El Dr. José Héctor Gutiérrez Guerra, es uno de los abogados más lúcidos y consecuentes con el ejercicio honesto y principista de la abogacía y de la justicia en Bolivia. A su estoicismo, calidad personal y profesional se debe, en gran medida, la eliminación de cobros y manipulaciones inconstitucionales, arbitrarios, corruptos e ilegales que, por décadas, ejercieron impunemente directivos de organizaciones mafiosas que funcionaron bajo los inocentes rótulos de “COLEGIOS DE ABOGADOS”, para lo que realizaban cobros y recaudaciones millonarias a nombre de todos los abogados, obligados a afiliarse y pagar para poder ejercer la profesión obtenida exclusivamente de estudios universitarios y, de ninguna manera, por favores o des/gracias de impostores agrupados en consorcios de jueces (también afiliados obligatoriamente) y abogados, que fueron acertadamente bautizados como “COLEGIOS DE ABOGANSTGERS” Los ciudadanos, sobre todo los más pobres, los humildes, que no tienen acceso al poder político o económico, son los grandes beneficiados por las reivindicaciones y reparaciones plasmadas en el Decreto Supremo N° 100, pues permiten un mejor acceso a la administración de justicia. Creo sinceramente que, la sociedad y el país, le deben mucho al Dr. José Héctor Gutiérrez Guerra y así lo reconocerá la historia de las cosas buenas y las causas nobles que ayudan a mejorar nuestra calidad de vida en común. De mi parte, mi agradecimiento eterno al Dr. Gutiérrez, que fue el único ciudadano y profesional que me apoyó efectivamente ante la brutal reacción y revancha de la pandilla de corruptos que, enquistados en los 3 poderes del Estado y en sus operadores políticos, me aplicaron una muerte civil, como represalia por haber intentado luchar contra la corrupción y la impunidad que campean en el sistema jurídico y especialmente
en la administración de in/justicia que campea en Bolivia. Aparte de ello, le debo nada menos que mi libertad y parte de lo que me queda de vida. Luís Carlos Paravicini Ex – Consejero de la Judicatura COLEGIOS DE ABOGADOS José Héctor Gutiérrez Guerra
Las asociaciones gremiales estando reconocidas por las leyes de este país deben por supuesto adecuar su actuar a dichas leyes y principalmente a la Constitución Política del Estado; en el caso de los Colegios de Abogados siendo instituciones privadas y asociaciones civiles no podían ni debían, menos mediante Decretos Supremos para colmo de regímenes inconstitucionales obligar a una filiación muy costosa a los nuevos profesionales abogados porque la libertad de asociación es un derecho humano y constitucional y ningún decreto supremo puede normar una regla de orden constitucional, sólo una ley de la república es la norma idónea para reglamentar derechos humanos y constitucionales. Menos una institución privada y asociación civil puede otorgar credenciales para el ejercicio de ninguna profesión de rango de provisión nacional. Muchísimo menos dicha institución privada y asociación civil puede imponer impuestos a la justicia y/o cobrar a los litigantes por el acceso a la justicia, dineros que servían para su sede social campestre y similares o suspender del ejercicio de la profesión -léase quitar el derecho al trabajo- por simples faltas éticas cuando dicho derecho al trabajo natural, humano, constitucional, civil y hasta divino no puede ser suspendido ni siquiera por una Corte Internacional o disponer el pase profesional discrecionalmente a sólo pedido de cliente que no quiere pagar; solo para citar algunas de las muchas injusticias, ilegalidades, barbaridades y hasta iniquidades protervas que ha cometido dicha institución gremial para colmo en contra de sus propios afiliados y asociados. Increíblemente han tenido que pasar muchos años para que se corrijan esas gravísimas injusticias e ilegalidades, la promulgación del D.S. 0100 de 29 de abril del presente ha recogido el sentir de justicia y legalidad propugnada por muchas personas sobre todo litigantes y hasta abogados que han entendido que su propia institución paradójicamente no debía ni podía estar al margen de la ley. El D.S. 0100 promueve -entre otras cosas- el libre ejercicio de la abogacía, crea el Registro Público de los Abogados del país a cargo del Ministerio de Justicia sin cargo alguno y se extenderá el respectivo número de matrícula y credencial,
reconoce a asociaciones de abogados a registrarse ante dicho Ministerio, dispone la tan anhelada, justa y legal libertad de filiación de los abogados a cualquier institución gremial de su preferencia, la supresión de cobros para acceder a la justicia y con motivo de cualquier tipo de petición ante cualquier oficina pública o privada, etc., etc. Esos derechos humanos y constitucionales consagrados en el llamado bloque de constitucionalidad han sido objeto de petición para su implementación hacen muchos años atrás ante casi todas las instituciones públicas nacionales y hasta internacionales, lamentablemente a quienes hemos iniciado dicha lucha por la legalidad y la justicia nos han sometido a toda una serie de vendettas de toda forma y tamaño en todo tiempo y lugar. Y como en nuestro medio nada es gratis y las grandes transformaciones y cambios suponen también grandes sacrificios la puesta en vigencia del D.S. 0100 también ha tenido un precio muy alto para sus promotores; ese es el caso del Dr. Luis Carlos Paravicini Jordán sempiterno luchador contra la corrupción que ha dejado su carrera y obligado a dejar su cargo afectando hasta su vida familiar en pro de sus ideales; estando en el Consejo de la Judicatura ya había advertido la ilegalidad de dichas asociaciones en su actuar y por denunciar ese hecho cumpliendo fielmente sus atribuciones y obligaciones como Consejero de la Judicatura ha sido sometido a la más cruel y sañuda persecución inquisitorial de parte de varios Colegios de Abogados y del Colegio Nacional de Abogados con una serie de juicios de todo tipo de los cuales, y como no podía ser de otra manera, ha sabido salir adelante sin mácula. El D.S. 0100 expresa que es necesario profundizar y dar continuidad a la construcción normativa del proceso de cambio; dicha profundización nunca será completa si no se reivindica plenamente a los gestores de dichos cambios y se les devuelve el sitial del que fueron despojados por la dictadura de la corrupción durante su hegemonía, por eso se hace imperiosamente necesario el retorno de aquellos que han sabido demostrar más que ampliamente su vocación de lucha contra la corrupción. Serán las futuras generaciones de abogados quienes a partir de esta norma justa y legal profundicen y continúen la vigencia de sus libertades democráticas para que nunca más sean desconocidas, siguiendo el legado de quienes ha dejado su vida en el camino.