Extractos De Mi Libro De Las Sombras

  • July 2020
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No estaba segura de empezar a escribir un libro de las Sombras a la manera como lo hacen en la tradición de las Brujas. Pero debo admitir que todos estos días, desde que me he mudado al nuevo estudio, me he sentido en varias ocasiones tentada a sentarme y escribir acerca de los rituales y la magia que he tenido la ocasión de presenciar en mis viajes autoinducidos. Sobretodo, porque ha sido uno de ellos, el primero, el que más ha logrado impactarme dado su realismo y el consecuente desenlace en mi vida de vigilia. Dudaba en hacerlo en consideración a Anastrela y por su vehemencia al solicitarme que no revelara la naturaleza y detalle de estos rituales. Supongo que a favor de su petición y salvaguarda de estos secretos arcanos, como ella me dijo, casi no recuerdo el orden y estructura ni apenas, el contenido de estos rituales, pero sí que soy capaz de escenificar el primero de ellos, la Ceremonia a la tríada egipcia. Esa noche en cuestión Anastrela me reveló muchas cosas acerca de la naturaleza de la magia que ella estaba empleando para ayudarme y de mi conexión con la magia egipcia, así como con Egipto, también me reveló que ella era una especie de sacerdotisa de Isis, como diosa madre de la luna, pues por cierto, la luna es el emblema que aparece con más frecuencia en mis encuentros con Anastrela. Ella está apareciendo cada vez con más frecuencia, y a veces puedo escuchar sus palabras, como una voz interior, un poco como Atlante escuchaba la voz de Anaya cuando viajaba hacia Amenti en su nave, curiosamente llamada Ighyptos, a través de la noche infinita del Oliberzo. La noche en cuestión en que Anastrela se empleó a la práctica de la Ceremonia a la Tríada, me condujo como siempre por los frondosos caminos de un bosque hasta un claro sobre el cual relumbraba fulgurante la faz orbital de la luna llena. Ella iba dándome las indicaciones de cuanto debía realizar mientras ella preparaba los ensalmos y los elixires. Dispusimos el entorno en cuatro extensiones correspondientes con los cuatro puntos cardinales. Pusimos las antorchas en cada una de las cuatro direcciones y yo, creo, permanecía junto a la cuarta o en el centro de la escuadra, ya no lo recuerdo claramente. Anastrela exclamó la invocación que yo repetí tras ella y primero apareció el totem de Isis (no la diosa, sino su manifestación en una figura). Yo debía llevar hasta ella la ofrenda del néctar y repetir unas palabras que representan la exhortación a la divinidad, las cuales no puedo recordar. Luego realicé una reverencia y volvía a repetirse la operación; Anastrela decía la invocación y aparecía la imagen del dios Thot, cada uno en un punto cardinal diferente y de un color diferente. Por último, apareció Horus. Al terminar las ofrendas yo debía repetir unas palabras que sí que puedo recordar, quizá lo único que recuerdo porque Anastrela insistió que tenían un máximo poder en esta ceremonia y me ayudarían a encauzar el poder de la tríada en mis peticiones, así como a recuperar el sentido común a lo largo de los próximos días, en los cuales, tal y como Anastrela me indicó, me encontraría un poco distraída o dispersa. Esas palabras de poder, al repetirlas causaron un efecto muy profundo sobre mí y sin duda, pude ver en un plazo de tiempo muy breve el efecto que la Ceremonia de la tríada tuvo para mí. Yo repetía, mirando alternativamente a Isis, a Thot y a Horus: Por el poder de Isis, por el poder de Thot, por el Poder de Horus, la magia de Heka, sobre mí ha actuado. El caso es que a lo largo de esos días una de mis mayores preocupaciones se solucionó de forma rápida y favorable y conjuntamente fueron apareciendo ciertas “sincronías”, por no decir casualidades, relativas a la práctica de la magia y los amuletos egipcios.

Fue a partir de ese momento cuando se renovó mi antigua confianza en la magia y que pude determinar la motivación de mi búsqueda, que hasta hoy ha sido bastante fructífera en cuanto a información. Anastrela ha continuado apareciendo, no siempre cuando yo la requiero, a veces, por propia iniciativa, de hecho ella siempre está allí cuando la llamo, pero no siempre responde a mis incógnitas o parece que no siempre se requiere que lo haga. A veces sólo me ayuda a relajarme o me inspira alguna idea creativa para promocionar mi trabajo como escritora. Tal es el caso del booktrailer que yo no estaba buscando y que ella me ayudó a encontrar en Internet, así como contactar nuevamente con el dibujante Gilbert Williams para realizar mi proyecto de la trilogía de Arcana con sus dibujos en las portadas. Ha habido otros rituales, pero ninguno tan elaborado y significativo como el primero, aunque recuerdo que hace ya casi un año, o poco más o menos, Anastrela elaboró otro ritual para purificación de mi cuerpo y mis órganos internos, con distintas clases de pan. Continuamente me da consejos y sugerencias para controlar mis estados de ánimo y debo decir que también me ayuda a recuperar mi fuerza moral. Mi amistad con ella no es tan antigua en mi memoria, pero según ella sí lo es. Ya me había dicho que yo había vivido en la antigua Grecia y que es debido a esa antigua encarnación que continuamente estoy buscando información acerca de los rituales de Dioniso y Deméter. Pero hay algo más que ella me recordó de una forma paradigmática y que ha resultado ser toda mi vida un enigma que no había sido capaz de desvelar, hasta ahora. Dos o tres noches antes de la luna llena (el jueves 9 abril), Anastrela me comentó que la divina Isis me había invitado a entrar en su templo, es decir, que debía prepararme para entrar en su templo para lo cual yo tenía que establecer de manera muy clara en mi mente cuáles serían las cosas que iba a exponerle como peticiones. Y esto, recalcó, era muy importante. Pero yo le dije que para entrar en el templo de la diosa tienes que ser invitado en sueños o un estado parecido y que yo no recordaba haber soñado una invitación al templo de Isis. Pero Anastrela no se inmutó, sonrió apaciblemente y se limitó a recordarme por medio de imágenes, aquella famosa e inolvidable ensoñación que tuve a los 18 ó 19 años en la que veía un templo de luz y subía las escalinatas, al final de las cuales había una mujer que me invitaba a entrar en el templo, con los brazos abiertos. Me quedé estupefacta. Eso había pasado hace mucho tiempo y yo prácticamente ni siquiera lo relacionaba con la invitación de una diosa, me había habituado a creer que estaba entrando en los anales Akháshicos y mi amiga Anastrela sonriendo me dijo: “¿Ves? Hace tiempo que has sido invitada, sólo estamos esperando que te decidas a entrar”. También me dio una serie de instrucciones para hablar con Isis, un poco a modo de orientación, pues según ella, yo ya la conocía, y en cierto sentido además no era necesario ni siquiera hablar, pues ella ya sabía todo lo que yo necesitaba. Pero de todos modos, sería muy útil tener las cosas claras en el momento de estar frente a la diosa. La noche de la luna llena llegó y yo entré en el templo casi como en un abrir y cerrar de ojos, más como si fuese empujada que por un impulso predeterminado. Mas para mi sorpresa Isis estaba allí sentada en su trono y me recibió con la dulzura de una madre, yo podía verme cómo ella me veía y aparecía como una niña pequeña frente a la diosa, por más que intentara recobrar la memoria de mi cuerpo de mujer sólo podía verme como una niña. Ella simplemente no habló, me abrazó y me escrutó con su mirada, que no podría encontrar las palabras exactas para describir, sus ojos eran cristalinos y su

mirada era muy profunda y transparente con una ligera acuosidad, como si fuera agua de mar. Vestía de lino blanco y llevaba esa corona de dos cuernos de vaca entre los que señoreaba la faz de la luna llena. Y su cabello era negro y lacio y perfumado, era delicada en sus facciones pero en sus expresiones resultó ser muy enfática, además de que no me preguntaba nada sino que me leía la mente. Ponía sus manos sobre mi frente o en mi pecho y podía ver lo que allí había. Cuando puso la mano sobre mi frente ella sonrió con mucha dulzura. Prodigiosamente, extendió hacia mí un papiro y me lo entregó asintiendo con la cabeza. Entonces, me acercó hacia ella y puso su mano sobre mi pecho, entonces su expresión se entristeció, un poco. Extendió su brazo izquierdo hacia el infinito y apareció un hombre que yo podría describir como Nembrod y lo colocó a mi derecha y nos unió de las manos, diciendo en nuestras mentes: a mí, “Tú siempre has de estar a su izquierda” y a él: “tú has de permanecer a su derecha”. Entonces apareció una especie de mapa con la forma de un laberinto, sobre el cual estábamos los dos. Era simple ver en ese mapa que era el camino trazado para encontrarnos y que en cualquier momento nos encontraríamos. Entonces ella lo miró a él y le dijo mentalmente que debía cuidar de mí mientras yo estuviera a su lado, porque ella sabía que los dos nos estábamos buscando. En algún momento salí del templo pero no lo recuerdo, recuerdo vagamente que Anastrela estaba allí sentada en el bosque esperándome, bajo la luna llena y que me habló sobre la diosa, me contó cosas sobre ella, que luego yo pude corroborar en mis lecturas acerca de Isis. En las instrucciones para entrar en el templo uno debe estar acicalado, es decir, hay que prepararse unas abluciones para purificarse, ese día por cierto yo me había dado un baño de reina, y sentarse o acostarse en una estera frente al templo junto a las serpientes del sueño, cuidada por el Zácoro. De hecho, había un hombre que yo imagino sería el Zácoro, que iba con una pequeña lámpara arropando a los soñantes, pues yo no estaba sola, había más personas allí conmigo deseando entrar en el templo de la diosa. Todos debíamos estar arropados con pieles de animales o armiño, yo elegí esto último, pues lo encontré más benigno. Anastrela me había recordado que yo ya conocía ese ritual, pues lo había explicado de manera muy fidedigna en el primer libro de la trilogía de Arcana. De los otros rituales apenas recuerdo uno vagamente, el del Pozo de la Bonanza, como le llama Anastrela. Era una especie de baile que interpreté junto a unas ninfas del bosque, con cántaros llenos de joyas y oro que caían interminablemente dentro del pozo. Pero este performance fue bastante más corto que la Ceremonia de la Tríada. En cierto modo, estoy desconcertada por la naturaleza de estas operaciones “mágicas”, pues no se trata de prácticas tradicionales, es puro poder de la imaginación. Y me llama la atención que durante mis pesquisas acerca del tema de la magia del Chaos, tema que está cobrando para mí un interés creciente, algunas de estas operaciones mágicas, son casi, por no decir enteramente, “mentales”. La visualización y una cierta libertad y espontaneidad llevan la batuta en estos rituales mágicos de la Nueva Era. Y espontaneidad es lo que aparece frecuentemente en mis encuentros con Anastrela, nunca estoy completamente segura de lo que va a ocurrir y parece que ella tampoco, aunque la veo confiada y esa confianza me tranquiliza y me permite crear un espacio de apertura hacia el potencial del espacio creativo.

17 de abril Anoche Anastrela no apareció físicamente pero me hablaba, para ayudarme como la mayoría de las veces, a relajarme. Insistentemente me preguntaba por un aspecto o arquetipo fijo en la casa del Yo, en mi carta Natal, Neptuno o Poseidón. Insistía en él porque mi mente continuamente se dispersaba y vagaba en imágenes o ideas que no tenían ninguna importancia ni ayudaban a mi relajación ni aprendizaje. De modo que en cuanto pude enfocarme, aunque por breve tiempo, ella describió las cualidades que Poseidón traía a mi carta natal en la casa del Yo, como el aspecto de la creatividad y el poder de la imaginación. Me preguntó de qué forma se me figuraba en la mente el arquetipo de Neptuno y para mí, siempre ha formado parte de las imágenes arcanas de la imaginería fantástica occidental: un hombre hecho de agua, con una corona en puntas de agua cristalina y barbas y cabellos largos y ensortijados hechos con tirabuzones de olas traslúcidas. De estatura más que elevada, gigantesca y el tridente sostenido en su puño derecho. De semblante benevolente pero temible en su aspecto pasional. Pues en la polaridad, su aspecto más benigno nos lleva al romanticismo, a la idealidad, la recreación en un mundo imaginario y el poder de la imaginación, como Anastrela me confirmó. Pero en su aspecto fiero, Poseidón es más que peligroso; mientras que es benevolente, es envolvente, abraza y nutre, en su faceta fiera, arrasa, arrastra, inunda, embarga y desborda sin control del Yo. Anastrela me pidió que reflexionara sobre estas cualidades y que intentara adaptarlas e integrarlas a mi “sí mismo”, no como un ente externo sino como una fuerza intrínseca al Yo. De forma más relevante que en otros aspectos de mi vida, puesto que Neptuno está en mi casa del Yo, su poder e influencia son, de hecho más evidentes que el de Afrodita o Venus en mi casa dos o Plutón en mi casa doce. Aunque esto también depende de la situación del planeta en el plano astral temporal, es decir, que el signo de la persona esté enfocado o aspectado durante un período específico, en ese planeta o arquetipo. Anastrela sólo me pidió que reflexionara sobre Poseidón y que intentara ubicarlo en mi vida presente, en estos momentos, para saber cómo se estaba manifestando. La amabilidad y actitud protectora de Poseidón se manifiesta en una figura masculina, con frecuencia de mayor edad que la mía, es decir, un hombre maduro que puede superar los 40 años. Su relación hacia mí está completamente definida por el arquetipo, pero sólo en relación a mí, pues está en la casa del Yo de mi carta natal. Esto quiere decir que el modo como yo lo perciba será a través de los aspectos de este arquetipo, aunque no tiene por qué comportarse o ser necesariamente de ese modo en otras circunstancias o relaciones, ajenas a mí. Reflexionando, reconozco que Poseidón también posee esa sabiduría de los olímpicos arcanos y esa benevolencia que despide hacia mi persona es sólo la proyección del arquetipo, es decir, cualquier relación que comience con la impronta de Poseidón será una relación en la que me sentiré implicada, protegida de alguna manera y considerada. Aunque ésta pueda cambiar con el tiempo y las circunstancias, pues como ya dije, su manifestación depende de mi percepción del arquetipo y el arquetipo tiene un tiempo de duración e influencia que no es eterno. Otra reflexión es el grado de atracción que Poseidón puede ejercer, y dada su posición en mi carta astral, ésta es enorme. Puedo llegar a sentirme profundamente implicada y hasta identificada con la manifestación del arquetipo de Poseidón y esto, debo reconocerlo, ya me ha pasado con el Lama Ole, un piscis (agua), profundamente amoroso y protector. Dondequiera que esté el elemento agua, Poseidón en mayor o menor grado, hará su aparición y establecerá sus conexiones. Además reconozco que mi

tendencia personal es a abrirme y amar, por decirlo de algún modo las manifestaciones de Poseidón en mi vida, tenga o no relaciones estrechas con estas personas. José de Triana mi amigo inolvidable, era también otra manifestación de Poseidón, otro piscis, nutriente y amoroso, además de sabio. Pero reconozco que su influencia, como ya he visto, no dura eternamente, aunque parece que siempre termina siendo cubierta su ausencia por otra manifestación. A Poseidón en su relación con el Yo le agrada soñar, imaginar, proyectar y sobretodo, es profundamente amoroso y romántico, idealiza el objeto de su proyección y eso es lo que a mí me ocurre ante la presencia de su arquetipo. El problema es que al descubrir, una vez pasada su influencia, que el sujeto de la proyección de Poseidón no corresponde con las dimensiones de la realidad, puedo caer, aunque no sucede siempre, en una profunda decepción. Eso fue lo que me pasó con Nano, otro ser de agua (cáncer con ascendente piscis) y un poco también con el Lama Ole, aunque estoy procurando no irme al otro extremo. Pues el amor y la admiración que he sentido por él no fueron irreales y quisiera hacerlos permanecer en el estadio más real de la gratitud. Sigo reflexionando y preguntándome en qué otras formas se manifiesta Poseidón, además de mi búsqueda mística y creativa y en seres reales con características del elemento agua. Pues Anastrela no sólo me pidió que reflexionara, sino también que aplicara los aspectos de Poseidón en este momento de mi vida. Luego vimos que era importante despojarme a mí misma de una visión prestada, que me recordó mucho las sabias palabras que una vez me dijo mi amigo José: “A veces reflejas una energía prestada, que no es tuya, un poco como la luna, que refleja la luz del sol”. Y comprendí que estaba viendo en muchas ocasiones y situaciones, las cosas a través de la perspectiva de mi madre, sobretodo, con los hombres. No los veía a través de mis propios ojos, sino a través de los ojos y las palabras de ella. Y comprendí que era una perspectiva falsa porque no sólo me perturbaba, sino también me aislaba de la realidad. Para despojarme de esa visión errónea, Anastrela me propuso desnudarme e imaginar que mi piel se caía como si mudara de piel, a la manera de las serpientes; y recordé y comprendí en ese instante el símil en la historia de Nembrod, al final de sus días, el modo como se le caía el rostro avejentado, como si fuera una máscara que hubiera llevado durante muchos años. Es decir, las ideas erróneas adoptadas de la visión prestada de otros, y no de la propia experiencia. Lo vi con claridad en un instante, y cuando toda mi piel se renovó por completo, Anastrela hizo aparecer una serpiente enorme, casi como una boa; una de esas serpientes grandes, con colores dorados y pardos, e inofensiva, que se enroscaba por todo mi cuerpo como si me acariciara y me limpiara. La serpiente es uno de esos símbolos esquivos en mi vida y debo reconocer que está ligado al mar, al agua, tan importante en mi carta astral. De modo que no puedo pasarla por alto. No sin cierta intención por mi parte, encontré y comencé con ánimo de instrucción, la lectura de uno de los múltiples artículos esotéricos que me llegan al mail, acerca del Ascenso de la Kundalini; pero he de decir que la mitad de la información se me escapa y la otra mitad no encaja del todo con los conocimientos que ya manejo acerca del tema, como si faltara algo y de hecho, como si sobrara mucho. El artículo dice: “Kundalini significa literalmente enroscarse”, al modo como se enroscaba la serpiente durante mi terapia de imaginación activa con Anastrela. En repetidas ocasiones, Anastrela me ha pedido que continúe realizando los ejercicios de conexión con la tierra y despeje del canal central que aparecen en el libro de Barbara Hand Clow Ejercicios Pleyadianos. Y encuentro cierta información en el artículo

mencionado que alude al cuerpo humano como un canal que sirve de vehículo de las energías de la tierra y el cosmos. Exactamente como se detalla en uno de los ejercicios pleyadianos, uno de los que más disfruto hacer, en el que la visualización permite que la energía de la tierra y el cosmos circulen simultáneamente a través del canal central. Ahora me pregunto que relación tienen todos estos símbolos en este momento actual de mi vida. La serpiente y Poseidón son símbolos del elemento agua. Aunque en mi libro de Las Maquinaciones de la Noche, la serpiente figura como un elemento de Tierra, para mí particularmente, tiene más relación con el mar y con el agua y me recuerda ese sueño que tuve el verano pasado con dos serpientes de coral, una amarilla y negra y la otra roja y negra, en el que ésta última me mordía en el pie y era precisamente, la serpiente de veneno falso. (Ahora interpreto que el sueño en que Hanna me daba una medicina para curar la enfermedad de mi pie, podría, por qué no, ser una continuación de este sueño). Según este libro la serpiente, de ambivalente connotación en la simbología, representaba en Egipto una imagen solar, lo que significa, la totalidad de la energía psíquica. Símbolo también de los fármacos como el caduceo de Hermes, y de la médula espinal. Reflexionando y siguiendo las sugerencias de Anastrela, la serpiente puede significar en este momento la necesidad de un trabajo de transformación de la energía psíquica, a través del despeje del canal central. Poseidón es en la simbología de Jung, más o menos el dios de las emociones y las pasiones. Poseidón es rencoroso, vengativo y colérico, pero en su faceta benévola, como ya dije más arriba, “este arquetipo es también por el que se puede contactar con un mundo psicológico de gran profundidad y belleza”. (Fuente: Arquetipos en las divinidades. Ulises Sánchez. Página Web: paganfederation.org). Dice también: “bajo este aspecto se expresa con frecuencia, el escritor, el músico o el artista”. Sus rasgos son: pasional, imaginativo, compasivo, profundamente intuitivo o clarividente y hasta caótico. Parece necesario equilibrar sus pasiones en la obtención de lo que el autor denomina un delfín, que simbolizará el guía del inconsciente. Que le invitará a desarrollar su sensibilidad, a ser cariñoso y comunicativo. Todas cualidades del agua, muy presentes en mi carta astral. Chapucear en las aguas profundas del inconsciente es precisamente, lo que estoy intentando realizar, desde hace más o menos año y medio y lo que Anastrela pretende ayudarme a conseguir con su orientación en las terapias de imaginación activa y de magia. En el mito de Poseidón, a pesar de que el caos se cuenta como una de sus características, no parece ser dañado por éste, pues se cuenta en repetidas ocasiones la acción de Poseidón como organizador del caos, durante los tiempos en que los Titanes peleaban contra los dioses. Pero también, en su interior hay una fuerza titánica y desbordante y caótica, inconmensurable, que sólo él es capaz de dirimir. Mi forma particular de percibir el inconsciente es a veces como una bruma oscura, pero con más frecuencia aparece como una sensación oceánica, por decirlo recordando un poco la terminología psicológica. Parece que en el reino de Poseidón, además de sus atributos, habitan infinidad de especies de seres vivos y monstruos. “Los personajes de Poseidón, en su mayoría, son bizarros, desconocidos, traidores, inesperados, terroríficos especialmente por su potencial desorganizador. Pueden provocar cambios tan violentos e inesperados, que vienen impregnados de locura. Inundan, encharcan, destruyen límites. Se traducen en pasiones intensas y sobresaltos”. (Fuente: Poseidón Señor de los

mares y el enfrentamiento de los aspectos monstruosos del alma. Ana María Cordeiro. Página Web: adepag.org). Esto implica en gran medida, parte de la naturaleza de sus manifestaciones. Que pueden ostentar tales o cuales características, supongo, en relación con el estado particular de la consciencia de aquel que realiza las proyecciones del arquetipo. Lo que Poseidón representa en este momento se me asemeja más a una proyección que con un aspecto intrínseco y quizá por eso, Anastrela insistía tanto en que reflexionara en él no como algo externo, sino al contrario, como algo inseparable del Yo. Porque era necesario despojarme de la visión obsoleta de la proyección y ver que ese poder oceánico que Poseidón manifiesta delante de mí, en realidad, es parte de mí y no sólo una creación del inconsciente o un habitante del reino potídeo. Tiene una relación inmediata con mis emociones, sobre todo con mis pasiones más profundas que en estos precisos momentos yo relaciono sin duda, porque se trata de una necesidad vital, con mi anhelo –insatisfecho-, de ser amada. El amor como pasión recíproca, el amor como Nembrod y Esperantia, (¡cómo no!) su diosa del mar. Es decir, la psique proyecta por hábito, pero también por necesidad, por anhelo vehemente, pasional. Ahora, gracias a Anastrela he podido despojarme de la visión prestada y considero necesario trabajar el canal central, permitiendo así que la energía fluya de manera natural y pueda restablecerse la armonía en el conjunto orgánico, del ser humano y del cosmos. “Como figura arquetípica –dice Ana María Cordeiro-, (Poseidón) es el señor de las fuerzas primitivas y misteriosas de la psique, especialmente conectadas a las emociones. Reina sobre las estructuras indiferenciadas y preocupantes contenidas en el gran mar del inconsciente, a la vez que gobierna sobre las energías benéficas representadas en la exuberante vida sub-acuática y las fertilizantes aguas dulces. Esto implica en mi casa del Yo, en mi propia esencia una conexión muy profunda, no sólo con mis emociones y manifestaciones psíquicas, sino también paralelamente, con las fuerzas internas, las potencias instintivas de la psique, con el potencial sin forma de mi realidad psíquica y por ello con el devenir de mi propia historia personal. Podría decir que en cierto sentido; ya sea que se manifieste en un ser de carne y hueso, en virtud de la proyección o la ley de precipitación, o bien encarne en las actitudes del Yo, Poseidón fue-es-será el formador de lo informe, el constructor del ideal latente en las profundidades de mi psique hacia la superficie del Yo; un aliado-artesano en la construcción de mi propia personalidad. Resulta absurdo dudar de un socio tan cercano, cuando conocemos que su misión principal es la de dar forma a lo informe. El arquetipo tiene la misión de sacar, por decirlo de alguna forma, de las profundidades del inconsciente, toda la energía sumergida en la Sombra y darle forma en la realidad de la conciencia, a partir de esas energías benéficas de vida exuberante. Es racional sentir temor por tan poderosa potencia, valga la redundancia, porque no se trata de un superficial impulso de vida, es un impulso subterráneo, sub-acuático, denso, oscuro, informe, que encierra un desbordante y complejo potencial, cuyos pronósticos para la conciencia son casi imposibles de descifrar. Lo básicamente desconocido que no es otra cosa que lo monstruoso de las profundidades del ser humano. ¿Miedo? Por supuesto, pero es más lógico decir: miedo a mí misma, porque el arquetipo aunque masculino está en la primera casa, la casa del Yo, por lo tanto tiene conmigo una relación muy estrecha, por no decir, indisoluble. Sin embargo, de lo que precede, coexiste no sólo el miedo, sino también el deseo, y más aún, el propósito de desentrañar esa potencia neptuniana, que ahora comprendo, en

repetidas ocasiones, a lo largo de mi vida, ha cobrado un asombro y un misterio casi incomprensibles, para mí misma. Al final de su ensayo, la autora concluye: “Creemos que ese mitologema apunta a un camino de individuación, partiendo de los riesgos para el ego, representados por la vivencia de emociones violentas paralizantes, llegando, mediante la acción del héroe, a la elaboración de sentimientos profundos y al contacto creativo con nuestros aspectos sombríos”. La acción del héroe en ese mitologema supondría un camino hacia la elaboración de la individuación y la formación plena del Yo; la acción del héroe que demanda valentía frente al riesgo, no puede permitir un simple acomodarse y “observar la rueda rodar”; pero también el apadrinamiento de las fuerzas divinas contenidas en el Yo o no, a las que sería preciso recurrir durante la hazaña. Eso ya me resulta conocido en gestas como la de Atlante, de todas para mí, la más heroica por la medida de su entrega, de su fe incondicional en el guía de la travesía, la Unicornio Anaya. La acción del héroe demanda pues, disposición y entrega absolutas, lo cual no garantiza en ningún caso el buen fin de la hazaña. Y en ese porcentaje de riesgo recae el caos, el azar, como compañero misterioso de las acciones del héroe. La entrega del héroe, en este caso, Atlante, es una suerte de desprendimiento absoluto, una confianza plena en la palabra del guía, sin importar las consecuencias, pero no sin conocimiento del riesgo que ello conlleva. El héroe no avanza a ciegas, es imprescindible, especialmente para la formación impartida por su guía, que el héroe tenga pleno conocimiento de los peligros que conlleva su gesta; no sólo para que él pueda por sí mismo establecer el alcance de sus acciones y el planteamiento de su estrategia, sino también y muy especialmente, como medida de su propio valor y entendimiento, de su valentía y su conciencia. La confianza es pues, imprescindible, sin ella el héroe está perdido y no tiene posibilidad de alcanzar su heroicidad. Su heroicidad es la meta, se resume en el cumplimiento de la misión establecida por las fuerzas divinas, en él. Concebirse como un héroe es la mitad del trabajo del héroe, pues la otra mitad consistirá en dar el paso crucial para aceptar su destino de héroe. Algo similar, sin duda, le ocurre a Erianor. Vuelvo sobre los personajes de la trilogía porque son sin duda, emblemas de mi propia experiencia interior, nada menos. Erianor tampoco puede vacilar, de hecho no existe en su mente la oportunidad para ello, avanza decidido, pero también avanza a partir del conocimiento de las consecuencias de su avance. No desconoce las implicaciones que su decisión tendrá sobre los diferentes aspectos de su vida, pero también, especialmente sobre el destino de los que le rodean. Su entrega, similar a la de Atlante, se define en un altruismo inconmensurable. Pues ambos son hombres cuya vida ha sido plena y fructífera, pues la felicidad les había colmado sus días sobre la Tierra Arcana; tenían mucho que dar y sobretodo, estaban dispuestos a darlo. Y el precio de esa entrega no tiene tasa ni medida posibles para la psique de un hombre normal, después que conocemos el sufrimiento indecible por el que ambos han tenido que pasar. Un corazón grande los asemeja a ambos, un corazón que no les cabe en el pecho, capaz de acoger sin distinción el sufrimiento de todos aquellos que los rodean. Por eso son seres extraordinarios, porque ya no piensan a partir de sí mismos, se funden más bien en la realidad que les circunda y a la vez, la envuelven haciéndola propia y haciendo acopio de sus propias fuerzas internas, toman una decisión trascendental, una decisión valiente. Eso hace de una gesta humana, una gesta épica y también mítica. Los héroes que son capaces de trascenderse a ellos mismos, se convierten en mitos. Pasan a formar

parte de los emblemas universales de la mente universal, se convierten en estrellas eternas en un firmamento eterno. 23 abr. 09 Para entrar en sintonía con las enseñanzas de Anastrela en estos últimos días y que no muy prudentemente he olvidado reseñar, recuerdo su respuesta ante mi sempiterna pregunta acerca de la ausencia de mi compañero. La respuesta nunca se me había planteado de esa manera, de muchas otras variadas formas sí, pero no de ésta. Para Anastrela la respuesta estaba en Las Esferas. A continuación, reseñó una serie de instrucciones y me dijo que Las Esferas tenían que ver sobretodo, con el Principio del Magnetismo que, sabiéndolo yo o no, yo poseo en abundancia –aunque no bien canalizado del todo, por lo que pude deducir-; las sugestiones, las conexiones neuronales, las visiones propias o prestadas de las que ya me había instruido, entre otras cosas. Para Anastrela era de vital importancia que yo comprendiera cómo funcionaba el Principio del Magnetismo y para eso era indispensable que pudiera comprender el concepto, mucho más complejo de las Esferas. Me instó a que recordara de mis clases de historia de la Filosofía, la Teoría cosmológica de las 55 Esferas de Aristóteles, respectivas a la estructura del universo y me dijo que efectivamente, aunque no bien comprendida, esta estructura del universo se puede extrapolar a otros niveles de la realidad, especialmente en lo concerniente al manejo de las energías. El número de esferas no está claro, puede ser mayor al de 55, pero no estaría segura en decir, que es un número infinito. El caso es que sin entrar en el tema del karma, Anastrela me explicó, que de acuerdo con el uso de su energía vital, las personas se mueven en una u otra esfera, de acuerdo con sus tendencias, conexiones neuronales, visiones de la realidad propias o prestadas, sugestiones, creencias, y, especialmente, su poder magnético. Como los niveles en alguno o varios de estos aspectos difieren en relación con los sujetos y sus tendencias, estos se mueven en distintas esferas y probablemente, es muy posible que no lleguen a establecer contacto, a menos que uno de ellos o ambos decidan cambiar de esfera. El mecanismo de funcionamiento de las Esferas, es incluso más complejo de lo que he sido capaz de acotar aquí, pero todavía lo es más, ese proceso misterioso, a través del cual, se realiza una operación como el cambio de una esfera a otra; podría decirse que comienza con un evento que podríamos denominar “cambio de paradigma”, porque tiene que ver con la transformación integral de todo un sistema orgánico, o al menos esta es la idea que sobrevive a la intrincada explicación de Anastrela. Una persona que decide cambiar de una esfera a otra, por lo general lo hará con el propósito de mejorar, es decir, de incrementar su energía o poder magnético. Pero sobretodo, para poder realizar este paso, es indispensable conocer las propias circunstancias, reflexionar pues sobre nuestra vida actual, (no pasada, o en todo caso, el camino que nos ha llevado hasta donde estamos ahora); eso es muy importante, saber cuáles son nuestras condiciones presentes, dónde estamos (algo en lo que Norbu Rinpoché hacía hincapié con frecuencia en las enseñanzas del Dzogchen). Cuando sabemos esto, que es lo fundamental, podemos comprender mejor el mecanismo de las Esferas. Es posible y suele darse con frecuencia, que el cambio de Esferas se dé por ciclos, de forma más bien natural, cíclica; con lo cual muchos de los eventos que experimentamos como críticos, tal vez sólo sean síntomas de ese cambio entre esferas. Pero la idea central de las Esferas tiene que ver como Anastrela hizo hincapié, con el principio de magnetismo y por eso también, es muy importante que seamos capaces de comprender

cómo funciona este principio per sé y cómo funciona en nuestras vidas, es decir, cómo manejamos la energía magnética. Cuando somos conscientes del propio manejo de la fuerza magnética, muchas cosas se nos vuelven especialmente claras a la vista de nuestra vida actual, nos hacemos más concientes de aquellos de nuestros procesos mentales y emocionales que subyacen por debajo de la conciencia y de los patrones de nuestro proceder. Entonces somos capaces de decidir el patrón que deseamos desarrollar, de señalar la ruta que deseamos seguir, o qué nivel de las Esferas deseamos alcanzar. Es un proceso que puede llevar años, pero puede estarse llevando a cabo, paralelo a nuestro diario vivir, sin que seamos partícipes de forma consciente, hasta que de repente… Puf! Algo esencial ha cambiado, ya no nos sentimos igual con respecto a nuestro pasado reciente y hay una urgencia por cambiar. Vemos que estamos construyendo, si no está construido ya, un “nuevo paradigma” de vida y que estamos actuando y sintiendo de acuerdo con ese nuevo patrón. Pero como todo proceso, al principio hay un período de reajuste, durante el cual, el ser se acomoda al nuevo estado, a la nueva esfera, y experimenta por primera vez los cambios en sí mismo, del manejo de la energía, todavía tendrá que lidiar con algunas resistencias del período anterior, pero éstas, poco a poco y a medida que el ser se va integrando en el nuevo estado, irán perdiendo influencia, hasta que finalmente desaparezcan por completo. Todavía no me ha explicado Anastrela profundamente el comportamiento de la fuerza magnética, pero es algo que puedo reflexionar por mí misma con los conocimientos que poseo y la propia experiencia en el manejo de esa energía en mi vida, creo que ése era en realidad el propósito de Anastrela, que fuera capaz de sacar mis propias conclusiones en base a mi propia experiencia y conocimientos, y en todo caso, si tuviera alguna pregunta al respecto podría siempre contar con su respuesta. En resumidas cuentas, Anastrela me explicó que mi compañero y yo no estamos juntos porque nos estamos moviendo a diferentes escalas entre las Esferas y dado que uno de los dos debía cambiar de Esfera para coincidir con el otro, y dado que era yo la que estaba recibiendo esta instrucción era evidente que se trataba de mi propio proceso de cambio entre esferas, es decir, que tenía que ser yo la que diera el salto. Y el modo de hacerlo es lo que he explicado de la forma más clara posible un poco más arriba. Pero Anastrela no me dio instrucciones precisas, ni mapas, ni nada de eso, (aunque algún mapa apareció durante su instrucción referente al encuentro con mi compañero, pero del que no me ha hablado aún); sólo insistía con vehemencia que me abriera y confiara en el Padre Cielo, Ouranós, como ella le llama y que le permitiera llenarme de su plenitud. De modo que desde hace un par de días y con ese propósito he comenzado una visualización de apertura hacia el cielo abierto. Ella insiste en que todas mis peticiones las dirija siempre a él, al Padre Cielo, Ouranós, y que descanse confiada en su provisión. Sin embargo, debo ser honesta y reconocer que tengo problemas con el tema de la fe y que ahora mismo estoy intentando aprender primero a relajarme, porque creo que mi falta de fe se debe, especialmente a esa tendencia aprendida en mi familia biológica a tener miedo de todo, especialmente de nuestra propia buena suerte. Es decir, a no confiar jamás. Como estoy en proceso de “descascarillamiento” y “pérdida de la vieja piel”, ese paso me está llevando algo de tiempo. No obstante, considero de gran ayuda el poder trabajar con herramientas, como el Método para los actores de Stanislavsky, conducente a la suspensión de la incredulidad. Lo que me hace rescatar buenas y sanas memorias de mi confianza en el poder del Cielo o del Espacio.

Quiero decir, que la fe no es algo que uno pueda manipular sin ser conciente y ahora comprendo que esa fe tiene mucho que ver con el Principio de Magnetismo en el que tanto insistía Anastrela. Aquello en lo que realmente creemos es precisamente lo primero que manifestamos. Creer o tener la convicción de que realmente un evento u objeto se va a producir “de la nada”, es Magnetismo, es trabajar con ese tan cacareado Secreto y poder de Atracción del que los pseudo-filósofos de la modernidad tanto alardean haber descubierto. En realidad, no han descubierto absolutamente nada, salvo que se han dado cuenta del proceso en virtud del cual todo tiene su lugar en el multiverso. Mi primera reflexión había sido que la fe no es algo que uno pueda manipular, pero en seguida comprendí el principio tras el cual se sustentaba la vehemencia con que Anastrela me sugería abrirme al Padre Cielo, Ouranós; y automáticamente, me decanté por la conciencia como clave de este mecanismo. Una especie de conciencia sutil, es decir, no manipuladora, que comprende, conoce y se da cuenta, pero que no participa activamente en el proceso de Magnetización. Y para que no exista ni el más mínimo atisbo de manipulación, ciertos procesos inherentes a la conciencia tienen que desactivarse, y el principal de ellos es el pensamiento discursivo. No hay mucho, en realidad, nada qué pensar en relación con este proceso. Se hace y se deja actuar, como cuando echamos pomada en una irritación cutánea, no estamos removiendo para ver cómo actúa la pomada para hacer desaparecer la irritación, porque hacer eso no servirá de nada en la curación. El agente activo no está en el escrutar, sino en la pomada. Por obvio que parezca. El agente activo en el proceso de magnetización es la fe: creemos en verdad que lo que estamos haciendo: oración, meditación, ritual mágico, dará unos resultados, y de hecho, siempre los da. La conciencia es en este proceso, un mero agente pasivo, un observador. Pero su presencia, no obstante es indispensable para la psique. Si no nos damos cuenta de que las cosas pasan es como si no pasara nada, no hay entonces aprendizaje y por lo tanto, no hay crecimiento verdadero. Y el propósito fundamental en este proceso de Magnetización es sin duda, que haya crecimiento, evolución; de ahí la estrecha vinculación entre este Principio del Magnetismo y las Esferas. Ahora todo este proceso de instrucción por el que estoy pasando junto a Anastrela, está empezando a cobrar algún sentido para mí. Porque desde lo más profundo de mi corazón y con toda la honestidad que me caracteriza, admito que en ocasiones, siento todavía la aprehensión de estar perdiendo un poco la chaveta, de que ni siquiera esté siendo del todo conciente de la realidad y todos esos temores ancestrales que me han acosado a lo largo de toda mi vida. El hecho de que yo pueda escucharla, no en el sentido sensorial, sino interno, de sentirme conectada a su “persona”, a su “voz”, es algo que tiene sin duda, un grado importante de realidad para mí, mucho más de lo que lo tuvo en años previos. Porque Anastrela no acaba de aparecer este año, lleva años entrando y saliendo de mi conciencia, hablándome, contándome cosas que yo he tomado más o menos con cierto interés. Pero la coherencia que encuentro ahora en sus instrucciones me hace aumentar mi interés, sin embargo, también cierta prudencia subsiste en cuanto a tomarme demasiado en serio todo esto. Quiero decir, Anastrela siempre insiste en que no revele las características de sus instrucciones mágicas o filosóficas o psicológicas, etc. (El rango de su instrucción es bastante amplio). Pero no creo que lo haga por el hecho morboso de mantener oculto algún secreto ancestral, sino básicamente, por cuidar mi status de sanidad mental, para conmigo misma y la realidad que me circunda. Ella no ignora ni yo tampoco, las abismales diferencias que se levantan como muros colosales frente a la realidad de nuestro encuentro en los predios

de la imaginación, y esa otra realidad que la física cuántica llama espacio entre átomos, que parecen muy concretos y reales. Es decir, la realidad de a pie. Su actitud preventiva obedece sobretodo, según puedo prever, a un respeto innato por el equilibrio de la naturaleza. Ahora mismo, me está dictando de forma más bien, informal estas palabras que estoy redactando en este preciso último párrafo. Como me encuentro receptiva hacia ella, escucho su voz con más claridad. Ella me dice que sabe y yo también, por consiguiente, que en el Oliberzo, -a mí me agrada llamarlo así-, subyace un orden, un patrón de coherencia más bien, entre el Caos y el Orden, que como explicaba Heráclito, se dan simultáneamente en el Universo. Y esa coherencia es el principio del equilibrio de la naturaleza. De modo que cuando centramos nuestra atención y energías en algo, que como yo lo entiendo, pertenece a cierto grado de la realidad, significa que en otro lugar del universo estamos activando el opuesto con el cual se encuentra relacionado de forma natural, pues el universo no es algo estático, sino un organismo vivo. Esta es la base de los principios de la naturaleza: que nos hayamos inmersos, formando parte vital de un organismo que goza de vida, por sí mismo, pero no de manera independiente. Y también está presente en los fundamentos del electromagnetismo. Todo está interconectado, no podemos aislar nuestra acción y pensamiento del resto de lo que conforma la realidad, en sus distintos niveles, sólo podemos aprender a manejarnos dentro de esta coherencia. Todo intento o propósito por sustraernos a la realidad en cualquiera de sus grados, sólo precipitará -pues esa es otra forma del comportamiento del principio del Magnetismo, la fuerza electromagnética-, su contrario. Y esto es de suma importancia tenerlo en cuenta. Me viene a la mente la imagen de un surfista, vadeando las olas del Océano. Somos como surfistas sorteando las grandes o pequeñas olas del Océano de la Vida. Para algunos, el éxito puede consistir en llegar a salvo a la playa y para otros, quizá sólo consista en el gozo de la hazaña. Anastrela me previene contra el tornarme demasiado seria con estos temas. Muchas de las prácticas que llevo a cabo actualmente por su orientación son sobretodo, conducentes a estimular la energía gozosa de la vida, a experimentar la dicha de estar vivos. Aunque yo siempre he anhelado “recuperar” esos poderes mágicos, que desde algún rincón recóndito de mi subconsciente creo haber ostentado en algún momento de mi experiencia vital, me parece presentir en las instrucciones de Anastrela, que ese propósito quizá no sea lo más importante. Todo ha de llegar, en tanto sea necesario para nuestro pleno desarrollo. 28 abr. 09 Hoy he vuelto a estudiar Antropología y eso me entusiasma, pero también es cierto que desde que Anastrela me habló (sería más justo decir “me sugirió”) sobre el tema de la ley del electro-magnetismo, estoy muy interesada leyendo y mirando videos acerca del electromagnetismo y la Física fundamental. Por momentos, tengo ese pensamiento en el que desearía poder ser más inteligente y entender todas estas cosas, además de sólo sentir cierta atracción por ellas. Me habría gustado prestar más atención o sentir mayor motivación durante mis años de estudio en secundaria. Pero el caso es que este pensamiento no tiene ninguna validez, porque surge de un esquema arcaico de autoestima, en el cual yo me siento aún inferior, por debajo de la media y por causa de esto, este esquema puso en su momento un mecanismo de

autosabotaje inconsciente en todos mis antiguos esfuerzos por estudiar. Por esa razón, hoy he retomado los libros, aunque sin ser enteramente consciente de esto. Hace un par de días, Anastrela me ayudó a realizar un par de ejercicios de visualización creativa conducentes a trabajar sobre el Logos programado en mis esquemas subconscientes. Fue muy interesante ver cómo ciertas palabras de determinadas personas, que produjeron sobre mí un efecto de sugestión profunda, fueron liberadas automáticamente del subconsciente con una señal muy clara en un profundo sentimiento de bienestar y alivio. Anastrela simplemente me pidió que colocara a esas personas en particular dentro de una cápsula abovedada y transparente de un sutil color azul añil, explicándome que la propiedad de ese color impedía que esos parásitos del Logos continuaran anidando en mi subconsciente y de ese modo, perdían su fuerza inicial. Para mí el lenguaje siempre ha sido muy importante, aprender a expresarme no sólo por escrito –cosa que me ha costado cierto esfuerzo y dedicación-, sino también, verbalmente, constituye un reto permanente para mi autocontrol y autodefinición. En el segundo ejercicio, (éste fue en realidad, un ejercicio posterior) Anastrela me ayudó a trabajar con la visualización creativa para la definición clara de mis deseos, utilizando la antigua pantalla de mi laboratorio interno, antiguamente construido durante los ejercicios en la meditación alfa, hace más de veinte años (la misma época en la que fui invitada a entrar en el templo de Isis). Ella siempre hace hincapié en lo importante que es alcanzar el estado de relajación que produce esas ondas alfa en el cerebro. Y cada día me recuerda con el mismo énfasis la apertura hacia el padre Cielo Ouranós. Después de esto he estado muy interesada en comprender la ley o mejor dicho, las fuerzas del electromagnetismo y su funcionamiento en la naturaleza. También he podido constatar ciertas sincronías en la información que me llega. Como por ejemplo, ese video fortuito llamado Cimática que me llegó por email, de una revista cultural y que está publicado en Google y que en seguida, reenvié a algunas personas, a quienes pensé que podría interesar. Anastrela, según puedo recordar, me comentó que algunos de los efectos de estas prácticas de visualización podrían al principio, resultar perturbadores o desestabilizadores, pero que sin embargo, no debía tomarlo como algo definitivo, sino intentar siempre y en todo momento volver a la instrucción de Namkhai Norbu Rinpoché: Being present and relax, una y otra vez. Puedo decir que duermo bastante bien y que el dolor en las cervicales ha disminuido notablemente hasta casi desaparecer, lo cual es una gran ventaja para lograr ese tan deseado estado de relajación. Pero que también puede tener su causa en los ejercicios de yoga dinámico. En cuanto ha surgido ese pensamiento de inferioridad con respecto a mi inteligencia, he recordado las palabras de Anastrela durante esa sesión, cuando me dijo que en gran medida, lo que me impide la relajación profunda es la ansiedad que me suscitan los deseos insatisfechos; me hizo comprender lo importante que es aceptar el presente y aprender la actitud de la paciencia. Pues el deseo o ansiedad por cambiar mi vida y realizar las cosas que deseo es una fuerza por momentos arrolladora, en especial cuando estoy esperando que los resultados se manifiesten a corto plazo. Por eso, supongo, insiste tanto en la relajación y en la apertura, en un estado de sosegada confianza. Y también en lo importante que es aceptar mi vida como es ahora y a mí misma, en este preciso momento, sin juzgarme ni reprimir mis impulsos inmediatos. Debo decir que he notado un notable descenso de la irritabilidad tan pronta

en momentos de frustración y situaciones tan insignificantes como un mal servicio al cliente o cosas parecidas. El segundo ejercicio no lo recordaba claramente y lo he sustituido por otro que hicimos después. El segundo ejercicio consistía básicamente, en extraer la energía de esas emociones perturbadoras, a través del Fuego Alquímico. Anastrela me llevaba simbólicamente, a lo largo de mi columna vertebral hasta el lugar en donde se encuentra ese gran horno que es mi estómago (me recuerda el fuego de Yataragni de la cocina Ayur Veda), de donde emergen todas las emociones y fue allí donde Anastrela me sugirió lanzar las emociones suscitadas en las programaciones del falso Logos de aquellas personas y permitir que el fuego alquímico hiciera su labor de extracción de sus quintaesencias. Sólo lancé dentro del horno en un gesto también simbólico, las emociones que había engendrado por la programación falsa de las palabras de aquellas personas y sentí literalmente y de nuevo, el alivio de la liberación de alguna carga o energía que estaba siendo transmutada dentro del fuego. De modo que, en este ejercicio, lo único que es menester hacer, es permitir que el fuego Alquímico realice su labor, y es por esta razón que, quizá, Anastrela me comentó que posiblemente los síntomas pudieran ser en cierto sentido, desestabilizadores; porque se trata de un proceso de depuración muy poderoso y pensamientos como la baja valoración de mi inteligencia, podrían surgir intentando desestabilizar el equilibrio interno que se pretende alcanzar. He notado y reconocido sin duda, que existía una inseguridad interior, esa baja autoestima que fue el primer síntoma de esta última crisis existencial. Pero que sin embargo, parece no tener el mismo resultado desmotivador que antes. Sin embargo, comprendo que es necesario mantener el ritmo y continuar las prácticas de meditación, relajación, yoga, visualización y estimular en tanto sea posible, la creatividad. 30 de abril de 2009 He descubierto (ya hace algún tiempo) que mi energía sobretodo moral, comienza a decrecer en cuanto abandono las prácticas de meditación y sigo un ciclo incontrolado de pensamiento discursivo, casi neurótico. Pensar en exceso sobre determinados aspectos de mi vida, se convierte en una especie de círculo vicioso junto a la tendencia a abandonar la práctica regular. Estas recaídas me suceden básicamente, porque con frecuencia la realidad que me rodea no corresponde con mis expectativas y ésta fue de manera singular, la causa central de mi decisión visceral de abandonar el Camino del Diamante. Desde hace un par de días, cuando vi que la luna había comenzado de nuevo su ciclo de crecimiento, comencé a sentir de nuevo esa sensación, como siempre la he sentido, primero con cierta tristeza, que paulatinamente se va convirtiendo en frustración y después en algún tipo de ira. Antes de caer de nuevo en ese ciclo, hoy he retomado la práctica -aunque no he dejado de meditar ni un solo día- de Conexión a Tierra y el Ascenso de Kundalini, además de limpieza del aura y el resto de las prácticas de visualización del canal central. Porque en principio, sé que éste es el procedimiento necesario para mí, en este momento. He recuperado en gran medida el asiento en mi realidad, pero la preocupación inicial sigue ahí, lo que significa que la situación no ha sido resuelta y que, tarde o temprano, volverá a manifestarse en sensaciones o situaciones de insatisfacción o dolor sino trabajo sobre ello, con suficiente diligencia.

Mi principal objetivo es dar el salto cualitativo entre las Esferas. Es el punto crucial de las enseñanzas de Anastrela que ha estado rondando mi mente, no sólo desde que ella me hablara de esto, sino en cuanto pude comprender la conexión que tiene con los estados frecuentes de insatisfacción y crisis que se me han presentado a lo largo de mi vida. Las palabras de Anastrela anoche, eran muy claras: “hasta que tú no reconozcas tu propio valor y seas capaz de asentar tu confianza en ti misma…”. La base de mi dolor, ya sea físico, cuando se ha presentado con dolores de hueso, espalda, hombro izquierdo (la propia valoración), o psíquico (confusión, malestar, tristeza) reside invariablemente en esa zona gris y ambigua de la autoconfianza. Todavía no puedo alcanzar ese estado de plena confianza en mi propio ser y potencial, a pesar de haber tenido ráfagas y momentos de plenitud en los que esa confianza ha sido absoluta, pero perecedera. Es como si una nube oscura se posara sigilosa sobre la visión de mi realidad y no me permitiera vislumbrar en su totalidad el verdadero valor que reside dentro de mí. Esa nube son quizá, una serie de condicionamientos de la mente, hábitos con respecto a mi autovaloración, que redundan en hábitos en mi expresión física, el habla y el pensamiento. Pautas (o modelos) que están grabadas en el subconsciente, se manifiestan como conexiones neuronales y que son activadas continuamente, por estímulos externos. La soledad, la ausencia de un feedback continuo y estimulante son factores que yo percibo determinantes para desencadenar estos estímulos; no quiere decir que los estímulos en sí mismos sean inadecuados o nocivos, sino que mi respuesta subjetiva, la que está programada desde antaño hacia ellos, no ha sido convenientemente modificada y que probablemente estén todavía, de manera habitual o terminal, ejerciendo su influencia sobre mí. De tratarse del primero caso, no cabe duda que los hábitos son pertinaces y que es necesario sostener una visión óptima y global ante situaciones puntuales; en el segundo caso, es importante para mí, mantener cierta conciencia de un proceso de curación, pues el dolor es evidencia, con frecuencia, de la cicatrización de una herida reciente o antigua. El proceso de individuación requiere la integración efectiva de todos esos aspectos oscuros e inabordables de la psique profunda de los que apenas tenemos alguna o ninguna percepción. En mi caso particular, aunque no siempre ha sido fácil, he abordado el enfrentamiento con la sombra desde un ángulo de aceptación y apertura, pero no es siempre la sombra, aunque sus manifestaciones son las más frecuentes, la que permanece como un agujero negro en mi conciencia. Hace un par de noches Anastrela volvía a plantearme mi carta natal, poniendo su atención sobre la posición del sol en la misma, es decir, Apolo. Y así fue como se refirió a este arquetipo específicamente, como el dios solar de la mitología griega. Ya habíamos abordado a Poseidón y en alguna ocasión más antigua a Júpiter; dada la importancia de la posición de ambos arquetipos en mi carta natal. Pero nunca había puesto mi atención en el arquetipo de Apolo, a pesar de que, como Anastrela me hizo notar, había hecho acto de presencia en muchas más ocasiones de las que yo estaba dispuesta a recordar. “Hombres jóvenes”, me recordó Anastrela, independientes, con un elevado potencial de atractivo. Ahora no me resultaba tan extraño comprender por qué, la gran mayoría de mis relaciones en el terreno sexual o de pareja, han tenido que ver con este arquetipo.

Pero lo más extraño es que resultaba que la posición de Apolo o el Sol en mi carta se refería más exactamente a la riqueza o a la casa del dinero, la casa dos, terreno en el cual no he gozado casi nunca del éxito deseado. Sin embargo, la presencia de un arquetipo tan poderoso como el sol en la casa de los bienes materiales, se aprecia con una visión más auspiciosa, si sabemos aprovecharla en toda su dimensión. Y es quizá por eso que Anastrela dirigió mi atención hacia Apolo en una nueva perspectiva, dada mi solicitud reiterada en una búsqueda de independencia y bonanza económica, una libertad que me otorgue la posibilidad de realizar innumerables proyectos creativos y productivos. Es posible que la proximidad de Venus y Apolo haya dado lugar a estos encuentros proclives con hombres más jóvenes que yo y siempre con elevado nivel de atractivo que destacar, pero las restricciones de Venus no han dado lugar a un desenlace productivo en esta proximidad, para aprovechar el potencial productivo de Apolo en la casa de los bienes materiales. Y he ahí, mi principal motor en la búsqueda del salto cualitativo. Apolo es el benefactor. Pero de nuevo, no hay que caer en el error rotundo de verlo afuera. Apolo está actuando en mi carta natal, es mi animus en ese aspecto particular de mi carta. Lo que yo necesito aprender, en todo caso, es la forma más efectiva de aprovechar su potencial productivo, dada su posición en mi carta natal. Apolo es independiente. Es bueno tener en cuenta los aspectos del arquetipo para ser capaz de integrarlos en consecuencia, en la psique, como parte orgánica de su funcionamiento. Sus rasgos son la autoafirmación, la fidelidad a uno mismo, la nobleza, practicidad, voluntad de hierro, y una capacidad inconmensurable para marcarse y conseguir metas a largo plazo, valorando el orden y la armonía. Lo de las metas a largo plazo requiere una visión penetrante, como la de Apolo y un valor asentado en una confianza y seguridad inquebrantables en uno mismo, todos ellos aspectos que necesito desarrollar. Pues mi meta material, sin duda, lleva largo plazo. Cada vez me convenzo más de la ayuda que Anastrela me está prestando para desarrollarme y alcanzar mi proceso de individuación completo. Yo no manejo muy bien la terminología de los arquetipos, aunque estos siempre me han interesado y ella continuamente llama la atención sobre ellos, para que yo misma indague, aprenda y aplique mis conocimientos a mi vida. Apolo, como animus fundamental para mi proceso de individuación, tal y como yo lo entiendo, requiere de mi parte, una gran dosis de fuerza de voluntad y tenacidad en mis metas, mucha más mente fría y analítica de la que he tenido hasta ahora y una capacidad de abstracción casi rayando en lo egocéntrico. Pero sobretodo una confianza a prueba de bombas en uno mismo. Eso es lo más importante entre los aspectos de este arquetipo. Y dada su situación en mi carta natal, no existe objeción acerca de los resultados que el trabajo con semejante arquetipo pueda aportar. En sus decisiones relativas a proyectos futuros, Apolo sólo confía en su propia visión. Es frío y calculador, algo que no cuenta particularmente dentro del ámbito de mi personalidad. Pero sí es cierto, que desde que surgió este proceso de crisis interior hay una determinación cada vez mayor a considerar con menos interés las opiniones ajenas y valorar con más atención los propios deseos y tendencias. Tal vez, esto sea un producto de la reciente influencia de Apolo, y ya venía siendo hora de que apareciera. Apolo no busca su reflejo, ese feedback del que a veces requiero con tanta vehemencia, porque es él mismo el reflejo solar y absoluto de todo lo que hay; en cierto modo, como

dios solar, esto lo convierte en un arquetipo egocéntrico e intransigente, error en el que debo evitar caer a la hora de defender mis teorías personales. Esferas Una Esfera es definida en Física como: “A sphere is defined as the set of all points in three-dimensional Euclidean space that are located at a distance (the "radius") from a given point (the "center"). Twice the radius is called the diameter, and pairs of points on the sphere on opposite sides of a diameter are called antipodes”. (Wolfram Mathworld. The web’s most extensive mathematic resourse). “Una esfera se define como un conjunto de todos los puntos en un espacio Euclidiano de tres dimensiones, localizado a una distancia (el Radio) de un punto dado (el Centro). Se denomina Diámetro, a lo que sería dos veces el radio; y los pares de puntos en lugares opuestos de una esfera, se denominan antípodas”. Hace varias semanas, cuando recuperaba los archivos perdidos durante la restauración del sistema operativo del ordenador, encontré (¿por casualidad?) la carátula de un libro que llamó mi atención, pues no lo reconocía de entre los archivos perdidos. De manera que siguiendo la curiosidad instintiva guardé la carátula que resultó ser la de un libro del renacimiento escrito por Giordano Bruno, cuyo título curiosamente sugestivo (El Infinito, el Universo y los Mundos) forzó lo suficiente mi interés como para buscarlo en Internet y bajarlo a mis archivos de eBooks. Siguiendo esta cadena de curiosidades y después de casi una semana de pesquisas en Internet, leyendo títulos sobre física elemental, electromagnetismo y ahora mismo la Teoría de las Esferas, he podido recordar el libro y lo he abierto expresamente en la búsqueda de esta palabra. Sin que todavía llegara a sorprenderme, he encontrado la palabra esfera en más de cincuenta repeticiones a lo largo del texto, alusivas a la Teoría cosmológica de Aristóteles, que el propio Bruno pretendía refutar. Poniendo en boca de Fileto, en uno de sus diálogos, una afirmación completamente antiaristotélica: “Hay, por tanto, infinitos motores, así como hay infinitas almas en estas infinitas esferas”. Para Bruno no tenía sentido la idea de tales esferas, porque el universo, así como sus innumerables estrellas e individuos, estaba dotado de vida, y además, de vida infinita. “La tierra y tantos otros cuerpos, que son llamados astros y miembros principales del universo, así como dan vida y alimento a las cosas que toman de ellos su materia y la restituyen a los mismos, así y con mayor razón todavía, tienen vida en sí mismos”. Y: “no existen otros motores extrínsecos que, moviendo fantásticas esferas, lleguen a transportar estos cuerpos como si estuvieran clavados en ellas”. En este sentido está claro que la física le ha concedido la razón, y yo misma reconozco mi admiración ante su avanzada visión orgánica de la naturaleza y del universo, como un ser vivo, que entonces en el Renacimiento se reconocía como una idea panpsiquista. (…) “que tanto la tierra como los demás cuerpos celestes se mueven “por un principio intrínseco, que es su propia alma”. Y esta alma no es sólo sensitiva “sino también intelectiva; no sólo intelectiva, como la nuestra, sino quizás más todavía”. Debo continuar admitiendo mi admiración y reconocer en este pensamiento, mi propia visión del universo. En mi búsqueda de información acerca de la Teoría de las Esferas (que todavía no ha quedado del todo, satisfecha), he encontrado entre otros textos, uno del laureado Ernesto Sábato, cuyo título no dejó tampoco de asombrarme, Uno y el Universo. Por la lectura en perspectiva de este texto, tuve conocimiento de la desdichada suerte en la hoguera que corrió finalmente, este pensador del renacimiento por sus osados manuscritos

acerca de la divina infinitud del universo. Pero a pesar de que no daba por sentado poder encontrar en este libro ninguna idea que pudiera aportarme alguna luz acerca de mi búsqueda en lo referente a la Teoría de las Esferas, todavía sigo bajo los efectos de la sorpresa, dado que a pesar de su estilo indisimuladamente arrogante, y de sus constantes ataques al genio de Aristóteles, al que por demás yo guardó considerable respeto, pude encontrar pistas de la relación de las Esferas con la idea inicial que Anastrela intentó transmitirme. La idea que intento captar sin duda, tenía una relación más estrecha con la cosmología aristotélica, en el sentido de la ordenación de esas esferas en el universo y sus relaciones con el resto de los cuerpos celestes. Pero entre mis pesquisas encontré otra Teoría metafísica de las Esferas, escrita en el siglo XX, asumo, por alguna escritora de la nueva era, que encontré de cierto interés, en cuanto a su analogía de los seres humanos como esferas que nacen perfectamente circulares y que a lo largo del tiempo de vida van siendo modificadas por sus contactos con otras esferas o círculos, perdiendo su forma perfecta, debido a los condicionamientos provocados por esos contactos. Pero la idea estaba más clara aún cuando encontré un artículo de un filósofo alemán llamado Sloterdijk, titulado Esferas, Flujos y Sistemas Metafísicos, que trata con más acierto el tema de la Teoría de las Esferas aplicado al ámbito de las relaciones sociales y personales. Esferas como espacios de coexistencia, y como estructuras complejas de los diversos modos humanos de estar en el mundo. Esta idea, me resultó mucho más atractiva, porque parecía perfilar mejor lo que Anastrela estaba intentando transmitirme. Tal y como yo lo entiendo, Esferas como superestructuras de las relaciones entre los individuos, y entre estos y el mundo. Estos ámbitos o esferas, incluyen el conocimiento y manejo de determinados códigos cognitivos y niveles de energía, en términos de las relaciones del individuo con su propia energía vital y la energía global, o más exactamente, la energía del cosmos. Esta relación del individuo con lo cosmológico, me traslada de nuevo a las teorías físicas del electromagnetismo y de otros principios físicos que funcionan en todos los niveles del universo, (en las que el hombre está integrado). Y de allí, por su puesto, al conocimiento y manejo de esos mentados códigos cognitivos, como el espacio y el tiempo; categorías de la física como materia y energía y otros dualismos análogos a las distintas esferas de la existencia. Súbitamente, todo este entramado se ha convertido en un tapiz de múltiples facetas en apariencia, intrincadas que no obstante, guardan entre ellas relaciones muy precisas. Tal y como yo he podido entender la Teoría de las Esferas en la cosmología aristotélica, los cuerpos celestes se mueven en el espacio dentro de esas esferas, o más bien, son ellas las que permiten el movimiento de estos cuerpos en el espacio, de acuerdo con una armonía intrínseca que obedece a principios superiores. Y hasta aquí me queda bastante clara la premisa sugerida por Anastrela. La siguiente premisa, ese movimiento o salto cualitativo de los entes entre las esferas escapa a la teoría cosmológica de Aristóteles y se convierte para mí, en un reto de la física. Si no son los cuerpos los que tienen el movimiento sino que es la esfera la que transcurre en el espacio, nosotros como elementos integrantes de cada esfera estaríamos estáticos, por así decirlo o, acaso, nos moveríamos a una velocidad casi imperceptible a nivel macrocósmico. Pero si tal como sugiere Anastrela es posible un salto cualitativo, éste no se debería a un esfuerzo acumulativo, así como tampoco sincrónico, en las coordenadas de tiempo y espacio del modelo referente, la escala humana. Ese movimiento aunque responde igualmente a los principios universales de la física, podría venir acompañado de un esfuerzo diametralmente opuesto, es decir, diacrónico, posibilitando un salto evolutivo y

cualitativo. En este sentido, la noción de un movimiento diacrónico refutaría la evolución de la física en su idea del tiempo absoluto de Newton al tiempo relativo de Einstein, comportando un retorno al tiempo absoluto de Newton, una suspensión de la percepción del tiempo relativo… o bien, asumiendo el comportamiento dual de los fotones, como ondas y partículas. Pero todo esto, hay que tenerlo claro, no es más que una hipótesis sobre la Teoría de las Esferas de Anastrela. Y como hipótesis, requiere de una concienzuda reflexión de todas y cada una de sus partes. ¿Qué quiere decir exactamente Anastrela con el salto cualitativo? Y ¿qué relación existe entre este salto y las nociones de espacio-tiempo y materia-energía? Creo que estas son las interrogantes que con más fuerza surgen ante esta Teoría metafísica de las Esferas. Una posible respuesta al salto cualitativo se me sugiere en la definición más elemental del comportamiento de la ley del electromagnetismo, a saber: “un cuerpo eléctricamente cargado y en movimiento produce una fuerza electromagnética sobre otro cuerpo cargado. La diferencia más importante es que la magnitud y la dirección de la fuerza electromagnética dependen de la carga del cuerpo que lo produce y también de su velocidad”. Es decir, dentro de la idea del salto cualitativo entre esferas, que para que éste se produzca es indispensable que el cuerpo en movimiento lleve una dirección de magnitud determinada y una carga electromagnética de magnitud determinada. De manera que la dirección o movimiento en el espacio, por un lado, y la carga o energíamateria, a lo largo de un tiempo determinado, son las magnitudes o coordenadas significativas en la ejecución del salto cualitativo. 1 de mayo Anastrela me dio anoche una respuesta concreta a la interrogante sobre el salto cualitativo. Ella dijo: “un salto cualitativo consiste en encontrar la unidad del ser”. La unidad de espacio-tiempo y de energía-materia, la unidad de todas las dualidades. Esto me lleva a reflexionar acerca del proceso de individuación, en el cual se da la integración de los opuestos anima-animus y de todos aquellos contenidos alienados de la psique. Pensando acerca del electromagnetismo y del comportamiento de las partículas subatómicas en el proceso de fusión del núcleo, en el cual las partículas al fusionarse unas con otras, en virtud de la ley del electromagnetismo, liberan la energía sobrante en forma de energía atómica, capaz como ya sabemos de formar estrellas y galaxias, fui siguiendo una línea de conexión entre ideas para poder comprender mejor ese salto cualitativo. Pero esta operación (fusión del núcleo) depende según la física, del tipo de carga (positiva, protones; negativa, electrones, etc.) Y de acuerdo con la ley del electromagnetismo, también depende de la velocidad. La que consigue mejores resultados es aquella producida por la termodinámica de las estrellas, en la que las fusiones nucleares producen energía en forma de calor; energía producida a partir de la transmutación del 0,5% de la masa de las partículas fusionadas en el núcleo. Es decir, energía producida a partir de la materia; transmutación de materia en energía. He aquí una manifestación concreta de la unidad de los opuestos. De este modo, se comprende y se cumple la certeza de Heráclito de Éfeso en sus aforismos. “El universo de Heráclito está formado por contrarios en perpetua oposición, lo cual es condición del devenir de las cosas (…); pero los contrarios se ven conducidos a síntesis armónicas por el logos, proporción o medida común a todo, principio normativo del universo (…) Cada par de opuestos es una pluralidad y, a la vez, una unidad que depende de la reacción equilibrada entre ambos; el equilibrio total del cosmos se

mantiene merced a la interacción sin fin entre los opuestos”. La Crasis es esa armonía entre los contrarios. “Para Heráclito los contrarios están enlazados por una síntesis sincrónica como condición de posibilidad”. Pero ¿posibilidad de qué? De cambio, o lo que para la interpretación presente significa un salto cualitativo. Panta Rei. Nada permanece, es la sentencia principal de Heráclito; o lo que, en otras palabras, puede interpretarse como una transmutación continua de los opuestos (materia-energía, entre otros). Hago un paréntesis para recordar un par de acontecimientos de cierta relevancia para mí el día de hoy. Antes de despertar, esta mañana, me di cuenta de que había soñado otra vez, con el Lama Ole. En el sueño yo colaboraba estrechamente con él, como una colega y bailábamos juntos, él me sostenía en el aire mientras bailábamos y yo sentí que confiaba profundamente en él. Ese sueño me hizo despertar llena de alegría. Y con cierta humildad he tenido que reconocer que la gratitud que siento hacia él ha dado sus frutos en mi corazón. Pero poco después de terminar mis prácticas y sentarme al ordenador encontré una respuesta en el buzón del email, de Gilbert Williams, el pintor que había contactado y al cual admiro profundamente por la sorprendente similitud de su arte con la iconografía fantástica de mi Trilogía de Arcana. Pues bien, al abrir su correo comprobé que la empatía inicial de nuestro contacto para la elaboración de la portada para el proyecto de mi libro primero de la trilogía, ya no parecía entusiasmarle demasiado y se excusaba de una forma bastante sorprendente para mí, después de su entusiasta respuesta inicial. Esto ha bajado bastante debo admitir mi propio entusiasmo el día de hoy. Me ha hecho recapitular acerca de los sucesos acontecidos desde el momento en que entablamos la propuesta hasta el día de hoy en que recibí su aparente declinación, aunque no llevaba mucha fuerza, debo reconocer. Pero de nuevo, he recapitulado sobre mi reacción al respecto, y en lugar de dar rienda suelta a mi tristeza por tan inesperada respuesta, he pensado continuar con el proyecto. Luego he encontrado, siguiendo con mis pesquisas acerca de la Teoría de las Esferas, que está resultando ser muy fructífera, cierta teoría escrita por una tal Graciela Bárbulo, cuyas ideas me han resultado tremendamente interesantes y concluyentes en relación con lo que ha pasado el día de hoy. Ella dice textualmente: “Estoy comprobando que cuando comparto una ilusión con alguien, a partir de ese momento, parece que pierde fuerza. Es como si pareciera que lo que va para adelante, al compartirlo, se estancara. Hay que tener cuidado con a quién se le da algo: una ilusión, un proyecto, un sueño, incluso un libro que contiene información que se valora, porque lo que das es energía en movimiento y si se la entregas a alguien que no le interesa la ralentiza”. Y añade: “¿Qué pasa si comparto con alguien un sueño en el que no cree o desea que no suceda? Si desea que no realices ese proyecto, ese sueño, emite energía compensatoria que tiende a revertir la tuya. Si lo das a quien no cree en ello, frena el movimiento, la gente que desea que no suceda tu sueño torna grises los colores de la energía invertida en él, le quita luminosidad. Y cuanto menos luminosa la energía, menos ágil”. Ésta parecía una respuesta bastante concluyente para mí, puesto que desde que decidí llevar a cabo este proyecto, sólo lo he contado a una persona en quien confiaba podía depositar la energía de este proyecto y ha resultado que no es así. Sólo compartí la idea con Elena, aunque me cuesta creer que ella haya podido emitir energía opuesta a mi proyecto, nadie más lo ha sabido, excepto ella, y desde que se lo dije, Gilbert tardó en responder y su respuesta fue finalmente,

negativa. Ella misma no respondió a mi solicitud de traducción, cuando se la envié por email, cuando su primera reacción al proponérselo personalmente, fue también entusiasta, o al menos yo así lo sentí. Estoy un poco confusa. No puedo creer que Elena tuviera pensamientos opuestos a mi deseo, de modo que tiene que haber otra explicación, que tal vez, deduzco se relacionan con mi estado de ánimo triste estos últimos cinco días. Es posible que yo misma haya engendrado una energía opuesta al evocar emociones de carga negativa que influyendo en mi estado de ánimo, tuvieran consecuencia sobre los proyectos de mi campo mental. Y esto creo que tiene una relación directa con el estudio que llevo a cabo acerca de la Teoría de las Esferas. Las Esferas funcionan a varios niveles. Y lo más probable es que no fuera Elena, sino yo misma quien al evocar emociones de carga opuesta a mis deseos haya ralentizado finalmente, el proceso de crecimiento de este proyecto que he decidido llevar a cabo. Debo reconocer que me perturba la preocupación por el dinero para llevarlo a cabo, es un pensamiento recurrente y es parte del trabajo personal que pretendo realizar con mi autoestima, es decir, mi relación personal con la energía del dinero. Y aquí ya pretendo entrar en materia en lo relativo a las esferas. De nuevo, entiendo que dentro de la Teoría de las Esferas las energías cumplen un papel fundamental; las cargas como se denomina en física, tienen un valor fundamental en los procesos de transformación de la masa en energía o viceversa. Si mi asociación mental del dinero está vinculada a una energía de baja frecuencia es seguro que su efecto en mi vida tendrá el mismo resultado. Entiendo que dentro de la Teoría de las Esferas, la carga de la partícula ha de tener una magnitud consecuente con el efecto deseado; esto quiere decir que si pretendo acceder a una esfera superior o mejor a aquella en la cual se mueven los distintos aspectos de mi vida, la magnitud de las cargas de cada uno de estos aspectos debe ser igual o mayor al nivel de la esfera al cual pretendo acceder. Y esta es la idea principal en el salto cualitativo. Todas las cargas deben corresponder en el movimiento evolutivo. De nuevo, vuelvo a la propia responsabilidad en el manejo de las energías. Y entiendo que por eso, Anastrela insistía tanto cuando me dijo: “hasta que no reconozcas tu propio valor, y seas capaz de asentarte en ti misma…” Ese salto cualitativo no puede tener lugar. O dicho de una forma más positiva: cuando reconozca mi propio valor y sea capaz de asentarme en mí misma… el salto cualitativo habrá sido dado. Y repito: “el salto cualitativo consiste en encontrar la unidad del ser”. Anoche, Anastrela puso sobre el tapete varias cuestiones fundamentales, la primera de ellas la autoestima y hacía sobre este punto especial hincapié. Hay que trabajar la autoestima, una y otra y otra vez, “ése es el fundamento de todo el trabajo”, me decía. Luego, estaba el enfoque: “piensa en lo que quieres lograr. Piensa en ello, una y otra vez, tal y como quieres conseguirlo. Llénalo de tu energía más elevada, sé específica, creativa, imagina, una y otra y otra vez”. Y luego, “actúa, traza un plan de acción. Planifica y corrige sobre la marcha. Pero no te detengas, sigue adelante, siempre”. Éste es su plan coaching, por decirlo de alguna manera. Ella me está animando (aunque esta palabra no es suficiente para describir lo que Anatrela hace para ayudarme a conseguir la realización de mis sueños), a poner en práctica todo un proyecto de vida. 2 de mayo

Estoy leyendo los textos encontrados en Internet, en especial El Uno y el Universo de Sábato y encuentro: “Uno se embarca hacia tierras lejana, o busca el conocimiento de hombres, o indaga en la naturaleza, o busca a Dios; hasta que al final se advierte que el fantasma que se perseguía era uno mismo”. Es imposible que deje de sorprenderme. Justamente anoche una de las palabras aparecidas en mi instrucción con Anastrela era fantasmagorías; una palabra en relación a mi visión sobre mí misma filtrada a través de la óptica de los otros sobre mí. Anastrela puso el punto sobre la i, especialmente cuando me dijo que buscáramos el patrón de esas fantasmagorías en mis relaciones y la otra palabra que apareció, pues el Logos es ineludible, fue rechazo. A partir del rechazo he construido mis relaciones, a partir de la fantasmagoría del rechazo, mi primer modelo de relaciones. Anastrela sólo ponía frente a mí imágenes de aquellas relaciones y momentos históricos en mi vida que sembraron en mi subconsciente el fantasma del rechazo y todo encajó a la perfección. Me dijo: “tú estás reproduciendo un modelo extinto, caduco, inexistente, por lo tanto, estás reproduciendo una fantasmagoría”. Entonces, el experimento comenzó. Me propuso pintar una puerta y sobre ella colocamos un polvo negruzco, que representaba el patrón de la fantasmagoría. Y me dijo: “ahora tienes que limpiar la puerta”. La puerta estaba hecha de un material brillante, como un espejo, pero estaba opacado por aquel polvo plomizo. Yo soplé sobre el polvo, que simplemente, se desvaneció en el espacio. Luego, ella me explicó que podía terminar de limpiar la puerta-espejo con cualquier herramienta que considerara útil y a continuación, pasé un sepillo y todo el polvo de la fantasmagoría perdió su rastro sobre la superficie brillante de la puerta-espejo. Todavía no me había explicado qué representaba aquella puerta cuando me pidió que sobre el dintel de la misma escribiera con tinta de un color atrayente el logos Apertura. Y me invitó al fin, a cruzar el umbral. Cosa que hice, en seguida. Dentro todo era como un frondoso bosque; estaba mi árbol de los deseos y estaba Anastrela, entonces al tiempo que ella me lo decía, comprendí que la puerta era el camino hacia mí misma. Anastrela volvió a decirme: “imagina que tienes un clon, una especie de alter ego, un tú misma exacto a ti, en todo, física, mental, emocionalmente. Y allí estaba mi yo-gemela. La idea de Anastrela resultaba divertida y me encontré conmigo misma riéndonos yo y mi yo-misma de encontrarnos frente a frente. Anastrela me conminó a que la saludara; nos dimos la mano, un poco perplejas, pero Anastrela insistió: “¿Sólo le vas a dar la mano?”. Yo y mi yo-misma nos miramos a los ojos y de mi corazón brotó una alegría inexplicable; ambas abrimos los brazos y nos fundimos en un abrazo amoroso y entrañable, como si me encontrara con un ser querido al que no había vuelto a ver, desde hacía mucho tiempo. Anastrela me preguntó si quería conocerla mejor y preguntarle algo. Surgieron muchas cosas, pero recuerdo sobretodo que mi yo-misma me preguntaba a mí por aquello que me había afectado con la sangha del lama Ole aquí en Madrid. Le expliqué lo que había sentido, la rabia por aquel gesto de traición hacia un amigo del grupo, mis emociones le parecieron a mi-yo misma demasiado intensas. Ella las comprendía, pero no las sentía con la misma fuerza que yo, dijo que ella también los quería pero que su foco no estaba puesto en aquella situación y me hizo ver que mi actitud ante aquellas situaciones era rebelde, como la de un adolescente; así como era infantil mi reacción ante las emociones que me suscitaba el rechazo, que ella también lo comprendía, puesto que sabía lo que era sentirse, sola y vulnerable, pero que su forma de sentirlo, de igual modo, era menos intensa. Cuando me preguntó cómo la veía a ella, lo vi claro; ella

estaba muy segura en sí misma, estaba receptiva, ella quería conocerme, estaba abierta hacia el afuera, pero sobretodo hacia mí misma, y además, se notaba en su mirada y en todo su semblante, que mi yo-misma era feliz. Miré a Anastrela y aunque ella no dijo nada, comprendí que esa era yo en realidad, no la que deseaba ser, sino la que soy en verdad. Anastrela tomó la precaución de hacerme comprender que no malinterpretara aquel psicodrama. Yo y mi yo-misma no somos dos entes diferenciados dentro de mi psique, somos una sola. “Sólo hay una Esperanza –me dijo-, y ella, eres tú”. Por eso creo que esta mañana me he despertado tan contenta, si bien es cierto que últimamente duermo muy bien y despierto casi siempre de buen humor, hoy parece ser mejor. Las reflexiones acerca del Logos que anoche tuve con Anastrela, no sólo me han permitido comprender la base de mis relaciones y el porqué de mi tendencia al ostracismo y vivir casi como una ermitaña. Estaba reproduciendo en ocasiones ese patrón de fantasmagoría, que, como dijo Anastrela, sin importar su raíz, lo que importaba era que yo pudiera comprender que no tenía existencia por sí mismo, que era producto de unos condicionamientos y de una situación dada, cuyas circunstancias ya no están presentes y que por lo tanto, estaba creyendo en una fantasmagoría. El encuentro con mi yo-misma me hizo ver que mi yo-misma ya no vive esas vivencias, porque ya no juzga, ha dejado que esas experiencias pasaran a través de ella, como si fuera traslúcida y por esa razón aunque podía comprenderlas, no causaban en su interior el mismo efecto que me causan a mí, el efecto de la ilusión. También comprendí que ahí reside mi verdadera felicidad, en la conciencia y en la apertura. Al principio de la experiencia le confesé a Anastrela que tenía miedo de conocerme a mí misma. Como es usual, ella sólo sonrió y no dijo nada; todo fue transcurriendo de manera natural, sin que yo me sintiera forzada a hacer o decir nada en particular. Curiosamente, lo que sentía en ese momento es lo que siento siempre que hago estas experiencias de imaginación activa con Anastrela, una sorpresa profunda. Mi yo-misma me hizo ver que cuando me siento pequeña, no tengo que sentirme mal por eso, porque ella también se siente a menudo, como una niña y lo acepta, tal como es. Es parte de ese deseo, de esa sed de aprender con la que llegué a este mundo. Y por esa razón no hace falta nada más que dejarlo ser como es. En realidad, como lo expresa Sábato, esa sed de aprender, esa búsqueda de conocimientos de lo otro, del afuera, de los dioses y los hombres, no es más que un deseo de autoconocimiento. El único conocimiento que vale la pena obtener. El trabajo estaba hecho, había abierto la puerta y había encontrado el verdadero patrón, lo había construido a partir de mi yo-misma; la apertura es el camino hacia mí misma y el camino hacia el otro, que siempre pasa a través de mí. Siento gratitud hacia Anastrela por permitirme comprender la razón profunda de mi tristeza y desasociego, por empujarme hacia un encuentro verdadero (aunque psicodrama) y útil conmigo misma, hacia mi autoconocimiento. También surgieron otros falsos logos, que estaban pululando por detrás de la conciencia. Como esos logos de lesbianismo. Pero eso no lo hablé con Anastrela, sino con mi yo-misma. Ella sonreía y decía algo así como: “bueno, el Nano también te insinuó que podías estar loca porque vivías sin papeles en una país extranjero… pero el tiempo no le dio la razón. El miedo a la posibilidad de estar loca o de ser lesbiana no es

suficiente para que lo seas en realidad, tiene que haber un deseo anterior y tú no lo deseas, porque yo tampoco lo deseo”. También me dijo que yo había conseguido cosas que no reconocía, eso me lo dijo también Anastrela, que yo le daba más peso al fracaso que al triunfo y sin embargo, había tenido quizá en mi vida tantos triunfos como fracasos. Anastrela me sugirió que le diera al triunfo el mismo valor que le daba al fracaso. Entonces, me dijo, probablemente, los dos dejarán de interesarte. Esa idea uuuaaooo!! Me pareció flipante, era como una liberación. Si tanto el triunfo como el fracaso significan lo mismo para ti, no tienes miedo, eres libre y lo que importa en realidad, me dijo Anastrela es el camino, la experiencia que te conduce hacia la meta. El triunfo y el fracaso nos importan porque vivimos en una sociedad que valora sobremanera el triunfo y no la meta, si viviéramos en una cultura de las metas, siempre tendríamos una meta y el triunfo y el fracaso no importarían tanto.

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