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Consecuencia entre discurso y estructura: eFe una escuela para que el psicoanálisis persista Guillermo García Wong Es falso que haya historia y es falso que no la haya. Debido a: a. La historia no es Una, es plural acorde a las enunciaciones que dan cuenta de ella. No hay que confundir pasado, sucesos pretéritos con historia. La historia es una construcción del sujeto y por ende no hay Una. b. Es falso que no la haya, porque sobre el pasado el sujeto edifica alguna versión, una historia, un relato que describe los sucesos antecedentes; pretendiendo obtener de ahí la causalidad de su destino. Precisamente se trata de deconstruir esa versión y construirla nuevamente, esta vez gracias al trabajo en transferencia. Esta de-(re)construcción de los enunciados sólo se puede hacer debido al trabajo en la enunciación; esto es al trabajo de la estructura –la del lenguaje, el logos- sobre el sentido, hasta exponer el sinsentido del relato. Justamente al quedar expuesto este sinsentido se logra que el vacío opere una nueva construcción en la que el sujeto sí habrá decidido y será responsable de esa opción. He ahí los tres pasos del tiempo lógico: el instante de la mirada que corresponde a decir el pasado, relatar una historia; luego el tiempo de comprender que estriba en deconstruir sus hechos pasándolas del lugar de la necesidad al de la contingencia. Para finalizar en el momento de concluir: construir en el presente otro futuro posible. Sólo pasar por la contingencia, contradictorio de la necesidad, abre las puertas a lo posible y marca un espacio para lo imposible –lo que no cesa de no escribirse. Decir una historia Otra –tachada- de EFE en eFe, donde una historia se conjuga en el espacio de la transferencia de trabajo que conforma la Escuela misma; y donde, F es faso, que sea fuese freudiana y es falso que no lo fuese. a. Es falso que no lo fuese, porque es en los caminos de Freud, sino no es nada. b. Es falso que lo fuese, porque no sólo es freudiana, es lacaniana: es desde el retorno a Freud planteado por Lacan, desde la lectura lacaniana de Freud, es decir desde la escritura lacaniana del psicoanálisis. Además, no sólo es F de Freud, significante mayor y epónimo, sino desde uno aportado por Lacan: F de función. Sólo desde esta perspectiva es pensable ejercer la negación, escribir la tachadura que abre una brecha de vacío creador en la equivalencia en la que estancamos el pasado cercano de EFE, en el no cesa de escribirse y por ende ha sido tomado como necesario; esa equivalencia es P = A. A esa equivalencia se llega desde otra EFE= P(edro Oyervide). Función del Padre estancada, anclada en la esfericidad sin falta, que al ser tomada como “fundador desde sí y único”, se la hizo operar como escudo, lugar de las iniciativas –que desde luego hubo fuera de las que Oyervide propuso, pero se lo hizo de forma esporádica y él mismo repetidas veces tuvo que conminarnos a la producción y a emprender proyectos. Quehacer contradictorio porque de hecho hemos sostenido la escuela sin la presencia del fundador-analista-maestro y a la vez hemos conseguido hacer notar su falta en las dificultades de producción, en relación a Convergencia, con eFe-Q, inclusive en la última elección de coordinador. Cabe escribir “eFe no es solamente Oyervide, nunca fue el solo sino junto a todos y cada uno de los miembros”; “eFe no hubiese sido y no sería, no existiría sin Oyervide, sin su acto fundador. Pero no es sólo con él. Ergo, después de que él fallece, esa fórmula se mantiene: “Es falso que (sólo) Oyervide, es falso que sin Oyervide”. A cada quien le toca hacerse cargo de lo suyo en tanto el ejercicio de trabajar en la escuela. Esto exige lograr trabajar para que el colectivo coloque la función P, desde el S1, como sometida a la castración, donde ésta no cesa de escribirse- y eso exige vincularla la función con los objetos; con el posible en el cesa de escribirse del S2, el no cesa de no escribirse de lo
2 imposible del a y con el A; hasta el contingente $ en cesa de no escribirse. Una forma de sintetizarlo es recobrar la vieja escritura: no EFE, sino eFe que resalta la importancia de la F Función freudiana. Esto implicaría producirse como escuela para cumplir su propósito de contribuir a que el psicoanálisis perdure –más allá de la duración está la historia por efecto de la estructura, esto es del lenguaje. Esto supone también una producción abierta, abierta a otros interesados en el discurso psicoanalítico. El anudamiento del deseo de los singulares en la especificidad aesférica del Discurso de analista. La escuela es el espacio de anudamiento de la intensión con la extensión: allí donde se anuda el deseo trabajado intensionalmente con la transferencia de trabajo. Argumentar es sostener –sustentar con razonamientos- y contribuir a sostener en su existencia la escuela hoy y mañana. Todo punto –significante- está pendiente del discurso, sólo así puede ser. No hay sino pendientes, aquello en lo que aún hay algo por decir, lo que no está cerrado, terminado. Esto es, lo que está vigente. Petrificar a Pedro es sinónimo de estancar el trabajo, entrabarlo en enredos imaginarios sin salida simbólica, ausencia de iniciativas de producción, estropear a la escuela como pivote, engarce, bisagra entre la intensión y la extensión, entre la consecuencia del propio análisis y la producción del significante, entre el trabajo del significante y el de la letra, inmovilizar la palabra, sus circulación, el intercambio de la letra o reducir el discurso al texto, y éste a un código; es quedarse anclado en un punto y no hacer invenir la palabra en significante, éste en letra, en matema y de ahí al poema. Por eso la necesidad de que la escuela sea espacio del ejercicio que permite ir de la palabra, por medio de la dialéctica, al debate del texto concretado en el concepto y zanjar la el papel que puede jugar la doxa en ese proceso. La escuela es mujer, su discurso es localizable en la posición femenina -no la que no existe, sino una a una. No toda, ninguna no castrada, y a la vez no toda ella cumple la función fálica, la de transmitir la castración. La separación fundadora, que por no toda, saja partitivamente y que posibilita el matiz y la cuantificación. De ahí que sea indecidible. Posición femenina (F) que coincide con lo Imaginario y contingente, con lo que cesa de no escribirse ($); pero que es inviable sin la referencia a lo imposible Real (A y a, de la M), a lo posible Simbólico (S2, del H), y a la función necesaria simbólica del S1 (P). ¿Qué implica que la escuela sea indecidible? Que no tiene algoritmo efectivo que cumpliendo unas reglas llamadas cálculo arribe prescriptivamente a la solución de su ser en tanto ser en el mundo, ser ahí (dassein). Por eso, depende de cada miembro que se cobije bajo el trazo eFe decidir cómo y cuándo escribir ese nombre, por ende darle existencia a eFe. No hay decisiones de eFe que no fuesen las de sus miembros en relación a ella. Dicho significante eFe traza el bordea del espacio colectivo de inscripción formal de cada uno de los elementos singulares que lo conforman –sus miembros. Significante eFe, que una vez forjado y asignado le dio existencia a esta específica escuela: con ello eFe pasó a ser, significante cuyo estatuto óntico –de existencia en cuanto ente- se inicia en ese acto. Ente cuyo único ser es formal, es de letra, es del trazo a partir de la morada del ser, del lenguaje tal como en él se colocan cada uno de sus miembros en relación al psicoanálisis. Por eso eFe es una escuela para que el Psicoanálisis persista, no para que subsista; para que perdure y no de cualquier manera, sino en la vías que Lacan abrió para Freud; banda moebiana en la que cada miembro de eFe se encuentra en cada momento en un punto que localmente tiene dos lados –haz y envés- y globalmente uno sólo –el curso de la hormiga. No sólo se trata de que eFe contribuya a que el Psicoanálisis persista, sino a que per(ex)sista debido a que cada miembro de eFe la ponga en función como efecto de inscribirse, esto es de escribirse en tanto miembro.
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Asumirse miembro de eFe implica hace valer esa F de función en tanto escuela desde o en referencia a la geografía de un país, Ecuador, que a su vez se glocaliza en un mundo; implica el empeño en acto de recorrer la vía mencionada en cuanto se decide alguien a inscribirse y sostenerse en ella. Una función sólo opera por los valores de su argumento: hacer operar la función F de Efe quiere decir argumentarla, que la inscripción y la per(ex)sistencia, se escriben en una misma lógica: la del deseo en transferencia de trabajo para crear un espacio donde la transmisión del deseo de analista sea una posibilidad contingente. Escritura algebraica: eFe=d. La escritura eFe, estos trazos, son letra y deben ser hechos valer como tal: ser escritos, leídos, rescritos, creados y recreados, no esporádicamente sino en la permanente insistencia del deseo, del deseo de que sea posible que haya deseo de analista. En consecuencia, el trazo de escritura eFe es en sí una formalización de la escuela y de la relación de cada miembro con ella. Se desprende que este planteamiento dice que la F de eFe, no es un categorema sino un sincategorema, un functor, el trazo de una función, la freudiana: la que da pie a que el deseo insista. Es decir, eFe es un función con su argumento de valores; eFe es por escritura e inscripción consistente de sus miembros, una EBF, expresión bien formada, bien formulada: palabra bien ejercida en su decir. De allí que inscribirse en eFe es persistir en escribir su deseo en ella: eFe es una superficie para escribir, será tan palimpsesto o tan maravilloso como blog tal cada uno de quienes se inscriben en ella lo hagan valer. La mencionada glocalización sólo es posible sostenerla a base de los aportes que escriben e inscriben a cada miembro desde lo local de eFe a lo global de las redes internacionales con las que pudiese integrarse. De otra manera no es sustentable: el ejercicio –inscripción de cada miembro en lo- local hace o no posible la inscripción global de la escuela. Ergo, la inscripción en eFe es la escritura de un álgebra que no se limita a ser inicial sino permanente, la permanente ratificación del deseo de contribuir a que el psicoanálisis perdure no de manera ordinaria, sino ordinal y extraordinaria. Es la permanente necesidad de hacer invenir al psicoanálisis, de funcionar como un libro de arena en relación al que cada lector –aquel que se reconoce como miembro- es (re)escritor.
08/08/2009