EL LOBO MARINO
ESTADO DE CONOCIMIENTO DE LAS DOS ESPECIES DE LOBOS MARINOS DEL MAR PERUANO. a. Lobo chusco (Otaria byronia) En Uruguay y Argentina las hembras miden en promedio 2.0 m. y pesan 150 Kg. Los machos miden 260 cm. y pesan alrededor de 300 kgs. En febrero de 1997 el censo nacional arrojó un total de casi 140,000 lobos distribuidos a lo largo del litoral peruano, desde Isla Foca por el norte, hasta la frontera con Chile. Al igual que el lobo fino, el lobo chusco también tiende a concentrarse en zonas donde está mas protegido. Las mayores poblaciones se hallan en la Reserva Nacional de Paracas, en la Isla Lobo de Afuera y en Punta San Juan (ambas reservas guaneras). Estas tres zonas en conjunto albergan el 70% de la población. La Otaria en el Perú es altamente oportunista. Aunque al igual que la Artocephalus se alimenta principalmente de anchoveta cuando es abundante, se sabe también que consume sardinas, jurel, pejerrey y otras especies epi- y meso-pelágicas. b. Lobo fino de sudamérica (Arctocephalus australis) Las hembras adultas de lobo fino en el Perú pesan en promedio 60 kg y miden 1.3 m de largo. Los machos territoriales pesan 120 kg miden 1.6 m de largo. Según el censo nacional de diciembre de 1996, habían alrededor de 25,000 lobos finos en la costa peruana. Estos se encontraron distribuidos en la zona sur, desde Paracas, hasta Punta Coles en la frontera con Chile. Dentro de este rango, el 90% de la población se concentra en la Reserva Nacional de Paracas, Punta San Juan, Punta San Fernando, Punta Atico y Punta Coles. La alimentación del lobo fino es especializada y basada casi exclusivamente en anchoveta. Solo en casos de escasez de anchoveta, cambian de presa y se alimentan de pequeños peces o calamares epi- y meso-pelágicos. La alimentación ocurre casi exclusivamente de noche y sigue los movimientos verticales de los cardúmenes. 2. NORMAS DE PROTECCION 1. El Sector pesquería mediante Resolución Ministerial No. 00103-76-PE prohibió la caza de lobos marinos en el litoral peruano. 2. El Sector agricultura mediante Resolución Ministerial No. 1082-90-AG/DGFF aprobó la clasificación de especies de fauna silvestre en las siguientes categorías: a) Especies en vías de extinción b) Especies en situación vulnerable
El lobo chusco y el lobo fino, fueron incluidos en la categoría de especies en situación vulnerable. El artículo 3º de la mencionada Resolución, declara la veda indefinida de la caza, captura, transporte, comercialización y exportación, para todas las especies consideradas en dicha resolución.
RESERVA NACIONAL DE LOBERAS El artículo 3º del proyecto de ley, declara "Reserva Nacional" las loberas ubicadas en el litoral peruano. Al respecto, se debe tener en consideración que la Ley No. 26834, en su artículo 22º, señala que "Son categorías del Sistema Nacional de Areas Naturales Protegidas: f. Reservas Nacionales.- áreas destinadas a la conservación de la diversidad biológica y la utilización sostenible de los recursos de flora y fauna silvestre, acuática o terrestre. En ellas se permite el aprovechamiento comercial de los recursos naturales bajo planes de manejo, aprobados, supervisados y controlados por la autoridad nacional competente". Asimismo, el artículo 7º de la mencionada ley, en su primer párrafo señala que "La creación de Areas Naturales Protegidas del SINANPE y de las Areas de Conservación Regional se realiza por Decreto Supremo, aprobado en Consejo de Ministros, refrendado por el Ministro de Agricultura, salvo la creación de áreas de protección de ecosistemas marinos o que incluyan aguas continentales donde sea posible el aprovechamiento de recursos hidrobiológicos, en cuyo caso también lo refrenda el Ministro de Pesquería". Dentro de este contexto, la declaración de Reserva Nacional de loberas en el litoral peruano, no reúne las características que para dicha categoría establece la ley No. 26834. Asimismo, la creación de Reservas Nacionales se realiza mediante Decreto Supremo.
http://www.congreso.gob.pe/comisiones/1997/ambiente/2607.htm
Historia del Guano de Isla La Compañía Administradora del Guano- uno de los pocos ejemplos exitosos de manejo sostenible de un recurso natural a nivel mundial (Apaza y Santa Maria 2001ª, Duffy 1994) A mediados del siglo XIX la explotación del guano empezó a tener gran importancia para la economía del Perú. En esos años, el guano comenzó a ser utilizado como el principal fertilizante de las agriculturas de países como Inglaterra y Francia. En un documento de José Casimiro Ulloa (1859), se describe la importancia comercial de este recurso para los ingresos del Perú; además destaca sus virtudes en comparación con el uso de otros fertilizantes de aquella época y también señala algunas irregularidades en su manejo y administración, como la especulación de este producto y su subvaloración a niveles de exportación. Su explotación ocurrió en forma continua, financiando casi íntegramente el desarrollo del país, hasta 1879, cuando se inicia la Guerra del Pacífico (Bardella 1989). Terminada la guerra en 1890, el gobierno aprobó el desventajoso Contrato Grace para pagar la importante deuda externa que había adquirido el Perú, especialmente con los ingleses. Entre otras condiciones, cedía a los acreedores la explotación del guano descubierto o por descubrir por un total de tres millones de toneladas métricas y del 50 % del remanente de las islas Lobos. Además, el Perú se comprometió a no realizar ninguna exportación de este recurso, hasta que los tenedores de los Bonos, representados por la Perúvian Corporation Ltd. no hubiesen terminado de extraer la cantidad cedida. La envergadura de los volúmenes a explotar llevó a que se utilizaran métodos de extracción inapropiados en esos años, ocasionando así el colapso de las poblaciones de aves guaneras hacia principios del siglo XX. En 1909 el gobierno Peruano crea la Compañía Administradora del Guano (CAG) para reorganizar la administración de la industria del guano y colocar este producto al servicio del desarrollo de la agricultura Peruana (Macera 1968). Mientras se discutían las diferencias sobre los derechos de explotación del guano con sus acreedores, la CAG comenzó a realizar acciones para evaluar la situación actual del recurso. así la compañía desarrolló un programa técnico científico con la participación de biólogos, geógrafos, estadísticos y agrónomos, buscando mejorar el manejo del guano y las poblaciones de aves guaneras. En los primeros años de la CAG se actualizaron los mapas de litoral Peruano y se precisó la ubicación de las islas y puntas habitadas por las aves guaneras. También se organizaron expediciones, en cooperación con la Marina de Guerra, para localizar islas donde no se explotaba el guano. Así en 1915 ya se contaba con un inventario y levantamiento topográfico preciso de todas las unidades existentes, información relevante para que la compañía pudiese calcular los costos de su explotación. Posteriormente en 1919 se instalaron estaciones meteorológicas en las unidades guaneras y se estableció un sistema de monitoreo de las poblaciones de aves guaneras. La participación de muchos científicos Peruanos y extranjeros como Vogt, Murphy, Schweigger y Del Solar (Coker 1919, Murphy 1925, Vogt 1942, Zuta y Flores 1980) en estas etapas iniciales de la CAG, contribuyeron al conocimiento de la biología de las aves guaneras y los diferentes procesos biológicos del mar Peruano.
A toda esta contribución de aspectos biológicos, la CAG dispuso medidas de carácter administrativo y de ingeniería para favorecer el desarrollo y reducir las perturbaciones a las poblaciones de aves. Estas medidas incluían la rotación en la explotación de las unidades guaneras, reducción de las perturbaciones durante las épocas de reproducción, la prohibición de toda actividad humana (como pesca, depredación de huevos) alrededor de las islas, la modificación artificial del hábitat para ampliar el área de residencia de las aves (remoción de piedras, nivelación de la topografía, construcción de muros), construcción de muelles y edificios administrativos en lugares propicios, entre otras. El resultado general de estas mejoras en el manejo fue el aumento espectacular de las poblaciones de aves guaneras de cuatro millones en 1910, a 8-10 millones en los años 30 (Jordán & Fuentes 1966, Crawford y Jahncke 1999). Una causa de preocupación de los expertos de la CAG fue la pérdida constante de guano causada por el abandono de nidos y mortalidad de aves resultante de la ocurrencia recurrente de El Niño. Sin embargo, a partir del trabajo de Vogt (1942), la compañía llegó a la conclusión que era más fácil aumentar las poblaciones de aves guaneras y sus tasas reproductivas durante los años fríos entre Niños, que lograr reducir las pérdidas durante estos eventos. Para este propósito Vogt (1942) sugirió colgar plataformas de los acantilados, así como la construcción de puentes en las zonas agrietadas de las islas. Posteriormente, en 1946, el entonces Director de la CAG, Carlos Llosa Belaúnde, sugirió la idea de crear islas artificiales cercando penínsulas costeras con muros de concreto, de esta forma logrando la exclusión de predadores terrestres tales como zorros y humanos (Murphy 1981). Esta idea surgió de la observación que en el sur del país no había islas y que, a falta de éstas, las aves intentaban anidar en penínsulas desprotegidas y sin mayor éxito (Schweigger 1964). Cualquiera que sea el origen de la idea, los resultados fueron espectaculares. En menos de diez años, las poblaciones de aves alcanzaron los 16-20 millones (Duffy 1983) y llevó a Murphy (1981) a describir a la CAG como "Uno de los más grandes ejemplos de conservación práctica que se haya visto". Desarrollo y Colapso de las pesquerías industriales en el Perú (Apaza y Santa María 2001ª, 2001b, Duffy 1994). Hasta inicios de los años cuarenta, la pesca en el litoral Peruano se mantuvo dentro de los límites que permitían el mantenimiento de las poblaciones de aves guaneras, siendo la industria del guano la principal actividad económica relacionada con los recursos marinos del país. Sin embargo, a partir de mediados de los 40, la CAG enfrenta las presiones de una emergente actividad pesquera dirigida a satisfacer las demandas de la creciente población costera. En este periodo, la CAG comenzó a ser considerada como un elemento restrictivo para el desarrollo de las pesquerías industriales para harina y aceite de pescado, considerada inicialmente como un posible abono substituto para la agricultura nacional (Idyll 1973, Murphy 1981, Duffy 1983).
Dentro de la CAG existía un sector que defendía la idea de producir también harina de pescado, llamado en esos años “guano de pescado”. En su reporte de 1941 Gamarra Dulanto, compara el consumo de anchoveta para producir una tonelada de guano con la cantidad necesaria para producir la misma cantidad de abono, indicando que se necesitaban 32 toneladas de anchoveta consumida versus 8 de anchoveta para producir una tonelada de guano y harina respectivamente, lo que sustentaba los argumentos económicos en contra de la continuación de la industria del guano de aves. En oposición a ésto, un reporte de Schweigger prevenía del peligro potencial de esta nueva actividad industrial para la CAG y para el ecosistema marino en general. Curiosamente, la división que originó este debate llevó a la CAG a instalar la primera planta piloto de harina y aceite de pescado en el Perú a fines de los años cuarenta. Entre 1945 y 1955 la CAG solicitó al gobierno Peruano tomar las medidas inmediatas para el adecuado control de esta naciente industria, algo que fue sólidamente sustentado con los argumentos del Dr. Murphy, quien sostenía que la anchoveta no era sólo un de los tantos peces pelágicos del ecosistema, sino que era la especie clave para mantener todos los procesos biológicos entre los niveles tróficos inferiores (plancton) y superiores (peces, aves y mamíferos), resumido en la siguiente cita que el Dr. Murphy expuso en esos años: “... el porvenir del guano en el Perú y también el de la pesquería mayor para la alimentación humana depende del tino con que se maneje en la actualidad el porvenir de la anchoveta. Un viejo refrán dice que más vale pájaro en mano que cien volando y, en realidad para el Perú el pájaro en mano es el guano de islas, base sustantiva de la economía agrícola Peruana y fuente inagotable de riqueza pública y privada...” Como se sabe, el gobierno hizo caso omiso a estas advertencias y partir de 1955, empieza el crecimiento explosivo de la pesquería de anchoveta para la producción de harina de pescado. Desde entonces, las poblaciones de aves guaneras entran en una etapa de caída poblacional y hasta ahora no presentan signos de recuperación. A raíz de un fuerte evento El Niño en 1965, se da una altísima mortalidad de aves guaneras y, habiendo alcanzado las pesquerías sus niveles máximos, de ahí en adelante las poblaciones de aves guaneras nunca más alcanzan los niveles de antes del desarrollo pesquero. Durante este periodo la CAG desaparece y el manejo del guano pasa por una serie de cambios administrativos. Actualmente el manejo del guano está a cargo del Proyecto Especial de Promoción del Aprovechamiento de Abonos Provenientes de Aves Marinas PROABONOS (Ley Nº 26857 – 1997). Hoy en día, se encuentran en los niveles poblacionales mas bajos de toda su historia, probablemente también como consecuencia de una combinación de la sobreexplotación de la anchoveta y de la mayor frecuencia e intensidad de los eventos El Niño en las últimas tres décadas. Con la disminución en la población de aves, disminuye también la producción de guano, industria que ha permitido la supervivencia de las aves guaneras durante el ultimo siglo. La población de las tres especies de ave guaneras actualmente no pasa de los dos millones y la producción anual de guano es ahora una fracción de lo que fue a inicios del siglo pasado. La crisis de las aves guaneras no podrá ser superada si no se llega a controlar el factor antrópico (sobrepesca) que las ha llevado a tal situación. Para buscar soluciones, es importante entender las fuerzas que llevaron al acelerado desarrollo de la industria pesquera, desde sus inicios en los años 50 hasta su situación actual.
El gran desarrollo de las pesquerías industriales en el Perú coincide con el colapso, en los años cincuenta, de la pesquería de la sardina de California. Entonces, aunque una fracción de esta industria se mantuvo sobre la base de la explotación de la anchoveta de California (Engraulis mordax), la mayor parte de sus activos (plantas y embarcaciones) fueron adquiridos en ventajosas condiciones por el Perú, ocasionando así el crecimiento explosivo de la industria de la harina y aceite de pescado y a que esta industria se consolide como la actividad pesquera más importante del litoral con capturas anuales de millones de toneladas métricas. Para 1970, el Perú ya contaba con una flota pesquera de alrededor de 1,700 embarcaciones destinadas exclusivamente a la captura de la anchoveta y se llegó a capturar cerca de doce millones de toneladas métricas de esta especie lo que convirtió al Perú en el primer país pesquero en el mundo. Sin embargo, los altísimos niveles de capturas de los años 60 y principios de los 70, junto con la ocurrencia de un fuerte evento El Niño en 1972/73 pronto llevaron al colapso a esta industria, que nunca consideró la aplicación de sistemas de control y regulación para garantizar la sostenibilidad del recurso. Durante los siguientes veinte años donde las poblaciones de anchoveta fueron casi nulas, la sardina (Sardinops sagax sagax) reemplazó a la anchoveta como la especie pelágica dominante del ecosistema y la meta principal de las pesquerías (Zuzunaga 1985). Esta especie nunca alcanzó los niveles de capturas de los años setenta, ocasionando así problemas para mantener activa la capacidad operativa de una flota e industria que estaba sobredimensionada y económicamente poco rentable. En los años noventa, se comenzó a considerar que una regulación de la actividad pesquera sería el comienzo para lograr la sostenibilidad del recurso. Así en 1992, se promulgó la Ley 25977, Ley General de Pesca y en 1994, se promulgó su Reglamento (DS N° 01-94-PE), el cual ha sido derogado este año por el nuevo Reglamento de la Ley General de Pesca (D.S. 012-2001-PE). Si bien estas leyes han sido el primer paso para establecer un manejo adecuado de los recursos pesqueros y, en particular, de la anchoveta, estas normas aún tienen sus limitaciones. Durante estos años, se observó una recuperación en la población de anchoveta y una vez más, su pesquería alcanzo notables volúmenes de capturas, que se consideró como una señal de recuperación del sector pesquero. Sin embargo, cambios en los estándares de calidad de la harina de pescado exigían un producto de mejor elaboración, algo que la industria pesquera no podía enfrentar por lo obsoleto de su flota y plantas de producción. En el Perú se producía en general una harina de calidad estándar (relacionada con el porcentaje de proteína del producto, del 65 %). En Chile, una significativa inversión para desarrollar una moderna industria, llevó al mercado internacional una harina denominada “especial” o “prime”, con un porcentaje mayor de proteína de que la producida en el Perú, ubicando a Chile como el líder mundial en la producción de harina de pescado. La deuda pesquera y su impacto sobre las políticas de uso de recursos marinos en el Perú (Apaza y Santa María 2001a, 2001b).
Para ser más competente en el mercado internacional, la industria pesquera Peruana, dadas las buenas condiciones en la pesca a principios y mediados de los noventa, optó por reconvertir su industria de acuerdo a los nuevos estándares de calidad mundial que exigía el producto. Esto originó que el sector privado, invirtiera en nuevas tecnologías para colocar un producto de mejor calidad en el mercado mundial. La inversión para este cambio llevó a las empresas a asumir una deuda de alrededor de los mil quinientos millones de dólares, que serían pagados con las prometedoras capturas que se esperaban fueran como las del año 1996, en que se aproximaron a las cifras de los años setenta. Desgraciadamente la ocurrencia de un evento El Niño de niveles catastróficos en 1997/98, redujo una vez más las capturas de anchoveta, ocasionando la caída de muchas empresas que no pudieron asumir sus compromisos financieros. Una vez más, la falta de previsión en esta actividad generó problemas en la economía. La deuda del sector pesquero, en la actualidad, es uno de los problemas más críticos que enfrenta este sector y propiciando que se mantengan prácticas de manejo que pronto llevarán a un nuevo colapso del recurso. Esta deuda no podrá ser cancelada si se mantienen las condiciones actuales de extracción, porque se necesitaría sostener un régimen de capturas de anchoveta que en promedio superen los siete millones de toneladas métricas durante los próximos 25 años, algo poco probable en nuestro medio por la naturaleza impredecible y fluctuante de las condiciones ambientales que no permiten este tipo de proyección. La banca privada, acreedora del total de la deuda, debió obtener una adecuada información técnica sobre la sostenibilidad de este recurso, antes de invertir en este negocio incierto. La pesquería, tal como se la ha planteado hasta ahora, es muy poco flexible y carece de alternativas para atenuar la inestabilidad ambiental, que ocasiona grandes fluctuaciones en la rentabilidad de la industria y aumenta la deuda en los años de baja disponibilidad del recurso. En los años de abundancia, los ingresos generados se dirigen principalmente a atender la deuda, lo que reduce la rentabilidad de las pesquerías. Adicionalmente, antes de invertir nuevamente en la industria, se debió considerar que la alta rentabilidad en los primeros veinte años de ésta, se debió, en gran parte, a que se adquirió activos de segunda mano de la ya colapsada pesquería de sardina de California, a precios muy ventajosos. En los años noventa, la reactivación de la industria requirió la compra de activos de primera generación, a precios considerablemente más elevados, generando la gran deuda que actualmente mantiene la industria y que la hace poco rentable. Esta situación hubiera sido evitada si, en vez de reinvertir en una industria obsoleta e ineficiente como es la producción de harinas y aceites de pescado, se hubiera desarrollado industrias alternativas dirigidas al consumo humano directo, con la explotación de especies como la caballa, jurel, merluza, pota, entre otras. Sin embargo, hoy en día, en el ámbito mundial, las pesquerías enfrentan una crisis generalizada producto de 45 años de presiones crecientes sobre los ecosistemas marinos y costeros. Aún cuando los gobiernos y la industria han mejorado significativamente el manejo de los recursos pesqueros la explotación de los stocks pesqueros ha ido progresando a través de los océanos, cada vez con mayor efectividad, de forma tal que en pocos años alcanzan su máxima productividad y poco después empieza a declinar.
La crisis pesquera a nivel MUNDIAL (World Resources Institute 2000) De acuerdo con la FAO (1997), 60% de los stocks pesqueros de importancia mundial requieren urgentemente de mecanismos para lograr su recuperación o para evitar la sobrepesca. Basados en datos de capturas a escala mundial colectados entre 1950 y 1994, la FAO reporta lo siguiente: 35% de los stocks pesqueros comercialmente más importantes muestran un patrón de reducción en sus capturas y requieren de acciones inmediatas para detener la sobrepesca. Otro 25% de estos stocks muestran capturas estables pero están siendo extraídos a niveles que alcanzan sus límites biológicos y que, de aumentarse los niveles de capturas, son vulnerables a la declinación. Las capturas de los stocks pesqueros que han sido sobre explotados ya han caído en un 40% en tan sólo nueve años, de 14 millones de TM en 1985, a 8 millones en 1994. La pesca contribuye en forma importante a la alimentación de las poblaciones humanas y a la generación de empleo en el mundo. Ambos están en gran riesgo si continúan las condiciones de pesca y las tendencias en las capturas arriba descritas. http://www.islaspalomino.com/gallery/aves_guaneras.html