Glaucoma El glaucoma es un trastorno en el cual aumenta la presión dentro del globo ocular, dañando el nervio óptico y causando pérdida de visión. Tanto la cámaras frontal (anterior) como la trasera (posterior) del ojo están llenas de un fino fluido llamado humor acuoso. Normalmente, el fluido es producido en la cámara posterior, pasa por la pupila hacia la cámara anterior y luego sale del ojo a través de unos canales específicos (canales de salida). Si la corriente de fluido resulta interrumpida, generalmente debido a una obstrucción que evita que el fluido salga fuera de la cámara anterior, la presión aumenta. En general, el glaucoma no tiene una causa conocida; sin embargo, en ocasiones afecta a miembros de una misma familia. Si los canales de salida están abiertos, el trastorno recibe el nombre de glaucoma de ángulo abierto. Si los canales están bloqueados por el iris, la enfermedad se denomina glaucoma de ángulo cerrado. El oftalmólogo o el optometrista pueden medir la presión en la cámara anterior, llamada presión o tensión intraocular, utilizando un procedimiento simple e indoloro llamado tonometría. En general, las mediciones que superan los 20 a 22 milímetros indican una presión elevada. En algunos casos, el glaucoma tiene lugar incluso cuando las presiones son normales. A veces deben realizarse varias mediciones con el paso del tiempo para determinar que se trata de un problema de glaucoma. Un examen con un oftalmoscopio (un instrumento utilizado para ver dentro del ojo) puede revelar cambios visibles en el nervio óptico causados por el glaucoma. En ocasiones, el especialista usa una lente especial para observar los canales de salida; este procedimiento recibe el nombre de gonioscopia. Drenaje normal del fluido El glaucoma produce una pérdida de la visión periférica o El fluido se produce en la cámara posterior, puntos ciegos en el campo visual. Para determinar si dichos pasa por la pupila hasta la cámara anterior y puntos ciegos existen, el especialista pide a la persona que luego drena a través de los canales de salida. mire de frente hacia un punto central y le indique cuando puede ver luz. La prueba puede ser llevada a cabo usando tanto una pantalla y un puntero como un instrumento automático que usa puntos de luz.
Glaucoma de ángulo abierto En el glaucoma de ángulo abierto, el fluido drena demasiado lentamente desde la cámara anterior. La presión se eleva gradualmente (casi siempre en ambos ojos) lesionando el nervio óptico y causando una lenta pero progresiva pérdida de la visión. La pérdida de visión comienza en los extremos del campo visual y, si no se trata, acaba extendiéndose por todo el resto del campo visual y finalmente produce ceguera. La forma más frecuente de glaucoma, el glaucoma de ángulo abierto, es común después de los 35 años pero ocasionalmente aparece en niños. La enfermedad tiende a aparecer en varios miembros de una familia y es más común entre las personas diabéticas o miopes. El glaucoma de ángulo abierto se desarrolla con más frecuencia y puede ser más grave en las personas de etnia negra.
Síntomas y diagnóstico Al principio, la mayor presión ocular no produce ningún síntoma. Los síntomas posteriores pueden incluir un estrechamiento de la visión periférica, ligeros dolores de cabeza y sutiles trastornos visuales, como ver halos alrededor de la luz eléctrica o tener dificultad para adaptarse a la oscuridad. Finalmente, la persona puede acabar presentando visión en túnel (un estrechamiento extremo de los campos visuales que dificulta ver objetos a ambos lados cuando se mira al frente). El glaucoma de ángulo abierto puede no causar ningún síntoma hasta que se produce una lesión irreversible. En general, el diagnóstico se establece verificando la presión intraocular. En consecuencia, cualquier examen ocular de rutina debería incluir una medición de la presión intraocular.
Tratamiento El tratamiento tiene más probabilidades de tener éxito si se comienza de inmediato. Cuando la visión ha disminuido mucho, el tratamiento puede evitar nuevos deterioros, pero en general no puede restablecer la visión completamente. Las gotas para los ojos según prescripción médica en general pueden controlar el glaucoma de ángulo abierto. En la mayoría de los casos, la primera medicación en forma de gotas que se receta es un betabloqueador (como timolol, betaxolol, carteolol, levobunolol o metipranolol) que probablemente disminuirá la producción de fluido en el ojo. La pilocarpina, que constriñe las pupilas y aumenta la salida de fluido de la cámara anterior, también resulta de gran ayuda. Otros medicamentos útiles (como la adrenalina, la dipivefrina y el carbacol) actúan tanto mejorando la salida como disminuyendo la producción de fluido. Un inhibidor de la anhidrasa carbónica, como la acetazolamida, puede tomarse por vía oral, o bien se puede recurrir a la dorzolamida en forma de gotas para los ojos. Si la medicación no puede controlar la presión ocular o si los efectos secundarios son intolerables, el cirujano oftalmólogo puede aumentar el drenaje desde la cámara anterior utilizando una terapia con láser para crear un orificio en el iris o bien recurriendo a la cirugía para seccionar parte del iris.
Glaucoma de ángulo cerrado El glaucoma de ángulo cerrado provoca ataques súbitos de aumento de presión, en general en un ojo. En las personas que padecen esta enfermedad, el espacio entre la córnea y el iris (por donde sale el fluido fuera del ojo) es más estrecho de lo normal. Cualquier factor que provoque la dilatación de la pupila (una escasa iluminación, las gotas oftálmicas indicadas para dilatar la pupila antes de un examen ocular o ciertas medicaciones orales o inyectadas) puede hacer que el iris bloquee el drenaje de fluido. Cuando ello sucede, la presión intraocular aumenta de improviso.
Síntomas Un episodio de glaucoma de ángulo cerrado agudo produce síntomas repentinos. Puede provocar un ligero empeoramiento de la visión, halos de color alrededor de las luces y dolor en el ojo y la cabeza. Estos síntomas pueden durar sólo unas pocas horas antes de que tenga lugar un ataque más grave. Éste produce una rápida pérdida de la visión y un repentino y agudo dolor pulsátil en el ojo. Las náuseas y los vómitos son comunes y pueden hacer que el médico piense que el problema radica en el aparato digestivo. El párpado se hincha y el ojo se torna lloroso y rojo. La pupila se dilata y no se cierra normalmente en respuesta a la luz intensa. A pesar de que la mayoría de los síntomas desaparecen con una medicación adecuada, los ataques pueden recurrir. Cada ataque reduce cada vez más el campo visual.
Tratamiento Varias medicaciones pueden ser utilizadas para disminuir rápidamente la presión ocular durante un ataque agudo de glaucoma de ángulo cerrado, por ejemplo, beber una mezcla, según prescripción, de glicerina y agua puede reducir la elevada presión y detener un ataque. Los inhibidores de la anhidrasa carbónica, como la acetazolamida, también son útiles si se toman al comienzo del ataque. Las gotas de pilocarpina constriñen la pupila, lo que a su vez tira del iris y, en consecuencia, los canales de salida se desbloquean. Las gotas betabloqueadores también se utilizan para controlar la presión. Después de un ataque, el tratamiento en general continúa tanto con gotas para los ojos como con varias dosis de un inhibidor de la anhidrasa carbónica. En casos graves, se administra manitol intravenoso para reducir la presión. La terapia con láser, cuyo fin es crear un orificio en el iris para favorecer el drenaje, ayuda a evitar ataques ulteriores y suele curar el trastorno de forma permanente. Si la terapia con láser no resuelve el problema, se recurre a la cirugía para crear un orificio en el iris. Si ambos ojos presentan canales de salida estrechos, los dos pueden ser tratados, aun cuando los ataques hayan afectado sólo a uno de ellos.
Glaucoma secundario El glaucoma secundario se produce porque el ojo ha sido dañado por una infección, inflamación, tumor, una gran catarata o cualquier trastorno ocular que interfiera con el drenaje de fluido desde la cámara anterior. Las enfermedades inflamatorias, como la uveítis, se encuentran entre los trastornos más comunes. Otras causas frecuentes incluyen la obstrucción de la vena oftálmica, las lesiones oculares, la cirugía ocular y las hemorragias dentro del ojo. Algunos medicamentos, como los corticosteroides, también pueden aumentar la presión en el ojo. El tratamiento del glaucoma secundario depende de su causa. Por ejemplo, cuando la causa es la inflamación, suele recurrirse a los corticosteroides para reducirla, además de a otros medicamentos que mantienen abierta la pupila. En ocasiones es necesario llegar a la cirugía.
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