Cultivo Plantas Autoctonas - Gustavo Aparicio

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Cultivo de plantas autóctonas Por Gustavo Aparicio

El cultivo de plantas y especialmente de árboles, es una actividad llena de gratificaciones que nos permite tomar contacto con el mundo natural aún en medio de la ciudad. En este apunte se mencionan algunos cuidados y trucos para que sea más exitosa, esperando les resulten de utilidad. De los frutos En general la época de recolección de frutos es el otoño pudiéndose extender hasta el invierno. Conviene utilizar semillas de árboles de procedencia local, porque están genéticamente mejor adaptados al ambiente en que viven. Si podemos ubicar semilleros aislados, que no se encuentren en estado silvestre, mucho mejor, ya que en la naturaleza distintos agentes se ocupan de limitar el desarrollo de las semillas (heladas, hongos, insectos, aves). En lo posible debe colectarse semillas de varios árboles saludables, para asegurar mayor variabilidad genética. Piensen que un árbol adulto contribuye al equilibrio de la población de su especie con que solo una semilla prospere a lo largo de toda su vida. Algunos árboles contienen semillas con alas que son levantadas por el viento y llevadas lejos (cipes de la cordillera, alerce, radal, notro, lapachos, tipas). Otras plantas poseen frutos carnosos como las bayas del calafate, el arrayán, el anacahuita o el trauma, que son consumidos por las aves y deben ser cosechados antes que estás los remuevan. También hay que tener en cuenta que existen varias especies de confieras nativas que presentan individuos masculinos y otros femeninos (ciprés de la cordillera, alerce, ciprés de las Guaytecas, pehuén y pino Paraná), por lo que habrá que identificar a los individuos femeninos para no cosechar los conos equivocados. Si bien en este apunte figuran las fechas de fructificación, ellas son estimadas dentro de un rango muy amplio debido a las variaciones locales. En capital federa, por ejemplo, la fructificación suele ocurrir antes que en otros sectores de la provincia de Buenos Aires. Algunas especies varían incluso según se encuentren en la base o arriba de un cerro o montaña, como ocurre con los notros en el sur. En la mayoría de los casos los frutos deben cosecharse cuando están maduros para asegurar la viabilidad de las semillas, pero antes que sean atacados por insectos o que se dispersen.

Generalmente puede saberse cuando un fruto está maduro porque cambia de color, por ejemplo en el alerce y el ciprés de las Guaytecas los conos se vuelven verde amarillentos, en el maitén se vuelven rojos y en el coihue, color café amarillento. Algunos frutos pueden cosecharse antes que las semillas estén del todo maduras. Hay que revisarlos bien antes de guardarlos para no incluir insectos u hongos. De las semillas Debemos seleccionar las mejores semillas que cosechamos antes de guardarlas, porque de su calidad depende tanto éxito de la germinación como el crecimiento de las plantas. Para corroborar la viabilidad de la semilla vasta con cortarla por la mitad para observar el tejido de reserva: debe ser blanco y firme. En las semillas inmaduras o con atrofia este es marrón, acuoso o retraído. Si las clasificamos basándonos en su ¨viabilidad¨ (la capacidad para mantenerse vivas un tiempo determinado), podemos distinguir tres tipos de semillas: 1. Las que deben ser sembradas casi inmediatamente una vez que el fruto se abre (puede prolongarse su viabilidad almacenándolas en arena húmeda) 2. Las que tienen una vida media de entre 2 y 15 años si el almacenamiento es adecuado 3. Las que por su cáscara dura evitan la desecación y pueden vivir más de cien años en estado de latencia. Muchas semillas germinan inmediatamente cuando las condiciones ambientales son apropiadas, mientras que en otras la germinación está impedida por mecanismos internos, en estos casos se dice que está en estado de latencia. Las semillas se guardan en envases herméticos limpios y secos, en la heladera. Las bajas temperaturas prolongan la vida de las semillas, debido a que reducen la respiración y otros procesos metabólicos, a la vez que inhiben el desarrollo de insectos, hongos y bacterias. Conviene que la temperatura se mantenga constante entre 0 y 10 º C porque temperaturas menores pueden congelar el agua libre en las semillas y romper sus tejidos. Se anota en el envase el nombre de la especie, la fecha y lugar de recolección.

Si vamos a conservar durante mucho tiempo las semillas o si tenemos gran cantidad de ellas, podemos guardarlas en frascos transparentes con un sobrecito de silicagel (polvo que absorbe la humedad) con “indicador”, un papel sensible a los cambios de humedad que cambia de color cuando debemos reemplazar el polvo. Para pequeñas cantidades son recomendables los frasquitos de remedios que tienen en la tapa carbón activado. Cuidamos que la humedad se mantenga baja y constante porque su aumento causa problemas: Un 10 % de humedad permite el desarrollo y reproducción de insectos, un 15 % estimula la presencia de hongos y con más del 40 % las semillas pueden germinar en el frasco. De los procesos pre germinativos Las plantas poseen mecanismos para que la germinación se produzca en distintos periodos y así asegurar la supervivencia de la especie aunque la temporada en que la semilla se dispersó no fuera favorable. Las plantas que crecen en regiones donde las condiciones ambientales son muy fluctuantes o extremas suelen desarrollar este tipo de estrategias, mientras que las plantas que viven en ambientes estables y favorables suelen perder rápidamente su poder germinativo y casi no contener sustancias de reserva. Las semillas de las plantas regulan la germinación de cuatro maneras distintas:  protegiendo al embrión dentro de capas que no permiten el aumento de humedad hasta que la cáscara se debilite.  limitándolo dentro de estructuras muy duras que no le permiten crecer.  inhibiendo el desarrollo del embrión mediante sustancias químicas que se encuentran en el fruto o rodeando las semillas.  Combinando dos o más métodos Para eludir estas estrategias se realizan tratamientos en las semillas antes de sembrarlas: Escarificación: Es necesaria para permitir la germinación de semilla que poseen limitantes externas. Puede ser física o química. La escarificación física consiste en raspar o romper las semillas duras para permitir el ingreso de humedad y de oxígeno. Los métodos más comunes son en lijar las semillas, romperlas con una trincheta o una pinza (dependiendo del tamaño y dureza de la misma). Para la escarificación química se sumergen las semillas en agua recién hervida, donde permanecen por 12 a 24 hs. mientras el agua se va enfriando, dependiendo de la dureza de las semillas también puede

utilizarse agua oxigenada, peróxido de hidrógeno o ácido sulfídrico por tiempos variables según las especies. Lixiviación: Consiste en dejar las semillas sumergidas en agua corriente o en lavarlas repetidamente durante 24 hs. para que el agua arrastre las sustancias inhibidoras de crecimiento que las recubren. Estratificación: Este método consiste en colocar las semillas dentro de una capa de arena húmeda previamente esterilizada en un horno. También pueden ubicarse en bandejas plásticas dentro de capas de algodón húmedo y envueltos en bolsas plásticas. La duración de este proceso varia entre 30 y 120 días, según la especie. Es utilizado para romper la latencia del embrión proporcionándole humedad abundante y frío o calor durante varios días para romper la latencia del embrión. En algunas especies se requiere mantener la arena expuesta a temperaturas de 22 a 30º C, mientras que en otras se mantiene la arena a temperatura de entre 0 y 10 º C. Cualquiera sea el tratamiento que se utilice, las semillas deben sembrarse inmediatamente después de realizado el mismo. Cajones y germinadores Como en la mayoría de los casos no se cuenta con mucho espacio para realizar cultivos, es muy práctico el uso de cajones de madera o germinadores. Un buen sustrato para los cajones es de 2 partes de tierra negra, 1 de turba o resaca y 1 de arena. Es importante esta mezcla porque proporciona tierra esponjosa, lo cual favorece el desarrollo de las raicitas y minimiza los daños al momento de extraer las plántulas. También puede agregársele “perlita”, un mejorador que ayuda a mantener la humedad y evita que se compacte la mezcla. En aspecto es similar a las piedritas para los gatos. Puede remplazar a la arena o ponerse un poco de ambas. La mezcla debe esterilizarse, un método sencillo es colocarla húmeda en una asadera dentro del horno hasta llegar a los 100 º C. Se deja reposar unos días, antes de usarla. Los germinadores son parecidos a los que hacíamos en la escuela primaria: Un envase chato con tapa transparente (como los descartables que traen muchos productos de supermercados), con algodón en el piso y papel tissue sobre él. Se humedece el algodón y se colocan las semillas sobre el papel, bien esparcidas. Lo tapamos para formar un invernadero que

retenga el calor y la humedad pero le hacemos 4 o 5 agujeritos en la tapa para que circule aire y no se nos llene de hongos. Enfermedades y plagas Hongos: Tenemos que lavar bien el envase antes de fabricar el germinador y lavarnos las manos también. Otro consejo para evitar la aparición de hongos es dejar destapado el cultivo todos los días un ratito, humedecer el papel-algodón y cerrar. Si de todas formas se nos infecta el cultivo veremos aparecer pelitos blancos cubriendo a las semillas o en la base de los tallos, este conjunto de hongos se llama “damping off”. Entonces tenemos que separar a los individuos dañados, cambiar el papel y ventilar mas el cultivo. Podemos luego tratar de salvar a estas semillas lavándolas bajo agua corriente. Si los hongos aparecen en los cajones con las plántulas desarrollándose, el procedimiento es otro: -Disminuir la frecuencia de riego. -Aumentar la ventilación. -Esparcir tierra sobre las plántulas, a través de un tamiz, para elevar el “cuello”(lugar del tallo que separa a la raíz de la parte aérea) del plantín. -Esparcir ceniza de madera, esta disminuye la acidez del suelo creando condiciones desfavorables para su desarrollo. Pulgones y hormigas: También son frecuentes en los cultivos; se los combate rociando con purín de paraíso. Preparación: Colocar un puñado de frutos en un 1 Litro de agua y dejar macerar hasta que no produzca espuma. Entonces se esperan otros 10 días, se lo filtra y se rocía con él puro o algo diluido. Prevención: La mejor manera de evitar que una enfermedad o plaga se propague es teniendo mezcladas las especies. Aunque no se vea tan prolijo y lleve mas tiempo al momento de reunirlas, es mucho menos engorroso y problemático que quitarse una plaga de encima. También podemos colocar intercaladas entre nuestros arbolitos otras plantas que repelen insectos dañinos o que atraen a algunos benéficos: Ajenjo: Atrae a unas mosquitas predadoras (sírfidos) Diente de León: Atrae a arañas predadoras Lavanda, salvia, romero, ruda, albahaca, menta, estragón, tomillo, ajo y Cebolla: repelen insectos De los cultivos

La profundidad de siembra de las semillas, no debe ser mayor a 3 veces el tamaño de las mismas. Las semillas muy pequeñas no deben ser enterradas porque puede costarles mucho levantar la tierra, por lo tanto el sistema ideal es el mantillo: Se alisa la superficie de la mezcla pasándole una tablita, se esparcen las semillas y se espolvorea una capa de tierra negra seca sobre un tamiz ubicado encima del cultivo. Como la mayoría de las semillas contienen abundantes sustancias de reserva para la germinación no es necesario que estén al sol, incluso en muchos casos es perjudicial. Las primeras hojitas de muchas plantas son “embrionarias” y se llaman cotiledones. Conviene observarlas ya que en muchos casos son distintivas de cada especie. En algún momento nos va a ocurrir que, mientras esperamos que surjan las especies que sembramos, aparezcan otras no deseadas y no sepamos reconocer a las “nuestras”. Las plántulas que germinan de semillas, lo hacen de dos maneras diferentes: a) Los cotiledones emergen sobre la superficie del suelo y se convierten en hojas que realizan fotosíntesis. b) Los cotiledones se mantienen enterrados como estructuras de reserva y de entre ellos emerge un tallito de cuya punta surgen las primeras hojas. Una vez germinadas las semillas, viene el crecimiento de las plántulas, el periodo donde la mortalidad es más alta. Conviene proteger los cajones o almácigos con malas de alambre tejido o tela media sombra para protegerlas del exceso de radiación solar y de las heladas. Las plantas cuyos renovales son chicos o de tallo muy finos, se riegan con rociador o puede apoyarse brevemente los cajones en un recipiente con agua hasta que aparezcan las primeras manchas de humedad en la superficie. Propagación por gajo de tallo Se buscan ramas jóvenes, del último año, sin flores ni frutos, que contengan 4 o 5 nudos (puntos de donde brotan las hojas), estos se cortan justo por debajo del nudo posterior y justo por arriba del superior, salvo que se trate del ápice. Se retiran las hojas cuidando de no desgarran la “piel” del tallo. Los gajos se transportan envueltos en papel húmedo dentro de una bolsa para que no se sequen las yemas (excepto los cactos). Puede sumergirse el extremo inferior en hormonas de enraizamiento

pero retirando el excedente, no tiene que chorrear porque el exceso del producto puede inhibir en lugar de estimular el desarrollo radicular. Por último se entierra la rama en un pozo previamente realizado en la maceta hasta las 2/3 o ¾ partes del total. Se riega y puede colocársele una bolsa de polietileno invertida sujeta con una bandita elástica a la maceta. De esta forma logramos conservar el calor y la humedad. Lo ideal para los gajos es recibir calor desde abajo, por lo que, si tenemos un lugar que suele estar calentito, es ideal para dejar nuestras plantas encima (el motor de una maquina, en la cocina, etc.). Propagación por acodos Otra forma de multiplicar es por acodos, estos pueden ser aéreos o terrestres, los primeros consisten en realizar una incisión en forma de “>” que rodee al tallo, rodear con musgo o resaca húmeda (un gran puñado) y envolver con un plástico negro bien atado por arriba y por abajo del sector. Esperamos un par de meses hasta que genere un buen sistema radicular, luego cortamos la rama y la plantamos en maceta. El sistema terrestre es similar pero arqueando una rama baja hasta enterrar una porción del tallo donde se lo sujeta y se espera, una vez con raíces se separa de la planta madre. Siempre que realicemos cortes, estos deben ser limpios, al ras de los nudos y verticales para evitar que se acumule agua. Tengan en cuenta que estamos dejando una herida abierta por donde pueden entrar hongos por lo que conviene llevar un pedacito de jabón o vela y frotarlo contra la herida para formar una cicatriz transitoria. Propagación a partir de gajos de raíz Las raíces de muchos de los árboles citados tienen la capacidad de originar nuevos tallos a partir de yemas. En algunos casos estas pueden ser inducidas a germinar mediante gajos de raíz. La experimentación de muchos de Uds. proveerá información técnica de cada especie con relación a este y otros temas aún poco investigados... Cave con cuidado cerca del árbol hasta dejar al descubierto algunas raíces. Elija alguna de al menos, el grosor de un lápiz y corte tramos de 8 a 10 cms. Al momento de recogerlos fíjese de mantener hacia abajo las puntas que se encontraban hacia fuera, las que mas se alejaban de la raíz principal. Esas puntas se ubicarán hacia abajo cuando sean enterradas horizontales en las macetas, cubiertas por 2 cms. de tierra. Después de regarlas se protegen con bolsas de polietileno transparentes.

Propagación a través de plantines Este medio de propagación de especies puede parecer depredatorio o poco respetuoso de la naturaleza, pero no es así. En muchas especies las semillas caen al pie de los árboles y comienzan a germinar a veces una encima de la otra (Pindó, Tipa, etc.) o cientos en espacio de pocos metros (Anacahuita, Murta, etc.). Por supuesto que la gran mayoría no prosperarán, quizá ninguno llegue a adulto, por lo que recomendamos hacer un raleo, sacar un poquito de cada lado. Nunca todo. Tampoco podemos sacar de un área protegida ni plantines, ni gajos ni semillas... solo fotos y recuerdos. Se trasladan en bolsas de plástico humedecidas y bien cerradas. Sobre el repique de las plántulas y de los arbolitos jóvenes Cuando llegue el momento de pasar las plántulas del almácigo a maceta, debemos aflojar primero la tierra circundante y si es posible, trasladarlos junto al pan de tierra que rodea a las raíces. Si tenemos que sacarlo sin pan de tierra (porque se desmorona o porque están muy juntos) debemos sujetarlos con dos dedos de la base del tallo e ir tirando despacito, podemos ayudarnos con un palito fino para separarlo de la tierra sin romper las raíces. Inmediatamente humedeceremos las raíces en un vaso con agua que habremos tenido la precaución de dejar a nuestro lado. Es importante que las raíces no queden expuestas al aire seco. Por esto es preferible realizar esta actividad los días nublados o por la mañana temprano. Cuando extraemos plántulas que aún conservan los cotiledones, debemos extraerlas sin dañar las raíces, en cambio cuando extraemos plantas mayores a veces conviene podar las raíces para que se desarrollen mejor en el nuevo envase. Cuando tengamos que hacer un transplante de maceta a maceta o de maceta al jardín no debemos regar antes, para facilitar que el pan de tierra salga entero. En el caso de las macetas de plástico, vasos o botellas descartables conviene cortar el envase alrededor del pan de tierra. Por supuesto que antes de realizar esta operación haremos el pozo que contendrá a la nueva planta. Del crecimiento de las plantas Los árboles, igual que las personas, tienen que ir “haciéndose fuertes” antes de enfrentar solos la vida. Por lo que conviene que al cultivo se lo mantenga en lugar protegido del frío, del sol directo y de la falta de agua (en la cocina o en un lavadero), después la

protección será menor (bajo un alero, media sombra o bajo otros árboles), se disminuye la frecuencia de riego y por último a la intemperie. Este proceso puede realizarse en primavera hasta el tercer año de vida de las plantas. También es importante que las macetas no estén en contacto directo con la tierra. Ocurre que cuando queremos cambiar de lugar una planta nos encontramos que las raíces salieron por los orificios de drenaje para enterrarse en el suelo. Entonces rompemos las raíces al moverlo. Como estas crecen por las puntas, estamos dañando justamente las partes relacionadas con el normal crecimiento del árbol debido a que existe una relación directa entre la extensión y profundidad de las raíces con el tamaño y el desarrollo de la copa. Por eso a los bonsái les cortan las puntas de las raíces y los mantienen en envases chatos, para que se desarrollen a lo ancho originando árboles petisos y de copas extendidas. Es conveniente el uso de cubresuelos; recomendamos viruta de sauce o álamo porque es económica y se descompone en un año, convirtiéndose en abono. Los cubresuelos nos ayudan a contrarrestar los efectos de las heladas gracias a que forman un colchón de aire que sirve como aislante, disminuyendo el frío sobre la superficie de la tierra. Debemos realizar riegos y desmalezados periódicos, pero con mucha mayor intensidad durante el verano. Si sabemos que no podremos realizar riegos diarios y desmalezados semanales durante esa época, conviene disponer las plantas en envases más grandes de lo que su tamaño actual requiere y utilizar cubresuelos. Estos también ayudan a conservar la humedad y evitan la proliferación de hierbas. De la plantación No conviene tener las plantas mas tiempo del necesario en macetas, porque limitamos su crecimiento. Pueden trasladarse hasta el lugar definitivo de plantación con la maceta o a raíz desnuda, esté ultimo es más liviano pero hay que mantener las raíces siempre húmedas y realizar rápidamente la plantación. La época ideal para plantar varia según la región, la especie y el tamaño del ejemplar, pero en líneas generales podemos realizarla a fines de otoño, comenzando el invierno o a principios de primavera. La regla nemotécnica popular dice que la época para plantar corresponde a “los meses sin R”. La plantación comienza haciendo un pozo algo más grande que el tamaño de la planta y/o maceta, se va presentando la planta sin doblar las raíces hasta que comprobamos que quedará enterrada al mismo nivel que tenia en su envase anterior.

Es importante dejar por lo menos 5 cms. de tierra buena en el piso del pozo. Si no disponemos de tierra negra extra, podemos echar en el fondo la tierra que sacamos de la superficie y romper la tierra compactada realizando punteos con la pala para que las raíces puedan perforarla fácilmente. Esta debe compactarse para evitar la formación de grietas que faciliten la evaporación del agua. A veces, en el afán de proteger nuestra planta, enterramos junto a ella una rama larga y recta para que le sirva de tutor. Pero como ya vimos, algunas especies pueden desarrollarse a partir de ramas enterradas, todas las especies de sauces, los seibos y los álamos, por ejemplo. Para evitar que el tutor brote y compita por luz y nutrientes con nuestra planta, debemos enterrarlo al revés. Claro que esto es posible solamente cuando a la rama la cortamos nosotros y podemos ver de hacia que lado crecen las hojas. Cuándo no lo sabemos es preferible utilizar una tabla, un fierro o no poner tutor. El material con el que sujetemos la planta al tutor, debe poder descomponerse a la intemperie como los hilos de algodón, sisal o trapos, para que no ahoguen al tronco cuando crezca.

¡Buena suerte!

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