecto gestado desde el PRN. Si bien no podemos mensurar el alcance de estas críticas ni su conclusión, lo cierto es que
265
Respecto de la Escuela Superior de Psicología se puede consultar: AGUILA, G. “El terrorismo de estado…”, op cit., p. 152. También: ORZUZA, Stella Maris; Carlos D. GOMEZ; Laura CAPELLA, David FUKS, Clarisa LOPEZ y Cristina VIANO. “Análisis de los legajos académicos de estudiantes y psicólogos asesinados y/o desaparecidos durante la última dictadura militar en el Gran Rosario, VI Congreso Internacional de Salud Mental y Derechos Humanos, Buenos Aires, 2007. Sobre la historia de la escuela ver: GENTILE, Antonio. Breve historia de la Facultad de Psicología, universidad Nacional de Rosario, ensayo, s/d. disponible en www.fpsico.unr.edu.ar [última consulta 03/03/2013]. Respecto de la situación de la carrera de Psicología en el país ver: KLAPPENBACH, Hugo. “El título profesional de psicólogo en Argentina. Antecedentes históricos y situación actual”, revista Latinoamericana de Piscología, Vol. 32, n° 3, 2000. Disponible en www.realyc.org [última consulta 21/03/2013] 266
“La Facultad de Filosofía y Letras de la UNR”; LC, 12/06/77, p. 4 y 6. También ver “La Facultad de Filosofía y Letras de la UNR”; LC, 29/06/77, p. 4 y 17.
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en 1978 se hizo cargo de Filosofía Raúl Echauri, dando un perfil diferente a la carrera267. Para mediados de 1978 y en forma coetánea a los hechos de Piscología se registró en la prensa otro conflicto, involucraba a docentes de la Facultad de Ciencias Veterinarias y a Rectorado. La nota era breve y por sí misma no advierte demasiado, señalaba el cuestionamiento del claustro por algunas medidas anunciadas por Riccomi y que no fueron llevadas adelante268. Para ese entonces la Facultad hacía un año que se había trasladado, en la misma lógica de reestructuración señalada en otros casos, al predio perteneciente a la escuela Agrotécnica de Casilda. Si bien el cambio se debía -según el rector- a la necesidad de ampliar las instalaciones ante un número significativo de estudiantes, las dificultades no se agotaban en el problema edilicio: la creación del Consejo Regional Educativo, el aumento de cargos docentes y la integración de los diversos ciclos de enseñanza allí reunidos no se habían concretado. Este fue el núcleo de reclamos señalados desde la Facultad y hacia el rector, sin embargo el comunicado no quedó en un mero trascendido público. En un informe especial de inteligencia elevado al Ministro de Educación de la provincia se manifestaban las irregularidades que vivía dicha Facultad “afectando al personal docente, no docente y alumnos”. Entre ellas mencionaba: “Irregularidades por las que se hallan atravesando alumnos del 4° año, consistentes en el NO cumplimiento por parte del Señor Rector de la universidad Nacional de rosario, DR. HUMBERTO RICCOMI, a promesas efectuadas al personal NO DOCENTE, DOCENTE y ALUMNOS.
267
Echauri era un filósofo tomista de extensa trayectoria en el país. Entre 1974 y 1977 se había radicado en España, siendo docente de la universidad de Navarra, Pamplona perteneciente al Opus Dei. En 1977 volvió a radicarse en el país y al año siguiente se hace cargo del departamento de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNR. Ver: GAYO BERLANGA, Carlos. Vida y pensamiento de Raúl Echauri. Un filósofo tomista argentino del siglo XX, tesis de Doctorado, mimeo, Pamplona, 2003. Disponible en ebiblioteca.org [última consulta realizada 12 de febrero de 2013]. Según la revista Dialéktica fue uno de los participantes del Congreso Nacional de Filosofía realizado en 1980 e impulsado por el gobierno de facto. Ver Dialéktica. Revista de Filosofía y Teoría Social, nº 1, 2010. 268
“Dificultades en la Facultad señalan”, LC, 02/05/78, p.8
129
-Situación que se agrava, en razón de que alumnos del 4° Año, aún no han comenzado el ciclo lectivo debido a que varias cátedras no han sido cubiertas por Profesores. (…) Que las Relaciones entre el Director de la escuela Agrotécnica SR. TULIO DARIO AVALOS, agrónomo y el Interventor de la Facultad de Veterinaria, SR. EFRAÍN ARMAS, doctor en Medicinas, no son las acordes a su envestidura (sic), por la frialdad existente entre los mismos. (…) Dichos problemas a (sic) llevado a que diversos alumnos del 4° año se hayan dirigido a los distintos organismos oficiales con el fin de recabar apoyo en su gestión”269.
El informe planteaba al final -errores ortográficos de por medio- un diagnóstico de la situación de la Facultad: la necesidad de adoptar medidas a corto plazo destacando que si bien hasta el momento los alumnos de la carrera buscaron una solución “pacífica del problema” dirigiéndose inclusive por nota al Jefe Policial de la zona y “manifestando que no mantienen actividad política”, la potencialidad del conflicto irresuelto abría las puertas a la “subversión para ocasionar trastornos y captar adeptos ante la “inacción” de las autoridades competentes”. El documento es rico en matices para analizar. Por un lado la verificación a través de un informe de inteligencia de los desacuerdos entre los diversos niveles de la gestión universitaria. En segundo lugar el rol en que identificaban a los estudiantes de la carrera, como pacíficos y apolíticos y por último, el propio análisis militar respecto de la gestión de Riccomi y la necesidad de acciones concretas y rápidas. Los casos aquí abordados, aún con sus especificidades nos permiten pensar las características que adquirió ese control en el marco de la comunidad universitaria. Sin duda, la depuración de la planta docente, la “racionalización” de la misma, el control y traslado de las escuelas e institutos formaron parte de una lógica que pretendió diezmar especial -aunque no exclusivamente- las carreras vinculadas a las ciencias sociales y en ese sentido el traslado de las instituciones no era sólo 269
Ver nota 44, D-2, 21 de abril de 1978, caja 182, UC11, atado 1. Las mayúsculas son del informe.
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una cuestión formal, sino un intento de desarticular la redes de solidaridad y comunicación entre los estudiantes y docentes de las diversas carreras. Por otro lado nos han permitido pensar que esa lógica no fue unívoca y generó críticas en algunos de los funcionarios y docentes que inclusive se consideraban partidarios del régimen. Si el objetivo era erradicar la subversión y el orden instaurado contribuía a ello, para los funcionarios y docentes que acompañaban la gestión interventora ellos era promotores de ese orden y la injerencia del control sobre sus actividades era un error. Por su parte el informe de Inteligencia, aun siendo el único de estas características encontrado para el caso de la Universidad Nacional de Rosario, nos permite admitir la posibilidad de un control que excede el marco de la gestión de Riccomi y que pretende desentrañar los posibles conflictos al interior de la universidad en tanto potenciales elementos que lleven a su politización. En 1978 y a casi dos años de su asunción, Riccomi hacía un balance de sus proyecciones realizadas. Insistía que el año 1977 había sido de reordenamiento, de modificación de currícula, de depuración ideológica de la universidad. Si bien ello fue efectivamente un “logro” que podía celebrar, era un logro a medias, donde el control sobre las carreras, las aulas, los docentes y estudiantes no fue absoluto. Por el contrario como hemos visto generó disidencias de los propios docentes que acompañaban y aplaudían ese proceso de transformación de la universidad. Esos cuestionamientos sin embargo fueron menores en comparación al apoyo obtenido de las autoridades designadas y una mayoría de docentes que consustanciaban su praxis con la política del régimen. Los riñones de la gestión de Riccomi se construían especialmente en algunos espacios de la universidad donde el acompañamiento de su política era clave, especialmente las gestiones de Sutter Schneider en Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Miguel Chiarpenello, decano de la Facultad de Ciencias Económicas, Hugo Caggiano en Arquitectura, Luraschi en Filosofía y Letras, decanos todos ellos de las casas de estudios más
131
significativas en cantidad de alumnos270. Todos ellos promotores del discurso interventor en la universidad. Asimismo no debemos olvidar que durante la visita de Videla a la ciudad realizada en 1977 (y a la cual ya hemos hecho referencia en el segundo capítulo), fueron estudiantes de Ciencia Política, Económicas, Ingeniería y Derecho aquellos que se entrevistaron con el Presidente de facto, señalando también que ese apoyo a la gestión interventora atravesó no sólo a autoridades y docentes sino también a un buen número de estudiantes que sin duda acompañaron el proceso. Riccomi, las gestiones ministeriales y la investigación Como ya señalamos el rector interventor se mantuvo en su cargo durante toda la dictadura, señalando una diferencia con el Ministerio de Educación de la Nación por donde pasaron cuatro funcionarios271. Las razones de esta continuidad sólo pueden ser supuestas. Riccomi no tuvo durante su gestión enfrentamientos con el ministro de turno ni cuestionó las políticas de la cartera. Ello es puesto de manifiesto por el interventor de la Universidad Nacional de Rosario en el marco de la reunión de Rectores con Bruera y que llevó a la disputa entre el ministro y el rector de la UBA272. En esa ocasión Riccomi destacaba la “unidad de criterio con la que se trabajó en ese cónclave” así como el buen diálogo que había establecido 270
Para el año 1977 el cupo de ingreso fue mayor para las áreas Socio-económica correspondientes a las facultades de Ciencias Económicas, Derecho y Ciencia Política y relaciones Internacionales y Salud (Medicina, Odontología y Bioquímica y Farmacia) siguiendo en número decreciente los ingresos establecidos para las áreas Tecnológica (Arquitectura y Planeamiento e Ingeniería y Ciencias Exactas); Humanidades y Artes y Agropecuarias. Ver: estadísticas en www.unr.edu.ar. 271
Tanto en la UNC como la UBA, dos de las universidades más grandes del país, se sucedieron diversos rectores. En la UNL luego de la intervención inicial del delegado militar José Hipólito Núñez, se designó como rector a Jorge Douglas Maldonado quien ocupó el cargo entre 1976 y 1983. En la UNLP Guillermo Gallo se mantuvo como rector interventor también durante todo el período.
272
Respecto de los conflictos entre Ministerio y el rector interventor de la UBA, Constantini ver: RODRIGUEZ, L. G. y G. SOPRANO. “La política universitaria de la dictadura militar…” op. cit. Sobre las universidades en dictadura pueden consultarse también: RODRIGUEZ, Laura G. y Germán SOPRANO. “Las políticas de acceso a la universidad durante el Proceso de Reorganización Nacional 1876-1983. El caso de la Universidad Nacional de la Plata”, en Question, vol. 1, nº 24, 2009. Versión on line http://perio.unlp.edu.ar [última consulta 10/02/13]. También: RORIGUEZ ZOYA, Leonardo y Yamil SALINAS. Universidad y dictadura. La educación universitaria argentina en el período 1976-1983, mimeo, 2005. Versión on line disponible en http://www.pensamientocomplejo.com.ar [última consulta 13/04/13].
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él como interventor y todos los decanos de la Universidad Nacional de Rosario con los cuales mantenía reuniones periódicas273. Si bien ese halo de armonía señalado por Riccomi distaba de ser real, lo cierto es que ese discurso le permitía otorgar a su gestión cierta legitimidad y estabilidad tanto hacia el interior de la universidad como en su relación con el ministerio. Pero más allá de su continuidad como interventor, los cambios ministeriales sin duda afectaron las políticas y gestiones realizadas en la Universidad Nacional de Rosario. No es casual que ante el cambio en el gabinete del Ministerio de Educación de la Nación, en la universidad local se plantearan, al menos discursivamente, nuevas reestructuraciones. En julio de 1977 y a pocos meses del cambio de gestión en el Ministerio de Educación, asumiendo como nuevo Ministro Juan José Catalán, Riccomi inicio una ronda de encuentros con decanos, autoridades y docentes de las diversas Facultades que implicó el seguimiento de lo realizado hasta el momento y la apertura del “diálogo” que “permitió analizar numerosos problemas y situaciones” al tiempo que se interesó por las finanzas de cada una de las dependencias. Recordemos que para entonces Catalán había realizado su primera reunión con el CRUN, señalando que el mayor problema de las universidades estaba planteado en el orden presupuestario274. Otro ejemplo del acompañamiento de la política universitaria puede reseñarse a partir de la posición de Riccomi sobre la resolución 1006. La misma, dictada en agosto de 1978, buscaba reducir el presupuesto de las universidades nacionales eliminando facultades consideradas superpuestas en una misma región. En esa oportunidad Riccomi informaba a la comunidad universitaria sobre la posibilidad de reestructuración de la Universidad Nacional de Rosario señalando que dicha resolución: “deja amplia libertad de acción a los rectores para elevar en un plazo de 120 días, la estructuración académica definitiva. Es decir que se llega a la fijación de pautas luego de un largo período de análisis en que cada uno de los participantes tuvo la oportunidad, en su momento y por la vía adecuada de 273
“Visita la sucursal de La Capital el rector de la UNR”, LC, 15/09/76, p. 3.
274
RODRIGUEZ, L. G. y G. SOPRANO. “La política universitaria de la dictadura…”, op. cit.
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manifestar su criterio al respecto”275. La mentada resolución generó tensiones en las universidades nacionales e implicó un nuevo conflicto entre el Ministerio y el rector de la UBA quien mediante un acta avalado por todos los decanos se eximían de cumplir la normativa respaldándose en la autonomía universitaria. El conflicto se dirimió con el pedido de renuncia por parte de Videla al Ministro de Educación276. Asimismo con la asunción de Llerena Amadeo hacia finales del año 1978, y el mantenimiento de Riccomi a la cabeza de la universidad, en la UNR se anunciaron cambios en el equipo de gestión y la posibilidad de reestructurar nuevamente la universidad a partir de las nuevas políticas educativas implementadas. En el balance de la gestión 76- 79 señalaba que ese había sido el período de reordenamiento de la universidad y que el trienio siguiente “deberá centrarse en su desarrollo”. Con esa idea se englobaba desde un nuevo estatuto universitario acorde a la ley nacional que se estaba desarrollando desde el ministerio la ampliación de recursos bibliográficos, hasta la creación del Centro Universitario de Rosario (CUR)277. De algún modo la creación del CUR fue el resultado final de los intentos de reestructuración de la universidad que permitió la desarticulación definitiva de las diversas facultades. A partir de la creación del centro en la zona de Riobamba y Berutti, las Facultades de Ciencia Política y Relaciones Internacionales y Comunicación Social
fueron trasladadas allí,
dejando en el tradicional edificio de Córdoba y Balcarce sólo la Facultad de Derecho. Misma suerte corrieron la Facultad de Arquitectura y parte de los Laboratorios correspondientes a la carrera de Ingeniería que hasta entonces funcionaban en la Facultad de Ingeniería en calle Pellegrini. Para entonces la Facultad de Veterinarias que también había compartido el edificio con las Facultades de Derecho y Ciencia Política hacía ya unos años que se la había trasladado a Casilda. Toda esta reestructuración planteada desde los primeros discursos implicó la rearticulación del espacio universitario con nuevas lógicas, la creación de la Siberia. A su vez si el reordenamiento y disciplinamiento de la 275
“Sobre reestructuración de las universidades”, LC, 25/08/78, p.4.
276
RODRIGUEZ, L. G. y G. SOPRANO. “La política universitaria de la dictadura…”, op. cit.
277
Ver: “Declaraciones del rector Riccomi en Casilda”, LC, 3/04/79, p. 6. Sobre la creación del CUR ver: AGUILA, G. “El terrorismo de estado…”, op. cit. 151, y nota n° 50.
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universidad estuvo signado bajo el rótulo de la reestructuración, a ello se le intentó sumar un perfil de desarrollo académico y de investigación. En esa línea la gestión interventora planteó diversas experiencias de organización de proyectos de desarrollo de investigación tendientes a mostrar esta iniciativa. En esa línea puede considerarse por ejemplo la creación de vínculos estrechos con CONICET y la creación de IRICE que de la mano del ex ministro de facto Bruera se puso en marcha en la ciudad278. La vida en la universidad, los estudiantes Si algunas de las medidas más importantes que modificaron la vida universitaria rondaron en torno al cupo de ingreso, el cierre de carreras, el traslado de las escuelas o los intentos de reestructuración, a ellas se sumó un control minucioso a través de normativas y reglamentaciones que ordenaban y administraban la vida universitaria en general. Ellas dependían no sólo del rector sino del amplio entramado de la burocracia de las propias facultades. Entre esas medidas se incluía por ejemplo el cuidado en la vestimenta de estudiantes y docentes. En un editorial publicado en días previos al golpe de estado, el diario La Capital aplaudía la reglamentación existente desde fines del año 1975 tendientes a reglamentar la vestimenta de docentes universitarios en tanto “entrañan el propósito de asegurar el umbral de decoro a las aulas superiores”279. El regreso al decoro se impuso además desde la asepsia de las paredes de las facultades, ajenas ahora a las inscripciones políticas, el ingreso con identificación legal a cualquier dependencia universitaria o la prohibición de reunirse o conversar con compañeros en los pasillos, todas ellas medidas que formaban parte de la rutina diaria de los estudiantes universitarios. Estos cambios que se impusieron entre 1975 y 1976 se mantuvieron como práctica cotidiana hasta los últimos años de la dictadura. En junio de 1978 una carta de lectores del diario La Capital refería con positivo
278
Al respecto ver: KAUFMANN, Carolina. “La Siberia rosarina. IRICE-CONICET-UNR, Argentina (1977 -1983), en KAUFMANN, C (dir.). Dictadura y educación, Miño y Dávila, Bs. As., 2001, t. 1.
279
“Saco y corbata en las universidades”, LC, 18/03/76, p. 4.
135
asombro al ámbito universitario cuando al concurrir “casualmente” a la facultad de Filosofía y Letras: “… me asombré al ver la limpieza y el orden imperantes. Recuerdo que la última vez que había entrado me había asustado la cantidad de carteles políticos, estandartes, panfletos, volantes e inscripciones que allí había. Pienso que no era un ambiente muy propicio para el estudio. En cambio ahora, si los muchachos no estudian no ha de ser porque no se le permita hacerlo. En el orden y el respeto se dan las condiciones ideales para hacerlo.”280
Sergio C. recuerda que ir a la Facultad implicaba: “en la facultad ponen una vigilancia en la entrada. Cuando uno entra tiene que dejar el documento de identidad y lo retira a la salida.(…) Había que entrar con la camisa adentro del pantalón (…) sin sandalias, sin zapatillas, solo zapatos. Y una vigilancia permanente. Lo del estado de sitio se trae adentro de la Facultad (…) a clase se llega a la hora de clase, el docente viene con la llave, abre el aula, termina la clase, se retiran todos, el docente cierra el aula y entrega la llave de Bedelía”281.
Beatriz que comenzó a cursar la carrera de Historia en la ya entonces bautizada facultad de Humanidades y Artes en 1981 la recordaba como “limpia”, entendiendo por ello la ausencia de carteles y propaganda política. Asimismo recuerda que a poco de iniciar la facultad y en un momento de encuentro con dos compañeros en el pasillo: “salimos del salón nos quedamos los tres parado en la puerta y ahí viene uno de estos tipos que estaban en la facultad, de la vigilancia (…) viene y nos dice tres es multitud, sepárense, sepárense tres es multitud”282. Esa vigilancia era constante “cuando uno entra muchas veces tiene uno de los que estaban en vigilancia siguiéndolo. Hay anécdotas de vigilancia dentro del baño”283.
280
“Gratificante”, LC, 8/06/78, p.4.
281
Sergio C.
282
Beatriz A.
283
Sergio C.
136
A las experiencias de control se sumaba la vigilancia censora sobre la currícula y la bibliografía. En este sentido cabe señalar que la diatriba antimarxista y antisubversiva en la universidad no sólo se gestó desde el discurso interventor y en las reglamentaciones. En el caso de la Universidad Nacional de Rosario, los contenidos de las materias de las distintas carreras de ciencias sociales que sobrevivieron a la ‘purga’ institucional cambiaron profundamente. Si 1976 fue el año de reordenamiento, al año siguiente las estructuras universitarias se encontraban ya depuradas de docentes y contenidos considerados “subversivos”. Para Godoy y Broda este cambio implicó una clara autocensura que se ocupó de limpiar la bibliografía de los programas de estudio284. En el caso de la escuela Superior de Psicología Sergio recuerda que ya en 1975 esa depuración estaba en marcha: “Me lo encuentro a Pangia cambiando unos carteles, se estaban cambiando materias del plan de estudios, porque eran… materias “izquierdistas”. Por ejemplo, dice, se refería a una, dice es toda la bibliografía está basada en Politzer (…) o sea ya había todo un proceso de persecución a todo pensamiento de izquierda, de consolidación de un movimiento de derecha dentro de la Facultad”285. Para quienes transitaron la carrera de Historia por entonces, las materias tuvieron un fuerte contenido antimarxista en los primeros años que fue diluyéndose hacia finales de la dictadura286. Sin embargo, ello no implicó que los planes de estudio fuesen menos conservadores o clericales: “Cuando entré la facultad me pegó mal, yo ya era atea ya me registraba atea(…), los que hicimos la Facultad de Humanidades en aquella época, en todas las materias estudiábamos las Cinco vías de la existencia de Dios de Santo Tomas (…) Y por ese lado me molestó mucho la Facultad de Humanidades, mi malestar tenía que ver con esta cosa de que en todas las materias teníamos que cursar Santo Tomás y nos hacían fichar la Biblia (…) entonces había que buscar los 284
GODOY, Cristina y Vanina BRODA. “El poder de la palabra bajo vigilancia en la universidad pública en dictadura”, en KAUFMANN, C. (dir.) Dictadura y educación, op. cit., t 2., p. 63.
285
Sergio C. se refiere a Georges Politzer psicólogo y filósofo marxista húngaro.
286
Según la apreciación de quien cursara la carrera de Historia en la Universidad Nacional de Rosario en aquellos años, es posible marcar una diferenciación clara entre los contenidos de las materias en los primeros años de la dictadura 1976-1979 con una fuerte connotación antimarxista y los años primeros de la década siguiente.
137
valores, nos hacían estudiar los valores, los valores de la cultura cristiana occidental, y los valores eran qué sé yo… y entonces estaba la lista de los valores y vos tenías que agarrar la biblia y entrar a buscar, a leerte la biblia y donde encontrabas ahh acá habla de los valores de que se yo la virginidad (…) eso hacíamos,
fichábamos,
la
biblia
(silencio)
y
a
mí
eso
me
enojaba
287
profundamente”
.
El tomismo fue sin duda uno de lineamientos filosóficos que atravesó las carreras humanísticas por aquellos años. Como hemos señalado esa línea fue también en la Escuela de Psicología luego de 1979 donde “Entra una gestión que cambia la orientación psicoanalítica por una orientación del realismo cristiano, del realismo aristotélico tomista (…) la idea es dar un panorama mucho más amplio de la psicología, de las distintas corrientes. Con lo cual en realidad se pierde lo poco de bueno que teníamos hasta ese momento que era por lo menos leer Freud”288. Lo mismo ocurre en Filosofía con la dirección de Raúl Echauri que ya señaláramos. En el caso de aquellos que ingresaron a la universidad en los últimos años de la dictadura probablemente todos estos cambios así como el control y la censura no fueron vividos con miedo o temor, probablemente porque no había experimentado la universidad en otros contextos y había ingresado a la Facultad en 1981. Beatriz grafica esta idea en una anécdota: “y yo nunca había ido a una facultad, y voy a una facultad y bueno hay un escritorio ahí en la puerta, la gente puede entrar solamente de a una, y tenía que mostrar el documento o la libreta en la puerta y esto que sé yo, era así. Y yo desde… no sé a la semana del golpe andaba con el DNI encima, entonces que me lo pidan también para entrar a la Facultad bueno era… que se yo era decir buenos días y mostrar la libreta”.
El disciplinamiento se volvía así parte de la cotidianeidad y se naturalizaba donde no preguntar en clase, no reunirse o ser controlado el desplazamiento dentro de las dependencias de una facultad no era considerada una práctica anormal. Ahora 287
Beatriz A.
288
Sergio C.
138
bien, esta percepción de Beatriz en 1981 probablemente distaba mucho de aquella que tuvieron quienes transitaron por la universidad entre 1975 y 1978. Para Sabatino, quien cursaba Medicina, la mirada sobre la universidad y su experiencia difiere de aquella señalada por Beatriz y ya en 1975: “la persecución en la Facultad era terrible, a nosotros nos ponían contra las paredes (…) Aparte la facultad ya es dirigida por los fascistas del peronismo, Ivanissevich y todos esos. La facultad no se podía hablar directamente; uno iba, cursaba”289. Con el golpe de estado si las cosas cambiaron fue en el sentido de la profundización de ese proceso de control y represión vividos. La realidad del ámbito universitario de 1976 obligó a Sabatino a retraerse en el ámbito privado: “Así es que a mis dieciocho años, me reencontraba con un hogar donde era posible seguir estudiando, Anatomía sobre todo (…) Y desde ese marco hogareño fui pariendo exámenes y sacando materias: Histología, Fisiología, Química, Física, apoyado en una nueva capacidad para diseñar, articular y resumir, dado que en la Facultad “había que andar lo menos posible”, hablar lo menos posible y en especial no quedarse demasiado”290.
Alicia por su parte recuerda: “Aprendimos a caminar contra la dirección en que venían los autos, a tener mucho miedo al salir de la facultad y esperar el ómnibus. También a esconder, enterrar libros y revistas”. Sergio C. señala la infiltración de “servicios o con vocación de servicios” en la Facultad. Es posible pensar que si bien este control se implementó muy tempranamente tuvo efectos diferentes en aquellos que cursaron los primero años de la universidad en dictadura y quienes la iniciaron en los 80. No porque el disciplinamiento y el control se hubiesen relajado significativamente sino porque para quienes el control había sido una constante desde sus experiencias 289
Sabatino Palma. Realizó sus estudios secundarios en la escuela Dante Alighieri y participó de las tomas, momento en que inició su militancia en la TERS, acercándose luego a la JP. En 1975 comenzó su carrera universitaria en medicina y en el año 1977 sus estudios como actor en los talleres de Arteón. Fue parte del grupo Discepolín y actor en la obra Cómo te explico. Entrevista realizada en julio de 2011.
290
PALMA, Sabatino. Tablas, potrero y diván, Homo sapiens, Rosario, 2007, p. 210.
139
secundarias, el ingreso a la universidad con todas sus restricciones no se presentaban como una anormalidad. Por otro lado para quienes vivieron la universidad entre los años 1975 y 1978, ese control quedaba evidentemente articulado con una lógica de represión más visible y explícita de la que se sucediera en años anteriores. Es necesario plantear una digresión que es necesaria a la hora de comprender cómo mutó ese mundo para los jóvenes que ingresaron tanto a la escuela secundaria como a una facultad en dictadura. En principio cabe destacar que los cambios producidos no fueron percibidos del mismo modo por las distintas subgeneraciones de jóvenes que transitaron por aquellos años la escuela o la universidad. Es decir, los cambios y la cotidianeidad vivida probablemente eran decodificadas en modo diverso por aquellos que habían iniciado sus estudios a principio de los ‘70, por ejemplo, de aquellos que lo hicieron en plena dictadura. Mientras los primeros vivieron u observaron un proceso de politización y radicalización en el ámbito escolar o de la universidad que acompasaba con la realidad social, en el caso de quienes que vivieron esos hechos en su infancia e ingresaron luego de 1976 a las escuelas secundarias no sólo no lo vivieron sino que es posible pensar que esas experiencias no formaron parte de la herencia transmitida por las generaciones mayores. En este sentido es posible advertir en las diversas entrevistas una diferencia significativa entre aquellos que iniciaron sus estudios en el período previo al golpe de estado y su percepción de los cambios sucedidos de aquellos que lo hicieron ya instalada la dictadura. Algo similar podría señalarse respecto de quienes iniciaron sus estudios secundarios hacia finales de la dictadura y sus estudios superiores en democracia. Como vemos el control y disciplinamiento del ámbito universitario ejerció un lugar fundamental en la instauración de las lógicas represivas que no pueden comprenderse sin esa simbiosis291. Si bien no me detendré a analizar la represión sobre los jóvenes militantes estudiantes universitarios durante la última dictadura
291
AGUILA, G. Dictadura, represión..., op. cit., p. 221 y ss.
140
militar292 es necesario entender que más allá de aquellos que fueron detenidos/desaparecidos y/o asesinados, la represión fue en muchos casos una instancia visible para esos otros jóvenes que en los primeros años de la dictadura transitaban la universidad. Gabriela Águila ya ha señalado que si bien la represión tuvo un carácter secreto y clandestino ello no implicó que fuese invisible a la sociedad293. En el ámbito universitario de los primeros años de la dictadura esa visibilidad no era menor. Alicia estudiante de Comunicación y correctora del diario La Tribuna desde 1977 señalaba: “Entonces, yo creo que sobre el ’78 termino de cursar… y lo único que yo te puedo decir es que las cosas que, la imagen que tengo es que… lo que yo veía en la facultad y las cosas que pasaban esto es lo que yo no veía reflejado en ninguna de las páginas de los diarios”. Aquello que Alicia “veía” en la Facultad no sólo refería a la ausencia de docentes y estudiantes militantes sino a la realización de operativos represivos: “yo recuerdo haber estado en la facultad de Derecho estaba el comando enfrente y entraron…me cuesta decir si entraron policías, si eran civiles o estaban… si sé que entraron a las aulas, nos dijeron que no saliéramos, que no nos moviéramos de allí”. El recuerdo difuso de Alicia no le permite aseverar si en ese operativo o en otro se llevaron a dos compañeros,
292
Si bien no nos detendremos en este trabajo a analizar las lógicas represivas en la Universidad Nacional de Rosario, sin duda este fue un ámbito que sufrió fuertemente la represión del régimen de facto. Un proyecto de investigación llevado adelante en 2006 señalaba que sumaban casi doscientos los docentes y estudiantes universitarios rosarinos asesinados y desaparecidos durante el período 1976-1983. Ver: “Presentan la investigación Memoria con identidad”, LC, 22/04/06. Para el caso de Psicología ver además ORZUZA, Stella Maris; Carlos D. GOMEZ; Laura CAPELLA, David FUKS, Clarisa LOPEZ y Cristina VIANO. “Análisis de los legajos académicos de estudiantes y psicólogos…” op. cit. Respecto de la desaparición de un docente de física y su esposa psicóloga puede verse el documental Liliana y Eduardo. Luces de la memoria, dir. Sergio Monserrat, 2010. En él se puede advertir la represión y persecución política sobre un grupo de docentes de Física de la Facultad de Ingeniería. Si bien no hay muchos trabajos que reconstruyan las identidades e historias de los docentes y estudiantes desaparecidos y asesinados en dictadura, en la actualidad la mayoría de las facultades así como las escuelas medias dependientes de la Universidad han realizado diversos actos e instalado placas conmemorativas que reactivan las memorias en torno a ese pasado.
293
AGUILA, G. Dictadura, represión…, op. cit. p. 230.
141
dando cuenta además que la acción de fuerzas represivas en el espacio universitario no era inusual294. Para quienes transitaron los claustros de la universidad en aquellos años, por muy ajenos a la participación política que estuviesen, era muy difícil no ver esos operativos armados. Sin embargo la incidencia que ello tuvo en su propia realidad probablemente no fue significativa, o al menos no adquirió en todos los estudiantes el mismo sentido. Y mientras aquellos que tenían cierta militancia política, simpatía o solidaridad con experiencias militantes concibieron esos años en la facultad como años de terror, vigilancia y miedo que obligaba al resguardo de la propia vida, para otros las facultades estaban más ordenadas y agradecían no sólo el discurso de las autoridades sino sus acciones. Ya hemos señalado el caso específico de los estudiantes que acompañaron a Videla en su visita a la ciudad295, pero aun cuando no fueran muchos es
probable que ese
acompañamiento no se resuma sólo en ellos. En los actos de colaciones de las diversas facultades durante gran parte de la dictadura, un estudiante tomaba la palabra por los egresados y lo hacía con la venia de las autoridades de la institución. En algunos casos, más allá de felicitar a sus compañeros aplaudían la gestión universitaria. Quizás el caso más paradigmático, ya que su discurso fue reproducido en la prensa sea la del egresado de Ciencia Política de 1976, no casualmente uno de los “estudiantes” que al año siguiente formó parte de la
294
Mas allá de las apreciaciones de Alicia respecto de aquello que los diarios no reseñaban, cabe destacar que a principios de julio de 1977 se publicó en el diario La Capital una nota que mencionaba a través de versiones extraoficiales la detención de dos jóvenes en la facultad de Ciencias Políticas “Trascendido”, La Capital,09/07/77, p. 12. Asimismo el 26 de julio en los titulares del mismo diario se mencionaba la muerte de tres jóvenes en un supuesto enfrentamiento en Alvear, uno de ellos estudiaba Ciencias Políticas. “Fueron abatidos ayer en Alvear tres sediciosos”, 26/07/77, tapa. Para un análisis respecto de aquello que los diarios locales decían y no sobre el accionar represivo ver: LUCIANI, Laura. Entre el consenso la censura y el silencio, op. cit. 295
Hace unos años y ante la interpelación pública quien fuera una de las estudiantes que participara de ese encuentro con Videla señalaba: “nos invitaron a los mejores promedios y yo fui”. Sus palabras daban cuenta de la necesidad de justificar ese hecho pero a la vez daba pistas sobre las cuales entender ese comportamiento, era un honor ser elegida representante. La estudiante, luego recibida pasó a formar parte del staff docente de la Facultad.
142
comitiva presidencial296. Sergio C. quien fue estudiante de la carrera de Psicología en esos años recuerda también que existía un buen número de estudiantes vinculados a la gestión de Arango y que “se enorgullecían de eso”. Inclusive uno de ellos solía decir que hablaba “desde Massera”, dicho estudiante, ya recibido, fue docente en dos materias de la carrera en dictadura. El panorama nos permite pensar en una heterogeneidad de estudiantes que poblaron las aulas en aquellos años, pero posiblemente aquellos estudiantes que construyeron un discurso en consonancia con aquel emanado de las autoridades de la Universidad Nacional de Rosario no fueran mayoría y más seguramente pobló los claustros el desconocimiento parcial, el miedo y el silencio. Los recuerdos, las experiencias de vida como estudiantes universitarios en dictadura se construyeron desde lugares distintos. Es posible pensar que para aquellos ajenos de prácticas, amigos o familiares militantes la experiencia de la represión e inclusive el control fue menos significativa o bien no afectó su tránsito por alguna facultad en dictadura. Para aquellos con un poco más de conocimiento, con cierta militancia o simpatía política la realidad de los primeros años de la dictadura no fue menor. Las diferencias como vemos no están dadas sólo por la distintas “subgeneraciones” o la coyuntura en que realizaron sus estudios secundarios o universitarios sino cómo las transformaciones de la universidad afectaron sus propias percepciones e intereses. En todos los casos, sin embargo es probable considerar que la universidad en dictadura marcó desde otro lugar su propia experiencia. El cupo y los exámenes restringieron considerablemente el ingreso de jóvenes a la universidad y el cambio en los planes de estudios llevó a
296
En esa ocasión el estudiante decía: “El proceso que vive el país necesita suscitar una nueva clase rectora. (…) Se requiere insistentemente la aparición de una generación cuya actitud sea nueva, sus bases formativas tengan otra solidez y auténticamente reconstructiva”. Ver: “Acto académico en Ciencia Política y Relaciones Internacionales, LC, 02/12/76, p. 9. Dicho estudiante, fue luego intendente de facto de Arroyo Seco en el período 1981-1983. Actualmente es docente en escuelas católicas y representante de JAEC. En 1979 y en el acto de colación de Derecho un egresado de la carrera recordaba las palabras del Papa “os suplico de rodillas que abandoneís los senderos de la violencia y volváis a los cambios (sic) de la paz. Podéis decir que buscáis la justicia pero la violencia retrasa los días de justicia (…) este fervoroso, casi desesperado llamado (…) debe motivarnos a nosotros para encarar la formulación de ese nuevo orden jurídico”, ver: “Emotiva colación de grados hubo ayer en Derecho”, LC, 10/11/79, p. 2.
143
muchos estudiantes e incluso graduados a considerar, ya instaurada la democracia, a recursar materias que habían quedado obsoletas. Por último si el control y el disciplinamiento no se tradujeron en recuerdos sobre vivencias del terror para quienes transitaron la universidad en los últimos años de la dictadura, sin duda aquello que atravesó sus propias vidas como estudiantes estuvo signado por la emergencia de nuevas formas de acción y participación política que marcaron los últimos años de la dictadura pero especialmente desde la segunda mitad de 1982. Sobre este tema volveremos en el último capítulo.
144
Capítulo 4 Las políticas hacia los jóvenes en las Fuerzas Armadas En
Militares o ciudadanos, Máximo Badaró señala que a partir del golpe de
estado de 1976 se renovaron las pretensiones de ingreso a la carrera militar en Argentina. Las cifras que el autor expone respecto de los jóvenes que buscan educarse en el Colegio Militar Nacional argumentan en este sentido. Si desde 1972 la cantidad de
aspirantes había sido de 549, número que sería una
constante hasta 1976; en 1977 hubo más de 1000 aspirantes, manteniéndose ese promedio durante toda la dictadura297. El dato no es menor y da cuenta de varias cuestiones. En principio que las Fuerzas Armadas fueron, especialmente luego del golpe, más visibles y tuvieron mayor presencia en la sociedad. Pero esta visibilidad e imagen de formación no sólo era una construcción social a priori. El rol que habían ejercido estas en los años previos a marzo de 1976298 y la idea común de restauradoras del orden que se instaló ya con el golpe junto al discurso emanado del PRN, abrieron un camino de convergencias entre sociedad y Fuerzas Armadas, al menos en algunos puntos. En segundo lugar, las Fuerzas Armadas también propiciaron su rol como educadoras y reforzaron sus discursos y vínculos con las generaciones jóvenes en este contexto. Desde el ámbito castrense las representaciones sobre juventud durante los primeros años de dictadura también giraron en torno a una concepción que 297
BADARÓ, Máximo. Militares o ciudadanos…, op. cit., p. 92.
298
Si bien las Fuerzas Armadas estuvieron presentes en la historia política de la Argentina desde varias décadas atrás, en los últimos años la llamada guerra contra la subversión las había llevado a la primera plana. Ver FRANCO, Marina. Un enemigo para la Nación. Orden interno, violencia y “subversión”, 1973 -1976. Buenos Aires, FCE, 2012, especialmente el apartado “Las Fuerzas Armadas en el centro de la escena”. Para una estudio sobre las Fuerzas Armadas en la historia Argentina ver ROUQUIE, Alain, Poder militar y sociedad política en la Argentina, Buenos Aires: Emecé, 1982. Para un balance historiográfico respecto de los estudios sobre las Fuerzas Armadas ver SOPRANO, Germán “Los militares como grupo social y su inscripción en el estado y en al sociedad argentina. Batallas intelectuales y políticas por la construcción de un objeto de estudio en las ciencias sociales”, en REDIU CMN, n° 22, año 8, 2010. Disponible en: http://rediu.colegiomilitar.mil.ar, [consulta realizada el 30/11/2012].
145
deslindaba la trama tejida desde otros espacios entre jóvenes y peligrosidad. Un mensaje emitido por una de las Fuerzas Armadas señalaba: “El Ejército sabe que la juventud no es problema para el país y su futuro, pues conoce de su idealismo de su profundo amor a la Patria, de su entrega” para luego agregar que “es consciente de que los jóvenes tienen problemas. Pero no coincide con quienes poseen de dichos problemas una visión tremendista y casi apocalíptica. Menos aún con los que interesadamente fomentan para capitalizarlos en beneficio de intereses antinacionales”299. Ser joven se unía además al heroísmo cuando se hablaba de los soldados que conformaban además las diversas fuerzas. Así en un libro publicado por el Círculo Militar en 1976 se señalaba que: “Esa muchachada sana física y moralmente, representada con virilidad por los oficiales y suboficiales jóvenes, esa muchachada supo reaccionar ante el golpe bajo, sorpresivo y readaptarse de inmediato a la forma de lucha que le impusieron, vaya a saber qué negros intereses”300. Pero si desde los discursos se pretendía redefinir el rol del joven argentino y los supuestos peligros que le acechaban; desde sus prácticas proyectaron un conjunto de estrategias que no sólo buscaba hermanar a las Fuerzas Armadas con los jóvenes sino revitalizar su rol comunitario frente a la sociedad, tarea que lejos estaba de señalar su papel represivo en el marco de la dictadura. Así mantuvieron y consolidaron en ese contexto algunos proyectos ya existentes y se generaron otros nuevos. Estos tendían a vincularlos generalmente con ámbitos de jóvenes, y en especial con varones sugiriéndonos la idea de que las propias Fuerzas Armadas se consideraban idóneas en el arte de la educación de las generaciones futuras. Junto a esa idoneidad primaba además la idea de que se nutrían de sangre joven. En septiembre de 1976 y en el marco de la realización de un torneo juvenil interprovincial gestado desde el III Cuerpo de Ejército, el General Luciano Benjamín Menéndez, jefe del área, ponía en palabras esta asociación:
299 300
“Mensaje a la juventud”, LC 7/03/1977, p. 4 El ejército hoy, Círculo Militar, Bs. As., 1976, pp. 39-40.
146
“Un primer aspecto de nuestra filosofía –añadió- se relaciona con el hecho de que el Ejército es una institución eminentemente joven, a nivel de juventud: nuestros soldados son jóvenes, nuestros cabos, nuestros subtenientes. Pero además es una institución donde hay renovación permanente de promociones. Esto es común a las Tres Fuerzas. El viril ejercicio de las armas –prosiguió el general Menéndez- requiere hombres jóvenes y sanos. Estos torneos permiten reforzar el sentimiento nacional de nuestro pueblo en esta convivencia y participación de actos militares donde siempre se exaltan los símbolos y valores patrios”301.
En un capítulo previo hemos señalado cómo desde la segunda mitad del siglo XX se había impuesto socialmente la asociación entre joven, varón, clase media y estudiante. Sin embargo esta cita nos impone una primera reflexión que permita repensar la asociación realizada entre “el viril ejercicio de las armas” y los “hombres jóvenes y sanos”. Soldado/juventud/virilidad son términos que suelen articularse en forma recurrente en el discurso castrense, especialmente cuando esas alocuciones se producen en tiempos de conflicto bélico. Mary Louise Pratt señala en su artículo sobre la obra de Nelly Campobello y la revolución mexicana que “las historias de guerra están marcadas siempre por un androcentrismo aplastante” y que “las sociedades en estado de guerra se segregan por género, generación y espacio, polarizando la distribución de los actores. Los hombresciudadanos jóvenes, parten al campo de batalla y al cuartel, las mujeres con niños y ancianos, siguen ocupando la ciudad y el hogar” 302. Si bien la autora pretende discutir especialmente con una historiografía que reproduce ese androcentrismo, su análisis permite iluminar el modo en que desde las representaciones militares se reproducen esas imágenes. En este sentido, si consideramos que en el discurso militar argentino de aquellos años la fundamentación del golpe de estado y de la dictadura misma se montó sobre el dispositivo de guerra contra la
301
“Torneo Juvenil interprovincial”, LC, 16/09/76, p. 12. El subrayado es mío.
302
PRATT, Mary Louise “Mi cigarro, mi Singer y la revolución mexicana: la danza ciudadana de Nelly Campobello”, Revista Iberoamericana, vol. LXX, n° 206, 2004, p. 256.
147
“subversión”, es posible pensar que la apelación a la juventud estaba en el imaginario castrense indisolublemente asociada a lo masculino y a la guerra303. Por otra parte si el gobierno de facto instalado en marzo del 76 diseñó políticas específicas hacia los jóvenes, políticas que se llevaron adelante desde el aparato del estado, las Fuerzas Armadas proyectaron en estos años otro conjunto de estrategias que en su mayoría también utilizaron el aparato estatal para su propiciación. En este sentido es posible señalar que desde las diversas Fuerzas se organizaron actividades que aun cuando no fueron de gran espectacularidad, tuvieron en determinadas coyunturas un impulso significativo y al menos parte de la sociedad se sumó en esas propuestas. Pero estas políticas para jóvenes desarrolladas no fue una constante durante la dictadura y señalan una periodización que debe al menos ser destacada. Si bien podemos plantear que ya desde la instalación del régimen militar las Fuerzas Armadas como institución304 desarrollaron vínculos e intervinieron en diversos ámbitos, especialmente los educativos como el Plan de Acción Cívica, fue en la coyuntura 78/ 80 cuando se verificó el despliegue de las estrategias más significativas como fueron el proyecto Argentinos, Marchemos hacia las fronteras potenciado a nivel nacional y la creación del Liceo Aeronáutico en las cercanías de la ciudad de Rosario. Si bien ambos proyectos son de una envergadura diferente, su concreción en esos años
303
En ese marco de virilidad, juventud y guerra puede rastrearse la construcción simbólica en torno al servicio militar obligatorio, una de las instituciones de mayor trayectoria en la historia de la relación entre Fuerzas Armadas y juventud. Si bien sería interesante analizar en profundidad el servicio militar en dictadura, esto excede a las pretensiones del capítulo en la medida que aquí nos centraremos en aquellas políticas que en dictadura buscaron potenciar el rol “social” de las Fuerzas Armadas frente a estos. Ello no nos impide sugerir una interesante propuesta respecto del estudio de la conscripción durante el Operativo Independencia, ver GARAÑO, Santiago. Entre el cuartel y el monte. Soldados, militantes y militares durante el Operativo Independencia (Tucumán 1975-1977), tesis de doctorado, mimeo, 2012. Disponible en www.riehr.com.ar.
304
Volvemos en este capítulo a permitirnos una digresión analítica. Sin desconocer que fueron las Fuerzas Armadas las que realizaron el golpe de estado, que la Junta Militar estaba constituida por las tres fuerzas, en este apartado consideraremos especialmente aquellos discursos, estrategias y prácticas que se llevaron a cabo desde las Fuerzas Armadas como institución, escindiéndose al menos parcialmente del gobierno de facto. Esta separación nos permite dos cuestiones, en principio incorporar al análisis otros sectores de las fuerzas como gendarmería o la fuerza policial. Por otra parte, permite pensar la multiplicidad de voces de quienes fueran sus jefes que aún cuando adherían al régimen y llevaban adelante el plan represivo, añadían sus propias convicciones –individuales y/o colectivas- al PRN.
148
nos permite pensar en un momento de auge en la búsqueda de estrechamiento de los vínculos entre militares y jóvenes. Este capítulo refiere al análisis de las acciones de las Fuerzas Armadas en esta línea, dando especial énfasis a la concreción y puesta en marcha de los Planes de Acción Cívica en la ciudad y los dos proyectos mencionados, el operativo y el la creación del liceo. Los casos reseñados señalan sin duda una diversidad que no podemos desconocer y que dan cuenta de la multiplicación de estrategias diseñadas. Todas ellas confluyen sin embargo en un punto central, se orientan hacia una articulación con las escuelas medias. La propuesta no pretende constituirse en una mera descripción y detalle de estas actividades sino que interesa señalar por qué se desarrollaron específicamente en esa coyuntura, qué impacto tuvieron estas políticas en el marco social en que fueron impuestas y cómo entender la trama entre Fuerzas Armadas y jóvenes en el contexto de la dictadura. Las Fuerzas Armadas y la sociedad argentina: el Plan de Acción Cívica Uno de los programas con mayor continuidad a lo largo de la dictadura fue el Plan de Acción Cívica que las diversas fuerzas llevaron adelante y que con mayor contundencia realizó el Ejército. Este no era un proyecto nuevo ya que según un informe del Ejército en 1963 “se iniciaron estudios tendientes a centralizar y desarrollar
armónicamente
un
plan
de
acción
cívica
nacional”305.
Su
implementación en ese contexto no era casual. Luego de la revolución cubana la necesidad de contener el posible avance revolucionario llevó a Estados Unidos a implementar
una
doble
política
de
acción
sobre
América
Latina,
el
intervencionismo militar y el estrechamiento de sus lazos con las Fuerzas Armadas Latinoamericanas y la propiciación de políticas reformistas, entre ellas la Alianza Para el Progreso. Según Claude Heller, en ese marco de estrategias y vínculos gestados entre la política norteamericana y las Fuerzas Armadas latinoamericanas en la guerra fría, el Programa de Ayuda Militar se centró en dos cuestiones: el apoyo a las acciones de contrainsurgencia y los programas de 305
“Destacó Suarez Mason la Acción Cívica del Ejército”, LT, 10/11/79, p. 2.
149
acción cívica. Estos últimos tenían como objetivo “modificar la imagen poco popular de los militares en el seno de las sociedades latinoamericanas”306. En ese contexto Argentina inició en el año 1963 las negociaciones para la firma de los Programas de Asistencia Militar que implicaba la asistencia militar y la incorporación de los Planes de Acción Cívica307. Los Planes se constituyeron así en estrategias de acercamiento de las Fuerzas Armadas a la sociedad gestadas tanto en dictadura como en democracia, pero que no implicaron –al menos inicialmente- un nexo exclusivo con las escuelas ni con sectores juveniles. Otra experiencia que desde el vamos buscó vincular Ejército con jóvenes fue el operativo Dorrego. En 1973 y en el contexto de la primavera camporista se propició dicho proyecto que planteaba la acción mancomunada entre Ejército y militantes de la JP. Puesto en marcha en la provincia de Buenos Aires implicó la participación de dos mil soldados y más de cuatrocientos integrantes de la JP que trabajaron en la reconstrucción de zonas inundadas de la
provincia. Fue
impulsado por el jefe del Ejército, el Comandante Jorge Raúl Carcagno, quien era considerado “un soldado con sentido social” y como un militar “populista cercano a los lineamientos de la revolución peruana”308. Proveniente de Infantería, Carcagno llevó adelante negociaciones con la JP para implementar el operativo Dorrego señalando con este hecho su acercamiento con los sectores del peronismo de izquierda. Del operativo el diario La Opinión señalaba la curiosa “convivencia armónica”309 entre los miembros de la institución castrense y los militantes, 306
HELLER, Claude. “Las relaciones militares entre Estados Unidos y América Latina: un intento de evaluación, Nueva Sociedad, n° 27, 1973, p. 24. Se señalaba además que desde el punto de vista norteamericano se consideraba que las fuerzas armadas no sólo debían tener un carácter represivo sino que “podían ser estimulados a participar en la transformación económica y social, participando en actividades tales como la construcción de carreteras, escuelas, vivienda así como de asistencia médica en zonas rurales poco comunicadas o abandonadas”.
307
MAZZEI, Daniel. Bajo el poder de la caballería. El ejército Argentino (1962-1973), Eudeba, Bs. As., 2012, p. 146 y ss. El autor señala que en lo referente a asistencia militar -que implicaba mayormente el envío de armamento a las Fuerzas Armadas- el Programa fue un fracaso. Si los Planes de Acción Cívica se llevaron adelante en la línea propuesta por el país del norte, las influencias norteamericanas en materia militar fueron, según Mazzei, menos significativas que las provenientes de la escuela francesa. Ver del mismo libo el cap. VII. 308
SCENNA, Miguel. Los militares, editorial Belgrano, Buenos aires, 1980.
309
“El ejército y al juventud peronista en una experiencia conjunta de trabajo y convivencia que tiende a fijar objetivos comunes”, La Opinión, 27/10/73.
150
mientras que algunas revistas afines a la militancia de la izquierda señalaban sus dudas respecto de los vínculos que pudiesen establecerse entre ambos recordando que hacía poco más de un año había ocurrido la masacre en Trelew310. Las críticas a la figura de Carcagno y al proyecto provinieron del seno de las Fuerzas Armadas y del propio Perón, provocando su destitución como jefe del Ejército311. Del período que media entre las dos dictaduras, este fue sin dudas el proyecto de acción civil de mayor envergadura gestado al interior de las Fuerzas Armadas. Con él, un sector del Ejército buscaba propiciar un acercamiento con parte de la sociedad, especialmente con la militancia juvenil. El operativo se presentaba así como un rasgo de continuidad con los Planes de Acción Cívica previos pero resignificados ahora en ese nuevo contexto de radicalización política. Durante la última dictadura, los Planes de Acción Cívica siguieron realizándose pero sus sentidos se habían modificado. Respecto del plan el propio Ejército planteaba que en 1976 la fuerza tenía una función “colonizadora y civilizadora” que articulaba su “lucha contra la subversión” con el “desarrollo armónico de la comunidad”312. En ese contexto si bien los Planes tenían objetivos diversos, en general estuvieron vinculados al espacio educativo y consistió generalmente en padrinazgos, arreglos de escuelas y entrega de banderas entre otras actividades. Jáuregui lo definía en 1980 del siguiente modo: “La acción Cívica del Ejército se realiza en forma conjunta con la comunidad y tiene por finalidad mejorar las condiciones de vida de la comunidad, en estrecha relación con sus integrantes, contribuyendo a su progreso social, económico y cultural, consolidando los principios fundamentales de nuestra forma de vida,
310
En la revista Militancia se señalaba: “en la memoria colectiva del pueblo esta identidad del ejército con el sistema explotador y represor está presente y no podemos venir a proclamar el reencuentro del pueblo y del ejército sin haber definido claramente si es posible en los hechos, cuales son las bases del supuesto reencuentro”, Militancia, n° 19, octubre de 1973.
311
GALASSO, Norberto. Perón, exilio, resistencia, retorno y muerte, 1955, 1974, Colihue, Buenos Aires, 2005, t. 2 1263-1264. También se refiere a este hecho FRANCO, Marina. Un enemigo…, op. cit., p. 67. 312
El ejército hoy, op. cit. p. 121.
151
especialmente en los sectores mas relegados y en las zonas donde no son suficientes los recursos y los medios disponibles”313.
El jefe del II Cuerpo de Ejército señalaba además que no era objetivo del Ejército competir con las acciones municipales o provinciales correspondientes, sino complementar su accionar especialmente en aquellas ocasiones en que “la acción oficial se ha demorado por distintas causas”. Sin embargo, el Plan había sido reimpulsado en el marco de la dictadura a partir de mayo de 1977 y aunque originalmente mantenía las premisas que Jáuregui señalara años después, esto es llevar adelante emprendimientos en colaboración con las autoridades provinciales ante situaciones adversas, paulatinamente tuvo otros matices. Así en 1977 el Plan puesto en marcha en el área del II Cuerpo de Ejército consistió en otorgar ayuda al gobierno provincial para el desmantelamiento de las escuelas rancho y la construcción de edificios nuevos314, asimilando la política que el Ejército estaba llevando adelante en todo el país. Pero el proyecto no sólo quedó allí, el II Cuerpo avanzó entregando subsidios para la remodelación de instituciones escolares315 y en la ciudad de Rosario la Escuela de Educación Técnica Juana Elena Blanco recibió dos aulas “costeadas y construidas” por esta fuerza316. Ya fuera para construir, remodelar o pintar las paredes de la escuela, los soldados en ocasiones se hacían presentes y visibles ante la comunidad educativa, estrechando además los vínculos entre ambas instituciones y entre las personas. En el libro El Ejército hoy se reproducía una supuesta carta de una maestra tucumana que en mayo de 1976 dirigía a la madre de un soldado su agradecimiento por la acción que este llevara adelante en su escuela: “le escribo para hablarle de él y decirle de nuestro agradecimiento por la obra de Amor y Patria que está dejando en este lugar: que parece haber florecido desde 313
“Plan de Acción Cívica en 1980”, LC, 18/04/80.
314
“Acción cívica del comando del II Cuerpo de Ejército en Santa Fe”, LC, 11/05/77, p. 6. Tiempo después el Ministro del Interior, Harguindeguy, propuso paliar el déficit de docentes en zonas fronterizas con soldados que hubiesen cursado el bachillerato con terminalidad docente. Ver “Colaboraría el Ejército en educación”, LC, 08/06/77, p. 3.
315
Ver boletín de prensa 20/11/81, Caja 448, año 81.
316
“El Ejército entregará aulas a una escuela”, LC, 23/11/77, p. 4.
152
que llegaron, transformando lo viejo en nuevo, lo feo en lindo y lo que es más, la desilusión en esperanza. Además de su labor de equipo, que él dirige, está su acción particular que va más allá de toda obligación con la que nos soluciona todo tipo de problema”317
Más allá de cuan fidedigna sean las palabras puestas en la voz de una maestra tucumana, es significativo consignar que esos Planes implicaron no sólo un financiamiento económico del Ejército respecto de las escuelas sino que generaron vínculos personales entre miembros de la fuerza militar y del ámbito educativo. Este vínculo sin embargo, pareciera no haber trascendido las puertas de la institución educativa. Es decir, los Planes de Acción Cívica no germinaron como experiencias mancomunadas de estudiantes y soldados en acciones comunitarias fuera de las escuelas. En una línea similar a la realización de estos Planes por el Ejército, las otras fuerzas iniciaron proyectos de vinculación con comunidades educativas. En ese mismo año Gendarmería Nacional, Policía Federal y la Armada apadrinaron escuelas, las renombraron y entregaron banderas. Si esta presencia dentro de la comunidad educativa no era nueva, aquello que caracterizó más claramente esta etapa fue la evidencia con que se registraron tales actividades, tanto para la comunidad educativa como para la sociedad en general. Así las ejecuciones de los Planes no se realizaban de manera impersonal, sino que por el contrario los representantes de las Fuerzas Armadas iban a las escuelas, participaban de los actos inaugurales, escuchaban los discursos de las autoridades escolares y referían los suyos propios. En ellos enfatizaban en el rol de las Fuerzas Armadas, las escuelas y los jóvenes. Ejemplo de ello es el acto llevado adelante en la Escuela Técnica n° 12 de la ciudad de Rosario donde la Armada había entregado una bandera de ceremonias y diversos materiales didácticos. En esa ocasión habló el suboficial mayor Antonio José Ferrucci, quien exaltó la figura del Almirante
317
Brown
dejando
a
los
“jóvenes
alumnos”
como
legado
sus
El Ejército hoy…, op. cit., pp. 122-123.
153
enseñanzas318, luego se bendijo la bandera y la autoridad escolar junto a un representante de los estudiantes agradecieron el obsequio. Participaron además de este acto una delegación naval, autoridades municipales, de la cartera educativa provincial, representantes de las asociaciones vecinales cercanas que se sumaron a los docentes y alumnos de la institución. Ese mismo día una escuela de Maizales –departamento San Lorenzo- era apadrinada por Gendarmería y recibió no sólo la bandera sino también el nombre que llevaría de allí en más319. En esa ocasión el representante de Gendarmería señalaba: “Este acto debe marcar el comienzo de una fructífera vinculación, para que se haga realidad el deseo de todos, cual es el de otorgar una mas efectiva ayuda espiritual, intelectual y material a estos jóvenes alumnos que hoy nos miran y mañana ponderarán nuestro empeño”320. Sin embargo nada grafica más las intenciones de estos actos que las propias palabras de agradecimiento de las autoridades de la escuela que había recibido las donaciones del II Cuerpo de Ejército y que el diario transcribió. Allí se señalaba que al colaborar con la actividad educativa se “tiende a identificar a la ciudadanía con el ejército argentino”321. Con mayor o menor número de discursos y personas, estas iniciativas se repitieron con cierta regularidad a partir de 1977 y en los tres años siguientes, mostrando su auge entre 1978 y 1979. En este último año según las declaraciones de Suarez Mason se habían realizado mantenimiento en 858 establecimientos educativos en todo el país y que en materia de salud “se ejecutaron 46.420 obras de las cuales 194 correspondieron a reparaciones o ampliaciones de establecimientos sanitarios”322. A los Planes de Acción Cívica que ya tenían su historia, se sumaron otras estrategias de acercamiento a la comunidad escolar. Una de ellas fue la 318
“La Armada entregó una bandera a la Escuela Técnica N° 12, LC; 1/12/77, p. 6.
319
La escuela pasó a llamarse gendarme Raúl Cuello y la elección del nombre no era casual, Cuello fue uno de los gendarmes que participó del Operativo Independencia y falleció en agosto de 1975 - según crónicas policiales, luego de salvar a sus compañeros - en el atentado producido al avión que los transportaría de regreso. 320
“Gendarmería: otra imposición de nombre y padrinazgo”, LC, 1/12/77, p. 5.
321
“La delegación de la Armada concretó la donación de la bandera a la escuela 59”, LC, 8/07/77, p. 5.
322
“Destacó Suarez Mason…”, op. cit.
154
realización del concurso “Armada Argentina” en la segunda mitad de 1977. La propuesta gestada desde la Fuerza Armada se proponía incentivar a equipos de estudiantes primarios y secundarios a que realizasen ensayos sobre la Historia naval o de intereses marítimos nacionales –entre cuyos temas se destacaban historia naval, próceres navales, Malvinas y las islas del Atlántico Sur, etc.-. Los trabajos premiados serían exhibidos en el buque-museo Fragata Belgrano y como primer premio el viaje del grupo ganador y autoridades escolares a Ushuaia en transportes de la fuerza en la segunda mitad de 1978323. Otra iniciativa similar fue el premio “Leopoldo Lugones, ojos mejores para ver a la patria” otorgado por el Ejército. Este premio consistió en la selección de 200 estudiantes varones y mujeres de séptimo grado “que se destacaron por su aplicación, conducta y compañerismo” realizada por el Consejo Nacional de Educación para la realización de un viaje a distintos puntos del país durante las vacaciones de 1978. Mediante este concurso en el área del II Cuerpo de Ejército se seleccionó un grupo de 32 estudiantes que viajaron al Chocón Cerro Colorado, Alto valle del Río Negro, San Martin de los Andes y San Carlos de Bariloche324. Otra de las actividades estaba dedicada a la realización de torneos deportivos juveniles. Si bien estos ya venían desarrollándose durante la dictadura, luego del Mundial de 1978 estas actividades adquirieron mayor relevancia. Sería el Director Nacional de Educación Física Héctor Barovero quien luego del evento futbolístico pondría en palabras la importancia de vincular jóvenes y deporte al decir que el deporte era una “ley de la juventud” y “entre las múltiples manifestaciones estudiantiles deportivas –sean espectáculos o competencias- surge la destreza como condición inseparable de una juventud disciplinada físicamente”325. Al mismo tiempo que Barovero exponía sus ideas respecto del disciplinamiento físico de jóvenes, las Fuerzas Armadas ponían en práctica sus enseñanzas. En esa línea el II Cuerpo de Ejército desarrolló desde el año 1977 el “Torneo Promoción de 323
Boletín CONET 581, mayo de 1977, p. 403 y sigs.
324
“Alumnos seleccionados realizan excursión”, LC, 2/02/78, P. 5. Ver además “El premio Leopoldo Lugones”, LC, 11/03/78, p. 5 y “A los jóvenes refiérese el Ejército Argentino”, LC, 10/04/78, tapa. 325
“El deporte es una ley de la juventud” LC, 21/08/78, p. 7.
155
Actividades Juveniles” que incluía competencias en las áreas de fútbol, básquet, vóley y atletismo. Frente a la organización del torneo en su segundo año consecutivo, los directivos y representantes de los establecimientos educativos fueron invitados a la sede del Comando del II Cuerpo de Ejército donde fueron informados de tales actividades al tiempo que el Gral. Jáuregui, el jefe del Cuerpo, señalaba que las autoridades militares y educativas debían complementarse en la tarea
de
formar
“una
juventud
apta
física
y
espiritualmente
para
el
engrandecimiento de la nacionalidad” y aseveraba que la realización de los deportes permitía cumplir con el refrán “mente sana en cuerpo sano (…) evitando que el estudiante cayera en actividades perniciosas para su conformación ciudadana”326. Asimismo y según informaba la prensa, el Ejército realizó sólo en el año 1979 veinticinco torneos deportivos en el que habrían participado más de trescientos mil jóvenes327. En ese año la actividad deportiva de mayor significación en la ciudad de Rosario fue un partido de fútbol organizado por el II Cuerpo de Ejército en el cual participaron el Seleccionado bajo bandera conformado por parte del seleccionado juvenil argentino (que había ganado el Mundial Juvenil hacía poco tiempo) contra el Seleccionado Rosarino constituido por jugadores de equipos locales (Newell’s, Rosario Central y Central Córdoba). Si bien las crónicas periodísticas señalaban críticas en la organización del evento y un partido de poca trascendencia consideraban que este fue “un pretexto para alegrar a los chicos”, aludiendo con ello a los motivos expresados por el II Cuerpo para la realización de la actividad: aportar al año internacional del niño y la familia328. Las diversas actividades llevadas a cabo por las Fuerzas Armadas en lo que consideraban su accionar comunitario, se convirtieron en ese contexto en una de las estrategias de visibilización social más contundentes. Se realizaron con la presencia y participación del gobierno de facto y utilizando como herramientas el 326
“Torneo promoción de actividades juveniles”, LC, 23/08/78, p.5.
327
“Destacó Suarez Mason…”
328
“Los pibes salieron contentos”, LT, 10/11/79, pp. 16-17. Si bien esta actividad fue pensada para el conjunto de la sociedad, no debe descartarse por un lado la presencia significativa de público joven, por otro la invitación del II Cuerpo a que “el equipo militar” estuviese constituido por buena parte del seleccionado juvenil”.
156
propio aparato estatal. Que la mayoría de las políticas de acercamiento a la sociedad estuviesen vinculadas con los ámbitos educativos no era, por otra parte, pura coincidencia ya que ambas son históricamente portadoras de prácticas, símbolos y ritos que colaboran en el proceso de reconstrucción permanente de la identidad nacional, de los valores y el “deber ser” argentino. Asimismo el vínculo con la escuela estrecha relaciones tanto con niños como con jóvenes, quienes por su condición de tales son ya portadores de la pesada carga del futuro y objeto de innumerables políticas. La articulación del binomio escuela / Fuerzas Armadas adquirió diversos ribetes pero permitió especialmente tejer una trama de acciones visibles públicamente, al tiempo que estaban destinadas a gestar vínculos estrechos con las generaciones más jóvenes de la sociedad. En esa línea quizás una de las estrategias más significativas fue la realización del proyecto Argentinos! Marchemos hacia las Fronteras. Gendarmería se hace cargo de los jóvenes Gendarmería propició durante la dictadura y bajo la dirección del General Antonio Domingo Bussi – quien estuvo a su cargo de febrero a diciembre de 1979actividades que aun cuando no fueron de gran espectacularidad, tuvieron un impulso significativo y al menos parte de la sociedad se sumó por diversos motivos a esas propuestas. Una primera iniciativa realizada en el año 1979 por la institución castrense fue el convenio con el Consejo Nacional de Educación Técnica (CONET) para la realización tanto de cursos de oficios en puestos de Gendarmería como la implementación de “campamentos de trabajo” con alumnos de
escuelas
técnicas
bonaerenses
(y
en
menor
cantidad
estudiantes
universitarios) implementados en zonas de frontera, el objetivo era colaborar con el mantenimiento y reparación de los edificios escolares, desinfección y el control sanitario de la población329. Así en el invierno de ese año poco más de 150
329
Esta iniciativa se sumaría a otra propiciada simultáneamente, Gendarmería Infantil. Ver LVOVICH, Daniel. “Estrategias movilizadoras del régimen militar destinadas a sectores juveniles e infantiles”, XII Jornadas Interescuelas, Bariloche, 2009. También LVOVICH, Daniel y Laura RODRIGUEZ, “La Gendarmería infantil durante la última dictadura”, en Quinto Sol, vol. 15, n° 1, La Pampa, 2011.
157
jóvenes viajaron a las provincias de Chaco, Corrientes, Misiones y Formosa a cumplir dichas tareas330. Este convenio fue para Gendarmería una experiencia piloto y sirvió para plantear un proyecto de mayor envergadura desarrollado en las vacaciones de verano, el operativo Argentinos! Marchemos hacia las Fronteras. Consistió en un plan de voluntariado de jóvenes estudiantes secundarios que iban a zonas de frontera con el fin de colaborar con las escuelas. En la experiencia participaron más de doscientas instituciones educativas seleccionadas por el Ministerio de Educación de la Nación quien las habría escogido de una lista mayor de escuelas interesadas en formar parte del operativo331. En ese sentido cabe destacar el rol que cumplió la cartera educativa en la estructuración del mismo. Laura Rodríguez señala que entre los objetivos principales del Ministerio, especialmente durante la gestión de Llerena Amadeo, se planteaba el fomento de proyectos de educación en la zona de frontera. En esa línea la autora inscribe la cooperación de este Ministerio en Argentinos! Marchemos hacia las fronteras a partir de los convenios firmados con Gendarmería. Si bien es cierto que el Ministerio de Educación formó parte del proyecto, debemos enfatizar que fue gestado desde Gendarmería e implicó la movilización de la propia estructura de la fuerza para su implementación, siendo el nexo directo entre los participantes y la región visitada332. Respecto del operativo en sí, la convocatoria fue primordialmente dirigida a varones, aunque en ocasiones se consideraba la incorporación de mujeres. Quienes participaban eran seleccionados por las autoridades escolares con los criterios que ellas determinasen, así en el colegio Nacional Buenos Aires cuando un alumno interrogó al vicerrector respecto de la selección de los estudiantes para participar del proyecto, este señaló que se elegían a “los líderes naturales” de
330
Ver “Confines patrios”, LC, 04/07/79, p.6; “Juventud en las fronteras”, LC 13/07/79, p. 4; “Las fronteras: misión Fundamental pero no excluyente”; LC 28/07/79, p. 19 y “El General Bussi en Corrientes” y “Estudiantes y gendarmes en un plan de acción cívica”, LC, 28/07/79, p. 17.
331
MARTYNIUK, Claudio. ESMA: Fenomenología de la desaparición, Prometeo, Buenos Aires, 2004.
332
RODRIGUEZ, L. Católicos, nacionalistas…, op. cit., capítulo 3.
158
cada curso333. El financiamiento del viaje era costeado por los propios padres de los estudiantes o a través de colectas, venta de rifas, etc. El cuaderno de comunicaciones de una alumna de la Escuela Nacional de Comercio de Morón citaba: “Sres. Padres: llamo a vuestro sentimiento de argentinidad y patriotismo para solicitar colaboración tan preciada para poder concretar el viaje de 20 de nuestros alumnos e 4° y 5° año al poblado de Bausacheta (sic ), provincia de San Juan, como parte del operativo Marchemos hacia las Fronteras para el cual nuestra escuela ha tenido el alto honor de ser elegida. El viaje debe ser costeado íntegramente por la buena voluntad que pongan todos aquellos argentinos que quieran colaborar con el mismo. (…) Descontando desde ya vuestra colaboración desinteresada agradezco en nombre de Gendarmería Nacional, de la Escuela y de todos aquellos que sentimos la imperiosa necesidad de defender lo que es nuestro”334.
En noviembre de 1979 cinco mil jóvenes se concentraron en la cancha de River para iniciar el viaje hacia los distintos poblados en los cuales junto a Gendarmería iba a realizar las tareas comunitarias. Claudio Martyniuk relata: “Cancha de River, 16 de noviembre de 1979, 10 y 30 horas, ingresa Videla y es saludado por un miembro de la Gendarmería Infantil. Se da inicio a una "espectacular fiesta cívico-militar", llena de "fervor patriótico". El Himno Nacional fue ejecutado por las bandas del Colegio Militar de la Nación, de la Escuela de Gendarmería Nacional, del Regimiento de Granaderos a Caballo y del Regimiento Patricios y fue coreado por las autoridades y más de 50 mil jóvenes pertenecientes a escuelas secundarias (los estudiantes que no viajaban debían ocupar las localidades de la cancha). Tras el izamiento del emblema del operativo, el provicario castrense, monseñor Victorio Bonamín, impartió una bendición al estudiantado. Dijo que ellos "conforman un ejército de amor que marcha hacia las fronteras", poniéndose en guardia "para afianzar la paz". Posteriormente habló la alumna de la 333
GARAÑO, S. y W. PERTOT. La otra Juvenilia…op. cit., p. 116.
334
Cuaderno de Comunicaciones de Graciela C., alumna de la Escuela Nacional de Comercio de Morón, nota del 08/10/1979. Agradezco a Graciela la utilización de este material que es parte de su archivo personal.
159
Escuela Nacional de Arte Dramático, Marisa Vilma Borda, quien expresó que "se inicia una aventura educativa, una experiencia de vida, una toma de conciencia con la realidad poco conocida del país: el espacio abierto, poco poblado de sus límites geográficos que significan Patria, Tradición, Argentinidad". Luego usó de la palabra el ministro de Cultura y Educación, doctor Juan Rafael Llerena Amadeo quien destacó que esta marcha de jóvenes hacia las fronteras "es un ensanchamiento del espacio geográfico y espiritual de la Nación". Agregó que "está bien decir que históricamente estamos volviendo al trance de constituirnos en Nación, porque renacidos de la decadencia, la corrupción y la muerte, estamos andando hacia un destino fecundo y trascendente"335.
La concentración de los viajeros en el estadio de fútbol señaló la única instancia de encuentro entre jóvenes que participaron de la misma experiencia, evidenciando que la convocatoria realizada no pretendió generar vínculos entre los participantes ni fomentar su movilización masiva. En ese sentido, la intención no era emular a las juventudes hitlerianas y de hecho el proyecto no se buscó la organización ni socialización de jóvenes entre sí336. El objetivo era más bien tender lazos con escuelas específicas y su comunidad educativa. Como se ha señalado el acercamiento entre Gendarmería y escuelas implicaba estrechar lazos entre dos instituciones que eran las herramientas del régimen así como mostrar a la sociedad cómo aquellos valores construidos en torno al mito de la Patria y el ser nacional se hacían presentes a través del proyecto. Esta construcción no era casual en ese contexto. 1979 era un año de profundas crisis internas al interior de las Fuerzas Armadas a raíz de una multiplicidad de cuestiones. Los efectos de la política económica implementada por Martínez de Hoz, las críticas internacionales en materia de derechos humanos, la visita de la 335
MARTYNIUK, C. ESMA…, p. 32. La prensa de la época señala un número de jóvenes más creíble, cinco mil. Ver “Presidió Videla la iniciación de la campaña fronteriza”, Clarín, 17/11/79, p. 6. 336
Respecto de las características de la Juventud Hitleriana como estrategia del nazismo para la organización de los jóvenes ver HARVLEY, Elizabeth. “Autonomía, conformidad y rebelión: movimientos y culturas juveniles en Alemania”, Hispania, Vol. LXVII, 225, 2007. En una línea similar, otro interesante análisis refiere a las organizaciones juveniles en el marco del fascismo SOUZA DA ROSA, Cristina. “Pequenos soldados do fascismo: a educação militar durante el gobierno de Mussolini”, Antítesis, vol. 2, n° 4, 2009.
160
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el conflicto del canal de Beagle se presentaron como algunos de los tópicos centrales que se dirimieron entre líneas duras y moderadas de la institución castrense en esa coyuntura. Si como señala Canelo el objetivo que había aunado a las Fuerzas Armadas -la lucha contra la subversión- perdía entonces vigencia337, es posible pensar que la necesidad tanto de cohesión interna como la generación de nuevas cuotas de legitimidad social, llevaron a las diversas armas a implementar nuevos proyectos. En esa perspectiva, la realización del Mundial de fútbol338 y la euforia social que este convocó, abrió la posibilidad para que desde algunos sectores castrenses se plantease la posibilidad de generar convocatorias en su favor. Asimismo ya desde 1978 y en el marco del evento deportivo se llevaban adelante las negociaciones por el canal de Beagle con Chile, momento de tensa relación con el país vecino donde, mas allá de las internas, el régimen necesitaba construir un marco de legitimidad y apoyo social frente a la política exterior339. Si bien para noviembre de 1979 la tensión había menguado y se iniciaban conversaciones diplomáticas entre ambos países la puesta en marcha del proyecto Argentinos! Marchemos… pretendía vincular aquellos extensos y lejanos territorios de frontera con la vida cotidiana de los y las argentinas a través de las escuelas. Esa relación pretendía generar un marco interno de apoyo a las medidas que el gobierno militar tomaba respecto de su política en zonas fronterizas340. En ese sentido el operativo puede 337
CANELO, P. El Proceso en su laberinto…, op. Cit., capítulo 2. También NOVARO, M. y v. PALERMO. La dictadura militar (1976 – 1983), op. cit. p. 230 y ss. 338
La realización del Mundial de fútbol en Argentina fue sin dudas un hecho significativo en la relación tejida entre dictadura y sociedad y en el rol que tuvo éste en la construcción de consenso interno. Ver CORRADI, J. “El método de destrucción…” op. cit. También ROLDÁN, Diego. “La espontaneidad regulada. Fútbol, autoritarismo y Nación en Argentina ’78. Una mirada desde los márgenes”, en Prohistoria, n° 11, Rosario, 2007 y FRANCO, Marina. “Derechos humanos, política y fútbol”, en Entrepasados, n° 28, Buenos Aires, 2005.
339
Para un análisis del conflicto puede consultarse NOVARO, M. y V. PALERMO. La dictadura militar (1976 – 1983), op. cit., p. 247 y ss. También ALLES, Santiago. “De la crisis del Beagle al Acta de Montevideo de 1979. El establecimiento de la mediación en un “juego en dos niveles”, en Estudios Internacionales, n° 169, 2011, Santiago. Disponible en http://www. iei.uchile.cl/ [consulta realizada el 06/12/12]. Respecto de cómo fue editorializado el conflicto en la prensa ver DIAZ, César; GIMENEZ, Mario y PASSARON, Marina “Dos dictaduras en el límite de la guerra. El testimonio editorial del conflicto del canal de Beagle (1977-1979)”, en Question, n° 6, 2005.
340
RODRIGUEZ, Laura. “Políticas educativas durante la última dictadura militar en Argentina (1976-1983). La frontera como problema”, Revista Mexicana de Investigación Educativa, [en línea]
161
pensarse como una instancia de generación de consenso social, entendiéndolo no como adhesión espontánea sino como estrategias vehiculizadas por el régimen en tal sentido341. Por otra parte no debe desconocerse que el operativo se puso en marcha durante la gestión del general Antonio Bussi quien impulsó el proyecto. Bussi, provenía de infantería –igual que Carcagno y que el mismo Perón- había sido no sólo el encargado del Operativo Independencia desde de 1975 y gobernador de facto de Tucumán desde 1976, sino también segundo comandante de Institutos Militares desde 1977. En febrero de 1979 ocupó el cargo de director de Gendarmería y sería luego jefe del III y I Cuerpo de Ejército en 1980 y 1981 respectivamente. Según Paula Canelo, Bussi formaba parte de la línea de militares “politicistas” y era para 1979 uno de los nombres posibles para ocupar el cargo de presidente de facto342. Que propiciara estrategias de acercamiento y consolidación pública de Gendarmería, y por tanto de su propia figura en ese contexto de conflictividad al interior de las Fuerzas Armadas también debe ser tenido en cuenta a la hora de explicar no sólo por qué surge este operativo en ese contexto sino por qué a pesar de mantenerse en el tiempo no tuvo en los años posteriores la significación inicial. Del operativo Argentinos! Marchemos hacia las fronteras participaron en su mayoría jóvenes pertenecientes a la ciudad de Buenos Aires y gran Buenos Aires, otorgando centralidad y visibilidad al proyecto, y haciendo que los medios nacionales realizaran una radiografía de las actividades desde los primeros preparativos hasta su culminación en los viajes343. Más allá de los visos de espectáculo que cobró la realización de Marchemos hacia las fronteras en Buenos Aires, en otras grandes ciudades del país también se desarrolló la iniciativa,
vol. 15, n° 47, 2010, pp. 1251-1273. Disponible en http://www.comie.org.mx [consulta realizada el 24/09/2012] 341
En esa línea se retoma el planteo de CALVO VICENTE, Cándida. “El concepto de consenso y su aplicación al estudio del régimen franquista”. En Spagna Contemporánea, n° 7, 1995, pp. 141 142. 342
Ver CANELO, P. El Proceso en su laberinto… op. Cit., p. 193.
343
Según Laura Rodríguez fue especialmente el diario La Opinión donde más noticias se publicaron al respecto. Ver RODRIGUEZ, L.G. Católicos, nacionalistas…, op. cit., p. 76-78.
162
aunque sin tanta pompa e involucrando a un número reducido de escuelas y estudiantes. En la ciudad de Rosario dos escuelas participaron del operativo, ambas diferentes entre sí: el Colegio Nacional n° 1 y la Escuela Nacional de Títeres de Rosario344. En ambos casos es posible pensar que las escuelas no se “anotaron” para participar del proyecto sino que fueron escogidas directamente por el Ministerio de Educación, señalando así una diferencia respecto de la selección realizada entre las escuelas de Buenos Aires. Ahora bien, las razones por las cuales estas escuelas fueron las únicas elegidas en la ciudad son difíciles de precisar pero es posible plantear algunas hipótesis al respecto. En el caso del Nacional 1 varios factores incidirían en su selección. En principio era la escuela más antigua de la ciudad. Ello no es sólo un dato, ya que si bien no era considerada una escuela de gran nivel académico, mantenía aún cierto prestigio asociado a otros momentos de su historia. Así “ser la primera escuela de la ciudad” –como afirman personal no docente y autoridades actuales de la institución – funcionaba en esos años en el plano simbólico como un elemento de prestigio y cohesionador tanto de la comunidad educativa en sí como en sus vínculos con la sociedad rosarina. A ello se sumaba que desde sus inicios había sido una escuela creada para varones y que aún cuando concurrían mujeres, estas tuvieron una presencia minoritaria, incorporándose en mayor número hacia finales de la década del ’70 y los inicios del ‘80345. Por otra parte tenía una larga
344
La escuela Nacional de Títeres era una escuela nueva, creada en 1974 por la DINEA (Dirección Nacional de Enseñanza Artística) bajo el impulso de quien fue luego su primer director Alcides Moreno. Para reconstruir parte la historia de la escuela puede consultarse un trabajo de investigación que aun cuando es inicial contiene un conjunto de información y documentación significativa respecto de la escuela. BORON, Adriana, Nora CUNEO y Ana M. LOPERGOLO, Escuela Nacional de Títeres. Investigación sobre su historia, Rosario, 1986. Ver también http://eptt.sfe.infd.edu.ar/sitio/ [consulta: 30/05/ 2012] 345
Esto puede rastrearse por ejemplo en el listado de ex alumnos desde sus inicios hasta 2002 que se publica en el libro CARVALHO, Eduardo y COLOVINI, Jorge. Colegio Nacional del Rosario. Orígenes, fundación y primeros tiempos, Asociación cooperadora Colegio Nacional 1, Rosario, s/f., pp. 344-372.
163
tradición de realización de campamentos y actividades al aire libre fomentada por diversos docentes de la institución en la cual participaban los estudiantes346. La escuela Nacional de Títeres sin embargo no cumplía con ninguna de estas premisas: era una escuela joven gestada en1974, y si bien originalmente se pensó como una escuela con dos niveles, adolescentes y adultos, en 1976 se suprimió el primero por la escasa participación de los jóvenes mientras que el nivel terciario se mantuvo y consolidó en los años siguientes. Así la escuela se caracterizó por tener alumnos adultos, en general con un título docente, que se formaban en el arte de títeres. En este sentido es posible sugerir que la elección de esta institución por parte del Ministerio estaba definida por el carácter artístico que la escuela podía aportar al proyecto, situación que probablemente fuese tenida en cuenta en más de una oportunidad347. Sin embargo una mirada distinta sugieren las palabras de nuestra entrevistada que fuera docente de esta escuela en aquellos años. Ella destaca que en el marco de la dictadura la escuela pasó de un lugar marginal en la ciudad a un edificio en la peatonal (centro de la ciudad): “Evidentemente a donde yo puedo pensar la película muchos años después, había habido algún tipo de acuerdo para que se permitiera llegar… con este gobierno militar a… una escuela de arte a Mitre y Córdoba. Evidentemente esto estaba, pero si estaba no lo sabía todo el mundo”. Recuerda además “y en algún momento… el chisme institucional fue vamos a las fronteras por bancos… por pupitres”348. En este sentido, la participación en Marchemos… habría implicado
346
Reconstruido a través de las diversas entrevistas realizadas y de comentarios de las autoridades de la institución en charlas informales. 347
Según Marcelo P. alumno del Colegio Nacional 1 de Rosario y participante de Argentinos! Marchemos hacia las fronteras, en el viaje que realizaron a la región de Yavi se relacionaron con estudiantes de una escuela de artes de la ciudad San Fernando, provincia de Buenos Aires, escuela que por otra parte llevó tanto a varones como mujeres. Marcelo P. Fue estudiante en el Politécnico y luego del Colegio Nacional 1. En 1979 participó de operativo Argentinos! Marchemos hacia las fronteras. Terminados sus estudios secundarios en 1982 ingresó a la carrera de derecho en la UNR. Entrevista realizada en febrero de 2012. 348
Meri A. Docente de psicología en la Escuela Nacional de Títeres. Participó de operativo Argentinos! Marchemos hacia las fronteras a principios de 1980. En septiembre de ese año fue cesanteada por razones políticas, (según manifestaba la carta que le fuera remitida por el director). En 1981 ingresa nuevamente a la Escuela pero como estudiante titiritera. Entrevista realizada en abril de 2012. Alcides Moreno sería cesanteado un mes después que Meri.
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cierta negociación entre la institución y el Ministerio de Educación y Cultura que señalaba algunos beneficios como contraprestación de su participación. Mas allá del modo en que fueron seleccionadas, es evidente que ambas escuelas aportaron características diferentes al proyecto y se vieron beneficiadas, ya fuera materialmente o por el prestigio que implicaba haber sido escogidas. Por otra parte, participar de Argentinos! Marchemos… no significaba simplemente ser elegidas del conjunto de escuelas nacionales de la ciudad sino que las obligaba a generar las condiciones para el viaje de los estudiantes. Los estudiantes del Nacional 1 iniciaron una campaña de recolección de útiles escolares que fueron luego donados a la escuela de frontera. En tal actividad participó la comunidad escolar en su conjunto e incluso se movilizó fuera del espacio institucional para conseguir los materiales. Se realizaron además sorteos, rifas para recaudar los fondos necesarios para los pasajes de estudiantes y docentes que los acompañaban ya que “El auspicio era de Gendarmería pero en realidad toda… la… el concretar el viaje pagar el viaje, las cosas que conseguimos para viajar fue una cosa personal nuestra con la escuela. Gendarmería nos dio el hospedaje y la movilidad en camiones UNIMOG allá en Yavi”349. Asimismo durante todo el año ‘79 y frente a los preparativos, la escuela movilizó al conjunto de estudiantes que eran constantemente informados respecto del operativo Argentinos! Marchemos hacia las fronteras
350
. Aún cuando la mayoría de la población estudiantil no
participó directamente del viaje, estuvo implicado en las actividades que generó, tanto en los preparativos como aquellas que se sucedieron luego del regreso de sus compañeros. La realización de este conjunto de actividades advierte que la puesta en marcha del operativo trascendió a los propios participantes involucrando a parte de la comunidad educativa y local. Es posible pensar entonces que si Marchemos hacia las fronteras no fue realizado desde Gendarmería con el objetivo de gestar nuevas instancias de sociabilidad entre jóvenes, sí potenció las
349
Carlos R.
350
Reconstrucción realizada a partir de las diversas entrevistas relevadas.
165
relaciones y lazos de sociabilidad existentes, especialmente al interior de la comunidad educativa. El viaje de los estudiantes del Colegio Nacional fue previsto a Suripujio en la región de Yavi, Jujuy. En un documento extendido por el Ministerio de Educación se planteaba: “Este operativo constituye una oportunidad muy especial que les permitirá adquirir una visión real y vigente del país y de la gente. Una vivencia que los enriquecerá porque les permitirá tomar contacto con jóvenes como ustedes, inmersos en una realidad diferente”. Por su parte las autoridades escolares le recordaban que era un “honor y gran responsabilidad” ser parte del contingente del colegio y que por tanto manifestaba que debía cuidar “el detalle y el buen nombre del establecimiento en el vestir, en el vocabulario y en todos tus actos” 351. Con esas recomendaciones catorce estudiantes y dos docentes se trasladaron a Suripujio. Según los propios entrevistados no hubo una selección de “líderes naturales” tal como pareciera ser el caso del Colegio Nacional Buenos Aires ya citado y según Marcelo P.: “y debe haber informado el celador o alguno de los profesores (…). No, no me eligieron, era libre, el que quería se anotaba, ehhh no había… no nos elegían”, comentario común entre los entrevistados. Los estudiantes de la escuela Nacional de Títeres viajaron a la frontera entrerriana en el verano de 1980, en la zona custodiada por Gendarmería entre Concepción del Uruguay y Gualeguaychú. En este caso la selección de los participantes estuvo signada por las obras de títeres que se montaron y en donde se destacaba “Desde el Jardín” y “Las andanzas de Juan Zorro” junto a sketch tradicionales del arte titiritero. Como se ha mencionado era una escuela terciaria con lo cual quienes viajaron eran mayores de edad, en un rango etario entre los dieciocho y treinta años, junto a tres docentes de la institución. En este caso la comunidad escolar en su conjunto no parece haberse involucrado en el proyecto e inclusive los docentes que participaron no eran parte del núcleo central de la institución,
351
“Argentinos! Marchemos hacia las fronteras. Escuela n° 170, Suripujio, La Quiaca 15 al 25 de noviembre de 1979”, agradezco a Carlos R., por facilitar este documento perteneciente a su archivo personal.
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sino que, como señala nuestra entrevistada, participaban en las actividades escolares desde los márgenes352. El acto central de despedida de los estudiantes -donde se hicieron presentes efectivos de Gendarmería Nacional, el jefe de la región Noreste, la Banda del Batallón de Comunicaciones 121 y un escuadrón de Gendarmería Infantil- se realizó en el patio central del colegio Nacional 1 a fines de 1979 y estuvo a cargo la vice rectora de la institución, Delia Wagner de Guever quien reflexionó sobre cómo era entendida la frontera: “Desde nuestra visión de habitantes de la ciudad, tal vez hallamos pensado muchas veces en la frontera como el lugar desolado donde finaliza la patria, pero Gendarmería ha invertido la perspectiva; frontera es el lugar donde la patria comienza” y señaló el sentido del operativo para los jóvenes: “Este operativo se destina a la juventud, porque ella encierra el futuro de todo el país. Por eso es necesario que conozca lo que es la soledad, la labor cotidiana y abnegada de hombres, mujeres y jóvenes que cada mañana despiertan sabiendo que constituyen la presencia argentina en una realidad muchas veces hostil, pero que aceptan como un desafío constante ante el cual sus fuerzas no pueden declinar (…) De este conocimiento, de esta convivencia surgirá la responsabilidad de hacer, un hacer entendido no sólo como apoyo moral y material sino como un compromiso de poblar, fecundar y construir (…). Para que en un futuro próximo no existan confines territoriales ni espirituales sino una Nación íntegra, plena y soberana”353.
Se sumó con su discurso Alcides Moreno, director de la Escuela de Títeres (que junto a estudiantes de la institución participaron del evento), señalando el aporte del arte en el operativo: “Como artistas titiriteros hemos buscado siempre ahondar en las raíces de nuestra cultura (…). Los artistas argentinos sabemos mirar con amor hacia adentro de nuestra frontera y con respeto pero sin complejos, hacia 352
Meri A. Los trabajos y documentación pertenecientes a la escuela refieren pocos datos respecto de la realización de este operativo, dando cuenta sólo de la fecha y la provincia a la cual viajaron así como los nombres de las obras puestas en escena. BORON, Adriana, Nora CUNEO y Ana M. LOPERGOLO, Escuela Nacional de Títeres, op. Cit.
353
“Significativo Acto en el Nacional 1”, LT, 16/11/79, p. 8 y 9.
167
afuera” 354. Por último el jefe de la División Noreste de Gendarmería, comandante general Vitri arengó a los jóvenes viajeros: “No desmayéis ni un instante en esta hermosa y trascendente faena. Volcad y recibid para y de ellos lo mejor que tenéis como jóvenes y como estudiantes, vuestro corazón pleno de arrolladoras y sanas inquietudes”355. Los discursos de directivos y Gendarmería evidenciaban así una clara consonancia de objetivos, Argentinos! Marchemos hacia las fronteras era un proyecto dedicado más a los jóvenes y a la sociedad en su conjunto que a las regiones de frontera donde ellos viajarían. Argentinos! Marchemos hacia las fronteras, una experiencia de jóvenes Hasta aquí nos hemos detenido en el operativo señalando los objetivos de Gendarmería, la participación del Ministerio de Educación, el rol de las instituciones
educativas
y
sus
dirigentes,
la
reconstrucción
de
dicho
acontecimiento en la ciudad de Rosario. No hemos indagado, sin embargo, Argentinos! Marchemos hacia las fronteras como una experiencia juvenil, es decir no lo abordamos desde lo que esto significó para los jóvenes a quienes estas políticas fueron dirigidas. Entonces ¿qué significó para los jóvenes?, ¿por qué participaron?, ¿cómo se relacionaron con los pueblos de frontera, con los gendarmes y qué redes de sociabilidad abrió la experiencia?, ¿cómo se resignifica esa experiencia en la actualidad? Las reflexiones en este sentido serán abordadas a partir de la participación de las dos escuelas rosarinas en el operativo356.
354
“Estudiantes rosarinos marchan a la frontera”, LC, 16/11/79, p. 8.
355
Ibíd.
356
La realización de este apartado ha sido realizado a partir de un mínimo de entrevistas logradas. Tres a quienes fueran estudiantes del Colegio Nacional 1 (Marcelo P., Fernando K., Carlos R.) y participaran en el proyecto y una docente de la Escuela Nacional de Títeres (Meri A.). Si bien el número de entrevistas conseguidas es escaso deben tenerse en cuenta varias cuestiones, en principio como no hubo una participación masiva de jóvenes, podemos suponer que entre estudiantes y docentes participaron menos de 30 personas. Respecto del docente y preceptor del Colegio Nacional que habrían participado del operativo no aceptaron ser entrevistados. En cuanto a los estudiantes de la escuela Nacional de Títeres, fue, hasta el momento, difícil obtener datos fehacientes de los participantes. Sólo se ha podido corroborar los nombres de los tres docentes, de los cuales dos fallecieron y una ha sido entrevistada. También se realizaron entrevistas a ex alumnos del Nacional 1 que no participaron directamente del proyecto y autoridades y personal no docente y docente actual de ambas instituciones. Si bien en este último caso pocas han sido
168
Pensar la participación de jóvenes en el operativo obliga a señalar que mas allá de cómo se realizó la selección de las escuelas, no hubo una imposición directa de qué estudiantes debían convocarse. Si bien es posible que en el caso de la Escuela Nacional de Títeres estuviese limitado por la escasa cantidad de alumnos y por las obras puestas en escena, lo cierto es que no hubo una orden explícita o implícita que incidiera en la decisión de los jóvenes, especialmente en los estudiantes secundarios. Por otro lado la participación no significó ni la aceptación de los objetivos generales que desde Gendarmería se esgrimían ni un alineamiento ideológico definido respecto de ellos. Los entrevistados más bien indican una multiplicidad de motivos que exceden al proyecto mismo. En ese sentido Fernando, un ex alumno del Colegio Nacional 1 plantea que la decisión de ir a Argentinos! Marchemos… estuvo en gran parte determinada porque la escuela “cerraba” antes las notas de quienes participaran, era “mas por zafar” y en menor medida por ayudar a las escuelas rancho357. En el caso de Carlos, otro ex alumno de la institución señala: “no me acuerdo de donde salió esa idea (…). Me gustó el proyecto, me gustó el proyecto de hacer un viaje con la intención de entablar relación con una escuela alejada y muy humilde. Me gustó el proyecto”. Y Marcelo por su parte recuerda: “Y voy a mi casa y le digo vos sabés que vinieron y van a ir al norte. Y mi abuelo me dijo andá, andá a mí me gustaba viajar (…) yo fui por conocer, no por otra cosa, por conocer el norte que no lo conocía. Una cuestión turística”. Si bien no es posible mensurar cuántos de los participantes fueron por el proyecto y cuantos por otros motivos, lo cierto es que Argentinos! Marchemos hacia las fronteras no concitó desde el vamos el interés de los jóvenes, al menos no como fue definido por Gendarmería. Y en esta ocasión participar del viaje a un pueblo de frontera no implicó necesariamente un acuerdo o apoyo explícito a los objetivos esgrimidos públicamente por el gobierno militar y Gendarmería Nacional,
entrevistas grabadas se ha tomado nota de los comentarios y opiniones, especialmente de aquellas personas que tenían ya una larga trayectoria en la escuela. 357
Fernando K. Había iniciado sus estudios secundarios en el Colegio Nacional Buenos Aires. En 1979 siguió sus estudios en el Nacional 1 de Rosario. La entrevista no fue grabada, realizada en octubre de 2011.
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mas bien fue la concurrencia entre los intereses particulares de los participantes y los objetivos generales de las Fuerzas Armadas 358. Ahora bien, diferente pareciera ser el caso de los docentes y preceptores quienes como parte de la institución y acompañantes fueron con los estudiantes. En el caso del Nacional 1, a partir de las referencias de las autoridades y no docentes actuales de la institución como de las propias impresiones de los estudiantes que participaron, quienes los acompañaron eran un docente y un preceptor vinculados al área de educación física, espacio donde se generaba la realización de campamentos u organizaban actividades que implicaban cierta instrucción militar: “El colegio tenía, tiene un área de educación física que eran dos canchas… tiene el tamaño de dos canchas de básquet (…), y me acuerdo de un profesor, M. daba educación física que aparte de dar educación física nos daba cierta instrucción militar básica que era formación, caminar, giros y aquello digamos que éramos como soldaditos desfilando, nos sirvió (…) Nos enseñaban a marchar”359.
En charlas informales con las autoridades del colegio, se ha planteado la posibilidad de que la participación de la escuela en el operativo estuviese vinculada a la actuación de este grupo de docentes. Mas allá de cuan certero sea este planteo, es posible pensar que la participación de los adultos que acompañaron a los estudiantes recayera en personas que aun cuando no propiciaran, participaron con entusiasmo del proyecto. En el caso de los docentes de la Escuela Nacional de Títeres, su participación tendría otras características. Como hemos señalado los tres docentes no formaban parte del núcleo más cercano a las autoridades de la institución y para Meri, una de nuestras entrevistadas, su inclusión en el viaje fue claramente un “castigo”:
358
En su análisis sobre el franquismo Cazorla Sanches señala la necesidad de resignificar el encuentro entre las expectativas particulares y los objetivos del régimen para comprender cómo se desarrollaron las adhesiones políticas al régimen. En esa línea se inscribe el planteo anterior. Ver CAZORLA SANCHES, Antonio. Las políticas de la victoria. La consolidación del Nuevo Estado franquista (1938-1953). Marcial Pons, Madrid, 2000. 359
Carlos R.
170
“En ese marco, se muda la Escuela de Títeres, a Córdoba y Mitre, en lo que fue el sueño… EL SUEÑO (…) Y llegar a tener ese lugar después de tener las dos aulitas o las tres aulitas que teníamos a la noche en Las Heras fue un, así… como si hubiéramos alcanzado al cielo con las manos. Habíamos llegado al centro, a una gran vidriera (…) Lo cierto es que esto sucede en un verano y ese marzo, o ese febrero, nos llaman a una plenaria y… a todo esto nos habían invitado a formar parte de la mudanza y yo con mi habitual descuelgue no aparecí (…), y supongo de esto es parte de la razón por la que voy a la frontera (risas)”360.
Para nuestra entrevistada la participación en argentinos! Marchemos hacia las fronteras, medida y mediada por las memorias, fue contradictoria: “Yo tampoco soy alguien que si me dan la orden de hacer… este haber en una institución en la que participo hay una orden de que hay que ir, nada, forma parte de las reglas del juego. No me gustaba mucho la escena, me angustiaba bastante (…) pero por otro lado no era marchar a cualquier frontera era marchar a la frontera de Entre Ríos. Frontera que no sólo yo conocía como la palma de mi mano sino que en realidad había sido una frontera amigable; por la frontera, compañeros se habían ido a Uruguay en lancha, se habían escapado. O sea que en realidad tampoco era una frontera… no lo sentía en ningún momento que me estuvieran mandando a un frente de batalla. Supongo que si no, no lo hubiera aceptado”.
La necesidad de Meri de deconstruir esa imagen de frontera que desde el discurso castrense pretendía imponerse necesita ser analizada con detenimiento. Por un lado es cierto que siendo nativa de Entre Ríos, esta no aparecía en su imaginario como un espacio de frontera sino como parte de su vida cotidiana y es probable que fuera una frontera “amigable”. Para los lugareños la frontera no tenía la misma carga de sentidos: “si pensamos en Entre Ríos de esa época, en Entre Ríos no hubo acciones militares porque en Entre Ríos era campo de adiestramiento. Entonces la gente no había vivido la escena… los problemas militares que tuvo 360
Meri A. Respecto de la selección de los otros docentes la entrevistada nos da algunas pistas: “no sé por qué es personal lo de Alcides, él era jefe de tribu y yo no le terminaba de pertenecer a la tribu, me parece que es esa la película. Estaba pero no estaba. Yo creo que el sentía eso. Los otros dos profesores me parece que no casualmente eran gay, militantes gay…”
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Rosario por ejemplo de militares contra militantes, de enfrentamientos en la esquina (…) el gendarme es el que te ayuda a parir. Para los pueblos es eso”361. Por otra parte, poniendo en perspectiva su narrativa, debe advertirse que hay una necesidad actual de cargar de sentidos ese recuerdo y redefinir desde un lugar particular a la frontera recordándola como la frontera exilio, permitiéndole así resignificar también su propia participación en el operativo y construir desde ese lugar los fundamentos por los cuales esa no fue una experiencia disruptiva en su propia biografía. Pero el viaje, para Meri, no sólo era un viaje a la frontera y con Gendarmes: “Mi imagen de esto es la salida, yo tengo la salida, en la retina tengo la salida de un ómnibus con todos nosotros parados en calle Córdoba adonde en realidad la escena de todo el mundo era ir como en una estudiantina. Vuelvo a hablarte de esto de parecer como una burbuja porque si uno lo mira a la distancia, no entiendo con qué proceso… si entiendo con qué proceso psíquico hicimos la escisión entre los militares a los que cuestionamos y los gendarmes a los que íbamos… pero evidentemente uno cuando está en estas situaciones hace esas escisiones”.
La “fiesta” que señala el inicio del viaje, las bromas de los compañeros se presentan para la entrevistada como un recuerdo inexplicable, como una escisión entre el “drama” de la dictadura y las propias prácticas cotidianas, como si en dictadura un viaje, unas vacaciones, un festejo fuesen algo imposible362. Meri era docente de psicología, su participación se fundamentaba en que era mujer e iba
361
Para Carlos R., quien fue a Suripujio, la frontera tiene connotaciones que se alejan de los planteos de Meri, la frontera “tenía mas que ver con el tema contrabando. Que existía, siempre existió, pero no droga (…) Creo que los gendarmes justamente tenían una función mucho más clara del cuidado de la frontera". 362
Mucho se ha escrito sobre las dificultades de narrar cuando se han vivido situaciones socialmente traumáticas. Ver JELIN, Elizabeth. “La narrativa de lo invivible”, en CARNOVALE, Vera, Federico LORENZ y Roberto PITTALUGA (comps.). Historia, memoria y fuentes orales, Cedinci, Buenos Aires, 2006; AGAMBEN, Giorgio. Lo que queda de Auschwitz, Homo Sacer III, Pre textos, Valencia, 2000; también POLLAK, Michael. Memoria, olvido, silencio. La producción social de identidades frente al límite, ed. Al margen, La Plata, 2006. Sin embargo sería necesario reflexionar además cómo se construyen las narrativas de quien viviendo en ese contexto no sufrió directamente experiencias traumáticas y que debe reconstruir hoy su biografía y sus actividades cotidianas sobre un período que socialmente se ha establecido como de horror y muerte.
172
para “cuidar” a las alumnas, aun cuando ella era una de las más jóvenes del grupo de mujeres que viajaron “en realidad la joda era vos vas a cargo de las chicas, no podés traer a ninguna embarazada esta era la joda de los demás profesores que se quedaban (…) pero además como si el problema hubiera sido que viniesen embarazada”. La mirada de unos y otra se construyen desde lugares distintos, ya sea respecto del lugar y sentido de ese viaje como sobre la experiencia misma. En esa línea es interesante consignar que la mirada de los jóvenes estudiantes sobre Gendarmería (en tanto parte de las Fuerzas Armadas) era benigna y no implicó en la mayoría de los casos una reflexión exhaustiva sobre el sentido del proyecto ni su participación en él. Aun cuando Fernando señala que por su propia experiencia familiar no desconocía lo que estaba pasando –tenía ya para ese año un familiar desaparecido- e iba con ciertas prevenciones a la frontera, lo cierto es que en el resto esos recaudos estaban ausentes y la imagen general –inclusive en Fernando- es que los gendarmes eran “piolas” y que el último día los gendarmes lloraban por su partida. Carlos R. señala: “Recuerdo una excelente relación con los gendarmes… partido de fútbol con los gendarmes en una cancha de fútbol que era… estaba a 45 grados (…) comida con los gendarmes, una fiesta de despedida que nos hicieron a nosotros. Yo durante un tiempo me carteé con el capo de la Gendarmería que estaba ahí (…), ellos se encariñaron mucho con nosotros (...) Era gente que vivían aislados. (…) Yo calculo que los más grandes tendrían 40 años, una cosa así, eran muy jóvenes”. Asimismo en el caso de los estudiantes del Nacional 1, aun cuando señalan el recibimiento de los lugareños y las fiestas en que participaron, los recuerdos más significativos están asociados con los gendarmes donde el vínculo pareciera haberse estrechado. Tal es así que en el viaje de regreso los acompañó uno de los oficiales e inclusive realizaron una comida en su honor donde asistieron quienes viajaron junto a sus familiares. Marcelo P. recuerda: “a los dos días que vinimos… él se quedó [refiere al oficial] y la verdad que nos habían tratado tan bien que hicimos una cena y comimos en el Club Tiro Suizo (…) porque para nosotros fue muy bueno… la comunidad que se dio entre nosotros, como jóvenes”. El recuerdo del “Subteniente Blanco” para 173
algunos, “Gómez” para otros es mencionado en todas las entrevistas y es quien los acompaña en el regreso. Más allá de las apreciaciones personales, que involucran los modos en que se reconstruyen las memorias, pareciera haber sido la única persona con la cual todos asocian algún posicionamiento ideológico político. Fernando recuerda que el subteniente Blanco se jactaba de haber estado en el Operativo Independencia y que cuando le preguntó si había matado a alguien se puso incómodo y le dijo que “de esas cosas no se habla”. Marcelo señala que a la política no se aludía: “el único que nos habló fue este Blanco (…) habló de Bussi, y él era de Tucumán también. Y entonces habló de Bussi (…), decía que iba a ser, ya se comentaba, 79 que podía haber un cambio en la cúpula militar y él lo tiraba como el próximo presidente de los argentinos”. Más allá del recuerdo de este oficial que los acompañó de regreso e incluso mantuvo correspondencia con uno de los jóvenes, todos coinciden en que no hubo “laburo ideológico”363. La mirada de Meri sin embargo contrasta significativamente con las anteriores y su participación en la experiencia no mejoró las percepciones que tenía de esa fuerza: “Dormíamos en una barraca todas las chicas juntas y todos los varones juntos pero no con los conscriptos (…) Los jóvenes comían en un lugar que no sé cual era y nosotros comíamos en la mesa de los oficiales. Esa es la otra escena que tengo. De un grado de locura tal, adonde mis dos compañeros engullían la comida sin decir palabra y era muy evidente que no estábamos… a ver era excesivamente evidente que eran dos mundos que no tenían intención de tocarse. (…) Yo comía en una mesa donde todos los otros eran varones. (…) De qué hablaba no me acuerdo, pero de nada… si sé, esta es la sensación que tengo de que no se hablaba de nada, se hablaba del tiempo, de Entre Ríos...”364
En lo cotidiano el silencio y las palabras medidas regulaban las relaciones con los gendarmes. Ser de dos mundos distintos, como señala, implicaba no sólo lo 363
Fernando K. Es interesante además que aunque todos coincidan en este planteo recuerden los comentarios del oficial mencionado.
364
Meri A.
174
diferente de sus roles sino la perturbación a la cual la experiencia la obligaba. Pero Meri plantea una cuestión que no es menor, los docentes comían en la mesa de los oficiales, señalando una diferencia con el resto de los estudiantes y un rango de autoridad que separaba a unos de otros. Esta diferencia complejiza aún más su narrativa, las diferencias no se construían en un solo plano entre viajeros y gendarmes, sino entre quienes detentaban un rol de autoridad y quienes no. Esta distinción sin embargo contrasta significativamente con el relato de los jóvenes que van a Suripujio. Asimismo los recuerdos más felices de Meri están construidos en torno al vínculo con las poblaciones a las cuales visitaban y donde se ponían en escena las obras de títeres: “También había después un momento en el que después íbamos a barrios mas bien marginales, a armar un retablo (…) con chicos que no habían visto títeres en su vida (…). Los pibes se fascinaban”. El regreso a Rosario, sin embargo tiene ciertas similitudes ya que ambos contingentes fueron recibidos por las autoridades con beneplácito. Meri señala: “Cuando volvimos nos recibió… así, habíamos sido brillantes como habíamos vuelto”365 y Marcelo recuerda que inclusive fueron al estudio de uno de los canales locales a contar su experiencia y para Carlos “el grupito chico”, es decir a aquellos que eran compañeros de división, “nos quedó la cuestión del viaje durante bastante tiempo” pero “después nos dispersamos”. Por otra parte el colegio Nacional 1 se mantuvo el “espíritu” del operativo y en los años sucesivos gestó nuevos vínculos con las Fuerzas Armadas. Ejemplo de ello es la realización del certamen “El joven Argentino que quiero ser”, realizado por el Comando de
365
Unos meses después de este viaje Meri fue cesanteada, mismo destino sufrieron varios docentes de la institución y tiempo después al propio director Alcides Moreno. En 1981 entraría nuevamente a la escuela pero ahora como alumna, según señala, la experiencia de puesta en escena del arte titiritero en Argentinos! Marchemos… la llevó por ese camino.
175
Instrucciones Militares del Ejército Argentino en el año 80366 y la entrega de la Bandera de los Andes367. La participación en Argentinos! Marchemos hacia las fronteras tuvo en los casos estudiados
aquí
significaciones
distintas
y
las
miradas
actuales
son
reconsideradas también en forma diferente en uno y otro caso. Es evidente que la resignificación actual de la experiencia no tiene las mismas connotaciones en los y la entrevistada, los recorridos personales posteriores permean la mirada sobre ese pasado. Para los jóvenes estudiantes del Nacional 1 no implicó situaciones contradictorias, ambiguas o conflictivas, fue una experiencia que aunó a un grupo de jóvenes de la escuela en un contexto específico, eran, en su propia percepción y narrativa, tan sólo estudiantes que viajaron a Suripujio. A su regreso mantuvieron entre sí algunos lazos más estrechos aunque estos fueron diluyéndose con el paso del tiempo. La experiencia es recordada con nostalgia y cariño, como un buen recuerdo y sin implicancias ideológicas368. Para Meri relatar ese pasado es más complejo, no era estudiante sino docente, imponiendo ese lugar un rol de autoridad que aun cuando ella deslinda, señalaba una diferencia con la realidad del resto de los entrevistados. Mas allá de lo que pretendió concitar Gendarmería Nacional con este proyecto, los jóvenes lo transitaron sin que ello implicara un alineamiento con los objetivos definidos desde la institución castrense. Probablemente no haya modificado su
366
La realización de dicho certamen es una de las anécdotas recurrentes de quienes cursaron en aquellos años especialmente porque dos estudiantes fueron sancionados por no cumplir con la realización del “certamen patriótico literario”. Ver libro de Actas del Colegio Nacional 1, resolución s/n, octubre de 1980, p. 35.
367
La bandera de los Andes se entregó a escuelas centenarias de todo el país según la resolución n° 394, Ministerio de Educación y Cultura de la Nac ión, 23 de marzo de 1981. Entre los considerandos se señalaba: “importa sellar de manera indeleble en el alma de los educandos las dos grandes vertientes del alma del General don José de San Martín, la que lo define como genial hombre de armas al servicio del bien común (…) y la que lo muestra como caballero cabal, modelo de honradez, disciplina personal, sobriedad y modestia”. 368
Las entrevistas a los estudiantes del Nacional 1 se llevaron a cabo entre finales de 2011 y principios de 2012. El dato no es casual ya que las promociones de alumnos que participaron en Argentinos! Marchemos hacia las fronteras cumplieron en esos años su 30 aniversario e implicó distintas instancias de rencuentros que motivó a recuperar anécdotas e historias de estudiantes, entre ellos el recuerdo de la participación en este operativo.
176
vida a largo plazo, ni tuvo un impacto significativo en la comunidad rosarina mas allá de ese verano. Entonces qué sentidos adquiere reflexionar en torno a ello desde las experiencias juveniles? Si Argentinos! Marchemos… es considerada en este trabajo como una política específica que buscó ahondar lazos con los jóvenes, diseñada y puesta en marcha por Gendarmería, podría plantearse que tuvo poca efectividad y no modificó la vida de estos jóvenes que participaron ni la de sus compañeros, tampoco sus miradas sobre el régimen. Quizás sería posible pensar que fue para el régimen y sobre todo para Gendarmería una estrategia que colaboró en el proceso de mostrarse socialmente, visibilizar su rol comunitario, más allá de sus alcances verdaderos o relativos al tiempo que fue un modo de manifestar vínculos con un sector de la sociedad, en este caso los jóvenes. Todo ello en un contexto donde las fronteras eran un problema vivido con cotidianeidad inclusive en las grandes urbes. Por otra parte no debemos desconocer que la realización de este proyecto se gestó a nivel nacional e implicó la participación y organización del viaje de miles de estudiantes siendo para fines de 1979 el proyecto de mayor envergadura gestado por Gendarmería. Respecto de la experiencia en Rosario, podemos señalar además que no tuvo continuidad a lo largo de los años369, participaron solo dos escuelas, una de ellas terciaria y el número de estudiantes que viajaron no superó las treinta personas. Sin embargo empalmaba la experiencia particular de estas escuelas con ese proyecto nacional que fue ampliamente difundido en los medios nacionales y locales, permitiendo conectar el espacio local con políticas más generales que tenían su mayor epicentro en la ciudad de Buenos Aires. Más allá de todo eso no podemos dejar de reconocer que por lo menos para el caso del Nacional 1, el viaje de catorce estudiantes a la frontera activó significativamente la vida de la comunidad escolar, de docentes, autoridades, estudiantes y sus familiares durante
369
En algunos casos las escuelas participantes de las primeras experiencias de Argentinos! Marchemos hacia las fronteras, mantuvieron continuidad a lo largo de los años, como el caso de la Escuela Mariano Acosta de Buenos Aires que inclusive formó parte del proyecto hasta hace pocos años. Otras escuelas se incorporaron ya en democracia como la EEM 8015 de San Justo que participó en 2010. Ver “Chicos santafesinos brindaron tareas solidarias en escuelas”, en http://m.unoentrerios.com.ar [consulta realizada el 16/12/2012]
177
los años ‘79 y ‘80. Probablemente en retrospectiva esa participación no sea hoy un antecedente tan significativo370, sin embargo es posible pensar que en ese contexto participar del operativo constituyó para las instituciones educativas cierto prestigio, cierto acompañamiento de un proyecto. Significó mucho más que mandar a los chicos al norte. El viaje no sólo sirvió para refrendar o gestar vínculos entre estudiantes, sino también para estrechar lazos entre Fuerzas Armadas y escuela. El Liceo Aeronáutico Militar, la educación de jóvenes en manos de Fuerza Aérea Como hemos señalado las pretensiones de una educación en un instituto militar creció durante la dictadura siendo que para 1975 uno de cada seis aspirantes ingresaba a un instituto secundario militar. Asimismo en 1980, seis mil jóvenes iniciaban sus estudios en escuelas militares de todo el país: cuatro mil quinientos lo hacía en liceos dependientes del ejército y ochocientos quince en los liceos Navales371, a ellos se sumaban además los ingresantes del flamante Liceo Aeronáutico Militar de Funes (en adelante LAM). Desde que en 1938 se fundara el Liceo Militar General San Martín, muchos otros se habían concretado en distintas coyunturas históricas: el Liceo General Paz, 1944, el Liceo General Belgrano, el Liceo general Espejo y el Naval Almirante Brown todos ellos gestados en 1947, Liceo Militar General Roca en 1966; Liceo General Storni, 1974 y en 1979 el Liceo Militar General Araoz de Lamadrid372. Este último, emplazado en Tucumán, junto al de Funes fueron los dos únicos proyectos desarrollados por las Fuerzas Armadas en dictadura y el LAM fue además el único gestado por la Fuerza Aérea en toda su historia. La creación de la escuela militar fue sin dudas el proyecto de mayor envergadura del arma en la región. El establecimiento se emplazó en la vecina ciudad de 370
Deberíamos preguntarnos si este es un “olvido” casual de las autoridades escolares actuales.
371
LAZARA, Juan Antonio. Los adolescentes militares, Guía de estudios, Buenos Aires, 1994, p. 4.
372
Según señala su actual página web se creó con el fin de satisfacer las necesidades educacionales del Noroeste Argentino”. Ver http://www.liceomilitarlamadrid.ejercito.mil.ar
178
Funes, en viejas instalaciones del ex colegio salesiano de María Auxiliadora que fue comprado por la Fuerza Área y remodelado para tal fin. Según Grela la posibilidad de compra de ese predio por las Fuerzas Armadas se habría presentado ya en 1977 cuando Graffigna como Jefe de Estado Mayor General visitó la ciudad de Rosario el día de la bandera y “escuchó el ofrecimiento del arzobispo de Rosario, monseñor doctor Guillermo Bolatti, consistente en interesar a la congregación salesiana, para que cediera a favor de la Fuerza Aérea, parte del predio existente en Funes del seminario Ceferino Namuncurá”373. Sin embargo la divulgación respecto de la creación de una escuela de la Fuerza Aérea en esa zona y la compra del predio se realizó dos años después374. En 1979, el comodoro Alsides Paris Francisca fue nombrado jefe del proyecto para la creación del liceo. Francisca, fue previo a este nombramiento interventor de Río Cuarto (Córdoba) entre mayo y julio de 1976 y desde diciembre de ese año y hasta principios de 1979 Jefe de la Policía de Mendoza, siendo nombrado Jefe del Grupo de Base de la IV Brigada Aérea de Mendoza cuando le convocaron para la realización del proyecto. Su designación implicaba que se encargase de la planificación y logística para poner en marcha el liceo dependiendo directamente del Comandante de Instrucción Brigadier Aldo Mario Barbuy , quedando como responsable de la currícula, selección de personal docente y civil así como de los trámites frente al Ministerio de Educación y Cultura el Comodoro Lucciani375. La propuesta educativa de la Fuerza Aérea no era la única en este año ya que luego de varias gestiones Barbuy como representante de la Fuerza había firmado un convenio con el CONET para la realización de cursos técnicos a los conscriptos en la VII Brigada aérea de Morón, constituyéndose así el Centro de Formación profesional 403. El objetivo era capacitar a conscriptos en el mantenimiento de los
373
GRELA, Plácido. Loma de Ávila: Orígenes y evolución del villorio San José y Pueblo Funes, Sociedad de Historia, Rosario, 1981, p. 499
374
Según la página en del Liceo, hubo otras dos posibles localizaciones para el Liceo, Olavarría, Buenos Aires y San Miguel de Tucumán, en la provincia de Tucumán. Ver www.lam.edu.ar 375
Génesis del actual Liceo Aeronáutico Militar, CTPN; s/f, Rosario, p. 5.
179
aviones de la Fuerza Aérea al tiempo de otorgarles luego de realizado el servicio militar obligatorio, una salida laboral376. Pero la creación del Liceo Aeronáutico Militar tenía otras características. El proyecto preveía la realización de un establecimiento educativo al que podrían ingresar varones en edad escolar con una capacidad para albergar a un máximo de 500 cadetes en los primeros diez años y 750 luego de ese período. A tal fin el jefe del proyecto realizó diversas gestiones tanto en la ciudad de Funes y Rosario en nombre de la Fuerza Aérea, destacando el acercamiento a la esfera gubernamental provincial de Santa Fe y municipales de Rosario y Funes. Pero significó además el acercamiento de las “fuerzas vivas” de la sociedad que acompañaron de uno u otro modo el proyecto. Así lo señala el libro Génesis del Liceo Aeronáutico al mencionar por ejemplo la creación de la Asociación amigos que inició sus actividades ya para marzo de 1979377 o el acercamiento de diversas personas e instituciones. En ese sentido “el presidente del Club de Aeromodelismo de Rosario… venía a ponerse él y al Club a disposición de la Fuerza Aérea en todo lo relacionado con el Liceo Aeronáutico Militar”378. Asimismo se planteaba que la asociación Familia Marcheggiana ofreció la imagen de la virgen de Loreto traída desde Italia. Por su parte el rector interventor de la universidad Riccomi puso a disposición las instalaciones del gimnasio de la UNR para el hospedaje de los aspirantes y familiares mientras durasen los exámenes de ingreso así como las instalaciones de la escuela Superior de Comercio para la realización de las evaluaciones. Y el director del Superior de Comercio, Américo Gabrielli, no sólo habilitó las instalaciones sino que donó al futuro liceo un cofre para la bandera del 376
Con el paso del tiempo se incorporaron civiles y con el traslado de la escuela en 1988, dejó de formarse a soldados. Ver http://cfp403moron.com.ar/Info
377
La comisión directiva de la asociación Amigos del Liceo tenía un miembro permanente con funciones de asesor designado por las autoridades de la Fuerza Aérea y revistaban entre sus afiliados tanto empresarios como representantes de diversas instituciones públicas entre los cuales destacan Juan José Castagnino, Víctor M. Cabanillas, Oscar Claudio Caprile, Roberto Murdocca pero a la cual se sumaban además instituciones y empresas de gran trayectoria en la ciudad como la Bolsa de Comercio, Asociación Empresaria de Rosario, la asociación Industriales Metalúrgicos rosario, Sociedad Rural de Rosario, Cabanellas y Cía., Montenegro Hnos., etc. Ver GRELA, P. Loma de Ávila…, op. cit., pp. 505 – 506.
378
Génesis del actual…, op. cit., p. 47.
180
mástil. Si bien la mayoría eran representantes y autoridades de instituciones públicas, queda en evidencia que la puesta en marcha de un proyecto como el liceo fue recibida con beneplácito por buena parte de la sociedad, que de diferentes modos acompañó a la propuesta. Si bien para algunas empresas la creación el liceo implicó beneficios económicos en la medida que obtuvieron las concesiones para la remodelación del predio, la dotación
del mobiliario o
servicios, para otra parte de la sociedad que no obtenía réditos materiales directos, la concreción del proyecto también era significativa. Por un lado implicaba la instalación de un establecimiento educativo destinado a jóvenes varones bajo las directivas de la Fuerza Aérea, por otro la posibilidad de estrechar vínculos con dicha fuerza. Mas allá del acercamiento a parte de la sociedad, necesario para la concreción de una escuela militar, la Fuerza Aérea se planteaba un objetivo concreto con su creación. En los considerandos de la resolución 377/79 se declaraba que la intención era: “contribuir dentro del sistema educacional argentino a la formación de jóvenes preparados a nivel de la enseñanza secundaria, que les permita integrarse a la sociedad con el máximo de sus potencialidades desarrolladas” todo ello seleccionando a los más “capaces de trascender por sus aptitudes en la sociedad” y agregando “asimismo resulta de interés para la Fuerza Aérea extender y fortalecer la conciencia aeroespacial a la vez que conformar los núcleos de reservas necesarios para el cumplimiento de sus fines”379. En noviembre de ese mismo año el Ministerio del Interior convalidó dicha resolución con un decreto que señalaba que el liceo: “…constituye un valioso aporte para el cumplimiento de los objetivos que el Gobierno Nacional ha fijado en materia educativa. Que el funcionamiento del Liceo Aeronáutico Militar brinda a los jóvenes educandos una formación armónica de todos los aspectos, promueve una espiritualidad y los capacita para la vida despertando vocaciones útiles para la
379
Génesis del actual…, op. cit., p. 39
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comunidad, a la vez que favorece el desarrollo de una conciencia aeroespacial en una vasta e importante zona de nuestro país. Que por otra parte, el citado Instituto brinda a sus alumnos una formación militar que los prepara profesionalmente, para que a su egreso, integren en los cuadros de la reserva fuera de Servicio de la Fuerza Aérea, con lo que se satisface una urgente necesidad de Nuestra Defensa Nacional”380.
Las obras de reparación necesarias para la recepción de los cadetes correspondientes al primer año se realizaron en menos de doscientos días381 y se publicitó en los medios locales la inauguración del predio que se llevó cabo en marzo de 1980. Ya puesto en funciones como director del liceo, el Comodoro Francisca señalaba en el primer orden del día las funciones y objetivos que debían cumplir el personal de la institución en los cuales incluía “inculcar en el cadete un profundo amor a Dios, a la Patria y a la Libertad del Hombre, tomando como base la Familia por ser el pilar de toda estructura social” y que en ella la madre es “la mejor y primera maestra del hombre, sobre quien ejerce constante acción educadora”. Asimismo sostenía que tanto “los educadores militares y civiles deberán incentivar en los cadetes la creatividad, el ingenio, la capacidad de razonamiento, el aprecio por la belleza, la justicia y la verdad. Todo ello en un ambiente de franca y leal camaradería”382. El 15 de marzo con una amplia concurrencia de autoridades de facto de la nación y de la provincia, vicarios castrenses, el arzobispo rosarino, el presidente de la Corte Suprema de Justicia, el interventor de la Universidad Nacional de Rosario, el director de la Escuela Superior de Comercio, los representantes de las Fuerzas Armadas se oficializó el inicio de clases en el liceo. La ceremonia fue presidida por el Comandantes de la Fuerza Aérea Argentina, Omar Graffigna quien señalaba en su discurso que la puesta en marcha del liceo era un signo de “fe en la juventud argentina y en el porvenir de la patria”:
380
Ibíd., pp. 41– 42.
381
“El director del Liceo asumió”, LC, 12/03/80, tapa y p. 9
382
Génesis del actual…, op. cit.,p. 94
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“Digo fe en la juventud, porque la razón de ser de este Liceo Aeronáutico Militar, la constituyen adolescentes de hogares argentinos que moldearán aquí su carácter conforme a la visión de vida de ese soldado que es el hombre del aire, hijo de un país joven, y de una institución más joven todavía. Al hablar de juventud no lo hago sólo en términos cronológicos, Juventud es vitalidad, mentalidad abierta y actitud sanamente competitiva, creatividad, desprendimiento, Juventud es “querer ser” y “querer hacer”. Es en síntesis, un auténtico estado del espíritu”383.
Mas allá de definir a la juventud, Graffigna se dedicó en su discurso a señalar los fundamentos de la creación del liceo planteando que aquello que se buscaba era contribuir a la formación de jóvenes que pudiesen “producir a la Argentina con nuestra forma de vida, usos y costumbres”, así la preocupación central radicaba en la necesidad de “formar futuros ciudadanos argentinos” que si bien se constituirían en reserva de la Fuerza Aérea, su principal finalidad era que “aprendan a dar testimonio de virtud personal para poder exteriorizarlo luego en sus virtudes ciudadanas, en una sociedad libre, republicana y pluralista”. En ese sentido Graffigna ponderaba la función educativa como un elemento central en la formación de los jóvenes argentinos, función educativa que en el caso del liceo había sido diseñada desde la Fuerza Aérea. Por su parte el director, Comodoro Francisca se dirigió especialmente a cadetes y familiares señalando el alto honor que implicaba haber sido seleccionado para integrar la promoción fundacional del liceo, planteando que los objetivos de la institución eran la formación “integral”384 de sus educandos para que “seáis capaces de asumir y defender nuestro estilo tradicional de vida sobre la base de 383
Ver Génesis del actual…, op. cit. p. 99. Palabras similares había expresado Graffigna en la conferencia de prensa que un año antes anunciara la creación del Liceo. Detallaba que la iniciativa era “una vieja aspiración del arma” que buscaba “la formación del joven de hoy”, agregaba además que “debemos rencontrarnos entre todos y empezar desde chicos a los jóvenes a educarlos de acuerdo a eso. Por eso he insistido mucho en lo del Liceo, porque lo encuentro uno de los medios más aptos para educar a la juventud” en GRELA, P. Loma de Ávila…, op. cit., p. 500 384
La concepción de una educación integral no era excepcional en el discurso castrense, ya en la revista de educación del Ejército de 1979, n° 33 se señalaba que la educación era “el proceso mediante el cual el educando tiende al logro de una formación integral y armónica, desarrolla al máximo sus potencialidades personales y se integra de manera activa en la sociedad y la cultura”, ver LÁZARA, J. Los adolescentes militares…, op. cit. p. 123.
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identificación con los valores que la sustentan, conscientes de que la justicia vigente por el ejercicio de la libertad con responsabilidad son valores fundamentales y complementarios de una concepción occidental y cristiana” e insistía en la necesidad de que se valorase el trabajo de las Fuerzas Armadas que traspasaba su misión específica para participar “en el desarrollo, progreso y educación nacional”. Palabras similares expresaba un fascículo editado por el liceo militar donde se advertía que el cadete debía adquirir “la formación e instrucción necesaria que le permitan el más amplio y generoso desarrollo de todas sus potencialidades creadoras de manera tal que, al término de sus estudios pueda insertarse beneficiosamente en el ámbito donde debe actuar, como persona sencilla, responsable y reflexiva” aclarando además que la institución “no tiene por misión reclutar personal de cuadros, no incorporar cadetes con exclusiva inclinación a la carrera militar, sus cursantes egresan con el título de bachiller y la jerarquía que se acuerda en la reserva”385. Así tanto las palabras del director, el Comandante de la Fuerza Aérea y los folletines de difusión del liceo abonaban la concepción de una Fuerza que se constituían en la creadora de proyectos educativos tendientes a formar a los que consideraban los ciudadanos del mañana, es decir, los jóvenes386. No pasaban por alto que esa no era la supuesta misión de las Fuerzas Armadas pero que en esa coyuntura específica se consideraban como forjadoras activas de los valores del deber ser argentino. En ese proceso, sin embargo los proyectos se construían en torno al imaginario y las prácticas militares y la formación de ciudadanos se amalgamaba con el ideal de la formación de soldados que las Fuerzas Armadas propugnaban.
385
GRELA, P. Loma de Ávila…, op. cit., p. 499-
386
En la página web del Liceo Aeronáutico puede leerse: “Cabe destacar que como premisa fundamental se tuvo que el Instituto no tenía como finalidad la de transformarse en un centro de reclutamiento para nutrir a la Escuela de Aviación Militar, sino que su función última y trascendente era la de formar promociones para integrar el medio civil con la mejor formación académica y con un profundo conocimiento de la Fuerza Aérea Argentina, con sus características, fortalezas y debilidades, contribuyendo así a una mejor integración de la misma y la sociedad argentina”. www.lam.edu.ar
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No podemos dejar de advertir, sin embargo, que estos discursos venían a contrastar con la fundamentaciones expuestas tanto en la resolución de creación del liceo como del decreto que emanaba del Ministerio de Interior donde se señalaba que junto a esa formación educativa armónica, uno de los objetivos era la posibilidad de formación militar de jóvenes y su proyección como reservistas de las Fuerzas Armadas. Que el jefe de la Fuerza Aérea y el director del Instituto no expresaran públicamente esta como una de las demandas que implicaba la creación del liceo permite abrir un abanico de suposiciones al respecto. Por un lado la posible diferenciación respecto de esos objetivos esbozados por el gobierno de facto y el interés específico de priorizar la educación de civiles en valores militares, por otro la necesidad de convocar frente a la sociedad que acompañaba el proyecto, una imagen de la fuerza que minimizase las funciones represivas y bélicas y exaltase sus intenciones de estrechar vínculos con la comunidad a través a la educación de los más jóvenes. Por último no debiéramos olvidar que la Fuerza Aérea era la más novel de las tres armas, creada en 1912 y que no había participado de las luchas por la independencia ni de los conflictos bélicos del siglo XIX, y por tanto tampoco contaba con próceres que funcionaran como referentes de la institución, tal como ocurría con las otras dos fuerzas387 algo que el propio Graffigna destaca en su alocución. En este sentido es posible considerar que la creación del liceo era para la Fuerza, o al menos para las autoridades voceras del proyecto, un intento genuino de construcción de identidad propia que pretendía además estrechar lazos con la sociedad. Por último no podemos desconocer la coyuntura que atravesaba la dictadura en el momento de gestación y concreción del liceo. Como proyecto específico de la Fuerza Aérea se consolidó en un momento en el cual las Fuerzas Armadas en su conjunto se encontraban reorganizando sus prioridades en torno a un potencial conflicto bélico con Chile, por lo cual la formación militar y la posibilidad de consolidación y
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Esta ausencia de próceres obligó por ejemplo a que la plazoleta del Liceo fuese bautizada con el nombre de Abanderado Grandoli (en homenaje al joven rosarino que murió durante la guerra con Paraguay). En el discurso inaugural de la plazoleta se insistía especialmente en el carácter joven de la institución. Ver GRELA, P. Loma de Ávila…, op. cit., p. 520.
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reforzamiento de las reservas de varones jóvenes para la guerra eran un objetivo plausible. Hasta aquí nos hemos detenido en plantear el proyecto y concreción del liceo militar como propuesta educativa de las Fuerzas Armadas y específicamente de una de sus ramas. Hemos insistido en los objetivos que llevaron a su creación, en las intenciones de la Fuerza Aérea y del régimen que aseguraron su puesta en marcha. Queda en evidencia que el liceo fue un proyecto de una Fuerza en dictadura, en un contexto específico de crisis institucional del régimen o de falta de cohesión al interior de las Fuerzas Armadas, donde más allá de las diferencias coincidían en la necesidad de crear una nueva escuela militar para jóvenes. Ello les permitía insistir nuevamente en el rol que los jóvenes debían cumplir en un futuro y aquel que debía tener la educación en ese proceso. En ese sentido es necesario destacar que aún en una coyuntura como la de inicios de la década del ’80, cuando el régimen comenzaba a mostrar sus fisuras y las Fuerzas Armadas encarnaban una variedad de alternativas en su seno, parte de la sociedad mantenía aún cierta cuota de confianza en los valores y la idiosincrasia de las Fuerzas Armadas y el régimen. Ello lo demuestran el apoyo y colaboración que por diversos motivos otorgó parte de la sociedad a ese proyecto educativo, tal como lo señalan el acercamiento entre representantes de las Fuerzas Armadas y las “fuerzas vivas” de la sociedad en el año previo a la apertura del Liceo Aeronáutico Militar. Pero también se vio reflejado en la gran cantidad de jóvenes que en 1979 se inscribieron para formar parte de la primera promoción de liceístas. Así la institución inició el ciclo lectivo de 1980 con su primera camada de estudiantes, para entonces se habían seleccionado ciento veinte jóvenes entre doscientos que habían realizado los exámenes de ingreso. A su vez ellos fueron preseleccionados de un total de más de setecientos aspirantes inscriptos a dicho examen. Esto no es un dato menor, señala el profundo interés que adquirió el potencial liceo militar para muchas familias y jóvenes de la ciudad y de la región y cómo este fue en algunos casos una alternativa educativa confiable.
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Debemos sin embargo aclarar algunas cuestiones. Como hemos señalado no es el único, ni el primer liceo militar del país; tampoco es la primera vez que jóvenes eligen una formación militar. Sin embargo siendo uno de los dos únicos institutos militares creados en dictadura y el único en la región las dos promociones iniciales pasaron sus años en la escuela en los primeros ochenta y atravesaron la transición a la democracia en sus aulas. Por su parte la creación del liceo así como la cantidad de inscriptos al examen en esos primeros años permite pensar que socialmente no hay un cuestionamiento al rol educativo de las Fuerzas Armadas. Un acercamiento a la experiencia de jóvenes que formaron parte de esa primera promoción nos permite al menos en forma indiciaria plantear no sólo cómo era concebido el rol de las Fuerzas Armadas en ese contexto, sus políticas educativas, sino los modos en que esta experiencia es recuperada en la actualidad. Ser Liceísta, ser del LAM “Soy liceísta y lo digo orgulloso, porque aquí aprendí a valorar cosas que tal vez adolescentes de mi edad no tienen la suerte que yo tengo. Y todo porque soy integrante de esta gran familia que es el Liceo Militar, cuna de nobles varones” Al primer curso, Ariel, 1978
388
.
“Somos cadetes del cielo/ del cielo de nuestra nación. Todos estamos unidos/ por nuestro gran pabellón. El bienestar de la Patria/lo lograremos junto a Dios. Con nuestra familia en el hogar/con el anhelo de triunfar/ para poder así llegar/ a enriquecer nuestro saber/ que es la manera de impulsar/ a engrandecer nuestra nación. A nuestras aulas a estudiar/ a defender la libertad, que nos legó el Gran Capitán/ para la paz continental, la juventud presente está/ con gran conciencia nacional”. Marcha del Liceo Aeronáutico Militar
Ser Liceísta, como los mismos exalumnos se autonominan fue una opción para algunos jóvenes que veían en la institución la posibilidad de una educación de
388
Ariel es la revista anual, que como tradición histórica editan los cadetes del último curso del Liceo Militar General San Martín.
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buen nivel. Como señalaba Néstor, uno de nuestros entrevistados, primera promoción del liceo: “primero influyó que mi papá es ex liceísta, del Liceo de Santa Fe, y después a mí siempre me gustó ¡por qué? Yo cero milico, incluso hoy tengo hasta, no te digo bronca pero si condicionamiento, pero me gustaba el hecho de que el lugar era un buen colegio”389. Otro exalumno abona la idea respecto del nivel educativo del liceo: “Sabía sí que la formación era buena, eso era el preconcepto que uno tenía (…) y sí yo creo que la formación académica era buena”. Si bien el Liceo Aeronáutico Militar de Funes abría sus puertas por primera vez en 1980, la existencia de otros liceos y la concepción de estos como establecimientos educativos de alto nivel educativo y disciplina operaron como factores decisivos a la hora de optar por una escuela. Otro era la experiencia familiar, un padre o hermano liceísta o bien como señala Marcelo C., haber leído folletos publicitando los liceos390. Pero como ya hemos dicho ser liceísta, es decir, tomar la decisión de completar los estudios secundarios en una escuela militar fue una opción para una parte de los jóvenes. En principio, sólo para varones, la inclusión de mujeres fue más bien tardía y en el caso del Liceo Aeronáutico estas se incorporaron recién hacia fines de la década del noventa. En segundo lugar fue una opción para aquellos que si bien no necesariamente apoyaban la dictadura, los valores e idiosincrasia que las Fuerzas Armadas proyectaban, se asimilaban con los propios o los de su familia. Este es probablemente el rasgo más significativo del liceo en tanto política educativa para jóvenes y que lo diferencia de otros como el proyecto Argentinos! Marchemos hacia las fronteras. Mientras que formar parte de actividades gestadas desde las Fuerzas Armadas como el viaje realizado no implicó un alineamiento con los valores militares, pudiendo en algunos casos incluso tener ciertas prevenciones; optar por asistir a un liceo militar implicaba una coincidencia al 389
Néstor C. Primera promoción del Liceo Aeronáutico Militar de Funes 1980-1984. Actualmente es médico. Entrevista realizada en octubre de 2012.
390
Marcelo C. Primera promoción del Liceo Aeronáutico Militar de Funes 1980-1984. Era oriundo de la ciudad de Rufino. Actualmente es médico. Entrevista realizada en noviembre de 2012. En tanto novel empresa es posible que no haya recibido folletos del Liceo Aeronáutico Militar de Funes sino hasta la segunda mitad del año ’79, ello no impide que la publicidad respecto de otros liceos en las escuelas motivara sus intereses.
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menos general con ellas y sus valores. Como recordaba Marcelo cuando se inició el ciclo lectivo en 1980 y en el liceo preguntaron quienes querían seguir una carrera militar “creo que tres o cuatro no levantamos la mano, yo nunca quise seguir la carrera militar (…) La mayoría entraron inicialmente con la idea de seguir la carrera militar” y Néstor plantea la posibilidad de que más de la mitad de sus compañeros haya pensado en seguir una carrera militar, dejando en evidencia que la elección de la escuela señalaba el interés de una parte de los jóvenes de acercarse a las Fuerzas Armadas. Debemos considerar por último que asistir al liceo implicaba el pago de una cuota con lo cual no era una institución accesible para todos los jóvenes que se sentían cercanos a las Fuerzas Armadas o los consideraran como proveedores de “buena educación”. Según Néstor se encontraban jóvenes de todas las clases sociales: “a mí me pasaba también es que a mi viejo le costaba pagar la cuota (…) mi viejo era un empleado, mi hermano trabajaba (…) Y socialmente era gente de todos niveles. Había becados, había becados entero y media beca, siempre lo hubo ahora también lo hay, y hay gente de todos los niveles. Como puede haber… o sea, no es que es gente de nivel alto. Tampoco era que había gente de que vivía en una, un nivel suburbano, en una villa, no, no, sí había gente con padres laburantes”.
El sistema de beca y media beca estuvo previsto desde el diseño del proyecto de creación del Liceo Aeronáutico conforme a la posibilidad de incluir entre los cadetes a “hijos de personal militar, hijos de familias no pudientes y huérfanos”. Si bien no contamos con información precisa respecto de la cantidad de becarios y cuáles fueron los términos de selección, este sistema funcionó ya en los primeros años de puesta en funcionamiento del liceo. De hecho en el año 1981 una de estas becas fue otorgada a un joven proveniente de las islas Malvinas en un proyecto para acercar los isleños a la Argentina391.
391
Según detalla un libro de la Fuerza Aérea, desde 1971 se habían otorgado becas a malvinenses para realizar sus estudios en colegios británicos radicados en la Argentina con el objetivo de estrechar vínculos con la sociedad malvinense. Según el informe, tal proyecto no logró los resultados esperados y para finales de la década del ’70 se estableció el régimen de becas en
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Pero el liceo no sólo fue una opción para estos jóvenes ingresantes, fue además una experiencia que los acompañó durante cinco años de su vida, atravesando durante ese período la guerra de Malvinas y la transición a la democracia, la creación de la CONADEP y el desarrollo de su informe que marcó un punto de quiebre respecto de las representaciones en torno al rol de las Fuerzas Armadas en el período previo. Sin adentrarnos demasiado en estas cuestiones nos interesa poder destacar algunas de estas experiencias y como son resignificadas desde el presente. En ese sentido, ¿qué fue el liceo para quienes lo transitaron entre 1980 y 1984? ¿Fue simplemente una escuela? ¿Una como tantas otras? ¿cómo vivieron esos años de convivencia con compañeros, docentes, militares y como cadetes? Ante la pregunta respecto de cómo era el liceo, los entrevistados ponderan los factores “positivos” y “negativos” en relación a cuestiones de índole personal. En general consideran la convivencia a diario con los compañeros de escuela como experiencia valorable y la separación de la familia como parte de sus desencantos. Para Néstor: “Y como cosa negativa tenés un quiebre a nivel familiar, digamos que vos tenés perdida de cosas familiares que tenés a una edad importante entre los doce y los diecisiete años (…) una situación de alejamiento familiar, eso es inevitable. Cosa que tenés otras cosas muy importantes como es el afianzamiento con los compañeros que son amigos mas que amigos. Yo por ejemplo tengo amigos que terminé con el liceo que son como hermanos”.
Marcelo recuerda: “Yo salía acá, llegaba los viernes a la noche a mi casa y me volvía los domingos a la tarde (…) Lo duro era, que sé yo, para un chico de dieciséis, quince años cuando todos salían de joda el domingo yo me tenía que venir para acá (…) Después ya estaba acá ya estaba en un ambiente distinto, ya estabas con tus amigos”. El alejamiento a temprana edad de los padres y el liceos militares. En ese contexto Paul Betts obtuvo una beca para realizar sus estudios en el Liceo Aeronáutico Militar, siendo parte de la promoción que inició sus estudios en el LAM en 1981. Ver Historia de la Fuerza Aérea Argentina, t. VI, Vol. 1, Fuerza Aérea Argentina, 1998, p. 58. Disponible en www.radarmalvinas.com.ar. Ver también “Malvinense y Rosarino”, Rosario Express, marzo de 2012.
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vínculo con los compañeros se presentan a lo largo de las entrevistas como elementos ordenadores de sus propios recuerdos. Pero son mucho más que eso, Celso Castro lo considera un rito de pasaje que incluye tres etapas: un rito preliminar, el alejamiento del mundo externo; un rito liminar la incorporación de nuevas normativas, vestimenta, horarios (que incluye muchas veces la humillación de los ingresantes) y posliminar cuando ya adaptado como cadete es el encargado de viabilizar esas normativas en los más jóvenes392. Si bien en el caso del Liceo Aeronáutico los entrevistados enfatizan que no había “pica” entre los cursos más jóvenes y la primera promoción y no fueron considerados superiores, algo que por normativa funcionaba en los liceos393, los ritos iniciales y de pasaje de la vida civil a la vida militar fueron parte constitutiva de las experiencias de los primeros cadetes. En este punto como en tantos otros Marcelo y Néstor insisten que excepto por la particularidad vivir allí, este era una escuela como otras. Para Marcelo todo era: “Normal, una relación normal. O sea nos tenían de la misma manera que en cualquier otro lado”. Para Néstor “era un colegio, no era un instituto militar (…) vos tenías amonestaciones como en cualquier escuela”. En tanto liceo, sin embargo, implicaba que junto a la currícula propia de una institución educativa, se cursaba además materias “militares” como supervivencia y había un trato cotidiano con los militares ya que “cada comisión tenía un jefe, un jefe de la sección y las secciones eran militares y después había un jefe de compañía, del año, después está el jefe de escuadrón de estudio que era un militar (…) son todos militares”. Más allá de esta característica ambos acuerdan que la vida militar prácticamente no se filtró en la cotidianeidad de sus vidas, aunque aclaran que las sanciones eran más serias – “te echaban por copiar”- y había sanciones que califican como de “tipo militar” 392
Celso Castro de hecho analiza el “trote”, es decir las acciones de ablande que suelen encargarse a los años superiores y que implican todo tipo de acciones humillantes a los ingresantes. Ver CASTRO, Celso. “O trote no Colegio naval: una visão antropológica”, Antítesis, vol. 2, n° 4, 2009. Sobre el rito de pasaje en el c aso el servicio militar obligatorio se puede consultar GARAÑO, S. Entre el cuartel…, op. cit. p. 84 y ss. 393
Según la sección II del régimen disciplinario de los colegios militares “los cadetes de IV y V curso tienen superioridad militar y mando sobre los cadetes de cursos subalternos”. Ver LAZARA, J. Los adolescentes militares, op. cit., p. 93.
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como la quita de franco- y un control más rígido sobre el estudio y la disciplina. Así en el relato de nuestros entrevistados hay una preocupación por señalar la normalidad con la cual habían cursado sus estudios secundarios en el instituto militar e insisten en que desde las autoridades y docentes no había intenciones de inculcar la formación militar. Ahora bien, que existieran docentes civiles y militares y que las sanciones no fueran iguales marcaba de por sí una característica propia de los liceos que los alejaba de la cotidianeidad de una escuela. La diferencia estribaba en varios aspectos pero el más significativo sin duda refería a los arrestos, o la quita de las salidas. En este sentido Lázara señala que la disciplina en el ámbito de las escuelas castrenses se construía en parte sobre el castigo y la expropiación del cuerpo en manos de superiores. A ello se sumaba además un carácter meritocrático que incluía desde las apreciaciones simbólicas respecto del ser liceísta, hasta los premios al esfuerzo que las propias reglamentaciones establecían394. Ahora bien, si algo modificó significativamente la vida cotidiana de estos jóvenes liceístas en dictadura, ello fue la guerra de Malvinas. Para Néstor que nunca se había planteado la posibilidad de incorporarse a las fuerzas, la guerra fue un acontecimiento que modificó, aunque por un lapso de tiempo muy corto, las percepciones sobre su propio futuro y sus intereses. Néstor recuerda: “Nunca pensé en seguir la carrera militar. Tuve un momento cuando fue, que me tocó vivir en el liceo, cuando fue la guerra de Malvinas, que durante la guerra (…) ahí algo que bueno quise ser piloto”. Marcelo señala que la guerra de Malvinas: “se vivía con euforia, no el hecho de ganar o perder sino que uno quería estar, quería ir, (…) Es lo que pasó… en toda la Argentina con los chicos de mi edad, es decir nosotros teníamos una idea que sí que vamos, después yo iba el fin de semana me iba y decía che les bajamos tres barcos en la puerta del boliche con mis amigos de Rufino (…) era una discusión de café, ahora si te hubiese dicho
394
Ver LÁZARA, J. Los adolescentes militares… op. cit. p, 61 y ss.
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che vamos, no creo que ninguno de nosotros o pocos hubieran dicho sí vamos en serio”.
Si como hemos señalado, inicialmente un número importante de ingresantes pensó en seguir una carrera militar, lo cierto es que muy pocos tomaron ese rumbo, aproximadamente un diez por ciento de los 90 que formaron parte de la primera promoción. Néstor asegura que la rigidez del sistema que imponía la escuela desalentaba a los estudiantes y Marcelo que en el propio liceo había un “fomento” para no ser militar y que era “más para formarnos en otra cosa”. Sin embargo ninguno de los entrevistados plantean la derrota en Malvinas, la crisis de las Fuerzas Armadas y su desprestigio o la salida democrática como factores que pudieron incidir en los cambios de percepción sobre la fuerza y las elecciones posteriores de sus compañeros, cuestiones que probablemente deben ser consideradas. Una anécdota de Néstor permite pensar al menos indiciariamente estas cuestiones: “Tenía un plus extra. Porque a mí después del final, después de la guerra de Malvinas, te acordás que hubo mucha… en contra de los militares todo eso y vos tenés, nosotros usábamos uniforme para ir, para venir, en la calle y todas las cosas. A mí me daba, no te digo vergüenza pero cierta cosita… -Miedo a que la gente te dijera algo? -Sí te dijera, algo te cargaban todo, pero en realidad… -¿Y te decían algo? -Sí. Milico de mierda que sé yo. Pero yo en realidad, yo no iba a ningún lado. No es que vos salís con el uniforme. Siempre venía a mi casa, iba, venía (…) Pero no era algo que me traumara”.
Ese recuerdo ubicado en el tiempo “luego de Malvinas”, es significativo a pesar de que pretende restarle importancia. En primer lugar porque si como hemos señalado anteriormente una buena parte de la población aplaudió y acompañó la instalación del liceo, los sucesos posteriores a la derrota de Malvinas, la salida a la democracia y el cuestionamiento a la violación de derechos humanos en 193
dictadura, probablemente modificaron no sólo las percepciones sobre las Fuerzas Armadas sino también sobre aquellos proyectos que habían llevado adelante y quienes de uno u otro modo estaban vinculados a ellos. Utilizar un uniforme de cadete, remembranza del uniforme militar, era sino motivo de vergüenza, sí de preocupación por la asociación directa entre estudiante del liceo/Fuerzas Armadas. En segundo lugar es posible pensar que para muchos de estos jóvenes la derrota de Malvinas y el desprestigio posterior de las Fuerzas Armadas, no sólo por su rol bélico sino por aquel ejercido durante la dictadura, hayan modificado además sus propias percepciones sobre las Fuerzas Armadas. Por otra parte, esta anécdota es un tiempo disruptivo en esos recuerdos de normalidad con la cual el entrevistado narra su pasado, donde esa cotidianeidad relatada sin sobresaltos encuentra piedras en su camino. Quizás debiésemos interrogarnos nuevamente cuan normal fue cursar los estudios secundarios en un liceo militar que abrió sus puertas en dictadura y cuya primera promoción vivió los avatares de la crisis y final del gobierno de facto. Nuestros entrevistados insistieron en que más allá de ciertos detalles todo era normal. Probablemente sus compañeros estén de acuerdo395. Nada se colaba entre las paredes del liceo, ni la lucha contra la subversión, ni la diatriba antimarxista que impregnaba el orden castrense, ni la crisis que las Fuerzas Armadas vivían ya hacia finales de los ‘70, o quizás sí se coló, sólo que no llegó en realidad a ser parte del relato de nuestros entrevistados, nada fuera de Malvinas. Si nos detuviésemos sólo en sus relatos y en los discursos documentados, nos quedaría la impresión de que el liceo fue una institución educativa militar proyectada por las Fuerzas Armadas, con objetivos definidos en el contexto de dictadura. Un proyecto que se superponía a muchos otros gestados desde las 395
En el festejo del 30 aniversario, un exalumno de la primera promoción recordaba las intensas campañas militares, las prácticas de desfile y el estricto orden cerrado con cariño. Agregaba además: “Del país que vislumbramos en aquellos años, a la “republiqueta minusválida” que hoy padecemos, de aquella Argentina grande con la que nos ilusionamos en las aulas y en cada una de las clases de instrucción, de aquellos laureles que supimos conseguir… no diré absolutamente una palabra. Sólo expresaré un deseo fervientemente para que, de una vez por todas nos pongamos en acción”. Cena 30 años de fundación del LAM, bodas de plata de la I Promoción, 2009.
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Fuerzas y con destino a estrechar lazos con la sociedad. Un liceo que pareciera sustraerse de otro plano de la dictadura, aquel en el que las Fuerzas Armadas jugaron un rol decisivo, la represión, especialmente la represión clandestina. Allí pareciera que los militares a cargo se desentienden de ese rol y del supuesto fin del régimen: la erradicación de la “subversión”. Sin embargo Alsides Francisca, el primer director del liceo, no sólo era un militar que tuvo en sus manos la educación de estos jóvenes, como hemos dicho fue además el jefe de policía de Mendoza. En aquel entonces su discurso sostenía que la educación de los jóvenes – según determinados criterios – era necesaria para erradicar la “subversión”: “…debemos considerar a la subversión como un verdadero problema, como una enfermedad de característica social que tiende a destruir los órdenes que hacen posible la convivencia armónica (…) Por ello, los remedios contra la subversión que la Policía de Mendoza quiere mostrar, han de consistir para los jóvenes en seguir el consejo de los padres, profesores y autoridades, el alejarse de las malas compañías, en trabajar y estudiar y divertirse sanamente, en dudar de las invitaciones escondidas de los propios padres”396.
Por su actuación como Jefe de la policía de Mendoza Alsides Francisca fue condenado a prisión perpetua junto a otros represores por considerarlos "coautores mediatos penalmente responsables por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, por mediar violencia y amenazas y asociación ilícita calificando los delitos de lesa humanidad cometidos en el contexto de genocidio"397. Francisca no fue sólo un burócrata de la dictadura, un director de escuela tras su escritorio. Fue además el brazo ejecutor de la represión en dictadura. Y fue para nuestros entrevistados el director en su escuela. Pero la 396
Citado en BRAVO, Nazareno. “El discurso de la dictadura militar argentina. Definición del opositor político y confinamiento- “valorización” del papel de la mujer en el espacio privado”, Utopia y praxis Latinoamericana, año 8, n° 22, 2003, p. 11 2. Disponible en http://revistas.luz.edu.ve/ index.php/upl [última consulta 20/02/2012] 397
“Perpetua para siete genocidas por delitos de lesa humanidad”, Tiempo Argentino, 23/03/13. Disponible en http://tiempo.infonews.com/2013/03/23/ [última consulta 23/04/213]. Asimismo Omar Barbuy había sido luego del golpe de estado y antes de ser el encargado de este proyecto, el interventor militar de San Luis y Jefe Mayor del Comando de Operaciones Aéreas.
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figura del director/represor no es resignificada en la actualidad por nuestros entrevistados, ni siquiera es recordado. Si bien podríamos pensar que la omisión pretende normalizar aún más el relato respecto de la vida cotidiana en el liceo, negando las implicancias de quienes fueron sus autoridades en hechos de violación a los derechos humanos, es interesante consignar que en una carta dirigida a la primera promoción en el año 2009, año del 25 aniversario de su egreso, Francisca decía: “Sin pretender dar explicaciones ni justificación alguna a las causas que motivan mi ausencia personal a esta reunión, por otro lado ampliamente conocida por todos ustedes, solamente me limitaré a manifestarles que mi conciencia me pide rogar al Señor, para tener fe (…) y que se encienda la luz para que se vea la oscuridad; plenamente convencido que la ley natural es inmutable, que la ley humana es variable, progresiva e inestable y que sólo ella ha podido consagrar en la infancia de las sociedades el derecho del más fuerte. Por otro lado deseo manifestarles que vivo la alegría de quien vive plenamente lo realizado, rogando que sea una alegría contagiosa y viva (…) aceptando también que siendo humano he cometido errores, por lo que pido las disculpas necesarias tratando de no reabrir heridas que ya cicatrizaron”398
Francisca seguía siendo en 2009 el ex director fundador del Liceo Aeronáutico Militar, tanto para la Fuerza Aérea, las autoridades de la institución como para quienes fueron sus estudiantes, o al menos para parte de ellos. Esta carta no es simplemente un dato, nos obliga a replantearnos los vínculos que se tejieron al interior de la institución y que se siguen manteniendo hasta la actualidad. La anécdota de Néstor sobre los abucheos al uniforme, la actuación de Francisca durante la dictadura e inclusive el envío de ese misiva en 2009 nos obliga nuevamente a tensionar el relato de los entrevistados y preguntarnos ¿normalidad para quién? y ¿respecto de qué? Probablemente esta pregunta no tenga respuestas efectivas, en parte porque estamos trabajando sobre los relatos que 398
Carta enviada por Alsides Paris Francisca a la I Promoción, 24 de octubre de 2009. La misma se encuentra publicada en el portal web de los ex alumnos referida a los festejos del 25 aniversario. Ver https://sites.google.com/site/vagoslam/
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varias décadas después construyen nuestros entrevistados, sabiendo ellos que son la primera promoción, la promoción fundadora del liceo, dando con estas palabras otra carga simbólica a ese recuerdo. Por otro lado, ese lugar tan significativo que ocupa el compañerismo y la amistad de los liceístas –primera promoción- en la actualidad, refuerza la mirada positiva sobre ese pasado, sobre los vínculos gestados en ese contexto; quedando el resto subsumido en esa fraternidad, en las anécdotas entre amigos. Por último es posible que haya entre la entrevistadora y los entrevistados un muro infranqueable, una empatía que no termina de consumarse y que lleva a impedir entender –y preguntar sobre- esa cotidianeidad en toda su dimensión. Sin embargo intentamos un camino de reflexión. Por un lado es posible pensar que la normalidad se construye en el relato, no porque ese fuera en sí mismo un tiempo de normalidad o anormalidad para estos jóvenes sino porque la experiencia vivida y la mirada actual sobre ella se construyen desde la apoliticidad –intencional o no- impuesta a los acontecimientos y a las personas. Quizás el binomio normalidad/anormalidad con que intentamos registrar la vida cotidiana de estos jóvenes liceístas esté condenada al fracaso. Es el proyecto en sí, la creación de un liceo y su puesta en marcha por un militar encargado hasta ese momento de la acción represiva del régimen aquello que condensa la lógica con que funcionó la vida cotidiana en dictadura, y que busca traducirse constantemente en un esquema binario básico e imposible de digerir399.
399
En un análisis respecto de la historiografía sobre el nazismo Enzo Traverso hecha luz sobre el análisis de la vida cotidiana en ese contexto y advierte: “Sustraer a la sociedad alemana de la “sombra de Auschwitz” para estudiarla de manera más objetiva y rigurosa significa poner entre paréntesis los crímenes nazis y por lo tanto, ignorar, sino ocultar, los vínculos que mantenía la sociedad con la política criminal del régimen, la relación indisociable entre la normalidad de la vida cotidiana y la excepcionalidad de la política, primero persecutoria y luego exterminadora, del nazismo. Ahora bien, el examen de estos vínculos es indispensable para entender la consumación de los crímenes nazis”, TRAVERSO, Enzo. La historia como campo de batalla. Interpretar las violencias del siglo XX, FCE, Buenos Aires, 2012, p. 157.
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Capítulo 5 Juventud, Iglesia Católica y dictadura
“Se permitirán reuniones multitudinarias (siempre que vayan a Luján a pie), pero se prohibirán las reuniones de dos personas solas, porque pueden hacer cosas”. María Elena Walsh, El año próximo seremos breves
Mas allá del proceso de laicización vivido por la sociedad argentina a lo largo del siglo XX400, la Iglesia nunca perdió su lugar de privilegio entre aquellas instituciones que intervenían desde sus palabras y prácticas en la arena social, política y cultural del país. Sin embargo para la década del ’70 atravesaba fuertes sismos internos que la obligaron reconstruir su situación al tiempo que definía su rol frente al estado y la sociedad. En el marco de la dictadura instaurada en 1976, la Iglesia pretendió renovar la tradición de institución monolítica que otrora tuviese, negando en parte sus contradicciones y reafirmando su apoyo a las Fuerzas Armadas desde la cúpula de la jerarquía eclesial al tiempo que derramaba dicha consigna hacia otros sectores de la Iglesia. Así, el Episcopado Argentino no cuestionó abiertamente la acción represiva llevada adelante por el gobierno de facto, ni fue un vehículo de búsqueda para los familiares de desaparecidos y si bien hubo dentro del clero un grupo que marcó un camino diametralmente opuesto, la mayoría siguió el ejemplo de sus autoridades. Pero además en ese contexto la Iglesia pretendió erigirse como voz autorizada para ser la guía espiritual de una sociedad que ya había sido diagnosticada como enferma, constituyéndose así en una estrecha colaboradora del régimen y del 400
Ver DI STEFANO, Roberto. “Por una historia de la secularización y de la laicidad en argentina”, en Quinto Sol, vol. 15, n° 1, 2011.
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PRN. La agenda de problemas y temas que señalaron durante este período no estuvo exenta de vínculos con el discurso castrense de esos mismos años. La subversión fue entonces un tema candente en el discurso clerical, y a ello se sumaron otros que si bien siempre habían servido de bandera de la institución como la familia, el matrimonio, la moral y jóvenes- se rescataban ahora con más energía. Este capítulo pretende explorar el discurso de la Iglesia de aquellos años, cuyos ejes centrales fueron la familia y los jóvenes, ambas prioridades pastorales establecidas por los diversos documentos posconciliares. Para entender este planteo es necesario realizar inicialmente un breve racontto de la situación de la Iglesia en esas décadas a fin de que nos permita entender cuál era la crisis que la atravesaba y su devenir en el contexto de dictadura. Ello no sólo ayuda a comprender el rol que tuvo en ese momento específico sino que es necesario para analizar la compleja trama de discursos que de ella emanaron, en ocasiones manifestando posiciones divergentes. Por último este capítulo aborda no sólo los discursos sino las prácticas de la Iglesia respecto de los jóvenes. Entender que la Iglesia se constituyó para aquellos años en uno de los pocos espacios donde la sociabilidad joven era aceptada pública y masivamente nos permite comprender parte de las prácticas cotidianas y de normalidad con que vivieron muchos de ellos. En ese sentido es posible pensar que las asociaciones laicales para jóvenes no sólo fueron un espacio de sociabilidad que les permitió cierta “seguridad” sino que además se constituyeron en espacios de militancia legal y pública en un contexto en que otras militancias eran definitivamente clandestinas. La Iglesia Católica en dictadura Un estudio de la Iglesia en dictadura obliga al resguardo respecto de análisis homogeneizantes que nieguen total o parcialmente los matices, diferencias y contradicciones que en ella existen en tanto institución, obliga a una cartografía compleja que permita comprender más allá de las acciones y discursos de la
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cúpula eclesiástica. Como sostiene Obregón, la Iglesia Católica no fue un bloque monolítico sino que estuvo atravesada por fuertes debates internos vinculados tanto a concepciones diferentes respecto del rol de la institución misma y sus dogmas como sobre su posicionamiento frente a la dictadura401. Un estudio que pretende recuperar los sentidos que esta otorgaba a los jóvenes y la familia en ese contexto, impone los mismos recaudos: no desconocer la multiplicidad de matices de quienes se constituían como portavoces oficiales del discurso de la Iglesia Católica. Al momento del golpe de estado, la Iglesia sufría desde hacía más de una década profundos cambios que la obligaron a repensar su propio rol frente a la sociedad así como el lugar de los jóvenes en ella y al interior de la comunidad religiosa. Esos cambios sin duda fueron modificando los discursos así como los vínculos entre Iglesia Católica y jóvenes, lo cual implicó que desde finales de la década del sesenta ellos ocuparan un lugar central entre las preocupaciones de la institución y que se mantuvieran como temática constante durante los años de la dictadura, aunque con algunas variantes. Entre esos cambios debemos considerar el quiebre y el conflicto que generó el Concilio Vaticano II en la Iglesia argentina. La jerarquía eclesiástica, que rechazaba los planteos del Concilio y la autocrítica emergente, se vio obligada a una renovación a partir del aval papal que este había suscitado. Como plantean Di Stéfano y Zanata “el aggiornamiento conciliar minó en el plano teológico la matriz tomista que regía la arquitectura institucional y cultural eclesiástica argentina como en pocas otras iglesias. (…) La misma jerarquía eclesiástica se vio obligada, a su pesar, a conducir una renovación conciliar cuya necesidad no había percibido a tiempo y que en muchos casos le parecía incluso riesgosa”402. Así la Iglesia Católica argentina atravesó una profunda división en su
401
OBREGÓN, Martín “La iglesia argentina durante la última dictadura militar. El terror desplegado sobre el campo católico” en PEROTIN –DUMON, Anne (dir.). Historizar el pasado vivo, p. 3. Versión en línea: http://www.historizarelpasadovivo.cl. [consultado el 10/02/2012]. También se puede consultar del mismo autor Entre la cruz y la espada. La iglesia católica durante los primeros años del ‘Proceso’, UNQ, Bs. As., 2005. 402
DI STEFANO, Roberto y Loris ZANATA. Historia de la Iglesia Argentina. Desde la conquista a fines del siglo XX, Sudamericana, Bs. As. 2009, pp. 488 -489. Los autores señalan que la recepción del Concilio Vaticano II debe entenderse entre otras cuestiones a partir de los cambios
200
seno señalando las diversas corrientes políticas que en ella se expresaron403 y mientras un número importante de sacerdotes se decantaban por exponer la necesidad de una institución comprometida socialmente con los sectores explotados, otro sector no menos significativo mantenía posiciones más conservadoras. Según Obregón para los primeros ’70 es posible dar cuenta de las diferencias entre tradicionalistas, conservadores y renovadores, señalando entre estos últimos una amplia gama de actores que iban desde los moderados hasta los progresistas404 respecto de la renovación eclesiástica. Estas divisiones jugaron un rol importante luego del golpe de estado de marzo del ’76, y nos permiten comprender las posiciones que tuvieron cada uno de estos sectores respecto de la sociedad y el gobierno de facto. Los sectores tradicionalistas, que habían objetado con más contundencia la nueva doctrina social de la Iglesia y rechazado de plano el Concilio e inclusive los sectores conservadores –que consideraban la posibilidad de incorporar algunas reformas
moderadas- fueron aquellos que
mantuvieron lazos estrechos con los sectores de las Fuerzas Armadas, apoyaron explícitamente el golpe de estado y la dictadura e insistieron con mayor frecuencia desde sus discursos en plantear los peligros de la “subversión” y la necesidad de orden, premisa en la que confluían con el discurso militar posgolpe. El ala progresista de la Iglesia, que había sufrido ya cierto reflujo405, fue el espacio desde donde se esgrimieron las oposiciones al golpe y quienes sufrieron el
que había vivido la institución durante la década del ’60 en donde no sólo hubo un aumento de la laicización, un cuestionamiento al orden y la jerarquía sino también un aumento significativo de diócesis y de sacerdotes jóvenes que constituían el 50% de la curia argentina. 403
Según la revista Panorama, en 1969 había al menos 20 corrientes políticas. En MORELLO, Gustavo. “El Concilio Vaticano II y la radicalización de los católicos”, en LIDA, Clara, Horacio CRESPO y Pablo YANKELEVICH. Argentina, 1976. Estudios en torno al golpe de estado, FCE: Bs. As., 2008, p. 115. 404
OBREGON, M. “La iglesia argentina…”, op. Cit., p. 9.
405
ZANATA, Loris. “El precio de la nación católica”, en revista Puentes, n° 23, 2008, p. 88.
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terrorismo de estado con mayor crudeza, fue también desde este sector donde se realizaron gestiones por personas desaparecidas, aún en forma velada406. Con la mayoría del clero argentino manteniendo posiciones de apoyo explícito al régimen y en el marco de una Iglesia herida por la profunda crisis interna vivida, la cúpula eclesial pretendió rencauzar la institución hacia posiciones más homogéneas, aislando a los sectores progresistas y acercando posiciones con las Fuerzas Armadas. Según Mallimacci: “Hubo múltiples afinidades electivas entre las Fuerzas Armadas y la Iglesia Católica. Si bien no son lo mismo compartieron propuestas, proyectos y se supusieron símbolos de la nacionalidad. Se tomó también como natural que la identidad nacional se asociara también a la identidad católica, que la Patria y la Nación amenazada debía consagrarse a Jesús o a María para así ser salvada de la subversión y que la cultura católica antiliberal y anticomunista fuera sinónimo de justicia social y argentinidad”407.
La Iglesia pretendió erigirse como la guía espiritual de la sociedad en esa coyuntura que se iniciaba con el golpe de estado, privilegiando una prédica pastoral que recuperaba espacios en torno a problemas que habían sido desde tiempo atrás su bandera más prominente: la moral y la familia408. La Iglesia Católica frente a los jóvenes Ni la temática de la familia ni la referencia a los jóvenes eran temas nuevos en la historia de la Iglesia Católica argentina, la preocupación y enunciación respecto de ellos data de una larga trayectoria, que tuvo según las coyunturas y prioridades episcopales, sus altibajos, pero que sin duda se potenciaron en aquellas circunstancias que la Iglesia advertía y diagnosticaba
como de crisis de la
406
Cabe señalar que en aquello que hemos llamado el sector renovador hubo posiciones diferenciadas que iban desde la denuncia abierta a la dictadura como posiciones mas moderadas de repliegue y aceptación de su posición minoritaria en el seno de la Iglesia. OBREGÓN, M. “La iglesia argentina…”, op. Cit.
407
MALLIMACCI, Fortunato. “La condena a la catolización y militarización y del estado”, en revista Puentes, n° 22, 2007, p. 18.
408
OBREGÓN, M. “La iglesia argentina…”, Op. Cit., p. 30.
202
sociedad, relajamiento de la moral y de las costumbres. En esos momentos la prédica respecto de los valores familiares, del rol de los padres, la preocupación por los hijos, fueran niños o jóvenes, sobre su educación y modos de esparcimiento se tornaba más incisiva409. En esa línea es posible plantear que ante la coyuntura de mediados de los años ’70, en el contexto de una Iglesia que atravesaba -como ya hemos señalado- sus propios conflictos y en donde desde diversos espacios se planteaba una crisis política-social-institucional, buscó recomponer la sociedad desde aquella que consideraba su organización primaria, la familia410. De hecho, desde 1975 la prioridad pastoral según el Episcopado Argentino era “Matrimonio y Familia” y en ese marco referencial, los jóvenes tampoco estuvieron ausentes del discurso eclesial ya que como el documento episcopal señalaba se evidenciaba “una estrecha unión de la pastoral familiar con la juvenil” establecida en años previos admitiendo que “La Iglesia se esfuerza por comprender a los jóvenes y quiere ayudarlos a asumir su compromiso ante el mundo y ante Dios”411. La temática de la juventud fue entonces junto a la familia uno de los temas frecuentes en aquellos años tanto en las homilías como en los mensajes sacerdotales. La prédica de la Iglesia –más allá de las divergencias internas- se centró en estas cuestiones pero incorporándolas a una mirada general respecto de la realidad social argentina de entonces. Dicho esto, no resulta extraño entonces que la jerarquía eclesiástica y buena parte del clero recibiese con beneplácito el discurso militar de ordenamiento y de erradicación de la subversión y de todo aquello que atentase contra la moral y las buenas costumbres.
Asimismo la renovación
409
Lilia Vázquez Lorda señala por ejemplo que la creación de la Liga de Madres de Familia desde el episcopado Argentino se produjo en 1951. La fecha no era casual, el proceso de modernización vivido por la sociedad argentina -que se traducía entre otras cosas en un aumento de la población urbana y de condiciones de hacinamiento- era vista por la Iglesia como parte de un proceso que provocaba la crisis de la sociedad y la familia, obligándola a centrar sus esfuerzos en ellasVer VAZQUEZ LORDA, Lilia, “Para actuar en defensa de la familia, la Liga de Madres de Familia. (Argentina en las décadas de 1950-1960)”, en Temas de Mujeres, año 3, n 3, 2007. En línea http://www.filo.unt.edu.ar/rev/temas/index.htm. [Consultado el 30/05/12] 410
Área que probablemente consideraba de su “propiedad” frente al estado. Ver VAZQUEZ LORDA, L. “Para actuar…” op. Cit, p. 4. 411
“Plan nacional de Pastoral sobre Matrimonio y familia”, en Revista Didascalia n°3, 1975, p. 187.
203
respecto de la temática de la juventud como parte de la agenda del PRN impuesta por la Junta Militar, no pasó desapercibida por los sacerdotes argentinos, las asociaciones laicales o sus medios de difusión. Ello permitió multiplicar los análisis, reflexiones y diagnósticos en donde la juventud era el núcleo central de las disertaciones. A un mes de acontecido el golpe de estado, el editorial de la revista Criterio remitía a la cuestión de la juventud señalando cuál era su realidad en el contexto contemporáneo. No era la primera vez que refería a la temática, y sin duda fue una preocupación significativa en el proceso de ascenso de la militancia política juvenil entre 1973 y 1974, momento que ya se identificaba como de crisis social y de la juventud412. El editorial de abril de 1976 hacía un breve racconto de la experiencia juvenil de los últimos años. Señalaba la dificultad de hablar para una juventud “confundida por falsos profetas, que la han hecho creerse autosuficiente y redentora” y en una sociedad donde los adultos no asumían sus responsabilidades. El artículo iniciaba con un análisis de la presencia y emergencia de los jóvenes como sujeto social en la argentina ponderando algunos valores y actitudes vinculados a sus prácticas cotidianas (vestimenta, elección musical) para culminar con una reflexión menos benigna sobre el proceso de politización sufrido “En 1973 no había reportaje en que no se preguntara a un joven “¿donde militás?”, sabiendo como sabía todo el mundo la vinculación de esa “militancia” con la guerrilla. En los puestos callejeros se vendían gorras de guerrillero, con insignias y todo, y hasta se fabricaron ametralladoras de juguete con ese nombre.
412
Según la encuesta realizada por la revista misma en septiembre de 1974, la mayoría de sus lectores eran personas de entre 30 y 50 años, sin embargo comprendía la necesidad de incorporar temáticas relativas a la juventud y sus problemas tal como sugerían sus lectores. Según la misma encuesta, realizada al 18% de los suscriptores de la revista, de ellos sólo un 5,94% eran menores de 30 años. Destacable también es la diferencia respecto del género ya que un 75,82% de los lectores eran varones. Ver revista Criterio n° 1699, año LXVII, septiembre de 1974, pp. 483-48 4.
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(…) Así fue como por irresponsabilidad de los mayores, jóvenes valiosos y rescatables fueron empujados a la guerrilla. Muchos iban a encontrar allí una muerte sucia, o iban a salvar su vida a costa de perder toda esperanza”413.
Sin embargo en los meses posteriores al golpe de estado, en la voz de la Comisión Episcopal Argentina, la referencia a los jóvenes no solía vincularse con el proceso de politización creciente que había vivido el país en los primeros ’70. Las alusiones, cuando surgían abstraían a los jóvenes de la realidad social, demarcando virtudes y valores esenciales de un modo similar al que ya hemos analizado respecto del discurso inicial de la Junta Militar. La juventud era la heredera, el futuro y la encargada de que ese futuro fuese mejor. Así lo expresaba por ejemplo Monseñor Aramburu en la Homilía realizada en la segunda peregrinación juvenil a Luján cuando comprometía a la juventud “a construir un mundo nuevo que ya apunta en el horizonte de nuestra historia, una civilización diferente, la civilización del amor”414. En una línea similar, Monseñor Derisi quien fuera por entonces rector de la Universidad Católica, planteaba la necesidad de concientizar a los jóvenes de que “ella es la que tiene que salvar al país”415. A ello se sumaron otras miradas como la del Arzobispo de San Juan de Cuyo, Ildefonso María Sansierra quien destacaba a la juventud como un estado transitorio de la vida pero que condensaba “el porvenir pujante e idealista de la humanidad” pero que “doctrinas foráneas” habían exaltado “las nobles pasiones de los jóvenes y los han enrolado en efímeras empresas inalcanzables por lo extrañas a nuestro ser de argentinos” para finalizar su discurso señalando: “por eso, noble joven, no seas miseria en la abundancia, ni en la fuerza descalabro. No seas sombra en la luz, ni en la verdad mentira, sino luz en la luz, vida en la vida y en la Patria ejemplo insigne viril. No seas trampa en la amistad. No seas desaliento en la esperanza, ni en la alborada ocaso sino (…) esfuerzo denodado en el trabajo para construir la Patria nueva”416. Las citas relevadas dan cuenta de una definición esencialista y 413
“La juventud en cuestión”, Criterio, n 1738, año XLIX, 22 de abril de 1976, p. 197.
414
“La procesión a Luján tuvo ayer gran adhesión”, LC, 04/10/76, tapa.
415
“Monseñor Derisi se ha referido a la universidad”, LC, 07/11/76, pp. 6, 9 y 29.
416
“Mensaje del Arzobispo de San Juan a la juventud”, LC, 06/12/76, p. 3.
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redentora de los jóvenes, donde sus propios destinos estaban ligados a la salvación de la nación, dando cuenta de un discurso que amalgamaba elementos simbólicos propios del catolicismo con otros de fuerte raigambre nacionalista para tejer la trama sobre la cual eran definidos los jóvenes, su presente y porvenir417. Por otra parte cabe señalar que si bien la tónica del discurso eclesial fue mayoritariamente en consonancia con el ya explicitado, no hubo un discurso unívoco respecto de una definición o el rol de los jóvenes, sino que más bien cada uno de los representantes clericales incluía aditamentos particulares en sus discursos. En la provincia de Santa Fe las dos figuras preminentes que la Iglesia tenía como portavoces eran Monseñor Guillermo Bolatti, arzobispo de la arquidiócesis de Rosario418 y Monseñor Vicente Zaspe, arzobispo de Santa Fe desde 1968. Ambos, sin embargo, provenían de posiciones encontradas en el seno de la Iglesia, señalaron discursos y estrategias distintas frente a la dictadura y sin dudas sus trayectorias no siguieron el mismo derrotero luego de 1976. Bolatti pertenecía al sector más tradicional, que abrazó los lineamientos ideológicos del régimen de facto acompañándolos en sus homilías419. Zaspe por su parte provenía del sector reformista dentro de la Iglesia y si bien nunca radicalizó su posición política, y cuestionaba la violencia armada, fue uno de los arzobispos que batalló en favor de los lineamientos del Concilio Vaticano II y Medellín. Iniciada la dictadura no planteó su oposición explícita ni abierta a ella ni a la violación a los derechos humanos perpetrada, pero fue uno de los pocos arzobispos que abrió sus puertas a familiares de desaparecidos420. Ya cuando el régimen entró en crisis, las
417
Según Di Stefano “esa persistente identificación entre nación y catolicismo es lo que permite la caracterización del enemigo interno como amenaza para la civilización occidental y cristiana”, ver DI STEFANO, R. “Por una historia de la secularización…”, op. Cit, p. 26. También MALLIMACI, F. “La condena a la catolización…”, Op. Cit. 418
Bolatti había sido elegido como obispo para la diócesis de Rosario en 1961 y dos años después cuando esta fue elevada al rango de arquidiócesis se convirtió en el primer arzobispo de la ciudad, cargo que ocupó hasta 1982.
419
Al respecto ver AGUILA, G., Dictadura, represión…, op. Cit., pp. 268-269.
420
Ver PISARELLO, Virginia. “El arzobispo Vicente Zazpe y los perseguidos de la última dictadura militar”, Ponencia presentada en las V Jornadas de Trabajo sobre Historia Reciente, UNGS, 2010.
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posiciones de Zaspe se endurecieron planteando desde sus homilías críticas mas contundentes al PRN421. Fueron de hecho, las homilías y mensajes de monseñor Zaspe los que tuvieron una mayor repercusión mediática dando cuenta de la importancia que este tenía en el seno de la sociedad santafesina, razón por la cual es muy común encontrar referencias periodísticas tanto a sus homilías como mensajes radiales422. En la peregrinación a la Virgen de Guadalupe en mayo de 1976 y dando cuenta de la línea pastoral planteada el año anterior, Zaspe se refería a la familia pero también y como consecuencia de ello a la juventud. En ese sentido realizaba algunas apreciaciones respecto de la mirada que la Iglesia tenía de ella. En principio señalaba que la Iglesia “confía en el muchacho” que “rechaza al que piensa en él en términos de cloaca” y mas adelante: “la Iglesia confía en la juventud que con Cristo y María proclaman que la genitalidad no da derecho a la paternidad. La Iglesia necesita contar con muchachos y chicas fuertes y magnánimos, sexuados y transparentes, de fe consistente y de fidelidad comprobada. No sirven los flojos, los veletas, los egoístas, los sucios y los irresponsables”423. Días después, en la conmemoración de una fecha patria, Zaspe retomaba nuevamente su reflexión sobre los jóvenes. En dicha ocasión señalaba que más allá de los múltiples factores de los cuales dependería la realidad futura del país, el ingrediente más significativo era la juventud, la “que votó por primera vez en 1973 y la que todavía no ha expresado su parecer político (…) la que recibió promesas de participación en la transformación del país y experimentó la frustración de sus esperanzas”. Marcaba además en esta ocasión que:
421
Obregón plantea que en el contexto de la dictadura los posconciliares se replegaron, pero realiza una diferenciación señalando un sector que militó activa y públicamente contra el terrorismo de estado mientras que otro sector prefirió realizar gestiones particulares frente a las Fuerzas Armadas. El autor encuadra entre estos últimos al arzobispo santafesino. Ver Obregón, M. “La iglesia argentina…”, op. Cit., p.32.
422
A inicios de la década del ’70 Monseñor Zaspe inició un programa de mensajes dominicales a través de la radio. Dicha práctica volvió a ser frecuente para los años de la dictadura, siendo reproducidas sus palabras por diversos medios locales y nacionales. 423
“Zaspe: la meta es la gran familia”, LC, 10/05/76 Tapa, páginas 2 y 15.
207
“Se llegó a una inflación de los valores juveniles, a un culto de la juventud y a una demagógica adulación de los jóvenes. Casi todos los partidos prometieron la renovación del país contando con un ala juvenil pero concluyeron después acusando a esa misma juventud de irresponsabilidad y utilizándola de coartada para justificar el fracaso de los compromisos. El cuadro no se agota en lo político sino que se extiende al familiar, laboral, docente y económico. Podemos hablar – con matices y distinciones- de una juventud frustrada y resentida”424.
Los pasajes citados permiten ponderar la mirada de Monseñor Zaspe respecto de la juventud en los primeros años de dictadura. Allí el arzobispo cuestionaba las percepciones sociales que estigmatizaban a la juventud, señalando que las críticas sólo pretendían encubrir la crisis que sufría la sociedad. Pero a su vez es posible advertir el doble cariz utilizado en el discurso dando cuenta de una mirada ambigua sobre la temática. En principio porque consideraba al joven como un sujeto agredido y/o manipulado por los adultos, cuya consecuencia era una generación “frustrada y resentida”, pasiva ante dicha realidad. Por otro lado, sin embargo, advierte la condición de jóvenes como sujeto político, esta advertencia permite diferenciar su discurso de otros que en ese mismo contexto referían a ellos. Si hasta el momento hemos señalado cuales han sido los significados y roles que otorgaron el gobierno de facto y las Fuerzas Armadas a los jóvenes, no han existido definiciones como las citadas anteriormente. El joven era nominado como estudiante, hijo, trabajador y un sinnúmero de adjetivaciones pero si algo se pretendía negar era su cariz político. O bien, en aquellos casos en que este cariz aparecía, refería a su vinculación con lo que se aludía como subversivo –tal como lo señalaba el editorial de la revista Criterio-, estigmatizándolo. La alusión de Zaspe sin embargo no tiene estas connotaciones, por el contrario pretende enunciar a los jóvenes como sujetos que podían participar activamente de la vida del país en el contexto de una dictadura que se iniciaba y en donde esos canales de participación estaban claramente obturados.
424
“La homilía de Monseñor Zaspe”, LT, 27 /05/76, p. 6.
208
Los mensajes de Zaspe en estos primeros años construían una percepción benigna de la juventud, dando cuenta de los múltiples espacios donde su desarrollo estaba vedado por las generaciones adultas. En la peregrinación a la virgen de Guadalupe del siguiente año, refería nuevamente a la juventud en los términos anteriormente explicitados cuestionando a los adultos por ser los responsables de “las luces y sombras” del “mundo actual” y de la poca inserción de los jóvenes en los diversos ámbitos de la vida del país e insistía –entre otros muchos aspectos- en la poca participación política de los jóvenes: “el mundo político ha coqueteado con la juventud pero para apuntalar mas de una vez la senectud y lo anacrónico”. Luego de las críticas a la generación adulta señalaba el rol que la familia – entendida como la familia cristiana- podía cumplir en la formación de los jóvenes ya que ella “no sólo es célula y comienzo de la sociedad sino su fin, meta y objetivo” para culminar definiendo el “tipo ideal” de varones y mujeres jóvenes que se necesitaban: “Necesitamos muchachos con sensibilidad frente a las chicas pero con responsabilidad frente a los logaritmos y a la fórmula del carbono. (…) Necesitamos chicas que se conmuevan frente al televisor pero tenemos mas necesidad de chicas que se conmuevan frente a la vida, al dolor y al futuro de la Patria y de la Iglesia. (…) Necesitamos una juventud que llene las universidades, las canchas de tenis o básquet, los estadios de fútbol, las fábricas, los templos y que vacíen cuanto antes los moteles, los nigth club y demás pudrideros del país. Necesitamos una juventud que se interese y apasione con lo que le pasa a la Patria y prepare los cuadros futuros de una renovada democracia vital” 425.
Más escueto en sus observaciones sobre los jóvenes fue Monseñor Bolatti quien sin duda estuvo preocupado por señalar el rumbo de las Fuerzas Armadas en el país, la necesidad de erradicar los “vicios” de la sociedad y la “subversión”
425
“Monseñor Zaspe formuló una apasionada defensa de la familia y la juventud”, LC, 27/04/77, p.
6.
209
marcando su cercanía con el discurso militar de la época426. Sin embargo en la celebración del día de Rosario, en octubre de 1977 hizo una referencia a un hecho protagonizado por jóvenes. El arzobispo repudiaba en su mensaje “un hecho blasfemo de una parodia sacrílega de la Crucifixión del Señor, protagonizada por un grupo de estudiantes secundarios” y alertaba sobre la necesidad de exigir una “reparación” a los autores de manera tal que no se alentase “a la comisión de nuevos y mas graves delitos, implantándose así el reinado de la inmoralidad y sellado la derrota de la virtud”. Si sólo nos detuviésemos en esta caracterización que Bolatti realizaba, no podrían evidenciarse más que diferencias respecto del discurso de Zaspe citado anteriormente ya que aquí los jóvenes se asociaban a la inmoralidad y al delito. Sin embargo el arzobispo rosarino señalaba a continuación que en realidad los jóvenes que actuaban de ese modo eran minoría: “La mayoría de nuestros jóvenes están reaccionando y comportándose de una manera positiva y alentadora. Se advierte en ellos un despertar de las mejores características de la juventud, una búsqueda ardorosa y apasionada de la verdad y del bien y lo que es mas consolador todavía, esa búsqueda en muchos termina con la realidad viviente de esa verdad y ese bien que es Dios”427. Esta última cita nos permite pensar que la mirada de Bolatti respecto de la juventud se acerca a algunos de los planteos iniciales de la Junta Militar y de las palabras del propio Videla así como de los discursos de la jerarquía eclesial. En principio porque esa juventud es abstraída del contexto histórico, de la realidad social de los últimos años al tiempo que la connota de virtudes y valores “esenciales”. Aún cuando Bolatti acuerda en la idea de que los jóvenes han sido utilizados políticamente –tal como lo expresara Zaspe- no los sitúa como un sujeto 426
“Contra el marxismo alertó Monseñor Bolatti”, LC, 08/1976, tapa y p. 5. Cabe destacar que incluso las percepciones de militantes juveniles católicos de aquellos años señalan las divergencias entre uno y otro obispo. Rubén señalaba esas diferencias: “Acá teníamos a Bolatti que era un tipo… inteligente, era un tipo parco viste, que cuando vos lo veías apenas te ladraba un buen día” mientras que con Zaspe recuerda “había muy buena onda, muy buen feeling”. Rubén B., comerciante. Participó del grupo juvenil parroquial de la Parroquia de Santa Rosa entre 1975 y 1976, fecha en la que se vinculó a ACA. Fue delegado juvenil de ACA entre 1977 y 1986. Entrevista realizada en mayo de 2012.
427
“Monseñor Bolatti expresó su anhelo de una sociedad más justa y fraterna”, LC, 10/10/77, p. 9.
210
político que debe participar de la realidad nacional, mas bien la insta a saber esperar su tiempo: “Una juventud ya harta y desengañada de los demagogos que al mismo tiempo que la halagaba, le emponzoñaba la mente con recetas de violencia, le pudría el corazón con placeres fáciles para debilitar su fibra, cuando a la juventud hay que empujarla no al placer sino al heroísmo. Esa juventud empieza en su mayoría a tomar la vida en serio y si bien está ansiosa de participar comprende al mismo tiempo que para ello debe prepararse y si quiere ser escuchada debe escuchar”428.
A pesar de las diferencias observables en el discurso de ambos arzobispos santafesinos, hay sin embargo un punto de unión ya que cuando hablan de la juventud o pretenden definirla deslindan a los jóvenes de estigmas y críticas generales. Más bien hay una inequívoca intención de condensar en ellos valores y virtudes necesarios para la sociedad pero también para la Iglesia. Ahora bien, si en los primeros años de la dictadura la Iglesia Católica refirió habitualmente al papel que debía cumplir la juventud, luego del documento de Puebla publicado por la Iglesia en 1979 -donde se señalaba que las prioridades pastorales eran la familia, la juventud y la pastoral vocacional- su discurso se acentuó. En 1981 Monseñor Aramburu expresaba que en esta coyuntura la juventud: “Anda en la búsqueda de otros valores que sean menos espectaculares pero más eficaces, con más sentido humano, con predominio de sana y serena reflexión, que construye por sobre la pasión desordenada, que sacude y destruye, para elaborar un mundo mejor y una civilización de amor”. Asimismo llamaba a los jóvenes a acudir a la Iglesia para que esta le brindase “sus sólidos valores humanos y religiosos”429. Estas referencias deban entenderse en el marco de la preocupación de la Iglesia Católica por los jóvenes en general pero especialmente la necesidad de llegar y señalar el camino a aquellos jóvenes militantes de asociaciones laicales quienes para estos años constituían una porción no menor dentro de los militantes católicos. 428
Ibid.
429
“Preocupa a Aramburu el problema de la desocupación”, LC, 05/10/81, tapa.
211
Como hemos podido observar, la multiplicación de los discursos respecto de los jóvenes fue una constante -e in crescendo- a lo largo de la dictadura, reforzando su prédica sobre un sujeto que siempre había formado parte de las preocupaciones eclesiásticas. Este énfasis se comprende en una lógica que examina prioritariamente la estructura interna de la institución, sus crisis e intentos de recomposición propia de la Iglesia luego del Concilio Vaticano II, la conferencia de Medellín y en esta nueva coyuntura del país. En ese marco general, la recuperación de una imagen de Iglesia homogénea y la participación y militancia de sus fieles, especialmente jóvenes, fueron centrales. Ahora bien esas referencias a jóvenes confluyeron y en muchas ocasiones coincidieron con el discurso militar de esos años permitiendo crear una imagen monolítica entre las definiciones del régimen de facto y el de gran parte de los representantes de la Iglesia Católica respecto del rol de estos, sus definiciones y sus proyecciones, en ello tuvo fuerte influencia la jerarquía eclesiástica. Los jóvenes frente a la Iglesia Católica Así como la juventud no era un tema nuevo dentro de la Iglesia argentina, la presencia de estos como fieles y militantes tenía para los años de la dictadura una larga trayectoria. En esta línea es importante destacar el rol que tuvieron las diversas formas de asociaciones juveniles católicas para comprender los cambios que se fueron gestando en las prácticas asociativas de los fieles jóvenes de la Iglesia a lo largo de estas décadas. Cuando pensamos en los espacios de sociabilidad religiosos vinculados a la Iglesia Católica, no podemos dejar de mencionar el lugar que ocupó Acción Católica Argentina (ACA) desde su constitución y por lo menos hasta los ’60 cuando inició un proceso de declive significativo. Recuperar las prácticas de militancia juvenil en esos años obliga a poner el foco en esta institución. Ya desde la conformación de ACA en abril de 1931, se definía su división por ramas señalando un corte generacional y de género430. La etapa peronista no pasó sin 430
Siguiendo el modelo italiano sus afiliados se repartían en dos ramas adultas, Asociación de Hombres Católicos y Liga de Damas católicas, (que luego pasaron a nominarse Asociación de
212
producir cambios en los modos en que se relacionaba la Iglesia con sus feligreses y los años ’40 mostraron una escasa regeneración de sus afiliados en las diversas ramas, situación que se mantendría hasta por lo menos los años ’60 en el caso de los juveniles. Así entre los años ‘40 y ‘50 la preocupación central de la Iglesia y de las asociaciones laicas ligadas a ella se centraron en la familia y en los niños. No es casual que en ese contexto emergiesen el Movimiento Familiar Cristiano primero y luego las Ligas de Padres y Madres de Familia cuya preocupación central –aún con sus diferencias- eran la moral y la familia431. La emergencia de estas Ligas permitió reafirmar la militancia de los sectores adultos de la feligresía señalando además nuevas formas de acción y práctica religiosa de las asociaciones. Ello no quiere decir que no se gestaron nuevas formas de asociación juvenil, la Juventud de Estudiantes Católicos (JEC), la Juventud Obrera Católica (JOC), Juventud Universitaria Católica (JUC) surgieron ya para los años ’40 pero estas nuevas asociaciones juveniles no lograron crecer cuantitativamente en esa década. Asimismo entre 1958 y 1961 Acción Católica había perdido un tercio de sus socios en las ramas juveniles y la sección de aspirantes había desaparecido de los colegios católicos. ACA parecía no responder a las nuevas inquietudes de sus feligreses432.
Hombres de Acción Católica, AHAC y Asociación de Mujeres de Acción Católica, AMAC), y dos juveniles: Federación de la Juventud Católica y Liga de la Juventud Femenina Católica que luego se llamarían Asociación de los Jóvenes de Acción Católica (JAC) y Asociación de las Jóvenes de Acción Católica (AJAC). Según Omar Acha durante la primera década el sector juvenil se convirtió en el más dinámico dentro de asociación en todo el país, siendo además las mujeres jóvenes aquellas que durante las dos décadas siguientes mantuvieron un crecimiento constante. ACHA, Omar. “Notas sobre la evolución cuantitativa de la afiliación en la Acción Católica Argentina” en LIDA, Miranda y Diego MAURO. Catolicismo y política en la Argentina del siglo XX, s/f., p. 5. Dossier temático en línea www.historiapolitica.com [consulta realizada el 30/05/12]. Sobre las representaciones en torno a los sectores juveniles de ACA ver BLANCO, Jessica “La Acción Católica y si conformación como espacio público (1931-1941)”. En línea www.historiapolítica.com [consulta realizada el 30/05/12]. 431
Para un estudio de las ligas de Padres y Madres ver VAZQUEZ LORDA, L. “Para actuar…” op. Cit.. La autora destaca que tanto la Liga de padres como Madres fueron iniciativas del episcopado. En una línea similar Isabella Cosse señala las diferencias de estas con el Movimiento Familiar Cristiano que surgió de la iniciativa de mujeres vinculadas a la parroquia. Ver COSSE, Isabella. Pareja, sexualidad y familia en los años sesenta, Siglo XXI, Bs. As., 2010, p.147.
432
DI STEFANO, R. y L. ZANATA. Historia de la Iglesia Argentina…, op. Cit., p. 500.
213
A partir de los años sesenta en el marco de la renovación posconciliar, de grandes cambios en la vida cotidiana y de emergencia del joven como sujeto político y social, la militancia juvenil adquirió otros sentidos. Las discusiones y debates al interior del mundo católico, como había ocurrido con el propio clero, se direccionaron en torno al rol de la Iglesia, el carácter de sus propias militancias y el compromiso social que estos debían asumir frente a la realidad, permitiendo además el acercamiento entre posiciones ideológicas que hasta el momento habían sido consideradas opuestas como por ejemplo, catolicismo y marxismo. Para Donatello la transformación del campo religioso implicó un doble juego, por un lado la proliferación de organizaciones no oficiales y por otro el inicio del conflicto entre la jerarquía, y los cuadros medios y sus feligreses433. En esa línea algunas asociaciones vivieron tiempos de cambio. Isabella Cosse nos recuerda, por ejemplo, que en 1968 el Movimiento Familiar Cristiano tuvo como asesores principales al matrimonio Quarraccino y al padre Enrique Fabbri quienes renovaron al movimiento al acercarlo a la teología de la Liberación al tiempo que “supuso una apertura a los problemas de las clases populares y de los jóvenes”, consolidándose esta situación luego de 1971 con la elección de una pareja joven para dirigir el destino del movimiento434. Asimismo la JEC pretendió acercar sus militantes al compromiso social con la realización de sus tradicionales campamentos en zonas necesitadas del país, otras asociaciones como las JUC y JOC entablaron en este contexto conflictos con la jerarquía eclesiástica señalando los rumbos diferentes que parecían ir adquiriendo en el nuevo clima de época435 y los jóvenes vinculados a ACA comenzaron a cuestionar las autoridades y el verticalismo de la asociación436. Entre esos cambios no podemos dejar de mencionar el acercamiento entre la militancia católica y la lucha armada. Dos son los ejemplos más explícitos, el 433
DONATELLO, Luis Miguel. Catolicismo y Montoneros. Religión, política y desencanto, Manantial, Bs. As., 2010, p. 39.
434
COSSE, I. Pareja, sexualidad y familia…, op. Cit., p.149.
435
DONATELLO, L. M. Catolicismo y Montoneros…, op. Cit., p. 44
436
DI STEFANO, R. y L. ZANATA, Historia de la Iglesia Argentina…, Op. Cit., pp. 516-517.
214
Movimiento por los Sacerdotes del Tercer Mundo y el grupo surgido en torno a al revista Cristianismo y Revolución, sin embargo el catolicismo contestatario no se redujo solo a estas experiencias sino que debe comprenderse la fluidez de movimiento entre la militancia católica y la militancia política vinculada a las guerrillas y sus organizaciones de base437. En esa línea un importante número de trabajos de investigación sostienen que la génesis de Montoneros debe articularse entre otras cuestiones con los cambios operados al interior de la militancia católica, sus debates y sus definiciones, ya que de allí surgieron un número significativo de sus militantes438. En este sentido es posible pensar que el vínculo entre catolicismo y lucha armada marcó el ritmo desigual entre las viejas estructuras asociacionistas de la Iglesia y los nuevos derroteros de la militancia juvenil, obligando a la Iglesia a recomponer su relación con la sociedad y con los jóvenes en la década siguiente. Según Miranda Lida, los años ’70 y especialmente la segunda mitad de esa década se caracterizaron por la vuelta de la movilización de feligreses auspiciada por la Iglesia: “Las masas católicas cobraron creciente presencia cuanto mas se reducía el caudal de politización revolucionaria que había empapado desde finales de la década de 1960. El catolicismo de masas debió aguardar para su renacimiento a la clausura de la breve primavera camporista en 1973. Fue entonces cuando el catolicismo de masas comenzó a mostrarse exitoso en organizar eventos de masa que permitían que la gente saliera a la calle sin miedo –se supone- a ser reprimidas por fuerzas de seguridad o parapoliciales”439.
437
Ver MORELLO, G. “El concilio Vaticano II…”, op. Cit., p. 113. También Donatello, L.M. Catolicismo y Montoneros…, op. Cit.
438
Si bien no es el objetivo de este trabajo quizás fuera necesario preguntarse respecto de las restrictivas posibilidades de participación de los jóvenes en espacios asociativos luego de iniciada la dictadura de Onganía. Probablemente en ese marco sea posible entender que la militancia en asociaciones católicas era probablemente uno de los pocos espacios de participación posibles y en un clima donde esas asociaciones estaban además reformulando sus prioridades.
439
LIDA, Miranda. “Las masas católicas en los años de la dictadura, 1976 -1982”, en Entrepasados, n° 34, 2008, p. 56.
215
Así la autora registra un sinnúmero de actividades públicas realizadas por la Iglesia como peregrinaciones y Congresos, donde la participación de los fieles y especialmente jóvenes sería significativo, señalando como puntapié inicial de este proceso la celebración de las asambleas federales de ACA en Tucumán realizadas en el mismo año ’73 y cuya máxima expresión podría definirse con el Congreso Nacional Mariano de 1980. Lida destaca además los intentos –según su propia perspectiva logrados- para revitalizar las distintas ramas de ACA como espacios de militancia y movilización de feligreses. En este sentido, si bien podemos plantear algunos acuerdos generales, especialmente referidos al impulso que adquiere la movilización de jóvenes católicos, consideramos necesario realizar un análisis más profundo de la temática. En principio y apriorísticamente podemos señalar como hipótesis que luego del Concilio Vaticano II, de la crisis interna sufrida por la Iglesia como institución y como religión, lo que se observa para los años 70 pero más claramente en el segundo lustro es no sólo un proceso de recomposición que ya hemos mencionado, sino además un cambio en las prácticas religiosas que permiten pensar no ya en el reacomodamiento de las viejas asociaciones a las nuevas coyunturas sino a la emergencia de otras que permitieron abrir el camino hacia una religiosidad construida a partir de otras prácticas. Es evidente que la Iglesia buscaba para esos años ’70 recomponer sus bases sociales luego del desmembramiento que había significado el proceso de politización creciente de la sociedad y especialmente de los jóvenes440. Ya en 1971 se realizaba por ejemplo la 8° Semana Nacional de Catequesis cuyo núcleo de preocupación era la catequesis en la pastoral juvenil. En ese encuentro se planteaba entre las razones por las cuáles se elegía la pastoral juvenil como temática de reflexión que “la juventud quiere un cambio, la Iglesia –que también lo quiere- debe ayudar a la juventud a realizar ese cambio según Dios lo quiere” y
440
Es posible pensar que desde la sociedad también hubo una búsqueda de reflexionar y vincularse con la Iglesia y la religiosidad de manera diferente. No es casual que en este contexto un grupo de rock nacional como era Vox Dei desarrollara como primer disco temático la Biblia.
216
“porque la Iglesia está haciendo una acción muy reducida entre la juventud”441. En ese congreso se señalaba además que existían muy pocos jóvenes que participaban de agrupaciones católicas juveniles y las diferenciaba entre aquellas que respondían a la teología de la “Iglesia
y mundo”, grupos de reflexión y
buscaban la conversión espiritual y estaban vinculados a la jerarquía eclesiástica; los que respondían a la teología de la “Iglesia para el mundo”, grupos de jóvenes integrados a la parroquia y a un cura, que realizaban servicios para jóvenes. Por último señalaba el movimiento ligado a al teología “Iglesia en el mundo”, que se planteaban como militantes cristianos en diversos ámbitos (barrios, fábricas, universidad). Sostenían
además a este último movimiento como aquel “que
responde más a los jóvenes” y que debía ser impulsado442. En este sentido coincidimos con Lida en que se gestaron nuevas estrategias para impulsar la movilización de jóvenes católicos. Para la autora ello se evidenciaría ya en la convocatoria a las asambleas de ACA realizadas en 1973 conduciendo de allí en más a un proceso de movilización de masas que sería inversamente proporcional a la politización vivida por la sociedad. Así mientras se produciría un desaliento de la participación política, aumentaría la movilización hegemonizada por la Iglesia Católica. Esta última apreciación sin embargo es difícil de sostener. En primer lugar porque no hay nexo inequívoco entre el aumento de la movilización católica y la obturación de los canales de participación política. En segundo lugar porque si bien las ramas juveniles de ACA tuvieron un impulso renovador, aquello que verificamos es la emergencia de nuevas formas de sociabilidad juvenil que marcaban sus distancias respecto de aquella organización. Por su estructura, nivel de organización y alcance, ACA era aún en los setenta la organización más importante de la Iglesia, pero ese lugar lo fue perdiendo paulatinamente a medida que avanzaba la década y se consolidaban nuevas estrategias de organización de los jóvenes católicos.
441
“La catequesis de la Pastoral Juvenil”, en Didascalia n° 6, 1971, p. 326.
442
“La catequesis …”, op. Cit. 328 - 329.
217
Cabe señalar que la adopción por parte del clero de los lineamientos del Concilio Vaticano II y la conferencia de Medellín implicaron la recuperación de la temática de los jóvenes y sus prácticas como militantes de la Iglesia, generando un proceso de discusión, reflexión y movilización en pos de crear nuevas formas de asociaciones juveniles en el seno de la Iglesia. Sin embargo, ello no devino en un desarrollo homogéneo y debemos entenderlo en el marco de las diferenciaciones que se multiplicaban en la Iglesia y que ya hemos señalado, considerando como aditamento que luego de la segunda mitad de la década del ’70 y en el marco del reflujo del proceso politización vivido, estas organizaciones adquirieron un discurso fuertemente antimarxista y apolítico, señalando claras diferencias con la militancia juvenil católica de fines de los ’60. En líneas generales podemos plantear que en la ciudad de Rosario y para la segunda mitad de la década del ’70 es posible verificar que junto a las ramas juveniles de ACA y los grupos juveniles parroquiales, emergieron otras agrupaciones juveniles dependientes del arzobispado como fue el Movimiento Evangelio de Caná o con un carácter diferente el Movimiento Focolar. En ese mismo contexto y en el marco de las congregaciones religiosas salesianas es posible verificar la existencia de agrupaciones juveniles como Mallín, Palestra, Cooperadores Salesianos y CamReVoc, todas ellas con características diferentes respecto de las dependientes directamente del Arzobispado de Rosario y, en última instancia, de Monseñor Bolatti. Pero más allá de las diferencias debemos insistir en el hecho de que estas nuevas asociaciones surgieron en el marco del Concilio Vaticano II y teniendo una fuerte presencia recién en el segundo lustro de los 70. En el caso del MEC nació como desprendimiento del Movimiento Familiar Cristiano en los primeros años de la década y de la mano del Presbítero Héctor Pedro García,443 convirtiéndose en movimiento autónomo en 1979. Para mediados de 1976 los grupos juveniles del Movimiento Familiar Cristiano que luego
443
Héctor García era el secretario de Monseñor Bolatti y según algunas denuncias vendía información falsa a familiares de desaparecidos. Ver DEL FRADE, Carlos. El rosario de Galtieri y Feced: documentos y testimonios de desaparecedores y resistentes, El eslabón, Rosario, 2000, cap. 7.
218
formarían al MEC, nucleaban a cerca de 250 jóvenes444.
Según señalaba su
estatuto fundacional, la prioridad del movimiento eran la familia y la juventud, reconociendo así su filiación en el Concilio Vaticano II y planteaba entre sus objetivos: “formar de modo integral a la juventud (…) que les garantiza la realización plena de su dignidad de ser humano, les impulsa a formar su personalidad y les propone una opción vocacional específica: el matrimonio, el sacerdocio o la vida consagrada (…) Una misión sobre la juventud, la familia y el ambiente que signifique con prontitud lo que por una parte la jerarquía de la Iglesia juzgue mas conveniente, y por otra, lo que las necesidades de los tiempos y el ambiente fundamental de la juventud y la familia impongan”445.
El movimiento focolar por su parte era mas bien un movimiento de carácter internacional gestado inicialmente a finales de la década del 60 pero cuya influencia en Argentina se produjo casi una década después. Respecto de ACA e incluso del MEC, el movimiento focolar tenía dentro de los movimientos vinculados al clero secular, un carácter progresista. Según señala una entrevistada era mas “abierto”: “los focolares, en ese momento (…) eran como la versión progresista del Opus Dei -que también yo tenía amigas en el Opus Dei- en el sentido en que es una asociación laica que tiene como carisma la unidad, entonces buscan la integración racial, la unidad con las otras religiones, hacen Mariápolis que son de judíos, musulmanes y católicos. Y bueno tenían conjuntos de música con ritmos mas modernos de los que había en esa época…”446.
Respecto de las agrupaciones juveniles vinculadas a colegios salesianos, sin duda la influencia del Concilio Vaticano II, el documento de Medellín y Puebla fueron significativas, pero integrándolos al carisma que los salesianos tenían ya desde su 444
“Equipos de jóvenes cumplen activa labor de apostolado”, LC, 13/06/76, p. 6.
445
Estatuto MEC. En http://webmec.org . [consulta realizada el 30/05/12]
446
María Pía M. Fue militante del MEC, el movimiento Focolar y del movimiento de renovación carismática entre fines de la década del ’70 y mediados de los años ’80. Entrevista realizada en marzo de 2012. Cabe señalar que el movimiento Focolar tuvo mayor presencia hacia la década del ’80.
219
génesis: “La opción de la congregación salesiana siempre son los jóvenes; digamos, lo que sería el objetivo carismático, para qué fuimos fundados son los jóvenes y dentro de esto los jóvenes, los mas pobres y abandonados”447. En este sentido es posible señalar que para la década del ’70 hubo un renovado interés del movimiento juvenil salesiano permitiendo la reformulación de asociaciones laicas ya existentes –como el caso de los Cooperadores Salesianos, los Exploradores de Don Bosco- o la emergencia de nuevas como es el caso de Mallín o CamReVoc448. Estas asociaciones si bien con carismas distintos en general realizaban actividades que iban desde la convivencia, campamentos, charlas, encuentros hasta trabajos en los barrios más humildes de la ciudad. Las actividades de agrupaciones salesianas no sólo pueden considerarse sólo recreativas o de labor social, también se regían por una fuerte formación teológica de sus militantes –especialmente de los documentos correspondientes al Concilio Vaticano II y las Conferencias Latinoamericanas de Medellín y Puebla- así como un claro apostolado por los más pobres que implicaba el trabajo constante villas, hogar del huérfanos, etc. Según una militante de Cooperadores Salesianos, su formación y praxis los distinguía respecto de las actividades realizadas por las asociaciones vinculadas al Arzobispado y en sus propias palabras: “los curas y las monjas que fueron asesores en nosotros fueron todos en su momento jóvenes que habían estado estudiando en Italia para la época de Vaticano II. Por eso, para nosotros era muy común desde los 12 o 13 años, manejar como si nada el Concilio Vaticano II (…), la formación laica de los jóvenes era muy fuerte en todo lo que era la doctrina social de la Iglesia (…)
447
Patricia C. Fue militante de Cooperadores Salesianos y estudiante en el colegio María Auxiliadora de la ciudad de Rosario durante la dictadura. En 1984 siendo estudiante universitaria se acercó al movimiento de renovación carismática. Entrevista realizada en abril de 2012. 448
Tanto Mallín como CAMREVOC habían surgido a principios de los ’70 en Argentina, extendiéndose como una experiencia asociacionista para jóvenes vinculados a las obras salesianas. Palestra, por su parte era un movimiento surgido a nivel internacional de la mano de la congregación de los Hermanos La Salle. Sobre estas asociaciones laicales pueden consultarse sus actuales páginas web: http://www.mallinista.com, http://camrevoc.blogspot.com.ar/, http://www.palestra.net.ar [consulta realizada el 13/06/2012]
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Pero digamos que había una clara división con todo “esto” [refiere a las asociaciones laicales vinculadas al arzobispado] (…). Yo te digo, con mente de adolescente “esto” era para levantar pibes y para levantar minas”449.
Más allá de sus prioridades y actividades específicas lo que señalaba estas nuevas agrupaciones era la posibilidad de articular la vida juvenil con la práctica religiosa. En una entrevista realizada por la prensa de entonces a jóvenes de las Juventudes Franciscanas de la ciudad y ante la pregunta de cuán distintos eran a otros muchachos de su misma edad, uno de ellos señalaba: “hace poco discutía con un compañero que me decía que el obispo ni quería que fuéramos a bailar y que no hiciéramos otras cosas, como si pertenecer a un grupo juvenil de iglesia se limitara a leer el evangelio, estar encerrado entre cuatro paredes o en sí mismo sin tener contacto con el resto de la comunidad y sin participar de las cosas sanas de la vida”450. Así “las cosas sanas de la vida” no pasaban sólo por la parroquia o por las asociaciones laicales católicas. Pero aun cuando los jóvenes participasen de otros espacios de sociabilidad, muchas de las actividades y prácticas juveniles solían estar vinculadas a las agrupaciones católicas donde militaban. Los grupos juveniles católicos organizaban diversas actividades como cursos de formación universitaria, retiros espirituales para novios, charlas, etc.451, e inclusive la organización de otras actividades recreativas como los campamentos o deportivas. La realización de campamentos, en tanto experiencia de jóvenes fue aquella que marcó las nuevas formas de sociabilidad de los jóvenes católicos en esos años más allá de la pertenencia a grupos tradicionales o más nuevos. Aquello que la convertía en la mejor forma de gestar vínculo entre los jóvenes derivaba de las posibilidades de alejarse de la mirada vigilante de los padres y del adulto en general y crear una convivencia juvenil, marcando diferencias con las 449
Patricia C. Es interesante destacar que en el discurso actual de las personas entrevistadas se señalan constantemente las diferencias entre las asociaciones laicales vinculadas al arzobispado y aquellas salesianas. 450
“La Iglesia Católica Apostólica romana”, revista Rosario, cuadernos coleccionables 12, 21/12/1980, p. 4. 451
“Equipos de jóvenes cumplen activa labor de apostolado”, LC, 13/06/76, p. 6.
221
formas de sociabilidad de los jóvenes católicos de períodos anteriores452. Por ejemplo Rubén señala que lo común era reunirse a jugar fútbol o ir a la cancha porque “no hay nada más apostólico que un partido de fútbol o una pelota de fútbol, sobre todo para los varones”.
Recuerda que su nexo con la parroquia se
mantuvo porque “había fútbol, porque había amigos, porque me gustaba, porque necesitaba una ayuda espiritual”. Asimismo como dirigente juvenil de jóvenes de sectores humildes el deporte le permitía articular las prácticas de sociabilidad y ocio con la vida religiosa “había muchos chicos que les faltaba primera comunión, confirmación (…) y entonces bueno no hay problema quieren ir a la cancha? A las siete de la tarde- yo salía seis y media de laburar- a las siete de la tarde en casa (…) Agarrar el papelito: catecismo, sea lo que sea primera comunión, confirmación o bautismo con primera comunión y después vamos a la cancha. El que cumple los requisitos estos puede ir a la cancha”. Pero esa no era la realidad de aquellos que militaban en la mayoría de las agrupaciones católicas -ya fueran dependientes del arzobispado o salesianasque provenían de colegios secundarios religiosos453. En general la captación de estudiantes así como los vínculos que se gestaban, se constituían en torno al espacio escolar, convirtiéndose en generador de nuevas sociabilidades juveniles. La posibilidad de iniciar la militancia católica en estas nuevas agrupaciones estaba ligada generalmente al trabajo de párrocos, preceptores y/o docentes vinculados al colegio. El espacio de la parroquia que había sido central en la religiosidad de otras décadas454 daba paso a nuevos ámbitos para las nuevas generaciones, aunque sin perder su lugar prominente. A ellas seguían unidos los jóvenes de Acción Católica y los grupos juveniles que tenían ya una larga tradición entre las 452
En su estudio sobre la emergencia de asociaciones juveniles religiosas en la Francia de entreguerras, Barberot destaca especialmente la realización de campamentos como signo tangible de la autonomía conquistada por los jóvenes. Ver BARBEROT, Arnaud. “Los movimientos en la Francia de entreguerras”, en Hispania, LXVII, n 225, 2007, p. 32
453
Según la guía eclesiástica de Rosario de 1985, durante la gestión de Bolatti se había producido un crecimiento sostenido de colegios religiosos en distintos puntos de la ciudad. Ver Guía eclesiástica 1985, ed. Kerigma, Rosario, 1985.
454
MAURO, Diego. De los templos a las calles. Catolicismo, sociedad y política. Santa Fe 19001937. Ediciones UNL, Santa Fe, 2010.
222
asociaciones juveniles laicales, constituyendo además un importante número de militantes jóvenes católicos y aquellos que por su estructura organizativa eran movilizados más rápidamente. En el caso de Rubén su acercamiento fue con la parroquia, y luego con ACA, pero esos primeros pasos estaban dado por los vínculos afectivos: su novia era miembro juvenil en la parroquia Santa Rosa “yo tenía 18, ella 14, era la forma de vernos un rato más fuera de la casa (…) ahí empecé a trabajar y me empezó a ganar la vida parroquial”455. Si observamos por ejemplo la guía eclesiástica de 1985 podremos señalar que en la mayoría de las parroquias existían las ramas juveniles de Acción Católica o algún grupo juvenil parroquial, dando cuenta de prácticas que tenían ya una larga trayectoria, mientras que no aparecen especificadas la existencia de nuevas asociaciones laicales, exceptuando en el caso de la parroquia María Auxiliadora, una parroquias salesianas de la ciudad. Sin embargo y a través de las entrevistas es posible señalar que las nuevas asociaciones laicas juveniles tenían predominancia en determinadas escuelas religiosas –mas allá de la parroquia a la que perteneciesen- marcando además la pertenencia de clase de quienes militaban en ella. El MEC tenía mayor presencia en los colegios Marista, Adoratrices, Misericordia y Sagrado Corazón, todos ellos vinculados estrechamente al Arzobispado de Rosario y bajo la influencia de Bolatti. Eran además consideradas escuelas de la “elite católica” rosarina, contrastando su imagen respecto aquellos colegios como María Auxiliadora, San José, La Salle y la parroquia Hogar del Barrio en Rosario y el colegio María Auxiliadora de Funes donde la militancia en el movimiento juvenil salesiano tenía mayor fuerza. Que los movimientos juveniles tuvieran su génesis en las escuelas no significaba que sus miembros no concurriesen a la parroquia o no realizasen actividades vinculadas a ella (como enseñar catequesis o formar parte de la Junta Parroquial). Sin embargo la parroquia no era, para algunos de ellos, su lugar de pertenencia, una entrevistada planteaba que no le gustaba ir a las juntas parroquiales porque 455
Rubén B.
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“allí estaban todas las señoras que se reunían para rezar y se quejaban de lo que hacían los chicos en misa”456. Rubén recuerda que muchos chicos preferían no ir a catecismo con las “señoras” de la parroquia: “por ahí me llamaban las catequistas, las mujeres grandes, che Rubén sé que vos sos especialista en chicos difíciles (…) por ahí eran mujeres grandes que le costaba entender que a los pibes los tenías que tratar mejor”457, señalando un corte generacional con las prácticas de religiosidad de los adultos y jóvenes. Por otra parte, en las nuevas asociaciones laicales juveniles los militantes provenientes de colegios católicos formaban el grueso de sus seguidores, siendo la pertenencia a escuelas religiosas o laicas uno de los elementos clasificatorios al interior de los grupos. Nuestra entrevistada recordaba de su participación en el MEC las diferencias que el propio grupo de jóvenes realizaba entre aquellos que provenían de colegios religiosos y quienes venían de escuelas públicas458. Como hemos señalado en varias ocasiones, estos nuevos espacios de sociabilidad que emergieron en al década del ’70 fuertemente influenciados por el Concilio Vaticano II tuvieron y mantuvieron su presencia en la ciudad durante los años de dictadura y en algunos casos incluso vivieron en ese contexto su etapa de apogeo. Participar de estas agrupaciones o incluso de aquellas más tradicionales no generaba temor ni en los padres ni la jerarquía de la Iglesia católica y mucho menos en quienes participaban de ellas. Reunirse ya fuera para orar, realizar jornadas de reflexiones, encuentros regionales fuera de la localidad o realizar labores sociales en barrios marginales no era fuente de preocupación para las diversas instancias del gobierno de facto, al menos en la mayoría de los casos. Esto permitió a las asociaciones seguir un ritmo de vida considerado “normal” al menos en el interior del grupo. Y aunque no significa que la Iglesia, sus ámbitos educativos y sus militantes no sintiesen la represión en su propio seno esta cuando se produjo fue en todo caso dirigida a algunos militantes específicos pero no a la comunidad en su conjunto. Por otra parte, como una entrevistada recuerda 456
Cita no textual. María Pía M.
457
Rubén B.
458
María Pía M.
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su participación en un grupo salesiano no implicó ningún temor: “pero con amplia movilidad para movilizarnos, movilizarnos... Nunca nos pasó nada en la villa, jamás. Íbamos con un solo sacerdote, una sola monja, teníamos reuniones hasta tarde… A pesar de que el San José tenía ya para esta época desaparecidos (…) la militancia social jamás estuvo perturbada, jamás estuvo en riesgo”459. La represión era percibida por quienes participaban en las asociaciones como ajena a las prácticas que llevaban adelante, a pesar de que en ocasiones algunos acontecimientos puntuales mostraban la faceta del terrorismo de estado con mayor visibilidad. A pesar de que muchos ámbitos de sociabilidad se vieron cuestionados y cercenados, estas agrupaciones sin embargo mantuvieron sus redes organizativas y prácticas. Más allá de las divergencias entre los distintos grupos, lo cierto es que la Iglesia Católica propiciaba desde diferentes lugares la recuperación del joven en la vida católica del país, un joven que estaba alejado de posicionamientos ideológicos radicalizados, que se extrañaba de prácticas revolucionarias y del discurso marxista. Por último debemos señalar que si bien la participación de jóvenes en estos grupos fue numerosa, esta debe entenderse mayoritariamente en el marco de las redes de sociabilidad que gestaban en los propios colegios católicos o las parroquias, no habiendo una participación masiva que comprendiese al grueso de jóvenes que no seguían esa trayectoria. Esta participación, por tanto quedaba circunscripta a esas redes y eran menos visibles públicamente, permitiendo cierto marco de flexibilidad en sus acciones. Cabe señalar que además de esta presencia innegable de grupos juveniles católicos que se mantuvieron y resignificaron por esos años es necesario dar cuenta de otro fenómeno religioso que implicó la participación y visibilización de jóvenes católicos en el marco de la sociedad argentina de aquellos años: las peregrinaciones y los encuentros nacionales. Las peregrinaciones no eran una práctica religiosa novedosa en esos años, sin embargo la convocatoria de peregrinaciones juveniles fueron sin duda la nota más significativa de aquellos años. Las peregrinaciones a Luján convocadas por 459
Patricia C.
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jóvenes se iniciaron en el año ’75 con el lema “La juventud peregrina a Luján por la Patria”. En esta ocasión, que fue la primera de muchas peregrinaciones, los jóvenes (mayormente de Buenos Aires) caminaron hacia la Basílica. En Vida Pastoral se señala, tomando las palabras de Mamerto Menapace que la primera Peregrinación no contó con un apoyo firme por parte del episcopado, sin embargo la masividad del hecho en un contexto de crisis, rápidamente fue cooptada por la Iglesia Católica460. Según Verbitsky en torno a Luján se gestó un movimiento juvenil católico que: “Debía ser popular, religioso, federalista, masivo y expresarse a través de una acción común, como la peregrinación a Luján. Sus formas organizativas se impregnaron de las usuales en la Juventud Peronista que a su vez reconocía una lejana inspiración en la primitiva Acción Católica (…) ante el giro que iba adquiriendo el contexto político, la peregrinación sería uno de los pocos acontecimientos masivos juveniles posibles”461.
Si bien es demasiado aventurado señalar un paralelismo entre el movimiento juvenil católico que se iniciaba con la Pastoral Juvenil y la Juventud Peronista, es evidente que la religiosidad juvenil católica había adquirido prácticas nuevas mas acordes con las vivencias de jóvenes en ese contexto. Lo cierto es que estas primeras caminatas fueron de masiva concurrencia. En 1975 participaron cerca de setenta mil jóvenes462 y en la realizada en 1977, según la prensa, la plaza central de la ciudad estaba cubierta de jóvenes al punto de que no pudo presentarse la delegación del centro tradicionalista463. La repercusión generada en la comunidad católica por la peregrinación de jóvenes a Lujan señaló el camino que la Iglesia tomaría en cada uno de sus arzobispados, proliferando así las peregrinaciones en cada punto del país. En Rosario para los 460
“El pueblo joven, caminante y peregrino”, Vida Pastoral, n° 261, 2006. Disponible online www.san-pablo.com.ar/vidapastoral [última consulta realizada, 23/03/2013] 461
VERBITSKY, Horacio. Doble juego. La Argentina católica y militar. Sudamericana, Bs. As., 2006, p. 42.
462
VERBITSKY, H. Doble Juego…, Ibid.
463
“Peregrinación de jóvenes a Luján”, LC, 3/10/77, p. 3.
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años de dictadura, la pastoral juvenil del arzobispado (donde participaban JAC, AJAC, los grupos juveniles del movimiento Familiar Cristiano que sería posteriormente MEC, Legión de María, Gen, FASTA, Palestra y grupos juveniles parroquiales)464 organizó la peregrinación de jóvenes rosarinos a San Lorenzo y fue coordinada por el padre Hector P. García. Según Rubén B., delegado juvenil de ACA de aquellos años, el arzobispado no potenció inicialmente la propuesta: “Bolatti era bastante parco en eso, [dijo] ‘Juntarán unos tres mil’. Cuando llegamos a San Lorenzo éramos unos diez mil. Con poca publicidad, mal organizadas…”465. Así en 1978 se realizó la primera peregrinación que movilizó a 6000 jóvenes hacia la ciudad vecina, constituyéndose en una de las grandes actividades de jóvenes católicos en el ámbito de la ciudad de aquellos años. La peregrinación imponía la participación en actividades previas y a los “jóvenes delegados de colegios, parroquias y centros juveniles de nuestra arquidiócesis” no sólo se les informaba sino que “se les impartieron consignas para realizar en el período previo”466. En un sentido similar en 1982 el responsable del Equipo Pastoral del Movimiento Juvenil de la Arquidiócesis de Buenos Aires señalaba que la peregrinación (en este caso a Luján) implicaba un programa de actividades en los diversos centros que constaba de tres instancias: “la preparación y la reflexión previa, que necesitaba de encuentros, charlas, audiovisuales y todo medio público útil, para así llegar a todos los jóvenes y así disponer de la segunda instancia, la marcha. En la peregrinación entonces, se puede aplicar cuanto se ha reflexionado, la oración como aliento al esfuerzo, el contacto fraterno con otros jóvenes, conocidos y no conocidos, para establecer verdaderos vínculos de amistad y por último la íntima experiencia del llamado de Dios (…). De estos dos momentos debe renacer un tercero y que debe ser consecuencia lógica del buen trabajo
464
“Informaron sobre la marcha juvenil a San Lorenzo”, LC, 18/04/79, p.8
465
Rubén B.
466
“Informaron sobre …”, LC, 18/04/79, p.8
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realizado. Así además de la renovación espiritual (…) puede darse como resultado el mayor compromiso eclesial de los jóvenes”467.
La peregrinación se constituía en un espacio de sociabilidad y acción de los jóvenes católicos avalada y propiciada por las autoridades eclesiales. Era además un espacio de posible acercamiento de jóvenes a la Iglesia porque quienes allí participaban no eran exclusivamente militantes de algunos de los grupos católicos sino que también lo hacían estudiantes de colegios religiosos que no formaban parte de esos grupos: “creaba curiosidad y yo entiendo que mas de uno y mas de cuatro se acercaron gracias a ese tipo de cosas”468. Si por un lado la realización de peregrinaciones implicó la formación constante de militantes católicos, por otro, permitió la visibilización social del movimiento juvenil religioso. Esa presencia sería más significativa para la sociedad rosarina especialmente a partir de 1979 en la segunda edición de la Peregrinación a San Lorenzo. Esta coincidió con el inicio del año Mariano y contó con la participación de mas de 20 mil peregrinos -según la información de la prensa- donde se sumaron agrupaciones juveniles y colegios católicos no solo de la ciudad sino de la región como Funes, Armstrong, Cañada de Gomez, Totoras, etc.469 En el mensaje dado por Bolatti en esa ocasión se exaltó el papel de los jóvenes católicos referenciándose en el Documento de Puebla. La peregrinación a San Lorenzo fue un hito de participación religiosa en la ciudad y la movilización de jóvenes fue in crescendo en esos años. Por su parte la realización de la peregrinación generó nuevos derroteros de movilización en los jóvenes católicos, así ya para la primavera de 1978 comenzó a organizarse la semana de la juventud con conferencias, cine, torneos deportivos realizados en escuelas religiosas de la ciudad. Si bien el primer año la 467
Didascalia, n° 355, 1982, p. 38-39.
468
Rubén B.
469
La prensa consignaba entre los participantes el Centro Politécnico, una agrupación juvenil vinculada a ACA perteneciente a la escuela media universitaria Instituto Politécnico Gral. san Martín y un grupo proveniente de la Facultad de Política y Relaciones Internacionales, que probablemente también tuviese su propia agrupación vinculada a ACA.
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organización estuvo a cargo de las ramas juveniles de ACA para el año siguiente y ya afianzado su papel, la Pastoral juvenil se hizo cargo de la tarea, desplazando el rol ejercido por ACA. En esta ocasión las actividades se llevaron adelante al tiempo que se celebraba el día de Rosario, dando un matiz mas juvenil a las actividades de esa ocasión. Es posible observar entonces que a partir de 1978 pero con especial énfasis a partir del año siguiente el Arzobispado de Rosario movilizó frecuentemente a sus jóvenes, en la primera mitad del año con una actividad regional como la peregrinación, en la segunda vinculando el día del estudiante con la semana de la juventud, la peregrinación a Luján y las fechas conmemorativas de la ciudad. A ello se sumarían en los años siguientes la realización en Rosario de la XVIII Asamblea de ACA –que buscaba reimpulsar la agrupación- y la participación de los jóvenes católicos de todo el país en el Congreso Mariano que se realizó entre el 9 y 12 de noviembre de 1980 y que fuera decretado de interés nacional por el gobierno de facto. Para dicho encuentro, siguiendo las estrategias definidas en otras ocasiones, se realizaron en cada diócesis y a nivel nacional actividades previas que intentaban incentivar el espíritu mariano. Así se realizaron diversos concursos de poesía y canto dedicados a la virgen470, y las actividades religiosas de cada ciudad referenciaban a ello. En la ciudad de Rosario, la peregrinación del año ’80 a San Lorenzo se realizaba con el lema “de la mano de María al Encuentro de Jesús” y buscaba ser un preludio de las actividades que se desarrollarían en el Congreso Mariano. En ese encuentro participaron 2.500 rosarinos que fueron organizados por el Comité Arquidiocesano de peregrinaciones a través de cada parroquia. Sin embargo la organización y participación fue masivamente difundida en la ciudad, mostrando la relevancia del evento471.
470
“Se realizó un concurso de poesía y canto dedicado a la virgen”, Didascalia n° 3, mayo de 1980, p. 188. 471
Para un recoger una pormenorizada descripción del Congreso Mariano ver LIDA, M. “Las masas católicas…”, op. Cit. La autora retoma gran parte de documentos del archivo personal de Monseñor Kauffman quien fuera uno de los organizadores del congreso.
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Cabe señalar que el Congreso Mariano no estaba destinado exclusivamente a jóvenes pero la estancia de cuatro días en la provincia cuyana los convirtió en mayoría, tomando así un cariz juvenil que se evidenció muy rápidamente a partir de las intervenciones de los sacerdotes como Monseñor Zaspe con su oración “Bienaventuranzas de la juventud”. Además el encuentro tomó entre sus prioridades las líneas pastorales del Documento de Puebla, la familia, los jóvenes y las vocaciones religiosas472 siendo un impulso para la Pastoral Juvenil. Según el sacerdote y teólogo Marcelo González fue: “un punto nodal y un hito en el itinerario de los laicos y de los jóvenes. A diferencia de los Congresos anteriores, marcados por una organización y participación mayoritaria de la Acción Católica y de otras instituciones tradicionales, en Mendoza hicieron su aparición pública los movimientos eclesiales; como lo muestra la comisión intermovimientos que lo organizó. La presencia y el protagonismo juvenil fueron decisivos, teniendo su momento cumbre en el «Rosario de los Jóvenes».473
Según el autor fue además el primer quiebre entre Iglesia y gobierno de facto cuando los jóvenes corearon frente a Videla “Escúchelo bien señor presidente, queremos la paz se lo pide la gente”. Si bien no tenemos otros registros que nos permitan admitir este planteo es cierto que el encuentro se desarrolló teniendo como telón de fondo el conflicto con Chile y desarrollándose en una provincia vecina al país limítrofe. Por otra parte el Congreso Mariano trajo aparejado significativos aportes a la Iglesia católica de la década siguiente. En principio impulsó la pastoral Juvenil y la prioridad de los jóvenes en el seno de la Iglesia pero atendiendo a otras formas de religiosidad que se instalarían en la década del siguiente. En esa línea la fuerte presencia de movimientos de carácter internacional en los años siguientes no
472
Mensaje del Papa Juan Pablo II al III Congreso Mariano argentino, 11 de octubre de 1980.
473
GONZALEZ, MarceIo. “Algunos aspectos de la Iglesia católica en la Argentina entre el retorno a la democracia y el fin del milenio. Un esbozo histórico pastoral”, en Sociedad Argentina de Teología. Iglesia universal, Iglesias particulares, ed. San Pablo, Bs. As., 2000, pp. 191-346- en línea www.satweb.org.ar [consultado el 04/05/12]
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pueden ser desconocidos, especialmente los movimientos Focolar y de Renovación Carismática que dieron cuenta de otras formas de expresión religiosa en la Argentina durante los años ‘80. Señaló además el fin definitivo de un tipo de laicado organizado sobre las viejas estructuras de Acción Católica y la generación de múltiples y nuevas organizaciones, que aun cuando no recogían parte de las experiencias de los 70, señalaban las mudanzas que ellas habían iniciado. Fueron las viejas formas de asociaciones laicales juveniles aquellas que comenzaron a desinflarse frente a las nuevas formas de sociabilidad juvenil emergentes en los años setenta pero consolidadas en al década siguiente. Así cuando un joven del grupo San Felipe que participaba en la III peregrinación a San Lorenzo decía “una de las razones que me trajo acá esta constituida por las intenciones de esta peregrinación. A través de ella se ha demostrado que la iglesia no está muerta ni encerrada y que es algo viviente y cálido”474 daba cuenta de una Iglesia que a la mirada de los jóvenes que participaban en ella no era opacada por sus contradicciones internas ni por el contexto que vivía
474
“La juventud católica brindó el alto testimonio de su piedad y su fervor”, LC, 28/04/80, p. 8.
231
Capítulo 6 Como si vivir fuese algo inconcebible: Culturas juveniles durante la dictadura
Hace unos años en una consulta médica el doctor me preguntó sobre mi trabajo; cuando referí que me dedicaba a investigar sobre jóvenes en la última dictadura contó sus propias sensaciones respecto de sus años de juventud en dictadura: nada había leído, no había disco que recordara haber escuchado, sólo vacío. Si sus apreciaciones fueran exactas aquel estudiante universitario había perdido parte de sus prácticas cotidianas en dictadura, aquellas que le permitían gestar nuevas formas de sociabilidad en el ámbito de la ciudad. Pero esa sensación sólo eran apreciaciones generales construidas desde la percepción de la dictadura como chatura cultural; si el objetivo no hubiese sido una visita al médico sino una entrevista, probablemente los recuerdos habrían aflorado, los amigos, el estudio, los amores, las salidas… Más allá de los estereotipos con los cuales el sentido común construye las miradas sobre el pasado dictatorial, lo cierto es que para aquellos jóvenes que transitaban la ciudad, la dictadura no fue necesaria ni evidentemente un ataque o un silenciamiento absoluto de determinadas prácticas juveniles, si acaso la vigilancia y el seguimiento de aquellas actividades que desde distintos niveles de gestión del régimen se podían considerar potencialmente disruptoras del orden. En este capítulo abordaremos la supervivencia y emergencia de ciertas culturas juveniles que marcaron las experiencias personales de jóvenes durante la dictadura. Recuperamos la noción de culturas juveniles entendida, insistimos en ello, como la construcción social de diferenciaciones respecto de un otro adulto pero que en el mismo proceso de gestación lejos de homogeneizar a una masa juvenil, señala la heterogeneidad que la compone. Por otro lado tomamos la misma noción en un sentido más estricto, en tanto emergencia y pervivencia de experiencias autónomas de jóvenes respecto de las instituciones y espacios creados para ellos por adultos. 232
Siguiendo lo expuesto tomaremos en primer lugar la apropiación y diferenciación que los jóvenes gestaban alrededor de sus prácticas de sociabilidad y que generaba una taxonomía entre una cultura in, y una cultura out: chetos y pardos. Tal diferenciación no sólo daba cuenta de prácticas sino también de modas, gustos musicales, jergas que debían ser aprehendidas en pos de la inclusión. Asimismo analizaremos cómo esta diferenciación era entendida socialmente. En segundo lugar nos abocaremos al estudio del rock como cultura juvenil, destacando el rol que tuvo en la emergencia de ciertas prácticas de sociabilidad específicas en el ámbito de la ciudad. Estas expresiones de cultura juvenil funcionaron como amalgama de aquellos sectores juveniles que sin cuestionar directamente al régimen encontraban en esos espacios un lugar de refugio a su inconformidad. Por último abordaremos la tensión entre los modos de sociabilidad juveniles y sus culturas con aquellas instituciones del estado encargadas del disciplinamiento y el orden del espacio público. En esa línea el trabajo pretende recuperar el eje abordado en un capítulo anterior, cómo se hilvanaba la lógica de disciplinamiento social con las lógicas represivas en los espacios juveniles, recuperando ahora una nueva dimensión: el disciplinamiento de las culturas y prácticas juveniles en el espacio de la ciudad. De chetos, pardos y rockeros Durante los años de la dictadura los jóvenes construyeron marcos referenciales que involucraban su identidad en tanto tales. Esos marcos estaban sustentados por determinadas prácticas de sociabilidad, modos de apropiación y pautas de consumo consideradas juveniles. El uso de determinada vestimenta, ir a bailar a lugares que tenían su misma “onda”, escuchar música acorde, sociabilizar con pares, eran los modos en que los jóvenes construían su propia juventud, siempre mas acá o más allá de las políticas gestadas desde el régimen, de las apreciaciones sociales respecto de ellos mismos, de las miradas hegemónicas sobre el deber ser de un joven en aquellos años.
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La historia no comenzaba allí. Ya Valeria Manzano ha señalado la fuerte impronta que había adquirido la necesidad de expresar una taxonomía netamente juvenil sobre la ropa, el lenguaje, la música e inclusive los espacios de divertimento en los años ’60, momento de auge de las culturas juveniles. En ese contexto las identidades juveniles se resignificaron en el equilibrio entre las pautas de consumo y la diferenciación de clase, constituyendo un universo gestado en torno a dos términos: caquero y mersa. Manzano señala que la revista Tía Vicenta extendió el uso de ambas expresiones en forma despectiva. Con caquero se definía el gusto de la clase media alta que dictaba el ranking de lugares de moda, música, marcas, etc. Por mersa ese mismo grupo etiquetaba todo aquello que consumían los sectores populares, considerado además de mal gusto: “un sentido racista, seguía así instalado en el centro de percepción de lo mersa, pero su referencia era también mas abarcadora –en términos sociológicos- que los obreros y migrantes asociados con la expresión “cabecita negra”. En verdad todo lo que estos últimos hicieran o les gustaran era plausible de ser considerado mersa, pero el término incorporaba también las prácticas culturales y los gustos de otros segmentos juveniles”475.
En el contexto de la última dictadura militar, las taxonomías con las cuáles los jóvenes identificaban sus prácticas no distaban mucho de las anteriores, sin embargo no habían sido definidas desde fuera, cambiando los sentidos y percepciones en torno a esas identidades y sus apropiaciones. En aquellos años las expresiones más comunes que encasillaban las pautas de consumo juveniles se construían en torno a los término cheto, rockero y pardo (o sus equivalentes mersa y mencho); ellas configuraba gran parte de la cosmovisión que los jóvenes tenían de sí mismos y de sus contemporáneos, era una clasificación que permitía condensar algunas prácticas específicas con determinado grupo juvenil. El arquetipo de cheto lo constituían varones y mujeres jóvenes que bailaban en clubes y escuchaban música disco y construían un lenguaje común en torno a esas sociabilidades. Para Sergio un cheto se caracterizaba desde: “la música era 475
MANZANO, V. “Ha llegado la “nueva ola”, op. cit., p. 54.
234
la disco, el fútbol y la aspiración era la ropita, el flequillito y toda esa onda de que era la cultura que era impuesta”476. Beatriz planteaba algo similar, el cheto era una persona frívola: “Y ser cheto era una categoría al cual había que ajustarse, porque había que pertenecer…y ser cheto era usar determinadas cosas, que tampoco eran grandes cosas, la moda eran los mocasines, jean Levis, suéter azul Jetland escote en V y en los varones el pelo muy cortito. Y eso era básicamente el equipo del cheto. El cheto era… lo que estaba de moda era una cosa así de… estricta prolijidad y formalidad”477.
Era además la persona preocupada por su estética, cultor del cuerpo: “también fue la época que se puso de moda lo del gimnasio y hacer fierros (…) los compañeros de mi hermano todos así fierro, rugby, todo”, mientras que ser pardo o mencho era: “ordinario, mersa, que no usabas la ropa que estaba de moda, demodé”478. Así mersa, mencho y pardo se habían incorporado al lenguaje juvenil en dictadura como sinónimo de vulgar y mal gusto. Beatriz recuerda esas diferenciaciones como una impronta significativa en su juventud, donde la diferenciación de unos y otros era “densa”, y donde ella, como muchos otros, no encajaban: “y yo nunca… entonces yo en esa época era una cosa intermedia, no podía ser… no, como que no encajaba, entonces yo era la hippie, entonces yo me hacía mi ropa, me tejía (…) y parte del personaje que yo armé era también así que yo leía, que yo… no sé”. Si bien no todos los jóvenes constituían su vida cotidiana desde esos parámetros sin duda fueron construcciones hegemónicas a partir de las cuales se difundieron estereotipos que articulaban las miradas adultas respecto de las generaciones más jóvenes.
476
Sergio Rébori. Se acercó a la cultura del rock hacia finales de los años ’70 cuando tenía 15 años y formó parte de la banda Dr. Merengue. Actualmente es artista plástico, diseñador gráfico y fotógrafo. Entrevista realizada en mayo de 2013. Sergio es co-autor del libro Generación subterránea. La otra historia del rock de Rosario, Amanoediciones, Santa Fe, 2012.
477
Beatriz A.
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Beatriz A.
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En el año 1978 una carta de lectores del diario La Capital renegaba de la nueva moda juvenil común entre quienes tenían menos de 20 años de nominarse “chetos, pardos y rockeros”: “cada una de estas categorías –promocionadas y alentadas- ponen de manifiesto una absoluta falta de respeto por el otro, a quien se juzga por todo aquello que tiene poca importancia: el dinero, la marca de una motocicleta, el color de unos pantalones, el gusto por determinado tipo de música, la manera de comer” y realzaba la necesidad de, en miras del Mundial, modificar estas actitudes que no dejaban traslucir “quiénes somos los argentinos”479. La carta expresaba una crítica “adulta” respecto de las formas de sociabilidad y los modos de apropiación y pautas de consumo juveniles por aquellos años así como respecto de la construcción de identidades diferenciadas. Asimismo en el año 1981, la revista cultural Pájaro de Fuego publicó una extensa nota en torno a las nuevas culturas juveniles. En ellas se señalaba la dicotomía entre ser y parecer de las identidades juveniles construidas desde el arquetipo del cheto: “se es de clase media (lo real) y se aparenta ser de clase alta (lo aparente), su grupo de referencia es un barrio pequeñoburgués (grupo de pertenencia) pero se imitan las pautas de lo que se supone clase alta (grupo de referencia). Así encontramos chetos en Lugano, rockeros en Villa del Parque”. La revista señalaba que ser cheto no implicaba la estética de jóvenes de clase alta sino
las
aspiraciones de parte de jóvenes de clase media que buscaban incorporar pautas de consumo que consideraban propia de aquellos. Así diferenciaba entre superchetos que “son y pueden” y los chetos que simplemente aparentan. En esa tónica también se planteaba el estereotipo construido desde el sketch “Los chetos” del programa televisivo Operación JaJa. La parodia creada por Sofovich construía un estereotipo común, jóvenes de clase media, uno de ellos hijo de almacenero, que no trabajaban y recibían una asignación de dinero de sus padres para su tiempo de ocio. Los personajes, siguiendo un estilo similar al gestado por Landrú una década antes, se encargaban de señalar aquello que caracterizaba a un joven
479
“Modas”, LC, 9/05/78, p. 4.
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como cheto enfatizando especialmente determinados modismos utilizados en el lenguaje480. Pero si la parodia o el cuestionamiento en estos casos emergían desde la mirada adulta, la crítica más significativa provenía de aquellos mismos jóvenes que no se identificaban con los chetos. En la revista Expreso Imaginario fue donde más se difundieron estas críticas desde la mirada de los propios jóvenes. Una de sus portadas señalaba la crítica desde una imagen: un tomate estrellado contra la foto de Jhon Travolta. Sergio recuerda: “esa tapa nosotros la colgábamos en la pared”. No olvidemos que en aquellos años Travolta se había convertido en ícono de la música disco a través de una película: “Fiebre de sábado por la noche. Contagiosa temperatura de entorpecimiento cerebral, balanceándose al ritmo del consumo moderno. Después de una semana de mostrar los dientes en sonrisas corteses, Tony olvida su trabajo en el giratorio y bullicioso mundo del boliche (...). Y no es que Tony le guste bailar. Lo que le gusta es sumergirse en el jugo (sic) de luces y sonidos, tan fuertes que hipnotizan, tan feroces que se sienten en la piel como olas de calor, golpes de fuego”481.
La crítica de sus pares estaba construida en torno a la superficialidad y a la cultura consumista del cheto. En el verano de 1980 un artículo de César Nieszawski titulado “Villa Gesell, de cómo todo son apariencias y no engañan”482 cuestionaba los modos en que jóvenes varones y mujeres que rotulaba como chetos socializaban de veraneo. Una carta de lectores del número siguiente, recuperaba parte de esa nota: “me confirma [la nota] los gansos que son esos chicos y muchas más (sic), tanto en la capital como en los lugares de veraneo, con su 480
El programa fue uno de los más vistos en la televisión argentina en 1981. En él se incluían otros sketchs como Polémica en el bar y La peluquería de don Mateo. El éxito del programa fue tan significativo que se generó un mercado vinculado a los sketchs. En el caso de Los chetos se editó en 1981 un LP con la compañía RCA, que incluía los hits de grupos internacionales, en su mayoría de música disco como Grace Jones, Otawaman, The Players Association, Ray Parker. La tapa aseguraba “recomendada por los chetos”. 481
“Los afiebrados robots de sábado por la noche”, Expreso Imaginario, n° 26, año 3, 1978, p. 6. Un análisis al respecto puede verse en PUJOL, S. Rock y dictadura, op. cit., p. 81 y ss.
482
Expreso Imaginario, n° 44, año 4, 1980, p. 12.
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moda disco, ofreciéndome un cuerpo de maravilla y una mente totalmente torpe, vistiendo todas iguales y con los mismos colores, poniendo de manifiesto su masificación de consumo y su poca apertura al diálogo (palabra muy de moda)”483. La mirada de Expreso Imaginario y de sus lectores era crítica respecto de las taxonomías hegemónicas de aquellos años, gestando su identidad desde parámetros diferentes a aquellos a los cuales cuestionaba. Pero no sólo los lectores de Expreso cuestionaban esas clasificaciones, muchos jóvenes que no construyeron sus identidades juveniles ni como chetos ni como pardos al tiempo que criticaban como nuestro entrevistado Sergio a aquella cultura juvenil a la cual se la perfilaba desde la apariencia, impuesta “desde afuera” y funcional al discurso hegemónico de la época, era en definitiva una cultura aceptable en aquel contexto. Pujol por su parte sostiene que ir a bailar música disco a un boliche, la salida habitual del cheto, era una salida “segura”, al menos más que otras prácticas juveniles de aquellos años484. Ahora bien, la crítica más furibunda a esta cultura no nacía de aquellos considerados menchos o pardos sino de una cultura juvenil nueva que si bien tenía ya su trayectoria, adquiría otra densidad en este nuevo contexto, los rockeros. El rock había germinado y crecido a lo largo de una década y marcado determinadas estéticas juveniles que si bien no fueron masivas para los años ’70 sí adoptadas por muchos jóvenes. Si aquello que los caracterizaba era el pelo largo, una jerga particular, el gusto por la música progresiva, como se la llamaba entonces, la lectura de Expreso Imaginario y las revistas de rock Pelo y Mordisco, también los aglutinaba el cuestionamiento a determinados patrones de consumo juveniles y un rechazo a las fórmulas adultas respecto del deber ser. Ello se expresaba en las letras de las canciones de rock, en los recitales, en el encuentro entre pares, y también en las cartas de lectores del Expreso. No es casual que aquella primera carta de la lectora Sandra Russo fuera comentada en varios números siguientes por jóvenes varones y mujeres que se identificaban con sus
483
Correo de Lectores, Expreso Imaginario, n°45, año 4, p. 8.
484
PUJOL, S. Rock y dictadura, op. cit. p. 90.
238
palabras, el mundo adulto ofrecido al joven argentino era basura, alienación, una mentira485. El mundo del rock, con toda la apoliticidad que lo caracterizaba, mostraba un costado rebelde, aquel que no se definía en los patrones hegemónicos respecto de la juventud. Como señala Pujol “con su prédica contracultural, con su mensaje implícito de rebelión contra toda forma de disciplina, se convirtió en un mundo paralelo, otra medida del ser joven argentino”486, es decir preservó cierta rebeldía vaciada ahora de contenido político. El rock era indisciplinado y disruptivo del orden, marcando sus diferencias respecto de la estética performativas a la cual se orientaba el discurso militar. Pero además la cultura rockera en dictadura tuvo otros aditamentos. Siendo un contexto de fuerte represión y disciplinamiento social, no sólo supo aglutinar en su seno a aquella porción de jóvenes que cuestionaban la chatura cultural del momento, tanto de adultos como de propios pares, sino que permitió generar nuevas prácticas de sociabilidad construidas desde canales alternativos donde los recitales fueron un fenómeno central. Los rockeros no se juntaban como sus pares chetos a bailar, sino a escuchar su música, a comentarla, a discutir sobre arte, a escribir o recitar poesía en los bares amigos, era la salida “insegura”487. Si bien la historia más conocida del rock en estos años recuerda a las bandas porteñas de proyección nacional que se integraron y desintegraron (como la máquina de hacer pájaros, Porsuigieco), a los exilios de los artistas, a las discusiones en torno a la muerte de la música progresiva, lo cierto es que la cultura del rock aunó a una parte de los jóvenes en las grandes ciudades del resto del país, más allá de las noticias musicales llegadas de Buenos Aires. Esto permitió una expansión del rock en un circuito más íntimo, un magma de acciones, prácticas y sociabilidades jóvenes poco visibles pero significativas a la hora de comprender los intersticios de la cultura hegemónica de aquellos años.
485
Correo de lectores, Expreso Imaginario, n°11, año 1, 1977.
486
PUJOL, S. Rock y dictadura, op. cit., p. 53
487
PUJOL, S. Rock y dictadura, op. cit., pp. 90-92.
239
La cultura del rock en Rosario durante la dictadura “Donde está el verde mundo que nos prometieron? Donde está el poderoso rey del universo? En qué bolsillo naufragaron los cerebros? Quien invirtió a plazo fijo nuestros sueños? No hay mañana sin su precio” Irreal, Cucarachas para el desayuno.
El 24 de marzo de 1976 Síntesis, un grupo de rock rosarino estaba grabando su primer álbum. En julio de ese año nacía oficialmente Irreal, la banda de rock rosarina cuyo primer grupo estaba constituido por Juan Chianellli, Hugo García, Adrián Abonizio, Marcelo Domenech, se sumarían el topo Carbone, Yayi Gómez y Zapo Aguilera, la mayoría de ellos vecinos y amigos de barrio Echesortu que pasaron de jugar al fútbol al folclore y de allí al rock488. El grupo sería una de las bandas más importantes entre 1976 y 1980 año en que se disuelve. Para entonces el grupo original se había modificado, Adrián Abonizio se había separado e ingresado Juan Carlos Baglietto como voz principal. Irreal y Síntesis se mezclaban en el paisaje del rock junto a otras bandas creadas a principios de los ’70 pero que mantenían su vigencia como eran Pablo el Enterrador, Oasis y a las que se sumaban nuevas creaciones: El Banquete, Graff, Las medias de Felipe IV, Tierra de Nadie, Dr. Merengue, Hipocampo Rock, entre muchas otras que nacían y morían al ritmo del rock. La experiencia de crear una banda no era singular ni extraña para aquellos años, por el contrario mostraba las características comunes a gran parte de los grupos de la ciudad –e incluso del país-: una vida efímera con entradas y salidas de músicos que armaban, desarmaban y volvían a armar sus bandas, amigos que se conocían del barrio o del circuito del rock y que decidían tocar juntos, su fixture incluía varios recitales en vivo en diversos clubes de la ciudad, algunos encuentros nacionales si era una banda reconocida y sólo con mucha suerte –la que no tuvieron la mayoría de estos grupos- disco grabado. Sin duda, la cultura del rock tuvo un intenso auge durante la dictadura en Rosario.
488
AAVV. Generación Subterránea. La otra historia del rock de Rosario, Amanoediciones, Santa Fe, 2012, p. 87.
240
Auge que era seguido por aquellos que construían su identidad en torno al rock progresivo, reforzado desde los encuentros comunes con pares. La proliferación de bandas y la existencia de una cultura juvenil vinculada al rock en Rosario no habían nacido en dictadura, al menos no en esta, sino que hundía sus raíces en la década previa, desde que Los Gatos convirtieran a La Balsa en la primera canción de rock. Para Patricia los primeros años setenta mostraron una fuerte impronta sobre la vida cultural juvenil en dictadura, tenía quince años cuando comenzó a dejar su barrio para ir al centro a vincularse con músicos y artistas: “La vida bohemia de Rosario en esos años era impresionante”, recuerda, donde jóvenes se reunía a debatir, leer, escuchar música “Me vinculé mucho con el rock and roll, con la música de protesta como en ese momento se llamaba (…) circulábamos… había tres bares en rosario. Era muy lindo, era muy lindo lo que se vivía. Estaba El Cairo, El Odeón y El Savoy. Entonces venir al centro el viernes o el sábado significaba circular en los tres bares, sentarte en cada bar por lo menos en tres mesas, porque todos nos conocíamos, entonces te pasabas de mesa en mesa, uno hablaba de teatro el otro hablaba de cine, el otro hablaba de música, de artes plásticas, otro te hablaba de literatura… “489.
El Zapo recuerda: “en las mesas de los bares, leíamos a Jauretche, Scalabrini Ortiz, Roberto Artl, Cortázar, Borges, Marechal, Horacio Quiroga, Jaques Prevert, Rimbaud, Mallarmé, Bakunin, Artaud, el conde de Lautréamont, Hemingway, Kafka, Sartre, Marx”490. Esa vida bohemia no se estancó ni fue completamente obturada en dictadura, los bares siguieron funcionando, y la cultura del rock difundiéndose por la ciudad.
489
Patricia M. Realizó parte de sus estudios secundarios en los primeros años 70 en la escuela de artes y en el Liceo Bernardino Rivadavia y estaba vinculada al ámbito de la cultura underground de la ciudad. Fue detenida clandestinamente en el año 1976 y nuevamente en el año 1978, en ambas ocasiones por el plazo de pocos días. Patricia no se considera militante y de hecho no militaba en ninguna organización política, aunque sí tenía amistades en el PST y provenía de una familia politizada. La detención deviene, según su propia percepción, de su relación con un militante del PST. Se exilió en 1980. Entrevista realizada en octubre de 2011.
490
AGUILERA, José Luis. Matienzo queda en Rosario. Relato, crónicas, poesías. Historias de “Cucaño” y la “Trova Rosarina”, s/e, Bs. As., 2012, p. 11.
241
Una de las agrupaciones que colaboró en ese proceso de difusión fue la Agrupación de Músicos Independientes, o AMI como se la conocería en esos años. AMI era una asociación que vinculaba músicos y artistas en general, creada con el objetivo de aunar esfuerzos, reducir costos y generar propuestas artísticas alternativas a la cultura hegemónica. En palabras de Zapo Aguilera, quien fue su tesorero, era “la manera más eficiente de resistir una política de censura y represión establecida por el régimen militar”491. La idea de generar una especie de cooperativa de artistas locales no era nueva, tenía al menos dos referencias, una contemporánea con MIA, otra anterior AMAdeR492. Pero a diferencia de esta última tanto AMI como MIA se habían constituido en una época difícil y la dictadura vino a imponer otros ritmos a la cooperativa. AMI realizaba sus reuniones en la Asociación Cristiana de Jóvenes donde les “daban espacio para reunirse” y organizar recitales493. AMI fue una experiencia que permitía aunar esfuerzos de los grupos locales que intentaban adentrarse en el circuito del rock en el centro de la ciudad, organizando recitales de diversas bandas, en un contexto fuertemente restrictivo y censor de las actividades y prácticas juveniles. Mas allá de su efímera vida, ya que no cuajó en una experiencia a largo plazo y se disolvió para 1978, AMI permitió tejer una red de vínculos estrecha en torno a artistas de la ciudad vinculados al rock, teatro, la plástica, las letras, es decir derivó en la posibilidad de que el circuito de sociabilidad se estrechara entre los 491
Ibíd. P. 54.
492
El Ateneo de Músicos Amigos de Rosario (AMAdeR) había sido fundada en la ciudad a principios de la década del ’70 como un esfuerzo común de artistas locales para impulsar una cooperativa de músicos. Impulsada por Ricardo Grassi, hizo su primera reunión en mayo de 1973 en el colegio San José y convocó inicialmente a músicos para luego extenderse a artistas plásticos, fotógrafos, etc. Según se señala en Generación subterránea sus volantes señalaban: “Amader es la expresión acabada de un grupo de jóvenes conscientes de la situación espaciotemporal que vivimos y el rol vital que a través de sus múltiples manifestaciones cumple el arte”. AAVV. Generación subterránea… op. cit., p. 45. Amader tuvo una vida efímera y para principios de 1974 la experiencia perdía presencia en el ámbito de la ciudad. A propósito del tema puede consultarse también ARBOLEYA, Sergio. La trova rosarina, Homo Sapiens, Rosario, 1998. En el caso de Músicos Independientes de Argentina, MIA, era una experiencia nacida en 1975, compuesta por varios músicos e impulsada por la familia Vitale, abría un nuevo estilo tanto de cooperación entre artistas como de estética musical, organizaba sus propios conciertos, editaba sus discos en una estrategia construida entre cooperativa musical y labor pedagógica. Ver PUJOL, S. Rock y dictadura, op. cit., p. 31-32, también Mordisco n°4, 1976, p. 10.
493
Sergio Rébori.
242
pares, permitía juntar a gente con las mismas inquietudes, al tiempo que tejía vínculos entre arte y política. Según Lalo de los Santos: “en la AMI aparecieron algunos postulados mejor elaborados intelectualmente gracias a la participación de chicos de la juventud del Partidos Socialista de Trabajadores”494. Otras miradas suponen un análisis distinto. Según Baglietto, “si bien en la AMI nunca vimos a la política como una cosa negra, oscura, tremenda, tampoco fuimos militantes políticos de verdad”. 495 Esos vínculos entre arte y política, ya fueran estrechos o lábiles, sumado a la visibilidad que adquirió la experiencia de AMI el ámbito local la convirtieron en objeto de vigilancia del régimen, sufriendo distintas redadas y culminando con su disolución496. Mientras duró, AMI no sólo logró aglutinar a músicos y artistas de la ciudad sino que se convirtió en el motor principal de la difícil tarea de organizar recitales lejos de las luces de Buenos Aires. El recital era sin duda el templo de la cultura rockera, era el lugar de reunión, de difusión de la música, era también uno de los pocos espacios de reunión de pares, la gestación de un colectivo en dictadura. En palabras de Vila el recital es un nosotros frente a ellos: “de esta forma el movimiento de rock nacional va construyendo los espacios que resguardan la identidad de todo el conjunto de jóvenes que se sienten identificados con él”497. Para las bandas locales, aquellas que sonaban más o menos bien, que podían tener una proyección fuera del espacio local y articularse con otras experiencias que se gestaban en distintos puntos del país y que pocas veces grababan; su circuito de difusión estaba centrado en los recitales. Las salas más importantes para la organización de recitales locales eran la Asociación Cristiana de Jóvenes, donde AMI se reunía, y la sala del sindicato Luz y Fuerza. Cuando eran bandas porteñas las que realizaban los recitales, la sala escogidas debían permitir un mayor número de espectadores, como Fundación Astengo o el Club Sportivo 494
ARBOLEYA, S. La trova…, op. cit., p. 22.
495
Ibíd., p. 23.
496
AGUILERA, J.L. Matienzo…, op. cit., p.55.
497
VILA, P. “Rock nacional…” op. cit, p. 87.
243
América o en ocasiones el teatro La Comedia. Allí habían tocado León Gieco, Nito Mestre y los desconocidos de siempre y La Máquina de hacer Pájaros. Alguna que otra vez también era el escenario perfecto para una banda local: en 1978 se utilizó La Comedia para la proyección del cortometraje de Mario Piazza, Sueños para un oficinista, en esa ocasión Irreal fue la banda sonora en vivo a sala llena, luego partió de gira por varias ciudades del país498. Las presentaciones en recitales incluían varios grupos musicales, aún de géneros diversos: sinfónico, solistas, fusión de rock con otras vertientes musicales, todo se incluía en el mismo espectáculo porque pocos eran los espectadores. Sergio recuerda “había que juntar cuatro o cinco grupos, porque bueno para hacer un número de público, porque te digo, no te iba a ver ni tu vieja”, para las bandas locales lograr un público de doscientas personas implicaba un éxito total. Los espectadores siempre eran músicos de otras bandas, amigos rockeros, todos conocidos. Ir a un recital entonces no implicaba exclusivamente la elección de determinada estética musical, para Sergio: “el hecho era estar ahí, no importaban lo que tocaban. Había que estar ahí, entonces bueno terminabas conociéndote”. En ocasiones se realizaban además los encuentros nacionales de rock del interior que permitían promocionar grupos de otras latitudes y tejer vínculos con ellos. El Tercer Encuentro Nacional del rock del Interior había sumado la participación de bandas como Irreal y El banquete de Rosario, Boreal de Mar del Plata, Fata Morgana de Santa Fe, Redd de Tucumán; Trigémino, Yuelze y Raffo Trio de Buenos Aires499. Pero el rock no se limitaba a los recitales organizados por AMI, a los encuentros nacionales sino que incluía un circuito de espacios locales donde circulaban quienes cultivaban la cultura rockera. A los bares ya señalados por Patricia se sumaban el Saudade, Albatros, La buena Medida, y el café de la Flor. Del bar Saudades que se encontraba en la esquina de Entre Ríos y Santa Fe Aguilera recuerda:
498
AAVV. Generación subterránea, op. cit., p.88.
499
Ibíd., p. 90.
244
“era como una isla del Caribe en medio de un páramo de cemento (…) Allí, todos exhalábamos un tufillo a artistas, vinculados por un código común que nos diferenciaba del resto de los mortales. Éramos jóvenes, estábamos necesitados de acción, de actividades creativas para romper con la oscura rutina que predominaba en el ambiente. El bar era una especie de catedral de nuestros primeros y tibios intentos de organizarnos en ese sentido”500. Esa tónica del Saudades se multiplicaba y reproducía en los bares “under” de la ciudad, la mayoría ubicados en la zona céntrica. Era un circuito menor, sólo para entendidos donde todos aquellos que se sentían cobijados bajo el rótulo del rock (más allá de las diversas vertientes que profesaban) se encontraban, discutían, leían, comentaban, cantaban, organizaban actividades culturales. Patricia recuerda: “Salíamos a los bares, a las 10 de la noche. No tomábamos alcohol, lo que había mucho era arte alternativo, mucho underground”. A veces esos encuentros se trasladaban a las plazas, otro de los lugares de encuentro juveniles, donde al caer la noche se juntaban, “sin la conciencia real de lo que ocurría”, señala Sergio. La plaza Buratovich del barrio Echesortu había sido el primer espacio de reunión del grupo Irreal, o donde se encontraban a comentar el último recital que habían dado501; o como recuerda Sergio, la plaza Pringles que era el punto de encuentro entre los jóvenes rockeros. El rock era definitivamente un espacio de encuentro juvenil y urbano. Y el centro de la ciudad uno de los ámbitos principales de reproducción de la cultura rockera, allí donde las “grandes” bandas locales tocaban, se reunían, organizaban actividades, allí donde se concentraban unas 20 bandas, aquellas que tenían cierto carácter profesional o mejores instrumentos. Sin embargo esa no era la única movida. El semillero de las bandas de rock se encontraba en los barrios donde las pequeñas bandas amateur se reunían como grupo de amigos, creaban su propia banda, “sonaban mal” y circulaban por un circuito menor, el de los 500
AGUILERA, J.L. Matienzo…, op. cit. pp. 53-54.
501
“El humor en los tiempos de plomo”, Rosario12, 19/11/10.
245
clubes barriales y vecinales. Así grupos como Dr. Merengue se presentaban en la vecinal de Barrio La Guardia con sus canciones "Verdugos de ideales", "El blues del odio" y su hit "Curas oligarcas": “-quien los iba a escuchar ahí? Todo el barrio (…) todo, todo el barrio, era una… era como muy loco un grupo de rock, hoy parece lo más normal del mundo pero (no se entiende) de algún modo veían una batería, decían mirá, mirá estos tipos. Éramos malísimos. Venían a tocar e invitábamos grupos… venían grupos del centro. Y hacíamos festivales e iba muchísima gente, muchísima gente (…) no sé por ahí eran unas quinientas personas en una vecinal que explotaba viste. Explotaba” 502. Si el circuito más profesional, el de los mejores compositores e instrumentistas, el de la “verdadera” cultura rockera se desarrollaba en el centro de la ciudad, donde los jóvenes adeptos a la música progresiva confluían, este era sin dudas un circuito menor respecto de aquel generado en los barrios, donde los vecinos y las amistades cumplían las veces de primeros espectadores. Si el primero era un reducto para el desarrollo de posiciones “fundamentalistas”, de privilegiados conocedores del mundo under, el segundo era la cuna de aquellos. En definitiva las bandas de rock más conocidas tenían su génesis en el barrio, con los amigos de toda la vida, o de vez en cuando, entre compañeros del secundario. Si bien el mundo y la cultura rockera se desenvolvía en circuitos locales específicos, gestados entre los barrios y el centro, potenciados en su mayoría por jóvenes que circulaban por esos espacios y que lo constituían en el epicentro de una contracultura, el rock se extendió en ocasiones más allá de esos espacios. La posibilidad de su expansión estaba dada por la incipiente emergencia de un mercado musical articulado con la música progresiva. En Rosario un gran impulsor de eso había sido Poli Román, empresario que potenció bandas locales y que tenía además un programa radial, el Expreso de Poli donde a cuentagotas se reproducía algún disco de música progresiva, algo poco frecuente para la época. 502
Sergio Rébori. Lamentablemente no hay grabaciones ni copias de las letras de esas canciones.
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Marcelo recuerda por qué esperaba con ansias ese programa: “la manera más común de conseguir música en mi adolescencia era tener preparado un casette virgen a las dos de la tarde, hora en que empezaba “El Expreso”. (…) Armar casettes con música para después pasar a amigos, musicalizar asaltos, para escuchar y memorizar las canciones”503. A ello se sumaba la existencia de un mercado discográfico con bandas nacionales e internacionales que entre amigos se circulaban. En esta ocasión la experiencia del rock era más bien acotada a un espacio privado o de sociabilidad entre amigos, en donde escuchar música era desandar un espacio prohibido, un ámbito cuestionado por los adultos, por la sociedad. Como se ha señalado no todo el mundo iba a un recital y no sólo era porque el rock era marginal entre los sectores juveniles sino que como espacio de sociabilidad era poco seguro. Con ese argumento Sergio explica la notoria ausencia de mujeres en la cultura rockera de aquellos años, eran pocas las mujeres que se unían a una banda y mucho menos las que circulaban por el espacio under: “mirá si éramos marginales que hasta en eso éramos marginales, en los recitales no había mujeres, muy pocas. Viste? No era joda (…) a lo mejor cuando venía Serú Giran al principio, así ahí podía haber… pero el rock siempre tuvo una impronta medio machista”. Mas allá de que Sergio –como la mayoría de los rockeros de la época- no recuerde la presencia de mujeres en ese ámbito, es posible pensar que el problema no radica tanto en si las mujeres asistían o no a recitales sino en cómo ellas se apropiaban de un modo distinto de esa cultura. En esta línea, los trabajos que reflexionan en torno a las culturas juveniles femeninas plantean la necesidad de no subordinarlas a una mirada androcéntrica donde sus actividades quedan invisibilizadas y subordinadas a las culturas juveniles masculinas, sino recuperarlas como experiencias diferentes. Retomando los análisis de Mc Robbie y Garner, para Feixa el problema no es tanto la presencia o ausencia de mujeres en culturas juveniles sino: “las formas que interactúan entre ellas y con otros sectores para negociar un espacio propio 503
AAVV. Generación…, op. cit., p. 116.
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articulando formas culturales, respuestas y resistencias específicas”504. Desde esta perspectiva es posible recuperar los modos diferentes en que las mujeres participaron y se apropiaron de la cultura del rock y lo que significó esa experiencia en sus vidas. Patricia recuerda su paso por la movida under de la ciudad desde un lugar diferente a la explicitada por Sergio, ella se concebía como artista plástica y la cultura del rock también era su espacio de sociabilidad: “Me he visto cobrando entradas en los recitales de… Baglietto, de onda, así que sé yo, porque era… él es mi amigo, los de la banda eran mis amigos, los que íbamos a escucharlos éramos… éramos todos amigos. Todos nos cruzábamos, todo el tiempo y entonces todos nos ayudábamos y yo ya en ese momento también había empezado a hacer una muestra, escribía poesía y siempre había alguno que ayudaba para montar una muestra, leía poesía en público, era una caradura total,… éramos unos caraduras total, nos creíamos unos artistas bárbaros”505.
En esa misma línea puede señalarse la participación de las mujeres en las revistas alternativas, publicando escritos propios, realizando notas de opinión. Si bien las revistas alternativas que rodearon la cultura del rock y de los recitales tuvieron su más amplia difusión a partir de la década del ’80, sus inicios confluyeron con las experiencias del rock506. En Rosario muchas de estas revistas estaban vinculadas exclusivamente al mundo de la música progresiva como Rocksario, pero otras intentaban articular ese con otros espacios de la cultura como por ejemplo Acuarela, Sigma, Desde la Jaula, esta última una experiencia muy particular, una realización íntegramente diseñada y editada por jóvenes mujeres estudiantes del Normal 1. Por otra parte la apropiación y el consumo del
504
FEIXA, Carlos. “De las culturas juveniles al estilo”, Nueva Antropología, vol. 15, n°50, 1996, p. 77. Disponible en www.redalyc.org [última consulta 10/05/13] 505
Patricia M.
506
Sobre las revistas alternativas ver MARGIOLAKIS, Evangelina. “Revistas subterráneas en la última dictadura militar argentina: la cultura en los márgenes”, en ANPHLAC, n° 10, 2011. Disponible en http://revista.anphlac.org.br [última consulta 13/04/13]
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rock como género musical no sólo se construía desde los recitales sino en la relación con amigos y amigas. En esa línea Silvia recuerda: “Así como me pasó a mi supongo que le habrá pasado a otras personas que buscabas esos escondites o esas rendijas de libertad, yo pienso que sí. Por ejemplo para mí, uno de los recuerdos más sueltos que tengo es haber ido a escuchar música a la casa de X [compañero de escuela], y ver todos esos discos, eso era… (…) y para mí que él me haya hecho escuchar Génesis, o Jetrho Tull, o ese del reloj… como se llamaba, el de the Wall, Pink Floyd, para mí era eso un espacio diferente. Todo lo contrario después a lo que te estaba pasando”507.
El mundo del rock, fuera apropiado desde un recital, la radio o un disco era un espacio intermitente de encuentro de un sector de jóvenes varones y mujeres que veían a ese como un espacio de libertad, como un respiro de su vida. Era además un lugar de encuentro con los que sentían y vivían esos años como “uno”, era la posibilidad de gestar un espacio colectivo, contenedor de un nosotros. Era un espacio donde podías saber algo más o al menos intuirlo a través de las revistas under o alternativas, de las razzias, de los comentarios de los amigos, donde se producía la circulación de información sesgada, donde aun cuando se hablara poco se concebía la sensación de una historia compartida. En este punto debemos interrogarnos respecto de cómo caracterizar esa cultura y experiencias del rock que se mantuvieron e incluso se consolidaron en esos primeros años de dictadura. Para algunos autores el rock fue un movimiento juvenil masivo que logró expresar el sentir de una generación carente de otras formas de expresión508, para otros el rock fue una cultura de la resistencia en dictadura509, pero no fue un fenómeno masivo al menos hasta después de la guerra de Malvinas. Asimismo aun cuando las bandas fueron controladas y las letras censuradas, lo cierto es que no era un espacio politizado, esto como señala
507
Silvia C.
508
VILA, P. “El rock nacional…”, op. cit., p. 145.
509
Imagen de resistencia construida a posteriori puede observarse en trabajos como BERTI, E. Rockología…, op. cit.
249
Pujol no es un déficit sino parte de su configuración510. Sin embargo, el rock fue un territorio juvenil que discurrió por lo general en carriles diferentes al discurso y las estrategias de la dictadura, siendo mucho más que una molestia para las intenciones del régimen de construir determinada estética y cultura juvenil. Fue para muchos un aire de libertad menor, un respiro, el cuestionamiento al orden estatuido y al mundo adulto, un reclamo generacional a la imagen hegemónica del deber ser del joven de aquellos años. Para Pujol el problema más significativo de la experiencia del rock fue su autismo: “Si bien había una idea de cultura joven que trascendía la materia musical, no era tan seguro que con esa idea pudiera articularse algún proyecto con el resto de los actores de la época. En este sentido el rock nacional era contestatario pero un tanto soliptista. Convocador y a la vez solitario. Gregario y tribal”511. En el caso de Rosario, sin embargo, la experiencia tuvo varias particularidades, el rock tenía ciertas características colectivas que en el ámbito porteño parecieran ser menos frecuentes, caracterizada en los primeros años a través de la emergencia de asociaciones como AMI cuyo objetivo no sólo implicaba construir puentes entre los músicos sino reconfigurar la cultura de rock en forma articulada con otras expresiones artísticas alternativas. Ello no siempre era una instancia consciente, sin embargo el circuito de la cultura under permitía aunar experiencias, hacer amigos que se desarrollaban en ámbitos diversos. En ese sentido los rockeros se vincularon con otros espacios creativos, también colectivos, de supervivencia, de respiro, que se gestaron en la ciudad como fueron por ejemplo la experiencia de teatro convocada en torno al grupo Discepolín o aquellas vinculadas al grupo de arte experimental Cucaño. Estos vínculos que fueron gestándose entre pares, en los encuentros, en las discusiones, se verificaron más claramente hacia inicios de la década del ’80, donde un nuevo contexto viabilizaba canales de expresión de la inconformidad y el descontento respecto de la sociedad y el régimen. Sobre ello volveremos en el último capítulo.
510
PUJOL, S. “El que no salta es un militar…, op. cit, p. 226.
511
PUJOL, S. Rock y dictadura..., op. cit. p. 168.
250
Asimismo el mundo del rock si bien no tuvo un proceso de politización fuerte, siguiendo los parámetros del rock en el resto del país, tuvo ciertas improntas políticas que, reconocidas o no, marcaron una vigilancia estricta sobre las reuniones, los recitales organizados y sobre algunas personas específicas. Si el espacio público asociado al mundo joven era vigilado, aquel que recorrían los rockeros lo era mucho más. El control y el disciplinamiento sobre los espacios de sociabilidad juveniles El control sobre los lugares bailables, las peñas, los recitales de rock, las películas, el teatro, los libros y las revistas se redimensionaron luego de 1976. Esto no quiere decir, como ya hemos visto, que los jóvenes no tuvieron espacios de sociabilidad, encuentros con amigos, salidas diurnas y nocturnas sino que ellas estaban bajo la mirada vigilante de un conjunto de organismos gubernamentales e instituciones que en forma conjunta y articulada se encargaron de señalar aquello considerado aceptable. Apenas iniciada la dictadura se constituyó en la ciudad una nueva Comisión Calificadora de Espectáculos Públicos e Impresos Literarios. Si bien en Rosario la Comisión existía desde el decreto 23582 del año 1959; esta había tenido algunas modificaciones a lo largo de esos años512. Por eso cuatro días después del golpe de estado de 1976 el nuevo interventor dejó sin efecto las últimas ordenanzas y mediante decreto municipal constituyó una nueva Comisión que se rigió por las disposiciones generales de aquel decreto del año ‘59. La regresión a dicha normativa no era casual, en ella se insistía sobre el control del espacio público y las publicaciones en tanto: “no resulta lógico que la Comuna, haga valer su poder de policía, calificando, prohibiendo, etc. aquellas películas cinematográficas o representaciones teatrales que, a su entender no resultan aconsejables para la moral de quienes por su edad, sexo, condición social, etc. aún no poseen firmemente desarrollado el intelecto y su real concepto y claro distingo entre el bien y el mal y deje librado al
512
Por ejemplo el decreto 1934/73.
251
libre albedrío de los distribuidores e impresores las publicaciones literarias, si ningún control que tienda a preservar, en la misma medida que las funciones premencionadas, la moral y las buenas costumbres”513.
Así el control sobre el espacio público en 1976 seguía los lineamientos de las medidas tomadas casi dos décadas antes donde las películas y obras teatrales debían ser evaluadas en una gama correspondiente a seis calificaciones que iban desde la difusión sin restricciones hasta la prohibición completa. Para el caso de las “impresiones literarias” (que incluían revistas, fotos y avisos publicitarios) podían catalogarse en: exhibición limitada, inmoral e inmoral y presuntamente obsceno. La diferencia más radical entre la primera normativa y aquella instalada en 1976 refería a los integrantes de la Comisión. En 1959 la Comisión estaba compuesta por el Secretario de Gobierno, Cultura y Asistencia social y un representante de cada una de las siguientes áreas: del Juzgado de Menores, de la Agrupación de Cronistas teatrales y cinematográficos, de la 3° Sección Escolar, de Profesores Secundarios, un representante de los cines Clubes y dos por el Concejo deliberante (uno por minoría y otro por mayoría). En 1976 la compusieron un representante por la secretaria de Gobierno de la Municipalidad, uno del Juzgado de Menores de la ciudad de Rosario, uno por la Liga de Madres de Familia y otro de la Liga de la Decencia514. La comisión como vemos no fue un organismo gubernamental gestionado solo por funcionarios de facto sino que en su seno se articulaban y colaboraban un conjunto de instituciones de raigambre conservadora y clerical que llevaban adelante una cruzada por la moral desde tiempo atrás pero que en la coyuntura acompañaban la dictadura militar. En esa línea podemos entender la participación
513
Decreto 2382, 1959. El subrayado es mío. Interesante consignar el temor que ya no por edad sino también por sexo o condición social pudiesen tener menos desarrollado el intelecto para discernir entre bien y mal tal como reza la ordenanza.
514
Ver decreto 53874/76. El 14 de abril ya estaba conformada la nueva Comisión con sus titulares: Rodolfo Páez (por el departamento ejecutivo municipal), Dra. Nelly Penares (Juzgado de Menores), Nélida Boglione de Marchiori (Liga de Madres de Familia) y el escribano Eugenio Giolito (Liga de la Decencia). Decreto s/n, 14 de abril de 1976. Pp. 129-130.
252
tanto de la Liga de Madres de Familia515 como la Liga de la Decencia. Esta última sin duda tuvo una actuación importante durante la última dictadura militar en la ciudad de Rosario. Creada en julio de 1963 y dirigida por el contador Pedro García promovió durante su existencia un discurso moralista y fuertemente conservador, que comenzó a declinar en 1984. Para los años de la dictadura varias instituciones eran miembros activos de la Liga: Iglesia católica, Iglesia Evangélica Metodista, Iglesia Ortodoxa, cruz Roja Argentina, liga de Madres de Familia, Asociación empleadas católicas, Federación Femenina Evangélica Metodista, asociación Ortodoxa Argentina, Club Social argentino Sirio, movimiento Familiar Cristiano, Asociación Mujeres de Acción Católica516. Si bien la institución tejía sus redes de relaciones a nivel local tuvo también corresponsalías y filiales fuera de la ciudad: Buenos Aires, San Luis, Capitán Bermúdez, Villa Constitución, San Francisco (Córdoba) y Salta. Tanto la Liga de la Decencia como la Liga de Madres tuvieron cierto peso en la sociedad construido a través de un discurso que buscaba alertar a la población sobre los vicios, las malas costumbre y el peligro que acechaba a la moral; pero fue su inclusión como parte de la comisión aquello que logró su injerencia efectiva sobre estas cuestiones. Durante el período 1974/1979 la actividad de la Comisión fue profusa respecto de las publicaciones controladas: Años
74
Impresos literarios controlados (libros, 102 revistas)
75
76
77
78
69
89
253
294
79 244
Otros materiales controlados (fotos, 12000 8250 7800 12600 12676 7140 posters, avisos) Fuente: Anuario estadístico. 1980
515
La Liga de Madres de Familia, una institución vinculada a la Iglesia Católica, había surgido a nivel nacional en 1945 y se instalaría en Rosario en 1953 gracias a las iniciativas del por entonces cardenal Antonio Caggiano.
516
Además adherían: Club deF, Caritas, Ejército de Salvación, Círculo de Obreros Católicos, entre otros.
253
Si bien los datos reseñados nos permiten señalar que hubo un control constante sobre las publicaciones entre 1974 y 1979, cabe destacar el aumento significativo respecto de los libros y revistas que circulaban por la ciudad517. Más allá de la revisión de material bibliográfico la tarea más ardua de la Comisión refería al control sobre los locales habilitados para el esparcimiento. Aun cuando no contamos con datos para todo el período, aquellos referidos a 1980 son indicativos. Para ese año se habían habilitado 120 locales como Bailes con una asistencia de 365.962 personas; como confiterías bailables 25 y 246.369 asistentes, 20 cinematógrafos con más de 2.000.000 de personas y 20 teatros con 106.885 asistentes518. El cine era efectivamente el más populoso de los divertimentos, sin embargo debemos tener en cuenta las particularidades de sus habitués donde podían asistir personas de todas las edades y de allí su diferencia significativa con el teatro, los bailes y las confiterías. Más allá de eso lo que nos señalan estas cifras es que los espectáculos no dejaron de existir durante la dictadura. En todo caso lo que caracterizó al período fue tanto el control sobre los asistentes como la censura sobre las publicaciones, obras teatrales, recitales y películas difundidas fundamentadas en el resguardo de la moral y el decoro519. Asimismo a las disposiciones ya vigentes respecto de los bares, cines y teatros debieron sumarse en 1979 los decretos que regulaban los llamados Salones de Entretenimiento. Con este término se incluían aquellos locales que tenían desde el “metegol” hasta los primeros juegos electrónicos de la época. Si bien parte de la
517
Lamentablemente el anuario no referencia qué significa exactamente el control, si simplemente da cuenta de la cantidad de material revisado sin discriminar entre aceptados y rechazados o bien responde al número de publicaciones no aprobadas por la “inspección” de la comisión.
518
Anuario estadístico, Rosario, 1980. p. 40.
519
La Comisión de espectáculos públicos tal como fuera reformulada en 1976 se mantuvo durante toda la gestión de Cristiani siendo modificada durante la gestión del intendente civil de facto, Alberto Natale cuando asumieron nuevos representantes y se incorporaron además uno por los cine clubes y otro por SADE, en esa ocasión si bien la Liga de Madres mantuvo su representación, no así el representante que otrora tuviera al Liga de la Decencia. Esta nueva conformación no significó necesariamente un coto a la censura existente, sino que adquirió nuevas estrategias como la utilización por parte de la Liga de la Decencia de instancias judiciales para limitar la difusión de algunos films. Ver “A la censura la cosa se le pone peluda”, Risario, n° 5, marzo 1982 y “El ángel exterminador”, Risario, n° 6 abril/mayo 1982.
254
sociedad consideraba los juegos como algo pernicioso520, el intendente de facto Cristiani, decretó la admisión de menores de 18 años en un horario restringido521. Los recitales fueron otro de los espacios juveniles que concitó la vigilancia constante desde las diversas dependencias. Ese control estaba construido sobre una amplia gama de acciones burocráticas que limitaban las posibilidades de realización de eventos y que iban desde los permisos habilitantes para hacer recitales hasta la confección de fichas con las letras difundidas por las bandas para que fueran aceptadas por los organismos de censura. Todo debía pasar por el tamiz de las autoridades. La imposibilidad de escapar a todas estas exigencias implicó, como señala Pujol, la necesidad de negociar con quienes controlaban el espacio público522, al tiempo que constituía un grado de exposición significativa frente a un régimen que, en general, consideraba al rock y lo asociado a él como una cultura joven perniciosa. Ahora bien si fue el gobierno de facto aquel que inmediatamente puso en marcha los mecanismos para un mayor control de los ámbitos de sociabilidad juveniles de la ciudad, no podemos dejar de mencionar que parte de la sociedad acompañaba esa premisa. No es casual que en los primeros meses de la dictadura el diario de mayor circulación de la ciudad publicara sendas notas respecto de la necesidad de un mayor control respecto de “la noche” y los jóvenes. En junio de 1976 La Capital aplaudía las manifestaciones del gobernador de facto Jorge Aníbal Desimone “sobre la necesidad de encarar un campaña de moralidad pública en lugares de diversión, en la que tendrán que intervenir –dijo- Las municipalidades con los organismos respectivos”523, y en notas sucesivas instaba a multiplicar las
520
Así, numerosas notas fueron publicadas en La Capital al respecto. “Menores y salas de juegos electrónicos”, LC, 13/07/79, p. 5. “Las salas de juegos electrónicos veladas a menores de 16 años”, LC, 03/08/79, p. 13. 521
Dicha medida fue modificada por ordenanza 2921 durante la gestión de facto de Natale, mediante la cual se prohibió la entrada a menores de 18 años.
522
PUJOL, S. “El que no salta…”, op. cit. p. 224
523
“En la lucha contra la inmoralidad”, LC, 11/06/76, p. 14.
255
vigilancia activa de los jóvenes a través de las instancias municipales524. Asimismo en una carta de lectores del año siguiente se mencionaba que a pesar de las leyes establecidas que prohibían la entrada de menores a locales nocturnos estas eran transgredidas. El autor de la carta daba la dirección de un local donde ello ocurría y señalaba: “Deseo a través de este medio alertar a las autoridades para que extremen la vigilancia en esos lugares, haciendo imposible la permanencia de menores en los mismos. La salud moral de la ciudad así lo exige”525. Los discursos emanados desde diferentes esferas de la sociedad y la política gestada desde el ámbito municipal, provincial y nacional se articulaban permitiendo construir un objetivo común, la necesidad de resguardar a los jóvenes en general (y a los menores en particular) frente al vicio y las inmoralidades. En la tarea del control sobre el espacio público no sólo era imperativo el funcionamiento de normativas y organismos encargados de la verificación de las publicaciones, la habilitación de locales bailables y de entretenimiento y la mirada vigilante de la sociedad. A ello se sumaba un amplio número dependencias municipales y provinciales como la sección Moralidad Pública526 o la división de Asuntos Juveniles de la Policía de la provincia de Santa Fe dependiente del departamento de operaciones policiales527 que funcionaban junto a la normativa vigente como instrumentos aceitados del disciplinamiento en el espacio público y del control efectivo sobre las personas.
524
“Los delitos y sus refugios nocturnos”, LC, 18/06/76, P. 14; “Cuando la inmoralidad se disfraza de recreación”, LC, 20/06/76, P. 27.
525
“Menores”, LC, 27/06/77, p. 4.
526
La sección moralidad Pública que tenía ya varias décadas de historia en la provincia encargada mayormente de las razzias, el control de las llamadas whisquerías y del ejercicio de la prostitución. Más allá de los cambios se mantuvo como división policial hasta el año 2004 cuando fue desmantelada luego de ser vinculada al asesinato de Sandra Cabrera, presidenta de AMMAR (Asociación de Mujeres Meretrices de Rosario).
527
El departamento de operaciones policiales tiene a su cargo las funciones de “planeamiento, organización, ejecución, control y coordinación de las operaciones policiales, de seguridad y los servicios auxiliares y complementarios de la misma, incluidos el tránsito, bomberos y de protección de menores”. Ver art. 48, Ley Orgánica de la Policía provincial n° 7395 de Julio de 1975. Dicha Ley sigue vigente. Para un análisis de las prácticas policiales actuales de este organismo ver MONTERO, Augusto “Niñez, exclusión social y “propiedad policial” en la ciudad de Santa Fe”. s/f. Disponible en http://www.santafe.gov.ar [última consulta 10/05/13]
256
Tanto Moralidad Pública como Asuntos Juveniles eran instancias policiales encargadas del llamado orden público y podían realizar detención de personas por averiguación de antecedentes. Durante la dictadura estaban encargadas de la realización de razzias, en general sucedidas en los bares, recitales y boliches nocturnos. No eran las únicas instancias, en ocasiones el comando radioeléctrico participaba de ellas. El número de detenidos se aproximaba generalmente a las cien o más personas528, entre ellos menores de edad: “Casi tres centenares de personas fueron detenidas en una impresionante redada practicada anoche y esta madrugada por la policía local de distintos lugares de esparcimientos como whisquerías, peñas, bares e incluso en la vía pública. La espectacular razzia tuvo mayor incidencia en la zona céntrica pero tampoco escaparon al celoso despliegue de los efectivos del orden algunos barrios. (…) El balance que dejó la redada de acuerdo a la información obtenida por la Tribuna en carácter oficial, es el siguiente: la comisaría 1°: detuvieron 29 hombre y 13 mujeres mayores, 7 menores (de 16 y 17 años). (…) Comisaría 2°: detuvieron 60 hombres y 27 mujeres mayores, 7 menores (de 15 a 17 años), seis actas labradas por infracción al artículo 73 del código de falta (vagancia). Comisaría 3°: en este caso la razzia – 12 agentes en cuatro vehículos, bajo el mando del comisario Manuel Domingo Curbelo - inspeccionaron nada menos que 20 locales nocturnos uno de los cuales fue clausurado. Detenidos: 45 hombres y 24 mujeres mayores, y 28 menores (de 14 a 17 años), dos de ellos homosexuales. Orden Público: detenidos: 61 personas de uno y otro sexo mayores.”529
Un número creciente de las personas detenidas en esos casos eran jóvenes. El propósito de tales acciones tenía varios sentidos pero en principio estaba sustentado en la restauración de los valores “occidentales y cristianos” supuestamente perdidos y esgrimidos como pilares del PRN. El objetivo era además controlar el espacio urbano donde se desarrollaban las prácticas de sociabilidad. Así la vigilancia sobre los espacios de sociabilidad nocturnos y su 528
Según informes de los periódicos locales en los primeros meses del gobierno militar se llevaron a cabo una gran cantidad de razzias con número de detenidos por averiguación de antecedentes variable pero llegando en un caso a cerca de 700 personas. 529
“Razzias”, LT, 22/05/76.
257
asociación como lugares de jóvenes permite pensar que las medidas tendientes a controlarlos se manifestaba como un modo expreso de disciplinamiento sobre ellos, percibidos como carentes de discernimiento y propensos a los peligros de la ‘inmoralidad’. Asimismo constituye un mecanismo que define y marca la divisoria entre ‘lo permitido’ y ‘lo no aceptable’ en el marco del PRN. Aunque las razzias como medida de disciplinamiento y control no se iniciaron con el golpe y podemos encontrarlas en años previos, es posible pensar que en el marco de la dictadura cobraron un significativo lugar. Si bien la realización de razzias no impidió a los jóvenes varones y las mujeres salir a bailar o ir a un recital sin duda condicionó la práctica. Alejandro recuerda las recomendaciones de su madre imprescindibles para la salida de un sábado por la noche: “Como generación era normal que tu vieja, cuando vos salías, llevá llaves, pañuelo y documento y vos llevabas pañuelo, llave y documento y terminabas preso igual. Y entonces tenías que… no había ni teléfono (…) entonces yo decía creo que vamos a bailar por estos dos o tres boliches. Para que mi viejo sepa a qué seccional me tenía que ir a buscar”530. Beatriz por su parte recuerda dos razzias de las que fue testigo. En ellas se llevaban sólo a varones: “Era en un baile, de los pocos bailes que yo fui, que prenden las luces, en determinado momento así como que se corta la música y se prenden las luces y entran vestidos de verde y armados y a las chicas nos hacen salir a la calle y a los varones adentro al que no tenía documento se los llevaron (…) Y eso sí que no me gustó…”531. Por su parte ser llevado por la policía no siempre implicaba una sensación de miedo. Alejandro que vivió varias recuerda: “En realidad duraban poco tiempo, estabas una hora dos horas en cana y después… y eran multitudinarias. Eran carros enteros de chicas y de chicos, terminábamos cantando adentro de la comisaría”. Sergio recuerda que ir a un recital de rock especialmente -de las 530
Alejandro P.
531
Su otro recuerdo fue en el marco del festejo del día del amigo cuando caminando por la calle peatonal los detuvieron para pedirles documentos y se llevaron a algunos compañeros.
258
bandas porteñas más reconocidas- significaba una entrada obligada a la comisaría: “de hecho nosotros íbamos a… las razzias… bueno era como una salida más porque era salir, ir a un recital y después ir en cana (…) un colectivo cortada Ricardone, otro por Mitre, salías del recital e ibas en cana, no había una alternativa, de decir bueno separémonos. Todos los que estábamos, trescientos, cuatrocientos tipos (porque era ese número el que se manejaba), después nos encontrábamos todos en la comisaría, contábamos el recital, pasábamos al noche ahí, porque era así…”532
Para Beatriz que se llevaran a sus amigos tampoco generaba preocupación: “Que sé yo era esto... Había que tener documento como… no sé. No sé qué pensaba yo, nada. Me hinchó las bolas, por supuesto que me hinchó las bolas pero no es que uno pensaba esto es represión, esto es terrorismo de estado, esto es control, esto es… -no te daba miedo? - No. Y además había algo así que por ahí te llevaban presa pero si vos no estabas metida en nada…, no pasaba nada. Eso era. El que no tenía una cosa así de qué se yo militancia, no sé cómo la habré llamado en esa época pero bueno me acuerdo de esta cosa de que sí, que los peligrosos eran los que iban a los barrios. Eso hacía la gente que se los llevaban (…) Yo por lo menos no lo viví con miedo”533.
En general las razzias no fueron vividas con miedo o temor ni por los jóvenes ni por los padres. Tampoco por la sociedad. En el año 1981 La Capital señalaba en una pequeña nota que en una razzia habían sido detenidos varios jóvenes varones y mujeres que fueron llevados a la comisaría “en procesión” a pie por las calles céntricas de la ciudad. La revista Risario recuperaba esa nota para parodiar las acciones de control sobre los esparcimientos juveniles534. En ninguno de los medios las razzias generaron preocupación.
532
Sergio Rébori.
533
Beatriz A.
534
Ver “Plan para la erradicación de los adolescentes rosarinos”, Risario, n° 3, 1981.
259
Sin embargo y a pesar de ello en ocasiones ser detenido en una razzia ameritaba un temor mayor. Alejandro recuerda una ocasión en particular: “Pero una de las más feas, recuerdo fue… en la Jefatura y estábamos arriba del Pozo, ahí estábamos pero éramos doscientos, todos pendejos. Y vos ahí ya no te daba ganas de hacer chistes ni de cantar, porque la… no sabías que ahí funcionaba lo que funcionaba, ni por ahí sabías, pero ese edificio era intimidador”535. La anécdota de Alejandro no es casual. Si bien las razzias implicaban en sí la averiguación de antecedentes y que tus padres fuesen a buscarte a una comisaría, en ocasiones estas se articulaban con los operativos antisubversivos. En una nota de La Tribuna se señalaba: “Los procedimientos antisubversivos van acompañados así mismo de "razzias" en diversos lugares en especial nocturnos y sectores céntricos de la ciudad, que han permitido la detención de diversas personas con pedido de captura por delitos comunes. También se tuvo conocimiento que uno de esos procedimientos se realizó en la Peña Folclórica "Casa Pueblo", ubicada en Moreno y Catamarca donde penetraron fuerzas policiales, igual actitud se tomó con un local utilizado como depósito por una firma dedicada a la venta de artículos de electricidad.”536
La realización conjunta de ambas se constituye en una estrategia que ayuda a dimensionar el accionar represivo y de disciplinamiento social en el marco de la dictadura. La acción moralizadora como tendía a llamarse a los operativos de detención por averiguación de antecedentes, configuraba así un modo de control sobre aquellos sujetos asociados desde el imaginario y discurso militar y social de esos años respecto de los vicios y malas costumbres. Asimismo es posible pensar que desde sus prácticas, el gobierno militar construía una relación de desplazamiento metonímico entre la subversión, la nocturnidad, las malas costumbres537 y jóvenes. Aun cuando no existe un paralelismo tan evidente entre
535
El entrevistado se refiere con el Pozo al servicio de Informaciones. Sobre los centros clandestinos de detención en la zona. Ver Águila, G. Dictadura…, op. cit., p. 85 y ss.
536
LT, 5/05/76
537
Si bien no corresponde en este trabajo analizar qué se entendía por vicios y malas costumbres, considero que un análisis de ello ayudaría a configurar aún más el imaginario respecto de la lógica
260
noche, jóvenes y subversión, esta se presentaba tangencialmente a partir de la relación establecida en ocasiones entre las detenciones masivas y los operativos antisubversivos. En el caso de la cultura del rock y los ámbitos de sociabilidad nocturnos las estrategias disciplinarias y las lógicas represivas parecieron converger en determinadas ocasiones, construyendo un marco de vigilancia que articulaba prácticas públicas, manifiestas, legales y aceptadas con otras más clandestinas. Sergio recuerda que en las reuniones para la organización de recitales realizadas en la Asociación Cristiana de Jóvenes: “veías que había gente que no era del palo, que venía de chalequito, con un pañuelito, pelo largo, anteojitos. Vos hablabas dos palabras y decías este tipo es algo raro, este tipo es de otro lado”538, era según sus palabras un “infiltrado”. Los controles burocráticos, la censura, las razzias, la averiguación de antecedentes, los infiltrados construían un marco que en ocasiones
permitía
confluir
en
la
articulación
del
binomio
disciplinamiento/represión, al menos cuando los encargados del control veían en esa experiencia aditamentos políticos. Ejemplo de ello fue sin duda la disolución de AMI producida luego de la redada realizada en una de sus reuniones organizativas. También la experiencia de Irreal daba cuenta de ello. En 1980 luego de una gira donde habían sonado algunas de las canciones más fuertes como Cucarachas para el desayuno o la obra “1492 o alguno de estos días” el grupo se disolvió. El motivo, la citación de uno de sus músicos, Beto Corradini, por la SIDE quien al presentarse recibió la sentencia -con arma incluida-: “Irreal fue irreal, no pueden seguir tocando”539.
binaria del discurso militar, entre aquello que consideraban ‘aceptable’ socialmente y aquello que debía ‘reprimirse’. 538
Sergio Rébori.
539
AAVV. Generación…, op. cit. p. 94.
261
Capítulo 7 Militancia y participación política juvenil en dictadura. De la “apoliticidad” de los primeros años a la movilización pos Malvinas Como hemos señalado en páginas anteriores uno de los objetivos centrales del PRN fue despolitizar a la sociedad. Si aquello que los militares habían advertido en la etapa previa era no sólo la lucha armada como estrategia política sino un marco de movilización y politización permanente de distintos sectores, el golpe de estado buscaba instaurar una reconfiguración de las relaciones entre sociedad y política. En ese marco ya hemos señalado algunos aspectos referidos a las estrategias desarrolladas por el gobierno de facto que buscaron despolitizar los espacios institucionales vinculados a los jóvenes. Es decir que hemos dirigido nuestra mirada esencialmente a los modos que adquirieron tales estrategias en los claustros universitarios y en las escuelas medias de la ciudad. Sin embargo ello nada nos dice respecto de las prácticas políticas de los jóvenes en aquellos años. En este capítulo nos detendremos a profundizar respecto de las experiencias políticas de jóvenes en el marco de la dictadura, entendiendo que ellas no fueron completamente quebradas sino que, en ocasiones, pervivió modificando significativamente sus modos. Asimismo la militancia política en dictadura tuvo sus vaivenes signados en parte por los momentos de fuerte represión y disciplinamiento social de los primeros años que se diferenciaron de aquellos en los cuales régimen entraba en crisis, o mas aún luego de la derrota de Malvinas, momento de fuerte politización de los sectores juveniles. El capítulo no pretende ser un análisis exhaustivo de las prácticas políticas juveniles en aquellos años sino que busca abrir algunas líneas de indagación a partir de experiencias específicas de militancia política. Para ello analizaremos inicialmente las relaciones entre partidos políticos y dictadura para luego 262
detenernos específicamente en las experiencias militantes sin agotar, insistimos en ello, el estudio sobre las diversas vivencias que se suscitaron en aquellos años. La preocupación central que este capítulo pretende introducir refiere a la necesidad de pensar las prácticas políticas juveniles en un marco micro que nos permita redefinir el sentido que adquirieron en aquellos años. Asimismo consideramos que su pervivencia fue una correa de transmisión necesaria de prácticas políticas a subgeneraciones de jóvenes que se politizaron en los años posteriores a la guerra de Malvinas. Los partidos políticos en la dictadura Como sabemos una de las primeras medidas tomadas por las Fuerzas Armadas fue la suspensión de los partidos políticos y de toda actividad partidaria, complementada en junio con otras leyes que implicaron la disolución de diversas agrupaciones y partidos políticos de izquierda. Esta normativa fue ambigua ya que permitía formalmente la existencia de algunos partidos, la permanencia de sus locales, la vida administrativa e incluso el mantenimiento de las dirigencias540 al tiempo que se planteaba el cercenamiento de toda actividad política y se disolvían otros. Para Yannuzzi, las leyes dictadas en esos primeros meses señalaban la falta de proyecto único y común en las Fuerzas Armadas respecto de los partidos políticos. A pesar de ello, la autora señala que coincidían en el diagnóstico: no debían repetirse los errores del pasado541. Para los militares que realizaron el golpe, el error del onganiato radicaba especialmente en la prohibición de la actividad política. En su diagnóstico, ello habría sido uno de los factores centrales en el incremento de la violencia política. La suspensión impuesta desde 1976 venía a generar un marco menos definido y más ambiguo, favoreciendo el accionar de las Fuerzas Armadas y abriendo las esperanzas partidarias respecto de la posible salida democrática. Por su parte, la dirigencia política de los partidos tradicionales 540
De hecho iban a ser ratificadas en sus puestos por decreto gubernamental al año siguiente.
541
YANNUZZI, María de los Ángeles, Política y dictadura, op. cit., p. 68.
263
no sólo aceptó la suspensión sino que además contribuyó a generar el impasse542 que produjo el golpe de estado y las leyes decretadas. Si la suspensión fue una de las particularidades que introdujo esta dictadura, la otra fue sin dudas la aceptación del PCA como partido político legal. Para Gilbert influyó en ese proceso el análisis de los generales Dalla Tea y Flouret, encargados del “plan político de los militares”. Ambos consideraban al PCA como un partido no subversivo y poco importante, cuya legalización permitía “que la juventud que estuviera insatisfecha se canalizara a través del partido de izquierda y no por la acción violenta”543. Al respecto Hugo Quiroga señala que entre las motivaciones del régimen para su legalización deben considerarse como elementos explicativos, la aceptación del PCA como partido parlamentario y los vínculos económicos del país con la Unión Soviética. Para el autor ese también es uno de los elementos explicativos de por qué el PCA dio su apoyo a la dictadura. Pero añade además la búsqueda de un vínculo con
las Fuerzas Armadas como uno de los núcleos
centrales en su línea programática544, hecho que derivó en el apoyo al sector que consideraban el ala moderada del régimen. Siguiendo ese planteo otros autores han intentado marcar el derrotero del PCA entendiendo que para comprender su discurso de convergencia cívico militar en los años de la dictadura es necesario rever la lectura que tenía respecto de la coyuntura del golpe y el rol de las Fuerzas Armadas así como su posicionamiento sobre las organizaciones político militares545. Gabriela Águila señala que la legalidad del PCA le permitió transitar
542
Según Yannuzzi, Balbín había enviado una carta personal a los presidentes de distrito y dirigentes políticos donde se señalaba que se abría un lapso prudencial de suspensión de las actividades políticas. YANNUZZI, María de los Ángeles. Los años oscuros del Proceso, UNR editora, Rosario, 1991, p. 30. 543
GILBERT, I. La Fede… op. cit., pp. 620 y 621
544
QUIROGA, H, El tiempo del Proceso… op.cit., p. 87.
545
AGUILA, G. “El partido Comunista Argentino…” op. cit.. CASOLA, Natalia. “El partido Comunista argentino op. cit. También CERNADAS, Jorge y Horacio TARCUS. “Las izquierdas argentinas y el golpe del 24 de marzo de 1976. Una selección documental”, en Políticas de la Memoria, n° 6 y 7, 2006/2007.
264
ese período con menos dificultades que el resto de los partidos de izquierda, todos ellos disueltos luego de junio del ’76546. Recordemos que las leyes 23122 y 23135 declaraban ilegales y disueltas a la Juventud Peronista, Juventud Trabajadora Peronista, Juventud Universitaria Peronista, Juventud Guevarista, Tendencia Estudiantil Revolucionaria por el Socialismo, Frente Antimperialista por el Socialismo, el Partido Obrero, Partido Comunista Revolucionario, el Partido Socialista de los Trabajadores, Vanguardia Comunista, el Movimiento de Orientación Reformista, Juventudes Políticas Argentinas, Frente Estudiantil Nacionalista, Comisión de Familiares de Presos Políticos, Estudiantiles y Gremiales, entre otras. Las leyes como vemos alcanzaron a un amplio espectro de partidos políticos de izquierda así como organizaciones de fuerte inserción en el ámbito educativo y gremial.
La
suspensión de la actividad política, la ilegalización de los partidos de izquierda y de las organizaciones guerrilleras junto a sus asociaciones de base, la prisión política a disposición del PEN de activistas políticos, gremiales y estudiantiles y la represión clandestina fueron parte de la amplia estrategia de despolitización y desmovilización gestado desde el corazón del gobierno de facto. Estas acciones, sin embargo, no obturaron la actividad política. Su mantenimiento puede explicarse parcialmente a partir del lugar que ocuparon los partidos considerados legales durante los años de la dictadura. Recordemos que la dirigencia partidaria fue un interlocutor válido para las Fuerza Armadas. Ello es especialmente significativo con la apertura del diálogo político luego de 1978 y en la cual participaron las figuras más relevantes de los partidos legales, exceptuando al PCA547. Pero además porque como destaca Yannuzzi inclusive desde los primeros meses los partidos fueron los grandes proveedores de diplomáticos así como de funcionarios en los pequeños municipios del país548.
546
AGUILA, G. “El Partido comunista…”, op. cit., p. 3.
547
QUIROGA, H. El tiempo…, op. cit. p. 90-91
548
YANNUZZI, M. de los A., Política y dictadura…, op. cit.
265
Hasta aquí hemos señalado los derroteros de los partidos políticos legales pero hemos dejado explícitamente de lado las organizaciones políticas de izquierda que fueron ilegalizadas luego de junio de 1976. ¿Acaso podríamos inferir que su prohibición significó que los partidos como tales dejaron de existir? ¿las personas que adherían a esos partidos dejaron de lado la matriz sobre la cual construían su praxis militante? Como señala Florencia Osuna han sido pocos los trabajos dedicados al estudio de los partidos políticos de izquierda en dictadura. Contribuye en ello una idea errónea: que su disolución implicó el fin del proyecto revolucionario y por ende el fin de las prácticas políticas de izquierda en esos años. En su análisis sobre la historia del PST/MAS entre 1976 y 1983, la autora indaga no sólo respecto de los discursos de la dirigencia partidaria sino las prácticas políticas de quienes fueron militantes de esta organización trotskista549. En una línea similar Natalia Casola analiza los modos de adaptación y transformación de Política Obrera en el período más represivo de la dictadura entendiendo que este mantuvo ciertas prácticas
y acciones legales o
semilegales550. Si bien los trabajos son de diversa densidad respecto del estudio de ambas organizaciones, ambos permiten iluminar sobre diversos aspectos de la acción partidaria en ese contexto. Hemos desarrollado una breve síntesis de los estudios respecto de los derroteros de los partidos políticos, legales y disueltos en dictadura que nos permite advertir que a pesar de la suspensión de la actividad política, los partidos no sólo no dejaron de existir sino que se mantuvieron determinadas prácticas militantes inclusive en los años de mayor represión. Si bien no fue lo mismo formar parte de una agrupación legal o ilegalizada, lo cierto es que el resguardo de los militantes y la transformación de las prácticas políticas y su ocultamiento fueron algunos elementos que atravesaron las experiencias de quien pretendía mantener ciertas pertenencia partidaria, al menos si eras un militante de base. 549
OSUNA, F. Las prácticas políticas de la izquierda no armada durante la última dictadura militar argentina (1976-1983)…op. cit., p. 9. 550
CASOLA, N. “Política Obrera frente a la dictadura militar”, op. cit. Disponible en www.historiaoralargentina.org [última consulta 13/06/13]
266
Militancia política juvenil en dictadura “Yo no sé cómo habrá vivido la gente que no militaba. No lo sé” ¿Cómo vivieron los años de dictadura aquellos jóvenes militantes políticos? ¿Qué ocurrió con la militancia política de los jóvenes en dictadura? Como hemos señalado en el primer capítulo de la tesis, si algo caracterizó la emergencia de las nuevas agrupaciones y partidos políticos de los primeros setenta fue la masividad con la cual los jóvenes abrazaron la militancia política en tanto articulador de sus propias experiencias. Todas las organizaciones políticas, desde las más tradicionales hasta las de izquierda –armada o no- tenían sus secciones juveniles, insertas en el ámbito educativo así como en el movimiento obrero y fueron en muchos casos sus frentes de acción más prolíficos.
En esos escenarios las
prácticas militantes juveniles florecieron con una cadencia diferente a los espacios “adultos” y en general no siempre apegadas al discurso y las acciones de las organizaciones “madres”. Asimismo estas agrupaciones no dejaron de incorporar jóvenes ni siquiera cuando en el marco del gobierno peronista se evidenciaba ya un proceso de significativa derechización, aunque su entrada ya no fue masiva. Muchos jóvenes siguieron forjando sus experiencias militantes aún en el contexto de represión que ya se advertía antes de 1976. Varios de ellos tampoco dejaron de hacerlo luego de ese año. La militancia política juvenil –al igual que la adultano dejó de existir en dictadura. En este capítulo nos detendremos especialmente en estas cuestiones. La propuesta no pretende indagar las acciones del partido o las agrupaciones desde una perspectiva general, tampoco centrar la mirada en
las intervenciones
discursivas de las cúpulas partidarias sino recuperar la política en un ámbito íntimo, el de quienes mantuvieron o iniciaron su militancia durante la dictadura, cómo vivieron la experiencia militante, y qué derroteros adquirieron en ese contexto. Si retomamos el planteo ya señalado de que los partidos legales no sufrieron del mismo modo las consecuencias de la suspensión de la vida partidaria, una de las líneas de reflexión nos obliga a marcar un recorte diferenciado respecto de la 267
militancia política entre quienes eran afiliados de partidos legitimados por el régimen y los ilegalizados. Al decir de Quiroga “la prohibición de la actividad política “trastorna” la función de los partidos legales, perdiendo su rol en el sistema político” pero permitiendo canales “no estrictamente partidarios” de participación. En el caso de los partidos tradicionales la actividad política fue cercenada en parte ya que se mantuvo cierto frente de actividad en sus bases, especialmente con la creación de los centros de estudios y ateneos. Quiroga destaca que: “la primera iniciativa, al menos en el seno del peronismo, que partió del impulso de Ángel Robledo se denominó Ateneo del pueblo Argentino, pretendía nuclear alrededor de la problemática nacional a las fuerzas del FREJULI”551. A ellas se sumaron propuestas similares organizadas por agrupaciones de diferente signo político y en todo el país. Alfredo Secondo, militante de la UCR de Granadero Baigorria recordaba que ya en 1977: “Por ejemplo yo militaba, ahí nace el centro de estudios Andrés Vietti (?) en pleno proceso”, que se reunía semanalmente en una casa particular: “ahí nos reuníamos todos los viernes, en el fondo de la casa que tenía un galponcito y nos reuníamos todos los viernes a hacer todas estas evaluaciones, todos los análisis políticos y todo eso”. Era un espacio donde circulaba cierta información, y donde además se debatía y opinaba. En ocasiones el ateneo salía de su espacio habitual y realizaba actos públicos. Según Secondo, desde ese espacio se había convocado a Luis León, por entonces secretario nacional del partido radical para realizar un acto público: “y lo trajimos acá, al monumental Los Gladiolos,… hizo un discurso muy duro y… juntamos cuatrocientas personas. Era un acontecimiento, un mediodía, un domingo al mediodía, no lo podíamos creer que juntáramos tanta gente (…) Cuando lo traemos a Luis León acá no lo trae la UCR, lo trae, lo traemos nosotros, porque el presidente del partido radical era Ricardo Droguetti y se negó a facilitar el nombre, porque como el gobierno de facto había suspendido la actividad de los partidos entonces nosotros no teníamos posibilidad de… lo que sí
551
QUIROGA, H. El tiempo…, op. cit. p. 133-134
268
teníamos en el ateneo era el escudo de la UCR, como bandera, era el escudo del partido.”552
En una línea similar pueden considerase los grupos políticos que siguieron existiendo en las universidades. En un trabajo que aborda esta problemática a través del estudio de algunas experiencias en la Universidad Nacional de Buenos Aires, Polak y Gorbier señalan que las actividades políticas se mantuvieron a pesar de la represión y desbande que significaron los primeros años de la dictadura. Ya a mediados de 1977 se puede “detectar la existencia de algunos vestigios de agrupaciones estudiantiles que intentan comenzar a reorganizarse y restablecer contactos entre sí”, en muchas ocasiones sin una política partidaria precisa donde confluían estudiantes “independientes” junto a aquellos con cierta filiación política, señalando la presencia de militantes del Movimiento de Orientación Reformista (MOR), vinculado al PC, el Movimiento Nacional Reformista (PSP)553 y Franja Morada (UCR)554. Los autores destacan que aquello que caracterizó estos años fue la atomización de las agrupaciones y su gran desvinculación con el estudiantado en general, marcando las características que adquirió la militancia política estudiantil en esos primeros años de la dictadura. Un planteo similar sostiene Pedrosa para quien la militancia en la universidad transitó caminos alejados de su vida institucional y se mantuvo a la defensiva555. Respecto de la Federación Juvenil Comunista (FJC), sus acciones estuvieron atravesadas por la misma realidad conflictiva que vivieron los militantes del PCA: el sostenimiento de la militancia en un partido que legitimaba el golpe y la dictadura en el marco de la represión ilegal que afectaba a compañeros de otras 552
Citado en OJEDA, Hugo Alberto. “Para dejar el exilio interior”, ponencia presentada en las I Jornadas de Trabajo sobre Historia Reciente, Rosario, 2002.
553
Cabe señalar que aun cuando el PSP era un partido considerado legal la ley 23233 había ilegalizado al MNR.
554
POLAK, Laura y Juan Carlos GORBIER. El movimiento estudiantil argentino (Franja Morada 1976-1983), CEAL, Bs. As., 1994. Se señala además que en la represión había diezmado significativamente la JUP, impidiendo la reconstitución y articulación de sus militantes. 555
PEDROSA, Fernando. “La universidad y los estudiantes frente a la dictadura militar”, en MARSISKE, Renate. Movimientos estudiantiles en la Historia de América Latina, Centro de Estudios de la Universidad –UNAM, México, 1999, vol. 2, p. 219.
269
agrupaciones de izquierda e inclusive a sus propias bases. Gilbert plantea que la FJC tuvo una acción combativa que contradijo en parte el discurso del partido y que le permitió crecer en esos años556. Para Gustavo, que inició su militancia en la FJC en 1978, las contradicciones internas eran muchas, no sólo el diagnóstico respecto del rol de las Fuerzas Armadas sino también la posición que el partido tenía frente a las organizaciones político-militares: “durante todo ese período dictatorial implicó confrontaciones durísimas en algunos
casos…
tildados
de
trotskismo
desviacionista
para
quienes
ponderábamos esa experiencia política de las organizaciones armadas (…) era la lucha siempre entre esa visión reformista y la postura revolucionaria tildada de ultra (…) En realidad esto produjo muchas eyecciones, muchas salidas, muchas idas y venidas. Y en realidad mucho no debate. Es decir, y el problema era la discusión entre el cuadro político y las pretendidas organizaciones de masa, y los compañeros que teníamos inserciones sociales fuertes en los frentes de masas, pagábamos el costo de la línea política que bajaba. En ese sentido era muy duro”557.
Estas contradicciones fueron más evidentes cuando los desaparecidos eran además militantes del partido. La desaparición de Tito Messiéz en Rosario, desnudó
esa
realidad558.
Gustavo
señala
que
los
“actos
relámpagos
semiclandestinos” y las volanteadas de militantes ante la desaparición de Messiéz “ponía en jaque la propia línea política del partido” y “abría una grieta profundísima a nivel partidario que por un lado tendía a negarlo y por otro lado tendía a reivindicar su militancia”559. En esa marea de contradicciones, sin embargo, la FJC mantuvo prácticas partidarias durante toda la dictadura. En muchos aspectos se semejaban a las sostenidas desde los otros partidos legalizados:
556
GILBERT, I. La Fede, op. cit., p. 650.
557
Gustavo B.
558
Rubén ‘Tito’ Messiéz, militante del Partido Comunista fue secuestrado en agosto de 1977. Su desaparición junto a la de Alfredo Bravo fueron difundidas significativamente en la prensa local.
559
Gustavo B.
270
“construíamos a nivel de nuestra organización los círculos o a nivel partidario las células, que era básicamente distribución de la prensa partidaria. Eso era lo más político que hacíamos, reuniones de círculo clandestinas en el domicilio de algunos compañeros, para repartir la prensa, para discutir políticamente la situación, la perspectiva política del país, la inserción juvenil en distintos espacios territoriales que podían ser desde un espacio artístico cultural a un espacio barrial”560.
Si bien estas actividades eran realizadas en forma clandestina, en ocasiones se organizaban otras cuya visibilidad era manifiesta. Gustavo recuerda que su afiliación a la FJC se dio en el marco de la dictadura en una reunión amplia del partido: “En mi caso fue muy especial porque a mí me afilia un viejo militante partidario en uno de los tantos encuentros que hacíamos de alguna fecha especial de la historia del partido. Y que en el caso mío fue una reunión muy amplia que se hizo en el centro Castilla”. En una línea similar podemos señalar la realización de festivales de rock, campeonatos de fútbol561 y peñas: “las actividades de parte de la militancia eran por ejemplo las peñas clandestinas, las peñas partidarias donde por ejemplo muchas veces hacíamos en el club Británica (…) o en Unión y Progreso o en distintos espacios donde bajo la cobertura de una actividad social cultural generábamos estos ámbitos para poder discutir políticamente. (…) Y tenía mucho de recuperar recoger la mística militante histórica” 562.
Las acciones clandestinas, de volanteadas y actos relámpagos, difusión de la prensa partidaria en las zonas fabriles y las pintadas también fueron parte de las prácticas políticas de la FJC en esos años, todas de riesgo para sus participantes. Gustavo señala que estas prácticas mantuvieron su clandestinidad incluso hasta el ocaso de la dictadura, para realizar pintadas en 1982 tenían que “construir un sistema de resguardo, de seguridad, de control de cada compañero, de chequeo”.
560
Ibíd.
561
GILBERT, I. La Fede…, op. cit., p. 651.
562
Gustavo B.
271
Esta doble realidad llevaba al PCA a constituirse en sus prácticas como bisagra entre las lógicas adquiridas por los partidos tradicionales y sus militantes y los partidos ilegalizados cuya actividad fue clandestina. La brecha o desfasaje existente entre el discurso de la dirigencia y del partido en tanto institución y las prácticas de los militantes en los distintos frentes, mostraban un camino de confrontación al interior de la agrupación que a veces se volvía insalvable. En el marco
de la
dictadura
esas
confrontaciones
no quebraron
al
partido,
probablemente porque se escondieron bajo el problema inmediato de la suspensión de la actividad partidaria y la lógica fragmentaria que adquirió la militancia en dictadura. El debate y las fracturas se hicieron sentir ya en democracia y se evidenciaron en el XVI Congreso del PCA realizado en 1986. Si la legalidad permitió la supervivencia y mantenimiento de ciertas prácticas políticas mínimas, fragmentarias y difusas563 respecto de su posible intervención en el espacio público, debemos preguntarnos qué ocurrió con quienes militaban en aquellas organizaciones que fueron disueltas por el régimen. La primera respuesta que nos convoca es considerar que la represión desarticuló la red construida en esos espacios y que se reconstituyeron, en el mejor de los casos, recién a finales de la dictadura. Recuperando las experiencias personales podemos advertir que esta respuesta no nos satisface completamente. Tomando algunas experiencias específicas de jóvenes que en su mayoría ingresaron muy tempranamente a la militancia política; podemos plantear que en los partidos disueltos y en las organizaciones político-militares y sus agrupaciones de base se mantuvieron ciertas prácticas y acciones políticas. Es necesario reconocer, sin embargo, que los modos y sentidos de la militancia variaron significativamente en los años de dictadura. En esa línea Ollier señala que el horizonte de identidad política construido en los primeros ‘70 en torno a la revolución como valor fue trastocado significativamente en esos años. Esa modificación orientó
hacia otros derroteros la militancia previa, ayudando a
563
Pedrosa habla de militancia microscópica para pensar aquella que se desarrolló en a universidad. Ver PEDROSA, F. “La universidad y los estudiantes…, op. cit. p. 220.
272
reconstruir el tejido político en otra matriz, donde el núcleo articulador lo constituyó el discurso en torno a la democracia564. Si bien el planteo de Ollier se construye en torno a las dinámicas que adquirió la militancia en la izquierda revolucionaria, es decir las organizaciones político-militares, nos interesa en este caso rastrear las experiencias de jóvenes que militaron en diversos frentes de las organizaciones políticas de izquierda, armadas o no. La propuesta quizás tenga cierta osadía, en la medida que convocamos a reconstruir estos procesos a partir de las historias personales de un puñado de entrevistados, que como un mosaico buscan encastrar piezas diversas que no siempre encajan. Un collage que pretende ordenar una multiplicidad caótica de biografías personales. Con ello no buscamos agotar la problemática, más bien abrir algunas líneas para deconstruir esos derroteros poniendo en tensión aquellas miradas generalizadas a partir de la experiencia de las organizaciones político militares Montoneros y PRT-ERP 565. Es cierto que el destino de muchos militantes –especialmente de las organizaciones político militares y sus agrupaciones de base- fue la represión lisa y llana, la prisión legal, clandestina, la tortura, el asesinato, la desaparición, la persecución, el exilio. Pero esto no agota las posibilidades. Las formas de escapar a la represión y /o mantener cierta militancia política -o cierta supervivencia de esa identidad- implicaron una vasta gama de opciones, acciones y prácticas que deben ser consideradas. El exilio fue sin duda una de las opciones mas sopesadas por aquellos que consideraban que su vida estaba en riesgo566. Haydée, quien militaba en la JP y era docente pensó irse del país en dos 564
OLLIER, María Matilde. De las revolución a la democracia. Cambios privados, públicos y políticos de la izquierda argentina, Siglo XXI, bs. As., 2009.
565
Para ello recuperaremos algunas experiencias específicas de jóvenes que ingresaron muy tempranamente a la militancia política (entre los 14 y los 19 años), y lo hicieron en un arco temporal que va desde 1974 a 1983. 566
Sobre exilio puede consultarse YANKELEVICH, Pablo y Silvina JENSEN (Coords.). Exilios. Destinos y experiencias bajo la dictadura militar. Bs As, Libros del Zorzal, 2007. FRANCO, Marina. El exilio: argentinos en Francia durante la dictadura, Siglo XXI, Buenos Aires, 2008. JENSEN, Silvina. La provincia flotante. El exilio argentino en Cataluña (1976-2006), Casa América Catalunya, Barcelona, 2007.
273
ocasiones: “Pensamos mucho en irnos, teníamos a mi hija mayor bebé y teníamos también el temor de salir (…) pero realmente no… nunca supimos, pensamos de verle todas las aristas (…) en esto mi marido era más… no más optimista porque en esto no se puede ser más optimistas pero tenía más dudas, yo decía que nos teníamos que ir”. En el caso de Azucena, la decisión respecto del exilio no fue personal, sino definida en el seno de la UES, agrupación en la cual militaba: “Incluso en algún momento cuando fueron a preguntar a la escuela por mí y todo con los compañeros hablamos si no era mejor que mis viejos me lleven de Rosario, irme con mis viejos a alguna parte. Y llegamos a la conclusión que no. Ahí yo dudé también (…) pero después llegamos a la misma conclusión los dos, que no había que abandonar la lucha. Creo que nosotros asumíamos el riesgo”. Sin embargo muchos militantes como nuestras entrevistadas no tomaron ese derrotero. Las razones de tales decisiones personales se construyeron desde distintas variables que incluían entre otras cosas las posibilidades materiales y reales de salir del país y se articulaba con dos preocupaciones centrales, las posiciones y definiciones respecto de la posible represión y el sostenimiento de la militancia política. Para quienes se quedaron, la pervivencia de la identidad política adquirió formas nuevas donde la clandestinidad y la fractura de la vida cotidiana fueron centrales, las condiciones de lo que algunos llaman “insilio”: “Pero hay un exilio menos espectacular y mucho más perverso, enfermizo y torturante que el de irse, que el de rajarse en cualquiera de sus formas, ése es el exilio interior: el de sentir extraños y ajenos a la llanura, a la gente, a los sucesos y al río con los que se ha hecho la vida (…) Hice muchas cosas para sobrevivir en la dictadura , dejé de ver a casi todos mis amigos y conocidos, cambié mis hábitos, callé mis ideas y otras deshonestidades”567.
Como Hugo, quien había militado en una célula de apoyo al ERP, muchos modificaron sus prácticas para resguardar la propia vida y sus vínculos políticos previos. Hugo dejó de de militar orgánicamente en abril de 1976, poco después viajó a Nicaragua y regresó al país en diciembre del mismo año a raíz de un 567
OJEDA, H. A. “Para pensar el exilio…”, op. cit.
274
acontecimiento personal, la muerte de su padre. Recuerda que a su regreso “Vuelvo a las discos de acá. Yo no fui a ninguna peña en dictadura, porque todavía funcionaban las peñas y yo no fui a ninguna peña durante la dictadura, no fui ni quería pisar” 568. Para quienes siguieron militando después del golpe el tema de la supervivencia y el resguardo fue central.
Azucena recuerda que en los cinco meses que median
entre el inicio de la dictadura y su secuestro y traslado a un centro clandestino, aquello que consumió gran parte de su militancia fue la búsqueda de casas “seguras”: “Dejo de ir a la escuela, además habían estado preguntando por mí, personas que supusimos que eran de los servicios. Y entonces yo también me fui de mi casa por seguridad (…) Yo he tenido experiencias hermosas de gente que en ese momento que vos duermas en la casa era todo un riesgo y eso lo tuve (…) sabíamos que salían con alguna gente a marcar, con alguna gente de la que había caído. Y eso se vivía muy mal porque era estar inseguro permanentemente, o sea vos ibas caminando por la calle e ibas inseguro (silencio). A mí me ha tocado hasta dormir…yo cada 1 de julio me acuerdo porque… no tenía donde ir, no tenía donde dormir y termino en un jardín de una casa. Una casa abandonada”569.
Silvia, que militaba en el PST desde 1974 y había participado activamente en la organización de la Juventud Obrera del partido, narra una experiencia similar: “Y cuando fue la noche del golpe yo no tenía donde dormir… no, no fue una cosa... Terminamos yendo a dormir en la casa de la tía de un… compañero, éramos como seis, porque fue una cosa así… nos agarró de sorpresa el golpe. (…) y yo recuerdo que yo fui a trabajar porque yo estaba… yo trabajaba y te lo estoy contando… y te imaginás lo que es ir a trabajar a la fábrica después de haber estado en la casa de no sé dónde, durmiendo cuatro, que si entraban… Yo 568
Hugo Alberto Ojeda. Fue militante en una célula de apoyo del ERP entre octubre de 1974 y abril de 1976, cuando se alejó de la militancia. Vivió un breve tiempo en Nicaragua y regresó al país a fines de 1976. Creó la revista Pobre y publicó en diversas publicaciones alternativas. Entrevista realizada en junio de 2013
569
Azucena S..
275
fui a un lugar donde tenías que disimular todo porque obviamente que no ibas a decir que no tenías donde dormir porque estabas militando” 570.
La anécdota de Silvia ilumina gran parte de su experiencia en dictadura, distanciada de los padres por su militancia, menor de edad y cambiando de casa constantemente, la dictadura fue un período “duro” de su vida: “Yo tuve una úlcera que terminé caminando doblada (…) A mí me mató, envejecí”. Si bien el temor a la represión y la clandestinidad no tuvo el mismo tenor en ambas, lo cierto es que sus militancias estaban atravesadas en distinto grado por las experiencias represivas que construía la dictadura, donde el resguardo de la integridad física era central. Pero en medio de la búsqueda por sobrevivir también se hablaba, se discutía y se mantenía la política aunque en un nivel mínimo. De hecho ante la pregunta de cómo se militaba en ese contexto, la lucha por protegerse de la represión y la acción política se entretejen en el relato de Azucena: “Seguí militando hasta el último momento, lo que pasa en ese momento la militancia se reducía a estar digamos funcionando a nivel de los compañeros, a reunirte y hablar de la situación y de pensar qué va a pasar o a leer documentos políticos, pero nada más, no de estar insertos en algún lugar porque no se podía… o bueno panfletear, denunciar lo que estaba pasando, contra la dictadura. Y estar de casa en casa”571. Azucena fue secuestrada en agosto de 1976572, y llevada al Servicio de Informaciones573 .
No nos detendremos aquí sobre las torturas y las marcas
570
Silvia C. allí inició su acercamiento al PST en 1974 y en el marco de Villazo organizó, junto a otros compañeros, la Juventud Obrera del PST en la ciudad. El equipo en el que ella participaba se insertó en el barrio Las Delicias que era “lo único concreto y estructural”. Entrevista realizada en agosto de 2011.
571
Azucena S.
572
Los meses de agosto y septiembre fueron cruciales en la desarticulación de la UES rosario. Según un parte Policial de Rosario de agosto de 1976 y ante un nuevo aniversario Montoneros habría ampliado sus controles sobre las Fuerzas Armadas con el fin de realizar alguna acción armada: “Estos atentados serían practicados por elementos de todos los frentes, excepto el estudiantil (por estar aquí completamente desmembrado) con apoyo de elementos de la columna militar que se movilizaría en vehículos en poder de la organización”. Ver Parte Policial, Rosario, 04/09/76, Caja 51, APM.
573
El servicio de Informaciones fue uno de los centros clandestinos más importantes que se constituyeron en el ámbito del II Cuerpo de Ejército. Se encontraba emplazado en la zona céntrica
276
físicas de la represión, que fueron muchas y aún le duelen. Nos interesa recuperar su relato sobre el cautiverio en otra lógica, el sostenimiento de lo colectivo y la militancia política aún en esas circunstancias. Su primer contacto fue con ex militantes colaboradores de los servicios: “me tocó confrontarme con eso pero eso tampoco tenía que ver con mis compañeros. Para mí eran gente que se habían pasado al bando de ellos o eran de ellos”, marcando una diferencia entre su militancia política y la de aquellos con los cuales tenía un pasado común pero cuyo vínculo se había fracturado por las lógicas represivas. Si la tortura y los colaboradores buscaban destruir la militancia, para Azucena su traslado al sótano fue la recuperación de lo colectivo: “Y ahí sí, bueno el compañerismo o sea total, con…contenerse, mantenerse fuerte, estar pendiente de las noticias de lo que podría tener de otros compañeros, eso fue reparador de toda la experiencia”. En el caso de Azucena su militancia no es desarticulada en el centro clandestino, ni en la Alcaidía: “después yo paso por la Alcaidía pero también era muy difícil convivir porque era tan heterogénea la realidad. Había compañeras que habían sido separadas de sus hijos. (…) y a lo mejor yo no lo podía entender a ese nivel, para mi seguía siendo más fuerte la militancia, los compañeros. Creo que ninguna edad es buena para pasar por esta experiencia. Pero si hay una edad, a lo mejor, en que estás más protegido en determinado aspecto en el dolor…, esto que significa que te arranquen de al lado de un hijo, por ejemplo. Yo cuando nació mi hijo me lo planteé, y volvieron a mis recuerdos todas estas compañeras que yo había visto el sufrimiento y yo en ese momento no había tomado la magnitud de ese sufrimiento”574.
En el caso de Azucena la militancia política se mantuvo aún en cautiverio pero adquirió otras lógicas, donde la solidaridad, el compañerismo y mantenerse con
de la ciudad junto a la Jefatura de Policía y a Alcaidía, entre las calles Santa Fe, San Lorenzo, Dorrego y Moreno. sobre su funcionamiento en dictadura ver AGUILA, G. Dictadura, represión… op. cit., p. 85 y ss. 574
Azucena S.
277
vida eran centrales575. No nos detendremos aquí a problematizar respecto de cómo se modificaron las identidades políticas de quienes pasaron por un centro clandestino, que implicarían abrir un panorama más complejo a partir de las experiencias personales576, pero nos interesa al menos tensionar aquel planteo que sostiene que la represión directa fue mayoritariamente aniquiladora de la identidad política de los sujetos577. Ahora bien, en muchos casos los jóvenes sostuvieron su militancia política a la sombra de esa posibilidad de la represión, sin conocer la magnitud de la experiencia concentracionaria. Aunque convivieron con el temor y la necesidad de buscar un “lugar seguro”, de ir de casa en casa; sus prácticas tuvieron otros horizontes. Silvia que, recordemos, militaba en el PST asegura que: “mas allá de que se venía viendo, que nos habían volado el local, todo…nos agarró de sorpresa el golpe”, permitiendo entender que no estaba preparada ni personal ni políticamente para afrontar la situación578. A pesar de ello sostuvo su militancia durante toda la dictadura579, en ella se entretejían la semiclandestinidad en que los sumió la ilegalidad con el mantenimiento de las discusiones políticas sobre el contexto que eran un tema “permanente”. Ante mi pregunta de cuánto sabía el partido -y ella como militante- respecto de la represión señala que tenían conocimiento de lo que ocurría aunque “creo que no teníamos la conciencia -ni la 575
Calveiro señala: “Existieron muchísimas formas de fugar el dispositivo concentracionario, no solamente el escape físico, todas ellas asociadas con la preservación de a dignidad, la ruptura de la disciplina y la transgresión de la normatividad, saboteando los objetivos del campo”. CALVEIRO, P. Poder y desaparición…op. cit., p. 114.
576
Ver respecto GARAÑO, Santiago. Entre resistentes e irrecuperables. Memoria de ex presas y presos políticos (1974-1983), tesis de Licenciatura, 2008.
577
LONGONI, Ana. Traiciones. La figura del traidor en los relatos acerca de los sobrevivientes de la represión, editorial Norma, 2007, p. 190 y ss.
578
Cernadas y Tarcus sostienen que la incapacidad de las organizaciones de izquierda para entender el carácter novedoso que introducía la dictadura, impidió ofrecer a sus militantes y simpatizantes una táctica defensiva para sostener la resistencia. Ver CERNADAS, J. y H. TARCUS. “Las izquierdas argentinas…”, op. cit., p. 33. Quizás debiésemos preguntarnos si los partidos de izquierda estaban en condiciones objetivas de sostener una dura resistencia al proceso que se avecinaba.
579
En 1978 Silvia se muda a Buenos Aires y sigue allí su militancia. El cambio no obedeció al temor o la persecución política: “estaba con unas peleas políticas internas al interior del PST (…) para mí era una cuestión interna. Asociaba los quilombos que yo tenía con el PST con características rosarinas (risas)”
278
gente del PST ni nadie- del grado de crueldad (…) O sea sabíamos, vos tenías conciencia de que salías y no sabías si volvías (…) sabías que había la tortura, eso sí pero nunca la calamidad, la crueldad de lo que se hizo”. Silvia señala además que realizaban distintas actividades de solidaridad con las víctimas: “sabés la cantidad de bonos, de guita para los presos, para esto, para cubrir gente...” dando cuenta que las discusiones y el conocimiento abrieron además un frente de acción para sostener la lucha por las personas detenidas. Entre ellas, la venta de bonos y de publicaciones fueron las actividades que implicaron mayor exposición de los militantes y de quienes colaboraban con ellos580. Florencia Osuna en su trabajo nos advierte respecto de las contradicciones que implicaron esta doble estrategia de clandestinidad y legalidad en la que funcionó el partido y que afectó especialmente a los militantes de base: En estas campañas [refiere a las campañas financieras], los militantes se comprometían a rendir una suma de dinero al partido que surgiría del pedido de aportes económicos a personas que no pertenecían a la organización. A cambio del dinero se les entregaba un periódico o un bono. Estas actividades contradecían la lógica del ocultamiento y de la preservación ya que se realizaban en nombre del partido, al igual que en los tiempos democráticos581.
Las actividades públicas señaladas, las “panfleteadas”, vender bonos o publicaciones partidarias se desarrollaban en nombre de las agrupaciones políticas a las cuales pertenecían y significaba un riesgo sobre la propia persona, marcando las contradicciones que el sostenimiento de la militancia implicaba en muchos casos. Como hemos observado, el cercenamiento de la actividad política y la persecución y represión de militantes gremiales, estudiantiles y políticos marcó un quiebre respecto de las posibilidades de intervención pública de la política, modificando sustancialmente la escena de la arena social. Los modos en que las prácticas políticas se constituyeron en dictadura fueron significativamente
580
Adrián Abonizio relata que una de sus entradas a la comisaría en dictadura fue luego de una reunión con amigos en la plaza Buratovich de Rosario. Llevaba entre sus cosas un bono del PST. “El humor en los tiempos de plomo”, Rosario12, 19/11/10.
581
OSUNA, F. Las prácticas políticas de la izquierda…, op. cit., p. 68.
279
alteradas. Sin embargo consideramos también que ello no operó necesariamente como una fuerza disolutiva de quienes tenían cierta práctica militante antes de 1976. Si el resguardo de la propia persona fue central en dictadura tanto para quienes mantenían su militancia o se habían alejado de ella, la vida no se redujo –en la mayoría de los casos- a un ámbito privado e íntimo y en ocasiones se combinó con actividades y prácticas de carácter público que les permitían cierto respiro al tiempo que los hacía visibles. En tales actividades en los cuales “lo político” se diluía, se abría un universo de opciones y acciones de vinculación con la sociedad. Muchas son las prácticas que se desarrollaron en esos años y que iban desde el emprendimientos de carácter cultural como el sostenimiento de espacios de sociabilidad. Daremos cuenta brevemente de algunas de esas experiencias a fin de comprender cómo articularon en la cotidianeidad en dictadura de quienes tenían cierta adscripción política. Sabatino, que había iniciado su militancia en la TERS y desde 1974 acercado a la izquierda peronista, luego del golpe decidió resguardarse en su pueblo natal Villa Mugueta. Allí: “fundamos una comisión de cultura en pleno 76, para mantener determinados lazos con la gente joven, para que la gente joven aparte de ir a bailar a un boliche o ver estupideces por televisión pudiera hacer otra cosa”. Eso acrecentó su interés ya existente por el teatro, iniciando en 1977 sus estudios en los talleres de teatro en Arteón: “no sólo era mi deseo de ser actor sino el lugar donde podía hablar, yo podía hablar, expresarme. Yo transito, estoy estudiando teatro en el mundial del ’78 y nosotros entre nuestros compañeros sabíamos del tema de los desaparecidos, sabíamos lo que se decía en Europa”. Los talleres implicaban “cerrarse” sobre ese espacio para estudiar, aprender, hablar y también guarecerse hasta que el tiempo escampe: “Nos formamos no solamente como actores, sino yo te diría que nos… cuando viene la democracia yo era un cuadro cultural, un cuadro político cultural. Es decir pasé mi política militante de fines de mis años de la escuela secundaria y principios de la facultad a un desarrollo
280
cultural político en el teatro”582. De los talleres surgió Discepolín y con él, la obra “Cómo te explico”, marcando una bisagra entre ese teatro cerrado sobre sí mismo de los primeros años y la intervención pública de la obra y sus actores a inicios de la década del ochenta. Otro de los espacios que incorporaron militantes fueron las revistas subterráneas. Según Evangelina Margiolakis, en algunos casos estas propuestas tuvieron un vínculo “indirecto y no orgánico” con agrupaciones políticas o de derechos humanos. La autora señala entre ellas el surgimiento entre 1977 y 1978 de las siguientes revistas: Posta (que pasaría a llamarse Nudos en el cuarto número) vinculada a militantes del PCR; Contextos con influencia del PCA y dos revistas vinculadas al PST, Cuadernos del camino y Propuesta para la Juventud583. Esta última fue una de las publicaciones más interesantes creadas con el objetivo de acercarse a jóvenes. Se publicó entre 1977 y 1980 y su radio de difusión fue acotado a algunos barrios de Buenos Aires. Entre los realizadores de la publicación se encontraban varios militantes del PST584. En una ciudad cercana a Rosario, Granadero Baigorria, surgió tempranamente La revista Pobre, una publicación subte literaria, creada por Hugo Alberto Ojeda, quien desde antes de la dictadura combinaba su militancia política con la tarea de escritor. La revista se publicaba ya en 1977 y se mantuvo hasta finales de la dictadura. Mas que revista era un tríptico (de allí lo de Pobre) que publicaba poesía de escritores argentinos y latinoamericanos poco conocidos. La publicación permitió a Hugo gestar vínculos con otros escritores, algunos militantes como él a través de las cartas e intercambios de revistas alternativas nacionales y extranjeras. Le permitió además escribir en otras revistas subtes de Buenos Aires585. Para Hugo la publicación de 582
Sabatino Palma.
583
MARGIOLAKIS, Evangelina “Revistas subterráneas en la última dictadura militar argentina: la cultura en los márgenes”, en Revista Electronica da ANPHAC, n° 10, 2011. Disponible en http://revista.anphlac.or.br/index. php/index [última consulta realizada 13/05/13] 584
Sobre la experiencia y algunos números http://propuestaparalajuventud. blogspot.com.ar/
de
la
revista
puede
consultarse
585
Su actividad fue inclusive brevemente reseñada en Expreso Imaginario en donde además se citaba, no sin cierta cuota de ingenuidad, la dirección de la revista, allí donde residía Hugo. Expreso Imaginario, n° 4, diciembre 1979.
281
la revista y los nuevos vínculos creados en ese espacio fueron centrales en aquellos años: “corté contacto con toda la gente y cambié toda mi situación (…) como que cambié toda mi identidad para… sobrevivir, y lo único de lo que le fui fiel fue a la escritura, pero aún tenía miedo de escribir, había toda una cuestión de autocensura”586. Otra de las iniciativas culturales surgidas en Rosario y que vinculó arte con la militancia política se desarrolló con el grupo de arte experimental CUCAÑO. Creado en diciembre de 1979 inicialmente en torno a la figura de Carlos Luchesse, reunió a un puñado de jóvenes algunos de ellos con militancia en el PST. Carlos Ghioldi, quien tenía 15 años cuando se integró al grupo afirma: “No éramos actores, éramos estudiantes secundarios y algunos, como yo, militantes de un partido político clandestino. No te podías organizar, entonces una forma de que los mocosos se agruparan y se conocieran era reunirse en una casa a escuchar música o hacer teatro en un taller como los de Arteón. Era una manera de encontrar refugio. En ese marco se puede entender que un grupo de jóvenes encuentre en el teatro, en la música, en la expresión artística un canal de 587
evasión, de sentirse mejor”
.
La propuesta articulaba la creación y sostenimiento de talleres de experimentación con intervenciones artísticas específicas que buscaban “destruir toda forma convencional de arte flácido y amorfo”. Mas allá del desarrollo que tuvo en el lustro de su existencia y que aquí obviamos588, Cucaño puede ser pensado como una de las formas más creativas de articulación entre arte y política desarrollado por jóvenes en el contexto de los últimos años de la dictadura. Las experiencias acumuladas nos permiten iluminar aspectos diferentes de aquello que implicó el sostenimiento de la militancia en organizaciones políticas de distinto tenor, o la pervivencia de la identidad política fragmentada en biografías 586
Hugo Alberto Ojeda.
587
En Cucaño, primera parte. Disponible en www.enlahoguera.com.ar [última consulta 12/05/13]
588
Sugerimos en este sentido la lectura del último dossier de la revista Separata, n° 17, 2013, referida a la experiencia de CUCAÑO.
282
personales particulares. En ellas la incertidumbre y el miedo formaron parte de las experiencias cotidianas, pero también lo fueron las discusiones al interior de la militancia y su sostenimiento, el alejamiento o la integración a otros espacios. La represión clandestina sin duda era una amenaza latente pero impregnó de forma diferente esas experiencias políticas, sin que implicara siempre su aniquilación. En todo caso las circunstancias y derroteros personales en el contexto represivo fueron
modificando
esas
militancias
particulares,
en
algunos
casos
desactivándolas. Redimensionar las prácticas militantes en el período nos obliga entonces a desandar algunas imágenes estáticas construidas desde la asociación entre sujeto político y terrorismo de estado para entretejer la multiplicidad de realidades fragmentarias que sobrevivieron, se constituyeron y actuaron en dictadura. Las prácticas instituidas durante la dictadura fueron bocanadas de aire fresco en la rutina del sentimiento de opresión y silencio, espacios de encuentro, de charlas a medias y de creatividad para quienes tenían una identidad política definida. Fueron también diversos modos de inserción en las capilaridades de la sociedad en el marco de un régimen de facto. Era un intento de construir una mirada autónoma del discurso hegemónico y monolítico de la dictadura, de crear nuevos espacios que oxigenaran la sociedad argentina, o al menos aquellas identidades que el régimen no había logrado aniquilar. Debemos sin embargo matizar algunas cuestiones. Si hasta aquí nos hemos detenido en advertir los intentos de los partidos por reconstituir las redes entre la militancia política y la sociedad en dictadura y los modos en que la identidad política y la militancia se reconstituyeron en espacios alternativos no partidarios, lo cierto es que la militancia en dictadura se volvió un ámbito íntimo y personal. Esto quiere decir que la militancia adquiría, como ya hemos señalado un carácter clandestino, solapado que impedía la intervención pública directa y el reconocimiento externo de esa identidad. La desconfianza y las especulaciones respecto de con quienes “se podía hablar”, abría en los militantes, especialmente de los frentes juveniles, una brecha respecto de sus pares, la mayoría no 283
militantes. Eso se advierte especialmente en las instituciones y espacios de sociabilidad juveniles, donde los intentos de la dictadura por desactivar los espacios politizados y reeducar a las nuevas generaciones, abría una brecha entre quienes adherían a determinados partidos políticos y el resto de los jóvenes. Como hemos señalado en el capítulo tres, el silencio era en ese marco una necesidad para los militantes. Silencio que no implicaba ya el resguardo de la propia vida, sino la necesidad de sobrevivir ante el discurso y las prácticas hegemónicas. Asimismo esa militancia solapada y fragmentaria resurgió públicamente algunos años más tarde, cuando luego de Malvinas la politización masiva de los sectores juveniles marcó una nueva impronta. Tema que abordaremos en el siguiente Capítulo.
284
Capítulo 8 “Nuevos” y “viejos” jóvenes. La coyuntura pos 81 y el final de la dictadura
1981 fue un año de cambios. No sólo porque Viola asumía como presidente en un marco de fuertes internas entre las Fuerzas Armadas y al final del año era reemplazado por Galtieri, o porque la política económica de la dictadura mostraba ya su peor cara sino porque la sociedad comenzaba a demandar en forma visible y pública cambios al PRN (o lo que quedaba de él). Muchos eran los temas de la agenda social, que en ocasiones coincidían con la agenda de la dictadura. Dos destacaban entre las preocupaciones del régimen de facto y la sociedad. La apertura política y la economía eran los primeros tópicos de la lista. El período 1981/1983 puede ser comprendido como los años de crisis. Paula Canelo señala que en esos años las Fuerzas Armadas pretendieron en tres ocasiones diferentes campear las dificultades del régimen, primero con la fracción politicista comandada por Viola, posteriormente un intento de los sectores más duros que llevaron a Galtieri a la presidencia de facto y luego del desastre de la guerra, nuevamente la fracción más moderada con Bignone589. Estos cambios no sólo mostraban la lucha interna entre las distintas fracciones sino las dificultades de los militares para intentar solucionar los problemas de fondo de la dictadura. En este capítulo trataremos brevemente esos cambios vinculados inicialmente a los espacios culturales dedicado y protagonizado por jóvenes que dieron otro color y calor a la ciudad de Rosario en los últimos tramos de la dictadura. Recuperar estas instancias es significativo en la medida que la irrupción de nuevos espacios e interrogantes juveniles marcó el inicio de esta nueva etapa pública de demandas
589
CANELO, P. El Proceso en su laberinto…op. cit. p. 163.
285
y cuestionamientos, una experiencia que trascendió ese espacio de catacumbas para llegar a un público general. En ese mismo contexto en que emergen estas experiencias otros jóvenes, y acaso los mismos, comenzaron a gestionar acciones autónomas en contra de algunas de las políticas educativas que más los afectaban, la ley de arancelamiento universitario y el régimen restrictivo de ingreso. Si estas incipientes formas de expresión y organización fueron visibles ya desde 1981, lo cierto es la guerra de Malvinas, mejor dicho la derrota contribuyó en la popularización de los reclamos y en la conformación de un apoyo social significativo respecto de las demandas estudiantiles. Así el período que media entre la derrota de Malvinas y el final de la dictadura signó las experiencias juveniles en torno la politización de las aulas, mucho más significativa en la universidad pero que abarcó también a estudiantes secundarios. Fue además el regreso de la política y lo político como espacio de encuentro, confrontación y debate también para los sectores juveniles. Los jóvenes y el gobierno militar: de Galtieri a Bignone Ya hemos señalado en el segundo capítulo que desde la asunción como comandante del Ejército, Viola retomó parte de las premisas de su antecesor respecto de la preocupación por el rol de los jóvenes en el PRN pero imprimiéndole su propia posición, la necesidad de articular estrategias de acercamiento a ese sector. Muchas lecturas (acertadas o no) respecto de los años precedentes pudieron abonar esas intenciones, el mundial de fútbol como catalizador de las expresiones juveniles, el diagnóstico de que la lucha contra la llamada subversión se encontraba en su fase terminal, la necesidad de otorgar nuevos fundamentos al PRN en tanto cohesionador de las Fuerzas Armadas, el saneamiento e intervención en distintas esferas del espacio público que alteró las percepciones en torno a la normalidad en la vida cotidiana de los jóvenes, los acercamientos creados desde distintas fuerzas del orden hacia los jóvenes. Lo cierto es que si los años 1976-1980 habían condensado –en una cronología que ya hemos desmenuzado en capítulos anteriores- una batería de acciones represivas, políticas de disciplinamiento y control sobre las instituciones vinculadas 286
a las prácticas de sociabilidad y vida cotidiana de los jóvenes; la asunción de la nueva Junta militar y presidente de facto buscaron rearticular todas aquellas dimensiones en un nuevo objetivo donde el rol de los jóvenes era más concreto. Si esto se definía en las primeras intervenciones públicas de Viola, e inclusive de Lambruschini, aquello que se evidencia al poco tiempo del recambio institucional fueron las dificultades efectivas para poner en marcha cualquier proyecto. En el marco de la crisis de institucionalidad del régimen y la lucha en la cual se encontraban sumidas las distintas fuerzas que lo componían, los problemas inmediatos condicionaron en algunos casos e impidieron en otros la realización de acciones eficaces en los distintos planos. En ese sentido aquellos objetivos planteados que tendían a pensar y articular una nueva estrategia de acercamiento a los jóvenes se diluyó en palabras. Para fines de ese año era evidente que la gestión de Viola no había resuelto los problemas más acuciantes del régimen, las internas de las Fuerzas Armadas no estaban resueltas, la crisis económica se unía ahora el fracaso de los moderados y su diálogo político590. Asimismo las organizaciones gremiales comenzaban reorganizarse y a movilizar a los trabajadores en las calles591 al tiempo que adquirían mayor visibilidad los organismos de derechos humanos y sus reclamos592. La asunción del general Fortunato Galtieri como presidente de facto 590
Al mismo tiempo que los sectores duros dentro de las Fuerzas Armadas veían en la proclamada apertura política el fin de los objetivos iniciales del PRN, los partidos políticos que se habían nucleado en la Multipartidaria consideraban las acciones del gobierno de facto demasiado moderadas y reclamaban la aceleración del proceso. El estallido de la crisis económica golpeó de lleno a mediados de 1981, la hiperinflación, unida al aumento del subempleo y la crisis de algunas empresas generaron otro de los puntos de disputa de la gestión de Viola. Ver NOVARO, M. y V. PALERMO. La dictadura militar 1976/1983. op. cit., cap. 5
591
Entre los meses de junio y julio dos paros de SMATA y un paro general de la CGT marcaron el ritmo de los conflictos laborales. No eran las primeras huelgas que se desarrollaban en dictadura, pero sin duda su acatamiento fue mayor. Ver POZZI, P. Oposición obrera a la dictadura, op. cit., p. 95 y ss.
592
Si bien los organismos de derechos humanos tenían ya su trayectoria como oposición a la dictadura antes de 1981 un conjunto de factores –entre ellos la entrega del premio nobel de 1980 a Pérez Esquivel, representante del SERPAJ y el reconocimiento de los organismos de derechos humanos locales a nivel internacional - favorecieron su visibilidad. Ver QUIROGA “La verdad de la justicia y la verdad de la política. Los derechos Humanos en dictadura y democracia”, en QUIROGA, Horacio y César TCACH (comps.). A veinte años del golpe, Homosapiens, Rosario, 1996. Sobre la historia de los organismos puede consultarse ALONSO, Luciano. “El movimiento de
287
pretendía resolver el conflicto inmediato. Es por ello que sus primeras alocuciones poco o nada tenían que ver con sus antecesores en al menos un aspecto, la convocatoria
inicial
a
distintos
sectores,
entre
ellos
los
jóvenes.
Las
preocupaciones centrales del régimen a fines de 1981 pasaban por otras cuestiones donde su evidente fractura con la sociedad impedía construir márgenes de consenso desde una convocatoria abstracta. Ahora bien, a poco de iniciada la gestión de Galtieri, el proyecto de reencauzar el PRN593 viró hacia otro objetivo considerado central, la recuperación de las islas Malvinas. Esta estrategia permitió la cohesión interna de las Fuerzas Armadas al tiempo que se constituía en catalizador del descontento social y abría un nuevo vínculo con la sociedad en uno de los momentos más conflictivos del régimen594. El anuncio por parte de Galtieri del desembarco y recuperación de un puñado de islas sureñas despertó la euforia nacional y el apoyo de la mayoría de la población, incluso de quienes un par de días atrás se había movilizado cuestionando el régimen595. Aquel discurso del 2 de abril a plaza llena, hacía referencia por primera vez en lo que iba de su gestión a los jóvenes. No había allí un llamado, tan sólo se los mencionaba como parte de un pueblo emocionado: “estoy seguro que cada uno de ustedes, hombre, mujeres, la gran juventud argentina y la niñez está sintiendo, como yo alegría y tremenda emoción por esta acto argentino”. Si en el proyecto militar el desembarco no implicaba un despliegue espectacular de tropas, al poco tiempo fue evidente su necesidad. La guerra que se produjo como consecuencia del objetivo inicial, la recuperación, se concretó sobre la base de la movilización de derechos humanos en perspectiva comparada”, Revista digital Páginas, año 1, n° 1, 2008. Versión on line http://www.revista.ishir-conicet.gov.ar/index.php/RevPaginas/ [última consulta realizada 30/05/13] 593 594
CANELO, P. El proceso en su laberinto…, op. cit. 177 y sigs. CORRADI, J. “El método de destrucción…” op. cit., pp. 100 -101.
595
Federico Lorenz recupera distintas experiencias de quienes se movilizaron en favor de la recuperación de Malvinas el 2 de abril y lo habían hecho incluso el 30 de marzo ante la movilización convocada por la CGT liderada por Ubadini, movilización de gran acatamiento, al menos en la ciudad de Buenos Aires y que fue reprimida. Ver LORENZ, Federico. La guerra por Malvinas, Edhasa, Bs. As. 2006, p. 47 y ss.
288
miles de jóvenes conscriptos argentinos. Según Federico Lorenz siete de cada diez combatientes eran conscriptos pertenecientes a las clases 1962 y 1963, de entre 18 y 20 años que estaban realizando el servicio militar obligatorio al momento del conflicto. Si los emparentaba la edad, la colimba y el hecho de ser movilizados por la guerra, los separaba un abismo de diferencias socioculturales que definían su juventud (o la falta de ella) desde múltiples variables596. No nos detendremos aquí a reflexionar respecto de las experiencias de aquellos cuya vida estuvo atravesada por la guerra597, sin embargo no podemos dejar de mensurar el rol que tuvieron como estrategia política del régimen y para la sociedad que esperaba ávidamente noticias de los “muchachos” en el frente. Si en la práctica los jóvenes conscriptos fueron un sujeto central del sostenimiento del nuevo objetivo del régimen, no lo fueron en los discursos del general. Hemos señalado anteriormente que el 2 de abril fue la primera ocasión donde se hizo presente la referencia a los jóvenes. Fue además la única vez. En días posteriores al desembarco se movilizó hacia las islas uno de los dos grandes contingentes de tropas, casi en el mismo momento que Galtieri pronunciaba aquel famoso discurso: “Acá están reunidos obreros, empresarios, intelectuales, todos los órdenes de la vida nacional, en unión nacional en procura del bienestar del país y su dignidad que sepa el mundo, América, que un pueblo con voluntad decidida como el Pueblo Argentino: Si quieren venir que vengan les presentaremos batalla”598. Como vemos no hizo referencia a los soldados movilizados hacia el escenario de la guerra sino al pueblo argentino, un pueblo en lucha otorgando un contenido simbólico al desarrollo de la guerra. Si los primeros discursos negaban la movilización de tropas y de jóvenes conscriptos ante una sociedad que no desconocía esos hechos, las diferentes batallas obligaron al presidente de facto a 596
LORENZ, Federico. Malvinas una guerra argentina. Sudamericana, Bs. As., 2009, p. 70.
597
Para ello puede consultarse una amplia bibliografía. Destacamos los dos libros ya citados de Federico Lorenz y GUBER, Rosana. ¿Por qué Malvinas?: De la causa nacional a la guerra absurda, FCE. Bs.As., 2001.
598
Discurso de Fortunato Galtieri pronunciado el 10 de abril de 1982 por cadena nacional.
289
reconocerlos. El 1° de mayo emitió un mensaje a la población por cadena nacional donde se refirió que mientras hombres y mujeres peleaban desde sus puestos de trabajo: “en el sur, en el sur, patrimonio argentino, hombres de todas las edades, en sus puestos de lucha defienden con fiereza, en estos momentos el honor y el patrimonio nacional” y luego de la derrota del 14 de junio advertía: “nuestros soldados lucharon con esfuerzo supremo por la dignidad de la nación, los que cayeron están vivos para siempre en el corazón y la historia grande de los argentinos. No tenemos solo el bronce de las antiguas glorias, tenemos nuestros héroes, hombres de carne y hueso del presente, nombres que serán esculpidos por nosotros y las generaciones venideras”. Así en esos álgidos meses, desde el discurso militar, se hablaba de guerra, de soldados, de batallas ganadas, de hombres luchando pero se negaba el carácter de conscriptos de esos combatientes. Ello solapaba múltiples sentidos. Negar a los conscriptos, es decir negar que una gran mayoría de los catorce mil movilizados eran jóvenes realizando el servicio militar obligatorio permitía ocultar en parte la falta de preparación profesional de los “soldados” y las grandes desinteligencias del régimen respecto de las evaluaciones de la posible guerra. Asimismo al hablar de hombres negaba la condición juvenil de muchos de ellos quienes no sólo no se habían preparado para la guerra, sino que probablemente hasta ese entonces no se les había planteado tal disyuntiva. Si la conscripción era en términos militares el ritual del paso a la vida adulta599, la guerra era la aniquilación del rito y por tanto de la vida joven. Como vemos, en los pocos meses que implicaron la gestión de facto de Galtieri no hubo grandes discursos en torno a los jóvenes ni su rol como generación nueva en el PRN o para el bien del país. Los jóvenes no entraban en la agenda militar del mismo modo en que la concibieron sus antecesores. Sin embargo eran varones jóvenes quienes estaban allí presentes como núcleo central de su estrategia. Dos ideas fundamentales se condensaban en la figura del conscripto y se reproducían 599
GARAÑO, Santiago. Entre el cuartel y el monte. Soldados, militantes y militares durante el Operativo Independencia (Tucumán 1975-1977), tesis de doctorado, mimeo, 2012, p. 19. Disponible en www.riehr.com.ar. [última consulta 10/05/13]
290
en los medios de comunicación en aquellos meses de guerra: la lucha del país joven y pequeño respecto del poderoso imperio y la necesidad de apoyar a los jóvenes movilizados. En esa línea podemos acordar con los planteos de Pablo Vila quien señala que “la guerra pone final a la figura del joven sospechoso que había empezado a ser revertida a partir de la apertura (e intento de cooptación) de Viola: “una nación que pone su destino en manos de adolescentes de 18 años no puede seguir cuestionándolos por el mero hecho de ser jóvenes”600. Así, la guerra permitió gestar un nuevo modo de mirar socialmente a los jóvenes, sus culturas y sus prácticas. Si bien los jóvenes conscriptos representaban el 1,81% de la población joven masculina de entonces601, condensaban un ideal de juventud que se extendía más allá de ellos. La juventud, señala Lorenz, “protagonizó simbólica y materialmente la guerra” y los medios de comunicación difundieron y reprodujeron ese protagonismo602. No es casual la masiva difusión del rock en ese contexto. Antes llamado progresivo, el rock ahora definido como nacional fue parte de las paradojas de la guerra de Malvinas. Aquella música asociada a los jóvenes que en años previos había sido fuertemente restringida, vigilada y perseguida por el régimen, encontraba en esta nueva coyuntura un momento de auge. Como señala Pujol había una razón política para ello: “si en Malvinas estaba muriendo gente de menos de 30 años, debía ser entonces la música de esa generación, la que inundara los medios de comunicación”603. Siendo una estrategia política del régimen, el rock nacional sin embargo obtuvo sus beneficios, el impulso del género y de algunos artistas locales en ese proceso. Algunas canciones sonaron fuerte, Solo le pido a Dios de León Gieco se convirtió en un himno, pero a ella se sumaron otras canciones que lejos estaban de referir a la guerra.
600 601 602 603
VILA, P. “Rock nacional…”, op. cit., p. 106. LORENZ, F. La guerra por Malvinas, op. cit., p. 88 cita n° 2. Ibid., p. 69 y ss. PUJOL, S. Rock y dictadura, op. cit. p. 220.
291
Si la guerra fue un intento del gobierno de facto de restaurar los vínculos con la sociedad argentina, para esa sociedad condensaba un cúmulo diferente de sensaciones y sentimientos que se tradujo en un apoyo masivo. Entre abril y junio, mientras en el sur se construía el escenario de batalla, en las grandes ciudades del país –y también en las pequeñas- la vida giraba en torno a la guerra y sus combatientes. Ceremonias, adhesiones, ayuda solidaria, marchas, recitales se realizaron en nombre de la recuperación de Malvinas. Tales acciones se potenciaban y sostenían por colectivos y personas que incluso en el mismo acto de apoyo socavaban algunos aspectos de la dictadura. Muchos ejemplos podrían mencionarse, como las silbatinas hacia Galtieri cuando en su discurso del 10 de abril -a plaza llena- se refería a sí mismo como presidente del país. Otros hechos también señalaban las contradicciones del momento. El 7 de abril, por ejemplo, la FUR que venía combatiendo la política universitaria, organizó en Rosario una marcha con el lema “Las Malvinas son argentinas"604 y casi veinte días después la comisión pro centro de estudiantes de la Facultad de Humanidades y Artes expresaba su adhesión a la defensa de la soberanía nacional y contra la agresión colonialista e imperialista. Incluso el festival de rock realizado el 16 de mayo en Obras Sanitarias puede ser leído en esa clave; propuesto por el régimen, su convocatoria se difundió como Festival de la Solidaridad Latinoamericana por la Paz. Según señalaba la revista Expreso Imaginario si bien hubo una propuesta gubernamental ya los empresarios y músicos del rock habían planteado la posibilidad de organizar un festival que tuviese un doble propósito: “ratificar una voluntad de paz y el de prestar un tipo de colaboración a las necesidades de los jóvenes que están estacionados en el sur debido a las acciones bélicas que son de dominio público”605.
604
“Masiva marcha de FUR”, LC, 08/05/82.
605
“Festival de la Solidaridad” en Expreso Imaginario, n° 71, 1982, p. 12. A pesar de los fundamentos señalados por Expreso, el festival generó controversia al interior del mundo rockero. Pocos fueron los que no asistieron, MIA, Virus y los Violadores, quienes abiertamente cuestionaron el evento. Ver PUJOL, S. Rock y Dictadura, op. cit. También LORENZ, F. La guerra… op. cit. p. 55 y ss.
292
Vale decir entonces que aún cuando aceptemos que parte de esa movilización se construyó sobre la base de la manipulación, Malvinas fue para la sociedad argentina mucho más que unas islas del Atlántico sur que la dictadura pretendía recuperar. Es decir, la ocupación y la posterior guerra no implicó para gran parte de la población la asimilación y aceptación del discurso militar. Fue, entre otras cosas, la lucha de aquellos jóvenes argentinos que no eran precisamente militares profesionales. Así, mas allá de las intenciones políticas y los “usos” por parte del régimen, la guerra afectó sensiblemente a la población y especialmente a los jóvenes. Para aquellos que vivían en el continente la acción bélica fue un tema de discusión constante. Ir a la guerra, ser llamado, presentarse como voluntario eran algunos de los tópicos que rondaron por unos meses las discusiones y charlas entre amigos, fue una experiencia que aunó los sentimientos encontrados de una generación de muchachos argentinos y la posibilidad de ser llamados a “defender la patria”. Cuando la guerra finalizó en derrota, cuando los “chicos” de Malvinas, con su hambre y sus penurias a cuestas volvían al continente, las preguntas sobre la guerra afloraron en la sociedad, afloró también el repudio por matar víctimas inocentes606. La derrota implicó además la salida de Galtieri, la crisis estructural del régimen y el inicio de la apertura política definitiva. Las Fuerzas Armadas luego de la guerra mostraron más crudamente sus internas y la Junta Militar se fracturó. Tanto la Armada como la fuerza Aérea quisieron deslindar responsabilidades en torno al conflicto bélico y el recambio institucional necesario tras la salida de Galtieri implicó la última confrontación entre las diversas fuerzas. La designación de Bignone como presidente de facto a cargo de la transición se realizó el 24 de junio en el marco de fuertes tensiones internas en las Fuerzas Armadas. A ello se sumaba una sociedad que comenzaba a cuestionar los estragos de la guerra. La posibilidad de gobernar en esas circunstancias era imposible con lo cual el último gobierno de facto se sostuvo a través de los acuerdos con parte de la sociedad y
606
LORENZ, F. La guerra, op. cit. p. 116 y ss.
293
específicamente gracias al compromiso formal de llamar a elecciones607. Es decir, ya no había proyectos ni objetivos del régimen, más que la transición a la democracia y la búsqueda de estrategias que permitieran a los militares la exculpación por cualquier “exceso”. En ese marco pocos discursos del gobierno de facto recuperaban una mirada sobre los jóvenes. Las expectativas sobre la “nueva generación heredera del Proceso” como se las llamaba en los primeros meses de dictadura dejaron de hacerse presentes. Sin embargo la apertura política mostraba las carencias y desconocimiento de los jóvenes respecto de la democracia. Aquellos que tenían menos de 28 años nunca habían acudido a las urnas y sólo una vez los menores de 35 años. De allí que desde el gobierno de facto de los diversos niveles insistieran en la necesidad de instruir a las generaciones más jóvenes respecto de los mecanismos de la democracia. Esos discursos comenzaron a explicitarse muy rápidamente y a un mes de terminada la guerra ya se planteaba a nivel nacional el lanzamiento de una campaña instrucción cívica destinada a jóvenes con el objetivo de que “tengan una clara conciencia de las responsabilidad que asumirán cuando deban elegir un gobierno constitucional”608. A nivel local unos meses después de publicitado este proyecto, el intendente de facto de Rosario, Alberto Natale, anunció el inicio de las jornadas de Formación Cívica organizadas por el municipio para los mayores de 16 años609. Si desde el régimen se pretendía sustentar un discurso en el cual la única vía de participación política se canalizaba mediante los mecanismos electorales, la sociedad comenzaba a mostrar otras formas de participación y movilización que corroían a un régimen ya endeble. En ese marco los jóvenes desde distintos espacios generaron instancias de acción y movilización nuevas que se plegaron a otras ya estatuidas en contra de una dictadura en ciernes.
607
NOVARO, M. y V. PALERMO. La dictadura militar… op. cit., p. 478.
608
“Una amplia campaña de instrucción cívica será lanzada por el ejército”, Rosario, 29/07/82, p. 2.
609
“Comenzaron las jornadas de Formación Cívica”, Rosario, 11/09/82, p. 21.
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Jóvenes en movimiento. Cómo te explico? y Tiempos difíciles, el cuestionamiento desde la cultura “Tenía veinte años. No dejaré que nadie diga que es la edad más bella de la vida. Nosotros somos adolescentes, no permitiremos que digan que es la edad más feliz de la vida” Cómo te explico?
Como hemos señalado los años que median entre 1981 y el final de la dictadura marcaron el compás de crisis del régimen, sus internas y fracturas. En ese marco distintos sectores de la sociedad lejos de ser meros espectadores de la debacle, abonaron en la corrosión de la dictadura. Desde distintos frentes que incluían la dirigencia partidaria, los gremios y el movimiento obrero, los organismos de derechos humanos y el incipiente movimiento estudiantil comenzaron a perfilarse un conjunto de demandas articuladas que marcaban un ritmo diferente al de los primeros años de la dictadura. A inicios del período señalado se vieron florecer experiencias culturales que parecían emerger de esa sociedad oscura e impotente de años anteriores. Experiencias que fueron hasta entonces marginales o habían vegetado y sobrevivido en los subterfugios, en las “catacumbas” durante los peores años de la represión convirtiéndose en un respiro y que adquirían a la luz de la nueva década una visibilidad y centralidad que no era menor. La sociedad comenzaba a plantear interrogantes sino políticos, al menos disruptores de la cultura impuesta en dictadura. El abrupto cierre a la gestión de Viola y la asunción de un nuevo presidente de facto de línea dura implicó la vuelta a los lineamientos originales del régimen pero ello se dio en el marco de una sociedad que se había modificado. Esos cambios incipientes que comenzaron a verificarse en la sociedad hacia la nueva década tuvieron una especial presencia y significación en los ámbitos de sociabilidad juveniles, al menos en la ciudad de Rosario. Uno de los cambios en ese sentido provino específicamente del ámbito cultural. Sin plantearse abiertamente como un espacio contra la dictadura, algunas experiencias culturales direccionadas hacia los sectores juveniles tuvieron en esta coyuntura un auge significativo. La puesta en escena de la obra teatral Cómo te explico? organizada 295
desde los talleres de Arteón fue una bisagra en la historia del teatro rosarino. Primera obra para adolescentes, se proponía abordar parte de las preocupaciones y experiencias cotidianas de los jóvenes en esa coyuntura saltando las barreras de los temas tabúes y la censura. La obra de teatro Cómo te explico? se estrenó en agosto de 1980 y según rezaba el programa era la primera puesta en escena hecha para adolescentes por jóvenes que hasta no hacía poco eran adolescentes. Implicaba una serie de sketchs que representaban experiencias de los jóvenes de entonces. La relación con los padres, la pareja, la sexualidad, la escuela eran algunos de los tópicos que se presentaban a través de la obra que articulaba una “poética del cuerpo” y música progresiva. Para Sabatino, uno de sus realizadores: “era un hecho teatral que tenía mucho que ver con la fiesta, una fiesta de lo reprimido, se encontraban que todas esas cosas que se habían bancado aparecían en escena”. Citar parte de sus diálogos es una tarea imposible, la obra se construyó sin texto fijo y como marea de producción colectiva, era además “teatro de urgencia”610. Ello se presentaba así en parte por el contexto que se vivía, si bien en 1981 la crisis de institucionalidad del régimen y el discurso aperturista oxigenaban la sociedad, la dictadura mantenía aún el control y el disciplinamiento sobre la cultura. La obra era además el producto de los años previos y la necesidad de mantener el teatro a pesar de todo. El grupo Discepolín que hizo la puesta en escena de la obra estaba conformado por egresados de Arteón que entre 1976 y 1979 611
sostuvieron los talleres de teatro
asistieron y
. Retomaron en ese marco aquello que luego
se tradujo en la obra: la producción colectiva y el teatro crítico. La presentación de Cómo te explico? sin gran difusión mediática y a través de “volanteadas” implicó trescientas cincuenta funciones en Rosario, con más de treinta mil espectadores y una gira por distintas ciudades del país con un éxito
610
Sabatino Palma.
611
En dictadura la FATA (Federación Argentina de Teatro) propone que es un tiempo para los talleres, no tanto para la difusión y puestas en escenas. Sabatino Palma.
296
inusitado612. Era una experiencia innovadora que hablaba de temas en ese momento tabúes. Ello les significó la censura por parte de la Comisión Calificadora de Espectáculos Públicos de la ciudad. Chiqui Gonzales su directora recordaba: “era una obra para menores de 14 años, para preadolescentes y una semana después de estreno llegaron con una prohibición a la sala para menores de 18 años. Porque había un personaje que era mudo y le explicaba cómo hacer el amor a una chica, y sobre todo porque el mudo cuando hablaba por primera vez decía una frase de Paul Nizan “Tenía veinte años. No dejaré que nadie diga que es la edad más bella de la vida”. Y agregaba: “Nosotros somos adolescentes, no permitiremos que digan que es la edad más feliz de la vida”. La obra hablaba de la represión, de la muerte, de la salida de la infancia”613.
Si la obra fue una bisagra en la historia de sus realizadores, también lo fue para una generación de jóvenes. Ya fuera porque hablaba de sus temas, se identificaran con las experiencias representadas, fuera el primer teatro pensado para jóvenes o porque la propuesta abría una de las primeras grietas en la cultura hegemónica de la dictadura, el teatro de Discepolín se convirtió en una experiencia común a muchos jóvenes rosarinos. La censura no mermó el público presente, como Sabatino señala: “la censura sólo valía si estaba el censor. Entonces en la sala teníamos nuestro informantes que nos avisaban cuando no había canas ni nadie de la Liga de la Decencia y ahí hacíamos la versión verdadera”614.
Tanto realizadores como espectadores intentaban corroer las
barreras de la prohibición. Acompañados de sus padres muchos jóvenes menores de edad se hicieron presentes entre el público, otros a solas. Es interesante consignar que la mayoría de las personas entrevistadas para esta tesis recordaban la obra, tramos de ella e inclusive la canción que la acompañaba615. El
612
Sabatino Palma
613
“Discepolín. 30 años no es nada”, en Revista 32 pies, n° 2, año 1, 2011, p. 40. Disponible online en http://www.elpuertodelamusica.com.ar/revista-32pies/ [última consulta 30 de junio de 2013]
614
“Discepolín. 30 años…” op. cit., p. 41.
615
No sólo entrevistados, sino que muchos conocidos recordaban formar parte de su público.
297
teatro se convertía así en un espacio donde nuevas libertades y pequeñas resistencias florecían. Otra expresión de los cambios en la cultura juvenil se dio, como ya hemos señalado con el rock progresivo. En un capítulo previo advertimos que fue una experiencia marginal en los primeros años de la dictadura pero que en los ochenta mostraron nuevos rumbos. El rock en Rosario tuvo sus particularidades donde lo colectivo y la articulación con otras expresiones artísticas fueron algunas de sus marcas personales. Por otra parte el sostenimiento de sus prácticas, espacios de sociabilidad y cultura le permitió madurar incluso en los años menos favorables para el desarrollo artístico. Estas particularidades abonaron el camino de la Trova Rosarina, un grupo de jóvenes locales que muy rápidamente adquirieron fama nacional. De la Trova participaron jóvenes rosarinos que tenían ya una trayectoria en el mundo del rock local y que condensaban algunas de sus características principales616. Su primer recital en Buenos Aires se realizó en Obras dos días antes del Festival por la Solidaridad y en el marco de la guerra de Malvinas. El disco Tiempos difíciles grabado al poco tiempo se convirtió rápidamente en uno de los más vendidos y algunas de las canciones más conocidas eran “De regreso, Mirta”, “Era un abril” y “Puñal tras Puñal”. Sus canciones no eran de protesta sin embargo desde sus letras melancólicas aludían a temas que hablaban del propio país y de jóvenes. Mirta, de regreso, la historia de un hombre salido de la cárcel se convirtió en una de las letras más escuchadas en ese entonces. Para Pujol, la Trova y más específicamente la figura de Baglietto y su repertorio -aunque no tuviera un contenido político- eran el símbolo de la apertura que los nuevos tiempos mostraban617. Lo señalado hasta el momento nos permite advertir que los años 80 se producen cambios significativos en las culturas juveniles en Rosario, caracterizadas 616
Muchos de sus integrantes habían abrevado previamente en experiencias que fusionaban la música progresiva con el arte. Adrián Abonizio, Juan Carlos Baglietto y Fito Paéz, habían sido músicos de la obra Cómo te explico y el Zapo Aguilera y Abonizio habían participado en la primera etapa de Cucaño. Asimismo Baglietto, Aguilera y Abonizio fueron en distintos momentos músicos del grupo Irreal.
617
PUJOL, S. Rock y dictadura, op. cit., p. 225 y ss.
298
especialmente por la amplia difusión y masividad de algunas propuestas para los jóvenes. Es posible pensar que el clima menos opresivo y la represión en retirada permitieron generar estas instancias de actuación más visibles. Pero este florecimiento no puede entenderse si no comprendemos que el campo cultural se había mantenido y consolidado como reducto de “supervivencia”, inclusive política, en los primeros años de la dictadura. Por otra parte las posibilidades de encuentro que sostuvieron estas experiencias permitieron nuevos canales de sociabilización juvenil, nuevos interrogantes y nuevas miradas sobre determinados temas que en el marco de debilitamiento del régimen se trasladaron o se rearticularon en otros ámbitos. Si el ámbito cultural se había convertido en un espacio que permitió la corrosión del régimen, otros que también habían sobrevivido a la represión, el disciplinamiento y el control articularían las nuevas demandas del sector. De las preguntas a la acción. Participación política, movilización y nuevos horizontes juveniles En un capítulo anterior hemos abordado las modificaciones establecidas en el ámbito educativo a partir de las políticas implementadas en la dictadura durante el período que comprende las gestiones de Bruera a Llerena Amadeo. Es decir hemos detenido nuestro análisis en un núcleo de gestiones ministeriales que sin implicar una política homogénea marcaron ciertos ejes sobre los cuales se fueron delineando las medidas implementadas en torno al saneamiento, disciplinamiento, control y represión en los ámbitos educativos y que modificaron la vida cotidiana en las aulas. La gestión de Llerena Amadeo avanzó mucho más que sus antecesores en la medida que incorporó un conjunto de medidas significativas en donde destacó la nueva política universitaria que pretendía la definitiva “normalización” del sistema. La creación de estatutos universitarios, la mayor intervención del Ministerio en la designación del personal docente, la realización de concursos y la política de arancelamiento fueron las bases de ese proyecto que se implementarían a partir de 1981. En ese marco los pocos meses que median entre la asunción de Viola como presidente de facto y su salida, no señalaron modificaciones específicas respecto 299
de las políticas diseñadas y ya puestas en marcha hacia los sectores juveniles. Asimismo, en materia educativa aquello que caracterizó la gestión fue el inicio del cuestionamiento de las políticas implementadas por el ministro anterior Llerena Amadeo. La “flexibilidad” del discurso respecto de los jóvenes inclusive se evidenció en el nuevo Ministro de Educación Carlos Burundarena quien planteó la importancia de “que haya un poco de ruido y no la paz de los cementerios”, dando a entender que su posición respecto de los estudiantes y sus reclamos era dialoguista618. Como ya hemos visto, la intervención sobre el ámbito universitario había implicado en los primeros años de la dictadura una batería de normas y acciones que llevaron a modificaciones curriculares, cercenamiento de la participación de los estudiantes, cupos de ingreso y el control sobre los estudiantes. Si esas modificaciones afectaron la vida de los estudiantes universitarios, la política represiva como estrategia general del régimen, colaboró en el proceso de desactivación de cualquier pretensión de protesta y movilización de los estudiantes universitarios. La normalidad de las aulas se imprimió sobre esas bases. Sin embargo es posible advertir que las políticas implementadas por Llerena Amadeo generaron los primeros cuestionamientos visibles de estudiantes universitarios a la política educativa de la dictadura. A nivel nacional algunas experiencias de reclamos y movilización juvenil por la política universitaria se manifestaron ya hacia 1979. En diciembre de ese año el ministro anunciaba el cierre de una casa de estudios, la Universidad Nacional de Luján. Ese acontecimiento implicó un significativo número de estudiantes y docentes de la casa se movilizasen. Un docente de la institución recuerda: “Superados los primeros momentos de indignación comenzamos a pensar y actuar para resistir y revertir el anuncio. A partir de ese día nos quedamos todo el día dentro de la universidad; no la habíamos tomado: era nuestra (…) Eran días muy calurosos del verano, y pasamos nochebuena, navidad y fin de año 618
RODRIGUEZ, L. G. Católicos, nacionalistas… op. cit., p. 106.
300
resistiendo, compartiendo nuestro amor por la universidad que habíamos construido y nuestra esperanza por sobrevivir. Todas las decisiones las tomábamos en asambleas que realizábamos los jueves”619.
La ocupación de la universidad y la huelga de hambre que se realizó a principios de 1980 fueron algunas de las primeras acciones de estudiantes universitarios contra la política educativa del régimen. Sin embargo no modificaron el cierre implementado, la universidad recién abrió sus puertas nuevamente en 1984. En el año ‘80 el reclamo no se circunscribió sólo a la Universidad Nacional de Luján sino que una incipiente demanda estudiantil frente a la política educativa se verificó en distintas universidades del país. Algunos de estos reclamos se nuclearon en torno a organizaciones estudiantiles como la Unión Nacional de Estudiantes (UNE) y la Federación Universitaria Argentina (FUA)620, quienes planteaban que el arancelamiento iba contra el espíritu de la reforma del ‘18621. En el caso de la UNE, hacia la segunda mitad de 1980 presentó una carta dirigida al ministro de educación con firmas de poco más de mil estudiantes del país donde sumaba a aquel reclamo la necesidad de la participación estudiantil en la vida de los claustros622. La FUA por su parte se reunió en 1980 participando varios delegados regionales, todos ellos designados antes de 1976 que impulsaron un petitorio contra el arancel. Fue, según Pedrosa una de las primeras acciones
619
MALACALZA, Leonardo. La Universidad Nacional de Luján: entre utopías, mitos y realidades. UNLU, 2007, p. 22-23. Disponible en www.unlu.edu.ar [consultas realizada el 23/07/13]. 620
En septiembre 1980 la dirección General de Inteligencia de la Provincia recibió la solicitud del Departamento Delegación de la SIDE respecto del accionar de la FUA a nivel local. Según el informe “Dirigentes de FUA realizaron dos reuniones en JUL80 (sic) para tratar la movilización estudiantil en contra del arancelamiento. Los encuentros fueron realizados en el domicilio de Alfonsín y de Alende del Partido Intransigente –PI-. En una de las reuniones se aprobó el plan de acción de FUA para el ámbito universitario”, e parte demandaba se detectase si dicho plan era efectivizado y quienes participaban de las reuniones locales. Ver archivo DGI UC 18 – Atado 3.
621
Ver RORIGUEZ, L. G. y G. SOPRANO. “Las políticas de acceso a la universidad”… op. cit. Se sumaría al año siguiente la novel la comisión Permanente de Defensa de la Educación dirigida por Emilio Mignone y el dirigente gremial Alfredo Bravo
622
“Pedido estudiantil sobre el arancel”, LC, 19/07/80, p. 2.
301
públicas de la FUA y aunque no tuvo un efecto inmediato marcó los cambios que se avecinaban en el ámbito universitario623. En Rosario el núcleo de demandas respecto de la nueva política universitaria se planteó públicamente hacia finales de año. Riccomi había defendido el arancelamiento
en
sendas
notas
periodísticas
cuando
algunos
sectores
comenzaron a cuestionarlo. En diciembre, los estudiantes de Humanidades y Artes hicieron visible su reclamo ante la FUR y decanato planteando la derogación del arancelamiento. En ese mismo contexto desde la FUR se promovió un petitorio que fue firmado por más de tres mil estudiantes624. Sin embargo fue hacia mediados de 1981 cuando esas demandas se hicieron más evidentes y masivas entre los estudiantes de la UNR. A mediados de año cuando las chequeras ya habían sido emitidas, una movilización de ciento cincuenta estudiantes de esta universidad -que aseguraban no pertenecían a “ninguna agrupación estudiantil”se acercaron a los medio locales para mostrar su descontento625 y la FUR llamó al no pago de los aranceles. Sergio C. recuerda que las primeras instancias de organización estudiantil en ese año estuvieron ligadas a plantear estrategias para sostener la lucha contra el arancel626. Si bien el valor no era muy alto, equivalía en ese entonces a cincuenta mil pesos627 cuyo pago se realizaba mediante chequeras, los estudiantes se organizaron en asambleas para debatir al respecto. En ese marco había un amplio consenso en el no pago y se designaron encargados para “recoger las chequeras de aranceles para terminar haciendo una gran fogata”628. La lucha contra el arancel fue en el caso de la Universidad Nacional de Rosario la primera instancia
623
PEDROSA, F. “La universidad y los estudiantes frente a la dictadura militar”, op. cit., p. 223.
624
“La FUR dio un comunicado”, LC, 19/07/81, p. 16. Según datos estadísticos, la Universidad Nacional de Rosario contaba en 1980 con 19321 estudiantes. Ver www.unr.edu.ar
625 626
“Hubo una protesta por los aranceles”, LC, 8/07/81, p.17 Sergio C.
627
Según la ley, las universidades podían cobrar un arancel de un valor mínimo de 30 mil y máximo de 70 mil pesos.
628
Gustavo B.
302
organizativa contra una normativa de la dictadura. Fue para los estudiantes exitosa, Sergio señala que en el caso de Humanidades prácticamente no se pagaron aranceles a pesar de los dichos del rector interventor629. Es posible advertir que si bien la política universitaria en dictadura fue en muchos aspectos fuertemente restrictiva, la imposición del arancelamiento fue el hito inicial que generó el descontento de los sectores estudiantiles –y de diversos sectores de la sociedad- que comenzaron a cuestionar desde distintos espacios la política educativa del régimen. Cabe señalar que si en un principio la demanda inmediata fue el arancelamiento, algunas otras reivindicaciones se colaron en el discurso estudiantil respecto de las problemáticas de la universidad como el ingreso irrestricto y la participación estudiantil. Estos reclamos se evidenciaron en distintas casas de estudios del país donde
las
estructuras
organizativas
retomaron
la
consigna
estudiantil,
especialmente la FUA y sus sedes locales. Sin embargo la movilización de estudiantes contra la política educativa no tenía aún la fuerza y proyección que sumaría meses después. Aquello que caracterizó las primeras instancias de reclamo fue la fragmentación de las acciones. Por otra parte es posible pensar que el reclamo respecto del arancelamiento si bien fue un elemento significativo en el proceso de reagrupamiento del movimiento estudiantil rosarino entre 1980 y 1981, ello no afectó ni modificó estructuralmente la vida de los estudiantes universitarios. La crítica al arancelamiento no significó un cuestionamiento más abierto y general respecto de la gestión interventora, los planes de estudios o el control. La vida en el claustro mantenía aún gran parte de las premisas de disciplinamiento gestadas en los años previos. Fue luego de la guerra de Malvinas cuando la vida universitaria adquirió un cariz diferente.
629
A pocos meses de fin del ciclo lectivo de 1981 Riccomi señaló “En líneas generales yo les diría la Universidad está muy satisfecha de la madurez demostrada por os estudiantes rosarinos y de zona de influencia”. Ver “Al arancelamiento se refirió Riccomi”, LC, 12/09/81, p. 8.
303
El tiempo después de Malvinas. Los jóvenes y la movilización contra la dictadura “la juventud debe ser consciente de que la participación no se solicita, se asume. Quien no confía en la juventud teme al futuro y le teme porque está comprometido con las arbitrariedades del presente”. Declaraciones de la Federación Universitaria Argentina, septiembre de 1982.
Hasta aquí planteamos un primer registro de cambios en las percepciones, representaciones pero también en las practicas juveniles a partir de 1980/81. Hemos señalado además como esos cambios se evidenciaron a partir de la crisis que el régimen vivía, pero sin desconocer los modos en que la sociedad redimensionó esta nueva coyuntura. 1980/81 fueron años de apertura. No sólo por las intenciones del régimen de abrir al diálogo, especialmente el diálogo político, sino porque fue además el contexto en que en forma incipiente y fragmentaria desde la sociedad comenzó a plantearse la posibilidad de abrir nuevas vías de acción. Para aquellos que estaban aún en las escuelas secundarias o iniciaban su vida universitaria los cambios producidos en el ámbito sociocultural de la argentina en los años 80 y 81 probablemente no fueron tan significativos en sus propias experiencias. Las primeras demandas sindicales y estudiantiles, la mayor publicitación de los organismos de derechos humanos y el reclamo por las violaciones perpetradas, los resquicios abiertos en el ámbito cultural no se constituyeron en realidades que los afectasen directamente. La crítica a la dictadura no prendió en aquellos que habían iniciado sus experiencias juveniles en dictadura. Es decir para quienes no habían tenido militancia política, desconocían las prácticas participativas en las instituciones educativas y los espacios de sociabilidad juveniles previos a la dictadura, los cambios fueron menores. Quizás porque en ese incipiente proceso de liberalización no se modificaron los aspectos centrales de la dictadura, aquellos que habían formado parte de la cotidianeidad de estos jóvenes durante este período.
304
Sin embargo es posible pensar que para aquellos que arrastraban otra historia de vida militante, de cuestionamiento silencioso al régimen, de caracterización de la dictadura y de sus prácticas represivas, aquellos que conocían en parte al menos lo que “estaba pasando”, la posibilidad de nuevos espacios culturales, de lograr un incipiente reclamo en el ámbito fabril, político y educativo, aún fragmentarios, eran pulmones de oxigenación luego de un lustro de dictadura. En ese sentido, la derrota en el conflicto bélico permitió la confluencia de estas diversas capas de jóvenes, situaciones y percepciones. El fin de la guerra de Malvinas fue aglutinador de diversas experiencias juveniles en el marco de la crisis del régimen. Siguiendo este planteo podemos señalar que a partir de mediados de 1982 cuando el fin de las restricciones a la participación política abrió un marco de acción social significativo, ellos ingresaron, en algunos casos por primera vez, a la política. Si analizamos los sucesos de la ciudad de Rosario podemos verificar una significativa participación de jóvenes que se introdujeron en diversos espacios y gestaron algunos nuevos desde los cuales aportaron su cuota para la corrosión del régimen. Intensas movilizaciones político partidarias, huelgas gestadas desde las tradicionales instituciones gremiales, marchas por la violaciones a los derechos humanos coordinadas por los organismos locales, se nutrieron ampliamente de la gente joven. Ello fue posible y más evidente después de la guerra de Malvinas. Las personas entrevistadas para esta tesis han señalado repetidamente que Malvinas marcó un quiebre en sus historias personales, pero también en el colectivo social. Para Laura B. que aún cursaba la escuela secundaria Malvinas fue un parteaguas en su propia historia: “no sé… lo de Malvinas era como había algo, no sé puntualmente, pero fue un momento de encuentro (…) es como nos encontramos, de golpe dijimos, deseamos algo y encontramos alguien que tenía… supongo que a todos les pasó lo mismo que salió del baúl, digamos, que se animó a decir alguna cosa”630. En su relato se entremezclan diversas anécdotas donde avanzar sobre los límites impuestos en la dictadura era una constante. En su caso sobre los límites impuestos en el ámbito escolar. 630
Laura B.
305
Recordemos que Laura cursaba los últimos años de sus estudios secundarios en el Normal 1, una institución donde las restricciones impuestas al conjunto de las alumnas habían condicionado gran parte de sus experiencias escolares, el trato con sus compañeras y con las docentes. Pero ese 1982 modificó gran parte de las prácticas y las relaciones al interior de la escuela. Fue la primera vez en que ella y otras pocas alumnas decidieron no acudir a la misa a la cual año tras año como alumnas estaban obligadas a asistir. Fue también el año en que solicitaron a las autoridades escolares una charla sobre educación sexual o, como le llamaban entonces sobre “relaciones pre matrimoniales”. La directora, para contrarrestar la situación, convocó a una religiosa a hablar de tema: “Estaba lleno el salón de actos del Normal 1 (…) y se armó un lío bárbaro, el relato de la mina era bien religioso (…) en algún momento salió el tema del aborto. Ya había salido el tema de la pureza… de la castidad en la pareja…, alguien le preguntó algo, ella empezó a hablar de que la Iglesia estaba a favor de la vida, no sé qué. Y ahí se le preguntó que por qué si la Iglesia estaba a favor de la vida no había dicho nada de los treinta mil desaparecidos”631. Otra de las expresiones de esos cambios lo constituyeron las publicaciones de revistas realizadas por los estudiantes en las escuelas medias. Laura participó de la revista Desde la Jaula realizada por algunas alumnas de tercero y cuarto año de la escuela Normal 1. Salió por primera vez en septiembre de 1982 y si bien inicialmente estaba pensada como una revista de la escuela, la prohibición de venta por parte de la directora la llevó a trascender las paredes de la institución. Del primer número se publicaron 1000 copias, todas vendidas632. Los cinco números que salieron no muestran un perfil político definido, y quienes formaban el corazón de la revista no tenían militancia política previa (aunque la asumieron al
631
Ibíd.
632
Accedí al primer número de la revista Desde la Jaula a través de la entrevista realizada a Sergio Rébori, quien generosamente me acercó un conjunto de publicaciones alternativas. Todo ello a pesar de que a Laura la conocía de años. El dato no es menor, permite advertir los posibles derroteros de la publicación en ese contexto.
306
calor de los acontecimientos posmalvinas)633. Desde la Jaula era una revista que se proponía abrir la mirada sobre diversas cuestiones: “Nosotras estamos convencidas que vivimos dentro de una gran celda (…) una jaula para el artista, una jaula para estudiantes, una jaula para el intelectual, una jaula para el sexo y el amor, una jaula para opinar distinto (…) Porque a pesar de que asumimos los barrotes que nos atan, también sabemos que nunca han de ser eternos. Un día todos juntos tomaremos las llaves e iremos abriendo una a una todas las puertas”634.
Una entrevistas a Piazzolla, otra a la organización Madres, a representantes del rock, a un combatiente de la guerra de Malvinas e inclusive las notas no publicadas (como aquella realizada al representante de la Liga de la Decencia) dan cuenta de los intereses pero también del ritmo acelerado con que esas preocupaciones inundaban la vida de algunos jóvenes. En otras escuelas también se fomentó entre los estudiantes la publicación de una revista. Sabina recuerda que en el Politécnico también surgió una en el marco de la transición: “yo no tenía una participación muy activa, pero yo me acuerdo de una revista que se llamaba Picaporte, que era de la escuela. Y me acuerdo que en el marco de la revista fuimos a hacerle una entrevista a Silvio Rodríguez”635. En el caso del Politécnico no debemos olvidar que la publicación de revistas estudiantiles se había mantenido a lo largo de la dictadura como modo de mantener y fomentar vínculos entre los estudiantes, especialmente aquellos que tenían cierta militancia política. Sabina recuerda que de la revista participaron estudiantes que eran de la FJC. En el caso del Politécnico otra de las luchas recuperadas por los estudiantes fue contra el uso del uniforme, una consigna sostenida desde años anteriores. Entre los compañeros de Sabina era común escuchar el cántico popular: “la corbatita y el pelo corto que se lo metan bien en el orto”. El fin del uniforme llegó al Politécnico como a la mayoría de las escuelas con 633
Laura comenzó a militar en el Movimiento de Acción al Socialismo, mientras que algunas de sus compañeras se acercaron al radicalismo.
634
“Pequeña explicación sobre el título”, Desde la Jaula, n° 1, septiembre de 1982, p. 3.
635
Sabina F.
307
la transición a la democracia. Quien observa las fotografías de la promoción ‘86, entre el año de ingreso, 1981, y su egreso las diferencias son claras, zapatillas, jeans, pelos largos en los varones, ausencia de vinchas en las mujeres contrarrestan la vestimenta de los primeros años. Por su parte Laura recuerda que en el año 1982 la directora se negó a hablarle porque no llevaba el uniforme reglamentario: “Tenía una actitud de jodernos con el uniforme, porque si bien no había uniforme sí había guardapolvo blanco medias azules, vincha azul (…) y el pulóver tenía que ser azul marino, yo me acuerdo que llevaba un pulóver que era un color petróleo… distinto el color (…) Una vez que fuimos a hablar me hizo sacar el pulóver si no, no hablaba conmigo y yo me acuerdo que cuando llegué al salón me puse a llorar, porque yo traté de no sacármelo pero llegó un momento en que no había manera… y me saqué el pulóver”.
La anécdota tiene una connotación simbólica doble, para la directora es el mantenimiento de una normativa en el marco en que todas ellas son cuestionadas por sus estudiantes, la negativa de acatar la orden inicialmente fue para Laura un intento más de trascender el límite impuesto. A estos cuestionamientos se sumaron muchos otros que marcaban la brecha entre las prescripciones de régimen y la nueva sociedad en que se desarrollaban. Una de las más significativas estuvo dada por el proceso de recomposición de las instancias de participación y organización política. En las escuelas medias es posible verificar diversos intentos de recreación del centro de estudiantes, sin embargo en la mayoría de los casos no se gestaron sino hasta ya iniciado el período democrático y en ocasiones ese proceso tomaría mucho más tiempo636. Sin embargo en los últimos años de la dictadura una de las organizaciones que nuclearía a los estudiantes de ese sector fue la Coordinadora de Secundarios, una 636
Alejandro recuerda que cuando regresó al Superior de Comercio ya como docente a mediados de los ochenta, no se habían producido grandes cambios y el centro de estudiantes no se había reestablecido. “yo entro a trabajar en el 85 al Superior y no volaba una mosca. Y todavía el tema de las chicas con guardapolvo, y todavía la corbata y todavía toda esa historia (…)”. Según Alejandro recién en el período 86/87 se iniciaron los primeros reclamos estudiantiles por la recuperación del centro de estudiantes y contra el uniforme en esa institución. Alejandro P.
308
organización
que
movilizó
y
participó
en
las
distintas
instancias
de
cuestionamiento al régimen. Aún cuando los cambios reseñados no se verificaron al mismo ritmo ni con las mismas expresiones en todas las escuelas secundarias, es posible pensar que en la mayoría de las instituciones las percepciones en torno a las autoridades, los docentes, las prácticas, las normativas variaron luego de Malvinas. Demandar una charla pública sobre educación sexual, publicar una revista, resistir individual o colectivamente el uniforme, buscar canales de expresión participativa fueron algunos de los caminos por los cuales los jóvenes iniciaron las estrategias de cuestionamiento a las políticas gestadas en dictadura. Es decir, en el último año del gobierno de facto los jóvenes, o mejor dicho una buena parte de ellos que habían vivido el reordenamiento impuesto en años anteriores, se involucraron en las acciones de oposición y resistencia a la dictadura desde múltiples lugares, pero especialmente en aquellos considerados “ámbitos juveniles”. En ese marco aquel espacio que convocó una de las expresiones más significativas de acción contra la dictadura y que fue llevada adelante por jóvenes fue la lucha por el ingreso irrestricto en la universidad, que venía precedida por otras que se gestaron en los claustros. Como ya hemos advertido, en la Universidad Nacional de Rosario se habían gestado incipientes reclamos frente a la política implementada por Llerena Amadeo en los años 80 y 81. Hemos planteado además que esos cuestionamientos si bien fueron significativos en su alcance y estrategias de acción no movilizaron al conjunto de los estudiantes respecto de otras demandas ni modificaron la estructura universitaria tal como se venía desarrollando durante toda la dictadura. Sin embargo abrieron la primera brecha en la lucha estudiantil que verificó modificaciones más significativas en el período abierto posmalvinas. Pero fue durante el período 82/83 que en la universidad se “revitalizaron estructuras organizativas que habían permanecido congeladas durante años”637.
637
AGUILA, G. Dictadura, represión…, op. cit., 315.
309
En un capítulo anterior hemos señalado que la participación política se modificó sustancialmente en dictadura, la pertenencia a determinado partido o agrupación fue central en la vida de aquellos que tenían una tradición militante, pero esas prácticas fueron solapadas y fragmentarias, especialmente en los primeros años de la dictadura donde la militancia política era una práctica menos visible o colectiva. En el marco de la crisis de régimen pero aún más desde la derrota de Malvinas, las estructuras partidarias y las instancias organizativas en las universidades comenzaron a tener un perfil más visible y definido. Ya hemos señalado, por ejemplo las movilizaciones convocadas por la FUR o agrupaciones estudiantiles en el marco de la guerra, o la convocatoria a la solidaridad estudiantil con los combatientes. Luego de junio y con la derrota, las acciones de las agrupaciones se direccionaron en otros sentidos. El primero y más significativo la demanda por la recuperación de la participación estudiantil en la vida universitaria. Las asambleas y los reclamos en torno a la recuperación de los centros de estudiantes comenzaron a ser parte de la vida cotidiana de quienes transitaban la universidad. Sergio C. recuerda que en agosto de 1982 se realizó en la Facultad de Humanidades y Artes la primera asamblea, fue en uno de los pasillos de ingreso y se trató el tema del turno castigo638. Por la participación en esa reunión fueron sancionados tres estudiantes. Días después se pretendió impedir la realización de otra asamblea en la Facultad de Arquitectura. Las sanciones a estudiantes o los intentos de los decanos por impedir la participación estudiantil eran extemporáneas e incluso provocó una mayor movilización de los estudiantes universitarios. Las sanciones fueron repudiadas a través de una “sentada” frente a decanato y el canto de consignas como “menos represión, mas educación”, “Fuera policías de Filosofía”, “atención, atención el único camino es la movilización”639. El cuestionamiento a las sanciones no provino sólo de los estudiantes de esa casa de estudios sino que fueron acompañados por otros de Arquitectura, Derecho, Ciencia Política, Ingeniería e inclusive la FUR, así como agrupaciones políticas
638
Sergio C.
639
“Acto de protesta en Facultad de Humanidades y Artes”, Rosario, 01/09/82, tapa y p. 28.
310
acompañaron el reclamo. Las declaraciones no se circunscribieron sólo a ese hecho sino que ampliaban sobre un conjunto de problemas que en la coyuntura comenzaron a visibilizarse. El cuestionamiento a la vigilancia y la llamada “normalización” del personal docente por concurso fueron algunas de las consignas retomadas por los estudiantes. En ese sentido puede señalarse la posición que la agrupación estudiantil ARUE-MOR, de vertiente comunista, tomó ante las sanciones: “esta nueva medida arbitraria se inscribe en el modo de la creciente presencia de personas ajenas a los claustros en las diferentes facultades que invocan las tareas de vigilancia solo tenía por función la libre expresión del estudiantado (…) exigimos el retiro inmediato del personal de vigilancia de todas las Facultades”640. Es decir, los meses posteriores a Malvinas fueron centrales en la recomposición del movimiento estudiantil, sus estructuras participativas y organizaciones políticas donde la creación de los centros de estudiantes se constituyó en una de las consignas centrales. Así, en algunas facultades comenzaron a desarrollarse las elecciones de representantes estudiantiles. En las elecciones de Derecho, primera facultad que las llevó a cabo, participó casi el 70 % de los estudiantes inscriptos y se constituyeron siete agrupaciones políticas: Estudiantes de Derecho Independiente que ganaría las elecciones seguida de Franja Morada, MNR-Mariano Moreno, el Frente Universitario Justicialista, la Lista Naranja (constituida por ARUE-MOR, Partido Intransigente), Lista Patriótica para la Unidad Nacional (CUNFAUDI)641. A lo largo de los meses siguientes, otras facultades abrieron el camino para la conformación de los centros de estudiantes y el recambio de las autoridades locales y nacionales de la Federación Universitaria642. Las elecciones mostraron la renovación de agrupaciones políticas, algunas constituidas por independientes y otras de raigambre más tradicional en los claustros como las agrupaciones Franja Morada, MNR y el MOR, así como la reconstitución de agrupaciones de izquierda 640
“A la universidad se refiere ARUE”, Rosario, 04/09/82
641
“Se respira democracia en las elecciones de derecho”, Rosario, 30/09/82, p. 18.
642
Las primeras en llevarlo a cabo fueron las facultades de Ingeniería, Ciencia Política, Medicina y ciencias Económicas.
311
y en menor instancia peronistas, ya que la represión había mermado significativamente su lugar en los claustros. Ese proceso evidenciaba la amplia diversidad de agrupaciones que emergieron en ese contexto. Pedrosa señala que en el período previo caracterizado por las comisiones pro centro se evidenciaba la cohesión de las diversas fuerzas en pos de un objetivo común, recuperar la participación estudiantil en la universidad. Ahora bien dado ese paso, las diferencias históricas entre algunas agrupaciones volvieron a marcar el ritmo de la política en la universidad643. Gustavo recuerda que las viejas diferencias entre las agrupaciones se recuperaron al mismo ritmo que las instancias políticas: “te encontrabas con todos y con confrontaciones pesadas, duras por momentos (…) Así también estaba gente histórica de PCR que en las expresiones estudiantiles universitarias estaba el FAUDI en donde entre el PC y el PCR estaba la vieja pica de lo que implicó la vieja fractura del ‘67… empezaba a reeditarse inmediatamente sobrevenida la democracia las viejas fisuras, fracturas y confrontaciones. Y era una efervescencia muy rica, muy apasionante, pero muy dura también, porque no estaban saldadas las cuentas”644.
Pero el proceso de movilización y las posteriores elecciones producidas en las facultades de la UNR daban cuenta de los cambios en los modos de entender y asumir la participación estudiantil en la universidad. Si aquello que había caracterizado el discurso y las prácticas de los primeros ‘70 fue la radicalización política y la universidad como espacio de convergencia de la lucha revolucionaria, el nuevo escenario daba cuenta del paulatino viraje hacia posiciones reformistas, donde la Franja Morada y el MNR tuvieron un peso específico importante. Asimismo la emergencia de las agrupaciones independientes también advertían ese viraje. Varios autores indican que la emergencia de esas agrupaciones independientes permiten señalar además la reconfiguración de nuevos modos de entender la participación estudiantil en el período de transición, donde el núcleo 643
PEDROSA, F. “La universidad y los estudiantes…, op. cit., p.225.
644
Gustavo B.
312
de preocupaciones se centraba en lo académico por sobre lo político645. Si bien en Rosario estas agrupaciones independientes tuvieron un desarrollo inicial importante, fueron las agrupaciones políticas más tradicionales aquellas que lograron una mayor inserción en el movimiento estudiantil, ganando las elecciones en la mayoría de las facultades646. En el proceso de movilización estudiantil se podía verificar también la convergencia de diversas generaciones, aquellos que volvían a la universidad luego de pasada la etapa mas cruenta de la dictadura y una generación nueva: “Te encontrabas, con que los primeros años de la década de ‘80 a nivel estudiantil que era el ámbito donde yo militaba, los que representábamos las nuevas generaciones éramos dirigentes estudiantiles de gente que retornaba a la universidad luego de haber sido perseguido y que retornaba”647. Gustavo recuerda que en 1984, siendo dirigente del centro de estudiantes de la Facultad de Humanidades y Artes se desarrollaron significativas: “…movilizaciones del centro de estudiantes de mas de dos cuadras compactas, muy compactas al rectorado de Córdoba e Italia y detrás mío yo veía que quienes me respaldaban eran compañeros con una trayectoria y una historia militante de la puta madre con diez años y más también, más que yo, que con un perfil bajo acompañaban el proceso y nos ayudaban a crecer también”. En ese sentido es posible pensar que la emergencia de nuevos militantes juveniles en el contexto de la transición abría nuevos parámetros de acción que combinaban las viejas disputas internas con las nuevas realidades y sujetos que la sostenían.
645
ARRIONDO, Luciana. “Universidad y política. El movimiento estudiantil en los 80”, en Revista del CCC, n° 11, año 4, 2011 Versión on line www.centrocultural.coop/revista [última consulta 03/07/2013]; PEDROSA, Fernando. “La universidad y los estudiantes…”, op. cit. TOUZA, Rodrigo. “El movimiento estudiantil universitario en Mendoza entre 1983 y 2000”, en BONAVENA, Pablo; Juan CALIFA y Mariano MILLAN (comp.). El movimiento estudiantil argentino: Historias con presente, ed. cooperativas, Bs. As., 2007. 646
Ver AGUILA, G. Dictadura, represión… op. cit. p. 317 cita 41. Para un estudio de las agrupaciones independientes en otras universidades ver ROMERO, Ricardo. La lucha continúa. El movimiento estudiantil argentino en el siglo XX, FUBA; Bs. As., 1998, p. 192. ARRIONDO, Luciana. “Universidad y política...” Op. cit.
647
Gustavo B.
313
Si uno de los componentes de la transición fue la recomposición de la participación estudiantil en cada una de las facultades; otro de ellos fue la regeneración de las estructuras organizativas regionales y nacionales y la creciente movilización que estas desarrollaron. En ese sentido la recuperación del lugar de la FUA y la FUR para el caso local son centrales. En septiembre de 1982 se reunieron en Rosario doce delegados regionales quienes cuestionaron la ley 22.207 y exigieron su derogación648. Al mismo tiempo que a nivel nacional la FUA iniciaba un camino de movilizaciones bajo el lema “La educación es un derecho no un privilegio”649, en Rosario la federación local hizo lo propio. A fines de octubre la marcha contra el nuevo estatuto de la UNR adecuado a la ley implicó la movilización de más de mil estudiantes desde Plaza 25 de mayo hacia rectorado; las consignas centrales fueron la derogación del arancelamiento, del ingreso restrictivo y el fin de los concursos docentes650. Los estudiantes sin embargo no fueron recibidos por el rector de facto, de hecho esa sería la actitud que de allí en mas adoptó respecto de los estudiantes. La última lucha encabezada por los estudiantes universitarios contra el rector de facto y la política universitaria se llevó adelante en 1983. Si bien el ingreso irrestricto fue una consigna desde años previos, fue en ese entonces que se articuló en torno a un conflicto concreto. A fines de 1982 se había modificado el sistema de exámenes para el ingreso a una carrera universitaria aumentando las trabas y restricciones ya impuestas y dejando un alto número de aspirantes fuera de la universidad para el año siguiente, incuso aquellos que habían aprobado os exámenes651. En razón de ello se realizaron distintas concentraciones que movilizaron a los jóvenes, muchos de ellos recién egresados de las escuelas medias y que pretendían acceder a la universidad. En febrero una de las primeras marchas convocó a trescientos cincuenta jóvenes y una semana después a otros tantos. El objetivo era el ingreso irrestricto bajo la consigna de culminar con “la 648
“Reunión de FUA”, Rosario, 05/09/82, p. 11.
649
Ver ROMERO, Ricardo. La lucha continúa… op. cit, p. 189 y ss.
650
“Se realizó la anunciada marcha estudiantil organizada por la FUR”, LC, 29/10/82, tapa.
651
AGUILA, G. “El terrorismo de estado…”, op. cit., p. 195 y 196.
314
universidad elitista”. Las convocatorias fueron realizadas por la Comisión de Aspirantes a la Universidad y acompañadas por la FUR pero se señalaba que “no tendrá color político ni partidario”652. Sin embargo y a los pocos meses el carácter de la lucha adquirió otras connotaciones. Como la demanda por el ingreso irrestricto se llevaba adelante al mismo tiempo que se iniciaba un nuevo ciclo lectivo y aun cuando a mediados de años se revisaron las políticas de acceso -permitiendo que un importante número de estudiantes se incorporaran-, aun muchos de los estudiantes que aprobaron el examen quedaron fuera de la universidad653. En septiembre el conflicto adquirió nuevos ribetes cuando ante la negativa de rector de recibir a estos jóvenes, un grupo inició una huelga de hambre. Sergio M. fue uno de ellos. Sin participación política expresa y habiendo ingresado como oyente a la Facultad de Medicina, se acercó en el proceso iniciado en 1982 al centro de estudiantes. Para 1983 era uno de los no había accedido a la universidad y huelguista. Recuerda que la huelga “surge a partir de que en Córdoba los estudiantes hacen una huelga de hambre y entonces yo digo, acá tenemos que hacer lo mismo porque si no, no pasa nada”. La huelga de hambre no era una forma de lucha nueva, de hecho tenía ya cierta trayectoria en la historia de movimiento estudiantil al igual que las sentadas, ambas fueron formas de protesta desarrolladas comúnmente en ese contexto. En el caso de Rosario la huelga de hambre se organizó con la participación inicial de varios
estudiantes
de
distintas
carreras
sostenidos
por
las
estructuras
organizativas estudiantiles y las agrupaciones políticas. Para Gustavo la huelga de hambre: “nuclea a una militancia muy fuerte, muy fuerte, muchos de los cuales venían del movimiento secundario e ingresaban a la universidad (…) donde ahí aparecen fuertemente los viejos cuadros de la FUR, respaldando y bancando
652
“Movilización por el examen de ingreso”, Rosario, 01/03/1983, p. 17.
653
AGUILA, G. “El terrorismo de estado…” op. cit., p. 196 y ss.
315
desde el radicalismo algo que en realidad fue construido por izquierda desde la Fede, por ejemplo”654. Si bien el objetivo era derogar el ingreso restrictivo así como otras normativas de la nueva ley, lo cierto es que en poco tiempo el discurso de los representantes de la comisión de aspirantes y dirigentes estudiantiles se direccionó hacia la figura de Riccomi. No es casual que en algunas de las marchas uno de los cánticos populares junto a “se va a acabar, se va acabar…” fuese “Ahora que está de moda tirar fachos al mar, Riccomi que es precavido está aprendiendo a nadar”. Asimismo ya iniciada la huelga, las primeras alocuciones de los estudiantes reclamaron la renuncia del rector de facto655. A las expresiones estudiantiles se sumaron la de otros sectores de la ciudadanía: padres de ingresantes, dirigentes políticos y gremiales, de organizaciones de derechos humanos, como la CGT-Ra, la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, PC, UCR, PO, PI, etc. También acompañaron el reclamo organizaciones sociales como la de ex combatientes y la Coordinadora Secundaria656. La demanda de la universidad abierta y popular excedía al movimiento estudiantil e inclusive diversos dirigentes políticos solicitaron audiencia con el rector para destrabar el conflicto. Ante el silencio del rector interventor o alocuciones que encendían aún más el ánimo estudiantil657, la huelga culminó luego de nueve días, 654
Gustavo B. Si bien en el proceso de transición la FJC y el PI tuvieron un rol significativo en muchas universidades del país, especialmente en la organización estudiantil contra la política universitaria, este auge se vio mermado ya en los primeros años de la democracia. Muchos factores contribuyeron en ello, el ascenso del discurso reformista y de Franja Morada, el desgaste de las posiciones revolucionarias frente a la democracia y, en el caso de a FJC, la crisis interna del PC a partir de su posicionamiento respecto de la dictadura.
655
Uno de los huelguistas señalaba en su discurso “parece que se ha declarado una batalla a muerte entre todos los ciudadanos y el fascista Riccomi”. Asimismo el representante de la FUR, Ernesto Viale manifestaba que Riccomi no haya dado una respuesta es una actitud que corresponde con la lógica interna de este régimen ligado al imperialismo y la oligarquía. Las fuerzas populares unidas en el camino de la lucha terminaremos por derrotar este sistema.” Ver “Gran adhesión a la huelga de hambre iniciada por los estudiantes”, Rosario, 17/09/83, p. 48. Asimismo el petitorio que demandaba la renuncia de Riccomi sumaba más de 23000 firmas.
656
“Los alumnos ingresantes siguen en huelga de hambre”, Rosario, 18/09/83, p.49.
657
Riccomi no recibió a los estudiantes, sin embargo sí lo hizo con las madres de los aspirantes a quien les manifestó: “tengo la conciencia muy tranquila. En el país hay exceso de médicos y abogados, y no están dadas las condiciones ni los medios para que mas jóvenes sean médicos o
316
con la renuncia de Riccomi y la incorporación de los aspirantes que no habían ingresado por falta de cupo. El fin del conflicto no derivó en la democratización plena de la universidad, para ello faltaban aún unos meses, aquellos que mediaron entre la renuncia del rector interventor y la asunción de Artemio Melo como normalizador designado por Raúl Alfonsín. Sin embargo la salida de Riccomi marcó un precedente inestimable, fue el único rector echado antes de finalizada la dictadura y en ese proceso un rol central habían tenido los jóvenes. Cabe señalar por último que la lucha y movilización de los estudiantes universitarios y aspirantes convergió con el proceso de apertura política de cara a las elecciones. Esto no es un mero dato, debemos considerar que la participación de jóvenes no se circunscribió sólo al ámbito universitario sino que se planteó además su inserción en las secciones juveniles de las estructuras partidarias. Si bien como hemos señalado en el capítulo anterior la militancia, especialmente de los partidos tradicionales no desapareció con la dictadura, su fragmentación había impedido la rearticulación de los espacios y ámbitos de sociabilidad militantes tanto con compañeros del partido como con aquellos de otras organizaciones políticas. Fue con la crisis del régimen pos Malvinas y la reapertura que la militancia política juvenil comenzó a reactivarse. En ese marco si bien proliferaron y crecieron las ramas juveniles de los diferentes partidos un lugar destacado lo ocuparon los sectores juveniles del radicalismo, especialmente Franja Morada y la Juventud Radical -Junta Coordinadora Nacional. Es interesante consignar que en mayo de 1981, y en un hecho inédito en otras estructuras partidarias, la Junta Coordinadora Nacional se reunió en Santa Fe para elegir nuevos representantes de la Juventud Radical. Para Yannuzzi el hecho da cuenta de dos procesos; el primero, la amplia movilización que internamente ya se gestaba en algunos partidos. Segundo, el hecho de que la juventud radical había crecido significativamente y exigía un recambio de
abogados”. Ver “No ingresantes siguen con la huelga de hambre”, Rosario, 19/09/83, p. 47. Para un análisis más pormenorizado de la salida de Riccomi ver AGUILA, G. “El terrorismo de estado…”, op. cit. p. 198.
317
dirigencia658. Asimismo como señala Juan C. Fernández, el discurso de la JRJCN permitió al alfonsinismo recuperar no sólo los valores tradicionales del partido sino cerrar filas en torno al discurso Democracia vs. Dictadura. Ello permitió al sector de Renovación y Cambio hegemonizar la UCR frente a las otras vertientes políticas e inclusive ganar las elecciones de 1983659. La FJC también tuvo un fuerte reimpulso en esta coyuntura. Según Gilbert a principios de 1982 contaba con 89.454 afiliados, número cercano a aquel que se habían propuesto en el X Congreso de 1974, llegar a los 100.000. Fueron también junto a la juventud del radicalismo aquellas que nutrieron con mayor cantidad de compañeros las primeras movilizaciones. De hecho fueron las dos fuerzas centrales en el proceso de recomposición del Movimiento de Juventudes Políticas (MOJUPO) en 1982660. Según Gustavo: “Fue muy significativo lo que fue el Movimiento de Juventudes Políticas en Rosario, tuvo un protagonismo muy fuerte en el retorno de la democracia
y
fundamentalmente a partir de la famosa, la última muerte de dictadura de Dalmiro Flores en diciembre del 82, en una movilización muy importante de la CGT. Pareció aparecer de la nada todas las expresiones juveniles de los partidos tradicionales (…) con una fuerte impronta por izquierda que asumía el partido Intransigente, la juventud Intransigente y mucha gente que había construido históricamente su militancia en el PC, en la FJC”661.
Como sostiene Gilbert, la FJC salió de la dictadura “numéricamente fortalecida”. Según el autor ello sería producto de su persistencia en la “lucha de reivindicaciones, de mantener vínculos con las masas juveniles, sea por el deporte, la música o por no pocas movilizaciones”662. Es cierto que esos espacios 658
YANNUZZI, M. de los A. Política y dictadura, op. cit., pp. 453-454.
659
FERNANDEZ, Juan Cruz. “Realidad argentina y proyecto de país en el discurso de la Junta Coordinadora Nacional de la Juventud Radical (1968-1983)”, 4° Jornadas de Historia de la Patagonia, Santa Rosa, 2010. NOVARO, M. y V. PALERMO. La dictadura militar… op. cit, p. 516 y 517.
660
GILBERT, I. La Fede. op. cit., p. 673.
661
Gustavo B.
662
Ibid.
318
de sociabilidad sostenidos durante los años de dictadura le permitieron mantener vínculos aún en la etapa mas represiva del régimen; sin embargo no debemos desconocer que ello fue posible gracias al carácter legal que registraba el partido y que le permitió mantener sus estructuras organizativas. Si como hemos señalado en un capítulo previo las formas de hacer política en los años más duros de la dictadura marcaron una lógica fragmentaria y mínima que atravesó a los diferentes partidos, lo cierto es que durante la última etapa de la dictadura, las diferencias entre los partidos tradicionales legalizados y aquellos que no lo estaban, devinieron centrales, especialmente en las posibilidades de vinculación con la sociedad. Por último, y si bien no nos detendremos pormenorizadamente en ese proceso, es importante reconocer el rol que jugaron los jóvenes en la aceleración de la reorganización de las estructuras partidarias. No olvidemos que la obtención de la personería electoral, era clave para el reconocimiento de los partidos políticos previo a las elecciones, de allí las intensas campañas afiliatorias. En ese marco los sectores juveniles de los diferentes partidos se movilizaron para aportar un gran número de fichas de afiliación. En el caso de la FJC a finales de 1982 había aportado más de catorce mil fichas663. Laura recuerda que comenzó su militancia en el Movimiento al Socialismo (MAS) en 1983 y una de sus primeras tareas fue: “fui a un barrio a militar, y entonces iba a afiliar, teníamos que ir… era buena afiliando, tenías que ir casa por casa, llevábamos el periódico, Solidaridad Socialista (…) después otra vez fui a Buenos Aires y también fui a afiliar a una estación de trenes” 664. Por otro lado mas allá de la participación expresa en alguna instancia organizativa política o gremial, fue evidente que los últimos meses de la dictadura fueron de renovación de la participación juvenil en diversos ámbitos que excedieron a la política y la demanda de cambios en las escuelas y las universidades. Para muchos jóvenes los años ‘82 y ‘83 fueron los de las primeras movilizaciones. 663
GILBERT, I. La Fede… op. cit. p. 674.
664
Laura B.
319
Laura recuerda cuál fue su primera participación en una marcha, antes de iniciar su militancia política, aquella realizada en mayo de 1983 por la desaparición de los militantes Osvaldo Cambiasso y Eduardo Pereyra “me había impactado la tristeza de la marcha, una marcha silenciosa salvo que se gritaba eso de Paso Paso Paso, queremos a Cambiasso, que terminaba en el arzobispado (…) me quedé así como muy sensibilizada con esa marcha”665. Implicó una necesidad más vasta pero a la vez más inasible, la de recuperar el tiempo perdido, la de acceder a aquello que desde hacía mucho tiempo estaba vedado y que para muchos jóvenes ni siquiera había formado parte de su universo o expectativas. Las anécdotas personales de las personas entrevistadas permiten encontrar en sucesos personales lo inmaterial de esa necesidad. Encontrarse, hacer algo, acercarse a una asamblea, debatir con los pares, avanzar sobre los límites impuestos, escuchar música, ver películas antes prohibidas, hacer teatro, encontrarse con los que regresaban del exilio o del insilio, se tejen en los relatos del tiempo “después de Malvinas”. En palabras de Beatriz: “en el 82 se empezó a decir dictadura. Me acuerdo… Eso sí me acuerdo. Eso sí me acuerdo… cuando terminó la guerra de Malvinas el cantito era “se va a acabar, se va acabar la dictadura militar” (…) y esto de decir y esto es una dictadura que era una palabra, que siempre fue una palabra con una connotación negativa pero una no lo asociaba con que era lo que vivía (…) ahí empecé a entender… incluso… uno después entendió rápidamente. Muy rápidamente”666.
665
Ibíd.
666
Beatriz A.
320
Conclusiones
A lo largo de la tesis hemos pretendido abordar los modos en que se configuraron las representaciones sobre la juventud durante los años de la última dictadura militar, priorizando un mirada que articula discursos, políticas diseñadas, prácticas y experiencias. Para ello indagamos cuáles fueron los cambios más significativos en el proceso de conformación de las representaciones hegemónicas y la emergencia de los jóvenes como sujetos políticos en la etapa previa, entendiendo que en esa coyuntura las representaciones hegemónicas giraron en torno a la imagen del joven como rebelde, revolucionario y motor de cambio. La dictadura iniciada en marzo de 1976 marcó un punto de inflexión en ese proceso en la medida que puso en práctica diversos dispositivos que buscaban reorientar las representaciones respecto de los jóvenes y adecuarlas al PRN. Es decir, el régimen pretendió crear una nueva juventud acorde a los lineamientos propuestos en dictadura y ello implicaba desarticular la experiencia previa y los modos en que ella fue concebida.
En esa línea advertimos que en los años
comprendidos entre 1976 y 1981 los jóvenes y sus espacios de sociabilidad fueron tema recurrente en la agenda del gobierno de facto. Asimismo los discursos en torno a ellos se multiplicaron. En esa línea señalamos no sólo cuales fueron aquellas expresiones difundidas por las distintas Juntas Militares y los cambios operados en ellas sino que ampliamos la mirada para incorporar aquellas voces de quienes fueron funcionarios del régimen y que por diversos motivos se ocuparon de definir y señalar el rol de la juventud en ese nuevo contexto vivido. Rastreamos además algunas de las concepciones básicas respecto de las cuales era definida la juventud y que oscilaban entre una amplia gama de significaciones que iban desde la idealización de ella como futuro hasta su condición de peligrosidad latente. Hemos indagado, en definitiva, qué lugar ocupó esta problemática entre
321
un conjunto amplio de cuestiones que fueron temas de preocupación para el gobierno de facto. Sin embargo el discurso en torno al rol de la juventud en el marco del proyecto militar tuvo sus fluctuaciones. En la etapa inicial de la dictadura, Videla como representante de la Junta Militar fue quien se encargó de dar centralidad a los jóvenes en el PRN y si bien no fue el único que en esos primeros años señalaba su preocupación por la temática, sin dudas sus palabras tuvieron una amplia repercusión otorgando mayor énfasis a la cuestión. Podemos decir entonces que dar contenido a la juventud, señalar sus contornos, sus límites y su esencia no fue una instancia menor en el marco de la producción de discursos realizada desde el gobierno de facto en esos primeros años. Esa intensidad inicial fue menguando con el paso de los años y de las Juntas Militares. Para la década del 80 las alocuciones desde el gobierno de facto en torno a la juventud fueron perdiendo sustancia frente a otro conjunto de cuestiones más apremiantes en aquellos momentos, como eran la situación económica, el descontento social, las críticas respecto de las violaciones a los derechos humanos, los reclamos de apertura política, etc. Si bien la juventud no dejó de ser un punto habitual en las agendas de las diversas Juntas Militares, la crsisi y desestabilización del régimen llevó a que aquella temática fuese en esa nueva coyuntura relegada a un segundo plano. La expresión más cabal de este cambio se evidenció durante la gestión de Galtieri y en el marco de la guerra de Malvinas, cuando la condición juvenil de los soldados exaltada por la sociedad era desconocida en el discurso del presidente de facto. La creación de una juventud acorde a la nueva coyuntura que instituyó la dictadura en los primeros años se realizó tanto desde el discurso militar como desde las acciones. Ello implicó que desde el estado se gestaron políticas específicas que intervinieron sobre los espacios de sociabilidad juveniles donde destacamos las escuelas y universidades.
En este punto nos propusimos abordar no ya las
políticas educativas que otros autores han analizado profundamente, sino rastrear los modos en que estas se internalizaron en las prácticas cotidianas de los 322
ámbitos educativos. En este punto tratamos de reflexionar a partir de un conjunto de escuelas medias de la ciudad de Rosario analizando cómo se implementaron paulatinamente políticas de disciplinamiento y control sobre el universo estudiantil y cómo en algunos casos específicos estas se articularon con lógicas represivas. En general las escuelas medias construyeron sus prácticas autoritarias en el marco de la dictadura abonadas por políticas de disciplinamiento y control que se ensamblaron con las lógicas institucionales propias de esas escuelas. Ese proceso permitió configurar un espacio donde las prácticas y relaciones institucionales fueron percibidas en la cotidianeidad como normales. Ese carácter “normal” que nuestros entrevistados han señalado con frecuencia deviene de un proceso lento de sedimentación de políticas educativas internalizadas en espacios materiales específicos a través de los individuos. Para aquella generación de jóvenes que inició sus estudios en escuelas medias luego de 1976 era “normal” y “natural” el ámbito donde se producían y reproducían sus relaciones con pares, docentes y autoridades. Pocos podían reconocer o advertir los cambios que se habían producido en ese ámbito o cómo ello afectaba sus propias experiencias. La “normalidad” en que transcurrieron su vida las personas que entrevistamos sólo puede ser interpelada desde el presente. Esa interpelación respecto de las prácticas personales, sin embargo, tiende a ser soslayada por las personas entrevistadas. Especialmente concurre en ello una imagen que se multiplicó en la mayoría de los relatos recogidos, los entrevistados habían sido jóvenes y por tanto ajenos a la propiciación de esas prácticas, políticas y la complicidad o colaboración que podía atribuirse al adulto. Los jóvenes estaban exentos por ser jóvenes. Pero el análisis realizado respecto de algunas escuelas rosarinas da cuenta de otros procesos. En primer lugar de la heterogeneidad con las cuales esas políticas penetraron las paredes institucionales y arraigaron en ellas. Los tiempos de las instituciones no fueron acompasados, las normativas, control, depuración y reordenamiento institucional tuvieron sus peculiaridades. Contribuía la propia historia de la institución y las particularidades de sus agentes pero también las tradiciones que los alumnos ingresantes heredaban de sus antecesores y el 323
proceso de politización vivido en la etapa previa. Hemos señalado que Rosario fue la ciudad donde el movimiento estudiantil secundario tuvo una presencia singular en el marco de las tomas de 1973, modificando las prácticas y las relaciones al interior de las instituciones educativas. En este punto debemos destacar aquellas
escuelas
que se constituyeron
en un referente
que
simbólico de
radicalización, las políticas de disciplinamiento y control se articularon en forma aceitada con las lógicas represivas667. Hemos analizado también los procesos de cambio generados en la Universidad Nacional de Rosario a partir de la intervención Sánchez Matorras primero y Riccomi después. Este análisis toma otra perspectiva en la medida que aquello que analizamos es una institución cuya homogeneidad es, al menos relativamente, más evidente que en las escuelas medias y donde las políticas educativas asumieron otras lógicas. En este caso pivoteamos sobre algunos problemas que consideramos centrales. En principio rastreamos las lógicas de disciplinamiento y depuración que se internalizaron en la institución y que afectaron a diversas carreras, permitiendo la expulsión de docentes y limitando el ingreso de estudiantes. Paradójicamente ese proceso impulsó confrontaciones públicas entre el rector interventor y distintas autoridades de las facultades que también acompañaban y apoyaban el PRN. Es decir, los primeros conflictos en el ámbito de la Universidad Nacional de Rosario no se suscitaron como contraofensiva de la política educativa de la dictadura sino como lucha entre facciones de quienes colaboraban con el régimen668. El cuestionamiento a las políticas educativas en el ámbito de la universidad surgieron luego de implementada una nueva política universitaria, aquella llevada adelante por el ministro Llerena Amadeo. Fue en el contexto de 1980, cuando se iniciaba otra coyuntura de la dictadura y que observamos los primeros indicios en 667
Lamentablemente los estudios sobre casos específicos son escasos, impidiendo un análisis comparativo que permita rastrear ciertas generalidades en el proceso de articulación de lógicas represivas y disciplinarias en los ámbitos de las escuelas medias a nivel nacional.
668
Recordándonos que al interior del régimen también se construyeron egos, negocios y beneficios personales.
324
la recomposición del movimiento estudiantil universitario. En Rosario fue la preocupación respecto del arancelamiento y su implementación en el ámbito local aquello que marcó las primeras movilizaciones. Se sumarían en los años siguientes otras demandas centrales, la participación política y el fin del ingreso restrictivo. El estudio respecto de las escuelas y la universidad en dictadura nos permite articular las políticas educativas, su implementación y como ellas fueron vividas durante ese período entendiendo que este no fue un proceso unilineal y continuo sino que tuvo fluctuaciones. Dependió de los cambios en el gabinete ministerial, de la coyuntura del régimen pero también de las particularidades de cada institución y las relaciones tejidas en ella. Otro de los nudos centrales de esta tesis refiere a las políticas que se gestaron desde las Fuerzas Armadas tendientes a reforzar lazos con la sociedad y especialmente con jóvenes. Nos detuvimos en un principio a señalar el rol que jugaron los Planes de Acción Cívica en el contexto de dictadura pero advirtiendo que no surgieron en este momento sino que pueden rastrearse en una etapa previa. Hemos enfatizado las particularidades que adquirieron los Planes en el período 1976/83, en tanto nexo entre instituciones educativas y Fuerzas Armadas. Advertimos además que tuvieron un desarrollo más significativo entre los años 1978/1980. Asimismo señalamos en que en este período la presencia de las Fuerzas Armadas en los espacios educativos fue más evidente y se multiplicó sobre otras cuestiones incluyendo actividades de acción comunitaria, premios, certámenes. Esto marcó la interrelación entre militares y comunidad escolar en su conjunto. Otro de los casos estudiados fue el operativo Argentinos! Marchemos hacia las fronteras. Como proyecto específico de Gendarmería Nacional, tuvo en el verano de 1979/1980 una inusitada difusión y movilizó a nivel nacional a miles de jóvenes hacia escuelas de frontera. Hemos intentado en este caso detenernos en el operativo a través de la experiencia de jóvenes rosarinos que participaron en él, de las motivaciones que los llevaron a formar parte de una política específica gestada desde las Fuerzas Armadas en dictadura, del modo que ello modificó al menos por un breve lapso de tiempo la vida cotidiana de la escuela Nacional 1 y de sus estudiantes. 325
Por ultimo abordamos la creación del Liceo Aeronáutico militar de Funes gestado en 1980. Los objetivos que se planteó la Fuerza Aérea, las relaciones que el proyecto permitió tejer con autoridades e instituciones de la ciudad de Funes, de Rosario y de la provincia de Santa Fe, la significación que tuvo para la sociedad en su conjunto y para quienes lo consideraron una buena opción educativa. Hemos abierto además un camino a la reflexión sobre el Liceo como experiencia, e indagado, a partir de entrevistas, cómo vivieron esos años quienes eran parte de la primera promoción; entendiendo que su formación liceísta coincidía con los últimos años de la dictadura, la guerra de Malvinas y la transición democrática. Hemos tensionado esos recuerdos construidos en torno a un registro de normalidad, entendiendo que en ese relato despojado de valores y discursos castrenses los entrevistados buscaban recuperar una narrativa que los alejaba de aquellos militares gestores del Liceo y de prácticas represivas. En esa línea articulamos esos recuerdos con otros elementos que nos permitieron desgranar el discurso normalizador de los entrevistados669. A partir de los análisis realizados podemos plantear algunas consideraciones. En principio es interesante destacar que la presencia de las Fuerzas Armadas en el espacio público y la gestación de proyectos de articulación con la sociedad no eran hechos novedosos ni impactantes durante la dictadura, por el contrario mostraba cierta línea de continuidad con las intervenciones previas. Que las Fuerzas Armadas se acercaran a las escuelas y a la gente era algo habitual, cotidiano y difícilmente pensado como disruptivo respecto del período previo. Es evidente sin embargo, que finalizada la dictadura las Fuerzas Armadas no gestaron políticas similares y aquellas que se mantuvieron (el caso de Argentinos! Marchemos hacia las fronteras) tuvieron un perfil público bajo. Cuando en ocasiones he preguntado a alguien –que no fue participante directo- si recuerda el proyecto Argentinos!..., el Torneo bajo bandera, la realización de 669
Si bien el liceo como política de las Fuerzas Armadas mantiene hoy día sus puertas abiertas queda en evidencia que de ese proyecto inicial de llegar a tener 750 cadetes poco ha quedado. Particularmente porque a partir de mediados las décadas del 80 mermó significativamente el número de inscriptos, teniendo incluso en el año 2013 un número de ingresantes de primer año de 60 estudiantes (entre internos y externos)
326
determinados certámenes propiciados por las Fuerzas Armadas, la respuesta es negativa, aun cuando muchas de estas actividades fueron ampliamente difundidas, aun cuando muchos asistían a las instituciones que participaron en esos proyectos. Ese olvido no es casual. Por un lado nos permite pensar que la crisis que devino en las Fuerzas Armadas luego de la transición a la democracia y el énfasis planteado en su rol represivo, desdibujó y soslayó ese lugar que habían adquirido hasta el momento. Es posible plantear además que aquellas políticas gestadas por el régimen dictatorial y las Fuerzas Armadas que implicaron cierto apoyo, acompañamiento y participación de parte de la sociedad son las desterradas de la memoria sobre la dictadura, ocupando ese lugar los relatos aberrantes respecto de la violación a los derechos humanos. Hasta aquí hemos detenido la mirada respecto de los discursos que se construyeron desde el gobierno de facto y las Fuerzas Armadas, las políticas que se entramaron desde el aparato estatal y cómo se constituyeron en experiencias que permitieron desde las prácticas normalizar la dictadura. Pero abrimos y ampliamos la mirada sobre otras cuestiones y destacamos la necesidad de incorporar otras prácticas de sociabilidad juveniles que se diseñaron en esa coyuntura. Estudiamos inicialmente aquellas que, gestadas por fuera del régimen de facto, se articularon con el ideal de joven propuesto por la dictadura y el PRN. En ese sentido trabajamos específicamente las prácticas de sociabilidad juveniles católicas y la significación que estas adquirieron en esa coyuntura. El recorrido por las agrupaciones católicas nos permite ponderar caminos diferentes, recorridos de formación, sociabilidad y prácticas que dieron cuenta de una multiplicidad de opciones para aquellas personas en las que la religiosidad ocupaba un lugar central. En Rosario, los jóvenes católicos que participaron de instancias asociativas vivieron su cotidianeidad religiosa, en general, sin grandes cambios, sin rupturas abruptas, aun cuando ello no significó necesariamente el desconocimiento de la realidad represiva. Si habían vivido experiencias poco comunes, si recordaban anécdotas de presencia militar, represión a estudiantes, ex alumnos o docentes, no lo asociaron con su militancia sino con el espacio 327
escolar u otra realidad que era ajena a su experiencia, probablemente porque las asociaciones laicales fueron aún lugares considerados seguros para actuar. Pero además porque esa “militancia social”, mas propia de las agrupaciones salesianas que abordamos, no se tradujeron generalmente en acción o participación política, es decir la labor social estaba escindida de la reflexión política o por lo menos este aspecto no está presente en los relatos de los entrevistados, especialmente en aquellos que habían optado por trabajar con personas en condiciones de marginalidad. Tampoco hubo una clara correlación de fuerzas proporcionalmente inversa entre militancia católica y participación política. Aun cuando Miranda Lida sostiene que “las movilizaciones católicas de la dictadura terminaron por pasar al olvido”670 con la movilización social durante y después de la guerra de Malvinas, ello no significó necesariamente que los jóvenes católicos dejasen sus prácticas de religiosidad para pasar a actuar en otros planos, especialmente político. Aquellos que siendo estudiantes secundarios de colegios religiosos participaron de estos grupos a fines de los ‘70 y se internaron en la década siguiente en el mundo universitario o laboral, tuvieron distintas formas de acercarse –o diferenciarse- de la política en ese ámbito. Sin abundar en ello y refiriendo más específicamente a la relación entre la Iglesia y jóvenes en los ’80, queda evidenciado que la prioridad respecto de ellos fue una consigna fructífera para la institución convalidada especialmente por el Encuentro Nacional de Juventud realizado en Córdoba en 1985. Si los ámbitos de sociabilidad juveniles católicos y las peregrinaciones fueron avalados y propiciados por el régimen, otras manifestaciones y prácticas juveniles fueron consideradas disruptoras del orden. En ese sentido abordamos un estudio respecto de las culturas juveniles de entonces pero haciendo hincapié en el rol que tuvo la cultura de rock como cultura joven marginal en el contexto de los primeros años de la dictadura. Hemos desarrollado las líneas generales que esta adquirió en el caso rosarino, entendiendo que se constituyó en un espacio de encuentros y prácticas alternativas que formó parte de la vida de muchos jóvenes 670
LIDA, M. “Las masas católicas…”, op. Cit. p. 28.
328
de la ciudad. El rock como cultura permitía el encuentro en un recital, el intercambio de discos, escuchar en la radio el Expreso del Poli, leer una revista alternativa, juntarse en la plaza… Tales prácticas juveniles fueron durante gran parte de la dictadura marginales, no tanto por la escasa participación de jóvenes, sino por la poca visibilidad y el desprestigio que adquirieron durante esos años671. Sin embargo durante la dictadura, la cultura del rock, existió, fluyó, se reprodujo y difundió. Al mismo tiempo fueron vigiladas, controladas, “infiltradas”. La relación con el régimen y sus instancias administrativas fue compleja. Por un lado, se negociaron y buscaron espacios públicos donde “ser”, espacios que las dependencias municipales, provinciales, nacionales otorgaban. Al mismo tiempo los jóvenes rockeros eran perseguidos por otras dependencias municipales, provinciales, nacionales. En los relatos esas contradicciones también se verifican. La noche no daba miedo al joven, pero no era fácil ir a un recital. Las razzias eran sólo razzias, pero a veces eran algo más. Se es inconsciente pero algo se sabe... Las contradicciones no son casuales, permiten advertir la compleja trama entre el régimen, las instancias de acción locales y la emergencia de prácticas autónomas que sin constituirse en opositoras fueron corrosivas de algunas normativas de la dictadura. Por otra parte esas contradicciones entre régimen y cultura rockera perdieron sentido hacia finales de la dictadura cuando en el marco de la guerra de Malvinas, el rock fue potenciado como música nacional. El estudio sobre las prácticas juveniles incorporó además la necesidad de resignificar el rol de la militancia política en esa coyuntura. Si bien tendemos a considerar que la dictadura obturó y arrasó la política, los estudios más actuales se han preocupado por matizar esta perspectiva. En este sentido nos propusimos indagar a partir de la militancia política juvenil cómo se reconfiguraron la identidad partidaria durante los primeros años de la dictadura y cómo se reorientaron las prácticas de militancia hacia otros espacios. En ese sentido señalamos que en 671
Los recitales y las peregrinaciones fueron aquellas que durante estos años concitaron la mayor presencia juvenil. Ambas, por supuesto desde lugares diferentes.
329
dictadura la acción política no desapareció completamente, en todo caso adquirió características
diferentes.
Asimismo
consideramos
que
hubo
diferencias
significativas entre quienes participaron de organizaciones que mantuvieron visos de legalidad y aquellas definidas como ilegales. En ese marco no debe sorprendernos que las organizaciones políticas juveniles que mantuvieron su legalidad en dictadura y tuvieron en ese contexto un margen de acción más amplio, fueran aquellas que rápidamente capitalizaron el descontento juvenil en el marco de la transición. En el caso de la universidad no podemos desconocer el impulso que ganó Franja Morada, como brazo estudiantil universitario de la UCR, y más específicamente del alfonsinismo, y la FJC en tanto frente juvenil del PC. Ambas fueron las organizaciones con mayor capacidad de movilización juvenil entre 1982 y 1983. En el caso de Rosario esos dos años fueron además de gran efervescencia política juvenil, y especialmente de los estudiantes universitarios. La demanda de participación política y de acceso a la universidad condensaban las críticas a la dictadura y sus males. La confrontación de los estudiantes rosarinos a la política educativa se tradujo en un enfrentamiento directo con el rector interventor. El conflicto agudizado por la rígida posición de Riccomi derivó en un hecho inusual, la renuncia del único rector interventor antes de la asunción de Alfonsín. Era una batalla que las distintas generaciones de estudiantes universitarios y los nuevos estudiantes secundarios ganaban a la dictadura. Los primeros años de democracia mostraron una reactivación del fervor juvenil, la emergencia de nuevas prácticas políticas, culturales, de sociabilidad que se asociaban a la idea de recuperar las libertades perdidas y la necesidad de transgredir. Era una nueva primavera672, pero diez años después. Y las diferencias entre una y otra, existían. No era sólo el nuevo contexto o los cambios generacionales. La dictadura había dejado profundas raíces que arraigaron en el 672
Ante el fallecimiento de Alfonsín, en el año 2009 el periodista Osvaldo Bazán escribió un texto que reproduce en parte las sensaciones que generó la primavera democrática alfonsinista para un sector de la población. Su título es sin duda sugerente de esas sensaciones “Oficialmente, ha muerto nuestra juventud”, ver www.criticadigital.com
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aparato del estado y en la sociedad y que siguieron reconfigurando parte de las prácticas juveniles ahora en democracia. Normativas escolares, como la ley 817/81 y el mantenimiento de la policía de menores en Santa Fe, la reglamentación sobre las mesas de exámenes que regía en la Facultad de Humanidades y Artes hasta hace unos meses atrás y que se había establecido en los últimos años de la dictadura, la actual ausencia casi mayoritaria de centros de estudiantes en las escuelas medias, las razzias en los recitales hasta finales de los años ‘80, son algunas de esas inscripciones de las políticas de disciplinamiento y control que la dictadura legó. Prácticas y normativas que se normalizaron en la vida cotidiana.
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Alicia S. estudió la carrera de Comunicación Social en la UNR durante el período 1973-1978. Al mismo tiempo trabajaba como correctora en el diario La Tribuna. Entrevista realizada en febrero de 2007. Azucena S. Inició sus estudios secundarios en la Escuela Superior de Comercio en 1974 y al año siguiente comenzó a militar en la UES. En agosto de 1976 fue detenida desaparecida y llevada al Servicio de Informaciones, luego fue presa legal. En 1979 estando ya en libertad inició nuevamente sus estudios secundarios en una escuela para adultos. Entrevista realizada en agosto de 2011. Beatriz A. Realizó sus estudios secundarios en el instituto Dante Alighieri entre 1976 y 1980. Al año siguiente comenzó sus estudios universitarios en la Facultad de Humanidades y Artes. Entrevista realizada en junio de 2011. Carlos R. Fue estudiante del colegio Nacional 1 durante los años de dictadura y en 1979 participó del operativo Argentinos! Marchemos hacia las fronteras. Entrevista realizada en octubre de 2011.
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Esteban M. Esteban M. Fue estudiante del Superior de Comercio a partir de 1971, luego de la toma se traslada al Instituto comercial Zona Oeste. Es detenido ilegalmente durante junio del 76 pasando por centro clandestino de detención conocido como el Servicio de informaciones, siendo luego legalizado y llevado a la cárcel de Coronda como preso político. Entrevista realizada en marzo de 2011.
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Fernando K. Había iniciado sus estudios secundarios en el Colegio Nacional Buenos Aires. En 1979 siguió sus estudios en el Nacional 1 de Rosario. La entrevista no fue grabada, realizada en octubre de 2011
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Gloria C. Ingresó al Superior de Comercio en el año ‘71 y comenzó a militar en la UES a partir del año 1974. Para fines del 75 cuando aún era estudiante secundaria fue detenida siendo presa política hasta 1978. Luego salió del país y volvió en la contraofensiva de Montoneros. Regresó definitivamente al país ya en democracia. Entrevista realizada en abril de 2009. Gustavo B. Ingresó al Instituto Politécnico en 1977 y culminó sus estudios hacia finales de la dictadura. Desde los 15 años fue militante de la FJC. En 1982 inició sus estudios universitarios y ya en democracia fue presidente de centro de estudiantes de la Facultad de Humanidades y Artes. Entrevista realizada en abril de 2011.
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Haydée S. Docente en el Superior de Comercio luego de la toma realizada en el ‘73 y hasta el año ‘75 cuando fue cesanteada por el interventor de la escuela, Mariano Frederic. Militante de la JP. Entrevista realizada en febrero de 2011.
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Hugo Alberto Ojeda. Fue militante en una célula de apoyo del ERP entre octubre de 1974 y abril de 1976, cuando se alejó de la militancia. Vivió un breve tiempo en Nicaragua y regresó al país a fines de 1976. Creó la revista Pobre y publicó en diversas publicaciones alternativas. Entrevista realizada en junio de 2013.
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Jorge P. delegado de la UES en el Superior de Comercio hasta 1976. Estudió en el Superior de Comercio donde se graduó en 1974. Luego siguió sus estudios universitarios en la Facultad de Ciencias Económicas, y fue detenido-desaparecido y luego preso político legalizado. Entrevista realizada en mayo de 2011.
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Laura B. realizó sus estudios secundarios en el Normal entre 1979 y 1983. Su padre y hermano tenían ya militancia en partidos de izquierda antes de la
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dictadura y ella misma se afilió en 1983 al MAS. Entrevista realizada en junio de 2013. •
Luis C. Estudiante del instituto Politécnico entre 1969 y 1973 y participó de las tomas en el instituto. Fue luego militante del PST. Entrevista realizada en agosto de 2011.
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Marcelo P. Fue estudiante en el Politécnico y luego del Colegio Nacional 1. En 1979 participó de operativo Argentinos! Marchemos hacia las fronteras. Terminados sus estudios secundarios en 1982 ingresó a la carrera de derecho en la UNR. Entrevista realizada en febrero de 2012.
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Meri A. Docente de psicología en la Escuela Nacional de Títeres. Participó de operativo Argentinos! Marchemos hacia las fronteras a principios de 1980. En septiembre de ese año fue cesanteada por razones políticas, (según manifestaba la carta que le fuera remitida por el director). En 1981 ingresa nuevamente a la Escuela pero como estudiante titiritera. Entrevista realizada en abril de 2012.
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Néstor C. Primera promoción del Liceo Aeronáutico Militar de Funes 1980-1984. Actualmente es médico. Entrevista realizada en octubre de 2012.
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Marcelo C. Primera promoción del Liceo Aeronáutico Militar de Funes 1980-1984. Era oriundo de la ciudad de Rufino. Actualmente es médico. Entrevista realizada en noviembre de 2012.
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María Pía M. Fue militante del MEC, el movimiento Focolar y del movimiento de renovación carismática entre fines de la década del ’70 y mediados de los años ’80. Entrevista realizada en marzo de 2012.
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Patricia C. Fue militante de Cooperadores Salesianos y estudiante en el colegio María Auxiliadora de la ciudad de Rosario durante la dictadura. En 1984 siendo estudiante universitaria se acercó al movimiento de renovación carismática. Entrevista realizada en abril de 2012.
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Patricia M. Realizó parte de sus estudios secundarios en los primeros años 70 en la escuela de Artes primero y en el Liceo Bernardino Rivadavia después- Estaba vinculada al ámbito de la cultura underground de la ciudad. Fue detenida clandestinamente en el año 1976 y nuevamente en el año 1978, en ambas ocasiones por el plazo de pocos días. Patricia no se considera militante y de hecho no militaba en ninguna organización política, aunque sí tenía amistades en el PST y provenía de una familia politizada. La detención deviene, según su propia percepción, de su relación con un militante del PST. Se exilió en 1980. Entrevista realizada en octubre de 2011.
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Rubén B., comerciante. Participó del grupo juvenil parroquial de la Parroquia de Santa Rosa entre 1975 y 1976, fecha en la que se vinculó a ACA. Fue delegado juvenil de ACA entre 1977 y 1986. Entrevista realizada en mayo de 2012. Sabina F. Ingresó al Instituto Politécnico en 1979 culminando sus estudios secundarios ya en democracia. Ingresó luego a la escuela de Artes en la UNR. Entrevista realizada en febrero de 2011.
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Sabatino Palma. Realizó sus estudios secundarios en la escuela Dante Alighieri y participó de las tomas, momento en que inició su militancia en la TERS, acercándose luego a la JP. En 1975 comenzó su carrera universitaria en medicina y en el año 1977 sus estudios como actor en los talleres de Arteón. Fue parte del 350
grupo Discepolín y actor en la obra Cómo te explico. Entrevista realizada en julio de 2011 •
Sergio C. Cursó sus estudios en la Escuela Superior de Psicología de la UNR. Si bien inició algunas materias en 1972, dejó luego la carrera para volver a ingresar en 1975, graduándose en 1984. Entrevista realizada en mayo de 2013.
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Sergio M Sergio M. Cursó sus estudios en el Colegio Nacional 1 entre 1977 y 1981. Al año siguiente inició sus estudios en la universidad y fue uno de los estudiantes que realizó la huelga de hambre en 1983. Entrevista realizada en agosto de 2011.
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Sergio Rébori. Se acercó a la cultura del rock hacia finales de los años ’70 cuando tenía 15 años y formó parte de la banda Dr. Merengue. Actualmente es artista plástico, diseñador gráfico y fotógrafo. Entrevista realizada en mayo de 2013. Sergio es co-autor del libro Generación subterránea. La otra historia del rock de Rosario, Amanoediciones, Santa Fe, 2012.
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Silvia C. Realizó parte de sus estudios secundarios en la escuela Dante Alighieri entre 1972 y 1975, participando de las tomas del colegio. Fue militante del PST. En 1977 retomó la escuela secundaria nocturna en el Nacional 1 y en el año 78 se radicó en Buenos Aires, regresando a Rosario ya en democracia. Entrevista realizada en agosto de 2011.
Documentales Liliana y Eduardo. Luces de la memoria, dirección Sergio Monserrat, 2010 El glorioso Nacional 1, video, dirección Sergio Monserrat, 2012. Páginas Web www.jciargentina.org.ar www.diariodeljuiciorosario. blogspot.com www.unr.edu.ar. www.mallinista.com camrevoc.blogspot.com.ar/ www.palestra.net.ar www.san-pablo.com.ar/vidapastoral www.enlahoguera.com.ar www.propuestaparalajuventud. blogspot.com.ar/ www.webmec.org www.criticadigital.com www.liceomilitarlamadrid.ejercito.mil.ar www.lam.edu.ar www.sites.google.com/site/vagoslam/ 351