El Hispano, Noviembre de 2005
REPORTAJE / 5
Ignasi Pujades i Domingo
«A Joan Alsina le debo el que me haya dedicado a la literatura» Foto: Esther taboada
Por José-Christian Páez Ignasi Pujades i Domingo (Barcelona, 1938). Estudió filosofía y teología en el seminario de Barcelona. Se ordenó sacerdote en 1961. Es uno de los fundadores de Agermanament y del movimiento “Cristianos por el Socialismo”. Señala que comenzó a escribir la biografía de Joan Alsina, a partir de lo ya hecho por Miquel Jordà. Acababan de fusilarlo hace dos años. La versión de los hechos era confusa. Los familiares estaban muy golpeados. Se editó en 1976 con el título de “Xile al cor”, pero quince años después y ante los nuevos antecedentes que entregaba el proceso judicial, publicó la segunda versión con el título de “Vida, comiat i mort de Joan Alsina” (Barcelona, Edicions Proa, 2001, 370 pp. ISBN 84-8437-154-9) que es, prácticamente, la versión definitiva. ¿Alsina es como un hermano para usted? Le debo el que me haya dedicado a la vida literaria. No me hubiera imaginado jamás que sería mi profesión cuando cambié de vida. Al ver que descubría a fondo a una persona positiva, una persona extraordinaria, pues entonces yo dije, si he hecho una biografía, voy a hacer otras. Preparé la de una persona que estaba en el Clínico muriéndose de sida, un poeta que me dejó su poesía
(“La recerca secreta de J. M. Mercader, 1992). Después la de Miquel Martí i Pol, en la que estoy metido desde hace tiempo (primer tomo: “Miquel Martí i Pol: l’arrel i l’escorça”). ¿Murió como un santo? Hay un final en el cual yo me pregunto si merecería ser beatificado y canonizado. Pero como dice la gente: “ahora no vamos a caer en esa escenografía católica tan decadente” como es esto de las canonizaciones. De acuerdo, pero desde el punto de vista evangélico yo creo que cumplió con el Evangelio al pie de la letra, que se merece algo así, aunque es algo que no tiene nada que ver con él. Su muerte marca también el fin de una época. ¿Perdió la Iglesia Católica la posibilidad de haber logrado esa justicia social que Alsina buscaba? Tal como está la Iglesia Católica no tiene nada que ver con la que nosotros vivimos y con la que preconizó el Concilio Vaticano II. Está en una posición tan reaccionaria, tan conservadora, que realmente casi ofende el que haya hecho una evolución tan retrógrada, sobre todo, a mi entender, con Juan Pablo II. Para mi gusto con una parte externa de popularidad y de masificación, pero fue un conservadurismo a ultranza. Entonces se llenan los esta-
dios, pero las iglesias están vacías, más aún de nuevas generaciones. Como proyecto de influencia en la sociedad ha perdido mucho y, en este sentido, sí ha fracasado. Por eso me dejó de interpretar y por eso la dejé, para mi gusto, a tiempo. ¿Ya no es posible entonces un cambio social similar al que se vivía en Latinoamérica en la década del ‘60?
Los procesos históricos no pueden repetirse. Nadie ha dicho que sin la Iglesia no puede haber un proceso de cambio. Tal como está evolucionando la Iglesia es mejor que no tenga influencia en la sociedad. Sobre todo aquí en España, nada más hace falta observar la Conferencia Episcopal Española y a Rouco Varela con todas esas manifestaciones que son conservadoras totales. ¿Qué pensaría Joan Alsina si estuviera hoy aquí? Mire, con todo el dolor que ello significó, yo creo que murió a tiempo.
Francesc Puig i Busquets
«No me da ninguna vergüenza decir que fui sacerdote» Foto: Esther Taboada
Por José-Christian Páez Francesc Puig i Busquets (Barcelona, 1937). Estudió filosofía y teología en el seminario de Barcelona y en las universidades de Salamanca y Gregoriana de Roma. Se ordenó sacerdote en 1961, trabajando primero en Vilassar de Mar y, posteriormente, desde 1963 hasta 1973, en Quilpué, Chile, como parte del equipo de Agermanament. De regreso en España, en 1978 finalizó sus estudios de medicina, ejerciendo en Granollers, luego Santa Eulàlia de Ronçana y finalmente en el Vall de Tenes, donde jubiló en 2002. Transformado ya en laico, en 1981 contrajo matrimonio. Es autor del libro “Què m’ha passat?: en la fe, en la politica, en l’amor ” (Barcelona, Edit.
Mediterrània, 2004, 320 pp. ISBN 84-8334606-0). ¿Perdió la Iglesia el camino del socialcristianismo? Quienes nos pusimos al lado de Allende en tiempos de la Unidad Popular (UP), como Allende terminó mal, pues terminamos mal, y a los que no nos mataron, nos torturaron y echaron. Pero si Allende hubiera terminado bien y hubiera continuado un socialismo en Chile, a nosotros la Iglesia nos habría llevado en andas y habría dicho “nosotros ya teníamos a unos que ya
estaban...”, es decir, la Iglesia se apunta a la causa del vencedor y como siempre tiene para todos los gustos. Es así. Todas las instituciones poderosas hacen lo mismo. Lo triste es que la Iglesia sea una institución poderosa porque cuando uno ve el calvario y mira los suntuosos funerales del sucesor de Cristo, pues ¿le ha cundido eh? ¿Por ello dejó el sacerdocio? La palabra “dejar el sacerdocio” no me gusta. Profundizamos. No dejamos nada. Yo soy lo que era más lo que he ido siendo. Entonces a mí no me da ninguna vergüenza decir que fui sacerdote. Pero ahora soy otra cosa, pero no renegando, sino creciendo, profundizando, soy lo que soy gracias a aquello también o a pesar de aquello, como hoy y mañana seré lo que sea gracias y a pesar de lo de hoy. No me gusta decir “ex”, no me gusta ser “ex” nada, ni excristiano, ni ex-católico, ni ex-creyente. Más de la mitad de los “agermanament” siguió un camino distinto. ¿Qué indica eso? La secularización de los sacerdotes es un proceso mundial. El choque con una cultura nueva te cuestiona más, te interroga más, te abre más ventanas. Pero aquí otros hermanos siguieron un proceso paralelo sin haber ido a Chile. Descubro que la fe es creer que otro mundo es posible, a pesar de que parece que el capitalismo lo tiene todo amarrado. El obispo Tagle, de la diócesis en la que
estaban ustedes, estuvo de acuerdo con el golpe de Estado, ¿su actitud refleja la voluntad de toda la Iglesia? La Iglesia Católica está siguiendo un proceso de sectarización, se va convirtiendo en una secta, se va encerrando. Mientras el mundo pasa por su lado, ella ni se entera, sigue encerrada en sus verdades, en sus teorías, en sus dogmas, en su moral, en su ética trasnochada, a mi juicio y para mí como que se va convirtiendo en una secta, más o menos, de fundamentalistas e integristas. Las personas abiertas o viven al margen de la Iglesia (aunque no renieguen de ella), o bien a extramuros, pero los que se quedan dentro son más o menos “tipo” Opus Dei, “tipo” carismáticos, “tipo”, no quiero decir que sean, pero de este estilo y que necesitan seguridades, verdades claras, absolutas, un dios casi que lo puedan tocar y ver, una vida eterna como si fuera el jardín del paraíso, necesitan una seguridad de una resurrección. Nosotros estamos viviendo una fe a la intemperie, sin seguridades, con más preguntas que respuestas, sin ningún dogma, es más duro vivir a la intemperie. Pero hay gente que sicológicamente necesita seguridad. Hay gente que tiene miedo al cambio porque el cambio siempre produce miedo y estamos en una época de tanto cambio que hay que perderle el miedo al cambio.