Gabriela Mistral

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32 “Escuelas de otros mundos”, las fotografías de Kim Manresa.

CULTURA

Inti Raymi 32 Los ecuatorianos celebraron en Barcelona el Inti Raymi, la “Fiesta del Sol”.

E L H I S PA N O , N O V I E M B R E D E 2 0 0 5

Gabriela Mistral

La desconocida voz de América Hace 60 años se otorgó por primera vez el Premio Nobel de Literatura a un escritor de Latinoamérica. Desde entonces también lo han recibido Miguel Ángel Asturias (1967), Pablo Neruda (1971), Gabriel García Márquez

(1982) y Octavio Paz (1990). Adelantada para su época, como mujer y como pensadora, fue una incansable luchadora política por la causa de una América libre y con justicia social

Izq. Mural “Homenaje a Gabriela Mistral” emplazado a las faldas del cerro Santa Lucía, en Santiago de Chile. Autor: Fernando Daza. Der. Monte Grande recuerda a Mistral

Por José-Christian Páez El 15 de noviembre de 1945, una llamada telefónica recibida en Petrópolis, donde ejercía como cónsul general de Chile en Brasil, avisó a Gabriela Mistral que se le había concedido el Premio Nobel de Literatura, el cual recibió el 12 de diciembre de manos del Rey Gustavo Adolfo de Suecia. Tenía 56 años y el Nobel trajo

esa alegría ya robada dos años antes, un 13 de agosto, con el suicidio de su sobrino Juan Miguel, “Yin Yin”, a quien consideraba su “hijo adoptivo”. Por segunda vez su vida quedaba marcada: antes, un 25 de noviembre de 1909, Romelio Ureta, su amor de juventud, se había también suicidado. Ureta tenía 26 años; Mistral, 20. A él le escribe “Los sonetos de la muerte” con los cuales obtiene, en 1914, los Juegos

Florales de Santiago (de Chile), que comienzan así: “Del nicho helado en que los hombres te pusieron,/ te bajaré a la tierra humilde y soleada./ Que he de dormirme en ella los hombres no supieron,/ y que hemos de soñar sobre la misma almohada.” Había nacido como Lucila Godoy Alcayaga el 7 de abril de 1889, hija de Juan Jerónimo Godoy y Petronila Alcayaga, en Vicuña, pequeño poblado en el norte chileno, en su querido valle de Elqui. Con estos versos cerró una etapa de su vida y como queriendo olvidar a esa Lucila enamorada y sola, publicó “Los sonetos de la muerte” bajo el nombre de Gabriela Mistral, formado desde la admiración a dos poetas: Gabriel D’Annunzio y Frédéric Mistral. Con estos sonetos y este nombre, comienza una fama que se irá expandiendo en el tiempo y hasta nuestros días. El propio Manuel Vázquez Montalbán incluye una referencia en una de sus obras. En ella, el ya mítico detective Carvalho fija su mirada en “el paso de las mujeres cuarentonas o cincuentonas y se las imaginaba niñas, jugando a ser reinas. Recordó un poema de Gabriela Mistral”. Este pasaje de la novela “Los mares del sur”, es una muestra elocuente de la imagen que se tiene de la obra mistraliana, estigmatizada como la creadora sólo de poemas para niños, donde brillan esos universales “piececitos de niño, azulosos de frío, ¡cómo os ven y no os cubren, Dios mío! Por su ser maestra escribió a los niños, pero por sobre todo, Mistral fue una adelantada para su época,

como mujer y como pensadora, fue una incansable luchadora política por la causa de una América libre y con justicia social. Ya en 1924 escribe un ensayo, “Cristianismo con sentido social”, el cual puede considerarse un planteamiento pre-Concilio Vaticano II y también como un primer manifiesto de la “Teología de la liberación”. Con ese espíritu había aceptado en 1922 la responsabilidad de reformar la educación en México, a instancias del entonces filósofo y ministro de Educación mexicano, José Vasconcelos. Esos planes de reforma incluyeron la organización y fundación de bibliotecas populares y la creación de escuelas-granja. Viajó de un extremo a otro del continente americano observando, reflexionando y escribiendo sobre su América, la América india que tendrá que despertarse algún día. Murió en Nueva York el 10 de enero de 1957. Un año antes, por testamento de fecha 17 de noviembre de 1956, donó todos los derechos de sus obras publicadas en Sudamérica a los niños de Monte Grande, Chile. Ya antes, en 1939, puso a disposición de los niños españoles, víctimas de la guerra civil de 1936, las utilidades que generasen la reedición de sus obras. Bibliografía seleccionada: Desolación (1926); Tala (c1946); Lagar (1954); Lagar II (1991); Motivos de San Francisco (1965); Poema de Chile (1985), la edición corregida y definitiva se publicó en 1996; Escritos políticos (1994).

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