domingo 8 de marzo de 2009
Babilonia
La ciudad de Babilonia forma parte del imaginario de la Humanidad gracias a los ecos que la Biblia y los antiguos griegos hacen resonar.
Rodeada de barrios extremos y hermosos jardines en los que crecía la palmera datilera, Babilonia tenía su lado oeste apoyado en el curso del Éufrates, lo que le servía de defensa natural.
La ciudad estaba circundada por dos muros, cada uno de ellos con nombre propio, separados por algo más de siete metros. Un foso con agua protegía además la muralla exterior. Dichos muros estaban defendidos por torres, que las representaciones antiguas dan como almenadas.
La ciudad se comunicaba con el exterior a través de siete puertas. Cada puerta tenía un nombre, que solía ser el de la divinidad a la que estaba dedicada. De todas ellas, la de Ishtar es la que ha alcanzado mayor fama, en especial por la magnificencia de su decoración.
Reconstrucción de la Puerta de Ishtar
En el interior de la ciudad, lo más sobresaliente eran los templos. Éstos constaban de un pequeño altar que precedía a la puerta, la cual daba paso a una sala que a su vez se abría a un gran patio; desde este patio se accedía a una antecámara que daba paso al santuario donde estaba la imagen de la divinidad. También estaban allí las habitaciones de los sacerdotes.
El más célebre de los templos era el de Marduk, en el que según los textos antiguos se había empleado el oro con profusión, pero también tenían gran importancia los de Ishtar, Nin-Urta y Gula.
Dragón de Marduk
En cuanto a los palacios, las excavaciones hallaron el de Nabucodonosor, quien lo hizo construir con el máximo de precauciones defensivas. En el interior del palacio abundaba la cerámica vidriada.
Como maravilla extraordinaria, incluída por los antiguos entre las siete maravillas del mundo, estaban los célebres jardines colgantes. Las excavaciones han puesto al descubierto una serie de construcciones abovedadas, que según parece sostenían la tierra que mantenía los jardines.