Claudia … cada vez que se ponía su flamante neopreno de 7 mm especialmente diseñado para barranquistas pensaba lo mismo: ‘¿como puede ver un hombre atractiva a una mujer con semejante vestimenta…?’ Le costaba la vida embutirse en el traje, y cuando al fin lo conseguía, sus primeros pasos se asemejaban a un robot al que se le esta acabando la batería. Menos mal que los chicos que iban con Claudia no eran la clase de personas que solo miran el exterior, de haber sido así, haría mucho que ella los habría dejado. Claudia era una chica común con gustos muy dispares, le gustaba la naturaleza y aunque le costo trabajo empezar, ahora adoraba hacer descenso de barrancos, ella sabia que se consideraba más que nada un deporte de hombres, pero poco a poco, la mentalidad de los colectivos había ido cambiando y ahora Claudia tenía compañeras con las que compartir un hobby que antes solo compartía con chicos. Hacia mas de tres años que no se metía en un barranco y en parte sentía miedo, no miedo del barranco, sino de no estar a la altura, de haber perdido en ese tiempo la capacidad de no meterse ni meter en problemas al grupo, por otra parte estaba deseando comenzar. Se entusiasmaba cuando se colocaba los guantes gastados y rotos… era como el pistoletazo de salida, y eso en estos años no lo había perdido, el entusiasmo seguía ahí, y el barranco también; así que se abrochó el casco, se colgó la saca y se ajusto los guantes; todo en el preciso momento en el que Roberto, cámara de fotos en mano decía: ‘¡¡ chicos….!! ¿Empezamos?...’ y sin pensárselo dos veces, se colocó la primera, cuidando muy bien de no pisar mal, para no hacerse daño y para alterar el medio en el que se encontraba y del cual ella era ajena, lo menos posible… Allí estaba Claudia, y siguiendo el cauce del río la esperaba, un barranco mas…