EN
LA
PAREJA
SE
PUEDE
NEGOCIAR
Todos los días tienes que elegir, te ves en la necesidad de coger algo y dejar algo; te ves en la necesidad de ponerte de acuerdo, de coordinar con quiénes compartes la vida, ya sea en asuntos importantes como en cosas que no lo son tanto. El hecho es que vives en función de acuerdos tácitos y pactos de convivencia, muchas veces imperceptibles, pero concretos. Y si bien el término “negociar” no goza de muy buena prensa, aprender a hacerlo es la clave para llevarse bien y garantizar relaciones más satisfactorias, en todos los aspectos.
(Cuento con que se parte de la base que uno está convencido de querer vivir en pareja, de que se quiere aprender a vivir en pareja.) ¿Es verdaderamente necesario hacer una larga lista de renuncias para asegurar una relación duradera? ¿Implica que tengas que posponer indefinidamente tus deseos?. ¿Es cierto que para llevarse bien, tienes que dejar pasar una y otra vez todo lo que te molesta de tu pareja o de tus hijos? El tema es que si es perfectamente esperable que tú te ocupes de las personas queridas, también sucede que también eres tú quien siempre deja de lado sus necesidades o el/la que siempre se calla la boca para evitar una discusión, a la larga terminarás por no sentirte bien, por experimentar un gran amargor de boca, un mal sabor que te llevará a cuestionarte asuntos que hasta el momento creías incuestionables. Un buen día se te “ llenará la copa” y buscarás cambiar de posición y plantearás todo tipo de reproches y discusiones; es tan fácil como ver que vas a ¡EXPLOTAR! Existe una forma más efectiva para conseguir que todos los vínculos sean más satisfactorios y equitativos y se llama negociación y tiene sus secretos. Negociar, es un proceso de conversaciones mediante el cual las partes involucradas intentan lograr acuerdos cuando surgen intereses opuestos y deseos que no convergen en intereses. También es una elaboración, por lo que lleva su trabajo y esfuerzo personal no carente de, al mismo tiempo, una gran dosis de voluntad. Individual. La infinidad de intereses que tiene cada persona genera diferencias que tienen que ser resueltas de algún modo para poder convivir. Sin embargo, no existe ninguna situación que no pueda remediarse. La experiencia
clínica me ha demostrado que ante verdaderos problemas de comunicación que eran “casi irreparables”, y si aún existe el amor (recordemos que como sentimiento puede cambiar y extinguirse) era cuestión de que básicamente se creara el propósito de querer aprender a plantear lo que realmente quieres. CLAVES: · Ponte a la misma altura que el otro. Entiende que tú eres tan valioso como los demás. Defiende tus deseos. Para poder ocuparte de los demás, primero tienes que encargarte de ti mismo/a (esto no es egoismo) · Abandona a tiempo la discusión. Saber emprender correctamente la retirada no es un signo de debilidad sino de fortaleza. · Visualiza alternativas y sugiérelas. En la medida de lo posible trata de ser amable: "¿qué pasaría si...?"; "me gustaría que...", estas frases permiten abrir el diálogo y el intercambio de opiniones (la agresividad genera agresividad) · Acepta el no. El hecho de hacer un reclamo no significa que será atendido inmediatamente. Sin embargo, eso no debe ser una excusa para dejar de plantear lo que tú necesitas. Poder comunicar lo que deseas es un paso vital para aprender a negociar. · Escucha sin interrumpir. De este modo le permitirás al otro expresarse y también podrás exigir ser escuchado/a si interrupciones. · No amenaces ni desacredites a los demás. No olvides que tu objetivo no es destruir al otro, sino ejercer un derecho legítimo. Y no olvides que las acusaciones cierran las puertas. · Evita el chantaje. La extorsión afectiva es la estrategia de los débiles. Establece cuáles son tus derechos. · No des nada por sentado. Descarta pensamientos como:" él debería saber que..."; "ya sé lo que va a responder...", " yo estoy segura de que él…". (Normalmente el curso de adivino aún no está disponible, creo) · Conversa sobre un tema puntual. Si uno se va por las ramas, no centra el dialogo sobre lo que le interesa, genera dispersión y gran malestar. · No quieras tener siempre la razón. No hay nada más desagradable que tener a una persona testaruda enfrente de uno.
· No pases facturas. No lleves las cuentas de cada cosa buena que tú haces o de los errores que él comete. Ninguna pareja, por más enamorada que se sienta, está libre de discusiones y problemas. La clave para salir airosos está en la capacidad para abordar, resolver y negociar sus conflictos. ¡Y se puede! Se puede tener afinidad en valores, abrazar objetivos de vida compartidos, compatibilidad sexual y provenir de familias relativamente similares; pero si a la hora de discutir, desafiando la convivencia, la pareja no es capaz de asumir con madurez las dificultades ni tiene capacidad de llegar acuerdos, probablemente estén destinados al fracaso. Esto se vuelve fundamental, sobre todo, en períodos críticos como la etapa de organización del matrimonio y en el tiempo de recién casados en que comienza el “ajuste” a esa nueva vida, pues marcará la pauta de cómo se relacionarán y trabajarán el tema a futuro. Tampoco olvidemos que en los ciclos evolutivos de la pareja existen luces y sombras y es en estas situaciones cuando es conveniente sacar los recursos que cada uno tiene, aprendiendo asertividad, empatía y respeto. Un Orientador familiar, un terapeuta, puede conduciros por este camino para que se consiga estabilizar la relación que tal vez solos no se sea capaz de afrontar. Una observación tan importante como las anteriores es dejar de lado algo tan peligroso como el rencor. JUAN JOSE LOPEZ NICOLAS