La capacidad intrínseca que poseen ciertos materiales para conducir corriente eléctrica sin resistencia ni pérdida de energía en determinadas condiciones. Fue descubierto por el físico neerlandés Heike Kamerlingh Onnes el 8 de abril de 1911. Se pueden clasificar según varios criterios relevantes, como son los siguientes: -Si tenemos en cuenta su material, podemos decir que hay cuatro grandes grupos: las cerámicas, las aleaciones, los que poseen estructuras de carbono y los elementos puros. -Partiendo de lo que es su comportamiento físico, se puede determinar que hay dos clases de superconductores: los de tipo I, que tienen la particularidad de poder pasar del estado superconductor al normal de una forma muy rápida, y los de tipo II. Estos últimos son los que tienen, como se denomina por parte de los científicos, dos campos magnéticos críticos. -En función de lo que es su temperatura crítica, hay dos modalidades: los de alta temperatura, si la misma está por encima de los 77k, y los de baja temperatura, que se caracterizan por tenerla por debajo de los ya citados 77k. -Por último, otra clasificación existente es la que se base en la teoría que viene a explicarlos y que determina que pueden ser convencionales, cuyos orígenes están en los fonones, y no convencionales, cuando el citado origen que tienen es otro distinto a los citados. 1957 los científicos Bardeen, Cooper y Schrieffer propusieran su teoría, en la que notaban que los electrones formaban parejas que se coordinaban entre ellas, y esta formación se debía a la interacción entre los electrones y la red de átomos: eran las vibraciones en ellos las que producían la superconductividad. En los años ’80 se descubrieron los llamados superconductores de alta temperatura, que abarató en gran medida el estudio de los materiales, y además abrió la puerta a la existencia de superconductores a temperatura ambiente.
La obtención de materiales superconductores está sujeta, por el momento, a conseguir temperaturas extremadamente bajas, por lo que habitualmente se recurre a elementos como el helio líquido, habitualmente involucrando la construcción de electroimanes muy potentes para resonancia magnética nuclear, lo que implica un costo muy elevado para este tipo de experimentos.
Hasta ahora, la principal utilidad de los superconductores es la producción de campos magnéticos muy intensos, que tienen aplicaciones en medicina pero también en otros rubros, como el control de los reactores de fusión nuclear. La mayor parte de las aplicaciones de los superconductores, por al momento, se restringe a los laboratorios de física con fines investigativos, por ejemplo en los estudios de resonancia magnética nuclear, y la microscopia electrónica de alta resolución.
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