Jornada sobre el futuro profesional (Gijón, 2009): Os cuento que el debate estuvo tan animado que de los cuatro temas que iban a proponerse sólo se trataron dos. La primera cuestión que se planteó fue cómo se veía el futuro de los centros de información. Juanjo Fernández García (Documentalista del CTIC) comentó que como usuario de las bibliotecas que le parecía una necesidad escuchar más al usuario. Honorio habló de la importancia de la existencia de una relación personal o interpersonal entre bibliotecario y usuario, la importancia de una comunicación transparente, y el hecho de que esa comunicación, la presencia de una persona, es un valor añadido a los servicios que se prestan en una biblioteca. Javier Leiva imaginó la biblioteca del futuro donde el bibliotecario tendrá una función de formación y también de socialización y donde deberá arriesgarse para asumir nuevos espacios y tareas. La imagina como un centro cívico en el que la biblioteca (debido a que habrá menos necesidad de espacio para los fondos) dispondrá de más capacidad por lo que se convertirá en un espacio cultural, lúdico y de reunión. Bárbara Muñoz (Jefa del servicio Biblioteca digital de la Biblioteca Nacional) nos planteó la necesidad de plantear ya, en un futuro muy próximo, la posibilidad de proporcionar documentos en formato electrónico y nuevos servicios accesibles desde terminales remotos. Pilar S.Vicente se mostró un tanto pesimista al señalar que aunque el 85 % de las bibliotecas ya utilizan Internet, no todas tienen ni siquiera todavía página web. Noemí Gómez, habló de la necesidad de hacernos valorar y de crear un perfil educativo para poder acometer la labor de formación de usuarios o alfabetización informacional. En la ronda de comentarios se hizo hincapié en la necesidad que aún existe de realizar un marketing de la profesión. Para hacernos imprescindibles, debemos vender lo que sabemos hacer y aportar un valor añadido (que nadie pueda decir “esto puede hacerlo cualquiera”). Hay que señalar que en la sala un espectador dijo exactamente esa frase (siento no poderos decir quien era pues no lo conocía). En resumen, como afirmó M. Jesús del Olmo, la biblioteca tiene que hacerse relevante. Algo que ella ve posible pues en época de crisis aumenta su uso por parte de los usuarios, la biblioteca funciona como agente de cambio social y aún nos necesitan (un alto porcentaje de la población aún no ha oído hablar del libro electrónico) La segunda pregunta fue qué parte del pasado de la profesión es prescindible, y qué parte del futuro es absolutamente necesario. Noemí puso la nota realista: en muchos archivos y en muchas bibliotecas aún se vive en el pasado.
Javier volvió a hacer hincapié en que tenemos que vendernos y vendernos ya (al menos en el caso del documentalista de una empresa privada). Para los demás, en general, podría prescindirse de las tareas técnicas más repetitivas y habría que volcarse en tareas más prácticas y visibles para el usuario (digitalización, gestión de redes sociales, préstamo de documentos en formato electrónico…)