Fantasmas, Ladrones De La Noche - Dante Petroska.pdf

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  • Pages: 240
FANTASMAS Ladrones de la noche

Dante Petroska

Copyright © <2013> All rights reserved. ISBN:s/n

Los muertos no se quieren ir. Le roban la energía a los vivos…mientras duermen.

CONTENIDO: CAPITULO 1 CAPITULO 2 CAPITULO 3 CAPITULO 4 CAPITULO 5 CAPITULO 6

CAPITULO 7 CAPITULO 8 CAPITULO 9 CAPITULO 10 CAPITULO 11 CAPITULO 12 CAPITULO 13

CAPITULO 1 En la madrugada del 2 de noviembre del 99. El agente Basulto realizaba su guardia en la estación de policía de Colinas de San Javier. La noche corría tranquila y el calendario marcaba el comienzo del día de muertos, una tradición mexicana envuelta en misticismo y tradiciones. El agente Basulto era mexicano, pero hace tiempo dejó de creer en aparecidos y se trataba de una noche mas en la

estación de policía. Desde hace años era un privilegio trabajar en una de las zonas pudientes de Guadalajara, por lo que no le molestaba doblar turnos para hacerse de puntos y seguir conservando su puesto. Se levantó de su escritorio para prepararse un café en la cocina, la manera más cómoda y agradable de matar el tiempo. Aún faltaban varias horas para su relevo y los estragos del fin de semana seguían apareciendo sobre sus párpados. Al

pasar por el refrigerador se detuvo un instante y pensándolo dos veces, prefirió sacar una lata de bebida energizante Redbull. Desde que salieron al mercado el café pasó a segundo término y la esta estación contaba con patrocinio de la colonia para que nunca faltaban durante las noches, una invitación que el agente no podía dejar pasar. Destapó la bebida y antes de dar el primer trago fue interrumpido por el teléfono que sonaba sobre su escritorio. Solo podía significar

dos cosas, que alguien estaba en problemas y que la bebida tendría que esperar. Metió nuevamente la lata burbujeante al refrigerador y corrió a tomar la llamada. ––Agente Basulto ¿cuál es su emergencia?. No obtuvo respuesta. Pero percibía del otro lado de la línea una voz agitada de mujer que no se podía distinguir con claridad. La llamada provenía de un celular con baja señal.

––Esta es la policía ¿cuál es su problema? ––repitió. ––Por favo.. tiene que ayudarm… Estoy escondida en u… armario, esa mujer m… quiere matar, estamos en la casa de la montaña número siete, no encuentro a … demás, deben venir cuanto… ––Espere, necesito que hable mas fuerte, oiga... La llamada fue cortada de golpe y el Agente Basulto se apresuró a tomar nota de la poca información

que pudo interpretar de las palabras cortadas de la mujer. A cuatro calles de donde provino la llamada, dos patrulleros salían de una tienda de abarrotes que acostumbra abrir las 24 horas del día. Es el sitio predilecto de los agentes y de uno que otro trasnochado que llega a recargar alcohol antes de llegar a casa. Los patrulleros caminaban hacia la unidad estacionada a unos metros, llevando una coca cola de dos litros para compartir y dos lonches de

lomo que les serviría de cena. ––Estoy hasta la madre de no poder dormir, no me importaría que fueran cuatro horas seguidas, pero sin interrupciones. Mi esposa cierra los ojos y no se mueve hasta el día siguiente, no sé como le hace. ¿Crees que se debe a nuestro trabajo? ––Comentaba el mas alto llevando la bolsa de plástico con las compras. Mientras que su compañero, que a penas alcanzaba el 1.60 de estatura, encendía un cigarrillo y negaba con la cabeza.

––Yo ya no le doy importancia, antes de divorciarme de mi ex vieja pensaba que la culpa la tenía el purificador de aire que encendía por las noches –– Respondió el mas pequeño. ––¿Purificador de aire?, no mames, ¿para qué?. ––Para que no roncara la vaca. Desde que subió de peso no paraba en toda la noche y el purificador ayudaba a controlarla. Pero el pinche aparato emitía un zumbido

que me taladraba la cabeza como una gaita. Así que me jodía de todas formas. ––Pues no conozco a nadie que se escape de mal dormir. Tengo amigos que se meten a la cama a las 10 de la noche y se levantan a las 6, ocho horas de sueño por lo menos, pero despiertan mas cansados que antes de acostarse. Continuaron hablando del tema. Una situación de insomnio que a nivel mundial era de lo mas común

en esos años. Nadie dormía lo suficiente por las noches. La culpa la endosaban a la televisión por cable o el Internet. La gente pasa horas viendo películas y series de televisión que terminan después de media noche y pretenden despertar a las seis de la mañana frescos como una lechuga, como si bastaran un par de horas para reparar el trabajo físico de todo el día. Este problema no era solo de los adultos, los adolescentes comenzaban a presentar los mismos

síntomas de fatiga crónica y falta de atención en la escuela. La solución mas sencilla recaía en infusiones de te y un par de pastillas Symplex. Pastillas para dormir que se pusieron de moda navegando con bandera de ser medicina homeopática que no causaba adicción. Soluciones temporales, la verdadera causa se descubriría años después, aunque el terror de la respuesta provocaría que nadie mas quisiera cerrar los ojos en su vida. La plática fue interrumpida por el

radio-patrulla que emitía la voz del agente Basulto desde la estación, solicitando la presencia de los uniformados en la casa de la colina, donde supuestamente había salido la llamada de emergencia. Al llegar los agentes encontraron la puerta principal abierta, no presentaba señales de haber sido forzada y procedieron a ingresar a la finca tratando de localizar a los propietarios. La casa se encontraba a cincuenta metros de la entrada, los jardines estaban iluminados por

la farolas que marcaban una línea recta hasta la entrada y la temperatura en esta época del año dejaba ver una ligera capa de neblina, provocada en parte por una pequeña laguna artificial ubicada en un extremo del camino. A medida que recorrían la senda, anunciaban su presencia sin obtener respuesta por parte de los propietarios. El silencio del lugar provocaba cierto grado de nerviosismo en los agentes, sensación que se multiplicó al descubrir la fachada de la casa al

final del camino. Era una mansión de dos pisos al borde de una cañada de unos veinte metros de profundidad. La oscuridad se apoderaba de ella y hacía recordar a los agentes la película de Psicosis que habían pasado por cinecanal la semana pasada. La versión original de los años sesentas con Anthony Perkins encarnando a Norman Bates, no el bodrio de película del 98 que se ha ganado el desprecio de miles de fans alrededor del mundo. Llamaron

a la puerta un par de veces y decidieron rodear la casa buscando señales de violencia. Al llegar a la parte de atrás descubrieron una alberca vacía en forma circular, la casa parecía construida para una película de los setentas con Mauricio Garcés en el papel principal, pero la oscuridad les hacía pensar en una película de terror del Santo contra las momias y no una comedia. La entrada posterior de la casa estaba abierta, nuevamente sin señales de

violencia. Entraron con precaución y continuaron llamando a los propietarios, anunciando que estaban entrando. No hubo necesidad de sacar las armas, el lugar estaba solo y no parecía existir peligro, sin embargo, una sensación de miedo les recorría con rapidez desde el cuello hasta la espalda baja a medida que ingresaban a la mansión. Buscaron los apagadores en la pared y encendieron la luz de la habitación que servía de salón de

juegos, tenía una mesa de billar y una barra para servir bebidas que debió ser cede de varias fiestas alucinantes al estilo a-gogó. Cruzaron la habitación y abrieron una puerta que daba al pasillo, trataron de encender la luz sin resultados, se miraron mutuamente y sacando las lámparas de mano, descubrieron un pasillo a su izquierda que recorrieron lentamente. El aire que se filtraba por las ventanas les puso los pelos de punta, en cualquier otro lugar

temerían encontrarse con algún ladrón o un asesino serial en el peor de los casos, pero este lugar solo metía pensamientos de terror a lo paranormal en lo mas profundo de la mente. Al llegar al final del pasillo se encontraron con una escalera curva que se perdía a mitad de camino. Decidieron avanzar escalón por escalón, regresando la mirada de vez en cuando a la base de la escalera tratando de evitar alguna sorpresa. Al llegar a la mitad del camino

ascendente y comenzar a girar, se escuchó un ruido grave en el siguiente piso que los hizo brincar y sacar sus armas en un segundo, como si se tratara de un relámpago sin luz. Se miraban mutuamente esperando obtener alguna respuesta de donde provino el ruido, pero el silencio se apoderó nuevamente del lugar. El mas alto miró a su compañero que lo seguía un paso atrás, preguntándole en voz baja si tenía idea de que había provocado el sonido. El mas pequeño se limitó

a negar con la cabeza y pasando saliva continuaron subiendo. Dos escalones adelante apuntaron su lámpara al final de la escalera, iluminando los pies descalzos de una mujer justo en el momento en que giraba hacia el interior del segundo piso. El agente mas alto subió el haz de luz de su lámpara, descubriendo la silueta de una mujer vestida de negro que se perdía en la oscuridad del lugar. Corrieron para alcanzarla mientras le avisaban que eran agentes de la

policía sin obtener respuesta, pero al llegar al segundo piso la mujer había desaparecido. Se miraron temblando por la imagen que acababan de ver, los dos coincidían en que no se trataba de la dueña de la casa, algo dentro de su piel les decía que esa mujer no estaba viva. El miedo que sintieron los acompañó por el resto de la noche, mientras recorrían el lugar sin encontraron a nadie, la casa estaba vacía.

CAPITULO 2 AÑOS DESPUES… La mañana era la de un día cualquiera, después de todo era lunes y ya pasaban de las once. Sin embargo, para el detective Aron todo era distinto. Luego de dos semanas de ausencia entendió que ya era tiempo de regresar a su trabajo, así que, aún con algo de inseguridad, entró a su oficina, instalada en el interior de un

edificio de cinco pisos en plena Alameda Central. La verdad es que no quería quedarse en casa, el mismo lugar donde su esposa se había quitado la vida y donde habían compartido seis años juntos. Todavía ahora no lograba entenderlo. No tenían hijos ni deudas, y aunque a los ojos de los demás -de él mismo- era una mujer feliz, por algún motivo que sólo ella conocía la vida dejó de serle interesante y una bala en la cabeza fue la solución. El golpe fue

mucho más duro para él de lo que pudo haber imaginado y desde entonces, le fue prácticamente imposible volver a dormir con normalidad, hecho que se reflejó de inmediato en sus ojos, que comenzaron a mostrar signos de agotamiento permanente. Al salir del elevador avanzó un par de pasos, pero en seguida se detuvo un instante, aspiró fuertemente, se acomodó el cabello hacia atrás y soltó el aire, tratando de relajarse un poco antes de abrir

la puerta de su oficina. Al introducir la llave, su vista recorrió la puerta, deteniéndose en el letrero colocado en la parte superior, el cual había perdido ya la letra “r”. “Detective P ivado”, leyó mentalmente. Algo molesto, negó brevemente con la cabeza, giro la llave y entró. Sorprendida por su aparición, su secretaria depositó rápidamente la taza de café en la mesa, al lado del plato que contenía una rebanada de pastel de zanahoria con un tenedor

incrustado. Se puso de pie algo nerviosa, no sin antes apagar el monitor, evitando con ello exhibir el contenido de su conversación en el Chat. ––¡Detective!, siento mucho lo de su esposa. Intenté darme una vuelta pero… ––Él la interrumpió, levantando su mano. ––Carmen, déjalo así. Luego, sin dirigirle la mirada, caminó a su privado al final del la habitación.

––Necesito ponerme a trabajar hoy mismo. Comunícame a la estación de policía, quiero ver si tienen algún caso para mí… La chica lo interrumpió antes de terminar la oración. ––Vino a buscarlo una mujer ––La frase lo hizo detenerse antes de abrir la puerta de su privado –– Quiere contratar sus servicios para encontrar a una persona desaparecida. Sin voltear

hacia

Carmen,

el

detective le contestó secamente. ––Carmen, necesito casos reales, que dejen dinero, no esposas histéricas que buscan a sus maridos que siguen de borrachera. ––Pero, Detective, es que ella… –– comenzó a decir, mientras Aron cerraba la puerta. El despacho estaba oscuro, por lo que se dirigió hacia al ventanal para halar el cordón de las persianas de un solo tiro, iluminando con ello la habitación.

––¿Esposa histérica?. Me han llamado de muchas formas, pero nunca histérica ––Se escuchó una voz de mujer detrás de él. Aron giró a sus espaldas, algo sorprendido, pero suavizó su reacción al ver que se trataba de una hermosa mujer. Levantó la mano derecha, señalándole que necesitaba un segundo, caminó hacia la puerta de su despacho y la abrió de forma enérgica. ––¡Carmen! ––El grito hizo

que la chica derramara un poco del café que estaba a punto de beber –– ¡Cuando dices: “vino una mujer a buscarlo”, significa tiempo pasado, es decir, que llegó y se fue, no que todavía está aquí. ¡Por Dios!. Cerró la puerta de un golpe, cambiando su expresión de enojo por una más alegre, saludando en seguida a la mujer que lo miraba con una sonrisa. ––¡Gris!, ¿cómo estás? –– le dijo, y caminó hacia ella con los

brazos abiertos. ––Sigues siendo el mismo –– comentó ella mientras se abrazaban. ––Y tú tienes la misma cara de ángel desde la última vez que te vi. ¿Cinco años?, ¿Seis?. ––Hace ocho ya ––respondió ella separándose de él pero sin dejar de sonreír ––Y aún me debes un baile. Me dejaste sentada en el cumpleaños de mi hermana con las ganas de bailar salsa, una mujer no olvida con facilidad.

––¡Qué memoria! ¿Y cómo está ella?,.¿Igual de guapa que su hermana menor?. Gris dejó de sonreír y su rostro se tornó triste, al mismo tiempo que bajaba la mirada. ––Sonia desapareció tres meses después de que estuvimos en su casa. Tengo años buscándola sin llegar a nada. La policía dejó el caso desde el verano pasado y agoté todas mis esperanzas de encontrarla.

Aron arrugó el entrecejo, sinceramente extrañado por la noticia. ––Lo siento mucho Gris, no estaba enterado. Te fuiste a vivir a México y les perdí la pista a ti y a tu familia. Aron la tomó de la mano y la sentó en el sofá de su despacho, junto a la ventana. ––Al contrario, discúlpame por venir a verte después de tanto tiempo sin llamar antes, pero es que

estoy desesperada. Sé que tu esposa murió hace unos días, y si no puedes aceptar el caso lo voy a entender. ––No te preocupes, la verdad es que me vendría bien ponerme a trabajar nuevamente. Gris le puso la mano en la rodilla y le sonrió. Aron le correspondió y asintió con la cabeza, recordando mientras la miraba su época de juventud, donde la vida parece ser siempre mas fácil.

––Gracias. Quise retomar la investigación ahora que encontramos nuevas pistas en el caso de mi hermana y quiero que las veas ––comentó Gris mientras sacaba su Laptop de su bolsa y la encendía. ––Mi hermana tenía un paciente llamado Pedro, tuvo su última sesión como psicóloga con él antes de su desaparición. Estaba obsesionada en su caso. Al principio pensó que se trataba de un problema de fatiga crónica causada por estrés, y es que el pobre tipo

llevaba dos meses sin poder dormir. Su esposa y su hija habían muerto en su casa de forma accidental. El estaba de viaje por cuestión de negocios y el calentador de gas se apagó mientras ellas dormían. ––Pobre hombre. No lo culpó por tener insomnio ––Comentó el Detective con un gesto de tristeza. Gris confirmó movimiento su cabeza en señal de comprender la situación en estos casos.

––Mi hermana le recetó algunas pastillas para dormir, pero no sirvió de nada. Pedro seguía en vela; juraba que su esposa le robaba la energía en las noches mientras dormía. ––¿La esposa muerta? –– Preguntó intrigado el detective. ––Si. Según él, las personas al morir no quieren irse de este mundo, y al robar la energía de los vivos por las noches, ganan más tiempo para estar entre nosotros.

––¿Eso creía tu hermana? –– preguntó Aron totalmente extrañado. ––Al principio no, pero siguió investigando y descubrió que ocho de cada diez personas no pueden dormir por las noches. Y no sólo en México, la misma estadística aplica a nivel mundial. Duermen entre cuatro o cinco horas máximo y pasan el resto del día cansados, tratando de despertarse con café y bebidas energéticas. ¿Te suena familiar?.

––Claro. A mí me pasa todo el tiempo. Me desvelo viendo películas, no duermo por el calor, o simplemente a un vecino se le ocurrió acabar la fiesta a las cinco de la mañana y me jodió la noche. Nos pasa a todos, pero son cosas naturales, no sobrenaturales. ––Ya lo sé, pero quiero que veas este video. Pedro se lo dio a mi hermana como prueba de que algo pasaba en su casa, algo sobrenatural. Fue después de verlo que mi hermana decidió estudiar el

caso a detalle. Mira y dime qué opinas. Gris tecleó un par de veces sobre la computadora y le mostró un video al Detective. Era una toma fija de lo que parecía ser un dormitorio iluminado por una pequeña luz. Dentro de la cama estaba durmiendo Pedro boca arriba acomodado entre las cobijas. Unos segundo después aparece la silueta de una mujer vestida de negro subiendo por la base de la cama con movimientos cortados.

Daba la impresión de moverse como una araña mas que como una persona, caminando lentamente sobre el cuerpo de Pedro hasta quedar en posición horizontal sobre él sin tocarlo. Al detenerse, agachó su boca a unos centímetros de los labios de Pedro y sin tocarse, comenzó a extraerle el aire a través de su boca, provocando que la parte superior del cuerpo de Pedro se levantara como absorbido por una aspiradora. La situación duró alrededor de treinta segundos y

pese a la sacudida provocada, Pedro no abrió los ojos ni despertó. La mujer de negro cerró la boca y Pedro regresó a su posición original, mientras ella se arrastraba de regreso al punto donde había trepado por la cama, con los mismos movimientos cortados con los que había subido, desapareciendo del rango ocular de la cámara fija que Pedro había colocado horas antes de irse a dormir, con el fin de comprobar su teoría.

Cuando terminó el video, el Detective miró a Gris y sonrió de una manera irónica. ––Gris, por favor, no pensarás que este video es real. ––No importa lo que yo piense, lo que importa es que puedas ayudarme. Gris cerró la computadora y se puso de pie, camino a la ventana y por unos segundos se quedó mirando a través de ella, mientras Aron la seguía con la mirada.

––La mujer del video es la esposa de Pedro y fue grabado dos meses después de quitarse la vida. Ya lo hice analizar por expertos y todo indica que es real. Si estaba muerta… ¿cómo es que pudieron grabarla después?. El detective se puso de pie y caminó hacia ella, cambiando su actitud a una manera más comprensiva. ––¿Tienes el video original? Me gustaría analizarlo con mis

fuentes, si no te importa. Gris giró hacia él y asintió con tranquilidad. Acto seguido, camino hacia su bolso y sacó una caja que contenía más de una decena de video cassettes que se utilizan en las cámaras de video caseras de aquellos años. ––El cassette de Pedro tiene etiqueta ––aclaró Gris entregándoselos. El detective tomó la caja, sacó el cassette con la etiqueta, lo observó

unos segundos nuevamente.

y

lo

guardó

––¿Qué contienen los demás?––, preguntó intrigado el Detective. ––Cuando Pedro le entregó el video a mi hermana, ella pensó que se trataba de un truco y decidió cancelar las terapias. No quería que el caso se convirtiera en un chiste. Pero dos días después, Pedro se quitó la vida y mi hermana se sintió culpable.

––¿Culpable por qué?— cuestionó el detective. ––Ella no jaló el gatillo––, añadió intentando hacer sentir mejor a Gris. ––No, es cierto. Pero sintió que al cancelar la terapia le hizo perder la esperanza y la depresión lo condujo al suicidio. Luego de eso mi hermana siguió investigando. Incluso llevó a Iván, un amigo que conoce de video cámaras a la casa de Pedro, para instalar cámaras en la casa y en la habitación principal y comprobar de una vez por todas

lo que estaba sucediendo ahí. Ambos pasaron la noche con la esperanza de captar algún movimiento paranormal o algo que pudiera confirmar la versión de Pedro. ––¿Dónde está esa casa?. ––Es la casa de la Colina, en la colonia San Javier. La casa que parece sacada de una película de terror al borde de una cañada. ¿La conoces?. Aron negó con la cabeza y observó

con curiosidad el resto de los cassettes. ––Pero están dañados, no creo que sirvan. ¿Qué les pasó?. ––Nadie lo sabe. La policía entró a la casa esa noche, al recibir una llamada de auxilio, pero no encontraron nada. Después de que reportamos su desaparición volvieron a ingresar una semana después a buscarlos; no sabíamos que habían pasado esa noche ahí. Fue el último lugar donde la vieron

a ella y a Iván. Encontraron la casa vacía y las cámaras dañadas esparcidas por la casa. Yo me enteré de los videos hace apenas quince días. ––¿Pero cómo obtuviste los cassettes?––, preguntó el detective extrañado. ––Un amigo que trabaja en la policía los encontró por accidente, etiquetados en una caja como archivo muerto. Hace años era imposible reparar el material de los

videos, pero estoy segura que ahora se puede rescatar algo que nos pueda ayudar a entender lo que pasó. Así que los tomó prestados y me los entregó. ––¿Prestados?––, comentó el Detective en forma irónica mientras caminaba a su escritorio. Buscó en el primer cajón y sacó un tarjetero, lo hojeó durante unos segundos y extrajo una tarjeta color verde que destacaba entre las demás. Luego lo cerró y caminó hacia Gris.

––Tengo a la persona perfecta. Es una amiga experta en computadoras, es hacker. Si hay alguien que puede ayudarnos es ella, ya lo verás. Vamos. Gris recogió sus cosas rápidamente, entusiasmada por el interés del detective. Por primera vez en muchos años sentía que había una nueva esperanza para encontrar a su hermana, viva o muerta, pero encontrarla al fin.

CAPITULO 3 Gris y el detective subieron al viejo automóvil Chevy color azul, estacionado afuera del edificio. La situación económica de Aron no estaba en su mejor momento y su auto era la prueba de ello. De camino a la casa de la hacker, aprovecharon el tiempo para ponerse al día. Él trataba en todo momento de evitar abordar el tema de su esposa y dirigía la conversación sobre la vida de su

acompañante, después de todo el tiempo había pasado y los años la habían convertido en una mujer atractiva, algo fácil de percibir para cualquier hombre, incluso para él, sin importar que fuera un viudo reciente. Aron le preguntó si tenía en donde hospedarse, y aunque la respuesta fue afirmativa por parte de Gris, él le ofreció su casa. Con la idea de que con ello acelerarían las investigaciones. Gris aceptó sin pensarlo dos veces. Tenían un par

de meses desempleada, dedicada totalmente a la búsqueda de su hermana, y ahorrarse unos pesos significaba mucho en este momento. Finalmente llegaron a casa de Dena, una experta en computación y Hacker en sus ratos de ocio. Cualquiera pensaría que una chica dedicada a pasar su tiempo frente a una computadora, significaba ausencia de belleza física. No podrían estar mas equivocados. Dena vestía unos jeans ajustados que delineaban sus caderas de una

forma angelical, que solo notabas cuando dejabas de ver sus enormes ojos azules, situación que no sucedía a menudo, bastaba el primer contacto visual para quedar atrapado en el tiempo. La mayoría de sus trabajos los hacía vía Internet y a través de video chats, lo que provocaba que su vida social fuera limitada. ––¿De qué sirve la belleza física si la guardas en estás cuatro paredes? ––Le comentaba todo el tiempo Aron, convirtiéndose en uno de los pocos hombres que

tenía el placer de visitarla en persona para hablar de negocios. La realidad es que Dena se manejaba con cuidado en el tema del amor. Su atractivo le jugaba malas pasadas atrayendo hombres que la querían para un revolcón de media noche, mientras ella soñaba con el amor de cuentos de hadas que su madre le leía desde pequeña. Después de todo, los chicos que valían la pena se alejaban de ella y nunca la invitaban a salir por temor a ser rechazados.

Tras una breve introducción de la situación, Aron le entregó los cassettes dañados. Dena tomó el que parecía estar en mejor condición, lo introdujo en su video cámara y descargó la información en su computadora. Unos minutos después, luego de aplicar una serie de comandos para corregir color y utilizar un par de programas para reparar videos, la chica finalmente les mostró el contenido. Desafortunadamente el audio estaba dañado y se limitaron a observar.

El video mostraba la parte de atrás de la Casa de la Montana tomada con cámara en mano. Parecía el atardecer, se veía la alberca vacía llena de hojas secas y el camarógrafo recorría la orilla de la cañada mostrando la profundidad de la caída. Al girar, la cámara mostraba a una mujer que sostenía otra videocámara en su mano y le hacía señas para que siguiera el recorrido al rededor del lugar. La mujer lucía joven y atractiva. Vestía jeans y ropa cómoda. La imagen

que veíamos dejaba a la mujer a un lado y recorría la orilla de la alberca grabando los ventanales de las habitaciones que daban a ese extremo de la casa. Eran ventanales de tres metros de altura que recorrían la casa de extremo a extremo y dejaban ver a través de las cortinas muebles en el interior cubiertos por sábanas blancas. Las habitaciones mas alejadas, en el tercer piso, estaban ocultas tras las cortinas cerradas. Antes de terminar el recorrido, la persona que

manejaba la cámara giro repentinamente hacia la mujer, probablemente al ser llamado por ella, permitiéndonos verla unos segundos mas antes de que la imagen se congelara y se detuviera la grabación. ––¡Es mi hermana!––, exclamó Gris angustiada, con una voz que no podía esconder la tristeza que sentía al verla después de tanto tiempo. Aron pasó una mano sobre su

hombro tratando de confortarla. ––La imagen es buena, pero no podemos saber lo que están diciendo––, comentó Dena, mientras revisaba los otros cassettes, intentando adivinar a simple vista cuál de todos tenía el menor daño físico. ––Gris, ¿conoces al tipo que llevaba la otra cámara, el amigo de tu hermana?––, preguntó Aron. ––Si, es Iván. Desapareció esa misma noche. Él le prestó las

cámaras para monitorear la casa, pero no sabemos si salió después de colocarlas o si se quedó a acompañarla. Pero todo indica que la imagen que vimos provenía de la cámara que el portaba por la hora, se veía temprano todavía. ––Dena, ¿cuándo podremos tener más información?. Si logramos obtener más imágenes podremos hacer lo que la policía no pudo hacer en años. ––Es difícil saberlo. Sospecho

que las demás cintas están peor. Pueden ser horas o días. Y me preocupa el tema del audio, no creo que te ayude mucho sin poder escuchar lo que dicen entre si, con la voz de la persona detrás de la cámara podrían darse una idea de quien es en realidad. Pero en cuanto tenga más imágenes te lo haré saber. ––Gracias, te debo una –– agregó Aron sonriéndole, mientras pasaba un brazo alrededor de Gris, quien se limpiaba la cara con la

mano. No era el momento para lágrimas, y aunque no sabía si lloraba de tristeza o alegría, se sintió reconfortada por haber visto finalmente algo nuevo del caso, luego de años y años de espera.

CAPITULO 4 Se dirigían a casa de Aron con un semblante mas optimista cuando de pronto sonó su celular. Sin importar las reglas de tránsito y a falta de un manos libres, tomó la llamada, mientras Gris lo miraba con desaprobación. ––¿Diga?. Gris no podía escuchar la conversación del otro lado de la línea, sin embargo, las muecas y la

forma en que contestaba su acompañante le dieron la impresión de que no se trataba de una llamada amigable. El intercambio de palabras no duró más de dos minutos, pero al colgar, el detective metió el pie en el acelerador y reflejó en el rostro preocupación. ––¿Todo bien, Aron?. ––¡Mierda, no! La hermana de mi esposa va caminó a mi casa. Quiere algunas pertenencias y fotos

de su familia. Viene de Monterrey. Si llego antes que ella puedo poner pasador a la puerta y evitar que entre. ¡Imbécil!, debí cambiar la cerradura cuando pude. ––¿Tiene copia?. ––Sí, aunque no fue idea mía. Si no llegamos a tiempo va a querer quedarse sabrá Dios cuánto tiempo. El Chevy dobló a la derecha por la avenida principal y se encontró con una marea de autos detenidos. Diez cuadras adelante de ellos, una

pipa de agua había perdido el control, terminando encima de un pequeño taxi que esperaba la luz verde. Por fortuna nadie había salido herido, así que la única consecuencia grave del choque sería para Aron, quien no podría llegar antes que su cuñada. ––¡Vamos! ¡Muévanse! ––, gritaba Aron sin dejar de sonar la bocina. Como si sus palabras tuvieran el poder de Moisés y pudieran dividir el mar rojo de autos.

Treinta minutos después y tres cigarros menos, finalmente llegaron. Aron bajó del Chevy y observó la calle de lado a lado, esperando no encontrar signos de que su cuñada estuviera ahí. Sin embargo, un auto de alquiler estaba estacionado a dos casas de la suya, lo cual no era buena señal, así que se preparó para lo peor. La casa de Aron era una casa vieja remodelada, lo demostraba el vidrio estilo mediterráneo de las ventanas, el cual combinaba a la

perfección con el color blanco de la fachada. Del exterior, sobresalía, además, un enorme portón eléctrico que no permitía ver el interior de la finca. Al abrir la puerta principal, observó las ventanas de la planta baja y vio que todo estaba en orden. Subió la mirada a las ventanas del segundo piso y sintió que el estómago se pegaba a su espalda, cuando observó a su cuñada mirándolos a través de la cortina de una de las habitaciones. ––Lo sabía ––le comentó a

Gris, mientras le daba la espalda a la ventana para evitar que su cuñada viera su mueca de asco. ––Tranquilo. Después de todo era su hermana. Tienes que comprender que está sufriendo igual que tú. ¿Qué tan malo puede ser?. Aron se limitó a hacer una mueca, como diciendo: “Pronto lo averiguaras por tu cuenta”. Pensando todavía en eso, le ayudó a llevar las maletas a la cochera y se despidió.

––Listo, te quedas en tu casa. ––¿No me vas a presentar?––, le preguntó Gris. ––Nop. Si quiere llevarse cosas de su hermana, adelante, yo prefiero no intercambiar palabras con ella. Le entregó las llaves de la casa y le sonrió. ––Suerte. Quiero comenzar a trabajar de inmediato al amigo de tu hermana, Iván. Te llamó en cuanto

tenga algo. ––Espera, ¿Cómo le dices a tu cuñada?––, se limitó a preguntar Gris ya resignada. ––Le digo “Bésame el culo”. Pero tú puedes decirle Emma, agregó mientras se marchaba con una sonrisa en los labios.

CAPITULO 5 En cuanto el detective llegó a su oficina, tomó el teléfono y comenzó a llamar a varios de sus contactos, tratando de buscar información que pudiera ayudarle a localizar a la hermana de Gris. Por desgracia, después de tantos años las posibilidades de encontrarla con vida eran escasas. Él lo sabía, pero tendría que mantener viva las esperanzas en Gris si quería conservar el trabajo y su compañía.

La tarde transcurrió lenta y el detective no había podido obtener ningún resultado favorable. Tendría que buscar la forma de llegar a casa y manejarlo de una manera que Gris lo tomara como un principio y no como un fracaso. No serían buenas noticias. En eso, inesperadamente, su computadora timbró, anunciando un nuevo mensaje en la bandeja de entrada. Era Dena, quien le había enviado otro fragmento de los videos. El correo decía: “El audio es pobre, ten paciencia, el video se

liga con otro que estoy terminando”. Intrigado, abrió el archivo. La descarga indicaba quince minutos de espera aproximadamente. ––Malditas PC ––se quejó mientras cruzaba los brazos detrás de su cabeza para relajarse. En eso, miró furtivamente hacia su derecha: quince minutos de espera eran un buen pretexto para un trago, después de todo, el día había sido muy pesado y merecía un premio por su dedicación. Caminó a su archivero, el lugar perfecto para

guardar el tequila. Se sirvió un caballito hasta el tope y se sentó cómodamente a esperar frente al monitor, con la esperanza de obtener nuevas pistas y llegar a casa con buenas noticias. Tres caballitos más tarde oprimió la tecla enter y observó el video. La imagen provenía de una cámara fija ubicada en la esquina de una habitación que parecía ser un cuarto de juegos. Al centro de la imagen estaba una mesa de billar y al fondo dos sillones con mochilas

en el piso y equipo fotográfico. La habitación estaba iluminada con dos lámparas a los costados de los sillones. Tres segundos después de haber iniciado el video, entró en la imagen la hermana de Gris, Sonia, cargando un video cámara pequeña. Vestía de la misma forma que en el primer video, lo que suponía que se había grabado mas tarde. Al fondo de la habitación se podía observar que ya era de noche, pero no había de forma de averiguar la hora exacta. Detrás de Sonia entró un

muchacho de un metro ochenta aproximadamente, cargando otra video cámara pequeña. Sin conocerlo, Aron pudo intuir que se trataba de Iván, la imagen dejaba ver una conversación entre ellos amigable. ––Maldición, sin audio es como ver una película mexicana doblada al mandarín. ¿Qué carajos están diciendo? ––Pensaba el detective mientras tomaba las últimas gotas del caballito que sostenía en la mano.

Sonia se arrodilló frente a las mochilas y sacó dos linternas, las encendió y le entregó una al muchacho mientras continuaban la conversación. De repente, algo los hizo reaccionar y voltear hacia la entrada de la habitación. Por la forma en que lo hicieron debió haber sido un ruido fuerte por la manera en que los dos brincaron a la par. Se miraron unos segundos y llevando las video cámaras y las linternas salieron, deteniéndose el video un instante después.

Este fragmento no era de mucha ayuda. Tendría que esperar la continuación, como le había indicado Dena. El video sólo mostraba una cámara fija instalada en lo que parecía ser un salón de juegos, en donde un ruido los había alterado. La única novedad era el hecho de tener ubicado en cámara al acompañante de Sonia, después de todo el día no había sido tan malo como parecía. El detective tomó el teléfono y llamó a su casa.

––¿Hola? ––contestó Gris. ––¡Qué bueno que eres tú! –– se relajó Aron, aliviado de que fuera ella quien contestara y no la arpía que llegó a su casa esa mañana. ––No te preocupes por tu cuñada, está en un papel de amargada y no me ha dirigido la palabra en toda la tarde. Se la pasó evitándome y ni siquiera me permitió presentarme. ––Mejor así. Te estoy

mandando otra parte de los videos a tu correo. No son buenas noticias, nada que nos pueda ayudar, pero entre más ojos lo vean es más probable que podamos encontrar alguna pista. ––Gracias. Lo reviso en cuanto encienda mi Laptop. En eso, la secretaria irrumpió en su despacho, abriendo la puerta sin tocar y llevando un sobre en las manos. ––Detective, llegaron los

resultados de la autopsia de su esposa. ––Perdón, tengo que colgar –– le comentó a Gris mientras miraba a su secretaría con no muy buenos ojos. ––Pensé que le urgiría verlos ––añadió ella a manera de disculpa, consciente de que había molestado a su jefe y en mas de una ocasión esa mirada penetrante era una advertencia de que se estaba metiendo en problemas.

––Te espero en casa ––se despidió Gris por teléfono. ––Ponlos sobre mi escritorio y déjame solo ––contestó el detective colgando el teléfono a su vez. Así lo hizo la secretaría y salió del despacho sin volver a decir una palabra para no meterse en mas problemas, después de todo Aron no se ganaba el premio al jefe del año ni ella recibiría una medalla al mérito por aguantarlo. Después de varios segundos de observar el

sobre, finalmente se decidió y lo abrió. Leyó detenidamente las dos hojas que estaban dentro, mientras se tomaba otro caballito de tequila. Al terminarlas de leer, se detuvo un instante con la mirada perdida hacia la ventana y sonrió, como un muchacho que acaba de recibir las calificaciones más altas de la clase y está a punto de entregarlas a sus padres. Se sirvió otro caballito y abrió la ventana del despacho, dejando entrar una corriente de aire que

refrescaba la habitación. ––A tu salud ––dijo con una voz serena, elevando su pequeño vaso hacia el cielo y vaciando su contenido en la maceta que estaba colgando de la cornisa. Después de cerrarla y dejar el caballito dentro de su archivero, tomó los papeles y, arrugándolos, los depósito en el cesto de basura. Seguía sonriendo, triunfante.

CAPITULO 6 Aron llegó a casa después de las ocho. La mesa estaba servida. Lo menos que podía hacer Gris para agradecer la hospitalidad era preparar la cena. Su cuñada estaba sentada en un extremo de la mesa, una mesa larga para ocho personas que nunca llenaron en el tiempo en que todavía vivía la esposa del detective, la pareja nunca se caracterizó por ser anfitriones entre los pocos amigos que tenían en

común. El plato estaba lleno de un delicioso fettuccini Alfredo con camarones que Gris amablemente le sirvió, pero ella lo miraba sin emitir sonido alguno y sin ponerle el tenedor encima. ––Espero que te guste la comida italiana ––le dijo Gris, observándola desde la cocina. Ella ignoró la pregunta sin alzar la mirada y Gris entendió la indirecta, así que regresó a lo suyo sin darle más importancia al asunto.

Aron entró al comedor, observó a su cuñada por un segundo, puso una cara de molestia que no pudo fingir y caminó directo a la cocina sin dirigirle la palabra. Gris terminaba de servir la sopa para ellos. ––¿Alguna noticia?––, preguntó Gris con curiosidad. ––Acabo de colgar con Dena. Me mandó el complemento del video. Quiero verlo antes de cenar, pero no frente a ya sabes quién. En cuanto terminó de pronunciar la

frase, su cuñada se levantó de la mesa, los miró por un instante y se marchó, dejando la comida intacta. ––Mejor así––, continúo Aron, mientras sacaba la Laptop de su mochila y la ponía sobre la barra de la cocina. ––El video es la continuación del anterior, a partir de que salieron del área de juegos al cuarto siguiente. Aron preparó el video y apretando el botón de enter lo

arrancó, mientras Gris dirigía una mirada hacia el comedor para confirmar que la cuñada no estuviera cerca antes de observar el video. El video comenzó, las imágenes tomadas provenían de la cámara que portaba Iván, lo pudieron deducir al ver a Sonia en primer plano. Este video tenía algo de audio, se podía escuchar el tono de voz pero la estática no permitía distinguir lo que decían. Era la continuación del video anterior,

justo en el momento que escucharon un ruido y salieron a investigar de donde provenía. Se podía ver un pasillo oscuro a la izquierda del salón de juegos. Dirigieron la luz de sus linternas tratando de ubicarse y captaron la figura de alguien entre las sombras. Por un momento sostuvieron la luz contra la silueta sin que se pudiera distinguir que o quien era. Súbitamente, la figura corrió hacia ellos y se alcanzó a percibir el grito de ambos asustados sin poder

reaccionar. A dos metros de distancia se dieron cuenta que se trataba de una mujer y no de un fantasma. La mujer reía al ver que había logrado su cometido, asustarlos como pequeños niños. Mientras Sonia se calmaba otra mujer llegó a su encuentro sonriendo por la broma que les habían gastado. En el momento en que comenzaron a platicar el video se cortó nuevamente. ––¿Quiénes son esas mujeres?––, preguntó Gris

preocupada. ––Son nuestra siguiente pista. Si ellas estuvieron esa noche en la casa, entonces deben estar involucradas en lo que pasó. No parecen una amenaza, pero por el susto que se llevaron tu hermana y su amigo, es claro que tampoco las esperaban. ––¿Pero por qué estaban ahí?, la policía nunca mencionó nada. ––Mañana mismo lo sabremos. Sus rostros se ven claros y puedo

buscar en la base de datos de la policía. Es lo mejor que tenemos hasta ahora. Gris se relajó, miró al Detective y lo abrazó con entusiasmo. Finalmente sentía que podían estar acercándose a las respuestas de lo que pasó esa noche en la mansión, para bien o para mal, pero al final respuestas. ––Gracias. No sabes lo que significa para mí lo que estás haciendo.

––Todavía no me agradezcas, es sólo el comienzo. A medida que podamos ver el contenido de todos los videos podremos atar cabos. Tenemos suerte de poder rescatar las imágenes después de tanto tiempo. Gris le dio un beso en la mejilla y lo miró a los ojos por un momento. Luego, algo nerviosa, se separó de él y tomó los platos para llevarlos a la mesa. Aron la observó con una sonrisa. Tenía que aceptar que se sentía feliz de tenerla en casa y por

un momento olvidó que no estaban solos en la casa.

CAPITULO 7 Después de cenar, Aron le mostró a Gris la habitación donde podía pasar la noche. El cuarto de visitas ya estaba ocupado por su cuñada, así que no le quedó más remedió que aceptar un sofá-cama en el cuarto de televisión. Después de todo era más barato que pagar un hotel. Gris se sentía muy cansada por el viaje y no tardó mucho en dormirse, mientras que Aron se quedó investigando más del caso,

utilizando la habitación.

Laptop

en

su

Pasaba ya la media noche y la casa estaba en silencio. De pronto, el estallido de un vidrio en la planta baja despertó de un sobresalto a Gris. Aún inquieta por el ruido, se puso los tenis como pudo y se asomó por la escalera, tratando de averiguar qué era aquello que lo había provocado. La sala estaba parcialmente iluminada por la luz que entraba de la calle a través del ventanal. De pronto, algo la hizo

quedarse inmóvil por unos segundos, una figura había atravesado la sala. No creía en fantasmas, sin embargo, la visión la había dejado paralizada. En eso, la sombra se detuvo a mitad del camino y giró lentamente hacia Gris: era la cuñada de Aron, quien la miró un instante, sin moverse. Aún sabiendo de quién se trataba, sintió todavía un escalofrío en la espalda, el cual fue desapareciendo a medida que la extraña mujer seguía su camino hacia el cuarto de

visitas, ubicado en la planta baja junto a la cocina. Profundamente alterada, Gris caminó lentamente hacia las escaleras, luego de avanzar un poco, observó desde ahí pedazos de cristal en el suelo de la sala, a un lado de la mesa central. Bajó la escalera despacio sin quitar la mirada de la puerta del cuarto de invitados, esperando que saliera nuevamente la mujer. Al llegar a la planta baja, observó un porta retratos en el piso y entendió la

situación: los vidrios provenían de él. Se agachó a levantarlo y, al observarlo con atención, advirtió que en la fotografía había dos adolescentes abrazadas. Las miró cuidadosamente durante unos segundos, sin duda le parecían familiares. Al dejar el porta retratos en la mesa sintió inesperadamente que una mano la tomaba del hombro. Asustada por el contacto, giró rápidamente mientras lanzaba un fuerte grito, sólo para descubrir que se trataba de Aron.

––¡Por Dios! ¡Qué susto me has dado, hombre! ––, le reclamó Gris mientras recuperaba el aliento. ––¿Qué ha pasado?. ––Creo que tu cuñada dejó caer el porta retratos al piso. No sé si fue un accidente o a propósito, pero no se molestó en levantarlo. Aron, intrigado por lo que acababa de escuchar, observó el cuarto de visitas: la puerta estaba entreabierta y la luz en su interior estaba apagada.

––¿Quiénes son las chicas de la foto?––, preguntó Gris con curiosidad a medida que se recuperaba del susto. ––Es mi esposa y su hermana cuando tenían quince años –– respondió tomando el porta retratos y mirando la foto por un instante. ––Se parecían mucho, juraría que tienen la misma edad. ¿Quién es mayor?. ––Mi esposa, por unos minutos nada mas, eran gemelas––, agregó

Aron, dejándolo nuevamente en la mesa. ––Una razón más para no ver a mi cuñada, sólo me recuerda que perdí a mi mujer. No es fácil verla a los ojos y saber que no volveré a ver los de ella. ––Lo siento mucho. La puerta del cuarto de visitas se cerró de golpe, provocando un nuevo sobresalto en Gris. –––Ahora que estás despierta quiero mostrarte el nuevo video que me envió Dena, a menos que

quieras esperar hasta mañana. ––No podría. ¿Alguna novedad?. Las dos chicas que estaban en la casa desaparecieron esa misma noche. Incluso fueron reportadas por sus familiares, pero no las ligaron al caso porque nadie sabía que habían pasado la noche ahí, con tu hermana. Esto puedo ayudar a encontrarlas a ellas también. ––¿Quiénes son?.

––La chica de negro es Kim, la que llegó caminando tranquila ––, le contestó Aron mientras subían la escalera hacia su dormitorio. ––¿La darketa?––, interrumpió Gris. ––Sí. Se dedicaba a estudiar fenómenos paranormales. Estuve investigando y al parecer fue contratada para poner cámaras de video en la casa esa misma noche. Tu hermana no era la única que comenzaba a creer que la mansión

resguarda fantasmas. ––¿Pero contratada por quién?. ––Por la otra chica que estaba con ella en el video, la que corrió frente a Sonia para asustarlos. Su nombre es Sara, la hermana de Pedro. ––¿Su hermana?––, preguntó Gris, apenas digiriendo la información que Aron había conseguido en tan poco tiempo. ––Sí, Pedro le contó lo que

pasaba en su casa antes de morir. Su hermana Sara sí creía que el espíritu de su esposa le estaba robando la energía por las noches, así que la llevó esa noche con su amiga para poner cámaras y grabar por toda la casa. Lo mismo que hizo tu hermana Sonia. Se juntaron esa noche sin ponerse de acuerdo; en el mismo lugar. Tu hermana, para probar que los fantasmas no existen, y Sara, para probar que sí. ––Entonces ellas son las principales sospechosas ––, se

aventuró a decir Gris, mientras entraban a la habitación de Aron. La laptop estaba encendida encima de un pequeño escritorio que tenía frente a la ventana. ––Yo descartaría a Kim. ––¿Por qué motivo?. ––Observa tú misma––, contestó Aron mientras le mostraba el último video que Dena le había enviado media hora antes. La imagen nos muestra a Kim

sentada en un escritorio frente a una computadora. La imagen es tomada por una video cámara que reposa a unos centímetros de ella, por lo que vemos a Kim solamente del pecho hacia arriba. El cuarto está oscuro y la única luz que se percibe es la que emite la computadora. Por algunos segundos vemos a Kim tecleando y hace una pausa para re acomodar la video cámara que la graba, al hacerlo, se inclina hacia adelante y observamos una mujer vestida de negro detrás de ella, no podemos

verle el rostro con claridad. La mujer no se mueve, la acecha pacientemente. Kim regresa a su posición sin percatarse que la mujer está justo detrás de ella, inmóvil. Continúa su trabajo sobre las teclas de la computadora y segundos después se detiene en seco. Podemos ver que el miedo le recorre el cuerpo y se sacude, siente la presencia detrás de ella pero no se atreve a voltear. Pasa saliva y armada de valor lentamente gira su cabeza para descubrir a la

mujer de negro tras de si. La observa y grita tratando de levantarse La mujer de negro se abalanza sobre ella y en el forcejeo la cámara cae al piso. Nos percatamos que el video si tiene sonido al escucharla gritar fuera del campo de visión de la cámara, el grito retumba por toda la habitación y es cortado de repente por un sonido de ahogamiento que proviene de Kim. Lentamente el sonido se apaga al igual que su respiración. El video termina.

––¿Qué diablos fue eso?––, preguntó Gris asustada y sin poder creer lo que había visto. ––No lo sé. Necesito verificar la fecha en que fue grabado el video. Fue encontrado en la casa, pero no sabemos en realidad cuándo fue tomado. Estuve analizándolo a detalle y me di cuenta de que Kim trae la misma ropa que en el primer video donde aparece. El primero fue tomado con la cámara de Iván, así que tuvo que ser esa misma noche, pero no esta

de mas corroborarlo. ––Pero si fue esa noche, entonces es imposible. Comprobaría que la mujer que atacó a Kim es la esposa muerta de Pedro, es la misma mujer que aparece subiendo por su cama en la grabación que le dio a mi hermana. ––No, no. Tiene que haber otra explicación Gris. Yo no creó en fantasmas. ––Yo tampoco, pero ahora tengo mis dudas. Observa.

Gris se sentó frente a la Laptop y comenzó a teclear, poniendo el primer video que les había mostrado Dena, el video donde Iván graba la alberca, la cañada y que recorre lentamente la parte de atrás de la casona, mostrando los ventanales y las cortinas cerradas. Gris puso pausa al video, deteniéndolo exactamente en el momento en que una silueta aparece en la ventana del último piso de la casa, al otro extremo de donde estaba Iván grabando. No lo vieron

la primera vez, pero esta la misma mujer observándolos a través de las cortinas, su silueta quieta y oscura los acechaba desde ahí. ––Esa mujer no estaba antes en esa ventana, no recuerdo haberla visto la primera vez ––comentó Aron, verdaderamente intrigado. ––Sí estaba, pero no lo habíamos notado. Estuvo ahí todo el tiempo. Lo descubrí en la tarde, revisando los videos a detalle. Quedó grabado en la cámara de

Iván, sólo que él no se dio cuenta cuando la captó, de haberla visto la historia podría haber sido distinta. ––No hay que adelantarnos. Esto nos lleva a preguntarnos lo siguiente ––comentó Aron. ––¿Es esa mujer realmente la esposa muerta de Pedro?, ¿o simplemente Kim tratando de asustarlos?. No debemos olvidar que se especializa en lo paranormal y la mitad de las personas que lo hacen resultan ser un fraude. ¿No lo crees?.

Gris subió los hombres en señal de no saber la respuesta, mientras miraba la imagen congelada de la mujer en el video, desde ahí, ahora parecía que los observaba a ellos a través de la pantalla de la computadora.

CAPITULO 8 La noche transcurrió sin novedades. Aron despertó una hora más tarde de lo normal, no obstante, se sentía totalmente apaleado. Tenía los ojos hinchados. Bajo ellos se podían notar las bolsas en crecimiento que evidenciaban que había pasado en vela toda la noche, o que si había dormido, no lo había hecho bien. En

la

cocina

estaba

Gris,

preparando desayuno y café negro bien cargado, el mismo tipo de café que tomaría un pasante de medicina para poder cumplir con su jornada de 36 horas de servicio a la comunidad. Aron entró todavía en pijama. ––¿Cómo te fue con el sofá?––, preguntó Aron sirviéndose una taza del mencionado elixir. ––Mejor que a ti con tu cama, por lo que veo ––le contestó Gris mientras sonreía, sin dejar de mirar

las ojeras de su amigo que de la noche a la mañana, le aumentaron un año mas de edad a su rostro. ––¿Ya se levantó la bruja? –– Preguntó Aron mientras señalaba con la cabeza el cuarto de huéspedes y daba un sorbo a su café. ––Baja la voz. Su puerta sigue cerrada pero puede escucharnos –– comentó Gris bajando el tono de voz. ––¡Que me oiga!. Yo desayuno

y me largo a la oficina, pero si no se va hoy tendré que hablar con ella ––agregó el detective y se sentó a la mesa. El detective desayunó en menos de diez minutos. Tomó una ducha rápida y salieron ambos rumbo a la oficina. Cumpliendo su palabra para evitar encontrarse con su cuñada. ––Ayer encontré a Dena en el Chat después de que vimos los videos––comentó Aron, mientras

conducía el Chevy por la avenida central sobrepasando el límite de velocidad. ––¿Qué te comentó de lo que descubrimos?. ––Ella también piensa que puede ser Kim la mujer en la ventana. Si los videos se hubieran tomado en alta definición tal vez se podría ampliar la imagen. Pero a esa distancia es difícil. Toma en cuenta que Dena tampoco cree en fantasmas. Continuó revisando los

cassettes por fragmentos y encontró otra situación parecida. Quedó de enviarla en cuanto la tuviera reparada. Revisé mis correos hace rato, pero aún no tenía nada. Tenemos que esperar. ––Si Kim no tuvo que ver en la desaparición de mi hermana. ¿Crees que pudo ser Sara?, la hermana de Pedro––, preguntó Gris, al mismo tiempo que ponía su mano sobre el tablero frente a ella, nerviosa por la forma en que conducía el detective.

––También es posible, pero no descartemos a Iván. Llegó con tu hermana a la casa y nada indica que no haya estado involucrado en lo que sucedió… ¿No lo crees?. ––Todos son culpables hasta que se compruebe su inocencia –– respondió Gris con una sonrisa. ––Bendito México ––agregó Aron irónicamente, mientras la miraba con una sonrisa. Llegaron a la oficina en la mitad del tiempo que les tomaría

normalmente. Dejando atrás dos luces en rojo y una mentada de madre de un estudiante en bicicleta, al cual por poco atropellan. El caso estaba cada vez más confuso y Aron comenzaba a dudar de que se tratara de una simple desaparición. Después de todo, había cuatro personas en la misma casa, la misma noche y buscando exactamente lo mismo: fantasmas. Al entrar a su despacho encontraron a su secretaria fumando un cigarrillo, quien viéndose

sorprendida, trató de dispersar el humo con la otra mano. ––Perdón detective, nunca llega a esta hora y pensé que no vendría hoy después de… ––¿No es muy temprano para estar fumando?––, la interrumpió Aron mientras le quitaba el cigarro de la mano, sin dejar de caminar hacia su despacho. Gris lo seguía dos pasos atrás. ––Lo siento ––se limitó a decir ella, soltando la última

bocanada de humo que había tenido que contener por unos instantes. ––Busca algo que hacer y no nos molestes ––concluyó Aron cerrando la puerta luego de que entrara Gris, quien no dejaba de sonreír por la situación. Aron le dio una fumada muy larga al cigarro antes de tirarlo en su bote de basura, mientras Gris negaba con la cabeza sonriendo. En ese momento, el teléfono del escritorio sonó. Era su secretaría.

––Detective, la señorita Dena le dejó un recado hace un rato. ––¿Y por qué me lo das hasta ahorita?. ––Perdón, pero su celular está apagado. Ni ella ni yo pudimos localizarlo. ––¿Y cuál fue el recado? –– preguntó Aron, buscando su celular en las bolsas de su saco sin poder localizarlo. ––Que revise su correo en

cuanto pueda. Es urgente. ––Gracias, estoy en eso. Aron colgó el teléfono y encendió su computadora. Enseguida, abrió su correo y encontró un solo mensaje. Era de Dena, quien le había enviado un video más. Al final del correo electrónico escribió: “Mira el ventanal, arriba de Iván”. El video comenzó y el audio funcionaba, parecía el atardecer y se podía apreciar el momento en

que Sonia colocaba una cámara en una especie de jardín a un costado de la mansión. La instaló sobre un tripie apuntando hacia un gran ventanal. En el primer piso se podía ver a Iván con una cámara en mano, mirando a Sonia a través del cristal. Sonia pasó en frente de la cámara que acababa de dejar y caminaba hacia la casa seguida por los ojos de su amigo, sin percatarse que en el segundo piso, la silueta de la mujer de negro se acercaba lentamente al ventanal, justo encima

de Iván, sin que el pudiera darse cuenta. Se detuvo la mujer por unos segundos y agachó la cabeza, como si pudiera ver desde ese ángulo el piso bajo sus pies y a Iván a través de él. Una imagen aterradora si se miraba desde la cámara fija. Con esa imagen congelada, el video se detuvo. ––¡Aron mira!. ––Gritó Gris señalando la ventana arriba de Iván. ––Se parece a la esposa de Pedro, pero eso es imposible.

Necesito confirmar la muerte de esa mujer. Comienzo a creer que fingió su suicidio y está detrás de las desapariciones. ––Aron, tú sabes que no creo en fantasmas, pero no puedo dejar pasar tanta evidencia. Esa mujer está muerta, sin embargo todo parece indicar que estuvo con ellos esa noche. ––Gris por favor, los fantasmas no existen. Dame unas horas para confirmarlo. Te

garantizo que esa mujer está viva. Es más fácil fingir una muerte que creer que se puede regresar después de ésta. Gris se limitó a confirmar con su cabeza y cruzando los brazos, se resignó. Después de todo, la teoría de Aron era lo mejor que tenían hasta ahora, pero ella ya no estaba segura.

CAPITULO 9 Las cosas se complicaban más de lo esperado. Por un lado, Gris trataba de convencerse de que había una explicación lógica para que la esposa de Pedro apareciera en los videos. Por el otro, su hermana confirmaba su suicidio. Habían sido muchas las sesiones de terapia con Pedro, y en sus registros estaban archivados fechas, actas y algunos documentos legales, es decir, todo lo necesario para poder recetar los

medicamentos que estaba tomando Pedro justificando su situación. El detective y Gris continuaron con la investigación haciendo llamadas desde la oficina, mientras tanto, la cuñada recorría la casa del Detective, caminando con un ritmo macilento y con una evidente tristeza reflejada en sus ojos. Concentrada en su tarea, la mujer entró el cuarto de Aron, y al ocuparse del closet, descubrió una caja escondida en un compartimento secreto, detrás de algunas cobijas

amontonadas en la parte más alta. Llena de curiosidad, abrió con cuidado la caja, encontrando en el interior fotografías que revisó detenidamente una a una. Eran fotos de una mujer que ella no conocía, posando en distintos lugares: en un parque, en la playa, en una cabaña ubicada en el interior del bosque. La mujer era muy hermosa y aparentaba tener unos veinte años de edad. Su cabello era lacio y de color negro, además, en algunas fotos se podía apreciar que sus ojos

eran de un color azul claro. Instintivamente, revisó la parte de atrás de cada una, buscando alguna información adicional, pero nada, todas estaban en blanco. Guardó la caja en el mismo lugar, tratando de acomodarla en la misma posición para evitar sospechas. Con mucha precaución, la mujer se levantó y caminó hacia la habitación donde el Detective tenía una improvisada oficina, conformada por un escritorio pequeño y un librero lleno de libros

que parecían servir más de adorno que de fuentes de consulta. Abrió los cajones del escritorio de izquierda a derecha, sin encontrar nada irregular, sólo algunos expedientes de casos antiguos. En eso, cuando intentó abrir el último cajón, descubrió, muy a su pesar que estaba cerrado con llave. Intrigada, se detuvo un momento a pensar. En ese instante, el teléfono que estaba sobre el escritorio sonó. El volumen era sin duda bastante alto, y sin embargo, ella no dio una

sola señal de sorpresa. Parecía ignorarlo concentrada en lo que estaba haciendo, dejándolo sonar en más de diez ocasiones sin pestañear una sola vez. Totalmente tranquila, continúo su búsqueda hasta que el timbre dejó de escucharse. En el despacho del Detective, Gris estaba trabajando en su Laptop, mientras que Aron colgaba el teléfono de su oficina muy enojado. ––¡Joder! ¿Por qué no

contesta? Estoy seguro de que sigue revisando la casa, no me siento cómodo dejándola sola. ––Tranquilo, después de todo es familia. ¿Qué te puede robar?. ––Para empezar mi teléfono celular. Lo dejé esta mañana dentro de este saco y debió sacarlo ––le comentó Aron mostrándole la bolsa interior derecha del saco que llevaba puesto. ––¿Para qué lo necesitaría? No tienes un modelo muy nuevo que

digamos ––dijo Gris. ––No por el celular, sino por lo que pudiera buscar en mi agenda. Hoy en día tu vida cabe en un celular; triste, ¿no?. Gris se limitó a confirmar con la cabeza, esperando a que Aron se volteara para fruncir el ceño. Se sentía algo extrañada por la actitud que el detective le había mostrado a su cuñada desde el principio. Era obvio que le incomodaba saber que ella se encontrara dentro de la casa,

buscando algo, pero ya le estaba comenzando a parecer exagerado. Conocía al Detective desde hacía años, pero nunca había notado en él esta actitud, sin embargo, estaba consciente de que al dejar de ver a una persona por mucho tiempo, esta puede cambiar hasta convertirse en alguien extraño para ti. El detective y Gris regresaron a casa a la hora de comer. Al entrar, lo primero que hizo Aron fue dirigirse al cuarto de visitas y Gris, intuyendo que habría problemas, lo

siguió silenciosamente unos pasos atrás. Parecía molesto, y una vez más se notó un cambio de actitud a penas entró a la casa. Estaba a punto de golpear la puerta de la habitación donde dormía su cuñada, cuando de pronto sonó su celular detrás de él, descansando sobre la mesa de la cocina. Sorprendido, el hombre se detuvo bruscamente y se quedó pensativo unos instantes. Luego, al localizar el aparato, se giró rápidamente para tomarlo con su mano derecha y contestar. Era

Dena. ––Aron, estoy muy preocupada por el contenido de los cassettes. Recuérdame cuánto me estás pagando porque necesito estar motivada. ––Nada. Pero escuchar mi voz y verme de vez en cuando, es suficiente para motivarte, ¿no es así? ––contestó el detective sarcásticamente. ––Pues voy a necesitar motivación extra entonces ––

respondió reírse.

Dena, tratando de no

Gris sacó su Laptop, la encendió y la colocó sobre el escritorio, mientras Aron hablaba por teléfono. ––Te estoy mandando un video con audio reparado, espero que te sirva. Hay mucho material dañado y no estoy segura de poder encontrar lo que necesitas, pero sigo intentándolo. ––Gracias, Dena, sabes lo mucho que aprecio esto.

Aron colgó el teléfono y después de esperar varios minutos a que se descargara el video, lo abrió. El video mostraba la imagen captada por una video cámara en manos de Iván, se podía averiguar por la voz que se escuchaba. Estaba solo recorriendo lo que parecía ser la cocina de la mansión. El haz de luz de la lámpara era limitado, no se podía ver mas allá de dos metros al frente y uno a lo ancho. Caminaba lento buscando, recorriendo el lugar tratando de no

tropezar con los muebles. Su respiración sonaba alterada y demostraba que estaba nervioso. Cada dos pasos llamaba a Sonia, la estaba buscando. Al cruzar la cocina se encontró con una puerta que parecía ser una habitación que se usaba como congelador, del tipo que utilizan en los restaurantes para guardar la carne. Al abrirlo se detuvo un instante nervioso, desde la puerta alumbró el lugar sin localizar a Sonia. De repente, se escuchó un sonido metálico que

provenía de un lugar lejano detrás de él y asustado se giró y gritó el nombre de Sonia nuevamente. Gris detuvo el video, le dio la espalda a su Laptop y se llevó una mano a la frente, nerviosa. Mientras el detective la veía intrigado por su reacción. ––Aron, no estoy segura de querer seguir viendo las grabaciones. Tengo miedo de ver a mi hermana en alguno de ellos, atacada por alguien o… por algo.

Tengo miedo de verla muerta. El detective la encaminó hacia el sillón de la habitación, tratando de confortarla. ––Tienes razón. Nunca pensamos en la posibilidad de ver una atrocidad en ellos, después de todo nadie los había podido ver antes. Siéntate ––le dijo. Gris se sentó todavía nerviosa. ––Yo termino de ver la grabación y puedo ser un filtro para

ti, así evitamos que pases por esto sin necesidad. Gris aceptó la propuesta, se quedó en el sillón y Aron continuó con el video. Iván giro alumbrando parcialmente el corredor por donde había entrado, intentando localizar la fuente del sonido metálico que había escuchado. Caminó lentamente, se notaba como el nerviosismo aumentaba en su respiración. Llegó a las escaleras

de servicio que conducían al cuarto de lavado en la planta baja, volvió a llamar a Sonia y al no obtener respuesta, comenzó a bajar lentamente, deteniéndose cada tres pasos para ubicar con claridad el lugar. Los nervios le provocaban la sensación de que el haz de luz de su linterna se hacía cada vez mas pequeño con cada uno de sus pasos. Al llegar a la planta baja se encontró con la entrada al cuarto de lavado, iluminó el lugar y descubrió una barra de metal en el piso, que

muy probablemente había sido la causa del ruido que había escuchado, pero ¿quién o qué la había derribado?. Estaba pensando en eso cuando escuchó una corriente de aire entrar por la venta abierta al final del cuarto de lavado, levantó la linterna e iluminó a la mujer de negro que lo miraba desde afuera. Un mosquitero cubría la ventana y evitó que Iván pudiera identificar la silueta con claridad, porque en lugar de asustarse camino hacia ella nombrando a Sonia,

confundido. Al llegar a la venta la mujer había desaparecido y por mas que intentó localizarla fue inútil. Estaba en eso cuando se escuchó el grito de una mujer que provenía de la planta alta. Iván giró asustado y el video se detuvo en ese momento. Gris se levantó de un impulsó asustada. ––¡Ese grito!, ¿Es mi hermana?. ––No sé, el video se va a negros cuando se escucha ––dijo

Aron, tratando de tranquilizarla. Luego cerró la Laptop, caminó hacia ella y la abrazó con fuerza. –– En el video se ve la esposa de Pedro nuevamente. Iván la confundió con tu hermana Sonia, pero era ella, estoy seguro. ––¿Lo ves?. Es el fantasma de la esposa que mató a todos en esa casa, incluyendo a mi hermana –– apresuró a decir Gris nerviosa. ––Tranquila, Gris. Todavía necesito verificar la fecha en que

fueron grabados los videos. Y sobre todo, confirmar que la esposa realmente está muerta. Si tratas de unir los puntos te puedes dar cuenta de que ella fingió su muerte, que mató a su esposo y que después encontró a tu hermana y al resto de los chicos en la casa investigando y… de alguna manera, tuvo que ver con sus desapariciones. Gris comenzó a llorar inconsolable. Por primera vez en muchos años estaba escuchando una versión real de lo que pudo haberle

pasado a su hermana y eso…, la asustaba.

CAPITULO 10 Aron y Gris comieron nuevamente solos en la mesa. El plato de Gris estaba casi intacto y Aron no quiso comentar el tema de su hermana, respetando un momento personal y de cierto duelo por parte de ella. Después de comer, Aron dejó a Gris en la casa. Sabía que la joven necesitaba descansar para pensar en la posibilidad de que su hermana hubiera sido asesinada por la esposa de Pedro aquella

misteriosa noche. Pero… ¿quién hubiera sospechado de una mujer muerta?. La policía tal vez no, pero el detective era muy astuto y pensaba probarlo. Aron subió a su auto y antes de arrancar, pudo ver a su cuñada asomándose por la ventana del segundo piso. ––¡Vieja bruja! ––pensó en voz baja ––ya lárgate de mi casa. Arrancó el carro molesto y se dirigió a casa de Dena, quien se

había comunicado para decir que tenía más videos. En casa, Gris se sentó un momento en el sofá para intentar descansar. Del otro lado de la habitación, sin que ella se diera cuenta, alguien se asomó silenciosamente por la escalera y comenzó a observarla, manteniéndose así por más de un minuto, sin decir nada. Gris, quien para entonces ya había abandonado sus deseos de dormitar un poco, comenzó a sentirse observada y

sintió el impulso de abrir los ojos. Al hacerlo, lo primero que vio fue la mirada fija de la extraña mujer, lo cual la hizo estremecerse. ––Emma, me asustaste. ¿Cómo pasaste el día? ––Preguntó amablemente Gris. Después de todo recordó que tenían algo en común, las dos habían perdido a sus hermanas para siempre. La cuñada se dio media vuelta y la dejó hablando sola. ––Lo que me faltaba ––se dijo

Gris en voz baja, arrepintiéndose en seguida de sus pensamientos condescendientes hacia ella. Se levantó de la sala y se dirigió a la cocina. Preparar platillos se le daba bien. Eso podía ayudarla a sentirse mejor y olvidar el asunto por un rato. Mientras tanto, el detective llegó a casa de Dena, entregándole enseguida un sobre con dinero que Gris le había mandado como parte de su paga.

––Toma, tu motivación extra. Dena tomó el sobre y se lo guardó en la bolsa trasera del pantalón de pana que llevaba puesto. ––Gracias Aron. Pero necesito que me digas que no corro ningún peligro con lo que estoy haciendo. Las imágenes son muy extrañas y comienzan a molestarme ––dijo nerviosa. ––No te preocupes Dena, si comprobamos que la esposa de Pedro está viva y es la asesina,

jamás se va a enterar de que tú nos ayudaste. ––No me preocupa que compruebes que está viva, me preocupa que compruebes que está muerta y que es un fantasma. ––Por favor, tú no creerás que su espíritu está penando en esa casa… ¿o sí?. ––Aron perdóname, pero yo sí creo en lo paranormal y es mejor no jugar con esas cosas. Que tú no creas no significa que no puedan

existir, y de ser así, nos estamos metiendo en un asunto que no nos corresponde. ––Tranquila. Yo me encargo de que se le caiga el teatro a esa mujer y me vas a deber una disculpa cuando lo haga. Aron se mostraba muy seguro de lo que decía. ––Primero debes comprobarlo. Si lo haces te puedes burlar todo lo que quieras, pero no antes.

––Dalo por hecho. ¿Qué tienes para mí?. ––Sígueme. Caminaron a la habitación donde Dena tenía su equipo de trabajo. El nuevo video estaba reparado y listo. ––Es la cámara de Sara, la hermana de Pedro, la misma que llevó a Kim; es ella la que está grabando. El

video

mostraba

a

Sara

caminando escaleras a bajo iluminando el lugar con una linterna. Ella portaba la cámara y al igual que en el video de Iván, a penas se podía ver a unos metros de distancia. Durante unos segundos recorría lo que parecía ser una de las habitaciones y , atraída por un sonido a su derecho, se introdujo en un enorme baño que daba la impresión de ser una habitación completa. Escuchó nuevamente el sonido, esta vez a través de la puerta de cristal que daba al

exterior del lugar. Preguntó en dos ocasiones si alguien estaba ahí y sin obtener respuesta, lentamente se acercó a la puerta de cristal y en momento de querer abrirla un hombre brincó frente a ella produciéndole un terrible susto. Sara estaba muy enojada y llamó Pedro al hombre. Mientras le reclamaba la broma el hombre no paraba de reír, al parecer se conocían. El video se detuvo ahí. El detective estaba sorprendido y golpeó el escritorio de Dena con

una mano mientras se levantaba. ¡Bam!, se escuchó con fuerza mientras Dena brincaba del susto. ––¡Eso es!, tenemos un nuevo jugador. Ahora podemos sospechar de la esposa de Pedro o de este otro Pedro. ¿Así lo llamó no?. ––Sí ––contestó Dena con el corazón acelerado del manotazo que había dado el detective. ––¿Lo ves?, qué fantasmas ni qué espíritus paranormales. Aquí hay algo muy extraño con las

personas que estuvieron esa noche en la casa, así que olvídate de tus miedos y tus creencias raras. Dena dejó qué se burlara y se mantuvo callada, observándolo pacientemente. Después de unos segundos, Aron se sentó y encendiendo un cigarrillo se relajó un poco. ––¿Fantasmas?, por favor –– concluyó con una risita mientras miraba a Dena y le daba una calada al cigarro.

––¿Terminaste? ––preguntó ella tranquila. Aron confirmó con la cabeza sacando el humo por la boca sin dejar de sonreírle. Mientras Dena sin decir nada, señaló hacia el monitor y presionó el botón de enter de la computadora, iniciando un nuevo video que tenía preparado par Aron. El video provenía de la cámara de Sara, se podía deducir por la voz nerviosa que se escuchaba.

Caminaba rápidamente por un pasillo iluminando parcialmente el lugar a su paso. Tenía la respiración acelerada, parecía que huía de algo, regresaba la mirada girando la cámara y el haz de luz tras de si para verificarlo. Al llegar a la misma habitación momentos atrás, se introdujo en el baño donde se había encontrado con el hombre. Se detuvo un instante y lo llamó, nerviosa. Regresó la mirada nuevamente asustada, esperando que algo o alguien entrara en

cualquier momento. De repente se detuvo al escuchar un sonido dentro del enorme closet localizado en el interior del baño. Caminó lentamente hacia las puertas y a medida que se acercaba percibía un sonido de ahogamiento, como si alguien se quedara sin aire. Reconoció un lamento, era su amigo Pedro en el interior. Abrió lentamente las puertas, nerviosa, temblando. Al hacerlo, el sonido de ahogamiento se escuchó mas fuerte y descubrió a su amigo postrado

boca arriba en el suelo, con la mujer de negro encima de él, absorbiéndole el aire y la poca energía que le quedaba. La mujer giró lentamente la cabeza hacia Sara, quien al verla con claridad, gritó. Aterrorizada por la escena trató de huir, tropezando y cayendo de espaldas, soltando la cámara. La cual quedó funcionando grabando el momento en que la mujer de negro se levantó y atrapó a Sara, subiéndose sobre ella como lo había hecho con su amigo segundos

atrás. Dena puso pausa al video y miró fijamente al detective. Ya no conservaba ningún rastro de la sonrisa anterior, y el cigarro se consumía en sus dedos sin que le importara, estaba atónito. ––Es el mismo baño donde el hombre asustó a Sara, ––comenzó a decir Dena ––El que estaba tirado en el piso era él, probablemente muerto. La cámara se queda fija y en diez segundos más aparece Sara

ya muerta. Si quieres verlo llévatelo, yo ya no puedo seguir con esto. Y no me digas que no reconoces a la esposa de Pedro, ahí está frente a la cámara, haciéndole no sé que al tipo. ––Está bien, está bien ––dijo Aron levantándose y llevándose una mano a la nuca. Luego se quedó pensativo unos segundos mientras Dena lo observaba. Definitivamente no era tan gracioso ahora. ––Descartamos a este tipo

entonces, pero sigo sin creer en fantasmas. Sólo comprobamos que la esposa es la asesina. Lo acabas de ver. Está más que viva, disfrazada para noche de brujas si tú quieres, pero viva. ––Tú eres el experto ––se limitó a responder ella con un tono irónico. El detective salió de casa de Dena confundido. Aún tenía que comprobar su teoría y tenía que reconocer que poco a poco, estaba

perdiendo terreno en este asunto de vivos y muertos.

CAPITULO 11 Pasaban las nueve de la noche. Aron llegó a su casa después de mandar docenas de correos a sus contactos, con la idea de comprobar que la esposa de Pedro estaba viva. No era fácil, se necesitaba de un buen amigo dentro del ayuntamiento para entrar al cementerio y exhumar el cuerpo, o por lo menos una muestra de ADN. La medida le pereció radical, pero no existía otra forma. En cuestión de papeleo todo

indicaba que estaba muerta. Además, con el paso de los años, las posibles pistas habían desaparecido. Cuando entró, lo hizo abriendo la puerta despacio, tratando de ubicar a su cuñada metido en su papel de no querer verla. ––Aron, tengo que hablar contigo ––lo sorprendió Gris saliendo de la cocina. ––¿Dónde está la bruja de mi cuñada? ––preguntó con sequedad

sin importar escucharlo.

que

pudiera

––Tranquilo, por suerte para mí hace una hora que se encerró en el cuarto de visitas. ––Ajá. Ya la conociste mejor, ¿eh? ––le comentó sonriendo irónicamente. ––Al contrario, se la pasó ignorándome. Me la tope varias veces por la casa y traté de sacarle plática, pero la muy zorra se daba la vuelta y volvía a lo suyo.

––¿Y qué es lo suyo? –– interrogó Aron algo preocupado. ––Abrir closets, investigar en tus cajones, leer los papeles en tu escritorio, nada que una cuñada metiche no hiciera ––comentó Gris en tono sarcástico. El detective se molestó y caminó con rapidez al cuarto de visitas. Luego, con una actitud severa en el rostro, comenzó a golpear la puerta en varias ocasiones para que le abriera.

––¡Mañana quiero que te largues de mi casa!, ¿entendiste? –– le gritaba pateando la puerta por última vez y regresando a la sala al no recibir respuesta. Gris tenía la cena lista. Una botella de vino tinto y una arrachera de res sirvieron para calmar el estado de ánimo del detective. Devoraba cada porción de carne casi sin masticarla, mientras le platicaba lo que había sucedido en casa de Dena. Al principio, la idea de obtener una prueba de ADN del

cadáver enterrado le pareció a Gris una pésima opción, pero al final aceptó que era la única forma de probar la teoría de Aron. Si él tenía razón, entonces podrían acudir a la policía, reabrir el caso y buscar a la presunta responsable de la desaparición de su hermana. Después de lavar los platos se retiraron a dormir. Pasaban las once y Gris no tardó en caer rendida, mientras que Aron estuvo media hora más revisando su computadora. Dena le había

mandado otro video perturbador, por lo que le pareció buena idea que Gris decidiera no verlos hasta que él los analizara primero. El video mostraba un pasillo angosto a penas iluminado por la lámpara de Sonia, se podía escuchar que ella llevaba la cámara por su voz nerviosa y agitada. Caminaba deprisa dirigiendo la luz de un lado a otro, al llegar al final del pasillo se encontró con la escalera curva que se perdía dando vuelta a la izquierda a la mitad del

camino. Dudo por un instante y regresando la luz y la visión de la cámara detrás de ella, gritó al comprobar que la mujer de negro venía detrás de ella, caminando despacio , acechándola. Motivada por la perturbadora imagen subió las escaleras corriendo, al llegar a la mitad volvió a girar y observó que la mujer estaba más cerca de la última vez, a pesar de que Sonia corría mientras la mujer de negro caminaba. Terminó de subir a toda prisa, el

pasillo mostraba dos habitaciones a su izquierda. Intentó abrir la primer puerta pero estaba cerrada, corrió a la segunda puerta y al segundo empujón logró abrirla. Entró y la cerró con nerviosismo. Se recargó de espaldas a la puerta y sintió el golpe del otro lado cuando la mujer la alcanzó. Alumbró el interior de la recámara y reconoció el lugar, era el cuarto de Pedro que había visto en el video que le entregó en su última sesión, el mismo lugar donde la mujer trepó por la cama

para robarle la energía mientras dormía. Iluminó al otro extremo de la habitación una puerta de cristal y sin pensarlo dos veces, corrió hacia ella para continuar su escapatoria. Al llegar, intentó abrirla y al hacerlo, se encontró de frente con la mujer de negro que estaba por fuera de la habitación. Gritó asustada y dio unos pasos hacia atrás sin dejar de mirar a la mujer, quien entraba por la puerta de cristal mirándola con unos ojos inyectados de sangre. Sonia tropezó y cayó de espaldas

mirando a la mujer. Al caer la cámara golpeó el suelo y el video se detuvo en la Laptop. Aron se quedó un instante recapacitando lo que había visto. Sonia trataba de escapar de la esposa de Pedro, quien aparecía y desaparecía como un espectro. Aron estaba nuevamente confundido. ––Trucos de cámara o de edición ––se dijo en voz alta intentando desesperadamente de

ignorar sus pensamientos, los cuales se empeñaban en hacerlo dudar de su teoría. Finalmente, luego de reflexionar un poco, apagó su Laptop y se fue a dormir, tratando de olvidar lo que había visto. Esa misma noche, el contacto de Aron tomaría varias muestras de ADN del cementerio, y confiaba que de esta manera, pronto podría resolver el misterio al comprobar que la mujer enterrada no era la esposa de Pedro. Mientras tanto, no era conveniente darle

vueltas a una simple suposición. Con la tecnología de hoy en día la frase “ver para creer” ya no funcionaba. Era mejor no creerle a los ojos y esperar a que la ciencia hiciera el trabajo.

CAPITULO 12 Aron se levantó poco después de las ocho de la mañana y tomó una rápida ducha de agua helada, esperando que con eso su mente se pusiera en orden. Luego de eso, bajó las escaleras y llegó a la cocina, necesitaba un café doble si quería despertar. Gris le tenía el desayuno listo y la cafetera estaba llena. Era un sueño hecho realidad, se sentía

nuevamente atendido, como cuando se esposa estaba viva. Durante el desayuno, Aron le confirmó que los resultados de la prueba de ADN estarían listos por la noche, comprobando una vez más que sus influencias eran de mucha ayuda en casos como éste. También le habló del video que vio antes de dormir, donde su hermana era perseguida por la esposa de Pedro. Gris comenzó a llorar; sabía que las posibilidades de encontrar a su hermana con vida eran pocas, pero

en el fondo sentía un alivio al saber que finalmente podría cerrar ese episodio de su pasado y seguir adelante. Pero antes, debían atrapar a esa mujer. Aron tomó su laptop y se despidió, sintiéndose afortunado por no haber tenido que intercambiar una sola palabra con su cuñada, quien al parecer permanecía encerrada en el cuarto de visitas. Nadie la había visto salir desde anoche.

Momentos después llegó a su despacho con la idea de resolver el caso de una buena vez. Este asunto de los fantasmas se estaba pasando de la raya y le estaban dando más importancia de la debida. Pensando en esto, llamó a Dena para preguntarle cuánto material podría obtener de los videos que quedaban. Estaban muy cerca de descubrir lo que le había ocurrido a Sonia en el último que habían visto. La respuesta estaba ahí, sólo faltaba que la tecnología hiciera el trabajo

pesado. Dos horas después recibió un nuevo video con el siguiente mensaje: “Estoy por terminar el último, pero éste es el que buscabas. No se lo enseñes a Gris, no le gustaría ver lo que le pasó a su hermana. Lo edité lo mejor que pude, pero el audio no es de lo mejor”. El detective no pudo evitar que en sus labios se dibujara una pequeña sonrisa de emoción, misma

que se fue borrando a medida que el video corría. La cámara que grabó las imágenes era la de Iván, iba corriendo por el mismo pasillo que Sonia había recorrido hasta las escaleras en el video anterior, iluminado escasamente con su linterna. Subió las escaleras, doblando a su izquierda en la mitad del trayecto, en los últimos escalones se detuvo al escuchar el gemido de una mujer al final del pasillo. Iluminó desde ahí el piso

recorriendo lentamente el piso hasta encontrar a Sonia en el piso arrastrándose hacia él, agonizante, llamándolo, suplicando su ayuda. Iván escuchó un ruido detrás de Sonia y subió el haz de luz, encontrando a la mujer de negro de pie, mirándolo desafiante. Iván gritó y giró tras de si para escapar bajando las escaleras que acababa de subir. El video se cortaba en este punto. No se podía ver lo que le había ocurrido realmente a Sonia, pero se

veía seca, carente de energía en el piso, arrastrándose y suplicando. La esposa de Pedro estaba ahí, de pie, comprobando con esto que era la culpable de todo lo que había pasado. Tenía el aspecto de un muerto viviente, pero se veía más real que nunca. De alguna forma eso tranquilizó al detective, pero los videos no permitían aún dar un veredicto final; habría que esperar el último que estaba editando Dena en esos momentos, además de los resultados del ADN.

Aron llamó a casa. Gris tenía que saber lo que había pasado. Ella escuchó todo calladamente, y luego de llorar un rato agradeció al detective por todo lo que había hecho. Le pidió que le enviara el video a su computadora; no tenía intenciones de mirarlo en ese momento, pero quería guardarlo por si alguna vez tenía el valor de hacerlo. Aron lo entendió y le envió el archivo sin pensarlo dos veces, después de todo eran suyos. La secretaría entró de improviso

al despacho de Aron, informándole que tenía una llamada en la otra línea; era su contacto, por lo que tuvo que terminar la llamada de Gris, no sin antes quedar con ella de llegar a casa para comer juntos. El detective jaló aire, intentando relajarse. Estaba a punto de obtener respuestas. ––Carlos, me sorprendes, pensé que llamarías hasta en la noche. ––No llamo por los resultados

de la prueba, todavía no me han llegado ––comentó su contacto terminando con la momentánea ilusión de Aron ––lo hago para advertirte que alguien está investigándote por la muerte de tu esposa. ––¿Cómo?, ¿de qué estás hablando?. ––Una mujer pidió a la policía abrir una investigación por asesinato, y te marcaron como principal sospechoso.

––¿Una mujer…? ––Aron se detuvo por un instante y alzó la voz. ––¡Maldita vieja!, ¡voy a matar a la estúpida de mi cuñada cuando llegue a casa, entonces me pueden investigar por asesinato!. ¡El de ella!. En cuanto terminó la oración, colgó, salió del despacho sin decir nada a su secretaria y se dirigió a su casa. Nuevamente el Chevy cruzaba la avenida central a toda velocidad, estaba a punto de poner en su lugar a esa mujer y nadie

podría detenerlo. Aron entró a su casa azotando la puerta, y de forma violenta arrojó sus llaves a hacia la mesa que estaba en la entrada, lo hizo con tanta fuerza que éstas no se detuvieron y fueron a parar hasta al suelo. Gris, quien había escuchado el ruido, salió de la cocina perturbada, asustándose un poco al ver que él detective gritaba furioso. ––¡¿Dónde desgraciada?! ¡Quiero

estás, hablar

contigo!. ––No está aquí, debió marcharse ayer por la noche, la he buscado por todos lados ––le comentó Gris, tratando de calmarlo. ––¡Más le vale!, porque si se me cruza en frente la mato con mis propias manos ––amenazó mientras golpeaba la mesa de la entrada con la palma abierta de las manos. Tratando de liberar así la ira que despertó en él la noticia de ser investigado por asesinato.

––¿Qué ha pasado? ––preguntó Gris mientras lo tomaba de la mano y lo llevaba a la sala para tranquilizarlo. ––Esa bruja abrió una investigación en mi contra por la muerte de mi esposa ––dijo furioso Aron. Mientras sacaba el paquete de cigarrillos para encender uno. ––¿Qué?, eso confirma que está loca. Desde que la conocí sabía que algo estaba mal con ella ––comentó Gris.

––Ahora entiendo por qué revisaba la casa de esa forma. No quería recuperar recuerdos de su hermana, estaba tramando hacer algo contra mí. ––Tranquilízate, Aron. Sabes que si puedo ayudarte en algo cuentas conmigo. Después de lo que has hecho por mí y mi hermana estoy en deuda contigo. Hoy por la tarde me voy a Monterrey, pero si tú quieres la próxima semana regreso para apoyarte con este asunto.

Gris se acercó a él y lo abrazó con fuerza. En el fondo se sentía culpable por tener que salir ese mismo día, pero la verdad era que tenía asuntos que había dejado pendientes desde hacía tiempo, entre ellos, informarle a su madre lo que habían descubierto sobre Sonia. No eran buenas noticias, pero al final de cuentas eran noticias. ––Gracias Gris, pero no te preocupes por mi, voy a estar bien ––dijo Aron soltándola y

sonriéndole para tranquilizarla. Gris confirmó con la cabeza, le sonrió y se dirigió a la cocina para tener lista la comida, mientras que Aron subió a su recámara a lavarse, después de todo Gris no tenía la culpa y no podía desquitar su enojo con ella. Estaba terminando de secarse las manos, cuando recibió una llamada de Dena, la cual le dijo que por fin había reparado el último video, la última evidencia de lo que había

pasado esa noche. El detective corrió a su computadora, agradeciéndole a la chica toda su aportación al caso. Ansioso por descubrir el desenlace, Aron se despidió de ella mientras comenzaba a descargar el video y prometiéndole celebrar en la semana con una cena en el mejor restaurante de la ciudad. Después de unos minutos de espera Aron puso iniciar al video, la imagen era la continuación del último video, en el momento en el

que Iván escapaba de la mujer de negro después de haber visto a Sonia agonizante en el piso. Iván resbaló a mitad de la escalera y la cámara y la linterna llegaron primero a la planta baja, grabando el pasillo segundos antes de que cayera Iván frente a ellas. Se podía ver el dolor en el rostro de Iván, se había roto la rodilla al caer por los escalones. Escuchó los pasos de la mujer de negro bajando lentamente por las escaleras hacia él. Comenzó a arrastrarse por el pasillo dejando

atrás la linterna y la cámara en el suelo. No había recorrido ni tres metros cuando al pasar por una de las puertas del pasillo, salió la mujer de negro, y arrastrándolo de los pies, lo metió a la habitación. La puerta se cerró de golpe y lo último que se escuchó fue el grito de Iván de terror, seguido de una respiración que se ahogaba lentamente dentro de la habitación. Era el último video que les quedaba por analizar. El Detective tenía finalmente la

última prueba que faltaba. La esposa de Pedro había matado a esos chicos esa noche, tratando de evitar que encontraran algo que pudiera descubrir su falso suicidio, no le quedaba duda sobre eso. La teoría de fantasmas que roban la energía de los vivos mientras duermen se estaba yendo al caño para él. La gente no duerme bien por las noches porque está cansada, por el calor, o tal vez por el estrés, pero no existe otra razón. Él mismo era la prueba de ello: tenía días

despertando cansado. El suicidio de su esposa lo tenía tenso y nada mas. Y ahora que lo pensaba, otra razón para no dormir bien sería la noticia de que estaba siendo investigado por su cuñada, nada mal para rematar la semana.

CAPITULO 13 Finalmente llegó la noche. Gris había regresado a Monterrey, dejando a Aron solo en la casa otra vez . De pronto, el detective tuvo que aceptar que la situación no le agradaba para nada, y es que la compañía y las atenciones de la chica lo habían hecho sentir vivo de nuevo. Sumido en estas reflexiones, subió a su recámara a ponerse

cómodo, mientras esperaba la llamada de Carlos, su contacto. Se sentía algo tenso, así que sirvió un caballito de tequila de su reserva personal que guardaba en el armario, y prendió un cigarro mentolado, no había mejor forma de meditar y relajar el cuerpo. Levantó el caballito a manera de brindis y antes de que pudiera darle un trago, sonó su celular. Dejó el caballito sobre la mesita de noche y apagó el cigarro sobre el cenicero que estaba sobre su cama, contestando

ansioso. ––Carlos, dame buenas noticias ––dijo mientras se sentaba en la cama. ––Lo siento, Aron, pero ADN de la mujer enterrada corresponde al de la esposa Pedro. Si necesitas algo mas dudes en…

el sí de no

El detective se quedó callado sin prestar atención a lo que agregaba Carlos, mientras un escalofrío le recorría la nuca y la espalda,

sensación que lo hizo estremecerse. En eso, un impulso lo hizo voltear hacia su Laptop, la cual estaba encendida y en pausa, mostrando justamente la imagen de la esposa de Pedro. Estaba tratando de ampliar su rostro para meterlo a la base de datos unos minutos antes de la llamada. La imagen le causó miedo. Con un rostro inexpresivo, se levantó, cerró la tapa y colgó su celular. Ya no tenía nada que decirle a Carlos. Luego de unos minutos, Aron

caminó hacia el baño y se lavó los dientes, sumido en sus pensamientos. Se sentía preocupado y sin la más remota idea de lo que debía hacer a continuación. Luego de unos momentos, apagó la luz del baño y se dirigió a su cama. Extrañamente, comenzó a notar que el sueño lo estaba venciendo por primera vez en mucho tiempo. Se sentía realmente agotado, así que, dejándose llevar por esta sensación, se metió a las sábanas convencido de que la noche

ayudaría a despejar su mente. Pasaban apenas las doce de la noche y Aron ya dormía profundamente. Una oscuridad densa y un silencio total reinaban en la habitación. De pronto, el sonido del teléfono a un lado de su cama se dejó escuchar inesperadamente, despertándolo con un sobresalto. Apenas consciente, Aron estiró una mano y como pudo, contestó sin levantarse de la cama. ––¿Diga? ––se limitó a decir,

más dormido que despierto. ––Eres un hijo de puta. ¿Cómo pudiste matar a mi hermana?. ¡Ella te amaba! ––Le gritó su cuñada llorando a través del teléfono. ––Déjame en paz. Si tienes pruebas, haz lo que tengas que hacer, pero puedo asegurarte que no las tienes ––contestó el detective con sequedad. ––Te equivocas, las tengo. Pruebas suficientes para refundirte en la cárcel por lo que te queda de

vida ¡Idiota!. ––¡Estás loca!, de nada sirvió que buscaras en mi casa. ¿Piensas que sería tan estúpido como para dejar cabos sueltos?, ¿De verdad crees que soy tan idiota?. Lo siento cuñada, pero perdiste tu tiempo estos días buscando pistas en toda la casa como una tonta… ––¿De qué estás hablando imbécil?. Yo estoy en Monterrey –– lo interrumpió su cuñada sin dejar de llorar ––Hace un año que no voy

a Guadalajara, pero mañana salgo para allá. Ya puse una denuncia, y te juro que cuando te vea voy a… En eso, la voz de la cuñada le fue pareciendo cada vez más distante, como un susurro de palabras que no se preocupaba por entender. Porque Aron estaba sintiendo un escalofrío de terror nuevamente en el cuello, mismo que comenzó a correr por su cuerpo, sólo que esta vez con mayor intensidad. Estaba de espaldas a la ventana, acostado, con el teléfono en la mano, mientras una silueta

comenzó a emerger lentamente detrás de él. No se atrevía a voltear, pero a pesar del terror que sentía, consiguió girar poco a poco, con la esperanza de despertar, de descubrir que todo era una terrible pesadilla. Pero esto no ocurrió, y el detective no pudo evitar que sus ojos se abrieran de manera descomunal al descubrir frente a él a su esposa muerta. Totalmente paralizado, Aron la vio acercarse cada vez más, hasta colocarse

frente a él. El miedo lo obligó a recostarse lentamente en la cama sin dejar de mirarla, mientras el espectro abría la boca lentamente y comenzaba a robarle la energía a su asesino, tal y como lo hacía cada noche, después de su muerte… mientras dormía. FIN.

Una última cosa… Cuando des vuelta a la página, Kindle te dará la oportunidad de hacer una reseña de este libro o recomendarlo a través de Twitter o Facebook. Si el libro te gustó y quieres hacerlo, de antemano mil gracias. Para los nuevos escritores es un gran apoyo cuando nos recomiendan. Sinceramente,

Dante Petroska. Contacto: [email protected]

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