Ministerio juvenil “Guerreros de luz”
Dos Hombres Ciegos (Un Recuento de Mateo 20:29–34) Personajes Dos hombres ciegos Dos bancas Cuatro o más personas de multitud Jesús Narrador (Si hay más personas, aumenta una puerta, un árbol, una roca, etc.) Dos hombres ciegos sentados en una banca cerca del camino tarareaban pensando que todo estaba súper bien, sin pena alguna. Uno tenía un espasmo en su mano izquierda que le causaba gran dolor. Su brazo derecho también se movía violentamente, frecuentemente golpeándolo en la frente. El otro hombre ciego tenía una tos terrible. A veces la tos se convertía en una crisis de estornudos. También tenía un extraño espasmo en su cuello que lo hacía sacudir la cabeza como la cabeza de un pollo. Una multitud emocionada que seguía a Jesús pasó frente a los dos hombres ciegos, y en la emoción de la gente accidentalmente tumbaron a ambos hombres ciegos de sus bancas rompiendo las bancas. La gente siguió adelante dejando a los tosientes, espasmódicos y ciegos hombres en el polvo. Pero después ambos hombres ciegos escucharon que Jesús estaba delante de ellos y gritaron juntos muchas veces: “¡JOSUE, BEN, DAVID, TEN MISERICORDIA!” La multitud cubrió sus oídos. Se enojaron con los hombres ciegos y les gritaron, “¡CALLENSE! ¡NO PODEMOS ESCUCHAR A JESUS!” Pero aún así los hombres ciegos siguieron gritando, “¡JOSUE, BEN, DAVID, TEN MISERICORDIA!” La multitud rechinó los dientes y con los ojos bizcos se enojaron más. Gritaron, “¡Les dijimos que se callaran! ¡Hablan demasiado fuerte!” Su enojo era tal que golpearon y patearon a los hombres ciegos, tirándolos de nuevo al polvo. Aún así los dos siguieron gritando quejándose, “¡JOSUE, BEN, DAVID, TEN MISERICORDIA!” La multitud estaba tan enojada que tomaron los pedazos de las bancas rotas y se las aventaron a los hombres ciegos. Aún así ambos siguieron gritando, “¡JOSUE, BEN, DAVID, TEN MISERICORDIA!” Entonces Jesús entró a la escena. De pronto la multitud se contagió con los espasmos en la mano izquierda que les causó mucho dolor. Sus brazos derechos comenzaron a moverse violentamente, golpeándose en sus frentes. La multitud comenzó a toser, algunos a estornudar. Todas sus cabezas comenzaron a sacudirse como si fueran pollos. La multitud se fue. Y Jesús sanó a los hombres ciegos—los cuales siguieron a Jesús fuera del escenario.
FIN