Rojo y Negro
Sacco y Vazetti
""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""" " " n 27 de diciembre del 2008, Israel arremetía con gran despliegue de su maquinaria bélica sobre la ciudad de Gaza. Los efectos fueron dantescos. Nuevo ataque generando nuevo sufrimiento, todo ello, sobre el telón de fondo de agresiones y dolores viejos. Es sabido que hay horrores difíciles de poner en palabras o imágenes. Y los judíos sionistas lo saben perfectamente. Pocas clases dirigentes han sacado tanto rédito propagandístico de una de las mayores aberraciones del siglo XX: usan la memoria del horror (la Shoah) para perpetrar en impunidad su propia “solución final”. Pero el asunto, bien mirado, rebasa las pretensiones o delirios de un puñado de dirigentes. En un libro sumamente recomendable*, Robert Fisk relata el encuentro con los Kleinman en Givat Shaul un “barrio agradable y alegre de parejas jubiladas, pequeñas tiendas, pisos, árboles y algunas casas elegantes de piedras amarillas”. Allí, el judío Josef Kleinman muestra al periodista una camisa arrugada: “Este es mi uniforme como prisionero de Dachau” Entre sus recuerdos como sobreviviente, relata haber visto llegar en bicicleta a Josef Mengele y ordenarle a un niño clavar una madera en un poste. Según Kleinman: “No nos dijeron lo que iba a ocurrir. Lo sabíamos. Los chicos que no pasarán por debajo de la tabla se salvarían. [Los que no] serían enviados a la cámara de gas. Todos intentábamos estirarnos para ser más altos.” Este fue el criterio utilizado para gasear a unos mil niños judíos. La barbarie nazi fue así, contundente y absurda a la vez. Ahora bien. A pocas distancia del hogar de los Kleinman, aún quedan una o dos casas con “cicatrices de balas” de lo ocurrido allí hace más de medio siglo. La historiografía lo identifica como “la masacre de Deir Yassin”. En abril del 48, Deir Yassin, una aldea campesina fue masacrada con un saldo de más de dos centenas de aldeanos palestinos asesinados. Según un cronista palestino: “El Delegado de la Cruz Roja Internacional para Palestina, Jaques Renier, luego de quebrar el bloqueo de los sionistas que prohibieron
la entrada a la aldea, detectó que la gran mayoría de los muertos eran mujeres, niños y ancianos. En el macabro escenario encontró mujeres de avanzado embarazo con el vientre abierto a filo de cuchilla, según las deducciones de los observadores, los terroristas habían hecho jocosas apostadillas i sobre el género de su contenido.” Y aclaremos que en el marco del Plan Dalet , el destino de Deir Yassin no fue único. Muchos pueblos y aldeas árabes corrieron idéntica suerte. Esta onda expansiva del terrorismo sionista, es el orígen de un éxodo masivo de palestino desde sus tierras ancestrales a improvisados campos de refugiados en países vecinos. Es en ellos, donde han malvivido y malviven hasta el día de hoy varias generaciones de refugiados palestinos. Es lo que los palestinos llaman Nabka o catástrofe e involucró a unas 750 mil personas.
Hace 82 años del asesinato en la silla eléctrica de Nicolás Sacco y Bartolomeo Vanzatti, ocurrido un 23 de agosto del año 1927, en Boston, Estados Unidos.
Para un halcón como Menahem Beguin: “No sólo la matanza era justificada, sino que, no hubiera habido Estado de Israel sin la victoria de Deir Yassin”. Y esa es en definitiva, la conclusión necesaria, lógica y evidente para todo dirigente sionista de cualquier época. Pero estos personajes no caen del cielo. Por lo bajo, esta el indudable consenso aportado por miles y millones de Kleinman que no pueden o no quieren ver mas que sus propias heridas, y no las que inflingen a otro pueblo con sus políticas genocidas. Cerca del hogar de los Kleinman, “…en Har Hazicaron (nuevo nombre en hebreo de la zona desde 1948), se erigió en 1953 el Yad Vashem (monumento del Holocausto). [Allí Israel] ejerce con precaria ética el slogan de 'no olvidar' sus sufrimientos en la Europa Nazi, soslayando con la impunidad de la soberbia, que Yad Vashem se edificó sobre los cimientos del soterrado Holocausto palestino de Deir ii Yassin y Jerusalem.”
Aquel crimen era consumado luego de 7 años de martirio, donde se logro culpabilizarlos de un delito que no cometieron, fabricando pruebas, creando imaginarios hechos y comprando falsos testimonios. Los sucesos de Boston representan uno de los hechos políticos más sentidos en la historia de las luchas populares. La protesta tomo dimensiones internacionales y el grito por la “Libertad a Sacco y Vanzetti” se sintió desde los más recónditos lugares del planeta. Tomo también dimensiones históricas y hoy a muchos años siguen presentes en nuestra lucha. La clase dominante mostró con la ejecución de estos dos hijos del pueblo, hasta donde es capas de llegar para salvaguardar sus intereses. A quienes pensaban en alguna esperanza de liberación de los acusados, a quienes anhelaban ganarle este juicio a la burguesía, los poderosos quisieron dar una lección para derrotar las ideas y pensamientos que cuestionan su dominio en el mundo.
La barbarie judeo sionista, tan contundente y absurda como la anterior, goza de muy buena salud. Y eso es una pésima noticia, no solo para los palestinos. Por eso este diciembre, recordemos Gaza repudiando al gobierno israelí. Sin olvidar los Kleinman
Pero Sacco y Vanzetti se quedaron entre nosotros, presentes en cada lucha están sus ideas, su espíritu militante sigue vivo, su convencimiento de pelea hasta el último aliento nos guía por el camino de la organización y de la lucha por un mundo mejor. Su militancia sindical continúa hoy en la militancia que se da en los gremios obreros, en los barrios, en los centros estudiantiles y en las calles. “...a vosotros la gratitud de un soldado caído por la causa de la libertad! …No está lejano el día en que habrá pan para toda boca, techo para toda cabeza, felicidad para todo corazón…”
* Robert Fisk: La gran Guerra por la Civilización, Ediciones Destino, 2005.Barcelona 1 Suhail Hani Daher Akel, artículo de Rebelión. 1 Idem"
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Bartolomeo Vanzetti
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