¡Hosana en las alturas! Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: "¡Hosana al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosana en las alturas!". (Mateo :21:9) Hoy es Domingo de Ramos, día de un gran significado aunque nosotros no bendigamos las palmas o las ramas de olivo. Desde luego la gente que recibió a Jesús de esa forma realmente lo estaba aclamando como rey, aún a pesar de no haber entendido exactamente qué clase de Rey era Jesús. Sí, los que se sentían oprimidos por los romanos y abrumados por las cargas religiosas que les imponían los líderes religiosos podían exclamar “Señor, sálvanos” que es el significado original de la palabra “hosana”. Y bien sabemos que cuando las expectativas de esas multitudes no se vieron satisfechas, en pocos días estaban gritando “¡crucifícale, crucifícale!” Pero a nosotros, que vemos las cosas desde otra perspectiva que nos da la distancia, también hemos de reflexionar acerca de este episodio. Ciertamente, como ellos, nos ilusionamos fácilmente y alabamos al Señor con más o menos alegría. El problema es cuando lo único que tenemos es ilusión, es decir, un “concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos” que es como define la palabra ilusión el diccionario. La realidad es que esta entrada triunfal de Jesús era, en realidad, la entrada a una semana que acabaría en la Pasión. Como cristianos nosotros tampoco podemos desligar la vida cristiana del servicio y la entrega a los demás en el nombre del Señor, Hermano, ¿por qué te apasionas? Con amor, Jesús Polaino