Franco Aceves Galeria Metropolitana Autor: Juan Antonio Molina
Publicado en ArtNexus No. 54 - Oct 2004
Franco Aceves Humana acaba de exhibir en la Galería Metropolitana de la ciudad de México, una serie de pinturas y textos que fueron reunidos bajo el título Por una nariz. Con la colaboración del escritor Flavio González Mello, toda la exposición es una excelente parodia de los procesos, los discursos y los lugares comunes del arte contemporáneo. Con una serie de documentos apócrifos, cartas, cédulas, aclaraciones, notas al pie, información curricular falsa, se crea un perfil bastante verosímil de los múltiples álter egos que construye aquí Aceves Humana: Fulano, Mengano, Perengano, Zutano, Fulanita de Tal. No importa que las situaciones sean absurdas, las historias sean ficticias y las representaciones sean cómicas, al final constatamos que se trata de uno de los artistas más serios que trabajan hoy en la ciudad de México. Franco Aceves Humana hace un comentario crítico sobre el estado de las artes contemporáneas y sobre el funcionamiento de las instituciones artísticas. Con esto parece continuar una tradición que se remonta al siglo XIX y que ha mantenido a la actividad artística como uno de los campos privilegiados para la polémica sobre arte. De hecho, aunque toda la metodología de este artista tiene coincidencias con la irreverencia y el
eclecticismo postmodernos, los valores fundamentales de su obra derivan de una sensibilidad modernista dentro de la cual el concepto de pintura como objeto autónomo (pero también como espacio privilegiado de la representación) sigue siendo fundamental. Con un excelente dominio del dibujo, Aceves Humana explota al máximo las posibilidades del plano pictórico. Logra sacar especial partido tanto de los elementos gráficos y figurativos como de los matéricos. Juega con diferentes texturas y pigmentos, maneja distintas calidades en las superficies y alcanza un apreciable equilibrio entre el valor estético que posee la pintura por sí misma y toda la discursividad que la complementa. Sin embargo, estas pinturas están todo el tiempo remitiéndonos a manifestaciones no pictóricas del arte contemporáneo. En la mayoría de los casos, refiriéndose a proyectos, acciones u obras tridimensionales, atribuidas a los distintos personajes-artistas inventados por Franco, y de los cuales Flavio González hace una fina caracterización literaria en el catálogo publicado. Por su parte, también el pintor incorpora textos a sus cuadros, como elementos descriptivos y narrativos que complementan la pintura o como etiquetas informativas que simulan recursos museográficos. La relación entre textos y pinturas hace que cada uno de los cuadros aparezca como una especie de documento, una imagen de segunda mano, aparentemente sin pretensiones de artisticidad. Los cuadros evidencian tanto un énfasis en lo pictórico como un énfasis en lo textual, tanto énfasis en lo representativo como en lo documental, tanto deseo de expresividad como de conceptualización. Es una obra inteligente, no sólo por lo que dice y cómo lo dice, sino porque el instinto parece estar todo el tiempo bajo control, con esa especie de autorrepresión que a veces nos da la medida del nivel de racionalidad y conciencia con que se maneja un artista.
Con ironía y sutileza, Franco Aceves Humana articula un discurso que se autosubvierte, dadas las implicaciones negativas que asume. Toda la irreverencia y la incorrección política de su obra tienen ese doble efecto: se autocrítica al mismo tiempo que critica el exceso de discursividad del arte contemporáneo. En realidad, toda la obra está dirigida, por medio de la exageración, a hacer una crítica de los excesos. De ahí resulta el carácter caricaturesco de la representación. Podemos encontrar un rango de alusiones que va desde lo ecológico hasta la relación con el patrimonio cultural, desde el exceso de dramatismo hasta la insensibilidad o la crueldad, desde la desmesura en el contenido hasta la vacuidad ideológica. En ese rango se ubica una supuesta “intervención” sobre un fresco pompeyano (Fresco, 2003) o la representación de una quema de llantas en una zona de reserva ecológica (Islote, 2003). Un cuadro, meticulosamente trabajado, muestra (¿propone?) la conversión de una zona arqueológica en un inmenso estacionamiento (Estacionamiento, 2003). En otra pintura vemos cómo se derrama una cubeta de petróleo encima de un león marino (Foca, 2003). El texto que acompaña a la imagen, y que es una especie de ficha técnica de la misma, resume el absurdo y la crueldad de lo representado: “¿Qué estamos haciendo? Acción del artista plástico Mengano. Reserva de la Biosfera del Vizcaíno, BCS. Febrero de 2003. León marino californiano irritado, petróleo y chapopote”. Por una nariz es una muestra que pone a prueba especialmente la autoridad de la figura del curador (en verdad, el título completo de la exposición sería: Por una nariz. Curada por Nelson Jairo de la Mora. Arte contemporáneo de Tizapán), al mismo tiempo que confronta al lenguaje de la crítica de una manera implacable. Todo lo que puede decirse acerca de una obra de arte contemporáneo está ya enunciado en las propias obras de Aceves y en los textos de Flavio González. De manera que entre las trampas que esconde esta exposición
está la de apropiarse del lenguaje de la crítica y adelantarse al propio acto discursivo que la crítica debería proponer, anulando a priori (o tal vez reabsorbiendo de antemano) toda la estructura retórica e ideológica del ejercicio crítico.