Formacion Ausencias

  • October 2019
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  • Pages: 48
AUSENCIAS

Arturo Sodoma

Diseño y foto de portada Foto: Saquemos a Adán del juego © Mauricio Melgarejo 1a edición Octubre 2005 ISBN 970-94579-0-X © Arturo Sodoma ®

Ediciones

Reservados todos los derechos Edif. G-7 int. 13 Lomas de Plateros 01480 México D.F. 2005 [email protected] [email protected]

Impreso en México

Prólogo Rostros de soledad Conocí a Sodoma hace casi una década. Fue en un extraordinario taller dirigido por la poeta Iliana Godoy, ahora también cuentista, en la colonia San Pedro de los Pinos. Ya entonces los textos de Arturo, bastante distintos a los actuales, trabajaban temas elaborados sobre la trama de una visión maldita del erotismo, una perspectiva a veces demoníaca, lindante con el horror. Aristas que ahora dejaron de ser excluyentes para dar paso a una nueva búsqueda poética, siempre alimentada, no obstante, de malos amores, desesperanza y una teología personal. A aquel taller también concurrían Fernando Corona, Federico Corral Vallejo, Javier Gaitán y otros jóvenes escritores hoy ya con obra publicada y un considerable reconocimiento de críticos que no se limitan a los nombres consagrados. La poesía y las prosa poética de Arturo Sodoma entrelazan imágenes, metáforas y circunstancias donde late una vivencia satánica, trágica, del amor y del sexo. Con palabras sencillas, una construcción sin barroquismos y un decir llano, pone en escena las grandes melancolías, pasiones y frustraciones del amor. Sus textos son como habitaciones en penumbra donde el polvo danza en el aire. La amada siempre inasible, lejana o en un recuerdo tenue, que no logra iluminar el crepúsculo de un presente impiadoso. Diríase que estamos ante un poeta de sombríos atardeceres, delicadamente sensible, que dirige su discurso literario por los parajes de lo soñado, de lo imaginado, por la zona donde echan sus raíces la memoria y los antiguos dolores. Desde ese territorio dramático nos interpela. Su a menudo eufónica cadencia se acompaña de una suerte de solaz en la belleza que a veces contienen el sufrimiento y la nostalgia, lo que se pierde antes de poseerlo, lo que no llega, lo que no se realiza, lo que se desea y no se alcanza. Saudade de la vida no vivida, fruición de la anticipada pérdida, son el rescate estético de una ausencia que encarna todas las Ausencias, y cuya fuente parece

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AUSENCIAS ser la previa renuncia o desesperanza tácita ante las vicisitudes de logro y derrota, esos dos impostores, que lleva implícita la aventura existencial. Esta desesperanza, este desencanto de matriz nihilista con algunos matices de renovado romanticismo, no es pose posromántica, salida mística ante un paraíso por antonomasia perdido, sino experiencia sufrida en carne propia. “Serena carne viva del alma”, dijo una vez para siempre Raúl González Tuñón. Poética del anhelo imposible del amor imaginado, este sobrio soliloquio acerca del fracaso de la comunicación humana, acto confesional, es también confidencia consigo mismo, con la elusiva pareja y con el lector, testimonio de belleza bordado, en estilo cercano a un habla depurada, sobre cierto dramático sustrato: la angustia de una búsqueda incesante por salir de sí mismo y trascender en otro. Un otro siempre distante, demasiado ajeno o lejano para experimentar, en la gloria o el desastre, la compartida apuesta. Imán y furia de pasión y muerte dan paso así a una canción de ausencia: lunafría, almatierra, ojitriste, aguallena, tibiapiel. Porque el poeta está solo como la flor que nace en el peñasco (...) como los árboles en tiempo de hojarasca (...) vagabundo sin destino ni maleta. Voluntario de los cielos hermafroditas, de las sonrisas de los perros rabiosos, tiene las manos tristes y vacías, quiere caer junto con la amigamante cuando ella enumere los días del hastío y se precipite a su abismo de soledad y silencio. Y declara: Mujer, la vida es una gota de vino que fermenta la tierra, el silencio de los ojos cuando se miran, el beso perpetuo de todo lo sufrido, y hoy debemos morir como palomas que combaten en el cielo. Todos los rostros de la soledad habitan sus manos sin tocarte sin tu cuerpo. Las cenizas del invierno caminan por el viento diciendo adiós mientras el poeta cierra los ojos para seguir soñando y se abre paso su canto a la mitad de Sodoma en mujer, trozo de noche y sangre

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que escurre de mi lamento lánguido, sin fuerza, sin viento. Tres piezas en prosa poética son un paréntesis en el centro del volumen. Una fúnebre Confesión nos dice: te amaré... aunque ya estés muerta y tu carne se pudra en mi boca por los siglos de los siglos. Horóscopo de octubre describe el luto gótico y la intimidatoria belleza de mujeres que traen en el alma el parto del dolor y caminan por las tumbas administrando justicia a los difuntos y al equilibrio de la vida. El mal les corroe las encías y los pezones otoñales. Horóscopo dedicado a las libras mercurianas, las justicieras, mujeres que no buscan, regidas por el miedo, es el adiós ardido de aquél que fue mantis religiosa en cada uno de sus cuerpos quebrados. Y el prosema nombrado Amor consagra un ritual celebratorio a las prostitutas que salen de la muerte paseando a sus perros en Cadillacs rosas. Los textos de Sodoma poseen una fuerza que suele dar en el clavo. Siembran resonancias capaces de dejar abierto el poema con sugerencias que fecundan la imaginación y nos asoman a una lírica mayor. Libre de sentimentalismos, su propósito expresivo se ve certero. Despliega una energía amatoria y erótica con inflexiones tanáticas, energía que, sin llegar a consumarse, se consume en la sublimada elaboración de su drama íntimo, existencial. Un drama que al exponer el fuero interno logra a veces rebasar el nivel confesional hacia el despliegue de un discurso ontológico, o sea, universal. Entonces nos toca y nos ilumina a todos a través del caleidoscopio de nuestras subjetividades. Mientras llega la Llovizna a limpiar las heridas, las manos sucias de tanta soledad, Los ojos piensan en arrancarse los sueños para clavarlos en el jardín y que los insectos duerman en las cicatrices del odio. (...)

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AUSENCIAS Hay ojos que son ciegos y evocan el canto de los muelles. En espera capta magistralmente la concordancia mágica con el fuero íntimo de un ámbito urbano a la vez externo e interior: Espero, la tarde se mueve... la vida cae en cada semáforo, en cada esquina, en cada alma que agacha la mirada, la vida es una hemorragia cerebral, una ráfaga de odio, un golpe de viento. (...) La vida es una tarde que se mueve, que se hincha de lluvia, que se pierde en el horizonte, que se apaga. Un rezo doliente, por todos y por sí mismo, por los que no tienen memoria y los que abrazan la luz cuando amanece, por los que a diario hacen el sacrificio del olvido, por los que van sin destino a buscar los ojos de las imágenes sagradas, atraviesa las páginas de este libro: Tal vez el silencio sea el destino de nuestra fe, tal vez el consuelo para humedecer la fatiga del alma. Una ultrajada Evocación descarga el odio acumulado por sombras castigadoras, rebeldía revelada en la sangre de su pecho: Niños coléricos, madres llorosas, se huele la tristeza en estallidos que florecen la tierra (...) Hoy por hoy, la venganza de los buitres al destino cobija. Hermanos muertos, estoy muriendo, vengan por mí que me pudro

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en la última línea de mi mano poeta. Los textos finales de esta obra despliegan otros visajes de su vulnerado ámbito de tristeza, soledad y silencio. Eres la lluvia que se ahoga en cada charco, el gemir de las jacarandas cuando el viento les besa sus flores de satin (...) Piensa en mí que yo pensaré en los charcos después de la tormenta. Y La herida hace jugar el contrapunto entre el ajetreo anónimo de la gran urbe y la angustia existencial de su habitante, ese desconocido que en cualquier momento nos asalta, nos salva, nos mata, nos bendice o nos cruza como si fuéramos inmateriales: Escucha a la ciudad roncar sin cerrar los ojos, así de esa forma se escucha el pecho abierto del amante, la herida, la arteria congestionada, como si de ella una gota resbalara en el aire hasta hacer temblar el pavimento y las hormigas que somos nosotros murieran no más de miedo. No hablo de la herida que se marca en la piel como beso de sanguijuela, hablo de la herida que marcan las lágrimas con su salino cuerpo, como beso de la morriña de la sangre. (...) La herida de la nostalgia que nos somete, que nos estigma, que nos seduce hasta estirar los brazos para acogerla con todo el pecho abierto.

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AUSENCIAS En Opio se desgranan las inflexiones del escepticismo: Abrazo el libro de teología, me recargo en la piel respirando el amarillo viejo de las hojas. (...) ¿Quién está atrás de la palabra? Una efímera mentira que es la mano quien la escribe y una verdad amorosa que no tengo. Así, tras el amor y el erotismo como descubrimiento, pasando por el clímax de la pugna sentimental, por la confusa y fútil guerra del sexo, llegamos a la fase final de este poemario, especie de decepcionado abandono, de escéptico adiós al ilusorio espejismo de la comunión humana. Una religiosidad sui generis celebra su extraña amalgama con ese desesperado agnosticismo de fondo. Y en Prisionero aparece el desafío del que nadie se libra, al que Joseph Conrad describe como “la multitud de dudas angustiosas que con tanta persistencia acechan cualquier intento de realizar una obra de creación”. Prisionero de una boca que muerde la afonía, que le duele decir palabras, que prefiere escribir en el humo sin consonantes, sin colores, sin vocales infernales, escribe alguna que otra coma y punto seguido, escribe el símbolo del aislamiento, la interrogación perfecta y la exclamación de las nubes, escribe la vida sin escribirla y al amor lo pone entre comillas (de las horas hace oraciones que trascienden en el aliento de las parroquias).

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La despedida desgrana en una cabellera al viento palabra a palabra de un silente adiós en manos de blasfemia. Son raíces que no dan fruto (...) semillas en tierra muerta. Quiero decir adiós y dejar que tus pasos se marchen hacia el olvido, quiero que digas adiós y dejar que mis pasos se queden contemplando la despedida. Y Morir en el intento cierra la obra con una sugerente declaración de pérdidas: la ráfaga de unos ojos ajenos, el aire cuando se besa a lentitud de mármol, la vida en cada centímetro de tiempo (...) el viento de la tarde cuando el tren huye hacia el piélago. Un viaje literario por las perplejidades, los afanes y la desdicha del amor y el desamor. Eduardo Lucio Molina y Vedia, agosto de 2005

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AUSENCIAS Introducción Amnesia No lo recuerdo, en verdad. Es difícil recordar las primeras lecturas, las primeras palabras leídas o el primer autor, pero creo que en mi caso fue Allan Poe, Narraciones Extraordinarias, El cuervo. Y así empezó todo, con un final de nunca más. Lo que no recuerdo es el nombre de la profesora que utilizó su voz de anzuelo, sus muslos pálidos y largos como palmeras oscilando con el viento de los huracanes cuando caminaba, boca de tornasol, que abría y cerraba los pétalos según el colibrí que acercara su pico para libar la miel de esos pétalos. Al menos eso es lo que imagino; jamás supe de algún colibrí acechando a mi flor. Yo era o me figuraba ser el único, el volátil. Su aliento era ola que manipulaba la barca del navegante; así transcurrían los segundos, los minutos y un año; partí hacia otro colegio y ella, no lo sé, me dejó un corazón vacío y muchos libros, muchas horas de entretenimiento y muchas lágrimas. ¿Y quién carajos hojea libros en momentos de decepción amorosa? Pues yo. Las Flores del mal y El Spleen a Paris, mi bandera y consuelo. Baudelaire, heredero del romanticismo, dormía conmigo, soñaba conmigo y hasta orinaba conmigo, ”entonces, oh mi hermosa, diles a los gusanos que devoran tus restos, que yo guardé la forma y la esencia divina de mis amores descompuestos”. Después, poco a poco los otoños de Becerra no sólo recorrían las islas, sino también los huesos. La esperanza se fue con el perfume. Quisiera ser un ángel, abrir mis alas y que la gente comiera de mí; casi como el final de la novela de Süskind, ser devorado por la multitud. “El adjetivo, cuando no da vida, mata.” ¿Cómo olvidar a Huidobro, y cuál es el adjetivo perfecto para aquélla que no tiene nombre, o si lo tiene lo ha de guardar debajo de un caracol o de las piedras que se forman durante siglos en las cavernas o en las nubes? Pero tal vez el adjetivo perfecto será el de la mujer circunstancial, porque se podría llamar arcoiris, o lluvia, o nostalgia, o cosa diabólica, o ausencia, según el estado en que el alma se encuentre. El primer poema lo escribí un martes a la izquierda de una jacaranda, ya que por aquí no abundan robles y la gente que por estas zonas anda nunca se queda inmóvil al borde del camino.

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Benedetti es el monstruo de los poetas que pretenden hacer del mundo un lugar habitable, una falacia, una utopía en donde el amor y las mujeres lo son todo. Él no me enseñó a escribir; me enseñó la táctica para amar y la estrategia para ser amado. ¿Qué poeta no recuerda su primer poema? ¿Qué poeta no se sabe de memoria sus primeras palabras? Más aun si se lo dedica a la musa circunstancial, a la musa eterna. Han pasado por estas letras otras musas, la de los senos que podrían “amantar” a una jauría de locos, la pequeña de pies suaves que volaba como lo dicta el poema de Girondo, ”¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores!”. La de ojos casi verdes y casi tristes que llora por no saber llorar, la de cuello irresistible. La lista sería interminable, pero siempre hay una y ella no lo sabe; las demás actúan de diosas seductoras de palabras, pero ella asume su papel de olvido que no se quiere olvidar. Del olvido es el primer poema de mi vida, porque en verdad, debo admitirlo, no lo recuerdo. No todo en la poesía es amor. Por momentos pareciera que uno carga con la totalidad de los males de la Tierra, como si todo el sufrimiento se posara cual mariposa en nuestro rostro. De la nada se vienen las olas negras y todo lo vivido se convierte en espuma marina absorbida por la arena de la melancolía. Uno sale a la calle sin trapos que lo cubran, sin mascaras que le sonrían a las masas o a las musas, uno sale con la piel quemada. Sólo así los puñales de la cotidianeidad se manifiestan en heridas y nace otro poeta, el que maldice lo sagrado, el de las preguntas perpetuas, el que se desgarra el pecho para tragarse el corazón y vomitarlo hasta que ya no sangre, never more, nunca más. “Yo no lo sé de cierto, pero supongo que una mujer y un hombre un día se quieren”. Soy un amoroso de Sabines, de la nostalgia, de los momentos silenciosos en avenidas demasiado transitadas, del vino, del tabaco rubio, del olor a tierra mojada, de las noches violetas. Y de ella, Silvia, ahora que me acuerdo.

Arturo Sodoma

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AUSENCIAS AUSENCIA DE TI Una sonrisa como la tuya de aguafría, unos hombros como los tuyos de aguatierra, unos ojos como los tuyos de verdeagua. Así de sencillo para saber tu nombre, así de sencillo sopla el viento de la noche, así para deletrear tu espalda con mi mano y así conocer el enigma de tu piel. Me hace falta tu cuerpo de ausenteluna, me hace falta tu boca de lunatibia, falta me hace tocarte con voz de lunallena. Y construyamos el oleaje de los mares y escuchemos a las nubes en el cielo para nunca a solas tener que decir lunafría, almatierra, ojitriste, aguallena, tibiapiel.

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SIN ALIENTO El canto de la cigarra dejó en el llanto nocturno el silencio de mi boca cual estigma de tu piel, y pensé en tu mirada, la que arrulla tempestades, lluvia ligera de ojos, hojas de lluvia otoñal. ¿Quién eras tú para dejar a esta voz sin aliento, si con el beso de la noche era más que suficiente?

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AUSENCIAS SOLEDAD DE VOZ Quiero estar solo como la flor que nace en el peñasco, que nadie se acuerde del rostro de mi nombre. Quiero aquella soledad de los árboles en tiempo de hojarasca solitario en el camino empedrado lleno de adioses. Quiero estar solo, vagabundo sin destino ni maleta, sin carga que me haga recordar los amaneceres en que el alba se desvanecía ante los ojos de las aves que perdían sus plumas en el frío de la vida. Quiero que se olviden de esta voz, de este llanto, de mis manos cuando tocan al cielo y de mi boca cuando besa a la noche en que tú y yo callamos.

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AMIGA Amiga, la humedad de tus ojos me mata esta tarde, perfume de dolor que nace con golpes de tristeza, tú que de palabras construyes noches profundas, tú practicante de la nostalgia del recuerdo, eres tú quien hace del hielo seda caliente. Amiga, no soy yo quien dije ser, soy voz que cada luna te pronuncia, soy canción que duerme en espera de tu cuello, soy agua que besa tu mejilla, soy sangre en el corazón herido de tu exilio. Amiga, cuando me pienses a distancia, cuando enumeres los días del hastío, cuando los labios sedientos te duelan, cuando grites, cuando llores, cuando calles, cuando te sientas sola y te precipites al abismo cierra los ojos que yo caeré contigo.

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AUSENCIAS ABRAZADOS El sudor baja por los flagelos de la espalda, la miel marca la cintura y la primavera es toda clara. Muero, y tus manos son pan que alimentan mi alma. Ayer te besé por detrás de la oreja y hoy la oscuridad anuncia que mi aliento llegará a tu boca. Oh amor, hay que esperar a beso y vino la tormenta de las estrellas y a plena luna nacer, abrazados de la noche. Oh amor, hay que esperar a escuchar el silencio de la noche y a plena alba dormir abrazados del recuerdo.

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SOBRE LA VOLUNTAD Voluntario de los tulipanes monocromáticos, de las espigas de trigo, del llanto de los enfermos, de las sonrisas de los perros rabiosos. Voluntariamente he elegido el camino sordo, la callada boca de mujeres eclesiásticas y las patadas de elefantas en brama. Voluntario de todo, de las vacunas antiestrés, de los cielos hermafroditas, del fomento a la lectura religiosa, de los miércoles de plaza, de las hormigas que se alimentan de sus hijos, de los hijos de las hormigas que alimentan a sus madres, de la noche que llora canciones de amor, del amor que llora en la noche. Lo único que no permite mi voluntad es el silencio de los pasos cuando te alejas de mi vista. Voluntario de todo, menos de tu partida.

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AUSENCIAS MANOS Tengo las manos tristes y vacías. Intento reposar el dolor de mi alma en la sombra de su cabello. Quisiera besarla en minúsculas porciones de agua cristalina. A lo lejos un niño muerto la mira. Tengo las manos tristes y vacías.

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PALOMAS Su atractivo rostro embelesa a Dios, mientras tanto ella se sube la falda para enseñarle sus tobillos a las hormigas. Mujer de alma dolida amémonos tranquilamente frente al sol hasta que la lluvia aparezca y desgarre nuestros cuerpos y no tenga más que ganas de llorar en el verdor de las rocas. Una rama de árbol centinela y testigo el pasto cruje en el lomo de los insectos y ella recoge sangre de flores con sus cabellos. Mujer, la vida es una gota de vino que fermenta la tierra, el silencio de los ojos cuando se miran, el beso perpetuo de todo lo sufrido, y hoy, debemos morir como palomas que combaten en el cielo.

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AUSENCIAS TIPOS DE SOLEDAD ¿En qué tipos de soledad viven las manos? Hay soledades de tormenta invernal, de lluvia pasajera y fría, soledad de mar sin olas ni gaviotas, ni sal, ni sol, ni playa. Soledad de parque, de gusanos, de árboles que envejecen, de hojas secas, de huellas petrificadas, huellas que no se deslavan ni con sudor de almendro triste. Soledad de cafetería, de humo, café–tabaco, de pan recién horneado y de labios sedientos de leche. Soledad de besos, de besos inocentes o sanguíneos, de Judas que marcan piel y alma, de saliva o de luna, o besos de llanto. Soledad de palabras que no recuerdo que se ensucian, se desvanecen, se olvidan. ¿En qué soledad viven mis manos? Sin tocarte, sin tocarte, sin tu cuerpo.

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TODAVÍA TE RECUERDO… Todavía te recuerdo y sin miedo respiro cada instante de tu piel, navego por tu silencio donde el brillo de la aurora se mueve al tocar mi llanto. El cielo sigue flotando en rojo, las cenizas del invierno caminan por el viento diciendo adiós. Oscura trémula noche, todavía te recuerdo y sin miedo cierro los ojos para seguir soñando.

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AUSENCIAS MITAD Eres como un trozo de noche que escurre de mi lamento lánguido, sin fuerza, sin viento. Eres el ángel de Gomorra descarada buscando fábulas inertes. Eres mi tiempo cuando abres tus alas en la lluvia escarchada en silencio. Te busco y no vuelves, espero y no llegas, imploro y sólo aquello que me derrama en vino viene y me lleva al vacío de la luna, y es que dicen en el cielo que llevo el rostro velado en papel, tal vez es pena, tal vez te recuerdo y nada más. Sigues siendo lluvia, sangre y noche, la mitad de Sodoma en mujer.

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EL DIABLO LO SABE ¿Qué es lo que hacen los muertos que reviven únicamente para observar tus ojos celestes? Nada: Le venden el alma al diablo. Mis manos sedientas de tu cuerpo, mi boca clandestina sin tus labios, la noche fría, mis lágrimas secas. Tú no lo sabes, el diablo sí. Se burla de mi tormenta, se alimenta de mi sangre, cosquillea mi tristeza, duerme a mi lado y tú a lo lejos que no me miras. Y no duermo, creo en ti, pienso en ti, muero en ti. Son tantas las noches esperando que tu voz arranque mi soledad, pero ya es de mañana, la noche, la guerra y el tiempo envejecen, mi voz envejece, mi cuerpo tiembla, llora, muere y te quiero. Tú no lo sabes, el diablo sí.

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AUSENCIAS RECUERDO OLIVA Es así que suspendiste una lágrima en tus ojos, tocabas mi nombre no aprendido, aspiraste un sueño de eternidad. Las piedras sangran sin tocar tu pubis, monarca mariposa. Mi cabeza duerme sobre tus lotos, respira tus ansias, tus axilas, tu cuello entre tus piernas. Desde allí navega mi lengua por tus muslos, por tus pezones celestes, por tu infierno infinito. No hace falta que me toques me masturbas con tu aliento, afrodita, al besarme en noches sombrías de ángeles sin alas, me miras con tristeza de sirena empalada, crucificada ante mis ojos famélica, suspendida en el aire, aterrada gritando pecados, maldiciendo mi nombre, suspirando luz bella de mis labios. Sumerges mi cansancio en besos indeseados. Solitario en la cama espero que llegues desde el cielo. ¡Oh, demonio, arcángel de Dios!,

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maldita eres entre todos los cuervos, maldita existías en mis brazos de amapola, maldita te amo en mi desgracia, en la desesperación de tocarte y no tocarte. Es así que te amo en recuerdo de tu voz oliva.

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AUSENCIAS CONFESIÓN Confieso haberme enterrado una y mil veces esta espina con la cual desangré cada viernes en que tus zapatos enlodados caminaban hacia tu partida. ¿Dónde estarás?, ¿te encontrarás descansando tal vez junto a todas las noches y brujas que duermen en las manecillas del reloj de mi cuarto ámbar? Confieso exprimir por las mañanas mis tripas dándoselas de comer a los ángeles desdichados, rezando que algún día del cielo tus alas caigan y que tus dientes mordisqueen en mi interior. También es así como confieso profanar las puertas de los palacios dorados robándome a cada una de sus princesas melancólicas, haber desenterrado a los vivos desechándolos al lago de fuego que traigo en la palma de mi pecho, soñar y no dormir, morir soñando en tu sueño, por lo cual escribo canciones que nunca han sido escuchadas en el reino de las amapolas azules. Por último, confieso que en cualquier lugar de este techo estrellado o de esta tierra húmeda, que es pisada por espíritus en pena, sobre la espada del Todopoderoso o en un rincón de una ola solitaria, porque soy viento y soy mar que moja tus pies, te amaré... aunque ya estés muerta y tu carne se pudra en mi boca por los siglos de los siglos. Amén.

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HORÓSCOPO DE OCTUBRE Las mujeres que nacen en octubre lloran en agosto, traen en el alma el parto del dolor, caminan por las tumbas administrando justicia a los difuntos y al equilibrio de la vida. El mal les corroe las encías y los pezones otoñales. Son bellas como los árboles frágiles quebrados por el viento, ramas inmaduras, hojas muertas que son pisadas por los viajantes solitarios en el parque. El sol arrulla el ámbar de sus cabellos contándoles viejas alabanzas de templos perdidos. Venusinas estrellas duermen como cadáveres con las manos frías bajo el cuello queriendo ahorcar el hielo de los volcanes soñadores. Calladas son voces donde el aire es tejido por el silencio. Viajan con destellos de Nova en abismos irreversibles, cargan con su balanza y esperan el Día del Juicio Final para pesar corazones y almas. Compran unicornios y les quitan la cabeza en martes negros, hermosos. Son delicadas cuando danzan con la luna en avenidas poco transitadas. Tienen nuca delgada y amorfas nubes en ríos de soledad iguales a sus senos. Visten de luto, góticas, impresionistas, son felices casi todo el tiempo y sin pretexto lloran en agosto por el amor que se les va. Dedicatoria: Mujeres que no buscan, regidas por el miedo, fantasmas crepusculares que desechan las venas de mis lágrimas, a ellas dedico estos trazos de infortunadas palabras adivinatorias que brotaron en la punta de la lengua de Luzbel sin antes desear que fueran de su agrado y las llevaran por el camino donde descansan los colibríes del paraíso. Volaron mis labios en sus frentes marchitas. Con cariño se despide aquél que fue mantis religiosa en cada uno de sus cuerpos quebrados, el que dio a comer pan en sus bocas de harina, caluroso en el hemisferio boreal de sus muslos, el verano.

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AUSENCIAS AMOR Malditas las ventanas que no dejan respirar la erosión de mis poros muertos. Manipulo con un hilo las manos de los placeres que el demonio bondadoso me regaló, aunque la sombra que sigue mis pasos sea torturada cada domingo en misa. No te odio, amo las calles rojas mojadas, las prostitutas que salen de la muerte paseando a sus perros en Cadillac´s rosas. No te odio, simplemente rompo las ventanas sucias de mi vida. Tampoco digo: amor ven a casa y refúgiate junto al olor de los lirios y el hachís que traigo en el pecho. Amor, a ti no te odio, odio el rostro de la gente que pasea a los gatos negros a mediodía, a los buscadores de piedras, espíritus destrozados a mitad de mis pupilas, a los enfermos sonrientes y agitados. Por último te amo, ven a casa, coge la cadena, deja que los colmillos destrocen la carne y los huesos que me traes, después súbeme al auto rosa y deambúlame por el parque.

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LLOVIZNA Gritan hacia la tarde que se acerca, ellos caen de las nubes y gritan, yo resbalo por las coladeras entre los pies de las ratas. ¿Quién quiere ser agua? La lluvia pesa sobre las espaldas de los montes, de la playa, de la vida. ¿Quién quiere mojar los zapatos de los difuntos, o el gris de los féretros o el rojo de las flores? ¿Quién quiere ser agua para limpiar la sangre de la tierra? Lodo, soy lodo y los pies se marcan en el cuerpo, el cuerpo le pide al cielo limpiar las heridas, y las heridas con la llovizna se van. ¿Quién quiere limpiarme las manos?, porque las traigo sucias, sucias de tanta soledad.

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AUSENCIAS OJOS Los ojos piensan en arrancarse los sueños para clavarlos en el jardín y que los insectos duerman en las cicatrices del odio. Los ojos condenados a pasiones de gotas de rocío, tan lentas, tan suaves, transparentes en la memoria. Gota tras gota que se pierde en el olvido. Hay ojos que evocan el cadáver de un beso, la osamenta de unos labios, evocan a los cuerpos que se fueron, a los que se pierden en la existencia, que no regresan, que son fugaces y miopes. Hay ojos que son ciegos y evocan el canto de los muelles.

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LAS PALABRAS SE OLVIDAN No era necesario esculpir palabras de entre las piedras ya labradas, aunque las piedras descifran al otoño, el otoño se calla desde el alma. No eran necesarios los ojos de los ángeles o la luz de una estrella ya dormida para olvidar la mano cual escribe, el dolor del pecho que insepulta a la voz del viento ocurrente a la tarde que se apaga con sus hojas. No era necesario descifrar al silencio ni tener que levantar a las ruinas con su polvo, basta que los párpados dancen para que el ruido de los mares sea nieve. No era necesaria la pluma hechizada para oler el vientre de los muelles ni la brisa corrompida de la ausencia ni el beso de la muerte a mi boca. No es necesario hacer historia si el cielo con sus nubes ha escrito el tiempo que ha de recorrer la sangre en la memoria de los mudos recuerdos.

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AUSENCIAS EXISTIR Existía hace dioses en las piedras el recuerdo, hace mares en las olas luz que pinta, hace años cruz de la memoria. Existía hace hierba el beso aún perdura, hace noches grito del silencio, hace cielos alas de derrota.

hace llantos, hace días, hace olvido ¿existía?

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EN ESPERA Espero, la tarde se mueve... la vida cae en cada semáforo, en cada esquina, en cada alma que agacha la mirada, la vida es una hemorragia cerebral, una ráfaga de odio, un golpe de viento. ¿De qué vivimos si no es de amor?, ¿de aire?, ¿de agua?, de ausencia. La vida es una tarde que se mueve, que se hincha de lluvia, que se pierde en el horizonte, que se apaga. Espero, la noche se mueve...

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AUSENCIAS ALMA Déjame morir cuantas veces entre el sol por mis ojos, desvanecerme con los gritos y caer en otoño junto a las hojas. Nacer de los capullos que dejan las heridas y resbalar en el rostro de las putas para después evaporarme y seguir como nube vagabunda. Déjame morir besando el barro que se adhiere a mis venas, con todo y soledades bendecidas. Estallar en rincones y pintar las paredes de tristeza con el silencio de mis labios. Deja que mis sueños sangren y pidan perdón, déjame lápida, déjame vino y déjame correr por el agua hasta que tus manos me encuentren y me dejes nacer como hombre.

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PORQUE ¿Por qué he llegado al final del viaje? ¿Por qué quisiera disfrutar la vista y prolongarme al horizonte hasta adentrarme al desfiladero? ¿Por qué apoyo la frente en las manos? ¿Por qué las manos tristemente golpean la frente? ¿Por qué verter más lágrimas en el mar? ¿Por qué la vida errante? ¿Por qué los recuerdos terminan como termina el sol de la tarde? ¿Por qué partir a galope tendido? Porque no veo más allá de las nubes.

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AUSENCIAS REZAR Recen por aquéllos que no tienen memoria, por los que abrazan a la luz cuando amanece, por los que dejan sus dolores en una cruz o por las lágrimas de la virgen. Recen por los que a diario hacen el sacrificio del olvido, por los que se van sin destino a buscar los ojos de las imágenes sagradas. Tal vez el silencio sea el destino de nuestra fe, tal vez el consuelo para humedecer la fatiga del alma. Recen por el invierno en el cabello de la vida, porque algún día hemos de usar este pañuelo para limpiar el sudor de los años. Recen por los que se quedaron crucificados al abrir las ventanas, por los que se suicidan con golpes de pecho. Recen en las calles, en el vientre de la amada, en el jardín de la infancia, en la estación de la angustia, recen por aquéllos que no tienen a quien rezar, recen por mí, que mi rezo será para ustedes.

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EVOCACIÓN No sólo por el pasar de los años aprendimos a odiar en eterno. Gotea mi ultrajada memoria en recuerdos, la muerte camina silenciosa reviviendo el olvido. Sombras castigadoras revelan sangre en mi pecho. Niños coléricos, madres llorosas, se huele la tristeza en estallidos que florecen la tierra. La muerte, gran protagonista, se filtra en el tiempo. Hoy por hoy, la venganza de los buitres al destino cobija. Hermanos muertos, estoy muriendo, vengan por mí que me pudro en la última línea de mi mano poeta.

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AUSENCIAS PIENSA EN MÍ Eres la lluvia que se ahoga en cada charco, el gemir de las jacarandas cuando el viento les besa sus flores de satín. Un suspiro nada más, dame el suspiro de tu boca y hazme creer que el polvo del camino es el que me llevará al silencioso ombligo de la vida. Piensa en mí cuando el sol de primavera se torne gris, cuando en las calles busques el beso de la soledad y sólo el sudor del cansancio te bese. Piensa en mí que yo pensaré en las bahías condenadas y su canto nocturno que se apaga con las cenizas de las fogatas, en la historia de cada piedra que hemos pisado en el trayecto en que nuestros pies se dirigían al último rincón de la despedida. Piensa en mí cuando el viento muera y la lluvia moje las calles de la ciudad que se inunda con pétalos de Jacaranda. Piensa en mí que yo pensaré en los charcos después de la tormenta.

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LA HERIDA Escucha a la ciudad roncar sin cerrar los ojos, así de esa forma se escucha el pecho abierto del amante, la herida, la arteria congestionada, como si de ella una gota resbalara en el aire hasta hacer temblar el pavimento y las hormigas que somos nosotros murieran no más de miedo. No hablo de la herida que se marca en la piel como beso de sanguijuela, hablo de la herida que marcan las lágrimas con su salino cuerpo como beso de la morriña a la sangre. La herida de la nostalgia que nos somete, que nos estigma, que nos seduce hasta estirar los brazos para acogerla con todo el pecho abierto. La herida que crece y crece y la muerte que no sabe zurcir los bolsillos rotos de la vida, ojalá sea el silencio quien cure a los corazones que se desangran con el tiempo. La herida, escucha la herida y callemos lo que nos queda de sangre.

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AUSENCIAS OPIO Abrazo el libro de teología, me recargo en la piel respirando el amarillo viejo de las hojas. La llama de la vela baila según el viento. Doliente mi espalda suspira una cruz. Toda callada es la noche. Estoy aquí respirando mi derrota. ¿Quién está atrás de la palabra? Una efímera mentira que es la mano quien la escribe y una verdad amorosa que no tengo. Pobre es mi alma sin ella, y para cuando vean que las ojeras de mi semblante diáfano cuelgan en el pico de la navaja y se deleiten en erecciones prolongadas de tinta roja, en ese momento con tranquila sabiduría entierren mis huesos y quiten de mi vista el néctar de su cuerpo que es mi opio.

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PRISIONERO Prisionero de una boca que muerde la afonía, que le duele decir palabras, que prefiere escribir en el humo sin consonantes, sin colores, sin vocales infernales, escribe alguna que otra coma y punto seguido, escribe el símbolo del aislamiento, la interrogación perfecta y la exclamación de las nubes, escribe la vida sin escribirla y al amor lo pone entre comillas, (de las horas hace oraciones que trascienden en el aliento de las parroquias). Prisionero de una boca que busca melodías sin tener que enseñar los dientes canta con las manos y los ojos, baila al compás de la hojas rotas que caen, baila con las palabras que yo le digo. Prisionero de unos labios que entre paréntesis dan un beso y se marchan, con el punto final de la muerte.

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AUSENCIAS LA DESPEDIDA Palabra a palabra se consume el viento que toca tu cabello y no tengo voz para seguir alargando esta despedida, serás de otro o de la distancia, serás de la noche triste o de las capillas que se debaten en cada campanada para avisar el funesto camino de los vivos. Eras reliquia en mis manos de blasfemia, era yo la vela de un faro que en vez de acercar a las barcas las alejaba y se perdían en la oscuridad. ¿Quién, quién más que tú conoce el sabor de las raíces que nunca dan fruto? ¿Quién, quién como yo para sembrar semillas en tierra muerta? Quien conoce el sabor de una mirada como la tuya sabe que el dolor comienza en el reflejo del sol que se apaga en un charco, sabe que las heridas que produce la nostalgia no se curan ni con el beso de los amantes que se dan afuera de una iglesia, saben que las alabanzas en los cementerios son inútiles y que no reviven a las flores marchitas. El suspiro del silencio se cruza y mi boca prefiere humedecerse con el recuerdo en que la brisa de una playa apenas si rozaba nuestros labios. Quiero decir adiós y dejar que tus pasos se marchen hacia el olvido, quiero que digas adiós y dejar que mis pasos se queden... contemplando la despedida.

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MORIR EN EL INTENTO Uno pierde de vez en cuando la ráfaga de unos ojos ajenos, el aire cuando se besa a lentitud de mármol, la vida en cada centímetro de tiempo. No tan sólo se pierde la vida. Uno pierde la distancia de unos labios descalzos y húmedos, el tacto en un vientre claro y confuso, el viento de la tarde cuando el tren huye hacia al piélago. Uno lo pierde todo o tal vez nada, o nunca se pierde a flor de llanto, o siempre se pierde a flor de olvido, o nunca se alcanzó flor alguna, o siempre se murió en el intento.

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AUSENCIAS Índice Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Ausencia de ti . . . . . . . . . . . . . . . . . . Sin aliento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Soledad de voz . . . . . . . . . . . . . . . . . Amiga . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Abrazados. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Sobre la voluntad . . . . . . . . . . . . . . . . Manos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Palomas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Tipos de soledad . . . . . . . . . . . . . . . . Todavía te recuerdo . . . . . . . . . . . . . . Mitad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El diablo lo sabe . . . . . . . . . . . . . . . . . Recuerdo oliva . . . . . . . . . . . . . . . . . . Confesión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Horóscopo de octubre . . . . . . . . . . . . . Amor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Llovizna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Ojos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Las palabras se olvidan . . . . . . . . . . . . Existir . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . En espera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Alma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Porque . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Rezar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Evocación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Piensa en mí . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La herida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Opio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Prisionero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La despedida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Morir en el intento . . . . . . . . . . . . . . . .

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