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l presidente Leonel Fernández, en su discurso de rendición de cuentas ante la Asamblea Nacional el 27 de febrero del 2006 dijo, que “a pesar de la mejoría en los niveles de inversión que el Gobierno ha logrado durante este último año, estamos conscientes de que la política social tradicional de la República Dominicana ha sido ineficiente e insuficiente. Todavía el gasto público social, como porcentaje del PIB, es uno de los más bajos de América Latina. Hay una situación de inequidad social que tenemos que superar. Hay débiles indicadores sociales, incompatibles con el nivel de crecimiento económico alcanzado durante los últimos 40 años. Hay un aumento de la pobreza debido a la reciente crisis por la que hemos tenido que atravesar”. Anteriormente, el Informe Nacional de Desarrollo Humano (del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), correspondiente al año 2005, había señalado que “la economía de la República Dominicana ha registrado en los últimos 50 años una tasa de crecimiento promedio ejemplar, por encima de 5 por ciento anual. Actualmente, el país está en transición hacia una economía y una sociedad globalizadas; ese tránsito encuentra a sus habitantes sumidos en grandes desequilibrios: el déficit social es significativo; el nivel de desarrollo humano y otras variables sociales muy sensibles al nivel de desarrollo, como la mortalidad infantil, la calidad y cobertura de la educación y de los servicios de salud, los niveles de saneamiento y el cuidado del medio ambiente, entre otras, registran un desempeño peor al esperado, dado el nivel y crecimiento del ingreso de las últimas décadas; no se ha aprovechado el uso de la riqueza nacional para mejorar el bienestar de las dominicanas y los dominicanos; el país está entre los primeros 13 países en el mundo que menos aprovechamiento han hecho del ingreso por habitante para mejorar el nivel de desarrollo humano”. El documento añade que “los principales sectores generadores de divisas de la economía dominicana han entrado en crisis estructural: el modelo de desarrollo de turismo de masas debe reajustarse hacia uno más sustentable; por su parte, las zonas francas crecieron sobre la base de distorsiones en el comercio mundial que ya son insostenibles”. En la República Dominicana, el sector de los servicios representa el 55,5% del PIB. El turismo y las zonas francas, son los sectores emergentes en la gran transformación experimentada por la estructura productiva del país durante los últimos 40 años ¿Un arma contra la pobreza? Periódico Hoy, domingo 18 de enero 2004, pág. 10): hasta los años de 1960, la economía dominicana fue fundamentalmente agrícola; la exportación de azúcar de caña constituía un tercio de las exportaciones dominicanas, otras ganancias (30%) provenían del café, cacao y del tabaco; una declinación en el precio del dulce en los mercados internacionales, el incremento en el precio del petróleo entre otros factores económicos a mitad de los años 70, aceleraron el cambio de la economía nacional; de una economía totalmente rural a una economía globalizada. El caso particular de la
industria turística dominicana, su crecimiento, desempeño y mucha de su actualidad pudiera ser entendida cuando se la analiza en un contexto global. El turismo ha asumido un rol de primera importancia en los intercambios internacionales y en la formación del producto bruto global; es un fenómeno mundial: anualmente se producen más de 600 millones de llegadas turísticas internacionales y se generan alrededor de US475.8 billones en ingresos; el surgimiento de nuevas metas turísticas emergentes en Asia, el norte de África, Latinoamérica y el Caribe, ha dado lugar a una notable expansión geográfica. Cuando se comparan estas cifras con los 25 millones de visitas, los pocos más de US 2000 millones que entraron a la economía mundial por este concepto en 1950 y se observa la distribución del mercado en aquel año (en 1950,15 países de Europa y de América del Norte tenían el 97% del mercado), vemos la extraordinaria amplificación que ha experimentado la actividad turística en poco más de 50 años. Mucho del incremento que, ha venido experimentando la industria turística en el hemisferio occidental, tiene que ver con el hecho de que el turismo, por sus características se había “globalizado” e “internacionalizado” previamente al proceso de liberalización del comercio de los últimos 25 años: a partir de la Segunda Guerra Mundial, la cultura de la universatilidad dio origen a una estructura económica internacional caracterizada por relaciones comerciales y de negocios; el continente europeo entró en una etapa de reconstrucción y de recuperación económica y social, el desarrollo económico reflejado en el aumento del nivel de ingreso y de infraestructuras como el transporte y las comunicaciones generó y facilitó el aumento de los viajes internacionales. Estas circunstancias, hicieron que este
sector fuera encontrado por el proceso integracionista (creado por los Acuerdos Comerciales y Tratados de Libre Comercio) con un mayor grado de globalización y apertura al mercado internacional que otros sectores económicos y por lo tanto con menos requisitos y necesidades de liberalización comercial para ser desarrollado. Por otra parte, el crecimiento demográfico, la urbanización creciente de los diferentes países, el aumento en el tenor de vida y las nuevas modalidades de trabajo (algunas de las derivaciones de los procesos pos Segunda Guerra Mundial), directa o indirectamente crearon mayores necesidades de descanso en la población, trayendo como resultado el incremento acelerado del turismo y consecuentemente, una internacionalización en el comercio de los servicios turísticos; el ambiente que define a cada país y su cultura, entendida como las facetas espirituales, materiales e intelectuales: artes, letras, modos de vida, sistemas de valores y creencias, que caracterizan a la sociedad o a los grupos sociales que allí residen, sobre los que el visitante en alguna manera ha recibido información, constituyen las bases de a actividad turística. La mayoría de las naciones subdesarrolladas y en vía de desarrollo (ubicadas en Asia, África, Latinoamérica y el Caribe) por su rica diversidad natural-cultural y de otros atractivos en su herencia son poseedoras de un excelente potencial turistico. En lo que respeta al Caribe, muchas de sus islas, tuvieron durante mucho tiempo una dependencia significativa en las exportaciones agrícolas (las cuales eran negociadas bajo acuerdos económicos preferenciales), una fuerte declinación en su crecimiento y ganancias a inicios de la década de los 80s, produjo que las estrategias económicas de estos territorios fueran
dirigidas hacia la inversión en la producción orientada a la exportación, acelerando la transformación de la estructura económica (fuera de su tradicional agricultura), iniciada en la década de los 60s. Entre 1961 y el 2002 el promedio per cápita de crecimiento del Producto Interno Bruto para los países caribeños fue del 2.8 por ciento; durante este periodo, el sector servicios, incrementándose a razón del 5 por ciento anualmente, fue un elemento determinante para que se lograra este desarrollo económico, al pasar su cuota en el PIB del 50% en 1960 al 62 por ciento en los 90s. Desde entonces, ha sido evidente la importancia del turismo: Las Antillas vivieron un incremento en el flujo de las llegadas turísticas internacionales de un 52.2% entre 1978 y 1988,este aumento se produjo a pesar de la recesión global de la década de los 70s y de comienzos de los 80s del pasado siglo; a mitad de los años 90’s, el turismo representaba el 25% de las exportaciones en bienes y servicios de la región caribeña, y las divisas extranjeras generadas por la actividad turística, contribuían al 31% del PIB de esta zona. Análisis señalan al grupo hispánico compuesto por Cuba, Republica Dominicana, Puerto Rico, Cancún, Cozumel (entre 1995 y 1999 la cuota de negocios de este grupo paso del 48% al 57.7 por ciento), como responsable de mucho del crecimiento, atribuido a toda la zona. Mucho del desarrollo turístico vivido por esta parte del mundo durante los últimos 30 años, ha tenido que ver con los importantes procesos de liberalizaciones que promueve la Organización Mundial del Comercio en el Hemisferio Occidental : los acuerdos comerciales, con sus primeras fases orientadas al libre comercio de los bienes, generaron unamayor necesidad de viajes de negocios y crearon una “cultura” favorable a la
apertura de los mercados, que dejo las puertas abiertas a la liberalización del comercio de los servicios. El turismo dominicano, caracterizado en sus inicios, por su fuerte componente de propietarios locales, fue uno de los pocos sectores económicos nacionales que funcionó bien, durante los años de inestabilidad macroeconómica (década de los años 80 e inicio de los 90): el valor agregado de la actividad turística creció alrededor del 23.5 por ciento en el período 1983-88, esto, cuando el crecimiento de la economía completa fue del 2.5%; con las ganancias del desenvolvimiento turístico incrementándose rápidamente en los 90s, en 1992 la nación formo parte de un grupo de seis países caribeños que ganó más de su cuota de exportación por turismo que por otros sectores (Fondo Monetario Internacional, Libro Anual de Estadísticas en Balanza de Pagos Wash, DC, 1993, Pattullo pl2). En el periodo 1995-2000, con un PIB promedio anual que alcanzó el 8%, la expansión económica de República Dominicana fue impresionante, lo cual convirtió a RD en una de las economías de más rápido crecimiento en América Latina y el Caribe; el sector turístico fue la fuerza impulsora del milagro económico dominicano de estos años. El proceso de liberalización comercial de los servicios ha sido muy dinámico en este país; desde mediado de la década de los años 90 no existe limitación al acceso al mercado de los servicios turísticos, en 1999 14 de las 30 cadenas hoteleras existentes pertenecían a inversionistas extranjeros. El turismo dominicano (sin apoyo gubernamental) ha contribuido a la difusión de la música dominicana en el exterior, sobre todo en Europa: a principio de los años 90, casetes de merengue y bachata llevados por los turistas de regreso a sus países, difundidos en bares y discotecas, más luego en alguna radio local europea, despertaron el interés de algunos promotores internacionales; a la exportación: el acceso de grupos de turistas a las destilerías de ron o a alguna tabacalera dominicana en Santiago y Puerto Plata ha hecho una magnífica contribución en el reconocimiento internacional de estos productos.
Fuentes: ● Informe Nacional de Desarrollo Humano 2005, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ● Desarrollo del turismo en la Republica Dominicana, Crecimiento, Costos y Oportunidades, Anne Fuller, Universidad de Rutgers, mayo 1999. Versión en ingles. ● “Los Tratados De Libre Comercio Y Sus Efectos Sobre El Turismo” Ing. Daniel Meyer Krumholz, OEA/ALADI SE/AE168/98. ● La Hora De Las Decisiones: El Desarrollo del Caribe en el siglo 21, Banco Mundial, abril 2005. Versión en ingles. ● Desarrollo productivo en las economías abiertas CEPAL 2004.
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Actualmente, la actividad turística representa el 36 por ciento de los intercambios comerciales en servicios en las economías avanzadas y el 66% en los países en vía de desarrollo, con una contribución al PIB de entre 3 y el 10 por ciento en los primeros y hasta el 40% en los segundos respectivamente. Es indudable que (El turismo un arma contra la pobreza Listín Diario, 02 de diciembre 2002), el turismo, en sus roles de: generador de divisas, creación de empleos y excelente catalizador de las economías en transición hacia mercados mas diversificados, hace una enorme contribución al progreso global; sin embargo, al igual que los sectores de la agricultura y el de la industria consume recursos y genera residuos. Muchas de las externalidades turísticas (debidas a los procesos de globalización más que al sector turístico en sí mismo) inciden negativamente en el ambiente y en la economía de los países del tercer mundo principalmente. La globalización ha conducido al aceleramiento del desarrollo económico; no obstante esto, la creciente economía mundial ha sido acompañada por la degradación ambiental: deforestación, contaminación del aire, pérdidas en la biodiversidad, calentamiento global, agotamiento de la capa de ozono y una serie de cosas para nada positivas. Parte de la explicación de que esto suceda, en primer lugar, se encuentra en el crecimiento poblacional de los últimos 50 años: 6 billones de personas obviamente ponen más presión sobre los recursos naturales y sobre los sistemas ecológicos que 2.5 billones. Por otro lado, cuando el sistema de comercio internacional fue reconstruido después de la Segunda Guerra Mundial, las consecuencias ambientales de la integración económica no eran de primera preocupación; aunque algunas referencias indirectas al ambiente fueron incluidas en la Cláusula de Excepción del GATT de 1947, se proveía que tales medidas no discriminaran entre las fuentes de importaciones o constituyeran restricciones al comercio internacional. La relación entre el desarrollo económico y la degradación ambiental fue puesta por primera vez en la agenda internacional, durante la Conferencia Sobre El Ambiente Humano de las Naciones Unidas, en Estocolmo en 1972; casi dos décadas más tarde, en 1987, el Informe Brundtland “Nuestro Futuro Común”, de la Comisión Mundial Para El Ambiente y El Desarrollo de la ONU, un balance ( no se refirió al turismo) de lo que había pasado en esos 40 años, puntualizaba “la mortalidad infantil ha disminuido, la población adulta que puede leer y escribir ha aumentado, la producción de alimentos ha crecido mas rápido que el crecimiento poblacional; sin embargo, los mismos procesos que han producido estas ganancias han dado paso a tendencias insostenibles para el planeta y sus gentes: en términos absolutos, como nunca antes, hay más gente
hambrienta en el mundo; la brecha entre las naciones ricas y pobres se esta ampliando, de igual manera los números que no se pueden leer ni escribir (Ej. número de personas que no tiene acceso al agua potable, etc.); la industria y la agricultura son responsables de la introducción de sustancias tóxicas en la cadena alimenticia y en las aguas superficiales”. Concluyendo: todas estas ambigüedades, debidas “a las fallas del desarrollo y a las fallas en el manejo del ambiente humano”. Una idea sobre la amplitud de los efectos que han ejercido el crecimiento poblacional y el desarrollo agrícola sobre el medio ambiente en las zonas costeras de los países desarrollados, puede ser obtenida, cuando se mira hacia Europa: la Comunidad Económica Europea genera cada año aproximadamente 2 000 millones de toneladas de residuos, de los cuales más de cuarenta millones están clasificados como peligrosos; primeramente, el 80% de la población de la UE vive en ciudades, su población produciendo un kilo de residuo por persona, por día a lo largo de un año y en todo el Viejo Continente supone un total de 200 millones de toneladas de desperdicios urbanos en igual manera, las regiones costeras de la Unión Europea son sometidas a una presión constante: hoy en día, prácticamente la mitad de los habitantes de la Unión reside en una franja de 50 km. en torno a la costa; la expansión urbanística ha sido responsable de la destrucción de hábitats costeros de gran importancia, lo cual ha tenido una repercusión negativa sobre los recursos hídricos de estos territorios. En esté contexto, no menos importantes son los impactos que la agricultura ha tenido sobre las riberas marinas de las ciuda-
des de esta región: la contaminación de origen terrestre, sobre todo la originada en fábricas y explotaciones agrarias, representan un gran problema, especialmente preocupante es la producida por los nitratos procedentes de abonos y excrementos de animales: los nitratos son el componente básico de todos los fertilizantes; estas substancias, usadas en grandes cantidades y posteriormente vertidas en altas concentraciones en los ríos europeos son responsables de la proliferación de las algas azules (estas se reproducen a un ritmo espectacular y estrangulan las otras especies marinas); el agua rica en estas plantas acuáticas, al llegar al mar ocasiona la contaminación de las playas. En lo que respeta al turismo, desde que en 1985, la Organización Mundial del Turismo(Tourism Bill of Rights and Tourist Code) , el Manifiesto del movimiento alemán “Tourism With Insight” junto a otras organizaciones no menos importantes puntualizaran que “el turismo, a las puertas del año 2000, es la principal actividad del globo: moviliza mas de 5 mil millones de personas al año(entre las cuales, casi 600 millones hacia el extranjero); ocupa millones de trabajadores(1 de cada 15 ocupados en todo el mundo); está destinado a crecer exponencialmente en los próximos decenios a favor del desarrollo de transporte y comunicaciones; pero también que el turismo, en sus aplicaciones de masa y de lujo, ha tenido muchas veces efectos muy negativos sobre el ambiente, la cultura, la economía de los países de destino, sobre todo en el Sur del mundo”; su posterior abordamiento durante la Cumbre de la Tierra (una cumbre para preparar al mundo para los retos del presente siglo)en 1992, hasta su inclusión en las Estrategias para el Desarro-
llo Sostenible, delineadas en la Agenda 21 de la Organización de las Naciones Unidas, se han venido tratando en manera abierta los impactos marginales que sobre el medio ambiente, la cultura y las actividades socio-económicas ejerce la industria turística a nivel global. Primeramente, el turismo se origina desde los países desarrollados afluentes, donde se ha convertido en un fenómeno de masas, con la demanda turística influenciada por factores irracionales, como la moda y las tendencias; muchos de los patrones en las requisiciones de los consumidores de las sociedades industrializadas reflejan estilos de vida insostenibles. Por otra parte, el hecho de que este, muchas veces se desarrolle como una actividad estacional (ayudando a determinar la oferta de facilidades hoteleras para los turistas) conduce a la concentración de vacacionistas en ciertos lugares y en ciertos tiempos específicos, lo cual, inevitablemente crea un impacto directo sobre algunas variables ambientales, como el consumo de energía, el suministro de agua, la generación de aguas residuales, la producción de desechos y la contaminación del aire; la proliferación incontrolada de acomodaciones turísticas, particularmente, en aquellas áreas muy frágiles de las zonas costeras, montañosas y rurales, muchas veces ha excedido la capacidad de carga de los ecosistemas, degradando en manera significativa el medioambiente: los complejos turísticos de las costas ejercen una presión enorme sobre los recursos locales de agua dulce; así, en varias partes del Mediterráneo, por ejemplo en las islas griegas, la explotación excesiva de los escasos recursos de aguas subterráneas ha dado pie a infiltraciones de agua de
mar en la capa freática, volviéndose esas aguas en no aptas para el consumo humano. Algunos estudios han señalado cómo un turismo mal manejado ha impactado negativamente a las pequeñas islas(los ambientes insulares son notablemente frágiles); en la llamada “Periferia” de Europa, Norte América y de Japón (Turner y Ash, 1976) constituida por destinos como las Islas Baleares y Malta en,el Mediterráneo, las Islas Canarias en el Atlántico, las Antillas Menores en el Caribe, Hawaii, Guam y las Islas Marianas en el Pacifico, con una densidad promedio de visitas diarias cercana a los 200 turistas por cada mil habitantes (los turistas representan un incremento del 20 por ciento de su población diaria) y cuyos paisajes isleños están ocupados por aproximadamente 50 habitaciones hoteleras por kilómetro cuadrado, los impactos negativos debido a la sobre concentración de grandes infraestructuras y complejos cerca de las delicadas líneas costeras y de las faldas montañosas para el desarrollo de condominios, incluyen: la alteración de las playas; descarga de aguas residuales y posterior contaminación de las lagunas y de los lugares cercanos a la costa; destrucción de los arrecifes y de los manglares; la deforestación ; extracción indiscriminada de arena y otros materiales para la construcción y la mayor extinción de aves a nivel global (Wilkinson, 1989 McElroy y otros,1990; Williams y Shaw, 1991; Priestly y otros 1996; UNEP, 1999a. versión en ingles). En este contexto, la República Dominicana no es ajena a estos procesos: duraste los últimos 40 año ha experimentado un gran crecimiento en el orden económico, de igual manera, el número de habitantes del país se duplicó; naturalmente, este proceso ha traido consigo mayores requisiciones de recursos naturales y con ello variados impactos ambientales. En esta última década, la nación está viviendo un aceleramiento de la presión sobre el medio ambiente ; una idea sobre la magnitud de estos efectos nos la dan algunos titulares de los periódicos nacionales: La creciente desaparición de los ríos del país alarma a los grupos ecológicos (Listín Diario, 15 de septiembre del 2000); Crimen ecológico (editorial Hoy, 22 de septiembre del 2000); En los últimos 6 meses van 9 atentados contra los recursos naturales(Ultima Hora, 27 de febrero De 2001); Advierten riesgo de perder tesoro cultural del Parque Nacional del Este(El Siglo , 7 de Marzo 2001); El Parque Nacional del Este o la manzana de la discordia (El Nacional, 7 de marzo del 2001); Confusión reina para el desarrollo de zona Bahía de las águilas (Listín Diario, 7 de Mayo del 2002); Factores turísticos (editorial El Caribe, 5 de mayo del 2002); -Dicen rockash daño playa (Hoy,18 de octubre 2004); también, muchas -otras noticias, reseñando incendios de pinales, destrucciones de playas para construir parqueos, atentados contra la ecología y las violaciones a la Ley Ambiental 6400.
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transnacionales, las fugas de ganancias turísticas alcanzan el 80%. La República Dominicana tampoco escapa a estas externalidades, así lo confirman algunos titulares en los cotidianos nacionales: República Dominicana es el destino más barato de todo el Caribe (Hoy, 7 de noviembre 2004); Cae 50% rentabilidad del turismo en el país (Hoy, 12 de noviembre del 2004); Admiten baja rentabilidad (El Caribe 30 de noviembre del 2004). Por otra parte, las últimas estadísticas del Banco Central de la República Dominicana sobre el número de empleos directos (los que se pueden contabilizar con certeza) indican que en la presente década se mantiene la tendencia que se inició en los 90s (Fallas en Turismo, actualidad no muy alentadora, El Siglo, 24 de septiembre del 2000 Pág. 8b): a finales de los 80 la tasa de creación de empleos era 18.71% ó 1.5 empleos directos por cada habitación de hotel; desde los años 90s, la tasa de creación de empleos es 7.36% ó 0.82 empleos directos por cada habitación de hotel. El todo incluido ha hecho que disminuya el impacto socio-económico del turismo en esta nación caribeña. .
3 Un estudio auspiciado por el Banco Mundial (para la elaboración de la Estrategia de Asistencia al país del banco, correspondiente al período 2004-2009), titulado República Dominicana, Prioridades Ambientales y Opciones Estratégicas-Análisis Ambiental del País, hecho público el 29 de junio del 2004, entre otras cosas señaló lo siguiente: “El rápido crecimiento económico y el crecimiento urbano han afectado la calidad ambiental y han abusado de la base de los recursos naturales de la República Dominicana. En particular, el manejo de los recursos del agua (calidad del agua, cantidad y manejo de cuenca) y la recolección y disposición de la basura en todo el país, se han convertido en las mayores preocupaciones ambientales. La nación ha experimentado un rápido proceso de urbanización (en los últimos 30 años, el numero de habitantes se duplicó y la población urbana se triplicó) para mantenerse al ritmo del crecimiento general de la población y la economía, el consumo de agua se ha multiplicado por cuatro en los últimos 20 años, la escasez del líquido es un problema regional que resulta del mal manejo de la demanda del agua de riego, del abastecimiento urbano de agua y de la infraestructura turística en las regiones más secas”. En el mismo informe, se hacen señalamientos específicos sobre los impactos ambientales ocasionados por la agricultura, la pesca, la industria, añade: “Los problemas ambientales emergentes son la contaminación del aire y la degradación de los ecosistemas costeros; el manejo de las áreas protegidas todavía permanece inadecuado; la mala calidad del agua superficial de los recursos hídricos subterráneos y del agua costera son el resultado de la falta del manejo de aguas negras y los residuos agrícolas”. En el caso particular del turismo, puntualiza que “el desarrollo del turismo ocurre en zonas ecológicamente frágiles; las políticas turísticas actuales están dirigidas, primordialmente, a captar más turistas sin tomar en cuenta la capacidad de carga de la base de recursos naturales existentes; en la zona de mayor repunte, la planificación turística no ha tornado en consideración la disponibilidad de los recursos hídricos, el nivel en que han sido explotados los acuíferos costeros (las actividades humanas en todo el Sureste del país, dependen mucho de éstos: alrededor del 30% del agua que se suministra a la ciudad de Santo Domingo proviene de fuentes subterráneas) y la magnitud en la que el agua marina se ha extendido más allá de las costas, constituyen casos preocupantes del impacto ambiental de estos desarrollos. Señalando, por último, que el crecimiento planificado para la península nordestana y las presiones para desarrollar Bahía de las Aguilas son ejemplos adicionales de un modelo turístico de “tala y quema” que busca desarrollar nuevas áreas en la medida en que se degradan las antiguas.
Finalmente, en lo que se refiere al desarrollo turístico y el medioambiente en la República Dominicana, durante el Primer Encuentro Regional “Desarrollo Humano y Turismo Sostenible Como Estrategia de Progreso”, celebrado en Puerto Plata a finales del año 2004, el secretario de Medio Ambiente, Max Puig, señaló que el impacto que ha tenido el desarrollo turístico sin regulaciones en las zonas costeras del país ha ocasionado la destrucción de arrecifes y manglares, la alteración del patrón de la corriente y de los ecosistemas locales. De igual manera, la autorización sin criterios técnicos apropiados de sitios de anclaje para buques, cruceros y botes de recreo en áreas protegidas o arrecifes. Concluyendo que “las políticas turísticas que tenemos están dirigidas primordialmente, a captar más turistas, sin tomar en cuenta la capacidad de carga de la base de los recursos naturales existentes”. Con referencia a las externalidades económicas del turismo en los países pobres, desde 1990 el crecimiento en las negociaciones de exportaciones de servicios en las economías en vía de desarrollo ha sido el 50% más alto que en los mercados económicos de los países desarrollados: un crecimiento anual de un 10.5% contra el 6.9% respectivamente, con las transacciones en la categoría otros servicios (referente al turismo) convirtiéndose en el sector donde las naciones del tercer mundo han ganado una mayor cuota de mercado. Sin embargo, muchos de estos estados han visto como una parte muy significativa del crecimiento total se escapa de sus economías; estas fugas (muchas veces difíciles de medir con certeza) son generalmente definidas como la suma extraída de los gastos turísticos; en un sentido agregado, pueden ser estimadas cuando
se establece una relación entre las divisas generadas por la industria y las llegadas turísticas en un tiempo determinado. Los escapes se producen de diferentes maneras: externa, aquellos relacionados con los financiamientos para la infraestructura y facilidades, repatriación de beneficios y ganancias, etc.; interna, aquellos originados por las importaciones conectadas a la industria doméstica; por ultimo, aquellas pérdidas reales y los costos de oportunidad que aunque no pueden ser documentados con confiabilidad, ejercen unos efectos significativos y acumulativos: el agotamiento y daños de los recursos ambiéntalesculturales (arrecifes de coral, playas, vida salvaje, foresta, estructuras históricas o distritos) puede impactar negativamente en las llegadas y en el gasto turístico, produciendo la depreciación del valor de las atracciones en los destinos a largo plazo; al mismo tiempo se puede producir el deterioro de la calidad de vida de los residentes locales. De acuerdo con informaciones de la Organización Mundial del Turismo, los países menos desarrollados, incluyendo aquellos en vía de desarrollo, aunque cuentan con aproximadamente el 61% de las llegadas turísticas internacionales, sólo obtienen el 53% de las ganancias internacionales. Las fugas económicas turísticas en los países menos desarrollados de África, llegan al 85%, 70% en Tailandia y 40% en India. En el caso particular del Caribe, donde en la última década las importaciones crecieron a tasas aún más elevadas que sus exportaciones, verificándose una tendencia al incremento de la compra de insumos y la contratación de servicios en el exterior, por parte de las empresas exportadoras y proveedoras de servicios, especialmente en el caso de las empresas
Fuentes: ●Estadísticas de la Organización Mundial del Turismo. ●Estadísticas de la World Tourism and Travel Council ● Marco de Actuación para el Desarrollo Urbano Sostenible en La Unión Europea Octubre De 1998, Ambiente Europeo, la segunda valoración, AEMA (versión en ingles) ● La Unión Europea apuesta por las zonas costeras: Un cambio de rumbo para las zonas costeras europeas, Comisión Europea Dirección General de Medio Ambiente Comunidades Europeas, 2001 ● Libre Comercio y Ambiente, Organización Mundial del Comercio, 1999, 2004. ●El Turismo y El Ambiente Hans-Werner Schmidt Estadísticas en focus EUROSTAT© Comunidades Europeas, 2002 (versión en ingles) ● Usando Estrategias Económicas Basadas En El Cluster Para Minimizar Las Pérdidas Turísticas, James GOLLUB, Amy HOSIER, Grace WOO, Organización Mundial del Turismo (versión en ingles) ● El Desempeño de América Latina y El Caribe En la Economía Global, CEPAL 2004c