Closer

Closer: llevados por el deseo Carlos Bonfil Tomado de: La Jornada, 16 de enero de 2005

En 1971, Jules Feiffer, guionista de Ansia de amar (Carnal knowledge), cuarto largometraje de Mike Nichols (El graduado, Trampa 22), definía así el propósito del director: realizar "una película acerca de hombres incapaces de acercarse, conmover y conocer profundamente a las mujeres". La película protagonizada por Jack Nicholson, Candice Bergen, Art Garfunkel y Ann Margaret, exhibía en efecto el colapso moral de dos hombres incapaces de ver en la mujer otra cosa que un objeto sexual. Ansia de amar, película clave en la filmografía de Nichols, tiene como prolongaciones temáticas ¿Quién le teme a Virginia Wolf? (nuevamente dos parejas en conflicto), y su realización más reciente, Llevados por el deseo (Closer), con un esquema similar y mismo número de personajes. Vista en perspectiva, una trilogía sobre la frustración amorosa, las incontinencias sexuales, la incomunicación en la pareja, los saldos de la seducción, y la crisis de la madurez, que abarca poco más de tres décadas y en la que se advierte una transformación notable en las actitudes y comportamientos sexuales. Al travieso juego de seducción al que se libran Nicholson y Garfunkel en pleno auge de la contracultura y la liberación sexual, sucede hoy el escepticismo cínico del ligue cibernético, con Daniel Wolf (Jude Law), un escritor desencantado, haciéndose pasar por una mujer con el propósito de seducir y embaucar burlonamente a un incauto cibernauta, el dermatólogo Larry (Clive Owen) en un chat room sexual. Este engaño dará la pauta para una serie de imposturas y simulaciones que acabarán frustrando el impulso amoroso de estos dos hombres y de sus respectivas parejas, Alice (Natalie Portman) y Anna (Julia Roberts). Por efectos del azar, y en espacio de pocos años, se entrecruzarán los intentos de posesión amorosa y se intercambiarán caprichosamente los objetos de deseo sexual. En varias elipsis que son transiciones muy efectivas, el director evita dar explicaciones sobre lo que motiva a sus personajes en sus decisiones erráticas. Esto no entorpece el desarrollo y comprensión de la trama. Todo lo contrario. Sus saltos temporales confieren incluso mayor fluidez y elegancia al relato de origen teatral (Closer se basa en la exitosa obra dramática de Patrick Marber, aquí también guionista). La agilidad e ingenio de algunos diálogos de Marber permiten sobrellevar la excesiva carga verbal de la cinta, pero esto apenas sorprenderá a quienes recuerden los infatigables enfrentamientos verbales de ¿Quién le teme a Virginia Wolf?, basada en una obra teatral de Edward Albee. A sus 73 años, Nichols ofrece hoy una cinta dura, con lenguaje sexual muy explícito, distanciada del sentimentalismo y de los desenlaces sonrientes, a contracorriente del convencionalismo de la comedia romántica o del melodrama hollywoodenses, y cuyo tema central es el engaño amoroso, más impune hoy que hace 30 años en Ansia de amar, mayormente vinculado a las relaciones de poder y a la manipulación, y a esa insensibilidad moral de los tiempos actuales que señala el canadiense Denys Arcand en Las invasiones bárbaras. Los nuevos bárbaros de la fanfarronería seductora y del intercambio virtual de fluidos corporales por la red de Internet, habitan aquí espacios minimalistas, ostentan vestimentas impecables, y transitan

rápidamente del entusiasmo a la indolencia total, apenas en el espacio de la última cena y la siguiente inauguración en una galería de arte. Hay también, extraviada en este medio y en este culto a las apariencias, alguna pequeña historia trágica, como la de Alice (Natalie Portman), refugiada en Londres luego de un fracaso sentimental en Estados Unidos, donde ejercía el oficio de stripper. Un nuevo desengaño la precipita en un cinismo radical, operando en su conciencia la separación total entre el ánimo desgastado y un cuerpo mercancía al alcance del mejor postor. O la historia de Dan, escritor sin éxito, resignado a redactar obituarios en un diario londinense, y a desperdiciar la calidad de su prosa en largas sesiones de chat cibernético. Las actuaciones de Portman y Clive Owen, manipulador igualmente cínico, son sin duda el atractivo mayor de la cinta, en parte porque sus personajes son menos esquemáticos y previsibles que los que encarnan, con soltura, Jude Law y Julia Roberts. Se ha repetido insistentemente: Closer: llevados por el deseo es una película adulta para gente adulta, y esto último incluye por supuesto el terreno sentimental.