El Hacha…
…y el Leñador
La tala de árboles es un deporte tradicional en Alaska.
Quienes manejan el hacha con gran habilidad, a menudo realizan torneos competitivos para definir el título de campeón local.
Para ello es necesario llegar a ser un buen leñador. Lo cual requiere un gran esfuerzo...
De ello, pudo dar cuenta, un joven que no se conformaba con poco. Quería convertirse en el campeón local Así que decidió buscar al mejor de los leñadores del país para aprender de él. Cuando por fin lo encontró, le dijo: - “Quiero ser tu discípulo. Quiero aprender a utilizar el hacha como tú”. El famoso leñador accedió y su nuevo aprendiz, no tardó en consagrarse en la tarea de cortar leña.
Al cabo de algún tiempo, el joven pensó que estaba en mejores condiciones que su maestro y se dijo para sí mismo: - “Soy más fuerte, más ágil y ya conozco la técnica necesaria. Venceré con facilidad al viejo leñador”. Entonces lo desafió a competir. Quien cortara más árboles en un plazo de ocho horas sería el mejor leñador de la comarca. El maestro cansado del trabajo del día miró al joven con calma y aceptó el desafío.
Al día señalado, el joven empezó con mucha energía. Con una actitud desafiante y arrogante, fue cortando un árbol tras otro. De vez en cuando iba a ver a su maestro para asegurarse de su propia velocidad, y casi siempre lo encontraba sentado con el hacha en la mano.
- “Pobrecillo, ya no puede con su alma”. Pensaba el joven, sintiéndose ya el nuevo campeón.
Al terminar la jornada, el muchacho se fue al lugar donde había estado cortando su maestro y se encontró con una desagradable sorpresa: El viejo leñador había talado muchos más árboles que él. - Pero... ¿Cómo? !Es imposible!¡Casi todas las veces que iba a verte tú estabas descansando! Su maestro sonrió, tomó el hacha y le mostró el corte. Estaba afiladísimo. “No descansaba, estaba afilando el hacha” - le contestó.
¿Y nosotros? ¿Cuándo fue la última vez que afilamos nuestra hacha espiritual?
Es conveniente darnos tiempo para afilar nuestras habilidades y destrezas, manteniéndolas al día. Debemos recordar que las destrezas y habilidades que usamos ayer... quizá no sean suficientes para el día de mañana.
¿Qué tan afiladas están hoy nuestras hachas? (1 Timoteo 4:16)