Cuento Breve

  • July 2020
  • PDF

This document was uploaded by user and they confirmed that they have the permission to share it. If you are author or own the copyright of this book, please report to us by using this DMCA report form. Report DMCA


Overview

Download & View Cuento Breve as PDF for free.

More details

  • Words: 2,155
  • Pages: 6
Cochabamba, 26 de junio del 2008 SRRRRRRRRRRR SRRRRRRRRRRRRRR

SRRRRRRRRRRRRRRR

SRRRRRRRRRRRRRRRR

-¡Maldición!-cogió el celular de sobre un cenicero metálico, que amplificaba la vibración y le daba un tono insoportable-Hola… -Hola Romeo, me puedes hacer un favor…. -Dime-frotándose los ojos, eran solo las ocho pero hace horas que dormía el sueño de una mala semana-oye de que tiempo que se de vos… -Bueno…Necesito que me prestes como unos cincuenta bolivianos ¿puedes?-Es sabido que las orureñas son secas y para pedir favores no es diferente, su tono de voz decía algo como ¿lo vas a hacer o no miserable? Un silencio de medio segundo delato lo incomodo que resultaba la petición-Te lo devuelvo máximo esta semana. -Está bien pero dime para que es-siempre había sido curioso y una cosa tan misteriosa y peculiar no podía quedarse así-Se puede saber? -Oye idiota me vas a prestar o no?-Maldición. Serán todas las orureñas así de canijas…pensó Romeo, la verdad es que le encantaban las personas así. -Bueno mañana te los doy-¡Mierda ahora de donde los saco! Reflexiono, como siempre un poco tarde-okydoky? -No, tiene que ser hoy, tráelo a mi casa por favor …-Jamás había escuchado ese tono de voz en Julieta, pensó que debía ser algo grave, era la cuñada de su mejor amigo y a la vez una de sus pocas amigas… Por otro lado se sintió tan cansado que le pareció injusto que a los veinte tuviera que sentirse así-está bien en media hora estoy allá. Era como las nueve y las veredas estaban vacías. Llego a la casa de dos pisos que queda en plena esquina, observo las tejas coloniales puestas tal vez hace más de ochenta años, por los resquicios manchas ocres de esas que la lluvia al cabo de muchos años acaba dejando constataban la antigüedad de la casa. Se paro frente al balcón y quiso gritar: ¡Julieta Julieta donde estas que no te veo! Pero imagino la reacción de la abuela, matrona de no más joven que la casa y que caminaba con dificultad como si las polleras con varias capas de volados ala orureña se lo impidiesen, sonrió y fue a coger piedritas a la jardinera, porque aun ahí en el centro de la ciudad está vigente el viejo llamado a piedrazos.

Después de aguardar con tedio unos minutos por fin Julieta fue a abrir la pesada puerta de fierro forjado que algún día debió ser guinda. -Hola Julieta-Sonrió, se despejo su mal humor, lo cierto era que él era una de esas personas que les es muy difícil permanecer molestos. -Hola Romeo-Llamarse así era una manía que los dos tenia, pero en realidad ni él ni ella se llamaban así.-Has traído? -Si, pero… -Espera- entro corriendo y salió con su tia-Tia voy a salir con él. -Ahora con la Sho?-En la sonrisa que esbozo la tía no se podía leer si era autentico la molestia o fingida. Lo miro de pies como juzgando sus intenciones. -Si señora vamos a ir a caminar…-Se le murió la mentira, a lo mejor ella le había dicho otra cosa y el no lo sabía. -Está bien pero no se tarden.-Le dio la espalda, en realidad ella sentía cierta estima por él, era un especie de amigo de la familia, no como su amigo quien tenía que soportar estoicamente el rechazo de la tía y la abuela, lo que lo hizo sentir orgullo y satisfacción. Bajaron al sur, en cielo grises nubes paseaban lerdas, por las desérticas calles de las ciudad esquivando las arterias principales porque no quería ser visto juntos, ella tenía su novio… La miro de reojo, con seguridad seria una de las chicas menos chicas que conocía, de esas que juegan footbal, con andar firme y masculino, que siempre traía zapatillas deportivas y cola de caballo, nunca había sido visto con falda ni mucho menos y por lo que le conocía era más fría que un cubo de hielo, a sus quince años solo había tenido un novio: Omar. Su cabello castaño, contrastaba con el de color azabache del de su hermana; como en todo lo demás, puesto que una era la antítesis de la otra. Sus gafas con marco dorado pulido le daban con el resto de sus atributos un aire de ancianidad. Había escuchado que tenía una cicatriz de quemadura en la espalda y ese era el motivo de su amargura. En una ocasión habían tratado de cruzarse delante de un camión con la bicicleta y en otra se corto la muñeca sin nunca dar motivos, Romeo habían estado en esas dos ocasiones y muchas otras para tratar de curar sus heridas, especialmente las del alma, después de todo era su Julieta… Hundido en estas cavilaciones de pronto despertó y le pegunto sonriente con complicidad:

-Bueno basta de misterios ¿Qué ha pasado? Tienes algún problema o debo considerar esto una cita-esto último lo dijo intencionalmente para alentar la confesión. La conocía de memoria sabia que diría… -No seas idiota-su palabra favorita por excelencia-vamos a una farmacia. Caminaron por media ciudad, como siempre hablaron de todo un poco y de nada, tomaron un helado a pesar del frio y por fin encontraron una farmacia abierta en la Heroinas a unos pasos del Panchitas que a esas horas casi las once estaba vacios pero abierto y con los meseros compartiendo su aburrimiento en un mesa grasienta al rincón del colorido restaurant. Se detuvieron frente a la farmacia ¿Qué podría ser? Sera que quería comprarse unas pastillas y tratar de suicidarse de nuevo, era posible pero ella estaba de buen humor, antes de sus auto atentados solía pasar días sumida en silencio, dibujaba y escribía poemas sobre asesinos pero ante todo no salía de su casa y menos con el idiota del Romeo, en definitiva no era eso. Quizás quería envenenar a alguien, algo descabellado, para otras niñas pero esta le juro a su cuñada que la mataría mientras la sacaba de su cuarto apuntándole con un cuchillo de 18 centímetros. Po un instante pensó y reflexiono el por no podía tener amigas normales que te llevarían a ver un mediocre estreno al cine o a una aburrida fiesta. Julieta peleando consigo misma mientras miraba la avenida donde solo taxis anónimos paseaban buscando pasajeros y con esfuerzo soltó la sopa o la menos eso parecía. -Es que mi amiga se fue a una fiesta y… con su novio y no se han protegido… ya sabes relaciones sexuales-¡Por supuesto que se! Tengo veinte años y odio la palabra relaciones sexuales maldita niña. Hubiera querido decir eso. Mientras una sonrisa mezcla de consternación y malicia encendió un rubor especial en su cara-Y me ha pedido que por favor se lo compre por que vive lejos, pero no me ha dado el dinero y yo se lo pido y te lo doy, ahora puedes entrar tu y comprar una de esas pastillas del dia siguiente o como se llamen. -Está bien-No, se hacía problema, total había pasado ya esa etapa postpubertina donde se entra cabizbajo a comprar preservativos a una farmacia bajo la mirada acusadora del la clientela, por otro lado y en primer lugar… se dijo y alisto su pliego de observaciones: 1. Si tu amiga es la del problema porque no vino? 2. ¿A qué diablos hora le piensas dar la tableta? 3. Tú la peor amiga del mundo ¿Te preocuparías por alguien que no sea la Sho?

No había tal amiga, era una certeza, le hubiera tomado por los hombros con las dos manos y la huera sacudido ¡Carajo acabas de cumplir quince años! Ese asqueroso del Omar tiene como veinticuatro… que te ofreció dulces. Crees que soy estúpido para creerte lo de tu amiga! –Enseguida vuelvo. Entro a la farmacia apesadumbrado, estaba medio llena, los muebles decía que la habían fundado como casi todo a ese lado de la ciudad hace mas de cincuenta años, ya que el blanco se había tornado en amarillo viejo. Se acerco al mostrador; observo en las vitrinas de gruesa y firme madera los numerosos medicamentos apilados en atractivas pirámides, cuando le llego su turno y el farmacéutico le pregunto qué quería lo miro desconcertado como si su mente traicionándolo y por resistirse a hacer algo desagradable le hubiera jugado una pasada. Con esto no se esperaba, un anciano de setenta años y pico con grueso lentes, bastante encorvado cuyas manos blanqueadas y finas delataban a un veterano en el negocio de la salud. No era lo mismo llegar y pedir uno de esos productos a un joven que aun viejos pero ya… -Tiene… Apoyo los codos y alargo la cabeza sobre el mostrados como solicitando complicidad-esas pastillas del dia siguiente. -A caray-Con ese tono que resalta aun mas lo decrepita de esa expresión-hay de dos clases pero quiero que vengas con tu pareja porque tengo que darles unas indicaciones, es medio complicadito, tenga la gentileza de volverse con ella sino no le puedo vender. Miro atrás, hacia la calle donde la Julieta escondida detrás del el anticuado letrero molino que hacía décadas que ya no giraba, dudo, ¿Qué le podía decir? Para su ¿Madre?¿hermana? ¿Tía? Iba a sonar mil veces peor. Definitivamente no había escapatoria. Salió sonriendo y pensó, Por lo menos te cueste el bochorno la travesura-Dice que entres para que te de unas indicaciones. -¡No! ¿Para qué?-Se puso pálida. -Si no, no nos vende y no creo que haya otra farmacia; Recuerda que tu amiga ¿A se cuanto paso? -Bueno está bien. Entramos y había unas dos señoras buscando medicamentos seguramente para algún pequeño con una inoportuna enfermedad que no podía esperar hasta el lunes y un tipo que charlaba con la mujer del anciano, mucho más

joven pero menos vigorosa que con mandil blanco hablaba a gritos de la pésima situación económica del país. -Señor… es ella. -A así-Debajo del mostrador había ya alistado las dos cajas, una blanca y la otra amarilla-Esta cuesta 45 y esta otra 30, yo le recomiendo las de 45 no por que le quiera hacer gastar sino por que con estas no hay que andar con juegos. Saco el billete de cincuenta de su vieja billetera de cuero dejándolo vacía salvo por un carnet. -Deme el 45 por favor.-Entrego el billete, para entonces todos los presentes por un segundo habían callado su conversación y después con disimulo continuaron pero aguzando el oído. -Ahora escúchame bien vas a tomar uno ahora ¿Cuándo has tenido la relación sexual de riesgo?-Con cuanta soltura lo decía! -Hoy-Dijo Julieta con la cabeza gacha. -Y otro mañana-Siguió, había adoptado la actitud de un salvador-te va a sangrar un poquito como un periodo normal, no te vas a asustar, pero díganme ustedes son jóvenes ¿Cuántos años tienes tu?-Le miro como estudiándola. -Dieciséis-Mintio y aunque tenía quince parecía trece o catorce-y el dieciochoLo miro y le sonrió tristemente por hacerle pasar ese singular momento y también por hacerle que escuchar esas palabras cargadas de intimidad que no hubiera querido compartir. -Tienen que cuidarse, imagínense siendo padres a esta edad-Romeo rodeo con un brazo a Julieta y la acerco hacia sí y ella lo consintió, uno por que se hubieran delatado mostrando algo fuera de lugar y por otro lado porque necesitaba un abrazo-Para eso hay condones-Extendió uno en obsequio a Romeo que dio las gracias y lo guardo en su bolsillo-esas tabletas tienen efectos secundarios y… Siguió hablando el septuagenario farmacéutico bajo la mirada de los presentes, por fin salieron abrasados y Julieta de certero codazo se hizo soltar y apurados por la hora subieron por la Oquendo riendo. Romeo tenia la abominable costumbre de reírse de todas las idioteces que hacías y por un buen tiempo se sentiría satisfecho. A lo largo del camino ella siguió justificando lo injustificable tratando de hacer cuadrar todo los disparejos datos. El sabía que mentía pero justo era esta clase de cosas hacían que fuese un leal amigo de ella y esa noche tuvo ganas de besarla aun sabiendo que horas antes

había sido la mujer de otro quizás por primera vez, la pena le oprimió el pecho y guardo silencio mientras sonriente escuchaba la interminable tertulia de su amiga. Llegaron a la puerta y se despidieron. Ella entro a su casa mientras se preguntaba por qué su Romeo era tan bueno y su intuición femenina tenia la respuesta. El se fue y no sin antes gritarle como revelando que no le creía. -En otra dile a esa tu AMIGA que se cuide, que no tiene edad para eso-Sus palabras le dolieron a el porque se sintió viejo ¡odiaba envejecer! Quería irse en taxi pero eso eran sus últimos centavos y se fue cantando en busca de un trufi. Con los ojos llorosos Corazón partido Me voy de aquí (Bis.) Yo te adoré, con el corazón Linda Orureña, bella flor Con ese lunar, con tu mirar Vas a robar mi corazón Vas a reir, vas a llorar Linda Cocani Vas a reir, vas a llorar Por éste moreno bandido

Related Documents

Cuento Breve
July 2020 4
Cuento
May 2020 24
Cuento
May 2020 29
Cuento
April 2020 12
Cuento
June 2020 7