El Mar En El Bolsillo

  • December 2019
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Jácara teatro presenta

EL MAR EN EL BOLSILLO (la familia Glub)

un espectáculo de danza-teatro para niñas y niños creado por Jose A. García, Carmen Baides, Miguel Esteve, Inma Ortega y Pedro del Rey, a partir de un texto de JUANLUIS MIRA

CERO Bolsillos.

Un muchacho en la corbata del escenario.

COREOGRAFIA UNO.

Baila de contento, muy divertido, sobre una música muy sencilla. Lleva una camiseta y un pantalón llenos de bolsillos de los que saca cosas: -una mariposa -una peonza -una pelota de goma -un pedacito de fuego que se ha agarrado al pulgar y salta de mano en mano... -una chocolatina -un muñeco...

Por fin le llega el turno al último bolsillo. Se hace el remolón: mete la mano en él y como que no quiere terminar de enseñar lo que lleva dentro. Mira al espectador. ¿Qué le pasa a ese bolsillo?

La música entonces mantiene una nota mágica... Un contraluz dibuja la silueta del niño, con su mano en el bolsillo a punto de descubrir el misterio...

OFF: “Siempre hay un bolsillo, muy especial, en el que guardamos una última sorpresa. Es nuestro bolsillo secreto, en el que suceden cosas maravillosas. En el que viven maravillosos seres. En el que sueña... el mar...” ************************************** El niño huele. Un refrescante aroma de mar invade la sala. El niño mira hacia arriba mientras empieza a oírse el sonido de las olas. Arriba, suena también la sirena de un barco lejano y el canto de las gaviotas. El niño ha desaparecido y sobre el escenario nos aparece el fondo del mar, tiembla la luz sobre el suelo ondulado. El ciclorama se llena de burbujas como globos y de algas...

BURBUJA PRIMERA. En el mar todo suena a glub.

Cuatro peces, cada cual más divertido y diferente. Los cuatro aparecen, de uno en uno, sobre el escenario. Cada cual es acompañado por una línea melódica y rítmica diferente, acorde a su personalidad. Uno es tan tímido que llega, mira hacia el patio de butacas y le da tanto corte que sale por aletas.

El segundo, por el contrario, es una vacilón. Le va la marcha, tanto que se abriría de escamas en plan “grand jeté” si pudiera. El tercero es, simplemente, torpe: él no nada, tropieza. El cuarto es generoso, condescendiente. Ayuda al tímido a vencer su vergüenza y al torpe a nadar sin caerse. Los cuatro peces están frente al espectador.

COREOGRAFÍA DOS.

Uno dice: Glub, Quiere decir: Hola. Otro contesta: Glub, es decir: hola. Una bosteza: glub. Otro tiene hambre y dice: glub. Los cuatro, una tras otro, dicen en distinto tono: glub. Es como una escala musical. A uno le ha hecho gracia: glub, se ríe. Vuelven a hacer la escala, pero al revés. Al mismo le vuelve a hacer gracia, es el risueño, dice glub a carcajadas. El pez serio le reprende y le dice glub, es decir, oye, no te rías, que nos están viendo. El pez risueño intenta no reírse pero no puede. Pide perdón, es decir, dice glub. Los demás le responden a coro: glub, ¡perdonado!. Vuelven a hacer la escala ascendente: glub-gluuub-gluuub-gluuub. Y la descendente: gluuuuub-gluuub-gluub-glub.

Son las notas musicales que sirven de base para un tema musical. El ritmo termina pudiendo con la melodía. Los peces bailan y se divierten en el fondo del mar, que es un bolsillo. Al final van saliendo del escenario, uno a uno. ********************************* Y el espacio se vuelve cada vez más mágico.

BURBUJA SEGUNDA. La llegada de la familia GLUB.

Se oye primero un sonido confuso, como de carro destartalado que se va acercando. Irrumpe la familia Glub, que arrastra una especie de carrosubmarino. Es un submarino-casa-alambique del que cuelgan y en el que están ensartados innumerables objetos: -

una sombrilla multicolor.

-

una bicicleta.

-

una antena para ver/oír a los delfines

-

mantas, “tapers”, un reloj enorme, un megáfono...

-

...

Papá Glub decide parar el trasto. Aquel sitio le sirve para “amarmar”, que es lo mismo que acampar, pero en el fondo del mar. Despliega una cómoda silla y se pone a leer un enorme periódico. La yaya Glub saca una radio del año catapún. La niña se monta en la bici acuática, da una vuelta y desaparece.

COREOGRAFÍA TRES

La yaya enchufa la radio. Suena música de aeróbic. Hace su tabla coreografiada. Los pies de papá Glub, que se ven por debajo del periódico, también bailan. La yaya se cansa. ¿Dónde está la niña?. El padre está enfrascado en su lectura. Decide ella ir a buscarlo. La música ha cambiado. Suena ahora a circo. Las hojas del periódico son el telón de un teatro diminuto. Es un periódico cuyas noticias flotan: Los sonidos, sobre la línea musical, nos llevan al contenido de las noticias: EXPLOSIONES/DISPAROS/ LA VOZ DE UN PRESIDENTE AMERICANO: El pez grande se come al pez chico. LLANTOS DE BEBÉ: Una pez ha dado a luz a seis pececitos. RETRANSMISIOM DE UN PARTIDO DE FÚTBOL CON GOL INCLUIDO: El pez ronaldo sigue marcando goles. SINTONÍA METEOROLÓGICA: El pez del tiempo anuncia lluvias y un poco de sol. MUSICA DE PASARELA: Una pececita luce el último modelo de Agata Pez de la Prada. SUENAN UNOS ACORDES DE LA INTERNACIONAL: El pez grande se va a comer al pez chico pero éste le da un susto de muerte y el grande sale zumbando con el ala entre las piernas...

La yaya ha regresado preocupada. No ha dado con la niña, apaga la radio, interrumpe la lectura del padre. ¿Dónde está la niña? Salen en su búsqueda. Cada uno por un lado. Hiiiiip, grita el padre; Hooop, la yaya...

BURBUJA TERCERA Una ballena que es una cueva.

La niña llega con su bici de agua ante algo así como una puerta enorme con forma de ojo. Baja de la bicicleta, y se acerca a pie. La puerta resulta ser las fauces de una ballena que se abre, como un contenedor-aspirador, y engulle a la niña. Todo se vuelve oscuro. Efecto de fosforescencia. La niña se ha vuelto del tamaño de un muñeco y se mueve entre el fosforito universo de la ballena donde se encuentra con muchos objetos. Todos flotan, Hip Hop también. No hay gravedad. Es como si estuviera en la luna. La música suena ahora galáctica. Hip Hop se divierte entre todo aquel mundo diminuto. Hasta que ve, sentado sobre una silla, a PINOCHO. Lleva una piedra atada a una pierna, lo que le impide flotar. Pinocho está triste: dice “papá”, muy fuerte, pero su voz suena como un eco que se pierde. Hip hop también grita. Se cogen de la mano y gritan juntos...

COREOGRAFÍA CUATRO El grito-eco enlaza con una música. Es la canción con la Hip hop intenta consolar y alegran a Pinocho. La fosforescencia ha desaparecido y los muñecos ahora son dos actores. Hip Hop baila primero ante Pinocho, que no tiene el cuerpo para danzas. Hip Hop le invita a que baile con él, al final el niño de madera acepta. Los movimientos de Pinocho son los de una marioneta de madera. Hip Hop baila como él. Resulta divertido. Jugar a bailar siempre ayuda a ver las cosas con optimismo. El número acaba en la corbata. Los dos se vuelven a coger de la mano y gritan ¡PAPÁAAAA!. Ahora lo hacen con una sonrisa. ****************************

Vuelve el pequeño mundo de la fosforescencia. La música y el baile les ha hecho que pensar. A la niña se le ocurre una cosa: se ata la pierna como Pinocho y enciende una vela, empieza a soltar mucho humo, hasta que al final la ballena da un estornudo gigante y abre la boca. En ese momento Hip Hop le quita la piedra a Pinocho que consigue escapar y salir de la ballena.

Hip-Hop, ya de tamaño natural, con una gran vela que se ha apagado. Está contento, ha ocupado el puesto de Pinocho. Escucha muy a lo lejos: Glub glub, Hip Hop. Suena a gracias y a adiós. Hip Hop le responde: Glub glub, Pinochooooo.

La niña está satisfecho: ha ayudado al niño de madera. Pero, de repente, cae en la cuenta: ahora la que está prisionera es ella.

BURBUJA CUARTA. Hay que barrer el mar.

La yaya, buscando a su nieto, entra en el vertedero marino: allí donde se concentra toda la porquería que echan los humanos. A lo lejos suenan voces de turistas, los motores de un petrolero, una excavadora, claxons, bocinas... No sabe por dónde empezar. Saca una aspiradora y se pone manos a la obra. No hay forma. Siguen cayendo cosas. Entre los objetos hay unos extraños cilindros que son como seres humanos mutantes, metálicos, sin extremidades. Como gusanos huecos que se mantienen verticales.

COREOGRAFÍA CINCO Los gusanocilindros se marcan un baile, la yaya –a la que le encanta bailar- no pierde la oportunidad y se suma a la coreografía. Detrás sigue cayendo una lluvia de objetos. Entre paso y paso, la abuela aprovecha para quitar, uno a uno, los objetos que ensucian el fondo del mar. Consigue que, al final del baile, los gusanocilindros salgan también de la escena. Ha cesado de llover contaminación. ************************************* Sobre el ciclorama brilla el arco iris del mar. La abuela respira satisfecha. Se acuerda: ¡Hip-hop!. Vuelve a llamarlo: Hiiiip....Hippppp, Sale.

BURBUJA QUINTA El canto de las sirenas.

Se oye la voz de papá Glub: ¡Hooooop!. Llega a un espacio limpio y casi paradisíaco. El arco iris del mar está en todo su esplendor. Suenan entonces distintos tipos de sirenas: -las de una fábrica -las de un coche de policía -las de una ambulancia -las de una barco de vapor ... Papá Glub está en el centro de escenario. El sonido de las sirenas lo envuelve. No sabe hacia dónde mirar.

COREOGRAFÍA CINCO. Se tapa los oídos. Las sirenas desaparecen. Juega con destaparse los oídos y tapárselos. Suenan las sirenas con ritmo cortado, casi de rap. Cuando se da cuenta, en un extremo del escenario, aparecen dos sirenas de hoy: llevan piercing, tatuajes y extensiones en el pelo, chapotean rítmicamente sus colas vaqueras sobre el suelo del escenario. Es una coreografía de ruidos y golpes a la que se apunta, naturalmente, papá glub. En el estribillo, lleno de melodía convencional, las sirenas se yerguen y bailan verticalmente. Juegan con el sonido industrial de las sirenas, que se mezcla con melodías discotequeras.

Llega la yaya y se encuentra a papá glub pasando de todo, tan feliz con sus sirenas. Está tan encantado como Ulises, pero no hay mástil donde agarrarse. La yaya le pone unas orejeras para que cese el encantamiento. Silencio. Las sirenas bailarinas se paran. Todo queda estático. La abuela dice: HIP!!!!, pero, claro, no se oye. El espectador oye lo que el padre oye, es decir, nada. Se quita las orejeras: Vuelve la música sirenera. Las sirenas marchosas se vuelven a mover. Se repite el juego varias veces: ponerse-quitarse las orejeras, música-silencio. Las sirenas cambian de bailarinas a estatuas. La yaya repite: HIIIIIP, a lo que el padre, al fin, entiende el problema: HOOOOP!. Se coloca bien él mismo las orejeras. Vuelve el más absoluto silencio. Las sirenas están quitas pero, muy sirenas ellas, le guiñan el ojo mientras la yaya y papá Glub, salen en busca de Hip Hop.

BURBUJA SEXTA. El canto de un duro.

Se enciende una vela. La ha encendido Hip Hop, sigue sentada, atada a la piedra. Tiene miedo, pero se sobrepone. Ha de ser valiente. Se levanta con mucho cuidado. No sabe qué hacer para salir de allí. Lo piensa: ya está. Se pone a cantar una nana. La ballena se está empezando a dormir. Bosteza, pero a Hip no le da tiempo para escapar, sigue atado a la piedra. Sincroniza sus movimientos con el siguiente bostezo. Casi.

A la tercera va la vencida. No deja de canturrear. El bostezo es grande y la niña consigue escapar. Sale por el lateral por donde se coló al principio, aquello que se parecía a un ojo con cortinilla. Allí, fuera, está la bici marina. Deja la vela. Se sube a ella y sale.

BURBUJA SÉPTIMA El tiburón vacilón

Llegan la yaya y el padre, encuentran la vela. Los dos dicen al unísono: ¡Hip, hop!. Quieren abrir la puerta-boca de la ballena, pero ésta está en el séptimo sueño y ronca. En ese momento aparece el tiburón vacilón.

COREOGRAFÍA SEXTA Es un tiburón con sombrero tejano y botas camperas que, antes de comérselos, baila algo así como la danza rockabilly de la muerte. La yaya y el papá bailan con él muertos de miedo. El tiburón no para de enseñarles sus afilados dientes. Para terminar el número los coloca frente a la boca cerrada de la ballena. Se relame el hocico.

******************

Se los va a comer: abre la boca y se dirige hacia ellos. Por detrás, llega la niña como una exhalación con su patinete y una bocina de esas de hincha de fútbol. El tiburón, que iba hacia su alimento, gira la cabeza. La yaya y el padre se agachan, la ballena, del susto, se despierta, abre la boca y se traga al tiburón. Los tres se abrazan. De repente oyen un ruido tan extraño como familiar que se acerca.

BURBUJA OCTAVA. Esta casa es una ruina andante.

Es el carro-submarino, que llega hasta ellos. Los tres celebran su llegada.

COREOGRAFÍA SÉPTIMA. Es el baile de la casa-submarino. Un baile con objetos que son lo que queramos que sean. Utilizan los cachivaches que trae acoplados el artilugio para construir una nueva casa. Al final, el submarino, desguazado, se ha reconvertido en una especie de árbol marino, que también baila, al que alguien manipula desde detrás.

Y ... FINAL.

El mar en el bolsillo.

Glub, el padre y la yaya se esconden tras el árbol. El árbol deja de moverse. Sale, desde detrás, el niño del principio, Se dirige hacia la corbata, donde un cenital le espera. El mar ha ido desapareciendo poco a poco. El niño tiene la mano en el bolsillo. Baila así durante unos segundos. Está contento. Sabe que guarda un tesoro. Se para. Mira al espectador.

SE oye la misma voz en off que al principio, ahora dice:

“El mar sueña sueños azules... no dejemos que nada ni nadie les despierte. Porque el mar y su magia siempre están ahí, Al alcance de la mano...”

Saca lentamente la mano del bolsillo. Suena el mar.

Lleva en la mano un pez. Muestra su cara. El pez abre la boca y dice: ¡GLUB! -que en el lenguaje del mar significa FIN-.

COREOGRAFÍA FINAL: Junto al niño, bailan la yaya, papá Glub, Hip-hop y, como inivitado especial, PINOCHO. Alicante, septiembre de 2002

Para que podamos volver a mirar el mar.

En Alicante, como en Gijón o en tantas ciudades españolas, abres la puerta y el mar está siempre ahí, esperándote con su sonrisa azul. Cuando nos pusimos a trabajar en este espectáculo todavía no había ocurrido lo del “Prestige”, pero – tristemente- desastres parecidos se repiten con una periodicidad frustrante sin que parezca que nadie pueda hacer nada. A veces tenemos la sensación de que ese mar increíble que mirábamos de pequeños no es el mismo que ahora miramos y que, si sigue la cosa así, posiblemente entre todos les estemos robando a las niñas y los niños- a los que contamos nuestras historias y nuestro teatro- el mar imposible con el que siempre hemos compartido nuestros sueños.

El mar, para nosotros, es magia y es imaginación, que son dos palabras de la misma familia. Y de ahí partimos para crear EL MAR EN EL BOLSILLO. Queremos contar una historia que vaya más allá de las convenciones del género. Queremos inventar un mundo acuático que surja de nuestra imaginación. El mundo, por ejemplo, que cabe en el bolsillo de un chaval, donde guarda sus más preciados objetos: ya sea la peonza o un pedacito de mar.

El mar, como un universo a ras de ese suelo donde flota la tierra, en el que nada todo cuanto queramos imaginar. Donde suena una música diferente.

Donde los seres se mueven y se deslizan desde códigos distintos también. Donde el movimiento se hace danza. Donde sobran las palabras. Para qué. Lo que queremos contar entra por los ojos y se mueve a través del lenguaje musical.

Porque queremos que las niñas y niños vean el mar como lo que es: un sueño al alcance de la mano y que no podemos resignarnos a que agonice lentamente. Un sueño que debemos cuidar para tenerlo siempre ahí, al abrir la puerta de nuestras casas, esperándonos como siempre lo ha hecho y necesitamos que siga haciéndolo: con su sonrisa azul.

JACARA TEATRO

JACARA Y EL TEATRO INFANTIL: ¡EN DANZA!

Desde hace algo más de diez años JACARA viene realizando espectáculos de teatro infantil que han servido, entre otras cosas, para explorar y aprender en el mundo de la escena para los más pequeños. En efecto, desde nuestro primer trabajo: EL QUINTO MOSQUETERO, que hizo temporada en el Teatro Escalante y que vivió cerca de 150 representaciones, hasta nuestros últimos trabajos, “COR DE MEL” y “VIOLETA Y PANTAGRUEL”, actualmente de gira por toda España, hay una serie de premisas que se nos han ido planteando conforme abordábamos cada uno de nuestros espectáculos y que configuran la línea que queremos trazarnos, el perfil de la compañía en este tipo de montajes, tan complejos como interesantes: ***EL TEATRO INFANTIL ES UN TEATRO DE LOS SENTIDOS. El público infantil es un público difícil. La energía de una niña o de un niño exige un esfuerzo muy especial, tanto por parte del equipo de intérpretes como del equipo artístico y técnico. Un niño quiere que les cuentes cosas y se las cuentes bien, para eso entra en el teatro, como espacio de la representación, sin prejuicios de ningún tipo: viene a entretenerse y, o se lo pasa bien, o se lo pasa fatal. Los niños no saben lo que es el término miedo. Hay que sorprenderles. La forma de engancharles con el teatro, tan honesto siempre, es mostrarle lo que todos los teatreros sabemos que nuestro oficio tiene: LA VERDAD. Para ello necesitaremos estar al nivel de su energía, subir al escenario ideas e intérpretes con toda la fuerza posible, seducirles con la sinceridad del teatro y sus sentidos.

***LA PALABRA NO BASTA. Las historias se cuentan con signos, pero los signos no tienen por qué ser PALABRAS. Desde la MUSICA, el GESTO, el MOVIMIENTO, en una palabra: LA DINAMICA DE LOS SENTIDOS, que deberemos poner en funcionamiento de principio a fin. ***EMPEZAR SIENDO ESPECTADORES: PONERNOS EL MONO DE TRABAJO a partir del patio de butacas, hacernos niñas y niños de hoy. A menudo observamos que el teatro infantil olvida el público al que va dirigido. No dudamos de las buenas intenciones, pero es suficiente unos minutos para saber si un espectáculo infantil “chuta” o no. Es el algodón que no engaña. Y cuántas veces, llevados en muchas ocasiones por unas pretensiones excesivamente didácticas, el teatro para niños se convierte en algo completamente ajeno a ellos. ***ENSEÑAR DELEITANDO, o –mejor- DELEITAR ENSEÑANDO: una máxima neoclásica que es eterna porque ha servido y servirá siempre. Lo primero, no obstante, para nosotros es DIVERTIR, que LA ENSEÑANZA llega después. Hay que contar cosas y contárselas a los niños para algo. Los que amamos el teatro estamos comprometidos con nuestro entorno y su transformación, sabemos que el teatro no va a salvar al mundo pero sí puede mejorarlo. Por ello, empezar la transformación desde la base, desde lo que ya es futuro, adquiere todo su sentido. Que ese espejo que es la escena se convierta en una plataforma para infundir a los más pequeños los valores que nos pueden hacer más solidarios, tolerantes y felices. Y en este camino de aprendizaje creemos que ha llegado el momento de abordar un espectáculo de danza y movimiento. En la compañía JACARA dos de sus componentes se han caracterizado por su

inquietud en este campo: INMA ORTEGA y PEDRO DEL REY han intervenido desde hace una década en espectáculos de danza con diversas compañías nacionales-GENERAL ELECTRICA, LA SONRISA DE CAÍN- y su formación, desde entonces, ha sido constante. Ellos han sido los motores de este proyecto. Encauzar el trabajo de estos años hacia un espectáculo donde el movimiento tenga la palabra y, como hemos hecho siempre, abrirles a los niños las puertas de un trabajo escénico cuyos códigos, tanto a ellos como al público adulto, es prácticamente desconocido.

EL MAR EN EL BOLSILLO Burbuja primera.Bolsillos.

( En la corbata.) Un muchacho juega a descubrir los secretos que esconde en sus bolsillos. Los secretos son muchos y pequeños, como sus bolsillos. Pero no por eso dejan de ser mágicos. OFF: LO QUE MÁS ME GUSTA DE MI ROPA ES QUE LLEVE UN MONTÓN DE BOLSILLOS. LOS LLEVO SIEMPRE LLENOS DE SUEÑOS Y DE COSAS. DICEN QUE NO SIRVEN PARA NADA. PERO A MÍ ME GUSTAN... SOBRE TODO UNO. EN ÉL, ESCONDO EL MAR. POR SI ACASO...

Lo primero que nos muestra es una pequeña bola luminosa. Nos la ofrece y, cuando extiende la mano para acercárnosla, la bola vuela hacia bastidores. El muchacho baila. Está contento. A él lo que le gusta es bailar. Sus pies sonríen a ritmo de hip-hop. Una pelota aparece por un lateral y juega a ser su sombra. La persigue hasta que le da plantón y desaparece por donde ha venido. No importa. Mientras haya música y ganas de bailar...

Por uno de sus bolsillos asoma un muñeco. Es una marioneta que se asombra al ver tanta gente delante. Saluda y vuelve al bolsillo. Otro de sus bolsillos está pegajoso. El muchacho mete la mano en él y siente algo viscoso que quiere salir. Nos lo enseña: es un pegote de blandi-blú. Tan divertido como pringoso. El muchacho se siente también él un poco de goma. Lo arroja hacia una pata. Lo que él quiere es seguir bailando. Y moverse y dar saltos por el aire: hace el pino, se mueve a ritmo de rap. Sueña con los pies. Hasta que le toca el turno a su bolsillo favorito. El bolsillo más grande. Es el momento más esperado. Lo abre lentamente y al mismo tiempo escuchamos el sonido del mar. Lo cierra y el sonido cesa. Lo vuelve a abrir. El sonido crece. El mar está ahí: dentro del bolsillo. El muchacho puede oírlo. Y olerlo. Y sentirlo. Cierra los ojos. El bolsillo está entreabierto... Burbuja segunda. Cada pez es un mundo. OFF: “Aquel DÍA, EL MAR ESTABA COMO SIEMPRE... y los peces salían a pasear...” El espacio escénico es el interior de un bolsillo lleno de mar. Lleno de ese mar insondable que sueña sobre el suelo más profundo. Los intérpretes de ese nido submarino son cuatro peces rebosantes de color y chispa. Aparece el primero. Es un pez tímido y algo despistado. Descubre que le observan. Se esconde. El segundo es un tanto vacilón. Aletea presuntuoso y seguro. No le cuesta mostrarse. Es más, le gusta.

Tras él surge un pez que es puro nervio. Se desliza inquieto de un lado para otro. Se para de golpe, unos segundos. El tiempo se para con él. Un respiro para seguir con su incansable paseo. El último pez cree que ha nacido para el arte. Igual piensa que lo suyo es el ballet acuático pero se equivoca, por mucho interés que pone su torpeza le hace darse un batacazo tras otro. Los cuatro deciden moverse juntos, aunque el tímido no termina de estar por la labor. Una vez convencido demuestran que cada pez es un mundo pero también pueden juntarse y constituir un banco de peces. Cuatro son multitud. Se deslizan casi al unísono. Después juegan frente al espectador. Es la hora de los cachetes y de los golpes. Cada uno de ellos es como la tecla de un xilófono. O la pieza acústica de una batería. El caso es que entre todos componen una sinfonía de ruidos. Después nos muestran que ellos también poseen su lenguaje. Naturalmente dicen “glub”, la palabra mágica con la que nos lo dicen todo: hola y adiós. Tanto es así que se permiten improvisar un rap utilizando sólo su glub comodín. El pez tímido, al que le ha costado entrar en el juego, se ha emocionado con tanto ritmo frenético y parece olvidarse de todo. Se lo monta por libre. Como si se le hubiera quitado de golpe el miedo escénico. Los otros tres peces lo observan sorprendidos, deciden gastarle una broma y lo dejan solo con su entusiasta danza. De repente, el pez tímido descubre que se ha emocionado demasiado y está más solo que la luna de mar. Escucha un sonido extraño. Una sombra planea sobre un rincón y se mueve de un lado para otro. La sombra –tan siniestra como boba- le ha ganado la espalda y le da un susto. El pez tímido no sabe cómo reaccionar. Disimula el miedo, le da la mano en plan colega y cuando la sombra boba se despista sale por aletas del escenario engañando al SECUAZ. El secuaz va tras él pero ya es demasiado tarde. Alguien se acerca. Será mejor esconderse y esperar otra ocasión más propicia.

Burbuja tercera La familia se presenta Cada uno arrastra su caparazón, como una casa a cuestas: se trata de algo así como media bola marina que se desliza sobre el fondo. Primero entra una pausadamente, la siguiente tiene prisa. La última entra también con tranquilidad. Las tres bolas giran y juegan con el espacio. Por un hueco situado en la parte de arriba asoman primero unos pies. Después, los tres personajes asoman sus respectivas cabezas. Observan al espectador. Es el momento de salir. La abuela, el padre y la niña dejan sus caparazones y deciden pasar un buen día en el fondo del mar. Bailan. Les entra hambre. Es la hora de merendar. Sacan el mantel y devoran toda la comida que hay sobre él. Con tanta rapidez lo hacen la niña y el padre que a la abuela, que se mueve con dificultad, no le da tiempo a probar bocado. No importa. Algo ha quedado. Suficiente para una abuela que se contenta siempre con lo que le dejen. La sobremesa es tiempo para que cada uno se tome la tarde por libre. La niña sube a su cachalote con ruedas y se da un paseo. El padre juega al golf, aunque no parece acertar nunca. La abuela abre una ostra gigante que es como una radio. Suenan sus melodías favoritas. Le encantan los bailes de salón. El padre deja los palos y le sirve de pareja. Primero suena un cha-cha-chá. La abuela siente el trópico en sus pies. El padre decide volver a los hoyos. Golpea la pelota y termina dándole a un pez que pasaba por ahí.

Después arranca un tango de lo más “arrastrao”. Y, por último, una divertida conga. Se suman dos peces a la rueda. La conga se va parando. Algo pasa. ¿Dónde está la niña? Se ha ido a bordo de su cachalote y no aparece. La llaman: ¡Tiriwiki!. El padre y la abuela, preocupados, deciden ir a buscarla cada uno por su lado. ¿Dónde se habrá metido Tiriwiki? Burbuja cuarta Tiriwiki, el mar y la ballena a la que le duelen las muelas. La niña llega en su cachalote motorizado, va un poco auturdida, pero descubre una vez más que el mar es un paraíso azul donde da gusto perderse. El fondo y las paredes rielan con destellos mágicos. Se siente feliz. Baila. Un matojo de algas le llaman la atención. Se acerca a ellas y descubre que son las algas de la risa. Cada vez que las roza suelta una carcajada. Una ballena asoma su enorme hocico. Le pasa algo, no para de quejarse. Tiriwiki va a socorrerla. La besa, le abre la boca y mira a ver qué le pasa. Será mejor cepillarle los dientes. Utiliza un cepillo de líquenes y le va sacando toda la suciedad que le molestaba: un zapato, una botella... y al final... ahí está : una muela completamente negra, cariada. La limpia y se la vuelve a poner en su sitio. La ballena, por fin, sonríe. Esa sonrisa le recuerda algo. Mira al cachalote feliz de haber vuelto al hogar. Ella también tiene una familia. Es el momento de salir a buscarla. Burbuja cuarta EL SECUAZ, EL PADRE Y LA MALASOMBRA.

Dos personajes siniestros, entre brumas, ensucian el mar como una pesadilla. Todo se llena de tubos metálicos. El mar ya no es lo que era... LLega Papiwiki buscando a su pequeña. Le espera Sifón, el esbirro de Malasombra, quien a través de diversas artimañas –entre ellas, un hip hop contagioso, consigue llevarlo hasta la poderosas redes de Malasombra y hacerlo desaparecer. Burbuja quinta LA ABUELA CORRE IGUAL SUERTE Lo mismo le sucede a Yayowiki. Sifón está al acecho, la buela se libra por los pelos hasta que –seducida por un irrestible baile a lo Ginger Rorgers- cae en la trampa: Malasombra se la traga.

Burbuja sexta PERO TIRIWIKI ES MUCHA TIRIWIKI Con la niña es otra cosa, enseguida demuestra que es dura de roer. Todas las artimañas de Sifón son inútiles, siempre consigue escapar. Harto de esperar, Malasombra interviene personalmente, pero la niña puede con los dos y, al final, los que caen en la trampa son los malvados, engullidos por las fauces de la ballena. Titiwiki ha vencido pero está triste. ¿Dónde está su familia? Una voz en off, la del niño del principio, le indica el camino... OFF: ¡TIRIWIKI!!!! ¿Estás buscando a ...? Malasombra y Sifón los han escondido... No, por ahí no... Por ahí...

Burbuja sexta UN BOLSILLO FELIZ La niña ha rescatado de la sombra a la abuela y a su padre. Entre los tres limpian el mar de la suciedad que había dejado la pareja siniestra. El mar vuelve a ser un espejo azul. Todos están contentos. Un pez les acompaña a bordo de la cachamoto. El niño del principio vuelve con nosotros, su bolsillo –donde guarda el mar- nos muestra el final feliz. OFF: Y ASÍ SIEMPRE LLEVO, POR SI ACASO, EL MAR EN EL BOLSILLO.

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