Come Dance With Cacho

  • June 2020
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  • Words: 723
  • Pages: 3
Martha’s Forth World War Cacho y el Abuelo. El Abuelo y Cacho. No es una relación homosexual, no señor. Es el nuevo dúo dinámico de la República Gada. Por un lado tenemos a Cacho, el remisero más fulero de la historia, con peor olor a papas y a sudor que un camello en celo. En el otro lado esta el Abuelo, que es un nazi racista elitista que, por casualidad, es un extraterrestre homosexual. Además de eso, habla con palabras de viejos podridos como “bisoñe”, y siempre anda hablando solo. Ahora que el Abuelo se quedó a vivir en el segundo piso de la Torre del Terror, Cacho andaba de joda en joda, porque el venerable anciano era el ama de casa, con el delantal bien puesto y con una escoba para correr a la persona que venía a embargar la casa reciclable donde habitaban. Pero un día, se escuchó el clamor del páramo de NeoCastelar (barrio donde vivía Cacho) cuando apareció la dictadora peruana Martha en su tanque del Boston College (colegio que se quería hacer el cheto con libretitas de mierda forradas con preservativos usados). -Bueno, chicos ¿trajeron las libretas?- exclamó Martha desde su tanque, exhibiendo alegremente su bandera nazi-. Ahí Cacho y el Abuelo sellaron puertas y ventanas, excepto las ventanas del segundo piso. Sería un largo asedio. -¡Martha, mi abuelo se murió, a mi viejo le dio positivo el examen HIV y tuve que ver una conferencia de prensa de la presidenta Lita de Lázari! ¡Mañana la traigo!- mintió descaradamente Cacho-. En ese momento Martha tuvo un acceso a la furia y mandó su ejército de monos mecánicos contra la Torre del Terror. El Abuelo no tardó en volver a usar su diplomacia y derramar el plomo fundido sobre el enemigo.

-¡Cacho, Martha es muy fuerte e hincha-pelotas, tenés que llamar a Rafa!- dijo el Abuelo-. Eso sí, no le compres videos que están hechos en Ushuaia… -Vos sos el único gil que compra eso…- afirmó Cacho al tiempo que discaba (el teléfono era del Abuelo…) el número del Club del Comic-. Esperó unos segundos hasta que una voz grasienta e indecente respondió. Era Rafa. -Rafa, Señor de lo Trucho, vení a ayudarnos que Martha Saravia, del partido Alemania 1943, nos esta asediando. -Ey, ey, ey, para un poquito. Ya sabes que Saddam Hussein murió, junto a los comunistas coreanos… -Y a mí me chupa un huevo. -Ahora te va a importar, hijo de puta. Como no tengo gente que me suministre armamento, te va a costar…mil quebrachos. -¡Sos una mierda Rafa! -¡Sí, pero te sigue costando mil quebrachos, sorete deforme! -¡Cállate, ese club del orto que tenés se esta fundiendo, pelotudo! ¡Te vas a morir de hambre, morsa epiléptica! Entonces, el horror. Rafa empezó a cantar el Himno de la Alegría. Cacho tuvo que cortar rápidamente para no infectarse el oído. Él y el Abuelo estaban solos en esta (como si alguien se preocupara por esos dos nabos…). -¡Chicos, esta bien que hacen 40 grados a la sombra, pero tienen que traer los buzos del colegio!- Martha seguía vomitando mierda como usualmente lo hace-. Entonces el Abuelo le tiró con un calamar que nunca pudo usar en una clase de Biología. -¡Decile a Casarotto que venga a la mierda de clase que tengo que dar de vez en cuando eh!- dijo el Abuelo, que después tosió un poco. Ya no estaba para tanto grito-. Martha se cayó cuando le pegó el calamar en esa cara de mono afeitado que tiene. Cacho, viendo que Martha se había debilitado, probó una frase común pero, con su aliento a cloaca y voz ronca, era fatal. -¡Martha, chúpame las bolas! Pero Martha tenía un as bajo la manga para destruirlos definitivamente. Junto toda su hincha-boludez y gritó su mejor frase, la respuesta ha esa indisciplina. -¡Sácalas y yo las chupó! Horror. Destrucción. Muerte. Peste. Cacho fue fulminado con esa asquerosa propuesta (¿alguien dejaría que Martha le chupe los genitales? puaaajjjjj) y el Abuelo…bueno el Abuelo se resbaló con

una feta de queso y quedó igualmente inconsciente, pero esa es otra historia. Martha, por su parte, suspendió a ambos vándalos por haber traído un buzo azul con una mísera raya blanca, por mirar raro a los perros y un largo etcétera de gansadas que sólo se le ocurren a ella… ¿o es él?

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