Este documento, publicado originalmente hace ya 20 años, conserva su vigencia. Quiero ponerlo en este foro para el bien de las nuevas generaciones. Espero sus comentarios.
INSTINTO DE CONSERVACIÓN ? German Urdaneta Hernández Ingeniero civil, Univ de los Andes 1960 Casi todas las especies animales, al menos aquellas que consideramos superiores, tienen un especial cuidado en la tutela de sus cachorros. Solo los libran a sus propios recursos cuando son autosuficientes y pueden acometer con éxito las actividades que les son propias. Quienes dominan las ciencias biológicas llaman a esta conducta animal el "instinto de conservación de la especie." La especie humana no es una excepción a esta ley natural. Incluso, se ocupa de un aspecto que a las demás especies no les es necesaria: La educación de la mente. Algunas de las profesiones que sirven a las necesidades humanas responden mejor que otras a este instinto. No hay médico que no haya hecho su internado al lado de colegas de mayor experiencia y luego deba medir sus capacidades, ya por si mismo, en el servicio rural. Los odontólogos asisten a prácticas clínicas desde muy temprano en su carrera. Los abogados hacen un turno de judicatura antes de salir al ejercicio de su profesión. Pero una vez que se ha egresado, el nuevo profesional de la ingeniería desconoce esta tendencia y se entrega al afán cotidiano de la lucha por la subsistencia y de su desarrollo personal. Con las contadas excepciones de aquellos que optan por el apostolado de la docencia, el
contacto con las nuevas generaciones se reduce a la relación de tipo social con sus condiscípulos o al eventual contacto laboral con nuevos egresados, expresando siempre su convencimiento de que "antes éramos mejorcitos". Se niega, de manera egoísta, el beneficio de la experiencia y no se transmite a las directivas universitarias la realidad del mercado laboral, que si bien requiere de técnicos y científicos, también exige habilidades administrativas y apropiación de tecnologías. La Ingeniería civil acusa una seria crisis en este aspecto. Nuestros retoños se ven privados, por esta actitud de un acendrado egoísmo, de la oportunidad de compartir la experiencia de sus predecesores, y mas aún de la posibilidad de conocer personalmente la realidad del pais que desesperadamente reclama sus servicios. El Ingeniero practicante siente que una vez que ha logrado egresar, su obligación es solo para consigo mismo. Tal vez nos domina, como lo dice el Ing Alberto Sarria, esta “..incapacidad de pensar en el bien común, antes que en el mero beneficio personal..”. Y recordar con Marco Tulio Arellano que “ La Ingeniería contribuye más al desarrollo de los pueblos en la medida que sus profesionales la ejerzan haciendo oficio de Ingenieros más que como Ingenieros de oficio...”. Nunca reflexionamos sobre lo acontece cotidianamente en
que las
escuelas . Acumulamos personalmente una buena dosis de experiencia, lo cual nos permite destacar en el campo profesional, pero este esfuerzo se pierde para la profesión cuando estos valiosos conocimientos ganados arduamente en la practica profesional nos tienen que acompañar a la tumba.” Definitivamente, el Ing Marco Tulio Arellano tenia razón al expresar que la deficiente educación y mala formación académica, corrientes en nuestro medio, inhiben el oficio del ingeniero. Porque muy cierto que nos falta, en el sentido grupal, el criterio profesional, la sensibilidad, creatividad y sentido común. La preparación profesional no puede ser un mero enseñar a hacer, que facilite de inmediato el ejercicio profesional, en detrimento de una formación básica científica que permita el desarrollo futuro del profesional, permitiéndole adaptarse a las siempre cambiantes exigencias de una sociedad en permanente crisis de valores e identidad. Tampoco se puede orientar la enseñanza a convertir en investigadores de todos los aspirantes. La investigación exige cualidades y aptitudes especiales que no todos los aspirantes poseen. Investigar debe ser una opción, nó una obligación. Vale la pena retomar las ideas del Ing Carlos Cuartas, “.... La calidad profesional está determinada por dos factores: las condiciones del aspirante a profesional y las de los programas educativos...” Ante la deficiencia en la formación, los Ingenieros deben completar su preparación en la práctica y obviamente experimentan desviaciones provocadas por la incompetencia del medio para formar a quienes supuestamente recibe ya formados. Tal
vez
se
pueda
pensar
que
la
intervención docente, un poco puntual y por desgracia esporádica, de ingenieros practicantes cumple con la necesidad de aportar el componente profesional al proceso de formación. La presencia, a veces sofocante, de profesores externos, que dedican sus “horas libres” al ejercicio de la noble actividad de la docencia, caracteriza los programas de muy pobre calidad que se ofrecen en nó pocas universidades. Pero esta actividad, por el contrario, no solamente suele lesionar la docencia, ya que no siempre el buen profesional es buen docente, sino que a veces el buen docente se encierra en el medio académico y desconoce la realidad del mundo que le rodea, convirtiéndose en un profesional desubicado. Que visión exhibió el Profesor Hardy Cross cuando reflexionaba que “... Una obligación muy importante de los profesores es la de forzar a sus estudiantes a que regresen repetidamente al campo de la realidad, y más aún, la de forzarse ellos mismos a regresar a este campo..” Nuevamente, citemos al Ing Cuartas reconocido exponente de la profesión en ejercicio: “ los educadores tienen el deber de hacer su trabajo bien. De lo contrario, deberían dejarlo. Están determinando la oportunidad de formación de un hombre, función sagrada de implicaciones inmensas..” Cuanta razón tenía el Ing. Luis Alejandro Díaz, cuando hace ya 10 años escribía: “ La Labor docente no puede seguir siendo el escampadero de aquellos que no encuentran medios de subsistencia porque el resultado es peor que mediocre, de manera que esta gestión es proporcional al resultado. En países desarrollados, se utiliza con frecuencia el recurso del profesional de éxito retirado, porque en
él confluyen dos recursos invaluables, cuales son el conocimiento y la experiencia...” El estudiante egresa dotado de un voluminoso diccionario profesional, cada vez mas lleno con la jeringonza de un avance tecnológico apresuradamente involucrado en los siempre cambiantes programas académicos, pero desconociendo las mas simples reglas de la gramática profesional y mas aun, desconoce por completo los métodos de una buena sintaxis y de la mas elemental prosodia. Es así como se trata de hablar el idioma de la Ingeniería, con el obvio resultado de solamente emitir vacilantes balbuceos generados por las fallas expresadas anteriormente. El resultado de esta tendencia no puede ser mas desalentador. Con la excepción, que apenas confirma la regla, del grupo de estudiantes de algunas Universidades que han acogido la llamada "Opción por Colombia", el recién egresado se enfrenta a una realidad que desconoce. No hay derecho de que en aras de una mal entendida autonomía universitaria, se ampare la mediocridad de las instituciones y se excuse la despreocupación del estado.! Este panorama no es un problema exclusivo de la profesión. No! Lo es del pais entero. Y es a las agremiaciones profesionales a quienes corresponde enfrentarlo. Simplemente hay que “ponerse los alpargates” y comenzar a pensar en la problemática de nuestros conciudadanos. Cuan costoso resulta para el pais esta desubicacion de quienes se inician en nuestra profesión. !! Y sin embargo, que tan fácil es corregirlo.!! Para dar el contacto previo con el pais, bastaría con establecer para la
Ingeniería un periodo de servicio a la comunidad como requisito previo al grado. El mecanismo usado para lograr esta meta puede ser muy variado y dependerá de las escuelas. Y tal vez el resultado de este programa, que pone en contacto al egresado con la realidad del país, pueda devolver a la profesión el liderazgo que otrora ejercieron los ingenieros en la conducción del estado. Pero por otro lado, los profesionales en ejercicio pueden tomar parte activa en la formación de los nuevos ingenieros. Aplicando el adagio de "..enseñar a pescar, no solamente servir el plato de pescado", no se trata de solventar los programas académicos con pequeñas donaciones de caracter ocasional, sino de "apadrinar" profesionalmente a un estudiante desde los primeros semestres de su carrera, apoyándolo en su desarrollo, compartiendo experiencias, facilitándole oportunidades de ver el mundo profesional, asesorando sus trabajos, abriéndole su biblioteca y brindándole su amistad. No sería este un excelente mecanismo para responder al Ing Giacomo Marcenaro cuando allá por 1985 clamaba “... No será posible que aquellos que son los creadores del trabajo para los ingenieros, otorguen algún tipo de facilidades a quienes sin contar con experiencia, palancas y grandes capitales desean trabajar honestamente?..” El mecanismo propuesto, que podría propiciarse de manera voluntaria a través de las asociaciones de egresados y las agremiaciones profesionales, daría un tremendo impulso a la formación académica de los aspirantes a ingenieros, vincularía positivamente a los egresados con la universidad, manteniendo vivo el espíritu del estudio y redundando así
en innegables beneficios para todos los interesados. Lanzada la idea, solamente basta con recoger el guante y aceptar el reto. Será posible que Ud, amigo lector, deje pasar de largo esta oportunidad para restablecer el perdido instinto de conservación gremial que tan lastimosamente ostenta nuestra profesión? Referencias: Arellano, Marco Tulio “ El Oficio de Ingeniero” Revista Ingeniero Javeriano, 1 semestre 1985. Cross, Hardy “Ingenieros y las Torres de Marfil” McGraw Hill 1971. Cuartas Ch., Carlos Julio “El trabajo Profesional de los ingenieros en el Proceso de desarrollo” Foro sobre el trabajo profesional en el proceso de desarrolloSenalde - 1985. Diaz, Luis Alejandro “Crisis de la educación superior Ingeniería y desempleo” Revista Ingeniero Javeriano, 1 semestre 1985. Marcenaro J, Giacomo “El nuevo Ingeniero y la ética” Revista Ingeniero Javeriano, 1 semestre 1985. Sarria Molina, Alberto “ Ingeniería Colombiana e Ingeniería uniandina” Revista de ingeniería, Universidad de los Andes. Julio de 1991 Urdaneta, Germán “ Instinto de Conservación ?” Revista de la Escuela Colombiana de ingeniería 1993