Fratelli del Sacro Cuore CASA GENERALIZIA
Carta… Queridos colaboradores y miembros asociados: Saludos de parte de todos vuestros hermanos en la misión. Cada seis años, un grupo representativo de Hermanos del Sagrado Corazón se reúne en Roma en capítulo general para tratar temas referentes a nuestro gobierno, nuestra vida y nuestras obras de todo el mundo. El capítulo es, después de la Santa Sede, la primera autoridad del Instituto. Como complemento a la publicación de las Actas de nuestro 32º capítulo general, hemos escrito unas cartas pidiendo a los hermanos, en sus diversas funciones, compartir con nosotros la responsabilidad de traducir en hechos concretos las decisiones del capítulo. En el momento de promulgar las ordenanzas y recomendaciones que trataban de nuestra misión de evangelizar a los jóvenes por medio de la educación, nos dimos cuenta que una carta que se dirigiera sólo a los hermanos era insuficiente. Nuestra Regla de vida afirma que compartimos con vosotros, colaboradores y miembros asociados, la responsabilidad de la formación religiosa y moral de los jóvenes. La experiencia nos dice que allí donde estamos los hermanos forman equipo con seglares hombres y mujeres, sacerdotes, miembros asociados y otros religiosos y religiosas cuya generosidad, entrega y capacidad se conjugan en el crecimiento natural y sobrenatural de los jóvenes.
a nuestros colaboradores
Os escribimos porque queremos insistir sobre la importancia que concedemos a la formación de equipos apostólicos allí donde trabajan los hermanos. Nadie, ya sea seglar, religioso o sacerdote, debería minimizar su propio papel en la Iglesia de nuestros días. Si es posible afirmar que hermanos y hermanas han sido, históricamente, unos de los principales promotores de la escuela católica y de otras obras de la Iglesia dedicadas a la juventud, la recomendación 16 de nuestro capítulo nos pide dar prioridad, de manera creativa, a la colaboración y formación de aquellos que comparten nuestro ministerio de la educación cristiana, especialmente los seglares. En nuestra carta a los hermanos miembros de los equipos apostólicos, hemos hablado de la necesidad de revitalizar nuestra comunidad religiosa y de vivir nuestra Regla de vida con el fin de clarificar nuestra identidad religiosa y crear un clima evangélico favorable para nuestro ministerio educativo. Como «comunidad religiosa» y «Regla de vida» no son elementos propios de vuestra identidad , permitidnos presentaros algunas reflexiones paralelas: en primer lugar sobre los dones que vuestra condición seglar aporta a la obra educativa, en segundo lugar sobre la contribución que juntos podemos aportar en la formación de la comunidad educativa. 1
Espiritualidad seglar
Comunidad educativa
El Concilio Vaticano II ha descrito la espiritualidad del seglar cristiano en términos dinámicos: «La vocación propia de los seglares consiste en buscar el reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios» (LG 31). Vuestra vida cotidiana se entreteje en un entorno secular, en las circunstancias ordinarias de la vida familiar y social. Jesús, durante su existencia terrena, nos reveló la dignidad de tales realidades humanas utilizando el lenguaje y las imágenes de la vida cotidiana; santificó los lazos humanos, especialmente los familiares, como el corazón de todas las estructuras sociales; llevó la vida propia de un trabajador de su época y de su medio.
La educación católica difícilmente puede realizarse sin el testimonio de una comunidad educativa fundada en estrechas relaciones entre los docentes, los padres, los alumnos y la población local. Nuestra Regla de vida expresa esta creencia y nuestro capítulo ha insistido en ello. Es por lo que os dirigimos una llamada, junto con los hermanos miembros de vuestra comunidad educativa, para trabajar con nuevo vigor en el establecimiento de ese tipo de relaciones.
Vosotros os comprometéis con una espiritualidad seglar cuando buscáis a Cristo presente en los lugares de estudio y trabajo, en las relaciones de amistad, en vuestra propia familia. Vuestra espiritualidad os lleva a encontrar a Cristo en las actividades sociales, profesionales y culturales; a expresar vuestra relación con Él por medio de una vida de oración y servicio. (Juan Pablo II, Christifideles Laici 15,17). La mejor contribución a la evangelización de los jóvenes será la de dar testimonio de una búsqueda fiel de Dios en la vida cotidiana desde vuestra propia identidad. Dais este testimonio por los compromisos familiares, por el servicio profesional con los jóvenes y por la participación activa en la vida de la Iglesia. Los jóvenes tienen necesidad del ejemplo de hombres y mujeres, ya sean célibes o casados, modelos de santidad y fidelidad en las circunstancias ordinarias de la vida.
¿Hasta dónde llega la urgencia de establecer un clima de comunidad cristiana en una escuela o centro educativo? El capítulo general ha considerado como una triste realidad de nuestra época la ausencia de verdaderos lugares de esperanza para la juventud. La sociedad adulta a menudo los ignora, los incita a comportamientos autodestructivos, los explota o les ofrece la promesa vacía del materialismo. El capítulo ha señalado también que tanto en los países en vías de desarrollo donde los recursos materiales son escasos como en los países desarrollados en los que crece el contraste entre los que tienen y los que no tienen, son los jóvenes las primeras víctimas de la mala repartición de bienes. Los jóvenes tienen necesidad de un entorno educativo que les sirva de trampolín de esperanza para el futuro. Los jóvenes plantean diversas cuestiones a las generaciones precedentes en lo que respecta a su porvenir: «¿Cómo hemos podido llegar a esta situación? ¿Este estado de cosas es irreversible?» El joven rico del evangelio preguntaba a Jesús: «¿Qué debo hacer para ganar 2
la vida eterna?» Los jóvenes traducen la misma pregunta al lenguaje de nuestros días: «¿Qué debemos hacer para que la vida –la vida desbordante de la familia humana– venza a la injusticia?» Nuestros centros educativos deben ser lugares donde los adultos cristianos escuchen los interrogantes más profundos de los jóvenes y les respondan desde el contexto de la propia fe. Debemos crear una comunidad en la que sea posible el diálogo honesto sobre los valores eternos. La recomendación 13 del capítulo general subraya con fuerza y entusiasmo la urgencia de nuestra misión entre los jóvenes, en la diversidad de las obras educativas. Es nuestra respuesta a las llamadas que la Iglesia nos dirige hoy. El mensaje de la Santa Sede al capítulo lo confirma: «En el momento en el que el Santo Padre con su ejemplo nos anima a cuidar de la juventud, desea fervientemente que los Hermanos del Sagrado Corazón continúen gastando lo mejor de sus energías para dialogar con los jóvenes y formarlos según el Corazón de Cristo, proponiéndoles de una forma eficaz y atrayente el ideal del evangelio.» Creemos que esta «forma eficaz y atrayente» es crear una comunidad educativa donde los jóvenes puedan ser acogidos en la Iglesia con un espíritu de diálogo respetuoso; donde puedan convivir sin divisiones, sin conflictos, sin discriminación; donde experimenten el Espíritu de Jesús tanto en nuestra espiritualidad como en las relaciones entre nosotros y con ellos mismos.
Acciones para nuestra misión común. Reconociendo la necesidad de la diversidad de vocaciones en la Iglesia y la complementariedad en la comunidad educativa,
os pedimos que trabajéis, junto con los hermanos, en la aplicación de cinco principios de acción definidos por el capítulo general. ¿Cuáles son estas acciones concretas? 1 • Damos una gran importancia a la formación de las nuevas generaciones de profesores y a la animación cristiana de los equipos docentes. Creemos profundamente en la misión que nos ha sido transmitida por nuestro Fundador: la evangelización de los jóvenes por medio de la educación. En el transcurso de los años, hemos expresado nuestra misión por diversos medios, sobre todo en la escuela a la que consideramos el lugar privilegiado de nuestra actividad apostólica. Hoy, la Iglesia tiene necesidad de los ministerios complementarios de seglares, religiosos y sacerdotes para cumplir su misión educativa. Os pedimos que nos interpeléis, que colaboréis con nosotros poniendo en marcha equipos apostólicos que formarán nuevas generaciones de religiosos y seglares que compartirán la misma visión sobre la educación cristiana. El capítulo se ha dado cuenta que una concepción más amplia de nuestro carisma y de nuestra misión supondrá un cuidadoso estudio. La recomendación 50 invita a participar en el mismo y nos ofrece objetivos para la formación de hermanos, seglares y miembros asociados: profundizar en la comprensión de nuestro carisma, de nuestra historia y de los elementos esenciales de nuestra herencia educativa. 2 • Evangelizar por medio de la educación, es humanizar. El capítulo nos anima a una estrecha colaboración para llevar a cabo los cambios necesarios en nuestras obras educativas para:
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elaborar proyectos educativos centrados en la construcción libre y responsable de la persona humana, crear lugares de libertad y de expresión donde los jóvenes puedan descubrir el mensaje humanizador propuesto por Jesús de Nazaret, proponer una educación integral de los jóvenes, adaptándose a su situación y necesidades reales, educándolos en los valores humanos y espirituales para un compromiso social y cristiano. 3 • La evangelización por medio de la educación incluye un mandato especial de la educación de la fe. Al adoptar la ordenanza 9 pidiendo «nuevas iniciativas» para evangelizar y catequizar a los jóvenes de hoy, los capitulares no tenían la intención de debilitar nuestro compromiso en las escuelas o en otras obras existentes. Sin embargo, querían estimularnos a dar curso libre a nuestra creatividad, a ir más lejos del status quo, a buscar cómo nuestras obras pueden aumentar el interés de los jóvenes ante los programas de evangelización y de educación religiosa. En nuestras escuelas, se pueden buscar formas más eficaces de pastoral educativa. Los campamentos y campos de trabajo ofrecen posibilidades de juntar a los jóvenes que se encuentran alejados de la Iglesia o descuidados por ella. Allí donde trabajamos en centros parroquiales, podemos implicar a los jóvenes de una manera más significativa en cualquiera de las manifestaciones de esa comunidad eclesial.
Ordenanzas 9. Que los hermanos desarrollen, mediante nuevas realizaciones, enfoques y métodos
apropiados para la evangelización y la educación religiosa, de acuerdo con las necesidades de la juventud de hoy. 10. Que los hermanos, inspirados por el espíritu dinámico y la visión de Andrés Coindre, interpelen a sus colaboradores seglares, sus alumnos y los padres de familia para que participen en este proyecto misionero, e inviten incluso a aquellos que están dispuestos a colaborar con nuestros hermanos como voluntarios seglares. 11. Que cada provincia, distrito, comunidad se cuestione sobre su actitud concreta de cara a la opción preferencial de los pobres. Que formule proyectos, objetivos y medios que vayan en el sentido de esta opción. Recomendaciones 13. Que el capítulo general subraye con fuerza y entusiasmo la urgencia de nuestra misión entre los jóvenes y que favorezca la diversidad de obras educativas en la búsqueda de la Nueva Evangelización. 14. Que el capítulo general anime la experiencia de los miembros asociados. 15. Que se favorezca una presencia mayor de los jóvenes con carencias en nuestros centros escolares y en nuestras obras socioeducativas. 16. Que con creatividad los hermanos busquen trabajar con los seglares, valorizándolos en la línea de la evangelización y de la colaboración mutuas. 50. Para las necesidades de la formación inicial y continua y para ayudar a la 4
formación de nuestros colaboradores seglares, que sea la administración general la promotora de distintos estudios sobre el Instituto. Podrían ser estudios útiles para profundizar más en la comprensión de nuestro carisma, de nuestra historia y de los elementos esenciales de nuestro legado educativo. Como sugieren estos ejemplos, debemos trabajar juntos para encontrar nuevas iniciativas capaces de formar a los jóvenes de acuerdo con el Evangelio.
4 • La evangelización por medio de la educación nos exige una atención especial a aquéllos que tienen más necesidad de una Buena Noticia. De entre las diversas llamadas que nos requieren, ponemos nuestra preferencia por los niños desheredados, por las regiones menos favorecidas. La recomendación 15 nos pide una evaluación de nuestra opción preferencial por los pobres en todas nuestras obras educativas. Pero esta evaluación quedaría vacía de contenido si no condujera a acciones concretas en favor de los realmente pobres: nuestros centros educativos deben responder a las necesidades de los niños y jóvenes con problemas familiares, sociales, económicos y escolares; nuestros centros educativos deben abrirse a los jóvenes más necesitados; nuestros centros educativos deben elaborar programas de formación social que preparen a los jóvenes para un compromiso social y cristiano.
5 • El espíritu misionero nos apremia a participar en la expansión de la Iglesia en las jóvenes cristiandades. En una época de disminución creciente de hermanos, corremos el peligro de encerrarnos en nuestras obras bien establecidas y de perder el espíritu misionero. Por el contrario, el capítulo nos pide renovar el espíritu de misión y evangelización hacia las jóvenes Iglesias. La ordenanza 10 presenta medios concretos para responder a esta llamada. El desafío que os propone es el de colaborar con nosotros, durante un período de tiempo, en nuestros orfanatos, escuelas y otras obras del hemisferio sur. Si estáis deseosos de responder a esta llamada, poneos en contacto con los hermanos con los que trabajáis. La presencia de misioneros seglares que compartan nuestros criterios será una gracia tanto para los hermanos misioneros como para los jóvenes.
Conclusión Un encuentro internacional de hermanos sobre la nueva evangelización celebrado en 1992 y el reciente capítulo general han considerado esencial la presencia de religiosos, seglares y sacerdotes trabajando en estrecha cooperación en una misma misión educadora. La evangelización requiere el testimonio visible de personas y comunidades que viven lo que dicen. El paso más importante para todos es el de nuestra propia conversión y renovación. Debemos interrogarnos, cada uno y entre nosotros, sobre la credibilidad de nuestro testimonio personal y comunitario ante los jóvenes. Otro paso necesario para nosotros los hermanos es encontrar la manera de definir claramente nuestra misión educadora y nuestra espiritualidad de forma que las podamos 5
compartir con vuestra propia misión y espiritualidad. Finalmente, debemos desarrollar juntos instrumentos para formar una generación de educadores y asociados que colaboren en esa misión de evangelizar a los jóvenes, que nos ha sido confiada por nuestro Fundador. Nos alegramos de vuestro apoyo y del servicio que nos prestáis. Queremos aprovechar nuestras visitas de los tres próximos años para agradecéroslo de una manera más personal y para dialogar sobre esta visión del capítulo general que os hemos presentado, en lo referente a una estrecha y diversificada colaboración en el seno de las comunidades educativas y apostólicas.
Vuestros hermanos, los miembros del consejo general Hermano Bernard Couvillion, S.C., superior general Hermano Claude Cadoret, S.C. Hermano Ramón Luis García, S.C. Hermano Mathieu Cabo, S.C. Hermano JeanGuy Roy, S.C.
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