1 A lope de Vega Las fuerzas, Peregrino celebrado, afrentará del tiempo y del olvido el libro que, por tuyo, ha merecido ser del uno y del otro respetado. Con lazos de oro y yedra acompañado, el laurel con tu frente está corrido de ver que tus escritos han podido hacer cortos los premios que te ha dado. La invidia su verdugo y su tormento hace del nombre que cantando cobras, y con tu gloria su martirio crece. Mas yo disculpo tal atrevimiento, si con lo que ella muerde de tus obras la boca, lengua y dientes enriquece. Autor: Francisco Quevedo
A una Rosa 2 XXXVII ¡Con qué artificio tan divino sales de esa camisa de esmeralda fina, oh rosa celestial alejandrina, coronada de granos orientales! Ya en rubíes te enciendes, ya en corales, ya tu color a púrpura se inclina sentada en esa basa peregrina
que forman cinco puntas desiguales. Bien haya tu divino autor, pues mueves a su contemplación el pensamiento, a aun a pensar en nuestros años breves. Así la verde edad se esparce al viento, y así las esperanzas son aleves que tienen en la tierra el fundamento... Autor Lope de Vega
3 El oso la mona y el cerdo Un oso, con que la vida se ganaba un piamontés, la no muy bien aprendida danza ensayaba en dos pies. Queriendo hacer de persona, dijo a una mona: «¿Qué tal?» Era perita la mona, y respondióle: «Muy mal». «Yo creo», replicó el oso, «que me haces poco favor. Pues ¿qué?, ¿mi aire no es garboso? ¿no hago el paso con primor?». Estaba el cerdo presente, y dijo: «¡Bravo! ¡Bien va! Bailarín más excelente
no se ha visto, ni verá!». Echó el oso, al oír esto, sus cuentas allá entre sí, y con ademán modesto hubo de exclamar así: «Cuando me desaprobaba la mona, llegué a dudar; mas ya que el cerdo me alaba, muy mal debo de bailar». Guarde para su regalo esta sentencia el autor: si el sabio no aprueba, ¡malo! si el necio aplaude, ¡peor!
Autor: Tomas Irarte
4 Octava Real El estandarte ved que en Ceriñola el gran Gonzalo desplegó triunfante, la noble enseña ilustre y española que al indio domeñó y al mar de Atlante; regio pendón que al aire se tremola, don de CRISTINA, enseña relumbrante, verla podremos en la lid reñida rasgada sí, pero jamás vencida.
Autor Jose esprionceda
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