Historieta Y Dibujo Animado Recuperado

  • June 2020
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  • Words: 855
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Comic y cartoon se encuentran estrechamente emparentados en el imaginario popular. No sólo es la simultaneidad de historias y personajes (repárese en los abundantes “traspasos”) o del tipo de imágenes que manejan, sino la presunción de que ambos medios son equivalentes entre sí: la fantasía habitual de que para animar una historieta apenas basta agregar sonido y dibujar todo lo que las viñetas contienen. Y viceversa: trasladar el sonido a los globos, didascalias y onomatopeyas, a la vez que se fragmenta en viñetas las imágenes proyectadas más importantes. La cercanía temporal con que comic y cartoon nacieron y desarrollaron identidades propias, permitiría reforzar la impresión de parentesco. Crecieron al calor de los avances tecnológicos de fines del siglo XIX y, sobre todo, de principios del siglo XX; su surgimiento representó un hito de la cultura de masas. Asociados a dos de las industrias capitales en esta transformación, la prensa moderna y el cine, el comic y el cartoon participaron de los vaivenes de aquéllas y de su sociedad. Esta dependencia (o relación estrecha) podría explicar la interdependencia de formatos. En este trabajo intentaré dilucidar si comic y cartoon son equiparables, y en qué terminos. Para ello, analizaré algunos aspectos de la serie animada Superman, realizada por el equipo dirigido por los hermanos Max y Dave Fleischer. La elección de este corpus se sustenta en la importancia que en ambos medios artísticos cobró el personaje del superhéroe. La discusión sobre el origen del comic acaso nunca finalice. Hay quienes lo sitúan en la aparición del Yellow Kid, hay quienes indican la obra de Töpfer como inicio, otros han ido más atrás en el tiempo, postulando tapices medievales, bajorrelieves y jeroglíficos egipcios, entre otras creaciones, en lugares fundacionales… Lo cierto es que el comic como medio artístico integrante de la cultura de masas se revela en los últimos años de 1800 y principios de 1900, en coincidencia con fenómenos económicos, políticos y culturales tales como el triunfo del sistema productivo capitalista, la migración en gran escala, la aparición de las metrópolis, las demandas democratizadoras, la creciente alfabetización, etc. Creció al amparo del auge de la prensa escrita moderna, y parte de su éxito se debió a que fue utilizado por los diarios como un plus que se ofrecía a los posibles lectores-compradores. Es conocida y representativa la anécdota del revuelo que provocó el traspaso de Richard Outcault entre periódicos rivales, proceso judicial de por medio. Con la aparición de los syndicates y la imposición de estándares a la producción historietística, a fin de asegurar cierta uniformidad a las tiras con vistas a aumentar las posibilidades de colocarlas en el mercado, el desarrollo del medio artístico pareció estancarse. Paradójicamente, sería una apuesta ideada en estas agencias a fin de explotar una supuesta demanda insatisfecha de los lectores, la que permitiría una renovación del comic: el género de aventuras. Es probable que tal decisión tenga que ver con la literatura “de kiosco” que por entonces circulaba: revistas de relatos policiales, de incipiente ciencia ficción, etc. 1929 será el año que la crítica establecerá como inicio de esta nueva época, a raíz de la publicación de Tarzán, Buck Rogers y X. Con el género de aventuras, el comic expandió sus posibilidades, sobre todo en lo que atañe a la faz gráfica. El dibujo realista cobró un prestigio y provocó una fascinación que le habían sido negados anteriormente. El género de aventuras escapaba, por definición, a los géneros dominantes en las tiras de aquella época, de un tinte humorístico ligado a la cotidianeidad. Surgieron nuevos escenarios, nuevos personajes, y con ello, nuevos desafíos. Esto porque la naturaleza fantástica de los ambientes en que transcurrían las historias imponía un tratamiento diferente, en tanto que debían generar al lector una extrañeza que permitiera la verosimilitud de lo narrado. Algo similar

sucedió con los personajes. La aparición del héroe, y su constante trajinar aventurero, tuvo su respuesta en la atención otorgada a la representación de los cuerpos por parte del dibujo. El género de aventuras, en virtud a lo antes expuesto, produjo un reordenamiento de la puesta en página, de manera tal que se balancee el mayor realismo gráfico y el ritmo narrativo. Si bien en las tiras diarias el margen de alteración era mínimo, no así en las planchas dominicales, de mayor tamaño. Lo que sí se manifestó en ambos tipos de tiras fue el nuevo estatuto del texto escrito: se abandonó el globo, pues se consideraba que su aparición iba en detrimento del dibujo. Se optó por incorporar el texto escrito a través de didascalias o cartuchos: el máximo de separación entre palabra y dibujo que la historieta, conjugación especial de ambos, podía albergar. Sobre la década del treinta, el éxito de las tiras de aventuras posibilitó, entre otras cosas, la aparición y sostenimiento de un tipo de publicación novedosa, el comic-book. De formato heredero de las revistas “pulp” del momento, el comic book se transformó en la forma OSEPUNTODEQUIEBRE; aparece el género superhéroes. Superman, pues, pertenece a este momento excepcional de la historia del comic. De acuerdo a la opinión de Masotta, el encuentro de la historieta con su forma única.

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