Cumbre Papa-pinochet

Liceo n 7 de Niñas, Providencia Sector de Aprendizaje Religión Nm4, DOCUMENTO DE APOYO

Revelan cómo fue cumbre del Papa y Pinochet el '871

En "Witness To Hope", la última biografía de Karol Wojtyla, se incluye la conversación que el general (R) sostuvo con el líder religioso en La Moneda. El autor de la obra es el teólogo George Weigel, quien cuenta que los incidentes en el Parque ÓHiggins casi impidieron beatificación de Sor Teresa. José Carlos Pérez

En el Parque O"Higgins Las protestas ocurridas en el Parque O"Higgins el 3 de abril de 1987 fueron el momento más delicado de toda la visita papal a Chile. Pero,según Witness to Hope, las consecuencias de aquella manifestación en medio de la beatificación de Sor Teresa de Los Andes pudieron ser mucho más serias de lo que alguna vez se pensó. En medio de las lecturas bíblicas de la primera parte de la Misa que consagraría a Teresita, comenzaron las protestas contra el régimen. En ese momento, mientras el Papa sentía en sus ojos el gas lacrimógeno y veía como ardían las llantas de neumático, un personero cercano al gobierno de Pinochet se acercó al sacerdote jesuita italiano Roberto Tucci -encargado de la organización de todos los viajes papales- para decirle: "es bueno que esto suceda para que el Papa vea cómo son estas personas". Según palabras del propio Tucci, por primera y única vez en los 88 viajes al exterior de todo el Pontificado de Juan Pablo II, la comitiva vaticana pensó seriamente en sacar al Papa en medio de un acto. El hecho, de haber ocurrido, habría arruinado toda la visita: un millón de personas esperaba en la explanada la proclamación de la primera beata chilena. El Papa y otras personas que se encontraban en el altar apenas podían respirar por la combinación de los gases lacrimógenos con el humo. Pero la policía comenzó a tomar el control de la situación y el Papa continuó con el acto, e incluso entregó -con lágrimas en los ojos-, la comunión a unos niños. Pero el llanto de Juan Pablo II, según su biógrafo, no se debía a la emoción como muchos han creído, sino a los gases lacrimógenos que alcanzaban el altar. Terminado el acto, el Cardenal Fresno se acercó al pontífice y acongojado le dijo "perdónenos". El Papa contestó: "¿De qué? Su gente permaneció y celebró la misa. Lo único que usted no puede hacer en estas situaciones es rendirse a los alborotadores". La protesta terminó con más de 600 heridos. Y como casi no hubo heridos,crecieron las dudas de hasta qué punto los desórdenes habían sido con el conocimiento y la aceptación del gobierno. Tucci confesó a Weigel que ese día aprendió algo nuevo: siempre debía tener un limón a mano, para poner la mitad de él dentro de un pañuelo en 1

http://www.uv.es/~jalcazar/extra64.htm

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frente de la cara y respirar bien frente a las bombas lacrimógenas. Durante todos estos años, el general (r) Augusto Pinochet ha guardado como uno de sus más sagrados secretos: la conversación que sostuvo con el Papa Juan Pablo II, el 2 de abril de 1987, en los salones de la Moneda. Sin embargo, Witness to Hope, la última y más completa biografía del pontífice escrita por el teólogo norteamericano George Weigel revela, por primera vez, parte del hasta ahora misterioso diálogo. Al encuentro, efectuado al día siguiente de la llegada del pontífice,asistió, además del Papa y Pinochet, el entonces nuncio apostólico en Chile y actual secretario de Estado del Vaticano, Angelo Sodano. La conversación duró 42 minutos, cuando en principio sólo estaba pensada para 10. Precisamente, Sodano fue quien entregó a Weigel, en diciembre de 1996,algunos detalles del encuentro para ser publicados en la biografía. En la ocasión, Pinochet le preguntó al Papa: -¿Porqué la Iglesia siempre está hablando acerca de la democracia? Para mi, en buenas cuentas, un método de gobierno es tan bueno como otro. Entonces el pontífice le respondió cortés, pero enérgicamente: - No. La gente tiene derecho a gozar de sus libertades, aún si comete errores en el ejercicio de ellas. Según cuenta Weigel, Pinochet le señaló después a Sodano que la respuesta del Pontífice lo había hecho reflexionar más cuidadosamente sobre este asunto, y que había meditado profundamente las palabras de Juan Pablo II. Momentos más tarde, Pinochet consiguió que el Papa saliera junto a él al balcón de La Moneda, y apareciera ante el mundo respaldando al régimen autoritario. Esa operación política, que según el autor nunca fue bien informada, molestó mucho al Vaticano. Pinochet no se volvería a reunir con el Papa hasta el día en que éste abandonó el país, en el aeropuerto antofagastino de Cerro Moreno. De acuerdo a Weigel, algunos obispos chilenos estaban temerosos de que la visita papal fortaleciera -políticamente y moralmente- la imagen de Pinochet. Sin embargo, los organizadores del viaje del Papa a Chile, el Cardenal Juan Francisco Fresno y monseñor Cristián Precht, estaban convencidos de que la presencia del pontífice, la preparación de la visita y la experiencia comunitaria llevaría al país más cerca de la democracia. Witness to Hope -parte de cuyo contenido fue adelantado en marzo por La Terceraacaba de ser publicado en Estados Unidos y aún no ha sido traducido al castellano, y revela hechos inéditos del perfil político de Juan Pablo II.

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EL SECRETO PLAN DEL BALCON Una de las fotos más recordadas y controvertidas de la visita del Papa a Chile es la que retrata a Juan Pablo II junto general Augusto Pinochet en el balcón de La Moneda, frente a una multitud de gente que los esperaba en la Plaza de la Constitución. El hecho no simpatizó nada al círculo cercano al Pontífice, que tuvo que escuchar durante un buen tiempo cómo muchos medios europeos acusaban al Papa de legitimar el régimen represivo chileno. Pero la aparición de Juan Pablo II con Pinochet fue el resultado de un plan astuta y cuidadosamente planeado por un altísimo colaborador del ex mandatario chileno. Todo comenzó unos meses antes de ese 2 de abril de 1987. En medio de un desayuno, el alto asesor pinochetista comenzó a analizar con el general la mejor manera de aprovechar la visita del Papa. El objetivo era capitalizar la imagen positiva que un encuentro con Juan Pablo II daría al régimen, especialmente en el exterior. Asesor y gobernante afinaron entonces el plan: había que lograr que el Pontífice se asomara junto a Pinochet por uno de los balcones de la Moneda que miran hacia la plaza de la Constitución, donde los esperaría una multitud de seguidores del régimen. Junto al colaborador, y días antes del encuentro, Pinochet ensayaría -paso a paso- la estrategia para llevar al Papa hacia la ventana. Había, sin embargo, que llenar la plaza de gente. Para lograrlo, el asesor del ex mandatario acudió a la Intendencia de la Región Metropolitana y le pidió a la autoridad regional, Julio Jara Ducaud, que la mañana del 2 de abril la Plaza de la Constitución debía estar atestada de seguidores de Pinochet. Dicho y hecho. el general esperó al Papa vestido de civil y el pontífice llegó a la cita acompañado del Cardenal Juan Francisco Fresno,el secretario de Estado Vaticano Agostino Casaroli y el nuncio apostólico Angelo Sodano. Después de la reunión que sostuvieron durante 42 minutos, el Papa y Pinochet salieron al balcón, donde los esperaban miles de personas aplaudiendo. Augusto Pinochet estaba feliz, y así bajó las escaleras de la Moneda junto al Pontífice, caminó el breve trecho hasta la capilla del palacio de gobierno y le presentó a Juan Pablo II a la entonces Primera Dama de la Nación, Lucía Hiriart.