Mundo Virtual I: Cuándo virtualizar un sistema Escrito por Crowley martes, 19 mayo 2009
La virtualización es considerada una de las tendencias más importantes de los últimos dos años y posiblemente la que más atención ha recibido de los medios especializados, por las ventajas que ofrece y la gama de soluciones disponibles, lo que nos ha motivado a publicar una serie de artículos breve donde se analizará en un medio de producción, sus ventajas y desventajas y consideraciones generales. En esta primera entrega analizaremos los puntos a considerar cuando se considere mantener en una máquina virtual un sistema determinado o en su defecto, mantenerlo en un equipo real. Los administradores de centros de cómputo, por muy modestas que sean las instalaciones, saben que la tendencia es el crecimiento y diversificación de los equipos y sistemas operativos, ya que por lo general cada nuevo sistema que es implementado tiene características propias que le requieren condiciones que con frecuencia no le permiten coexistir con otras o incluso, que utilizan múltiples equipos para ofrecer tres capas de acceso a las mismas. Esto requiere entonces de más espacio físico, energía eléctrica, sistemas de enfriamiento y muchas complejidades más, situaciones que en principio la virtualización reduce al usar sólo un equipo para múltiples equipos, pero antes de aventurarnos en estas aguas, debemos de realizar un análisis de la situación actual. Primero debemos de analizar los servicios/sistemas que están operando actualmente, para determinar el consumo de recursos, que podemos obtener mediante el checklist siguiente:
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Espacio físico utilizado por la aplicación y el sistema operativo. También es recomendable proyectar el crecimiento probable a mediano plazo. Memoria RAM requerida. Procesador utilizado (I/O). Volumen de transferencia de paquetes en la red. Sistema operativo y características del mismo. Dispositivos especiales o externos conectados al equipo.
No es suficiente con hacer un muestreo de unas horas en el consumo de recursos, se recomienda obtener una gráfica de varios días, donde se haga la misma revisión a diferentes horas para determinar los picos de la operación y prevenir los cuellos de botella. De igual manera, se debe considerar los sistemas operativos a utilizar, ya que en ocasiones es posible instalar versiones recortadas (especialmente con Linux), lo que permite no sólo reducir el tamaño de la instancia, sino también minimiza los paquetes que se actualizan y reduce el área de un posible ataque. Una vez que tenemos esta información, podemos determinar cuales aplicaciones son susceptibles de virtualizar, algunas de las más comunes son:
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Páginas web y servicios similares como wikis o blogs. Bases de datos pequeñas. Aplicaciones hechas en casa, generalmente para Intranet o Extranet.
Ahora bien, las que no se deben cambiar de un equipo real por lo general son aquellas que:
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Tienen una gran demanda de recursos (procesador o RAM). Crecimiento muy acelerado de espacio físico. El fabricante no recomienda en entornos virtuales, a menos a que ofrezca una versión específica para ello.
Todo esto nos lleva a dimensionar nuestro servidor anfitrión (host) y del que se hablará en otro artículo de la serie con mayor profundidad, pero que debe tener físicamente una serie de
características que permitan sustentar su operación normal y la de cada sistema huésped (guest), que sería por lo menos la suma de todos los requerimientos del análisis anterior, lo que posiblemente nos lleve a usar uno o dos equipos muy grandes o varios pequeños. En la práctica, en promedio se virtualizan cuatro o cinco servicios por servidor anfitrión, lo que de forma natural ofrece una serie de ventajas naturales en la reducción del uso de hardware y en caso de ser menos instancias, sería necesario valorar si realmente es una opción su utilización. En las entregas próximas veremos las ventajas, desventajas del uso, opciones para su implementación, escenarios, un poco de teoría y diversos aspectos relacionados al tema. Ultima actualización ( miércoles, 20 mayo 2009 )