EL PRINCIPITO - Si alguien ama a una flor, de la que sólo existe un ejemplar en millones y millones de estrellas, basta que las mire, para ser dichoso. - Las flores son débiles. Son ingenuas. Se defienden como pueden y se creen terribles con sus espinas... - Yo no debía hacerle caso, nunca hay que hacer caso a las flores, basta con mirarlas y olerlas. Mi flor embalsamaba el planeta, pero yo no sabía gozar con eso...
- Debí juzgarla por sus actos y no por sus palabras. ¡La flor perfumaba e iluminaba mi vida y jamás debí huir de allí! ¡No supe adivinar la ternura que ocultaban sus pobres astucias! ¡Son tan contradictorias las flores! — ¿Sabes?... mi flor... soy responsable... ¡y ella es tan débil y tan inocente! Sólo tiene cuatro espinas para defenderse contra todo el mundo...