Difuntos

  • June 2020
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Filius hóminis est. Nolíte mirári hoc, quia al Hijo el tener la vida en Sí mismo, y le venit hora, in qua omnes, qui in monumén- ha dado potestad de juzgar, porque es tis sunt, áudient vocem Fílii Dei: et procé- el Hijo del hombre. No os extrañéis de dent, qui bona fecérunt, in resurrectiónem esto; pues vendrá tiempo en que todos vitæ: qui vero mala egérunt, in resurrec- los que están en los sepulcros oirán la tiónem judícii. voz del Hijo de Dios; y resucitarán los que obraron bien para la resurrección de vida; pero los que obraron mal para la resurrección de juicio. Ofertorio OH SEÑOR Jesucristo, Rey de la gloria, libra ÓMINE Jesu Christe, Rex glóriæ, líbera ánimas ómnium fidélium defunctórum de a las almas de todos los fieles difuntos de pænis inférni, et de profúndo lacu: líbera eas de las penas del infierno y del profundo lago; ore leónis, ne absórbeat eas tártarus, ne cadant líbralas de la boca del león, para que no las in obscúrum: sed sígnifer sanctus Míchael repræ- trague el abismo, ni caigan en las tinieblas, séntet eas in lucem sanctam: Quam olim Abrahæ sino que el abanderado de los Ángeles, San promisísti, et sémini ejus. V. Hóstias et preces tibi, Miguel, las conduzca a la luz santa. Que en Dómine, laudis offérimus: tu súscipe pro animá- otro tiempo prometiste a Abrahán y a su debus illis, quarum hódie memóriam fácimus: fac scendencia. V. Te ofrecemos, Señor, súplicas eas, Dómine, de morte transíre ad vitam. Quam y hostias de alabanza; recíbelas en sufragio olim Abrahæ promisísti et sémini ejus. de aquéllas almas cuya memoria hoy celebramos; haz, Señor, que ellas pasen de la muerte a la vida. Que en otro tiempo prometiste a Abrahán y a su descendencia.

Textos propios de la

Santa Misa

D

H

Oración-Secreta

quæsumus, Dómine, quas tibi pro animábus famulórum famularúmque tuárum offérimus, propitiátus inténde: ut, quibus fidei christiánæ méritum contulísti, dones et præmium. Per Dóminum.

V

ÓSTIAS,

SUPLICÁMOSTE, Señor, mires propicio estas hostias, que por las almas de tus siervos y siervas te ofrecemos; y pues les diste el mérito de la fe cristiana, dales también el premio. Por Nuestro Señor Jesucristo.

Prefacio de Difuntos

es digno y justo, equitativo y saludable, que te demos gracias en todo tiempo y lugar, ¡Oh Señor Santo, Padre todopoderoso, Dios eterno!, por Jesucristo nuestro Señor. En Él brilló para nosotros la esperanza de la resurrección dichosa; para que, al contristarnos la cierta condición de que hemos de morir, nos consuele la promesa de la futura inmortalidad. Pues para tus fieles, Señor, la vida se muda, no fenece, y deshecha la casa de esta terrena morada, se adquiere la eterna habitación en los cielos. Y por eso, con los Ángeles y Arcángeles, con los Tronos y Dominaciones y con toda la milicia del ejército celestial cantamos un himno a tu gloria, diciendo sin cesar: Santo, Santo, Santo, etc. ERDADERAMENTE

Comunión (IV Esdr. 2) lúceat eis, Dómine, cum Sanctis LA LUZ eterna les alumbre, Señor, en compatuis in ætérnum: quia pius es. V. Réquiem ñía de tus Santos por siempre, porque eres ætérnam dona eis, Dómine: et lux perpétua lúceat piadoso. V. Dales, Señor, descanso eterno, y eis. V. Cum Sanctis tuis in ætérnum; quia pius es. la luz perpetua les alumbre. V. En compañía de tus Santos por siempre, porque eres piadoso.

L

UX ÆTÉRNA

Oración-Poscomunión quæsumus, Dómine, famulórum APROVECHEN, Señor, a las almas de tus siervos famularúmque tuárum orátio proficiat sup- y siervas nuestras humildes súplicas; para plicántium: ut eas et a peccátis ómnibus éxuas, et que las libres de las ataduras de todos sus tuæ redemptiónis fácias esse partícipes. Qui vivís pecados y las hagas participantes del fruto de tu redención. Tú que vives y reinas. et regnas.

A

NIMÁBUS,

2º de Noviembre

Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos (1ª clase - Ornamentos negros)

L

a fiesta de Todos los Santos nos trae naturalmente a la memoria el recuerdo de las almas santas que, cautivas en el purgatorio para expiar en él sus culpas veniales o bien para satisfacer la pena temporal debida por sus pecados, están, sin embargo, confirmadas en gracia, y algún día entrarán en el cielo. Así que, después de haber celebrado la Iglesia en medio del regocijo la gloria de los Santos que constituyen la Iglesia del cielo, la Iglesia de la tierra extiende su maternal solicitud hasta aquel lugar de indecibles tormentos en que se ven sumidas almas que también pertenecen a la Iglesia, a la Iglesia que llamamos purgante. En este día, dice el Martirologio romano, la Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos, en la cual nuestra común y piadosa madre la Iglesia, después de haber tratado de honrar con dignos loores a todos los hijos suyos que tiene ya gozando en el cielo, se esfuerza por ayudar con poderosos sufragios cerca de Cristo, su Esposo y Señor, a todos los que aún gimen en el purgatorio, a fin de que cuanto antes se sumen a la sociedad de los moradores de la Ciudad celestial. En ninguna parte como aquí anuncia la liturgia de una manera tan explícita la misteriosa trabazón que estrecha a la Iglesia triunfante con la militante y la purgante, y nunca tampoco aparece más claro el doble deber de caridad y de justicia que fluye naturalmente de su misma incorporación al cuerpo místico de Cristo. Sabemos que, en virtud del dogma de la Comunión de los santos, los méritos y sufragios de los unos vienen a ser también de los demás, en virtud de una comunidad de bienes espirituales; de manera que, sin mermar los derechos de la divina Justicia, que con todo rigor se nos aplican al fin de nuestra vida, la Iglesia puede unir aquí su oración con la del cielo y suplir por lo que falta a las almas del Purgatorio, ofreciendo a Dios por ellas mediante la santa Misa, las indulgencias, las limosnas y los sacrificios de sus hijos, los méritos sobreabundantes de la Pasión de Cristo y de sus místicos miembros. De ahí que la liturgia, cuyo centro es el sacrificio del Calvario continuado en el altar ha sido siempre el medio empleado por la Iglesia para practicar con los Fieles Difuntos el deber de la caridad, que nos manda atender a las necesidades del prójimo, cual si fueran propias, en virtud siempre de ese lazo sobrenatura1 y apretadísimo que une en Jesús al cielo con la tierra y el Purgatorio. La liturgia de los Difuntos es tal vez la más hermosa y más consoladora de todas. A diario, al fin de las Horas del Oficio divino, se encomiendan a la misericordia divina las almas todas de los Fieles Difuntos. En la Misa el sacerdote ofrece el Sacrificio por los vivos y los muertos (Súscipe), y en un Memento especial, pide al Señor se acuerde de sus siervos y siervas que, habiendo muerto en Cristo, duermen ahora el sueño de la paz y les haga pasar al lugar de refrigerio, de luz y de paz. La Iglesia nos recuerda en una Epístola, sacada de San Pablo, que los muertos resucitarán, y nos manda esperar, porque en este día nos tornaremos a ver todos en el Señor. La Secuencia describe gráficamente el Juicio final, en que los buenos serán separados por siempre de los malos. El Ofertorio recuerda que S. Miguel es quien introduce las almas en el cielo, porque, dicen las oraciones de la recomendación del alma, él es el Jefe de la milicia celestial, entre la cual se han de poner los hombres, ocupando los sitiales dejados vacíos por los ángeles malos. “Las almas del Purgatorio, declara el Concilio de Trento son socorridas por los sufragios de los fieles y, señaladamente por el Sacrificio del altar”. Y la razón es que, en la Santa Misa el sacerdote ofrece

oficialmente a Dios el precio de las almas: la Sangre del Salvador. Jesús mismo está presente bajo las especies de pan y vino, que recuerdan al Padre el Sacrificio del Gólgota y asegura la aplicación de su virtud expiatoria a esas almas. Introito (Apoc. V, 12; 1, 6)

R

dona eis, Dómine: et DALES, SEÑOR, el descanso eterno, y brille lux perpétua luceat eis. Ps. 64. Te decet para ellos la luz perpetua. -Sal. El Cielo te hymnus, Deus, in Sion, et tibi reddétur votum debe, oh Dios, un himno de alabanza, y en in Jerúsalem: exáudi oratiónem meam, ad te la celestial Jerusalén te será tributado un homenaje en nuestro nombre: escucha mi omnis caro véniet. oración, pues a Ti ha de volver todo hombre. ÉQUIEM ÆTÉRNAM

Oración-Colecta

FIDÉLIUM, DEUS, ómnium Cónditor et Redémptor, animábus famulórum famularúmque tuárum remissiónem cunctórum tribue peccatórum: ut indulgéntiam, quam semper optavérunt, piis supplicatiónibus consequántur. Qui vivís cum Deo Patre.

OH DIOS, ¡Creador y Redentor de todos los fieles! concede a las almas de tus siervos y siervas la remisión de todos sus pecados: a fin de que, por estas piadosas súplicas, consigan el perdón que siempre desearon: Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Epístola (I Corintios XV, 51-57)

F

RATRES:

Ecce mystérium vobis dico: HERMANOS: Voy a proponeros un misteOmnes quidem resurgémus, sed non rio: «Todos hemos de resucitar; mas no omnes immutábimur. In moménto, in ictu todos seremos mudados.» En un moóculi, in novíssíma tuba: canet enim tuba, mento, en un abrir y cerrar de ojos, al et mórtui resúrgent incorrúpti: et nos im- son de trompeta, porque sonará la trommutábimur. Oportet enim corruptíbile hoc peta y los muertos resucitarán incorindúere incorruptiónem: et mortále hoc in- ruptibles, y entonces nosotros seremos dúere immortalitátem. Cum autem mortále renovados. Porque es menester que este hoc indúerit immortalitátem, tunc fiet ser- cuerpo corruptible se revista de incormo, qui scriptus est: Absórpta est mors in ruptibilidad y que este cuerpo mortal se victória. Ubi est, mors, victória tua? Ubi est, revista de inmortalidad. Pues, cuando mors, stímulus tuus? Stímulus autem mortis este cuerpo mortal se hubiere revestido peccátum est: virtus vero peccáti lex. Deo de inmortalidad, entonces se cumplirá la autem grátias, qui dedit nobis victóriam per palabra que está escrita: « La muerte ha Dóminum nostrum Jesum Christum. sido devorada por la victoria. » ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón? El aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado es la Ley. Pero demos gracias a Dios, que nos dio la victoria por nuestro Señor Jesucristo.

R

mereántur evádere judícium ultiónis. V. Et lucís ætérnæ beatitúdine pérfrui. l. DIES IRÆ, dies illa, Solvet sæclum in favílla; Teste David cum Sibylla. 2. Quantus tremor est futúrus, quando Judex est ventúrus Cuncta stricte discussúrus! 3. Tuba mirum spargens sonum per sepúlcra regiónum, coget omnes ante thronum. 4. Mors stupébit et natúra, cum resúrget creatúra, judicánti responsúra. 5. Liber scriptus proferétur, in quo totum continétur, unde mundus judicétur. 6. Judex ergo cum sedébit, quidquid latet apparébit: Nil inúltum remanébit. 7. Quid sum miser tunc dictúrus? Quem patrónum rogatúrus? Cum vix justus sit secúrus. 8. Rex treméndæ majestátis, qui salvándos salvas gratis, salva me, fons pietátis. 9. Recordáre, Jesu pie, quod sum causa tuæ viæ, ne me perdas illa die. 10. Quærens me, sedísti lassus: redemísti

Gradual (IV Esdr. II, 34- 35)

dona eis, Dómine; et lux perpétua lúceat eis. V. Ps. 111. In memória ætéma erit justus: ab auditióne mala non timébit. ÉQUIEM ÆTÉRNAM

A

DALES, SEÑOR, el eterno descanso, y la Luz perpetua les alumbre. Salmo. Eterna será la memoria del justo; no temerá oír nada que le aflija.

Tracto BSÓLVE,

DÓMINE, ánimas ómnium fidélium defunctórum ab omnivínculo delictórum. V. Et grátia tua illis succurrénte,

LIBRA, SEÑOR, las almas de todos los fieles difuntos de toda atadura de pecado. V. Y que, ayudándoles tu gracia, merezcan evi-

I

tar el juicio de venganza. V. Y gozar de la bienaventuranza de la Luz eterna.

Secuencia 1. ¡OH DÍA DE IRA aquél crucem passus: Tantus en que el mundo se dilabor non sit cassus. 11. Juste judex solverá, atestiguándolo ultiónis, donum fac David y la Sibila! 2. ¡Cuán grande será remissiónis ante diem el terror, cuando el Juez ratiónis. venga a juzgarlo todo 12. Ingemísco, tam- con rigor! quam reus: culpa rubet 3. La trompeta, al vultus meus: Supplicán- esparcir su atronador sonido por la región de ti parce, Deus. 13. Qui Maríam ab- los sepulcros, reunirá a solvísti. et latrónem todos ante el trono de Dios. exaudísti, mihi quoque 4. La muerte se asomspem dedísti. brará y la naturaleza, 14. Preces meæ non cuando resucite la criasunt dignæ: Sed tu bo- tura, para responder nus fac benígne, ne ante el Juez. 5. Abriráse el libro en perénni cremer igne. que está escrito todo 15. Inter oves locum præsta, et ab hædis me aquello de que el mundo ha de ser juzgado. sequéstra, státuens in 6. Luego que el Juez se parte dextra. hubiere sentado, apare16. Confutátis male- cerá todo lo oculto; nada díctis, flammis ácribus quedará sin venganza. 7. ¿ Qué he de decir addíctis: Voca me cum entonces yo miserable? benedíctis. 17. Oro supplex et ¿A qué valedor acudiré, acclínis, cor contrítum cuando aun el justo apenas estará seguro? quasi cinis: Gere curam 8. ¡Oh Rey de terrible mei finis. majestad, que a los que 18. Lacrimósa dies se han de salvar los illa, qua resúrget ex salvas gratuitamente! sálvame, fuente de bonfavílla. 19. Judicándus homo dad. 9. Acuérdate, piadoso reus. Huic ergo, parce Jesús, de que soy causa Deus: de que vinieses al mun20. Pie Jesu Dómine, do; no me pierdas en Dona eis réquiem. aquel día. Amen. 10. Al buscarme, fati-

Evangelio (S. Juan V, 25-29)

N ILLO TÉMPORE: Dixit Jesus turbis Judæórum: amen, amen dico vobis: quia venit hora, et nunc est, quando mortui audient vocem Fílii Dei: et qui audíerint, vivent. Sicut enim Pater habet vitam in semetipso: sic dedit et Filio habere vitam in semetipso: et potestátem dedit ei judícium fácere, quia

redimiste sufriendo en la cruz; que no sea vano tanto trabajo. 11. ¡Oh justo Juez de las venganzas! concédeme el perdón antes del día de la cuenta. 12. Gimo como reo; la culpa ruboriza mi cara. Perdona, Señor, al que te lo suplica. 13. Tú que perdonaste a María (Magdalena), y oíste al buen Ladrón, y a mí mismo me diste esperanza, 14. Mis plegarias no son dignas; pero Tú bueno, muéstrate benigno, para que no arda yo en el fuego eterno. 15. Dame un lugar entre tus ovejas, y apártame de los cabritos, colocándome a tu lado derecho. 16. Arrojados los malditos a las llamas eternas, llámame con los benditos. 17. Ruégote suplicante y anonadado, con el corazón deshecho como el polvo, que tengas cuidado de mi fin. 18. ¡Oh día de lágrimas aquel en que saldrá del polvo 19. el hombre para ser juzgado como reo! Perdona a éste Señor. 20. Piadoso Señor Jesús, dales el descanso. Amén.

gado te sentaste; me

EN AQUEL TIEMPO: dijo Jesús a las turbas de los judíos: En verdad, en verdad os digo, que viene la hora, y ésta es, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y aquellos que la escucharen vivirán. Porque así como el Padre tiene en Sí mismo la vida, así también ha dado

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