Hasta Que Nuestros Cuerpos Se Dispersen

  • May 2020
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  • Words: 923
  • Pages: 3
HASTA QUE NUESTROS CUERPOS SE DISPERSEN P.J. RUIZ 2008 -

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¡Ah, estás aquí! He mirado en el patio y me extrañó no verte. Si. Iba a hacer cosas pero al final me he plantado y aquí estoy. Lo miro. Hace días que la cola se ha perdido, pero aun así es muy hermoso, ¿verdad? Desde luego. Al principio, cuando saltó la noticia, daba muchísimo miedo, pero a medida que uno acepta las cosas como son y se va poniendo en paz consigo mismo consigue ver incluso belleza en el más oscuro destino. Al menos el hecho de haber tenido tiempo para encontrar la paz ha sido suficiente. Somos afortunados, cielo, porque no hemos sucumbido a la desesperación, a pesar de que no hay ninguna esperanza. Si, pero ¿sabes lo más importante? Ven siéntate aquí a mi lado y te lo digo. Muy bien, aquí estoy. Dime, Mirta. Lo más importante es que aunque solo nos queden tres horas de vida, a pesar de que esa cosa se hace cada vez más grande en el cielo y sus partículas ya invadan la atmósfera con cierta prisa, tu y yo seguimos aquí, juntos… Podríamos haber hecho como los demás, huir, excavar…esas cosas. Pero no. Seguimos aquí, en nuestra casa…. Así es ¿Para qué huir? ¿A dónde? Tenemos aquí todo cuanto queremos en el mundo, y si no podemos protegerlo, ¿a qué sitio vamos a ir a arrastrar nuestra impotencia? No tendría ningún sentido. El sitio perfecto es este, nuestro sitio. Si, desde luego… ¡Mario!

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¿Qué, Mirta? Creo que después de todo, al final acabaré teniendo miedo. Quizás ahora no, pero luego… Es natural, cariño mío, es natural, pero tranquila. Imagina solo que vas a tener butaca de primera fila en un gran acontecimiento y que yo te pondré mi brazo por encima cuando se abra el telón. Si, Mario… ¡Pero es que no se va a abrir, mi vida! ¡Se va a cerrar para siempre! Eso es cierto, pero has de reconocer conmigo que será una obra muy rápida y bastante entretenida. No dará tiempo a que duela. Me da miedo el dolor. Pues no dolerá. Créeme. Tu me entiendes bien. Siempre lo has hecho. Bueno… Nunca he dejado de quererte e intentar ser cada día mejor para ti. Quizás eso haya estado bien, después de todo. Si, ha estado muy bien, desde luego. Y quiero decirte que lo he notado, que me has hecho feliz, y que siempre, siempre te he sentido a mi lado, incluso en los peores momentos. Dentro de tres horas también estaremos juntos, Mirta. Nuestros ojos se cerrarán a la vez finalmente mirando como el tiempo se nos esfuma en un estallido de luz. Si, muy juntos. Dicho así suena casi hermoso. Y solo te pido una cosa. ¿Qué? Que cuando llegue ese instante me abraces muy fuerte. Pase lo que pase, Mario. Tu abrázame y no me sueltes hasta que nuestros cuerpos se dispersen. Así lo haré, Mirta. Te lo prometo. Gracias, mi vida. Te quiero. Yo también te quiero a ti. ¿Sabes? Creo que voy a preparar un par de buenos cafés. Si, hazlo. No creo que hoy perdamos el sueño. Yo seguiré aquí, mirándolo ¿Verdad que es precioso? Es el más hermoso ángel de la muerte que Dios haya podido crear. ¿Dios?... No. No creo que sea Dios quien lo manda, Mario. Dios no ha estado aquí en mucho tiempo ¿Por qué iba a ensañarse con nosotros de ese modo alguien todopoderoso a quien le importamos una mierda? Es la misma pregunta que le hice al cura hace un par de semanas, y solo me contestó que los caminos del Señor son inescrutables y que tuviera fe. “Fe en que, padre” le respondí “¿en que el buen Dios se acuerde de nosotros para algo más que aplastarnos como a cucarachas?” “Nooooooo, hijo mío” me dijo. “No te dejes llevar por la voz de Satanás, que estos días ríe apoderándose de las almas buenas”. Aquello me pareció tan ridículo, tan carente de sentido que le dije que se fuera al infierno con Satanás y con su Dios, que no iba a necesitar a ninguno de ellos en la poca vida que me quedaba. Me miró horrorizado y se dio la media vuelta. ¿Por qué no me lo habías contado, Mario? No se, Mirta. Me avergüenzo un poco de mi reacción, porque el cura no es un mal hombre. Lo que pasa es que su predicación ya no tiene sentido para mi. Era como si estuviese intentando venderme la burra una vez muerta. No pasa nada, Mario. Somos humanos, y en estos momentos, en todo el mundo, miles de millones de personas como nosotros se están aferrando a sus creencias para ganar la suficiente entereza que necesitan antes de que eso llegue. No es fácil morir, y eso

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de ahí es una prueba muy dura para todos. En el fondo me gustaría tener fe en algo. Así a lo mejor me sentía mejor, quién sabe. Yo te tengo a ti, Mirta. Tu eres mi fe, mi vida, mi esperanza. No necesito nada más. Lo único que lamento es no poder hacer nada para que me sobrevivas y seas feliz. ¡Qué dices, Mario! ¿Sobrevivirte? No, mi vida. Yo quiero morir contigo, desmenuzarme en átomos contigo, que has sido la única persona que he tenido en el mundo. Yo no sería feliz nunca sobreviviéndote. ¡Oh, Mirta! Quisiera llorar. Ven, ven… Llora en mi regazo, mi vida. El café puede esperar. Puede esperar casi tres horas más.

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