Don Carlos, Buena Excusa

  • May 2020
  • PDF

This document was uploaded by user and they confirmed that they have the permission to share it. If you are author or own the copyright of this book, please report to us by using this DMCA report form. Report DMCA


Overview

Download & View Don Carlos, Buena Excusa as PDF for free.

More details

  • Words: 40,098
  • Pages: 170
Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Don Carlos, buena excusa INTRODUCCIÓN.............................................................................................................2 ANOTACIONES HISTÓRICAS......................................................................................4 COMPOSICIONES LITERARIAS.................................................................................21 COMPOSICIÓN MUSICAL...........................................................................................28 ARGUMENTO DEL DRAMA.......................................................................................36 GRABACIONES ESCOGIDAS.....................................................................................46 CATÁLOGO DE LAS OBRAS DE VERDI..................................................................53 BIBLIOGRAFÍA, o así....................................................................................................55 REPARTO.......................................................................................................................56 PRIMER ACTO..............................................................................................................58 Los bosques de Fontainebleau..................................................................................58 SEGUNDO ACTO..........................................................................................................78 PRIMERA PARTE El Convento de San Giusto......................................................78 SEGUNDA PARTE Jardines de San Giusto............................................................87 TERCER ACTO............................................................................................................112 PRIMERA PARTE Jardines de la Reina................................................................112 SEGUNDA PARTE Nuestra Señora de Atocha.....................................................123 CUARTO ACTO...........................................................................................................135 PRIMERA PARTE El estudio del Rey en el Alcázar de Madrid...........................135 SEGUNDA PARTE La prisión..............................................................................152 QUINTO ACTO............................................................................................................161 El Convento de San Giusto.....................................................................................161

-1-

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Don Carlos, el infante de España, es un personaje menor dentro de la historia. Sobre todo si lo comparamos los gigantes con los que tuvo la oportunidad de viINTRODUCCIÓN con vir. No obstante su insignificancia, fue un elemento fundamental. Su pequeñez sirvió a diversos intereses e intervino en gran medida en lo que se ha dado en llamar la «leyenda negra». Don Carlos es un personaje que ofrece la excusa perfecta para hablar de la época y de unos hechos cargados de significancia política. Como heredero de la Corona española, su trascendencia era vital para la propia España y para sus rivales. El imperio español, en su apogeo, adolecía de una organización sólida tal cual la conocemos hoy. Pero gozaba del respeto que su poder militar y de su notable influencia en media Europa. La extraña personalidad del príncipe y su desdichada muerte tuvieron el efecto de convertirle en un personaje más importante de lo que realmente fue. Su temprana muerte y el oscurantismo que la envolvió fue suficiente para alentar la imaginación de los enemigos de su padre, el rey Felipe II, y ver en su desaparición un elemento desestabilizante de la monarquía española. Al desaparecer el heredero, implicado en una conjura que afectaba a la propia solidez del Rey, envuelto en un misterio difícil de explicar, hizo que su persona diera pábulo a multitud de teorías. La muerte de Isabel de Valois, imprescindible para la paz con Francia y de una edad parecida a la del Infante, tampoco se vio como algo casual. Más, si cabe, si tenemos en cuenta que la princesa estaba destinada a casarse con el heredero de la Corona y no con quien reinaba en España. Al libreto de la ópera de Verdi, que aparece al final, le acompañan diversos comentarios que pueden ser de interés, aunque no es necesaria su lectura. Se incluyen por decisión del traductor sin más pretensión que el de entretener, sin intención alguna de trascender su mera opinión.

-2-

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Esta obra se distribuye bajo la licencia de CREATIVE COMMONS por la que esta obra se puede publicar y reeditar sin límites siempre que se cite al autor original y siempre que se distribuya de igual forma. Es decir, según lo que se describe en la siguiente página web: http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0/

-3-

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ANOTACIONES HISTÓRICAS Quizá sea Ana de Mendoza (1540-1592), princesa de Éboli, el personaje histórico que menos relación pueda tener en el triángulo dramático, histórico o novelesco de los tres personajes principales reales: el rey Felipe II, llamado el Prudente (15271598), Carlos de Austria (1545-1568) e Isabel de Valois, princesa de la Paz (1546-1568). Rodrigo, marqués de Posa –personaje de la ficción dramática– no tiene un paralelismo claro con ningún personaje real.

ANA DE MENDOZA

Ana de Mendoza era hija de Diego Hurtado de Mendoza, virrey del Perú. De esta dama española cuentan que fue inteligente y bella. Bella a pesar del parche que cubría uno de sus ojos. Ocultaba con él un defecto que algunos mal pensados creen que se debía a que era tuerta. Se casó, casi niña, con un noble portugués, don Ruy Gómez de Silva, príncipe de Éboli y ministro de Felipe II. Así, pues, la princesa pasó gran parte de su vida en la Corte. Sobre ella se han escrito multitud de biografías en las que, generalmente, se la tacha de intrigante, maquinadora de traiciones y arribista; también hay quienes la relacionan concupiscentemente con Felipe II unas veces seduciéndolo y otras dejándose seducir. Una de las versiones oficiales la relacionan con los graves sucesos que ocurrieron en el reinado de Felipe II personificados en Antonio Pérez y el rival de éste, don Juan de Escobedo. Ana de Mendoza enviudó a los treinta y tres años –alrededor de 1573, un lustro después de la desaparición de Isabel y Carlos– y aseguran que entabló relaciones, más o menos amorosas, con Antonio Pérez, secretario del Rey. Añade dicha versión que Juan de Escobedo descubrió tales amores y algunos tejemanejes un tanto oscuros y, como secretario de don Juan de Austria y persona influyente en el gobierno, intentó utilizar su descubrimiento contra el secretario de Felipe. Antonio Pérez logró enterarse que su secreto no era tal y, para evitar el escándalo y el descrédito, acusó a Escobedo de graves manejos políticos. Así, Pérez logró obtener una autorización real, sin especificar el alcance ni el límite, para actuar contra su rival. Después de algún que otro intento de en-

-4-

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

venenamiento, en 1578 Juan de Escobedo cae muerto a estocadas una noche oscura en una calleja. Fue un asesinato misterioso del que nunca se esclarecieron los hechos ni jamás se descubrió cuál fue la mano ejecutora, aunque muchos creen que fue iniciativa de Antonio Pérez, amparándose en ese permiso vago de Felipe II. Corrió la voz que los artífices del asesinato fueron el propio secretario del Rey y Ana de Mendoza. Pero, curiosamente, el Rey no dispuso su detención hasta un año después de la muerte de Escobedo. Lo cierto es que el Rey mandó detener a ambos pero no de forma conjunta, ni tampoco por los mismos motivos. El caso de Antonio Pérez es, todavía hoy, controvertido y polémico, y, como en nada influye en la trama, le dejaremos aparcado hasta mejor ocasión. El caso de Ana de Mendoza es radicalmente distinto: sus actividades en la Corte eran diversas. Se centraban en favorecer a unos y a intermediar por otros, bajo precio, aprovechándose de su posición en Palacio. Pero fue descubierta y desterrada de la Corte bajo confinamiento real. En primer lugar, en la Torre de Pinto. Además, como consecuencia de la inculpación de pródiga, se la privó de la tutela de sus hijos. Cuando contaba cuarenta y un años se la permitió trasladarse a su villa de Pastrana donde once años después moriría.

Existen biografías muy completas, y controvertidas, sobre la figura de Felipe II. Pero me referiré a él brevemente y sólo a los sucesos FELIPE II más relevantes que tuvieran relación con su hijo, el infante don Carlos. Felipe II nació en 1527 y murió al cabo de 71 años en su amado Palacio-Monasterio de El Escorial. Fue Rey de España y Portugal; hijo de Carlos I de España e Isabel de Portugal. Se casó contando con dieciséis años, por primera vez, con su prima María de Portugal de quien nacería Carlos en 1545. Sus matrimonios, cuatro en total, fueron –¿quién lo duda?– por razones de Estado. Aunque no impidió que hubiera verdadero afecto entre él y María de Portugal y que se enamorasen Isabel de Valois y él. A María Tudor le dedicó -5-

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

poco tiempo. De este su segundo matrimonio poco sacó en claro salvo sus aspiraciones al trono inglés cuando ésta murió. Aspiraciones legítimas que le costaron el prestigio naval de su Armada, prestigio alcanzado en Lepanto y nunca más recuperado. Viudo de Isabel, su tercera esposa, contrajo matrimonio con Ana de Austria, de quien nacería su heredero Felipe III. Algunos autores hablan de Felipe II como el Salomón español, y tanto la leyenda negra como la blanca no han hecho sino enturbiar su grandiosa figura en la Historia. Quizá su único pecado fue perseguir la absoluta justicia y pretender la omnipresencia del catolicismo como único credo. Precisamente esa leyenda negra inspiró el drama de Schiller Don Carlos, según algunos una joya dramática de su época a pesar de su escaso rigor histórico. Isabel de Valois era hija del Rey de Francia Enrique II y de Catalina de Médicis. En principio iba a ser la prometida, como lo fue, del príncipe don Carlos. Ambos eran prácticamente de la misma edad, a pesar de los reparos de aquella época en que se consideraba saludable una diferencia de edad a favor del marido. Pero Felipe enviudó de María Tudor poco antes de que se firmara la paz entre Francia y España en Fontainebleau. La paz era urgente para ambos pueblos y, para sellarla definitivamente, se propuso que Isabel se casara con Felipe en vez de con Carlos. Isabel pasó a llamarse Isabel de la Paz.

La figura de don Carlos ha sido tratada tangencialmente a pesar de la importancia política de aquellos años y las conseCARLOS DE AUSTRIA cuencias posteriores de los territorios flamencos. Del pobre infante don Carlos hemos de decir, en primer lugar, que nació en 1545, el nueve de julio, en Valladolid. De aquel parto difícil y trabajoso murió su madre, doña María de Portugal. El cuidado de don Carlos niño se confió a doña Juana, hermana menor de Felipe, en Toro, a falta de una madre. Felipe, en ese momento, no podía dedicarse a su cuidado. Tampoco, en aquella época, era tarea suya.

-6-

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

De la idílica relación que algunos autores señalan entre abuelo y nieto, es decir, entre el viejo emperador y el hijo de Felipe, sólo una pequeña nota: Carlos I, en su viaje a Yuste, viendo en su nieto signos inequívocos de taras y notando los primeros indicios de locura, propuso si no sería conveniente encerrarlo en Tordesillas, como a su bisabuela Juana la Loca. Aún llegó a decir que si no fuera por sus propios achaques, él mismo se encargaría de su educación y de corregirle. No le gustó nada la insubordinada conducta de su nieto ni sus explosiones de mal genio; le tomó aversión y casi odio. El Emperador resolvió enviarle a Burgos; pero como se hubiera declarado la peste allí, lo mandó a Tordesillas. Imaginamos que con profundo pesar por parte de su padre teniendo que aceptar que el Emperador decidiera que el futuro heredero no era demasiado apto para la sucesión y que tendría que plantearse si su hijo Carlos debiera ser apartado de toda obligación oficial. El infante don Carlos, según consta en diversos documentos, reseñas y cartas familiares, recibió todo tipo de cuidados y no fue tratado ni con dureza ni con crueldad en su infancia, como algunos han intentado resaltar. Todo lo contrario. Tanto Felipe como su hermanastro, don Juan de Austria, trataron al Infante con amor y cariño teniendo en cuenta sus insuperables defectos y taras.

La boda entre Isabel de Valois y el infante don Carlos se pactó efectivamente. Pero ese pacto se FELIPE II E ISABEL DE VALOIS modificó por varios motivos. El primero, y quizá el más importante, fue el hecho de sellar una paz necesaria con Francia. Tanto Felipe II como Enrique II ansiaban poner fin a las disputas que iniciaran sus padres respectivos, Carlos y Francisco, y para ello nada mejor que un pacto de sangre. El segundo motivo en importancia para la modificación del original pacto era la evidente inmadurez física y psíquica del Infante.

-7-

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Posiblemente, la boda entre Isabel y Felipe la urdieron Granvela, Ruy Gómez y Montmorençy en Cateau-Cambresis y, añadiendo que el rey Felipe se reservase a Margot – hija menor de Enrique y Catalina– para don Carlos, el pacto se alteraba en su fondo y la unión de las dinastías se verificaba más estrechamente. La noticia de tal unión fue bien recibida por ambas partes. Don Carlos no supo que su persona anduvo metida en tales danzas, y es improbable que sintiera celos de su padre aun sabiéndolo. Al fin y al cabo, Isabel no representaba más que una unión dinástica. A Carlos se le reservó su hermana, Margot. En plata, a Carlos le daba igual Isabel que Margot. Algunos autores y contemporáneos dan fe de su carácter enfermizo que, en aquel momento –Carlos contaba catorce años cuando se firmó el tratado–, le imposibilitaba asumir impulsos de cierto género, imprescindibles en cualquier matrimonio. El 22 de junio de 1559 – Felipe tenía treinta y dos años – se celebró la boda en la catedral de Nuestra Señora de París entre Isabel de Valois y Felipe II, representado éste por poderes por el duque de Alba. En el séquito del duque de Alba, que vino desde Bruselas, encontramos a varios personajes que, más tarde y por diferentes circunstancias, jugarán diversos papeles: Ruy Gómez de Silva, príncipe de Éboli, el príncipe de Orange y el conde de Egmont, entre otros. El pueblo francés, y en particular el parisino, no fue ajeno a la celebración de esta boda pues sabía que significaba la paz con España. La multitud que se hallaba presente era tanta como si fuera el propio Rey de Francia el que se casara. Fue precisamente en las fiestas de los esponsales reales cuando Enrique se hirió fatalmente. En las justas en que participó el Rey hubo un accidente: una astilla de la lanza de su oponente se clavó en su ojo. Nada pudo hacerse por salvar la vida del monarca. Isabel de Valois, ahora de la Paz, llega en enero de 1560. El triste retraso es debido a la desgraciada muerte de su padre y la posterior coronación de su hermano Francisco II, coronado el 14 de septiembre de 1559. Hemos de señalar que el pacto, vigente y válido, entre ambas casas de Francia y España, quedó sensiblemente modificado cualitativa-8-

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

mente: Francisco II (1544-1560), hermano de Isabel, contaba apenas quince años cuando ascendió al trono. Además, dejó toda su autoridad en manos del duque de Guisa, tío de María Estuardo, Reina de Escocia, con quien más tarde Francisco se casaría, y del cardenal de Lorena. Los validos gobernaron a su antojo y no siempre a satisfacción de sus súbditos, a pesar de la influencia que hacía sentir Catalina de Médicis. Felipe II estaba muy interesado en esta unión porque así tenía las manos libres contra los turcos, verdadero azote y pesadilla de Europa que, para España, significaba una amenaza doble pues eran instigadores de la piratería bereber del norte de África, además de su afán expansionista. La boda entre Felipe e Isabel en España se celebró en Guadalajara, en enero de 1560, un año después de su enlace en París. La causa de que se celebrara un año después y no inmediatamente, como era deseo de ambas partes, está en el luto que hubo que guardar Isabel por la muerte de su padre, el rey Enrique, y la posterior coronación de su heredero, Francisco II, como ya hemos señalado antes. Lo que debió ser una celebración alegre se convirtió en un mal presagio para ambos contrayentes. El pobre Carlos, además, no pudo asistir a la celebración de la boda de su padre en Guadalajara por estar enfermo de cuartanas. Fue en esta ocasión cuando se vieron por primera vez Isabel y Felipe. Carlos e Isabel se conocieron más tarde, en Toledo, donde residía la Corte por entonces. Desconocemos lo que pensó ella al ver ante sí a Carlos, descrito por Pfandl como un mozo escrofuloso, renqueante, enclenque, medio idiota, casi incapaz de diálogo. Ella, eso sí lo sabemos, no dejó que le besase la mano. Hasta finales de 1560 – Felipe tiene entonces treinta y tres años –, Isabel no tiene su primera menstruación y es en marzo del año siguiente cuando Felipe II decide que es hora de consumar el matrimonio. Felipe, por entonces, tuvo como amante a doña Eufrasia de Guzmán a la que tomó como tal mientras Isabel y él no pudieran consumar la unión. Pero resolvió dejarla por respeto a su mujer, decidiendo dedicarse a ella en todo momento.

-9-

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Estando todavía en Toledo, Isabel cayó enferma. Catalina, su madre, dudando del carácter de su hija y en previsión de males mayores, recomienda a las damas de compañía de la Reina que traten a Isabel de una forma especial a fin de disimular sus males reales o ficticios para que el Rey (Felipe) no la rechazara por enferma o por tarada. Felipe, ya por Isabel o por él mismo, trasladó la Corte a Madrid donde el aire era más limpio y los horizontes más despejados. Pero a pesar de las advertencias de Catalina sobre la disciplina que debía observar su hija en presencia de Felipe, éste no dejó de conmoverse cada vez que su mujer caía enferma. Sufría con ella y no consentía el menor incomodo; la cuidaba y mimaba borrando el aspecto de severa austeridad que le caracterizaba.

Las andanzas de Carlos eran conocidas en la Corte y eran depor todos. A la edad de diecisiete años, en abril CARLOS Y FELIPE II saprobadas de 1562, Carlos andaba detrás de la hija del Portero del Alcázar de Madrid. El mismo día veinte de ese mes, persiguiendo a la moza, Carlos sufre un accidente: cae por unas escaleras y se golpea el cráneo. Lo que en principio pareció ser un accidente sin importancia, se complicó de tal modo que hasta finales de junio de ese año no entró en mejoría y se temió incluso por su vida. Tanto es así que Felipe, en previsión, dispuso las órdenes para la forma en que debían celebrarse los funerales. Ya en 1564 hay noticias de que Carlos pegaba y maltrataba a los criados e insultaba abiertamente a los nobles. Incluso en una ocasión hubo que reducirlo de la intención de matar al Cardenal primado porque éste había desterrado a un protegido suyo. El pobre Carlos no daba para más. Todo su afán era demostrar su poder. Por ello llegó a hacerse antipático a todos y el respeto, que le debía venir por su grandeza de espíritu, le vino por el desprecio y el odio de nobles y pueblo. Además, odiaba a su padre más que cualquier enemigo que éste pudiera tener. Redactó un libro titulado Los Viajes del Rey, como burla de las dificultades que tenía su padre a resultas de su enfermedad; como es sabido por todos, cualquier desplazamiento del rey suponía una agonía de dolor, y una herida en el amor propio de Felipe: ni siquiera podía seguir los pasos de su padre, que recorrió Euro- 10 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

pa de punta a cabo hasta casi sus últimos días. Los títulos que encabezaban los capítulos de tan filial demostración de cariño decían: De Madrid a El Escorial, De El Escorial a Torrelodones, De Torrelodones a Madrid, De Madrid a Alcalá de Henares… Estos sentimientos filiales eran tan sólo sabidos por la Corte, el cuerpo diplomático y el resto del pueblo español. Felipe disculpaba a Carlos porque éste padecía una enfermedad que alternaba momentos de plena lucidez con otros de total anormalidad, salpimentados con su mal carácter y la volubilidad de sus deseos. Su padre sufría por él y no encontró forma de estabilizarle en la lucidez, sabiendo las responsabilidades que, como heredero del trono, recaerían algún día sobre sus hombros.

El conde de Egmont estuvo en Madrid en 1565, una de las cabezas de la sublevación flamenca que tuvo lugar dos años después. El embajador Brantôme escribió después que fue él quien movió al Príncipe a ir a Flandes, aun sin permiso de su padre, haciéndole grandes promesas e incluso poniendo una armada a su disposición. Promesas que continuaron Montigny y Berghes, representantes de la nobleza flamenca y de las aspiraciones de independencia del pueblo flamenco. El barón de Montigny fue enviado por Margarita de Parma a España para que expusiera ante Felipe II las aspiraciones políticas de Flandes. Este último, llamado también Enrique Berghe, era sobrino de Guillermo de Orange y brillante general. Luchó primero con los holandeses contra los españoles para después cambiar de bando, llegando hasta el generalato contribuyendo a la toma de Breda.

CONSPIRACIÓN

¿Por qué este ofrecimiento, y precisamente, al Infante? Flandes aspiraba a la independencia y los conspiradores encontraron en Carlos un aliado un tanto especial. Sabían del odio de éste hacia su padre. Instigando ese rencor y favoreciendo a Carlos mataban dos pájaros de un tiro: por un lado, la ruptura legal con España no sería tan profunda y, por otro, socavaban la solidez del trono. Convertirían el problema de Flandes en una lucha casi civil de la casa de Austria española. De esta manera, Carlos se convertiría en rehén de los conspiradores para que Felipe II cediera a sus reivindicaciones políticas.

- 11 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

En noviembre de 1566 seguían en Madrid Berghes y Montigny. Propusieron, dado que no consiguieron que Carlos abandonara España, que fuera a Flandes el príncipe de Éboli, don Ruy Gómez de Silva, suponiendo que Carlos le acompañaría. Pero Felipe II designó, en su lugar, al duque de Alba como su representante en los Países Bajos. Coligny, embajador francés en la Corte española, informó a Catalina de Médicis de las conspiraciones de Montigny con el Infante. A su vez, Catalina se lo contó a Francés de Álava, embajador de España en la Corte francesa. El problema de Flandes era delicadísimo, no menos para Francia que para España. Francia no podía pasar por sospechosa de colaboración habiendo sellado la paz con España hacía muy poco tiempo. La revolución de Flandes preocupaba seriamente a Catalina, temiendo las consecuencias y las posibles salpicaduras que pudieran afectar a suelo francés. Además, los Tercios, aunque envejecidos y cansados, seguían siendo la mejor fuerza de choque europea y no estaban tan lejos como para despreciar una incursión de castigo. La confidencia de Catalina, considerada por algunos autores adictos a la causa flamenca como un desliz propio de mujer, fue un hecho premeditado con el fin de mantener el delicado equilibrio y la paz entre ambas potencias europeas. A pesar de todos los intentos para evitar lo inevitable –y gracias a algunas torpezas en el gobierno por parte española–, en 1567 estalla en Flandes la temida revuelta. El rey, Felipe II, no acudirá a sofocarla ni saldrá de España como tenía previsto, por recomendación del Consejo de Estado y por no dejar la regencia en manos de Carlos. Envió al duque de Alba a sofocarla, en su nombre. Cuando el rey supo que Alba había detenido a los condes de Egmont y de Horn (septiembre de 1567), ordenó encarcelar a Montigny en el Alcázar de Segovia y, posteriormente, ejecutarle en el castillo de Simancas. Carlos, voluble, inconstante y tornadizo, ansiaba, por otra parte, casarse con la hija del emperador Maximiliano. La suspensión de los viajes de su padre fue interpretada por él como una dilación en sus pretensiones. Su enojo fue notable, y de él supieron cuantos le rodeaban.

- 12 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Volviendo al problema de Flandes –antes de la mencionada rebelión–, algunos autores apuntan que Egmont, Horn, Orange, Montigny y Berghes, conspiradores de la rebelión flamenca de 1567, ayudaban al príncipe en su plan de fuga y hasta le financiaron. La asignación real del Infante no cubría sus deudas pues era dado a ser muy generoso en sus regalos. Tanto es así que Felipe tomó a su cargo el mantenimiento de su casa. Dado que la meta de Carlos era salir de España desafiando a su padre, dependía en gran manera de los conspiradores flamencos para alcanzarla. Sus intenciones eran huir a Italia o Portugal y, desde allí, pasar a Flandes, por aquel entonces en plena ebullición, y alzarse con el prometido cargo con que le tentaron los flamencos.

Podemos decir que el desenlace trágico de la vida del príncipe se inicia a comienzos de 1567 al negarle definitivamente su padre el gobierno de Flandes y dar al duque de Alba ese importante cargo. Carlos, despechado, intentó matarlo. El duque, a pesar de sus años, consiguió desarmarle sin más daño.

FIN DE LA TRAMA

Juan de Austria fue el confidente de los planes del Infante. Al confiarle sus secretas intenciones y pedirle su colaboración, Juan le rogó que le diera tiempo para pensar y darle una respuesta. Abandonar España sin permiso y acudir a Flandes invitado por los nobles flamencos no entraba en su idea de fidelidad a la Corona. Inmediatamente y en secreto, partió hacia donde se encontraba el Rey para poner en su conocimiento las intenciones de su hijo, no con ánimo de acusarle de traición, y sí más para hacer notar el desequilibrio obsesivo de su querido sobrino y evitar un daño mayor. El Infante, desde hacía tiempo, vivía con la obsesión de ser el blanco de una conspiración. Había hecho construir una cerradura especial para la puerta de su dormitorio. Sólo él conocía el mecanismo que liberaba el pestillo de la puerta de sus habitaciones. Había hecho prometer a su constructor que jamás lo revelaría. Dormía rodeado de armas: mosquetes cargados, dagas, sables. Su manía persecutoria llegaba al extremo de asegurarse cada noche que las armas estaban listas y a su alcance desde la cama.

- 13 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

La noche del dieciocho de enero de 1568 Felipe se reunía en sus habitaciones del Alcázar de Madrid con el duque de Feria, Luis Méndez de Quijada y Ruy Gómez de Silva. Les comunicó la amarga decisión de detener al Infante. Entraron en la estancia, sin el menor problema pues el cerrajero había sido conminado a inutilizar esa cerradura por mandato real. Encontraron al príncipe profundamente dormido. Apartaron todas las armas que había a su alcance y le despertaron. Cuando el Infante tuvo consciencia de su detención, quiso arrojarse a las llamas de la chimenea. Pero le contuvieron a tiempo y se ordenó que cubrieran la chimenea con una reja para evitar posibles accidentes. Carlos quedó arrestado en su aposento, en principio, y luego se trasladó a un cuarto con la puerta vigilada y una mirilla por la que asistir diariamente a misa. Felipe II comunicó al reino y embajadores escuetamente la noticia oficial de la detención del príncipe. A partir de febrero de 1568, un silencio enigmático rodeó a cuanto concernía al enojoso asunto.

Hasta este punto la mayoría de los autores coinciden. La detención del Infante es considerada como un hecho probado. Pero desde aquí las versiones difieren notablemente unas de otras. Dependiendo del tipo de leyenda que defiendan los distintos autores, quizá sean las siguientes las más demostrativas de las distintas versiones sobre la muerte del Infante, aunque en ninguna las pruebas son concluyentes.

¿MURIÓ O LE MATARON?



Unos señalan que Carlos fue procesado por traición y condenado a muerte y ejecutado.



Otros prefieren creer que Carlos fue procesado pero no hubo condena, o no se verificó, porque murió antes.



Muchos suponen que durante el proceso abierto, Carlos murió.

- 14 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA



Otros sospechan que sí hubo proceso contra Carlos pero los documentos fueron destruidos, muriendo Carlos al poco tiempo.



También hay autores que señalan que no hubo tal proceso porque Carlos fue considerado loco antes de instruirlo.



Los partidarios de la Leyenda Negra abogan por un Felipe II, sediento de sangre, que ordenó personalmente la muerte de su hijo Carlos, sin proceso ni condena, ni prueba alguna de traición.

De estas seis posibles versiones, la sexta, la de un Felipe sanguinario y atroz, parece absolutamente inverosímil, carente de lógica. Aunque sólo fuera por puro egoísmo, a Felipe le convenía más conservar a Carlos vivo que muerto. Eso, sin olvidar que Felipe amaba a su hijo. Cualquier conjetura sobre este punto en concreto es ociosa. Aun loco o enfermo, era preferible que estuviera vivo pues los problemas que pudiera causar podrían moderarse o corregirse en la medida de lo posible, como así sucedió con los descendientes de Felipe II, que nunca gobernaron más allá del capricho de sus validos y ministros. Al fin y al cabo, Carlos era el heredero legítimo del trono de las Españas. Quedan las otras cinco posibilidades abiertas, a cuál más polémica. Las tres primeras, que incluyen el procesamiento de Carlos, pudieran haber sucedido pero no hay ninguna prueba que las respalde. Todos los procesos abiertos, y más si se cierran con sentencia, dejan un rastro documental abundante. Aunque se hubiese llevado en el máximo de los secretos, tales documentos habrían visto la luz en algún momento. Pero ni los detractores ni los más entusiastas partidarios de Felipe y sus respectivas leyendas han encontrado prueba alguna que demuestre tales hechos. Las dos restantes, destrucción de los documentos del procesamiento de Carlos o inexistencia de tal proceso, parecen las más verosímiles y cualquiera pudiera haberse dado. Hasta la fecha, no se han encontrado pruebas documentales de ningún proceso; las dos

- 15 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

únicas posibilidades que restan, como se ha señalado, son que, o se celebró tal proceso destruyéndose finalmente todos los documentos relacionados con él, o ni siquiera se instruyó dicho proceso.

La primera de las posibilidades, destrucción de la documentación del proceso al Infante, está tomada de Vicente Silió. Este autor cree que sí hubo tal proceso y que, finalmente, los pliegos fueron destruidos. Con los antecedentes de la vida del Infante y los de su prisión y enfermedad, es lógico que corrieran rumores sobre su posible envenenamiento o el secreto ajusticiamiento. Años más tarde Catalina de Médicis expresó abiertamente que Carlos pereció por orden de su padre. Pero tampoco sabemos con certeza si las palabras de la Reina francesa eran literales o se referían al hecho que debido a los actos de don Carlos, Felipe II ordenó su confinamiento, donde desgraciadamente murió Carlos, para alivio de la Casa francesa, todo hay que decirlo.

PUDO SER ASÍ

La situación política de España era más que delicada. No existía ningún equilibrio de fuerzas estable. Los distintos reinos europeos comenzaban su expansión imperialista y las fricciones entre ellos, si bien no eran inevitables, sí eran previsibles. La posición de dominio de España contaba con claros adversarios y sólo con inteligencia y prudencia era posible mantener esa situación. Carlos, resentido, voluble y, hasta cierto punto, enfermo, es muy probable que no hubiera podido soportar la tensión del gobierno de tan vastas y variadas posesiones. Las consecuencias para España y la propia dinastía hubieran podido ser funestas. Ocultar los hechos y las consecuencia legales parece, entonces, más un intento de preservar lo logrado en defensa del reino y la corona. Publicar y dar a conocer el proceso podía dar paso a que se supusiese una debilidad en lo más alto de la pirámide del poder que provocase una desconfianza fatal en las alianzas y pactos con que se sustentaba el frágil equilibrio europeo. Es posible que, debido a la enfermedad del príncipe – física o psíquica o ambas– el proceso se detuviese o anulase. En ese caso se justifica hasta cierto

- 16 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

punto que desaparecieran los legajos; tanto daba archivarlos o destruirlos para el buen fin del proceso. Destruidos, se eliminaba el riesgo del desprestigio de la corona. Igualmente da pábulo a los fabuladores de la Leyenda Negra. Contra la difamación, la mejor arma parece ser exponer la verdad. Pero si ésta se oculta, es ridículo oponer a una leyenda negra otra blanca. Es más, la blanca justifica le existencia de la negra y la hace más verosímil; pocas veces sucede al revés. La segunda versión corresponde a Luis Fernández y Fernández de Retana. Este autor niega que existiera ningún proceso. En ningún archivo, ni en el de Simancas, hay siquiera referencia a ello. En el proceso anterior contra Montigny por conspiración no hubo ninguna implicación del Infante. Aunque no es prueba suficiente de que Carlos no estuviera implicado. Felipe hizo desaparecer, probablemente, en este juicio, toda la documentación con el único fin de no manchar el honor de la Corona. Ni siquiera hubiera beneficiado al procesado, Montigny, el que el nombre de Carlos saliera a relucir. En favor de Felipe hay que decir que esta ocultación estaba justificada por los distintos motivos de los conspiradores y los del Príncipe.

...O TAL VEZ ASÍ

Quizá, Felipe sí intentó abrir un expediente para aclarar hasta qué punto llegaban las implicaciones del Infante en la trama. Pero no se pasó de ahí debido a la locura de Carlos. Un loco, evidentemente, no puede responder de sus actos. Al igual que en el caso de su bisabuela Juana, Carlos alternaba momentos de plena lucidez con otros de profundo desvarío. La situación personal entre padre e hijo no se podía extrapolar en las relaciones de Estado, pues era sabida la inquina de Carlos con todo lo que tuviera relación con su padre. Por tanto, no existiendo documentación alguna del procesamiento de Carlos, ni aun referencias al mismo, lo lógico es suponer que tal hecho no se produjo.

- 17 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

En lo que sí parecen de acuerdo ambos autores es en cómo murió el Príncipe, aun con las reservas necesaLA MUERTE DEL INFANTE rias, pues los documentos son escasos y el caso fue llevado con cierta reserva, no exenta de oscuridad. Lo que sí se sabe con certeza es que, despechado, Carlos quiso matarse de hambre. A principio de marzo de 1568 ya temieron por su vida. Habida cuenta sus taras físicas, el ayunar por un período de tiempo considerablemente largo y el que en las últimas cincuenta horas no probase bocado, la extrema debilidad producida por su negativa a ingerir alimento le condujo a la postración. Al final, después de visitarlo su padre, consintió en comer. A principios del verano de ese mismo año, dado que sus propósitos no se cumplían, decidió suicidarse por exceso de comida. Devoraba todo lo que estaba a su alcance. Si bien al principio aquello fue visto con buenos ojos, más tarde los médicos y sus guardadores comprendieron sus intenciones y cuidaron de forma más estricta su dieta. A mediados de julio el calor era ya sofocante. El príncipe, buscando el fresco en su reclusión, hacía regar el suelo y su lecho con agua, pedía hielo para beber e ingería continuamente agua helada. El diecinueve de julio enfermó, dicen los médicos, de empacho y por beber, de continuo y sin tasa, agua de nieve. Es probable que acabara con diarrea. Carlos se negó a ser atendido. Los efectos de esa diarrea, la deshidratación principalmente, agravaron considerablemente su estado. En su enfermedad tuvo convulsiones y vómitos. Algunos autores no comprenden por qué Felipe, en los últimos días de vida de su hijo, no estuvo a su lado. Fernández de Retana nos da la clave. Tres días antes de la muerte de Carlos, y ante su gravedad, Felipe deseó vivamente verle. Pero el confesor de Carlos se lo desaconsejó para que nada perturbara el bien morir del cristiano. Tan sencillo y dramático como eso. Felipe, con todo su dolor, prefirió el bien espiritual de su hijo por encima de todo, incluso por encima de su amor por él.

- 18 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

En el testamento de Carlos, en su última página, aparece su firma. Firma algo borrosa en la que se lee «Yo, el príncipe». Tal firma no parece que sea la de una persona sana y en plenas condiciones, sino precisamente la de un enfermo por su trazo desigual y tembloroso. Si Felipe hubiera ordenado ajusticiar a su hijo, desde luego no lo habría hecho estando este enfermo, de cuerpo o de espíritu. Su severidad no llegó jamás a tales extremos. Parto, eso sí, del supuesto que el Infante supiera leer y escribir correctamente. Los mal intencionados también pueden suponer lo contrario y, sano y lúcido, empuñó la pluma para estampar su firma. Ante eso anteponemos el hecho de que Felipe II supiera leer y escribir más que correctamente, y hasta redactar con soltura y estilo propios – los documentos y anotaciones redactados de su puño y letra lo atestiguan –, y que inculcara en su hijo ese noble vicio. No hemos de olvidar que por manos de Carlos pasaron numerosos documentos redactados, y él mismo redactó otros muchos, algunos de ellos demasiado comprometedores para confiarlos a un escribano o copista, lo que confirmaría la tesis de la grave enfermedad de Carlos cuando redactó su propio testamento.

Existe todavía, a pesar de los años transcurridos, el supremo conflicto sobre el afecto entre Isabel de Valois y Carlos, que muchos pretenden torcer y malinterpretar. El interés de la Reina por Carlos es lógico: algún día el rey Felipe II fallecería y sería Carlos el nuevo monarca. Isabel debía pensar en ella misma y en sus hijos, pues en ese caso, su estirpe sería colateral a la de Carlos. Además, existía la antigua aspiración de Catalina de Médicis: casar a su otra hija, Margot, con Carlos para consolidar más estrechamente la unión entre ambas casas reales.

ISABEL Y SU AMOR POR CARLOS

Por estas razones, principalmente, Catalina animó a su hija Isabel a congraciarse con él. Carlos demostraba simpatía hacia ella pues era la única en la Corte que le trataba con deferencia y cariño, y no sólo con temor, repulsión o simple cortesía.

- 19 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Los pretendidos amores entre ambos no dejaron de ser mutuo respeto y cariño. Hay pruebas de ello respecto de ambos: Carlos sentía verdadero afecto por Isabel y en no pocas ocasiones se lo demostraba con regalos; Isabel, a su vez, ya fuera por piedad por la persona del Infante y comprendiendo su desgracia, no sentía menos cariño por él. Cuando el Infante fue confinado en sus habitaciones, Isabel pasó la mayor parte del tiempo llorando e implorando a su padre porque le dejara libre. Tal vez ella hubiera descubierto algo en la personalidad del Infante que la indujera a pensar que Carlos no era ningún conspirador sino sólo un hombre enfermo. El final se acerca. Desde el nacimiento de Catalina –hija de Isabel y Felipe–, en octubre de 1567, la Reina no se ha recuperado del todo. Los cuidados que le dedica Felipe a su mujer hace que abandonen la Corte para trasladarse a Aranjuez. En mayo del siguiente año, apenas siete meses después del nacimiento de la amada Catalina, Isabel comunica a su marido que quizá esté próxima la llegada del ansiado varón. Pero la alegría no es duradera. La salud de la Reina se resiente día a día y los médicos determinan que no existe tal embarazo. Como era costumbre, someten a Isabel a una continua tortura a base de sangrías, ayunos y purgas. Con toda su ciencia y saber, poco a poco los médicos de la Corte la van echando en brazos de la muerte. El 3 de octubre de 1568 los médicos tienen por fin confirmación de su ciencia: Isabel aborta una niña de cinco meses, que vive lo suficiente para que su madre vea que es bautizada. Es el fin. Completamente lúcida, a pesar de su debilidad mortal, habla con su marido, que apenas puede reprimir el llanto. Con total placidez y una tenue sonrisa en sus labios, así lo cuenta González Doria y González Cremona, muere Isabel de Valois, reina de España, a los veintidós años. Esta desgracia de Felipe, esta nefasta coincidencia, ver morir a su hijo y, a los pocos meses, hacerlo su mujer en sus brazos, fue tomado por muchos enemigos de Felipe como base de la estúpida Leyenda Negra, sólo apta para mentecatos, leyenda que afirma que, después de ajusticiar a su hijo Carlos, Felipe se deshizo de su mujer con la única intención de limpiar su honor y poder reprimir mejor a los flamencos. Y luego se hizo churrero.

- 20 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

COMPOSICIONES LITERARIAS La –falsa– historia de amor entre don Carlos e Isabel de Valois fue contada por primera vez por el Abate Saint-Real en una de las primeras novelas históricas europeas, concretamente en 1673. Saint-Real hizo que don Carlos se enamorara primero de un retrato de la princesa y, más tarde, de su persona. Este autor puso a Isabel de Valois en pugna entre ese idealizado amor y su deber conyugal, y desarrolló un complot del príncipe de Éboli, instigado por su maquinadora esposa Ana de Mendoza. Ésta, a su vez, caía en apasionados amores por el Infante de las Españas. Como sabemos, nada de esto sucedió. Además, Saint-Real introduce asimismo al ficticio marqués de Posa como amigo de don Carlos. Pero lo utiliza solamente como intermediario entre los enamorados –Isabel y Carlos– y lo hace morir por el Rey, sospechoso de que fuera el propio marqués de Posa el enamorado de la Reina. La catástrofe dramática final sobreviene al descubrir Felipe II una carta de amor de Isabel en poder de Carlos. Ante la traición, pero considerando la posición de su hijo como heredero del trono, Felipe le concede la facultad de elegir la forma en que se va a quitar de en medio y así lavar el deshonor que se ha derramado sobre sus regias cabezas. El Infante, en plan romántico fetén, se abre las venas en una tina de baño y muere –obviamente– desangrado y apretando contra su pecho enamorado un retrato de Isabel, a la que también le espera un trágico final. Felipe considera que el honor no queda satisfecho con el lavado de Carlos; también Isabel debe purificar la Honra Real. Así entonces, Isabel muere asesinada nada menos que a manos de la duquesa de Alba, a la que suponemos su dama de compañía. Recordemos que su marido, el duque de Alba, fue el odiado gobernador de Flandes. Para Saint-Real, su mujer no podía tener menos escrúpulos, ni menos oficio.

- 21 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

La novela de Saint-Real fue dramatizada en 1675 por Tomás Otway, quien produjo algo muy parecido a un libreto operístico. El drama de Otway trajo continuadores. El mejor, a gusto de algunos críticos, fue el italiano Alfieri con su Filippo. En esta obra, Posa es llamado Pérez para mayor gloria de la confusión. La princesa de Éboli, en cambio, no aparece. Sospechamos que se debe al deseo del autor de aligerar un poco la abigarrada trama. Hay referencias a la simpatía que don Carlos experimentaba por Flandes, y destaca también el poder de la Inquisición española. En un rasgo de originalidad y fidelidad histórica, los enamorados mueren suicidándose al final del drama, como romántico final, para poder conservar puro su mutuo amor y devoción. Realmente conmovedor. Friedrich von Schiller (1759-1805) escribió el drama Don Carlos entre 1783 y 1787. De todos es conocido su temperamento lírico y rebelde típico de aquellos años, perteneciente a una época llena de convulsiones políticas fruto de los incipientes movimientos nacionalistas. Fue contemporáneo de Goethe, que era diez años mayor que él y que le influyó notablemente. En su primera etapa teatral, Schiller compuso Los Bandidos (1782), drama subversivo que fue recibido con jadeos emocionados por el entregado público de Mannheim. Otras dos obras suyas son La Conjuración de Fiesco de Génova, dramón romántico de una complejidad y lejanía histórica tediosa, que tuvo una mediana acogida; la otra es Luise Millerin (retitulada por los actores como Kabale und Liebe), drama burgués modélico. Como cierre a esa primera época teatral surge, como dijimos, Don Carlos, cuya polémica anti inquisitorial y libertaria queda al margen de toda pretensión de verosimilitud histórica. Aunque Schiller tiene buena mano para las apologías de ideas, cuatro mil endecasílabos son demasiado terreno árido para que anime por igual la encendida convicción progresista del marqués de Posa y el carácter heroico del oprimido pueblo flamenco. Felipe es presentado como un anciano celoso y desconfiado que reparte sus preocupaciones entre las de este mundo y las del más allá, ajeno –relativamente– a la realidad que se desarrolla a su alrededor. El argumento del Don Carlos de Schiller es, más o menos, como sigue.

- 22 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

El príncipe don Carlos, hijo de Felipe II, mantiene en secreto que había estado prometido con Isabel de Valois, la cual se ha casado con su padre, con su padre de él, naturalmente. El marqués de Posa incita a Carlos a ser el gobernador de Flandes, en lugar del duque de Alba, para liberar al oprimido pueblo flamenco. La Reina también le aconseja lo mismo (aunque con distinta intención) para que, en la distancia, su amor se diluya. Pero Felipe, obtusa y obstinadamente, se niega a ese nombramiento. La princesa de Éboli, que se muere por los huesos del Infante, hace llegar hasta él un billete amoroso. Carlos, en la ardorosa misiva, cree reconocer a la Reina y no a la Princesa. Al enterarse ésta a quien pertenece el corazón del Infante, despechada, se une a los enemigos de Carlos –el duque de Alba y el confesor del Rey– para perderle, evidentemente. Así insinúan a Felipe II que algo hay entre la Reina y el Príncipe, pareciendo, más que conspiradores contra Carlos, un par de cotillas de corrala venida a menos. Felipe II confía sus dudas al marqués de Posa, sin sospechar que es el íntimo de su hijo. Éste, ignorando los comentarios de un atribulado Felipe, confiesa y expone sus ideales de libertad para Flandes sin tapujos. Pero comprendiendo que él, como simple marqués, no será el vehículo que consiga la tan ansiada libertad y, para salvar a don Carlos, llega a hacer recaer sobre él las sospechas de ser el culpable de amar a la Reina. Felipe, consecuentemente, hace matar al marqués de Posa. Sus ideales libertarios son asumidos ahora por Carlos. A Felipe no le queda más remedio, ante la insubordinación, que encarcelar a su hijo. Pero el pueblo que ama tanto a su Infante, sabedor de tamaña injusticia, se subleva en Madrid contra el Rey y a favor de don Carlos (primer alzamiento carlista conocido, según el inmenso Schiller). El duque de Alba reprime la sublevación con energía, como es su obligación. Ignoramos si Schiller considera que el duque de Alba era ya gobernador de Flandes, o si el Duque aprovecha la algarada para curtirse antes de incorporarse a su nuevo destino. Todo está perdido. Don Carlos tiene una conversación de despedida con Isabel de Valois, proyectando huir. Pero alguien hace llegar hasta el Rey los planes de la huida, preparados previamente por el marqués de Posa antes de su sacrificio. La obra de Schiller

- 23 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

termina con un Felipe, sediento de venganza, que entrega a Carlos a la Inquisición que le hará morir. El Rey, como monarca y soberano, sentencia: –

He cumplido con mi deber. Ahora cumplid vos el vuestro.

Es a través de todo este contexto dramático, emanado de la obra de Schiller, que Verdi llegó a componer una ópera cuyo héroe no sólo se debate entre el amor por una mujer y el deber hacia su patria –como hiciera más tarde en Aida– sino que ambos amores coinciden en la misma medida. Además, Verdi es más anticlerical que sus predecesores en tanto que refleja la inhumanidad de la Iglesia, representada en el Gran Inquisidor, física y simbólicamente ciego. Verdi no sólo defiende la libertad a través de la trama argumental, sino que convierte a sus personajes en seres humanos profundizando en sus sentimientos y sufrimientos. El auto sacrificio de Rodrigo es enfatizado, los celos de Felipe II son presentados como debilidad humana digna de compasión, debido a su avanzada edad (en realidad, sólo tenía cuarenta y un años; moriría con setenta y uno, treinta años después). Es curioso que en todas las ficciones literarias agreguen a Felipe tantos años que le coloquen al borde de la fosa, teniendo pocos más de treinta cuando se casó con Isabel; y ligeramente momificado, cuando era un consumado bailarín y amigo de fiestas. Tanto Verdi como Schiller incluyen a la princesa de Éboli, y no a su esposo todavía vivo, pero atenuando su acto malévolo de deslealtad y traición, fruto de los enceguecedores celos, ya introducidos por Saint-Real. Así, la princesa de Éboli, dominada por un verdadero amor no correspondido, y desilusionada por las circunstancias, se convierte en un personaje verdiano característico. Su cruel destino se impone a pesar de sus destacados atributos. Al sugerir Verdi que Ana de Mendoza ha sido seducida por Felipe, y no éste por aquella como es la tradición mitificadora, la convierte en un personaje mucho más casto que la desvergonzada intrigante creada por Saint-Real, a la par que reafirma el patético papel de Felipe en toda la trama.

- 24 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Desde otro punto de vista, la ópera Don Carlo parece orientar la trama dramática hacia la fatalidad del fracaso. Los personajes parecen asumir su fracaso pese al empeño de todos ellos en la lucha por sus ideales. Los personajes principales no abandonan la lucha aunque pueda llevarles hasta el último sacrificio, como sucede con el marqués de Posa. Tampoco parece la típica lucha entre el éxito o el fracaso, o entre el Bien y el Mal. No hay en la obra personajes buenos o malos pues todos parecen representar al Bien. Incluso el personaje negativo del Gran Inquisidor no representa al Mal. Analizando los personajes uno a uno, todos parecen haber fracasado. Carlos fracasa en su intento de casarse con Isabel, fracasa como defensor del pueblo flamenco, fracasa en el desafío al poder personificado en su padre. El marqués de Posa fracasa como amigo al traicionar el solemne juramento del segundo acto, fracasa como confidente del Rey, fracasa su intento de cambio político pese a su supremo sacrificio. Felipe fracasa como padre y como marido, y parece fracasar al intentar imponer su voluntad al tropezar con el Gran Inquisidor. La princesa de Éboli fracasa como confidente y no logra inspirar ningún amor en Carlos. Isabel parece condenada al fracaso desde el mismo momento en que aparece perdida en los bosques de Fontainebleau, debiendo enfrentarse sola a todas las situaciones incómodas que la hacen más vulnerable. Pero quizás no sea ese el trasfondo del drama. Parece existir algo más profundo que les impulsa a cambiar su determinación en perjuicio propio y, en ocasiones, provocar el daño en otros. Ese valor superior les empuja en sus comportamientos atendiendo a una superior causa. La lealtad de Isabel a su pueblo y su deseo (la anhelada paz de Francia y España) la empujará a rechazar a Carlos y casarse con Felipe. A su vez , será desleal al Rey al desafiar su orden y permitir encontrarse a solas con Carlos para facilitar la deslealtad de este a la Corona para ponerse del lado del pueblo flamenco. Carlos, abandonado por la decisión de Isabel, encuentra en Rodrigo un alma leal. Juntos juran defender la causa de la libertad por el pueblo flamenco a toda costa. Pero Carlos rompe su lealtad a Isabel al confesar su amor precisamente a la confidente de la Reina, la princesa de Éboli. Ésta, a su vez, traiciona a Isabel por lealtad al Rey (o por despecho a Carlos) aunque se arrepentirá de su traición echándole la culpa a su belleza. - 25 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Rodrigo, que busca la lealtad de Carlos y ofrece la suya bajo juramento, deberá también ser leal al Rey. Y, aunque no se convierte en su confidente, es el único noble que atiende la solicitud de Felipe y desarma a Carlos para vergüenza de todos los Grandes. Aun cuando Carlos no esperaba esa deslealtad pues es el Infante, y ya en prisión, vuelve a recibir la prueba de máxima lealtad de Rodrigo al hacer recaer sobre él las pruebas de la rebelión. Existen, por tanto, para Verdi un orden o prevalencia de lealtades que trascienden las condiciones o situación de los personajes, o de los ideales que representan. Todos los personajes se ven enfrentados en la obra a manifestarse ante el orden superior al que se deben. Incluso Felipe, el Rey, se debe a la causa divina que representa, que no eligió pero que ha de defender por encima de deseos personales o familiares. El Gran Inquisidor representa a esa obra divina. Pero Verdi nos señala que tampoco el Inquisidor es leal a esa causa. La Voz Celestial tiene un papel más sutil que el de mero consuelo para los condenados y quizá subraya el excesivo celo en la obra terrenal del Inquisidor y la lejanía de la verdadera obra divina que debería representar. Las dos escenas entre Felipe y Carlos se desarrollan de forma parecida aunque se resuelven de forma contraria. En ambas, Carlos y Felipe se enfrentan públicamente. En la primera Carlos desafía a su padre espada en mano. Puede parecer que se trata de una disputa familiar, y por eso no intervienen los Nobles, hasta que el Rey exige que el Príncipe sea desarmado. Es decir, pasamos de un aparente problema familiar a un real problema de la Corona. Rodrigo reacciona y, por lealtad a la Corona, desarma al Príncipe aunque parezca ser desleal a su amistad. La otra escena entre ambos, una vez eliminada la amenaza flamenca con el asesinato del marqués de Posa, se convierte nuevamente en un enfrentamiento público entre Felipe y Carlos. El pueblo se alza en armas contra el Rey porque cree que quiere acabar con el Príncipe. El Inquisidor, presente, les obliga a postrarse ante la Corona. Lo que aparentemente parecía un problema político es en realidad un problema familiar. La lealtad de la masa es al Rey, no a Felipe; al Príncipe, no a Carlos.

- 26 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Existe, entonces, una lealtad superior que todos los personajes han de atender, pese a su empeño a ser leales a sus principios, amores, deseos o virtudes. En algunas circunstancias, esta lealtad parece acomodaticia. En otros momentos realmente parece que obedecer a una superior lealtad supondrá la destrucción de su persona. En mi opinión, es un dilema más profundo que el planteado entre elegir el bien o el mal. El dilema moral típico – elegir entre el bien o el mal – no se plantea en ninguna ocasión. El verdadero dilema moral surge cuando no existe un mal definido y la situación se plantea entre varios bienes a elegir y su preeminencia, o entre diversos males y cuál de ellos tendrá menores consecuencias negativas. Desde este punto de vista, los personajes tienen una motivación adicional para comportarse de forma más leal, aunque no lo consigan. Incluso la traición de Éboli podría ignorarse y quedar como venganza, pero prefiere confesar y enfrentarse al correspondiente castigo o penitencia por lealtad a Isabel (después de haberla traicionado con toda su malévola intención). Ya castigada, Éboli achaca a su belleza dicho castigo pues parece haber seducido o haberse dejado seducir por su mediación. Parece, en definitiva, una deslealtad más a la sinceridad pues deja bien claro que ni Carlos ni Rodrigo conocen todo su poder cuando se ve rechazada por el Príncipe. Esta es, en definitiva, la progresión literaria de Don Carlos. La verdad histórica –fundamentalmente alterada– convertida en novela por Saint-Real, a la cual Otway y Alfieri dieron forma dramática y Schiller significación moral y política. Verdi, finalmente, la transformó en música, expresando en ella las aspiraciones humanas de libertad, amor y honor de sus personajes, y vehículo de crítica de los poderes absolutos representados en Felipe, la Corona, el poder imperial, y el Gran Inquisidor, la Iglesia.

- 27 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

COMPOSICIÓN MUSICAL En la época en que se estrenó Don Carlo, Wagner era preferido a Verdi entre un estrecho grupo de intelectuales italianos. Estos opinaban que el arte italiano estaba anquilosado. Verdi se oponía a la concepción wagneriana de la música no porque no le gustara sino porque preveía que de la mezcla de los cánones sinfónicos alemanes y la urdimbre de la ópera italiana naciera un engendro que desnaturalizara sendos estilos musicales: La ópera es la ópera; la sinfonía es la sinfonía, proclamaba. Pero Verdi no podía evitar que él mismo prefiriera las innovaciones musicales al estancamiento. Su concepción del drama musical era básicamente dispar en la realización práctica pero quizá muy similar en la concepción dramática fundamental, comparado con Wagner. Lamentablemente, y en la flor de la discusión de los estilos dramáticos, tales desigualdades eran demasiado sutiles como para apreciar esa débil diferencia. Cualquier ópera nueva que tuviera una orquestación cuidada y unos recitativos con unas mínimas pretensiones dramáticas se la consideraba en el acto de corte wagneriano. Por supuesto, Don Carlo fue inmediatamente tachada de wagneriana. Ambos bandos la despreciaron. Boito, que se contaba entre los renovadores, la aplaudió mordazmente felicitándose de que Verdi claudicara ante el nuevo arte del porvenir. El otro bando creyó sufrir un rudo golpe por el mismo motivo. Y ninguno tenía razón en sus felicitaciones o consternaciones. Sendos estrenos, París en 1867 y La Scala en 1868, fracasaron relativamente. Verdi compuso Don Carlo con un ojo puesto en el gusto francés. Su composición comenzó en la primavera de 1866, por encargo de la Ópera de París. En aquellos momentos París estaba subyugado por Meyerbeer y su estructura dramática de cinco actos, con numerosos intérpretes, escenas de grandioso espectáculo y con un ballet intercalado en la acción. Don Carlo tuvo su ballet, al principio del tercer acto. Específicamente a la mitad del espectáculo porque el público elegante acostumbraba a llegar tarde al teatro. Hoy viene con teléfono.

- 28 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

El libreto se encargó a Joseph Méry (experimentado y mediocre libretista) que cometió la indelicadeza de morirse antes de terminar su tarea. Le sucedió en la redacción Camille du Locle. El resultado, según algunos críticos, es el de un libreto deficiente en algunos aspectos, falto de imaginación y con un final feliz grotesco, que ni siquiera se corresponde con el original de Schiller. En su favor hay que decir que los libretistas supieron simplificar adecuadamente algunas escenas excesivamente prolijas hasta suprimir las realmente innecesarias (personajes inútiles incluidos), narrando los hechos con sencillez y sin excesivos circunloquios. No todo estaba perdido. El fracaso en el Teatro de la Ópera de París cuentan que fue inducido por la emperatriz Eugenia. Al estreno acudió toda la corte napoleónica. El público acogió con entusiasmo las primeras escenas. Pero la emperatriz, entusiasta partidaria del poder temporal de la Iglesia y enemiga acérrima de las causas liberales, volvió la espalda al espectáculo. Las insinuaciones a la libertad plena y la crítica al fanatismo religioso debieron ser los detonantes. El público italiano de La Scala tendrá que esperar hasta 1884, año en que se reestrena Don Carlo en su nueva versión, para disfrutar de la maestría de Verdi. Para este reestreno el autor ha suprimido numerosas escenas, supresión impuesta por la duración del espectáculo. Quedó mutilada a cuatro actos y la preparó Verdi para Viena. Encargó la traducción del libreto comprimido a Ghislanzoni, completando la mutilación. Las supresiones más significativas corresponden al principio de la ópera, en la que Verdi comienza Don Carlo con el lamento de los leñadores, cuya melodía graba inmediatamente en el oído aquella fúnebre pesadumbre que, serpenteando sutil y dolorosa por toda la ópera, se agiganta inolvidable en el solitario monólogo del rey Felipe. Elvio Giudici, autor de estas descriptivas y sencillas palabras, añade que otro fragmento, igualmente suprimido, es la gigantesca elegía sobre la muerte del marqués de Posa, que constituye una de las más altas meditaciones sobre la muerte y sobre la grandeza humana concebidas jamás por Verdi. Tanto es así, que el compositor volvería a emplear su música en la Misa de Réquiem, cuando parece que hace entonar a la humanidad entera, en el Lacri-

- 29 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

mosa, el propio lamento fúnebre. Pero en 1887 Verdi no queda satisfecho y la recompone estrenando en Módena una nueva versión en italiano de cinco actos sin el ballet de la primitiva composición. Verdi escribió lo que podríamos llamar su última ópera romántica, tanto formal como argumentalmente. En Don Carlo la narración musical es más compacta y continua que en sus óperas anteriores. En las acciones largas la acción avanza sin interrupciones, sin recurrir apenas al molesto recitativo, manteniendo en todo momento el interés musical de la partitura. Pero ello no impide que puedan distinguirse todavía muy claramente, dentro de este tejido musical continuo, las piezas sueltas concebidas, en muchos casos todavía, al modo tradicional. El libreto utiliza todos los recursos escénicos típicos del teatro romántico: claustros lóbregos, apariciones, escenas nocturnas, intervenciones sobrenaturales… La mayoría de los personajes actúa de un modo primario, impulsados únicamente por móviles absolutos: el amor o la política. No cabe la compaginación: ambos son excluyentes. La súbita pasión de Carlos por Isabel, basada en una fugaz visión y una breve entrevista, o las complicadas estratagemas de Rodrigo con el único e improbable objetivo de liberar a Flandes de la opresión. Por esta razón, Felipe II es el personaje más interesante y moderno de esta ópera, el único que vacila entre sentimientos contradictorios: el amor y la política, el amor filial y la religión. En Don Carlo se ha afianzado en el compositor la propensión a caracterizar detalladamente la psicología de los personajes mediante su lenguaje musical, tendencia que había alcanzado su madurez en Rigoletto. Aún quedan muchos elementos tradicionales en Don Carlo: la presencia destacada de las arias, las repeticiones del texto y un argumento que utiliza los recursos típicamente románticos. Nada hay en Don Carlo que justifique las acusaciones de wagnerismo que se mezclaron con los moderados elogios recibidos a raíz de su estreno en París. Muchas de las concordancias que los contemporáneos de Verdi encontraron entre esta obra y las del entonces fuertemente combatido Wagner, se debían a aspectos más propios de la evolución

- 30 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

general de la música en estos años que a la verdadera adopción de las ideas del autor alemán. En su calidad de grand’opéra escrita para París, Don Carlo es una ópera de extensas dimensiones que cuenta con cinco personajes importantes. Seis, si incluimos al Gran Inquisidor, papel de dimensiones intermedias. Estos personajes están ya claramente definidos desde un principio por el tipo de voz que les otorgó Verdi: tenor, barítono y bajo, respectivamente, para Carlos, Rodrigo y Felipe; soprano y mezzo-soprano, para Isabel de Valois y la princesa de Éboli. En cuanto al Gran Inquisidor, Verdi le atribuyó también tesitura de bajo, de acuerdo con la tradición que supone la posesión de voces profundas por parte de los personajes tiránicos o siniestros. Verdi da un carácter todavía más profundo y siniestro que Schiller con ese matiz vocal del Gran Inquisidor. La voz de Felipe II aún se elevará, en algunos momentos, hacia zonas de mayor lirismo, pues no en balde es únicamente el Gran Inquisidor el personaje totalmente negativo. El papel de Carlos fue escrito para tenor lírico o lírico-spinto, con capacidad para sostener las notas con regularidad en la zona alta del registro. Sus intervenciones son frecuentes y únicamente descansa en la primera parte del cuarto acto, en que no aparece. Sin embargo, la mayor parte de esas intervenciones son a dúo: con Isabel, con Rodrigo y con la princesa de Éboli. Sólo tiene un aria propia, Io la vidi, en el primer acto. El resto son intervenciones de grupo. En consecuencia, su papel parece menos importante de lo que en realidad es. Isabel tiene un papel de soprano spinto, o lírico-spinto, de tesitura generalmente elevada y con momentos en los que necesita sobreponerse a la orquesta y a las demás voces para hacerse oír. Debe llegar cómodamente a los agudos y ser capaz de sostener largamente las notas para algunas escenas. Aunque en otras pueda ser necesario que alcance la tesitura de una soprano dramática, lo cual confiere al papel una dificultad adicional. Rodrigo, marqués de Posa, corresponde a un barítono dramático pero con suficiente agilidad para hacer frente a las exigencias de su papel, las cuales incluyen notas altas. Es un papel bastante agradecido, por la belleza de su dúo con Carlos, en el segundo acto, y por sus acentos notables.

- 31 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

La princesa de Éboli es uno de esos extraordinarios papeles que Verdi reservó de vez en cuando para la voz de mezzo-soprano y que sólo encuentra traducción adecuada en una intérprete de esa cuerda, que reúne a la vez la agilidad del canto de coloratura, para la Canción del Velo, por ejemplo, y una potencia considerable para su gran escena. Su papel requiere un registro que incluso supere a la soprano en la región alta, aunque en algunos casos se modifique esta nota extrema para evitar percances. Felipe II es un bajo cuya voz debe poseer la necesaria flexibilidad para sus brillantes intervenciones, particularmente para su aria del cuarto acto. Debe ser capaz de alcanzar la nota más baja del registro vocal y tener, a la vez, autoridad y nobleza en su expresión. Para el Gran Inquisidor se requiere una voz de bajo profunda, capaz de expresarse con intensidad dramática y autoridad. Los papeles restantes son de poca entidad, salvo el fraile misterioso del segundo acto, que tiene una expresiva escena con el coro y luego con don Carlos. El papel está escrito para voz de bajo y, como sus características de misterio y tono amenazador se compaginan bien con las que debe tener la voz del Gran Inquisidor, algunas veces el mismo cantante desempeña ambos cometidos. Para ello, en la última escena (en la que el fraile misterioso apenas canta) deberá ser sustituido por una persona que haga sus veces. Para empresarios ahorrativos. También hay que destacar la breve intervención de la voz celestial, en el tercer acto: a pesar de su corta duración, requiere una tesitura elevada de soprano con un límite agudo. El paje Tebaldo desempeña uno de esos papeles de travesti a los que Verdi tenía una cierta propensión; pero en esta ópera se limitó a darle intervenciones sin brillo, muy al contrario de lo que hizo con Óscar, de Un Ballo in Maschera. El conde de Lerma queda reducido, en la ópera, a un mero anunciador, especialmente cuando se suprime el primer acto en el que sus frases, sin embargo, son sólo recitativo acompañado. El Heraldo Real es aun más episódico y la condesa de Aremberg, dama de Isabel, un personaje que no habla ni canta.

- 32 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

La parte del coro tiene una importancia considerable, pues interviene en todos los actos, aunque en el último tiene sólo una frase y su participación en el cuarto suele ser suprimida en muchas representaciones. Ya en el primer acto, Verdi le confía una parte a capella. En cambio, el compositor renunció a escribir un verdadero coro de cazadores, dejándolo reducido a las cortas frases iniciales de la ópera. Tal vez Verdi lo evitó para no sobrecargar la obra, que ya se preveía larga y compleja. En el segundo acto el coro de monjes es de un efecto considerable, y en el tercero la escena del Auto de Fe da pie a numerosas intervenciones del coro, dividido en grupos, dando la sensación de luz y sombra, tan impresionante para el efecto de presentar a una Iglesia poderosa y cruel. La orquesta tiene pocas intervenciones en solitario, pues, de acuerdo con la tendencia de la época, Don Carlo carece de obertura. Unas pocas notas sirven de preludio a las primeras frases del coro, y en el resto de la partitura la orquesta se limita a presentar algunas escenas mediante preludios que suelen contener el tema del aria o la pieza siguiente. Así, por ejemplo, el aria de Felipe II va precedida de una intervención orquestal en la que el primer violoncelo interpreta el tema de las frases que dirá el Rey: Ella giammai m’amò… Amor per me non ha! Otras intervenciones por parte de la orquesta en solitario son las llamadas ritornelli como el que termina la primera parte del segundo acto, amén de las marchas y, naturalmente, el ballet que figura en el tercer acto que casi siempre se suprime. El ballet consta de cinco partes tituladas Introducción, Andante y Vals, Variaciones, Pantomima y Galop Final. La orquestación revela la gran madurez de Verdi, capaz ahora de usar una amplia gama de recursos que van desde lo idílico a lo terrorífico sin caer en la rutina. A este respecto resulta magistral el acompañamiento orquestal para subrayar el carácter siniestro del Gran Inquisidor, en el cuarto acto. En algunos momentos de la ópera, Verdi parece asociar, de alguna manera, determinados instrumentos a situaciones escénicas concretas. Así, por ejemplo, el clarinete presidirá casi todas las expansiones amorosas de Carlos e Isabel, especialmente en el primer acto. El oboe y el corno inglés serán, en cambio, testimonios de escenas dolorosas, y las trompas acompañarán los momentos fúnebres de los cánticos de los monjes en los actos segundo y tercero. En sí, estas asociaciones no

- 33 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

son innovaciones verdianas, pero Verdi los utiliza de forma muy personal y sugestiva, del mismo modo que su tratamiento de las voces se distingue por su originalidad y brillantez. El lenguaje musical de Verdi no se aparta esencialmente de la etapa media de su carrera, abierta con Rigoletto y cerrada con Don Carlo. Muestra una sensible orientación hacia la partitura compacta, sin interrupciones, y prefigura los importantes cambios que en la propia labor de Verdi se producirán a partir de Aida. El material musical de esta ópera es totalmente original. Verdi no usó para Don Carlo prácticamente ningún elemento de obras precedentes. Bien al contrario, usó la elegía suprimida del cuarto acto en la Lacrimosa de su Misa de Réquiem, como ya se ha mencionado. Contamos, entonces, con tres versiones fundamentales de Don Carlo. La inicial francesa, de cinco actos con ballet incluido, la ópera original que se estrenó en París en 1867; la versión italiana en cuatro actos, mutilada y sin ballet, preparada para Viena y estrenada en la Scala en 1884; y por último, la edición italiana de la ópera en cinco actos, sin ballet, estrenada en Módena en 1887. Massimo Mila, añade que existe una cuarta, ejecutada en el teatro de San Carlo de Nápoles, que se distingue de las demás en los retoques en el dueto final entre Isabel y Carlos, y el correspondiente a Felipe y Rodrigo, amén de haber suprimido el Allegro Marziale, recuperado más tarde para la versión en cuatro actos. ¿Cuál es la versión que Verdi preferirá? El 3 de diciembre de 1882 escribe a su amigo Giuseppe Piroli comentándole que reduce la ópera original a cuatro actos para que los empresarios no la amputen a su gusto, dado que los espectadores quieren estar en su casa antes de que den las diez de la noche, hora en que los porteros cierran la puerta principal de la casa: «he preferido afilar y usar el cuchillo yo mismo», comenta el propio Verdi en la carta. Pero en marzo de 1883 manifiesta a su amigo Arrivabene que el Don Carlo reducido de cuatro actos le «satisface notablemente, y será más cómodo y creo incluso que mejor artísticamente hablando. Más concisión y nervio». Arrivabene, no muy convencido por las palabras de su amigo, le insiste en que le confirme su satisfacción a lo que Verdi le contesta tajante «¡hablemos de otra cosa!» De hecho, apenas transcurren tres años, Módena le ruega que recu- 34 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

pere el primer acto. Verdi accede encantado, para el teatro de Módena y para cualquier otro que lo quiera. Aunque parezca más un trabajo de tijeras y cola, como comenta David Rosen, por ejemplo, Verdi no hubiera consentido jamás que hubiera circulado esta tercera versión si la considerase peor que la anterior de cuatro actos. Muchos años después, un grupo de investigadores rebuscaron en los archivos de la Ópera de París los documentos relativos al estreno de Don Carlo de marzo de 1867. Del material encontrado se deduce que se decidió acortar algunas escenas y pasajes. La duración de tales supresiones se estima entre quince y veinte minutos. Tales fragmentos vieron la luz, por primera vez, en la temporada de 1973-1974, en que La Fenice inauguró con esta partitura su temporada. Tales supresiones, o mutilaciones, no se debieron tanto a rectificaciones musicales sino a recortes en la extensión de la ópera. Un artículo en la Gazzetta Musicale de Milano comenta que el ensayo del 24 de febrero de 1867 comenzó a las siete de la tarde y, si bien los entreactos fueron más largos de lo normal, el espectáculo acabó hacia la medianoche. El articulista añade que el compositor se halla angustiado por tan triste necesidad porque todo está calculado por la disposición de los efectos y por las exigencias del drama lírico. Otra versión alemana de esta controvertida ópera, suprime los ocho compases del fantasma de Carlos I en su aparición final del último acto, así como el resto de los comentarios del resto de los personajes, haciendo que Carlos se apuñale sobre la tumba de su abuelo. El drama, en esta sangrienta interpretación, termina con las palabras del Gran Inquisidor Ora Dio stesso ha giudicato!, versión más shilleriana, donde todos los personajes acaban sometidos a la victoria del altar sobre el trono, con una particular visión sobre la justicia divina. Delirante.

- 35 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ARGUMENTO DEL DRAMA

PRIMER ACTO

Los bosques de Fontainebleau

En Fontainebleau se firma la paz entre España y Francia. Los invitados se divierten en el bosque cercano cazando. Carlos ve pasar a Isabel y se esconde entre los árboles. Carlos ha abandonado la Corte española desafiando al Rey. Viajó hasta allí confundido con el cortejo del Embajador Real por amor a Isabel. El paje de Isabel, Tebaldo, no encuentra el camino de regreso a palacio y parte a buscar ayuda. Isabel y Carlos quedan solos y éste le revela que es un español, del cortejo que acompaña al señor de Lerma, dejando incógnita para Isabel su personalidad real. En el tratado de paz, y para hacerla duradera, Isabel ha sido prometida al infante don Carlos. Isabel confiesa a aquel español sus temores: abandonar su patria y marchar a un país extranjero. Sólo le pide a Dios que su prometido la ame. Él jura que así es y como prueba de ello le regala el retrato de su Príncipe. Isabel reconoce, por fin, a Carlos en él. Ambos se declaran amor mientras la noche cae. Los cañones suenan. Ya es un hecho que la paz se ha firmado y confían en que el compromiso entre ambos se hará firme. Tebaldo reaparece. No sabe aún que aquel que acompaña a Isabel es el Infante de España. Arrodillándose ante Isabel, la saluda como reina de España. Para sellar la paz entre ambos reinos, Enrique –rey de Francia y padre de Isabel– la ha entregado definitivamente a Felipe, padre de Carlos. Para Isabel y Carlos ese anuncio supone el fin de su amor: el honor y la dignidad de sus personas compiten con el supremo sentimiento. De repente, el bosque se llena de personal. El señor de Lerma, enviado del rey de España, desea el consentimiento de Isabel para sellar formalmente el compromiso entre ambas dinastías. No sabemos por qué el diplomático impertinente no espera a que la futura reina de España llegue a sus aposentos. Isabel vacila y lo que era mero formulismo se - 36 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

convierte en la clave del drama: el dilema entre el deber a la patria y el amor. El impaciente consigue arrancar de Isabel el dichoso consentimiento. Imaginamos que al señor de Lerma le basta con su palabra y los testigos, porque no se ve que le firme ningún recibo. Carlos se queda solo en medio del bosque. No acaba de asimilar su mala suerte y se lamenta, a grandes voces, de perder a su amada tan pronto, prácticamente sin conocella ni catalla.

SEGUNDO ACTO PRIMERA PARTE

El Convento de San Giusto

La acción se traslada al Convento, erróneamente llamado de San Giusto, de Yuste, donde reposan los restos de Carlos I. Por el claustro, un coro de frailes recita una salmodia. Un fraile reza por la ambición de Carlos I. El Infante aparece deambulando por el claustro y tropieza con el fraile que aún ora, llevándose un susto de órdago. Viendo a Carlos turbado, el fraile misterioso se acerca a él e intenta reconfortarlo: todo lo que en la Tierra nos atormenta, en el Cielo desaparecerá, le comenta al mozo. No consigue sosegarle. Encima, Carlos cree ver, entre las vestiduras del fraile, la figura de su abuelo con el consiguiente sobresalto. Rodrigo, señor de Posa, aparece de pronto. Trae un mensaje del pueblo flamenco para el Príncipe. Los flamencos le ruegan a Carlos que interceda por ellos. Pero Rodrigo, perspicaz, advierte que algo pesa en el corazón de su amigo Carlos. Éste se sincera: está enamorado de Isabel. Rodrigo comprende la gravedad del sentimiento. Intenta quitárselo de la cabeza proponiéndole que se ocupe de un dolor mayor: el pueblo flamenco sufre y necesita un valedor. Carlos disimula y le hace creer que se ha olvidado de Isabel. Ambos, después de comprometerse en favor de la causa, entonan un juramento de fidelidad. Una fidelidad que estará por encima de cualquier pasión. Nada importa salvo la amistad. La libertad se convierte en la consigna de ambos. Felipe aparece acompañado de Isabel y del resto del cortejo real. El rey mira receloso a su hijo, mientras se dirige a orar ante

- 37 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

la tumba de su padre, el Emperador. Rodrigo, una vez desaparecido el rey, insiste en que Carlos debe ocuparse de los flamencos. Carlos le secunda, imaginamos que con un ojo puesto en Isabel, que acompaña a su marido.

SEGUNDA PARTE

Jardines de San Giusto

En las afueras del convento, la princesa de Éboli y otras damas y pajes de la Reina disfrutan de aquellos parajes. Éboli entona la Canción del Velo, que narra el amor que un Rey moro tiene por una dama velada, preferida a la Reina. Pero, al levantar el velo, el rijoso moro descubre que la dama velada no es otra que la propia Reina, su mujer. Isabel sale del convento. Pasea apesadumbrada. Éboli se interroga sobre cuál será el pesar de la Reina. Tebaldo anuncia al marqués de Posa. Trae una carta para la Reina de su madre, Catalina de Médicis. Con la carta desliza disimuladamente un billete. Éboli pregunta a Rodrigo qué nuevas hay en Francia. Rodrigo, llevándose a la cotilla princesa del brazo, responde que se habla de un gran torneo en el que incluso intervendrá el rey Enrique. La CNN se recibía fatal. La Reina duda entre leer el billete o no. Sabe que al conocer el contenido (proviene de Carlos) traicionará el honor de Felipe. Al fin, decide leerlo: Carlos le ruega que confíe en el portador del mensaje. Isabel concede un favor a Rodrigo. Éste responde que no lo quiere para él y le ruega que vea a Carlos; sólo así podrá poner fin a su tormento. Éboli que escucha aquellas palabras, cree que se refieren a ella, pues está enamorada del Infante. Además, desearía ser la confidente de Isabel ya que algo sospecha. Isabel acepta ver de nuevo a Carlos. Rodrigo toma de la mano a la princesa de Éboli y se alejan para dejarlos solos. Isabel despide a sus damas. Carlos, que esperaba en un aparte, pretende que, con la intermediación de la Reina, el monarca le deje ir a Flandes. Ella hará todo lo posible para que sea lo más pronto posible, al día siguiente si pudiera ser. Sin poderlo evitar ambos se lamentan de aquel amor

- 38 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

que murió el mismo día que nació en Fontainebleau. Pero sus respectivos deberes les impiden algo más que aquellas frías entrevistas. La escena se rompe cuando aparece Felipe. Viendo que Isabel y Carlos han estado hablando a solas, pregunta por qué sus damas han dejado a la Reina sin compañía. La condesa de Aremberg, su dama de honor e irresponsable carabina, se adelanta hasta el Rey. Algo molesto, Felipe la destierra por faltar a su deber. Isabel, ante la injusticia de ver cómo su dama paga por todas y por su mala cabeza, la despide de España pero no de su corazón. Isabel, rumbosa, le entrega un anillo en recuerdo. Todos abandonan el lugar con los semblantes tristes. Pero Felipe llama a Rodrigo a su lado, y le ruega que se quede un instante con él. Le pregunta, curioso, por qué aún no ha solicitado audiencia con él siendo, como es, un fiel servidor de la Corona. Rodrigo contesta, impertinente, que nada necesita del Rey. Felipe responde que admira su altivez y que, por esta vez, le perdona su audacia. Insiste en qué puede hacer por tan leal súbdito. Rodrigo no pide por él: se sincera pidiendo por Flandes, e intenta interceder por Carlos. Cree que el destino les ha unido para que la dicha sea mutua para flamencos y el Infante. Felipe le interrumpe diciendo que el orgullo de un pueblo insolente ha de ser sofocado con las armas. La fidelidad al Rey está por encima de cualquier sentimiento; la paz llegará cuando se sometan. El marqués de Posa le replica que esa paz será la paz de los sepulcros; sólo la libertad puede redimir, y así la paz y la obediencia llegarán por sí solos. Felipe comprende a Rodrigo y se lamenta que nadie le comprenda a él. Felipe no tendrá en cuenta sus graves palabras pues provienen de un súbdito leal… pero le avisa que se cuide del Gran Inquisidor, avisándole implícitamente que éste se ha puesto sobre su pista. Felipe le propone que se quede a su lado. Rodrigo prefiere mantenerse al margen. El rey le reprocha su orgullo. Él está solo en el trono. Confiesa ser un padre desgraciado y un esposo entristecido. Su corona le pesa demasiado; una sospecha vive en su corazón: tal vez Isabel y Carlos… Rodrigo le interrumpe defendiendo el honor de la Reina y su inocencia. Felipe le ruega que aleje sus sospechas haciéndole saber de la Reina. El marqués de Posa acepta el encargo, pasando por alto que desde ese momento será confidente del - 39 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Rey y, por tanto, traidor a la amistad con el Infante. Pero cualquiera le dice que no al rey de España. Rodrigo, asombrado por la confianza que el Rey le demuestra, cae rodilla a tierra. Felipe se aleja advirtiéndole de nuevo del Inquisidor.

TERCER ACTO PRIMERA PARTE

Jardines de la Reina

La escena se desarrolla en los jardines de la Reina en Madrid, por la noche. Carlos lee un mensaje que cree de la Reina, siendo de la princesa de Éboli. Obviamente, Carlos desconoce ese detalle. La cita es en un lugar apartado. Encuentra una figura embozada y le declara su amor creyéndola la Reina. Éboli cree conseguir que Carlos se la declare. Cuando la princesa se descubre, Carlos cae en el error de su fatal confusión. Pero en vez de arreglarlo, menciona a la Reina, diciéndole a la princesa que de lo dicho, nada. La princesa de Éboli descubre, por fin, a quién ama Carlos; el enojo de la dama es mayúsculo. Despechada, amenaza a Carlos con las penas del infierno. Rodrigo, que casualmente pasaba por allí, aparece al poco en escena. Intenta, en vano, hacerle creer a Éboli que Carlos delira. Es más, desmiente a Carlos para no comprometerlo. Le tacha de loco y delirante. Pero Éboli sabe que Carlos se traicionó; su corazón despechado sabrá cobrarse. Sabe que Rodrigo es ahora el favorito del Rey, cosa que Carlos ignoraba de su amigo, pero ninguno sospecha cuál es ahora el poder de la princesa, insinuando que está sospechosamente cerca del Rey. Rodrigo, sin poder soportar aquellas amenazas, quiere zanjar el asunto y echa mano a la espada. Carlos le retiene el brazo. Al fin quedan solos Rodrigo y Carlos. El primero conmina al Infante a que le entregue, si los tiene, los documentos comprometedores. Carlos desconfía ahora que sabe que el marqués de Posa es el favorito del Rey. Rodrigo, dolido, le recuerda su juramento de amistad y lealtad. Carlos, convencido, accede y confía en la palabra de Rodrigo. La escena termina siendo ambos tan amigos como antes. - 40 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

SEGUNDA PARTE

Nuestra Señora de Atocha

Estamos en la gran plaza delante de la Catedral de Nuestra Señora de Atocha. Detrás de ella se adivina que hay otra plaza en la que se va a celebrar un Auto de Fe porque se ven las cúspides de los mástiles de las piras purificadoras. La plaza de la iglesia está abarrotada. El Cortejo Real sale de palacio, que está frente a la catedral. Toda la Corte espera que salga de ella Felipe II. Éste aparece coronado, adelantándose bajo palio en medio de los frailes. Los Señores y Grandes de España se arrodillan; el pueblo se postra. Felipe baja las gradas del templo y toma de la mano a Isabel para ir a la plazuela, que se ve al fondo, donde se va a celebrar el Auto de Fe. El pueblo está contento, es un día de fiesta. Los frailes del cortejo también están muy animados: pronto arderán los herejes y confían en que los reos se arrepientan antes de abandonar este valle de lágrimas. En España no sabíamos entretenernos si no rustíamos a alguien; luego nos dio por los toros. De improviso, aparecen unos enviados flamencos, que se postran a los pies de Felipe II. Rodrigo, temeroso, ve a Carlos expectante ante la petición de los enviados. Estos últimos imploran al Rey la paz para Flandes. Felipe les responde que han sido infieles a Dios y a su Rey. La solución, por tanto, está en manos de los rebeldes. Llama a la guardia para que se los lleve de allí. Carlos, viendo que los enviados flamencos son despedidos con cajas destempladas, interviene ante el Rey pidiendo Flandes y Brabante para él. Felipe le responde que no tiene intención de armar la mano que se volverá contra él. Carlos, perdido en la traición, desnuda su espada y jura que será el salvador de Flandes. El Rey llama a la guardia, a sus señores, para desarmarlo. Carlos les desafía y el Rey queda solo ante su hijo. Rodrigo se adelanta, ante el pasmo general y para vergüenza del resto de la Corte, y desarma a Carlos. Entrega el arma al Rey ante el estupor de todos. El protocolo debe continuar y se reanuda el cortejo. Una voz celestial, que nadie puede oír, consuela a los reos que van a ser ajusticiados.

- 41 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CUARTO ACTO PRIMERA PARTE

El Alcázar de Madrid

Amanece. A través del ventanal del estudio del Rey en el palacio de Madrid se ve clarear. Felipe está absorto ante una mesa abarrotada de legajos. El alba le ha sorprendido despachando. Felipe revela sus temores, su desesperanza y la terrible sensación de sentirse solo y, lo que es peor, aislado. Isabel no le ama ni le amará; en Carlos ve un traidor; Rodrigo es un caballero leal, pero nada más. El conde de Lerma anuncia la visita del Gran Inquisidor. Éste, nonagenario y ciego, avanza hasta él sostenido por dos frailes dominicos. Felipe quiere consultarle las terribles dudas que atenazan su corazón. Carlos se levantó en armas contra él. Una traición así sólo se puede resolver con el castigo supremo. O quizá… dejarle huir. ¿Podrá Felipe obtener la absolución si condena a su hijo a muerte? El Inquisidor es frío y duro; el bien del Imperio está por encima de cualquier rebelde. Dios sacrificó a su hijo por nosotros, al fin y al cabo, le explica el Inquisidor amable y bonachón. El Inquisidor, asombrado por lo ridículo de la consulta, toma la iniciativa en la conversación para advertir al Rey que la herejía jamás dominó en suelo español. Pero tal vez un íntimo del Rey pueda socavar ese firme suelo: Flandes es parte del Imperio de Su Majestad Católica; si abandonara el seno del Imperio por un idealista libertario, su traición podría llegar a ser más terrible que la rebeldía de Carlos. El Santo Oficio incluso podía pasar por alto esa rebeldía filial y evitar el tormento del Rey si le entrega al traidor que solicita. Por supuesto, se refiere a Rodrigo, ahora duque de Posa gracias al incidente de la plaza de Nuestra Señora de Atocha. La autoridad del Rey, que proviene de Dios, no puede ser alterada por ninguna preferencia personal, aunque lo desee. Felipe comprende que eso significa condenarse al aislamiento definitivo. Si ni siquiera puede confiar en un corazón leal –como el de Rodrigo–, cómo podrá gobernar con justicia. El Inquisidor le recuerda, entre otras cosas, que el Rey no tiene iguales, y que la alta obra, a la que está obligado, no la eligió él, sino que se debe a ella. Felipe se niega a entregar

- 42 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

a Rodrigo a la Santa Inquisición: pero sabe que ha de doblegarse al poder del Inquisidor. Felipe sabe que el altar está por encima del trono. El Gran Inquisidor se retira sabedor de su victoria. Una vez solo, entra Isabel y cae a sus pies. Reclama justicia del Rey. El cofrecillo donde guarda sus joyas y objetos más personales ha desaparecido. Felipe le señala que es él quien lo tiene y le ruega que lo abra ante él. Como Isabel se niega, lo abre él mismo, forzándolo. Encuentra el retrato de Carlos, la prueba de su infidelidad. Ante la afrenta, Isabel, inocente, cae desmayada. Felipe, al ver a Isabel desmayada a sus pies (prueba suficiente, en aquel entonces, de inocencia), comprende que la Reina no le ha sido infiel ni le ha faltado al honor. Éboli siente la comezón del remordimiento por su traición; ella ha sido quien ha entregado el cofre al Rey y le ha ido con el cuento de los amores que se profesan Isabel y Carlos. Rodrigo, que siempre anda donde se cuece algo, intuye que ha llegado su hora: habrá de sacrificarse para que Carlos logre el ansiado feliz porvenir flamenco. El Rey y Rodrigo abandonan la escena. Quedan solas la Reina y la princesa de Éboli. Esta última confiesa su culpa y le explica que fue por celos, porque ama a Carlos. Isabel, sólo por ser quien es, le permite elegir su castigo por traidora: el destierro o el convento. Isabel la deja sola. Éboli se arrepiente de su pecado. Maldice su belleza y le echa la culpa de su desgracia. Además, sabe que a Carlos lo van a ajusticiar al día siguiente. Decide salvarlo antes de que se cumpla el plazo de abandono de la Corte dado por la Reina.

SEGUNDA PARTE

La prisión

Carlos está en prisión. Rodrigo entra en su celda tras alejar a los carceleros. Se presenta ante Carlos según su costumbre: de improviso y asustando al mozo. Confiesa a Carlos que ha volcado sobre él mismo las pruebas de la próxima rebelión en Flandes. Ha procurado alejar de Carlos toda sospecha. Carlos le promete interceder por él ante el Rey, - 43 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

pero Rodrigo se lo impide: debe reservarse para Flandes. Sin que lo vean, dos hombres aparecen al fondo. Uno de ellos se encara un arcabuz y dispara. Rodrigo cae herido y muere en brazos de Carlos. (En este pasaje me asaltan un par de dudas: dado que el calabozo es lóbrega y oscura prisión, ¿cómo distinguen los arcabuceros quién es cuál? ¿y cuáles son sus intenciones asesinas, si escabechar al ahora Duque o despachar al traidor Infante?). Felipe entra en la celda seguido por su séquito. Penetran con él Éboli y el Gran Inquisidor. Felipe devuelve la libertad a Carlos. El trato con el Gran Inquisidor se ha cumplido. Pero Carlos le increpa el crimen. Felipe cae de rodillas ante el cadáver de Rodrigo; ahora está completamente solo. Se oyen campanas tocando a rebato. El pueblo pide la libertad de Carlos. En la confusión, Éboli apremia a Carlos para que huya con ella. Felipe ordena que se abran las puertas. La turba entra en tropel y quedan suspensos ante el Rey. Felipe les pregunta qué desean. Contestan que al Infante. El Rey les señala a Carlos. El Gran Inquisidor toma cartas en el asunto: ordena a los alborotadores que se postren ante el Rey. Éstos caen implorando piedad. La revuelta popular en favor del Infante ha sido sofocada y Carlos pierde todo apoyo. Los nobles, siempre tan valerosos caballeros, acaban dando vivas al Rey con la espada desenvainada.

QUINTO ACTO

El Convento de San Giusto

Volvemos al convento del segundo acto. La luna brilla e ilumina a Isabel arrodillada ante la tumba de Carlos I. Ruega por ella y por Carlos, implora por su felicidad perdida. Nada queda de las ilusiones que se prometieron en Fontainebleau. Las tinieblas se ciernen sobre ellos. Carlos aparece para despedirse de ella. Sus sueños no podrán cumplirse. El amor, la amistad, la lealtad, el honor, les ha sido arrebatados por las intrigas y las conspiraciones. Se despiden para siempre. No sabemos adónde irá, pero a lo mejor Carlos se ha alistado en la Legión, donde nada importa su vida anterior.

- 44 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Felipe interrumpe el diálogo. Le siguen el Gran Inquisidor y miembros del Santo Oficio. El Rey, ciego de indignación, exige un doble sacrificio. El Gran Inquisidor se hace cargo de Carlos; él, Felipe, de la Reina. Carlos, acorralado, retrocede espada en alto hasta el túmulo de Carlos I. La reja se abre y surge el fraile misterioso. Viste el manto y la corona real bajo las pobres vestiduras frailunas. El Inquisidor reconoce en él la voz de Carlos I, Felipe a su padre, y el resto al Emperador. El difunto Emperador se lleva con él a don Carlos al fondo del claustro y lentamente cae el telón.

- 45 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

GRABACIONES ESCOGIDAS María Caniglia, Ebe Stignani, Niccola Rossi-Lemeni, Paolo Silveri, Giulio Neri, Mirto Picchi. Director: Fernando Previtali (1953) De momento, Caniglia es la Reina más majestuosa que pueda escucharse en disco. Ya veremos cuando publiquen (risas) la versión de Callas. La Caniglia aparece con las limitaciones de siempre y, como siempre, no cuesta nada pasarlas por alto. Deja perfectamente claro cuándo ejerce de Reina (Rendetemi la croce), cuándo es una persona (Se ancor si piange in cielo) y cuándo es una Reina cabreada (Giustizia, sire, m’han birlao la charcutería). A pesar de la fecha, sus graves siguen siendo la envidia de muchos bajos, emitidos sin ningún apoyo, firmes, plenos, sin vibrato. Las notas calantes de su aria principal y los pequeños problemas de afinación de las escenas corales se compensan con la línea de canto magistral de uno de los timbres más bonitos de la historia del canto. La Stignani está en uno de sus mejores papeles aunque parece, como siempre, que canta con la boca llena de chinchetas. La vocalización es bastante buena, lo malo es que en italiano también se usan consonantes. Eo aae e ee eeo oea, perdón, aparte de este pequeño problema, exhibe su timbre cálido con especial convicción y parece que esta vez sabe que canta Verdi. Auténticos alardes de elasticidad en la Canción del Velo, y de amplitud en el O don fatala (aquí se hace un lío hasta con las vocales). Una mezzo lírica en un papel que, a veces, requiere un fraseo más contundente y una línea de canto más dramática (sin olvidar que lo que se canta es un texto y hay que decirlo). Otro punto fuerte de la grabación es Neri. Creo que es el Inquisidor más diabólico que pueda darse. Bajo profundo auténtico, de timbre firme y seco, atronador cuando lee la cartilla a Felipe, tenemos la impresión que Rossi-Lemeni terminará cantando con voz sopranil. Neri crea un fraile altivo, orgulloso y con la idea fija de me va a oír a mí este - 46 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

señor. Y, efectivamente, le oye. Es realmente ensordecedor cuando el personaje lo requiere porque, a pesar de esa voz de roca viva, Neri es capaz de moldearla convenientemente dando lugar a infinidad de matices. Junto a él, Rossi-Lemeni, ya de por sí proclive al puchero, se acongoja, tiembla, llora y desea con toda su alma que a ese fraile le peguen dos tiros. Neri le roba la escena. Con otro adversario, Rossi-Lemeni saldría más airoso, pero aquí no es capaz de imprimirle al personaje la majestuosidad que requiere. En el resto de su rol aparece más que digno, especialmente en el Ella giammai m’amò, de las mejores versiones que he oído (lo malo es que el fantasma de Christoff está siempre presente). Silveri hace ostentación de su timbre opaco, aunque la línea de canto pueden envidiarla grandes masas de colegas (aquí el fantasma que no se va es el de don Ettore). Mirto Picchi: sus hijos no tienen la culpa. Y Fernando Previtali dirige la orquesta como siempre dirige la orquesta Fernando Previtali. Resumen: Versión de absoluta referencia por las voces femeninas (sobre todo, por ser testimonio de una escuela desaparecida) y las voces graves masculinas, ambas claramente diferenciadas en cuanto a técnica vocal.

Antonietta Stella, Fiorenza Cossotto, Boris Christoff, Ettore Bastianini, Ivo Vinco, Flaviano Labò. Director: Gabriele Santini (1962) Aunque en principio puede parecer que Stella no es la voz más apropiada para este papel, en este caso sale más que airosa, imprimiéndole una aguda penetración psicológica, además de prestarle su colorido tímbrico y una cuidada técnica. Es una Reina más lánguida y enamoradiza que otras (ver atrás), pero sus cualidades vocales, a pesar de no ser tan espectaculares como los de aquella, se conservan en toda su tesitura, con las tiranteces y los problemas en el legato de costumbre. Cossotto, en esta ocasión, no puede lucirse a sus anchas mostrando su bravura, pues Santini opta por los tempi más bien relajados, con lo cual no otorga el slancio necesario - 47 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

al personaje. Las escenas en que se muestra más cruel son más creíbles, no en vano la personalidad de la cantante se asemeja bastante al personaje en sus facetas más viles. Pero nunca será lo mismo una princesa perversa que una envidiosa colipoterra de altos vuelos. Bastianini es Posa, lo mismo que Christoff es Felipe. Verdi tuvo que pensar en ellos cuando escribió los papeles. Hay varias grabaciones del personaje por parte de Bastianini y elegir sólo una es difícil. Quizás la de Salzsburgo de 1960. Creo que lo que puede resaltarse de su personaje es la naturalidad. Musicalidad, nobleza, belleza de timbre, dicción, legato asombroso, mordentes de impresionante efecto dramático, afinación, caraterización humana y una recreación en absoluto efectista caracterizan a don Ettore en sus realizaciones de Posa. Ante el Rey es respetuoso, firme, le comprende en ocasiones y lo demuestra acentuando algunas frases como el búlgaro, y oscureciendo el timbre como aquél. Con Carlo es compresivo, condescendiente, le proporciona apoyo moral y físico en todo momento. El timbre es sereno, tranquilizador, controlado, tornándose altivo, despectivo, aullando casi a la princesa (la cual no debe costar mucho si quien está delante es la Cossotto). Christoff, la voz de bajo profundo más maleable que ha habido, es la matización convertida en Rey (¡qué bonito, qué bonito!). Desde la más fría, inhumana y despótica autoridad en la escena del despido sin subsidio de desempleo de la condesa de Aremberg, hasta la más profunda humanidad en la soledad absoluta y agobiante (Ella giammai m’amò), pasando por la confusión titubeante, llena de respeto, miedo, impotencia y una amalgama de sentimientos encontrados hacia su hijo en el dúo con el Inquisidor, un Ivo Vinco que por sí sólo no asusta ni a la condesa de Aremberg. La orquesta de la Scala suena a orquesta de foso (lo cual es un halago), y Santini sigue a los cantantes, dejándoles respirar (a veces demasiado) y adaptándose sin tensiones al rubato al que a veces le obliga Christoff sobre todo. Creo que es uno de los días más afortunados de Labò. Presenta un timbre quizás demasiado oscuro en ocasiones. Canta con generoso slancio, aunque éste quede oscurecido por el de Bastianini, con Christoff lo mejor de la grabación.

- 48 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

(Bueno, vale, la Cossotto está muy bien). (O bien).

Montserrat Caballé, Plácido Domingo, Shirley Verret, Ruggero Raimondi, Giovanni Foiani, Sherril Milnes. Director: Carlo Maria Giulini. Ante todo, esta versión es una clase magistral de Giulini acerca de cómo debe dirigirse una ópera apoyando, acompañando, ayudando a los cantantes desde el foso y, a la vez, manteniendo en todo momento una calidad del sonido orquestal propia de concierto sinfónico. La matización interna de los personajes la esculpe el director, sin alardear, de forma que sólo la orquesta sea la protagonista. Imprime densidad a la sonoridad instrumental cuando ésta es requerida, pero una densidad porosa en la que las voces se desenvuelven a sus anchas. En los pasajes orquestales, la planificación y la dinámica son tratados con un rigor prácticamente nunca oídos en una ópera italiana. Lo que en otros es simple rutina, en Giulini es profundo conocimiento de las posibilidades de una orquesta. (Si se desea un monográfico sobre Giulini, escribir a: Carlos Villalba Ruíz de Toledo, calle F*** G***, 3*, de Madrid). Caballé está oronda (en el sentido vocal del término). En plenas facultades, con un legato absolutamente liso, sin cortes, un filato que corta el hipo y un pasaje vaya usted a saber dónde, porque no hay ni una arista. Los legendarios filados son aquí utilizados con gran tino y, como siempre, el aliento le falla al oyente, no a ella. El único problema es que a veces se tiene la impresión de que no se cree lo que está cantando. Es una Reina, desde luego, pero sabe que en casa espera una butifarra y no consigue sumergirse en el personaje. Vocalmente: perfecta. Plácido, que aún no había oído hablar de los mundiales de fútbol ni había cantado tangos, no puede tener mejor voz. No se advierten los síntomas de fatiga que se le notarán - 49 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

después. El timbre esmaltado y el impresionante squillo sirven a una concepción del personaje absolutamente sincera. Es, con Bergonzi, el único Carlo que no desafina en el primer acto (yo llegué a pensar que Verdi escribió frases desafinadas para él como recurso para mostrar su debilidad mental). En los dúos con Isabel se transforma, es el prototipo del amante enardecido, juvenil, irracional, y la pasión le sale por la garganta. Cuando no está cerca de ella se viene abajo y es Rodrigo quién le ayudará para que no se derrumbe, dándole apoyo moral y mostrándole otras posibilidades para llenar su vida. Y a pesar de ser Milnes quien le proporciona todo esto, no sólo no se suicida sino que canta con Plácido con un slancio al referirse a Flandes digno del mejor Corelli (y, además, Domingo ni desafina ni trepa penosamente por sus cuerdas vocales). Verret es una Éboli de categoría. Salvo algún problema de pronunciación (aunque ya quisiera doña Ebe pronunciar como ella), el fraseo es impecable, y el timbre cálido, carnoso, humano, sirve perfectamente a la princesa. Además, irradia una dramaticità bastante poco usual en las grabaciones de estudio. Giulini es un caballero. Y como es muy educado y nunca se queja, le pasa lo que le pasa. En este caso le endosaron a Milnes para un papel en el que tiene que cantar (¡qué bien habría estado Sherril, por ejemplo, interpretando a uno de los que queman en la hoguera! O de acomodador, incluso). Raimondi tampoco está en su papel. Actualmente es uno de los bajos más importantes, pero en este Don Carlo aún no había limado asperezas y está, además, más cerca de un tenor lírico que de un bajo. Pero la intención es buena y se nota.

Plácido Domngo, Katia Ricciarelli, Lucia Valentini Terrani, Leo Nucci, Ruggero Raimondi, Nicolai Ghiaurov. Director: Claudio Abbado. Creo que lo único que merece la pena de ésta versión es que es completa, con los apéndices y en francés (tal como la escribió Verdi). Entre otras curiosidades, en la escena de - 50 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

la cárcel (que incluye recortada la grabación de Stella - Gobbi - Nicolai - Christoff) Felipe II canta el Lacrimosa del Requiem (evidentemente, con otra letra, que hay que aclararlo todo, hombre). Ricciarelli tiene de Reina lo que la Voz Celestial de Gran Inquisidor. Tiranteces por todas partes, una dicción premiosa en un francés de azafata y en la misma convicción que tendría la Callas cantando coplas (y encima, el día de la grabación estaba espantosa, que he visto fotos). Valentini Terrani, una voz de muy superior enjundia, tampoco se siente a gusto en el personaje y nos lo transmite con toda claridad. Se aburre. Plácido no es el Carlo que fue. Tiene aún un bonito timbre y una técnica muy segura, pero ahora Carlo es una especie de bohemio madurito y algo cínico, que cuando canta con Isabel está pensando en Flandes y acude a Nucci para huir de ella. Nucci tampoco convence en absoluto. Demasiado teatral. Nadie le ha enseñado cómo debe pronunciarse el francés. En general, como siempre, bastante ordinario. ¡Así no se habla con los reyes, caramba! Pero puestos a ser ordinario no sé quién se lleva la palma, si el Posa de marras o Gobbi, el más excelso representante de la Escuela del Mugido, para el que Tonio es su único personaje; pero aunque la mona se vista de seda, Gobbi se queda. Raimondi ha madurado. Ya es mayor y puede intentarlo otra vez con el rol de Felipe. Sigue sin ser don Boris, pero la concepción del Rey es mucho más profunda. Una voz más aquilatada y un fraseo más sereno ayudan a dar vida al pobre Rey. Pero ahí siguen las notas nasales como refuerzo dramático que no hacen sino apuntalar bastante toscamente el legato. El contrapunto lo pone Ghiaurov, magistral como de costumbre. Con Siepi, la única alternativa a Christoff. Endurece y seca la voz todo lo posible para encarnar al fraile, pero no se pierde ese timbre cálido, pastoso, en ningún momento. Y, además, como es búlgaro, pronuncia el francés mucho mejor que el resto y conserva el control del fiato intacto.

- 51 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Sin ser tan despiadado como Neri, quizás impone más porque, ya se sabe: perro ladrador… (dicho sea con el máximo respeto). En definitiva, más sutil pero igualmente perverso. Abbado es un niño con zapatos nuevos, consciente de la novedad y, por tanto, respetuoso al máximo con lo puramente musical. Aquí no se permite tantos rubatos y fluctuaciones de tempo como en otras partituras y, supongo, hace todo lo posible por no escuchar a la mayoría de las voces. Resumiendo: el único interés está en la originalitè de que sea la versión francesa. Con Regine Crespin, José van Dam y Christa Ludwig, por ejemplo, hubiera sido otra cosa.

Gentileza de CARLOS VILLALBA RUIZ DE TOLEDO.

- 52 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CATÁLOGO DE LAS OBRAS DE VERDI Entre paréntesis figuran los autores del libreto y el año de su estreno. Las revisiones posteriores al estreno se señalan cronológicamente en cursiva. 1............................................................Oberto, Conte di San Bonifacio (A. Piazza, 1839) 2............................................Un Giorno di Regno o Il Finto Stanislao (F. Romani, 1840) 3...................................................................Nabucodonosor o Nabucco (T. Solera, 1842) 4............................................................I Lombardi Alla Prima Crociata (T. Solera, 1843) 5................................................................................................Ernani (F. M. Piave, 1844) 6.....................................................................................I Due Foscari (F. M. Piave, 1844) 7...................................................................................Giovanna d’Arco (T. Solera, 1845) 8............................................................................................Alzira (S. Cammarano, 1845) 9......................................................................................................Attila (T. Solera, 1846) 10...........................................................................................Macbeth (F. M. Piave, 1847) 11.......................................................................................I Masnadieri (A. Maffei, 1847) 12............................................................................Jerusalem (A. Royer y G. Vaëz, 1847) 13.........................................................................................Il Corsaro (F. M. Piave, 1848) 14.............................................................La Battaglia di Legnano (S. Cammarano, 1849) 15................................................................................Luisa Miller (S. Cammarano, 1849) 16............................................................................................Stiffelio (F. M. Piave, 1850) 17..........................................................................................Rigoletto (F. M. Piave, 1851) 18.................................................................................Il Trovatore (S. Cammarano, 1853) 19......................................................................................La Traviata (F. M. Piave, 1853) - 53 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

20.................................................Les Vêpres Siciliennes (E. Scribe, C. Duveyrier, 1855) 21...........................................................................Simon Boccanegra (F. M. Piave, 1857) 22..............................................................................................Aroldo (F. M. Piave, 1857) 23.......................................................................Un Ballo in Maschera (A. Somma, 1859) 24.......................................................................La Forza del Destino (F. M. Piave, 1862) Macbeth (revisada en 1865) 25........................................................................Don Carlo (J. Méry y C. du Locle, 1867) La Forza del Destino (revisada en 1869) 26............................................................................................Aida (A. Ghislanzoni, 1871) Simon Boccanegra (revisada en 1881) Don Carlo (revisada en 1884) 27....................................................................................................Otello (A. Boito, 1887) Don Carlo (revisada en 1887) 28..................................................................................................Falstaff (A. Boito, 1893)

- 54 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

BIBLIOGRAFÍA, O ASÍ Fernández y Fernández de Retana, Luis Historia de España. Colección Menéndez Pidal Tomo XIX, España en tiempo de Felipe II Espasa Calpe. Madrid, 1958

Giudici, Elvio Grandes Compositores Tomo 3. La Vida de Verdi Salvat. Barcelona, 1982. Berio, Enzo Ensayo y libreto publicado para la grabación de la DGG de Don Carlo. Chile

Silió, Vicente Nuevo Manual de la Historia de España Edisa. Madrid, 1969 Parker, Geoffrey Felipe II Alianza Editorial. Madrid, 1993

Wallas, Cedric y Cochrane, Peggie Ensayo, argumento y libreto de la grabación de Don Carlo para Decca. Londres, 1966.

Bermúdez de Castro Antonio Pérez, Secretario del Rey Felipe II Sarpe. Madrid 1986

Mila, Massimo El Arte de Verdi Colección Alianza Música, Alianza Editorial; Madrid, 1992

Kobbé, Gustave The Complete Opera Book Putnam; London, reimpresión enero de 1939

Alier, Roger Don Carlo Daimon. Barcelona, 1981

- 55 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

REPARTO Don Carlos, Infante de España...................................................................................Tenor Isabel de Valois......................................................................................................Soprano Felipe II, Rey de España..............................................................................................Bajo Rodrigo, Marqués de Posa.....................................................................................Barítono Princesa de Éboli........................................................................................Mezzo-soprano El Gran Inquisidor........................................................................................................Bajo Tebaldo...................................................................................................................Soprano Fraile............................................................................................................................Bajo Heraldo Real..............................................................................................................Tenor Voz Celestial..........................................................................................................Soprano Conde de Lerma.........................................................................................................Tenor Diputados flamencos Coro La traducción del libreto está basada en la versión en italiano, de la ópera original, de Achille de Lauzières y A. Zanardini. Esta, a su vez, es una traducción del texto original francés. También me he basado en la versión inglesa para la traducción y he insertado algunas mejoras que me han parecido adecuadas. Desearía que se tuvieran en cuenta estas circunstancias para juzgar con más indulgencia los errores que se observarán en la lectura. Ya se sabe, traduttore, traditore. Del original francés (a través del drama alemán) y su traducción al italiano, he empleado otra traducción inglesa (gracias a Decca) para llegar a esta versión en español. Larga traición a la obra de Verdi. Además, he intentado partir de la que fuera obra original de cinco actos y no la reducida de cuatro, preferida por todos los empresarios. Tampoco he tenido suerte pues no he te-

- 56 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

nido a mano el original francés, descubierto hace relativamente poco tiempo, pero que no ha llegado a nuestras pecadoras manos, con las correspondientes indicaciones de ballet y otras piezas. Piezas que posteriormente fueron separadas e incluidas, o adaptadas, al posterior Réquiem. Quizá se eche en falta la rima. No se busque porque no hay intención de que la haya. Incluso he arreglado un poco el texto en español de forma que tenga unidad propia y no dependa de ningún «acoplamiento» musical. Traducción (traición) exclusiva, Alfredo J. Díaz.

- 57 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

PRIMER ACTO LOS BOSQUES DE FONTAINEBLEAU El bosque próximo a Fointanebleau. Es invierno. A la derecha de la escena, una enorme roca forma una especie de gruta. Al fondo, en la lejanía, el palacio real. ESCENA PRIMERA Algunos leñadores están cortando leña; sus mujeres están sentadas cerca de una fogata. Isabel de Valois aparece a caballo por la izquierda, conducida por su paje Tebaldo. Le sigue un numeroso séquito de cazadores. Está anocheciendo. Carlos está escondido tras unos matorrales. CAZADORES PRIMEROS Su cacciator! pronti o la belva ci sfuggirà…

CAZADORES PRIMEROS ¡Atentos cazadores! Atentos que la fiera se nos escapará…

CAZADORES SEGUNDOS E noi l'avrem, pria ch'alla selva… …notte verrà!

CAZADORES SEGUNDOS Y nosotros la conseguiremos antes que en el bosque caiga la noche.

CAZADORES PRIMEROS …ci sfuggirà!

CAZADORES PRIMEROS …se nos escapará.

CAZADORES PRIMEROS Su, cacciator! pronti…

CAZADORES PRIMEROS ¡Atención cazadores! Atentos…

CAZADORES SEGUNDOS E noi l'avrem pria…

CAZADORES SEGUNDOS Y la cobraremos primero…

- 58 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ESCENA SEGUNDA Isabel atraviesa la escena y arroja algunas monedas a los leñadores. Carlos aparece a la izquierda y se esconde entre los árboles que hay más próximos siguiendo a Isabel. Los leñadores ven pasar a la princesa mientras recogen sus herramientas para irse a su casa. La noche está muy próxima. CARLOS Fontainebleau! Foresta immensa e solitaria! Quai giardin, quai rosai, qual Eden di splendore per Don Carlo potrà questo bosco valer, ove Isabella sua sorridente apparì! Lasciai l'Iberia, la Corte lasciai, di Filippo sfidando il tremendo furore, confuso nel corteo del regio ambasciador; potrei mirar l'alfin, la bella fidanzata! colei che vidi pria regnar sull'alma mia, colei, che per l'amor, regnerà sul mio cor! Io la vidi, al suo sorriso scintillar mi parve il sole; come l'alma al paradiso schiuse a lei la speme, il vol. Tanta gioia a me prometto che s'inebria questo cor; Dio, sorridi al nostro affetto, benedici un casto amor.

CARLOS Fontainebleau, inmenso y solitario bosque. Con qué jardines o rosales podrá comparar Don Carlos este bosque, esplendoroso como el Edén, aquí donde su Isabel apareció radiante ante él. Dejé España abandoné la Corte desafiando la determinación de Felipe, y vine hasta aquí confundido en el cortejo del Embajador Real; así pude ver a la hermosa prometida. Aquella que por vez primera vi reinar en mi alma. Aquella que por amor reinará en mi corazón. Al verla creí ver el sol centelleando cuando sonrió; como el alma que llega al paraíso, así ella abrió la mía a la esperanza. Es tanta la dicha que espero, que mi corazón se embriaga anhelante. ¡Oh, Señor! Sonríe a nuestro verdadero afecto,

- 59 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Dio, sorridi al nostro affetto, ah, benedici…

bendice un casto amor. ¡Ah! Bendice…

ESCENA TERCERA Don Carlos corre siguiendo a Isabel, pero se detiene incierto y escucha. El sonido de un cuerno de caza se oye en lontananza. Después del cuerno y la lontananza todo vuelve a quedar en silencio. CARLOS Il suon del corno alfin nel bosco tace. Non più dei cacciator echeggiano i clamor. Cadde il dì! Tace ognun! e la stella primiera scintilla nel lontan spazio azzurrin. Come del regio ostel rivenire il camin? Questa selva è tanto nera! TEBALDO Olà! Scudier'!… Olà paggi del Re!

CARLOS Ya se aleja el sonido. Ya no se escucha el clamor de los cazadores. El día termina, cae la noche. Ya brilla la primera estrella en lo más profundo del cielo. ¿Cómo encontraré el camino de vuelta a Palacio? ¡Es tan oscuro este bosque! TEBALDO (llamando desde fuera del escenario) ¡Hola, escuderos!…¡Hola! ¡Pajes del Rey!

CARLOS Qual voce risuonò nell'oscura foresta?

CARLOS ¿Qué voz es esa que oí en este oscuro bosque?

TEBALDO TEBALDO Olà! Venite, boscaiuoli, a me! ¡Eh! Venid cazadores ¡A mí! (Tebaldo e Isabel descienden por un sendero)

- 60 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CARLOS

CARLOS (apartándose a un costado) ¡Oh, qué hemosa visión hasta mí se acerca!

Oh, vision gentile… vêr me s'avanza! TEBALDO Non trovo più la via per ritornar. Ecco il mio braccio; sostegno a voi fia. La notte è buia, il gel vi fa tremar; andiam ancor… ISABEL Ah!, come stanca sono! ISABEL Ah! TEBALDO Ciel! ma chi sei tu?

TEBALDO (atemorizado) No puedo encontrar el camino de regreso. Que mi brazo os sirva de sostén. La noche es oscura, el frío os hará temblar; sigamos caminando…

ISABEL ¡Qué cansada estoy! (Aparece don Carlos y se inclina ante Isabel) ISABEL (sorprendida) ¡Ah! TEBALDO (Alarmado por la súbita aparición de don Carlos) ¡Cielos! ¿Quién sois vos?

CARLOS

CARLOS (a Isabel)

Io sono un stranier, uno spagnuol!

Soy un extranjero, un español.

ISABEL Di quei del corteo ch'accompagna il signore

ISABEL ¿Alguien del cortejo que acompaña al señor

- 61 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

di Lerma, ambasciator di Spagna?

de Lerma, embajador de España?

CARLOS Sì, nobil donna!… e scudo a voi sarò.

CARLOS ¡Sí, noble señora! Y seré vuestro defensor.

TEBALDO Qual piacer! Brillar lontano laggiù miarai Fontainebleau.

TEBALDO (desde el fondo) ¡Qué alegría! A lo lejos veo brillar Fontainebleau. (a Isabel)

Per ricondurvi al reggio ostello sino al castel io correrò. ISABEL Va, non temer per me. La regal fidanzata di Don Carlo son io; ho fe' nell'onore spagnuol! Paggio, al castel t'affretta. Ei difender saprà la figlia del tuo Re.

Correré al castillo para conduciros hasta Palacio. ISABEL (autoritaria) Ve y no temas por mí. Soy la prometida de don Carlos. Confío en el honor de un caballero español. Paje, ve hasta palacio. (indicando a don Carlos) Él sabrá defender a la hija de tu Rey.

Don Carlos se inclina y, con su mano sobre la espada, se coloca dignamente a la derecha de Isabel. Tebaldo hace una reverencia y sale por el fondo en busca de escolta para su señora. Isabel se sienta en una roca, cerca de las brasas de una fogata. Cuando se quedan solos, Carlos cae de rodillas ante ella.

- 62 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ESCENA CUARTA ISABEL ISABEL Al mio pie', perchè mai? ¡A mis pies! ¿Por qué? Carlos recoge algunas ramas y con ellas reaviva el fuego CARLOS Alla guerra, quando il ciel per tenda abbiam, sterpi chieder alla terra per la fiamma noi dobiam! Già, già! La stirpa diè la bramata scintilla. E la fiamma ecco già brilla. Al campo, allor che splende così vivace e bella la messaggera ell'è di vittoria, o d’amor.

CARLOS En la guerra, cuando no hay más techo que el cielo, le pedimos a la tierra la leña con qué hacer fuego. ¡Ya está! El rescoldo prendió y ya brillan las llamas. Cuando la llama resplandece vivaz y bella como ahora, en el campamento la tomamos como mensajera de victoria… o de amor.

ISABEL E lasciaste Madrid?

ISABEL ¿Y habéis venido desde Madrid?

CARLOS Sì.

CARLOS Sí.

ISABEL Conchiuder questa sera la pace si potrà?

ISABEL ¿Se podrá concertar la paz esta noche?

CARLOS Sì, pria del dì novel stipular l'imeneo col figlio del mio re, di Don Carlo si de'.

CARLOS Sí, antes que amanezca se anunciará la boda con el hijo de mi Rey, con don Carlos.

- 63 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL Ah! favelliam, ah, favelliam di lui! Ah! terror arcano invade questo core; all'esul lontana andrò, la Francia lascerò… Ma pari al mio vorrei di lui l'amore.

ISABEL ¡Ah! Hablemos, hablemos de él. Me invade el corazón un extraño temor… Me iré muy lejos de aquí. Dejaré Francia para siempre. Sólo deseo saber si su amor por mí iguala al menos el que yo siento por él.

CARLOS Carlo vorrà viver al vostro pie', arde d'amore; nel vostro core ha fe'.

CARLOS Carlos deseará vivir a vuestros pies, arde de amor. Él confía en vuestro corazón.

ISABEL Io lascerò la Francia, e il padre insieme. Dio lo vuol, partirò; un altra patria avrò. Ne andrò giuliva, e pieno il cor di speme.

ISABEL Dejaré Francia y a mi padre. Si Dios lo quiere, partiré; otra patria tendré. Pero partiré feliz, con el corazón lleno de esperanza.

CARLOS E Carlo pur amandovi vivrà; al vostro pie' lo giuro, ei va amerà.

CARLOS También Carlos vivirá para amaros; lo juro ante vos: él os amará.

ISABEL Perchè mi balza il cor? Ciel! chi siete mai?

ISABEL ¿Por qué palpita más fuerte mi corazón. ¿Quién sois?

CARLOS Del prence messagger,

CARLOS Soy un mensajero del

- 64 -

Alfredo J. Díaz

per voi questo recai.

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

príncipe. Esto os traigo. (le entrega un joyero)

ISABEL Un suo don!

ISABEL ¡Un regalo suyo!

CARLOS V'inviò l'immagin sua fedel, noto vi fia così.

CARLOS Os entrego un retrato suyo. Así podréis conocerlo.

ISABEL ISABEL Gran Dio! Io lo vedrò! ¡Dios mío! Sabré cómo es. Non oso aprir!…Ah! No me atrevo a abrirlo. Ma pur vederlo bramo… Pero ansío tanto verlo… (Abre el cofrecillo y encuentra el retrato de Carlos; atónita, reconoce al hombre que está ante ella) ISABEL Possente Iddio!

ISABEL ¡Santo Cielo!

CARLOS

CARLOS (cae a sus pies) Carlos soy yo… y te amo. ¡Sí, te amo!

Carlo son io… e t'amo! Sì, t'amo! ISABEL Di qual amor, di quanto ardor ho colmo il cor. Al suo destin voler divin or m'incatena! Arcan terror m'avea nel cor, e ancor ne tremo… Amata io sono - amata io sono, gaudio supremo ne sento in cor!

ISABEL Con cuanto amor, con cuanto ardor esta alma se llena. La voluntad divina me encadena a su destino. Un terrible temor había en mi corazón; soy amada. ¡Soy amada! Mi corazón siente un gozo supremo.

- 65 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CARLOS Sì, t'amo, t'amo te sola io bramo vivrò per te per te morrò! ISABEL Se l'amor ci guidò, se a me t'avvicinò, il fe' perchè ci vuol felici appieno.

CARLOS Sí, te amo, te amo. Sólo te deseo a ti. Viviré para ti. Por ti moriré. ISABEL Si el amor nos guió, si fue él el que te trajo a mí, fue porque nos quiere llenos de felicidad. (Se oye a lo lejos el tronar de un cañón)

ISABEL Qual rumor!…

ISABEL ¿Y ese ruido?

CARLOS Il cannon echeggiò!

CARLOS ¡Fue el eco de un cañón!

ISABEL Fausto dì! Questo è segnal di festa!

ISABEL ¡Día venturoso! Es señal de fiesta.

(Las ventanas iluminadas del palacio de Fontainebleau brillan a lo lejos) ISABEL, CARLOS Sì, lode al ciel, la pace è stretta.

ISABEL, CARLOS Sí, gracias a Dios, la paz se ha firmado.

ISABEL Qual baglior!… E il castell che risplende così.

ISABEL ¡Qué resplandor! Es el castillo el que resplandece así.

- 66 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CARLOS Sparia l'orror della foresta; tutto è gioia, splendor,…

CARLOS Terminó el miedo al bosque. Todo es alegría, esplendor.

ISABEL O ciel!

ISABEL ¡Oh, cielos!

CARLOS …tutto è delizia, amor!

CARLOS Todo es delicia y amor.

ISABEL O ciel!

ISABEL ¡Oh, cielos!

CARLOS Il ciel ci vegga alfin…

CARLOS El cielo nos verá al fin…

ISABEL Il ciel ci vegga alfin…

ISABEL El ciello no verá al fin…

CARLOS …uniti core a cor…

CARLOS …unidos corazón a corazón…

ISABEL …uniti core a cor…

ISABEL …unidos corazón a corazón…

CARLOS, ISABEL …nell'imeneo che Dio ci appresta, ecc.

CARLOS, ISABEL …en el matrimonio que Dios nos depara.

CARLOS Ah! non temer, ritorna in te.

CARLOS No temas, vuelve en ti.

- 67 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL, CARLOS Ah!

ISABEL, CARLOS ¡Ah!

ISABEL Se tremo ancor terror non è, rinata son! A voluttà nuova per me è l'alma abbandonata.

ISABEL Si aún tiemblo no es por miedo, pues he vuelto a nacer Mi alma ha sucumbido a una nueva voluntad.

CARLOS Ah!, non temer, ritorna in te, o dolce mio tesor! Angel d'amor leva su me la tua pupilla amata!

CARLOS No temas, vuelve en ti, tesoro mío. Alza hasta mí tu amada pupila, amor mío.

ISABEL, CARLOS Rinnovelliam, ebbri d'amor, il giuro che ci univa; lo disse il labbro, il ciel l'udiva, lo fece il cor!

ISABEL, CARLOS Renovemos, ebrios de amor, el juramento que nos unió: lo dicen nuestros labios, el cielo fue testigo y nació de nuestros corazones.

ESCENA QUINTA Tebaldo entra con otros pajes portando antorchas. Los pajes quedan al fondo. Tebaldo avanza solo hacia Isabel. Se postra ante ella y besa el borde de su vestido. TEBALDO Al fedel ch'ora viene, o signora, un messaggio felice a recar, accordate un favor; di serbarmi con voi nè mai lasciarvi più.

TEBALDO Concededle un favor a vuestro siervo fiel, que ahora se os acerca con un mensaje feliz: tenedme siempre cerca de vos para no dejaros jamas.

- 68 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

(Isabel indica a Tebaldo que se levante) ISABEL Sia pur!

ISABEL ¡Así sea!

TEBALDO Regina, vi saluto, sposa a Filippo re.

TEBALDO Os saludo como Reina, esposa del rey Felipe.

ISABEL No, no! sono all'Infante dal padre fidanzata.

ISABEL No, no. Mi padre me prometió al Infante.

TEBALDO Al monarca spagnuol v'ha Enrico destinata. Siete regina.

TEBALDO Enrique os ha destinado al monarca español. ¡Sois Reina!

ISABEL Ahimè!

ISABEL ¡Dios mío!

CARLOS Nel cor mi corse un gel! L'abisso s'apre a me e tu lo soffri, o Ciel!

CARLOS Siento helárseme el corazón Un abismo se abre ante mí. ¡Y tú lo soportas, Cielo santo!

ISABEL L'ora fatale è suonata! Contro la sorte spietata crudo fia meno il pugnar…

ISABEL Ha sonado la hora fatal. Habría sido menos doloroso luchar contra una suerte despiadada…

CARLOS L'ora fatale è suonata!

CARLOS Ha sonado la hora fatal.

- 69 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

M'era la vita beata, cruda, funesta ora m'appar.

Antes mi vida era feliz y ahora me parece funesta.

ISABEL …fia men crudo il pugnar. L'ora fatale è… …già suonata!… …Per sottrarmi a tanta pena, per fuggir la rea catena, fin la morte io vo' sfidar!

ISABEL …mucho menos doloroso. Ha sonado la hora fatal. Hubiera preferido desafiar a la muerte para sustraerme a tanto pesar y huir de tan cruel cadena.

CARLOS Di dolor di quest'alma è piena, ah!, dovrò la mia catena, in eterno dovrò la mia catena, dovrò in eterno trascinar!

CARLOS Mi alma está colmada de pena y dolor. Tendré que arrastrar eternamente mi pesada cadena.

DAMAS, MIEMBROS DE LA CORTE, PUEBLO Inni di festa lieti echeggiate, e salutate il lieto dì. La pace appresta felici istanti; due cori amanti il Cielo unì! Gloria ed onore alla più bella, onor a quella che dee doman assisa in soglio gentil compagna al re di Spagna dar la sua man!

DAMAS, MIEMBROS DE LA CORTE, PUEBLO ¡Cantad felices himnos festivos y saludad contentos al nuevo día! La paz nos dará tiempos felices. El Cielo unió dos corazones amantes. Gloria y honor a la más bella, a aquella que mañana entregará su mano al Rey de España y se sentará con él en el trono.

ISABEL Tutto sparve!

ISABEL ¡Todo se ha desvanecido!

- 70 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CARLOS Sorte ingrata!

CARLOS ¡Destino ingrato!

ISABEL Al dolor son condannata!

ISABEL ¡Estoy condenada al dolor!

CARLOS Spariva il sogno d'or…

CARLOS El sueño dorado terminó…

ISABEL …svaniva, svaniva, svaniva…

ISABEL …se desvaneció…

CARLOS …svanì, svanì, ah!, svanì dal cor!

CARLOS …se desvaneció del corazón.

ISABEL …dal mio cor! Ah!

ISABEL …de mi corazón.

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO Inni di festa lieti echeggiate, e salutate…

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO ¡Cantad felices himnos festivos, y saludad…!

ISABEL L'ora fatale è suonata! Contro la sorte spietata crudo fia meno il pugnar…

ISABEL Ha sonado la hora fatal. Hubiera sido menos doloroso luchar contra…

CARLOS L'ora fatale è suonata! M'era la vita beata, cruda, funesta ora m'appar.

CARLOS Ha sonado la hora fatal. Antes la vida me era feliz y ahora me parece funesta.

- 71 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO Inni di festa lieti echeggiate, e salutate…

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO ¡Cantad himnos felices de fiesta, y saludad…!

CARLOS Tutto finì!

CARLOS ¡Todo ha terminado!

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO Inni di festa lieti echeggiate, e salutate…

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO Cantad himnos de fiesta y saludad…

ISABEL Ahimè!

ISABEL ¡Ay de mí!

CARLOS Tutto finì!

CARLOS ¡Todo ha terminado!

ISABEL Ahimè!

ISABEL ¡Ay de mí!

CARLOS Al più crudel dolor nostr'alma è condannata, tanto amor ora finì!

CARLOS Nuestras almas están condenadas al más cruel dolor. Terminó tan grande amor.

ISABEL Ahimè!, nostr'alma è condannata! Non troverem mai più tanto amor, tanto ben!

ISABEL ¡Ay de mí! Nuestras almas están condenadas. Nunca más encontraremos tanto amor ni tanta ventura.

- 72 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO Inni di festa lieti echeggiate, e salutate…

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO Cantad himnos de fiesta, y saludad…

CONDE DE LERMA Il glorioso re di Francia, il grande Enrico, al monarca di Spagna e dell'India vuol dar la man d'Isabella sua figliuola. Questo vincol sarà suggello d'amistà. Ma Filippo lasciarvi libertade vuol intera; gradite voi la man del mio re… che la spera?

CONDE DE LERMA El glorioso rey de Francia, el gran Enrique, quiere entregar la mano de su hija Isabel al monarca de España y de las Indias. Este vínculo será el sello de la amistad. Pero Felipe os deja decidir con entera libertad. ¿Aceptáis la mano de mi Rey que espera ansioso vuestra respuesta?

MUJERES Accettate Isabella, la man che v'offre il re; Pietà! pietà!… La pace avrem alfin! Pietà di noi!

MUJERES Aceptad, Isabel, la mano que os ofrece el Rey. ¡Apiadaos! Al fin tendremos la paz. ¡Apiadaos de nosotros!

CONDE DE LERMA Che rispondete?

CONDE DE LERMA ¿Qué respondéis?

ISABEL Sì!

ISABEL (con voz desfallecida) ¡Sí!

CABALLEROS Vi benedica,…

CABALLEROS ¡Que Dios os bendiga…

- 73 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL

ISABEL (para sí)

E la angoscia suprema!

Es una angustia suprema.

CARLOS Mi sento morir.

CARLOS Me siento morir.

ISABEL E la sorte crudel!

ISABEL El destino es cruel.

CARLOS Mi sento morir.

CARLOS Me siento morir.

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO …vi benedica, Iddio dal ciel! La sorte amica vi sia… …fedel, vi sia fedel!

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO …que Dios os bendiga! ¡Que os sea propicio el destino! ¡Que os sea propicio!

ISABEL, CARLOS E la angoscia suprema! Ah!

ISABEL, CARLOS ¡Es una suprema agonía!

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO Inni di festa lieti echeggiate, e salutate…

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO ¡Cantad himnos de fiesta!, y saludad….

CARLOS O dolor!

CARLOS ¡Oh, dolor!

ISABEL O martir!

ISABEL ¡Oh, martirio!

- 74 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CARLOS O dolor!

CARLOS ¡Oh, dolor!

ISABEL O dolor!

ISABEL ¡Oh, dolor!

CARLOS Non v'ha duol…

CARLOS No hay dolor…

ISABEL O martir!

ISABEL ¡Oh, martirio!

CARLOS …più crudel!

CARLOS …más cruel!

ISABEL O dolor!

ISABEL ¡Oh, dolor!

CARLOS, ISABEL Nostr'alme condannate, condannate, non troveran, no, mai più, no, tanto amor!

CARLOS, ISABEL Nuestras almas condenadas no volverán a encontrar, no, nunca más, tanto amor.

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO Regina Ispana, gloria, onor! Gloria, regina, gloria, onor!

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO ¡Gloria y honor a la Reina de España! ¡Gloria y honor!

CARLOS A sì crudel dolor…

CARLOS A tan cruel dolor…

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO Gloria, regina!

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO ¡Gloria a la Reina!

- 75 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL Qual dolor!

ISABEL ¡Qué dolor!

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO Gloria, onor!

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO ¡Gloria, honor!

CARLOS Quest'alma è condannata!

CARLOS …han condenado a mi alma.

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO Gloria, regina!

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO ¡Gloria a la Reina!

ISABEL Qual martir!

ISABEL ¡Qué martirio!

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO Gloria, onor!

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO ¡Gloria, honor!

CARLOS Non troverem mai più…

CARLOS ¡Nunca más encontraremos…

DAMAS, MUJERES Gloria, onor!

DAMAS, MUJERES ¡Gloria, honor!

ISABEL, CARLOS …no, non troverem mai più, mai più tanto amor!

ISABEL, CARLOS …no, nunca más encontraremos tanto amor!

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO Gloria, regina!

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO ¡Gloria a la Reina!

MIEMBROS DE LA CORTE, PUEBLO Gloria, regina, gloria, onor! Gloria, gloria, onor!

MIEMBROS DE LA CORTE, PUEBLO ¡Gloria y honor! ¡Gloria, loor a la Reina!

- 76 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CARLOS Ahimè! Ahimè!

CARLOS ¡Ay de mí!

MIEMBROS DE LA CORTE, PUEBLO Gloria, onor! Inni di festa…

MIEMBROS DE LA CORTE, PUEBLO ¡Gloria, honor! Cantemos himnos de fiesta

CARLOS L'ora fatale è suonata! M'era la vita beata, cruda, funesta ora m'appar.

CARLOS ¡Ha sonado la hora fatal! La vida me sonreía; ahora me parece amarga y fea.

MIEMBROS DE LA CORTE, PUEBLO Inni di festa lieti echeggiate, e salutate…

MIEMBROS DE LA CORTE, PUEBLO Cantad himnos de fiesta, y saludad…

Isabel, conducida por el conde de Lerma, entra en la litera. Carlos queda solo, desconsolado, con la cabeza entre las manos, apoyado en la roca donde descansara antes Isabel. El cortejo se pone en camino y se aleja entre gritos de alegría. CARLOS Sparì un sogno così bel! O destin fatal, o destin crudel!

CARLOS ¡Se desvaneció un hermoso sueño! ¡Oh, destino fatal! ¡Oh, destino cruel! FINAL DEL PRIMER ACTO

- 77 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

SEGUNDO ACTO PRIMERA PARTE

EL CONVENTO DE SAN GIUSTO

Estamos en el claustro del convento de San Giusto, con altos cipreses en el jardín. A la derecha hay una capilla iluminada. A través de una reja dorada se ve la tumba de Carlos I de España, el emperador Carlos V. A la izquierda queda una puerta que da al exterior. Al fondo se encuentra la puerta interna del claustro. Amanece. ESCENA PRIMERA Un coro de frailes reza en la capilla. En escena, un fraile está postrado ante la tumba de Carlos I y reza en voz baja. MONJES Carlo il sommo imperatore non è più che muta cener', del celeste suo Fattore l'alma altera or trema al pie'.

MONJES Carlos, el más grande emperador, no es más que muda ceniza. A los pies del Supremo Hacedor tiembla su alma orgullosa.

FRAILE Ei voleva regnare sul mondo obliando Colui che nel ciel segna agli astri il camino fedel. L'orgoglio immenso fu, fu l'error suo profondo!

FRAILE Él quería reinar todo el mundo olvidando a Aquel que en el Cielo marca el recto camino de los astros. Inmenso fue su orgullo, profundo su error.

MONJES Carlo il sommo imperatore…

MONJES Carlos, el mas grande…

FRAILE Grand'è Dio sol, e s'Ei lo vuole

FRAILE Sólo Dios es Grande y, si Él lo quiere, es capaz de

- 78 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

fa tremar la terra ed il ciel. Ah! Misericorde Iddio…

hacer temblar la tierra y el cielo. ¡Ah! Dios misericordioso…

MONJES Carlo il sommo imperatore…

MONJES Carlos, el más grande…

FRAILE …pietoso al peccator…

FRAILE …apiádate del pecador…

MONJES …non è più che muta cener',

MONJES …emperador, no es más que muda ceniza…

FRAILE …allo spirto…

FRAILE …y de su aflicción…

MONJES Signor!

MONJES ¡Señor!

FRAILE …addolorato…

FRAILE …compungido…

MONJES …signor!

MONJES …¡Señor!

FRAILE …dà la requie… ed il perdon che discendono dal ciel.

FRAILE …dale la paz… y el perdón que desciende del Cielo.

MONJES …il tuo furor non piombi, non piombi sul suo cor!

MONJES …que tu furor no caiga sobre su corazón.

- 79 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

FRAILE, MONJES Grande è Dio sol, è grande Dio sol, è grande Ei sol!

FRAILE, MONJES ¡Sólo Dios es Grande! ¡Sólo Él es Grande!

ESCENA SEGUNDA Amanece lentamnete. Carlos, pálido y demudado, deambula por el claustro. Se detiene a escuchar y se descubre. Se oye el tañido de una campana. El coro de frailes sale de la capilla, atraviesa la escena y se pierde en los corredores del claustro. El monje solitario continúa en escena. CARLOS Al chiostro di San Giusto ove finì la vita l'avo mio Carlo Quinto, stanco di gloria e onor, la pace cerco invan che tanto ambisce il cor. Di lei che m'han rapita l'immago erra con me del chiostro nell'orror. FRAILE Il duolo della terra, nel chiostro ancor c'insegue; del core sol la guerra in ciel si calmerà.

CARLOS En el monasterio de san Justo, donde terminó sus días mi abuelo Carlos V, cansado de gloria y honores, busco en vano la paz que tanto anhela mi corazón. La imagen de aquélla que me robaron deambula conmigo en el horror de este claustro. FRAILE (levantándose y acercándose a don Carlos) La angustia terrenal nos persigue incluso en el claustro; la pugna del corazón sólo se calmará en el Cielo.

(La campana tañe nuevamente; el fraile se aleja, lento y grave, pasando ante Carlos. Este retrocede espantado) CARLOS La sua voce!…

CARLOS Su voz…

- 80 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Il cor mi trema… Mi pareva…qual terror! veder l'Imperator, che nelle lane il serto asconde e la lorica d'or. E voce che nel chiostro appaia ancor!

Me tiembla el corazón… Me pareció… ¡qué horror! ver al Emperador entre las prendas frailunas con su corona oculta y su cetro de oro. ¡Hay quien dice que se aparece en el claustro!

FRAILE

FRAILE (desde el interior, la voz cada vez más lejana) Del cuore la guerra in ciel La pugna del corazón sólo si calmerà. en el Cielo se calmará. CARLOS Questa voce; il cor trema! O terror! O terror!

CARLOS ¡Esa voz! ¡Santo Cielo! ¡Oh, terror! ESCENA TERCERA

RODRIGO

RODRIGO (entrando)

E lui! desso! l'Infante!

Es él… el Infante.

CARLOS O mio Rodrigo!

CARLOS ¡Oh, Rodrigo!

RODRIGO Altezza!

RODRIGO ¡Alteza!

CARLOS Sei tu ch'io stringo al seno?

CARLOS ¿Eres tú el que yo abrazo?

- 81 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

RODRIGO O mio prence, signor!

RODRIGO ¡Oh, mi príncipe, señor!

CARLOS E il ciel che a me t'invia nel mio dolor,

CARLOS El Cielo te envía para sofocar mi dolor,

RODRIGO O amato prence!

RODRIGO ¡Oh, amado príncipe!

CARLOS angiol consolator!

CARLOS ángel consolador.

RODRIGO L'ora suonò; ti chiama il popolo fiammingo! Socorrer tu lo dêi; ti fa suo salvator! Ma che vid'io! Quale pallor, qual pena! Un lampo di dolor sul ciglio tuo balena! Muto sei tu! Sospiri! Hai tristo il cor! Carlo mio, con me, dividi il tuo pianto, il tuo dolor.

RODRIGO La hora ha llegado. El pueblo flamenco te llama. Tú debes socorrerlo, te han nombrado su salvador. Pero, qué veo: esa palidez, esa pena… Un destello de dolor brilló en tus ojos. ¡Qué callas! ¡Suspiras! Tienes el corazón entristecido. Carlos, comparte conmigo tu llanto y tu dolor.

CARLOS Mio salvator, mio fratel, mio fedele, lascia ch'io pianga in seno a te!

CARLOS Mi salvador, hermano mío, déjame que llore entre tus brazos.

RODRIGO Versami in cor

RODRIGO Confíame tu cruel

- 82 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

il tuo strazio crudele, l'anima tua non sia schiusa per me! Parla!

amargor. ¡Que tu alma no se cierre a mí! ¡Cuéntame!

CARLOS Lo vuoi tu? La mia sventura apprendi, e qual orrendo stral il mio cor trapassò! Amo… d'un colpevol amor… Elisabetta!

CARLOS ¿Lo quieres saber? Escucha mi desventura, que atravesó mi corazón con un dardo envenenado. Amo… con un amor ilícito a Isabel.

RODRIGO Tua madre! Giusto ciel!

RODRIGO ¡Es tu madre! ¡Santo Cielo!

CARLOS Qual pallor! Lo sguardo chini al suol! Tristo me! tu stesso, tu stesso, mio Rodrigo, t'allontani da me?

CARLOS ¡Empalideces! Clavas tu mirada en el suelo. ¡Triste de mí! Tú mismo te alejas de mí.

RODRIGO No, Rodrigo ancor t'ama! Io tel posso giurar. Tu soffri? Tu soffri? già per me l'universo dispar.

RODRIGO No, Rodrigo aún te ama. Te lo juro. Si tú sufres, el Universo entero no significa nada para mí.

CARLOS O mio Rodrigo.

CARLOS ¡Oh, Rodrigo!

RODRIGO Mio prence! Questo arcano dal Re, non fu sorpreso ancora?

RODRIGO ¡Mi príncipe! ¿Sabe el Rey vuestro secreto?

- 83 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CARLOS No!

CARLOS ¡No!

RODRIGO Ottien dunque da lui di partir per la Fiandra. Taccia il tuo cor: degna di te opra farai, apprendi omai in mezzo a gente opressa, a divenir un Re!

RODRIGO Entonces obtén de él permiso para ir a Flandes. Haz callar a tu corazón; será una misión digna de ti, aprende a ser un rey digno entre un pueblo oprimido.

CARLOS Ti seguirò, fratello.

CARLOS Te seguiré, hermano. (Se oye una campana)

RODRIGO Ascolta! Le porte dell'asil s'apron gia: qui verrano Filippo e la Regina.

RODRIGO ¡Escucha! La puertas se abren para que salgan Felipe y la Reina.

CARLOS Elisabetta!

CARLOS ¡Isabel!

RODRIGO Rinfranca accanto a me lo spirto che vacilla, serena ancora, la stella tua nei cieli brilla! Domanda al ciel dei forti la virtù!

RODRIGO Conforta junto a mí tu espíritu vacilante. Tu buena estrella brilla ahora serena en el cielo. Pídele a ella la virtud de los fuertes.

- 84 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CARLOS, RODRIGO Dio, che nell'anima infondere amor volesti e speme, dessio nel cor accendere tu dêi di libertà; dessio accendere, accender nel cor tu dêi di libertà. Giuramo insiem di vivere e di morire insieme.

CARLOS, RODRIGO ¡Oh, Dios! Tú que infundes amor y esperanza en el alma humana, Tú serás el que encienda el anhelo de libertad en el corazón.

RODRIGO In terra, in ciel,

RODRIGO En cielo y tierra

CARLOS, RODRIGO …congiungere ci può, ci può la tua bontà. Ah! Dio che nell'anima infondere…

CARLOS, RODRIGO …quiera unirnos tu bondad.

RODRIGO Vengon già!

RODRIGO ¡Ya llegan!

CARLOS Oh terror! Al sol vederla io tremo!

CARLOS ¡Oh, terror! ¡Sólo de verla tiemblo!

RODRIGO Coraggio!

RODRIGO ¡Ánimo!

Juramos vivir juntos y juntos morir.

¡Ah! ¡Oh, Dios! Tú que infundes…

Entran Felipe II e Isabel. Rodrigo se ha alejado de Carlos, que se inclina ante el Rey sombrío y sospechoso. Carlos trata de refrenar su emoción. Isabel se sobresalta al volver a ver a Carlos. El Rey y la Reina se adelantan y se dirigen hacia la capilla donde está la tumba de Carlos V, ante la cual Felipe se arrodilla unos instantes con la cabeza descubierta. Luego prosigue su camino junto a Isabel. Se oye cantar a los monjes.

- 85 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

MONJES Carlo, il sommo Imperatore…

MONJES Carlos, el más grande…

CARLOS Ei la fè' sua!

CARLOS ¡Él la hizo suya!

MONJES …non è più che muta cener’!

MONJES …no es más que muda ceniza…

CARLOS Io l'ho perduta!

CARLOS La he perdido…

MONJES del celeste suo fattore l'alma altera or trema…

MONJES A los pies del Supremo tiembla su alma orgullosa.

CARLOS Io l'ho perduta! io l'ho perduta!

CARLOS ¡La he perdido! ¡La he perdido!

UN FRAILE Ah, la pace, il perdon…

UN FRAILE Ah, la paz, el perdón…

RODRIGO Vien presso a me, presso a me, il tuo cor più forte, più forte avrai!

RODRIGO ¡Ven junto a mí! Junto a mí se fortalecerá tu corazón.

CARLOS Ei sua la fè, io l'ho perduta, ei sua la fè’!

CARLOS Él la hizo suya y yo la perdí.

CARLOS, RODRIGO Vivremo insiem e morremo insiem!

CARLOS, RODRIGO Viviremos y moriremos juntos.

- 86 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Sarà l'estremo anelito sarà, sarà un grido, un grido: Libertà! Vivremo insiem! Morremo insiem! Grido estremo sarà: Libertà!

Nuestro último aliento será un solo grito: ¡Libertad! ¡Viviremos juntos! ¡Moriremos juntos! El último grito será: ¡Libertad!

SEGUNDA PARTE

JARDINES DE SAN GIUSTO

Un alegre lugar en las afueras del convento de San Giusto. Una fuente rodeada de asientos de piedra, con naranjos y pinos alrededor. En el horizonte, los montes extremeños. Al fondo, a la derecha, la puerta del convento. Se llega a ella subiendo unos peldaños. ESCENA PRIMERA Las damas de la corte están sentadas alrededor de una fuente. Un paje está afinando una mandolina. Es una calurosa tarde de verano. CORO DE DAMAS Sotto ai folti, immensi abeti, che fan d'ombre e di quieti mite schermo e a noi ristori, dien i rezzi ai vivi ardori, che su noi dardeggia il ciel…

CORO DE DAMAS Reposemos protegidos del ardiente sol bajo los frondosos e inmensos abetos que nos dan su sombra, y que nos refresque la brisa…

TEBALDO Di mille fior si copre il suolo, dei pini s'ode il susurrar, e sotto l'ombra aprir il vol qui l'usignuol più lieto par.

TEBALDO El suelo se cubre de flores se oye el susurrar de los pinos, y bajo su sombra es más dichoso el ruiseñor cuando alza el vuelo.

DAMAS Bello è udire in fra le piante mormorar la fonte amante,

DAMAS Es hermoso oír la cantarina fuente, derramando su - 87 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

stilla a stilla i suoi dolor! E se il sole è più cocente, l'ore far del dì men lente in fra l'ombra e in mezzo ai fior…

llanto gota a gota. Y cuanto más ardiente es el sol, más lentas parecen pasar las horas del día entre sombras y entre flores…

ÉBOLI Tra queste mura pie la Regina di Spagna può sola penetrar. Volete voi, mie compagne, già che le stelle in ciel spuntate ancor non son: cantar qualche canzon?

ÉBOLI Sólo la Reina de España puede atravesar esas murallas. Queridas amigas, ¿querrían cantar una canción conmigo, ahora que todavía luce el sol?

DAMAS Seguir vogliam il tuo capriccio; o principessa, attente udrem.

DAMAS Seguiremos vuestro deseo, si lo deseáis. Estamos atentas.

ÉBOLI A me recate la mandolina; e cantiam tutte insiem, cantiam la canzon saracina, quella del Velo, propizia all'amor. Cantiam!

ÉBOLI (a Tebaldo) Pasadme la mandolina. Cantemos juntas la canción sarracena, esa del velo, tan propicia al amor. Cantemos.

DAMAS Cantiam! ÉBOLI Nel giardin del bello saracin ostello, all'olezzo, al rezzo degli allôr, dei fior

DAMAS ¡Cantemos! LA CANCIÓN DEL VELO ÉBOLI En el jardín del bello palacio sarraceno, entre aromas y perfumes de laureles y de flores,

- 88 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

una bell 'almea, tutta chiusa in vel, contemplar parea una stella in ciel. Mohammed, Re moro, al giardin se'n va dice a lei: “T'adoro, o gentil beltà! Vien, a sè t'invita per regnare il Re: la Regina ambita non è più da me”. Ah!

una hermosa dama escondida por un velo parecía contemplar una estrella en el cielo. Mohammed, el Rey moro, hasta el jardín descendió y a la bella le dijo: “Te adoro, graciosa beldad; ven, el Rey te invita a reinar con él. La Reina ya no es deseada por mí”. ¡Ah!

ÉBOLI, TEBALDO Ah! Tessete i veli vaghe donzelle, mentre è nei cieli l'astro maggior chè sono i veli al brillar delle stelle più cari all'amor.

ÉBOLI, TEBALDO ¡Ah! Tejed el velo, lindas doncellas mientras luce en el cielo el astro mayor que, cuando brillen las estrellas, los velos serán más gratos al amor.

DAMAS Tesseti i veli…

DAMAS Tejed el velo…

ÉBOLI “Ma discerno appena, (chiaro il ciel non è), i capelli belli, la man breve, il piè. Deh! solleva il velo che t'asconde a me; esser come il cielo senza vel tu dè.

ÉBOLI “Pero apenas vislumbro (el cielo no está claro) los hermosos cabellos, la mano pequeña, apenas el pie. Levanta el velo que te oculta a mí. Debes ser como el cielo sin tu velo.

- 89 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Se il tuo cor vorrai a me dare in don, il mio trono avrai, chè sovrano io son”. “Tu lo vuoi? t'inchina, appagar ti vo'”. “Allah! La Regina!” Mohammed sclamò. Ah!

Si quisieras entregarme tu corazón yo te daría mi trono, ya que soy el Rey”. “¿Eso deseas? Inclínate que yo te satisfaré”. Y al levantar el velo “¡Por Alá! ¡La Reina!” Mohammed exclamó. ¡Ah!

ÉBOLI, TEBALDO Ah, tessete i veli…

ÉBOLI, TEBALDO Tejed el velo…

ÉBOLI, DAMAS Ah, tessete i veli…

ÉBOLI, DAMAS Tejed el velo… (Entra Isabel procedente del claustro)

DAMAS La Regina!

DAMAS ¡La Reina!

ÉBOLI

ÉBOLI (para sí)

Un'arcana mestizia sul suo core pesa ognora.

Una secreta tristeza pesa sobre su corazón.

ISABEL Una canzon qui lieta risuonò.

ISABEL Una alegre canción oí aquí. (para sí)

Ahimè! sparirò i dì che lieto era il mio cor!

¡Ay de mí! Se han marchado aquellos días felices.

ESCENA TERCERA Rodrigo aparece por el fondo. Tebaldo se adelanta hasta él, le habla un momento en voz baja y luego regresa hasta donde está la Reina.

- 90 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

TEBALDO Il marchese di Posa, Grande di Spagna!

TEBALDO El marqués de Posa, Grande de España.

RODRIGO RODRIGO Signora! Señora, Per Vostra Maestà, vuestra augusta madre me l'augusta madre un foglio entregó en París un folio mi confidò in Parigi. para vuestra majestad. (Le da la carta y, disimuladamente, le entrega otro papel diciendo en voz baja) Leggete, in nome della Leedlo, en nombre grazia eterna. de la Gracia Eterna. (Alza la voz para que todos le oigan, como si siguiera la conversación acerca de la carta de su madre) Ecco il regal suggel, He aquí el sello real: i fiordalisi d’ôr. la flor de lis de oro. (Isabel permanece confusa unos momentos, inmóvil, mientras Rodrigo, para distraer la atención, se acerca a la princesa de Éboli) ÉBOLI Che mai si fa ne suolo francese così gentil, così cortese?

ÉBOLI (a Rodrigo) Y, ¿qué acontece en Francia siempre tan gentil y cortés?

RODRIGO D'un gran torneo si parla già, e del torneo il Re sarà.

RODRIGO Se habla de un torneo en que el Rey tomará parte.

ISABEL

ISABEL (aparte)

Ah! non ardisco…

¡Ah!, no me atrevo…

ÉBOLI Son le francesi gentili…

ÉBOLI ¿Son tan amables las francesas…

- 91 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL …aprirlo ancor; se il fo, tradisco del Re l'onor

ISABEL …a abrirlo; si lo hago traicionaré el honor del Rey.

ÉBOLI …tanto, e d'eleganza di grazia han vanto.

ÉBOLI …y tan elegantes y graciosas como presumen?

RODRIGO In voi brillar…

RODRIGO Sólo se verá brillar…

ISABEL Ah! perchè tremo!…

ISABEL ¿Por qué tiemblo?…

RODRIGO …sol si vedrà la grazia imsieme alla beltà.

RODRIGO …la gracia si está junto a vuestra belleza.

ÉBOLI E mai ver…

ÉBOLI ¿Y es cierto…

ISABEL …Questa alma è pura, è pura ancora…

ISABEL ¡Esta alma es pura, es pura!

ÉBOLI …che alle feste regali le francesi… …hanno tali beltà che solo in ciel trovan rivali?

ÉBOLI …que en la fiestas cortesanas las damas son tan bellas que sólo tienen rival en el Cielo?

ISABEL Dio mi legge…

ISABEL Dios me lee..

- 92 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

RODRIGO La più bella mancar…

RODRIGO Pero les faltará…

ÉBOLI Dite è ver?

ÉBOLI Decidme, ¿es verdad?

ISABEL …in cor!

ISABEL …el corazón.

RODRIGO …lor potrá.

RODRIGO …la más bella de todas.

ÉBOLI Nei balli a corte, pei nostri manti la seta e l'or sono eleganti?

ÉBOLI En los bailes de la Corte, ¿son elegantes nuestros mantos de oro y seda? (Isabel, resoluta, abre la nota con manos temblorosas y lee)

ISABEL «Per la memoria che ci lega, in nome d'un passato a me caro, v'affidate… …a costui, ven prego…»

ISABEL «Por el recuerdo que nos une, y en nombre de un pasado tan querido,os ruego que confiéis en el portador».

RODRIGO Tutto sta ben…

RODRIGO Todo está bien…

ISABEL “…Carlo.”

ISABEL «…Carlos»

RODRIGO …allor che s'ha la vostra grazia e la beltà.

RODRIGO …cuando se tiene vuestra gracia y belleza.

- 93 -

Alfredo J. Díaz

ISABEL Grata io son. Un favor chiedete alla Regina

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL (volviéndose hacia Rodrigo) Os estoy agradecida. Pedid un favor a vuestra Reina.

RODRIGO Accetto, e non per me.

RODRIGO Acepto, pero no para mí.

ISABEL

ISABEL (para sí)

Io mi sostengo appena!

Apenas me puedo sostener.

ÉBOLI Chi più degno di voi può sue brame veder appagate?

ÉBOLI ¿Quién es más digno que vos para ver sus deseos satisfechos?

ISABEL Oh, terror!

ISABEL ¡Oh, terror!

ÉBOLI Ditelo, chi?

ÉBOLI Decid, ¿quién?

ISABEL Chi mai?

ISABEL ¿Quién es?

RODRIGO Carlo ch'è sol il nostro amore vive nel duol su questo suol, e nessun sa quanto dolore del suo bel cor fa vizzo il fior. In voi la speme è di chi geme. S'abbia la pace ed il vigor; dato gli sia che vi riveda;

RODRIGO Carlos, a quien amamos, vive apesadumbrado, y nadie sabe cuánto dolor sufre su corazón. Aquél que gime confía en vos, para que le deis la paz y el vigor suficiente. Concededle que

- 94 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

se tornerà, se tornerà, salvo sarà.

os vuelva a ver. Si él puede regresar, será salvo.

ÉBOLI

ÉBOLI (aparte)

Un dì che presso a sua madre mi stava, vidi Carlo tremar… Amor avria, avria per me?

Un día que estaba cerca de la Reina vi a Carlos estremecerse… ¿Pudo ser por amor, por amor a mí?

ISABEL Crudel destino mio! rivederlo è morir…

ISABEL ¡Qué cruel es el destino conmigo! Volverlo a ver puede ser mi fin.

ÉBOLI Perchè lo cela a me?

ÉBOLI ¿Por qué él me lo oculta?

ISABEL …e morir!

ISABEL …puede ser mi muerte.

RODRIGO Ah! Carlo del Re suo genitore rinchiuso il cor ognor trovò; eppur non so chi dell'amore saria più degno, ah! inver nol so. Un sol, un solo detto d'amore sparir il duolo farà dal cor; dato gli sia che vi rideva; se tornerà, salvo sarà.

RODRIGO (a Isabel apremiándola) ¡Ah!, Carlos ha encontrado el corazón de su padre cerrado para él. Y aún no no sé quién puede ser más merecedor del amor, de verdad que no lo sé. Una sola palabra de amor hará desaparecer el dolor de su corazón. Si os puede ver otra vez, será salvo.

- 95 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ÉBOLI Amor… …avria, amor avria per me?

ÉBOLI ¿Podría haber amor, amor para mí?

ISABEL Ahimè! io mi sostengo appena!

ISABEL Ay, apenas me puedo sostener.

RODRIGO Dato gli sia che vi riveda…

RODRIGO Permitid que os vuelva a ver una vez más…

ÉBOLI Perchè… …lo cela, perchè celarlo a me?

ÉBOLI ¿Por qué me lo oculta? ¿Por qué él quiere ocultarlo?

ISABEL Gran Dio. Rivederlo è morir!

ISABEL ¡Santo Dios! Volverlo a ver sería morir.

RODRIGO …se tornerà, salvo sarà, se tornerà Carlo fia salvo.

RODRIGO …si él os viera una sola vez más estaría salvado.

ISABEL Va, pronta io son il figlio a riveder.

ISABEL Ve, estoy dispuesta a volver a ver a mi hijo.

ÉBOLI ÉBOLI Oserà mai, oserà mai? ¿Se atreverá? potesse aprirmi, Si pudiera abrirme aprirmi il cor? su corazón… (Rodrigo coge la mano de la princesa de Éboli y se alejan del lugar hablando en voz baja)

- 96 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ESCENA CUARTA Aparece Carlos guiado por Tebaldo. Rodrigo habla quedamente a éste último, que entra en el convento. Carlos se acerca lentamente hasta Isabel y se inclina sin mirarla. Isabel, conteniendo a duras penas su emoción, ordena a Carlos con un gesto que se acerque. Rodrigo y la princesa de Éboli intercambian señas con las damas de compañía de la reina, se alejan y terminan por perderse entre los árboles. La condesa de Aremberg y dos damas quedan solas y confusas ante la actitud que deben tomar. Después, lentamente, deciden alejarse. CARLOS Io vengo a domandar grazia alla mia Regina; quella che in cor del Re, tiene il posto primiero sola potrà ottener queta grazia per me. Quest'aura m'è fatale, m'oprime, mi tortura, come il pensier d'una sventura. Ch'io parta! n'è mestier! Andar mi faccia il Re nelle Fiandre.

CARLOS Vengo a solicitar una gracia de mi Reina. Sólo ella podrá obtener este favor para mí, ella que tiene el favor del corazón del Rey. Este ambiente me es fatal, me oprime, me tortura, como el presagio de una desgracia. Es necesario que pueda partir. Es imprescindible que el Rey me deje ir a Flandes.

ISABEL Mio figlio!

ISABEL ¡Hijo mío!

CARLOS

CARLOS (perdiendo el control) Tal nome no; Ese nombre no; quizá el ma quel d'altra volta! otro, el de la otra vez… Infelice! più non reggo! pietà! Infeliz. No puedo más. soffersi tanto! pietà! Piedad. He sufrido tanto… Il ciel avaro un giorno El Cielo avaro sólo me sol mi diè, concedió un día para poi rapillo a me! después arrebatármelo todo. (Rodrigo y la princesa de Éboli atraviesan la escena conversando)

- 97 -

Alfredo J. Díaz

ISABEL

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL (con refrenada emoción) Príncipe, si Felipe quiere oír mi ruego, bien podéis partir mañana hacia Flandes.

Prence, se Filippo udire vorrà la mia preghiera, per la Fiandra da lui rimessa in vostra man, voi ben potrete partir doman. (Rodrigo y Éboli han desaparecido. Isabel hace un gesto de despedida a Carlos y quiere alejarse) CARLOS Ciel! non un sol, un sol detto, pel meschino ch'esul sen va! Ah! perchè mai parlar non sento nel vostro cor la pietà? Ahimè! quest'alma è oppresa, ho in core un gel… Insan! Piansi, pregai nel mio delirio, mi volsi a un gelido marmo d'avel!

CARLOS ¡Cielos! Ni una sola palabra para el infeliz que va al destierro. ¿Por qué no oigo la piedad en vuestro corazón cuando me habláis? ¡Ay de mí! Esta alma está oprimida, con el corazón helado. ¡Insensato! Lloré, rogué en mi delirio al frío mármol de una tumba.

ISABEL Perchè d'indifferenza il core accusar? Capir dovreste questo nobil silenzio. Il dover, come un raggio al guardo mio brillò; guidata da quel raggio io moverò. La speme pongo in Dio, nell'innocenza.

ISABEL ¿Por qué acusas a mi corazón de indiferencia? Deberías entender este noble silencio. El deber pasó ante mis ojos como un rayo. Guiada por ese rayo así actuaré. Mi esperanza pongo en Dios y en mi inocencia.

- 98 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CARLOS Perduto ben, mio sol tesor, ah!, tu splendor di mia vita! Udir almen ti poss'ancor. Quest'alma ai detti tuoi schiuder si vede il ciel!

CARLOS Amor perdido, tesoro mío, esplendor de mi vida; que al menos pueda oír tus palabras. Al sonido de tu voz mi alma ve el cielo abierto.

ISABEL Clemente Iddio, così bel cor, acqueti il suo duol nell'obblio, o Carlo addio; su questa terra vivendo accanto a te mi crederei nel ciel!

ISABEL Oh, Dios clemente, acalla las penas de su noble corazón y déjalas morir en el olvido. Carlos, adiós. Creería estar en el cielo si pudiera vivir contigo en esta tierra.

CARLOS CARLOS O prodigio! Il mio cor ¡Oh, prodigio! Mi corazón s'affida, si consola; se colma de esperanza y il sovvenir del dolor consuelo. El recuerdo de s'invola, il ciel la pesadumbre desaparece. pietà sentì El cielo se ha apiadado di tanto duol. de tanto dolor. Isabella, al tuo pie' Isabel, moriré, pero de morir io vo' d'amor. amor, a tus pies. (Carlos cae desmayado. Isabel, asustada, lo toma en sus brazos) ISABEL Giusto ciel, la vita già manca nell'occhio suo che lagrimò. Bontà celeste, deh! tu rinfranca quel nobil core che si penò. Ahimè! il dolor l'uccide…

ISABEL ¡Santo Cielo! Se le escapa la vida por esos ojos doloridos. Señor, reaviva su noble corazón que tanto ha sufrido. Dios mío, el dolor le consume… Entre mis brazos veré morir de

- 99 -

Alfredo J. Díaz

Tra queste braccia io lo vedrò morir d'affano, morir d'amore colui che il ciel mi destinò!

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

angustia y de amor al hombre que el Cielo me destinó. (Volviendo en sí)

CARLOS Qual voce a me dal ciel scende a parlar d'amor? Elisabetta! tu, bell'adorata,…

CARLOS ¿Qué voz baja del Cielo para hablarme de amor? Isabel, eres tú, mi hermosa amada…

ISABEL O delirio, o terror!

ISABEL ¡Oh, locura! ¡Oh, terror!

CARLOS …assisa accanto a me come ti vidi un di! Ah! il ciel s'illuminò, la selva rifiori!

CARLOS …sentada junto a mí como te vi una vez. Ah, el cielo se iluminó, el bosque floreció.

ISABEL Egli muore!… …O ciel, pietà di me!

ISABEL Se muere… ¡Oh, Cielos! Apiadaos de mí. (Isabel se alza)

CARLOS O mio tesor! sei tu…

CARLOS Tesoro mío, tú eres…

ISABEL Gran Dio!

ISABEL ¡Santo Dios!

CARLOS …mio dolce amor! Sei tu!…

CARLOS …mi dulce amor. Eres tú…

- 100 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL Giusto ciel!

ISABEL ¡Justo Cielo!

CARLOS …bell'adorata, sei tu!

CARLOS …mi hermosa amada, eres tú.

ISABEL Ah, giusto cielo! giusto cielo!

ISABEL ¡Santo cielo! ¡Santo Dios!

CARLOS Alla mia tomba, al sonno dell'avel sottrarmi perchè vuoi, spietato ciel!

CARLOS ¿Por qué quieres sustraerme de mi tumba, del sueño de la sepultura, despiadado cielo?

ISABEL Oh! Carlo! Oh, Carlo!

ISABEL ¡Oh, Carlos! ¡Carlos!

CARLOS CARLOS Sotto al mio piè Que la tierra se abra si dischiuda la terra, a mis pies, il capo mio sia que un rayo me dal fulmin colpito. abra la cabeza. Io t'amo, io t'amo, Te amo, Isabel. io t'amo Elisabetta, El resto del mundo il mondo è a me sparito, ha desaparecido sparito a me! para mí. (Toma a Isabel entre sus brazos y ésta retrocede soltándose violentamente) ISABEL Compi l'opra, a svenar corri il padre, ed allor del suo sangue macchiato, ed allor del suo sangue

ISABEL Termina tu obra, ve y mata a tu padre, y después, manchado con su sangre, sí, después,

- 101 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

macchiato, all'altar puoi condurre la… …madre…

podrás llevar hasta el altar a tu propia madre.

CARLO

CARLOS (horrorizado) ¡Ah!

Ah! ISABEL …ed allor all'altar puoi condurre la madre… Va… va… e svena tuo padre!

ISABEL …y entonces podrás conducir a tu madre hasta el altar. Ve… ve… y mata a tu padre (Retrocediendo con espanto y huyendo desesperado)

CARLOS O, maledetto io son!

CARLOS ¡Ah, estoy maldito!

ISABEL Ah! Iddio su noi vegliò!

ISABEL ¡El Señor nos vigila! (Isabel cae de rodillas) ¡Señor! ¡Señor!

Signor! Signor!

TEBALDO Il Re!

ESCENA QUINTA Tebaldo entra precipitadamente en escena. TEBALDO ¡El Rey!

Entra Felipe II acompañado por Grandes de España y nobles, entre los cuales se hallan Rodrigo y la princesa de Éboli. FELIPE Perchè sola è la Regina? Non una dama almeno presso di voi serbaste?

FELIPE ¿Por qué está sola la Reina? ¿Ni siquiera dejasteis una dama a

- 102 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Nota non v'è la legge mia regal? vuestro lado? ¿No conocéis Quale dama d'onor mi mandato real? ¿Qué dama esser dovea con voi? de honor debía estar con vos? (La condesa de Aremberg sale del grupo, temblorosa, y se presenta ante el Rey) FELIPE Contessa, al nuovo dì in Francia tornerete.

FELIPE Condesa, tan pronto como amanezca volveréis a Francia.

CORO CORO Ah! la Regina egli offende! ¡Ah! Él ofende a la Reina. (La Condesa inclina la cabeza y va a retirarse pero Isabel la detiene afectuosamente. Entran otras damas) ISABEL

ISABEL (consolando a la Condesa) Non pianger, mia compagna, No llores, amiga mía, non pianger no, mitiga tu dolor. lenisci il tuo dolor. Has sido desterrada de Bandita sei di Spagna, España pero no de mi ma non da questo cor. corazón. Mis primeros días Con te del viver mio contigo fueron felices. fu lieta l'alba ancor; Regresa a nuestra tierra ritorna al suol natio, y contigo irá mi corazón. ti seguirà il mio cor,ah! ti seguirà il mio cor, ah! ti seguirà, ti seguirà il mio cor! (Isabel se quita un anillo que entrega a la Condesa) ISABEL Ricevi estremo pegno, un pegno di tutto il mio favor; cela l'oltraggio indegno onde arrossisco ancor. Non dir del pianto mio, del crudo mio dolor.

ISABEL Tomad este recuerdo, un recuerdo por toda mi gratitud. Disimula el indigno ultraje del que todavía me avergüenzo.

- 103 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Ritorna al suol natio… ti seguirà il mio cor!

No hables de mis lágrimas ni de mi dolor.

RODRIGO, DAMAS, CABALLEROS Spirto gentil e…

RODRIGO, DAMAS, CABALLEROS Espíritu generoso…

FELIPE Come al cospetto…

FELIPE En mi presencia…

RODRIGO, DAMAS, CABALLEROS …pio, acqueta il tuo dolor. Spirto gentil e pio…

RODRIGO, DAMAS, CABALLEROS …y piadoso. Deja que se calme tu dolor. Espíritu generoso y piadoso…

FELIPE …mio infringe un nobil cor! Come al sospetto mio…

FELIPE …finge un corazón noble. En mi presencia…

ISABEL ISABEL Ritorna al suol, Regresa a nuestra al suol natio, a nuestra tierra, coi voti del cor, con los mejores del mio cor. deseos de mi corazón La Reina, llorando, se separa de la condesa de Aremberg y sale apoyada en la princesa de Éboli; el resto de las damas les siguen. Rodrigo se dispone a partir pero Felipe II le hace una señal para que se quede. ESCENA SEXTA FELIPE FELIPE Restate! ¡Quedaos! (Rodrigo se arrodilla; luego se acerca al Rey y se cubre sin muestra alguna de turbación) Al mio regal cospetto ¿Por qué aún no habéis perchè d'esser ammesso solicitado audiencia?

- 104 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

voi non chiedeste ancor? Io so ricompensar tutti i miei difensor; voi serviste, lo so, fido alla mia corona.

Yo sé recompensar a todos mis adictos. Vos habéis servido fielmente a la Corona, lo sé.

RODRIGO Sperar che mai potrei dal favore dei Re? Sire, pago son io, la legge è scudo a me.

RODRIGO ¿Qué más podría esperar del favor del Rey? Majestad, ya estoy recompensado; la ley es mi defensa.

FELIPE Amo uno spirto altier. L'audacia perdono… non sempre…! Voi lasciaste il mestier della guerra un uomo come voi, soldato d'alta stirpe inerte può restar?

FELIPE Me gustan los espíritus altivos Perdono la audacia… no siempre. Vos dejasteis el servicio de armas. ¿Puede un hombre como vos, soldado de alta estirpe, permanecer inactivo?

RODRIGO Ove alla Spagna una spada bisogni, una vindice man, un custode all'onor, bentoso brillerà la mia di sangue intrisa!

RODRIGO Allá donde España necesite una espada, una mano vengadora, un custodio del honor, ahí brillará la mía reluciente de sangre.

FELIPE Ben lo so… ma per voi che far poss'io?

FELIPE Bien lo sé… Pero, ¿qué puedo hacer por vos?

- 105 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

RODRIGO Nulla! No, nulla per me! Ma per altri…

RODRIGO ¡Nada! No, nada por mí, pero por otros…

FELIPE Che vuoi dire? Per altri?

FELIPE ¿Qué decís? ¿Por otros?

RODRIGO Io parlerò, Sire, se grave non v'è!

RODRIGO Hablaré, majestad, si no os es molesto.

FELIPE Favella!

FELIPE ¡Hablad!

RODRIGO O, Signor, di fiandra arrivo, quel paese un dì sì bel; d'ogni luce or fatto privo ispira orror, par muto avel! L'orfanel che non ha loco per le vie piangendo va; tutto struggon ferro e foco, bandita è la pietà! La riviera che rosseggia scorrer sangue al guardo par; della madre il grido eccheggia pei figliuoli che spirâr. Ah! sia benedetto Iddio, che narrar lascia a me questa cruda agonia perchè sia nota al Re.

RODRIGO Majestad, acabo de volver de Flandes, tan bello país no hace mucho, hoy sin luz y mudo como una tumba. Los caminos están llenos de huérfanos que lloran por su suerte. Todo ha sido destruido por el fuego, y la piedad ha sido desterrada. Por los ríos parece correr sangre y no agua. Estremece el grito de las madres por los hijos que no volverán a ver. Bendito sea el Señor que me ha permitido contaros esta cruel agonía para que lo sepa el Rey.

FELIPE Col sangue sol potei

FELIPE Sólo con la sangre se puede

- 106 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

la pace aver del mondo; il brando mio calcò l'orgoglio ai novator, che illudono le genti coi sogni mentitor! La morte in questa man ha un avvenir fecondo.

lograr la paz del mundo. Mi espada aplastó el orgullo de los reformadores que ilusionan al pueblo con sueños falaces… La muerte tiene un porvenir fecundo en esta mano.

RODRIGO Che! Voi pensate, seminando morte piantar per gli anni eterni?

RODRIGO ¿Qué?¿Pensáis que podéis cosechar algo si la siembra ha sido la muerte?

FELIPE Volgi un guardo alle Spagne! L'artigian cittadin, la plebe alle campagne a Dio fedel e al Re un lamento non ha! La pace istessa io dono alle mie Fiandre!

FELIPE ¡Vuelve tu mirada hacia España! El artesano en la ciudad, el labrador en los campos, son fieles a Dios y al Rey sin lamentarse. Esa misma paz le doy yo a Flandes.

RODRIGO Orrenda, orrenda pace! la pace è dei sepolcri! O Re! non abbia mai di voi l'istoria a dir: Ei fu Neròn! Quest'è la pace che voi date al mondo? Desta tal don terror, orror profondo! E un carnefice il prete,

RODRIGO ¡Una horrenda y terrorífica paz! ¡La paz de los sepulcros! Majestad, que la Historia nunca tenga que decir de vos: ¡Él fue Nerón! ¿Es esta la paz que queréis dar al mundo? Es un regalo que despierta terror. El sacerdote es un verdugo, un bandido cualquier soldado. El

- 107 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

un bandito ogni armier! Il popol geme e si spegne tacendo, è il vostro imper deserto, immenso,orrendo, s'ode ognun a Filippo maledir, sì, maledir! Come un Dio redentor, l'orbe inter rinnovate v'ergerte a vol sublime, sovra d'ogn'altro Re! Per voi si allieti il mondo date la libertà!

pueblo gime y muere callando. Vuestro imperio es un desierto inmenso donde todos maldicen, sí, maldicen a Felipe. Renovad el mundo entero como si fuerais un dios redentor. Alzaos en un sublime vuelo sobre la memoria de otros reyes. Con vos el mundo puede ser más feliz. ¡Dadle la libertad!

FELIPE Oh! strano sognator! Tu muterai pensier se il cor dell'uom conoscerai, qual Filippo il conosce. Or non più! Ha nulla inteso il Re, non temer, ma ti guarda dal Grande Inquisitore!

FELIPE ¡Ah, extraño soñador! Cambiaríais de parecer si conocierais el corazón humano como lo conoce vuestro Rey. Ahora… basta. El Rey no ha escuchado nada… no temáis. Pero guardaos del Gran Inquisidor.

RODRIGO Che! Sire!

RODRIGO ¿Cómo? ¡Majestad!

FELIPE Tu resti in mia regal presencia e nulla ancora hai domandato al Re? Io voglio averti a me d'acccanto!

FELIPE Habéis estado en mi presencia y nada habéis pedido al Rey. Deseo que os quedéis a mi lado.

RODRIGO Sire! No!

RODRIGO No, Majestad.

- 108 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Quel ch'io son restar io vo'!

Prefiero permanecer como hasta ahora.

FELIPE Sei troppo altier! Osò lo sguardo tuo penetrar il mio soglio. Del capo mio, che grava la corona, l'angoscia apprendi e il duol! Guarda or tu la mia reggia! l'affano la circonda, sgraziato genitor! sposo più triste ancor!

FELIPE ¡Sois demasiado orgulloso! Tu mirada osó penetrar los secretos del trono. Sabes de la angustia y el dolor que me ciñe la corona. Cuida ahora de mi casa. La ansiedad la rodea, soy un padre desgraciado, y aún más triste marido.

RODRIGO Sire, che dite mai?

RODRIGO ¿Qué decís, Majestad?

FELIPE La Regina…un sospetto mi turba…mio figlio…

FELIPE La Reina…una sospecha me tortura… Mi hijo…

RODRIGO Fiera ha l'alma insieme pura!

RODRIGO (con ímpetu) ¡Su alma es pura y noble!

FELIPE

FELIPE (con expresión de dolor) Nulla val sotto al ciel Nada vale bajo el cielo el il ben ch'ei tolse a me! bien que él me ha robado. (Rodrigo, asustado, mira a Felipe sin contestar) Il lor destin affido a te! Te confío sus destinos. Scruta quei cor, Escruta esos corazones que che un folle amor trascina. avanzan hacia un amor sin

- 109 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Sempre lecito è a te di scontrar la Regina! Tu, che sol sei un uom fra lo stuol uman, ripongo il cor nella leal tua man!

juicio. Te estará permitido acercarte siempre a la Reina. Tú, que sólo eres un hombre, entre esta humana muchedumbre, en tu lealtad confía mi corazón.

RODRIGO

RODRIGO (aparte)

Inaspettata aurora in ciel appar!

Un inesperado amanecer despunta en el cielo.

FELIPE In tua man!

FELIPE En tus manos queda.

RODRIGO S'aprì quel cor che niun potè scrutar!

RODRIGO Se abrió el corazón que nadie logró escrutar.

FELIPE Possa contanto dì la pace a me tornar!

FELIPE Ojalá algún día me pueda volver la paz.

RODRIGO Inaspettata aurora in ciel appar!

RODRIGO Un inesperado amanecer despunta en el cielo.

FELIPE Possa in tal dì…

FELIPE Que pueda desde este día…

RODRIGO Oh! sogno mio divin!

RODRIGO ¡Oh, sueño divino!

FELIPE …la pace a me…

FELIPE …volverme la paz…

- 110 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

RODRIGO Oh! sogno mio divin!

RODRIGO Oh, sueño maravilloso!

FELIPE …la pace a me…

FELIPE …volverme la paz…

RODRIGO Oh, gloriosa speme!

RODRIGO ¡Oh, gloriosa esperanza!

FELIPE …tornar!

FELIPE …que pueda volver la paz. (El Rey extiende la mano a Rodrigo que se la besa doblando una rodilla) Ti guarda dal Grande Inquisitor! Guárdate del Gran Ti guarda! Inquisidor. ¡Guárdate! Ti guarda! ¡Guárdate! RODRIGO Sire!

RODRIGO ¡Majestad! CAE RÁPIDAMENTE EL TELÓN

FIN DEL SEGUNDO ACTO

- 111 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

TERCER ACTO PRIMERA PARTE

JARDINES DE LA REINA

Estamos en los jardines de la Reina en Madrid, un bosquecillo cerrado. Al fondo hay, bajo un arco de enredaderas, una estatua con una fuente. La noche es clara. ESCENA PRIMERA CARLOS “A mezzanotte ai giardin della Regina sotto gli allôr della fonte vicina”. E mezzanotte: mi par udir il mormorio del vicino fonte… Ebbro d'amor, ebbro di gioia il core! Elisabetta, mio ben, mio ben, mio tesor, a me vien!…

CARLOS «A medianoche, en los jardines de la Reina, bajo los laureles que están junto a la fuente». Es medianoche; me parece oír el murmullo de la fuente… Mi corazón está ebrio de amor y alegría. Isabel, amor mío, mi bien, mi tesoro, ven a mí…

ESCENA SEGUNDA Aparece la princesa de Éboli enmascarada. Carlos la confunde con la Reina. CARLOS Sei tu, sei tu, bell'adorata, che appari in mezzo ai fior! Sei tu, sei tu! l'alma beata già scorda il suo dolor! O tu cagion del mio contento, tu, parlarti posso almen! O tu cagion del mio tormento,

CARLOS Eres tú, tú eres, mi bella amada, que de entre las flores apareces. Eres tú, tú eres, mi alma ya feliz olvida su dolor. Eres la razón de mi alegría. Al menos puedo hablarte. Eres

- 112 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

sei tu, amor mio, sei tu, mio ben!

la razón de mi tormento, amor mío, mi bien.

ÉBOLI Un tanto amor è gioia a me suprema! Amata, amata io son!

ÉBOLI Tan gran amor significa una dicha suprema para mí. Soy amada.

CARLOS L'Universo obliam! te sola, o cara, io bramo! Passato più non ho, non penso all'avvenir! Io t'amo! Io t'amo!

CARLOS Olvidemos el universo entero, sólo a ti te deseo. No tengo pasado, no pienso en el futuro. ¡Te amo! ¡Te amo!

ÉBOLI Possa l'amor il tuo cor… al mio cor… il tuo cor… sempre unir!

ÉBOLI Que el amor logre unir tu corazón al mío.

CARLO L'Universo obliam, la vita e il ciel istesso!… …Io t'amo! io t'amo!

CARLOS Olvidemos el universo entero, la vida y el cielo… Yo te amo, ¡te amo!

ÉBOLI Oh! gioia suprema!

ÉBOLI ¡Qué felicidad suprema! La princesa de Éboli descubre su rostro.

CARLOS Ciel! Non è la Regina!

CARLOS ¡Cielos, no es la Reina! (Carlos reacciona con sorpresa y desilusión)

- 113 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ÉBOLI Ahimè! qual mai pensiero vi tien pallido, immoto, e fa gelido il labbro? Quale spettro si leva fra noi? Non credete al mio cor, che sol batte per voi? V'è ignoto forse, ignoto ancora, qual fier agguato a' piedi vostri sta? Sul vostro capo, ad ora, ad ora la folgore del ciel piombar potrà!

ÉBOLI ¡Ay de mí! ¿Qué pensamiento maligno os hace palidecer e inmoviliza, y os deja los labios yertos? ¿Qué espectro se alza entre nosotros? ¿No creéis en mi corazón, que late sólo por vos? ¿Acaso ignoráis la emboscada que se os tiende? En cualquier momento puede caer sobre vuestra cabeza la furia del cielo.

CARLOS Deh! Nol credete: ad ora, ad ora più denso vedo delle nubi il vel; su questo capo lo vego ognora pronto a scoppiar la folgore del ciel!

CARLOS No lo creáis: minuto a minuto más densos veo los nubarrones. Está próximo el día en que el cielo descargue su ira sobre mí.

ÉBOLI Udii dal padre, da Posa istesso in tuon sinistro di voi parlar.

ÉBOLI Oí a vuestro padre y al marqués de Posa hablar de vos en un tono oscuro.

CARLOS Rodrigo!

CARLOS ¡Rodrigo!

ÉBOLI Salvarvi poss'io. Io v'amo!

ÉBOLI Yo os puedo salvar. ¡Yo os amo!

- 114 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CARLOS Qual mistero… …a me si rivelò! Qual mistero!

CARLOS ¡Qué secreto… …se me ha revelado! ¡Qué misterio!

ÉBOLI Salvarvi poss'io, salvarvi poss'io! Io v'amo!… …Ah, Carlo!

ÉBOLI Yo os puedo salvar, os puedo salvar. Os amo, ¡ah, Carlos!

CARLOS Il vostro inver celeste è un core ma chiuso il mio restar al gaudio de'! Noi facemmo ambedue un sogno strano in notte sì gentil, tra il profumo dei fior.

CARLOS Tenéis un corazón de ángel pero el mío debe quedar cerrado a la felicidad. Los dos tuvimos un extraño sueño en esta encantadora noche, entre el perfume de estas hermosas flores.

ÉBOLI Un sogno! o ciel! Quelle parole ardenti ad altra credeste rivolgere illuso. Qual balen! Qual mister!… Voi la Regina amate!

ÉBOLI ¡Un sueño! ¡Cielo santo! Vos dijisteis esas ardientes palabras pensando en otra. ¡Qué impenetrable misterio!… ¡Vos amáis a la Reina!

CARLOS Pietà!

CARLOS (aterrorizado) ¡Piedad!

- 115 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ESCENA TERCERA RODRIGO Che disse mai! Egli è deliro, non merta fe, demente egli è!

RODRIGO ¡Qué decís! Está delirando. No podéis creer lo que dice. Se ha vuelto loco.

ÉBOLI Io nel suo cor lessi l'amor or noto è a me. Ei se perdè.

ÉBOLI He leído el amor en su corazón; lo sé. Se ha perdido.

RODRIGO Che vuoi dir?

RODRIGO ¿Qué queréis decir?

ÉBOLI Tutto io so!

ÉBOLI ¡Lo sé todo!

RODRIGO Che vuoi dir? Sciagurata! Trema! Io son…

RODRIGO ¿Que queréis decir? ¡Desdichada! ¡Tened cuidado! Yo soy…

ÉBOLI L'intimo sei del Re. Ignoto non è a me. Ma una nemica io son formidabil, possente; m'è noto il tuo poter il mio t'è ignoto ancor.

ÉBOLI El favorito del Rey, bien lo sé. Pero yo soy una enemiga formidable, poderosa. Conozco tu poder pero vos ignoráis cual es el mío.

RODRIGO Che mai pretendi dir?

RODRIGO ¿Qué pretendéis insinuar?

- 116 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ÉBOLI Nulla. Al mio furor sfuggito invano, il suo destin è in questa mano.

ÉBOLI Nada. En vano huiréis de mi furor. Su destino está en mis manos.

RODRIGO Parlar dovete, a noi svelate qual mai pensiero vi trasse qui.

RODRIGO Debéis hablar y revelarnos qué propósito os trajo acá.

ÉBOLI Io son la tigre al cor ferita, alla vendetta l'offessa invita.

ÉBOLI Soy una tigresa herida en el corazón y la ofensa invita a la venganza.

RODRIGO Su voi del ciel cadrà il furor, degli innocenti è il protettor.

RODRIGO Sobre vos caerá la furia del Cielo, porque de los inocentes es el protector.

ÉBOLI Il mio furor… sfuggite invano è il suo destin in questa mano. Il mio furor sfuggite, ecc. Ah! voi m'avete in cor ferita, alla vendetta l'offessa invita, ecc. Il mio furor su di voi piomberà.

ÉBOLI No podéis escapar de mi furor. Su destino está en mis manos. No podéis escapar… Me habéis herido en el corazón y la ofensa invita a la venganza… Mi cólera caerá sobre vos.

CARLOS Stolto fui! Stolto fui! O destin spietato! D'una madre ho

CARLOS ¡He sido un tonto! ¡Oh, despiadado destino! He deshonrado el nombre de

- 117 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

il nome macchiato! Sol Iddio indagar potrà, se questo cor colpa non ha. Sol Iddio… O destin, oh destin spietato! Ho d'una madre macchiatro l'onor! Sol Iddio, ecc.

una madre. Sólo Dios sabe que este corazón no es culpable. Sólo Dios sabe…. ¡Oh, despiadado destino! He deshonrado el honor de una madre. Sólo Dios sabe…

RODRIGO Su voi del ciel cadrà il furor… Parlate dovete, ecc.

RODRIGO Caerá sobre vos la ira del Cielo… Debéis hablar…

ÉBOLI Ed io, che tremava al suo aspetto!… Ella volea -questa santa novelladi celesti virtù mascherando il suo cor, il piacere libar ed intera la coppa vuotar dell'amor. Ah! per mia fe!… fu ben ardita!

ÉBOLI Y yo que temblaba en su presencia… Ella quería -santificado sea este díalibar el placer y apurar el cáliz del amor enmascarando su corazón con inmaculada virtud. ¡Ah! A fe mía que fue audaz.

RODRIGO Tu qui morrai!

RODRIGO ¡Vas a morir aquí mismo! (Rodrigo desnuda un puñal. Carlos le retiene el brazo)

CARLOS Rodrigo!

CARLOS ¡Rodrigo!

RODRIGO Il velen,

RODRIGO Esos acusadores labios

- 118 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ancora non stillò quel labbro maledetto!

aún no han destilado todo el veneno.

CARLOS Rodrigo, frena il cor.

CARLOS Rodrigo, frena tu ira.

ÉBOLI Perchè tardi a ferir?

ÉBOLI (a Rodrigo) ¿Qué esperas para herirme?

RODRIGO No!

RODRIGO ¡No!

ÉBOLI Non indugiar ancor!

ÉBOLI ¡No te demores más!

RODRIGO No!

RODRIGO ¡No!

ÉBOLI Perchè tardi?

ÉBOLI ¿Por qué tardas tanto?

RODRIGO No, una speme mi resta; m'ispirerà il Signor.

RODRIGO Aún me queda una esperanza. El Señor me inspirará.

ÉBOLI Trema per te, falso figliuolo, la mia vendetta arriva già. Trema per te, fra poco il suolo, sotto il tuo pie' si schiuderà!

ÉBOLI Teme por ti, hijo traidor, mi venganza está proxima. Teme por ti, dentro de poco el suelo se abrirá bajo tus pies.

- 119 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

RODRIGO Tacere tu dêi; rispeta il duolo,…

RODRIGO ¡Callaos! Respetad el dolor…

CARLOS Tutt'ella sa!

CARLOS Ella lo sabe todo…

RODRIGO …o un Dio…

RODRIGO …o un Dios…

ÉBOLI Trema!

ÉBOLI ¡Tiembla!

RODRIGO …severo ti punirà!

RODRIGO …severo os castigará.

CARLOS Tutt'ella sa!

CARLOS Ella lo sabe todo.

RODRIGO Tacer tu dêi…

RODRIGO Callaos…

ÉBOLI Trema!

ÉBOLI ¡Tiembla!

RODRIGO …o per te il suolo…

RODRIGO …o el suelo…

CARLOS Tremendo duolo!

CARLOS ¡Qué tremenda agonía!

RODRIGO …sotto il tuo pie' si…

RODRIGO …bajo vuestros pies…

- 120 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

RODRIGO …schiuderà, sì, tacer tu dêi, sì, tacer tu dêi, o per te il suol si schiuderà,…

RODRIGO …se abrirá, Callaos, sí, debéis guardar silencio o la tierra os tragará…

ÉBOLI Tremar tu dêi, tremar…

ÉBOLI Debes temerme, temblar…

CARLOS Opresso il cor, forza non ha: tutto ella sa, tutto ella sa!

CARLOS No tengo fuerzas con el corazón oprimido. Lo sabe todo. ¡Ella lo sabe todo!

RODRIGO …o per te il suolo si schiuderà.

RODRIGO …o el suelo se abrirá ante vos.

ÉBOLI Trema per te, falso figliuolo, la mia vendetta arriva già. Trema per te, fra poco il suolo sotto il tuo pie' si schiuderà! Tremar, tremar, tremar tu dêi, ecc. fra poco il suolo sotto il tuo pie' si schiuderà, sotto al tuo pie'!

ÉBOLI Teme por ti, hijo traidor, mi venganza se acerca. Teme por ti, dentro de poco el suelo se abrirá a tus pies. Temer, padecer, tú debes temerme… dentro de poco el suelo se abrirá bajo tus pies, se abrirá bajo tus pies.

CARLOS Tutt'ella sa! tremendo duolo! Oppresso il cor forza non ha. Tutto ella sa! nè ancora il suolo

CARLOS Ella lo sabe todo. Qúe tremendo dolor. Mi oprimido corazón ha extinguido mis fuerzas. Ella lo sabe todo.

- 121 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

sotto il mio pie' si schiuderà! Ah! questo suolo, questo suolo si schiuderà, ecc. sott'al mio pie'! RODRIGO Tacer tu dêi; rispetta il duolo, o un Dio sever ti punirà. Tacer tu de', o per te il suolo sotto il tuo pie' si schiuderà! Tacer tu de'; o per te, ecc. Tacer tu de'… ah! trema che il suolo sott'il tuo pie' si schiuderà!

Y ahora el suelo se abrirá bajo mis pies. ¡Ah, este suelo… este suelo se abrirá… bajo mis pies! RODRIGO Debéis callar; respetad el dolor o un Dios severo os castigará. Callaos o será por vos por quien se abrirá la tierra. Callaos… temblad porque el suelo no se abra a vuestros pies. (La princesa de Éboli les deja furiosa) ESCENA CUARTA

RODRIGO Carlo, se mai su te fogli importanti serbi, qualche nota, un segreto, a me affidarli dêi.

RODRIGO Carlos, si llevas encima algún documento importante, cualquier nota, un secreto, debéis confiármelos.

CARLOS A te! all'intimo del Re!

CARLOS ¿A ti? ¿Al íntimo del Rey?

RODRIGO Sospetti tu di me?… di me? sospetti di me?

RODRIGO ¿Sospechas de mí? ¿De mí? ¿Sospechas de mí?

CARLOS No, no; del mio cor

CARLOS No, no; eres la única

- 122 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

sei la speranza. Questo cor che sì t'amò a te schiudere non può. In te riposi ogni fidanza: sì, questi fogli importanti ti do. importantes legajos.

esperanza que me resta. Este corazón que te ha amado tanto no puede cerrarse a ti. En ti puse toda mi confianza. Toma estos

RODRIGO Carlo, tu puoi… …tu puoi fidare in me, puoi fidare in me.

RODRIGO Carlos, puedes confiar en mí. Puedes tener confianza en mí.

CARLOS Io m'abbandono a te, m'abbandono a te.

CARLOS En tus manos quedo. Me entrego por completo.

SEGUNDA PARTE

NUESTRA SEÑORA DE ATOCHA

Una gran plaza delante de la catedral de Nuestra Señora de Atocha. A la derecha, la iglesia, a la que se llega por una gran escalinata. Al fondo, otra escalinata lleva a una plazuela inferior en medio de la cual se yergue una pira, aún sin encender, de la que se ve la parte superior, es decir, los mástiles de las futuras hogueras. Grandes palacios y colinas lejanas enmarcan el horizonte. Las campanas repican a fiesta. La gente, apenas contenida por los alabarderos, invade el escenario. ESCENA PRIMERA El pueblo aguarda impaciente en la gran explanada. Luego aparecen los frailes que arrastran a los condenados. PUEBLO Spuntato ecco il dì d'esultanza, onore, onor al più grande dei Regi! In esso hanno i popol fidanza, il mondo è prostrato al suo pie'! Il nostro amor

PUEBLO ¡Ha llegado el día de regocijo, honor al más grande de los Reyes! En él han depositado los pueblos su confianza. El mundo se postra a sus pies. Nuestra - 123 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ovunque l'accompagna, devoción le sigue por todas e questo amor partes, y este amor nunca giammai non scemerà, no! morirá. Il nome suo è Su nombre es el orgullo l'orgoglio della Spagna, de las Españas y debe vivir e viver deve nell'eternità! por toda la eternidad. (Los monjes atraviesan toda la escena conduciendo a los condenados por el Santo Oficio) MONJES MONJES Il dì spuntò, dì del terrore, ¡Llegó el día, el día il dì tremendo, il dì feral! terrorífico, el día Morran, morran! tremendo, el día fatal! Giusto è il rigore, ¡Morirán, morirán! giusto gli è il rigor Justo es el rigor dell'Immortal. del Inmortal. Ma di perdon voce suprema Pero una voz suprema de all'anatema succederà, perdón le llegará al se il peccator all'ora strema pecador que se arrepienta si pentirà! en el extremo momento. (El pueblo, silencioso algunos momentos, prosigue luego con sus gritos de júbilo. Los frailes se alejan. Las campanas vuelven a repicar) PUEBLO Spuntato è il dì d'esultanza, onor al più grande dei Re!… Onor al Re!… Ei vivrà nell'eternità!… Onor al Re!

PUEBLO ¡Ha llegado el día de regocijo, honor al más grande de los Reyes! Honor al Rey que vivirá por toda la eternidad.

ESCENA SEGUNDA El cortejo real sale de palacio. Todas las corporaciones del Estado, toda la Corte, los Diputados de todas las cortes de las Españas, los Grandes de España, salen hacia la iglesia. Rodrigo está en medio de todos ellos; la Reina, entre sus damas. Tebaldo lleva el manto de Isabel. El cortejo se alinea entre las gradas de la iglesia. La puerta está cerrada. Todos se descubren.

- 124 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

HERALDO REAL Or si schiuda la porta del tempio! O magion del Signor, t'apri ormai! Sacrario venerato, a noi rendi il nostro Re!

HERALDO REAL ¡Que se abra ahora la puerta del templo! Oh, casa del Señor, abre tus puertas al fin. Reverendo Santuario, entréganos a nuestro Rey.

TODOS Or si schiuda la porta del tempio!… Alfin rendi il nostro Re!

TODOS ¡Que se abra ahora la puerta del templo! Entréganos a nuestro Rey.

ESCENA TERCERA Al abrirse las puertas de la iglesia se ve a Felipe II en todo su esplendor, con la cabeza coronada, adelantándose bajo palio en medio de unos frailes. Los señores se arrodillan en su presencia; el pueblo se postra. FELIPE Nel posar sul mio capo la corona, popol', giurai al ciel, che me la dona, dar morte ai rei col fuoco e con l'acciar.

FELIPE Al poner la corona sobre mi cabeza, pueblo mío, juré al Cielo, que me la dio, dar muerte a los malvados con el fuego y con el acero.

TODOS Glora a Filippo! gloria al ciel!

TODOS ¡Gloria a Felipe! ¡Gloria al Cielo!

Todos se inclinan silenciosos. Felipe baja las gradas del templo y se dirige hasta Isabel para tomar su mano y así proseguir su camino hasta la plazuela posterior.

- 125 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ESCENA CUARTA Aparecen de improviso unos Diputados flamencos, vestidos de luto, conducidos por Carlos. Cuando llegan a los pies de Felipe, caen postrados. ISABEL Qui Carlo! O ciel!

ISABEL ¿Aquí Carlos? ¡Cielo Santo!

RODRIGO Qual pensier lo sospinge?

RODRIGO ¿Qué intención le empuja?

FELIPE Chi son costor prostrati innanzi a me?

FELIPE ¿Quiénes son éstos que se postran ante mí?

CARLOS Son messaggier del Brabante e di Fiandra ch'il tuo figliuol adduce innanci al Re.

CARLOS Son mensajeros de Brabante y de Flandes que tu hijo los envía ante el Rey.

DIPUTADOS FLAMENCOS Sire, sire, no, l'ora strema ancora non suonò per i fiamminghi in duol. Tutt'un popolo t'implora, fa’ che in pianto così sempre non gema. Se pietoso il tuo core la clemenza e la pace chiedea nel tempio, pietà di noi ti prenda, di noi pietà, pietà ti prenda, e salva il nostro suol,

DIPUTADOS FLAMENCOS Majestad, no, la última hora no ha llegado aún para el dolor de los flamencos. Todo un pueblo os implora, haced que no vuelva a gemir ni llorar. Si vuestro piadoso corazón pedía paz y clemencia en el templo, tened piedad de nosotros y salvad nuestra tierra, oh Rey,

- 126 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

o Re, che avesti il tuo poter da Dio.

vos que habéis recibido vuestro poder de Dios.

FELIPE A Dio voi fosti infidi, infidi al vostro Re. Son i fiamminghi a me ribelli: guardie, guardie, vadan lontan da me.

FELIPE Fuisteis infieles a Dios y a vuestro Rey. Los flamencos se me rebelaron. Guardias, lleváoslos lejos de mí.

MONJES Ah! son costor infidi,…

MONJES Esos hombres son traidores.

TODOS Su di lor stenda il Re la sua mano sovrana.

TODOS (salvo Felipe y los monjes) Ojalá el Rey les perdonara con un simple ademán.

FELIPE A Dio voi foste infidi,…

FELIPE Fuisteis infieles a Dios…

MONJES …in Dio, in Dio non ha la fe.

MONJES No tienen fe en Dios.

TODOS Trovi pietà, signor, il fiammingo nel duol.

TODOS (salvo Felipe y los monjes) Extended vuestro perdón a los flamencos en su dolor.

FELIPE …infidi al vostro Re.

FELIPE …infieles a vuestro Rey.

MONJES In Dio non ha la fe.

MONJES No tienen fe en Dios.

- 127 -

Alfredo J. Díaz

TODOS Trovi pietà, signor,…

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

TODOS (salvo Felipe y los monjes) Extended vuestro perdón…

FELIPE Lungi da me… …lungi da me…

FELIPE Fuera de aquí… …fuera de mi vista…

ISABEL, TEBALDO, CARLOS, PUEBLO Pietà!

ISABEL, TEBALDO, CARLOS, PUEBLO ¡Piedad!

FELIPE …a Dio foste infedeli, al Re foste infedeli, vadan lontan, lontan da me.

FELIPE Fuisteis infieles a Dios, al Rey fuisteis desleales. Lleváoslos lejos de mí.

ISABEL, CARLOS, RODRIGO Signor, pietà, signor, pietà nel suo martir presso a morir…

ISABEL, CARLOS, RODRIGO Señor, piedad, señor, apiadaos de su dolor tan próximo a la muerte…

TEBALDO, PUEBLO Nel suo martir presso a morir ei manda già l'estremo sospir. Pietà, pietà del fiammingo in duol, pietà, pietà, o signor!

TEBALDO, PUEBLO En su martirio tan cercano a la muerte. Apiadaos del pueblo flamenco en su aflicción, piedad, señor.

MONJES Vedete in lor sol dei ribelli! Tutto il rigor mertan del Re!

MONJES Ved en ellos solamente a rebeldes. Merecen todo el rigor del Rey.

ISABEL, CARLOS, RODRIGO,

ISABEL, CARLOS, RODRIGO,

- 128 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

TEBALDO …ei manda già l'estrmo suo sospir!

TEBALDO …ya exhalan su último suspiro.

DIPUTADOS FLAMENCOS No, l'ora estrema… …ancora non suonò per i fiamminghi in duol. Tutt'un popolo t'implora, fa che in pianto così sempre non gema; pietà di noi ti prenda, e salva il nostro suol, o Re, che avesti il tuo poter da Dio!

DIPUTADOS FLAMENCOS No, aún no ha sonado la última hora para los apesadumbrados flamencos. Todo un pueblo os implora con lágrimas que no lo condenéis a la muerte. Apiadaos de nosotros y salvad nuestra patria, vos que recibisteis el poder de Dios.

FELIPE Sono i fiamminghi a me ribelli, infideli a Dio, al Re!

FELIPE ¡Los flamencos se me rebelaron; son infieles a Dios, al Rey!

PUEBLO Ah! pietà, pietà, signor nel suo martir… Pietà pel fiammingo nel duol… Ah! pietà, signor!

PUEBLO ¡Ah!, piedad, piedad, señor en su martirio… Piedad para el entristecido pueblo flamenco… ¡Ah!, piedad, señor.

MONJES Ah! son costor infidi, in Dio non ha la fe, vedete in lor sol dei ribelli, tutto il rigor mertan del Re!

MONJES Esos hombres son traidores, no tienen fe en Dios. Ved en ellos sólo a rebeldes. Merecen el rigor del Rey.

- 129 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL, TEBALDO, CARLOS, ISABEL, TEBALDO, CARLOS, RODRIGO RODRIGO Signor, trovi pietà Señor, apiadaos del apenado il fiammingo nel duol; pueblo flamenco, en su nel suo martir martirio, a punto de morir. presso a morir… Ah, piedad, señor. Ah! pietà, signor. (Felipe quiere seguir avanzando. Carlos se lo impide interponiéndose en su camino) CARLOS Sire! egli è tempo ch'io viva. Stanco son di seguir una esistenza oscura in questo suol! Se Dio vuol che il tuo serto questa mia fronte un giorno a cinger venga, per la Spagna prepara un re degno di lei! Il Brabante e la Fiandra a me tu dona!

CARLOS Majestad. Es hora de que empiece a vivir. Estoy cansado de llevar una existencia oscura en esta tierra. Si es voluntad divina que mi frente ciña algún día tu corona, prepara para España un Rey digno de ella. Dame el Brabante y Flandes.

FELIPE Insensato! Tu chieder tanto ardisci! Tu vuoi ch'io stesso porga a te l'acciar che un dì immolerebbe il Re!

FELIPE ¡Insensato! ¿Tanto te atreves a pedir? Deseas que yo mismo entregue el acero que un día sacrificará al Rey.

CARLOS Ah! Dio legge a noi nei cor; Ei giudicar ci de'.

CARLOS Dios nos lee el corazón. Que sea Él quien nos juzgue

ISABEL Io tremo!

ISABEL ¡Dios mío!

- 130 -

Alfredo J. Díaz

RODRIGO Ei si perdè! CARLOS Io qui lo giuro al ciel! Sarò tuo salvator, popol fiammingo, io sol!

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

RODRIGO ¡Él está perdido! (Carlos desnuda su espada) CARLOS Lo juro aquí ante el Cielo. Pueblo flamenco, sólo yo seré tu salvador. ¡Sólo yo! (Todos quedan en suspenso salvo Felipe y Carlos)

TODOS L'acciar! Innanzi al Re! L'Infante è fuor di sè!

TODOS ¡El acero! ¡Delante del Rey! ¡El Infante ha perdido el juicio!

FELIPE Guardie, disarmato ei sia. Signor' sostegni del mio trono, disarmato ei sia!… Ma che? Nessuno?

FELIPE ¡Guardias, desarmadlo! ¡Señores, defensores de mi trono, desarmadlo! Pero… ¿cómo? ¿Nadie?

CARLOS Or ben! di voi…

CARLOS ¿Y bien? ¿Cuál de vosotros…

FELIPE Che?

FELIPE ¿Cómo?

CARLOS …chi l'oserà?

CARLOS …osará hacerlo?

FELIPE Nessuno?

FELIPE ¿Nadie?

- 131 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CARLOS …a quest'acciar…

CARLOS ¿Quién de vosotros…

FELIPE Nessuno?

FELIPE ¿Nadie?

CARLOS …chi sfuggirà?

CARLOS …podrá huir de mi espada?

FELIPE Disarmato ei sia!

FELIPE ¡Que lo desarmen!

Los grandes de España retroceden. El Rey, furioso, echa mano a la espada del jefe de la guardia que está próximo a él. Rodrigo se le adelanta y desarma a Carlos. RODRIGO A me il ferro.

RODRIGO Dadme la espada.

CARLOS O ciel! Tu! Rodrigo!

CARLOS ¡Oh, cielos! ¡Tú! ¡Rodrigo!

TODOS Egli! Posa!

TODOS ¡Él! ¡Posa!

ISABEL Ei!

ISABEL ¡Él!

FELIPE Marchese, duca siete. Andiam or alla festa!

FELIPE Marqués, os hago duque. Vamos ahora a la fiesta.

- 132 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

PUEBLO Spuntato è il dì d'esultanza, onor, onor al Re! In esso hanno il popol fidanza…

PUEBLO Ha llegado el día de la alegría, honor, honor al Rey. En él ha puesto el pueblo su confianza…

MONJES Il dì spuntò del terrore!

MONJES ¡Llegó el día terrorífico!

El Rey se encamina dando la mano a la Reina. La Corte le sigue; van a ocupar sus puestos para presenciar el Auto de Fe. A lo lejos se ve el resplandor de las llamas. UNA VOZ CELESTIAL Volate verso il ciel, volate, povere alme, v'affrettate…

UNA VOZ CELESTIAL ¡Volad al Cielo, almas desventuradas, preparaos…

DIPUTADOS FLAMENCOS E puoi soffrirlo, o ciel!…

DIPUTADOS FLAMENCOS Y puedes sufrirlo, Cielo…

VOZ CELESTIAL … a goder…

VOZ CELESTIAL …para gozar…

DIPUTADOS FLAMENCOS … Nè spegni quelle fiamme!

DIPUTADOS FLAMENCOS ¡No se extinguirán esas llamas!

VOZ CELESTIAL …la pace del…

VOZ CELESTIAL …la paz del…

DIPUTADOS FLAMENCOS S'accende in nome tuo…

DIPUTADOS FLAMENCOS En tu nombre se enciende la hoguera…

- 133 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

VOZ CELESTIAL …Signore!

VOZ CELESTIAL …Señor!

DIPUTADOS FLAMENCOS …quel rogo punitor.

DIPUTADOS FLAMENCOS …y ese ruego punitivo.

MONJES Il dì tremendo,…

MONJES Llegó el día tremendo…

DIPUTADOS FLAMENCOS E in nome del Signor…

DIPUTADOS FLAMENCOS En nombre del Señor…

MONJES …il dì feral!

MONJES …el día fatal…

VOZ CELESTIAL Sì,…

VOZ CELESTIAL ¡Sí,…

DIPUTADOS FLAMENCOS …e in nome del Signor…

DIPUTADOS FLAMENCOS …en nombre del Señor…

VOZ CELESTIAL …la pace!

VOZ CELESTIAL …la paz!

MONJES Il dì tremendo, il dì feral!

MONJES ¡El día tremendo, el día fatal!

DIPUTADOS FLAMENCOS …l'accende l'oppressor!

DIPUTADOS FLEMENCOS …la enciende el opresor.

FELIPE, MONJES Gloria al ciel!

FELIPE, MONJES ¡Gloria al Cielo!

- 134 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

PUEBLO Gloria al ciel!

PUEBLO ¡Gloria al Cielo!

DIPUTADOS FLAMENCOS E tu lo soffri, o ciel!

DIPUTADOS FLAMENCOS ¡Y Tú lo soportas, Señor!

FELIPE, MONJES Gloria al ciel!

FELIPE, MONJES ¡Gloria al Cielo! FIN DEL TERCER ACTO

- 135 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CUARTO ACTO PRIMERA PARTE

EL ESTUDIO DEL REY EN EL ALCÁZAR DE MADRID

ESCENA PRIMERA Felipe, absorto, estudia unos papeles que cubren toda la mesa. Las velas de los candelabros están a punto de agotarse. El alba ilumina ya los vitrales de las ventanas. La estancia está en penumbra. FELIPE Ella giammai m'amò! No, quel cor chiuso è a me, amor per me non ha! Io la rivedo ancor contemplar triste in volto il mio crin bianco il dì che qui di Francia venne. No, amor per me non ha, amor per me non ha! Ove son?… Quei doppier presso a finir!… L'aurora imbianca il mio veron! Già spunta il dì! Passar veggo i miei giorni lenti! Il sonno, o Dio!, sparì dai miei occhi languenti! Dormirò sol nel mio manto regal quando la mia giornata è giunta a sera, dormirò sol sotto la vôlta nera, dormirò sotto la volta nera,

FELIPE (como en sueños) Ella jamás me amó. No, su corazón está cerrado a mí. No siente amor por mí. Aún la veo contemplar, con el rostro entristecido, mi pelo blanco el día que llegó de Francia. No, no siente amor por mí. Ella no me ama. (volviendo en sí) ¿Dónde estoy?… Esos candelabros están casi apagados. El alba ya clarea mi ventana. Ya nace el día. Veo pasar mis días lentamente. El sueño, Dios mío, se desvanece de mis cansados ojos. Dormiré solo, envuelto en mi manto real cuando llegue el ocaso de mis días. Dormiré solo bajo la

- 136 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

là, nell'avello dell'Escurial. Se il serto regal a me desse il poter di leggere nei cor, che Dio può sol veder!… Ah! Se il serto regal… …che Dio sol può veder! Se dorme il prence, veglia il traditore; il serto perde il Re, il consorte l'onore! Dormirò sol nel mio manto regal… Ah, se il serto regal…

negra bóveda, allá, en mi tumba de El Escorial. Si la corona me diese el poder de leer en los corazones, que sólo Dios tiene la facultad de ver… Si la corona real me diese el poder…pero sólo Dios tiene el poder de ver. Si el príncipe duerme, el traidor acecha; la corona pierde el Rey, la consorte el honor. Dormiré solo en mi manto real… Ah, si la corona…

Ella giammai m'amò! No, quel cor è chiuso a me, amor per me non ha!

Ella jamás me amó. No, su corazón está cerrado a mí. Para mí no hay amor.

ESCENA SEGUNDA El Rey recae en sus meditaciones, cuando le interrumpe el conde de Lerma anunciando al Gran Inquisidor. CONDE DE LERMA CONDE DE LERMA Il Grand'Inquisitor! ¡El Gran Inquisidor! (El Gran Inquisidor, ciego, nonagenario, entra sostenido por dos frailes dominicos) GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDOR Son io dinanzi al Re? ¿Estoy en presencia del Rey? (El conde de Lerma y los dos monjes salen de escena discretamente) FELIPE Sì; vi feci chiamar, mio padre! In dubbio io son.

FELIPE Sí. Os hice llamar, padre. Estoy en dudas. Carlos ha

- 137 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Carlo mi colma il cor d'una tristezza amara. L'Infante è a me ribelle, armorssi contro il padre.

colmado mi corazón de una tristeza amarga. El Infante se rebeló contra mí, armó su brazo contra su padre.

GRAN INQUISIDOR Qual mezzo per punir scegli tu?

GRAN INQUISIDOR ¿Qué forma de castigo elegiste?

FELIPE Mezzo estrem.

FELIPE Medidas extremas.

GRAN INQUISIDOR Noto mi sia!

GRAN INQUISIDOR Házmelas saber.

FELIPE Che fugga… o che la scure…

FELIPE Que huya… o que el hacha…

GRAN INQUISIDOR Ebben!

GRAN INQUISIDOR ¿Y bien?

FELIPE Se il figlio a morte invio, m'assolve la tua mano?

FELIPE Si envío a mi hijo a la muerte, ¿me absolverá tu mano?

GRAN INQUISIDOR La pace dell'Impero i dì val d'un ribelle.

GRAN INQUISIDOR La paz del Imperio bien vale la vida de un rebelde.

FELIPE Posso il figlio immolar al mondo, io cristian?

FELIPE ¿Puedo yo, un cristiano, sacrificar mi hijo al mundo?

- 138 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

GRAN INQUISIDOR Per riscattarci Iddio il suo sacrificò.

GRAN INQUISIDOR Para salvarnos, Dios sacrificó al suyo.

FELIPE Ma tu puoi dar vigor a legge sì severa?

FELIPE ¿Pero tú puedes dar validez a tan severo mandato?

GRAN INQUISIDOR Ovunque avrà vigor, se sul Calvario l'ebbe.

GRAN INQUISIDOR En cualquier sitio tendrá validez si la tuvo en el Calvario.

FELIPE La natura e l'amor tacer potranno in me?

FELIPE ¿Podrán la naturaleza y el amor callar en mí?

GRAN INQUISIDOR Tutto tacer dovrà per esaltar la fe'.

GRAN INQUISIDOR Todo tendrá que callar para exaltar la fe.

FELIPE Sta ben!

FELIPE ¡Está bien!

GRAN INQUISIDOR Non vuol il Re su d'altro interrogarmi?

GRAN INQUISIDOR ¿No desea el Rey preguntarme nada más?

FELIPE No.

FELIPE No.

GRAN INQUISIDOR Allor son io che a voi parlerò, Sire. Nell'ispano suol mai l'eresia dominò.

GRAN INQUISIDOR Entonces seré yo quien os hable, majestad. Nunca dominó la herejía en suelo español. Pero hay quien

- 139 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Ma v'ha chi vuol minar l'edifizio divin; l'amico egli è del Re, il suo fedel compagno, il demon tentator, che lo spinge a rovina. Di Carlo il tradimento, che giunse a t'irritar, in paragon del suo futile gioco appar. Ed io, l'Inquisitor, io che levai sovente sopra orde vil di rei la mano mia possente pei grandi di quaggiù, scordando la mia fe', tranquilli lascio andar un gran ribelle… e il Re!

desea socavar el edificio divino; es amigo del Rey, su fiel compañero, el demonio tentador que lo empuja a la ruina. La traición de Carlos, que tanto te ha irritado, comparada con la suya, parece un simple juego. Y yo, el Inquisidor, yo, que tantas veces levanté mi poderosa mano contra tantas hordas de viles y malvados en favor de los poderosos, olvidando mi fe, tranquilo dejaré marchar a un gran rebelde… ¡y al Rey!

FELIPE Per traversar i dì dolenti in cui viviamo, nella mia Corte invan cercat'ho quel che bramo. Un uomo! Un cor leal!… Io lo trovai!

FELIPE Para soportar los dolorosos días en que vivimos, en vano busqué en mi Corte aquello que tanto anhelo. ¡Un hombre! ¡Un corazón leal…! Y lo encontré.

GRAN INQUISIDOR Perchè un uomo? Perchè allor il nome hai tu di re, sire, s'alcun v'ha pari a te?

GRAN INQUISIDOR ¿Por qué un hombre? ¿Por qué entonces teneis el título, majestad, si existe alguien que puede ser vuestro igual?

FELIPE Non più, frate!

FELIPE ¡Basta, fraile!

- 140 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

GRAN INQUISIDOR Le idee dei novator' in te son penetrate! Infrangere tu vuoi con la tua debol man il santo giogo esteso sovra l'orbe roman! Ritorna al tuo dover; la Chiesa all'uom che spera, a chi si pente, puote offrir la venia intera; a te chiedo il signor di Posa.

GRAN INQUISIDOR Las ideas de los innovadores han penetrado en ti. Tú quieres despedazar con tu débil mano el santo yugo que se extiende sobre el orbe católico. ¡Vuelve a tu deber! El hombre mantiene la esperanza; el arrepentido puede esperar de la Iglesia su absolución completa. Os pido el señor de Posa.

FELIPE No, giammai!

FELIPE ¡No, jamás!

GRAN INQUISIDOR O Re, se non foss'io con te nel regio ostel oggi stesso, lo giuro a Dio, doman saresti presso il Grande Inquisitor al tribunal supremo.

GRAN INQUISIDOR Alteza, si yo no estuviera con vos en el palacio real, mañana mismo, lo juro ante Dios, estaríais ante el Gran Inquisidor en el Tribunal Supremo.

FELIPE Frate! tropo sofrii il tuo parlar crudel.

FELIPE ¡Fraile!, demasiado he soportado tus crueles palabras.

GRAN INQUISIDOR Perchè evocar allor l'ombra di Samuel? Dato ho finor due regi

GRAN INQUISIDOR ¿Por qué entonces invocar la sombra de Samuel? He dado dos Reyes

- 141 -

Alfredo J. Díaz

al regno tuo possente! L'opra di tanti dì tu vuoi strugger, demente! Perchè mi trovo io qui? Che vuol il Re da me?

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

a tu poderoso reino. Loco, destruirás la obra de tantos días. (Se vuelve, tanteando, para salir) ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué quiere el Rey de mí?

FELIPE Mio padre, che fra noi la pace alberghi ancor.

FELIPE Padre, que entre nosotros reine todavía la paz.

GRAN INQUISIDOR La pace?

GRAN INQUISIDOR ¿La paz?

FELIPE Obliar tu dêi quel ch'è passato.

FELIPE Debes olvidar lo que ha pasado aquí.

GRAN INQUISIDOR Forse!

GRAN INQUISIDOR ¡Puede!

FELIPE Dunque il trono piegar dovrà sempre all'altare!

FELIPE Que siempre tenga que doblegarse el trono al altar.

ESCENA TERCERA El Gran Inquisidor ha ido abandonando lentamente la escena mientras pronuncia las últimas palabras. Felipe queda solo, profundamente abatido. Isabel entra en escena en estado de extrema agitación y cae a los pies de Felipe, implorante. ISABEL Giustizia, giustizia, sire! Giustizia, giustizia! Ho fe nella lealtà del Re. Son nella Corte tua

ISABEL ¡Justicia, justicia, señor! Justicia, justicia; en la lealtad del Rey confío. Soy cruelmente tratada en

- 142 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

crudelmente trattata e da nemici oscuri, incogniti, oltraggiata. Lo scrigno ov'io chiudea, sire, tutt'un tesor. I gioielli… altri oggetti a me più cari ancor… l'hanno rapito a me! Giustizia, giustizia! la reclamo da Vostra Maestà!

vuestra Corte y ultrajada por enemigos ocultos, desconocidos. El cofre en el que guardaba todas mis joyas, otros objetos para mí aún más queridos, todo me ha sido robado. ¡Justicia, justicia! La reclamo de Vuestra Majestad.

Al ver la expresión del rostro del Rey, Isabel se detiene espantada. El Rey se levanta lentamente, se acerca a una mesa de donde toma un pequeño cofre y lo presenta a la Reina. FELIPE Quello che voi cercate, eccolo!

FELIPE ¡Eso que buscáis aquí lo tenéis!

ISABEL Ciel!

ISABEL ¡Cielos!

FELIPE A voi d'apprirlo piaccia. Ebben, io l'aprirò.

FELIPE Haced el favor de abrirlo. (Isabel se niega con un gesto) Entonces lo abriré yo. (Felipe fuerza la tapa del cofrecillo)

ISABEL Ah! mi sento morir!

ISABEL ¡Me siento morir!

FELIPE Il ritrato di Carlo! Non trovate parola? Il ritrato di Carlo!

FELIPE ¡El retrato de Carlos! ¿No tenéis nada que decir? ¡El retrato de Carlos!

- 143 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL Sì.

ISABEL Sí.

FELIPE Fra i vostri gioiel'?

FELIPE ¿Entre vuestras joyas?

ISABEL Sì.

ISABEL Sí.

FELIPE Che! Confessar l'osate a me?

FELIPE ¿Cómo? ¿Osáis confesármelo?

ISABEL Io l'oso! Sì! Ben lo sapete, un dì promessa al figlio vostro fu la mia man: or v'appartengo a Dio sommessa, ma immacolalata qual giglio son! Ed ora si sospetta l'onor d'Elisabetta! Si dubita di me… e chi m'oltraggia è il Re!

ISABEL Oso, sí. Como bien sabéis fui prometida a vuestro hijo. Ahora os pertenezco, sometida a los designios divinos. Pero tan inmaculada como los lirios. Y ahora se sospecha del honor de Isabel. Se sospecha de mí… y quien me ultraja es el Rey.

FELIPE Ardita troppo voi favellate! Me debole credete e sfidarmi sembrate: la debolezza in me può diventar furor. Tremate allor, per voi, per me.

FELIPE ¡Habláis con demasiada osadía! Me creéis débil y en mí sembráis la desconfianza; pero mi debilidad puede convertirse en furor. Si es así, temed por vos y por mí.

- 144 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL La colpa mia qual è?

ISABEL ¿Cuál es mi crimen?

FELIPE Spergiura! Se tanta infamia colmò la misura, se fui da voi, se fui tradito, io lo giuro innanzi al ciel, il sangue verserò!

FELIPE ¡Perjura! Si tanta vergüenza rebasara el límite, si fuera traicionado por vos, lo juro al Cielo, la sangre correrá.

ISABEL Pietà mi fate…

ISABEL Inspiráis lástima…

FELIPE Ah! La pietà d'adultera consorte!

FELIPE ¡Ah! La lástima de la esposa adúltera.

ISABEL Ah!

ISABEL ¡Ah! (desmayándose)

FELIPE Soccorso alla Regina!

FELIPE (Abre la puerta del fondo y llama) ¡Venid a socorrer a la Reina! (Rodrigo y Éboli acuden a la llamada del Rey) ESCENA CUARTA

ÉBOLI Ciel! Che mai fu! Ahimè!

ÉBOLI (Para sí, aterrada al ver a la Reina desvanecida) ¡Cielos! ¡Qué he hecho! ¡Ay de mí!

RODRIGO Sire, soggetta è a voi

RODRIGO Majestad, la mitad de la

- 145 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

la metà della terra; sareste dunque in tanto vasto imper, il sol, cui non v'è dato il commandar?

tierra está sometida a vos. ¿Acaso seréis el único, en tan vasto imperio, el único que no podáis mandar?

FELIPE

FELIPE (Para sí)

Ah! Sii maledetto sospetto fatale, opera d'un demon d'un demon infernal!

¡Ah! ¡Maldita seas, sospecha fatal, obra de un demonio, de un demonio infernal!

ÉBOLI La perdei! La perdei! O rimorso fatale!

ÉBOLI ¡La perdí! ¡La perdí! ¡Oh, qué remordimiento!

FELIPE No!

FELIPE No.

ÉBOLI Comettea…

ÉBOLI He cometido…

FELIPE Non macchiò…

FELIPE Ella no manchó…

ÉBOLI …un delitto… …infernal…

ÉBOLI …un delito… …infernal…

FELIPE …la fe' giurata…

FELIPE …el juramento…

ÉBOLI La perdei!

ÉBOLI ¡La he perdido!

- 146 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

FELIPE …la sua fierezza il dice a me!

FELIPE …su altivez lo dice claramente!

ÉBOLI La perdei!

ÉBOLI ¡La he perdido!

RODRIGO Omai d'oprar suonata è l'ora, folgor orrenda in ciel brillò! Omai d'oprar…

RODRIGO Ha sonado la hora de actuar Un resplandor brilló en el cielo. Ha sonado…

Che per la Spagna un uomo muora, lieto avvenir le lascerò.

España tendrá su feliz porvenir con que sólo un hombre muera.

Che per la Spagna…

España tendrá…

ÉBOLI La perdei! Rimorso fatale! La perdei!

ÉBOLI La he perdido. ¡Qué remordimiento! La perdí.

FELIPE

FELIPE (Mirando a Éboli amargamente y para sí.) A me infidel costei non fu! Ella no me ha sido infiel. RODRIGO …lieto avvenir le lascerò!

RODRIGO …su feliz porvenir.

FELIPE No! non macchiò la fe'…

FELIPE No, no manchó el juramento.

- 147 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ÉBOLI Ah! la tradia… io tradia…

ÉBOLI La traicioné… …he traicionado…

FELIPE giurata, a me infedele non fu!

FELIPE …no me fue infiel.

RODRIGO Omai d'oprar, omai d'oprar suonata è l'ora!

RODRIGO ¡Ha llegado la hora de actuar!

ÉBOLI …quel nobile cor! Oh, dolor!

ÉBOLI …a un corazón noble. ¡Dios mío!

ISABEL Che avvene? O ciel! in pianto e duolo… ognum, o madre, m'abbandonò!

ISABEL (Volviendo en sí) ¿Qué ha sucedido? ¡Cielos! En el dolor y el llanto… todos me han abandonado.

ÉBOLI Oh, dolor!

ÉBOLI ¡Oh, desventura!

ISABEL Io sono straniera in questo suol!… più sulla terra speme non ho!

ISABEL Soy extranjera en esta tierra. Aquí ya no me queda ninguna esperanza.

ÉBOLI Rimorso, rimorso fatale!

ÉBOLI ¡Qué remordimiento!

FELIPE No, non macchiò…

FELIPE No, ella no manchó…

- 148 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ÉBOLI La tradia!

ÉBOLI ¡La traicioné!

FELIPE …la fe' giurata, a me infedele non fu!

FELIPE …el juramento. No me ha sido infiel.

RODRIGO Omai d'oprar suonata è l'ora, folgor horrenda in ciel brillò!

RODRIGO Ha llegado la hora de actuar. Un resplandor rasgó el cielo

ÉBOLI Io tradia quel nobile core! Io ne morrò, dal dolor morrò!

ÉBOLI Traicioné un noble corazón Moriré, moriré de dolor.

ISABEL Ah! Sola, straniera in questo suolo, ah! più sulla terra più speme non ho; ognun, ahimè! O madre mia, ognun quaggiù m'abbandonò. Più speme omai, ah! che in ciel non ho! Speme ho sol nel ciel!

ISABEL ¡Ah! Sola, extranjera en esta tierra. No tengo ninguna esperanza. Todos, madre mía, todos aquí me han abandonado. Sólo me resta confiar en el Cielo. Sólo en el Cielo confío.

ÉBOLI Io tradia quel nobile cor, oh, dolor! Io la tradiva! ah! ne morrò! La perdei, la tradia, oh! rimorso fatale! Io tradia quel nobile core, oh, dolor!

ÉBOLI Yo traicioné un corazón noble. Yo la traicioné. Ah, moriré. La perdí, la traicioné, remordimiento cruel. Yo traicioné un corazón noble. ¡Qué remordimiento!

- 149 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

O rimorso! Io ne morrò! O rimorso fatal! se più perdon non avrò in terra, o in ciel!

¡Cuánto remordimiento! No encontraré perdón ni en la tierra ni en el Cielo.

FELIPE No! Non macchiò la fe' giurata! A me infedel costei non fu! A me non fu infedel, ah, a me non fu! Ah! Sia maledetto il sospetto, il demone, il rio demon!

FELIPE No ensució su juramento. Ella no me fue infiel. A mí no me fue infiel, no lo fue. ¡Ah!, maldita seas sospecha y maldito el demonio, ese malvado demonio.

RODRIGO E che per la Spagna un uomo muora, lieto avvenir le lascerò! Che per la Spagna un uomo muora, io lieti dì le lascerò!… Che un uomo muora, liti dì a lei legar saprò!

RODRIGO Y que por España un hombre muera poco sacrificio es por su feliz futuro. Que por España un hombre muera, el que proporcione mejores días…Cuando ese hombre muera les hará llegar un mejor futuro.

El Rey, tras dudar un momento, se aleja; Rodrigo lo sigue con gesto resoluto. Éboli queda sola con la Reina. ESCENA QUINTA ÉBOLI Pietà!… Pietà! Perdon! per la rea che si pente!

ÉBOLI (Arrojándose a los pies de Isabel) ¡Tened piedad! ¡Piedad, perdón, para esta mujer arrepentida!

ISABEL Or via, v'alzate!

ISABEL Vamos, alzaos.

- 150 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Qual colpa?

¿Qué habéis hecho?

ÉBOLI Ah! m'uccide il rimorso! Torturato è il mio cor. Angel del ciel, Regina augusta e pìa, sappiate a qual demon l'inferno vi dà in preda! Quello scrigno… son io che l'involai.

ÉBOLI El remordimiento me mata. Mi corazón está torturado. Ángel del Cielo, Reina augusta y piadosa. Sabed qué demonio os entrega al infierno. Aquel cofre… fui yo quien lo robó.

ISABEL Voi!

ISABEL ¡Vos!

ÉBOLI Sì, son io son io che v'accusai!

ÉBOLI Sí, fui yo, yo fui quien os acusó.

ISABEL Voi!

ISABEL ¡Vos!

ÉBOLI Sì…l'amor, il furor… l'odio che avea per voi… la gelosia crudel che straziavami il cor contro voi m'eccitâr. Io Carlo amava, e Carlo m'ha sprezzata!

ÉBOLI (sigue a sus pies) Sí… el amor, la ira… el odio que tenía por vos… los crueles celos que me laceraban el corazón me incitaron a perjudicaros. Yo amaba a Carlos y Carlos me despreció.

ISABEL Voi l'amaste? Sorgete.

ISABEL ¿Vos lo amabais? Alzaos.

- 151 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ÉBOLI No! No! Pietà di me! Un altra colpa!

ÉBOLI No, no. Apiadaos de mí. Aún hay más.

ISABEL Ancor!

ISABEL ¡Más aún!

ÉBOLI Pietà! Pietà!… Il Re… non imprecate a me!… Sì…sedotta…perduta… l'error che v'imputai… io, io stessa avea commesso.

ÉBOLI Piedad. Piedad…El Rey… ¡No me maldigáis! Sí… seducida…perdida… el error que os imputé… yo misma lo he cometido..

ISABEL Rendetemi la croce! La Corte vi convien lasciar col dì novello! Fra l'esiglio ed il vel sceglier potrete! ÉBOLI Ahimè! Più non vedrò, ah!, più mai non vedrò la Regina!

ISABEL ¡Devolvedme la cruz! Os conviene dejar la Corte con el nuevo día. Podéis elegir entre el exilio o el convento. (Isabel sale) ÉBOLI (Sola, alzándose al fin) ¡Ay de mí! No la veré más; nunca más veré a la Reina. ESCENA SEXTA

ÉBOLI O don fatale, o don crudel che in suo furor mi fece il cielo! Tu che fai sì vanne, altere,

ÉBOLI ¡Oh, don fatal! ¡Oh, don cruel que el Cielo me entregó en su ira! A ti, que nos haces vanas,

- 152 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ti maledico, ti maledico, orgullosas, yo te maldigo, o mia beltà! belleza mía, te maldigo. Versar, versar sol posso Sólo me queda llorar, no il pianto, speme non ho, tengo esperanza. Deberé soffrir dovrò! sufrir. Mi delito es tan Il mio delitto è orribil tanto horrible que nunca lo podré che cancellar mai nol potrò! purgar. Ti maledico, ti maledico Te maldigo, te maldigo o mia beltà, ah!, belleza mía. ti maledico, o mia beltà! Te maldigo. O mia Regina, io t'immolai ¡Oh, Reina mía! Yo te al folle error di questo cor. sacrifiqué por un insensato Solo in un chiostro al mondo error de mi corazón. Sólo ormai dovrò celar il mio dolor! en el convento podré Ohimè! Ohimè! O mia Regina, ocultar al mundo mi dolor. solo in un chiostro al mondo ¡Ay de mí! ormai dovrò celar il mio dolor! ¡Oh, Cielos! O ciel! E Carlo! A morte domani, ¿Y Carlos? Mañana irá a la gran Dio! A morte andar vedrò! muerte, gran Dios, hacia Un dì mi resta, la speme la muerte lo veré ir. Un m'arride, ah!, sia benedetto día me queda, bendito sea il ciel! Lo salverò! el Cielo. ¡Lo salvaré! Un dì mi resta, ah, Aún me queda un día. sia benedetto il ciel! ¡Bendito sea el Cielo! Ah! Lo salverò! Ah! Sì! ¡Ah, lo salvaré! ¡Sí! (Sale resuelta y apresuradamente de la estancia)

SEGUNDA PARTE

LA PRISIÓN

Prisión de Carlos. Su calabozo es una oscura mazmorra subterránea. En ella hay unos pocos muebles traídos de Palacio. Al fondo, en lo alto de la estancia, una reja cubre un ventanuco. Éste da al patio de la prisión y por él se ve el ir y venir de los guardias. Una escalinata oscura, mugrienta, empinada, baja desde la puerta, en alto, hasta el suelo de la celda. Todo está en tinieblas salvo un haz de luz que ilumina parte de la mesa y del catre del preso. - 153 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ESCENA PRIMERA Carlos está sentado en una banqueta con la cabeza entre las manos, absorto en sus pensamientos. Rodrigo entra y desde lo alto lo mira unos segundos. Se vuelve y habla con unos oficiales de la guardia que desaparecen. Mientras baja la escalera, contempla con tristeza a Carlos; no advierte a Rodrigo hasta que éste hace un movimiento y, sobresaltado, Carlos se levanta. RODRIGO Son io, mio Carlo

RODRIGO Soy yo, Carlos.

CARLOS O Rodrigo! io ti son ben grato di venir de Carlo alla prigion.

CARLOS ¡Oh, Rodrigo! Te agradezco que vengas hasta la prisión de Carlos.

RODRIGO Mio Carlo!

RODRIGO ¡Oh, Carlos!

CARLOS Ben tu il sai! m'abbandonò il vigore! D'Isabella l'amor mi tortura e m'uccide… No, più valor non ho pei viventi! Ma tu, puoi salvarli ancor; oppressi, non fian più.

CARLOS ¡Tú bien lo sabes! He perdido mi vigor. El amor por Isabel me tortura y me mata… No, ya no me queda valor para seguir entre los vivos. Pero tú puedes todavía salvarlos, que termine para ellos la opresión.

RODRIGO Ah! noto apien ti sia l'affetto mio! Uscir tu dêi

RODRIGO Ah, te consta mi afecto por ti. Debes salir de esta horrenda tumba. Soy feliz

- 154 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

da quest'orrendo avel. Felice ancor io son, se abbracciarti poss'io! Io ti salvai!

con sólo poder abrazarte. Yo ya te he salvado.

CARLOS Che di'?

CARLOS ¿Qué dices?

RODRIGO RODRIGO Convien qui dirci addio! Conviene que nos digamos O mio Carlo! adiós en este momento. (Carlos queda inmóvil, mirando a Rodrigo con estupor) Per me giunto è il dì supremo, El último día ha llegado no, mai più ci rivedrem; para mí. No, no nos veremos ci congiunga Iddio nel ciel, más. Que Dios nos una otra Ei che premia i suoi fedel'. vez en el Cielo; Él, que Sul tuo ciglio il pianto premia a sus devotos hijos. io miro lacrimar così, perchè? Pero veo lágrimas en tus No, fa cor, no, fa cor, ojos. ¿Por qué lloras de l'estremo spiro lieto è ésa manera? No, ten coraje. a chi morrà per te. Seré feliz dando mi último No, fa cor, no, fa cor… suspiro por ti. CARLOS Che parli tu di morte?

CARLOS ¿Por qué hablas de muerte?

RODRIGO Ascolta, il tempo stringe. Rivolta ho già su me la folgore tremenda! Tu più non sei oggi il rival del Re. Il fiero agitator delle Fiandre… son io!

RODRIGO Escucha, el tiempo apremia. He volcado sobre mí toda sospecha y culpa. Ya no eres tú el rival del Rey. Ahora, el rebelde agitador de Flandes… ¡soy yo!

- 155 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CARLOS Chi potrà prestar fe'?

CARLOS ¿Quién creerá eso?

RODRIGO Le prove son tremende! I fogli tuoi trovati in mio poter della ribellion testimoni son chiari, e questo capo al certo a prezzo è messo già.

RODRIGO ¡Las pruebas son evidentes! Los papeles que tenías, y que tan claramente testimonian la rebelión, han sido encontrados en mi poder. Mi cabeza ya ha sido puesta a precio.

La puerta de la celda se abre suavemente. Dos hombres bajan lentamente la escalera. Uno de ellos lleva en su pecho una cruz verde, la Cruz del Santo Oficio. El otro está armado con un arcabuz. Se detienen en mitad de la escalera y se señalan entre ellos a Carlos y a Rodrigo, que no los ven. CARLOS Svelar vo' tutto al Re.

CARLOS Revelaré todo al Rey.

RODRIGO No, ti serba alla Fiandra, ti serba alla grand'opra, tu la dovrai compire. Un nuovo secol d'ôr rinascer tu farai; regnare tu dovrei, ed io morir per te.

RODRIGO No, resérvate para Flandes, guárdate para la gran obra, tú deberás llevarla a cabo. Tú harás renacer un nuevo siglo de oro. Tú deberás reinar y yo debo morir por ti.

El hombre que acompaña al del Santo Oficio se encara el arcabuz y dispara. El disparo corta súbitamente el diálogo y rompe la escena provocando un giro dramático a la acción. CARLOS Ciel! La morte! Per chi mai!

CARLOS ¡Cielos! ¿Para cuál de los dos es la muerte?

- 156 -

Alfredo J. Díaz

RODRIGO Per me! La vendetta del Re tardare non potea!

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

RODRIGO (Mortalmente herido) ¡Para mí! No se podía demorar más la venganza real.

CARLOS Gran Dio!

CARLOS ¡Dios mío!

RODRIGO RODRIGO O Carlo, ascolta, Atiende, Carlos: tu madre la madre t'aspetta te espera mañana en San a San Giusto doman; Justo: ella lo sabe todo… tutto ella sa… ¡Ah! Las fuerzas me Ah! la terra mi manca… abandonan… ¡Dame la mano, Carlo mio, a me porgi la man!… Carlos! Moriré, pero con el Io morrò, ma lieto in core, corazón satisfecho porque chè potei così serbar he podido asegurar un alla Spagna un salvatore! salvador para España. Ah! di me non ti scordar! ¡Ah! No te olvides de mí. Di me non ti scordar! Tú debes reinar y mi deber Regnare tu dovevi, es morir por ti. ¡Ah! ed io morir per te. Moriré, pero con el corazón Ah, io morrò, ma lieto in core, satisfecho porque he podido che potei così serbar asegurar un salvador para alla Spagna un salvatore! España. ¡Ah! Ah, di me non ti scordar! No te olvides de mí. Ah, la terra mi manca! La tierra me reclama… la mano a me… a me… Dame la mano… Ah! salva la Fiandra… Salva a Flandes. Carlo, addio! Ah!…ah!… ¡Adiós, Carlos! (Rodrigo muere. Carlos cae desesperado sobre el cuerpo de Rodrigo)

- 157 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ESCENA SEGUNDA Entra Felipe con su séquito, los Grandes de España, el conde de Lerma y el Gran Inquisidor. Nadie advierte la presencia de la princesa de Éboli que entra disfrazada mezclada con todos ellos. FELIPE Mio Carlo, a te la spada io rendo…

FELIPE Carlos, te devuelvo la espada… (le abre los brazos)

CARLOS CARLOS Arretra! ¡Atrás! La tua man di sangue Tus manos están manchadas è intrisa! de sangre. Nos unía una Orror!… fraterna fidelidad. Una fraterna fede ci unia! Él me quería. Ei m'amava! Sacrificó su vida por mí. La vita sua per me sacrificò! (Conmovido al descubrir el cadáver de su fiel súbdito, Felipe II se descubre conmovido) FELIPE Presagio mio feral!

FELIPE ¡Funesto presagio!

CARLOS CARLOS Tu più figlio non hai! Ya no tienes hijo. I regni miei Mis reinos están unidos stan preso a lui! a su destino. (Carlos pronuncia estas palabras con la mirada fija en Rodrigo) FELIPE FELIPE Chi rende a me quel'uom? ¿Quién me devolverá este hombre? (Felipe cae de rodillas junto al cadáver. De repente se oyen las campanas tocando a rebato) TODOS Ciel! Suona a stormo!

TODOS (salvo Felipe) ¡Cielos! ¡Suena a alarma!

- 158 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

PUEBLO Perir dovrà chi d'arrestarci attenti feriam! feriam! feriam! senza tema, o pietà! Non abbia alcun pietà Tremar dovrà e…

PUEBLO ¡Morirá quién intente detenernos! ¡Heriremos sin temor ni piedad! ¡No habrá piedad para el que se interponga! ¡Deberá temblar e…

LERMA Il popol è in furor!

LERMA ¡El pueblo se ha levantado!

PUEBLO …curvar la testa… …(sì-tremar-davanti)…

PUEBLO …inclinar la cabeza… …(sí, temblar, adelante)

LERMA È l'Infante ch'ei vuol!

LERMA ¡Quieren al Infante!

PUEBLO …al popol ultor!

PUEBLO …ante el pueblo vengador!

FELIPE Si schiudan le porte!

FELIPE ¡Que abran las puertas!

SÉQUITO Ciel!

SÉQUITO ¡Cielos!

FELIPE FELIPE Obbedite! Io lo vo'! ¡Obedeced! ¡Es mi deseo! (El pueblo sublevado entra en escena violentamente, en tropel) PUEBLO Feriam! Feriam! Più niun ci arresta!

PUEBLO ¡Nadie nos frenará! ¡Heriremos sin temor ni

- 159 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Feriam! Feriam! nè tema, nè pietà! senza tema, o pietà, tremar dovrà e curvar la testa, (sì-tremar) davanti al popol ultor! ÉBOLI Va! Fuggi! FELIPE Che volete?

piedad! ¡Sin temor ni piedad! ¡Deberán temernos e inclinar la cabeza (-¡Sí, temer!) ante el pueblo vengador! ÉBOLI (a Carlos, disfrazada) ¡Vete! ¡Huye! FELIPE (A los insurgentes) ¿Qué queréis?

PUEBLO L'Infante! FELIPE Egli qui sta!

PUEBLO ¡Al Infante! FELIPE (Señalando a Carlos) ¡Aquí le tenéis!

GRAN INQUISIDOR Sacrilegio infame!

GRAN INQUISIDOR ¡Infame sacrilegio!

PUEBLO (Parados, irresolutos) Il Grand'Inquisitor!

PUEBLO ¡El Gran Inquisidor!

GRAN INQUISIDOR Vi prostrate innanzi al Re, che Dio protegge! Vi prostrate! Vi prostrate!

GRAN INQUISIDOR ¡Postraos ante el Rey! ¡De rodillas ante aquél que Dios protege! ¡Postraos! ¡De rodillas!

- 160 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

FELIPE, GRAN INQUISIDOR A terra! PUEBLO Signor, di noi pietà! Di noi pietà!

FELIPE, GRAN INQUISIDOR ¡A tierra! PUEBLO (Cayendo de rodillas) ¡Apiadaos de nosotros, gran señor! ¡Apiadaos!

FELIPE Gran Dio, sia gloria a te!

FELIPE ¡Gloria sea a Ti, Señor!

PUEBLO Signor…

PUEBLO ¡Señor!…

FELIPE, GRAN INQUISIDOR Gran Dio,…

FELIPE, GRAN INQUISIDOR ¡Dios Santo…

LERMA Evviva il Re!

LERMA ¡Viva el Rey!

FELIPE, GRAN INQUISIDOR …gloria a te!

FELIPE, GRAN INQUISIDOR …Gloria a Ti!

LERMA, GRANDES DE ESPAÑA Evviva il Re!

LERMA, GRANDES DE ESPAÑA ¡Viva el Rey!

PUEBLO …pietà!

PUEBLO …piedad! FIN CUARTO ACTO

- 161 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

QUINTO ACTO EL CONVENTO DE SAN GIUSTO La acción se desarrolla en el claustro del Convento de Yuste o, como dicen los autores, Convento de San Giusto. La escena se repite como en el segundo acto, aunque de noche. Sólo está iluminada con la luz fría del claro de luna. ESCENA PRIMERA Isabel entra lentamente y, absorta en sus pensamientos, se acerca a la tumba de Carlos V y se arrodilla. ISABEL Tu che la vanità conoscesti del mondo, e godi nell'avel il riposo profondo, se ancor si piange in cielo, piangi sul mio dolore, e porta il pianto mio al trono del Signor, il pianto mio porta al trono del Signor. Carlo qui verrà, sì! che parta e scordi omai… A Posa di vegliar sui giorni suoi giurai. Ei segua el suo destin, la gloria il traccerà. Per me, la mia giornata a sera è giunta già! Francia, nobil suol, sì caro a'miei verd'anni! Fontainebleau! su voi schiude il pensier i vanni!

ISABEL Tú que conociste la vanidad de este mundo y ahora gozas en la tumba del descanso eterno, si aún se llora en el cielo, llora por mi dolor, y lleva mis lágrimas al trono del Señor, lleva mi llanto al trono del Señor. ¡Carlos vendrá hasta aquí, sí! Que parta y olvide… Juré a Rodrigo velar por él. Que siga el destino que la Gloria le marque. Mis días están contados. Francia, noble suelo, tan querido en mis años juveniles. Fontainebleau, hacia ti se dirigen mis pensamientos. Allí Dios escuchó mi juramento de amor eterno,

- 162 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Eterno giuro d'amor là Dio da me ascoltò, e quest'eternità un giorno sol durò. Tra voi, vaghi giardin di questa terra ibera, se Carlo ancor dovrà fermar i passi a sera che le zolle, i ruscelli, i fonti, i boschi, i fior con le lor armonie cantino il nostro amor.

y aquella eternidad sólo duró un día. Si entre estos vergeles de esta tierra ibérica Carlos pudiera detener sus pasos, todo, riachuelos, fuentes, bosques, flores, debería cantar armoniosamente nuestro amor.

Addio, addio, bei sogni d'or, illusion perduta! Il nodo si spezzò, la luce s'è fatta muta! Addio, addio, verd'anni ancor! cedendo al duol crudel, il cor ha un sol desir: la pace dell'avel!

¡Adiós, adiós, bellos sueños dorados, perdida ilusión! El nudo se cortó, se extinguió la luz. Adiós, adiós, años de mi juventud. El corazón sólo tiene un deseo cuando se cede al dolor más cruel: ¡la paz de la tumba!

Tu che la vanità conocesti del mondo…

Tú che conociste la vanidad de este mundo…

Se ancor si piange in cielo, ah! il pianto mio reca appie' del Signor!

Si aún se llora en el cielo, mi llanto dedico al Señor.

ESCENA SEGUNDA CARLOS È dessa!

CARLOS ¡Es ella!

- 163 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL Un detto, un sol; al ciel io raccomando il pellegrin che parte; e poi sol vi domando e l'oblio della vita.

ISABEL Una palabra, una sola nada más, y encomendaré al cielo al peregrino que parte. Sólo pido que me olvides de por vida.

CARLOS Sì, forte esser vogl'io: ma quando è infranto amore, pria della morte uccide.

CARLOS Sí, quisiera ser fuerte, pero cuando el amor es amor despechado, mata antes que la muerte.

ISABEL No, pensate a Rodrigo! Non è per folli idee ch'ei si sacrificò!

ISABEL ¡No! Piensa en Rodrigo. No se sacrificó por ideas insensatas.

CARLOS Sulla terra fiamminga io vo' che a lui s'innalzi sublime, eccelso avel, qual mai ne ottene un re tanto nobil e bel.

CARLOS A él erigiré sobre tierra flamenca una excelsa y sublime tumba como nunca tuvo un Rey, por ser el más noble y generoso.

ISABEL I fior del paradiso a lui sorrideranno!

ISABEL Las flores del paraíso le sonreirán.

CARLOS Vago sogno m'arrise… ei sparve: e nell'affanno un rogo appare a me, che springe vampe al ciel. Di sangue tinto un rio,

CARLOS Un sueño incierto me hizo sonreír… y se desvaneció. Y, en la ansiedad, un ruego se me apareció que ascendió flameante hasta el cielo. Un río tinto de

- 164 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

resi i campi un avel, un popolo che muor, e a me la man protende si come a Redentor, nei dì della sventura. A lui n'andrò beato, se, spento o vincitor, plauso o pianto m'avrò dal tuo memore cor!

sangre, los campos convertidos en tumbas, un pueblo que muere y que me tiende la mano como si fuera su redentor en el día de su desventura. Por él marcharé feliz, ya muera o venza, me vea aplaudido o llorado, por tu recordado corazón.

ISABEL Sì, l'eroismo è questo sua sacra fiamma! L'amor, che i forti infiamma! Ei fa dell'uomo un dio! Va! di più non tardar, e salva un popolo che muor!

ISABEL Sí, ésta es la sagrada llama del verdadero valor. El amor que inflama las fuerzas, el amor que hace del hombre un dios. ¡Ve, no tardes! Ve, no tardes más y salva a un pueblo que muere.

CARLOS Sì, con la voce tua quella gente m'appella…

CARLOS Sí, aquel pueblo me llama con tu voz…

ISABEL Il popol salva!

ISABEL ¡Salva a aquel pueblo!

CARLOS …e se morrò per lei, la mia morte fia bella.

CARLOS …y si acaso muero por ellos, será la más bella muerte.

ISABEL Va, va, di più non tardar!

ISABEL Ve, ve, no tardes más.

CARLOS Sì, mia morte fia bella!

CARLOS ¡Sí, será la muerte más bella!

- 165 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL Va, di più non tardar… …e salva un…

ISABEL Ve, no te demores… …y salva a un…

CARLOS Sì, mia morte fia bella!

CARLOS ¡Mi muerte será hermosa!

ISABEL …popolo che muor!

ISABEL …un pueblo que agoniza.

CARLOS Ma pria di questo dì, alcun poter uman disgiunta non avria la mia della tua man! Ma vinto in sì gran dì l'onor ha in me l'amore; impresa a questa par rinnova e mente e core! Non vedi, Elisabetta! io stringo al mio sen, nè mia virtù vacilla, nè ad essa mancherò! Or che tutto finì e la man io ritiro della tua man, tu piangi?

CARLOS Aún ahora ningún poder humano podría separar mi mano de la tuya. El honor ha vencido en este momento sobre mi amor, que llevo impreso en mi mente y en mi corazón. No ves, Isabel: te tengo abrazada contra mi pecho y ni mi virtud vacila ni mancharé la tuya. ¿Lloras ahora que todo ha terminado y retiro mi mano de la tuya?

ISABEL Sì, piango, ma t'ammiro. Il pianto gli è dell'alma, e vederlo tu puoi, quale pianto versar le donne son pegli eroi! Ma lassù ci vedremo

ISABEL Sí, lloro, pero es con admiración. Son lágrimas que nacen del alma, y puedes ver que estas lágrimas de mujer se derraman por los héroes. Pero desde el Cielo veremos

- 166 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

in un mondo migliore, dell'avennir eterno suonan per noi già l'ore; e là noi troverem nel grembo del Signor il sospirato ben che fugge in terra ognor!

un mundo mejor. Para nosotros ya suenan las campanas del eterno porvenir. Encontraremos en el seno del Señor el ansiado anhelo que escapará con nosotros de este mundo.

CARLOS, ISABEL Ma lassù ci vedremo in un mondo migliore…

CARLOS, ISABEL Pero en el Cielo encontraremos un mundo mejor.

CARLOS …del'avennir eterno…

CARLOS …en el eterno porvenir…

ISABEL …del'eterno avennir…

ISABEL …en el porvenir eterno…

CARLOS …suonan per noi già l'ore…

CARLOS …suenan las campanas por nosotros…

ISABEL …suonan già per noi l'ore…

ISABEL …ya suenan por nosotros las campanas…

ISABEL, CARLOS …e là noi troverem, stretti insiem nel Signor, e noi là troverem, stretti insiem nel Signor, il sospirato ben che fugge in terra ognor!

ISABEL, CARLOS …y allá encontraremos en el seno del Señor, la felicidad que se nos ha negado en la tierra.

- 167 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL In tal dì che per noi non avrà più domani…

ISABEL En este día que ya no tendrá un mañana…

CARLOS, ISABEL …tutti i nomi scordiam degli affetti profani.

CARLOS, ISABEL …recordaremos todos los nombres del afecto profano.

CARLOS Tutti nomi scordiam…

CARLOS Recordaremos todos los nombres…

ISABEL Tutti nomi scordiam…

ISABEL Recordaremos todos los nombres…

ISABEL, CARLOS …degli affetti profani.

ISABEL, CARLOS …del afecto profano.

CARLOS Addio, mia madre!

CARLOS ¡Adiós, madre mía!

ISABEL Mio figlio, addio!

ISABEL ¡Adiós, hijo mío!

CARLOS Eterno addio!

CARLOS ¡Adiós para siempre!

ISABEL Eterno addio!

ISABEL ¡Adiós para siempre!

CARLOS Addio!

CARLOS ¡Adiós!

ISABEL Addio!

ISABEL ¡Adiós!

- 168 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CARLOS Per sempre addio!

CARLOS ¡Adiós para siempre!

ISABEL Per sempre addio! Per sempre!

ISABEL ¡Adiós para siempre! Para siempre.

ESCENA TERCERA Entra Felipe acompañado por el Gran Inquisidor y los Oficiales del Santo Oficio. Toma a la Reina por el brazo. FELIPE Sì, per sempre! Io voglio un doppio sacrifizio! Il dover mio farò. Ma voi?

FELIPE ¡Sí, para siempre! ¡Quiero un doble sacrificio! He cumplido con mi deber. ¿Y vos? (al Gran Inquisidor)

GRAN INQUISIDOR Il Santo Uffizio il suo farà!

GRAN INQUISIDOR El Santo Oficio cumplirá con el suyo.

ISABEL Ciel!

ISABEL ¡Cielos!

GRAN INQUISIDOR Guardie!

GRAN INQUISIDOR ¡Guardias!

CARLOS Dio mi vendicherà! Il tribunal di sangue Sua mano spezzerá!

CARLOS ¡Dios me vengará! Con su mano despedazará este tribunal de sangre.

Carlos, defendiéndose, retrocede hacia la tumba de Carlos V. La reja se abre y aparece por ella el misterioso fraile. Es Carlos V vestido con la corona y el manto real.

- 169 -

Alfredo J. Díaz

DON CARLOS, BUENA EXCUSA

FRAILE Il duolo della terra nel chiostro ancor ci segue; solo del cor la guerra in ciel si calmerà.

FRAILE La angustia terrenal nos persigue aun en el claustro. Sólo se calmará la pugna del corazón en el cielo.

GRAN INQUISIDOR E la voce di Carlo!

GRAN INQUISIDOR ¡Es la voz de Carlos!

TODOS

TODOS (salvo Felipe y el Gran Inquisidor) ¡Es Carlos V!

È Carlo Quinto! FELIPE

FELIPE (asustado, sobrecogido) ¡Es mi padre!

Mio padre!

ISABEL ISABEL Oh, ciel! ¡Cielos! (Carlos V atrae a don Carlos hacia el claustro mientras el telón cae lentamente) CORO DE FRAILES Carlo il sommo imperatore non è più che muta cenere.

CORO DE FRAILES Carlos, el sumo emperador, ya no es más que muda ceniza.

FIN DEL QUINTO ACTO Y DE LA ÓPERA

- 170 -

Related Documents