Cruzadores de tormentas Marcos 4; 35: “Ese día al anochecer les dijo a sus discípulos: ‘Crucemos al otro lado’. Dejaron la multitud y se fueron con él en la barca donde estaba. También lo acompañaban otras barcas. Se desató entonces una fuerte tormenta, y las olas azotaban la barca, tanto que ya comenzaba a inundarse. Jesús, mientras tanto, estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, así que los discípulos lo despertaron. ‘¡Maestro!’ gritaron, ‘¿no te importa que nos ahoguemos?’ Él se levantó, reprendió al viento y ordenó al mar: ‘¡Silencio! ¡Cálmate!’ El viento se calmó y todo quedó completamente tranquilo. ‘¿Por qué tienen tanto miedo?’ dijo a sus discípulos, ‘¿todavía no tienen fe?’ Ellos estaban espantados y se decían unos a otros: ‘¿quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?’” Tenés que ser libre para cruzar las tormentas. Una de las grandes cargas que tenemos, es cuando fuimos manipulados por nuestros padres. Nuestros padres queriendo, o sin querer, pusieron cosas en nosotros que son hoy, cargas que no nos permiten ser buenos padres, o buenos hijos, o buenos esposos. Cosas negativas que nuestros padres nos transmitieron: 1. Frases negativas: Todas las frases que nuestros padres nos dijeron, no nos
pertenecen. Todas esas frases negativas son partes suyas que no aceptaron tener, y las proyectaron en nosotros. Si vos querés atravesar las tormentas de los próximos años, necesitás sacar todas las proyecciones. 2. Proyecciones de las frustraciones de nuestros padres: Muchos padres
hicieron que sus hijos hicieran, lo que ellos no hicieron. Es el caso del papá que siempre quiso tocar piano y como no pudo hacerlo le compra un piano a la hija para que estudie piano. Hay muchos hijos que obedecen a las vocaciones que sus padres les imponen, y se frustran, porque ese sueño no es el suyo, sino el de sus padres. Los padres proyectan sus frustraciones en los hijos porque no se permitieron cumplir ellos sus sueños. Si un papá quiere estudiar piano, puede hacerlo. No hay nada peor que no hacer los sueños que Dios ha puesto en nosotros. Tenemos que deshacernos de todas las frustraciones que nuestros padres pusieron sobre nosotros. 3. Tenemos que deshacernos de las envidias de nuestros padres: Hay hijos que
han sido criticados por sus papás. Tenés que entender que te criticaban, porque hacés lo que tus papás no pudieron hacer. Frases tales como: ‘yo a tu edad trabajaba.’ Ese papá tiene bronca porque el
hijo no tiene que trabajar. ‘yo a tu edad no salía para regresar a las 5 de la mañana’. Muchas veces la envidia es proyectada mediante las críticas, y nos sentimos malos. Tenemos que sacarnos esa carga. 4. Hijo parental: Es el hijo que asume diferentes roles.
Hay hijos que tuvieron que ser esposo, padre, cuidar de los hermanos, etc. Hay familias que han dicho: ‘ahora sos el hombre de la casa’, pero los hijos son hijos. A muchos hijos les han impuesto el rol de otro pariente, por lo que hoy no pueden formar una pareja. 5. Padres perfectos: Padres que nunca nos dijeron nada, que nunca nos trataron
mal. Tenemos que quitarnos esa imagen de que nuestros padres fueron perfectos porque esa imagen no es correcta. Cuando un padre está sano expresa sus frustraciones, sus broncas. 6. ‘Entre ojos’: Dicen que los padres tenemos un hijo que se llama oasis y otro
dificultoso. El oasis no trae problemas, pero el otro es conflictivo. Es conflictivo porque a ese se le echó el ojo y se le proyectó todo lo malo de los padres. Un padre tiene entre ojos a su hijo porque como no puede cambiar la conducta de su pareja se dedica a tratar de cambiar la conducta de sus hijos. Entonces le dicen al hijo que no diga malas palabras porque el marido todo el día dice malas palabras. Muchos hijos se enferman cuando saben que sus papás se llevan mal, para desviar la atención del conflicto de pareja a la enfermedad que el hijo está teniendo. Necesito liberarme de todas las cargas que fueron proyectadas sobre mí Cuando se suben a la barca al anochecer y Jesús les dijo que cruzaran al otro lado se levantó una tormenta mientras Jesús dormía y, los discípulos no sabían qué hacer. Los discípulos eran pescadores y ya habían pasado tormentas antes de estar con Jesús, ¿para qué les servía seguir a Jesús? En la antigüedad cuando se levantaba una tormenta, el barco tenía que volver al punto de partida, pero con Cristo no hay que volver al punto de partida, sino llegar a destino. Antes vos tenías problemas y te drogabas, volvías al comienzo, tirabas la toalla, te deprimías, te emborrachabas; y ahora también tenés problemas, pero ahora tenés una palabra que te dice que llegarás al otro lado. Ya no vas para atrás, sino que vas para adelante porque Cristo te ha dado una palabra. Si Cristo está en tu barco, llegarás al otro lado.
Todos los que han empezado algo, no volverán atrás nunca más, porque el Cristo que los habita les ha dado una palabra. Parece que Cristo no está en tu barco, pero la promesa que Él te ha dado será lo que te conducirá al otro lado, Su palabra será aliento a tu corazón, luz a tus ojos y fuerza a tus pies. Para atrás nunca más, me extiendo a lo porvenir, porque con Dios siempre se camina hacia delante. Frente a las tormentas tengo que saber echar el lastre. Hay dos tipos de tormentas: Una viene por desobediencia. A Jonás lo metieron en un barco porque estaba escapando de Dios. Se levantó una tormenta por desobediencia. Pero hay otras que se levantan por obediencia. Cuando Jesús dijo: ‘pasemos al otro lado’ se levantó una tormenta. Si ellos no hubieran pasado, no había tormenta. Si estás pasando por una crisis es porque estás obedeciendo una palabra, porque estás alcanzando una promesa; por eso el diablo ha levantado tormentas en tu contra, porque el objetivo del enemigo es que no llegues al otro lado. A Jonás lo echaron al mar; tenés que echar al Jonás que está dentro tuyo. Jonás representa nuestras inmadureces que hasta que no las echemos, la tormenta seguirá. Jonás representa la baja estima, los chusmeríos, la culpabilidad, los miedos, la inseguridad. Jonás tiene que ser echado de tu vida, porque mientras siga en tu barca, la tormenta seguirá. Jonás es la rebeldía, la inconstancia. Jonás tiene que ser echado de tu vida para que venga la paz. Cuando estaban en el barco, los discípulos despertaron a Jesús. El Cristo que te habita tiene que ser levantado, porque cuando se levante se calmará la tormenta por la palabra de fe. Se tienen que levantar los dones que Dios te ha dado, la palabra de autoridad, la unción; tenés que despertarla de tu vida para levantar la fe y las promesas que te habitan para que la tormenta tenga que irse. Echá lo malo, pero levantá lo bueno que Dios te ha dado. Soy un reformador de situaciones No sos acomodador, sos reformador. Toma más energía acomodarme a las circunstancias que tomar autoridad sobre ellas y cambiarlas. Cuando se levantó la tormenta no había que acomodarse a ella, sino que debían calmarla. Nosotros en vez de cambiar las circunstancias nos acomodamos, porque usamos la ley del mínimo esfuerzo. Tendemos a hacer lo más fácil, lo que menos cuesta. La ley del mínimo esfuerzo implica achicarse; tenés que usar la ley del máximo esfuerzo; expandite.
Si te quedás sin trabajo y usás la ley del mínimo esfuerzo, te acomodás a no tener trabajo y vivís con lo que tenés, amoldándote a la circunstancia. Hay parejas que hace diez años se pelean, ¿no es mejor invertir un año de tiempo, de dinero en hacer una terapia y curar diez años de amargura para tener una pareja sana? Pero utilizan la ley del mínimo esfuerzo. La ley del máximo esfuerzo trae recompensas grandes. No tomes decisiones para achicarte, expandite aunque te cueste más. Modificá la circunstancia, no te acomodes a ella. A máximo esfuerzo, máxima bendición… A máximo esfuerzo, máxima recompensa... A máximo esfuerzo, máximo respaldo de Dios… Mi estima será sanada Cuando Jesús se levantó preguntó a sus discípulos si todavía no tenían fe. Al ver los discípulos que Jesús había calmado la tormenta comenzaron a preguntarse quién era Él para que el viento le obedezca. Si vos te preguntás ‘¿quién soy yo?’ tu estima no está sana; pero si los demás lo cuestionan es porque tu estima está sana. Nunca te cuestiones a vos mismo. Vos sos hijo del Rey. Despertá al Cristo que te habita. La gente se va a preguntar de dónde saliste, quién sos; ellos no van a saber, se van a sorprender; pero vos ya sabés quién sos. Jesús les preguntó si todavía no tenían fe. En el versículo dice ‘ese día’ porque habían pasado tres cosas. Los fariseos habían dicho a Jesús que todo lo que hacía era porque tenía un demonio. En ese momento, María, mandó a buscar a Jesús para sacarlo de esa situación que estaba viviendo, y Jesús le puso límites diciéndole que la relación que iban a tener ya no iba a ser humana sino sería de revelación. Jesús les contó la parábola del sembrador a sus discípulos y les dijo que el reino de los cielos es como una semilla, la fe es una semilla que crece. La semilla está para crecer. Los discípulos no entendieron lo que Jesús les estaba diciendo y le pidieron que les explique. Jesús les dijo que la semilla es la palabra, y la buena tierra es la gente, cuando los discípulos entendieron; Jesús les dijo que pasaran al otro lado. Cuando subieron a la barca, Jesús se durmió y se largó la tormenta. Cuando los discípulos despertaron a Jesús, Él les preguntó: ‘¿todavía no tienen fe?’. Él les había sembrado una palabra hacía apenas unas horas, les dijo que esa semilla había crecido para vencer la tormenta. Dios puede darte una palabra y en pocas horas ser un árbol de fe. Dentro tuyo ya está la semilla. Dentro tuyo está la fe, y cuando venga la próxima tormenta solo tendrás que declarar que tenés una semilla que ha crecido dentro tuyo para vencer esa tormenta. Dice la Biblia que con la prueba viene la salida, y la salida es la fe que te fue sembrada.
Tu foco tiene que ser, recibir la palabra. Tenían que llegar al otro lado porque había un hombre con demonios que necesitaba un papá espiritual. Cuando llegaron al otro lado, Jesús pisó y tomó a ese hombre endemoniado y quitó todos los demonios que tenía; y ese hombre que estaba loco, apareció sano y le dijo a Jesús que quería seguirlo; pero Jesús lo mandó a su casa. Jesús lo devolvió como un buen papá. Dios le dio diez ciudades a este hombre. Cuando estés atravesando una tormenta, tenés que saber que hay gente del otro lado que está esperándote. Después de Dios, lo más valioso es la gente. Hay gente que nos está esperando, para que los liberemos como Dios nos ha liberado. Cuando Abraham perdió a su sobrino, llamó a 318 personas y los juntó para decirles que iban a traer nuevamente a su sobrino. Dice que esas personas fueron a la ciudad y recuperaron a la persona que estaba perdida. Quiero decirte que a los familiares que están perdidos los acercaremos a Dios. A la gente que está pasando momentos graves también la alcanzaremos al Señor. No solo trajeron a la persona que estaba perdida, sino que volvieron con el botín. Dios va a levantar a gente que va a traer a todos los que están perdidos y van a ser prosperados grandemente. Gente y finanza serán la herencia de los hijos del rey. Eligió 318 porque dice que esas personas habían nacido en la casa. Esos 318 no eran hijos físicos, pero sí lo eran espirituales. Desde que los tuvo les sembró grandes palabras. Esos 318 recibieron la semilla y tenían el espíritu de Abraham. Una vez que tu mente se abre a lo sobrenatural no podés volver nunca más atrás. Dios te hará padre espiritual para rescatar gente y traer finanzas otra vez. Cruzaremos la tormenta y allí veremos la gloria del Señor. Si no nos pasó nada hasta hoy, hoy con Cristo tampoco nos sucederá. La tormenta no despertó a Jesús; los problemas no despiertan a Jesús, las enfermedades no despiertan a Jesús; la pobreza no despierta a Jesús; sólo los discípulos despertamos a Jesús y Él se levanta. ¡Despertalo a Cristo! No importa cuán grande es la tormenta, nuestra voz será escuchada por el Señor, y el grito de la tormenta no podrá tapar nuestra palabra.