Flaca memoria “¿Te acuerdas de mí?” Dice con carita de viciosa. “No muñeca, no me acuerdo” Contesto, haciendo menos caso a sus palabras que a su cuerpo, que cabalgaba sobre el mío. “¿Seguro que no te acuerdas?” Niego con la cabeza. “Ni falta que hace” Es la respuesta que me trago. ¿Por qué iba a acordarme yo de una puta de 40 euros? Cierro los ojos para concentrarme en las sensaciones que esta chica me vende, mi primera mujer en quince años. “Pues deberías”, es lo último que oigo. Apenas tengo tiempo de abrirlos antes de que me clave un cuchillo en la garganta.