Entre Juegos de Gato Los personajes de Shugo Chara! Pertenecen a PEACH-PIT, sino desde un principio este anime hubiese sido un Amuto interminable ____________________________ Y de nuevo volvía pasar. Siempre, de alguna forma u otra acababa siguiéndole el juego. No era la primera vez, pero, ¿por qué la incitaba tanto? Esta vez el juego se bastaba en que Ikuto le devolviese sus deberes a llevar el día siguiente. -¡Ikuto, devuélvelo!-gritó ella con brusquedad, intentando arrebatarle de un salto el cuaderno de su manos. Pero él era demasiado rápido, y medio gato para variar. Como siempre, volvía a ocurrir. Sus rostros se acercaban peligrosamente haciendo que el rostro de ella se tornase en el rojo carmín y el de él, en una sonrisa pervertida. ¿Ahora que tocaba? Ah sí, chafar el momento diciendo alguna de sus locuras, o riéndose de ella y de su rojo, pero esta vez, nada de eso ocurrió. -¿Amu?-preguntó acercándose un poco más a su rostro. -¿Qué?-preguntó ella tartamudeando y lanzando una mirada esquiva a la puerta. -¿Jugamos a un juego?-interrogó él con doblez. -Pero, ¿esto no es jugar ya para ti? -No, esto es un juego más sencillo. Cierra los ojos, y te daré tu cuaderno-dijo con su habitual sonrisa. Habitualmente, ella no solía hacerle caso, pero en ese momento, algo le dijo que lo hiciese. Amu cerró los ojos, apretando los párpados para no abrirlos. Notó el aliento de Ikuto cerca de su boca y el cabello haciéndole cosquillas en las mejillas. ¿Qué estaba intentando el gato pervertido? Lo descubrió cuando sus labios fríos y finos depositaron un alocado beso sobre los suyos. Al principio, ella intentó resistirse, apartándolo de empujones (aunque no sirviese ya que estaba claro que Ikuto era mucho más grande que ella) pero finalmente acabó donde él quería. Al separarse, Amu notó un pequeño sonrojo en el gato. Pero como siempre, estropeó la escena que él mismo empezó. -¡Eh!-dijo con diversión y devolviendo el cuaderno a su dueña, guiñándole el ojo-. Este juego es mucho más divertido. -Pervertido-susurró acercándolo por el cuello y volviéndolo a besar. Ese gato la había pervertido demasiado, pero a ella eso le gustaba y punto. Ikuto sin haberlo querido, se había vuelto una parte más de su vida y un juego constante entre corazones. Ahora sabía que era sentirse enamorada, ahora sabía que era sentirse amada.