Errante en el Desierto de Itiliria Como contemplaría Aquella búsqueda tardía De una larga travesía: Un joven soldado recorría Un desierto eterno que le impedía Alcanzar el hogar donde su amada le esperaría. Marchando sin tregua, fuerte y firme cada paso en la vía Concentraba cada pensamiento en la amada que le recibiría Sumido en la travesía Marcha sobre las arenas que se le escurría A través de su armadura y su casco, su visión concernía A la larga travesía Que el desierto le imponía. Ardientes pasos, sobre las dunas los pies ardía De paso en paso la mirada retenía Hasta el último aliento de regresar a Itiliria. Un oasis, lejos estaba de este noble guerrero, que de sed moría. Cayó en las arenas, ya falto de energía Sobre las últimas horas recorridas del tercer día Despertó con los primeros rayos solares, y de su estado se deprimía Llevaba ya varios días de travesía Y a su amada ciudad, que por amor acudía Se veía envuelta, a lo lejos de llamas y gritos de guerra le hacia ecos, una verdadera pesadilla. Con lo ultimo de sus fuerzas, salio dirigido a Itiliria A salvar lo que pudiese de tanta carnicería Y rezando por que lo peor no diera lugar a que lo ocurriría. Perder el amor de su vida en manos de los soldados de las líneas enemigas, no lo aceptaría. Pero por más que corría El miedo de el se apoderaría Y entre la lucha campal divisaría Como su vida desvanecía, Vio a su amada, y un soldado justo al momento que la hería La locura se apodero del joven y fue desatar toda su ira en contra del soldado quien le arrebataría De lo único que jamás en su vida amaría.
En sus manos la vida tomaría Del que aquel, la suya destruía Pero una dulce voz le decía “No lo mates, hacía lo que debía” Pero en su corazón, el joven se retorcía Por que su amada, a su agresor defendía? “No me esperaba ni me perdonaría Que por mi vengarías Y tu vida condenarías Ya he de partir con alegría Puesto que te vi, antes de partir este día Te espero en el cielo, donde siempre te amaría…” El joven sollozo ante la explicación que recibía Sobre como ella aun lo quería Aun cuando no estuvo allí cuando defenderla debía Tomo en sus brazos el delicado cuerpo de su amada Lía Y se fue hacia la Iglesia de Itiliria Pidió al sacerdote una oración, pidiendo perdón por no defender a Lía Y que le diera santo entierro al amor de su vida, que el se disponía A entregarle el ultimo aliento de sus fuerzas a defender Itiliria. Luchaba sin fuerzas, mas con firme voluntad se deshacía Los últimos de sus esfuerzos la victoria conseguiría Pero el precio a pagar es más de lo que podía Sus ultimas palabras fueron mas nobles que las que los nobles decían He vencido, patria mía A tus agresores, o patria querida, Itiliria Pero me marcho esperando que algún día No vuelva a correr sangre en esta tierra de Itiliria.