Esqueletos

  • April 2020
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ESQUELETOS

Mujer y niño de 14 años Cultura Las Vegas La Prehistoria Temprana de la Península de Santa Elena, de Karen E. Stothert. Banco Central Guayaquil, 1988. *Ernesto Salazar Introducción La evidencia arqueológica hoy disponible permite afirmar que nuestra historia comienza hace unos 11.000 años. Hacia esta fecha el país ha salido ya de una de las épocas más frías de la glaciación Wisconsin y se instaura un procesa de mejoramiento climático, que tardará algunos milenios en alcanzar las condiciones actuales. El hombre ocupa el territorio nacional y se expande por la Sierra y la costa modificando paulatinamente el medio ambiente en su beneficio. Los primeros pobladores practicaban una subsistencia de caza y recolección, formando bandas dispersas con territorios relativamente fijos, aunque con cierta periodicidad debieron juntarse para explotar zonas ricas en recursos y ejercer acciones de cohesión social. La caza recolección como estrategia adaptativa perduró, en términos generales, hasta el tercer milenio antes de Cristo, cuando surgieron las primeras manifestaciones de la agricultura como medio básico de subsistencia. Este lapso de aproximadamente 6.000 años ha sido denominado por los arqueólogos período lítico o precerámico. A diferencia de Norteamérica, donde ha sido subdividido en paleoindio y arcaico, en razón de la diversidad de recursos explotados y de las estrategias de supervivencia, en la arqueología ecuatoriana permanente aún sin divisiones, fundamentalmente por la escasa investigación realizada sobre las sociedades tempranas del país. En efecto, el registro arqueológico disponible es muy exiguo y la información proporcionada por los sitios hasta hoy descubiertos no permite dar una visión clara del desarrollo cultural en tan largo período. El poblamiento del Ecuador El problema del poblamiento inicial del país es bastante complejo, porque se conoce mal la dinamia de las migraciones prehistóricas. Por ahora el registro arqueológico permite afirmar que el poblamiento de nuestro país se hizo por el callejón interandino, acaso con migraciones menores por la Costa y el Oriente. En esta época los glaciares y el páramo se hallaban en franca retirada y el bosque montano cubría las profundidades de los valles interandinos, proporcionando abundantes recursos animales y vegetales. La Costa gozaba de un clima relativamente estable, con una estación seca larga y una estación lluviosa corta, que mantenían una sabana abierta con bosques de galería a lo largo de los ríos, brindando variados recursos, tanto marinos como del interior. Los seres humanos parecen haber ocupado rápidamente el callejón interandino. La Costa, en cambio habría permanecido largamente deshabitada, a juzgar por la relativa escasez de asentamiento precerámicos descubiertos (excepto los numerosos sitios de la península de Santa Elena) en una región que, comparativamente, es una de las más estudiadas del país. El Oriente habría sido objeto de incursiones esporádicas desde la

Sierra, que apenas rozaban la selva tropical. Si hubo alguna migración por la selva, las evidencias no han sido aún descubiertas, por falta de exploraciones sistemáticas de la región. Restos humanos antiguos Los vestigios arqueológicos se reducen en su mayoría a conjuntos de artefactos de piedra abandonados en los campamentos prehistóricos. Mas los restos humanos se han revelado esquivos a la pala del arqueólogo. En efecto, las investigaciones han fallado sistemáticamente en encontrarlos en los niveles de ocupación temprana del país. Por otro lado, los pocos especímenes conocidos, a los que se dio gran antigüedad, resultaron, para desilusión de los científicos, demasiado recientes: el famoso cráneo de Punín datado en 4.950 a C.; los cráneos de Paltacalo, atribuidos una edad reciente (tal vez el período de Integración), y en el cráneo de Otavalo, ubicado en el primer milenio antes de Cristo. De mayor trascendencia para el conocimiento de la población paleoecuatoriana es el hallazgo de los restos de al menos 192 individuos en las excavaciones del sitio OGSE80 de la cultura Las Vegas, en la península de Santa Elena. Dataciones radiocarbónicas ubican estos restos entre 6.300 y 4.600 a C., constituyendo, por tanto, los vestigios humanos más antiguos del Ecuador. PRINCIPALES

Sitios tempranos de la Costa Gráfico tomados de Roland D. Lippi, La Primera Revolución Ecuatoriana. El Desarrollo de la vida Agrícola en el Antiguo Ecuador, MARKA Instituto de Historia y Antropología Andinas, Ecuador 1996. La primera revolución en el actual Ecuador Las culturas Agro-Alfareras El caso de la cultura Valdivia La cultura prehistórica de más renombre en el Ecuador es Valdivia. Su fama se debe principalmente a la antiguas del Nuevo Mundo. El descubrimiento de esta cerámica tan vieja en la costa ecuatoriana, hace algunos décadas, trajo consigo fama para el Ecuador, que hasta aquella época había quedado a la sombra (desde el punto de vista arqueológico) de las grandes civilizaciones prehispánicas de México, de Centroamérica y de Perú. Fuera del país el renombre del Ecuador dependió principalmente de una hipótesis que relacionó Valdivia con la transferencia de tecnología desde Asia a América. El descubrimiento de esta "alfarería más antigua de América" probablemente ha sido superado con descubrimientos en Colombia y, más recientemente, en Brasil. Valdivia no parece ser la primera cerámica de América. Igualmente la hipótesis de Valdivia como nexo entre Asia y América unos 4.500 años antes de Cristóbal Colón ya ha sido descartada por la mayoría de los arqueólogos. Pero esto no quita importancia a Valdivia ni al Ecuador. En cambio, pone énfasis en lo que realmente importa: la arqueología no es una competencia por encontrar lo más antiguo, sino por llegar la comprensión de cómo eran las culturas en la antigüedad y cómo se desarrollaron [...]

[...] A través de diversas interpretaciones, Valdivia aparece como una verdadera cultura de Período Formativo que aceleradamente se convierte en una sociedad compleja muchos siglos antes que las llamadas culturas matrices de México (Cultura Olmeca) y del Perú (Cultura Chavín). Valdivia se presenta como una cultura intensamente agrícola con asentamientos permanentes y bien organizados [...] Hacia una nueva reconstrucción de Valdivia Sobre la duración y la extensión de Valdivia se sabe hasta ahora relativamente poco. Aún no se encuentra el antecedente de Valdivia ni en el Japón ni en la Amazonía ni en ningún otro lugar [...] Sin embargo, la mayoría de las fechas para Valdivia Temprano en la costa están en la costa 3.500 a.C. (según las fechas radiocarbónicas calibradas). Entonces se puede concluir que la cultura Valdivia apareció repentinamente en la costa ecuatoriana mediados del cuarto milenio antes de Cristo o posiblemente algunos siglos más temprano. Si aceptamos por un momento las pocas fechas dudosas más antiguas, entonces Valdivia podría remontar hasta 4.300 a.C. [...] [...] El final de Valdivia se dio alrededor de 1.800 a.C. así que esta cultura tuvo aparentemente una duración de unos dos milenios y medio o más [...] [...] Algunos aspectos de la Cultura Valdivia han sido aclarados durante estos años de investigación y otros quedan muy inciertos [...] No obstante la existencia segura de la agricultura durante este período, aún no existen pruebas definitivas sobre la magnitud y la intensidad de esta agricultura temprana. No hay duda de que los valdivianos siguieron las tradiciones arcaicas de la caza, la pesca y la recolección de moluscos. ¿Hasta qué punto llegó el cultivo de maíz y de otras plantas a imponerse en la economía y a reemplazar la subsistencia antigua? Existe uno que otro dato interesante relacionado con esta pregunta, pero no se encuentran hasta ahora pruebas claras de que Valdivia fuese una cultura intensamente agrícola. Las plantas aparentemente cultivadas por los valdivianos incluyen el maíz, una especie de habilla (un tipo raro hoy en día llamado Canavalia), el algodón, y la achira. Se ha sugerido también, a base de evidencia más indirectas, el cultivo de la coca, el mate y la yuca, aunque no existen pruebas definitivas. No existe evidencias para este período temprano de la presencia de animales domesticados como el cuy y camélidos. El perro, animal domesticado durante el Pleistoceno, sí está presente en más de un sitio valdiviano. A pesar de la presencia de plantas domesticadas y una agricultura incipiente, la dieta valdiviana consistió de grandes cantidades de pescado, especialmente bagre. Un estudio detallado de los restos de fauna muestra una dieta bastante variada con venado (de dos especies) saíno, aves reptiles y otros mamíferos además de varias especies de peces. Los moluscos también figuran en la dieta, especialmente la concha prieta (la misma que es la favorita hoy en día en los cebiches), procedente de los manglares que ya no existen en la costa de la actual provincia del Guayas. Aunque Real Alto es descrito como un sitio de tierra adentro, está actualmente a menos de 3 km del mar y hay evidencias que estuvo aún más cerca del mar durante la ocupación del sitio. Resulta que toda la Península de Santa Elena ha experimentado levantamiento costanero desde fines del Pleistoceno. Estudios realizados sobre las especies de pescados y los artefactos sugieren que para pescar se utilizaba sobre todo el anzuelo de concha más que redes u otros métodos. No es seguro pero es más lógico pensar que los valdivianos que vivían tierra adentro hacían trueque para el pescado y la concha con moradores de las playas. El

intercambio de pescados y conchas por productos agrícolas y carne hubiera sido lógico. La vivienda valdiviana es conocida principalmente por el sitio de Real Alto. A principios de la cultura (Valdivia I) las chozas tuvieron un plano elíptico con dimensiones de aproximadamente 3 x 4 metro [...] [...] En la vivienda más tardía (Valdivia III VII) [...] las chozas conservaron la forma elíptica poro fueron más grandes, con dimensiones de unos 8 x 12 metros. Estas chozas más grandes tuvieron paredes de postes gruesos colocados verticalmente en trincheras de plano elíptico. Se supone que huecos de postes mayores dentro de cada choza sirvieron para sostener el techo, que probablemente fue de paja. También existen indicios de bahareque sobre las paredes. Dentro de las chozas hubo acumulaciones de basura doméstica, especialmente conchas, huesos, cerámica rota y utensilios de piedra. Análisis muy detallados de la distribución de resto dentro de la choza indican que una parte se acumuló durante la ocupación de la choza y el resto después cuando la choza abandonada se convirtió en basural. También hubo un fogón en el piso de la choza y hasta indicios de pantallas o muros internos para subdividir la choza [...] [...] La forma de la aldea es conocida principalmente en Real Alto, donde se formó una aldea grande con las chozas elípticas en hileras rectas. En la parte central del sitio, se estableció el recinto ceremonial, con dos pequeños montículos y sus estructuras especiales separados por una plaza pequeña. A pesar de estimaciones del tamaño y de la población de Real Alto (hasta 1.500 habitantes durante Valdivia III), aún no existen análisis detallados sobre la contemporaneidad de chozas dentro del período Valdivia III, que duró varios siglos. Sin esta información, no se puede confiar mucho en ninguna estimación. GRABADO

Resistencia a la Conquista Grabado de Teodoro de Bry, 1590, tomado del libro América, de Philip Zigler. Banco central del Ecuador, Fondo Jacinto Jijón y Caamaño. Conquista Española e Inicios del a Epoca Colonial Siglo XVI Rosemarie Terán Najas* Introducción El siglo XVI fue escenario de dos importantes fenómenos históricos: la conquista española y el complejo proceso de instalación del sistema colonial. Ninguno de los dos se dio de manera abrupta e inmediata. Ninguno significó una victoria absoluta de los conquistadores españoles sobre las sociedades que habitaban los territorios del "Nuevo Mundo". De hecho, los aborígenes resistieron la conquista y la colonización a veces por medio de enfrentamientos directos, pero fundamentalmente por medio de estrategias políticas y culturales que se proyectaron más tarde en la larga temporalidad colonial. De otro lado, la misma monarquía española y los conquistadores se enfrentaron entre sí por el control y el usufructo del proceso de colonización y por las características que debía tener. Estas diferencias se ventilaron a lo largo del siglo XVI a través de debates, guerras y movimientos subversivos. Sólo en las últimas décadas de esa centuria, se logra la consolidación de un orden colonial y de las instituciones que van a regir gran parte de la vida colonial y de las instituciones que van a regir gran parte de la vida colonial en los siglos siguientes.

La exploración del Atlántico durante el siglo XV América, el gran continente rodeado por los dos océanos más grandes del planeta, se mantuvo hasta 1492 quinientos y más años atrás como una tierra desconocida para el resto del mundo. Su historia, protagonizada por los casi 50 o 60 millones de habitantes que tenía poco antes de aquel año, transcurría en la soledad a la que le confinaba la distancia y el aislamiento respecto de los otros continentes. Por el contrario, Europa, Asia y Africa mantuvieron durante milenios vínculos geográficos e históricos muy estrechos, que fueron incrementándose durante el siglo XV gracias al intercambio comercial de larga distancia, que se estableció principalmente a través del mar Mediterráneo, a cuyo alrededor confluían diversas culturas y civilizaciones del oriente y del occidente del "Viejo Mundo". Para los europeos de es siglo, la más importantes y cotizadas de las rutas comerciales intercontinentales era la que les permitía llegar a la India y al lejano oriente asiático en procura de las famosas "especias", es que empleaban en la conservación de las carnes que iban a servir de alimento durante los crudos inviernos. En esos lejanos lugares de Oriente los comerciantes también obtenían seda y algodón fino, ambos textiles muy codiciados por las clases pudientes europeas. La necesidad y el lujo, por consiguientes, influyeron para que eses comercio de productos exóticos, cuyo monopolio en el Mediterráneo lo ejercían los mercaderes genoveses y que sufría la amenaza de los turcos en Constantinopla -punto principal de la ruta por tierra, creciera en volumen e importancia hasta el punto de incentivar en otros países similares empresas, los que principalmente se lanzaron a la búsqueda de oro, indispensable para participar en el tráfico comercial. Por su privilegiada situación marítima, Portugal fue el país que a partir de 1418, luego de arrebatar Ceuta a los musulmanes, encabezó la iniciativa de buscar una ruta alternativa hacia la India, esta vez bordeando las costas atlánticas del continente africano en dirección al océano Indico, con lo cual se obviaba el obligado paso por el Mediterráneo. Pero en forma paralela a la expansión atlántica, Portugal fue creando sus primeras colonias insulares (islas Madeira, Azores), en las que estableció plantaciones de caña de azúcar con el trabajo de negros africanos que esclavizaba a medida que avanzaban las exploraciones. En poco tiempo, los esclavos, el oro y los productos exóticos estimularon como nunca ante el intercambio comercial y llegaron a ser objeto de la codicia de varios países europeos, ansiosos por incrementar sus fuentes de riqueza, tales como España, Holanda, Francia e Inglaterra que se lanzaron al comercio ultramarino y terminaron por convertirse en las primeras potencias colonizadoras modernas, con España y Portugal a la cabeza. Ello iba a estimular la formación de un mercado más integrado y competitivo, de alcances mundiales, que marcaría el tránsito del feudalismo a la época capitalista. ¿Cómo se involucró España en la aventura expansionista de ultramar? A la par que los portugueses, también sus vecinos los marinos andaluces habían incursionado con fuerza en el Atlántico durante el siglo XV. Contando con la ventaja de tener establecida una colonia castellana en las islas Canarias desde 1402, a la que usaron como base de las expediciones, los andaluces terminaron combinando la pesca de altura con la explotación de lucrativo comercio de esclavos, oro y especias que ofrecía el noroeste africano. Tanto para los españoles como para los portugueses, la expectativa de encontrar nuevas tierras hacia el Oeste se afirmó en la medida que aumentaba el conocimiento

del océano y de sus probables rutas. Este fenómeno, unido a la certeza ya bastante difundida entre los comerciantes y marinos de fines del siglo XV de la esfericidad de la tierra, creó las condiciones para hacer posible el primer viaje trasatlántico. De manera que hoy nos parecería inverosímil, la competencia entre España y Portugal por el control ultramarino se resolvió en 1494 a través de un tratado llamado de Tordesillas por el cual, con el arbitrio del Papa Alejandro VI, el mundo que se estaba descubriendo fue repartido entre ambos países. El "Descubrimiento de América" Se podría pensar que le empresa americana fue una prolongación natural de aquellas primeras experiencias de navegación atlántica. Tarde o temprano los vientos alisios terminarían empujando las embarcaciones en dirección al desconocido continente. Sin embargo, la hazaña de la travesía por el Atlántico no fue tan simple. Tuvieron que confluir una serie de factores de diverso tipo para hacerla posible. De un lado, el ansia de exploración de nuevas fuentes de riqueza trajo aparejado el adelanto tecnológico. Tuvo que aparecer la carabela, buque creado para surcar el océano, que resumió en sí toda la experiencia náutica acumulada hasta entonces por el "Viejo Mundo". Además, fue indispensable el desarrollo de medios de orientación en el mar. Para fines del siglo XV, el antiguo temo que suscitaba el misterioso y desconocido océano, llamado Mar Tenebroso durante la Edad Media, había sido en parte superado por conocimientos más científicos. Entre otras cosas, los navegantes disponían de rudimentarias cartas marítimas que se iban completando en las exploraciones y podían calcular la latitud de un lugar por observaciones de la esfera celeste realizadas a través del astrolabio y el cuadrante. No obstante, estos métodos eran insuficientes para la navegación en alta mar, que también requería experiencia, intuición y una firme convicción en el rumbo elegido. Y fueron estas cualidades precisamente las que confluyeron en el genovés Cristóbal Colón, mezcla de diestro marino y avezado mercader, que se aventuró al encuentro de una ruta hacia la India por el Oeste (Bustos: 1983: 35-44). Pese a ser el país más desarrollado en materia de navegación atlántica, Portugal no apoyó el proyecto de Colón, por hallarse empeñado en la circunnavegación del Africa. España, en cambio, sí respaldó la empresa a través de los Reyes católicos Isabel y Fernando, alentados por la exitosa culminación de sus guerras de reconquista que concluyeron con la expulsión de moros y judíos de sus territorios. La toma cristiana del último reducto moro en Granada se dio justamente en 1492, meses antes de que Colón efectuara su primer arribo a islas americanas. INDIOS

Hurdiendo tela en el obraje Gráfico tomado de Salvat Editores, Historia del Ecuador, Vol. 4. Salvat Editores, España, 1988. El apogeo del orden colonial (Siglo XVII)

Guadalupe Soasti Toscano* El siglo XVII, en la Audiencia de Quito es el escenario en el cual el Estado español se consolida y aparece legitimado, a través de una gama compleja de instancias político administrativas, que van desde la presidencia de la Audiencia hasta las tenencias pedáneas. Desde el punto de vista económico, la Audiencia experimentó una gran prosperidad económica, que influyó en la estructura social colonial. La acumulación de capital permitió la emergencia de nuevos sectores sociales vinculados al comercio, sectores que se convirtieron, en última instancia, en miembros fundamentales de la élite colonial. Este fenómeno económico permitió la permeabilización de la estructura social y puso en riesgo a la sociedad estamental del siglo anterior debido a que facilitó la movilidad social. La irrupción de los mestizos en la sociedad colonial es también un aspecto relevante. Ya desde entonces reclamaron un espacio de mayor participación, convirtiéndose en el siguiente siglo de importantes protagonistas de los procesos históricos.

Representación de la transportación de la plata de Potosí Grabado de Teodoro de Bry 1590, del libro América, de Philipp Zigler, Banco Central del Ecuador, Fondo Jacinto Jijón y Caamaño. Gráfico tomado de Enrique Ayala, Ed., Nueva historia del Ecuador, Vol. 3, Corporación Editora Nacional / Grijalbo, 1989. El virreinato peruano Una vez conquistado el imperio de los Incas por Francisco Pizarro en 1532, en esos territorios la monarquía española estableció, con fines políticos administrativos, el Virreinato del Perú, con Lima como sede virreinal y Blasco Nuñez de Vela como primer virrey. La jurisdicción administrativa del Virreinato se extendió por gran parte del continente sudamericano y parte del centroamericano, ocupando un vasto espacio que por el norte incluyó al actual Panamá y por el sur Chile y Argentina. El territorio de Venezuela, fundado como Capitanía General, quedó fuera de esta administración virreinal. Ya en el siglo XVII, el Virreinato peruano estaba compuesto de siete audiencias, seis de las cuales se fundaron a lo largo del siglo anterior (Panamá, 1538; Lima, 1543; Santa Fe de Bogotá, 1548; La Plata de Charcas, 1549; Quito, 1563; Chile, 1563) y solamente la Audiencia de Buenos Aires se creó en la segunda mitad del siglo XVII. Vale la pena indicar que los territorios de estas audiencias sirvieron como referente para el establecimiento de los espacios nacionales de algunos de los actuales países sudamericanos. Durante los siglos XVI y XVII el Virreinato peruano constituyó un espacio cohesionado económicamente. La explotación minera de Potosí actuó como polo de desarrollo y eje articulador de la economía virreinal, impulsando un importante comercio de productos regionales, que se intercambiaban por la plata que se extraía de sus minas y que se

amonedaba con fines mercantiles. El intercambio comercial regional determinó la formación de un importante mercado a su interior. A través de éste, se comerciaban una serie de productos básicos que autoabastecieron al Virreinato. Así, pues, en este espacio productivamente autosuficiente la importación de productos europeos fue poco importante. Los productos que recorrieron el espacio peruano fueron textiles de la Audiencia de Quito; manufacturas hechas a base de vidrio, cuero y madera, de la Audiencia de Chile, de donde también se exportaron a las otras regiones virreinales vino y frutas; maíz, cacao, ají y tabaco de la Audiencia de Lima y Charca; yerba mate, caña de azúcar, olivo y uvas del actual Paraguay; carnes y cecinas de la Audiencia de Buenos Aires (Assadurian: 1984:201-203). GRABADO

Guayaquil, mediados del siglo XIX Colección Castro y Velásquez Gráfico tomado de Salvat Editores Ecuatoriana, Historia del Ecuador, Vol. 4 Salvat Editores Ecuatoriana Quito, 1988. La Consolidación de la Sociedad Criolla Siglo XVIII hasta 1808 Introducción Al hablar del siglo XVIII en la Real Audiencia de quito es necesario hacer referencia a los aspectos que determinaron el desarrollo o la decadencia de sectores económicos, políticos y sociales específicos. A nivel económico se manifestaron dos procesos diferentes: por un lado, el descenso y la decadencia de la producción de textiles en los obrajes serranos y, por otro , el crecimiento económico del litoral como resultado del auge de la producción de cacao. El primer aspecto señala el fin de la relación económica establecida a nivel regional (los Andes) que giraba en torno a la producción de la plata de las minas de Potosí y el segundo representa el inicio de la inserción del espacio de la Real Audiencia en el mercado internacional. En cuanto a la propiedad de la tierra, se produce un proceso paulatino de concentración de este recurso en manos de unos pocos grupos familiares, que dio como resultado la consolidación del latifundio. A nivel político, y como consecuencia de las medidas fiscales implementadas por los Borbones casa reinante en España desde inicios del siglo XVIII -, empieza el deterioro del poder de la Corona y de sus funcionarios en beneficio de los criollos , descendientes de españoles nacidos en tierras americanas, manifestándose en numerosas ocasiones vacíos de poder y de legitimidad. En el plano social, existe una inquietud constante de la población, sobre todo indígena, ante la posibilidad siempre presente de la aplicación de nuevas y más duras medidas fiscales. Este descontento desencadenó, durante todo el siglo, una serie de sublevaciones indígenas y de levantamientos de los criollos y mestizos que bien pudieron constituir la base del posterior proceso independentista. Desarticulación Regional y Reorientación de la economía de la Real Audiencia de Quito

Durante los siglos XVI y XVII la economía de la Real Audiencia de Quito formó parte de un sistema integrado a nivel regional, cuyo eje fue la exploración de las minas de plata de Potosí, en el Alto Perú. La contribución de Quito a este mercado regional se basó en la producción y distribución de textiles. Si bien el sector obrajero fue el más dinámico de la economía colonial, éste a su vez dio vida al sector agrícola y sobre todo al pecuario con el incremento de la cría de ganado lanar. La crisis minera de Potosí En el siglo XVIII, la producción minera de Potosí decayó considerablemente lo que dio lugar a la desintegración del circuito mercantil regional. La Real Audiencia de Quito dejó de producir textiles en la magnitud que lo había venido haciendo y los obrajes vivieron un período de decadencia. La crisis se agudizó aún más con la introducción de productos extranjeros en el espacio colonial los mismos que, en razón de su mejor calidad, compitieron, con mayor ventaja, con la producción quiteña. La minería peruana entró en crisis por la conjugación de varios factores. Entre ellos podemos señalar los siguientes: los yacimientos minerales intensamente explotados entraron en una etapa de agotamiento; la población indígena, mano de obra barata, disponible para los trabajos en las minas, se encontraba en un período de disminución en razón de la sobre explotación de la que había sido objeto; el mineral se encontraba cada vez a niveles más profundos y no se contaba con los recursos técnicos necesarios para explotarlo con eficiencia (Arias: 1989: 1992 y ss). Crisis del sistema colonial La crisis económica no afectó únicamente al espacio colonial. En esta época España se encontraba también en un período de grandes dificultades económicas el tesoro público había disminuido. La Corona se impuso como tarea conseguir mayores ingresos, y para lograrlo se implementaron políticas conocidas en la literatura histórica como las "reformas borbónicas". Estas reformas intentaron mejorar la economía y su objetivo central fue conseguir más dinero para el Tesoro Público. Las medidas consistieron en la emisión de moneda de baja ley (es decir con mayor contenido de cobre); la legalización de las posesiones de tierras en la colonias, a través de las "composiciones" (obtención de un título de propiedad a cambio del pago de una suma de dinero); la venta de cargos públicos y títulos de nobleza, es decir, dinero a cambio de favores y privilegios; exigencia de donaciones a la Corona y de préstamos a particulares a las ciudades y corporaciones; retribución en dinero de favores, privilegios y otras concesiones; libre circulación de mercancías al interior del espacio colonial, con la supresión de las aduanas internas; libre introducción de efectos europeos en América, sobre todo textiles; organización de un sistema de transporte de mercancías más moderno y eficiente, para lo cual se suprimieron las flotas de navíos, se introdujeron naves de registro, más ágiles y autónoma, y se mejoraron los puertos (Arias: 1989: 199).

Los cambios en la Metrópoli La toma del poder político de España por los Borbones, en reemplazo de los Habsburgo, en 1700, determinó un giro en la política económica, dando lugar a cambio mucho más profundos, en consonancia con el movimiento de la economía mundial. Se introdujeron medidas destinadas a facilitar y promover la producción y el comercio, tanto en la metrópoli como en las colonias, renunciando a la vieja concepción mercantilista. Esta nueva política implicaba la supresión del monopolio y la participación abierta de otros países europeos en el comercio con las colonias. Felipe V (1700 1746), ayudado por Alberoni, emprendió el restablecimiento de la economía interna: suprimió las aduanas internas permitiendo la libre circulación de

mercaderías; estableció fábricas estatales a fin de acrecentar la producción industrial; organizó una flota importante y mejoró los puertos del país. Fernando VI (1746 1759) y Caros III (1759 1788) continuaron las reformas, sobre todo el último, con sus ministros Aranda, Floridablanca y Campomanes, todos partidarios de la libertad industrial y comercial. Esta nueva política había mejorado la situación interna. La industria y el comercio se triplicaron y la población hacia caso doblado. SEGUN SALAS

Sucre y Bolívar Con sus generales Fotografía tomada de mario Monteforte, Los Signos del hombre, Plástica y Sociedad en el Ecuador. La Independencia y la Etapa Gran colombiana (1809-1830) Carlos Landázuri Camacho* El presente artículo estudia el proceso mediante el cual el Ecuador consiguió su independencia de España, primero formando parte de la Gran Colombia y luego estableciéndose como república autónoma. La independencia de España (1809 1822) La etapa de la independencia, a su vez, tiene dos momentos diferenciados: el inicial o de la "Revolución Quiteña" (1809-1812) en el cual se declara pero no se consigue la independencia, y al final, en el cual las fuerzas patriotas termina por imponerse (18201822). La Revolución Quiteña (1809-1812) Damos el nombre de "Revolución Quiteña" al primer momento de la lucha por la independencia ecuatoriana, durante el cual la iniciativa correspondió a la ciudad de Quito, cuyas clases dirigentes trataron de establecer un proyecto económico político original, pero fracasaron en su empeño. Para comprender el sentido y alcance de ese movimiento, así como las razones de su fracaso, es necesario analizar tres de sus causas más importantes: los recortes de jurisdicción territorial, la fragmentación interna de la presidencia y la incapacidad de los gobernantes locales. Los recortes de jurisdicción territorial Durante los últimas décadas colonial y en gran parte como consecuencia de la relativa decencia económica y política de la audiencia quiteña fue a otras regiones del imperio español, el control de Quito sobre sus provincias más periféricas se fue debilitando. Concomitantemente, esas provincias comenzaron a ser gobernadas cada vez más directamente desde Lima o Bogotá, las capitales virreinales. Ese fue el caso, por ejemplo, de Tumaco, La Tola, Limones y Atacames, es decir la actual provincia de Esmeraldas, cuyo gobierno, por lo menos en la práctica, fue segregando de Quito entre 1764 y 1807 y ejercido desde Bogotá a través de Popayán. Algo parecido sucedió a partir de 1802 con la región de Maynas, que comprendía ambas márgenes del río Amazonas. La Cédula Real del 15 de julio de 182 creó el Obispado y la Comandancia General de Maynas y los hizo depender de la autoridades religiosas y militares de Lima y no de las Quito. Un tercer problema fue el originado por la Real Orden de 7 de julio de 1803, a consecuencia del cual el gobierno militar y político y los asuntos comerciales de

Guayaquil y su provincia pasaron a depender de Lima. En síntesis, la autoridad de Quito sobre la Costa y gran parte del Oriente quedó muy debilitada. Las élites quiteñas jamás se resignaron ante tal situación y llegaron a proponer que la Presidencia de Quito, con inclusión de todas sus provincias, fuera elevada a Capitanía General, independiente de la pesada tutela de Bogotá y Lima. Ese proyecto era viable y representaba una vieja aspiración de Quito, pero el gobierno de Madrid no se decidió a aprobarlo. Por eso, cuando ese gobierno entró en crisis por la invasión de Napoleón a España, las élites quiteñas creyeron que no les quedaba otro recurso que el de tomar el poder para satisfacer sus aspiraciones geopolíticas. La fragmentación interna de la presidencia De lo dicho ya se puede colegir que la Presidencia de Quito a fines de la época colonial era un espacio desarticulado en lo geográfico, social, económico y político. Para comenzar, extensas zonas apenas si estaban conectadas con la "civilización": tal era el caso de casi todo el Oriente y la Costa norte, donde la presencia europea era tenue. Pero también la zona "civilizada" eta profundamente dividida en cuatro regiones, nucleadas por otras tantas ciudades: La Sierra norte (Popayán), la Sierra centro (Quito), la Sierra sur (Cuenca) y la Costa centro sur (Guayaquil. Cada región tenía su propia economía, sus propias relaciones de trabajo, sus propios ritmos demográficos y la autoridad del gobierno quiteño sobre ellas era limitada. Quito sentía que el control de su provincias se le iba de las manos y procuraban reafirmarlo, a la vez que procuraba aflojar los lazos que le sujetaban a las sedes virreinales. Algo parecido ocurría en cada región: cada capital veía con desagrado los intentos centralistas de Quito, pero al mismo tiempo insistía en su propia hegemonía interregional, que a la vez causaban resentimiento en las ciudades menores. Dentro de este marco, la Revolución Quiteña de agosto de 1809 puede entenderse como un intento de la capital por recuperar todos sus territorios y reafirmar su autoridad en todas sus provincias. La incapacidad de los gobernantes locales Al momento de iniciarse la Revolución Quiteña, gobernaba la Audiencia don Manuel de Urriez, conde Ruiz de Castilla. El Conde era un anciano de 75 años, poco apto para enfrentar las tareas propias de su cargo. Pero el suyo no era sólo un gobierno ineficaz; a ojos de los nobles quiteños, la administración del Conde contrastaba bruscamente con la de su antecesor, el barón de Carondelet. No sólo que la administración del Barón había sido más eficiente sino que, sobre todo, él había permitido que la nobleza criolla, y en especial la poderosa familia de los Montúfares, tuviera enorme influyo y participación en el poder, al punto que el de Carondelet ha sido llamado "el gobierno criollo". Ruiz de Castilla nunca tuvo la suficiente visión como para atraerse a la aristocracia local, con la que mantuvo desde el principio relaciones más bien tensas. Así, el golpe de 1809 también pretendía quitar de en medio de una administración abúlica y que no tomaba suficientemente en cuenta los interesados locales, para entregar el poder a quienes se sentían los líderes naturales del país. PAISAJE

La ciudad de Quito Sede del Gobierno Central desde el establecimiento del Estado Ecuatoriano. Obra de Rafael Salas.

La Fundación de la República (1830 1860) Introducción No es fácil hacerse una idea de cómo era el Estado del Ecuador, cuando se fundó en 1830. Su territorio estaba poco definido y la institucionalidad era débil. Pero una cosa era clara, se había producido un aumento poblacional, que continuó y aún se intensificó a o largo del siglo XIX. Habían entonces alrededor de seiscientos mil habitantes. Su distribución regional estaba cambiando. Desde fines del siglo XVIII se había producido una elevación en la población costeña respecto del total del país. La distribución étnica de la población variaba regionalmente En la sierra, la gran mayoría de la población era indígena; con una minoría "blanca", mestiza y mulata y una pequeña cantidad de negros, que vivían en los valles Bajos interandinos. En la costa, en cambio, los mestizos y mulatos era más o menos la mitad de la población, seguidos por los indígenas y los "blancos". Los negros, en igual o parecido número que en la Sierra, eran proporcionalmente más. En el Oriente, salvo una cantidad mínima de colonos, la población era indígena, aunque reducida. Las divisiones étnicas correspondían al complejo hecho social y cultural que fue la colonización. La gran mayoría de la población era indígena. Los "blancos" eran los criollos herederos del poder español que, aunque racialmente descendían también en buena proporción de antecesores indios, defendían celosamente sus privilegios asentados, entre otras cosas, en la idea de la superioridad europea y la "limpieza de sangre. Los «mestizos» y mulatos si bien se habían originado en una mezcla racial, se consideraban tales más bien por su posición económica. Eran pequeños productores y artesanos, fundamentalmente. Los negros, aunque no muy numerosos en el país, representaban una parte importante de la población, especialmente de la costa norte. La Economía Durante la Colonia se habían definido tres regiones o espacios económicos diferenciados: la sierra centro norte con su eje Quito; la sierra sur con su eje Cuenca, y la costa con su eje Guayaquil. Los territorios del litoral norte (actuales provincias de Esmeraldas y Manabí) estaban poco poblados y eran la periferia de Guayaquil. Los comarcas amazónicas tenían una relación virtualmente nula con la sierra. A partir de las regiones naturales se habían definido unidades regionales con caracteres económicos y sociales específicos. La sierra centro norte Cubría desde la actual provincia del Carchi hasta la de Chimborazo. Era la región donde más definidamente se había consolidado la hacienda como eje de la economía. El mecanismo más común de expansión del latifundio fue el desalojo de las comunidades indígenas, o la compra de sus tierras por presión o fraude. Las enormes extensiones cultivadas en un bajísimo porcentaje fue la característica más visible del agro serrano. La hacienda era un complejo de tierras destinadas a la agricultura y al pastoreo, dentro de cuyos límites se asentaba la población trabajadora. La relación productiva prevaleciente era el concertaje. El campesino "se concertaba" (comprometía), en teoría voluntariamente, a trabajar en la hacienda a cambio de un salario, que en la practica no llegaba a pagarse, porque el "concertaje" se veía permanentemente obligado a solicitarlo por adelantado. El concertaje estaba organizado por la represión y el control ideológico. Por una parte, el hacendado podía mandar a prisión al concierto que no trababa para descontar la deuda. Por otra, la Iglesia, también terrateniente, ofrecía la justificación del sistema con el adoctrinamiento y mantenía mecanismos de profundización del endeudamiento: "fiestas", "priostazgos", "derechos" de bautizo, entierro, etc., que demandaban dinero en efectivo, obtenido mediante nuevos préstamos al patrón de la hacienda.

El panorama económico de la sierra era complejo. La esclavitud continuó a lo largo del Siglo XIX, encontró resistencia en la propiedad comunal indígena. Aunque subordinada a la gran hacienda, la pequeña y mediana propiedad se mantuvieron. En la sierra existía n artesanado, productor de manufacturas destinadas a los mercados domésticos y los países vecinos. Trabajos en cuero y textiles fueron un rubro significativo, aunque conforme avanzaba el siglo XIX, se fue acentuando una crisis de la producción artesanal. Los obrajes serranos que sobrevivieron a la crisis XVIII, se insertaron en la hacienda y continuaron funcionando, aunque cada vez con mayor competencia de los textiles extranjeros. Los terratenientes más emprendedores sustituyeron los obrajes por instalaciones modernas, que también funcionaron integrados al latifundio, compitiendo con los productos de importación. La región norcentral de la sierra estaba estrechamente conectada con Pasto y Popayán, por un intercambio que se mantuvo largo tiempo. REPRESENTACION

Gabriel García Moreno Representado como Don Quijote con cura en jolgorio, obra de Joaquín Pinto en alusión a la reforma religiosa emprendida por García Moreno. Museo Jacinto Jijón y Caamaño. De la "República Católica" hacia la Revolución Liberal (1860-1875) Sonia Fernández Rueda* La etapa Garciana (1860-1875) Introducción Una vez superada la crisis políticas de 1859, que puso al Ecuador en peligro de desaparecer como Estado independiente, se inicia en el país una nueva etapa de su historia se extiende hasta 1875, tras la muerte violenta de Gabriel García Moreno, la figura política más destacada de estos años. Esencialmente personalista y controversial, la numerosa producción historiográfica tradicional que existe sobre la llamada "etapa garciana" nos ha ofrecido una explicación parcial de sus significados. Entendida la historia como la suma de la acciones de los protagonistas individuales, se ha eludido la comprensión de las condiciones económicas, sociales, políticas y culturales que orientan y dan soporte a la acción de estos protagonistas. No es de extrañarse por lo tanto que el centro fundamental del debate histórico haya constituido la propia existencia de Gabriel García Moreno sobre la que se han vertido múltiples opiniones contradictorias que han aportado sólo muy parcialmente a su conocimiento o al de su época. En los últimos años, sin embargo, una nueva generación de historiadores ha buscado incursionar en los múltiples aspectos de su realidad, estudiados ya no de manera aislada, sino como elementos fundamentales de un todo integrado. Dentro de este nuevo enfoque, la reflexión sobre lo político, entre otros aspectos, ocupa un lugar primordial, con la intención de dar respuestas a problemas esenciales vinculados, principalmente, a la comprensión del carácter y funcionamiento del Estado y a su influencia en el proceso de integración nacional ecuatoriana.

Panorama histórico del "Garcianismo" Una vez derrotadas las fuerzas de la dictadura de Guillermo Franco, el 24 de septiembre de 1860 se convocó a una Asamblea Constituyente a reunirse el 10 de enero de 1861. La Asamblea encargada en la promulgación de una nueva Constitución y de la elección presidencial, designó a García Moreno para el gobierno interino del país y, antes de finalizar sus labores, lo eligió presidente constitucional. Algunos sectores dominantes jugaron un papel fundamental en su instalación en el poder. Sus matrimonios con Rosa de Azcásubi y, a la muerte de ésta, con su sobrina Mariana de Alcázar le permitieron incorporarse a la aristocracia quiteña, al mismo tiempo que conservaba sus vínculos con Guayaquil. Una alianza con la aristocracia quiteña y las élites guayaquileñas lo llevó al gobierno y convertirse, en las condiciones de descomposición política y social planteada por la crisis de 1859, en el agente y protagonista de la unificación del Estado ecuatoriano. El primer período garciano (1861-1865) transcurrió en un ambiente de constante agitación política, provocado principalmente por la revuelta popular urvinista que se mantuvo latente hasta 1865, año en el que los Generales Urvina y Robles (levantados en armas en el Puerto de Guayaquil, y ya electo Jerónimo Carrión presidente) fueron derrotados en la famosa batalla naval de Jambelí. García Moreno y sus colaboradores vieron en la Constitución de 1861 (mal considerada garciana) la causa del estado de convulsión y anarquía que reinaba en el país. Inspirada de convulsión y anarquía que reinaba en el país. Inspirada en los mismos principios semifederalistas de la de 1852, sancionó un sistema político descentralizado, garantizado a los poderes seccionales y provinciales una amplia autonomía administrativa con respecto al poder central, (Maiguashca: 1933:5) pero limitando sus atribuciones y sujetándose al control de un Consejo de Estado, creado con ese fin. Argumentado el principio de la "insuficiencia de las leyes", García Moreno infringió sistemáticamente la Carta Fundamental, y en nombre del a religión, la moral y el orden implementó una política represiva y autoritaria. Ampliamente conocidos son los casos del fusilamiento del General Maldonado, la flagelación del general Ayarza y la tortura a la que sometió la liberal Dr. Juan Borja. Al mismo tiempo, sin embargo, García Moreno desplegó una enorme actividad organizativa poniendo en marcha un ambicioso programa de reformas administrativas y económicas, que se cristalizó, definitivamente, en su segunda administración, con un éxito sin procedentes en la historia del país. No fue igualmente exitosa la conducción de su política exterior. Objeto de una enorme crítica de sus contemporáneos, García Moreno declaró dos veces la guerra a Colombia con las consiguientes derrotadas para el país. Y fue calificada de antiamericana su posición con respecto al conflicto peruano hispano de 1864 y a la invasión napoleónica a México, en ese mismo año. Una gran controversia desató, igualmente, su conocida solicitud del protectorado francés, así como su condena al proceso de unificación italiana en defensa del poder temporal del Papa, en 1870. Cumplidos sus cuatro años de gobierno, Jerónimo Carrión, con su apoyo y el de sus partidarios, fue electo presidente en 1865. Carrión duró menos de dos años en el poder. Abandonado por García Moreno, que esperó encontrar en él un sucesor, con una oposición antigarciana fortalecida y tras un conflicto con el Congreso, fue obligado a dimitir en noviembre de 1867. Mediante nuevas elecciones, Javier Espinosa lo reemplazó en la presidencia. Como Carrión, Espinosa tampoco terminaría su periodo presidencial. En el contexto de una nueva crisis política en 1869 (aunque no de las dimensiones de la de 1859),

García Moreno destituyó a Espinosa; se proclamo Jefe Supremo de la República y convocó a una Asamblea Constituyente, la octava en lo que va de siglo, que se reunió en Quito en mayo de ese año. Los asambleístas, en la mayoría correligionarios de García Moreno, lo eligieron Presidentes Constitucional e, inspirados en su pensamiento político, redactaron una nueva Constitución (1869). A diferencia de la de 1861, esta Constitución o "Carta Negra", como fue llamada por sus oponentes, fue unitarias y centralistas: sometió a la provincia y a los municipios a la autoridad del poder central e hizo de la primera "la unidad fundamental de la división territorial del país" (Maiguashca: 1993:6). Pero a más de estas disposiciones, que ya daban un enorme poder al presidente, reimplantó la pena de muerte por delitos políticos, amplió a seis años el período presidencial, contempló la reelección inmediata e impuso la religión católica como condición para ser ciudadano ecuatoriano. Armado de este instrumento jurídico, fue capaz de controlar (durante su segunda administración) cualquier intento de movilización política y de llevar a cabo una serie de reformas, opuestas, en algunos casos, inclusive a los intereses de los sectores que llevaron a la presidencial, contempló la reelección e inmediata e impuso la religión católica como condición para ser ciudadano ecuatoriano. Armado de este instrumento jurídico, fue capaz de controlar (durante su segunda administración) cualquier intento de movilización política y de llevar a cabo una serie de reformas, opuestas, en algunos casos, inclusive a los intereses de los sectores que le llevaron a la presidencia. LA ESTACION

Ferrocarril de Quito Archivo Biblioteca Aurelio Espinosa Pólit, Tomado de Salvat Editores Ecuatorian, Historia del Ecuador, Tomo 6, Salvat Editores Ecuatoriana, Quito, 1987. La Revolución Liberal y la Plutocracia (1895 1924) *Jorge Núñez Sánchez Las Montoneras, Alfaro y la Revolución Las montoneras fueron probablemente el más importante fenómeno de movilización social del siglo XIX republicano. Surgidas en el agro costeño a partir de 1825, tuvieron desde su inicio un carácter reivindicativo y de resistencia popular frente a las violencias cometidas por hacendados o autoridades del nuevo poder republicano. Su base social estaba en el campesinado montubio, que incluía a peones de las haciendas, pequeños propietarios y trabajadores sueltos, como los "desmonteros" y "sembradores", que hacían desmontes o formaban nuevas plantaciones para venderlos a las haciendas próximas. A partir de la época garciana, el surgimiento de las montoneras adquirió una connotación plenamente política, de carácter liberal militante, bajo la conducción de los mismos hacendados o "caciques" locales, que se lanzaban a la lucha a la cabeza de sus peones y casi siempre con el rango de "coronel", otorgado por la proclama de sus propios hombres. Toda la tropa montonera o al menos gran parte de ella andaba a caballo. Estas particulares circunstancias daban a las montoneras una notable influencia y

capacidad de acción en su área y les garantizaban fácil avituallamiento, gran movilidad, operativa y rápida desmovilización. Por otra parte, todo ello dificultaba su localización y represión por parte de las tropas gubernamentales, normalmente de origen serrano, que luchaban en un medio extraño y contaban con poco respaldo social en la región litoral. Explotando a fondo esas ventajas, un joven revolucionario manabita, llamado Eloy Alfaro, se convirtió desde la época garciana en un afamado insurgente liberal. Hijo de una familia de pequeños comerciantes, su voluntad, inteligencia y capacidad de mando le granjearon progresivamente el liderazgo del liberalismo, primero en su provincia y luego en toda la costa ecuatoriana. Así, para mediados de 1882 se hallaba ya en capacidad de lanzar desde Esmeraldas una primera campaña militar contra la dictadura de Veintimilla, que lamentablemente fracasó. Ello no fue óbice para los liberales ecuatorianos volvieran a la lucha a fines de ese mismo año y Alfaro fuese proclamado, en 1883, Jefe Supremo de Manabí y Esmeraldas, posición desde la cual contribuyó decisivamente el triunfo militar del movimiento nacionalista de "La Restauración" sobre la dictadura de Veintimilla. Más los revolucionarios liberales, triunfantes en el campo militar, fueron derrotados en el campo político por una coalición de hábiles políticos de gabinete, conservadores y liberales, que instauraron lo que se dio en llamar "Periodo Progresista". Con ello, el viejo régimen oligárquico logró un nuevo respiro, que habría de durar once largos años, durante los cuales se sucedieron los gobiernos de José María Plácido Caamaño, Antonio Flores Jijón y Luis Cordero. El "Progresismo" logró nuclear a su alrededor a buena parte de la clase política ecuatoriana de entonces, pero el nivel decisorio quedó reservado a "La Argolla", nueva alianza oligárquica consolidada en el poder y de la que formaban parte solo algunas de las grandes familias propietarias, de Quito, Guayaquil y Cuenca. Ello explica que muchas otras familias poderosas de cada región, tanto conservadoras como liberales, combatieran activamente al "Progresismo". Pese a su proclamada vocación política anti-extremista, el régimen progresista resulto ser uno de los más represivos y corruptos de nuestra historia, especialmente durante el gobierno de Caamaño, caracterizado por el permanente estado de sitio y las turbias negociaciones de la deuda externa y de la construcción de ferrocarriles. La Venta de la Bandera El año de 1894 marcó un nuevo repunte político para las fuerzas insurgentes del liberalismo, gracias al estallido del escándalo de "La venta de la bandera", turbio episodio internacional protagonizado por el gobierno de Luis Cordero y particularmente por su gobernador en la provincia del Guayas, el ex presidente Caamaño. La opinión pública ecuatoriana se inflamó de coraje por lo que consideraba una humillación al honor nacional, que venía a sumarse a los múltiples negociados anteriores del gobierno de "La Argolla". Fue asó que, bajo la convocatoria liberal, gentes de las más diversas tendencias empezaron a formar asambleas y juntas cívicas en varias ciudades del país, para juzgar la conducta oficial y condenar al gobierno. En la Provincia de Los Ríos surgieron nuevamente las montoneras liberales, por lo que el ejecutivo declaró al ejército en "estado de campaña" y otorgó facultades extraordinarias al gobernador de esa provincia. Para 1895, la protesta popular se volvió irrefrenable. Caamaño fue obligado a renunciar a su cargo de gobernador del Guayas, no sin que antes la policía disparará contra los manifestantes. A partir de ese momento se multiplicaron las protestas y actas populares en todo los rincones del país. El Consejo Municipal de Quito, controlado por los conservadores, fue apresado en razón de sus reiteradas denuncias antigubernamentales. Entre tanto, los

grupos radicales empezaron a utilizar nuevas tácticas de lucha: en febrero ensayaron una huelga general en Guayaquil, mientras en todo el país adquirían armas y se preparaban para la lucha, siguiendo la convocatoria hecha por Eloy Alfaro desde Managua. El Estallido Revolucionario Respondiendo al llamado del líder radical, el 12 de febrero se producía en Milagro el levantamiento armado de Pedro Montero y Enrique Valdez Concha, cuya montonera atacó el ferrocarril de la costa y se dirigió en él hacia el interior de la costa. El 17, Vinces proclamaba la Jefatura Suprema de Alfaro, mientras las montoneras se multiplicaban en toda la cuenca del Guayas y en Manabí. El 20, los conservadores insurreccionaban a la guarnición de Ibarra y proclamaban la Jefatura Suprema de Camilo Ponce, iniciando con ello la lucha en la sierra norte. Acosado, el gobierno recurrió entonces a la censura de prensa y a una recluta general en los pueblos de la costa, provocando la fuga de los campesinos y su incorporación a las montoneras. Paralelamente, en la sierra central y norte se formaban columnas insurgentes liberales y conservadoras, que, operando coordinadamente, ponían en jaque a las fuerzas gubernamentales. El 9 de abril se insurreccionó Guaranda y una fuerza revolucionaria de liberales y conservadores venció a la guarnición oficial. Al día siguiente se insurreccionó en Quito el Batallón Flores, respaldado por fuerzas civiles conservadoras que vivaban a Camilo Ponce; combatiendo al frente de sus tropas, Cordero logró derrotar a los alzados, pero quedó políticamente desequilibrado. Mientras tanto, en la costa progresaba rápidamente la insurrección: se multiplicaban los pronunciamientos de los pueblos y las montoneras crecían en número y lograban sucesivos triunfos. GUAYASAMIN

Los

trabajadores 1942 Fotografía tomada de Historia del Arte Ecuatoriano, tomo 4, Salvat Editores Ecuatoriana, 1986 "Revolución Juliana", Crisis de Hegemonía y Estabilidad Política (1925 1960) El Contexto En el período 1925 1960 se destacan dos momentos bastantes definidos: el uno que va de 1925 a 1948 y el otro de 1948 a 1960. El primer momento, que parte de la revolución "juliana" y culmina con el inicio del gobierno Galo Plaza, fue un período de la historia ecuatoriana que estuvo marcado, al menos en sus primeros lustros, por la preocupación colectiva respecto a los problemas sociales, por la persistencia de la recesión económica, por las reorientación productiva, la agitación social y la inestabilidad política. En el segundo, se viviría un relativo clima de tranquilidad social y estabilidad económica y política, resultado, en mucho, de las prósperas condiciones creadas por el auge bananero. De todas formas, en gran parte del período, los ecuatorianos vivieron turbulentas y traumáticas experiencias como la

misma juliana, la guerra de los cuatro días (1932), la guerra con el Perú (1941) y "la gloriosa" (144) que marcaron en los más profundo la conciencia colectiva de los ecuatorianos. 1925 a 1948 fue una etapa que se inicio con una transformación del aparato estatal, intensa lucha y carencia de hegemonía política de algún sector de la sociedad que dieron como resultado la ingobernabilidad y una enorme inestabilidad política. Ciertamente en esta época, es decir, en veintitrés años, se sucedieron alrededor de veintisiete gobiernos, ente dictaduras militares y civiles, gobiernos provisionales y regímenes democráticos. En cambio ente 1948 a 1960, bajaron las tensiones políticas, los gobiernos democráticos se sucedieron en el marco constitucional, la planificación estatal apareció y un nuevo impulso modernizador vivió el Estado. En todo el período, la gente entre cuartelazos, matanzas, crisis de la economía mundial y persecuciones vivió nuevas experiencias como la radio, el cine hablado, la aviación, las novedades del fútbol nacional y la mayor presencia del automóvil en las estrechas calles de las urbes que vieron crecer sus espacios. Más adelante experimentó con mayor fuerza la moda estadounidense y el miedo al nacionalsocialismo. Siguió con atención las noticias sobre la Segunda Guerra Mundial, y posteriormente, fue testiga de los primeros efectos de la "Guerra Fría", y de la tímida presencia de la televisión . Fueron hombres mujeres que se enamoraron al calor del pasillo, de "Benítez y Valencia", del tango, del bolero y posteriormente de Elvis y del rock, y se divirtieron con las películas mexicanas, con Cantinflas, y con las estampas de "Evaristo". Por otra parte, desde los años veinte de este siglo se potenciaron las capacidades organizativas y de movilización de viejos grupos humanos (artesanos y militares) pero también hicieron su ingreso a la escena nacional nuevos actores sociales (obreros y clases medias) que exigieron su reconocimiento social y político. Las calles, el espacio público, fue el territorio donde, en forma generalizada, se expresaron las demandas. La tranquilidad pueblerina de antaño, alterada de cuando en cuando por los chismes, por cualquier escándalo social y por las luchas políticas y armadas de los caudillos y sus huestes vio, con asombro y no menos susto, la presencia de la organización y movilización popular, de la huelga obrera y de otras formas de reclamo y de presencia de los de "abajo". El Estado, las elites sociales, la opinión pública, el Ejército, la Iglesia y los intelectuales, desde sus particulares visiones, corrieron a explicarse y dar cuenta de este fenómeno. Prestos dieron nueva forma a los partidos políticos, reestructuraron la legislación, fundaron organismos estatales y reflexionaron, escribieron o pintaron retratos novedosos del ambiente social que les abrumó. En este marco surgió el realismo social y el indigenismo. Semejantes percepciones de lo social y las subsecuentes acciones en este campo y, y sobre todo, los cambios que se dieron en el marco de representaciones de la gente, en su cosmovisión y en su cultura tuvieron directa y mayor relación con las transformaciones políticas y jurídicas que impulsó al Estado y, en menos medida, con las alteraciones surgidas de las estructuras social y económica del país. De cualquier manera existieron algunas modificaciones en los aspectos económicos y social que incidieron en la estructuración de clases sociales, en sus relaciones y en la producción de las ideas. La Juliana y la Medicina de la Moneda El Mayor, Ildefonso Mendoza, en Guayaquil, y el General Francisco Gómez De la Torre, en Quito, dirigieron el movimiento de la joven oficialidad que dio al traste con el último gobierno de la Plutocracia. Se formó una Junta de Gobierno integrada por uno de los

más firmes opositores de los regímenes costeños, Don Luis Napoleón Dillon, liberal de avanzada, cercano al socialismo y fundador de la fábrica textil más moderna de entonces, La Internacional. El fue el representante del sector social dirigente de la sierra que mayores intereses tuvo en una transformación económica y social. Luchas intestinas, desacuerdos y contradicciones llevaron a la Junta a su disolución y la proclamación por parte del ejército, en 1927, del doctor Isidro Ayora como encargado del poder. Este puso en práctica algunos ideales julianos de democratización de las relaciones sociales y de modernización del Estado. Creó el Ministerio de Previsión Social, la Caja de Pensiones y acogió algunas demandas de los sectores subalternos. Sin embargo, la realización más firme estuvo en el campo de la economía y la modernización del Estado. Dictó medidas tendientes a la estabilización monetaria y al control inflacionario evitando las permanentes devaluaciones mediante las cuales los agroexportadores habían venido superando la crisis del cacao. Para esto, en un hecho sin precedentes en el país donde todos los bancos tenían capacidad de emisión, creó el Banco Central, institución encargada de emitir billetes y de promover la política monetaria del país. Con esto descargó un duro golpe contra los agroexportadores que, hasta ese momento, por su calidad de propietarios de las divisas y de los mayores bancos, habían impuesto su voluntad al Ecuador entero. Además, siguiendo con el plan de reformas, creó al Banco Hipotecario para generar créditos a favor de la agricultura, fundó la Contraloría General del Estado, la Dirección General de Obras Públicas e instituyó la Superintendencia de Bancos. Más también, en el campo fiscal impulsó una Reforma Tributaria y una mejor estructuración del presupuesto. Ayora, confirmado presidente por el Congreso de 1929, hizo un gobierno que favoreció los intereses de los industriales al promover una política proteccionista y dio al mismo tiempo gusto a los importadores al impulsar un esquema monetario, el patrón oro, que mantenía una "moneda sana". La salud monetaria, en el marco de la crisis mundial de 1930, derivó en deflación, perjudicando a los negocios y particularmente a los agroexportadores que, sintiéndose afectados, decidieron, con el apoyo de otros sectores, desplazar en 1931 a Ayora del poder. Con este episodio se inauguró un momento de enorme inestabilidad política en el país. Juan Paz y Miño Cepeda

PENSADOR CONTEMPORANEO

Benjamín Carrión Uno de los más importantes pensadores contemporáneos de la realidad ecuatoriana, ofreciendo un discurso de agradecimiento por el premio "Eugenio Espejo" Fotografía tomada de Historia del Ecuador. Vol 7, Salvat Editores Ecuatoriana, Quito, 1988. La "Década del desarrollo" Al comenzar la década de los 60 todavía eran visibles en la sierra ecuatoriana las haciendas tradicionales, organizadas bajo relaciones agrícolas de trabajo precario (jornales ínfimos o ausencia de salarios). La costa, en cambio, más dinámica y emprendedora, seguía siendo la base de nuestro crecimiento agroexportador sustentado en el banano, que, sin embargo, progresivamente entró en crisis. En

mucho, todavía pesaba la ruralidad del país, porque la mayoría de la población se ocupaba en la agricultura, exista un crecimiento urbano reducido a unas cuantas ciudades y porque la industria y la manufactura eran todavía incipientes, así como resultaba escasa la presencia de capitales extranjeros. Sin embargo, durante las décadas del 60 y 70 aquellas realidad del Ecuador se modificó . Durante la primera, se generalizaron en América Latina las preocupaciones sobre el desarrollo (la de los 60 fue bautizada como década del desarrollo), provenientes del pensamiento económico elaborado por la CEPAL (Comisión Económica para América Latina), las propuestas del programa norteamericano "Alianza para el Progreso", (orientadas a contrarrestar la influencia la influencia de la Revolución Cubana 1959 en el continente), y las políticas reformistas impulsadas por diversos gobiernos de la región. En tales circunstancias, también el Ecuador afirmó las políticas desarrollistas, cuyo esquema básico todavía continua vigente en la década de los 70. Específicamente con la instauración de una Junta Militar (1963 66), fue posible iniciar las bases de un nuevo modelo de política económica, basado en el activo papel que se otorgó al Estado como principal agente promotor del desarrollo económico y de la modernización del sistema de libre empresa. En efecto, la Junta Militar adoptó, por primera vez, un Plan de Desarrollo y actuó en favor de tres reformas consideradas imprescindibles: la agraria, la tributario fiscal y la administración pública. Junto a la reforma agraria, iniciada en 1964, ante todo se dio prioridad al crecimiento de la industria sustitutiva de importaciones, a la que se le brindaron recursos, facilidades o exoneraciones tributarias y leyes de protección. El país alentó la inversión extranjera y entró a participar en el inicial proceso de integración concretado en la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio ALALC (1960). Estas políticas condicionaron la evolución posterior del país. Si bien los gobiernos sucesores a la Junta Militar no continuaron la reforma agraria con la misma voluntad política, tampoco pudieron modificar el papel del estado como orientador de la economía. Al finalizar la década de los 60, al mismo tiempo que había descendido la participación y el crecimiento de la agricultura en la producción nacional, se había elevado la contribución de la industria y de la manufactura y se habían sentado las bases para la diversificación económica empresarial. Los cambios en la estructura social Dinamizada la industrialización, apareció un empresario de nuevo tipo. También crecieron nuevos núcleo empresariales en las otras esferas económicas . Incluso el terrateniente tradicional se vio forzado a la modernización. Y empezó a crecer el capital extranjero. De todos modos, no hubo diferencias tajantes entre distintas fracciones empresariales y predominó la concentración de sus intereses en los grupos de mayor poder, expresados en las Cámaras de la Producción, que sistemáticamente reaccionaron contra lo que consideraban políticas "estatizantes" y hasta influidas por el "comunismo", como suponían era el caso de la reforma agraria. Se extendió aceleradamente la clase media. Su tendencia general fue hacia el reformismo político y aún la radicalización. Sectores profesionales, intelectuales y tecno burocráticos comúnmente sustentaron el intervencionismo estatal. Exista receptividad para las consignas transformadoras, los cuestionamientos al poder oligárquico, las reacciones antiimperialistas y las influencias socialistas. Estos sectores pudieron expresarse en una obra cultural y literaria renovada y progresista. Entre los estudiantes, especialmente los universitarios, prendió la creciente influencia marxista. Al mismo tiempo crecieron las clases trabajadoras y se activaron su conciencia y sus luchas. Sin duda, la de los obreros de las nuevas empresas, pero también las de operarios, migrantes y pobladores urbanos dedicados a empleos y oficios de diverso

orden. Se alteró la condición campesina y aparecieron nuevas reivindicaciones. Se consolidaron capas de pequeños y medianos propietarios, jornaleros y comuneros agrícolas. En cambio hubo poca comprensión de las necesidades culturales y técnicas de los indígenas, en una sociedad acostumbrada históricamente a los prejuicios y marginación de este sector. La década de os 60 se caracterizara, en consecuencia, por la complejidad de intereses sociales en formación o replanteamiento. y a todo ello contribuirá la vorágine de los cambios mundiales, la confrontaciones entre capitalismo y socialismo, las reacciones frente a las influencias de la Revolución Cubana, de enorme impacto en toda Latinoamérica durante los años 60 y los 70, así como la renovación de la Iglesia Católica a partir del Concilio Vaticano II (1962), la Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Medellín (1968) y la difusión de la Teología de la Liberación, que definieron la opción preferente por los pobres, bajo un clima cuestionador, al régimen capitalista. Crisis gubernamental y confrontaciones políticas La de los 60 fue una década de transición entre las tradicionales formas oligárquicas y las modernas relaciones capitalistas. Una época de debates sobre el "intervencionismo estatal", las libertades de la empresa privada, el papel de los militares en la vida del país y las necesidades de la justicia social frente al dominio de poderosos grupos minoritarios. Incluso una poca de reflexiones y cuestionamientos a la dependencia del país, de acercamiento constante a los postulados y reivindicaciones del Tercer Mundo y de críticas a la presencia arrogante del "imperialismo norteamericano". Todo ello fue causa de una profunda inestabilidad social, así como de continuas confrontaciones políticas, que despertaron los contrapuestos intereses entre las distintas clases sociales y se reflejaron, de inmediato, en una persistente inestabilidad constitucional. En efecto, entre 1960 y 1972 se sucedieron siete gobiernos, pero sólo dos provinieron de elecciones populares. Así, en las elecciones de 1960 triunfó, por cuarta vez en la historia, José María Velasco Ibarra, con una votación superior a la de sus tres adversarios juntos. El viejo caudillo populista expresaba así las esperanzas de masas interesadas en radicales transformaciones. Y hasta supo despertar un gran sentimiento cívico al proclamar la tesis de la nulidad del Protocolo de Río de Janeiro, que tanto había herido la conciencia nacional desde que fuera suscrito en 1942, a consecuencia de la invasión de tropas peruanas. Pero el velasquismo estuvo ligado a un estrecho círculo de agroexportadores y empresarios costeños, favorecidos aún más desde el Estado (por ejemplo a través de la devaluación monetaria), mientras se volvía creciente el malestar social contra los desajustes económicos, la inflación, la corrupción la ineficacia administrativa. En 1961 a la convulsión política general se unió la pugna con él Vicepresidente Carlos Julio Arosemena y los enfrentamientos en el Congreso, que precipitaron un pronunciamiento militar que finalmente respaldó la salida de Velasco y la sucesión constitucional en favor de Carlos Julio Arosemena Monroy. GUAYAS

Cinco Cerros Foto César Franco, Bolo Franco. Tomado de Ecuador del Pacífico, Banco central del Ecuador, Quito, 1998. Historia del Espacio y el Territorio en el Ecuador (Desde la época aborigen hasta el siglo XIX)

María Elena Porras Paredes Hacia una nueva perspectiva de análisis: Los nuevos referentes teóricos Una nueva lectura de la historia territorial o llamada también "historia de límites" del Ecuador supone, hoy en día, la utilización de nuevos conceptos y referentes metodológicos en el tratamiento y comprensión del tema, en acuerdo con las propuestas desarrolladas por diversos especialistas nacionales y extranjeros que desde tiempo atrás vienen estudiando el proceso de la organización del espacio y el territorio en el Ecuador. Una aproximación al tema de la historia del espacio y el territorio en el Ecuador exige un manejo apropiado de la noción de espacio, categoría utilizada especialmente por algunos geógrafos franceses contemporáneos Olivier Dollfus, Robert Brunet y Jean Paul Deler, entre otros - , quienes han aplicado este concepto al estudio del espacio andino, en particular. Su interés primordial radica en caracterizar al espacio en sus diversas manifestaciones y relaciones con la sociedad que lo produce. Así, frente al "espacio geográfico", definido como el espacio concreto natural, se encuentra el "espacio social", organizado y controlado en función de las necesidades de reproducción de la sociedad. De manera que el espacio geográfico se convierte en un "espacio social", cuya estructura es reflejo de la sociedad que o ha organizado. En cada época de la historia, la sociedad va imprimiendo su sello más menos profundo en el espacio, en relación con las estructuras económicas y sociales que le son propias y con sus reglas de funcionamiento. La relación sociedad espacio va a caracterizar el "espacio geográfico social", definido como un conjunto apropiado, explotado, recorrido, habilitado y administrado por cualquier sociedad. Se trata entonces de comprender cómo se ha organizado ese espacio en esa geografía tan particular, como es la de los Andes ecuatorianos; conocer quiénes y cómo lo intervinieron; entender que cuando estos espacios se superponen, coinciden o se transforman, ello supone también la generación de conflictos y competencias entre las sociedades, y aceptar que estos espacios pueden desaparecer o destruirse, por la disgregación de las sociedades que los crearon, pues al no ser inmutables o variar en su origen, duran tanto como las sociedades y las intervenciones humanas. Como categoría ligada a la primera a la del espacio -, está además la de territorio, cuyo definición contiene un doble significado: primero, como "una porción cualquiera del espacio terrestre, en general delimitado", y, el segundo, más objetivo y rico, en tanto contiene una idea de apropiación, de pertenencia o al menos de uso del espacio. En otras palabras, el territorio "es el espacio aquel en el que se habita, que se marca (delimita) y por el que se pelea" (Brunet). De la manera como los grupos humanos ocupan el territorio y utilizan una determinada estrategia de reproducción histórica, se puede llegar a definir con mayor exactitud el significado de las "jurisdicciones" los "límites", las "fronteras", y también las "regiones". Sólo desde esta perspectiva conceptual y de análisis se puede configurar una historia de la organización espacial y del territorio, en su compleja dimensión, opuesta a una "historia de límites", como se venía haciendo para el caso ecuatoriano sólo hasta sólo hasta hace poco tiempo. Herencia espacial del Territorio Ecuatoriano Los Pueblos aborígenes del Ecuador: La organización de su espacio En función de estos nuevos referentes teóricos, la nueva perspectiva histórica que

estudia la organización del espacio durante la época aborigen del actual Ecuador, enfatiza en las grandes transformaciones que se dieron en la sociedad aborigen, a fin de comprender el carácter que asumió la organización del espacio durante esa etapa. De allí que los estudiosos han analizado, en primer lugar, las sociedades de cazadores recolectores; más tarde a las primeras culturas agro-alfareras, con su concomitante proceso de sedentarización, que dio lugar al surgimiento de las primeras aldeas; luego los denominados "señoríos étnicos" y, finalmente, el Tahuantinsuyo, imperio Inca, al que quedaron sometidos los "señoríos étnicos". Según las últimas evidencias arqueológicas, el primer poblamiento en el territorio del actual Ecuador sucedió alrededor de los 12.000 a de C., con los cazadores recolectores, cuyos asentamientos poblacionales fueron de carácter temporal y se ubicaron básicamente en los valles altoandinos. En la costa, la caza y la recolección se unió a la pesca. Después de varios milenios, se produjo entre las sociedades aborígenes una transformación de grandes proporciones como resultado de la aparición de la agricultura. Las comunidades aborígenes aprendieron a domesticar los animales y las plantas, y a cultivarlas en diferentes pisos ecológicos. A partir de entonces, el maíz constituyó la base del sometimiento de estos pueblos. Con el desarrollo de la agricultura, se posibilitó el crecimiento de estas comunidades, que para entonces ya tenían un cierto nivel de estabilización espacial, es decir, ya no eran sociedades nómadas, sino grupos que habían logrado apropiarse de un espacio más estable. De este modo, surgieron las primeras aldeas agrícolas, con una diferenciación social y cierto grado de división del trabajo. A su interior se mantuvo una estructura comunal y una redistribución incipiente. Corresponden a estas características socioeconómicas las culturas de los llamados por la arqueología períodos Formativo (6000 5000 a. de C.) y Desarrollo Regional (500 a.C 500 d.C): Valdivia, Chorrera, Machalilla, en la costa; Cotocollao y Cerro Narrío, en la Sierra, y en la Amazonía, la Fase Pastaza y los pueblos vinculados a la misteriosa Cueva de los Tayos, entre las más importantes. Estas culturas y otras que vinieron posteriormente se desarrollaron ocupando un mayor ámbito territorial, con una vida urbana estable, agricultura desarrollada, variedad en la producción de artefactos, inclusive de metal. Mantuvieron canales de intercambio de productos, especialmente entre zonas geográficas diversas con climas y posibilidades productivas complementarias. Los Señoríos étnicos norandinos Los señoríos étnicos fueron unidades políticas que se desarrollaron en el Período de Integración (500 d. de C. 1.500 d. de C.), gracias a alianzas guerreras que luego se consolidaron mediante complejos sistemas de parentesco y pertenencia étnica. Se denominaron también "cacicazgos", y contaron con una organización menor basada en unidades menores llamadas "ayllus", que reprodujeron, a una escala menor, el control de diversas zonas productivas, lo que hizo posible que sus miembros mantuvieran la estructura de producción comunitaria. FIGURILLA

Cultura Valdivia Figurilla tipo "Venus" Vertientes históricas de la Nación Ecuatoriana

Enrique Ayala Mora* La cuestión nacional Estamos acostumbrados a pensar que el Ecuador es un Estado-Nación constituido. La idea de que existe en el país una comunidad históricamente asentada sobre el mestizaje o sobre la experiencia, una "cultura nacional" única y uniforme y una experiencia común de "ser ecuatorianos" no se pone en tela de duda. La vida de nuestro pueblo, empero, ha ido cuestionando ese lugar común. Por ello es importante para el propio desarrollo de la identidad presente y futura de nuestro país someter a análisis de cuestión nacional, revisar sus elementos y complejidades. Este esfuerzo crítico debe hacerse, entre otras perspectivas, desde la dimensión histórica. Este artículo, quiere aportar en esa línea. Y quiere hacerlo ofreciendo una perspectiva global, aún admitiendo los riesgos y limitaciones que tiene el desarrollar tan compleja cuestión en unos pocos párrafos. Para tratar de esbozar una historia de la conciencia nacional, o de la nación ecuatoriana como tal, este trabajo parte del estudio de la crisis de disolución colonial entre fines del Siglo XVIII y la Independencia, para luego estudiar la Epoca Republicana dividida en tres grandes períodos caracterizados por la vigencia de diversas formulaciones prevalecientes del proyecto nacional. Hay muchas formas de abordar la cuestión nacional, aún cuando se la ve solamente desde la perspectiva histórica. Al elegir un camino para enfrentar el tema, los ejes del análisis planteado en este trabajo son aquellos elementos tradicionalmente considerados como constitutivos de una nación: territorio, elemento humano, dimensión regional, comunidad cultural, vida económica, conciencia de identidad. No se podrá agotarlos, desde luego, pero se intentará mostrarlos en su tránsito histórico en sus interrelacionados en el tiempo. Punto de partida Las raíces de la identidad de la actual sociedad ecuatoriana se pierdan en el origen de nuestra historia. Arrancan con la ocupación humana del Norte Andino y el desarrollo de grandes culturas aborígenes que desembocó en la integración en el Tahuantinsuyo. La crisis de ese gran imperio, la invasión y conquista hispánica con toda su carga de violencia y atropello, dejaron una marca indeleble en la vida de los pueblos indios y originaron una nueva realidad, marcada por el hecho colonial y el mestizaje. Pero la nación como una comunidad humana con conciencia de su identidad no existió siempre. Tuvo un inicio histórico al fin de la colonia, y se ha desarrollado de manera conflictiva a lo largo de varios períodos hasta el presente. Al cabo de dos siglos de coloniaje en que se fraguó una nueva sociedad, en las últimas décadas del Siglo XVIII, cuando la Real Audiencia de Quito había sufrido una aguda crisis que trajo consecuencias recesivas y un reacomodo de las relaciones sociales y regionales, se dieron los primeros atisbos de búsqueda expresa de una identidad americana frente a la metrópoli ibérica. Pero Vicente Maldonado trazó un mapa de la Real Audiencia, buscando un perfil territorial. El P. Juan de Velasco escribió su Historia del Reino de Quito que sustentaba su identidad como país. Eugenio Espejo, médico y periodista, puso las bases de un desarrollo cultural y político que desembocó en la demanda de autonomía. Los criollos descendientes de los colonizadores españoles que habían logrado creciente poder social y económico a base del control de la tierra, afirmaban la identidad de Quito disputando a los españoles peninsulares y a los representantes de la Corona la dirección política. Sus iniciales reclamos de autonomía se fueron radicalizando ante la resistencia realista de la transacción, hasta que devinieron en guerra abierta por la independencia, que culminó con la ruptura definitiva con la Metrópoli.

El surgimiento de la identidad quiteña no fue un hecho aislado. Se dio la manera concomitante con otras ciudades y regiones del Imperio Hispánico en América. Dentro de los límites jurisdiccionales de la propia Audiencia de Quito, en espacios como Guayaquil, Cuenca y Loja se desarrollaron también identidades locales y regionales, cuyo papel sería decisivo en la historia futura. Luego de los pronunciamientos autonomistas locales y la derrota de las "patrias bobas", en toda América surgió un gran movimiento de integración. El gran desafío de la guerra independiente no pudo ser enfrentado localmente. Fue un gran esfuerzo continental que trabajo consigo la colaboración de líderes y ejércitos provenientes de todas las latitudes. Dos grandes operaciones militares que vinieron desde Venezuela y el Río de la Plata liberaron Sudamérica y confluyeron en Ayacucho. En este ambiente de colaboración armada y de movilidad de personas, recursos e ideas para enfrentar al coloniaje, se fue robusteciendo una conciencia americana, un sentido de pertencia a una gran patria que luego se llamaría América Latina. Simón Bolívar fue la más destacada figura, aunque no la única, de este movimiento. La independencia trajo consigo una identidad colectiva que se proyecto al futuro con avances y retrocesos, con afirmaciones y negaciones. En medio del conflicto bélico por la independencia se constituyó la República de Colombia, formada por Venezuela, Nueva Granada y Quito. La visión y la energía de Simón Bolívar alentaron el esfuerzo integrador de ese proyecto político, que no pudo subsistir más allá de una década, hasta que con su disolución se formaron varios estados independientes, entre ellos el Ecuador. Al inicio triunfaron las fuerzas del a dispersión y de la afirmación local. Pero el sentido de una comunidad hispanoamericana no desapareció. Aunque no pudo concretarse la soñada unidad, la figura del Libertador fue creciendo como referente del proyecto republicano y de la voluntad integrada de nuestros países. Junto a las identidades nacionales pervivió, a veces oculta, una identidad latinoamericana.

Documentos Históricos del Ecuador * Fundase por Provincia Real La Audiencia de Quito (1563)

A petición de Antonio Morán, Procurador de la ciudad de Quito, en 1560 se practicaron informaciones para solicitar del monarca español Felipe II, la fundación de una Real Audiencia a establecer en dicha ciudad. El documento que reproducimos, la Cédula Real en virtud de la cual se fundó en Quito el Tribunal de la Audiencia, se expidió tres años después, en Guadalajara, el 29 de agosto de 1563. De esta manera, Quito dejó de depender administrativamente de la Audiencia de Lima. Don Felipe, por la gracia de Dios, Rey de Castilla, del León, de Aragón, de las dos Sicilias, de Jerusalén, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorcas, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdova, de Córcega, de Murcia, de Jaén de los Algarves, de Algecira, de Gribaltar, de las islas de Canaria, de las Indias, islas y tierra firme, del Mar Océano; Conde de Barcelona; Señor de Biscaya y de Molina; Archiduque de Austria; Duque de Borgoña y Bravante y Milán; Conde de Flandes y de Tirol, etc. Por cuanto nos para la buena gobernación de la provincia del Quito y otras tierras que de yusi [sic] irán declaradas, habemos acordado de mandar fundar una nuestra Audiencia y Cancillería Real, que resida en la ciudad de San Francisco de dicha provincia del Quito, y habemos mandados que el nuestro Presidente y Oidores de la dicha Audiencia, vayan luego a residir y residan en ella y usen y ejerzan los dichos sus oficios en los límites que por nos le serán señalados; y porque es nuestra voluntad que la dicha. Audiencia tenga, son los siguientes: por la costa, hacia la parte de la Ciudad de los Reyes, hasta el puerto de Pauta exclusive y la tierra adentro hasta Piura y Cajamarca y Chachapoyas y Moyobamba y Motilones exclusive, de manera que la dicha Audiencia tenga por distrito hacia la parte suso dicha, los pueblos de Jaén, Valadolid, Zamora, Cuenca, la Zarza y Guayaquil, con todos los demás pueblos que estuvieren en sus comarcas y se poblaren y hacia la parte de los pueblos con lo demás que descubriere; y por la costa hacia Panamá hasta el puerto de la Buena Ventura inclusive y por la tierra adentro a Pasto, Popayán, Cali y Buga y Chapanchica y Querechicona y todos los dichos lugares con sus términos inclusive; y todos los demás lugares de la provincia de Popayán, han de quedar a la Audiencia del Nuevo Reino de Granada; y porque las cosas de nuestro servicio y administración de nuestra justicia y buena gobernación de las dichas tierras y provincias se hagan como deban y convengan al bien general de las dichas tierras; y visto por nuestro Consejo de las Indias y conmigo el Rey consultado, fue acordado que debíamos mandar dar esta nuestra cata en la dicha razón, y nos hubimos por bien por la cual mandamos a todos los nuestros Gobernadores y otras Justicias y Jueces cualesquier de la dicha provincia del Quito y de las otras provincias y tierras y pueblos de suso declaradas, a quien esta nuestra carta fuere mostrada o su traslado signado de Escribano Público o de ella, supiéredes en cualquier manera, y a cada uno de cualquier de vos en los lugares y jurisdicciones que en todo lo que por la dicha nuestra Audiencia vos fuere mandado, la obedezcáis y acatéis y cumpláis y ejecutéis y hagáis cumplir y ejecutar sus mandamientos en todo y por todo según y de la manera que por ella os fuere mandado, y les déis y hagáis dar todo el favor y ayuda que os pidiere y menester hubiere sin poder en ello excusa ni dilatación ni interponer apelación ni suplicación ni otro impedimento alguno so las penas que vos pusieres o mandare poner, las cuales nos por la presente vos ponemos y habemos por puestas y de damos poder y facultad para las ejecutar en los que rebeldes e inobedientes fueren y en sus bienes; y porque podría ser que por algunos impedimentos o por enfermedad u otras cosas que sucediesen al dicho nuestro Presidente y Oidores, no pudiesen llegar juntos a la dicha

Ciudad de San Francisco del Quito y a los que llegasen antes que los otros les podría ser puesto impedimento en el uso y ejercicio de su oficios diciendo que no los podrían usar sino todos juntos, de que podrían suceder ruidos y diferencias; por ende, por la presente, queremos y mandamos y damos licencia y facultad a los dichos nuestro Presidente y Oidores para que cualquier o cualesquier de ellos que llegasen a la dicha ciudad de San Francisco del Quito, primero que los otros, no embargante que no lleguen y se juntan todos, puedan hacer y han la dicha Audiencia y entender y despachar y determinar las causas, pleitos y negocios de ella, como sí todos juntos estuviesen y residiesen en ella; para lo cual, por esta nuestra carta, le damos poder cumplido con todas sus incidencias y dependencias, anexidades y conexidades; y los unos, ni los otros no fagades, ni fagan en de él so pena de la nuestra merced y de cien mil maravedís para la nuestra Cámara. Dada en Guadalajara, en 29 de agosto de mil quinientos sesenta y tres años. Yo el Rey. Yo Francisco de Erazo, Secretario de su Majestad Real la hice escribir por su mandado. Registrada, Ochoa de Luyando. Canciller, Martín de Ramón. El Licenciado Don Juan de Sarmiento. El Doctor Vázquez. El Licenciado Don Gómez Zapata. El Licenciado Alonso Muñoz. ANH / SERIE CEDULARIOS: CAJA 1; 1563 1612; FS. 11 11 V. TOMADO DE: MUNICIPIO DE QUITO, COLECCION DE CEDULAS REALES DIRIGIDAS A LA AUDIENCIA DE QUITO; 1538 1600, TOMO I, QUITO, TALLERES TIPOGRAFICOS MUNICIPALES, 1935, PP. UNO TRES

HISTORIA RESUMEN Ecuador cuenta con una rica historia que se remonta hacia las sociedades aborígenes. Se calcula que los primeros habitantes aparecieron hace aproximadamente 18 mil años a.C. Su estilo de economía estuvo basado principalmente en la recolección y la agricultura. Los descubrimientos de centros ceremoniales y templos arqueológicos, en diferentes zonas del país, son el testimonio de su existencia. Esta primera etapa ha sido dividida en los períodos Paleoindio, Formativo, Desarrollo Regional, Integración e Incaico. Este último habla del pueblo Inca que, en Ecuador, ocupó las altas tierras de los Andes y algunos sectores del litoral, albergando etnias con diferentes costumbres e idiomas. Su permanencia hegemónica terminó con la llegada de los españoles a partir de 1532, cuando se produjeron duros enfrentamientos. Consolidada la conquista de los territorios aborígenes, para 1563, se estableció la Real Audiencia de Quito. Como Colonia de España, sus límites alcanzaban por el norte lo que hoy es Pasto, Popayán, Cali, Buenaventura y Buga (Colombia), y por el sur Piura (Perú). A finales del siglo XVIII y debido a causas externas como la influencia de la Revolución Francesa, se produjo la Independencia de los territorios coloniales españoles en América. Tras la Independencia, en 1822, las tres ciudades más importantes de lo que hoy es Ecuador: Quito, Guayaquil y Cuenca, se integraron a la Gran Colombia. Simón Bolívar asumió la presidencia de esta nueva república, conformada también por Venezuela y Nueva Granada. Con fines administrativos el territorio se dividió en tres departamentos: Venezuela, Cundinamarca y Quito. Sin embargo, en medio de resistencias, intereses particulares y ambiciones, la Gran Colombia se desintegró. Tras ello, en 1830, se creó la República del Ecuador. Desde entonces, las luchas políticas caracterizaron el proceso de vida republicana. A través de los años, el país ha alternado entre gobiernos liberales, moderados y conservadores, intercalados con períodos de dictadura militar.

GEOGRAFIA Ecuador está ubicado al nor-occidente de América del Sur, en la línea ecuatorial, que divide al planeta en dos Hemisferios. Al norte limita con Colombia, al Sur y al Este con Perú y al Oeste con el Océano Pacífico. Cuenta con cuatro regiones que albergan 22 provincias. En la Costa, tierra de bellas playas, llanuras fértiles, colinas, cuencas sedimentarias y pequeñas elevaciones, se encuentran Esmeraldas, Manabí, Los Ríos, Guayas y El Oro. En la Sierra, la cordillera de los Andes atraviesa todo el país de norte a sur con un sistema montañoso que da lugar a las cordilleras Occidental y Oriental, que a su vez forman hoyas y valles. Impresionantes volcanes y cumbres caracterizan a la región. Allí están Carchi, Imbabura, Pichincha, Cotopaxi, Tungurahua, Chimborazo, Bolívar, Cañar, Azuay y Loja. En la Amazonia, exuberante y verde territorio de colinas que van hasta la parte oriental de los Andes y descienden hacia las llanuras del río Amazonas, se encuentran Sucumbíos, Orellana, Napo, Pastaza, Morona Santiago y Zamora Chinchipe. Y, en la región insular, casi a mil kilómetros del continente, está el Archipiélago de Galápagos, Patrimonio Natural de la Humanidad, hermoso y único ecosistema de origen volcánico compuesto por 13 islas principales, 17 islotes y rocas muy antiguas. La extensión del país es de 256.370 kilómetros cuadrados.

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